5 lecciones machistas que nos enseñaron los clásicos de Disney

Redacción: María Lovera/AS

Era otra época y teníamos visiones distintas de las relaciones entre los géneros. Esto es lo que Disney enseñó (mal) a niños y niñas.

Walt Disney murió en el año 1966 dejando a sus espaldas la productora más célebre del campo de animación hasta la fecha. Durante su trayectoria profesional creó grandes obras maestras del cine como ‘Blancanieves’ (1937) o ‘La Cenicienta’ (1950), películas inocentes a nuestros ojos infantiles hasta que más tarde hemos descubierto lo que tienen en común: una clara inclinación al machismo.

1. El príncipe valiente que salva a la princesa indefensa

¿Cuántas veces habremos visto escenas en las que un fuerte príncipe tiene que salvar a la princesa de un castillo o de un envenenamiento? Pensemos en ‘Blancanieves’ o en ‘La bella durmiente’. La mayoría de las veces la función de ellas era mantenerse bellas, ser educadas y delicadas y esperar a que un príncipe decidiera casarse con ellas llegada la edad. Así lo cantaba Blancanieves antes de que el príncipe la salvara de la manzana envenenada: «Un día encantador mi príncipe vendrá y dichosa en sus brazos iré (…) Por fin mi sueño se realizará»

El príncipe, por el contrario, había pasado una vida llena de aventuras, había combatido contra dragones y empuñado espadas para conseguir ser fuerte e inteligente y así, finalmente, llegar hasta la recompensa de todo su esfuerzo: conquistar a una hermosa y fiel mujer.

2. La belleza, la cualidad más importante de una mujer

Unos rasgos finos y delicados, un pelo sedoso, un gran vestido y una bonita voz para cantar. Así nos enseñó Disney cómo tenían que ser las mujeres. Lo vivimos cuando la bruja (también conocida como la Reina Malvada) de Blancanieves quería cumplir su sueño: ser la mujer más hermosa del reino. Y para ello no tuvo reparo en envenenar a Blancanieves cuando descubrió que le había quitado el primer puesto de la belleza. «Espejito, espejito…»

‘La bella durmiente’ tampoco se quedó corta. Aurora cumplía todos esos requisitos de belleza Disney gracias a los hechizos de sus hadas cuando todavía era un bebé. Las hadas le dieron las cualidades de «la belleza», «una melodiosa voz» y conseguir «despertarse» con el calor del primer beso.

3. El amor, su máxima aspiración

Muchas de las protagonistas de los clásicos de Disney no podían valerse por sí mismas, necesitaban a un hombre que les dijera que valían, un príncipe azul que les salvara de las tinieblas.

‘La Sirenita’ es el ejemplo perfecto del amor como la única vida feliz de una mujer. Ariel renuncia a su voz y a su familia para tener piernas y poder estar con el príncipe (al que ha visto una vez) del que está perdidamente enamorada. Porque, como decía Úrsula, “No olvides que tan solo tu belleza es más que suficiente (…) Los hombres no te buscan si les hablas (…) Admirada tú serás si callada siempre estas”.

https://youtu.be/au5m8WrtO4g

4. Enemistad entre mujeres con otras mujeres

‘La Cenicienta’ lo resume a la perfección. La película daba vida a una niña bondadosa y dulce que había convivido toda su vida con tres chicas perversas: sus dos hermanastras y su madrastra, que haría todo lo posible por mantener a La Cenicienta fuera del alcance del príncipe para que una de sus hijas fuera la afortunada.

No solo nos inspiran el odio hacia las tres malvadas personajes, también muestran que el objetivo es rivalizar en una continua pelea con un claro objetivo: conquistar el corazón del príncipe (que consistía, básicamente, en que éste se enamorara de la belleza de la futura princesa).

5. ¿Limpiar? Tarea de ellas

Son innumerables las veces que las mujeres aparecen haciendo las labores del hogar en las películas Disney. Vimos a Bella limpiando y cocinando para Bestia, a una imprescindible Blancanieves que fuera capaz de limpiar y ordenar la casa de los 7 enanitos y a Wendy haciéndose cargo de los Niños Perdidos en el País de Nunca Jamás.

Si seguimos con La Cenicienta, la protagonista se convierte en el ejemplo perfecto. ¿Por qué dio el braguetazo con un príncipe? Muy sencillo: dedicó su vida a limpiar, a cocinar, a estar callada sin rechistar y a hacerse amiga de pajaritos y ratones. De esta manera consiguió el máximo objetivo que podía tener una mujer: casarse con un hombre. Así lo cantaba ella cada mañana: «por mucho que ahora sufra el alma, si no pierdes la calma podrás encontrar el amor».

Fuente: https://as.com/epik/2018/11/15/portada/1542270813_629856.html

 

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