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¿Pueden los libros de texto adoctrinar?

Por: Ana Torres Menárguez.

La enseñanza en Cataluña sigue en el ojo del huracán. El crecimiento del independentismo, que en la última década ha pasado de contar con el respaldo del 15% de la población al 40%, ha abierto el debate sobre las posibles razones y la escuela ha sido uno de los principales focos señalados. Primero, el catalán: las voces más críticas consideran que el sistema de inmersión lingüística en las aulas es un nido de independentistas. También se ha puesto en el punto de mira a los docentes y el uso de símbolos —los últimos, los lazos amarillos en apoyo a los líderes independentistas encarcelados— y finalmente, el supuesto adoctrinamiento nacionalista en los colegios con los libros de texto.

 

La última polémica es un informe encargado por el exministro de Educación Íñigo Méndez de Vigo a la Alta Inspección del Estado —funcionarios de grupo A designados a dedo por el Gobierno en cada una de las 17 comunidades autónomas— que concluye que algunos libros de Ciencias Sociales e Historia en Cataluña “contravienen” principios de la Constitución e “incitan al separatismo”.

¿Pueden los libros de texto adoctrinar? Los expertos y docentes consultados rechazan en bloque este extremo. “La escuela no puede explicar el crecimiento del independentismo. Buscar en el sistema educativo la respuesta a la crisis catalana es confundir el debate”, explica Lluís Orriols, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford y profesor de la Carlos III de Madrid. La educación, expone Orriols, genera cambios paulatinos a medida que van entrando las diferentes generaciones, y eso conlleva aumentos progresivos en décadas. “Aquí vemos un aumento concentrado en el tiempo: entre 2006 y 2012 el ritmo de crecimiento del independentismo entre los jóvenes educados en el sistema educativo de Jordi Pujol y entre los mayores de 50 años, que fueron a la escuela durante el franquismo, ha sido prácticamente idéntico”, precisa.

«La escuela desempeña un papel importante en la configuración ideológica en un momento histórico muy concreto: en el paso de una sociedad analfabeta a una escolarizada», apunta José Saturnino Martínez, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna. La primera generación escolarizada, explica el experto, se forma en unos valores que los padres desconocen, pero a partir de ahí, es la familia la que transmite una identidad a sus hijos. «El efecto de la escuela es muy limitado«, añade.

LAS QUEJAS AL SÍNDIC

Por su parte, el Síndic de Greuges (el defensor del pueblo catalán) ha recibido desde la consulta independentista una treintena de quejas por supuesto adoctrinamiento en la escuela —pintadas en el patio, exhibición de símbolos partidistas o debates a favor de la independencia en las aulas, entre otros—. El Ministerio de Educación recogió otras 138 reclamaciones. Todas esas denuncias fueron analizadas por el Síndic, que solo pudo constatar irregularidades en 10 de ellas, como un centro que mandó un comunicado animando a participar en una de las huelgas convocadas en apoyo a la independencia o un colegio que organizó en el patio una simulación de una votación como una actividad voluntaria. Ninguna de ellas hacía referencia a los libros de texto. El Síndic insiste en que no se pueden extrapolar los casos de mala praxis detectados al conjunto del sistema educativo y recuerda que se trata de una decena de irregularidades en un contexto de 1,3 millones de alumnos matriculados en 4.800 centros públicos y privados.

“Podemos decir categóricamente que tenemos una escuela con pluralismo y sin adoctrinamiento”, aseveró el pasado julio el Síndic, Rafael Ribó, en la presentación de un informe sobre el supuesto adoctrinamiento en las aulas. Ribó cargó además contra el sindicato AMES y lo acusó de “catalogar como adoctrinadores contenidos que aparecen reflejados en el ordenamiento jurídico”. El Síndic expuso que al tratarse de niños de 11 años, los contenidos se pueden simplificar para hacerlos comprensibles “sin que haya necesariamente una voluntad real de transmitir una visión deformada de la realidad”. “La misma historiografía admite diferentes interpretaciones sobre hechos históricos”, añadió.

Miguel Ángel Puig-Samper, investigador del CSIC, considera que España debería crear un comité para revisar los libros de texto desde diferentes perspectivas para analizar si existen sesgos. Él y su equipo han detectado en libros académicos de los siglos XVIII y XIX visiones sesgadas de la historia de España y cree que esa realidad podría trasladarse a los libros de texto. Andalucía es ejemplo de ello: ha aprobado una normativa para que se revisen todos los libros de texto desde infantil a bachillerato para asegurar que no haya sesgos de género.

La sombra de adoctrinamiento que arrastra la escuela catalana desde hace años se recrudeció el pasado otoño tras la consulta del 1 de octubre, una jornada donde los colegios desempeñaron un papel capital como centros de votación. A partir de ese momento, muchas familias catalanas denunciaron que la crispación de la calle y la división del procés se habían colado en las aulas. En el último año, el Servicio de Inspección catalán ha recibido un total de 4.254 quejas sobre el funcionamiento de los centros educativos, de las cuales 30 están relacionadas con un supuesto adoctrinamiento y, de estas, cuatro con los libros de texto, según ha confirmado el Departamento de Enseñanza de la Generalitat a EL PAÍS.

El Gremio de Editores de Cataluña, que representa a algunas de las editoriales que menciona la Alta Inspección en su informe, como Teide, Vicens Vives, Barcanova (del grupo Anaya) o La Galera, niega que los libros de texto incluyan contenidos que instrumentalicen sobre nacionalismo. “Hacemos esfuerzos para no herir sensibilidades. Se puede cometer algún error, histórico o de apreciación. Si sucede, algún padre o docente lo denuncia a la inspección, esta llama la atención a la editorial y la editorial subsana el problema. Esto ha pasado siempre”, cuenta Antonio Garrido, portavoz del gremio y director general de la editorial Edebé, que no aparece en el mencionado informe.

Garrido explica que los libros de texto los elaboran profesores expertos en la materia, pero admite que “no existe una fórmula infalible para analizar la veracidad de un libro de texto”. “El problema en las Ciencias Sociales es que dan más libertad a la interpretación. Por ejemplo, a la hora de explicar la Guerra Civil, el sesgo hacia un lado u otro difícilmente tendrá una explicación que sea incontestable”. El editor considera que la muestra analizada no es representativa, ya que en España hay 60.000 libros de texto (10.000 en Cataluña) y la Alta Inspección ha analizado 127 de toda España. “El libro de texto no es un dogma de fe. Es una herramienta más al servicio de la comunidad educativa. El docente es el que dirige, tutoriza y diseña los objetivos curriculares”, zanja.

Sobre el terreno, los docentes también coinciden con los editores. “El libro es una herramienta de apoyo, no una biblia”, señala Núria García, directora del instituto público Montserrat de Barcelona, situado en la zona alta de la capital catalana con 800 alumnos y 75 profesores. “Cada departamento elige si quiere o no libro de texto y qué editorial. Yo no me meto en los materiales que usan”, añade García. La libertad de cátedra, recogida en la Constitución, establece la libertad de los docentes «de enseñar y debatir» sin verse limitados por doctrinas. Cada profesor puede seguir el método de enseñanza que considera oportuno.

La autonomía del centro a la hora de escoger los materiales es sagrada. Los profesores de un mismo departamento consensúan qué libros, de qué editorial, o qué herramientas utilizarán durante el curso. Los profesores son los encargados de revisar el contenido de los libros y seleccionar el que consideren más adecuado a su proyecto educativo. Todos los libros de texto tienen que cumplir los criterios curriculares que marca el ministerio, así como los aprobados por las Administraciones autonómicas.

La comunidad docente rechaza que los libros de texto sirvan como un elemento adoctrinador o que eliminen la capacidad crítica del alumno. En cualquier caso, limitan la polémica a los libros de Historia. “Las Ciencias Sociales no son objetivas. Pero aquí hay unos programas y currículos que tienes que seguir. No puedes ir a clase y hacer lo que te dé la gana”, apunta Montserrat Bolós, profesora de Física y Química en secundaria y bachillerato en el Montserrat. Su compañero, Rafael Bocanegra, especialista en Geografía e Historia y también profesor del centro, admite que hay libros de historia “más tendenciosos que otros; unos que hablan más de España y otros más de Cataluña”, pero insiste en el papel de filtro del docente. “Nosotros estamos para detectar estas cosas. Lo que intentamos hacer siempre es decirles a los alumnos: hay esto y esto otro y vosotros decidís”, agrega.

Los profesores insisten en que la renovación pedagógica ha revolucionado las aulas y la imagen que se mantiene en el imaginario colectivo del profesor leyendo el libro en la clase ha desaparecido. “Si vas leyendo el libro en clase, ningún niño te prestará atención. Los niños de ahora son distintos a los de antes y, por supervivencia, el profesor tiene que autoinventarse. Con o sin libro”, sostiene García.

En Cataluña el 33% de los profesores ya no usa libro de texto en el aula, frente al 25% del resto de España, según datos del Gremio de Editores. La red de escuelas innovadoras Escola Nova 21, que aglutina a 480 colegios públicos y concertados de Cataluña unidos para darle la vuelta al aula tradicional, promueve el uso de nuevos materiales didácticos. Eduard Vallory, director del Centro para la Unesco de Cataluña y fundador de la plataforma, considera que la personalización del aprendizaje es clave, y que el libro como única fuente de conocimiento es un modelo educativo a superar. “No podemos transmitir conocimientos definitivos para siempre, sino la idea de la permanente construcción”, dice en relación al primer informe de la Unesco sobre educación del año 1972. “Ahí ya se hablaba del aprendizaje para toda la vida; en Cataluña esa visión ya está superada”.

“Nos podemos pasar la vida convirtiendo cada página de un libro en un campo de batalla, o podemos dejar que la editorial haga su trabajo”, agrega Ismael Palacín, director de la Fundación Jaume Bofill, una organización dedicada a la investigación sobre educación. El investigador insiste en que la polémica del adoctrinamiento es “artificial”, que “no responde a un problema real de la educación”. Y avisa: “El que pretenda que la escuela no sea neutra, lo que quiere es callarle la boca a la educación. Hay que dejar a la escuela educar en valores. Una escuela aséptica es propia de quien quiere que los alumnos no piensen”.

CELAÁ: «LOS LIBROS SON SOLO UNA PARTE MÁS DEL MATERIAL ESCOLAR»

«Los libros de texto no son más que una parte del material escolar que se utiliza en los centros educativos. En las aulas se utilizan las redes, revistas, periódicos y libros de texto». Con estas palabras respondió la ministra de Educación, Isabel Celaá, a las preguntas de los periodistas sobre el informe de adoctrinamiento en los libros de texto elaborado por la Alta Inspección. «El adoctrinamiento en las aulas requiere trabajar en muchos frentes y desde muchos ámbitos», recalcó la ministra, para quien «no hay una receta mágica».

La polémica del supuesto adoctrinamiento con los libros de texto en Cataluña se remonta a mayo de 2017, cuando una diputada de Ciudadanos llevó al Congreso un informe del sindicato de profesores catalán AMES —una agrupación minoritaria y sin representación sindical en la escuela catalana— en el que tras analizar 19 libros de texto de 5º y 6º de primaria (14 ediciones catalanas y cinco madrileñas), concluye que hay “contenidos ideológicos partidistas” en 12 de los libros editados en Cataluña. En ese mismo documento, AMES reclama que la Administración central supervise los libros de texto antes de su distribución, una práctica heredada del régimen franquista que se suprimió en el año 1998 para dar mayor autonomía a los centros educativos.

Ese documento nunca vio la luz. El equipo de la nueva ministra de Educación asegura que lo encontraron en un cajón de la sede de Alcalá 34 hace un mes. La ministra calificó el documento de falto de rigor y anunció que no lo publicará por “responsabilidad”. En total se analizaron 127 libros de primaria, secundaria y bachillerato utilizados en las diferentes comunidades autónomas en el que, según el ministerio, aparecen análisis contradictorios de un mismo libro, lo que imposibilita “llegar a conclusiones rigurosas”. Critica, además, que no se especifica la metodología seguida por los altos inspectores y que aparecen datos inexactos, erratas, errores conceptuales, lecturas parciales y valoraciones subjetivas, que “le quitan cualquier rigor científico”. Cataluña, además, no dispone de un registro de los libros que utiliza cada centro educativo, por lo que no se puede valorar el impacto y el nivel de difusión de los libros analizados.

La lluvia de críticas al informe de la Alta Inspección también llega por parte de los inspectores de carrera. “La palabra alta inspección confunde a la población: no es un cuerpo técnico especializado en educación, sino funcionarios de grupo A. No han pasado una oposición específica que asegure que conocen la evaluación educativa o los sistemas de supervisión de contenidos”, apunta Xavier Chavarria, inspector jefe de Barcelona, con 42 inspectores a su cargo.

Carmen Martínez, actual directora de la Alta Inspección en Aragón, recientemente nombrada por el Gobierno de Pedro Sánchez, cree que no se trata de tener o no el conocimiento para analizar un libro de texto, sino que es una cuestión de recursos. “Nuestra labor es puramente administrativa; somos unos cinco o seis por comunidad y nos encargamos de las homologaciones de títulos o convalidaciones. Realizar un informe de ese tipo requiere unos recursos de los que no disponemos”, detalla. Cree que para realizar un análisis riguroso, habría que analizar un número significativo de libros de texto. De los 60.000 libros de texto que, según estimaciones del Gremio de Editores de Cataluña circulan cada curso en España, la Alta Inspección solo analizó

Fuente del artículo: https://elpais.com/sociedad/2018/10/02/actualidad/1538474416_878765.html

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Así son las nuevas pedagogías feministas

Por: Ana torres Menarquez

Talleres que cuestionan el amor romántico o cursos que revisan la escasa presencia de mujeres en los libros de texto son algunas de las iniciativas

 

Hora del recreo en un colegio cualquiera. Desde fuera, un observador no ve nada especial en el patio. Un tumulto infantil, niños que juegan al fútbol, otros que corren y niñas sentadas en corros por la periferia del espacio. Parece que cada uno está a su aire, donde le apetece. ¿Hay sexismo en ese escenario? Este planteamiento inicial de la socióloga Marina Subirats en su libro Balones fuera (Octaedro) ha inspirado a algunas escuelas a transformar sus recreos para evitar que los roles de género se reproduzcan desde la infancia. «Antes, el patio estaba acaparado por el campo de fútbol. La mayoría de niños solo jugaban a la pelota y las niñas se organizaban en otro tipo de actividades. Ahora todo es diferente: hay muchos más juegos compartidos», cuenta Alicia Bernardos, madre de dos alumnos del colegio público La Paloma, en el barrio madrileño de La Latina, que el pasado noviembre se sumó a la ola de transformación de los patios.

«Desde que son pequeños les enseñamos a estar de una manera en el mundo. El hecho de que los chicos ocupen la mayor parte del espacio con una actividad más agresiva y las niñas se resignen a los alrededores es el comienzo de la desigualdad», explica Irene Martínez, profesora asociada de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense y autora del trabajo Construcción de una pedagogía feminista para una ciudadanía transformadora. Ella es una de las docentes preocupadas por introducir nuevas pedagogías feministas en los programas académicos de la escuela, una realidad todavía inexistente en España y reducida a talleres opcionales en algunos centros.

Martínez cree que el primer paso debe ser la formación del profesorado. «La educación no es neutral y es la responsable de reproducir sociedades desiguales, donde lo masculino está asociado con poder y superioridad intelectual o física, y lo femenino con sumisión y dependencia», explica. Desde hace un año imparte el taller Despatriarcalizar la educación, dirigido a docentes, en el que se revisan tanto las metodologías que se emplean en el aula como los contenidos desde la perspectiva de género.

LOS PATIOS ESCOLARES IMPORTAN
¿Qué ocurre si nos fijamos en los usos que hacen niñas y niños de un patio infantil? “Si aplicamos las herramientas de análisis que propone el urbanismo feminista y la coeducación, veremos que el espacio no es neutral al género. La configuración de los patios de recreo concede protagonismo a unos usos en detrimento de otros, e influye en los comportamientos que se producen en él”, explica Marta Monasterio, portavoz del colectivo Pandora Mirabilia, que junto con el estudio de arquitectura PEZ arquitectos, y las urbanistas feministas Col·lectiu Punt Sis de Barcelona, han impulsado el proyecto ‘Red de patios inclusivos y sostenibles’, gracias a una subvención de La Caixa obra Social.

Así, por ejemplo, en la mayoría de los patios la pista de fútbol (utilizada en mayor medida por niños) ocupa un espacio privilegiado y condiciona el resto de usos del espacio, que quedan relegados a los márgenes. En definitiva, que niños y niñas compartan espacios de juego no garantiza que ese juego se esté dando en igualdad de condiciones.

Dos colegios públicos de Madrid -el CEIP Nuestra Señora de la Paloma y el CEIP Santa María- han sido los pioneros en esta comunidad en transformar sus patios, un proceso que se inició hace un año y en el que han participado la dirección del centro, el profesorado, las familias, el alumnado y la Junta de distrito. “El objetivo ha sido mejorar los patios escolares y su accesibilidad, poniendo el acento en cuatro claves: participación, inclusión social, igualdad de género, y sostenibilidad ambiental”, señala Monasterio. Ahora la reducción de campo del fútbol ha dejado entrar, por ejemplo, un rocódromo donde niñas y niños juegan juntos.

Otro de los focos es analizar los mensajes de la televisión y la publicidad. Pone el ejemplo de Peppa Pig, la serie de dibujos de éxito infantil en la que la madre se pasa el día en casa preparando la comida y el padre sale cada mañana a trabajar con el maletín. Uno de los primeros pasos para los profesores debe ser, según Martínez, revisar su vida y empezar a aplicar la filosofía feminista en sus actos cotidianos. «Muchos de mis alumnos de primero de Magisterio tienen el discurso integrado, pero otros no despiertan hasta los 30. Actuar supone renunciar a cosas y enfrentarse a los otros, implica luchar», remarca.

La estrategia en la escuela debe ser, opina Martínez, ir más allá de la semana de la igualdad y hacer extensivos esos contenidos al currículum escolar. «No deberíamos tenerlo complicado teniendo en cuenta que la gran mayoría de docentes en las primeras etapas educativas son mujeres», añade. Durante el curso 2014-2015, el 66,2% del profesorado en España fueron mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estadística. En Educación Infantil el porcentaje fue del 97,6%, en Primaria del 81,1%, en Bachillerato del 57,2% y, en cambio, en la Universidad solo del 40,5%.

¿Qué se puede hacer en el aula? El colectivo Pedagogías Invisibles ofrece el curso online Yo, tú, él, ella… conciencia de género en el espacio educativo, 45 horas de formación (150 euros) en el que revisan las metodologías, las relaciones profesor-alumno y los contenidos. «Analizamos las pedagogías invisibles, lo que aprendemos sin darnos cuenta sobre género, raza… lo que llamamos el currículum oculto», señala Eva Morales, doctora en Educación Artística y miembro del colectivo. Ese currículum oculto adoctrina: lo masculino siempre está por encima. “Los programas académicos son androcentristas, el hombre ocupa una posición central en el mundo, las sociedades, la cultura y la historia”, critica.

«El lenguaje tiene mucha importancia. Todo lo masculino es neutro. Ahí se está ejerciencido una influencia», señala. Por eso, utilizan guías de lenguaje inclusivo como la publicada por la Diputación de Huelva. Morales no cree que la fórmula sea utilizar el femenino plural en todos los casos, ya que puede haber gente que no se sienta cómoda, pero sí, por ejemplo, sustituir ‘los alumnos’ por ‘el alumnado’. En su tesis doctoral, como acto reivindicativo, ella empleó el femenino plural en lugar del neutro a sabiendas de que iba contra el estándar académico.

Aplicar el feminismo y actuar supone renunciar a cosas y enfrentarse a los otros, implica luchar

Durante años, Morales ha trabajado como mediadora de museos en diferentes colegios y ha visitado decenas de aulas de Infantil y Primaria. Ha observado como el sexismo se da también en el reparto de tareas dentro de la clase. «Las y los docentes suelen escoger a los chicos para las tareas relacionadas con la fuerza, como mover una mesa, o con el control, como asegurarse de que nadie arme alboroto en ausencia del docente. En cambio, a las chicas se les encarga lo que está más vinculado con el orden o la limpieza, como reponer tizas o borrar la pizarra». Programaciones lúdicas como el carnaval también ejemplifican los estereotipos de género en las profesiones. «Ellos de médicos y ellas de bailarinas… es una ocasión perfecta para trabajar el tema con el alumnado». Otra idea: la revisión de los eventos culturales. «Proponer dibujar una dragona y no un dragón para la celebración del día de Sant Jordi».

La propuesta de María Acaso, presidenta del comité asesor en arte de la Fundación Daniel y Nina Carasso y autora de Art Thinking (Paidós), y de María Llopis, autora del libro Maternidades Subversivas (Txalaparta), va un paso más allá al incidir en la educación afectivo-sexual. Lo que ellas llaman las políticas de la vergüenza. «El patriarcado nos hace pensar que el placer en nosotras es malo y en la escuela los pocos talleres sobre sexualidad giran entorno a la contracepción y a la prevención de enfermedades, que es muy importante pero no tiene que dejar fuera el tema de la estimulación», apunta Acaso, que hace dos semanas impartía con Llopis una charla para docentes en la Fundación Miró Mallorca titulada ¿Qué puede aprender la educación artística del porno feminista?.

«La razón de muchas cuestiones políticas está en la sexualidad y el colegio no lo pone fácil: hay que enseñar a las niñas a no sentir culpa sobre su propio deseo», indica Llopis, que además es aluma del Máster en Investigación Aplicada en Estudios Feministas, de la Universitat Jaume I. Entre otros mensajes, su idea es hablar de la masturbación femenina sin tapujos.»Es incomprensible que todos los centros se estén volcando en la innovación pedagógica y ninguno hable de feminismos», añade. El próximo julio participará como formadora en la primera edición del curso Summerlab Pedagogías Feministas, dirigido a educadores y organizado por el colectivo Pedagogías Invisibles en Matadero, Madrid.

El colegio privado de educación autodirigida Quatre Camins, en Castellón, ha contactado con Llopis para impartir en sus aulas uno de sus talleres de género. Desde su apertura hace un año, sus 48 alumnos trabajan en aulas multigrado, donde se mezclan edades y hay más de un profesor dirigiendo la clase. Los espacios son abiertos y los alumnos se mueven libremente. El aprendizaje se basa en el interés del niño y las asignaturas se llaman talleres. «Nuestra filosofía es seguir el ritmo evolutivo de los alumnos, esperamos a ver cuáles son sus intereses para responder a sus dudas», cuenta Delfina Ferrer, directora del colegio. Recientemente, un grupo de niñas de entre ocho y diez años han solicitado un taller de sexualidad y, además de recomendarles libros como El tesoro de Lili o Cosquillas, que tratan la sexualidad, el placer femenino y la menstruación, en el centro ya están preparando una actividad.

En Educación Infantil el 97,6% del profesorado en España son mujeres y en Primaria el 81,1%

El trabajo desde las editorales por incluir nuevos contenidos es clave. Iria Marañón, autora del libro Educar en Feminismo (Plataforma Editorial) y editora de libros de texto en una multinacional, lleva varios años contribuyendo al cambio. «Estamos introduciendo la figura de la mujer en los libros de Ciencias, devolviéndole su protagonismo», asegura. Desde las imágenes hasta el enunciado de las actividades, considera que los libros están plagados de «opresión invisible». «El sistema patriarcal está tan embebido que ya no lo vemos, pero, por ejemplo, en los temas de anatomía el cuerpo femenino solo se emplea para el aparato reproductor». Ella solicita cuerpos femeninos para explicar el sistema digestivo, o fotos de partidos de fútbol mixtos.

Patricia Raijenstein es otra de las pedagogas feministas. Su principal apuesta es que se reconozca el protagonismo de las mujeres pioneras de la música electrónica, un taller que ha impartido en La Casa Encendida de la mano de la Escuela de Oficios Electrosonoros y por el que han pasado más de 600 estudiantes de Primaria y Secundaria de Madrid. Concienciar sobre los mitos del amor romántico es otra de sus líneas de investigación y su taller Sin ti no soy nada atrajo a alumnos de Secundaria y Bachillerato hace unos meses en Matadero Madrid. «A través de un juego de cartas intento deconstruir las narrativas heteronormativas». Les muestra la teoría de la media naranja versus racimo de uvas para explicarles que el poliamor -relación de más de dos personas al mismo tiempo- es una opción viable siempre que se cuente la verdad y se consensúe con la pareja. «Intento abrir posibilidades en la adolescencia y mostrarles que pueden elegir lo que quieren ser».

Fuente: https://elpais.com/economia/2018/02/25/actualidad/1519556511_175919.html?rel=mas

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El éxito del modelo educativo en Canadá, donde los profesores no se eligen en oposiciones

Por: Ana Torres Menárguez

Los directores de centro tienen un rol esencial en el diseño de los programas académicos en uno de los países del ‘top 10’ en PISA

En algunas provincias de Canadá, como Ontario, a los profesores se les contrata en función de las necesidades del colegio. No hay oposiciones, son los directores de los centros los que determinan cuántos docentes necesitan cada curso y para qué asignaturas. Si después de dar una clase ante un comité de expertos y de pasar una entrevista personal son elegidos, se les contrata y pasan a ser funcionarios. Durante los dos primeros años, el director del colegio revisará su trabajo y, si se ajusta a los estándares, volverá a enfrentarse a ese control cada cinco años. A los 54 años de edad, ese profesor podrá jubilarse y su pensión será una de las más altas del cuerpo de funcionarios de Ontario, unos 48.000 dólares canadienses al año (31.600 euros). El salario medio de un profesor en esa provincia, cuya capital es Toronto, es de 80.000 dólares al año (52.750 euros).

El escenario descrito resume una de las principales diferencias con respecto a España: la forma en la que se selecciona al profesorado. Canadá se encuentra entre los 10 países del mundo mejor posicionados en el informe PISA, el estudio elaborado por la OCDE en diferentes países que mide el rendimiento académico de los estudiantes en matemáticas, ciencia y comprensión lectora. España ocupa la posición 31 y en dos de las competencias está por debajo de la media del resto de países de la OCDE.

En Ontario, donde el 94% de los alumnos están matriculados en centros públicos, cuando los estudiantes cumplen 14 años pueden elegir las asignaturas que más les interesan y crear su propio itinerario. Además, pueden escoger entre tres niveles de dificultad para cada una de esas materias: académico (que les permite acceder a la Universidad), applied level (que les conduce al al llamado college) o locally developed (pensado para una rápida incorporación al mercado laboral). La educación obligatoria es hasta los 16 años.

«Nuestro sistema no es academicista; no se basa en memorizar contenidos de libros de texto, sino en la aplicación práctica», explica Bruce Rodrigues, ministro de Educación de Ontario, que concentra el 40% de la población total de Canadá. La igualdad es una de las prioridades del programa educativo en un país en el que el 22% de los habitantes no nacieron en Canadá. «Tenemos muy presente a colectivos como el LGTBI y modificamos los programas en función de las características de los habitantes de las diferentes zonas», señala Rodrigues.

Pone un ejemplo: si hay un grupo importante de niños inmigrantes que no han vivido en países en los que había jardines en las casas, se elimina ese tipo de contenido de los enunciados o preguntas de los ejercicios de clase. «Estamos identificando las nuevas narrativas que usan los alumnos; ahí está la innovación», asegura el ministro. Su gabinete está participando de forma «muy activa» en la nueva medición de competencias lanzada por PISA para 2018, la denominada competencia global, un nuevo cuestionario que analizará el pensamiento crítico, la capacidad de interactuar con respeto, la empatía, la comprensión de los conflictos mundiales o el conocimiento intercultural de los estudiantes de 15 años.

Rodrigues comenzó su carrera profesional como profesor de matemáticas y confía plenamente en la capacidad de los directores y de los llamados school boards (comités escolares) para diseñar los programas académicos y contratar al profesorado. ¿Cómo pueden estar seguros de que el proceso es justo y transparente? «Todos los profesores tienen que colegiarse y tenemos un cuerpo regulador que lo gestiona. Los directores supervisan que su forma de dar clase es la correcta y, si no cumplen, pueden ser despedidos», detalla Rodrigues.

El presupuesto que el Ministerio de Educación de Ontario ha destinado a educación infantil, primaria y secundaria en el curso 2017-2018 es de 17.900 millones de euros, frente a los 3.250 millones que se llevan las universidades y los colleges (centros de educación superior con un enfoque más práctico que las universidades). En 2017, el Ministerio de Educación español destinó 2.525 millones de euros a Educación, a lo que se sumaron los 36.900 millones aportados por las comunidades autónomas.

Marta Velasco en el instituto Don Mills de Toronto.
Marta Velasco en el instituto Don Mills de Toronto.

Todd Bushell es el director del instituto público Don Mills Collegiate Institute, en Toronto. «Ponemos el foco en el pensamiento crítico, la información está en Internet», cuenta mientras recorre algunas de las aulas más innovadoras del centro, como la de arte y diseño gráfico o la de green industries (sobre el cambio climático). Una de las claves del sistema educativo canadiense es que las habilidades emocionales forman parte de la evaluación. «Medimos los hábitos de trabajo, el auto control, la responsabilidad, la organización, la colaboración y la iniciativa propia. Son los indicadores del éxito en la vida adulta del alumno», precisa.

Ese instituto tiene 90 estudiantes internacionales. La madrileña Marta Velasco es una de ellas. Llegó en agosto para cursar un año de intercambio. Tiene 16 años y estudia en el colegio concertado Gredo San Diego, en Guadarrama. Está en primero de bachillerato. «La principal diferencia con España es que aquí te autorregulas. Tengo el móvil encima de la mesa y yo decido si tengo una llamada urgente que atender». Le llama la atención que casi todos sus compañeros trabajan en el parque de atracciones los fines de semana. «En España todo es tomar apuntes. Aquí las cosas se consensúan, el profesor nos pregunta qué día nos parece bien entregar. No hay tanta disciplina».

Cuenta que las matemáticas se le dan fatal, pero que este curso ha escogido la modalidad intermedia y está avanzando a buen ritmo. Tiene derecho (legislación de Canadá), antropología o parenting (crianza en español), una asignatura en la que enseñan el proceso de embarazo, la igualdad en la crianza y en la que se llevan un robot con forma de bebé a casa durante cuatro días. La matrícula para estudiantes internacionales cuesta 14.000 dólares al año (unos 9.200 euros), a lo que se suman unos 1.200 de alojamiento en una familia al mes (unos 780 euros).

A ella le ayudó a tramitar su estancia la consultoría de educación The Lemon Tree Education, con sede en Madrid. Gestionan los intercambios de unos 200 estudiantes españoles al año, el 70% viaja a Canadá. «La mayoría se marchan en cuarto de la ESO, pero depende de la madurez del alumno», indica Rubén Castillo, cofundador de la empresa. Analizan cada caso: miden las expectativas del estudiante, sus notas o su experiencia más complicada, entre otras cuestiones. Trabajan con un gabinete externo de psicólogos. Cubren las 10 provincias de Canadá y sus honorarios alcanzan los 3.000 euros. «Desde el punto de vista académico, Canadá es uno de los países más avanzados del mundo. Su visión del respeto a los demás es esencial y eso se transmite muy bien en los colegios. Los alumnos regresan transformados», precisa Castillo. La Fundación Amancio Ortega ofrece 500 becas al año para que estudiantes españoles de cuarto de ESO puedan ir un año gratis.

LOS COLLEGE, UNA VÍA PARA ENCONTRAR UN TRABAJO CUALIFICADO PARA LOS ESPAÑOLES

Ana Paredes en Toronto.
Ana Paredes en Toronto.

Ana Paredes tiene 27 años y hace dos dejó su puesto de docente investigador en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Burgos. Graduada en ingeniería de edificación, cobraba unos 500 euros al mes. «Vivía en casa de madre y no veía futuro a medio plazo; mi única opción era aguantar unos 10 años en esa situación y ver si conseguía la plaza», cuenta. Tras dos meses en Toronto mejorando su inglés, tomó la decisión de cambiar de país. Se matriculó en un college (centro de estudios superiores con un nivel inferior a la Universidad) en un grado de Excelencia en los Negocios, un programa de seis meses con prácticas remuneradas de otros seis meses.

Ahora está trabajando en la empresa de software donde realizó las prácticas, Black Wak, en el servicio de atención al cliente. La tasa de desempleo en Canadá es del 5% y la juvenil del 10%. Eso fue lo que le atrajo. «Es importante que los graduados universitarios sepan que no es fácil encontrar trabajo de lo suyo; hay que empezar desde abajo». Al llegar intentó que la contrataran como ingeniera, pero en todas las compañías le preguntaban si tenía experiencia en empresas canadienses. Su sueldo le permite llegar a final de mes y pagar el alquiler de una habitación por 700 dólares al mes. Ahora está tramitando la residencia permanente, que en Canadá se puede solicitar tras 12 meses de trabajo.

Los college se han convertido en una de las opciones más asequibles para los estudiantes internacionales que quieren instalarse en Canadá. El precio de matrícula de los grados universitarios ronda los 30.000 dólares al año y el de los másteres los 40.000, mientras que el coste medio de los diplomas en los college va desde los 6.600 a los 22.000 dólares al año (entre los 4.300 y 14.400 euros). En Canadá hay un total de 150 colleges y de los 113.000 estudiantes internacionales matriculados en 2016, 230 fueron españoles, según datos de la embajada. Entre los requisitos de acceso, tener el título de Bachilleratoun y una puntuación de, al menos, un 6.5 en el IELTS.

«Nuestra marca no es tan conocida como la de Estados Unidos, pero ahora con la era Trump y el Brexit prevemos un aumento en las solicitudes de acceso» explica Ryan Guest, director de George Brown, un college público de Toronto. De los 29.000 estudiantes de ese centro, 4.900 son internacionales.

La española Alejandra López, de 30 años, no terminó su carrera de Económicas en la Complutense para mudarse a Canadá. Estudió Negocios y Recursos Humanos en George Brown, un diploma de dos años que le costó 14.000 dólares. «La gran diferencia con la Universidad es que es muy práctico. Además la ley te permite trabajar 20 horas a la semana mientras estudias», cuenta. El salario mínimo en Canadá es de 14 dólares la hora. Lleva un mes buscando trabajo. «No creo que tarde mucho, el mercado se mueve rápido».

El de Santiago Uzal, de 31 años, es un caso de éxito. Llegó a Toronto con un nivel muy bajo de inglés y tras cinco años en el país tiene un puesto de manager para Europa en la empresa de idiomas ILAC, una de las más potentes del país. «La mayoría de españoles llegan con la mentalidad de la titulitis, pensando que por tener un grado el mercado les va a absorber. Pero aquí es todo networking, necesitas una puerta de acceso que, muchas veces, está por debajo de tu nivel», señala.

Él tenía estudios de Formación Profesional, que compaginaba con campañas de incendios como bombero forestal en Galicia. «No veía futuro es España, al final te cansas de los trabajos temporales. En Canadá puedes escalar en la empresa». Él lleva cinco años en ILAC, donde realizó el curso de inglés y obtuvo su primer empleo como monitor de estudiantes internacionales. Lo compaginaba con un trabajo de camarero en un restaurante brasileño. Ya ha conseguido la residencia permanente. «Me puedo beneficiar de las mismas ayudas que los canadienses, salvo el derecho a voto. No tengo ninguna intención de volver a España».

Fuente: https://elpais.com/economia/2018/05/28/actualidad/1527526183_441482.html

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Familias que se rebelan contra el sistema y educan a sus hijos en casa

Por: Ana Torres Menárguez

En España hay unos 4.000 ‘homeschoolers’, una opción que no está regulada y que obliga a las familias a vivir en la clandestinidad

Adriana y Antonio son homeschoolers. Educan a su hijo Diógenes, de ocho años, en casa. Creen que la educación no es una ciencia exacta. “No está claro si se aprende mejor con disciplina o con flexibilidad, los griegos ya debatían sobre ello y han pasado más de 2.000 años y no se ha llegado a ninguna conclusión”, opina el padre del niño, Antonio Soria, de 43 años y ex profesor de Filosofía de Secundaria. Viven en el centro de Madrid y su hijo no aprende matemáticas con libros de texto. No siguen ninguna metodología específica. Dejan que sea Dío, como al chico le gusta que le llamen, quien se interese por los temas y pregunte. Entonces ellos se documentan para contestar, le llevan a museos, leen libros o ven documentales. Internet es su mayor fuente de conocimiento.

En España todas las familias están obligadas por ley a escolarizar a sus hijos desde los seis hasta los 16 años. Educar en casa es una opción que no está regulada y que puede ser motivo de denuncia. Por eso, no existe un registro oficial de homeschoolers, pero los expertos calculan que hay unas 4.000 familas. «Hay pocos casos de familias a las que un tribunal haya obligado a escolarizar a sus hijos. La mayoría de denuncias se archivan una vez que la Fiscalía comprueba que no hay abandono», señala Carlos Cabo, profesor de la Universidad de Oviedoy autor de la primera tesis doctoral sobre homeschooling en España.

Según la investigación publicada en 2012 por Cabo, la mayoría de familias viven en la clandestinidad por miedo a posibles denuncias. En 2010 el Tribunal Constitucional se posicionó a favor de una sentencia que obligaba a dos familias de Málaga a escolarizar a sus hijos y resolvió que «la facultad de los padres de elegir para sus hijos una educación ajena al sistema de escolarización obligatoria por motivos de orden pedagógico no está comprendida en ninguna de las libertades constitucionales».

Los procesos judiciales, señala Cabo en su tesis, suelen comenzar con una denuncia de los centros educativos -en el caso de que el menor haya sido desescolarizado-, de los servicios sociales, de vecinos o incluso de familiares cercanos. «Cuando se comprueba que los menores no están desatendidos, el caso se suele archivar. Hay ocasiones en las que la Fiscalía entiende que hay infracción de ley y el caso pasa a los Tribunales, que suelen fallar a favor de quienes educan en casa», señala Cabo. En países como Reino Unido, Francia, Noruega, Estados Unidos o Canadá es legal educar en casa.

Con ese escenario, hay familias como la de Adriana y Antonio que no quieren esconderse. «La escuela atrofia los intereses que surgen durante la infancia, se pierden las ganas de aprender porque no hay factor sorpresa», cuenta Adriana, de 41 años. Ella no terminó la carrera de Psicología y desde hace años se dedica, junto a Antonio, a la venta de productos por internet. Son autónomos y trabajan en casa.

Es una mañana de jueves, es festivo, pero no para ellos. Dío lee sus cómics de Tintín y avanza en su nuevo proyecto: un videojuego hecho de papel. Dice que de mayor quiere montar una empresa de videojuegos. A sus padres no les preocupa su futuro laboral, tienen «plena confianza» en las capacidades de su hijo y creen que si quiere acceder a la Universidad sabrá cómo hacerlo. Dío toca el piano, va a clases de teatro y se reúne con otros niños homeschoolers en pueblos de la sierra de Madrid. «Seguir horarios y cumplir mandatos no te prepara mejor para la vida», apunta Antonio. «La responsabilidad se adquiere con la libertad», añade. Su hijo decidió voluntariamente dejar de ver la televisión porque le aburría. Durante un año y medio, sus padres le dejaron verla tantas horas como quiso.

El perfil mayoritario de las familias homeschoolers tiene estudios superiores. En la investigación de Cabo, en la que entrevistó a 114 familias, el 56% de ellas aseguraron tener estudios universitarios. «Lo hacen por razones pedagógicas. Apuestan por una educación personalizada, aunque es cierto que no todo el mundo está dispuesto a dedicar tanto tiempo a sus hijos o simplemente no se lo puede permitir», indica Cabo. El 23% de los padres aseguraron ser autónomos, el 13% funcionarios y un 7% asalariados.

«Antes era un tipo de vida que escogían los hippies, pero ahora está mucho más extendido, en parte, como consecuencia de los problemas a los que la escuela no sabe responder como el bulling», opinia Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y autor del libro La educación en la Encrucijada. Aún así, defiende que el colegio es «la mejor opción» para un niño puesto que enseña a vivir en sociedad y supera las limitaciones de la familia. Crea personas autónomas. «Una escuela es más pública que una familia. Si algo funciona mal se detecta antes. Los malos tratos familiares se suelen conocer a través del colegio», añade.

Maite, que prefiere no dar su nombre real, educa a sus dos hijos en su casa en un pueblo de 7.000 habitantes del País Vasco. Critica que la escuela pública no respeta los diferentes ritmos de los niños, ni sus inquietudes, y que «todos aprenden lo mismo al mismo tiempo». Ella y su marido tienen un negocio de venta de antigüedades, son autónomos. «En el sistema educativo siempre se puede entrar, lo complicado es salir», apunta. Un niño que no ha acudido a la escuela puede presentarse por libre a las pruebas de la ESO cuando cumple 18 años y con 21 a las de Bachillerato. A partir de ahí, puede realizar la selectividad y acceder a la Universidad.

«El mercado laboral no me preocupa, está en permanente cambio. A los de mi generación (tiene 41 años) la carrera nos iba a salvar la vida, y yo jamás he ejercido», cuenta. En su casa tampoco se usan libros de texto, pero ella sí sigue una guía de contenidos para que sus hijos aprendan lo mismo que los otros chicos de su edad. Además de acudir a la biblioteca y utilizar contenidos de internet, especialmente de YouTube, el recurso «más importante» es la gente de alrededor. «Conocimos a un astrónomo retirado y se ha convertido en una fuente de conocimiento inigualable para mis hijos», cuenta. En el pueblo, los vecinos ya no les juzgan ni les miran con extrañeza, pero prefieren mantenerse en el anonimato para evitar posibles problemas con la justicia.

Otra de las máximas expertas en España sobre homeschooling es Madalen Goiria, autora de la tesis doctoral La opción de educar en casa (Tirant, 2014) y profesora de Derecho Civil en la Universidad del País Vasco. «Lo que más les preocupa a los padres es la socialización de sus hijos, la reincorporación a la escuela, el acceso a los estudios superiores o los pasos que deban dar si reciben una notificación de los servicios sociales», explica.

En su investigación deja claro entre las cerca de 4.000 familias que educan a sus hijos en casa, destacan dos motivos fundamentales. La inadaptación de los niños a la escuela y los problemas de bulling y la disconformidad con las pedagogías. «Muchos lo hacen para evitar que sus hijos sufran, los ven infelices. Otros ven el sistema público demasiado centrado en la memorística y la autoridad, se sienten excluídos del proceso de aprendizaje», detalla Goiria, que cree que se trata de un modelo caduco.

«El sistema no responde a las necesidades del 100% de los alumnos y no existen mecanismos eficaces para salvar a los que se quedan colgados», dice en referencia al 19% de jóvenes entre 18 y 24 años que abandonaron prematuramente el sistema educativo habiendo completado como mucho el primer ciclo de la ESO, según datos de Eurostat de 2017, y que sitúan a España como el segundo país en fracaso escolar por detrás de Malta.

Goiria hace una reflexión: si el Estado no interfiere en el control de la alimentación en los hogares, ¿por qué debe hacerlo con la educación? «El Gobierno no controla la planificación nutritiva de la familia, da por hecho que lo harán bien, y muchas enfermedades derivan de una mala alimentación», apunta. «¿Por qué no nos parece normal que los progenitores quieran dedicar gran parte de su tiempo a enseñar y educar a sus hijos?», lanza. «España ya no es una sociedad analfabeta», zanja.

Fuente: https://elpais.com/economia/2017/10/11/actualidad/1507731627_695560.htm

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‘Apps’ y webs para convertirte en un fenómeno en matemáticas

Por: Ana Torres Menárquez

La inteligencia artificial decide los pasos a seguir por el alumno en base a su ritmo de aprendizaje.

“En el mundo real usamos ordenadores para calcular. En educación usamos a las personas para que hagan el cálculo”. Esta frase resume el pensamiento de Conrad Wolfram, matemático británico y fundador de la organización Computer Based Math, cuyo objetivo es rediseñar los contenidos de la asignatura de matemáticas y exportar el modelo a todo el mundo. Para Wolfram, el problema es la cantidad de tiempo que los estudiantes dedican a aprender a calcular a mano, cuando los ordenadores deberían asumir esa función. Cree que hay una gran brecha entre las matemáticas que se enseñan en la escuela y el uso que se hace de ellas en el día a día. “Los niños deberían aprender a cuestionar los datos estadísticos que ofrecen los gobiernos o a calcular la probabilidad de que llueva mañana”, señala. El error: dedicar tantas horas a resolver operaciones, como divisiones, de largas cifras.

De momento, su empresa ha rediseñado el programa académico de la asignatura de matemáticas en varios colegios públicos de Estonia, donde los alumnos trabajan fundamentalmente probabilidad y estadística. Preguntas como ¿Son las chicas mejores en matemáticas? o ¿Mi estatura está en la media? forman parte del contenido de ese programa piloto. “Hay que plantearse por qué obligamos a los estudiantes a dedicar tantos años de su vida a aprender lo que un teléfono resuelve en segundos”, remarca Wolfram.

En España el debate está todavía muy lejos de apartar el cálculo de las aulas. Aquí no se discute el contenido, sino la forma de aprenderlo. “La enseñanza oficial falla en un aspecto, no dispone de recursos para ofrecer un método personalizado”, dice Daniel González de la Vega, ingeniero industrial y fundador de Smartick, un software de inteligencia artificial que analiza la forma en la que un niño resuelve problemas y que adapta el contenido a la velocidad de aprendizaje. La idea es estimular al estudiante con continuos retos adaptados a su nivel. Smartick promete una mejoría en las notas de los estudiantes con solo 15 minutos al día en la aplicación y se dirige a niños de entre cuatro y 14 años.

‘Apps’ y webs para convertirte en un fenómeno en matemáticas
González compara las matemáticas con un edificio. «Siempre se construyen sobre un nivel anterior y hacen falta pilares sólidos como las tablas de multiplicar», explica. Si un estudiante termina un curso con alguna laguna conceptual, probablemente suspenda la asignatura en años consecutivos. «De ahí la frustración con las matemáticas», añade. En su opinión, todos los alumnos deben interiorizar los llamados «hechos numéricos», trozos de información que se automatizan, como, por ejemplo, saber que ocho más siete son 15 sin la necesidad de sumar esas cantidades. «Sin las herramientas básicas interiorizadas sería muy difícil resolver un problema complejo».

Un recurso efectivo es la repetición de ejercicios de forma «inteligente» y eso es lo que hace Smartick. Adaptar las tareas continuamente al máximo nivel de competencia del estudiante, un software en el que trabajan diariamente más de 40 personas, entre ellos un profesor de didáctica de las matemáticas de la Universidad Autónoma de Madrid y un experto en inteligencia artificial de la Carlos III. Desde su lanzamiento en 2011, lo han usado más de 25.000 usuarios y actualmente emplean la herramienta 20 colegios en España (públicos, concertados y privados). El precio es de 30 euros al mes y está disponible para Android e iOS y en formato web.

Gracias a la inteligencia artificial, Smartick decide qué camino de aprendizaje debe seguir cada niño en función de su evolución. Una tecnología que les ha llevado a ganar el Premio Emprededor XXI, impulsado por La Caixa y el Ministerio de Educación, el Tell us Awards, de la Comisión Europea y el reconocimiento como una de las mejores 15 startups del mundo por The Next Web, un evento que reúne cada año en Nueva York a empresas tecnológicas innovadoras.

‘Apps’ y webs para convertirte en un fenómeno en matemáticas
Otra de las webs educativas para mejorar en matemáticas es Intermatia, para estudiantes de Secundaria y Bachillerato. Desarrollada por Juan González-Meneses, director del departamento de Álgebra de la Universidad de Sevilla, y su equipo, ofrece ejercicios interactivos que una vez resueltos, se corrigen solos. «Nuestro objetivo es conseguir que los estudiantes entiendan las matemáticas practicando con ellas y a la vez liberar a los profesores de la parte más tediosa; corregir ejercicios», apunta González-Meneses. Lo que diferencia a Intermatia de otras aplicaciones, explica el docente, es que si el problema no está bien resuelto, su software muestra las diferentes opciones para resolverlo paso a paso.

«Nuestro método está gamificado y eso les motiva; hacen más ejercicios que con una hoja de papel». Integrales, derivadas y hasta 100 opciones para practicar las matemáticas.En 2016 ganaron el premio al Mejor Método de Aprendizaje Online en SIMO Educación, una de las mayores ferias de tecnología y educación de Madrid. Lanzada en 2015, una treinta de colegios españoles (públicos, privados y concertados) la están usando. El precio es de 9,95 euros al mes y todavía no dispone de app.

‘Apps’ y webs para convertirte en un fenómeno en matemáticas
 Un paso más allá va la aplicación Geogebra, desarrollada por el austriaco Markus Hohenwarter, profesor de Matemáticas en laJohannes Kepler University Linz, en Austria. Además de emplear la inteligencia artificial para proponer al estudiante desde los seis hasta los 25 años los contenidos que se adaptan a su ritmo de aprendizaje, permite jugar con las figuras geométricas, desmontarlas y crear nuevas formas. En definitiva, se trata de manipular objetos y resolver problemas. «Un ejercicio típico en clase es hallar la posición del circuncentro de un triángulo -el centro de la circunferencia que pasa por los tres vértices-. El programa, que es gratuito, permite mover el triángulo y observar cómo se traslada ese punto», señala Hohenwarter. El objetivo es que el alumno experimente con las formas y dirija su propia investigación.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/07/26/talento_digital/1501084147_906306.html

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Ejemplos europeos que funcionan

Por: Ana Torres Menárquez

En los institutos alemanes, cuando los estudiantes tienen entre 13 y 15 años, se les informa de que la Universidad no es la única opción. Una serie de profesores formados en FP Dual y con presencia en todos los centros les cuentan que con ese programa podrán cobrar unos 800 euros al mes mientras estudian y que el 68% de ellos conseguirá un contrato una vez finalizada la formación, que dura entre dos y tres años. En el curso 2016-2017, un total de 520.000 estudiantes están cursando la FP Dual en Alemania, y 80.600 se quedaron sin plaza, un 13% de los solicitantes. Desde que se implantó el modelo en 1969, el 50% de la fuerza laboral se ha formado en FP Dual.

“El nivel de implicación de las empresas es tremendo, se preocupan por la evolución del estudiante y por las notas que obtiene porque en la mayoría de casos serán parte de su plantilla”, explica Beate Gröblinghoff, directora del Instituto de Formación Profesional de Hamburgo. En algunas empresas, el tipo de contrato que ofrecerán al graduado dependerá directamente de la nota que obtenga en el examen final. Contrato por un año, fijo o indefinido. El Gobierno alemán reconoce que ese sistema es la clave para que la tasa de paro juvenil esté por debajo del 7% en Alemania. “Les da las herramientas para encajar en el mercado: se combinan a la perfección los conocimientos teóricos con la experiencia práctica”, señala Gröblinghoff.

Gráfico: La FP Dual en España y Europapulsa en la foto
Gráfico: La FP Dual en España y Europa

A diferencia de lo que sucede en España, los estudiantes alemanes son los que se ponen en contacto con las empresas para hacerles saber que les gustaría formarse allí. Para eso, investigan qué firmas de su área geográfica participan en el programa y tratan de filtrar las que mejor encajan con sus intereses. Si las empresas les preseleccionan, acuden a las oficinas para someterse a una entrevista personal. Una vez tienen el sí definitivo, formalizan la matrícula en el centro de estudios. “Las empresas eligen a los estudiantes con un proceso de selección similar al de un puesto de trabajo, de forma que se da un encaje perfecto entre el número de aprendices a formar y la demanda real del mercado laboral”, recalca Gröblinghoff. En el 75% de los casos es el alumno el que busca la plaza en la empresa; el resto son ayudados por las oficinas públicas de empleo.

El 21% de las compañías alemanas participan en el sistema de formación dual y capacitan a más de medio millón de nuevos aprendices cada año, según datos de la Oficina Federal de Estadística alemana. Los estudiantes pueden escoger entre 327 profesiones y la inversión media de las empresas en cada uno de ellos es de 18.000 euros al año. Las cámaras de comercio definen las competencias necesarias para cada profesión, elaboran los exámenes comunes a nivel estatal, controlan la calidad de la formación recibida y certifican a las empresas formadoras.

María Guardia, catalana de 31 años, se marchó a Hamburgo hace cuatro años para estudiar un ciclo de seguros y finanzas. Licenciada en Económicas, llevaba varios años encadenando becas, ninguna por un periodo superior a seis meses. Se enteró a través de la Cámara de Comercio de Barcelona de que la empresa de seguros alemana HanseMerkur estaba buscando estudiantes europeos para incorporar en el programa de FP Dual. La seleccionaron con un nivel B1 de alemán. “No dominaba el idioma bien, y me pagaron clases de alemán”, cuenta. La principal diferencia con el sistema español, asegura Guardia, es que sentía que la empresa le pagaba por estudiar y por ir a clase. “Me pedían explicaciones si un examen me salía mal. Al finalizar el programa me contrataron”. Ahora cobra más de 2.000 euros al mes.

Suiza es otro de los países de referencia en cuanto al éxito del modelo dual. El 30% de las empresas participan formando a aprendices y todos los gobiernos regionales (los llamados cantones) promocionan el sistema, apuntan desde la Alianza para la Formación Dual. Dos tercios de los estudiantes suizos optan por una de las 250 titulaciones disponibles cada curso. Las compañías participan en la creación de los contenidos y de los programas académicos. Como en Alemania, son los propios alumnos los que buscan la empresa antes de matricularse en el centro y el salario que perciben durante la formación va desde los 1.000 hasta los 1.500 euros mensuales, de los que los cantones subvencionan cerca de 25%.

En Holanda la FP también está muy asentada y el 40% de su fuerza laboral se ha formado en ese modelo. Entre los alumnos de FP, un 55% optan por un itinerario dual, con una duración que va desde los seis hasta los cuatro años. El salario de los aprendices se regula desde los sectores profesionales a través de convenios colectivos; un estudiante no percibe lo mismo en una empresa de mecánica que en una de construcción.

Fuente: https://elpais.com/economia/2018/01/05/actualidad/1515167242_003268.html

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Familias que se rebelan contra el sistema y educan a sus hijos en casa

Por: Ana Torres Menárquez

Adriana y Antonio son homeschoolers. Educan a su hijo Diógenes, de ocho años, en casa. Creen que la educación no es una ciencia exacta. “No está claro si se aprende mejor con disciplina o con flexibilidad, los griegos ya debatían sobre ello y han pasado más de 2.000 años y no se ha llegado a ninguna conclusión”, opina el padre del niño, Antonio Soria, de 43 años y ex profesor de Filosofía de Secundaria. Viven en el centro de Madrid y su hijo no aprende matemáticas con libros de texto. No siguen ninguna metodología específica. Dejan que sea Dío, como al chico le gusta que le llamen, quien se interese por los temas y pregunte. Entonces ellos se documentan para contestar, le llevan a museos, leen libros o ven documentales. Internet es su mayor fuente de conocimiento.

En España todas las familias están obligadas por ley a escolarizar a sus hijos desde los seis hasta los 16 años. Educar en casa es una opción que no está regulada y que puede ser motivo de denuncia. Por eso, no existe un registro oficial de homeschoolers, pero los expertos calculan que hay unas 4.000 familas. «Hay pocos casos de familias a las que un tribunal haya obligado a escolarizar a sus hijos. La mayoría de denuncias se archivan una vez que la Fiscalía comprueba que no hay abandono», señala Carlos Cabo, profesor de la Universidad de Oviedoy autor de la primera tesis doctoral sobre homeschooling en España.

Según la investigación publicada en 2012 por Cabo, la mayoría de familias viven en la clandestinidad por miedo a posibles denuncias. En 2010 el Tribunal Constitucional se posicionó a favor de una sentencia que obligaba a dos familias de Málaga a escolarizar a sus hijos y resolvió que «la facultad de los padres de elegir para sus hijos una educación ajena al sistema de escolarización obligatoria por motivos de orden pedagógico no está comprendida en ninguna de las libertades constitucionales».

Los procesos judiciales, señala Cabo en su tesis, suelen comenzar con una denuncia de los centros educativos -en el caso de que el menor haya sido desescolarizado-, de los servicios sociales, de vecinos o incluso de familiares cercanos. «Cuando se comprueba que los menores no están desatendidos, el caso se suele archivar. Hay ocasiones en las que la Fiscalía entiende que hay infracción de ley y el caso pasa a los Tribunales, que suelen fallar a favor de quienes educan en casa», señala Cabo. En países como Reino Unido, Francia, Noruega, Estados Unidos o Canadá es legal educar en casa.

Con ese escenario, hay familias como la de Adriana y Antonio que no quieren esconderse. «La escuela atrofia los intereses que surgen durante la infancia, se pierden las ganas de aprender porque no hay factor sorpresa», cuenta Adriana, de 41 años. Ella no terminó la carrera de Psicología y desde hace años se dedica, junto a Antonio, a la venta de productos por internet. Son autónomos y trabajan en casa.

Es una mañana de jueves, es festivo, pero no para ellos. Dío lee sus cómics de Tintín y avanza en su nuevo proyecto: un videojuego hecho de papel. Dice que de mayor quiere montar una empresa de videojuegos. A sus padres no les preocupa su futuro laboral, tienen «plena confianza» en las capacidades de su hijo y creen que si quiere acceder a la Universidad sabrá cómo hacerlo. Dío toca el piano, va a clases de teatro y se reúne con otros niños homeschoolers en pueblos de la sierra de Madrid. «Seguir horarios y cumplir mandatos no te prepara mejor para la vida», apunta Antonio. «La responsabilidad se adquiere con la libertad», añade. Su hijo decidió voluntariamente dejar de ver la televisión porque le aburría. Durante un año y medio, sus padres le dejaron verla tantas horas como quiso.

El perfil mayoritario de las familias homeschoolers tiene estudios superiores. En la investigación de Cabo, en la que entrevistó a 114 familias, el 56% de ellas aseguraron tener estudios universitarios. «Lo hacen por razones pedagógicas. Apuestan por una educación personalizada, aunque es cierto que no todo el mundo está dispuesto a dedicar tanto tiempo a sus hijos o simplemente no se lo puede permitir», indica Cabo. El 23% de los padres aseguraron ser autónomos, el 13% funcionarios y un 7% asalariados.

«Antes era un tipo de vida que escogían los hippies, pero ahora está mucho más extendido, en parte, como consecuencia de los problemas a los que la escuela no sabe responder como el bulling», opinia Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y autor del libro La educación en la Encrucijada. Aún así, defiende que el colegio es «la mejor opción» para un niño puesto que enseña a vivir en sociedad y supera las limitaciones de la familia. Crea personas autónomas. «Una escuela es más pública que una familia. Si algo funciona mal se detecta antes. Los malos tratos familiares se suelen conocer a través del colegio», añade.

Maite, que prefiere no dar su nombre real, educa a sus dos hijos en su casa en un pueblo de 7.000 habitantes del País Vasco. Critica que la escuela pública no respeta los diferentes ritmos de los niños, ni sus inquietudes, y que «todos aprenden lo mismo al mismo tiempo». Ella y su marido tienen un negocio de venta de antigüedades, son autónomos. «En el sistema educativo siempre se puede entrar, lo complicado es salir», apunta. Un niño que no ha acudido a la escuela puede presentarse por libre a las pruebas de la ESO cuando cumple 18 años y con 21 a las de Bachillerato. A partir de ahí, puede realizar la selectividad y acceder a la Universidad.

«El mercado laboral no me preocupa, está en permanente cambio. A los de mi generación (tiene 41 años) la carrera nos iba a salvar la vida, y yo jamás he ejercido», cuenta. En su casa tampoco se usan libros de texto, pero ella sí sigue una guía de contenidos para que sus hijos aprendan lo mismo que los otros chicos de su edad. Además de acudir a la biblioteca y utilizar contenidos de internet, especialmente de YouTube, el recurso «más importante» es la gente de alrededor. «Conocimos a un astrónomo retirado y se ha convertido en una fuente de conocimiento inigualable para mis hijos», cuenta. En el pueblo, los vecinos ya no les juzgan ni les miran con extrañeza, pero prefieren mantenerse en el anonimato para evitar posibles problemas con la justicia.

Otra de las máximas expertas en España sobre homeschooling es Madalen Goiria, autora de la tesis doctoral La opción de educar en casa (Tirant, 2014) y profesora de Derecho Civil en la Universidad del País Vasco. «Lo que más les preocupa a los padres es la socialización de sus hijos, la reincorporación a la escuela, el acceso a los estudios superiores o los pasos que deban dar si reciben una notificasión de los servicios sociales», explica.

En su investigación deja claro entre las cerca de 4.000 familias que educan a sus hijos en casa, destacan dos motivos fundamentales. La inadaptación de los niños a la escuela y los problemas de bulling y la disconformidad con las pedagogías. «Muchos lo hacen para evitar que sus hijos sufran, los ven infelices. Otros ven el sistema público demasiado centrado en la memorística y la autoridad, se sienten excluídos del proceso de aprendizaje», detalla Goiria, que cree que se trata de un modelo caduco.

«El sistema no responde a las necesidades del 100% de los alumnos y no existen mecanismos eficaces para salvar a los que se quedan colgados», dice en referencia al 19% de jóvenes entre 18 y 24 años que abandonaron prematuramente el sistema educativo habiendo completado como mucho el primer ciclo de la ESO, según datos de Eurostat de 2017, y que sitúan a España como el segundo país en fracaso escolar por detrás de Malta.

Goiria hace una reflexión: si el Estado no interfiere en el control de la alimentación en los hogares, ¿por qué debe hacerlo con la educación? «El Gobierno no controla la planificación nutritiva de la familia, da por hecho que lo harán bien, y muchas enfermedades derivan de una mala alimentación», apunta. «¿Por qué no nos parece normal que los progenitores quieran dedicar gran parte de su tiempo a enseñar y educar a sus hijos?», lanza. «España ya no es una sociedad analfabeta», zanja.

Fuente: https://elpais.com/economia/2017/10/11/actualidad/1507731627_695560.html

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