Por: Javier Armentia.
Un 28% de los científicos LGTBIQA+ en Reino Unido ha estado a punto de dejar el trabajo por el ambiente de discriminación. En España acaba de constituirse la asociación PRISMA para aumentar la visibilidad de este colectivo en el mundo científico
Hace unos días, conmemorando el día del orgullo LGTBIQA+ y los 50 años de los altercados de Stonewall que marcaron el comienzo de estas celebraciones reivindicativas, tres importantes instituciones británicas, el Institute of Physics, la Royal Astronomical Society y la Royal Society of Chemistry presentaban un informe conjunto (Exploring the workplace for LGBT+ physical scientists), donde se encuestaba a personas dentro de las ciencias básicas sobre su situación y qué implicaba en el desempeño de su profesión.
El informe revela que un 28% de las personas LGTBIQA+ del mundo de las ciencias físicas en el Reino Unido han considerado en algún momento de su carrera científica dejar su trabajo por el ambiente de discriminación que vivían por su condición afectiva o sexual. El porcentaje aumenta al 50 % en el caso de las personas trans.
El hecho de que casi todos hayan sentido hostilidad nos indigna y debe mover a la acción, como comentaba en un seminario sobre ciencia diversa e inclusiva organizado por la Sociedad de científicos españoles en el Reino Unido (CERU/SRUK) el pasado 6 de junio el astrofísico y divulgador Alfredo Carpineti, fundador de la asociación Pride in STEM y promotor desde 2018 de la celebración, el 5 de julio, del día del orgullo LGTBIQA+ en las disciplinas de ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería: #LGBTSTEMDay.
Sin embargo, si preguntáramos en cualquier centro de investigación, laboratorio, empresa tecnológica o universidad si existe alguna discriminación frente a la diversidad afectivo-sexual, todos dirían que no, que todo lo contrario, que ser lesbiana, homosexual, bisexual, transexual o de género no conforme o creativo no tiene nada que ver ni con el desempeño en la labor científica o tecnológica, ni por estas razones se excluye o minoriza a ninguna persona.
La discriminación existe y muchos optan por adoptar una normalidad que no parezca conflictiva
¿Qué sucede entonces? Para quienes vivimos nuestra realidad no cisheterosexual, sin embargo, la realidad es obvia: la discriminación existe y muchos optan por adoptar una normalidad que no parezca conflictiva. Si tienes suerte, esto te facilitará una carrera más o menos relajada en el mundo de la ciencia. Siempre que, claro, no te toque, por tu trabajo, tener que desplazarte a países en los cuales se discrimina a las personas LGTBIQA+, donde tendrás que plantearte volver al armario, olvidarte de tu pareja o convertirte en ese científico estereotipado, con un punto ‘friki’ pero sin ‘mariconás’, que queda bien en cualquier sitio por lgtbiófobo que sea.
Diversos estudios, como el Queer in STEM iniciado en 2013, que realizó encuestas a personal científico de diversas áreas preguntándoles por su situación personal y su percepción en el centro de investigación o de trabajo, muestran que las áreas científicas más igualitarias en género son habitualmente más inclusivas también en otros aspectos como la diversidad sexual. Áreas más masculinizadas, por el contrario, resultan menos inclusivas.
El informe de la American Physics Society estadounidense Ambiente LGBT en Física, publicado en 2016, mostraba cómo en EE UU las normas sociales establecen de hecho una discriminación. Más del 40% de las personas encuestadas estaba de acuerdo con la siguiente afirmación: “Se espera que los empleados no actúen de manera demasiado gay”. El ya mencionado informe británico actualiza los datos en un contexto europeo. No hay todavía estudios análogos en España, pero podemos hacer una razonable adaptación. Incluso más negativa, porque la realidad LGTBIQA+ en la ciencia española es casi completamente invisible.
Ciencia diversa española
En el informe de la American Physics Society de 2016, más del 40% estaba de acuerdo con lo siguiente: “Se espera que los empleados no actúen de manera demasiado gay”
En España, en un análisis personal que hice en 2018 consultando a las 75 sociedades científicas que componen la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) pude comprobar que ninguna de ellas ha constituido un grupo de estudio, ni emprendido acciones específicas, referidas al colectivo LGTBIQA+. No hay investigaciones que analicen si las personas asociadas viven situaciones de desigualdad, ni tampoco se ha realizado una campaña inclusiva en estos años.
En otros países, sin embargo, se ve que todas las sociedades científicas llevan años trabajando estos temas. En EE UU y Reino Unido se organizan acciones específicas: los Pride months, encuentros de científicos y científicas LGTBIQA+, y elaboración de documentos como la Guía de inclusividad LGBT+ en Física y Astronomía elaborada en 2018 por la American Astronomical Society.
Sin embargo, la situación ha cambiado esta primavera, cuando constituimos una asociación que, como otras existentes por todo el mundo, lleva el distintivo de la diversidad: PRISMA, Asociación para la Diversidad Afectivo-Sexual y de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación. Presentada el viernes 28 de junio en Barcelona y el 4 de julio en Madrid, PRISMA no solamente quiere aumentar la visibilidad de las personas LGTBIQA+ en los ámbitos científicos, sino aportar nuevos modelos de ciencia, que la hagan más inclusiva, con perspectivas amplias y con una clara vocación de activismo por la ciencia y contra las pseudociencias.
Nos parecen alarmantes las recientes noticias sobre el apoyo de diversas instancias a las terapias de conversión, una práctica denunciada por todas las autoridades científicas como una actividad anticientífica y peligrosa, con consecuencias a veces devastadoras para las familias implicadas; o fenómenos como el autobús transfóbico de asociaciones fundamentalistas, que invocaba a la ciencia para confundir mensajes en torno a sexo y género, especialmente sensibles en un sector, el de la transexualidad, que ha estado patologizado hasta hace poco más de un año por la OMS.
En unos años en los que la ciencia ha comprendido que conseguir una sociedad más igualitaria también es su lucha (la nuestra), PRISMA plantea una ciencia más diversa y anima a proponer referentes, algo que sigue siendo fundamental, como comentaba hace unos días en una entrevista en SINC la matemática Marina Logares. En el manifiesto que marca la presentación oficial de PRISMA se especifica esta necesidad, así como la de iniciar y promover investigaciones que permitan crear espacios de estudio y trabajo más inclusivos y diversos.
Cuando el entorno es inclusivo y diverso, se produce una ciencia de más calidad. Esto se mostraba en una publicación conjunta de las revistas Nature y Scientific American en septiembre de 2014 en el caso de diversidad étnica, y se ha podido comprobar en otros ámbitos: el impacto de la ciencia que planta redes amplias y diversas está medido en diversas investigaciones. Y en cierto modo, aunque la ciencia fuera igual de buena o mala, el viaje también habría merecido la pena.
Es algo que ahora comenzamos a comprender como algo evidente en el caso de hombres y mujeres en ciencia. Ir un poco más allá para aceptar las diversidades afectivas parece un paso lógico.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/07/04/ciencia/1562240845_090820.html