Por: Analía Villagrán.
En el Día Mundial de la Educación Ambiental El Tribuno entrevistó a la docente Analía Villagrán, quien hizo de la especialidad su modo de vida.
¿Por qué se celebra el Día de la Educación Ambiental?
Asignar un día para celebrar la Educación Ambiental tiene que ver con la necesidad de visibilizar la importancia y la urgencia de la toma de conciencia individual y colectiva respecto de las problemáticas ambientales. Uno de los grandes propósitos que se plantea la EA es provocar en la sociedad la construcción de miradas críticas, preocupadas y comprometidas con la realidad ambiental, orientando todos sus esfuerzos a la construcción de formas de vida que garanticen el equilibrio entre sociedad y naturaleza. Esta fecha toma como antecedente al Seminario Internacional de Educación Ambiental celebrado en Belgrado, Yugoslavia en el año 1975. Allí se redacta el documento donde se establece un marco global para la educación ambiental. Quedan plasmados allí lineamientos referidos a la necesidad de generar nuevos conocimientos teóricos y prácticos capaces de hacer frente a la situación de crisis ambiental que se comienza a desvelar a partir de los años 60. Esta década fue testigo de un crecimiento tecnológico exponencial, sin precedentes, y que, aun reportando amplios beneficios a la sociedad, tuvo graves consecuencias sociales y ambientales. En definitiva, el Día Mundial de la EA es una fecha que pone en agenda la importancia de trabajar concienzudamente en la defensa de la vida, en el respeto de nuestra Madre Tierra, en el cuidado de nuestra casa común.
Para conocer un poco más sobre esta disciplina ¿cuándo surge la EA y cuáles son las razones que dieron origen a su surgimiento?
Resulta difícil reconocer una fecha precisa para señalar el inicio de la EA. Probablemente el surgimiento del Council for Environmental Education (Consejo de Educación Ambiental) en la Universidad de Reading, Inglaterra, sea un punto de referencia en la década del 60. Desde este espacio se reunieron e impulsaron trabajos sobre el cuidado del ambiente fundamentalmente aquellos que se venían desarrollando en instituciones educativas del Reino Unido. Quiero detenerme aquí para señalar la relación poco casual que existe entre el lugar de surgimiento de la EA con el lugar que alumbró a la revolución industrial. En este contexto podemos afirmar que la EA nace como respuesta al impacto ambiental por la producción en serie y a gran escala, provocando una transformación de la matriz económica. En las décadas del 60 y 70 las tareas vinculadas a EA en Europa denotan un sesgo marcadamente conservacionista y anclado sobre las bases de las estructuras educativas formales. Son los y las docentes quienes realizan las primeras experiencias en EA, muchas de las veces dentro de la planificación de los trabajos de campo de asignaturas como las Ciencias Naturales. Con el correr de los años y ante escenarios que demandaban el establecimiento de políticas ambientales comprometidas fueron arraigando grupos comprometidos con el ambiente y que se fueron nucleando en organizaciones sociales, saliendo la EA del plano exclusivo de las instituciones educativas.
¿Y fuera de las escuelas?
Desde las organizaciones sociales se promovieron discusiones orientadas a complejizar el concepto de educación ambiental, lo que requirió de largos debates. El interés estaba dado en desvincular la relación casi exclusiva que se había establecido con la ecología y las ciencias naturales, para abrir paso a interpretaciones más amplias y abarcativas, que aborden la educación ambiental desde una dimensión compleja en la que confluyen múltiples disciplinas. En el contexto actual, hablar de EA es referirse a una disciplina orientada a la formación de ciudadanía, una disciplina garante de la solidaridad intergeneracional, que aporta a la construcción de una sociedad más justa y democrática.
¿Cuáles son las limitaciones con las que se encuentra la EA?
La EA es un campo de intervención político y pedagógico que nos desafía a replantear el vínculo sociedad – naturaleza y el lugar que en ello ocupa la educación. Una educación entendida como medio para la transformación social, promotora de aprendizajes inscriptos en la re-valorización de la vida en todas sus expresiones, donde el espacio cotidiano se constituye en ámbito de praxis pedagógica. Pensar la EA en este contexto implica trascender los formatos pedagógicos reduccionistas que hacen de la EA una práctica abocada casi exclusivamente a llevar adelante campañas como “limpiar la escuela” para citar solo un ejemplo. No digo que esté mal trabajar la problemática de los residuos, al contrario, creo que es muy importante, tanto como complejizar la problemática de los residuos a través de propuestas pedagógicas que inviten a reflexionar acerca de las prácticas dominantes de producción, distribución y consumo responsable, abordar los residuos desde una dimensión social también abre un camino interesante para la reflexión y la sensibilización ambiental.
Los argumentos para el estudio
En su trayectoria la docente recordó a dos grandes profesores.
Analía Villagrán es ante todo licenciada en Ciencias de la Educación egresada de la Universidad Nacional de Salta. Apasionada por la defensa del medio ambiente, en 2014 obtuvo el título de Máster Internacional en Educación Ambiental otorgado por el Instituto Internacional de Formación Ambiental en Valladolid, España.
“Si hay algo que determinó mi incursión por las problemáticas socioambientales fue el profesor Eduardo Bellavilla. De él tengo la sensibilidad por la temática. También tengo que recordar a mi profesor Sergio Carbajal quien en su cátedra de Pedagogía Social incluía a los temas que hoy estamos conmemorando. Fueron dos enormes personas que me habilitaron al ingreso a la Educación Ambiental”, dijo con inmensa emoción Analía.
Esas “cuestiones ambientales” de las que habla la docente son precisamente las inequidades y las diferentes formas de la pobreza que existen en Latinoamérica y que constituyen el ámbito de estudio de las problemáticas ambientales.
Analía luego cursó la Especialización en Derechos Humanos en la Universidad Nacional de Salta, encontrándose en la etapa de realización de las Prácticas Profesionales Supervisadas.
Desde el año 2018 es estudiante regular del Programa del Doctorado en Educación que ofrece la Facultad de Filosofía y Letras dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán, siguiendo la línea de investigación en Educación Ambiental. Desde el 2012 se desempeña como docente regular en la Cátedra de Educación Ambiental de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Salta, realiza extensión de funciones en la Cátedra de Pedagogía Social correspondiente a la Carrera de Ciencias de la Educación de la mencionada facultad. Es representante titular por la Universidad Nacional de Salta ante la Red de Universidades Argentinas para la Gestión Ambiental y la Inclusión Social (Uagais).
Dirigió proyectos de voluntariado universitario y actualmente coordina Proyectos de Extensión Universitaria. Dirige tesis de grado sobre Educación Ambiental y coordina espacios de formación en el mismo campo temático.
Participa del proyecto de investigación “Interculturalidad, reconocimiento y subjetivación. Un estudio sobre relatos biográficos de estudiantes y docentes en una zona andina de Salta”, del Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta (Ciunsa). Integra el Comité Editorial de la Revista científica “Tramas/Maepova” de la Facultad de Humanidades de Universidad Nacional de Salta. ISSN 2344-9594.
Integró el Proyecto Genderct, Género y Ciudadanía, del Programa People (Marie Curie Actions), perteneciente al Programa Marco de la Unión Europea (P7/2007-2013). También realizó estancias de investigación en las Universidades Pablo de Olavide de Sevilla y Universidad de Santiago de Compostela en España y en la Universidad de Firenze, Italia.
Fuente de la entrevista: https://www.eltribuno.com/salta/nota/2020-1-25-22-19-0–la-educacion-ambiental-busca-lograr-el-equilibrio-entre-la-sociedad-y-la-naturaleza