Por: Lesbia González
Las notas, los números fríos de evaluaciones académicas restringen las múltiples capacidades humanas.
Una definición de inteligencia podría ser: facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad, así como la posibilidad de selección de las alternativas más convenientes para la resolución de un problema.
Al leerlo parece simple, los investigadores coinciden en que no hay una definición que abarque la misma. La razón si es simple, que a todo le queremos dar una definición, con reglas, orden y por lo demás, más grave una forma estadística que nos englobe a todos para establecer un orden lógico, congruente y un referente.
Usar la inteligencia de esa forma separa a los humanos y antes que reforzar sus capacidades, les impide crear y ser capaces. ¿Por qué lo decimos? Las medidas estadísticas estandarizadas son simples y comparan, el cociente intelectual C.I o IQ (en inglés) y sólo ha servido para dividir a los humanos con epítetos, con inteligencia superior, promedio o inferior, pero no para su desarrollo.
Las notas, los números fríos de evaluaciones académicas restringen las múltiples capacidades humanas.
Surge en los años 60 Howard Gardner y nos habla de inteligencias múltiples y a pesar de los años que hace de este concepto tan valioso, es poco su uso en el ámbito académico. Parece gustarnos mucho dichas evaluaciones, apelan al concepto antropológico de quién es mejor y por eso se queda pegado a nuestra psiquis. Pero al escudriñar más a fondo, ya que nosotros somos más que promedios, nos damos cuenta de que cada ser humano es tan brillante como se le permita ser y crear y los promedios sólo retrasa su avance.
Ojo, porque no sólo a los que promedian bajo, también a los altos, puesto que ellos creen que ya han ganado el mundo con sus notas y el mundo los arrastra a la cruel realidad.
La inteligencia es poder usar todo el potencial que el ser humano posee y la buena noticia es que si lo posee, pero si seguimos evaluando como hasta ahora, cercenamos las posibilidades que subyacen en cada individuo.
Hay que agregar también que el concepto evaluación está unido a poder, por ello es que les hace tanta gracia a muchos evaluadores tener bajo su poder a los evaluados, de ahí los semidocentes que ‘se gozan de aplazar alumnos’, que ríen cuando salen mal o disfrutan maquiavélicamente haciendo exámenes difíciles e incluso otros que dicen que ellos son la máxima calificación y nadie puede llegar a su nivel. Además, existe también la firme creencia de que ser matemáticos, físicos, científicos es sinónimo de inteligencia y que cualquier otra materia es recreacional.
Todas las personas son inteligentes, hoy día ha quedado más que probado que los portadores del síndrome de Down pueden hacer y ser mucho más que lo que antes los tenía atados a su promedio en los famosos test de inteligencia, que no son más que otros marcadores estandarizados de números insulsos y carentes de valor aplicable a la capacidad infinita de cada ser humano.
Cambiar implica mucho esfuerzo que sólo los verdaderos docentes con vocación saben que deben hacer y los alegra hacerlo, puesto que saben que si ayudan a todos a descubrir sus potenciales más allá del constructivismo -que también se puso de moda- y que cada individuo descubra cuán inteligente es a través de metodologías novedosas, que valoren y respeten a todos, que no enumeren y clasifiquen, que no estandaricen; sino al contrario, poder explotar esos potenciales que yacen en el cerebro humano, haciendo que surja la grandiosa inteligencia que todos poseemos.
Fuente: http://laestrella.com.pa/panama/politica/analisis-educativo-sobre-inteligencia/24052216