Por: Dinorah García Romero
Ya es tiempo de que valoremos la crisis pandémica con una mirada más integral.
El tema que abordamos en este artículo puede sorprender a muchos. Lo normal es que diariamente analicemos los estragos que la pandemia provoca en los humanos, las instituciones, los sistemas políticos, económicos, sociales y en los ecosistemas. Estos análisis son necesarios e importantes. Pero ya es tiempo de que valoremos la crisis pandémica con una mirada más integral. Esto exige que no solo subrayemos los males que nos afectan desde que inició la hegemonía de la COVID-19. La mirada unidireccional de la pandemia provoca dificultades en nuestra capacidad de análisis; estos presentan sesgos, que, a su vez, les restan validez y objetividad. Con lo expresado anteriormente, no justifico la exaltación de bondades sin sentido y hasta contradictorias. Lo que sostengo es que en la dura situación que vive la Educación Superior a partir de la llegada de la enfermedad, además de provocar serios problemas, cada día y cada hora, encontramos oportunidades en los diferentes escenarios en los que se mueven y actúan las instituciones de ese ámbito.
En el campo de la Educación Superior dominicana, se afrontan problemas múltiples y agudos: deserción estudiantil, dificultades económicas moderadas para unas instituciones; para otras, severas; asimismo, problemas de carácter tecnológicos. Hay instituciones de Educación Superior que cuentan con plataformas tecnológicas propias; otras no cuentan con los medios necesarios para tenerlas. La salud del personal y de los estudiantes está siendo afectada por el virus; y este panorama influye en el desarrollo académico y en los procesos de aprendizaje. Más del 75 % de los docentes del ámbito de la educación superior ha tenido dificultades de carácter tecnológico; por lo que se ha visto impulsado a reorientar su forma de trabajar para adaptarse a la virtualidad. Hay dificultades también de empleabilidad. Ha habido que suspender empleados, reorganizar los servicios y aplicar planes de austeridad integrales.
En este contexto, la pandemia se presenta como una oportunidad importante. Habrá que ver si las instituciones de Educación Superior están descubriendo y aprovechando estas oportunidades que son cada vez más evidentes. Algunas de las más relevantes han influido significativamente en la cultura de los educadores, de los estudiantes y de las instituciones universitarias. Otras, han provocado la irrupción de nuevas prácticas y formas distintas de pensar y actuar en las instituciones de Educación Superior. De otra parte, hay oportunidades que invitan a gestores y docentes a desarrollar una mentalidad más abierta para ponderar los desafíos del futuro y para desasirse de apegos irracionales a lo que hicieron y pensaron ayer. El pasado cuenta y no se puede obviar, pero ha de asumirse con apertura reflexivo-crítica para no frenar la capacidad de recreación e innovación de la práctica. Las oportunidades también aportan en la dirección de desplegar esfuerzos para aprender continuamente; para fortalecer la desprivatización del conocimiento y de los talentos.
En este tiempo de pandemia, se refuerza la construcción de relaciones más horizontales y solidarias, orientadas a la construcción compartida, al trabajo en equipo. La investigación adquiere centralidad, por la necesidad de una Educación Superior con un fundamento científico más acabado. La COVID-19 es un desafío constante en este campo, pues la virtualidad le está demandando concepciones y metodologías más innovadoras. Los docentes y gestores han de apropiarse de la gestión de los programas que facilitan el trabajo docente y la comunicación con los estudiantes. Otra oportunidad relevante se vincula con la posibilidad de conocer la Educación Superior más allá de las fronteras de la República Dominicana. Se ha de aprender de otras instituciones homólogas, pues estos aprendizajes contribuyen a una formación y a una gestión más contextualizadas. El interés es que los actores de la Educación Superior del país no se encierren en su propio mundo; y que redescubran nuevas formas de docencia y de gestión universitarias en contexto complejo y difícil. Más de lo mismo en Educación Superior hastía a los estudiantes, atrasa a los docentes y fosiliza a los gestores. La COVID-19 ha de mirarse y asumirse desde la diversidad de perspectivas que posee. Focalizar una sola es un error que tiene consecuencias directas en la calidad, en el desarrollo y en la efectividad de la Educación Superior en el país. Para avanzar en esta dirección, se ha de priorizar una acción más interdependiente fundada en alianzas inteligentes y estratégicas.
Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-pandemia-como-oportundiad-para-la-educacion-superior-8923222.html