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En defensa de la educación (nuestra): Los derechos no se negocian

Fernando Buen Abad Domínguez 

Incluso la burguesía, que alguna vez tuvo cierta sensatez endógena en su etapa revolucionaria, entendió la importancia Histórica y Cultural de consolidar estructuras coherentes para la de formación de los cuadros y las instituciones que irían a dar consistencia teórica y continuidad super-estructural al capitalismo. Incluso, ellos entendieron que los patrimonios históricos debían ser preservados y, aunque los interpretaron a su antojo y conveniencia, aceptaban un cierto carácter de inviolabilidad y conservación necesarios para orientar la formación intelectual de las clases sociales. Incluso a sabiendas de sus luchas irreconciliables. Así fuese en condiciones de desigualdad y exclusión sistémicas.

Pero algo les pasó. Una mutación “genética”, en las entrañas mismas de las luchas inter-burguesas, produjo su monstruo neoliberal que, muy velozmente, les ha carcomido lo que de más valioso tuvo la burguesía en campo de la Cultura y la intelectualidad, para reducirlo todo a un modo salvaje del comercio donde sólo importa endiosar mediocres y mediocridades para engordar cuentas bancarias. Los más ignorantes de las corporaciones se aliaron para devaluar y desacralizar incluso los “valores” más queridos por las burguesías -más diversas- incluso aquellas que no cursaron el antecedente histórico de las aristocracias. Gestaron el neoliberalismo como forma de la bestialidad y la barbarie capaz de sobrevivir desinteresado de la Historia, de los patrimonios y de los baluartes que representan, incluso para la clase dominante, adueñarse de la memoria cultural de los pueblos. Quedó todo reducido al amor por la usura desaforada.

Por eso avanzan como hordas taradas de avaricia, contra la educación que la propia clase dominante forjó con sus fundamentos ideológicos y sus paradigmas civilizatorios de clase. Avanzan y destruyen el suelo educativo que heredaron mientras escupen para arriba su saliva de ignorantes funcionales a las lujurias privatizadoras. Son incapaces de pensar su estupidez y para disfrazarla contratan intelectuales serviles para que les decoren la estulticia con sus ontologías del ego mercantil. Están destruyendo lo que su propia clase produjo y todo lo que pudo haber surgido en las refriegas históricas hacia la descolonización del conocimiento. Están destruyendo las bases y los cimientos. Se vende todo. Demuelen bibliografías y bibliotecas, aulas y paraninfos, éticas y estéticas. Se vende todo y nada importa. Se vende lo tangible y lo intangible, se vende la instrucción y se vende la educación. ¿Quién da más?

En ese mercadeo demoledor de la Educación se tiene, a cambio, la nada misma. Lo que llegan a proponer algunos atrevidos es el engendro parvulario de sus inteligencias minúsculas preñadas con el “estiércol del diablo” para inundar con saliva de miserables la vacuidad de sus argumentos, la miseria de sus “ideas” y crimen de lesa humanidad implícito en atacar con toda impudicia e impunidad el derecho fundamental de los pueblos a la Educación, pública, gratuita y libre, actualizada, dinámica y transformadora. Educación secuestrada por intereses de mercado, por parásitos de la ignorancia y por burócratas de las cuentas bancarias. El neoliberalismo es una debacle destructora que incuba aguantaderos de mercachifles, unas veces camuflados como “funcionarios públicos”, otras veces como “empresarios” que se adueñaron del poder para cumplir su epopeya nihilista ante sus espejos de nada. Con trajes de “marca” y risas falsas. Eso sí.

Hasta hoy, ninguno de los argumentos esgrimidos por las jaurías neoliberales que atacan el Derecho a la Educación, tiene sustento, prueba, ni lógica social alguna. Se trata de esperpentos inconsultos sacados de un manual de necedades donde reina por su estupidez la peregrina idea de que hay que convertir a la educación en un negocio done se rinda culto al productivismo burgués y el servilismo de esclavos. Sueñan con entrenar a los pueblos para que sean sumisos y eficientes desmemoriados que entienden el éxito profesional como resultado de odiar a sus iguales. Quieren siervos dispuestos a competir como fieras pero con modales de burócratas para consolidar una cultura universal de la hipocresía en el que sólo vale el dinero que se invierta en los bancos, en las casa, en los coches y en los trajes. Supremasismo de gerentes.

Y nos vienen con sus flatulencias intelectuales a imponer “evaluaciones”, auditorias, exámenes… diseñados por la mano de los amos que sólo ven en la Educación una forma de extorsión rentable para sacrificar la inteligencia de los pueblos, sacrificando su derecho educarse y su derecho a empoderarse socialmente con el saber que la humanidad acumuló y que es de propiedad colectiva. Así nos fue en Chile, en Perú, en Colombia por ejemplo.

Entendida como fuerza emancipadora la Educación está aun en pañales. Eso no quiere decir que no tenga orientadores conceptuales clave que se han constituido en base fundamental para consolidar una dirección revolucionaria en materia de Educación. Lo que no hemos consolidado es la fuerza social organizada capaz de hacer carne los idearios disponibles hasta ahora, para hacer de la Educación una parxis cotidiana de la descolonizarnos teórica y metodológica. Tenemos inoculados todos los manuales inventados por la ideología de la clase dominante para convencernos de el conocimiento es relativo, incompleto o imposible. Que la razón prima sobre la realidad. Que el individuo es más que el grupo y que el producto es mejor que el proceso. Positivismos, conductismos, estructuralismos, posmodernismos y, además, todo tipo de misticismos. Ha sido una historia extenuante que ahora remata con neoliberalismo.

No hemos visto lo mejor de una Educación emancipadora y revolucionaria garante de la libre maduración de la ciencia y garante, así, de una sociedad libre. Tal como Martí lo quería “ser culto para ser libre”. No hemos visto la unidad de todas las fuerzas sociales coordinada para defender una Educación liberada de toda amenaza de mercachifles y no hemos visto el libre desarrollo de la investigación científica capaz de proveernos la epistemología emancipadora necesaria en la praxis de la inteligencia sin limites de clase. Tenemos muchos logros, muchas bases y muchas experiencias extraordinarias pero las tenemos como archipiélago inconexo. Falta la unidad de todas esas partes hacia un todo dinámico que sea capaz de frenar con su movilización, la ofensiva neoliberal contra la Educación y sea capaz, sobre todo, de crear para esa Educación una situación revolucionaria inédita. Hemos de poder.

Fuente de la noticia: https://www.telesurtv.net/bloggers/En-defensa-de-la-educacion-nuestra-Los-derechos-no-se-negocian-20171201-0018.html

Fuente de la imagen:

 https://www.telesurtv.net/__export/1512149906007/sites/telesur/img/multimedia/2017/12/01/

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Cárcel de algoritmos

Fernando Buen Abad Domínguez

Rebelión/Instituto de Cultura y Comunicación UNLa

Ahora resulta, también, que los conceptos con que transitamos las “redes sociales” son, en virtud de los programas sensibles de la w.w.w., unas forma del encierro del cual “no se sale” porque es un encierro, digital, ideológico y comunicacional. Se trata de dispositivos ciber-sensibles capaces de enlazar y “circunscribir” redes o conjuntos de palabras (e imágenes) entre usuarios coincidentes, para crear marejadas de ideas encerradas en sus propios mantos semánticos. No sorprende tratándose de tecnología ideada por la burguesía para comerciar globalmente. E-Comerce le llaman.

“Del latín medieval algorismus, y este epónimo del matemático y filósofo persa al-Jwārizmī ( الخوارزمي ), a su vez llamado así por ser nativo de Corasmia. Compárese guarismo… Conjunto secuencial, definido y finito de reglas para obtener un determinado resultado en la realización de una actividad.” (https://es.wiktionary.org/wiki/algoritmo)

Se fabrican a destajo “trolls”, “fakes” y “bots” en cuanto reducto sea posible manipular sin ser visto. Son una plaga y una calamidad cuya trascendencia sólo comienza a ser vista según genere “inconvenientes por espionaje o por siembra de pruebas falsas luego de quedar, un mensaje, encerrado en cárceles con rejas digitales invisibles.

Con los espejismos democráticos creados por internet, proliferaron argucias y vigilancias y a la información y crearon un caldo de cultivo descomunal infestado por dispositivos de control y represión semántica aplicados sistemáticamente para hacer negocios disfrazados de “política”. Cada día las evidencias se multiplican porque los usuarios reciben “la misma información” a pesar de estar en las más diversas “redes” y porque, más de una vez, los círculos en los que quedan encerrados son puntos “ciegos” para neutralizar “movilizaciones” twitteras. Parece que sólo hablamos entre un “nosotros” creado artificialmente.

Por ejemplo. Hay dispositivos diseñados para analizar nuestra conducta semántica en el contexto de nuestros contactos. Eso lo demuestra fácilmente la publicidad que de inmediato nos inunda cuando escribimos, por ejemplo, un correo electrónico o un mensaje en las redes. La cosa empeora cuando decimos que nos ha “gustado” algo en especial. Una cuenta, una concepto una imagen…entonces los algoritmos se adueñan de nuestros “espacios” virtuales para dejarnos encerrados en lo que ellos consideran el mundo de nuestros “pares”. Todo eso sin consultarnos.

Somos víctimas de publicistas y de servicios de inteligencia sin saber exactamente cuál es cuál, o cómo se diferencian. Con sus algoritmos ellos dan mayor importancia a los conceptos y núcleos que creen fiables y enlazan a webs de espionaje de datos con mentiras, informaciones manipuladas, rumores y calumnias para favorecer (especialmente) la difusión de noticias falsas y la creación de prisiones algorítmicas ideológicas. Imponen su visión del mundo encerrándonos y alejándonos de aquello que cuestiona sus ideas. Es un impacto invisible de la tecnología que fabrica burbujas ideológicas con algoritmos capaces incluso de intervenir contenidos emocionales e hibridarlos con las noticias falsas con otros algoritmos capaces de detectarlas y difundirlas mejor en sectores de usuarios más sensibles a esa fórmula que a su vez han sido encerrados en calabozos digitales a medida con base en el “big data”.

Hay “usuarios” que se han hecho adictos voluntariosos a las noticias no veraces. Con algoritmos se rastrea y se enlaza la proclividad de algunos que ya no necesitan del engaño porque se auto engañan y crean feligresías de la falacia como expresión de un estado alterado de relación con la realidad y como ejemplo de una “cultura” basada en patologías informativas de nuevo género que son mutaciones semióticas en un campo de lucha plagado con infecciones ideológicas muy letales.

Para combatir ese delito de lesa humanidad, nos urgen, por ejemplo, grupos de investigación multidisciplinarios que aborden este problema como un problema de Cultura y Comunicación íntimamente relacionado con problemas de salud mental y saludo pública en general. Habría que revolucionar la producción de los algoritmos para que en lugar de encriptar su origen y sus fecha de creación ayudaran a garantizar la veracidad de una información, su responsabilidad social, sus autores, sus usos y sus intereses de clase con precisión de datos y códigos éticos con diferenciación entre informar y opinar.

Que las máquinas no decidan qué “verdades” debemos conocer ni con qué “círculos” de usuarios debemos ser enclaustrados para que terminemos hablando entre “iguales” bajo la lógica de que somos colectivos de consumidores promedio con modos de pensar “similares”. Porque ese es el negocio tarde o temprano. Para vendernos libros religiosos o “progres”, para vender este o tal tabaco, para un vestuario u otro… para encajarnos un dispositivo ideológico, electoral, dogmático o consumista.

Los algoritmos de mercado (mercadológicos) constituyen una forma de la “inteligencia artificial” diseñados para agilizar las ventas de toda la chatarra burguesa que circula en el “ e-comerce ” y no solamente el espionaje para la represión física e intelectual. Incluso Google y Facebook han reconocido el uso y el abuso de los algoritmos y ya han ideado lavadoras de conciencia burguesa que se sustentan en una pretendida actitud ética en el manejo de información. Pero siguen espiando y vendiendo la información básica que la dictadura del mercado necesita para vaciar sus bodegas y saturarnos con crédito bancarios hasta la asfixia. Consumismo barnizado veracidad de publicistas.

También el modo de producción tecnológica debe ser escrutado en el contexto de la Guerra Económica que la burguesía ha desatado para dominar las relaciones de producción y todos sus campos emocionales. Necesitamos una revolución cultural que además de combatir la producción, distribución y consumo de informaciones falsas, consolide el derecho social a la Cultura, la Comunicación y la Información emancipadas y emancipadoras. Que habilite a los pueblos a controlar directamente la producción de la tecnología en sus “hardware” y en sus “software”. Revolucionar la producción de los algoritmos para garantizar un proyecto de igualdad e integración hacia una alfabetización mediática capaz de ayudar a desarrollar tecnología soberana y habilidades pertinentes para democratizar la producción de la información. De inmediato.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233005&titular=c%E1rcel-de-algoritmos-

Imagen tomada de: https://3.bp.blogspot.com/-h5RMTFHyWgI/WeoN-81fbSI/AAAAAAABH8g/IuxNuEnObAcQ2jcdQtI3nUBN0PXH04NNACLcBGAs/s1600/inteligencia-artificial-2.jpg

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Cultura, comunicación, tierra, trabajo y capital

Factores (también) de la producción y de las relaciones de producción

Por: Fernando Buen Abad Dominguez

Es descomunal la presión que ejerce el neoliberalismo para (a su modo) “borrar del mapa” al Estado con sus responsabilidades frente a la Cultura y la Comunicación. Se despliegan ataques de todo tipo contra las Políticas Gubernamentales incómodas y se desata todo tipo de argucias para aniquilar cuerpos legales en los que el papel de Estado, en condiciones de cordura, es inexcusable e indispensable. Mayormente la agresión ideológica es un refrito nauseoso del liberalismo económico inspirado en la “auto-regulación” y el “dejar hacer, dejar pasar” de comerciantes irresponsables, ignorantes y avariciosos. Como en el 2008.

Por aquí y por allá se filtran -e infiltran- los ideólogos del “libre mercado” cultural y comunicacional. Van y vienen febriles con su jerigonza mercadológica disfrazados, una vez como profesores y otras como funcionarios; unas veces como “cultores” y otras veces como predicadores. Se trata de llenar todo resquicio, todo hueco, todo vacío que por descuido, por confianza o por negligencia se dejó o no se actualizó, para fijar socialmente la “intrascendencia” del Estado, democrático y en transición, respecto a la Cultura y a la Comunicación. Factores de la producción y de las relaciones de producción.

El neoliberalismo que es (también) un cáncer para el capitalismo, que opera en su interior como una pústula infecta, imposta su repudio de coyuntura contra el Estado burgués y lo obliga a retirarse (ficticiamente) de tareas fundamentales para dejar manos libres a los comerciantes más inescrupulosos. Eso ya ha tenido consecuencias muy terribles en el campo de la salud, de la vivienda, de la educación y avanza inclemente sobre los espacios profundos de la subjetividad para estancarse como “nueva forma de cultura” basada en el abandono, en el vacío de derechos y de responsabilidades.

Se trata no sólo de extirpar la figura del Estado como convenio macro para las relaciones de producción. Se trata de desaparecer los derechos, desaparecer las garantías y desaparecer las responsabilidades. Es el reino del desamparo y del “sálvese quien pueda”. El neoliberalismo cultural y comunicacional no es más que la ley de la selva en materia de principios, valores y contratos sociales. Es la jerarquización de la desacralización boba. Es la dilución de la identidad y de la Historia a cambio de un mundo regido por el mercado y donde de nada sirven la experiencia, el conocimiento o la planificación si no ha de estar atada a la compra venta acelerada y masificada. El mérito supremo consiste en vaciar las bodegas saturar los mercados, vender, vender y vender para volver a vaciar las bodegas. En ese escenario ¿Para qué sirven la Cultura y la Comunicación como las hemos conocido hasta ahora? ¿Y el vínculo de la Estética con los factores de la producción?.

Pensar el Estado sigue teniendo una importancia transicional especial, tanto en el aspecto teórico como en el aspecto político práctico. El ataque del imperialismo se acelera en un mundo infestado por negocios bélicos y avanza una fase nueva de opresión monstruosa contra la clase trabajadora en todo el planeta. Se acentúa cada vez más el modelo de monopolios en proporciones cada vez mas monstruosas. Los países “serios” sólo son presidios fabriles y militares para los trabajadores. Y mientras tanto las armas de guerra ideológica llamadas “medios de cultura y comunicación” producen horrores y calamidades.

Más que nunca el reformismo hace de las suyas y se disfraza de todo lo que puede como carnaval imperante en los partidos oficiales y no pocos “movimientos sociales” del mundo entero. Incluso algunas fuerzas de la “izquierda” sólo se distinguen por su conducta lacaya obediente a los intereses de la burguesía nacional, sino, precisamente, a los intereses de su Estado. Y la guerra del neoliberalismo es, precisamente, una guerra por la “desaparición” fingida del Estado y tras ella el reparto del botín. La lucha por arrancar a los pueblos las instituciones obligadas a defender sus derechos es con el neoliberalismo una moda burguesa infestada con prejuicios de clase que odian al “Estado” por cuanto pueda implicar de defensa de los pueblos. Es imposible comprender la Cultura sin la Tierra ni el Trabajo sin la Comunicación.

Es preciso fundamentar una teoría científica nueva sobre Estado, ir directamente a los núcleos más olvidados o tergiversados por el reformismo y el neoliberalismo y trazar desde ahí el lugar de la Cultura y la Comunicación como factores decisivos de la producción en todas sus escalas y no como elementos decorativo o de entretenimiento. Ahí veremos la importancia de una revolución científica que comprenda a la Cultura y a la Comunicación como derechos generadores de derechos en la dialéctica de las responsabilidades sociales para un Estado gobernado democrática y participativamente por el pueblo, o dicho de otro modo, por la clase trabajadora. Democratizar Tierra, Trabajo, Capital, Cultura y Comunicación.

Así, una Revolución Científica capaz de ofrecer un modelo de Estado liberado de las dictaduras del mercado burgués, permitirá comprender a la Cultura y a la Comunicación como factores de la producción que al mismo tempo son factores de las relaciones de producción que pueden habilitarnos socialmente para una batalla decisiva contra las formas del coloniaje ideológico que nos han infestado en las décadas recientes (1945-2017) guerra imperialista. Está en la base de esta idea el desarrollo de la revolución socialista y el papel que le asigne al Estado según su desarrollo histórico y eso posee no sólo una importancia política práctica, sino la importancia más profunda como fuerza emancipadora de las masas qué deberán perfeccionarla para liberarse, en un porvenir inmediato, del yugo del capital sobre los seres humanos.

No podemos tener una actitud evasiva con las relaciones entre la transformación del mundo y el Estado, porque eso favorece al reformismo y al oportunismo, tampoco se puede tener una actitud hipócrita y mucho menos una actitud idólatra. El Estado, tal como lo hemos visto, puede plagarse con toda clase de parasitismos y, sin asegurarnos de que se comporte como un motor emancipador afirmado en políticas y leyes descolonizadoras, puede ser la peor prisión de espíritu de la que se han escrito (y visto) horrores a granel. En todo caso estamos obligados a producir teoría y ciencia pertinentes al cometido de garantizar desde el Estado transicional y participativo de todo cuanto lo involucre -y de sí mismo- hasta donde sea útil. Eso incluye la tarea de idear teoría y práctica para su disolución tan pronto lo decidan las sociedades que alcancen semejante desarrollo. Ojalá pronto. Mientras tanto hay que frenar la aventura criminal del neoliberalismo contra la humanidad.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=232687&titular=cultura-comunicaci%F3n-tierra-trabajo-y-capital-

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Amenazas de la democracia, democracia de las amenazas

Por: Fernando Buen Abad

Existe, imperfecta, una cultura de la democracia en Latinoamérica. Una cultura joven que tiene, en su forma teórica y en su forma práctica, años escasos plagados con muchas experiencias amargas. Es, dicho propiamente, la joven “democracia burguesa”. Pero ni su edad, ni su condición de clase, han sido obstáculo para que en su contra se hubieren ensayado todo genero de ataques y deformaciones producto de la avaricia, la alevosía y la obscenidad de quienes impusieron su concepto autoritario de poder disfrazado como “voluntad de la mayoría”. Democracia con avances a pesar de todo.

Aunque fueron derrotadas las “dictaduras militares”, operan hoy por adentro de las democracias (incluso las burguesas) las tendencias más anti-democráticas. Han logrado infiltrarse, con pasaporte democrático, todas las formas del engaño que encontraron ahí terreno fértil para su irresponsabilidad premeditada. Nada hay qué los obligue a cumplir lo que prometen, nada hay que les limite el exhibirse impúdicamente con sus prontuarios delincuenciales más aberrantes. Nada hay que garantice su lugar al mérito por servir probadamente en la solución de los problemas sociales concretos y, por eso, cualquier “inútil”, sin base social ni electoral, puede llegar a las cumbres de la “fama” inflada con artificios de propaganda. ¿Qué democracia es esa que se sustenta en amenazas contra los pueblos? Hay golpes de estado vestidos de “democráticos”.

Contra la democracia la “novedad” es una “quinta columna” mass media que afinó métodos y tecnologías para taladrar los núcleos más profundos de la voluntad y operar desde ahí con dispositivos de guerra psicológica capaces de obligar a las víctimas del capitalismo-neoliberal a votar por sus verdugos. Parte de su mejor conquista es convencernos de que no existen y, si se los descubre, mostrar sus camuflajes de “entretenimiento” para hacernos creer que son inocuos, superfluos, divertidos e indispensables. ¿Qué democracia es esa que no sanciona a los traidores del pueblo?

Operan como una forma mutante de la farándula. Acuden a todos los recursos atesorados por el “show bussines” y juegan con ese tipo de “fama” que crea predilecciones -espejismo- más por las fachadas que por las ideas políticas. Crean la política de la anti-política. Política del des-entendimiento, la indiferencia, la abulia y el abandono de toda responsabilidad social a cambio de designar, de la manera más aséptica posible, un “representante” de “buena apariencia” que haga el trabajo sucio necesario para no perder beneficios. Incluso si todo eso no importa, se ignora y aburre. Chantaje de urnas.

Operan en la semántica idealista de la felicidad y del cambio. Parlotean sobre la “honestidad” y de la “abundancia” como cuentas de vidrio a cambio de votos. Engañan de manera profesional e impune. Prometen lo mejor del “bien” amorfo y van por el mundo como paladines del “trabajo eficiente” vendiendo planes de “reforma” (reformismo), “ahorro” (ajuste), “productividad” (reforma laboral) y “educación” como panacea mitológica para conjurar todos los males de todos los tiempos. Eso relatado con televisoras, diarios, radiodifusoras, cines, muros, volantes y “actos públicos”. Dicen que no les gusta la “confrontación”, que “ya basta de peleas” entre políticos, que todo lo pasado ya pasó y que el único futuro son ellos.

Operan en los tuétanos de una democracia porosa y poco rigurosa, pensada para no ser manejada directamente y autónomamente por los pueblos. Una democracia burguesa saturada de dinero lavado con intereses sucios, de lideres sospechosos y de ausencia de pueblo. Hay que ver las cifras del ausentismo. Una democracia que sólo se representa ceremonialmente como trance circense que lo “cambia todo para que nada cambie”. Le llaman “alternancia” pero son los mismos. Siempre los mismos. ¿Qué democracia es esa que se intercambia por bolsas de comida y materiales de construcción?

Con excepciones honrosas es una democracia joven pero esclerotizada para obturar el paso de cualquier liderazgo distinto al de los intereses burgueses o distinto al de los intereses de sectas. Principalmente de las sectas mediáticas. Si los pueblos viven bajo amenazas explícitas o implícitas; si la extorsión -directa o indirecta- es preámbulo o acompañamiento de la vida diaria; si para emitir sufragios se ha de sufrir todo tipo de ignorancia, desinformación, engaños, demagogias y falacias; si hay acoso, presiones o compra-venta de votos. Si hay cataratas de promesas incumplidas -e incumplibles- a costos de campañas políticas ingentes… El costo promedio de los votos es una pachanga presupuestal sin freno. ¿Qué democracia es esa? En ese paisaje todo logro político desde las bases tiene siempre un valor -y esfuerzo- histórico doble.

Si la vida y la experiencia política depende casi exclusivamente de lo que se dice y se exhibe en los “medios de comunicación”; si los políticos son personajes efímeros que sólo son vistos en la publicidad del partido en las entrevistas cómodas pagadas para lucirse; si el contacto con la realidad es falsificado con escenarios aparentemente reales y actores contratados como decorado; si la dirección de imagen, moda y pose es más importante que la dirección política de un programa social consensuado… ¿en qué clasificación de la Democracia inscribimos éste repertorio? Jolgorio de publicistas.

El informe MacBride de 1980 advirtió que el proceso de concentración monopólico de “medios de comunicación” constituía una amenaza a las democracias. La profecía, entonces diagnóstico, se cumplió. Estamos hoy ante un fenómeno viejo en su presencia pero renovado en sus consecuencias que se mueve con toda libertad en el corazón de las democracias burguesas y exige un debate hondo basado en una Semiótica emancipadora que deje ver los estragos y los alcances de un fenómeno que recién comienza su fase actual de exterminio de las democracias con discursos “democráticos”.

Para poder encontrar respiro hay que frenar la injerencia de lo peor contra los pueblos. Hay que identificar y neutralizar los laboratorios de guerra psicológica que se camuflan como agencias propaganda política. Hay que explicar el nexo entre los monopolios mass media y los candidatos burguesía, especialmente sus nexos serviles. Hay que desmontar el arsenal de armas de guerra ideológica que operan día y noche esparciendo los anti-valores del establishment. Y, sobre todo, hay que democratizar la democracia sin los vicios burgueses que la infectan. Mejorar la organización de los trabajadores. Garantizar el poder del pueblo para los pueblos, que gobierne la voluntad popular. Democratizar las herramientas de comunicación, democratizar la producción simbólica y la cultura. En suma, hacer todo lo posible -y más- para sacudirnos el fardo de falacias e hipocresía de un sistema de representación que debe fenecer en manos de un sistema nuevo de participación amplio, de base, confiable y transformador dispuesto a perfeccionarse desde la praxis y desde la autocritica, científica y permanente. Nada menos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230980

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El gran negocio de las emociones

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Aunque hoy la agresividad publicitaria se empeña en vendernos su uso del “deep learning” como nueva Biblia de las ventas, se trata de un mecanismo de control tan viejo como la lucha de clases. Hoy se publicita como el milagro de los sensores digitales que, por ejemplo, registran movimientos musculares del rostro para detectar “emociones” que interpreta con algoritmos, es una historia que recorre los sótanos más ignotos de la inteligencia militar -de todos los tiempos- y la inteligencia corporativa del espionaje empresarial y del reino de latifundistas del clero.

Merece una indicación aparte la burrada mercantil que pretende obtener conclusiones lineales de un fenómeno tan completo y diverso como es el espectro emocional en las culturas más diversas. En todo caso es ese el pecado originalrepetitivo, hasta la náusea, en el negocio de publicistas urgidos de igualarlo todo para dar lugar a la uniformidad cuantitativa de las mercancías. O dicho de otro modo, es la lógica del vendedor que necesita muchos compradores enamorados de la misma mercancía repetida, por y para las ganancias, más allá de la Cultura y más allá de los individuos.

Para vender (muy cara) su lógica publicitaria han hecho todo género de experimentos y todo tipo de malabares tecnológicos. Se trata de vender su “gran poder” cognitivo y su destreza mercadológica para imponernos cualquier cosa con el “argumento” de que ellos pueden saber qué piensa y qué siente “la clientela”. Y sin soslayar su cinismo de espionaje (implícito y explícito) hacen de su oferta también una mercancía que es realmente un delito al que se suma el secuestro de información sin consultar y sin autorización de los involucrados. Las leyes brillan por su ausencia porque la única ley que vale es la del mercado.

Quieren que creamos, por ejemplo, que las expresiones humanas tienen comunes denominadores emocionales estándar y legibles en puntos específicos del rostro. Quieren que creamos que una sonrisa tiene iguales o similares cargas emocionales sin explicar dónde ocurre en el espectro de todas las desigualdades económicas, sociales, culturales e históricas. Tendrían que explicar su “muestra”, su marco teórico, sus fundamentos y sus objetivos o intereses de fines y de principios. Y deben hacerlo a la vista de todos porque la información sobre el comportamiento de los “compradores” no les pertenece.

Especialmente el interés de los publicistas por las emociones tiene la frontera del poder adquisitivo. Poco importa qué siente quien no tiene capacidad de compra. Tampoco importa el que no tiene capacidad para decidir sobre el presupuesto familiar. Se diga lo que se diga. Eso deja al universo de los intereses por la emociones de mercado margen reducido de la población mundial y con un descarte de género proclive al machismo. El capitalismo en persona.

No es lo mismo “big data” que “deep learning” y estos no se confunden con otros “paquetes”  en el inventario posmoderno del relato mercantil. Cada uno es sometido por la diversidad de intereses que desemboca en uno solo que es el control de las masas al servicio de su esclavitud feliz, creativa, rentable y hereditaria. Por “sæcula sæculorum”.

Así que no hay razón para creerles ni hay causales para rasgar las vestiduras creyendo que estamos en un Apocalipsis por la dominación mediática de “última generación”. Millones de personas todavía se confiesan en las iglesias y millones van al psicoanálisis que no son menos mercado de emociones que otros muchos. Con sus excepciones valiosas. No se trata aquí de negar a ultranza los logros manipuladores conquistados por el “big data” y todos los sucedáneos con su tecnología espectacular, ni de esconder sus ventas o “prestigio”. Se trata de esclarecer en qué lado de la lucha de clases opera para no llegar al equívoco de que se trata de un aporte noble y “asexuado”

Así pues, algunos venden la “big data” o el “deep learning” como si se tratase de verdades reveladas para seducir anhelos de dominación conductual, ideológica y emocional. Sueño añejo de toda dictadura. Venden la idea de que lo saben todo y de que ese saber es una llave maestra con la que, así nomas, linealmente se puede dominar a las masas. Y han hecho todo tipo de experimentos. Fundamentalmente mercantiles.

Algo similar a los que fue y es el recopilador histórico de información llamado “confesionario”. Algo similar a los métodos de espionaje barrio por barrio, taxi por taxi… La clase dominante lo ha sido también porque ha sabido apropiarse y controlar la información en todas sus escalas cualitativas y cuantitativas mientras los pueblos han sido sometidos a todo género de chantajes, miedos y extorsiones para que provea “datos” sobre lo que son, hacen, sienten, anhelan y sueñan. Desde el confesionario hasta el psicoanálisis.

Pero el discurso tecnológico en su fase digital embriaga a muchos y los convierte en clientes de falacias a granel. Hacen pasar por saberes “avanzados” viejas manías de archivo cuya conquista principal es la facilidad para mover masas se información a gran velocidad. Pero eso no las convierte el irrefutables. Por más seductor que suene un “estudio” que hubiere registrado a gran velocidad movimientos musculares en los rostros de 4 millones de personas, el hecho cuantitativo no es suficiente para obtener de ahí conclusiones verdaderas. Menos si las hermenéuticas están infectadas de origen por la lógica de la mercancía y su plusvalía. Muchos espejitos de vidrio no son la realidad por más que brillen bonito a los ojos de los mercaderes.

El universo emocional de los seres humanos ha sido ambicionado por todo tipo de audacias “controladoras”. El modelo de dominación recurrente ha sido la inducción de miedo en variedades insondables y los éxitos reportan resultados desiguales y combinados. Miedo a lo visible y a lo invisible, miedo a lo subterráneo, lo terrenal y lo extraterrestre. Miedo al mar, al cielo y a los desiertos. Miedo al microcosmos y al macrocosmos. Miedo al yo interior y miedo a todos lo seres humanos. Miedo en todas sus presentaciones y dosificaciones. Miedo pasado, presente o futuro. Miedo, incluso, por las dudas. Miedo ala clase trabajadora consciente y organizada.

Y desde luego las emociones humanas también ofrecen filones mercantiles muy jugosos porque uno de los miedos burgueses -por antonomasia- es no poder controlar lo que piensan y sienten los pueblos. Por eso proliferan los inventos tecnológicos y la saliva para venderlos. Por eso cunden los nuevos mitos del “ultra poder” de la cibernética en la fase en que se nos presenta como el nuevo demiurgo armando con ultra-sensores capaces de saber, a mañana, tarde y noche, dónde estamos, qué hacemos y qué nos place o displace. Eso incluye a los teléfonos “inteligentes”, los ordenadores de nueva generación, los televisores inteligentes y las cámaras de vigilancia.

Para que ese mito mercantil funcione a plenitud publicitaria, y se cobre mucho dinero por eso, ha sido necesario legitimar de facto el espionaje. “Big brother”, cámaras de vigilancia, organismos de inteligencia… y todo género de intromisión en la vida nuestra hasta llegar al punto de una nueva adicción narcótica basada en espiar a todo mundo mientras somos espiados con en buena parte de las redes sociales. Hay que expropiar integralmente toda esa estrategia de recolección y ofensiva con la información; desnudar sus mitos de mercado y producir una Revolución Ética (como proponía Adolfo nchez Vázquez) y a la vista de todos reelaborar sus aportes y sirva como herramienta para conocernos mejor en igualdad de oportunidades y principalmente de condiciones.

La próxima vez que llene usted un formulario de trabajo, de escuelas o de bancos. La próxima vez que responda a encuestas telefónicas breves o largas… la próxima vez que ponga “like” o “emoticones” sonría “lo están filmando” para hacer negocio con toda la información que uno provea. Eso no implica que ya tengan dominada a toda la especie humana. Grandes Revoluciones están en marcha.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/El-gran-negocio-de-las-emociones-20170517-0003.html

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¿A quién le interesa la Moral?

Por Fernando Buen Abad

Cuando se trata de “desmoralizar” a los pueblos en lucha no faltan los moralistas de coyuntura siempre entrenados para asestar golpes simultáneos a las golpizas económicas y las golpizas policiales. “Kit” completo. Las grandes vertientes moralistas (clericales y legalistas) lanzan sus denuedos axiológicos contra quienes rompen el “orden”. Porque se trata de bajarles la guardia, demolerles las convicciones y los entusiasmos… hacerlos sentir enemigos del “bien”. Fuerzas del mal. La culpa serial.

No se privan de tentación alguna para maldecir y ensuciar hasta las más incipiente luz de rebeldía social. Por un milagro de resurrección cívica los moralistas del “establishment”, no importa si son choferes de taxi, “amas de casa”, burócratas o vendedores de enciclopedias… lanzan (por ejemplo) denuestos y maledicencias a los cuatro vientos cuando un grupo organizado políticamente hace conocer su malestar y sus denuncias con huelgas, paros o cortes de calles.

Los moralistas se encrespan y repiten al unísono un tendal de frases u oraciones huecas sacadas del noticiero más cercano o de sus pares también moralistas de pacotilla. Miran a la clase trabajadora como seres de otra dimensión, como enemigos del “orden”, del “respeto” y del “bien común” urbano o rural. Las luchas sociales son “engendros del demonio”, perversiones del averno, amenaza contra la “paz” y las “buenas costumbres” burguesas  y, sobre todo, enemigas del “orden establecido”. La sacrosanta (inexistente) civilidad entre hermanos citadinos es amenazada por la barbarie de la lucha proletaria y eso indigna a los “ciudadanos” guardianes de la moral burguesa.

Son los territorios ganados por la ideología de la clase dominante para, también de esta manera, poner a pelear a pobres contra pobres. La contienda con frases hechas, todas con muy dudosa procedencia y contenido, se inflama con adjetivos que operan como bofetada moralizante. Todos critican por el “bien común” por un (desconocido) “respeto al prójimo”. Todos vociferan con tono parroquial desde la cúspide de su mediocridad prefabricada a espaldas de su ignorancia para que no se percaten de tono titiritezco que adquieren todas sus invectivas inyectadas con almíbar de razón simplista. “Si ellos tienen derecho a protestar nosotros tenemos derecho a libre tránsito” de dice con suficiencia cardenalicia.

Pero la espiral de la Moral dominante y condenatoria de las luchas sociales, asciende hasta complejidades y prácticas de muy diversa envergadura y daño. En su cima sirve para justificar genocidios y torturas, sirve para camuflar canalladas de todo tipo y sirve fundamentalmente para hacer invisible el hurto burgués sobre el producto del trabajo. Con capas de pintura moralista se disimulan y ocultan los fraudes electorales, la connivencia con el crimen organizado, la permisividad servil con los trinquetes bancarios, la corrupción a todo vuelo y -también- los fardos ideológicos que se hacen tragar a los estudiantes en las universidades burguesas (y en algunas otras también). Todo es por su “bien”.

Con la Moral burguesa y con su “doble Moral” se asientan los valores dominantes donde todo vale en manos del poder económico y no importa la gravedad, ilegalidad o la irracionalidad de la afrenta todo se arregla con dinero y el que no lo tiene ha de resignarse unas veces al silencio y otras veces pagando los “platos rotos” que no rompió. Ese es el orden de las cosas. “La vida es así”. “Uno no puede cambiarlo todo”… y sin fin de retóricas espeluznantes que se hacen pasar por solidez moral y solvencia de principios. Mientras tanto lo que reina es la “moral burguesa” que, vista bien, no es más que la inmoralidad misma del capitalismo que es inmoral por definición. La bomba a Hiroshima es una inmoralidad inolvidable.

Pero la Moral que los pueblos necesitan es un conjunto de afirmaciones y principios colectivos y dinámicos cuya unidad de clase debe exprese en paradigmas enriquecedores de la fortaleza intelectual y de la fortaleza emotiva. Para eso es necesario conocer a los seres humanos en su fase de lucha transicional que, mientras sale del fardo de supercherías morales burguesas, accede a un territorio de significación en el que se renueva el conocimiento y se renueva su enunciación sobre la conciencia proactiva de un ser distinto esta vez respetuoso del interés común y del desarrollo en colectivo. Moralidad humana real del futuro. La moral desde la base productiva y la relación con la naturaleza.

Semejante Moral no es un decálogo “acabado” ni sencillo, no puede serlo jamás, porque se trata de un instrumental de orientación y dirección política y humanista (en sus sentido estricto) en movimiento y transición social. Esa será sin duda una de las cualidades de la Moral nueva, la Moral de la lucha permanente, de la Moral que no admite la resignación a los intereses de una clase privilegiada contra una mayoría desposeída.

La Moral tiene una “viva e inquietante actualidad” como insistía nchez Vázquez. Pero ha de someter a su jurisdicción temas como la violencia, el terrorismo, la depredación de la naturaleza… la mercantilización avasallante de la vida. La Moral de los pueblos, la de la clase trabajadora en lucha, ha de afirmarse en valores históricos como la libertad, la igualdad, la democracia… que cada día son más urgentes. Valores de justicia social real porque no puede haber libertad verdadera en condiciones de desigualdad e injusticia social y tampoco justicia social cuando se niega la libertad y la democracia. Es en la práctica donde se demuestra la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de la Moral en lucha.

Cuando hablamos de la Moral del pueblo en lucha, no hablamos de la Moral burguesa. Aunque usen palabras similares sus contenidos no son lo mismo. Una Moral participativa que propicie una democracia participativa; que ponga fin a los beneficios irracionales de las empresas capitalistas. Una Moral de la lucha social dispuesta a terminar con la pobreza para muchos y la abundancia para pocos. Moral para la defensa de la educación pública gratuita y crítica en todos sus niveles; para garantizar los derechos de los trabajadores y el respeto a las diferencias (étnicas, raciales, genéricas, etc.); Moral para la defensa incondicional de los derechos humanos. Moral no sólo para cambiar el modo de producción sino también las relaciones de producción. Una Moral que será distinta porque es su deber serlo. Una Moral cuyo aliento sea el desarrollo social y no la represión de los seres humanos. Una Moral para la emancipación que dé cuerpo y fortaleza a las nuevas condiciones de la vida organizada y coincidente con lo indispensable para ser felices, para ser creativos, para ser amorosos y para ser iguales; para ser distintos en unidad para lo que necesitamos y contra lo que nos daña. Una moral para el bien común… moral de lucha permanente.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/A-quien-le-interesa-la-Moral-20170721-0002.html

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Ética para la Emancipación

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

“Y por ética entendemos la atención reflexiva, teórica, a la moral en uno u otro plano

 –el fáctico o el ideal– que no son para ella excluyentes.” Adolfo Sánchez Vázquez

Entendida como ciencia la Ética es la praxis rigurosa de todos los rigores por el bien de la humanidad. Y eso no acepta disquisiciones blandengues. Poseedora de protocolos paradigmáticos, la Ética ha madurado -a lo largo de su historia- con el instrumental necesario para intervenir en el análisis y la critica del comportamiento moral más diverso. Algunos de esos instrumentos, especialmente los de matriz más añeja, se han pulido con esmero y han perfeccionado su precisión al calor de las necesidades históricas de una humanidad cada vez más compleja, diversa y amenazada. Y el poderío teórico-metodológico de ese instrumental no puede ser sepultado por ningún delirio reduccionista tenga la factura ideológica que tenga.

Se entiende aquí la Ética como la definió Adolfo Sánchez Vázquez: ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad constituido por un tipo peculiar de hechos y donde lo científico radica en el método, en el tratamiento del objeto, y no en el objeto mismo. Con tal Ética es urgente intervenir sobre un mundo secuestrado por la Industria de la Guerra que, sólo en lo que va del siglo XX y XXI, ya ha producido monstruosidades abrumadoras muy opuestas al ideal humano de paz, desarrollo, solidaridad y fraternidad para todos por igual. Que la Ética sea la Estética del futuro.

Con la Ética es urgente intervenir en un mundo secuestrado por las Industrias de la “información” y el “entretenimiento” (en manos de 6 dueños) que ya han logrado obturar el derecho a pensar, sentir y actuar independientemente en innumerables países hoy sometidos a la dictadura de la desinformación y de las banalidades de mercado. Con la Ética es necesario fijar orientaciones firmes contra un circo de espejismos, empeñado en destruir la verdad y la realidad, para convertir en mercancía de moda esa “post verdad” de la que tanto se habla; necesitamos con urgencia Ética para la crítica al capitalismo, para diseñar el proyecto de nueva sociedad y para la práctica política revolucionaria y permanente. Ética contra las mercancías del miedo y de la mentira.

A estas alturas de la Historia, el respeto por la Vida, tanto como el respeto por el trabajo, el respeto por la inteligencia y el respeto por la identidad de los pueblos, deberían ser paradigmas inviolables. No debería haber objeción ni debería haber excusas. A estas alturas de la Historia no deberíamos aceptar un sistema de valores basado en el desprecio, la exclusión, la esclavitud o la postergación del derecho humano al “buen vivir”. No deberíamos aceptar una sistema económico corrupto basado en robar a los trabajadores el producto de su trabajo ni deberíamos aceptar estratagema alguna para engañar a quien produce la riqueza, obligándolo a ceder su trabajo para que unos cuantos vivan en un paraíso y la mayoría viva en un infierno.

Así, la Ética como conjunto sistemático de conocimientos racionales y objetivos, debe desarrollar el escrutinio minucioso de la moral (actividad humana, histórica y social) que regula las conductas concretas de los seres humanos. Actos no siempre conscientes y no siempre voluntarios de los individuos que afectan a otros, a determinados grupos sociales o a la sociedad en su conjunto. La Ética no es un recetario de conductas.

 Hoy la Ética, entre mil tareas, debe responder a las necesidades de la juventud que es blanco de todas las desorientaciones más perversas, para luchar contra los anti-valores burgueses aunque fuse en un grado modesto, e interrogar desde la Ética al poder, a la democracia, a la libertad, al Estado, a la sociedad civil, las relaciones (visibles e invisibles) de la economía y la política, con sus sedimentos culturales y mediáticos.

En el plano teórico-político, la realidad nos impone la necesidad de abordar la verdadera utilidad de la Ética que ha sido ocultada tras los más diversos velos ideológicos. A esa necesidad, entre muchas otras instancias, deben responder los laboratorios de análisis y producción simbólica (que necesitamos) armados sobre una base Ética rigurosa para esclarecer la praxis que es necesaria, deseable y posible de una Ética confrontada con lo realmente existente.

Ante las recientes lecciones de la historia bélica, en todo su arco destructor, incluidas las máquinas de guerra ideológica y las perspectivas de la incertidumbre para la humanidad, estamos obligados a preguntar también: ¿es posible la transformación del mundo, por qué luchar en condiciones asimétricas? ¿por qué no resignarse y pensar, como quieren algunos, que la humanidad no tiene remedio? Para responder eso la Ética debe ser una herramienta científica poderosa capaz de poner en claro que el desastre que vive la humanidad no es obra suya sino de un sector dominante empeñado en someter a la mayoría.

Bajo el capitalismo los problemas morales son inseparables de las relaciones de producción y de los modos de producción y eso es un problema, también, Ético con las consecuencias que afectan a una comunidad entera y a los individuos. Bajo el capitalismo los seres humanos se ven obligados a ajustar su conducta a las normas que impone la ideología de la clase dominante que determina qué actos son aprobados o desaprobados moralmente. En la vida diaria los seres humanos asimilan las normas imperantes, con base en ellas formulan juicios y desarrollan argumentos que justifican decisiones prácticas y teóricas. Y eso constituye una Cultura que se comunica transversal y generacionalmente. Urge la crítica.

Necesitamos desarrollar la crítica del método de dominación de la conciencia convertida en mercancía y que la burguesía impone como in-transformable para que perviva “intacto” ante la lucha de clases y la historia. Critica Ética a un mundo de mercancías que absorbió a la mano humana y a los productos de la mente humana, hundiéndolos en las “neblinosas comarcas del mundo religioso” como “figuras autónomas dotadas de vida propia, en relaciones unas con otras y con los hombres”. Fetiches, pues.

Nuestra Ética considera la importancia central de no quedarse encerrada en idealismos sino intervenir en el campo histórico-cultural concreto como una praxis social necesaria, posible y realizable. Esta Ética no se apoya solamente en las tradiciones filosóficas sino también en la experiencia práctica de las luchas humanas más diversas. La tarea fundamental de nuestra Ética es la de toda ciencia: observar críticamente, explicar, esclarecer o investigar hechos y resolver problemas sociales. Ética que busque servir socialmente para fundamentar una moral superadora orientada por ese anhelo humano sabedor de que “de lo que se trata es de transformar al mundo”. Ojalá pronto.

Urgencia de escrutinio ético sobre la producción cultural y comunicacional.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Etica-para-la-Emancipacion-20170519-0004.html

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