Por: Jaime Bustos Ochoa
La planeación didáctica, como instrumento para lograr la emancipación de las y los estudiantes, es un tema escasamente discutido en los Consejos Técnicos Escolares y Talleres de Formación docente. Cabe recordar que “emancipar” es un concepto que recupera el Plan y los programas de estudio de preescolar, primaria y secundaria para señalar que la escuela y el Sistema Educativo Mexicano deben guiar sus acciones hacia la liberación de los sujetos, sin embargo, esto no ocurre.
Por el contrario, el colegiado de docentes centra su mayor atención hacia los asuntos de la planeación relacionados con el formato, contenidos, metodologías, evaluación, campos formativos, procesos de desarrollo de aprendizaje, actividades didácticas, temporalidad y materiales (como libros de texto); además, llevan a cabo algunas consideraciones referentes a los aciertos y obstáculos de su actividad didáctica, por ejemplo, se preguntan cómo pueden mejorar sus clases o cuáles son las “áreas de oportunidad” (eufemismo del modelo neoliberal) que se requieren atender.
Así, el profesorado se aleja de una visión de la enseñanza que sirva para la formación de ciudadanos emancipados, es decir, sujetos capaces de participar en la transformación y superación de las relaciones desiguales que existen en su territorio. Por ello, resulta conveniente analizar (en colegiado) cómo la planeación didáctica favorece, esencialmente, la instrucción de hombres y mujeres que efectivicen, a través de la praxis, una lucha permanente en favor de las clases explotadas, para procurar la liberación, contra la deshumanización y opresión de la sociedad capitalista.
En todo caso, el profesorado requiere cambiar su concepción acerca de planeación didáctica y, en lugar de ello, encaminarse hacia un modelo de enseñanza no-alienante, pues las políticas educativas anteriores generaron dinámicas en la manera de diseñar y estructurar la organización y programación escolar, ya que dieron prioridad, principalmente, al dominio de contenidos (bajo un perfil por competencias) -situación que, de acuerdo con el documento “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro. Fase 4”, convirtió a las y los docentes en operadores pasivos de un currículo definido-.
Ahora, para la Nueva Escuela Mexicana es deseable que las y los docentes consideren la diversidad cultural, social y económica de sus estudiantes, que reconozca las hegemonías y las dinámicas de poder y control que se ejercen sobre las subalternidades y, a partir de ello, deben estructurar una planeación didáctica que contribuya a la emancipación de los sujetos. Por ello, el actual modelo educativo acoge la problematización de la realidad como estrategia para impulsar la transformación social; es aquí donde vale la pena reflexionar la planeación más allá de sus aspectos técnicos al reconocer en qué medida (lo planeado) contribuye a transformar la realidad.
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