Fernando Flores Velázquez
La pandemia del COVID-19 trastocó las tareas tradicionales del Sistema Educativo en el Mundo, al menos de los últimos tres siglos, desde que en el Siglo XVII en Francia se sientan las bases para la fundación de la escolarización obligatoria.
Una tarea tradicional es la enseñanza, un proceso que antes lo asumía de manera vertical el docente hacia el estudiante con un lema básico, “la letra con sangre entra” propio de la escuela lancasteriana del siglo XIX, más tarde la escuela nueva en el siglo XX y los distintos movimientos pedagógicos han pugnado por una interacción más flexible entre docente y estudiantes, caracterizada por ideas constructivistas en que el educador tiene el siguiente rol: Orientador, facilitador, acogedor de aportes y sugerencias, los alumnos son activos, es agente o sujeto del currículo que se está desarrollando, por tanto participa en todo momento de acuerdo con sus posibilidades, su interacción es horizontal, cercana, hay calidez. (Domínguez, Martínez, 2014)
Se pueden agregar otros factores como ambiente estimulante, participativo, la planeación es flexible, creativa que atiende las necesidades del estudiante, la evaluación se da en función de todos los agentes y elementos del currículum, hay principios que focalizan al estudiante y al aprendizaje como centros de la clase.
Así se pudieran ir enumerando otra serie de características de la educación presencial.
Lo que se desea destacar en esta ocasión, es el giro que se generó durante los últimos meses hacia la educación a distancia, virtual, e-learning, denominaciones que ha recibido un tipo de educación cuyas características son la sincronía y asincronía, que se traducen a la simultaneidad o a simultaneidad de las clases mediadas por recursos tecnológicos.
Particularmente hacia la parte emocional de los sujetos de la comunidad escolar.
El avance natural de las actividades en la vida cotidiana hace que los sujetos estén tan acostumbrados a las rutinas, levantarse, asearse, trasladarse, llegar a los lugares de trabajo o de estudio, saludar sin sentir, ingresar a los espacios en ambientes de monotonía y aburrimiento. El filósofo Indú Hosho en uno de sus libros “Cuando el zapato es cómodo se olvida, cuando el cinturón es cómodo la cintura se olvida”…así ocurría en la vida del ser humano, una vida de comodidad en que muchas cosas se habían olvidado pasando desapercibidas.
Tal es el caso de los roles que cada uno de nosotros jugamos, refiriéndonos de manera singular a lo que ocurre en las interacciones de la vida cotidiana de una escuela:
- El profesor atendiendo a los estudiantes.
- Los alumnos conectados en sus clases.
- Los padres como proveedores.
- Todos concentrados en sus rutinas. Ocurría que ya no se valoraba en su justa dimensión el rol de cada uno de estos actores, en ocasiones descalificando o criticándose unos a otros.
- Los maestros hacia los padres que ya no los valoraban como antes y hacia los alumnos que ya cumplían como en el pasado.
- Los alumnos desconfiando hacia el docente de sus saberes y del dominio de las tecnologías.
- Los padres de familia criticando a los maestros de pérdida de autoridad hacia los estudiantes.
En esta ocasión en que algunos meses la Secretaría de Educación Pública promovió el programa Aprende en casa, se generó una cosa curiosa, nunca vista antes en la historia de la humanidad.
Los maestros se hicieron padres y los padres se hicieron maestros, hago esta aseveración debido a que los maestros atendieron de manera virtual a sus alumnos, pero al mismo tiempo estuvieron pendientes de sus hijos, y los padres de familia, si bien con asesoría de los maestros debieron ser los profesores de sus hijos, regular en tiempo de sus hijos, vigilar las tareas, cuidar de su buen resultado en los ejercicios. Esta situación seguramente ha tenido que ver con el aumento de los indicadores de violencia doméstica en los hogares, 20.7% y más de 60 mil denuncias fueron registradas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (AP, 2020), el espacio que se supone mejor resguardado, la situación de confinamiento y al mismo tiempo la necesidad de que los estudiantes estén ocupados se ha traducido en tensiones familiares.
Deseo focalizar la parte de la emotividad cuando se está descentrado del rol principal que se asume comúnmente en la sociedad, ocurre que la afectividad aflora en las relaciones humanas.
Al respecto Luri (2016) expresa cuando su hijo va bien académicamente, muchos padres consideran que han hecho un buen trabajo familiar, mientras que si tienen problemas, tienden a sospechar que el centro no está tratándolo como cabría…cuando tenemos a nuestro hijo delante, es imposible no ver a nuestro hijo. Esto nos permite saber cosas de él que su profesor ignora. Pero hemos de ser perfectamente conscientes de que precisamente porque el profesor no ve en nuestro hijo a su hijo, sino a un alumno, sabe cosas de él que nosotros ignoramos. Esto significa que la comprensión de nuestro hijo no se puede captar desde una única perspectiva.
En esta ocasión, por la contingencia hubo necesidad de confinarnos, así ocurrió que los maestros fueron padres de sus hijos, y los padres fueron los maestros de sus hijos, teniendo la oportunidad de apreciar sus gustos hacia los contenidos escolares a lo largo de varias mañanas de trabajo.
Esto nos debe llevar a revalorar la importancia de unos y otros, muy valiosos son los maestros, como el apoyo de los padres, ya que los dos se enamoran de lo que pueden llegar a ser los hijos, por la dedicación y esfuerzo que aporten a sus estudios.
Bibliografía
AP (2020) Llamadas y denuncias por violencia familiar se disparan durante pandemia por COVID-19. Noticias. México.
Domínguez Pino, Marta y Martínez Mendoza, Franklin. (2014) Principales modelos de la educación preescolar. PE. Cuba.
Luri, Gregorio. (2016) Mejor educados. El arte de educar con sentido común. Ariel. España.
Fuente: https://profelandia.com/el-dia-que-los-maestros-se-hicieron-padres-y-los-padres-se-hicieron-maestros/