Educar para descolonizar los sentidos

Por Facundo Ferreirós

Descolonizar los sentidos. En un artículo sobre “estudios sensoriales”, el antropólogo David Howes nos cuenta cómo, desde el pensamiento europeo, se utilizaron los diferentes sentidos como un modo de clasificación de los seres humanos en grupos de acuerdo al color de piel y el sentido predominante en cada grupo. Como es de esperar en este tipo de taxonomías absurdas y eurocéntricas, el “hombre-ojo-europeo” se situaba en el escalafón superior de dicha clasificación. Nos dice el autor que “cada orden de los sentidos es al mismo tiempo un orden social”.  Y nos muestra cómo “el modelo tradicional Occidental de ‘los cinco sentidos’ se utilizó para categorizar (y valorar) ‘las cinco razas de Hombre’, a principios del siglo XIX, en la gran taxonomía propuesta por el historiador natural alemán Lorenz Oken”. Este historiador planteó las siguientes equivalencias:

1.-El hombre-piel es el negro, africano
2.-El hombre-lengua es el marrón, australiano malayo
3.-El hombre-nariz es el rojo, americano
4.-El hombre-oído es el hombre amarillo, asiático-mongol
5.-El hombre-ojo es el blanco, europeo

Y sigue el texto de Howes: “La escala ascendente de la ‘perfección sensorial’ en el ‘Hombre’ de Oken (con el hombre-ojo europeo en el extremo superior) no se basó en ninguna propensión intrínseca de las personas a las que se refiere, sino más bien en su rango social dentro de la imaginación imperial europea. Su categorización ostensiblemente biológica de los sentidos y de los pueblos se difundió a través de los valores sociales. ‘Las relaciones sensuales son relaciones sociales’. Esto lo podemos ver en la forma de clasificación de los sentidos que a menudo se encuentra ligada con la clasificación de los grupos sociales, ya sea teniendo como base: la raza (tal cual vimos antes), el género, la clase o la edad. Por ejemplo, la tradicional asociación que en Occidente se hace del sexo masculino con los ‘mejores’ sentidos -la vista y el oído- apoyó la idea de que los hombres están naturalmente mejor equipados para actividades como explorar, juzgar, estudiar o escribir; mientras que la asociación del sexo femenino con los sentidos del olfato, el gusto y el tacto, relegó a las mujeres al hogar, haciéndolas señoras de la cocina, del cuarto de los niños y del dormitorio. Tal fue el poder de esta categorización que aquellas mujeres que desafiaron la división sensorial del trabajo (por ejemplo, mediante la escritura o la pintura, en vez de cocinar y coser) enfrentaron una considerable deshonra social hasta bien entrado el siglo XX. En cuanto a la clase social, la usual asociación de las clases más bajas con el trabajo manual es reveladora. Los trabajadores, de hecho, son referenciados simplemente como ‘mano de obra’, un término que redujo su ser social a un solo sentido”.

La extensa cita nos plantea sendos desafíos: ¿Cómo descolonizar los sentidos? ¿Cómo reaprendemos los sentidos superando a su vez el óculo-centrismo al que fuimos y somos sometidos? ¿Por qué la visión sigue siendo el sentido hegemónico en todos los niveles educativos -excepto, circunstancialmente en el Nivel Inicial-? ¿Qué lugar ocupan los sentidos en las relaciones de conocimiento que establecemos y los modos de conocer el mundo, a nosotros mismos y a los otros?

Conocer no se reduce a acumular información, a juzgar o a explicar; conocer también es sentir: ¿Cómo veo el mundo, cómo me veo a mí mismo y a los otros? ¿Cómo toco? ¿Cómo huelo? ¿Cómo saboreo? ¿Cómo escucho? ¿Cómo siento el mundo en el que vivo y las relaciones que establezco conmigo mismo y con los demás

Fuente: http://descolonizarlapedagogia.blogspot.com/2016/04/educar-para-descolonizar-los-sentidos.html

Imagen tomada de: https://manuelantonioespinosa.files.wordpress.com/2016/05/img_0361.jpg

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