Por: María Carolina Pavlovsky
Este escrito está basado en una experiencia llevada a cabo por zoom organizada por el colectivo internacional Escenas de los pueblos, convocando abiertamente a familias con niñes en edad escolar, en el marco del conflicto social por la obligatoriedad presencial de la escolaridad en CABA y provincias. Esta red de psicodramatistas muy formados y con trayectoria trabaja con intervenciones sociodramáticas desde la crisis social del 2001, llevando a las plazas de las ciudades el sociodrama como dispositivo de expresión y canalización de la angustia social del momento socio-histórico.
Si bien teníamos con lxs coordinadorxs, un “mapa orientativo”, sabíamos que lo grupal, cuando se lo convoca, nos compromete a acompañar los emergentes grupales y no imponer consignas en el vacío.
El objetivo era compartir dudas, necesidades, temores, y darle un espacio-tiempo expresivo- dramático a los afectos.
¿Qué los convocaban a éste encuentro a cada une? Era la primera pregunta que nos interesaba como disparador principal.
Luego de un juego de presentación a través de un objeto de su entorno real, que pudiera representar la emoción o afecto predominante, se pudo ir armando la dimensión lúdica sin la cual el psicodrama se impotentiza.
Nos preguntábamos como coordinadorxs: ¿dónde estaban las emociones auténticas que el tema despertaba en cada une hasta su médula. ¿En qué escenas estaba cada unx situadx en la problemática del tema convocante?
Pero sucede que en el flujo verbal que empieza a circular, no hay relatos, sino enunciados abstractos. No hay encarnación de afectos en la vida propia de cada une que tomaba la palabra.
Conceptos, ideas abstractas, generalizaciones, y certezas que obturan la diversidad de puntos de vista.
En el contexto de la comunicación virtual, en psicodrama trabajamos sobre un plano más cinematográfico, bidimensional, y no teatral, tridimensional. Donde los rostros en la pantalla (y nuestra imagen misma devuelta en espejo), nos captura, nos obnubila, nos perturba muchas veces.
Los rostros, focos de emisión y percepción en la comunicación verbal, delimitan un campo que neutraliza de antemano las conexiones y expresiones que se rebelan a las significaciones dominantes. las palabras entonces, contrariamente a ser medios de conexión intersubjetiva, producen enunciados altamente eficaces como mecanismos de control, censura, discriminación o enfrentamiento. Verbalizaciones ininterrumpidas, puros flujos de ruidos abstractos, régimen de cuerpos abúlicos con bocas obesas de palabras, que no abren preguntas. La palabra pulula. Se dicen demasiadas palabras. Todo necesita ser re-interpretado, corregido, sobrecodificado. No permite intercambios verdaderos, instalan “partidismos” antagónicos y sordos, binarismos irreductibles. El humor se estanca, no circula.
Y entonces sugerimos multiplicar. La multiplicación interviene para cortar el flujo ininterrumpido de la palabra como goce. Todo lo que se tenga que decir, se transformará en una escena fractal, un gesto. De la “reflexión”, de la “racionalización”, al escenario. A los cuerpos y las acciones entre cuerpos.
Para esto nos entrenamos en psicodrama: rescatar del plano argumentativo, la dimensión de inmanencia expresiva. Las multiplicaciones son resonancias instantáneas del grupo en relación a un tema. No se explica, no tiene que comprenderse. Se expresa por sí misma. Las multiplicaciones son variaciones inventadas por el grupo. Y acontece un “contagio” de imágenes, ritmos, acciones, silencios, a manera de flashes que no tienen por qué tener un completud narrativa. Son fragmentos, no totalidades.
La Multiplicación Dramática no se agota en un recurso dramático más, es un efecto de la producción colectiva de sentidos. Acción de transversalidad, despliegue de producción rizomática, colectiva, institucional. Supera la mera devolución verbal del sharing final, posterior a la dramatización. NO es una mera catarsis grupal. No necesita un cierre con un sentido único ni conlleva mensaje alguno. Es puro contagio estético en imágenes. Muy breves fractales que fragmentan la visión monocular de cualquier relato “personal”.
Y allí comenzaron a aparecer las escenas que mostraban los afectos encarnados en la conflictiva que atraviesa este tema: un matrimonio enfrentado por diferentes criterios en cuanto a lo presencial; niñes que piden volver a la escuela para reencontrarse con sus pares y padres impotentes y angustiados ante el peligro de contagio; adolescentes que no soportan más el confinamiento con su familia de origen; abuelas que se resisten a no ver a sus nietes, de los cuales ahora se hayan más alejadas, por la situación de escolaridad presencial.
Una lectura un poco más abarcativa mostraba claramente que éstos conflictos se daban entre “términos” ( sujetxs) que no necesariamente son opuestos, sino que, además, ambos están atrapados y despotenciados para salir del dilema. Todos los términos (familia, abuelxs, padres madres, niñxs, adolescentes, docentes,) y los afectos inherentes, quedan a merced de una trampa: la macropolítica sanitaria llevada por el gobierno de CABA es el contexto donde todo conflicto es texto de captura. Cuerpos como rehenes. Campaña mediática y política que milita el aumento de las muertes, el colapso sanitario, la persecución a docentes y familias. A escuelas. Ahora el gobierno de CABA anunció que suspenderá también las clases virtuales y el presupuesto para merenderos escolares, a modo de castigo a la población por la falta de apoyo a la obligatoriedad de la presencialidad escolar
Sabemos que los grupos son muestras poblacionales de afectos, ideologías, culturas, etc. Siempre debemos preguntarnos: ¿Qué nos enseñan hoy los grupos? ¿Qué nos enseñan los grupos como verdaderos generadores de nuevos sentidos, donde la coordinación debe sostenerse entre el caos y el desdibujamiento de nuestro narcicismo en función de una construcción colectiva de saberes?
Fuente de la información: https://contrahegemoniaweb.com