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Argentina: La escuela empresarial

La escuela empresarial

Fuentes: El Cohete a la Luna

Frente una “nueva educación” en la Ciudad de Buenos Aires

El Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nos tiene acostumbrados a lanzar iniciativas de impacto para avanzar sobre la comunidad con políticas que apuntan a la conformación de un modelo educativo claramente neoliberal. Así, el mercado y el individualismo se ubican como centro de la vida económica y social de la jurisdicción.

Estos proyectos son avalados por comunicadores con capacidad para mentir. Portadores de un discurso que, más allá de lo que transmiten, puede inventar supuestas “realidades”, que la sociedad a las que van dirigidas termina creyendo. Se trata de crear inexistencias, que de golpe pasan –por acción de la propaganda mediática– a ser reales. Por ejemplo: “En 15 años hicimos 100 escuelas nuevas” es un dato completamente falso.

Como para ratificar una concepción de la educación como mercancía –ejercicio que se ha tornado corriente– asistimos recientemente a la reforma por Ley del Estatuto del Docente Municipal, sancionado por ordenanza 40.593 del año 1985 y a sus modificatorias. El cambio, que constituye una reforma laboral encubierta, fue sancionado por la mayoría propia de la que dispone Juntos por el Cambio en la Legislatura de la Ciudad, sin escuchar la palabra de los docentes y sus representantes gremiales.

Entre las modificaciones “alumbradas” encontramos la creación de nuevos cargos, aunque sin conocer sus funciones, y la pretensión de horizontalizar la carrera docente, algo que tampoco alcanzó a explicarse. Sin embargo, una de las modificaciones al estatuto que ha llamado la atención es la introducción de la formación rentada en la carrera docente. Aún no está claro si la misma será en servicio con una “premiación salarial”, lo que implicaría la inclusión de un premio por productividad en el salario docente.

Además, las opiniones consultadas apuntan a que será la UNICABA –Universidad de la Ciudad de Buenos Aires– la institución que monopolizará el diseño, organización y distribución de los contenidos de dicha capacitación y, en particular, la relativa a los cargos de ascenso. De esta manera, produciría directivos alineados completamente con el modelo ideológico-político de gestión del gobierno porteño. A esto, las autoridades de la Ciudad no lo consideran “adoctrinamiento”.

La administración capitalina avanza con sus políticas públicas en la imposición de un modelo empresarial de escuela, en la que el lxs directorxs podrían convertirse en gerentes; los secretarios, en jefes de Personal; y los docentes, en empleados, puestos a competir entre sí para capacitarse, como si trabajaran en empresas y no en escuelas donde acuden niñxs, jóvenes y adultxs. Mientras tanto, los salarios, la alimentación de los alumnxs y las becas estudiantiles continuarán en descenso.

En dicho marco de acción, lxs alumnxs de años superiores del secundario dejan de ser considerados sujetos de derecho y son cedidos a empresas, introduciéndolos gradualmente en un modo de vida asociado a la mercadotecnia y al “financierismo” disponibles. Lxs jóvenes son obligados a trabajar con un claro beneficio económico tanto para la administración de gobierno como para lxs empresarixs, quienes se ofrecen para recibir a estudiantes bajo la forma de “Prácticas Educativas Profesionales”.

El gobierno de la Ciudad desconoce, en este sentido, la única ley vigente, la 3.541, sancionada en 2010 por la Legislatura porteña para todo el nivel secundario medio y técnico, algo que su texto aclara. Asimismo, la norma prevé una serie de requisitos institucionales y pedagógicos, que evitan la explotación de mano de obra de menores de edad y garantiza el aprendizaje de lxs alumnxs, propiciando prácticas educativas pero, pre-profesionales.

Si recordamos las compras realizadas por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires de plataformas y otros servicios educativos a terceros privados –no reconocidos académicamente como educadores– apreciamos el despliegue de un amplio dispositivo de dominación sobre alumnxs, familias y docentes que promueve la cesión gradual al mercado de la totalidad del sistema educativo. Cuenta para ello con el trabajo de una conveniente y adoctrinada red de agentes de propaganda que operan dentro del sistema, a modo de funcionarixs docentes. Algunos de ellxs son supervisores. En dicho marco, es probable que las requisitorias para la Formación Docente se alejen cada vez más de los Profesorados, a los que se viene intentando dejar paulatinamente fuera del sistema educativo.

Resultó muy elocuente el Ministerio al twittear días atrás: “Queremos que el mérito sea el gran motor para el crecimiento dentro del sistema educativo, que la formación continua permita ascender y asumir nuevos desafíos”. Esto descalifica a los docentes, al desconocer el mérito que realizan históricamente en las escuelas. Las diferencias profesionales están determinadas por la gigantesca desigualdad social existente en la Ciudad de Buenos Aires, así como la meritocracia que ello genera, que no es otra cosa que la injusticia del mérito en la competencia entre eternos desiguales.

La reproducción del statu quo vigente niega la libertad y el derecho a decidir de lxs jóvenes y de lxs docentes, fundamento básico de cualquier política educativa.

Raúl Moroni es supervisor de educación media y técnica y pertenece al Grupo RESCATE EMEM.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-escuela-empresarial/

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Alejandro Marcó del Pont: Para esto creamos los organismos de Bretton Woods

Cuando el presidente Joe Biden decidió retirar el ejército estadounidense de Afganistán, en agosto del 2021, gran parte de los medios de comunicación estadounidenses se le echaron encima, no solo por el desordenado y calamitoso repliegue de las tropas, sino por la ruina absoluta que dejó la gestión tras 20 años de ocupación. Aun así, para muchos, el plan de la Casa Blanca no fue un error sino todo lo contrario: la Administración de Biden no puso fin a la guerra, sino que la continuó por otros medios, y están resultando más violentos y desestabilizadores. Las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos y sus aliados en Afganistán están provocando una hambruna severa y generalizada en este país desesperadamente pobre.

En todo el país, millones de afganos en el final de la ocupación, desde jornaleros hasta médicos y maestros, pasaron meses sin ingresos estables o simplemente sin ingresos,  ajenos a los radares de la prensa mundial. Ahora, ni siquiera ante la mayor  catástrofe alimentaria las miradas se dirigen a ellos. Las noticias mundiales se concentran Ucrania, aun y cuando a las diez de la mañana de cada día, una multitud de madres afganas cargando niños esqueléticos se concentra en los pasillos de la unidad de desnutrición. Los precios de los alimentos y otros bienes básicos se han disparado más allá del alcance de muchas familias. Los niños demacrados y las madres anémicas han inundado las salas de los hospitales, muchas de cuyas instalaciones se muestran desprovistas de los suministros médicos que una vez proporcionó la ayuda de los donantes.

Si bien Afganistán ha sufrido de desnutrición durante décadas, incluido los años de ocupación, la crisis de hambre del país ha empeorado drásticamente en los últimos meses. Este año se estima que 22,8 millones de personas, más de la mitad de la población, enfrentarán niveles de inseguridad alimentaria potencialmente mortales, según un análisis realizado por el Programa Mundial de Alimentos y la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas. De ellos, 8,7 millones se acercan a la hambruna, la peor etapa de una crisis alimentaria, incluso un millón de niños menores de 5 años  «se encuentran en riesgo de morir debido a la desnutrición aguda severa», según UNICEF.

El hambre generalizado es la señal más devastadora del colapso económico que ha paralizado a Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder, y esa es exactamente, aunque parezca mentira gracias a las sanciones, la señal que se quiere dar al mundo, Talibanes = hambre. Prácticamente de la noche a la mañana, miles de millones de dólares en ayuda exterior que apuntalaron al anterior gobierno respaldado por Occidente se desvanecieron y las sanciones estadounidenses contra los talibanes aislaron al país del sistema financiero mundial, paralizaron los bancos afganos e impidiendo el trabajo de socorro de las organizaciones humanitarias.

No estaba claro, al menos en principio, por qué la Administración americana impuso sanciones tan devastadoras a Afganistán, que no parecen estar dirigidas a derrocar a los talibanes. De hecho, se han malinterpretado ampliamente como un castigo a los gobiernos, en lugar de a poblaciones enteras. Pero el caso de Afganistán es un error de cálculo, tanto político como moral, y solo tiene el propósito de desprestigiar al Gobierno afgano y potencias rebeldes. Veamos esta extraña y sombría cadena de causalidades.

El 18 de agosto de 2021, dos semanas antes que los EE.UU. abandonen Afganistán, el FMI detuvo el acceso de este último a sus fondos. El pretexto, según su portavoz  fue: “Como siempre es el caso, el FMI se guía por las opiniones de la comunidad internacional”¡¡¡!!! Actualmente, y este actualmente sigue hasta hoy, existe una falta de claridad dentro de la comunidad internacional con respecto al reconocimiento de un gobierno en Afganistán, como consecuencia de lo cual el país no puede acceder a los derechos especiales de giro (DEG) u otros recursos del FMI. Incluso si Afganistán recuperara el acceso a los DEG, sería poco probable que los talibanes pudieran gastar esos recursos porque eso requeriría que otro país estuviera dispuesto a cambiar los DEG por monedas subyacentes, una transacción que probablemente sería bloqueada por los Estados Unidos.

Una semana después, el 25 de agosto, el Banco Mundial detuvo el acceso de Afganistán a sus fondos. La portavoz del Banco Mundial, Marcela Sánchez-Bender, en un comunicado a CNN Business dijo: “Hemos detenido los desembolsos en nuestras operaciones en Afganistán y estamos monitoreando y evaluando de cerca la situación de acuerdo con nuestras políticas y procedimientos internos”. El Banco Mundial había comprometido más de U$S 5.300 millones para proyectos de desarrollo en la nación asiática, según el sitio web del Banco. El Fondo Fiduciario para la Reconstrucción de Afganistán, administrado por el Banco Mundial, ha recaudado más de U$S 12.900 millones que, por arte de magia, desaparecieron.

La Unión Europea suspendió también la financiación para el desarrollo de Afganistán después de que los talibanes tomaron el control del país devastado por la guerra. Europa prometió 1.200 millones de euros durante los próximos cuatro años en asistencia de emergencia y a largo plazo. Estos fondos estaban condicionados a que las autoridades afganas preservaran el pluralismo democrático, el estado de derecho y los derechos humanos, o sea, nunca llegarán. “Tenemos que ver primero qué tipo de gobierno van a organizar los talibanes”, dijo Josep Borrell, se olvidó de decir que si son talibanes no importa el gobierno, si son neonazis, se puede conversar.

Ajmal Ahmady, exgobernador interino del Banco Central afgano, Da Afganistán Bank (DAB), explicó que las reservas rondaban los U$S 9.500 millones de dólares. Según Ahmady, U$S 7 mil millones de los activos de Afganistán estaban en manos de la Reserva Federal de los EE.UU., distribuidos de la siguiente manera: U$S 3,1 mil millones en letras y bonos norteamericanos, U$S 2,4 mil millones en activos de la Asociación de Asesoramiento y Gestión de la Reserva del Banco Mundial (RAMP), U$S 1,2 mil millones en oro y solo U$S 300,000 en efectivo. Otros 1.300 millones de dólares estaban retenidos en cuentas internacionales. Ahmady explicó que el Banco Central “depende de la obtención de envíos físicos de efectivo cada pocas semanas”, y señaló un informe del Wall Street Journal de que la Administración de Biden había cancelado los envíos cuando los talibanes se acercaban a Kabul.

El Gobierno americano tomó como botín de guerra U$S 7.000 millones; nadie habló del oro, el efectivo y resto de cuentas internacionales. La sanción económica más destructiva es la confiscación estadounidense de más de U$S 7 mil millones en reservas internacionales. Estas reservas son necesarias para las importaciones esenciales, como alimentos y medicinas, pero también para que el banco central desempeñe su papel normal en el mantenimiento del funcionamiento del sistema financiero y la estabilidad económica.

El 11 de febrero, la Administración de Biden emitió una orden ejecutiva para asignar los fondos del banco central de Afganistán: la mitad (U$S 3.500 millones) sería «en beneficio del pueblo afgano”, y la otra mitad sería para las familias de las víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre, a la espera del resultado de los reclamos legales. En otras palabras, los 7.000 millones de dólares que tiene Washington, no serían devueltos al banco central. Por lo tanto, continúa la destrucción de la economía afgana y la hambruna masiva resultante. Ninguna cantidad de ayuda exterior compensará eso y, hasta el momento, no está claro cómo se beneficiará el pueblo afgano de los 3.500 millones de dólares reservados para ellos porque Estados Unidos dijo que no lo manejarán los talibanes.

Según la Universidad de Brown, Afganistán tendrá que vivir con U$S 2.26 billones menos, algo que este centro de estudios estimó llamó “costes totales de la guerra”. Pero a pesar de haber pagado el adiestramiento y los intereses de la deuda, U$S 530 millones solicitados para financiar el conflicto armado, hay al menos otros U$S 7.000 que, según la misma universidad, “gastó del Pentágono”, lo que sumado más de U$S 14 billones desde el comienzo de la guerra en Afganistán, con un tercio a la mitad del total destinado a contratistas militares.

Una gran parte de estos contratos, entre un cuarto y un tercio de todos los otorgados por el Pentágono durante los últimos años, se han destinado a solo cinco corporaciones importantes: Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics, Raytheon y Northrop Grumman. ¿Falta algo más todavía? increíblemente sí.

Quien brinda apoyo comprando alimentos para los países en crisis es el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, el principal proveedor mundial de alimentos para las poblaciones en riesgo. Durante 2021, el PMA adquirió extrañamente casi la mitad de su grano de Ucrania. Ahora está desesperadamente pidiendo la reapertura inmediata de los puertos del Mar Negro, incluido Odesa, para que los alimentos críticos de Ucrania puedan llegar a las personas que enfrentan inseguridad alimentaria. O sea, el culpable del hambre es la guerra y el bloqueo de puertos, no la imprevisión de comprar a un proveedor el 50% de los alimentos. Al cambiar de proveedor, los funcionarios del PMA estiman que el costo de sus operaciones habrán aumentado un 44% desde el comienzo de la guerra en Ucrania, y la agencia ahora enfrenta un déficit de financiación del 50%.

De acuerdo con esta lógica, la ONU emitió dos llamamiento urgentes a principios de marzo de 2022, uno para la asistencia humanitaria a Ucrania y otro para necesidades alimentarias mundiales. Para el 15 de abril, la asistencia humanitaria a Ucrania estaba financiada en un 65%. Los países en riesgo de hambruna, cuyos llamamientos han durado más, han recibido muchos menos fondos. El 15 de abril, la apelación de Afganistán estaba financiada en un 13,5%; la de Sudán del Sur, en 8,2%, y Somalia solo en un 4,4%. La financiación general para las necesidades humanitarias mundiales se situó en el 6,5 % de los niveles solicitados.

La pregunta es por qué el PMA compró esa cantidad de alimentos a Ucrania. Una respuesta es que se encuentra cerca de quienes tienen grandes necesidades Afganistán, Etiopía, Sudán del Sur, Siria y Yemen, pero también podría haberle comprado a Rusia y no lo hizo. La segunda respuesta alternativa es que, en conjunto, las autoridades del programa vieran con buenos ojos colaborar con la lógica americana comprándole a Ucrania, incluso en medio de la guerra.

El PMA está gobernado por una Junta Ejecutiva, compuesta por 36 Estados miembros. La organización está encabezada por un Director Ejecutivo, designado conjuntamente por el Secretario General de las Naciones Unidas y el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. El director ejecutivo actual se llama David Beasley, miembro del partido Republicano y ex gobernador de Carolina del Sur. Fue propuesto en 2017 por la embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas Norte, Nikki Haley (también exgobernadora de Carolina del Sur).

Los miembros de su junta ejecutiva son elegidos por tres años de entre los Estados incluidos en las listas que figuran en el Apéndice A del Estatuto. Hay cinco listados con países que van de la A hasta la E. De A ha C son países pobres, D y E, países desarrollados. La composición de la comisión será: 8 miembros del listado A, 7 del B y 5 del C, es decir, 20 todos pobres, los 16 restantes son de países desarrollados, esto es, el 44%, a quienes tienen que pedirle los fondos. Nada pasará o será aprobado, en cuanto a temas importantes, si no lo acuerdan las dos terceras partes, se entiende. Bueno, para eso fueron creados los organismos internacionales, para que protejan los intereses del imperio.

Fuente: https://rebelion.org/para-esto-creamos-los-organismos-de-bretton-wood/

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Sudáfrica: Conferencia mundial busca liberar a millones de niños del trabajo infantil

Conferencia mundial busca liberar a millones de niños del trabajo infantil

Joyce Chimbi

Fuentes: IPS [Imagen: Un niño sostiene un dibujo que representa la violencia doméstica, en el Centro para el Empoderamiento de la Juventud y la Educación Cívica de Lilongüe, la capital de Malawi, que se asoció con la OIT para apoyar el plan de acción nacional de combate al trabajo infantil. Foto: Marcel Crozet / OIT]

NAIROBI – Los niños que lavan la ropa en los ríos, los que mendigan en las calles, los que venden en forma ambulante, los que caminan kilómetros en busca de agua y leña, los que compiten con manos más viejas y experimentadas en la recolección de café o té, o los que trabajan como niños soldados, son imágenes familiares en el Sur en desarrollo.

Los expertos en derechos de la infancia de reiteran que la tolerancia y la normalización de los niños trabajadores, muchos de los cuales laboran en condiciones y circunstancias peligrosas, y la apatía por el fenómeno han estancado el progreso hacia la eliminación del trabajo infantil.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que son más de 160 millones  los niños y niñas que trabajan en el mundo.

Con ese telón de fondo, es que se celebra la 5 Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, que se celebrará en la ciudad de Durban, en Sudáfrica, del 15 al 20 de mayo.

Allí se estudiará cómo alcanzar una meta específica sobre el problema del 8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el referido al Trabajo Decente y Crecimiento Económico.

En ese objetivo, la meta 8.7 plantea la adopción de medidas inmediatas para “asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.

En Durban también se revisarán los avances del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil que se centra precisamente en su eliminación para 2025.

La Conferencia será inaugurada por el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, quien compartirá escenario con el presidente de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, en inglés) y presidente de Malawi, Lazarus McCarthy Chakwera y el director general de la OIT, Guy Ryder. También participará en forma virtual el presidente de Argentina, Alberto Fernández.

“Hay múltiples factores que impulsan el trabajo infantil en África, y muchos de ellos están interconectados», dice Minoru Ogasawara, asesor técnico jefe de la «Acción acelerada para la eliminación del trabajo infantil en las cadenas de suministro en África» (ACCEL, en inglés), establecida dentro de la OIT.

Habla de la alta prevalencia de niños que trabajan en la agricultura, estrechamente vinculada a la pobreza y a las estrategias de supervivencia de las familias.

El rápido crecimiento de la población africana, dice Ogasawara, ha ejercido una importante presión sobre los presupuestos públicos para mantener o aumentar el nivel de los servicios necesarios para luchar contra el trabajo infantil, como la educación y la protección social.

En el caso de África se subraya que el continente está muy lejos del compromiso colectivo de acabar con todas las formas de trabajo infantil para 2025. Otra alerta es que el número de niños que trabajan en la región de África subsahariana es superior al del resto del mundo.

“De ahí el llamamiento a aumentar sustancialmente la financiación a través de la ayuda oficial al desarrollo (AOD), los presupuestos nacionales y las contribuciones del sector privado dirigidas al trabajo infantil y sus causas fundamentales», observa Ogasawara.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) afirma que aproximadamente 12 % de los niños de entre 5 y 14 años trabajan, lo que supone un coste para su infancia, su educación y su futuro.

De los 160 millones de niños que trabajan en todo el mundo, más de la mitad se encuentran en el África subsahariana, y 53 millones no están escolarizados, lo que supone  28 % de entre 5 y 11 años y otro 35 % de entre 12 y 14 años, según las estimaciones mundiales más recientes sobre el trabajo infantil realizadas por OIT y Unicef.

Con este sombrío escenario, los premios Nobel de la Paz Kailash Satyarthi (de India) y Leymah Gbowee (de Liberia), así como el ex primer ministro de Suecia Stefan Löfven, intervendrán en la Conferencia, que se espera que ponga en perspectiva cómo y por qué los niños siguen sufriendo algunas de las peores y más graves formas de explotación laboral.

Entre esas formas destacan el trabajo en régimen de servidumbre, la servidumbre doméstica, los niños soldados, el tráfico de drogas y la explotación sexual comercial.

“Estoy trabajando en colaboración con otros premios Nobel y líderes mundiales. Exigimos la creación de un mecanismo internacional de protección social. Durante la pandemia de covid-19, hemos calculado que con 53 000 millones de dólares anuales se podría garantizar la protección social de todos los niños en todos los países de bajos ingresos, así como de las mujeres embarazadas”, subrayó Satyarthi, Nobel de la Paz de 2014.

Satyarthi ha estado a la vanguardia de la movilización de apoyo mundial para la erradicación del trabajo infantil, así como el derecho a la educación de los niños y a que tengan una vida libre de explotación y violencia.

“El aumento de la protección social, el acceso a una educación gratuita de calidad, la atención sanitaria, las oportunidades de trabajo decente para los adultos y los servicios básicos crean un entorno propicio que reduce la vulnerabilidad de los hogares al trabajo infantil», subraya Ogasawara por su parte.

Señala la necesidad urgente de introducir y o ampliar rápidamente la seguridad social y otras medidas de protección social adecuadas para la economía informal, como las transferencias de efectivo, la alimentación escolar, los subsidios para los costes directos de la educación y la cobertura de la atención sanitaria.

Hay que destacar, aduce el especialista africano, la necesidad de una transición de la escuela al trabajo y de «centrarse en los niños de hogares pobres, aumentar el acceso a la educación y reducir la necesidad de combinar la escuela con el trabajo entre los niños por debajo de la edad mínima para trabajar».

En ausencia de estas redes de seguridad de protección social, la OIT destaca que existe el peligro de que nueve millones de niños más engrosen las filas laborales antes de fin de año, lo que evidencia que la lucha contra el fenómeno tiene obstáculos recurrentes.

En este contexto, la Conferencia de Durban representa una oportunidad para evaluar los progresos realizados en la consecución de la meta 8.7 de los ODS, debatir sobre las buenas prácticas aplicadas por diferentes actores en todo el mundo e identificar las lagunas y las medidas urgentes necesarias para acelerar la eliminación tanto del trabajo infantil como del trabajo forzoso.

El momento es crucial, subraya la OIT, ya que solo quedan tres años para lograr el objetivo de la eliminación de todo el trabajo infantil para 2025 y solo ocho años para la eliminación del trabajo forzoso para 2030.

La Conferencia Mundial también contará con la participación activa de jóvenes supervivientes del trabajo infantil en India y países africanos. Compartirán sus relatos en primera persona y sus experiencias vividas en sintonía con el tema central del debate.

La reunión tendrá lugar en el contexto de la pandemia de covid, en medio de los temores y la preocupación de que la erradicación del trabajo infantil pierda importancia en la agenda internacional a medida que el mundo hace frente al impacto de la pandemia.

Esto podría revertir los numerosos logros alcanzados en la lucha contra el trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de niños y niñas.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

T: MF / ED: EG

Fuente: https://ipsnoticias.net/2022/05/conferencia-mundial-busca-liberar-a-millones-de-ninos-del-trabajo-infantil/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/conferencia-mundial-busca-liberar-a-millones-de-ninos-del-trabajo-infantil/

 

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Escuela Primaria y discriminación

Autora: María Alejandra Vazquez

Retumban aún en mi memoria los dichos de un docente que dictaba Sociología de la Educación: “en todas partes del mundo el trabajo docente está mal pago por ser considerado trabajo femenino”.

Si a esto le sumo las consideraciones de los organismos internacionales que expresan que, ante el mismo trabajo, una mujer recibe una paga de entre un 25 % y un 40 % inferior a la de un hombre (1), termino caminando por las paredes. Ni qué decir cuando me enfrento a las estadísticas que mencionan que más del 70 % de los pobres son mujeres y niños (UNICEF)

La discriminación de género es una realidad en cualquier parte del planeta, pues es parte necesaria de la concepción social del patriarcado. Sin inferioridad femenina no hay patriarcado. Si dudan, nominalicen los personajes destacados de cualquier lugar del mundo en dos columnas, una de hombres y otra de mujeres. ¿Cuál lista es más larga?

Aún así, partiendo de estos preconceptos, siempre propendemos a considerar que hay instituciones que sostienen preceptos tendientes a superar estas situaciones, por ejemplo el Sistema Educativo o el Sistema Judicial.

Pondré la lupa en el Sistema Educativo, ya que he vivido dentro de él casi toda mi vida. He mencionado que el trabajo docente es mal pago, y nuestro país no está fuera de esa regularidad. Pero esto se agrava cuando develo que no es homogéneo en su interior. Ante la misma carga horaria, un docente de Secundaria gana más que uno de Primaria. Mirándolo desde una perspectiva de género, diría que un Profesor gana más que una Maestra. O sea, el nivel en el que hay nutrida presencia masculina percibe mejores salarios que el nivel integrado mayoritariamente por mujeres. En otros tiempos, esto se justificaba argumentando que las Maestras recibían su título al acreditarse en el nivel Secundario. Pero se obviaba que muchos de los profesores del nivel Secundario también tenían sólo formación secundaria.

Luego se fue extendiendo la formación de Maestros hasta igualar en tiempo a la de un Profesor. ¿Pero se igualaron los salarios? Esto es materia pendiente: a pesar de que los docentes del Estado están bajo el fuero de lo Contencioso Administrativo, nunca se debe olvidar el principio laboral que expresa que, ante igual trabajo, igual paga.

Pero esto no termina allí. Hay más. Las mismas leyes de Educación Nacional y Provincial de Buenos Aires explicitan que el Nivel de Educación Secundaria es obligatorio, y que todas las Escuelas Primarias deben tener un régimen de Jornada Completa para sus alumnos. Las distintas gestiones han realizado diversas inversiones en el Nivel Secundario, cercando o ignorando el crecimiento de las Escuelas Primarias para avanzar en el cumplimiento de lo que indican las leyes.

¿A quiénes perjudica que las escuelas Primarias no funcionen como Jornadas Completas? En general a las Mujeres. Si uno se detiene en la puerta de cualquier Escuela Primaria, la mayoría de las que aguardan a sus hijos salir de las instituciones, son mujeres. Y si esas mujeres deben trabajar, la gran mayoría no tiene quién se ocupe de cuidar a sus niños. Las nuevas conformaciones familiares, recibiendo aún los mandatos patriarcales, muestran a mujeres con muchos niños y una gran falta de figuras paternas. Aparte de ello, la sociedad actual requiere que, para sostener con alguna comodidad la economía hogareña, ambos integrantes de una pareja deben salir a trabajar, y no existe mejor lugar para dejar a los niños que una escuela, aún en aquellas donde hay mucho por mejorar. ¿Es realmente un costo que las Escuela Primarias sean de Jornada Completa, o es una inversión que genera un círculo virtuoso?

Aún así, los esquemas salariales de los docentes de Escuelas Primarias de Jornada Completa no reciben los estatutos correspondientes a su labor, ya que para las Maestras, tanto como para los Directivos, las extensiones de las Jornadas son consideradas provisionales, es decir, tienen 20 módulos semanales Titulares y 20 Provisionales. Esto no sucede en otros niveles.

El Nivel Inicial merecerá otro análisis similar.

Pero luego de considerar esto, puedo pensar: ¿todos somos iguales ante la Ley? ¿Cómo puede ser que el sistema educativo, generador de paradigmas sociales, aún sostenga la discriminación de género en su interior? ¿Las distintas gestiones que se han sucedido, han nombrado en el Nivel Primario los cargos que fueron previstos en el 2005? (2) ¿Todas las mujeres dirigentes gestionan como mujeres, o consideran que deben hacerlo con criterios masculinos? Sí creció la población, ¿por qué no se han creado nuevas Escuelas Primarias?

Mientras más develo situaciones, más preguntas se me presentan.

1- Organización Internacional del Trabajo

2- Resolución 1183/05 Prov. Buenos Aires

María Alejandra Vazquez (1961) es Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UNQUI) e Inspectora de Educación Primaria de la Provincia de Buenos Aires.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: https://rebelion.org/escuela-primaria-y-discriminacion/

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España: 12 organizaciones del País Valenciano firman una declaración de apoyo a los defensores latinoamericanos

Por: Enric Llopis

El 22 de marzo de cada año se celebra, a propuesta de Naciones Unidas, el Día Mundial del Agua; son 2.200 millones de personas las que viven sin acceso al agua potable en el planeta.

En la conmemoración de 2022, la ONU puso el acento en la relevancia de las aguas subterráneas. Por ejemplo, en Europa y América del Norte, los nitratos y pesticidas representan una “gran amenaza” para la calidad de estas aguas; según Naciones Unidas, “el 20% de las masas de agua subterránea de la UE incumple la legislación comunitaria en materia de calidad del agua debido a la contaminación agrícola”.

El organismo internacional subraya que la región de Asia y el Pacífico tiene la menor disponibilidad de agua per cápita del planeta, “y se prevé que el uso de las aguas subterráneas en la región aumente en un 30%” hasta 2050. El objetivo del Día Mundial es hacer difusión de la “crisis mundial” en torno a este recurso básico. “Casi la totalidad del agua dulce en forma líquida del mundo es agua subterránea”, destaca Naciones Unidas.

Más de una decena de organizaciones del País Valenciano suscribieron, el pasado 22 de marzo, con motivo de la jornada global, una declaración de respaldo a las poblaciones indígenas, campesinos/as y afros en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Colombia que se enfrentan al impacto generado por el monocultivo de la caña de azúcar en sus territorios.

El origen, añade el pronunciamiento, es el modelo de producción intensiva, que se sustenta en el acaparamiento de tierras, destinado a productos como azúcar y agrocombustibles que se consumen en los países del Norte.

Uno de los ejemplos mencionados son los grandes ingenios azucareros: “Están vulnerando –principalmente- el derecho humano al agua ya que generan situaciones de estrés hídrico, escasez, alteración del curso de las fluentes fluviales naturales y la contaminación de acuíferos”.

Asimismo, respecto a la contaminación de las aguas, están aumentando los casos de enfermedad renal crónica o cutáneas, entre otras. A ello se suma la vulneración de los derechos laborales y la criminalización de las personas defensoras.

Alianza por la Solidaridad; Ecologistas en Acción; CEDSALA; MOSSolidaria; Erre Ese +; Por Ti Mujer; Centro educación ambiental Julia; Joventut pel Clima-València; ACICOM; Biogradables; Terreta Neta y La Casa de Patraix suscribieron el comunicado.

El modelo afecta particularmente a las mujeres. En el caso de los impactos sobre las fuentes de agua, porque se hacen cargo de la recolección en pozos para las actividades domésticas y de higiene, de modo que se ven forzadas a desplazamientos más largos; y son las encargadas principales del cuidado de los familiares que enferman por la contaminación de las aguas.

El pasado 3 de marzo fue aprobada, a propuesta de Unidas Podemos, la Resolución y Proposición No de Ley (PNL) para que las Cortes y el ejecutivo valencianos insten al Gobierno de España a que pida el cumplimiento de los derechos de las personas defensoras, en Guatemala y Colombia, por los “ataques y amenazas” que afrontan; el texto hace referencia especial a las mujeres defensoras, que son objeto de una “violencia específica”.

Además se solicita a los Estados de Colombia y Guatemala que hagan cumplir la consulta libre, previa e informada -a las comunidades indígenas- en los proyectos de empresas  por los que estas comunidades se vean afectadas (Convenio 169 de la OIT); y también que se respete el resultado de estas consultas.

En los casos que esto no suceda, las Cortes Valencianas solicitan a la Administración autonómica un “análisis de las posibilidades” para “propiciar” que estas empresas no contraten ni perciban subvenciones públicas en el País Valenciano.

El comunicado de las 12 organizaciones se apoya en el informe El amargo negocio de la caña de azúcar: ¿Desarrollo para quién?, de 2020, en el que han participado Alianza por la Solidaridad (España y Colombia); el colectivo ecologista Madreselva (Guatemala); ASPRODE y PROVIDA (El Salvador); APADEIM (Nicaragua) y ASOM (Colombia).

Sobre el negocio de la agroindustria, concluye la investigación: Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Colombia “concentran la producción de caña en torno a 36 ingenios azucareros, que suman algo más de 6.300 kilómetros cuadrados de explotación en departamentos con alta vulnerabilidad socioambiental”.

Respecto al desequilibrio ambiental en un contexto de emergencia climática-, el informe señala los efectos del monocultivo de caña en zonas como la Costa Sur de Guatemala o el Valle del Cauca, en Colombia: “Tuvieron hasta tiempos recientes una gran biodiversidad y ahora sufren una deforestación masiva, desvío de cauces, desaparición de humedales o destrozo de manglares”.

Otro punto destacado es el consumo de recursos hídricos; El amargo negocio de la caña de azúcar compara la media diaria requerida por una hectárea de caña (36 metros cúbicos), con las necesidades de una familia de cinco miembros (0,6 metros cúbicos de agua diarios). Pero la agroindustria cañera no sólo se apropia del agua, sino que además “hace un uso intensivo de pesticidas, madurativos y fertilizantes, en algunos casos prohibidos por los Convenios Ambientales de Rotterdam o Estocolmo, que contaminan los que dependen las comunidades”.

“¿Trabajo o esclavismo?”, se pregunta el informe. Una de las respuestas posibles se halla en el caso de El Salvador, donde las personas entrevistadas para el reporte apuntan remuneraciones –en los campos de caña- de 6 dólares por jornada laboral (8 euros diarios en Guatemala); y con periodos de trabajo discontinuos durante el año. Y ello, pese a que la caña es el segundo producto en generación de divisas en El Salvador.

Otro apartado de la investigación está dedicado a la violencia, la criminalización y las “comunidades en riesgo” por la lucha contra el monocultivo azucarero. ¿En qué contexto? Colombia y Guatemala destacan entre los países con más defensores del territorio y líderes comunitarios asesinados; un centenar entre enero y mayo de 2020 en Colombia, según Indepaz. El último Jorge Enrique Oramas, campesino y luchador contra la minería de 70 años, asesinado en Cali el 16 de mayo de 2020.

Fuente de la información e imagen: https://rebelion.org/

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Marina Echebarría Sáenz : Shanghai y la crisis del sistema de externalización

El confinamiento de la macrourbe china paraliza su puerto, el mayor del mundo. Gigantes como Apple, Xiaomi y Tesla se han visto obligados a paros parciales

Todos los días nos acercamos a nuestros comercios y al consumir, sin darnos cuenta, consumamos auténticas proezas. Raramente pensamos en la tecnología y en la planificación que implica que nuestras estanterías estén llenas de uvas de Chile, carne irlandesa, trigo ruso, lino africano o teléfonos made in China. Raramente nos detenemos a pensar que nuestro móvil utiliza metales procedentes de Zaire, Ruanda, Bolivia, Rusia…, que todos estos componentes han sido enviados en trenes y barcos a China, donde han sido ensamblados en macrofactorías y posteriormente embarcados a su vez y distribuidos por todo el planeta. Hemos normalizado vivir en ciudades que importan más del 94% de sus insumos desde más de 100 kilómetros de distancia y en las que la más mínima falla, unas estanterías vacías durante unos pocos días, se convierte en una ofensa a nuestro modo de vida, un síntoma de desorden y caos social. Exigimos (coléricamente) el abastecimiento continuo.

Desde hace poco más de un cuarto de siglo nos sostiene una compleja cadena de extracción, producción, logística y distribución. Una cadena que en realidad es una red, en la que se extraen materias primas de países africanos o latinoamericanos, se transforman en productos en las fábricas del mundo (China, India, Bangladesh, Corea…) y se distribuyen mayormente en el occidente europeo y norteamericano. Todo este entramado se sostiene por una hiperproducción en lugares claves como China, por mano de obra barata en países como Bangladesh, Vietnam, China, y por un tráfico marítimo que incrementa sus volúmenes exponencialmente cada año. El “milagro” económico se basa en el aprovechamiento de los costes más baratos en cualquier espacio del mundo y en una circulación continua de los recursos. Es por eso que en Europa hemos asistido al cierre progresivo de nuestras fábricas y a su traslado a países más económicos para las grandes corporaciones: la externalización. Somos rentistas financieros, países de servicios o productores sobrecualificados, pero ya no somos la Europa industrial del siglo XX. Ya tuve ocasión de reflexionar con ustedes sobre la llamada crisis de suministros, en realidad, los síntomas de que toda esta red comienza a llegar a sus límites y no puede prometer un crecimiento perpetuo. Es en este contexto en el que asistimos a los cuellos de botella o al fallo de los eslabones débiles del sistema, como el provocado por el cierre de Shanghai.

Lo habrán oído, el Gobierno chino ha cerrado la mayor parte de Shanghai por la expansión de la covid en la macrourbe. Hablamos de más de 26 millones de personas confinadas en lo que es uno de los núcleos centrales de la producción y logística de la cadena de suministros mundial. El cierre, lógicamente, ha afectado al puerto de Shanghai-Yangshan, el mayor del mundo: más de 24 kilómetros de instalaciones y muelles que dan entrada y salida a más de 52 millones de contenedores TEU cada año. Shanghai procesaba en febrero el 20% del tráfico mundial de contenedores cada día.

El 19 de abril, cerca de 506 barcos portacontenedores gigantes, decenas de petroleros y un gran número de graneleros y barcos mineraleros esperaban su oportunidad de cargar o descargar en las aguas cercanas al puerto. Un mero síntoma de lo que estaba ocurriendo. Tras decretar el cierre parcial de la ciudad a finales de marzo y el cierre total el 15 de abril, los trabajadores de las principales macrofactorías y los trabajadores portuarios fueron confinados en sus centros de producción. Es decir, para varios millones de trabajadores la burbuja de confinamiento no es su hogar, sino su empresa, en la cual quedan anclados para que continúe la cadena de producción y exportación, muchas veces en condiciones de salubridad y vida cercanas a la esclavitud. Tesla corp. anunció que procedía a poner duchas y a garantizar tres comidas al día a sus trabajadores, lo que nos da un indicio de que no todas las factorías o instalaciones están cumpliendo con este “estándar” de humanidad. Aun así, el transporte terrestre no circula normalmente, por lo que las factorías de producción de gigantes como Apple, Xiaomi, Tesla y otros se han visto abocadas a paros parciales. Los barcos asumen incrementos de demoras de un 75%, días de retraso, lo que a su vez supone un aumento de los fletes, los seguros marítimos, los pagos por estadía en los muelles, las operaciones de estiba y el propio sostenimiento de las tripulaciones. Miles de contenedores refrigerados con productos perecederos o con químicos peligrosos se acumulan, constituyendo una amenaza creciente. Pese a todos los esfuerzos, el número de contenedores en espera es un 195% mayor que en el mes de febrero y la desviación a otros puertos no es solución, porque las fábricas están ahí, deseando verter en las bodegas sus excedentes. Ninguna flota de transporte terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la avalancha de demanda procedente de Shanghai.

Ninguna flota terrestre puede compensar ese desplazamiento de volúmenes y ningún puerto cercano puede procesar la demanda procedente de Shanghai

Algún día nos llegarán los relatos de qué ha supuesto para los trabajadores de Shanghai este confinamiento. Qué precio humano ha tenido que sigamos recibiendo nuestros teléfonos y televisores. Pero, de momento, en los núcleos financieros de Occidente se hacen cuentas sobre lo que nos va a costar el cierre de Shanghai. Las agencias internacionales más prestigiosas ya nos explican que sólo la gran ciudad china podría aportar de un 1 a un 2% de inflación anual a la economía global. Lo que es más difícil saber es si alguien está haciendo cuentas sobre si el sistema de externalización es sostenible. Sobre si es razonable continuar concentrando la producción lejos de su destino, alargando las líneas de transporte, incrementando el volumen de los puertos hasta el infinito y dependiendo de unas líneas de suministro que, al final, son frágiles y pueden verse afectadas por circunstancias imprevisibles: un barco atascado en el canal de Suez, una epidemia en una ciudad, una guerra o una catástrofe natural, quizás. Nuestro ingenio para resolver de manera eficiente el problema de poner una manzana en su supermercado quizás debería comenzar a considerar con más humildad nuestros límites y pensar que la naturaleza está ahí para recordárnoslos. Mientras tanto, asistimos al espectáculo de un atasco en el mar de China.

Marina Echebarría Sáenz es catedrática de Derecho Mercantil.

Fuente: https://rebelion.org/shanghai-y-la-crisis-del-sistema-de-externalizacion/

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Mundo: No queremos un planeta dividido, queremos un mundo sin muros

No queremos un planeta dividido, queremos un mundo sin muros

Vijay Prashad

o queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo.

Mientras Estados Unidos iniciaba su guerra ilegal contra Irak en 2003, el presidente de Cuba, Fidel Castro, hablaba en Buenos Aires, Argentina. “Nuestro país no lanza bombas contra otros pueblos, ni manda miles de aviones a bombardear ciudades (…) Las decenas de miles de científicos y médicos con que cuenta nuestro país han sido educados en la idea de salvar vidas», dijo en esa oportunidad. Cuba tenía un ejército, sí, pero no un ejército de guerra; Castro lo llamaba «un ejército de delantales blancos». Más recientemente, la Brigada Henry Reeve de médicas y médicos cubanos ha trabajado desinteresadamente en todo el mundo para ayudar a detener el avance de la pandemia de COVID-19.

Castro nos recuerda que hay dos formas de vivir en este mundo. Podemos vivir en un mundo lleno de armas y sumido en la intimidación, un mundo que se prepara continuamente para el combate. O podemos vivir en un mundo en que todas las personas puedan desempeñarse en la educación y la medicina, la ciencia y el trabajo social, las artes y la cultura. Podemos depositar nuestra confianza en personas que nos ayuden a crear un mundo mejor que el actual, este miserable mundo de guerras y lucro, en el que la maldad amenaza con aplastarnos.

En la superficie de nuestra piel late el temor de que descienda un nuevo telón de acero, de que se presione para encajonar a China y Rusia, para dividir el mundo en campos. Pero eso es imposible, porque —como se señaló en el boletín de la semana pasada— vivimos en un nudo de contradicciones y no en un mundo de certezas claras. Incluso los aliados más cercanos de Estados Unidos, como Australia, Alemania, Japón e India, no pueden romper sus vínculos económicos y políticos con Rusia y China. Hacerlo los sumiría en una recesión, trayendo el tipo de caos económico que la guerra y las sanciones ya han traído a Honduras, Pakistán, Perú y Sri Lanka. En esos países —ya maltratados por el Fondo Monetario Internacional por la codicia de las élites y por las embajadas extranjeras— el aumento de los precios del combustible ha transformado una crisis económica en una crisis política.

Las guerras terminan con la destrucción de las instituciones políticas de un país y de su capacidad social o terminan con ceses al fuego y negociaciones. La guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia en 2011 terminó con el país tambaleándose con el olor a pólvora en el aire y un orden social fracturado. El destino de Libia no debería repetirse en ningún lugar, y ciertamente no en Ucrania. Sin embargo, es un destino ordenado para los pueblos de Afganistán, Somalia y Yemen, que han sido asfixiados por guerras incitadas por Occidente, guerras armadas por Occidente y que han sido rentables para Occidente.

Cuando la Rusia contemporánea emergió de la caída de la URSS, Boris Yeltsin dirigió un golpe de Estado contra el parlamento ruso, con los tanques desplegados. Los actuales gobernantes de Rusia actúan a la luz de estos violentos comienzos y de las experiencias de otras naciones azotadas por la guerra. No se permitirán sufrir el destino de Libia, Yemen o Afganistán. Las negociaciones entre Rusia y Ucrania se están llevando a cabo en Homyel Voblasts (o región de Gomel) de Bielorrusia, pero la confianza debe reforzarse antes de que un alto el fuego pueda convertirse en una posibilidad real. Cualquier alto el fuego no solo debería aplicarse a la guerra dentro de Ucrania —lo que es imperativo— sino que también debería incluir el cese de la campaña de presión más amplia impuesta por Estados Unidos en toda Eurasia.

¿Qué es esa campaña de presión y por qué molestarse en hablar de ella ahora? ¿No deberíamos decir solamente “Rusia fuera de Ucrania”? Ese eslogan, aunque correcto, no aborda los problemas más profundos que provocaron esta guerra en primer lugar.

Cuando la URSS se derrumbó, los países occidentales esgrimieron sus recursos y su poder a través de Boris Yeltsin (1991-1999) y luego de Vladimir Putin (desde 1999). Primero, Occidente empobreció al pueblo ruso destruyendo el tejido social del país y permitiendo que las élites rusas devoraran la riqueza social. Después, atrajeron a los nuevos multimillonarios rusos para que invirtieran en la globalización impulsada por Occidente (incluidos los equipos de fútbol ingleses). Occidente apoyó la sangrienta guerra de Yeltsin en Chechenia (1994-1996) y luego la de Putin (1999-2000). El ex primer ministro británico Tony Blair (1997-2007) firmó permisos para que Rusia comprara armas británicas hasta que le dolió el brazo y recibió a Putin en Londres en el año 2000, diciendo: «Quiero que Rusia y Occidente trabajen juntos para promover la estabilidad y la paz». En 2001, el ex presidente estadounidense George W. Bush dijo que al mirar a los ojos de Putin veía su alma, y lo calificó de «directo y digno de confianza». Ese mismo año, Thomas Friedman, del New York Times, animó a sus lectores a «seguir apoyando a Putin». Fue Occidente quien ayudó a la clase multimillonaria rusa a capturar el Estado y a cabalgar a horcajadas sobre la sociedad rusa.

Una vez que el gobierno ruso decidió que la integración con Europa y EE.UU. no era posible, Occidente comenzó a presentar a Putin como diabólico. Esta película se repite una y otra vez: Saddam Hussein de Irak fue un gran héroe de EE.UU. y luego su villano, lo mismo con el ex líder militar Manuel Antonio Noriega de Panamá. Ahora lo que está en juego es imperdonable, los peligros son mayores.

Bajo la superficie del momento actual subyace una dinámica que ya adelantamos en nuestro décimo boletín de este año. Estados Unidos dañó unilateralmente la arquitectura internacional de control de armas, retirándose del Tratado de Misiles Antibalísticos (2001) y del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) (2018), y destruyendo así la política de disuasión. En diciembre de 2018, Estados Unidos presionó a sus aliados para impedir, por un estrecho margen, que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara una resolución para defender el INF. Putin comenzó a hablar de la necesidad de garantías de seguridad, no de Ucrania o incluso de la OTAN, que es un caballo de Troya hinchado de las ambiciones de Washington: Rusia necesitaba garantías de seguridad directamente de Estados Unidos.

¿Por qué? Porque en 2018, el gobierno de Estados Unidos anunció un cambio en la política exterior que señalaba que intensificarían su competencia con China y Rusia. Los ejercicios navales liderados por la OTAN cerca de ambos países también dieron a Rusia motivos de preocupación por su seguridad. La belicosidad de Estados Unidos está plasmada en su Estrategia de Defensa Nacional de 2022, en la que se afirma que Estados Unidos está «preparado para prevalecer en un conflicto cuando sea necesario, dando prioridad al desafío [de China] en el Indo-Pacífico, y luego al desafío ruso en Europa». La frase clave es que Estados Unidos está preparado para prevalecer en el conflicto. Toda la actitud de dominación y de derrota es una actitud de macho contra la humanidad. La campaña de presión impuesta por Estados Unidos en torno a Eurasia debe terminar.

No queremos un mundo dividido. Queremos un mundo realista: un mundo de la humanidad que se ocupe adecuadamente de la catástrofe climática. Un mundo que quiera acabar con el hambre y el analfabetismo. Un mundo que quiera sacarnos de la desesperación y darnos esperanza. Un mundo con más ejércitos de delantales blancos en lugar de ejércitos con armas.

En el Instituto Tricontinental de Investigación Social, amplificamos las vidas y las voces de personas que construyen un mundo de esperanza contra el miedo, un mundo de amor contra el odio. Una de esas personas es Nela Martínez Espinosa (1912-2004), el eje del tercer estudio de nuestra serie Mujeres de Lucha, Mujeres en Lucha. Nela, como la llamamos, fue una figura destacada en el Partido Comunista de Ecuador y una constructora de organizaciones que infundieron confianza a las masas, entre las que encontramos frentes antifascistas y alianzas de mujeres, federaciones indígenas y plataformas de defensa de la Revolución Cubana. En 1944, durante la revolución conocida como “la Gloriosa”, Nela dirigió brevemente el gobierno. A lo largo de su vida, trabajó incansablemente para construir las bases de un mundo mejor.

En 2000, como presidenta del Frente Continental de Mujeres por la Paz y contra la Intervención, Nela luchó contra la creación de una base militar estadounidense en la ciudad de Manta. “La colonización regresa», dijo Nela. “¿Cómo saldremos de esta colonización? ¿Cómo justificarnos ante nuestra cobardía?”.

Esta última pregunta se cierne sobre nosotros. No queremos vivir en un mundo dividido. Debemos actuar para evitar que descienda el telón de acero. Debemos luchar contra nuestro miedo. Debemos luchar por un mundo sin muros.

Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/ucrania-3/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/no-queremos-un-planeta-dividido-queremos-un-mundo-sin-muros/

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