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Francesco Tonucci: «Yo soy uno de los culpables de que en Pontevedra haya ‘lombos’ ahora»

«Un buen político es el que sabe escuchar», asegura el autor de «La ciudad de los niños»

Europa/España/Ana López Pontevedra / farodevigo.es/

El psicopedagogo Francesco Tonucci ha vuelto a Pontevedra, esa ciudad a la que ha inspirado y que tanto le inspira a él. Este vez lo ha hecho acompañado de una delegación de alcaldes y representantes municipales de ayuntamiento de la región de Lazio, en Italia, su país de origen. Se trata de que conozcan el modelo urbano de la ciudad a través de una serie de visitas y jornadas técnicas, como la que ayer se celebró en la Casa da Luz.

-Otra vez en Pontevedra. ¿Cuántas van ya?

-No lo sé. Yo vengo a España hasta ocho veces cada año. Lo interesante es el cambio. Este es un viaje totalmente diferente. Es la primera vez que no vengo para hablar, para dar conferencias, para que me escuchen, sino para aprender. Estoy acompañando a un grupo de administradores italianos de la región Lazio y de la ciudad de Fano, donde comenzó la experiencia de «La ciudad de los niños», justo hace 25 años. Estos administradores son alcaldes, concejales, de ciudades medianas, pequeñas, alrededor de Roma, que están aquí para aprender de vuestros gobernantes cómo ha sido posible un cambio de esta ciudad tan positivo desde el año 1999 hasta hoy.

-¿Qué impresión se han llevado en sus primeras salidas?

-Han surgido muchas preguntas: cómo, por qué, con qué recursos… El impacto ha sido muy fuerte y están muy emocionados y muy motivados para hacer algo parecido en sus ciudades.

-¿Fuerte es positivo?

-Sí, es un poco el efecto que nosotros esperábamos y lo estamos consiguiendo.

-¿Este modelo es imitable?

-La idea nunca debe ser de copiar cosas. Copiar es feo, es de débiles, lleva a un nivel bajo. Lo que tenemos que proponer, y la gente debe asumir, son las ideas fuertes, la filosofía. Aquí hay una idea de una ciudad que debe mejorarse. Debe pasarse de una ciudad de pocos, la de los coches, a una de todos, que son los peatones. Nosotros no queremos una ciudad solo para los niños, infantilizada, sino para todos, hasta para los niños. En cada lugar hay que aplicarlo de manera distinta.

-Con sus propias características…

-Claro, cada ciudad tiene su historia, tradiciones, resistencias…

-Entre las resistencias se pueden encontrar los ciudadanos. Ellos también deben opinar sobre el modelo de ciudad que quieren…

-Un buen político es aquel que sabe escuchar, sabe pedir, tener en cuenta lo que piensan sus ciudadanos. Los ciudadanos son partícipes, y los niños también tienen derecho a participar, y eso lo reconoce la Convención de los Derechos del Niño, que dice que los niños tienen derecho a expresar su opinión cuando se toman decisiones que les afectan, lo cual ocurre siempre. La fuerza de Pontevedra es que ha sabido involucrar a la gente.

-Pero aquí también ha habido , y sigue habiendo, esas «resistencias».

-Sí, pero lo importante es que conmigo está la mayoría de la gente porque les estoy beneficiando. A los más débiles: a los niños, ancianos…

-Las críticas aquí se han centrado en los últimos tiempos en los «lombos».

-Esa es mi culpa. Yo soy uno de los responsables de que en Pontevedra haya lombos ahora (risas). En una conferencia, que escuchó el alcalde, yo decía que era una vergüenza que las personas con discapacidad tuviesen que subir y bajar, cuando el camino del peatón debe ser el que no pierda la cota. Los «lombos» no son obstáculos, son un privilegio de los peatones. La idea es que el camino de los peatones se quede siempre a su cota. Yo hablé esto con el alcalde en una conferencia pública y él lo asumió. El resultado es que esto es un obstáculo para los coches y les obliga a reducir la velocidad.

Fuente: http://www.farodevigo.es/portada-pontevedra/2016/09/22/francesco-tonucci-culpables-pontevedra-haya/1537963.html

Foto de Gustavo Santos

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Claudio Naranjo: “La educación debería liderar el cambio, pero es la institución más obsoleta”

Chile/29 septiembre 2016/Fuente: El Confidencial

El psiquiatra chileno Claudio Naranjo (Valparaíiso, 1932) es una de las figuras más relevantes del humanismo contemporáneo. Aunque se dio a conocer por sus trabajos en torno a la terapia gestalt y el eneagrama de la personalidad, desde finales de los noventa ha centrado sus estudios en el ámbito de la educación. Pese a tener ya 80 años, Naranjo escribe una media de dos o tres libros al año y sigue impartiendo conferencias en todo el mundo.

En su última visita a Madrid, Naranjo atendió a El Confidencial en un pequeño piso del barrio de Ibiza, donde suele pasar las noches cuando visita nuestro país. El psiquiatra no necesita hoteles: en casi todas las ciudades tiene admiradores que le ofrecen techo, amistad y le siguen a todas partes. En cierto modo Naranjo parece un profeta, aunque él nunca se definiría como tal. Su misión, en cualquier caso, sí la tiene clara: trasmitir la idea de que es necesario cambiar este mundo, y de que ese cambio tiene que empezar en nosotros mismos.

Sólo hay dos cosas que pueden hacer que el mundo se transforme: un cambio personal y una nueva educación“Las personas están mal”, explica Naranjo, “y sufren en parte porque no saben que sufren”. Esta desazón vital, cuenta el psiquiatra, hace que aparezcan la depresión, las enfermedades psicosomáticas y se pierda la motivación y el sentido de la vida. “Hay malestar”, asegura, “pero el malestar no llegará más lejos mientras no se transforme en algo más”. En su opinión, sólo hay dos cosas que pueden hacer que el mundo se transforme: un cambio personal y una nueva educación.

Cambiar la educación para cambiar el mundo

Para Naranjo la educación es la institución más podrida de nuestra civilización pues lo que debería servir para hacernos hombres sirve en realidad para acabar con nuestra humanidad: “Hoy la educación está al servicio del poder y las empresas. Hay una voluntad política para que la educación sirva para tener a la persona dormida, para que forme parte del rebaño. No se puede comprobar, pero funciona así. Uno tarda en darse cuenta porque hemos sido educados en los valores de esta educación. La educación cumple su función deshumanizadora, pero no nos damos cuenta porque somos inconscientes”.

La verdadera función de la educación, cuenta el psiquiatra, debería servir para ir más allá de lo que somos. “En una escuela ideal”, explica Naranjo, “acompañaríamos los procesos de aprendizaje, fomentaríamos la creatividad y ayudaríamos a los niños a saber, sin la presión de las clasificaciones. Los exámenes son trabajo, no educación. Se enseña a los niños a pasar exámenes que no sirven para nada y no son útiles en la vida”.

Los propios maestros, por mucho que critiquen el sistema, son responsables de que éste siga funcionandoEl psiquiatra, que vinoa España, entre otras cosas, para impartir un curso para profesores, cree que los propios maestros, por mucho que critiquen el sistema, son responsables de que éste siga funcionando sin mayores problemas: “El espanto de la escuela es que el profesor se pone un uniforme interior, y al dar clase deja de ser persona. Son como robots. Muchas mujeres están en la educación por un instinto maternal, pero lo ponen de lado, como si no fuese adecuado dar cariño a los niños y proporcionales una vida feliz”.

La nave se está yendo a pique, pero tenemos un bote salvavidas

En su último libro, La revolución que esperábamos (Ediciones La Llave), Naranjo asegura que estamos entrando en una transformación que habíamos dejado de esperar, y que más bien nos asusta: hasta hoy solo hemos conocido revoluciones políticas e ideológicas, y lo que ahora ocurre es una revolución de la consciencia.

En opinión de Naranjo, nuestros problemas sólo pueden ser resueltos con una conciencia distinta de los que los ha creado. “La educación”, cuenta, “debería ser la institución que liderara este cambio, debería estar a la cabeza, pero es la más obsoleta. Así son las burocracias. Comienzan teóricamente al servicio de algo, pero al final se sirven a sí mismas”.

La transformación, por tanto, no vendrá de manos de un cambio político, del que Naranjo no se fía. “Estoy en una época de mi vida en que estoy tirando la toalla respecto al cambio de las instituciones”, reconoce el psiquiatra. “No creo que se pueda ya hablar con las autoridades, con los que supuestamente tienen poder. Creo que la educación cambiará, si es que cambia, porque cambian los individuos”.

El colapso del sistema es nuestra única esperanza para construir algo mejorA lo largo de su vida, el psiquiatra, que en Latinoamérica es una reconocida personalidad, se ha citado con todo tipo de ministros y presidentes para hablarles de sus teorías sobre la educación pero, a día de hoy, no tiene la más mínima confianza en ellos: “Pienso que los políticos tienen un acuerdo para irse cambiando sin hacer nada. Cuando llegan al poder creen que van a ostentarlo, pero son parte de una red que no se puede modificar. Hoy en día la política no tiene poder. Los partidos tienen algo de poder aparente, no los gobernantes, pero es el poder económico el que controla todo, y la educación es su socio invisible, parte del complejo militar-industrial”.

Naranjo ya no cree, siquiera, en la protesta ciudadana. Y tiene un mensaje para la ‘marea verde’: “Las protestas educativas no tienen contenido, no piden un cambio en la educación, piden mejores sueldos. No se cree en una educación para trascender la mente patriarcal”.

Esta mente patriarcal, sobre la que Naranjo ha escrito largo y tendido, es para el psiquiatra el origen de nuestros males como sociedad. “Es una mentalidad de hombres cazadores que ya no cazan animales, sino hombres”, explica. “Una mentalidad que nos convierte en depredadores de nosotros mismos”. Por suerte, cuenta, la nave del sistema patriarcal, que construimos hace miles de años, ya no funciona, y está naufragando: “El colapso del sistema es nuestra única esperanza para construir algo mejor. No debemos preocuparnos por que se hunda o no el barco, debemos preocuparnos por encontrar el barco salvavidas”.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-03-03/ldquo-la-educacion-deberia-liderar-el-cambio-pero-es-la-institucion-mas-obsoleta-rdquo_587761/

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Este es el modelo educativo que seduce a todo el mundo.

El docente Mike Thiruman cuenta cómo construyó Singapur uno de los sistemas educativos más exitosos.

Por: Sonia Perilla Santamaria.

En cinco décadas apenas, Singapur pasó de ser una de las naciones más pobres y subdesarrolladas del planeta a una próspera, industrializada y moderna, cuyo exitoso modelo educativo es, sin exagerar, la envidia de todo el mundo.
Desde hace años, sus estudiantes brillan en los primeros puestos de las pruebas internacionales de educación más exigentes, como las Pisa, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), en las que Colombia y los países latinoamericanos que hacen parte del organismo siguen mostrando pobres resultados.

Precisamente, a la decisión de ese país de apostarle, desde su independencia, en 1965, todo su futuro a la educación de la población, se debe a que hoy sea considerada una nación de avanzada y con bajos niveles de corrupción. No es gratuito que países como Colombia se interesen en su experiencia y busquen reproducirla de algún modo.

Para hablar del modelo educativo de su país, Mike Thiruman, psicólogo y presidente del Sindicato de Maestros de Singapur, vino recientemente a Colombia, donde participó en el Tercer Congreso para Directivos de Santillana.
Este hombre, de 47 años y que empezó su vida profesional como maestro de primaria, fue invitado por el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a formar parte del Grupo Técnico Asesor de la Iniciativa Global de Educación.

¿Cómo describiría el proceso que transformó la educación en Singapur en una de las mejores del mundo?

Pasamos por cuatro fases: una primera, de supervivencia; la segunda fue de eficiencia; la tercera, de formación de habilidades; y ahora estamos en la cuarta: los estudiantes y la educación en valores, incluido el desarrollo del talento de los estudiantes.

¿A qué se refiere con supervivencia?

Cuando logramos nuestra independencia, nos enfocamos en sobrevivir; no tenemos ningún recurso natural importante, y somos una población diversa y multilingüe. Fue una etapa difícil, que se prolongó hasta 1978; en ese periodo nacionalizamos el sistema educativo, y aunque el inglés no es nuestra lengua nativa, decidimos que sería el idioma de instrucción para los estudiantes. También construimos un currículo nacional, enfocado en ciencias y matemáticas. En 1978 hicimos una revisión del sistema educativo, con miras a lograr que los jóvenes permanecieran en la escuela.

¿Tuvieron problemas de deserción?

En esa primera etapa del país la economía estaba saliendo a flote, lo cual abrió muchas plazas de trabajo; no pocos estudiantes decidieron salir de los colegios para vincularse a las empresas, y eso en el largo plazo no era bueno para Singapur, pues no tenían las habilidades necesarias. Buscamos que cada niño estuviera enrolado en el sistema educativo al menos diez años, para que pudiera adquirir competencias básicas en comunicación y numéricas, esenciales para cualquiera trabajo. En 1994 volvimos a analizar el sistema; ya nos habíamos consolidado como nación, ahora podíamos tomar el riesgo de ser un poco más creativos. Seguimos enfocados en habilidades comunicativas y matemáticas, pero nos propusimos promover el desarrollo de la habilidad, del talento, de cada estudiante. Eso nos tomó hasta el 2006, más o menos…

¿Qué vino luego?

Nos dimos cuenta de que el mundo estaba cambiando con la tecnología, la globalización, y el mundo se volvía cada vez más pequeño. Nos planteamos cómo preparar a los estudiantes para competir en un mundo con esas condiciones, y coincidimos en que requerían una serie de habilidades para sobrevivir y ser exitosos en la vida, como las comunicativas, la creatividad, el pensamiento crítico, la curiosidad, la adaptabilidad. Eso es mucho más complicado de enseñar que un contenido; toma mucho tiempo desarrollar estas habilidades.

¿Qué papel cumplieron los profesores en todo ese proceso?

Sin importar qué tan bueno es el sistema educativo o qué tan avanzada es la tecnología, lo importante para todos nosotros siguen siendo las personas. Nos aseguramos de reclutar para nuestro equipo a personas muy competentes como docentes. El secreto del éxito de la educación de Singapur son los maestros. Punto.

¿Qué tipo de estudiantes, de ciudadanos, está formando Singapur?

La idea es que tras 12 años de colegio cada estudiante se convierta en una persona que contribuya activamente a la sociedad, en un ser humano confiable, autónomo y un ciudadano preocupado. Un contribuyente activo piensa en los demás, comparte lo que tiene, siempre.

¿Y qué buscan en los docentes de Singapur?

Para nosotros, los maestros son como un diamante, piedras preciosas con ciertas características importantes: en el centro está la ética en la educación y alrededor, la capacidad de hacer aprendizaje colaborativo, de transformar y transformarse, de ser un líder y un gestor de la sociedad y un profesional competente. Estas son las características de nuestros profesores. Si consideramos que son una gema, los valoramos, los cuidamos y estamos pendientes de que brillen en todo momento.

¿Qué clase de docentes necesita un país como Colombia para transformar la educación?

Necesita a los mejores. En Singapur sufrimos un poco el tema de los docentes cuando la economía estaba ya bien, pues el sector privado pagaba más que el público, y los buenos profesores emigraban para allá; la calidad en el sector oficial bajaba y los sueldos de sus maestros, también. Había que romper ese círculo. El reto de que las personas mejor preparadas sean maestros no es solo nuestro, es mundial. Ante eso teníamos que ser sensibles políticamente hablando, y aunque eso es difícil económicamente, les subimos los salarios a los docentes. Al tiempo, construimos un currículo para que los profesores que no estuvieran en el nivel alto que queríamos pudieran desarrollarlo en las aulas, en un estándar esperado.

El incremento salarial fue para todos, incluidos los maestros que no estaban en un buen nivel…

Sí. A esos docentes en particular, el Ministerio de Educación les dio mucho apoyo en materia de capacitación y entrenamiento, mientras íbamos reclutando a las mejores personas. El salario se les subió a todos, porque no podía haber disparidades si prestaban el mismo servicio. Tomó cuatro o cinco años, más o menos, hasta que cambió también la mentalidad de las personas que hacían parte de ese sistema. Luego, los padres también entraron en esa onda de que si el docente es bueno, invierto, pago. Y solamente eso se produce por el éxito que se evidencia en puntos de referencia internacionales, como las pruebas Pisa.

¿Los papás pagan? ¿Es pública, privada o mixta la educación en su país?

Desde el primer grado hasta el 12, todos los colegios son públicos y financiados por el Estado, y tanto los profesores como los directivos docentes son seleccionados por el Gobierno. Los padres de familia sí pagan un aporte, solo porque queremos que sientan que se les da valor a lo que están recibiendo. Muchas veces, cuando las cosas son completamente gratuitas, la gente no les da el debido valor.

¿Cómo lograr que las prácticas de aula sean atractivas y motivadoras y no aburran a los estudiantes?

Eso no solo pasa solo en Colombia, también es un fenómeno global. Mientras los espacios de trabajo se han transformado y adecuado a los cambios del mundo, los salones de clase siguen siendo los mismos. En general, los profesores no sabemos qué hay afuera; y si eso pasa, pues sigo haciendo lo mismo todo el tiempo. Tiende a pensarse que si tengo un trabajo que funciona, ¿por qué cambiar? Hay que entender que si el mundo se ha transformado, tenemos que cambiar el modo en que enseñamos, el cómo.

¿Qué sugiere a los docentes?

Partir del hecho de que quien más debe trabajar en el aula no es el profesor, sino el estudiante; su función no es acaparar todo el conocimiento y dárselo digerido al alumno. A los niños hay que enseñarles a resolver problemas de manera creativa, distinto a como lo hacen las demás personas. Hay que motivar eso en la clase recurriendo a imágenes, fotos, tecnología, contarles algo y pedirles que lo interpreten…

¿Qué características debería buscar Colombia en aquellos que aspiran a convertir en docentes?

Dos cosas: pasión por los estudiantes y por enseñarles y valorar al ser humano, y pasión por la asignatura, por la disciplina que imparte. Eso debe sentirse para proyectarse. Ese par de cosas no se pueden enseñar. Se tienen o no se tienen.

¿Cómo motivar a miles de profesores que ya hacen parte del sistema educativo pero carecen de esas características?

Colombia ya está revisando currículos, textos y estándares de aprendizaje. Lo primero que hay que hacer es establecer esos estándares. Si tengo que llegar allá, algunos pueden ir corriendo y otros, no; hay que ayudarlos en ese proceso con recursos digitales, guías para profesores, textos, y enseñarles a enseñar con creatividad cada asignatura. Hacerlo tan sencillo que cualquier maestro pueda incorporarlo a su práctica de aula. Cuando el docente ve que va siendo exitoso, se motiva, confía en lo que es capaz de hacer. Hay que asegurarse de que hagan un entrenamiento exitoso.

¿Cree que Colombia va por buen camino?

En la última década, el acceso a la educación ha aumentado de manera significativa en Colombia, y eso es muy bueno; ahora hay que mejorar la calidad de ese acceso, y en eso trabaja el Ministerio de Educación, en materia de textos, currículos, estándares, evaluación continua y entrenamiento docente. Esa es la forma de avanzar. Una vez que se hayan establecido los estándares, es más fácil seguir en este proceso de mejoramiento. Colectivamente, todos los colombianos deben enfocarse en esa meta; sé que hay interés de la sociedad. La idea está. Es un buen punto de partida. Definitivamente, debe ser la prioridad. La economía, la cultura, la unidad de los ciudadanos dependen de la educación.

¿Algún mensaje para los maestros colombianos?

La educación es buscar la verdad, es un concepto socrático. Así es como los profesores debemos vernos. Tengo que sentir que soy un maestro, y no por cuánto me paguen o por las condiciones que me rodeen, sino por quién soy yo. Entender que la docencia está en mi ADN, que mi trabajo no es transmitir conocimientos sino abrir la mente de los niños y los jóvenes y moldear estos destinos que estoy formando en el aula. Si nos concebimos a nosotros mismos como docentes que somos, no necesitamos más arandelas para motivarnos. Eso lo ve la gente, eso lo respeta la gente.

Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/entrevista-con-mike-thiruman-docente-de-singapur/16706184

Imagen: http://www.eltiempo.com/contenido/estilo-de-vida/educacion/IMAGEN/IMAGEN-16706331-2.jpg

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Francisco Mora: “El cerebro sólo aprende si hay emoción”

Para Francisco Mora, la clave no está en fomentar las emociones en el aula, sino en enseñar con emoción. Por eso, un “profesor excelente es capaz de convertir cualquier concepto, incluso de apariencia ‘sosa’, en algo siempre interesante”.

Por: Educación 3.0.

A lo largo de su trayectoria profesional, Francisco Mora ha alternado su labor como docente es, además de doctor en Medicina y Neurociencia, catedrático de Fisiología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica en la Universidad de Iowa, en Estados Unidos con la de investigador (en España y Estados Unidos) y la de divulgador. Tanto en sus conferencias, como en sus artículos y libros, se centra sobre todo en el funcionamiento del cerebro, en cómo aprendemos y la influencia que tienen las emociones en este proceso. El objetivo: acercar los avances de la neurociencia al público.

¿Cómo aprende el cerebro?

Aprender es un proceso que ya viene programado genética-mente en el cerebro de todos los organismos. Es la base de la supervivencia del individuo y de la especie, como lo puede ser comer, beber o la propia sexualidad. Aprender y memo-rizar en su esencia significa hacer asociaciones de eventos que producen cambios en las neuronas y sus contactos con otras neuronas en redes que se extienden a lo largo de mu-chas áreas del cerebro. Y, en su esencia, todos los cerebros usan los mismos mecanismos neurales de aprendizaje.

Y, en el caso concreto de un niño, ¿cómo aprende?

Un niño comienza a aprender desde el mismo momento del nacimiento, si no antes. Aprende en los primeros años a través de esos mecanismos básicos que son la imitación, la atención compartida y la empatía, como explico y pongo ejemplos en uno de mis últimos libros ‘Neuroeducación: sólo se puede aprender aquello que se ama’.

¿Qué papel juegan los padres y los docentes en el aprendizaje de un niño?

Un papel trascendente, sobre todo en el aprendizaje de va­lores y normas. Los padres, con su lenguaje, su conducta y, con ella, el respeto a ciertos valores y normas, moldean, cambian la estructura física y química del cerebro del niño de una forma casi definitiva y, por tanto, su futura conduc­ta. El maestro, definitivamente, colabora en ese proceso de manera esencial.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/33224.html

Imagen: http://webdelmaestrocmf.com/inicio/wp-content/uploads/2016/04/rancisco-mora.jpg

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ENTREVISTA: China, país donde más se respeta a los maestros

Asia/China/ 27 de septiembre de 2016/ Fuente: Xinhua

El respeto público del que gozan los maestros en China «es un gran crédito» para el país, indicó un ex director del prestigioso Colegio Eton de Reino Unido.

El Colegio Eton, fundado en 1440, es un internado privado para hombres de renombre mundial en Reino Unido. En el colegio han estudiado 19 primeros ministros británicos y muchos miembros de la familia real británica, incluyendo los príncipes William y Harry.

En una entrevista con Xinhua, Tony Little, quien sirvió como director de Eton de 2002 a 2015, dijo que quedó muy marcado por el gran respeto que los maestros chinos disfrutan de los padres y estudiantes del país.

«Esto se relaciona con la muy interesante filosofía china de respeto a los mayores, de modo que las personas más grandes son valoradas y veneradas en la sociedad», señaló Little.

Los maestros chinos son los más respetados por los padres y el público en todo el mundo, según el Indice de Estatus Mundial de Maestros publicado en 2013 por la Fundación Varkey, una importante organización benéfica enfocada en mejorar la educación.

El índice comparó la actitud hacia los maestros en 21 países, incluyendo China, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, República de Corea, Israel, Portugal, Grecia y Brasil, entre otros.

El ex director expresó la esperanza de que el pueblo chino pueda ayudar a identificar a los mejores maestros.

«Quizá un padre qué esta muy impresionado con el maestro de su hijo, o quizá una escuela desee identificar (un maestro)», dijo.

Little añadió que desea que más maestros chinos sean nominados al Premio Mundial al Mejor Maestro, llamado «Premio Nobel de los Maestros» por los educadores internacionales.

El Premio Mundial al Mejor Maestro consiste en un millón de dólares que cada año se otorgan a los maestros excepcionales que han hecho una destacada contribución a su profesión.

El premio busca elevar el estatus de la enseñanza a nivel mundial y también es apoyado por el príncipe William de Reino Unido, oficialmente llamado duque de Cambridge.

La Real Fundación del Duque y la Duquesa de Cambridge y el Príncipe Harry se han asociado con la Fundación Varkey en una variedad de programas que apoyan a los maestros y ayudan a los jóvenes en algunas comunidades vulnerables.

Durante la entrevista, el ex director de Eton señaló que hay «aspectos impresionantes» tanto en el sistema educativo chino como en el británico y ambos pueden lograr un gran acuerdo.

Fuente: http://spanish.xinhuanet.com/2016-09/26/c_135712925.htm

Imagen: china.globalasia.com/wp-content/uploads/2014/06/dia-profesor-china-620×310.jpg

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Marc Prensky habla sobre cómo enseñarle a la generación que nació con la internet

Entrevista/ 27 de septiembre de 2016/Fuente: el tiempo

Los conceptos ‘inmigrantes digitales’ y ‘nativos digitales’ están de moda. Se habla de los retos que implica educar ambos sectores de la población y de sus características. Muchos expertos de la materia los critican y otros los defienden. Pero nada es mejor que ir a la misma fuente: Marc Prensky, el creador de ambas ideas.

¿Cómo creó los términos nativos digitales e inmigrantes digitales?

En mi compañía de ‘software’ veía que los empleados resolvían problemas de manera distinta a como yo lo hacía. Empecé a ver que estos jóvenes se comportaban diferente y me di cuenta de que los viejos y los jóvenes vivimos en dos culturas que están marcadas por el uso de la tecnología. Ellos no conocen una cultura en la que no hay ‘smarthphone’ o internet, nosotros los viejos sí.

¿Cómo ha cambiado la educación desde cuando usted era profesor a hoy?

Lo mejor de ese entonces era que tenía buenos ratos con los niños; lo malo es que había un currículo, un día enseñas esto, al día siguiente, esto otro. Hoy es mucho mejor porque no hay nada que todos necesitan, excepto contadas cosas, como saber leer. Si quieres ser exitoso debes ser diferente, no necesitas ser igual al resto. Debes encontrar en lo que eres bueno y ser bueno en eso. Entonces, ante la idea de niños yendo a clase y que les digan vamos a aprender ecuaciones, ellos se preguntan: ¿por qué? ¿A quién le importa? Y es que a muchos de ellos esos conocimientos no les sirven.

Es usual que los profesores prohíban en los salones de clase el uso de tecnología, como los celulares. ¿Qué piensa de eso?

Los salones de clase son estúpidos porque están pensados para la economía. ¿Por qué ponemos a 30 niños juntos de la misma edad? Porque es más económico. Pero si tienes que estar en esa situación, lo que quieres es un grupo de personas trabajando en equipo que estén haciendo algo que todos quieren hacer. Entonces si tenemos buenas herramientas, como la tecnología, por qué no usarlas. Seguimos con profesores que dicen: ‘Sí, yo hablo, quiero que todos me muestren respeto al escuchar mi aburrida charla’. Eso no debe existir más, es posesión de la autoridad: Yo te escucho porque eres mayor. Los niños no necesitan más eso. Lo que se debe hacer es superar esto y saber cómo llegar a los niños. Ayudarles a hacer proyectos o a seguir sus intereses. Los profesores que hagan bien eso, tendrán clases muy exitosas.

Un profesor de periodismo renunció a dictar clases porque estaba aburrido de que sus estudiantes siempre usaban sus celulares y nunca lo escuchaban…

Era un mal profesor y estoy contento de que haya renunciado. Más profesores deberían renunciar si se sienten igual. A los niños y jóvenes de ahora les gusta que confíen en ellos, no que les digan qué hacer. El profesor debe guiar y el estudiante debe ser el que tome el camino.

¿Cómo saber qué quieren los niños y los jóvenes?

Lo primero que se puede hacer es preguntarles. Nunca hacemos eso. Pero es mucho más que las preguntas de si prefieren matemáticas a lenguaje, es indagar quién eres. Con nuestros propios hijos estamos haciendo un trabajo terrible, no les preguntamos y si lo hiciéramos lo sabríamos, y los podríamos guiar. Muchas personas no luchan por lo que les gusta y después es muy tarde.

Mi hijo tiene 2 años y es increíble cómo usa la tecnología…

Solo es tecnología si fue creada después de que naciste. Para él no es tecnología, es el mundo. Piensa en su vida dentro de 20 años, todos los cambios con los que crecerá y cómo lo puedes preparar para eso, para que esté listo, para que siga cambiando, aprendiendo, creciendo y haciendo, y encontrando qué es lo que le gusta. Yo tengo un hijo de 11 años, la semana pasada me dijo: “Papá, quiero crear una página web con WordPress”. Y yo le dije que está bien. Y me dice: “Déjame solo, yo lo hago”. “Pero WordPress es muy complicado, ¿cómo sabes cómo usarlo?”, le pregunté, y me respondió: “Pues con YouTube”.

Muchos hablan de adicción a la tecnología…

Pasó lo mismo con los libros: ¿qué hace esa persona sentada en la esquina leyendo todo el tiempo? Es adicción. Porque las nuevas generaciones lo estén haciendo más que las viejas, dicen que es adicción, y porque los jóvenes no están disfrutando de la naturaleza. Pues si a usted le gustan los bosques, vaya, a mí me gusta jugar videojuegos. No tratamos a estas personas como individuos que tienen sus propias necesidades, los tratamos como si fueran nosotros, como nos trataron nuestros padres.

¿Quién es Prensky?

El estadounidense estuvo en Colombia en el marco de la cumbre Líderes por la Educación 2016. Además de ser el creador de los conceptos ‘nativos digitales’ e ‘inmigrantes digitales’ es fundador y director ejecutivo de Games2train, compañía de aprendizaje basado en el juego, y fundador de The Digital Multiplier, organización dedicada a eliminar o paliar la brecha digital que subyace hoy en la enseñanza y en el aprendizaje. También es conferencista, escritor, consultor y diseñador de juegos de aprendizaje, muchos de los cuales ya se utilizan en el mundo de la educación.

Tiene un MBA de la Universidad de Harvard y un máster en pedagogía de la Universidad de Yale.

SIMÓN GRANJA MATÍAS
Redactor de EL TIEMPO

Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/autor-del-concepto-nativos-digitales/16710397

Imagen: www.eltiempo.com/contenido/estilo-de-vida/educacion/IMAGEN/IMAGEN-16710470-2.png

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Higher Education and Neoliberal Temptation: An Interview With Henry A. Giroux

Por Almantas Samalavicius , Eurozine

Educación Superior y la tentación neoliberal: Una entrevista con Henry A. Giroux

Si la universidad es para sobrevivir, los profesores van a tener que reconsiderar su papel como intelectuales públicos críticos, conecte su beca a los problemas sociales más amplios y aprender cómo escribir para y habla a un público más amplio. De esta cantidad, el crítico cultural y decano de la pedagogía crítica Henry Giroux está convencido.

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If the university is to survive, faculty are going to have to rethink their roles as critical public intellectuals, connect their scholarship to broader social issues and learn how to write for and speak to a broader public. Of this much, the cultural critic and doyen of critical pedagogy Henry Giroux is convinced.

Almantas Samalavicius: The neoliberal agenda that came into being a few decades ago in the northern hemisphere, and was eventually globalized, now seems to threaten systems of higher education worldwide. The persistence of this phenomenon has become alarming to many who care about its social consequences. As you have correctly and insightfully observed in your 2014 book Neoliberalism’s War on Higher Education, «a full-fledged assault is also being waged on higher education in North America, the United Kingdom and various European countries. While the nature of the assault varies across countries, there is a common set of assumptions and practices driving the transformation of higher education into an adjunct of corporate power and values.» Why is this agenda taking over societies that are so different from each other? What makes neoliberalism so overwhelmingly powerful and resistant to criticism as well as to social action? Why do governments give themselves up to neoliberal ideology, even if they claim to represent quite different ideological positions?

Henry Giroux: For all of its differences, neoliberalism brings together a number of elements that makes it appear almost insurmountable, if not universal, in its ability to normalize itself and convince the rest of the world that there is no alternative as Margaret Thatcher once argued.

First, it has created a new set of power relations in which power is global and politics is local. The financial elite now operate in the global flows of capital and have no allegiance to the nation-state or to the social contract that mediated between labour and capital in the post-war period. This separation points to a crisis of agency on the part of the state and a crisis of politics in terms of the ability to develop social formations that can challenge capital on a global rather than simply a local scale. The nation-state can no longer make concrete decisions on the economic level or create social provisions necessary to limit the effects of the market and offer the most basic services for people.

At the nation level, state sovereignty has been transformed into economic sovereignty. Governments don’t give themselves up, they have been hijacked by the institutions, power and wealth of the global elite. There is no way for states to challenge global forms of governance. We must remember that neoliberalism is very powerful not only because of its economic structures but also because of its pedagogical and ideological power. It not only consolidates wealth and power in different wars for the ultra-rich, it also controls all of those cultural apparatuses and pedagogical sites that function to produce identities, desires and values that mimic the market. In this sense it is a mode of governance that controls all of social life and not simply the market.

As a mode of governance, it produces identities, subjects and ways of life free of government regulations, driven by a survival of the fittest ethic, grounded in the idea of the free, possessive individual and committed to the right of ruling groups and institutions to accrue wealth removed from matters of ethics and social costs. As a policy and political project, neoliberalism is wedded to the privatization of public services, the selling off of state functions, the deregulation of finance and labour, the elimination of the welfare state and unions, the liberalization of trade in goods and capital investment and the marketization and commodification of society. As a form of public pedagogy and cultural politics, neoliberalism casts all dimensions of life in terms of market rationality.

As public higher education withers in a number of countries, either various policies of privatizing higher education are introduced or the logic of the market takes over. More and more universities and other institutions of higher education are being run as if they were large multinational companies seeking immediate profit; politicians and administrators speak out for efficiency, marketability of knowledge, institutional sensitivity and adaptability to the market, etc. What do you think will be the social and cultural price if this tendency continues to retain the upper hand? And do you see any possibilities to resist this global transformation of universities as well as higher education in general?

If this tendency continues, it will mean the death of critical thinking and higher education will simply become another ideological apparatus dedicated to training rather than education, stifling critical inquiry rather than nurturing it — and will narrow if not kill the imagination rather than cultivate it. One consequence will be that knowledge will be utterly commodified, students will be defined in utterly instrumental terms and the obligations of citizenship will be reduced to the private orbits of self-interest, consumption and commodification. This nightmare scenario will reinforce one of the central tendencies of totalitarianism; that is, a society dominated by thoughtlessness, stupidity and diverse modes of depoliticization.

In the United States and in many other countries, many of the problems in higher education can be linked to low funding, the domination of universities by market mechanisms, the rise of for-profit colleges, the intrusion of the national security state and the lack of faculty self-governance, all of which not only contradicts the culture and democratic value of higher education but also makes a mockery of the very meaning and mission of the university as a democratic public sphere. Decreased financial support for higher education stands in sharp contrast to increased support for tax benefits for the rich, big banks, military budgets and mega corporations. Rather than enlarge the moral imagination and critical capacities of students, too many universities are now wedded to producing would-be hedge fund managers, depoliticized students and creating modes of education that promote a «technically trained docility.»

Strapped for money and increasingly defined in the language of corporate culture, many universities are now driven principally by vocational, military and economic considerations while increasingly removing academic knowledge production from democratic values and projects. The ideal of the university as a place to think, to engage in thoughtful consideration, promote dialogue and learn how to hold power accountable is viewed as a threat to neoliberal modes of governance. At the same time, higher education is viewed by the apostles of market fundamentalism as a space for producing profits, educating a docile labour force and a powerful institution for indoctrinating students into accepting the obedience demanded by the corporate order.

However, it is crucial to remember that power is never without resistance and this suggests that faculty, students, unions and broader social movements must fight to regain higher education as a democratic public sphere. In addition, it must be made clear to a larger public that higher education is not simply about educating young people to be smart, socially responsible and adequately prepared for what ever notions of the future they can imagine, but that higher education is central to democracy itself.

Without the formative culture that makes democracy possible, there will be no critical agents, no foundation for enabling people to hold power accountable and no wider foundation for challenging neoliberalism as a mode of governance and political and ideological rationality. The struggle over higher education and its democratic misuse cannot be separated from the struggle to undo the reign of markets, neoliberalism and the ideologies informing this savage market fundamentalism. We see this struggle being taken up in precisely these terms in many countries in Latin America, the United Kingdom and the United States. Time will tell if they can spark a global movement to transform both higher education and the political and economic system that holds it hostage.

The American research university has been a model institution of higher education during the last half-century in many places of the globe. Despite the spectacular ascent of multiversity, proclaimed as early as 1963 by Clark Kerr in his famous book The Uses of the University, the production of research is in fact just one of the university’s functions. However, this function is taken for granted and even fetishized. Meanwhile, the teaching and education of informed, responsible citizens, capable of critical scrutiny as well as many of the other tasks of higher education, have been largely neglected and ignored. Do you see this imbalance in the functions of the university as threatening? What are the potential dangers of imagining the university exclusively as a research enterprise that relinquishes any commitment to teaching and cultivating a critical consciousness?

The role of research in the university cannot be separated from the modes of power that influence how research is defined and carried out. Under the reign of neoliberalism and given the encroaching power of the military-industrial complex, research is prioritized and rewarded when it serves the interests of the larger society. In this instance, research becomes armed and instrumentalized, serving largely the interests of powerful corporations or the ongoing death-machine of the military and its corporate allies. Research that matters informs teaching and vice versa. Universities are not factories and should not be defined as such. They are there to serve faculty, students and the wider community in the interests of furthering the public good. When the latter become subordinated to a research agenda that is simply about accumulating capital, the critical, moral and political essence of the university withers and everybody who believes in a democracy is marked for either failure, exclusion or punishment.

The corporate university is the ultimate expression of a disimagination machine, which employs a top-down authoritarian style of power, mimics a business culture, infantilizes students by treating them as consumers and depoliticizes faculty by removing them from all forms of governance. Clearly all of these defining relations produced by the neoliberal university have to be challenged and changed.

Traditionally, the university has been understood as community of scholars and students. However, there are multiple reasons for the university hardly existing any more in these terms. Back in the 1970s, the American social thinker Paul Goodman still articulated a vision of a community of scholars but during recent decades, academics either function simply as obedient personnel afraid to lose their diminishing rights and «privileges» (if there are any at all) or otherwise their collective voice is hardly heard. How can public criticism get back to where it should belong — i.e. in the universities?

The increasing corporatization of higher education poses a dire threat to its role as a democratic public sphere and a vital site where faculty can address important social issues, be self-reflective and learn the knowledge, values and ideas central to deepening and expanding the capacities required to be engaged and critical agents. Unfortunately, with the rise of the corporate university which now defines all aspects of governing, curriculum, financial matters and a host of other academic policies, education is now largely about training, creating an elite class of managers and eviscerating those forms of knowledge that conjure up what might be considered dangerous forms of moral witnessing and collective political action.

Many faculty have bought into this model because it is safe for them and they get rewarded. If the university is to survive, faculty are going to have to rethink their roles as critical public intellectuals, connect their scholarship to broader social issues and learn how to write for and speak to a broader public. Neoliberal modes of governance reinforce the worse dimensions of the university: specialisms, a cult of distorted professionalism, a narrow empiricism, unwillingness to work with others and a mode of scholarship steeped in obtuse and often mind-numbing discourse. All of this must change for faculty or they will not only be unable to defend their own labour as academics, they will continue to lose power to the corporate and managerial elite.

Higher education is intrinsically connected to what is usually termed as a public good, however, as you penetratingly observe «under the current regime of neoliberalism, schools have been transformed into a private right rather than a public good.» Do you think it is possible for higher education to reclaim its role in creating and providing a public good or at least providing a setting where a public good might be created? Under what conditions can are universities able to perform such a task? How can they get support from the public? Can one count on public intellectuals at all?

Universities are suffering from a crisis of legitimacy and a crisis of agency. If they are going to regain their role as a public good, faculty, students and other educational progressives are going to have to strongly challenge the current role of higher education. This means that faculty, students and various groups outside of the university are going to have to engage in a range of acts of civil disobedience extending from occupying classrooms to mobilizing larger populations in the street to force the hand of corporate power and its allies.

We saw this happen in Quebec a few years ago and such actions must be repeated on a global level. Public intellectuals are absolutely necessary to participate meaningfully in this role. We rarely hear about them but there are plenty of academics acting as public intellectuals, not only in the liberal arts, social sciences and humanities, but also in the health sciences where faculty are working closely with communities to improve the conditions of the often poor residents who reside in these communities. While public intellectuals can ask important questions, provide a critical language, help write policy and work with social movements, any real change will only come from the outside when social formations, educators and other progressive groups can force the hands of political power, governance and legislation.

Despite higher education’s present orientation toward the market and the reign of an ideology that glorifies the market even in those spheres where it is not supposed to and cannot work, what is your vision of the coming tendencies in higher education during the next decades? Do you expect the present trends concerning the marketization of higher education to be finally reversed? Or will we witness the final triumph of neoliberalism?

I am not optimistic but hopeful. That means, I don’t think progressive change will come by default, but only by recognizing the problems that have to be faced and then addressing them. The latter is a matter of real hope. The cruelty, barbarism and violence of neoliberalism is no longer invisible, the contradictions it produces abound and the misery it inflicts has become extreme. Out of the ashes will hopefully rise the phoenix of hope.

 ALMANTAS SAMALAVICIUS

Almantas Samalavicius tiene un Ph.D. en la historia y teoría del arte y es un profesor de la Universidad Técnica Vilnius Gediminas. Es autor de numerosos libros y ensayos sobre crítica cultural y literaria, la última de las cuales es, Ideas y Estructuras: Ensayos en Historia de la Arquitectura (2011). Además se ha traducido libros de Zygmunt Bauman y Gerard Delanty al lituano.

Fuente de la Entrevista:

http://www.truth-out.org/news/item/35956-higher-education-and-neoliberal-temptation

Fuente de la Foto:

Luke Jones ; Editado: LW / A

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