Ser mujer en la academia: ¿Cómo se produce la discriminación?

Por: Aina Gallegos

  • Las mujeres en ciencia son pocas, reciben menores salarios y financiación y son menos visibles
  • Existe discriminación en prácticamente todas las facetas de la vida académica: percepción de competencia, evaluaciones docentes y de la investigación, reclutamiento y consolidación, cartas de recomendación, citas y revisión de artículos
  • Las diferencias que encuentran muchos estudios son pequeñas o moderadas pero al ir siempre en detrimento de las mujeres, el efecto acumulativo puede ser importante.

A medio camino entre el Día Internacional de la Mujer en la Ciencia y el Día Internacional de la Mujer, esta entrada resume evidencia sobre el estatus desigual de las mujeres en ciencia y repasa las múltiples maneras en que se produce discriminación por motivo de género.

La tubería horadada: Aunque entran muchas mujeres en la universidad, incluso en estudios técnicos, se van perdiendo más mujeres que hombres a cada paso de la carrera académica. Actualmente, sólo un 21% de catedráticos son mujeres en España y el porcentaje de rectoras y de editoras de revistas científicas es todavía más reducido. En los últimos 10 años ha habido progreso pero es muy lento, lo cual sugiere que por sí sólo el reemplazo generacional tardará en reducir el problema.

Desigualdad salarial: A igual categoría profesional, y controlando por la antigüedad o la productividad científica, los hombres tienen salarios significativamente más elevados. La discriminación salarial no explicada por factores observables puede llegar al 30% en algunas disciplinas. En España estas diferencias están constreñidas porque los salarios de los profesores universitarios se fijan de forma centralizada. Sin embargo, existen otros mecanismos que generan desigualdad salarial como las tareas de consultoría y evaluación o conferencias remuneradas que se ofrecen más a hombres.

El sesgo en la financiación: Otra desigualdad bien documentada se encuentra en la dirección de proyectos financiados. Por ejemplo, menos mujeres que hombres se presentan al prestigioso programa del European Research Council y las propuestas presentadas por mujeres tienen una probabilidad algo menor de resultar elegidas. En los últimos 10 años el porcentaje de proyectos presentados por mujeres ha aumentado ligeramente, pero el de proyectos otorgados a mujeres no ha cambiado. El sesgo se amplía a medida que los proyectos aumentan de tamaño y en 2016 solo el 19% de las Advanced Grants, las más cuantiosas, fueron a mujeres.

El sesgo en la visibilidad: En las conferencias, las presentaciones dadas por hombres son más largas y éstos hablan más tiempo que las mujeres de su misma categoría profesional. Las mujeres hacen menos preguntas en seminarios científicos. Los hombres reciben más invitaciones a presentar en seminarios y conferencias y son la gran mayoría de keynote speakers. El resultado es que los hombres, a igual presencia, son más visibles en ciencia.

¿Por qué existen estas diferencias? Podría ser que a las mujeres no queramos estar en ciencia porque se nos da peor o no nos interesa. Sin embargo, la evidencia sobre la existencia de discriminación (entendida como el trato peor a las mujeres por el hecho de serlo y no por diferencias en la calidad), y sobre la multitud de formas que toma, es abundante:

Percepción de competencia: Un experimento famoso envió CVs ficticios a los laboratorios de 127 profesores. Los candidatos, que eran idénticos excepto por su género, fueron evaluados como más competentes y recibieron más ofertas para trabajar y un salario inicial más elevado que las candidatas. En otros experimentos, se pedía a profesores o alumnos que evaluasen resúmenes de artículos. El mismo abstract recibía una valoración mejor (de más calidad y con mayor impacto científico) cuando se les decía que el autor era un hombre. Evaluadores y evaluadoras discriminaron a las candidatas por igual.

Evaluaciones docentes: También está muy documentada la discriminación en la evaluación por parte de alumnos. En otro experimento los investigadores variaron aleatoriamente el sexo de varios instructores de cursos online. El mismo instructor recibía peores evaluaciones cuando el nombre que aparecía en pantalla era de mujer. El vocabulario con que se evalúa a profesores y profesoras en herramientas como RateMyProfessor revela un sexismo inquietante.

El trabajo de las mujeres se cita menos: Los artículos realizados por mujeres (como única autora, primer o última autora) reciben de media un 10% menos de citas que los trabajos realizados por hombres. El problema no es la calidad de la producción de las científicas. Por ejemplo, en ingeniería, aunque las mujeres publican como media en revistas con mayores índices de impacto (sugiriendo que la calidad es de hecho mayor), sus trabajos reciben menos citas. En relaciones internacionales, el sesgo permanece después de controlar por todo tipo de indicadores de calidad.

Estereotipos de género: Los hombres en ciencia son “brillantes” o “genios” y las mujeres somos “muy trabajadoras”. Los campos en que dominan los hombres, como las matemáticas o la filosofía, se asocian con estas cualidades masculinas. No hay evidencia sólida de que las niñas sean peores en matemáticas, pero los estereotipos empiezan a operar muy pronto y las niñas de seis años ya consideran que los “muy muy listos” suelen ser niños y empiezan a evitar actividades que se consideran propias de éstos.

Apoyo desigual: Las cartas de recomendación escritas a hombres contienen más expresiones que sugieren un apoyo fuerte al candidato (“brillante”, “uno de los mejores estudiantes que he tenido”) que las escritas a mujeres (ver 1 y 2). Estas cartas son muy importantes para acceder a puestos de doctorado, post-doctorado, becas y al primer empleo como profesor.

Dobles estándares en la consolidación (tenure): Las mujeres tienen que publicar más (controlando por la calidad de las revistas) para obtener tenure (un contrato indefinido) y lo hacen en universidades menos prestigiosas. A la hora de hacer evaluaciones de tenure, a los hombres se les cuenta por igual las publicaciones con coautores o en solitario, mientras que a las mujeres se les tiene menos en cuenta las publicaciones co-autorizadas con hombres, sugiriendo que se les atribuye el mérito a ellos.

Evaluación más dura en revistas: Los papers enviados por mujeres a revistas científicas pasan más tiempo en el proceso de evaluación, seguramente porque los editores y los revisores son más duros con ellas. Aunque esto tiene consecuencias positivas, puesto que las autoras acaban escribiendo artículos mejor redactados, su productividad se puede resentir si pasan más tiempo revisando artículos antiguos.

Demuéstralo otra vez: En general, las mujeres tienen que trabajar más para obtener el mismo reconocimiento. A los hombres se les juzga también en base a su potencial, nosotras tenemos que demostrarlo. Los éxitos de los hombres se atribuyen sobretodo a su habilidad mientras que a los éxitos de las mujeres se les quita importancia, atribuyéndolos a factores diversos, incluyendo la discriminación positiva. Los errores cometidos por mujeres se recuerdan más.

Acoso sexual: En una encuesta reciente publicada en Nature un 25% de las científicas entrevistadas afirmaron haber sido víctimas de acoso sexual en su lugar de trabajo. El acoso sexual es más frecuente en los campos más dominados por hombres y es una causa importante de abandono de la carrera académica.

Al empezar este post me propuse escribir un resumen cortito de la evidencia y aprovechar para reflexionar sobre algunas vivencias propias. Pero al ir encontrando más y más estudios sobre este tema el post se ha ido alargando, así que dejo hablar de vivencias propias y de otros temas (como la maternidad, las manera en que el entorno mina la auto-confianza, o la reacción de los hombres) para otra ocasión.

Fuente: http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/Universidad-investigacion-Ciencia-discriminacion_de_genero-igualdad_6_744085609.html

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Aina Gallego

Profesora Universitaria