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México: Filosofías de mercado, mercados de la filosofía

Filosofías de mercado, mercados de la filosofía

Por Fernando Buen Abad Domínguez

¡Gloriosa civilización ésta, cuyo gran problema estriba en saber cómo desprenderse de los montones de cadáveres hechos por ella después de haber cesado la batalla!” K. Marx la Comuna de París.

Entre los santorales del “best seller”, abundan los mercachifles del ego muñido con sermones petulantes y sabihondos. Aunque se disfracen bajo camuflajes terminológicos diversos, todos ellos venden sus “cuentas de vidrio” a precio de hallazgos trascendentales. Interpelan al universo, a la existencia, a la imaginación, a la palabra misma, mientras beben sorbos gruesos de nadería, nihilismo y escepticismo. La realidad no transita por sus cabezas salvo cuando se presenta en forma de cheque o cuenta bancaria. Se anuncian como dueños del pensamiento, de la Filosofía, de los métodos, de las cátedras, de las becas, de las investigaciones y de los “derechos reservados”.  Lenin los vio venir desde 1908 (Materialismo y Empiriocriticismo)

Ha transcurrido tiempo suficiente, acaso demasiado, para interpelar, al menos en parte, la cantidad y la calidad de las exiguas “transformaciones del mundo” que los filósofos han aportado porque, con excepciones honrosas, hasta hoy, los filósofos no han hecho más que mercadear con interpretaciones de interpretaciones… lo que más ha cambiado son las vitrinas en el mercado de las “ideas”. Algunos se han acuartelado en la “academia” (su idea de academia) para hacernos creer que ahí residen los poderes de la “sabiduría” que dicta las normas del pensar según los apetitos burgueses de los jefes. Desde sus catedrales de saliva crean y destruyen santones de ocasión para garantizar blindaje a sus burocracias. Rodilla en tierra ante el Olimpo ideológico de la clase dominante, amasan fortunas entre refritos de refritos huérfanos de realidad social. Eli de Gortari.

Del aporte fenomenal hecho por la Revolución Soviética (y en general por las revoluciones) se han ocupado, principalmente, para denostarlas y suprimirles su contribución y derecho filosófico legítimo a la transformación del mundo. Algunos se especializan en vivir de la fabricación de confusiones haciendo pasar por “iguales” los logros del pensamiento emancipador y los debates entre algunos teóricos de la época. Trastada barata típica de algunos “doctos”. Grandes “críticos” que jamás se incluyen en su propia agenda. Ocupan centímetros en los diarios mercachifles. Y es que la lucha de clases no se detiene en las puertas de las “academias”. Al contrario la ideología de la clase dominante encontró en esos espacios algunas de sus trincheras más rentables. Por inútiles que parezcan, algunos filósofos y filosofías, serviles a los oligarcas, prestan grandes servicios intelectuales a sus (frecuentemente ignorantes) amos. Incluso si se disfrazan de “progres”. Hasta Vargas Llosa se cree filósofo.

Y no les falta “creatividad”, oportunismo ni agencias de publicidad, o “Think Tanks”, para encumbrar las más bobaliconas ideas que refuercen la resignación, el escepticismo, la depresión y la desorganización de las fuerzas sociales realmente transformadoras. Hacen congresos, conferencias y becas. Tienen fundaciones y reciben, con avidez, dineros de la Casa Blanca. Crean “éxitos” bibliográficos y ponen de moda los enredos terminológicos más abigarrados como si se tratase de respuestas iluminadas. Ahora trabajan arduamente en destruir toda noción de calidad concreta. Alimentan con fruición las fauces del irracionalismo y se tornan creacionistas fanáticos, resuelven todo en un “idealismo” represor de nuevo tipo basado en imponer como verdad la ausencia de ésta. Su éxtasis proviene del anhelo ideológico de servir para desmovilizar las luchas sociales. Nada es verdad ni es mentira, todo es según los “mass media” con que se mira. Es la “bolsonarización” de la filosofía. Ética y estética del fanatismo por el odio como “novedad” en el mercado ideológico burgués. Estulticia de mercado para una “performance” que llena con miserias ideológicas los vacíos preparados minuciosamente por la educación burguesa, sus iglesias y todas sus instituciones. Incluida la industria mediática.

Su plan consiste en escupir falacias a mansalva. Impúdica e impunemente. Hacer de las calumnias una ética histriónica del “todo vale” si le sirve al conservadurismo. Su estilo es proferir, con énfasis dogmático e ingenio retórico, todo género de sofismas serviles al fin último, y primero, de resguardar y eternizar la plusvalía, la explotación, el saqueo y la humillación de los rebeldes. Estallidos de luces apagadas, colores ciegos y sonidos inaudibles para anestesiar a los pueblos con argumentos “nuevos”, irrefutables, incomprobables e irresistibles… para desmovilizar toda intención, por incipiente que sea, en la organización de la verdadera transformación del mundo dispuesta a terminar con el infierno terrible que es el capitalismo. ¿Alguien sabe cuánto le costó a la especie humana combatir a las “armas de destrucción masiva” que nunca existieron en Irak? ¿Ese no es tema de la filosofía? A la historia de los filósofos que trabajan como productores individuales de opiniones mercancía, conocimiento o hipótesis de mercado, se añade ahora la fase del trabajo en equipos organizados jerárquicamente en alguna forma de burocracia, pública o privada. Cada uno de ellos debe producir mercancías atadas a un objetivo que así, en secreto, acordado con un “director de proyecto” financian las metas del negocio. Se han convertido en maquiladores de detalles, anécdotas y palabrerío de autoayuda.

Hay que democratizar a la Filosofía, dejarla crecer en el tiempo presente. Fecundarla y cultivarla con métodos que la emancipen para que cobre vigor emancipador en la praxis revolucionaria… transformadora. (Sánchez Vázquez). Día a día. Devolverle su lugar en las luchas, en las calles, en las trincheras. Asumir, también, la batalla al interior de la Filosofía y encarar los debates necesarios para combatir a los cenáculos incubadores del pensamiento sirviente de la destrucción humana. Pero no quedarse ahí. Revolucionar la noción sectaria de  “lo académico” y romper, de una vez por todas, con las burbujas de los sedicentes “genios del saber”. Aprovechar mejor la obra del pensamiento revolucionario que eleva al ser humano, con su praxis transformadora, al peldaño más alto de su especie. Aprovechar la revolución filosófica de Marx, sin los fardos dogmáticos, mecanicistas o reduccionistas que lo infestaron, y trabajar ato-críticamente en perfeccionar su método crítico con sus propios métodos (sometiéndolo a crítica dialéctica permanente) para ascender con él a la práctica que el presente requiere e impone. No hay tiempo que perder.

No aceptemos que la filosofía sea ese pantano de palabrerío relativista donde nada se afirma. Que “todo depende” de cómo lo vea el individualismo o el ego del filósofo que vende sus cursos, sus conferencias o sus libros. Por más encantador que parezca. Desconfiar si tratan de esconder o negar la lucha de clases. Desconfiar si pontifican que las palabras  (o las ideas) son la madre de todas las realidades. Desconfiar si se empeñan en convencernos de que el mundo es incognoscible y que hay que ningunear a los “sentidos”. Desconfiar de la desconfianza rentable que orilla a la humanidad a no confiar ni en la fuerza social que será la verdadera transformadora del mundo. ¿La industria de la guerra, asociada a la dictadura financiera y las mafias mediáticas no son temas filosóficos?

Basta ya de esa Filosofía subordinada al decorativismo ideológico burgués, es demagogia para el lucro. Basta ya de la Filosofía para la acumulación del capital amaestrada por los sectores de la industria, las instituciones gubernamentales, las iglesias y las universidades esclerotizadas por el mercado. Basta ya de la Filosofía que se dedica a desarrollar la inteligencia de la mercancía, el saqueo de la materia prima, e incrementar las ganancias de sus amos. Los vimos, de la mano de Octavio Paz, lambisconear a los “popes” de la Economía de Mercado. Basta ya de la Filosofía represora para el control social que adopta dos formas: opera para la defensa contra enemigos “externos” o se presta para justificar las “técnicas” para la “pacificación”, manipulación, desorganización y control de de toda rebeldía contra el capitalismo. Incluso un examen superficial de las bibliografías filosóficas, evidenciaría una “industrialización” de la Filosofía burguesa bajo una orientación abrumadora hacia la acumulación y el control. Basta ya de la Filosofía prostituida, directa y estrechamente, por la maquinaria del estado y del gobierno burgués, al punto de convertirse en inteligencia ideológica sirviente entre el estado y la producción industrial, sus amos salariales que se caracterizan por su intenso carácter represor y, por lo tanto, de operaciones ocultas. De ahí la pobreza teórica en la farándula bibliográfica burguesa.

Quizás sea bueno recordar que el debate Capital-Trabajo no ha sido considerado como indispensable para los Filósofos de mercado que, ni en sus investigaciones, abarcan aquella problemática que tenían un interés tanto teórico como práctico. No se ve que abunde una línea que denuncie el hecho monstruoso (sus raíces y consecuencias) que Nagasaki e Hiroshima marcaron inequívocamente con el sello capitalista y la alianza criminal para la dominación de la naturaleza con la dominación de la humanidad a cambio del poder financiero. ONU: 30 millones de personas están al borde de la hambruna. Y es que sólo con un reconocimiento crítico muy riguroso, y consensuado, de la fase presente del capitalismo y del imperialismo será posible desarrollar una producción filosófica que permita a los pueblos trascender el fetichismo ideológico y ascender a una práctica filosófica realmente emancipadora capaz de devolverle fuerza al desarrollo del verdadero papel de la Filosofía en sociedades sometidas por el capitalismo. Una Filosofía transformadora que desenmascare a “tigres de papel”, miseria de la bibliografía) a quienes se debe combatir y derrotar, definitivamente, si se quiere ensanchar el camino de una genuina Filosofía (la emancipación humana de la peor etapa del capitalismo) deseable, posible y realizable -Sánchez Vázquez- hecha por el pueblo emancipado y emancipador. Y transformar al mundo. Karl Marx escribió en la primavera de 1845 (aunque publicado por Engels hasta 1888) “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. (Die Philosophen haben die Welt nur verschieden interpretiert; es kommt aber darauf an, sie zu verändern.) No se necesita licencia para pensar y actuar.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez. Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride. Universidad Nacional de Lanús. Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad. Miembro de la Internacional Progresista Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social)

Fuente de la Información: https://rebelion.org/filosofias-de-mercado-mercados-de-la-filosofia/

 

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Costos de las usurpaciones simbólicas

Por:  Fernando Buen Abad Domínguez

Algunos, adictos históricos a la libertad de “chayote” o de subsidios, que fijan su “época de oro” en la etapa de mayor corrupción para sus negocios “informativos”, simulan amor por la libertad para esconder su amor al dinero. Así ha sido desde antes de que el Informe MacBride se lo advirtiera al mundo. Por cierto, cuando hablamos del Artículo 19º: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». Declaración de los Derechos Humanos proclamada por la resolución 217 A(III) 10 de diciembre de 1948. ¿Qué “Libertad de Expresión” es posible bajo el capitalismo?

Sean MacBride ya en el informe oficial de la UNESCO especializado en problemas de Comunicación, “Un solo Mundo Voces Múltiples” (1980) veía venir las “manías” manipuladoras contra la “Libertad de Expresión” que distorsionarían los Derechos Humanos, incluso con financiamientos trasnacionales. Como hacen la UNED y la USaid, por ejemplo. “En teoría, todos tenían derecho a la libertad de expresión, pero en la práctica no podía ejercerse en términos de igualdad… mientras tanto, ha habido un movimiento de concentración generado por las presiones financieras…” pág 44 

En nombre de la “Libertad de Expresión” se han cometido fechorías desvergonzadas a mansalva. Una de ellas consiste en suplantar a las voces múltiples con intermediarios obedientes a una sola voz: la de sus jefes. Otra consiste en cercenar, todo o en partes, el pensamiento, la obra y hasta los cuerpos de quien se empeña en expresarse libremente y “devolverle el habla al pueblo”. Otra más, consiste en inventar organizaciones, con emboscadas jurídicas o políticas, para “legalizar” la concentración de las herramientas de comunicación y el “linchamiento mediático”.

En nombre del artículo 19, y sus contenidos más claros, se han disfrazado mil canalladas que reclaman su derecho a la Libertad de Expresión (en realidad libertad de empresa) para la calumnia impúdica e impune, como si fuese lo mismo la expresión de las clases subordinadas y la expresión de las clases privilegiadas. Decía Trotsky: “El procedimiento moralizador del filisteo consiste en hacer creer que son idénticos los modos de actuar de la reacción y los de la revolución…El rasgo fundamental de esas asimilaciones e identificaciones lo constituye el ignorar completamente la base material de las diversas tendencias, es decir, su naturaleza de clase, y por eso mismo su papel histórico objetivo”. León Trotsky

El papel de los “medios” hegemónicos es enmudecer a los pueblos, hacer invisibles sus luchas y sus demandas. Nadie debe esperar una “Libertad de Expresión” democrática en un sistema corrupto donde campea el culto a la personalidad de los mediocres, la publicidad hinchada con exageraciones, la conspiración sistemática contra la memoria y contra la dignidad, la cultura, la ciencia… mucho menos esperable es la “libertad” con fundaciones -u ONG- creadas ex profeso como caballos de Troya ideológicos. “Surge otra situación peligrosa cuando quienes tienen acceso a los medios masivos exigen una libertad total para sí mismos y se niegan a aceptar alguna responsabilidad hacia el público” Informe MacBride pág 46

El plan es usar el artículo 19 para inyectar odio burgués camuflado de mil modos filantrópicos, especialmente en forma de miedo a diestra y siniestra gracias, entre otros, a sus “profesionales”. Su modelo de usurpación simbólica no es otra cosa que la simulación cínica de organizaciones burguesas que se camuflan de “libertades”, rellenas con falacias. Eso es principalmente una lucha por los mercados mass media. Si los medios, modos y relaciones de producción informativa siguen siendo mercancías o “propiedad privada”, la metástasis de organizaciones espurias tenderá a agudizarse y a hacerse cada día más violenta. “En muchos países del mundo se viola todavía la libertad de expresión por la censura burocrática o comercial, por la intimidación, la persecución, y por la uniformidad impuesta. El hecho de que un país afirme que tiene libertad de expresión no significa que tal libertad exista en la práctica.” Informe MacBride pag. 42

La Libertad de Expresión en manos de los pueblos no puede ser decorativa ni en estado pasivo, con una objetividad ilusoria o aletargada… debe florecer en la praxis de las luchas populares. La Libertad de Expresión nuestra, debe ser, también, ejercicio de transparencia financiera que exprese libremente de dónde se saca el dinero para la libre expresión de la verdad construida entre todos.

La usurpación de la Libertad de Expresión es una monstruosidad. No importan las “lágrimas del cocodrilo” burguesas ni los gritos histéricos de los oligarcas -y sus amigos- que ocupan cargos poderosos… no importa el palabrerío de los “políticos” ni de los “académicos”, ni de los “periodistas” ni de las ONG que les son serviles. ¿Qué hacer?: Organizarse, movilizarse, elevar la conciencia… ganar las batallas simbólicas, avanzar hacia un Nuevo orden Mundial de la Información y de la Comunicación donde quepan, en un solo mundo, las voces múltiples.

Costos de las usurpaciones simbólicas

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Mundo: Geosemiótica de los derechos humanos

Geosemiótica de los derechos humanos

Fuentes: Rebelión

No es lo mismo el “derecho” en pueblos que jamás han vivido la justicia social. En cada territorio, son las condiciones objetivas las que determinan la consciencia y la práctica sobre los “derechos humanos”, por más organizaciones especializadas que  militen. Ahí donde reina el analfabetismo, el hambre, el desempleo y la insalubridad ¿qué significa la “Carta de los Derechos Humanos”? Poco o nada. La defensa de los derechos conquistados por la humanidad no puede reducirse a una recitación demagógica para decorar el palabrerío reformista o la filantropía de mercado, que abundan. https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights

No hay defensa de la humanidad que valga si sólo es ilusionismo -sin territorio- de “buenos propósitos”. Los territorios no son sólo geografía, son historia y “sentido”, sabores y olores… generados por la lucha de clases que habita en todas las relaciones sociales y todas las escalas emocionales y simbólicas. Los “derechos humanos” no pueden invocarse aislados del territorio ni de las tensiones semánticas de los “terruños”. Donde todo es corrupción, humillaciones y desprecio contra los pueblos, el discurso de los “derechos humanos” simplemente es palabrerío de salón o engañifa de burócratas. A pesar del significado y valor histórico de la Carta de los Derechos Humanos como herramienta opositora al proyecto nazi-fascista que merodeaba en tiempos de su nacimiento el 10 de diciembre de 1948.

Ahí donde los pueblos originarios son golpeados por todas las aberraciones y privaciones impuestas por las burguesías nacionales; ahí donde el acoso policial, militar e ideológico se encarniza contra los indígenas y campesinos para usurparles la tierra, la identidad y la dignidad… los derechos humanos sólo significan, paradójicamente, palabrerío enemigo y e ideología burguesa. El territorio pesa sobre el significado. Ahí donde los obreros son víctimas de la triple extorsión patronal, fiscal y sindical, donde el salario pesa como un féretro alienante, donde se va la vida y se consume el tiempo, a cambio de sueldos míseros e inflaciones obscenas, hablar de “derechos humanos” es simplemente grotesco si no ofrece instrumentos reales de transformación concreta en lugar de idilios escapistas. Es la realidad la que determina a la consciencia sobre los derechos humanos. Semántica en crisis.

Así que no sucumbamos a las tentaciones idealistas de una “declaración de los derechos humanos” que no tenga “los pies sobre la tierra” y la semántica de la realidad. Porque de la ridiculez no hay retorno. De nada sirve construir adoratorios ni sermones para cierto fanatismo “snob” sobre de los derechos que nada significan o que, en todo caso, significan el pensamiento que no es propio o que es ideología enemiga para derrotarnos las esperanzas, las luchas y los programas de transformación revolucionaria.

Y es imprescindible que toda la “declaración de los derechos humanos” sea revisada con la óptica y el escrutinio que interpela el carácter individualista de los “derechos”, contrastándolo con su carácter social ineludible y por definición políticos. Es un debate obligatorio, es una asignatura pendiente e histórica, que va recorriendo las décadas en búsqueda de una consonancia semiótica territorial, es decir geo-semiótica, en la que se haga visible el poder crítico de los “derechos humanos” en los territorios y se haga visible, también, la necesidad de una carta humanista revolucionaria capaz de revolucionar al humanismo. En estas condiciones ya es imprescindible que todo análisis recorra, con detalle, el universo de las cajas de resonancia semántica que tiene todo postulado cuya pretensión ascienda a la generalidad de los seres humanos, a la generalidad de sus problemas históricos y a la urgencia de la praxis transformadora.

Geosemiótica significa aquí el esfuerzo teórico-práctico por caracterizar la red compleja, diversa y dinámica de la dialéctica del sentido, las leyes generales de su desarrollo, en cada territorio. La red compleja, y no pocas veces interconectada, de los significados con que se organiza la conducta de clase cotidiana de los pueblos, sus basamentos filosóficos y sus expresiones morales y éticas. Con el supuesto de que toda acción está precedida de un conjunto de nociones sobre la realidad, y sobre lo que se pretende en el futuro esta idea, la geo-semiótica se enraíza en la necesidad de caracterizar, también, localmente los modos de producción de sentido y las relaciones de producción de sentido, en las condiciones concretas en que se desarrolla. No se trata de una categoría esotérica para hacer, todavía más, incomprensible a la semiótica y a su responsabilidad como instrumento de combate contra la ideología de la clase dominante. Se trata, todo lo contrario, de enriquecer el instrumental de acción o de praxis científica para facilitar su ascenso en las realidades concretas de cada pueblo.

Todas las tareas que sean necesarias en la lucha cotidiana por la emancipación del sentido tienen, ante la “Carta de los Derechos Humanos”, un reto de urgencia crítica que compromete, de manera multidisciplinaria, a quien pretenda contribuir a orientar las luchas emancipatorias para oponerse al humanismo de las formas dogmáticas, mecanicista o esquemático con que se pretende resolver no sólo la problemática humana de nuestro tiempo sino también la idea de un “Derecho” separado del principio urgente de la Justicia Social.

Así cobra sentido nuevo la iniciativa de revolucionar el humanismo para confrontar los campos semánticos de los “derechos humanos” con el campo político de la Justicia Social que está por construirse. Porque está claro que ahí donde todas las penurias humanas se agudizan y se encierran en callejones sin salida, ahí la propia noción de lo humano, la propia idea de Justicia pierden sentido. En todo caso, ese es el sueño de la ideología de la clase dominante, despojarnos de toda noción y toda práctica humanista que pudiera garantizarnos orientaciones concretas ya sea en el territorio de la Filosofía como en los escenarios de su praxis inmediata más urgentes. Es el sentido del sinsentido.

Revolucionar la “Carta de los Derechos Humanos” no es una utopía más cuando la pandemia ha desnudado la crueldad burguesa que atesora vacunas al ritmo del mercado y de la crueldad capitalista. Revolucionar al humanismo implica producir herramientas que muestren permanentemente el rostro de nuestros pueblos atónitos que miran, con desesperanza y rabia, la demora de su Derecho a las Vacunas; que miran la demora del Derecho a la Educación, la nutrición, el trabajo, la vivienda y la cultura emancipada. El Derecho a “vivir viviendo y no sobreviviendo” en las condiciones inmorales en que se “vive” bajo el capitalismo. Revolucionar al humanismo de los “derechos humanos” implica combatir al ilusionismo filantrópico con una declaración de acción concreta contra las sociedades divididas en clases donde reina lo inhumano del modo de producción dominante y de las relaciones de producción alienantes con todos sus significados. Sus medios y sus modos.

Fernando Buen Abad Domínguez, Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride, Universidad Nacional de Lanús. Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad. Miembro de la Internacional Progresista. Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social)

Fuente de la Información: https://rebelion.org/geo-semiotica-de-los-derechos-humanos/

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¿La crítica por la crítica misma?

Desconectada de las luchas sociales, sin lugar beligerante contra la opresión, la crítica sirve de bastante poco. A lo sumo se reduce a una especie de “entretenimiento ingenioso” para encontrarle “peros” a todo y ganarse unas palmadas, o unos pesos, “espantando al burgués”. No se negarán aquí los talentos desplegados por algunos “críticos” reconocidos (y temidos) en territorios diversos. No obstante el brillo de los geniecillos críticos suele quedar eclipsado por el individualismo que sofoca al talento con cataratas de egolatría. Toda esa crítica solipsista conduce al aplauso de ellos mismos. Un tedio.

Otra cosa es la crítica, y sus métodos, inflamando las inteligencias populares con escrutinios históricos, dialécticos, éticos y estéticos para fortalecer las tácticas y las estrategias emancipadoras en la lucha de clases. O dicho de otro modo: la fuerza de la crítica -que realmente importa- no está en las contorsiones de los silogismos (o sofismas) lenguaraces, sino en la efectividad de una fuerza del razonamiento sistematizado que esclarece el escenario de las batallas y permite, organizadamente, ascender a la praxis victoriosa, sin reclamar “derechos de autor” ni aplausos para la vanidad.

Aunque estén de moda algunos centros promotores del “pensamiento crítico”, bajo modalidades diversas en cursos, conferencias, talleres o guruísmos… aunque se ofrezcan a crédito (o con “tarjetas de débito”) el asunto es, también, cuánta crítica promueven para ejercer la crítica sobre ellos mismos. Y generalmente no lo resisten. En las refriegas que libra el pueblo trabajador, cotidianamente, contra las condiciones objetivas y subjetivas, impuestas por el capitalismo, se necesita un arsenal creativo de dispositivos críticos capaz de confrontarse a sí mismo en el terreno decisivo de la práctica emancipadora. Crítica fraguada en la crítica de sí, como estrategia dialéctica de acción que garantiza confianza en las organizaciones para las luchas decisivas que se encadenan a diario. No sirven los corpus críticos escleróticos que tanto gustan a las instituciones burocratizadas. No sirven los guiños críticos, de autor, cincelados en el histrionismo de esgrimas lenguaraces. No sirve cualquier cosa en una lucha cruda con objetivos precisos. Especialmente, no sirve el santoral de los sabelotodo críticos, expertos en esconder o negar la lucha de clases.

La clase dominante se esmera en desactivar toda iniciativa de organización transformadora, parida por las bases para emanciparse. Atacan, ridiculizan y desfiguran todo aquello que toque las fibras íntimas de la propiedad privada y la ideología de la clase dominante. Todo aquello que enriquece a los pueblos con las armas de la crítica y la crítica de las armas. En esa guerra por perpetuarse, el capitalismo compra o crea “expertos”, universidades, liceos, academias, “think tanks”, iglesias y todo género de “opio” contra los pueblos. Es decir, los arsenales de guerra ideológica que nosotros debemos someter al campo de la denuncia y de la crítica científica y revolucionaria. O será nada. O seremos nada.

Por definición, todo autoritarismo es enemigo rabioso de la crítica que no puede controlar. Y ha convertido su enemistad en pedagogía para que, a los oprimidos, ni se les ocurra, por miedo o por ignorancia, cultivar las habilidades críticas necesarias para la supervivencia de la libertad. Alguna vez se consideró, incluso bajo el capitalismo, el desarrollo de las capacidades críticas como una virtud de la educación y un logro “civilizatorio” indispensable en las sociedades contemporáneas. Pero duró poco. El desarrollo de las industrias bélicas, la manipulación de conciencias con las industrias mediáticas y el saqueo económico global orquestado por las industrias bancarias… necesitó anular de las cabezas y los corazones todo fundamento o aliento crítico que pudiera exhibir la avaricia burguesa intoxicada de propiedad privada. Para eso han satanizado, perseguido y linchado públicamente a los mejores talentos críticos que han proliferado en las bases sociales y en las luchas emancipadoras. Pero acosada, desfigurada o prostituida, la crítica tiende a sobrevivir sacudiéndose los fardos ideológicos burgueses. Gracias a la fuerza de las luchas hartas de saqueo y humillaciones.

Nuestros arsenales con métodos críticos, no pueden ser armatostes para reverenciar santorales ingeniosos. Por más que estén de moda en los corrillos iluministas. Necesitamos municiones de crítica creativa e inagotable, lúcida y accesible, profunda y portátil, perfectible y autosustentable. Que sea letal contra la economía y la ideología de la clase dominante; que sea fértil en la constitución dialéctica de nuestro programa humanista emancipatorio, que actúe también y sobre sí misma. Un arma inédita para la emancipación de la consciencia. La crítica, como herramienta en manos del pueblo trabajador, debe ser un organismo vivo y producto social, que se necesita a sí mismo para sobrevivir en el medioambiente idóneo que es el aporte y el avance. El acto creador. Por eso es indispensable mantener ajustadas las agujas de sus objetivos, mantener prístinas sus metas y no permitir las desviaciones o las deformaciones que se infiltran al confundir la crítica con el pleito. La crítica necesita sentido y dialéctica. Suele hacerse rancia si se la infecta con cánones repetitivos, si se la aleja de la ciencia y si se dogmatiza. El sentido de la crítica lo aporta la comunidad. La crítica no democratizada suele ser sospechosa y falsa. Nos ha costado mucho aprender que la falsa crítica sirve sólo para poner a la vista las partes que esconden a un todo.

Guardemonos de incurrir en el error, añejamente encumbrado, de abrazar la crítica de los amargos, por más sesuda que parezca. La lucha emancipadora no consiste en propiciar torneos de odios razonados; no consiste en hacer de la amargura un baluarte ni de la revancha un mérito. Y aunque predominen los malestares como atmósfera tóxica donde prospera la crítica, es de urgencia advertir que su fase de realización, su ascenso a la práctica, se logra gracias a los combustibles de la alegría, del espíritu creativo, colaborativo, participativo… organizado, que los pueblos saben darle a todo lo que sueñan, y hacen, para el bienestar común. Se entronizó como un “cliché” la imagen del “crítico” como un mal-encarado espécimen proclive a la intolerancia y a la propagación de verdades a destajo. Pero la crítica debe ser, necesariamente, una alegría. “La creatividad es la inteligencia divirtiéndose” A. Einstein

Hay una crítica que nace, crece y se transforma con el fin de fortalecer a la especie humana en sus luchas y la hay, contrariamente, la que se infiltra para desmoralizar, inhibir y desactivar luchas, luchadores y luchadoras. Nosotros requerimos de un método de crítica fecundo y muy dinámico, generado en todos los frentes permanentemente para que sea capaz de aprovechar las mejores herencias sin caer en emboscadas canónicas. Método de crítica revolucionaria en manos de los pueblos como bandera, como escudo como poesía. De todos, para todos y desde todos. “Deseable, posible y realizable”. (Sánchez Vázquez)

Dr. Fernando Buen Abad DomínguezDirector del Instituto de Cultura y Comunicacióny Centro Sean MacBrideUniversidad Nacional de Lanús.Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad.Miembro de la Red Verdad contra las Fake News.Miembro de la Internacional Progresista.Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social)

Fuente: https://rebelion.org/la-critica-por-la-critica-misma/

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Semiótica de los feminicidios

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

En el comportamiento hacia la mujer, botín y esclava de la voluptuosidad común, se manifiesta la infinita degradación en que el hombre existe para sí mismo… Del carácter de esta relación se desprende en qué medida el hombre ha llegado a ser y se concibe como ser genérico, como ser humano: la relación entre hombre y mujer es la más natural de las relaciones entre uno y otro ser humano”. C. Marx

Pocas formas del asesinato poseen más carga simbólica que los feminicidios. En ellos se coagula un poliedro de fenómenos  históricos degradantes, cocinados en las entrañas del poder hegemónico más podrido. Lo ya de suyo macabro, en lo particular, trasciende y salpica al contexto mientras destruye los mejores valores colectivos amasados durante milenios. En el asesinato alevoso de mujeres, niñas o adultas, reina una moraleja pútrida que se ha dejado macerar para que haga metástasis en todo el cuerpo social y nos deprima, nos agobie, nos cancele todo futuro. No es un problema nuevo ni ingenuo. Se lo ha dejado progresar para hacernos sucumbir en los pantanos del pesimismo donde no hay salida porque convence al mundo de que las mujeres nada valen.

Hay geopolíticas macabras emblemáticas, como las “Muertas de Juarez”, y también hay paradigmáticos, como los crímenes incontables silenciados en la intimidad de la gente “pudiente”, abrigada con impunidad mediática a fuego. Violencia de género que siempre ha sido tolerada como un derecho de machos, cultivado en la nervadura ideológica de la burguesía que fue siempre permisiva y siempre impune. La violencia contra las mujeres en los hogares, en las parejas o en cualquier forma de las relaciones de producción, no es otra cosa que un crimen social tolerado largamente. No hay seguridad para las mujeres que conviven con hombres orgullosos de ser violentos. Hay muchas patologías fúnebres en el “sistema patriarcal” que se repite en las casas, las empresas, las oficinas, las iglesias, las calles y en todo lugar. La mitad de los asesinatos de mujeres, por razones de género, no se esclarece. ¿Hay que llamar a la palestra a Henri Désiré Landru? ¿A Thomas De Quincey con su “On murder considered as One of the Fine arts” (Sobre el asesinato considerado como una de las bellas artes)?

Si alguien pretende reducir lo macabro del feminicidio a “episodios aislados”, de “locura individual”; reducirlo a un tema de debate en sesudas “sobremesas” a propósito de la violencia “de unos cuantos”, en vez de abrir el cuestionamiento al capitalismo todo. Si alguien pretende tal reduccionismo, debe saber que muchas mujeres morirán mientras nosotros discutimos porque, para ellas, la vida depende de la comunidad, de la defensa colectiva de su integridad, de su cuerpo y su dignidad. Y tal defensa depende de destruir el poder patriarcal hegemónico desde sus fuentes ideológicas, en sus fuerzas opresoras concretas y en el consenso ético y jurídico que lo protege; desde la familia y en su forma más horrorosa del Estado Nacional que perpetúa la supremacía machista para, a través de la violencia, lograr la posesión, la colonización y la destrucción de las mujeres. Buñuel lo retrató muy bien en más de una de sus películas.

La violencia que asesina mujeres es un producto más de la ideología de la clase dominante infestada con mentiras y perogrulladas. Se trata de violencia basada, incluso, en el miedo a que las mujeres sean “superiores”. Eso es intolerable para el poder machista. El asesinato de mujeres tiene relación íntima con un sistema social basado en desigualdades por el hecho, incluso, de pertenecer al “sexo débil”. Es un problema creciente. Históricamente se aceptó que el vínculo entre hombres y mujeres conlleva una licencia para abusar. Fueron silenciados miles de episodios de violencia real, plenamente asimilada en la vida cotidiana. El extremo de esa pedagogía de la violencia es el permiso reservado para la industria de la pornografía que vende la imagen de mujeres dispuestas siempre a soportar, una y otra vez y para siempre, cientos y cientos de vejaciones. Estímulo audiovisual para la violencia sexual, la violación y el asesinato perpetrado, en el fondo, por los valores morales del establishment retrógrado que mercantiliza a las mujeres y las somete al absolutismo lujurioso del placer machista… hasta el asesinato. Un placer de la carne humana en su forma más deshumanizada. Como ocurre en muchos matrimonios.

No es ilógico que, en cada feminicidio, esté anidada una moraleja y una simbología contra la sociedad condenada a ser esclava de la supremacía conservadora que es, a su vez, un campo de concentración ideológico lleno de víctimas muertas. Y nadie parece poder frenarlo. Falta mucha investigación sobre las causas, de manera fundamentada y rigurosa. Investigaciones históricas en torno al feminicidio sobre un escenario histórico de desigualdad genérica. Son asesinatos que simbolizan la misógina extrema, e histórica, orientada a producir más explotación y más subordinación de las mujeres. El significado es tan terrible por lo complejo como por lo macabro. Simboliza la moral de los cuchillos, las pistolas y las trompadas destinadas a la piel de las mujeres reducidas a un genital despreciado que puede herirse bajo la complicidad cultural del establishment. El mensaje lumpen del feminicidio es “que no importa lo que le hagan a una mujer y de cuántas maneras la lastimen, a ella le va a gustar” (Andrea Dworkin). Hay un cancionero amplísimo que lo avala y lo repite hasta el hartazgo. Con tríos, mariachis, regetones o bandas de rock.

He aquí el tiempo de los asesinos. Es una atrocidad histórica como las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, como Vietnam o como Irak. Son crímenes de lesa humanidad que simbolizan violación, mutilación y humillación, usadas con placer de clase incluso promovidos por los “mass media”. Es la industria de una semiótica fúnebre generada como insulto de clase contra la conciencia humana. Las muertas se reducen a estadísticas que nadie quiere conocer y se apilan en una zona oscura de la memoria colectiva para que no estorben antes, durante y después del asesinato próximo. Por cierto la palabra “feminicidio” también sirve, paradójicamente, para esconder el horror parido por el capitalismo. Por eso la difunden con furor algunos moralistas conservadores que se escandalizan, sólo, mientras llega la publicidad de turno. En los feminicidios habita la violencia como solución final que evidencia el anhelo de dominar al otro aniquilarlo. Ejercicio de un poder auto conferido para conducir a la víctima a la totalización de la negación. Poder enano pero poder omnipotente cuya violencia es siempre respuesta aterradora ante el exhibicionismo del poder así sea efímero y robado.

¿Qué significa esto? Una sociedad que tolera y no combate, decididamente, la degradación humana, la violencia y el asesinato, fomenta lo macabro y lo hace crecer. Nos acostumbra a que nada de esto es “grave”, que es parte del “paisaje”, que es una calamidad con la que vivir sin escandalizarse. Que ya nada importa, ni el saqueo, ni la explotación, ni la corrupción. Es el marco perfecto para toda degradación imaginable. Pero la vida es otra cosa y no se debe bajar la guardia, hay que identificar el dolor de la brutalidad sistematizada y luchar organizadamente en su contra. Gran parte de ese dolor es ocasionado por un sistema económico e ideológico diseñado para someternos a todas las patologías del poder. En lo general y en los casos específicos. Es vital luchar contra los feminicidios antes de que la indolencia nos haga cómplices de la lógica que asesina a mujeres. Y pueblos.

Todos los asesinatos de mujeres dejan una marca indeleble en la memoria de los pueblos, dejan tatuada una referencia que desnuda a la cultura y a los valores dominantes. Los asesinos actúan impregnados con los tufos más fétidos y complejos de la ideología del poder dominante y son criaturas dolidas de ser “la gente normal”, de ser humanos de carne y hueso pero hambrientos de poder. Los feminicidios son intentos de dominación monstruosa cuya empatía mediocre conduce a la nada del otro, a la condición de víctima irremediable ahogada con el carisma ideológico del verdugo. La víctima es la realización del exterminio pletórico de un rol macabro en el proceso morboso del homicida y cierta fascinación insólita de origen social siempre en la lógica criminal. Funciona como alegoría amarga de la realidad política, su cultura y valores. Es un poderoso tufo de brutalidad a veces  disfrazado de amor.

Es urgente desarrollar la investigación, el interés semiótico por el homicidio de mujeres. Desarrollar la crítica de cuanto signifique para ser intervenido semióticamente. Cuando un feminicidio está en desarrollo (antes, durante y después de cometido) llega a nosotros inyectado semánticamente con todos los medios. Necesitamos una teoría de acción semiótica que identifique que el asesinato como “sentido” destinado a causar golpes de azoro ¿de qué, a quién? A la víctima al victimario, a quien analice los hechos y sienta compasión por el dolor ajeno y el temor por sufrir lo que lo conduzca a cierto estado de miedo. La representación del asesinato y su realización verdadera deben conocerse desde sus entrañas semánticas. En el alma de las primeras expresiones de pena por quienes han perecido, en el epicentro del tiempo, en la vehemencia de la pasión donde es inevitable examinar y evaluar los aspectos textuales y contextuales, su estética, sus valores comparativos, los móviles y fuentes. Semiótica del feminicidio en las circunstancias que lo hacen índice de efectos  sociales, misterio, venganza…dominio.

Semiótica de los actos secuencias en un feminicidio como plan de horror sobre un plano de las ideas que se ha hecho “natural” porque aniquila y degrada la grandeza de los seres humanos, porque exhibe cierta naturaleza humana abyecta y humillante. Semiótica de la víctima que no lo es sólo del asesinato sino de la cultura, también, de sus sentimientos, del pensamiento, del flujo y reflujo de la pasión criminal sistémica encarnada en un asesino que, también, es víctima del proceso de la muerte generada y que lo aplasta todo con su mazo ideológico. En el asesino habita una semiosis violenta como tormenta de pasión, celos, ambición, venganza, odio… un infierno en él;  y donde nosotros todos habitamos Sale por la tele.

Nos urge una mayor sensibilidad científica ante el horror. ¿Cómo enfrentar semióticamente algo que condenamos moralmente? ¿Todos podríamos sentir impulsos homicidas en algún momento? Nos urge una semiótica detective, crítica que intervenga y transforme. No aceptemos ser superficiales, semiótica como instrumental para desactivar las emboscadas ideológicas burguesas y los fines que fomenta, la cultura, las facultades del espíritu feminicida capitalista que se infiltra en la poesía, la pintura, la música, el cine, que representan el asesinato y crean un placer -y no un rechazo- por tantos crímenes a destajo exhibidos como entretenimiento en todos partes. Placer por el espectáculo mismo de matar, que sea perfecto e impune, el crimen perfecto. Cuando alguien asesina a una mujer, muere su racionalidad íntegramente, su racionalidad creativa, interactiva, plural, dialéctica. Aunque pase en las películas o en las series de Netflix o de Amazon.

Por ejemplo: Los niños que se exponen excesivamente a la violencia en la televisión tienden a ser más agresivos. Algunas veces, el mirar un sólo programa violento puede aumentar la agresividad. Los niños que miran espectáculos en los que la violencia es muy realista, se repite con frecuencia o no recibe castigo, son los que más tratarán de imitar lo que ven. Los niños con problemas emocionales, de comportamiento, de aprendizaje o del control de sus impulsos puede que sean más fácilmente influenciados por la violencia en la TV. El impacto de la violencia en la televisión puede ser evidente de inmediato en el comportamiento del niño o puede surgir años más tarde y la gente joven puede verse afectada aun cuando la atmósfera familiar no muestre tendencias violentas. Esto no indica que la violencia en la televisión sea la única fuente de agresividad o de comportamiento violento, pero es ciertamente un factor contribuyente significativo. (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry)

La esencia humana reclama su emancipación revolucionando las relaciones sociales. Eso requiere un humanismo producto de su propia praxis transformándose también en sus propias circunstancias. Humanismo pleno, histórico y creador. Tal humanismo no pudo nacer sino en el corazón mismo de la barbarie capitalista, es su contradicción más aguda. Está llamado a ser fuerza emergente superadora de una etapa histórica mayormente “deshumanizada”, vergonzosa y macabra. Humanismo que debe recoger lo mejor de los seres humanos para hacerse nuevo en nosotros y con nosotros. Humanismo como una concepción lógica de la política y como ética de lo colectivo. Una idea de lo humano que, por tanto, al no echar la filosofía por la borda, permite distinguir con claridad los territorios de sus luchas más concretas e inmediatas. De lo que se trata es de acrisolarlo en la praxis. Estamos a tiempo. Lo peor que puede pasarnos es ser derrotados por la irresponsabilidad, propia y ajena. Ya tenemos suficientes diagnósticos sobre la guerra mediática burguesa; ya tenemos suficientes consecuencias deleznables y excesiva mediocridad y miseria comunicacional. Ya sabemos cómo se entrena, se organiza, se financia y celebra los triunfos la clase que domina las riquezas, el trabajo y las cabezas de la inmensa mayoría de los seres humanos. Ya sabemos de qué es capaz, en lo objetivo y en lo subjetivo, la ideología de la clase dominante para garantizar la enajenación, el saqueo y la explotación.

Urge una guerra abierta contra los prostituyentes, proxenetas y puteros (disfrazados de lo que se disfracen) que reducen a las mujeres a objetos de posesión para cumplir fantasías y placeres que las convierte en “bienes y servicios”. En las sociedades capitalistas hay emboscadas simbólicas (juzgados, fiscalías, academias, iglesias…) que disfrazan al asesino y lo convierten en derecho de dueños o “clientes” de mujeres que en realidad son cómplices activos de la “industria” del odio que crece y se multiplica en feminicidios. Un sistema de “consumidores” de mujeres. Aunque asesinen.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/semiotica-de-los-feminicidios/

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Que opinen todos “libremente” (sólo si hay negocio)

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu erecho a decirlo” , es la frase se atribuye erróneamente a Voltaire pero en realidad es de su biógrafa Evelyn Beatrice Hall.

Ahora resulta que lo “neutral”es “progre”, que puede decirse cualquier cosa como homenaje al “derecho” (aparentemente democrático) de permitir que cualquiera diga lo que se le antoje, en cualquier lugar y a cualquier hora. Que bajo el argumento, siempre en abstracto, de la “libre expresión” (¿de quiénes?) hay que darle palestra a los dichos (y hechos) que le salgan de las amígdalas a quien consiga, gratis o pagado, un altavoz. En suma, parece muy “pluralista”, ser copartícipe de la neo-colonización ideológica que habíamos acordado no volver a permitir en nuestras vidas. Resulta que ahora es de gente “abierta”, reducir la democracia al oficio -rentable- de quedar bien con todos. Los sirvientes de los medios profesan su voltreanismo con aire mesiánico.

En auxilio de semejante mascarada, “ni tardos ni perezosos” los mercenarios disfrazados de periodistas se procuran un “punto medio” (inexistente por otra parte) para granjearse “audiencias plurales” y no exactamente porque respeten las diferencias tanto como adoran los puntos del rating. Ya aprendimos lo suficiente del mercado de la “opinión pública” como para creer en la buena voluntad pluralista esos que, en realidad, inclinan todas las balanzas de sus intereses al lado del negocio, sea éste mercantil o político… o todas sus combinaciones. No compremos emboscadas del liberalismo mediático de comerciantes equilibristas.

Convencidos de que pontifican argumentos incontestables, algunos pícaros de los “mass media” han encontrado un camino “verosímil” para garantizarse amplitud de clientelas. Dan lugar a unos y otros por “igual” con un zopenco “sentido común” hijo del desparpajo y disfrazado de “librepensador”: “todos pueden decir lo que se les dé la gana”; que se es “libre de opinar” y que, al amparo del subjetivismo y el individualismo (“todo es según el color del cristal con que se mire”). Sueltan la lengua bajo el capricho de conspiraciones o compulsiones. Vivimos bajo el imperio de un verdadero torneo de irresponsabilidades lenguaraces. En especial cuando de detecta que, en una controversia asimétrica, el “más fuerte” procede de manera feroz, grosera y ultrajante, que se pasa de una discusión al ataque -e insulto- personal. Aunque parezca muy “educadito”, haciéndose pasar por democrático el oficio de vender publicidades o propagandas, a tiros y troyanos.

Es inaceptable que, sea quien fuere, convoque al asesinato de personas o de grupos, lo disfracen como lo disfracen. Es inaceptable la burla, el linchamiento o la calumnia. Es inaceptable la apología del hambre, la pobreza o la explotación de las personas bajo el interés de unos cuantos magnates. Es inaceptable la violencia verbal o física, la tortura, la persecución y el espionaje. Es intolerable la destrucción de los ecosistemas, el dispendio de los recursos naturales y el tráfico de especies. Es inaceptable la trata de personas, la esclavitud de los pueblos frente a las narco-dependencias y los narco-negocios. Es inaceptable todo aquello que denigre a la especie humana, omita sus derechos fundamentales y pretenda frenar el desarrollo colectivo para, a cambio, privilegiar el lujo y el monopolio de unos cuantos. Semejante in-aceptabilidad es histórica y recorre las entrañas de las más cruciales luchas en el ascenso humano aún incompleto y demorado. No es aceptable que le pongan micrófonos a los paladines de lo anti-humano. Aunque tengan discursos muy bien enmascarados y mucho dinero.

Crece la humanidad cuando fija posiciones firmes e irreconciliables como lo hicimos contra el nazi-fascismo. Crece cuando abraza la democracia participativa y se ocupa de garantizar lugar a las razones que piensan e incluyen a todos. Crece la especie humana cuando se compromete, y no transige, en defender la vida y el buen vivir, no cuando se traiciona todo para entregar negocios a cofradías de mafiosos. Lleven el apellido que lleven. Nuestra historia es la de una especie que asume decisiones y las desarrolla de manera dialéctica… superadora. No habría civilizaciones sin una estructura y superestructura, enormes, descansadas en compromisos irrenunciables.

Algunos ahora (no sin hacerse sospechosos) vociferan la defensa de espacios para escuchar lo “diferente” que, ya desenmascarando, no es sino dar micrófono a criminales imperdonables aunque algunos gocen de libertades arropados por el jet set de la impunidad y la impudicia. Son corifeos retrógradas que en nombre de un liberalismo (de los negocios) pavimentan la libre circulación de ofensivas ideológicas contra la especie humana toda y contra sectores específicos víctimas de las canalladas del sistema. Y ganan fortunas con eso. Hay ejemplos a raudales. Tal estrategia, que no es nueva, se renueva según las urgencias de las derechas que no encuentran cuadros nuevos y se ven obligadas a resucitar a sus muertos vivientes envueltos en celofanes demagógicos. Levantan a sus cadáveres ideológicos para que den conferencias, seminarios y ruedas de prensa. Los insertan en todo tipo de programaciones televisivas o radiofónicas, de prensa escrita o de “redes sociales”. Sacan a pasear a sus difuntos intelectuales para que esparzan las pestes (que creímos superadas) como si fuesen baluartes filosóficos o “tesoro de la juventud”. Y hay charlatanes mercenarios, que limosnean rating a cualquier precio, muy prestos a bajarse los pantalones para hacer de “patiños” ideales al portavoz de las canalladas que lavaran la cara de sus crímenes… ante públicos “pluralistas”. Dicen que tienen “todo el derecho”. Y no lo tienen. Que lo decidan las víctimas.

No es aceptable decir cualquier sandez y menos aceptable es su defensa desvergonzada. Aunque se tengan títulos o licencias. Aunque se digan en tono “culto” o con histrionismo de erudito. Es imperativo sostener mucha firmeza en este terreno. Nos han asfixiado con su verborrea estiércol. No se trata de prohibir las ideas ni el derecho a sostenerlas libremente, de lo que se trata es de asegurarse de que, tales ideas, no trafiquen impúdicamente para infligir más penurias a los más débiles, ni más opresión a los históricamente oprimidos. Ofende la inteligencia de los pueblos que han debido fumarse, hasta el hartazgo, las justificaciones más obscenas del capitalismo en todas sus variedades. Hay que dejar en el mausoleo de la manipulación la “buena voluntad” volteriana y, a cambio, “con los pobres de la tierra la suerte echar”. Y más que ocuparse de dar micrófono a los canallas, hay que expropiarlo desde las luchas sociales que realmente tienen cosas nuevas para decirle a la Historia toda. Hay que democratizar las herramientas de comunicación y de producción de sentido. No más emboscadas plañideras defensoras de la libertad burguesa. Hay que democratizar la palabra. Ponerle a los micrófonos la semántica emancipadora de pueblos en combate contra la dictadura eterna del discurso de los mismos. Los de siempre.

Fuente: https://rebelion.org/que-opinen-todos-libremente-solo-si-hay-negocio/

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Efemérides de la Filosofía

Yo he preferido hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado”. Silvio Rodríguez

Una y otra vez, Phil Connors se despierta en el mismo lugar, a la misma hora y en el mismo día. Es una metáfora fílmica (1993) traducida al español como “Día de la Marmota”. Puede aplicarse, con algunos retoques, a la pesadilla ideológica burguesa, espesa y esclerotizada, en la que despertamos diariamente sin aparente cambio… ni escapatoria. Son los vestigios del “empiriocriticismo” que Lenin desmenuzó (1908) pero estirados por décadas para esconder las tensiones entre clases sociales; para ocultar el pensamiento emancipador y enjaular las mejores tesis maduradas en las luchas recientes. No es la Filosofía, como actividad productora de pensamiento crítico, lo que está en decadencia, son las ideas de la clase dominante. Funérea.

¿Qué baratijas ideológicas podrán convencernos de aceptar, más tiempo, el negocio macabro de las industrias bélicas; qué palabrerío podrá convencernos de tolerar el espectáculo de pobreza que se transmuta en miseria y hambrunas; con qué saliva querrán anestesiarnos mientras nos despojan del trabajo, la vivienda, la salud, la educación… mientras insisten en que les aplaudamos como focas adictas? Los 2153 milmillonarios que hay en el mundo, poseen más riqueza que 4600 millones de personas (un 60% de la población mundial), según revela Oxfam en un informe publicado hoy, la víspera del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza). Este mundo debe salir del capitalismo, y todos sus desastres, inmediatamente.

Esa riqueza que tienen secuestrada unos cuantos, alcanza para resolver el 70% de los problemas materiales básicos de la humanidad. Lo que falta puede producirse en un plazo muy corto si nos organizamos para resolver los malestares y las necesidades comunes. No es imposible, aunque los filósofos serviles del establishment se desgañiten en negarlo. En algunos países, que se han atrevido a combatir la corrupción, y que se esfuerzan por poner los intereses sociales por encima del Capital, sólo por ese concepto generaron respaldos presupuestales suficientes para sortear bien las crisis que el capitalismo genera. Esa es la filosofía correcta.

Nos urge un Humanismo de Nuevo Género, Humanismo de lo Concreto. Sin enredos ni simplismos, sin escapismos, sin  soluciones fantasmales, idílicas ni ilusionistas. Tal Humanismo, que hoy nos urge debe ser, a su vez, una praxis, o actividad transformadora del sujeto que se humaniza con su praxis, en el sentido de una praxis que caracteriza a todos los seres humanos dispuestos a modificar las condiciones históricas concretas, es decir, la realidad preexistente que, para ser superada, exige el despliegue real-concreto del colectivo que, también, se convierte y asciende a la Historia para hacerse en ella haciéndose. La actividad concreta de los humanos significa, en este sentido, pasar a una situación revolucionaria y permanente. El humanismo de nuevo género como modo superior de la praxis que se desarrolla a partir de ella, haciéndose renovación e innovación constante e inagotable en ella misma. Algunos “ingeniosos talentos” toman la Historia por mano propia y narran las luchas sociales reduciéndolas a obras individuales. Parecería que las gestas emancipadoras son obra de un hombre solo y con eso desfiguran la lucha de clases y el esfuerzo organizativo. Nos asfixia el individualismo.

En el epicentro de un mundo infestado con humillaciones contra la clase trabajadora, ahogado en falacias “informativas”, atiborrado de vulgaridad, chapucería y banalidades. Un mundo hundido en miedos, individualismo y egolatrías; saturado por petulantes y mediocres, doctorados en nadería y creacionismos a medida; donde hacen su festín los publicistas y las iglesias, los pornógrafos y los pedofilos… donde se prostituye todo y se mercantiliza el alma, el capitalismo reina a sus anchas y pudre todo lo que encuentra al paso. Además, hay tanto traidor, tanto blandengue, tanto trepador, tanto oportunista, tanto reformismo… que más nos vale trabajar rigurosamente o de lo contrario nos sepultará más de lo mismo. Esto es intolerable.

Hay que emancipar a la Filosofía para que se convierta en herramienta emancipadora. En esta etapa de pandemia belicista, evidente y subyacente, los filósofos han de asumir su trabajo con responsabilidades renovadas y métodos transformadores de acción directa. No hay tiempo para diletantes. No hay lugar para burocracias bibliográficas ni para farándulas de gurús. Hay que declarar la abolición de la esclavitud semántica y la supresión de todo fanatismo con manuales esotéricos. El caso más aberrante de “Crimen Organizado” a nivel mundial, se llama Capitalismo. En sus más de tres siglos, organizó la destrucción del planeta, la depredación de la condición humana, pobreza, miseria y hambrunas. Ha humillado a los seres humanos y amenaza al futuro.

Es necesario someter a la Filosofía a un proceso histórico de objetivación en la sustancia del ser social hacia un humanismo que no es sino la historia de la emancipación humana en el debate capital-trabajo. Desactivar la ideología de la clase dominante. Humanismo concreto para enriquecer la hostilidad sistemática contra el capitalismo, como etapa histórica concreta, en cuanto realidad concreta, con sus determinaciones específicas, bajo la dialéctica de la emancipación. Tal humanismo construirá su definición real – esencialmente – por su praxis productiva, o sea, por una actividad práctica con la que no sólo produzca un mundo que se transforma sino que, en su transformación, se supere dialécticamente.

Necesitamos un Humanismo concreto, histórico y creador, no abstracto sino expresión del conjunto de las relaciones sociales, incluso con sus conflictos madre, como perfeccionamiento ético y espiritual, que rescate las mejores luchas emancipadoras contra la alienación y los atentados a la libertad humana. Esta construcción del humanismo real, se necesita para transformar el mundo existente, conservando sólo lo mejor pero no para reconciliarse entre antagónicos. Un humanismo que debe ser condición fundamental en la conciencia, como necesidad y posibilidad de la transformación del mundo. Conciencia que debe tener una interpretación verdadera y científica del mundo y una crítica consensuada de lo existente

En otros términos, nos urge un Humanismo dialéctico producto de su propia praxis así como del conjunto de condiciones sociales que se desarrollan en nuestro período histórico, Humanismo que transforme sus propias circunstancias y elimine, concretamente, las condiciones objetivas y subjetivas que oprimen, explotan y humillan a los seres humanos. Humanismo concreto, histórico y creador como herramienta para la realización plena del ser humano; la dignidad humana, lo mismo individual que colectiva; la libertad consensuada; la creatividad que distingue a lo humano. Humanismo como programa político que incluya, en su táctica y estrategia, la emancipación de la libre creatividad para resolver necesidades pragmáticas, emocionales y estéticas.

Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de  confrontar nuestra observación con esos sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.” (Lenin) Humanismo crítico de lo existente…del capitalismo en primer lugar; crítica de todas las calamidades sociales, engendradas por él. Humanismo para producir, en consenso, los bienes sociales en los que encarnan valores fundamentales de buen vivir que bajo capitalismo se limitan, se asfixia o se esconden criminalmente. El concepto de Humanismo que aquí se esboza, entraña no sólo la conciencia de su carácter deseable, posible y realizable (Sánchez Vazquez) donde se comprometen valores por los que considera necesario, digno e indispensable luchar, y no sólo, profesar sacrificios y esfuerzos o limosnas filantrópicas. Necesitamos un Humanismo que por la superioridad de sus valores se oponga y combata a un sistema por esencia opresor y explotador con la convicción de que su programa puede ser realizado si se recurre a la planeación, la organización y la acción conscientes incluso cuando las condiciones coyunturales son adversas. La humanidad necesita, además, el Humanismo para no desaparecer bajo la barbarie, que hoy adquiere formas extremas como barbarie militar, bancaria, ecológica, nuclear y mediática. Humanismo para derrotar, también, a la pandemia de feminicidios.

Esto quiere decir que es indispensable enfrentar los desastres creados por el capitalismo y sus falacias filosóficas; trabajar sobre las contradicciones específicas y dialécticas para asegurar la liberación de la humanidad con un Humanismo de nuevo género como programa permanente de acciones históricas… y como acciones de la vida diaria. Humanismo de las condiciones y determinantes socio-económicos concretas, de la práctica transformadora que aún ha de ser desarrollada. Praxis humanista que se produce para combatir las falacias que reducen a las personas a simple reflejo mecánico de las contradicciones objetivas; humanismo que se imponga al análisis de lo concreto organizándonos contra las determinaciones inhumanas realmente existentes. Humanismo, pues, para romper el círculo vicioso que nos hace despertar, a diario, víctimas de la misma pesadilla ideológica. Que se repite…y se repite.

Fuente: https://rebelion.org/efemerides-de-la-filosofia/

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