Las entidades financieras tienen parte de responsabilidad en la destrucción de nuestro planeta. ¿Cómo? Porque son las que ponen fondos a disposición de compañías de desarrollo de infraestructura, de extracción de recursos y de producción y distribución de alimentos que, en muchas ocasiones, aceleran la degradación de hábitats naturales.
Somos muchos los que tenemos nuestros ahorros, fondos de pensiones o inversiones en bancos. Depositamos nuestro dinero en entidades financieras para que lo guarden o lo rentabilicen, pero lo que ocurre con ese dinero una vez está en el banco suele escaparse de nuestras manos.
En muchas ocasiones, los bancos son quienes proveen el capital necesario a otras empresas para construir infraestructura, extraer materias primas o crear y distribuir bienes materiales; sectores que tienen un impacto en el medio ambiente y que contribuyen a la destrucción de entornos naturales.
Para sacar a la luz el papel del sector financiero en la degradación de la naturaleza, la organización Portfolio.earth publicó dos informes: uno centrado en la pérdida de biodiversidad y otro en la polución plástica. En ellos, analizaron las inversiones de 50 de los bancos más grandes del mundo o que operan en zonas de alta diversidad biológica: 20 europeos, 18 de Asia Pacífico, ocho en Norteamérica y dos tanto en América del Sur como en África.
Millones de dólares en sectores que contribuyen a la pérdida de biodiversidad
Los informes revelan que, durante 2019, las entidades financieras invirtieron más de 2,6 billones de dólares -lo que equivale al PIB de Canadá- en sectores que, según científicos y gobiernos, son motores directos de la pérdida de biodiversidad en el mundo.
Además, invirtieron o dieron préstamos de 790 millones de dólares al día a compañías que están involucradas en la producción o distribución del plástico, que es uno de los mayores contaminantes de los océanos y un peligro para la fauna marina.
El 66% de estas inversiones está relacionado con actividades que son causas directas de la pérdida de biodiversidad (minería, tala de árboles o pesca), mientras que el 34% está relacionado con actividades que, indirectamente, son motores de esta pérdida, como aumentar la demanda de productos que necesitan de materias primas (teléfonos celulares o pequeños electrodomésticos). Y todo esto lo hacen bajo la mirada cómplice de los reguladores, que los protegen de cualquier responsabilidad.
El 32% de todos los préstamos y seguros entregados fueron invertidos en el sector de la infraestructura, 25% en el de la minería y la extracción de metales y un 20% en el sector de los combustibles fósiles. Los dos bancos latinoamericanos analizados, ambos ubicados en Brasil, invirtieron más en los sectores de producción de comida y servicios agrícolas (considerado el que más impacto tiene en la diversidad biológica global) y de gestión de bosques y productos forestales no alimenticios.
En Norteamérica la inversión estuvo más centrada en el transporte de bienes y personas, así como en el turismo, donde también invirtieron a partes iguales los bancos europeos analizados.
Robin Smale: «Queremos que los bancos sean más transparentes»
En entrevista con France 24, Robin Smale, integrante del «Finance 4 Biodiversity Initiative» y uno de los colaboradores en la creación de ambos informes, mencionó algunas de las recomendaciones que le hacen a las entidades financieras: «Queremos que todas las instituciones financieras sean más transparentes sobre lo que están haciendo, que evalúen el impacto que están teniendo para que entiendan dónde y cuánto daño se está haciendo.»
«Además, creemos que es apropiado que se incluya al inversor como parte de la cadena de suministros de manera que, (…) si alguien hace algo ‘malo’ y corta una área de bosque o contamina un lago, no es solo la corporación involucrada la que es responsable, sino también la institución financiera que les dio el dinero. Esto haría que las instituciones financieras sean mucho más cautelosas sobre a quién le dan el dinero», agrega.
El único país del mundo que responsabiliza también a los inversores o a los prestamistas es Brasil. Sin embargo, la ejecución de esa ley deja mucho que desear.
La sociedad civil presiona para generar un cambio
El movimiento ambiental popular y la presión sobre entidades y gobiernos por parte de los científicos está haciendo que aumenten los países y compañías que están comprometiéndose a conseguir la neutralidad de carbono en los próximos años.
Varias entidades financieras también se están uniendo a no producir más emisiones de CO2 de las que son capaces de absorber, una tendencia inaudita en un sector que hace pocos años no mostraba ningún interés en la salud del planeta.
Pero según Smale, «por el momento no se les está pidiendo responsabilidades (a las entidades financieras) y tampoco se sienten responsables. Así que estamos hablando de un cambio cultural enorme dentro de la comunidad financiera. Es un cambio en su propósito: de solo ganar dinero, a tener un papel muy positivo en el mundo. Y esto va a ser un gran cambio, no solo en los bancos privados sino también en los bancos de desarrollo, que son financiados por los gobiernos».
Para Smale sí es rentable invertir y ser responsable con el medio ambiente, pero ahí donde no es rentable, es el trabajo de los gobiernos hacer que lo sea. Son ellos quienes tienen que dar los incentivos o proponer leyes y regulaciones que hagan que sea rentable invertir en la opción más amigable con el planeta.
Y nosotros tenemos el poder de decidir en qué bancos o cajas de ahorro o fondos de pensión invertimos nuestros ahorros. En este enlace puedes ver si tu banco está involucrado en sectores perjudiciales para el medio ambiente.
Fuente: https://www.france24.com/es/programas/medio-ambiente/20210122-medio-ambiente-bancos-destrucci%C3%B3n-sostenibilidad