Por: Franklin Almeyda Rancier
La pobreza se asocia a necesidades materiales, lo mismo ocurre con la miseria. Esto me recuerda una conversación entre el profesor Juan Bosch y el poeta Pedro Mir, en tertulias que con frecuencia ambos sostenían. Se referían a que hubo una época en la que el país vivía en un capitalismo tan tardío, que existían muchas precariedades de servicios y de condiciones de vida, pero no había hambre.
Aquella conversación me animó a escribir en el Listín Diario un artículo que titulé: “Cuando la Miseria no Era Hambre”. Refería que el agua era cargada en “jícaras” desde los ríos o tomada de las lluvias; se iluminaba con “jumiadoras” y velas, las casas tenían piso de tierra techadas de yaguas y las mejorcitas de madera, con techos de cana o zinc, se dormía en catres y cama-batidor o con base de madera, etc. Sin embargo, sobraban los víveres y en cualquier hogar mataban un animal o una gallina al ser visitado por familiares y amigos apreciados”.
La pobreza y la miseria de ahora es que, además de precariedades materiales, es hambre. Salir de la pobreza monetaria no es suficiente; lo transformador es alcanzar desarrollo humano, lo que implica formar y preparar recursos humanos con capacidades para forjar su propia libertad y aportar al entorno. El país ha tenido un crecimiento económico del PIB, sin llevar el mismo ritmo en la educación, así como en la formación técnico-profesional. El crecimiento económico ha sido vertiginoso desde 2004 al 2012, de 21 mil 643 millones de dólares a casi tres veces más, 60 mil 882 millones; es decir, creció 39 mil 39 millones. Desde el 2012 al 2018 creció a 85 mil 555 millones, o sea, 24 mil 873 millones (Fuente: Banco Mundial).
Si se revisa el perfil poblacional, se ven fuertes debilidades en la educación y formación de esa población, para seguir un crecimiento económico sostenido.
La población estimada para 2019 fue de 10 millones, 358 mil 320 habitantes; hombres 5 millones 174 mil 343 (49,95%) y mujeres 5 millones 183 mil 977 (50.05%). Esta población ha recibido menor proporción de esa riqueza que los ricos; los pobres mucho menos para superar su pobreza. Los indicadores que ofrece el Banco Mundial sobre la pobreza es que ha descendido de 50.4% en el 2003 a 39% en 2012 y a 23% al 2019.
Esa población que ha salido de la pobreza, ha sido fundamentalmente en sus condiciones monetarias y materiales, no en su desarrollo humano. Se entiende por desarrollo humano según la definición aceptada de Amartya Sen (2000), de que es “como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos”; se trata de participación económica, cohesión social, política y realización personal y familiar.
Para que pueda hablarse de superación de la pobreza, el Estado está obligado a políticas de Estado que proporcionen con mucha calidad educación, salud, empleos, seguridad y derechos de vida; bajo la premisa de que las necesidades son crecientes, para alcanzar el desarrollo humano.
Las cosas se complican cuando un sector importante va quedando atrás. Eso ocurre si el 23% de la población aún no supera la pobreza monetaria. Ese porcentaje significa un poco más de 2.4 millones de dominicanos, sobre una población de 10.3 millones. Equivale a más de 400 mil familias.
La tasa de natalidad fue de 19.83% y de fecundidad 2,39; la primera es por cada mil habitantes en un año y la fecundidad es número de hijos promedio por mujer. Esto significa que el crecimiento de la población es un factor parejo a considerar para disminuir la pobreza.
¿Qué se hace con el 4%?
Desde el 2012 se aprobó el 4% del PIB para la educación. Se trata de sumas fabulosas; pero se han destinado a atender prioritariamente la construcción de aulas, mejorar los salarios de los educadores y ofrecer alimentos a los estudiantes. El país no exhibe una educación de calidad. Mucho menos un rediseño curricular de última generación.
El Presidente Medina hace gala de la cantidad de aulas y los espacios construidos, pero ha convertido la educación en un programa social de alimentación y resguardo de los niños en tandas extendidas.
El presupuesto de este año 2020 trae una partida importante, disponible para el Ministerio de Educación para lograr calidad en la educación y cerrar brecha en esa población (23%) que aún se mantiene en la pobreza y para los hijos de los que vienen saliendo desde los gobiernos que presidió el Dr. Leonel Fernández. Estos son los integrantes de lo que el Presidente Medina llama nueva clase media.
La partida presupuestal del Ministerio de Educación es de 194 mil 523 millones. El presupuesto total para todo el Estado, para este año 2020, es de 997 mil 119 millones de pesos.
Como puede verse, se tienen los fondos para destinar una pequeña partida a un programa de educación inicial Neuropedagógica para desatar un proceso que transforme la educación y genere crecimiento humano sostenido.
No basta con sacar de la pobreza monetaria a un sector importante de la población, el Estado está obligado a asumir necesidades crecientes para llevar a los dominicanos en el más alto nivel de desarrollo.
Desciende la tasa de natalidad en República Dominicana en 2017
La tasa de natalidad en República Dominicana (número de nacimientos por cada mil habitantes en un año) fue en 2017 del 19,83, y el índice de fecundidad (número medio de hijos por mujer) de 2,39.
Esta cifra asegura que la pirámide población de República Dominicana se mantenga estable, ya que para ello es necesario que cada mujer tenga al menos 2,1 hijos de media (fecundidad de remplazo).
Si miramos la evolución de la Tasa de Natalidad en República Dominicana vemos que ha bajado respecto a 2016, en el que fue del 20,17%, al igual que ocurre al compararla con la de 2007, en el que la natalidad era del 23,18%.