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La intolerancia religiosa respecto a la impureza de la sangre menstrual aumenta el tabú sobre la higiene íntima
Música, comida, globos y hasta un fotomatón. Los ingredientes imprescindibles para una fiesta especial que, sin embargo, celebró algo tan común como la menstruación. La iniciativa ocurrió hace unos días en Nueva Delhi liderada por un grupo sin ánimo de lucro. No era la primera edición pero, en esta ocasión, el evento también servía de respuesta a un caso reciente contra la dignidad de las mujeres indias. Las connotaciones negativas atribuidas a la regla por el fanatismo religioso sirven para la discriminación constante y el insulto ocasional. Tradiciones y comentarios misóginos que, cada vez más, encuentran respuesta en gestos como el de Sachhi Saheli, una organización que combate el estigma de la menstruación en India con información y actividades lúdicas como este banquete en Delhi.
“Tengo la regla y estoy cocinando. Así que invito a todos a que vengan a probar mi comida”, explicaba Kajal Kumari, de 21 años, luciendo un delantal con el eslogan “Soy una mujer orgullosa de menstruar”. El mensaje era una respuesta clara al comentario hecho en un vídeo por un predicador religioso del Estado de Gujarat, en el noroeste de India. “Si comes platos preparados por una mujer que menstrúa solo una vez, serás un buey en tu próxima vida. Una mujer que tiene el periodo y cocina para su marido se reencarnará en puta, claramente”, pregonaba Krushnaswarup Dasji. El sermón dado hace un año no es más que otra salida de tono machista de uno de los mucho autodenominados swamis (profesor religioso hindú). Pero su sermón se hizo viral hace una semana cuando las profesoras del centro donde se imparten estos preceptos obligaron a desnudarse a un grupo de alumnas para comprobar que no tenían la regla.
El 11 de febrero, 68 estudiantes alojadas en Shree Sahajanand Girls Institute (residencia universitaria de la ciudad de Bhuj gestionada por el grupo hindú Swaminarayan Sampradaya) fueron obligadas a desvestirse y a enseñar su ropa interior para demostrar que no estaban con la regla. Las jóvenes denunciaron el acoso, originado por la queja de un trabajador del centro que había denunciado que se estaban violando las reglas que les impiden entrar a templos y cocinas, o tocar a otros estudiantes con la regla. Tras publicarse el caso, los responsables de la universidad de Gujurat a la que está afiliada la residencia cesaron a su director.
El Estado de Gujarat, del que fue gobernador el actual Primer Ministro indio, el nacionalista hindú Narendra Modi, es uno de los más prohibitivos del país. Allí no se permite ni el alcohol ni la carne de vaca. Dentro de la región norte, en la que se ubica, conocida como el cinturón hindú de India, también se encuentra Uttar Pradesh. En este Estado, en 2017, también hubo un episodio en el que forzaron a decenas de niñas a desnudarse por el mismo motivo. Así como los tabúes de la regla afectan a otros países del mundo, la intolerancia de la religión hindú respecto a la impureza de la sangre menstrual no solo daña a las indias. En Nepal, país de mayoría hindú, las mujeres de algunas zonas rurales siguen siendo víctimas del chhaupadi, o exilio por menstruación, una costumbre que las obliga a vivir fuera de casa durante el periodo. Pese a estar perseguida por ley, la tradición sigue tan presente que una madre y sus dos hijos murieron a la intemperie por esta causa hace solo un año.
Iniciativas para combatir el tabú de la regla
No es la primera vez que Sachhi Saheli recurre a actividades de ocio para educar contra las supersticiones relativas a la menstruación. El año pasado la organización ya reunió a unas 6.000 niñas de Nueva Delhi para una marcha por el centro de la capital con el objetivo de concienciar e informar sobre la regla. “Cuando trabajé en medicina, me di cuenta de que muchas mujeres de muchos sectores sociales tenían una idea falsa de la menstruación”, explica la doctora Surbhi Singh, ginecóloga y presidenta del grupo.
These women are true inspirations for the society. They set an example and let the world know that no one can question their dignity in the name of religion. Let’s put united front and claim our azadi from the misogyny. @SachhiSaheli salutes to them. #periodfeast #महावरी_भोज
Estas mujeres son auténticas inspiraciones para la sociedad. Son un ejemplo y hacen saber al mundo que nadie puede cuestionar su dignidad en nombre de la religión. Mantengámonos unidos y reclamemos nuestra liberación de la misoginia. Sachii Saheli las saluda.
Las presiones de organizaciones sanitarias y para la protección de los derechos de la mujer llevaron a que el Gobierno indio eliminase el impuesto a compresas y tampones en 2018, tras un año de protestas. La subida fiscal había transformado los productos de higiene íntima femenina en un bien de lujo en un país donde los problemas sanitarios son la principal fuente de absentismo escolar femenino. La concienciación social está acompañada por una mayor visibilidad del problema en los principales medios de comunicación de masas. Ese mismo año, una película de Bollywood basada en la historia real del conocido como “hombre compresa”, llevó el tabú de la menstruación al cine por primera vez.
Incluso el medio más importante para la educación en India, la religión, experimenta cambios. En octubre de 2018 y tras años de litigios, la decisión judicial del Tribunal Supremo del país declaraba ilegal la norma por la que mujeres entre 10 y 50 años no podían acceder al templo hindú de Sabarimala, en el estado sureño de Kerala, haciéndose eco de un movimiento feminista contra la prohibición de la entrada de mujeres a lugares de culto en India. Sin embargo, las restricciones a la entrada de mujeres a este y otros templos del país continúan en la práctica. Esto demuestra que la religión, como el principal canal de socialización, es el mayor escollo para la erradicación de los tabúes relacionados con la sexualidad y la mujer en el país asiático.
El templo hindú que honra la menstruación en India
La pluralidad religiosa india hace que existan más de 100.000 lugares de culto para los diferentes credos que conviven en el país, entre templos hindúes, mezquitas musulmanas, gurdwaras sijs e iglesias cristianas. Entre tanta variedad, también hay particularidades excepcionales en una sociedad tan patriarcal como la india y una religión tan machista como el hinduismo. Es el caso del templo de la diosa Kamakhya Devi, en las colinas Nilachal, en el Estado de Assam, al noreste de India. Este lugar de culto no cuenta con ninguna escultura de un dios al que adorar, sino la de una vagina (símbolo de una reencarnación de la diosa Kali), que permanece húmeda debido a la altitud en la que se encuentra. Cada año, en agosto, los pandits (sacerdotes hindúes) cierran el templo durante varios días en conmemoración del ciclo menstrual de la diosa. Entre tanto, miles de devotos peregrinan allí; aunque probablemente nunca hablen del periodo o tengan tabúes e ideas erróneas sobre el mismo. Irónicamente, el templo no puede ser visitado por mujeres que estén menstruando.
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