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El libro “Identidad migrante” levanta la voz contra el racismo, la esclavitud contemporánea o la vida en los campos de refugiados

Por: Enric Llopis

 

Trece entrevistas mutan en crónica y en grito de denuncia en un volumen elaborado por los periodistas Carles Senso y Vicente Tafaner durante los últimos años, con una pandemia entremedio que intensificó el miedo de aquellos y aquellas que viven bajo la mirada de la irregularidad, la desesperación y el olvido.

Trece voces que son miradas únicas y, paralelamente, universales y que claman contra la anestesia colectiva, la deshumanización y la condescendencia. Trece voces, además, que son bramidos optimistas, empáticos e esperanzados.

La migración habla. Grita, protesta. Contra la discriminación, contra el racismo. Contra la trata de personas, contra la ablación de las niñas, contra la homofobia, contra las violaciones, contra la violencia estructural. Habla Nigeria, Colombia, Afganistán. Protesta Palestina, Mali, Marruecos, el Sáhara… Reflexionan Tetrit, José, Vivian, Yolanda, Rawaa, Áurea… Y muchos y muchas más. Les sirven de cómplices, en primera instancia, los periodistas Carles Senso y Vicente Tafaner, con una dilatada experiencia tanto en el mundo de la comunicación y de la investigación científica como en la ayuda a personas migrantes. Decenas de horas de escucha que fueron altavoz, empatía, implicación. Y todo toma forma en «Identidad migrante», de la mano de Reclam Editorial.

Un volumen elaborado a través trece entrevistas que reflexionan, desde el reducido prisma de la vida de cada persona, sobre la situación de los y las migrantes, desde sus países de partida hasta el de llegada. Casos de esclavitud sexual, ablación femenina, homofobia estatal, leyes que obligaban a mujeres violadas a contraer matrimonio con sus agresores, la vida en los campos de refugiados del Líbano o Argelia, la situación de la mujer en Afganistán o la violencia estructural en Colombia.

Según explica Senso: “La vida nunca es un fragmento. La simplificación mutila el conocimiento y dilapida la empatía. Sin embargo, está este libro plagado de retazos, de vidas diseccionadas, de facciones de un todo. Conscientemente. Es una mirada particular de un mundo concreto. De ese espacio que crea cada uno de los casi ocho mil millones de habitantes de este planeta complejo, disímil y ambivalente. Para entenderlo se precisan guías globales, contextos generales y bagajes históricos. Para comprenderlo se necesitan miradas únicas, voces sinceras y la música de la proximidad. Un ejercicio político, un posicionamiento en un mundo que vive un decaimiento moral, con la propagación de mensajes de odio que enfrentan comunidades y culpan a los perseguidos. Discursos imparables en ámbitos digitales, alimentados por el ego, la salvajada más bravucona y la descontextualización más desinformativa. El relato, aquí, como respuesta. Un altavoz para el silenciado, la acallada o la amordazada. Tomar partido. Hacer que hagan. Permitir que se escuche”.

Por su parte, Tafaner aduce: “Las personas migrantes no pueden ser reducidas a cifras, a problemas geoestratégicos o a miradas condescendientes cimentadas en la perspectiva occidental y etnocéntrica. Hay que aproximarse a ellos y ellas desde un enfoque y reivindicación de derechos, conociendo sus realidades más próximas y con mirada de género. Y eso sólo es posible desde el conocimiento e interacción con la diversidad, la formación periodística constante y desacomplejada y la concepción de relatos alternativos. La compleja realidad migratoria no es posible trasladarla y traducirla desde las redacciones. Calle. Es necesaria la calle para cotejar la violencia estructural, simbólica y particular que mueve a las personas, para conocer a los testigos que han sobrevivido y reconstruyen desde la confianza en el cambio, para interactuar con los protagonistas que sólo se sinceran ante la cercanía de la vecindad, para tocar lo que ha sido negado en el lugar de partida, silenciado en el de llegada o quebrado en el interior de cada persona. La palabra como arma. La conciencia de la escucha frente al letargo oficial y el olvido. Retazos de mundo contra la anestesia colectiva. Voces que claman. Personas que ofrecen. Sociedades a través de mujeres y hombres. Problemas con voz. La mirada de la herencia de la esclavitud. Una frase que es ablación. Un gesto que muestra la trata. Una entonación que protesta por la homofobia. Racismo internacional, discriminación local”.

Carles Xavier Senso Vila es doctor en Historia y licenciado en Periodismo. Ejerce de profesor de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla la Mancha y también en el Cefire, el centro valenciano de formación del profesorado, y es jefe de prensa del Ayuntamiento de Alberic. Trabajó diez años en el diario Levante-EMV. El título de doctor lo obtuvo con Matrícula Cum Laude por una tesis sobre los medios de comunicación de la etapa final del franquismo y la Transición. Ha publicado una quincena de libros sobre temas como la deportación española a campos nazis, el papel histórico de la pilota valenciana o la expansión de la extrema derecha. En 2018 ganó el Premio Ramón Barnils de Periodismo de Investigación. Por su parte, Vicente Tafaner Portalés (20/07/1995, Alberic) es graduado en Periodismo, experto en redes sociales y asesor institucional. Ha trabajado en el diario Levante-EMV, en el Valencia CF y en el Grupo Mediapro. Ha participado en proyectos deportivos de primer nivel a través de la optimización de perfiles digitales, así como en la activación de marcas y empresas que abarcan desde el sector alimenticio hasta el educativo. Ambos dirigen, conjuntamente y siempre de la mano, la agencia Kerouac Comunicación.

FRAGMENTOS:

Tanana Traoré (Mali)

“He hablado con mis hermanas para que no lo hagan con sus hijas. Cuando me piden dinero, no les doy si lo han hecho o piensan hacerlo. Y así he conseguido convencer a dos pero esas niñas serán discriminadas en el colegio y entre sus amigas porque dicen que el clítoris, si no se lo cortan, convierte a las niñas en niños. Eso hace que algunas niñas lo hagan por su propia cuenta”.

Alex Milton (Guatemala)

“Yo soy psicólogo y no me he podido autoterapiar por el miedo que se sufre al caminar por la calle sin papeles y pensar que en cualquier momento va a aparecer la policía y te va a expatriar. Te sientes como una cucaracha. Fatal, fatal, fatal, fatal… yo tengo pavor a los policías”.

Vivian Ntih (Nigeria)

“Soy una bolsa de basura. Una simple bolsa de basura. Sólo, una bolsa de basura. Una bolsa de basura porque alguien tiene que serlo. Si hay basura, tiene que haber bolsas de basura. Unos fabrican la mierda y otros nos la comemos”.

Tetrit Taglit (Marruecos)

“Me vendieron que en Occidente existía un futuro mejor, vinculado a la dignidad como persona y por ello quise conquistarlo. Ir allí donde se me respetase. Viví muchas etapas dentro de dicha migración. Salí de mi casa cuando tenía veintidós años. Era la primera vez que dejaba a los míos y lo hice para escapar de mi violador y de la sociedad que lo amparaba”.

José Armando González (Colombia)

“Pese a que tarde o temprano las personas acabarán muertas o en la cárcel, muchas eligen el camino del narcotráfico, el de la violencia sistémica, el de la cultura de la muerte. En torno a ese submundo hay una industria brutal de prostitución, e incluso hay familias contentas porque un narcotraficante se ha fijado en su niña de trece años, porque significa una redención para ellos. También el contexto lo favorece. La presión por llevar lo último en tecnología, la ropa, los vicios, el ritmo de la vida… todo es más fácil si cuentas con el dinero de la droga. La gente se deja llevar por lo que quiere y no por lo que es realmente”.

Yolanda Campo (Colombia)

“La mujer maltratada en Colombia es una mujer preocupada, asustada, sin vida propia, con ganas de escapar, pero no puede por el temor y por el miedo. Las amenazas son constantes. Corremos el peligro de que, si ponemos una demanda a nuestras parejas, nos manden a matar. Estamos cautivas, presas. Allí te violan y te matan sin ningún tipo de reparo”.

Áurea Smith (Guinea Ecuatorial)

“Acudí a una entrevista de trabajo para incorporarme como asistenta del hogar y la niña pequeña, nada más verme, dijo que era un monstruo. ¿Por qué ocurre eso? Es lo que ven en casa. Los pequeños imitan los comportamientos de sus padres, por tanto, el problema está en la educación.

Baba Abdalahi (Sáhara Occidental)

“La juventud está cabreada, no se siente útil por lo que desarrolla un cansancio porque no ve ninguna puerta abierta. Día tras día vemos la pasividad de España en el terreno político. No en el humanitario. Pero, al fin y al cabo, esto es una causa política. Ante esta situación de inmovilidad, surgen chispas como el estallido de la guerra”.

Tahereh Heidari Rezaei (Afganistán – Irán)

“No existe libertad. Te obligan a hacer cosas que no tienen sentido, como llevar el hyjab puesto. Es un problema de base, de educación. No hay respeto por la figura de la mujer. Están sometidas a una degradación constante”.

Aysa Mustapha (València – Palestina)

“El tema de la identidad también ha sido como un viaje. Te sientes de muchos sitios pero de ninguno en concreto. Soy valenciana, también palestina, no hablo árabe, pero al final, por toda mi vida aquí, he construido toda mi personalidad en respuesta a todos los inputs que he recibido desde que nací. Siempre he tenido que justificar que era de aquí”.

Elena Alysse (EEUU – Palestina)

“La mejor fuente para contar el conflicto a una persona externa eres tú, que lo has vivido. Por ello me siento siempre en la obligación de estar actualizada con todo lo que pasa, para saber explicarlo todo. Para defender mis raíces”.

Rawaa Abu Abdou (Líbano – Palestina)

“Muchos tienen el sueño de ver el mar, que está muy cerca de allí, pero saben que si salen del campamento no van a poder volver a entrar. No hay zonas de ocio, no hay jardines, no hay nada. Es el mismo campamento de un kilómetro cuadrado que el gobierno del Líbano dio a los refugiados en 1948 pero la población crece y se queda pequeño”.

Ahmad el Sabee (Líbano – Palestina)

“Trabajé tres o cuatro años en una ONG y poco a poco pude ir avanzando. Hay gente muy formada, con tres o cuatro carreras, que no puede trabajar de nada en Líbano y se dedica a vender verduras en un carrito. Trabajamos para que nuestros hijos no tengan que vivir eso. Por ello instamos a las embajadas la obtención de una nacionalidad y un pasaporte. Era una opción. No había muchas. Otra era echarse al mar. Mucha gente trabaja muchos años para ahorrar 10.000 dólares para pagarse el viaje que, al principio parece legal, pero luego no cuenta con todas las garantías”.

Fuente de la información e imagen: https://rebelion.org

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Palestina: Sobre Kanafani y la necesidad de redefinir el papel de «víctima intelectual»

Sobre Kanafani y la necesidad de redefinir el papel de «víctima intelectual»

Ramzy Baroud

Fuentes: Monitor de Oriente [Foto: El escritor palestino Ghassan Kanafani]
Dedicado a la memoria de Ghassan Kanafani, emblemático líder palestino e intelectual comprometido que fue asesinado por el Mossad israelí el 8 de julio de 1972

Años antes de que Estados Unidos invadiera Irak en 2003, los medios de comunicación estadounidenses presentaron a muchos personajes nuevos, promoviéndolos como «expertos» que ayudaron a reforzar la propaganda estadounidense, lo que en última instancia permitió al gobierno de Estados Unidos asegurarse un apoyo popular suficiente para la guerra.

Aunque el entusiasmo por la guerra empezó a decaer en los últimos años, la invasión de Irak se inició con un mandato popular relativamente fuerte que permitió al presidente estadounidense George W. Bush atribuirse el papel de liberador de Irak, de luchador contra el «terrorismo» y de defensor de los intereses globales de Estados Unidos. Según una encuesta de CNN/USA Today/Gallup realizada el 24 de marzo de 2003 -pocos días después de la invasión- el setenta y dos por ciento de los estadounidenses estaba a favor de la guerra.

Sólo ahora estamos empezando a apreciar plenamente el enorme edificio de mentiras, engaños y falsificaciones que se utilizó para dar forma a la narrativa de la guerra, y el siniestro papel desempeñado por los principales medios de comunicación en la demonización de Iraq y la deshumanización de su pueblo. Los futuros historiadores continuarán con la tarea de desentrañar la conspiración de la guerra durante años.

Por consiguiente, también es importante reconocer el papel desempeñado por los propios «informantes nativos» de Iraq, como los describiría el difunto profesor Edward Said. El «informante nativo (es un) servidor voluntario del imperialismo», según el influyente intelectual palestino.

Gracias a las diversas invasiones e intervenciones militares estadounidenses, estos «informantes» han crecido en número y utilidad hasta el punto de que, en diversos círculos intelectuales y mediáticos occidentales, definen lo que se considera erróneamente como «hechos» relativos a la mayoría de los países árabes y musulmanes. Desde Afganistán hasta Irán, pasando por Siria, Palestina, Libia y, por supuesto, Irak, entre otros, estos «expertos» repiten constantemente como loros mensajes que se adaptan a las agendas occidentales de Estados Unidos.

Estos «expertos» se presentan a menudo como disidentes políticos. Los gobiernos occidentales los reclutan -ya sea oficialmente a través de grupos de reflexión financiados por el gobierno o de otro modo- para que ofrezcan una descripción conveniente de las «realidades» de Oriente Medio -y de otros lugares- como justificación racional, política o moral para la guerra y otras formas de intervención.

Aunque este fenómeno está siendo ampliamente comprendido -especialmente cuando sus peligrosas consecuencias se hicieron demasiado evidentes en los casos de Irak y Afganistán-, hay otro fenómeno que rara vez recibe la atención necesaria. En el segundo escenario, el «intelectual» no es necesariamente un «informante», sino una víctima, cuyo mensaje está totalmente moldeado por su sentido de autocompasión y victimismo. En el proceso de comunicar ese victimismo colectivo, este intelectual perjudica a su pueblo al presentarlo como desventurado y sin ninguna capacidad de acción humana.

Palestina es un ejemplo de ello.

El «intelectual víctima» de Palestina no es un intelectual en ninguna definición clásica. Said se refiere al intelectual como «un individuo dotado de una facultad para representar, encarnar, articular un mensaje, un punto de vista, una actitud, una filosofía o una opinión». Gramsci sostenía que los intelectuales son «(aquellos) que sostienen, modifican y alteran los modos de pensamiento y comportamiento de las masas». Se refería a ellos como «proveedores de conciencia». El «intelectual víctima» no es ninguno de ellos.

En el caso de Palestina, este fenómeno no fue accidental. Debido a los limitados espacios de que disponen los pensadores palestinos para hablar abierta y verdaderamente sobre los crímenes israelíes y sobre la resistencia palestina a la ocupación militar y al apartheid, algunos han optado estratégicamente por utilizar cualquier margen disponible para comunicar cualquier tipo de mensaje que pudiera ser nominalmente aceptado por los medios de comunicación y las audiencias occidentales.

En otras palabras, para que los intelectuales palestinos puedan operar dentro de los márgenes de la sociedad occidental dominante, o incluso dentro del espacio asignado por ciertos grupos pro-palestinos, sólo se les puede «permitir narrar» como «proveedores» de victimismo. Nada más.

Quienes estén familiarizados con el discurso intelectual palestino, en general, especialmente tras la primera gran guerra israelí contra Gaza en 2008-9, habrán notado cómo las narrativas palestinas aceptadas en relación con la guerra rara vez se desvían del discurso victimista palestino descontextualizado y despolitizado. Si bien es fundamental comprender la depravación de Israel y la horrenda naturaleza de sus crímenes de guerra, a las voces palestinas que tienen un escenario para abordar estos crímenes se les niega con frecuencia la oportunidad de presentar sus narrativas en forma de sólidos análisis políticos o geopolíticos, y mucho menos denunciar la ideología sionista de Israel o defender con orgullo la resistencia palestina.

Se ha escrito mucho sobre la hipocresía de Occidente a la hora de gestionar las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania, especialmente si se compara con la ocupación israelí de Palestina durante décadas o con las guerras genocidas israelíes en Gaza. Pero poco se ha dicho sobre la naturaleza de los mensajes ucranianos si se comparan con los de los palestinos: los primeros son exigentes y tienen derecho, mientras que los segundos son mayoritariamente pasivos y tímidos.

Mientras que los altos funcionarios ucranianos suelen tuitear declaraciones como que los funcionarios occidentales pueden «irse a la mierda», los funcionarios palestinos no dejan de suplicar y rogar. La ironía es que los funcionarios ucranianos atacan a las mismas naciones que les han suministrado miles de millones de dólares en «armas letales», mientras que los funcionarios palestinos se cuidan de no ofender a las mismas naciones que apoyan a Israel con las mismas armas que se utilizan para matar a los civiles palestinos.

Se puede argumentar que los palestinos están adaptando su lenguaje para acomodarse a cualquier espacio político y mediático que esté disponible para ellos. Sin embargo, esto no explica por qué muchos palestinos, incluso en entornos políticos y académicos «amistosos», sólo pueden ver a su pueblo como víctimas y nada más.

Este fenómeno no es nuevo. Se remonta a los primeros años de la guerra israelí contra el pueblo palestino. El intelectual palestino de izquierdas Ghassan Kanafani, como otros, era consciente de esta dicotomía.

Kanafani contribuyó a la concienciación intelectual de varias sociedades revolucionarias del Sur Global durante una época crítica para las luchas de liberación nacional en todo el mundo. Recibió a título póstumo el Premio Lotus de Literatura de la Conferencia de Escritores Afroasiáticos en 1975, tres años después de haber sido asesinado por Israel en Beirut, en julio de 1972.

Al igual que otros miembros de su generación, Kanafani se empeñó en presentar la victimización palestina como parte de la compleja realidad política de la ocupación militar israelí, el colonialismo occidental y el imperialismo dirigido por Estados Unidos. A menudo se cuenta una famosa historia sobre cómo conoció a su esposa, Anni, en el sur del Líbano. Cuando Anni, una periodista danesa, llegó a Líbano en 1961, le preguntó a Kanafani si podía visitar los campos de refugiados palestinos. «Mi gente no son animales en un zoológico», respondió Kanafani, y añadió: «Debes tener una buena información sobre ellos antes de ir a visitarlos». La misma lógica puede aplicarse a Gaza, a Sheikh Jarrah y a Jenin.

La lucha palestina no puede reducirse a una conversación sobre la pobreza o los horrores de la guerra, sino que debe ampliarse para incluir contextos políticos más amplios que condujeron a las tragedias actuales en primer lugar. El papel del intelectual palestino no puede limitarse a transmitir la victimización del pueblo de Palestina, dejando el papel mucho más consecuente -e intelectualmente exigente- de desentrañar los hechos históricos, políticos y geopolíticos a otros, algunos de los cuales suelen hablar en nombre de los palestinos.

Es bastante edificante y gratificante ver que por fin se incluyen más voces palestinas en el debate sobre Palestina. En algunos casos, los palestinos están incluso ocupando el centro de estas conversaciones. Sin embargo, para que la narrativa palestina sea realmente relevante, los palestinos deben asumir el papel del intelectual gramsciano, como «proveedores de conciencia» y abandonar por completo el papel de «intelectual víctima». De hecho, el pueblo palestino no es un «animal en un zoológico», sino una nación con agencia política, capaz de articular, resistir y, en última instancia, ganar su libertad, como parte de una lucha mucho mayor por la justicia y la liberación en todo el mundo.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Monitor de Oriente.

Fuente: https://www.monitordeoriente.com/20220629-los-palestinos-no-son-animales-en-un-zoologico-sobre-kanafani-y-la-necesidad-de-redefinir-el-papel-de-victima-intelectual/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/sobre-kanafani-y-la-necesidad-de-redefinir-el-papel-de-victima-intelectual/

 

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«Nuestra arma principal escupe palabras, no balas»

Por Jorge Majfud/Rebelión 

Las guerras contra Vietnam, Irak y Afganistán fueron derrotas para Estados Unidos. Sin embargo, los medios dominantes y la industria cultural las presentaron no solo como victorias morales, sino también como victorias militares.

El experto en propaganda computacional, Samuel Woolley, en 2020 publicó en su libro The Reality Game la historia de Jascha, quien se había instalado en Ucrania en 2013, un año antes del golpe de Estado. Durante este período, “fue testigo de nuevas formas de manipular la opinión pública usando información de muy baja calidad destinada a determinados grupos en el país. Más tarde nos dimos cuenta de que Ucrania era la avanzada de la propaganda computacional en el mundo. Ahora [2020] cuando queremos tener una idea de hacia dónde va el futuro de las fake news y de los bots políticos, simplemente miramos hacia Ucrania usamos Ucrania como caso de estudio”. En Computacional Propaganda, libro en el que reunió en 2019 una decena de expertos, reiteró la idea: la manipulación de la opinión pública a través de la propaganda computacional ha sido una guerra entre Rusia y Occidente en Ucrania desde los primeros años del siglo XXI.

Aparte de la CIA, desde 1997 la OTAN se aseguró de fundar agencias en Ucrania, para que las milicias cibernéticas aprendan el arte de la guerra moderna, es decir, de la propaganda computacional, con la fundación del “Centro de Información y Documentación (NIDC)”. Según sus declaraciones de principios, se trataba de un mecanismo que apuntaba a “crear conciencia y comprensión sobre los objetivos de la OTAN en Ucrania”, formando por décadas a “periodistas independientes”.

Los diagnósticos de los expertos han sido abundantes y consistentes, pero ninguno ha alcanzado los titulares de los grandes medios occidentales. El 16 de marzo de 2022, Sean McFate, integrante del Atlantic Council, fue directo: “Rusia puede estar ganando la guerra en el campo de batalla, pero Ucrania está ganando la guerra de la información. Esa es la clave para obtener el apoyo y la simpatía de los aliados”. Un oficial del Departamento de Estado señaló que “los ucranianos han dado una clase magistral en guerra de información”. Otro alto funcionario de la OTAN, en calidad de anonimato, le reconoció al Washington Post que el gobierno de Ucrania estaba haciendo un “excelente trabajo de comunicación” y de “operación psicológica” junto con un centenar de compañías publicitarias y medios internacionales. Es probable que esta funcionaria anónima sea Natalia Popovych, presidenta de One Philosophy, poderoso grupo que gestiona la imagen de gigantes como Microsoft, McDonald’s, MasterCard y Opel, financiadas, a su vez por varios gobiernos europeos, por la embajada de Estados Unidos en Ucrania, la USAID y el Institute for Statecraft de Inglaterra.

La guerra de Washington en Vietnam, como en Irak o en Afganistán más recientemente, fue una vergonzosa derrota que los medios dominantes y la industria cultural se empeñaron en presentar como una victoria moral. Más que eso, se vendió como una victoria militar, sobre todo en las películas, al extremo que hasta estudiantes universitarios aún hoy se sorprenden cuando escuchan que su país perdió la mítica guerra de Vietnam, recordada en millones de gorras de baseball que usan los “héroes ancianos” en McDonald o en Walmart para que los dejen pasar primero en la fila de la caja y, de ser posible, se arrodillen y les repitan aquello de “gracias por su servicio”, “gracias por proteger la libertad de nuestra nación”.

Al igual que la humillación de Bahía Cochinos en 1961, en Vietnam la derrota se basó, en alguna medida, en un defecto de la propaganda, pese al tsunami de millones de dólares inyectados por la administración de Johnson para demonizar a los disidentes más conocidos (Martin Luther King, Mohammed Ali, Noam Chomsky, Edward Said…) y a estudiantes que protestaban contra la guerra, hasta el extremo de reprimirlos a tiros en varias universidades. El resultado fue parcial pero sintomático: los padres de los estudiantes masacrados en universidades como Kent State University justificaron la violencia policial para evitar alguna forma de antipatripitsmo.

En Cuba se debió a la observación del médico argentino Ernesto Guevara, quien en 1954 se encontraba en Guatemala cuando la CIA destruyó esa democracia manipulando los medios. Cuando la Revolución cubana triunfó en 1959, una anomalía histórica en América latina, Guevara aseguró: “Cuba no será otra Guatemala”. Las enigmáticas palabras revelaban mucho para quienes tenían algún conocimiento de la realidad, como el agente de la CIA David Atlee Phillips quien, luego de la vergonzosa derrota, afirmó: “Castro y Guevara aprendieron de la historia; nosotros no”. Una década después, ocurrió algo similar en Vietnam. La millonaria maquinaria propagandística de Washington había regado ese país no sólo con armas de destrucción masiva, como el Agente Naranja, sino también con seis mil millones de panfletos para convencer a la población de su superioridad moral. El resultado fue catastrófico: los vietnamitas usaron los panfletos como papel higiénico.

Tanto en las Guerras Bananeras, como en la Primer Guerra Fría, como en esta Segunda Guerra Fría, las estrategias de la propaganda imperial son las mismas. Una de las consecuencias directas de la guerra psicológica consiste en el objetivo maniqueo que el presidente George W. Bush resumió en su paranoia belicista: “O están con nosotros o están contra nosotros”. Como decía la CIA en los años 50, “nuestra principal arma escupe palabras, no balas”. De esta forma se secuestran los pueblos para que se identifiquen con sus gobiernos que, básicamente, son instrumentos de las multimillonarias corporaciones. Ese “nosotros” apela a lo que hace dos décadas llamamos “La enfermedad moral del patriotismo” (ver también, “Las fronteras mentales del tribalismo”). Nada diferente al lema de la dictadura brasileña: “Brasil, ame-o ou deixe-o”. Por “Brasil” querían decir “nuestra ideología, nuestra oligarquía, los dueños del país”. Bajo este lema expulsaron al pedagogo y teórico Paulo Freire, “por ignorante” y antipatriota.

Esta estrategia de la propaganda convierte a cualquier crítico en un enemigo, tal como lo definiera la socialista convertida en halcón conservador del gobierno de Ronald Reagan, Jeane Kirkpatrick (no hay seres más resentidos que los conversos). Según la consejera y luego embajadora ante las Naciones Unidas, “aquellos que nos definen como una fuerza imperialista, racista, colonialista, genocida y guerrera, no son auténticos demócratas, no son amigos; se definen como enemigos y deben ser tratados como enemigos”.

Por esta lógica profundamente antidemocrática, gente decente que podría hacerle algún bien real a su propio país y al mundo se convierte con extrema facilidad en ciudadanos dóciles, autocensurados y funcionales a los intereses ajenos—en nombre de sus propios intereses, claro, porque en eso consiste cualquier tipo de propaganda.

Según mi modesto entender, no existe democracia sin dos requisitos fundamentales:

1) Tanto el poder político, económico como mediático deben estar supervisados y controlados por el pueblo (en el caso de las redes sociales, a través de comités internacionales);

2) Una democracia verdadera se mide por su tolerancia a la crítica radical, porque el pueblo también puede equivocarse, aún en un estado ideal donde su opinión no ha sido manipulada por el poder de turno.

Foto: Liberación de Saigón: evacuación cerca de la embajada de EE.UU., 30 de abril de 1975.

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UNESCO: La educación no llega a los adultos que más la necesitan

La educación no llega a los adultos que más la necesitan

Fuentes: IPS

Informe de la Unesco para la séptima Conferencia Internacional sobre la Educación de Adultos de Marrakech.

Los grupos más desfavorecidos, quienes más necesitan formación, son los que menos acceso tienen a la educación de adultos, mostró un nuevo estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Colectivos vulnerables como los estudiantes indígenas, las poblaciones rurales, los migrantes, los ciudadanos de edad avanzada, las personas con discapacidad y los presos tienen difícil acceso al aprendizaje, indicó el quinto Informe Mundial sobre el Aprendizaje y la Educación de Adultos.

Ese reporte fue presentado por la Unesco al iniciarse este miércoles 15 la séptima Conferencia Internacional sobre la Educación de Adultos en Marrakech (Maruecos).

Cerca de 60 % de los países que dieron sus datos para el informe indicaron que no mejoró la participación de las personas con discapacidades, los inmigrantes o los presos, mientras que 24 % de las naciones admitieron una disminución de la participación de las poblaciones rurales.

Del mismo modo, la participación de los adultos mayores también bajó en 24 % de los 159 países encuestados.

La Unesco reconoce que, en general, ha habido progresos en el acceso de la mujer a la educación, uno de los objetivos fijados en la sexta conferencia, realizada en Belém, Brasil, en 2009, pero la considera todavía insuficiente, así como la de los adultos jóvenes.

En 23 % de los 159 países que presentaron datos para el informe, menos de uno por ciento de los jóvenes y los adultos a partir de 15 años participan en programas de educación y aprendizaje.

África subsahariana se sitúa a la cabeza por un amplio margen, ya que 59 % de los países declaran que al menos uno de cada cinco adultos se beneficia del aprendizaje, lo que puede explicarse en parte por la fuerte demanda de alfabetización de adultos.

Esa cifra se reduce a solo 16 % de los países de América Latina y el Caribe y a 25 % de Europa.

La mayoría de los países reportaron avances relacionados con la calidad de los planes de estudio, la evaluación y la profesionalización de los educadores de adultos.

Más de dos tercios informaron de progresos en la formación y en el servicio de los educadores para adultos, y con relación a sus condiciones de empleo, aunque varían considerablemente según la región y el grupo de ingresos.

El estudio propone cambios en el enfoque sobre el aprendizaje y la educación de adultos por parte de los Estados miembros, respaldados por una inversión adecuada, que garantice que todas las personas tengan la oportunidad de beneficiarse.

A modo de ejemplo, existe una gran diferencia en cuanto a la financiación pública en el área, ya que 22 de 146 países dedican cuatro por ciento o más de su gasto público en educación al aprendizaje y la educación de adultos, mientras que, por contraste, otras 28 naciones destinan menos de 0,4 %.

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, planteó que la comunidad internacional debe tomar medidas para garantizar que el derecho a la educación se haga realidad para todo el mundo, sin importar su edad, quiénes son o dónde viven.

Expuso que “debido a los rápidos cambios tecnológicos y sociales, así como a los enormes desafíos mundiales que requieren ciudadanos comprometidos y críticos, la recalificación y el perfeccionamiento a través del aprendizaje y la educación de adultos deben ser rutinarios”.

“La habilidad definitiva del siglo XXI es la capacidad de aprender”, sentenció Azoulay.

Fuente: https://ipsnoticias.net/2022/06/la-educacion-no-llega-a-los-adultos-que-mas-la-necesitan/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-educacion-no-llega-a-los-adultos-que-mas-la-necesitan/

 

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Las Cumbres, un monroísmo agotado

Por: Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

La Doctrina Monroe (1823) garantizó la influencia de los EE.UU. en América Latina durante el siglo XIX y justificó su expansión en el XX.

Bajo ese marco, la I Conferencia Panamericana (1889/90) realizada en Washington, se propuso crear la unión aduanera americana, implantar una moneda de plata única, unificar aranceles, regular el tráfico comercial y la solución de conflictos. En medio de la inédita situación internacional creada por la I Guerra Mundial (1914-1918), un nuevo intento de coordinación económica continental fue el Primer Congreso Financiero Panamericano, convocado en Washington (mayo 1915). Los intereses centrales de los EEUU en ese congreso fueron: “establecer relaciones financieras más estrechas y más satisfactorias” entre los países del continente, desplazar los créditos europeos (cerrados por la guerra) con los norteamericanos, asegurar la posibilidad de establecer sucursales o agencias de la Federal Reserve en los diversos países, fortalecer “los medios de transporte oceánicos”, arribar a una “legislación uniforme” para imponer el “patrón oro” y regular lo relativo a documentos de comercio. No logró sus objetivos. De modo que décadas más tarde fue convocada la I Reunión de Ministros de Hacienda de las Repúblicas Americanas (Guatemala, noviembre de 1939), que concluyó sólo en proyectos y recomendaciones, aunque sumamente ambiciosos, en diversas áreas: monetaria, cambiaria, bancaria, aduanera, tributaria y sobre libre comercio. La II Guerra Mundial volvió a alterar el panorama. Pero la conferencia de Bretton Woods (1944) finalmente resultó exitosa, pues fue el punto de partida efectivo para intentar la mundialización económica hegemonizada por los EEUU. Allí nacieron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF, generalmente conocido como Banco Mundial), que concretaron las perspectivas de coordinación en dos áreas: la monetario-financiera y la relativa al desarrollo. Más difícil fue lograr un acuerdo en el campo comercial, aunque en 1948 entró en vigor el GATT (General Agreement on Tariffs and Trade), que funcionó de facto entre las partes contratantes, hasta la constitución de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995, con la cual surgió un mercado internacional regulado en forma obligatoria para sus miembros, en cuanto a bienes, servicios y propiedad intelectual.

Aunque las décadas de la Guerra Fría implicaron el uso del monroísmo para preservar al continente del “peligro” comunista y para cercar a Cuba en aras de la democracia occidental, el desarrollismo impulsado en América Latina logró despegar al capitalismo en la región. Le siguió la globalización transnacional bajo hegemonía de los EEUU en las dos décadas finales del siglo XX, favorecida por las políticas del presidente Ronald Reagan (1981-1989), las cartas de intención del FMI para garantizar el pago de la extendida deuda externa en América Latina, la ideología neoliberal del “Consenso de Washington” y finalmente el derrumbe del socialismo en la URSS y Europa Oriental. En esas circunstancias, también tomó auge la recurrente idea histórica de constituir el área de libre comercio; y bajo esa perspectiva se convocó la I Cumbre de las Américas, realizada en Miami en 1994, cuyo propósito central fue el “libre comercio” y la “comunidad de democracias” de las Américas, vinculada a la OEA (https://bit.ly/38Zzu7g). En la II Cumbre realizada en Chile (1998) quedó constituida el “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA), que reunió a 34 países del hemisferio, con la exclusión de Cuba.

Al realizarse la IV Cumbre (Argentina, 2005), también se reunió la Cumbre de los Pueblos, donde los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Néstor Kirchner (Argentina) e Inácio Lula da Silva (Brasil) condenaron y frenaron el ALCA. En 2012, el presidente ecuatoriano Rafael Correa anunció que no asistiría a la VI Cumbre (Colombia) si se excluía a Cuba, una posición asumida igualmente por los países del ALBA, lo que obligó a la presencia de Cuba en la VII Cumbre (Panamá, 2015). Fue un hecho histórico que permitió la apertura diplomática entre los EEUU y Cuba, que arribó a la visita de Barack Obama a La Habana (marzo 2016), un proceso revertido por el presidente Donald Trump (2017-2021), en una época de predominio de gobernantes conservadores y neoliberales en América Latina. Para la VIII Cumbre (Perú, 2018), el presidente venezolano Nicolás Maduro, no fue invitado, aunque estuvieron presentes varios representantes de la oposición, pero tampoco asistió el presidente Trump, aunque sí el vicepresidente Mike Pence.

Con el nuevo presidente Joe Biden, la convocatoria a la IX Cumbre en Los Ángeles (junio 2022), con la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, ha vuelto a remover el escenario continental. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador fue el primero en cuestionar esa exclusión (https://bit.ly/3slcjed), despertando iguales reacciones de otros mandatarios. Finalmente, no asistieron a la Cumbre ocho presidentes (https://cnn.it/3QhUIhR). Alberto Fernández, presidente de Argentina, pronunció un fuerte discurso de cuestionamiento a las exclusiones, a la OEA, al BID y al “pensamiento único” que se ha querido imponer (https://bit.ly/3xpCaDu); mientras el presidente Biden trató de minimizar el asunto enfocando la necesidad de la unidad continental, ante los desafíos que enfrenta la democracia actual en el mundo (https://bit.ly/3xE3yz8).

Lo que se advierte como una fuerza indetenible en esta larga historia, es que el desarrollo de las cumbres ha demostrado la creciente polarización de dos tendencias: la americanista de tipo monroísta y la latinoamericanista que la cuestiona. EEUU confía en los gobiernos conservadores y neoliberales, pero avanzan los gobiernos progresistas, democráticos y de nueva izquierda que toman definiciones propias. Y esta tendencia se proyecta como una nueva realidad histórica, en la cual el viejo americanismo monroísta cada vez sirve menos para la unidad de propósitos continentales bajo los intereses privilegiados de los EEUU. Se ha juntado a éste la geoestrategia que trata de convencer que China y Rusia son “amenazas” al continente, mientras en la región, gobernantes de ideologías contrapuestas encuentran en esos mismos países posibilidades económicas y opciones para el desarrollo (https://bit.ly/3mDjnj7). Históricamente está agotada la visión neoliberal, bajo cuyos conceptos nunca se promovió el bienestar colectivo en América Latina y, como se experimenta en la actualidad, no solo agrava las condiciones de vida y trabajo, tampoco soluciona los problemas económicos y, sobre todo, agudiza las confrontaciones sociales y políticas.

Las nuevas realidades, en un mundo que avanza al multilateralismo, presionan al cambio de la visión continental. Un orden internacional basado en reglas, como postulan hoy los EEUU, forzosamente se inclina al reconocimiento de la diversidad latinoamericana, en la cual los mejores “aliados” y “socios” para la unidad continental han dejado de ser los gobiernos sujetos al tradicional monroísmo y esclavizados a la ideología neoliberal, que impiden conquistar los objetivos del bienestar y la democracia, reconocidos en palabras, mientras afianzan una cultura de privilegios para las capas ricas.

Fuente Original:  www.historiaypresente.com

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Argentina: La escuela empresarial

La escuela empresarial

Fuentes: El Cohete a la Luna

Frente una “nueva educación” en la Ciudad de Buenos Aires

El Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nos tiene acostumbrados a lanzar iniciativas de impacto para avanzar sobre la comunidad con políticas que apuntan a la conformación de un modelo educativo claramente neoliberal. Así, el mercado y el individualismo se ubican como centro de la vida económica y social de la jurisdicción.

Estos proyectos son avalados por comunicadores con capacidad para mentir. Portadores de un discurso que, más allá de lo que transmiten, puede inventar supuestas “realidades”, que la sociedad a las que van dirigidas termina creyendo. Se trata de crear inexistencias, que de golpe pasan –por acción de la propaganda mediática– a ser reales. Por ejemplo: “En 15 años hicimos 100 escuelas nuevas” es un dato completamente falso.

Como para ratificar una concepción de la educación como mercancía –ejercicio que se ha tornado corriente– asistimos recientemente a la reforma por Ley del Estatuto del Docente Municipal, sancionado por ordenanza 40.593 del año 1985 y a sus modificatorias. El cambio, que constituye una reforma laboral encubierta, fue sancionado por la mayoría propia de la que dispone Juntos por el Cambio en la Legislatura de la Ciudad, sin escuchar la palabra de los docentes y sus representantes gremiales.

Entre las modificaciones “alumbradas” encontramos la creación de nuevos cargos, aunque sin conocer sus funciones, y la pretensión de horizontalizar la carrera docente, algo que tampoco alcanzó a explicarse. Sin embargo, una de las modificaciones al estatuto que ha llamado la atención es la introducción de la formación rentada en la carrera docente. Aún no está claro si la misma será en servicio con una “premiación salarial”, lo que implicaría la inclusión de un premio por productividad en el salario docente.

Además, las opiniones consultadas apuntan a que será la UNICABA –Universidad de la Ciudad de Buenos Aires– la institución que monopolizará el diseño, organización y distribución de los contenidos de dicha capacitación y, en particular, la relativa a los cargos de ascenso. De esta manera, produciría directivos alineados completamente con el modelo ideológico-político de gestión del gobierno porteño. A esto, las autoridades de la Ciudad no lo consideran “adoctrinamiento”.

La administración capitalina avanza con sus políticas públicas en la imposición de un modelo empresarial de escuela, en la que el lxs directorxs podrían convertirse en gerentes; los secretarios, en jefes de Personal; y los docentes, en empleados, puestos a competir entre sí para capacitarse, como si trabajaran en empresas y no en escuelas donde acuden niñxs, jóvenes y adultxs. Mientras tanto, los salarios, la alimentación de los alumnxs y las becas estudiantiles continuarán en descenso.

En dicho marco de acción, lxs alumnxs de años superiores del secundario dejan de ser considerados sujetos de derecho y son cedidos a empresas, introduciéndolos gradualmente en un modo de vida asociado a la mercadotecnia y al “financierismo” disponibles. Lxs jóvenes son obligados a trabajar con un claro beneficio económico tanto para la administración de gobierno como para lxs empresarixs, quienes se ofrecen para recibir a estudiantes bajo la forma de “Prácticas Educativas Profesionales”.

El gobierno de la Ciudad desconoce, en este sentido, la única ley vigente, la 3.541, sancionada en 2010 por la Legislatura porteña para todo el nivel secundario medio y técnico, algo que su texto aclara. Asimismo, la norma prevé una serie de requisitos institucionales y pedagógicos, que evitan la explotación de mano de obra de menores de edad y garantiza el aprendizaje de lxs alumnxs, propiciando prácticas educativas pero, pre-profesionales.

Si recordamos las compras realizadas por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires de plataformas y otros servicios educativos a terceros privados –no reconocidos académicamente como educadores– apreciamos el despliegue de un amplio dispositivo de dominación sobre alumnxs, familias y docentes que promueve la cesión gradual al mercado de la totalidad del sistema educativo. Cuenta para ello con el trabajo de una conveniente y adoctrinada red de agentes de propaganda que operan dentro del sistema, a modo de funcionarixs docentes. Algunos de ellxs son supervisores. En dicho marco, es probable que las requisitorias para la Formación Docente se alejen cada vez más de los Profesorados, a los que se viene intentando dejar paulatinamente fuera del sistema educativo.

Resultó muy elocuente el Ministerio al twittear días atrás: “Queremos que el mérito sea el gran motor para el crecimiento dentro del sistema educativo, que la formación continua permita ascender y asumir nuevos desafíos”. Esto descalifica a los docentes, al desconocer el mérito que realizan históricamente en las escuelas. Las diferencias profesionales están determinadas por la gigantesca desigualdad social existente en la Ciudad de Buenos Aires, así como la meritocracia que ello genera, que no es otra cosa que la injusticia del mérito en la competencia entre eternos desiguales.

La reproducción del statu quo vigente niega la libertad y el derecho a decidir de lxs jóvenes y de lxs docentes, fundamento básico de cualquier política educativa.

Raúl Moroni es supervisor de educación media y técnica y pertenece al Grupo RESCATE EMEM.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-escuela-empresarial/

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Alejandro Marcó del Pont: Para esto creamos los organismos de Bretton Woods

Cuando el presidente Joe Biden decidió retirar el ejército estadounidense de Afganistán, en agosto del 2021, gran parte de los medios de comunicación estadounidenses se le echaron encima, no solo por el desordenado y calamitoso repliegue de las tropas, sino por la ruina absoluta que dejó la gestión tras 20 años de ocupación. Aun así, para muchos, el plan de la Casa Blanca no fue un error sino todo lo contrario: la Administración de Biden no puso fin a la guerra, sino que la continuó por otros medios, y están resultando más violentos y desestabilizadores. Las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos y sus aliados en Afganistán están provocando una hambruna severa y generalizada en este país desesperadamente pobre.

En todo el país, millones de afganos en el final de la ocupación, desde jornaleros hasta médicos y maestros, pasaron meses sin ingresos estables o simplemente sin ingresos,  ajenos a los radares de la prensa mundial. Ahora, ni siquiera ante la mayor  catástrofe alimentaria las miradas se dirigen a ellos. Las noticias mundiales se concentran Ucrania, aun y cuando a las diez de la mañana de cada día, una multitud de madres afganas cargando niños esqueléticos se concentra en los pasillos de la unidad de desnutrición. Los precios de los alimentos y otros bienes básicos se han disparado más allá del alcance de muchas familias. Los niños demacrados y las madres anémicas han inundado las salas de los hospitales, muchas de cuyas instalaciones se muestran desprovistas de los suministros médicos que una vez proporcionó la ayuda de los donantes.

Si bien Afganistán ha sufrido de desnutrición durante décadas, incluido los años de ocupación, la crisis de hambre del país ha empeorado drásticamente en los últimos meses. Este año se estima que 22,8 millones de personas, más de la mitad de la población, enfrentarán niveles de inseguridad alimentaria potencialmente mortales, según un análisis realizado por el Programa Mundial de Alimentos y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas. De ellos, 8,7 millones se acercan a la hambruna, la peor etapa de una crisis alimentaria, incluso un millón de niños menores de 5 años  «se encuentran en riesgo de morir debido a la desnutrición aguda severa», según UNICEF.

El hambre generalizado es la señal más devastadora del colapso económico que ha paralizado a Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder, y esa es exactamente, aunque parezca mentira gracias a las sanciones, la señal que se quiere dar al mundo, Talibanes = hambre. Prácticamente de la noche a la mañana, miles de millones de dólares en ayuda exterior que apuntalaron al anterior gobierno respaldado por Occidente se desvanecieron y las sanciones estadounidenses contra los talibanes aislaron al país del sistema financiero mundial, paralizaron los bancos afganos e impidiendo el trabajo de socorro de las organizaciones humanitarias.

No estaba claro, al menos en principio, por qué la Administración americana impuso sanciones tan devastadoras a Afganistán, que no parecen estar dirigidas a derrocar a los talibanes. De hecho, se han malinterpretado ampliamente como un castigo a los gobiernos, en lugar de a poblaciones enteras. Pero el caso de Afganistán es un error de cálculo, tanto político como moral, y solo tiene el propósito de desprestigiar al Gobierno afgano y potencias rebeldes. Veamos esta extraña y sombría cadena de causalidades.

El 18 de agosto de 2021, dos semanas antes que los EE.UU. abandonen Afganistán, el FMI detuvo el acceso de este último a sus fondos. El pretexto, según su portavoz  fue: “Como siempre es el caso, el FMI se guía por las opiniones de la comunidad internacional”¡¡¡!!! Actualmente, y este actualmente sigue hasta hoy, existe una falta de claridad dentro de la comunidad internacional con respecto al reconocimiento de un gobierno en Afganistán, como consecuencia de lo cual el país no puede acceder a los derechos especiales de giro (DEG) u otros recursos del FMI. Incluso si Afganistán recuperara el acceso a los DEG, sería poco probable que los talibanes pudieran gastar esos recursos porque eso requeriría que otro país estuviera dispuesto a cambiar los DEG por monedas subyacentes, una transacción que probablemente sería bloqueada por los Estados Unidos.

Una semana después, el 25 de agosto, el Banco Mundial detuvo el acceso de Afganistán a sus fondos. La portavoz del Banco Mundial, Marcela Sánchez-Bender, en un comunicado a CNN Business dijo: “Hemos detenido los desembolsos en nuestras operaciones en Afganistán y estamos monitoreando y evaluando de cerca la situación de acuerdo con nuestras políticas y procedimientos internos”. El Banco Mundial había comprometido más de U$S 5.300 millones para proyectos de desarrollo en la nación asiática, según el sitio web del Banco. El Fondo Fiduciario para la Reconstrucción de Afganistán, administrado por el Banco Mundial, ha recaudado más de U$S 12.900 millones que, por arte de magia, desaparecieron.

La Unión Europea suspendió también la financiación para el desarrollo de Afganistán después de que los talibanes tomaron el control del país devastado por la guerra. Europa prometió 1.200 millones de euros durante los próximos cuatro años en asistencia de emergencia y a largo plazo. Estos fondos estaban condicionados a que las autoridades afganas preservaran el pluralismo democrático, el estado de derecho y los derechos humanos, o sea, nunca llegarán. “Tenemos que ver primero qué tipo de gobierno van a organizar los talibanes”, dijo Josep Borrell, se olvidó de decir que si son talibanes no importa el gobierno, si son neonazis, se puede conversar.

Ajmal Ahmady, exgobernador interino del Banco Central afgano, Da Afganistán Bank (DAB), explicó que las reservas rondaban los U$S 9.500 millones de dólares. Según Ahmady, U$S 7 mil millones de los activos de Afganistán estaban en manos de la Reserva Federal de los EE.UU., distribuidos de la siguiente manera: U$S 3,1 mil millones en letras y bonos norteamericanos, U$S 2,4 mil millones en activos de la Asociación de Asesoramiento y Gestión de la Reserva del Banco Mundial (RAMP), U$S 1,2 mil millones en oro y solo U$S 300,000 en efectivo. Otros 1.300 millones de dólares estaban retenidos en cuentas internacionales. Ahmady explicó que el Banco Central “depende de la obtención de envíos físicos de efectivo cada pocas semanas”, y señaló un informe del Wall Street Journal de que la Administración de Biden había cancelado los envíos cuando los talibanes se acercaban a Kabul.

El Gobierno americano tomó como botín de guerra U$S 7.000 millones; nadie habló del oro, el efectivo y resto de cuentas internacionales. La sanción económica más destructiva es la confiscación estadounidense de más de U$S 7 mil millones en reservas internacionales. Estas reservas son necesarias para las importaciones esenciales, como alimentos y medicinas, pero también para que el banco central desempeñe su papel normal en el mantenimiento del funcionamiento del sistema financiero y la estabilidad económica.

El 11 de febrero, la Administración de Biden emitió una orden ejecutiva para asignar los fondos del banco central de Afganistán: la mitad (U$S 3.500 millones) sería «en beneficio del pueblo afgano”, y la otra mitad sería para las familias de las víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre, a la espera del resultado de los reclamos legales. En otras palabras, los 7.000 millones de dólares que tiene Washington, no serían devueltos al banco central. Por lo tanto, continúa la destrucción de la economía afgana y la hambruna masiva resultante. Ninguna cantidad de ayuda exterior compensará eso y, hasta el momento, no está claro cómo se beneficiará el pueblo afgano de los 3.500 millones de dólares reservados para ellos porque Estados Unidos dijo que no lo manejarán los talibanes.

Según la Universidad de Brown, Afganistán tendrá que vivir con U$S 2.26 billones menos, algo que este centro de estudios estimó llamó “costes totales de la guerra”. Pero a pesar de haber pagado el adiestramiento y los intereses de la deuda, U$S 530 millones solicitados para financiar el conflicto armado, hay al menos otros U$S 7.000 que, según la misma universidad, “gastó del Pentágono”, lo que sumado más de U$S 14 billones desde el comienzo de la guerra en Afganistán, con un tercio a la mitad del total destinado a contratistas militares.

Una gran parte de estos contratos, entre un cuarto y un tercio de todos los otorgados por el Pentágono durante los últimos años, se han destinado a solo cinco corporaciones importantes: Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics, Raytheon y Northrop Grumman. ¿Falta algo más todavía? increíblemente sí.

Quien brinda apoyo comprando alimentos para los países en crisis es el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, el principal proveedor mundial de alimentos para las poblaciones en riesgo. Durante 2021, el PMA adquirió extrañamente casi la mitad de su grano de Ucrania. Ahora está desesperadamente pidiendo la reapertura inmediata de los puertos del Mar Negro, incluido Odesa, para que los alimentos críticos de Ucrania puedan llegar a las personas que enfrentan inseguridad alimentaria. O sea, el culpable del hambre es la guerra y el bloqueo de puertos, no la imprevisión de comprar a un proveedor el 50% de los alimentos. Al cambiar de proveedor, los funcionarios del PMA estiman que el costo de sus operaciones habrán aumentado un 44% desde el comienzo de la guerra en Ucrania, y la agencia ahora enfrenta un déficit de financiación del 50%.

De acuerdo con esta lógica, la ONU emitió dos llamamiento urgentes a principios de marzo de 2022, uno para la asistencia humanitaria a Ucrania y otro para necesidades alimentarias mundiales. Para el 15 de abril, la asistencia humanitaria a Ucrania estaba financiada en un 65%. Los países en riesgo de hambruna, cuyos llamamientos han durado más, han recibido muchos menos fondos. El 15 de abril, la apelación de Afganistán estaba financiada en un 13,5%; la de Sudán del Sur, en 8,2%, y Somalia solo en un 4,4%. La financiación general para las necesidades humanitarias mundiales se situó en el 6,5 % de los niveles solicitados.

La pregunta es por qué el PMA compró esa cantidad de alimentos a Ucrania. Una respuesta es que se encuentra cerca de quienes tienen grandes necesidades Afganistán, Etiopía, Sudán del Sur, Siria y Yemen, pero también podría haberle comprado a Rusia y no lo hizo. La segunda respuesta alternativa es que, en conjunto, las autoridades del programa vieran con buenos ojos colaborar con la lógica americana comprándole a Ucrania, incluso en medio de la guerra.

El PMA está gobernado por una Junta Ejecutiva, compuesta por 36 Estados miembros. La organización está encabezada por un Director Ejecutivo, designado conjuntamente por el Secretario General de las Naciones Unidas y el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. El director ejecutivo actual se llama David Beasley, miembro del partido Republicano y ex gobernador de Carolina del Sur. Fue propuesto en 2017 por la embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas Norte, Nikki Haley (también exgobernadora de Carolina del Sur).

Los miembros de su junta ejecutiva son elegidos por tres años de entre los Estados incluidos en las listas que figuran en el Apéndice A del Estatuto. Hay cinco listados con países que van de la A hasta la E. De A ha C son países pobres, D y E, países desarrollados. La composición de la comisión será: 8 miembros del listado A, 7 del B y 5 del C, es decir, 20 todos pobres, los 16 restantes son de países desarrollados, esto es, el 44%, a quienes tienen que pedirle los fondos. Nada pasará o será aprobado, en cuanto a temas importantes, si no lo acuerdan las dos terceras partes, se entiende. Bueno, para eso fueron creados los organismos internacionales, para que protejan los intereses del imperio.

Fuente: https://rebelion.org/para-esto-creamos-los-organismos-de-bretton-wood/

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