Por: Ana Torres Menárquez
Es una obviedad que para un graduado universitario las prácticas sin remunerar son un sacrificio temporal tras una infructuosa búsqueda de empleo. ¿Pero qué hay del futuro? ¿Puede tener alguna consecuencia en su carrera a largo plazo? Un estudio de la Universidad de Essex (Reino Unido) señala que hacer prácticas gratis perjudica el salario que se obtendrá en el futuro, concretamente tres años y medio después de la graduación. Los licenciados que realizaron prácticas no remuneradas después de obtener su titulación, ganan 3.500 libras (3.973 euros) menos de media al año que los que se incorporaron directamente al mercado laboral y 1.500 libras (1.703 euros) menos que los que continuaron estudiando y se matricularon en algún máster.
«Para algunos las prácticas no remuneradas son una vía para acceder a la empresa de sus sueños, pero nuestro estudio revela que a la larga es perjudicial tanto en salario como en satisfacción laboral», señala Angus Holford, economista del Instituto de Investigación Social y Económica de la Universidad de Essex y autor del estudio Acces to and Returns from unpaid graduate internships (el acceso a prácticas no remuneradas y su retorno, en castellano), que analiza por primera vez en Reino Unido las desigualdades socio económicas en el acceso a las prácticas no remuneradas.
Holford analizó los datos de más de 45.000 graduados de Inglaterra y Gales entre 2005 y 2011, recogidos en la encuesta Destination of leavers from higher education, elaborada por la Agencia Estadística de Educación Superiorbritánica. Dicha encuesta refleja la situación laboral de los universitarios seis meses después de haber finalizado su primer grado y mide de nuevo su estado tres años más tarde.
Según los datos de esa encuesta, tres años y medio después de graduarse, los jóvenes que realizaron prácticas no remuneradas tienen un salario medio de 23.800 libras (27.021 euros) al año; los que accedieron directamente a un puesto de trabajo de 26.900 (30.540 euros), y los que continuaron estudiando de 26.000 (29.518 euros). «Si un estudiante tiene muy claro que quiere trabajar en una empresa concreta es muy importante que se planifique e intente hacer prácticas durante la carrera. Hace falta una estrategia», destaca Holford.
Pero más allá de las aspiraciones de los universitarios está su situación socio económica y este ha sido el objeto de su estudio. Entre los graduados que reportaron haber aceptado prácticas gratis después de haber obtenido su título, el 81% acudieron a institutos públicos y solo el 19% a privados. «En Reino Unido solo el 7% de la población acude a institutos privados, es una situación inusual», apunta Holford. La mayoría de jóvenes que accedieron directamente al mercado laboral aseguraron en la encuesta tener unos padres con trabajos cualificados. «La red de contactos influye en la búsqueda del primer empleo y los jóvenes que ven frustrados sus intentos acaban aceptando esos programas», denuncia.
Además del sueldo, la encuesta mide el grado de satisfacción laboral, del que este colectivo también sale peor parado. A la afirmación «muy satisfecho con mi trabajo» contestaron sí el 35,6% de los que accedieron a un trabajo directamente, el 41, 2% de los que continuaron con sus estudios y el 27, 6% de los que hicieron prácticas gratis.
De los graduados que realizaron prácticas gratis, el 81% acudieron a institutos públicos y el 19% a privados
El informe señala que en Reino Unido la postura legal sobre las prácticas no remuneradas es muy clara: «si trabajas las mismas horas que el resto de empleados, haces el mismo tipo de tareas y contribuyes a generar valor para la compañía, legalmente eres un trabajador con derecho al salario mínimo».
A diferencia de Reino Unido, en España no existe ninguna agencia que haga un seguimiento de la situación laboral de los graduados y se desconoce cuántos de ellos han realizado prácticas no remuneradas tras su paso por la Universidad. «En España este abuso se ve como el peaje necesario para ser contratado. Sabemos que hay empresas que se saltan la ley y hacen estas ofertas de forma unilateral: trabajo, a veces a jornada completa, a cambio de nada», indica Javier Pueyo, adjunto a la secretaría de juventud de CC OO. «Muchos llegan a los 30 encadenando prácticas no laborales», añade. En el sindicato solo tienen datos de los becarios que cotizan a la seguridad social. El resto se escapan de su alcance.
Con la ley en la mano, dentro del grupo de prácticas no laborales (las que no incluyen un contrato laboral) y que no complementan la formación (son específicas para graduados) solo existen dos tipos, y las dos requieren obligatoriamente un convenio entre la empresa y el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) o el Sistema de Formación para el Empleo. Ambas son remuneradas (consultar el informe Aprendices, becarios y trabajo precario de CCOO).
Miguel, de 32, que prefiere no dar su nombre real, lleva nueve meses trabajando en un despacho de abogados de Alicante sin cobrar nada. No ha firmado ningún contrato. Es graduado en Derecho y tiene una antigua diplomatura en Gestión y Administración Pública. Se enteró de la oferta a través del portal de empleo Indeed, donde no se especificaba ningún detalle del salario. «Me dijeron que estaría tres meses de prueba sin remuneración, pero todo sigue igual. La excusa: no hay dinero», cuenta por teléfono. En el despacho trabajan seis personas y él redacta demandas pero no va a juicios. No se ha podido colegiar por falta de dinero. «Estoy aprendiendo bastante, mi horario son cinco horas al día pero otros compañeros están en despachos como Garrigues y cobran, al menos, 800 euros». Sabe que su situación es irregular, pero confía en que pronto le hagan un contrato.
En España ho hay datos de los jóvenes que hacen prácticas no remuneradas tras su paso por la Universidad
«Las prácticas no remuneradas son la vía de entrada para los alumnos sin capital social. Acaban encadenando trabajos de menor rango que los que activan sus contactos para acceder directamente. Es una desigualdad de origen social», opina Xavier Martínez Celorrio, profesor de Sociología de la Educación de la Universitat de Barcelona, que denuncia que el Estado no dispone de observatorios eficientes para analizar y hacer un seguimiento del empleo.
Una de las principales desventajas de aceptar ese tipo de prácticas es la dificultad posterior para acceder a un cargo de responsabilidad, señala Luis Pérez, director de relaciones institucionales de Randstad, una de las grandes empresas de colocación. Pone un ejemplo. Para ocupar el cargo de director financiero de una compañía se requieren como mínimo dos años como administrativo en el departamento de contabilidad, otros dos como contable y un par más como jefe de contabilidad. «Es una trayectoria ficticia, pero una forma de entender que hacen falta seis años para llegar ahí. Ese puede ser el perjuicio para esos jóvenes, pierden años de experiencia y es más complicado que lleguen al nivel de los demás». Es un freno en una carrera profesional ascendente.
Pérez asegura que en su portal de empleo no figuran ofertas de empleos sin remunerar para graduados, un «fraude de ley contra el que hay que luchar».
Fuente: https://economia.elpais.com/economia/2017/09/14/actualidad/1505385674_018406.html