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Revolución en punto cero: Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas

Descripción

Este volumen reúne trece artículos de la feminista Silvia Federici fechados entre 1975 y nuestros días. Incluye algunos de los textos fundamentales de la campaña Salarios para el Trabajo Doméstico así como importantes análisis sobre el impacto de los Programas de Ajuste Estructural en los países del Sur, de los que fue testigo en Nigeria. Recoge también sus recientes propuestas sobre los comunes, al igual que algunas críticas a las posiciones de otros pensadores e instituciones actuales. Todas sus contribuciones reflejan tanto la fuerza de su pasión política como la potencia intelectual de su concepción acerca del capitalismo, en general, y del trabajo reproductivo, en particular. Tres grupos son los protagonistas de este libro: las mujeres, las campesinas y las comuneras. Sobre las primeras recae un trabajo ingente que, por ser imprescindible para la acumulación capitalista, es devaluado y naturalizado como «propio de las mujeres. Las segundas sufren el robo y la contaminación de sus tierras por parte del neoliberalismo (a menudo en forma de guerras) con el objeto de eliminar la agricultura de subsistencia, fuente de autonomía social. El tercer grupo está formado por todos aquellos que generan formas de cooperación no mercantilizadas, relaciones sociales basadas en la solidaridad y la corresponsabilidad. Este análisis de sus prácticas de resistencia resulta central en aspectos todavía poco explorados en la lucha por un horizonte postcapitalista: la crítica práctica al salario en tanto forma de división social, así como el reconocimiento de todos los trabajos no asalariados que sirven de sustento para la vida en común.

Descargar: http://ecopoliticavenezuela.org/biblioteca/textos/Revolucion%20en%20punto%20cero-TdS.pdf

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Guía La escuela que viene: reflexión para la acción

La escuela que viene. Reflexión para la acción es un proyecto conceptualizado, definido y desarrollado por Fundación Santillana bajo la dirección de Miguel Barrero, Manuela Lara, Silvia Perlado y Nilda Palacios. En él han participado Alejandra Cardini, Carlos Magro y Alfredo Hernando como colíderes, guiando la reflexión a lo largo de estos meses, y aunando las muchas voces que se han sumado y que han contribuido a enriquecer reflexiones y aprendizajes. Loli García, Paloma Moruno y Lucía López han participado en la ejecución, en las dinámicas, en los relatos gráficos y en las síntesis de todo lo que hemos vivido. Alicia Villas y Lola Delgado han colaborado en la difusión y diseminación del minuto a minuto, y por último el equipo de El Torreón del Sol ha aportado su saber hacer en la realización de los encuentros en directo. Este entregable La escuela que viene. Reflexión para la acción. Una crisis como oportunidad para contribuir a la mejora de la educación y la escuela es el cuerpo que ha tomado esa conversación coral, y a ello han contribuido:

Sal del Camino Studio, el equipo de diseñadores gráficos que ha sabido entender la conversación y narrarla gráficamente. Alejandra Cardini, Alfredo Hernando, Carlos Magro e Iván Matovich, que han convertido preguntas, reflexiones y análisis en aprendizajes y líneas de actuación. Manuela Lara, Nilda Palacios y Silvia Perlado han puesto foco en la dirección y coordinación editorial. Todas las voces que generosamente han aportado en algún momento del proceso y con las que esperamos seguir contando. Y no nos olvidamos de la web www.laescuelaqueviene.org, también obra de Sal del Camino Studio, y que tan bien recoge el espíritu del proyecto y de la multitud de miradas que lo han hecho posible. ISBN: 978-84-680-6712-4

Descargar: https://laescuelaqueviene.org/wp-content/uploads/2020/07/FS150620-entregable-laescuelaqueviene.pdf

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Enseñar en tiempos de COVID-19: una guía teórico-práctica para docentes

ISBN: 978-84-09-20986-6
Collation: 37 pages
Language: Spanish
Year of publication: 2020
Licence type: CC BY-SA 3.0 IGO [7378]
Type of document: book
Descargar: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000373868
Fuente: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000373868
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Las víctimas de trata buscan su camino de vuelta a casa

Reseñas/Shola Lawal y Corinne Redfern/elpais.com

Los cierres de fronteras decretados para frenar la expansión de la covid-19 en África han dejado atrapadas lejos de sus hogares a mujeres nigerianas que fueron engañadas y obligadas a prostituirse en otros países

Las tres jóvenes acordaron escaparse al caer la noche. No tenían dinero ni papeles, pero Jessica, de 19 años, y sus amigas sabían que ya era hora de marcharse. El burdel no estaba tan lleno como de costumbre: la clientela había disminuido desde el estallido del coronavirus. Aguardaron juntas a que cayera la noche y la madama se retirara a su cuarto. Acto seguido, echaron a correr hacia la carretera que atraviesa Papara, una pequeña ciudad en el extremo norte de Costa de Marfil, cerca de la frontera con Malí.

A Jessica y a su amiga Favor* las obligaron a prostituirse un mes antes de su huida. El pasado febrero, una amiga de las familias de ambas jóvenes en Nigeria les había prometido un puesto de trabajo en una fábrica textil en Costa de Marfil. Udochi, de 20 años, había sido captada de manera similar a principios de año. Al llegar a Papara, las tres mujeres se vieron en un prostíbulo, donde la madama las obligó a tener relaciones sexuales con diversos hombres por un salario diario de alrededor de 1,15 euros.

Las jóvenes huyeron del lupanar en marzo, pero casi cuatro meses después siguen en Costa de Marfil; son tres de los centenares de nigerianas víctimas de la trata que, según creen los grupos antitrata de personas, se han visto atrapadas en el extranjero durante la pandemia, debido a que el cierre de fronteras dificulta los esfuerzos de repatriación en toda la región. Cuando el Gobierno nigeriano impuso en marzo el confinamiento con el estado de alarma, se interrumpieron los vuelos internacionales en un intento de frenar los contagios y, sin querer, se dejó a supervivientes de la trata atrapadas en lugares peligrosos lejos de sus hogares. Ahora esas mujeres esperan preocupadas a que se las evacúe de toda África y del Golfo, mientras las autoridades batallan con los imponentes obstáculos logísticos asociados a la organización de vuelos seguros mientras el virus continúa haciendo estragos en el mundo entero.

Jessica, Favor y Udochi se hallan a salvo en un refugio de Daloa, una ciudad al oeste de Costa de Marfil, pero no saben cuándo podrán regresar a su país. “Estoy contenta de haberme escapado de allí”, decía Jessica al teléfono un viernes por la noche del pasado junio. “Pero queremos volver a Nigeria”.

Los expertos de todo el mundo coinciden en que la pandemia está teniendo un impacto desproporcionado en las supervivientes de la trata. Un estudio conjunto sobre la situación de las mujeres que publicarán próximamente la Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la ONU, revela que casi el 70% de las supervivientes de la trata en 35 países afirman que la covid-19 ha afectado a su bienestar económico, mientras que más de dos tercios dicen padecer trastornos de salud mental debido a que los confinamientos impuestos por los Gobiernos les traen recuerdos de la última vez que las privaron de sus libertades.

A más de la mitad de las participantes en el estudio les preocupa que la crisis del coronavirus aumente el tráfico de seres humanos en el futuro, mientras que el 43% cree que las mujeres y las niñas serán las que más riesgo correrán en los próximos meses.

El tráfico de personas desde Nigeria hacia otros países africanos no es un fenómeno nuevo, pero la naturaleza de este delito imposibilita hacer un seguimiento minucioso. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sostiene que cada año se saca fuera del país a cientos, cuando no miles, de nigerianos —a mayoría mujeres— a menudo atravesando el continente. De los 20.500 nigerianos supervivientes de la explotación que la OIM ha ayudado desde 2017, alrededor del 90% tuvo que ser trasladado a su país desde Libia. Solo en 2019, el Organismo Nacional para la Prohibición de la Trata de Personas (NAPTIP, por sus siglas en inglés) identificó a 20.000 mujeres nigerianas víctimas de la trata de blancas en Malí. La embajada nigeriana en Costa de Marfil repatria a 20 al mes, según declaraba el Encargado de Negocios Mohammed Abdulkadir Maccido al diario Punch de Nigeria el año pasado.

Según la OIM, la mayoría de los supervivientes de la trata en Nigeria son mujeres de unos 21 años. A menudo las atraen con promesas de trabajo en otros países africanos, europeos o asiáticos, que suelen verse como una vía para huir del creciente desempleo en Nigeria. Una vez que las mujeres llegan a su destino, los tratantes se las entregan a las madamas, cabecillas de una red de trata de la que ellas también suelen ser víctimas. Las madamas obligan a las mujeres a prostituirse y a trabajar en casas para devolver las deudas que han contraído y de este modo costearse la comida, el transporte y el alojamiento desde que se marcharon de sus hogares (por lo general, miles de dólares cuya devolución puede obligarlas a varios años de trabajos forzados).

Durante la pandemia, el número de mujeres víctimas de la trata en Nigeria ha seguido creciendo, a pesar de que los Gobiernos locales han restringido legalmente los movimientos. Cuando la preocupación por el coronavirus comenzó a extenderse en marzo, las autoridades de Nigeria y Costa de Marfil emprendieron acciones enseguida, pues temían que un brote devastara sus sistemas sanitarios. A finales de ese mes, ambos países habían cerrado sus fronteras terrestres y aéreas. Pero los organismos policiales y las organizaciones internacionales contra la trata afirman que, pese a las restricciones, las redes de tráfico de personas continúan activas en esa zona de África, ya que los traficantes se sirven de los sobornos para atravesar las fronteras y así moverse libremente.

El Gobierno nigeriano comenzó a levantar las restricciones de los viajes nacionales a principios de este mes, pero aún no se ha confirmado cuándo volverán a abrirse las fronteras externas. Nigeria, uno de los países del continente más azotado por la covid-19, había informado de más de 38.948 positivos y más de 833 muertes hasta el 24 de julio.

Por otra parte, los confinamientos están limitando las medidas de repatriación y dejando atrapadas a las supervivientes de la trata. Según el estudio sobre la situación de las mujeres llevado a cabo conjuntamente por la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE y la ONU, al menos un tercio de las organizaciones que luchan contra este delito en el mundo han tratado de repatriar a las supervivientes durante la crisis. En 2018 y 2019, la OIM trabajó con el Ejecutivo nigeriano para retornar a más de 7.000 supervivientes de la explotación cada uno de esos años, hombres y mujeres que se habían visto sometidos a trabajos forzados y la prostitución. Desde principios de este año, solamente han logrado repatriar a 620 personas. “Es un descenso muy acusado”, se lamenta Franz Celestin, jefe de misión de lo OIM en Nigeria. “Cuanto más esperemos, más se los explotará y más durarán el dolor y sufrimiento”.

Motilola Adekunle, cofundador de Project Ferry, una ONG nigeriana que trabaja con supervivientes de la trata y que ayuda a Jessica y Favor, coincide en que el coronavirus está obstaculizando los esfuerzos para apoyar a las mujeres explotadas. “Esta pandemia ha interrumpido nuestro trabajo porque la gente no puede desplazarse, y eso es un problema”, explica Adekunle. El trabajo que antes se tardaba días en hacer, añade, ahora se prolonga meses, ya que los sistemas que ponen en marcha las organizaciones sin ánimo de lucro y los Gobiernos para repatriar y apoyar a las supervivientes están patas arriba.

“El Gobierno nigeriano ha organizado tantos vuelos que ahora ya no hay espacio”, declara Celestin, de la OIM. “Es muy difícil”. La OIM, dice, busca actualmente financiación para acoger a 180 supervivientes de explotación que esperan a ser repatriadas en Níger. Hasta que el organismo pueda solucionar dónde alojarlas, tendrán que permanecer en Niamey y Agadez, lejos de sus familias y sin saber cuándo podrán regresar a su hogar. Celestin espera poder tenerlas de vuelta en Nigeria a finales de julio.

Desde marzo se han permitido los vuelos de repatriación en los aeropuertos nigerianos de Abuja y Lagos, pero los pasajeros deben someterse a su llegada a una cuarentena de 14 días y han surgido problemas respecto al lugar en que deberían quedarse en los días siguientes a su regreso.

Incluso en circunstancias normales, el proceso de recuperación después de la repatriación puede ser complicado. El personal de las organizaciones sin ánimo de lucro aguarda en los aeropuertos para llevar a las supervivientes de la trata a espacios seguros identificados de antemano, como un hogar para mujeres o un hotel. A continuación, se les ofrece asesoramiento y apoyo psicosocial en sesiones diarias o semanales, mientras que las organizaciones no lucrativas a menudo actúan conjuntamente para garantizar que las mujeres puedan encontrar un empleo cerca y que no vuelvan a ser víctimas.

Pero durante la pandemia, el riesgo de contagio de covid-19 implica que quedarse en albergues de acogida ya no es posible. En un intento por ayudar a las mujeres a reintegrarse, las organizaciones han comenzado a emprender sesiones de asesoramiento y formación en Internet, solo que no todo el mundo tiene acceso a la Red.

“Durante la pandemia hemos intentado ayudar a algunas mujeres a utilizar Internet”, señala R. Evon Benson-Idahosa, fundador de Pathfinders Justice Initiative, una iniciativa local contra la trata que ayuda a las supervivientes a crear sus propias empresas. “Pero muchas de ellas sencillamente no tienen la capacidad para cambiar”.

También fuera del continente africano hay miles de mujeres nigerianas atrapadas tras padecer la trata y la explotación. Se calcula que entre 5.000 y 10.000 nigerianas se ven atrapadas en situaciones de servidumbre doméstica forzada en Oriente Próximo. El Organismo Nacional para la Prohibición de la Trata de Personas de Nigeria ha recibido más de 650 informes de mujeres nigerianas que han sido vítimas del tráfico en Líbano y Omán solo en 2020.

Toluwalase, de 30 años, lleva desde junio intentando regresar a su casa en Nigeria. Cuando, hace casi dos años, esta madre soltera de tres niños se montó en un avión en Abuja, la capital nigeriana, sabía que sería una asistenta doméstica en Omán con un sueldo mensual de 175 euros. Lo que no sabía era que sus empleadores la obligarían a trabajar desde el amanecer hasta la medianoche, sin apenas tiempo para dormir, que le confiscarían su pasaporte, que se retrasarían en el pago de su sueldo y que su jefe la agrediría sexualmente.

“No me dijeron que esto fuera tan terrible”, declaraba Toluwalase a Time a través de WhatsApp. Ella no habría aceptado trabajar en Omán si hubiera sabido de los abusos contra las trabajadoras inmigrantes, afirma.

Una parte del problema es el sistema kefala –que transfiere el control de la inmigración y la situación laboral de los trabajadores inmigrantes a los empleadores– en países como Líbano y Omán. Esto significa que rara vez se puede informar a las autoridades sobre los abusos: legalmente un trabajador inmigrante no puede marcharse del país sin el permiso de su empleador, incluso si sufre abusos. Muchos trabajadores inmigrantes de Nigeria no hablan árabe, lo cual limita asimismo su capacidad parar buscar ayuda.

Antes de la covid-19, las mujeres que padecían abusos de sus empleadores en el extranjero podían contactar con grupos locales defensores de los derechos humanos, los cuales notificaban acto seguido a los responsables nigerianos para que organizaran su viaje de vuelta al país. Pero los confinamientos han interrumpido el trabajo de los activistas y los trabajadores inmigrantes se han visto atrapados.

Julie Okah-Donli, directora de NAPTIP, señala que el organismo está trabajando con las embajadas nigerianas del Golfo y Oriente Próximo para evacuar a los trabajadores migrantes explotados y a las supervivientes de la trata sexual. Pero debido a las restricciones de movimientos, la organización ya no puede alcanzar a mujeres atrapadas en Europa y Asia. Sin intervención, la violencia y los abusos prosiguen sin ningún control. “Puedo imaginarme el número de personas que han muerto sin que se haya informado de ello durante esta pandemia”, señala Okah-Donli.

No existe un calendario para traer a Nigeria a las personas víctimas de trata, confirma un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores nigeriano. Hay indicios de que se están haciendo progresos, si bien únicamente en algunas regiones. En mayo, la OIM y el Ejecutivo del país pudieron repatriar a 99 nigerianos que estaban siendo explotados en Líbano, 49 de los cuales eran supervivientes de la explotación laboral y la trata sexual. Traer a tantos nigerianos de ese país de una sola vez no tiene precedentes; normalmente, la OIM recibe noticia de dos o tres casos en Líbano al mes.

“Estamos viendo una estrategia mucho más organizada por parte del Gobierno a la hora de lidiar con esto”, afirma Celestin. “Lo habitual es que, con las víctimas de la trata, todo pase desapercibido. Puede que lo de ahora obedezca a que este asunto está en el punto de mira, pero lo cierto es que estamos viendo un esfuerzo concertado”. Las repatriaciones desde Líbano fueron posibles gracias a que el Ejecutivo de este país apoyó a Nigeria logística y económicamente, señala Geoffrey Onyeama, ministro de Asuntos Exteriores de Nigeria.

Todavía están por ver medidas análogas en otros lugares. Para Jessica y sus amigas en Costa de Marfil, cuanto más tarde la repatriación, más tiempo estarán en peligro de caer víctimas de las redes de trata y de la violencia otra vez. Aunque permanecen en una casa segura, siguen bajo la amenaza de que los traficantes las localicen y las obliguen a prostituirse de nuevo. Afirman que lo único que pueden hacer es esperar que el Gobierno nigeriano intervenga pronto.

Las que están lejos, en el Golfo, comparten el mismo deseo. Aunque Toluwalase declara que los responsables gubernamentales no han respondido a sus peticiones de ayuda, sigue siendo optimista respecto a salir de Omán. El riesgo de contraer la covid-19 no ocupa un lugar destacado en su lista de preocupaciones; su empleador la sigue acosando sexualmente, y dos años seguidos de abusos ya le han causado daños físicos: pies hinchados, dolores de espalda, insomnio. Su prioridad es volver a su país. “Cuando el vuelo de evacuación esté listo para nosotras, cuando nuestro Gobierno nos lleve a casa, me animaré”, asegura.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/23/planeta_futuro/1595505425_027738.html

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De la agricultura al empoderamiento femenino

Reseñas/30 Julio 2020/Autor: M Niaz Asadullah/elpais.com

Las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo no remunerado, y están infrarrepresentadas en la fuerza laboral. Sin embargo, existe un sector del que las mujeres se están adueñando: el agrícola

El registro histórico de Asia meridional con respecto a la igualdad de género es débil, por decir lo menos. La región tiene la tasa más alta del mundo de matrimonio infantil, y la violencia doméstica contra las mujeres es generalizada. Las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo no remunerado, y están infrarrepresentadas en la fuerza laboral, incluso esto ocurre en países como Sri Lanka, que ha hecho grandes inversiones en la escolarización de las niñas. Sin embargo, existe un sector del que las mujeres se están adueñando: el agrícola. Esta es una oportunidad para el empoderamiento económico de las mujeres que no se debe desaprovechar.

A medida que se desarrollan las economías del Asia meridional, los hombres van cada vez con más frecuencia tras conseguir empleo en la industria manufacturera (o conseguir empleo en el extranjero), dejando a las mujeres como responsables de una proporción cada vez mayor de la mano de obra agrícola. En Bangladés, Bután, India, Nepal y Pakistán, la proporción de mujeres económicamente activas que trabajan en la agricultura oscila en la actualidad entre el 60% y el 98%. En cada uno de los sectores agrícolas de estos países, las mujeres superan en número a los hombres.

Se produjo un cambio parecido en algunos países de ingresos altos durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando los hombres partieron al campo de batalla, las mujeres ocuparon los puestos de trabajo civiles que quedaron vacantes, incluyendo aquellos en la agricultura. En Estados Unidos, por ejemplo, la proporción de trabajadoras agrícolas dio un salto desde el 8% en 1940 al 22,4% en 1945.

Cuando terminó la guerra, las mujeres no iban a volver simplemente al status quo anterior a la guerra. En algunos sectores, especialmente en los puestos de mayor cualificación, el shock laboral de la Segunda Guerra Mundial al parecer alteró directa y permanentemente el empleo remunerado de las mujeres. En términos más generales, sin embargo, las mujeres saborearon la libertad económica y personal que proporciona el empleo, adquirieron habilidades comercializables y demostraron el valor de sus capacidades. La experiencia de las mujeres en tiempos de guerra, consiguientemente, proporcionó un poderoso impulso al movimiento a favor de la igualdad de género.

¿Tendrá un efecto similar la feminización de la agricultura en las economías en transición de Asia? No se puede garantizar que así será. La evidencia muestra que una mayor presencia femenina en la agricultura no contribuye necesariamente al empoderamiento socioeconómico de las mujeres.

De hecho, incluso cuando las mujeres asumen más deberes agrícolas, su poder de decisión sigue siendo limitado. En Bangladés, la revolución de las micro-finanzas y los programas de capacitación dirigidos por las ONG han permitido que miles de mujeres de las zonas rurales se conviertan en trabajadoras de primera línea e incluso que inicien sus propias pequeñas empresas desde la década de 1990. El país es ahora líder en Asia meridional con respecto a la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres. Sin embargo, en la agricultura, las mujeres tienen aproximadamente la mitad del poder que los hombres, medido según variables como la propiedad de los activos y el control sobre los ingresos.

Además, investigaciones realizadas en la India han revelado que la creciente participación de la mujer en la agricultura está fuertemente vinculada a varios indicadores de pobreza. Esto refleja, al menos en parte, el hecho de que el ingreso de las mujeres a la fuerza laboral remunerada no va acompañado de ninguna reducción de su ya pesada carga de trabajo no remunerado. Y, una creciente proporción de mujeres empleadas en el sector agrícola no recibe, en absoluto, remuneración por su trabajo.

Agregue a ese escenario la naturaleza impredecible de la producción agrícola y, como señalaron los investigadores en India: “La feminización de la agricultura puede describirse mejor como la feminización de la angustia agraria”. En el Estado indio de Maharashtra, las crecientes deudas han llevado durante los últimos cuatro años a que se duplique el número de suicidios entre mujeres agricultoras.

Por el contrario, mis colegas y yo hallamos que, entre las mujeres de las zonas rurales de Bangladés, el empoderamiento —que se muestra, por ejemplo, en la capacidad de influir en las decisiones de compra y de unirse a asociaciones voluntarias— contribuyó sustancialmente a su sentimiento de satisfacción con la vida, independientemente de la situación económica. Como Amartya Sen en una ocasión escribió: “Las vidas que las mujeres salvan mediante un albedrío más empoderado, sin duda, incluirán las suyas propias”.

Entonces, ¿cómo pueden los gobiernos de Asia meridional traducir la creciente participación femenina en la agricultura en un verdadero empoderamiento?

Uno de los enfoques se centra en los ingresos obtenidos fuera del hogar. Los datos de las zonas rurales de Bangladés indican que no es el empleo remunerado per se el que aumenta la autonomía de las mujeres agricultoras, sino más bien el empleo afuera de las granjas agrícolas de sus maridos.

Sin embargo, el hecho es que la mayoría de las mujeres que trabajan en la agricultura en el Asia meridional lo hacen en granjas familiares, donde no pueden obtener un ingreso independiente (o, en muchos casos, ningún ingreso en absoluto). Una forma de abordar esto podría ser promover las exportaciones de productos agrícolas de alto valor agregado, como por ejemplo mariscos. La formalización del proceso de producción podría fomentar la monetización de la mano de obra femenina y mejorar las condiciones de trabajo, como lo hizo en muchas economías emergentes de Asia la fabricación orientada a la exportación de prendas de vestir, textiles y calzados.

La tecnología también puede ayudar inclusive permitiendo que las mujeres eludan barreras arraigadas en normas sociales. Por ejemplo, a pesar de que las mujeres bangladesíes son quienes hacen más en las granjas, ellas están tradicionalmente excluidas de la acuicultura. Sin embargo, las redes de enmalle de bajo costo del proyecto Aquaculture for Income and Nutrition que es financiado por USAID han hecho posible que las mujeres bangladesíes pesquen de manera rápida y fácil en pequeños estanques locales, de forma que ellas no tengan que competir con los hombres por obtener acceso a fuentes de pesca más grandes.

Del mismo modo, la tecnología digital puede mejorar la capacidad de las mujeres para vender sus productos. En muchos lugares, las mujeres están excluidas de los mercados, y un miembro masculino de la familia debe estar presente para la venta de las cosechas; esto no ocurriría en el caso de ventas en línea. Los gobiernos deberían apoyar el desarrollo y la difusión de tales tecnologías, que también podrían permitir a las mujeres ejercer más poder adquisitivo, como por ejemplo, sobre los insumos agrícolas.

Otro elemento de crucial importancia dentro una estrategia eficaz para empoderar a las mujeres en el sector agrícola del Asia meridional es la reducción de la mano de obra no remunerada de la que son responsables. Ir tras la consecución de este objetivo es complicado, habida cuenta que en las sociedades patriarcales las intervenciones que empoderan a las mujeres a expensas de los miembros masculinos de la familia con seguridad provocarían una resistencia formidable. Sin embargo, esquemas de mejora de la productividad, como por ejemplo Biotech-KISAN, pueden ayudar a allanar el camino para una distribución más equitativa de las tareas domésticas.

La antropóloga Penny van Esterik en una ocasión escribió: “Las mujeres son vulnerables y poderosas —victimizadas y empoderadas— a través de la comida”. Con las políticas correctas y el uso eficaz de la tecnología, podemos inclinar la balanza en la dirección correcta.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/21/planeta_futuro/1595344689_534727.html

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CLADE: Relatora de la ONU expresa que ninguna medida temporal responderá al fracaso en la construcción de sistemas educativos fuertes

Por: CLADE.

En su informe, Koumbou Boly Barry destaca preocupaciones, desafíos y oportunidades sobre el derecho a la educación durante la crisis de COVID-19

“El fracaso anterior en la construcción de sistemas educativos fuertes y resistentes y en la lucha contra las desigualdades arraigadas ha abierto la puerta a un impacto dramático en los y las más vulnerables y marginados/as, a lo que ninguna medida temporal adoptada a toda prisa podría haber respondido completamente”, afirma la relatora especial sobre el Derecho a la Educación de la ONU, Koumbou Boly Barry, en su informe “Right to education: impact of the COVID-19 crisis on the right to education; concerns, challenges and opportunities” (Impacto de la crisis de COVID-19 en el derecho a la educación; preocupaciones, desafíos y oportunidades).

En este informe, la relatora especial analiza los temas que considera más urgentes desde una perspectiva de derechos humanos. “Actuar dentro de un marco de derechos humanos es crucial para garantizar que las medidas adoptadas en respuesta a la pandemia no pongan en peligro el derecho a la educación y no aumenten el sufrimiento de los y las más marginados/as”, afirma.

Boly Barry también presenta en su informe una serie de recomendaciones para mitigar los impactos de la pandemia en la educación. En particular, se debe realizar una evaluación exhaustiva para determinar, en cada contexto local, la dinámica que condujo a una mayor discriminación en el disfrute del derecho a la educación durante la crisis. Se debe incluir un análisis de las crecientes desigualdades debido a las medidas adoptadas para enfrentar la pandemia; una investigación sobre la sostenibilidad de los modelos económicos y financieros detrás de los sistemas educativos, incluida la consecuencia del escaso financiamiento de las instituciones educativas públicas; un análisis del papel de los actores privados en la educación; una evaluación de la adecuación de la protección social brindada a los y las trabajadores/as de la educación, incluso en el sector privado; y una revisión de la falta de cooperación entre las administraciones de los Estados, las instituciones educativas, los y las docentes, los y las estudiantes, los padres, las madres y las comunidades.

Además, la relatora subraya que el despliegue de la enseñanza a distancia en línea (junto con la radio y la televisión) solo debe considerarse una solución temporal destinada a abordar una crisis. “La digitalización de la educación nunca debería reemplazar la escolarización en el lugar de trabajo con los y las docentes, y la llegada masiva de actores privados a través de la tecnología digital debería considerarse como un peligro importante para los sistemas educativos y el derecho a la educación para todos y todas a largo plazo”, afirma. Para Boly Barry, es necesario que se realice un debate exhaustivo sobre el lugar que se debe dar al aprendizaje en el futuro, teniendo en cuenta no solo las posibles oportunidades sino también el efecto nocivo que las pantallas tienen sobre los niños, las niñas y los jóvenes, incluido su derecho a la salud y la educación.

Mira la grabación de la presentación de Boly Barry en la sesión de la ONU sobre el informe, con subtítulos en portugués:

Fuente de la reseña: https://redclade.org/noticias/relatora-de-la-onu-ninguna-medida-temporal-respondera-al-fracaso-en-la-construccion-de-sistemas-educativos-fuertes/

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Informe: ¿Cómo garantizar la EPJA en tiempos de pandemia?

Por:

Documento publicado por el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe y el Grupo de Incidencia en Políticas Educativas analiza el escenario actual del derecho a la educación de personas jóvenes y adultas, además de presentar una muestra de la realidad de la EPJA en siete países de la región.

¿Qué se está haciendo para garantizar la Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) en América Latina y el Caribe? ¿Qué pueden hacer las y los educadores? Buscando contestar esa y otras interrogantes sobre el derecho a la educación a lo largo de la vida en la región, especialmente en el contexto de pandemia por el Covid-19, el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL) y el Grupo de Incidencia en Políticas Educativas (GIPE), que forma parte del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL), lanzaron la publicación “La Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) en América Latina y el Caribe durante la pandemia por la Covid-19″.

«Las medidas de aislamiento evidencian las asimetrías existentes y las profundizan, y suponen un retroceso educativo que tiende a profundizar las desigualdades, principalmente por las condiciones económicas y sociales de la gran mayoría de la población»

Con cinco capítulos divididos en 15 páginas, la publicación analiza el escenario actual del derecho a la educación de personas jóvenes y adultas en la región, además de subrayar algunos desafíos para garantizarlo, como la importancia de desarrollar políticas de democratización de la conectividad, especialmente para zonas urbanas marginales, rurales, amazónicas; y para personas afrodescendientes. Asimismo, subraya la necesidad de fortalecer el trabajo territorial ligado a la educación comunitaria que responda a las necesidades y demandas de las organizaciones y personas para construir una sociedad educadora, compartiendo saberes, el autocuidado, estrechando lazos de solidaridad y fortaleciendo los valores ciudadanos.

“En el mundo entero y en América Latina y el Caribe, estamos viviendo las consecuencias de una crisis que se inicia como sanitaria, ocasionada por el Covid-19, y que hoy tiene graves consecuencias en lo económico, educacional, ambiental, en el cuidado de la vida y de la naturaleza. (…) Las medidas de aislamiento evidencian las asimetrías existentes y las profundizan, y suponen un retroceso educativo que tiende a profundizar las desigualdades, principalmente por las condiciones económicas y sociales de la gran mayoría de la población”, afirma la publicación.

Según el documento, la educación de personas jóvenes, adultas y adultas mayores está caracterizada no solo por la edad de aquellos que están por fuera del sistema educativo, sino también por su condición social. “En otras palabras, son aquellos y aquellas que el sistema ya ha excluido. Son aquellos y aquellas a los y las que hoy el sistema vuelve a golpear en esta situación de aislamiento. Esta población se encuentra en situación de vulnerabilidad en todos sus sentidos”.

La publicación también presenta una muestra de lo que siete países de la región están haciendo, a partir de informes de países recopilados por miembros del GIPE-CEAAL. A continuación se presenta un resumen de cada uno de ellos.

Argentina 

En lo que hace a política educativa, poco se habla de la situación de jóvenes y adultos en esta emergencia educativa. Las propuestas oficiales por parte del Estado no contemplan la particularidad del trabajo con este sector de la población. En cambio, apuntan a cierta democratización del acceso a la educación, a través de la elaboración de cuadernillos para educación primaria y secundaria (con el fin de que lleguen a los territorios más remotos de la geografía local) y a la generación de contenidos audiovisuales o radiales, que se presentan como sustitutos de los y las docentes: las clases continúan; el Ministerio de Educación educa a través de estos dispositivos.


Brasil 

La gran mayoría de los departamentos de educación, estatales y municipales, suspendió las actividades en el aula a fines de marzo. Recién el 28 de abril el Consejo Nacional de Educación (CNE) aprobó por unanimidad las directrices para guiar a las escuelas de educación básica y las instituciones de educación superior durante la pandemia de coronavirus. Durante este intervalo de un mes, los estados y municipios trataron de crear sus propias estrategias para la enseñanza y la asistencia alimentaria. En términos de estrategias pedagógicas, es posible identificar tres: las que usan Google Classroom, las aplicaciones desarrolladas específicamente para esta misión, las clases de video u otras plataformas de la propia secretaría, las que usan canales de TV abiertos para transmitir clases, y la preparación de material impreso y folletos que los estudiantes pueden recibir en casa o recoger en la escuela.


Chile 

En todo el sistema educacional chileno se ha enfrentado la emergencia sanitaria y su impacto en la vida escolar a través de la educación a distancia, con todas las limitaciones que ello tiene en materia de capacitación de los y las docentes. Además, la educación en línea es un recurso de emergencia en la actualidad pero no puede ser sólo una réplica de la educación presencial, como tampoco simular en las casas las actividades y los procedimientos de estudio y evaluación que son propios de la vida escolar regular. Directivos, docentes y equipos psicosociales de los establecimientos de la EPJA han debido asumir el desafío de enfrentar el cierre escolar con acciones de educación a distancia a través del uso de plataformas de tecnologías de comunicación remota (como Zoom y Whatsapp), preparación de guías de aprendizaje, entrega domiciliaria de estas guías donde no se tiene conexión a internet o no existen condiciones para la concentración y el estudio, al mismo tiempo que se procuraban ayudas alimentarias y apoyo psicosocial a los y las estudiantes que lo necesitaban.


El Salvador 

Se mantienen programas de alfabetización, educación básica y alfabetización para jóvenes y adultos, particularmente programas de modalidades flexibles como segunda oportunidad para quienes abandonaron el sistema y no lograron una educación oportuna. Estas modalidades han sufrido recortes presupuestarios y de cobertura en los últimos años. Se pasó de una inversión de $ 9,5 millones en 2019 a $ 8,1 millones en 2020 (este monto incluye los recursos asignados a través de instituciones implementadoras y los administrados desde las direcciones departamentales de Educación).


Guatemala

Guatemala mantiene enormes rezagos educativos a todo nivel. La cobertura del subsistema escolarizado es baja (80% en el nivel primario) y en algunos casos extremadamente baja (cercana al 50% en el primer ciclo de la secundaria y cerca del 25% en el segundo ciclo), mantiene una tasa de alfabetización absoluta del 20% según datos oficiales (2018) y tradicionalmente la EPJA ha sido mínima frente a la educación escolarizada. El sistema educativo en su conjunto se ha orientado hacia los procesos virtuales, lo que solo permite un alcance parcial, dada la baja cobertura de internet. Hasta ahora las principales acciones son: entrega de alimentos (alimentación escolar) a las familias de los estudiantes del nivel primario y, desde mayo, distribución de guías educativas impresas para todos los grados del nivel primario (para dos semanas, con baja calidad).


Nicaragua 

No ha interrumpido oficialmente las actividades educativas. Según el Ministerio de Educación se ha instado a los centros educativos a tomar medidas como el lavado de manos al menos dos veces al día y mantener distanciamiento de no menos de un metro con los estudiantes. No hay información específica sobre la Educación de Jóvenes y Adultos, y se continúan desarrollando como en tiempos normales las diversas modalidades de educación presencial y a distancia.


Perú 

El Ministerio de Educación (MINEDU) ha implementado una estrategia de enseñanza a distancia denominada “Aprendo en casa” que, según datos oficiales, está llegando a más de seis millones de estudiantes de colegios públicos de la Educación Básica Regular, Básica Alternativa y Especial, a través de diversos medios como internet, radio y televisión. Según un informe del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, en el Perú solo el 46% de peruanos tiene acceso a Internet; la penetración de Internet es casi inexistente en las zonas rurales (1%), mientras que en las zonas urbanas es del 30,2%.


República Dominicana

A partir de la declaratoria del Estado de Emergencia Nacional, el 19 de marzo de 2020, y la suspensión de la docencia presencial, el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD) marcó la necesidad de diseñar e implementar estrategias y actividades para dar continuidad al aprendizaje desde casa, utilizando diversos recursos y herramientas virtuales disponibles para esos fines, y otras como medio de comunicación e información. La respuesta educativa ha integrado la televisión, la radio, las plataformas diversas, las herramientas y los recursos virtuales múltiples. En general, ha dado respuestas a casi tres millones de estudiantes a nivel nacional. En EPJA, se ha atendido alrededor de 300 mil estudiantes, sin contabilizar los de alfabetización, en mil centros y con alrededor de diez mil docentes.


>> “La Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA) en América Latina y el Caribe durante la pandemia por la Covid 19″

Link del informe: https://redclade.org/noticias/como-garantizar-la-epja-en-tiempos-de-pandemia/

Fuente de la reseña: https://redclade.org/noticias/como-garantizar-la-epja-en-tiempos-de-pandemia/

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