Page 14 of 22
1 12 13 14 15 16 22

Doomscrolling: Una amenaza para la salud mental

Por: Sofía García-Bullé

Nuestro cerebro está programado para dar prioridad a las malas noticias. 

Aunque progresivamente diversos países han iniciado la “desescalada”, esta cuarentena por COVID-19 nos ha dejado varios estragos, entre ellos, el uso tal vez excesivo de contenido online al convertirse en la fuente principal de nuestra información, entretenimiento e interacción. En artículos anteriores hemos hablado de cómo la enorme cantidad de contenidos en redes y sitios en Internet son un factor clave para desarrollar adicción a la información.

Esta necesidad de consumir una gran cantidad de contenidos durante la mayor parte del día, toma un giro oscuro cuando la mayoría de la información que circula son malas noticias. Desde la cobertura de la pandemia, hasta la de problemas sociales cuyo punto de ebullición ha llegado, es prácticamente imposible que una gran mayoría de los contenidos que recibimos mientras recorremos nuestra feed sean negativos, estresantes o deprimentes.

Sin embargo, debido a nuestros patrones de consumo de contenidos ya establecidos desde antes de la pandemia y la suma de estos eventos, continuamos desplazándonos a través de este cluster de noticias. A esto se le llama doomscrolling” o “doomsurfing”, y podría estar afectando nuestra salud mental más de lo que nos percatamos.

¿Qué es el doomscrolling y por qué puede ser dañino?

En una época de incertidumbre como la que vivimos actualmente, la información es uno de nuestros mecanismos más básicos de defensa. Estar informados nos hace sentir seguros, nos da las herramientas para saber cómo navegar una crisis. Pero el exceso de información sobre una situación negativa puede tener efectos psicológicos adversos, sostiene Graham Davey profesor emérito de Psicología en la Universidad de Sussex.

Davey explica que la forma en la que la información es presentada y cómo la acceden los usuarios ha cambiado significativamente en los últimos 15 a 20 años. Estos cambios tienen un efecto de detrimento en la salud mental de las personas.

“Nuestros estudios también muestran que este cambio en el humor general  exacerba las preocupaciones personales de los lectores, aún si esas preocupaciones no están directamente relacionadas con las noticias que reciben”.

De acuerdo con el profesor, las noticias actualmente se vuelven cada vez más visuales e impresionantes, además de estar mucho más a la mano gracias a la existencia de los teléfonos celulares y las tabletas. Estar expuestos constantemente a este tipo de noticias puede ser una experiencia intensa y causar síntomas como estrés, problemas para dormir, humor voluble, comportamiento agresivo, depresión o hasta estrés post-traumático.

“Nuestros estudios también muestran que este cambio en el humor general exacerba las preocupaciones personales de los lectores, aún si esas preocupaciones no están directamente relacionadas con las noticias que reciben”, afirma Davy. El profesor explica por qué es tan difícil dejar de navegar este océano de noticias negativas. Además de ser entretenido, el cerebro humano está diseñado para poner atención a noticias que nos asustan o nos agitan, a este principio se le llama sesgo negativo.

Loretta Breuning, ex profesora de administración en la Universidad Estatal de California y autora del libro “Hábitos de un cerebro feliz”, explica la tendencia cognitiva hacia el consumo de contenidos negativos. “En la naturaleza, nuestra supervivencia depende de encontrar recompensas y evitar el daño, pero evitar el daño tiene prioridad”.

Breuning, argumenta que el cerebro humano es naturalmente atraído a la información problemática porque está programado para detectar amenazas, no obviarlas. Lo anterior vuelve complicado ignorar las noticias negativas y ponerlas en pausa para buscar contenido positivo, nuestros cerebros están predispuestos, y la manera en que consumimos noticias lo refleja.

¿Cómo dejar de hacer doomscrolling?

No existe una única solución para detener por completo el problema del doomscrolling. Pero sí un conjunto de hábitos que podemos comenzar a aplicar para disminuir tanto el tiempo que pasamos consumiendo malas noticias como sus efectos.

Hábitos para disminuir el doomscrolling

Iniciar y mantener conversación en redes en vez de solo consumir contenido puede ser de ayuda para reducir el estrés producido por las noticias negativas. Un estudio que data del 2016, mostró que los usuarios que pasan más tiempo solamente leyendo y consumiendo contenido en forma pasiva sin iniciar conversación, son más propensos a desarrollar estrés que las personas que son más proactivas al momento de consumir contenido.

Conversar y exteriorizar tanto preocupaciones como temas positivos en línea puede generar un sentimiento de acompañamiento, el cual puede ser un apoyo auxiliar para generar menos tensión al momento de navegar contenidos.

Otra medida puede ser diversificar las aplicaciones y curar la calidad del contenido que se consume, tener aplicaciones que no se relacionen con contenido informativo, ser conscientes acerca de las horas que pasamos en línea y las actividades que realizamos, de forma que podamos poner límites al tiempo que pasamos en aplicaciones con contenido informativo.

La prioridad de mantenernos informados es innegable, pero para mantener nuestra capacidad de pensamiento crítico y la estabilidad mental para superar un estado de crisis prolongado es necesario otorgarle al cuidado de la salud mental un lugar más alto en la escala de prioridades. Mantener hábitos de consumos de noticias más saludables, es sin duda, un buen primer paso.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/doomscrolling
Comparte este contenido:

Viralidad: Palabras que infectan la percepción de los hechos

Por: Sofía García Bullé

Las palabras que usamos tienen un rol importante en cómo construimos nuestra realidad e interactuamos con ella.

 

Las palabras y el lenguaje, hacen mucho más que sólo nombrar las cosas, dictan la forma en que nos relacionamos con ellas. El cómo elegimos hablar de algo, con qué palabras comunicamos lo que es un objeto o concepto, o la descripción de un evento implica un camino de dos vías. Así como a través del lenguaje definimos nuestra realidad, la forma en que usamos el lenguaje para este propósito define también como percibimos esta realidad.

Lo anterior se vuelve más obvio al ver la manera en que comunicamos y recibimos información durante la presente crisis de salud. Es sin duda revelador que una sola palabra, “viralidad”, presente ambas caras de la moneda, tanto para nombrar esta crisis, como en la forma en que forjamos nuestra realidad alrededor de ella.

La evolución de las palabras “virus” “viral” y “viralidad”

La palabra viralidad, en su primera acepción viene de virus, la palabra en latín para referirse un veneno líquido. La etimología de la palabra nos dice también sobre su semántica, el espectro completo de conceptos que pretende abarcar. Un veneno líquido fluye, se esparce con facilidad, su efecto es agresivo y difícil de detener, en algunos casos fulminante.

Son estas propiedades semánticas las que hicieron perfecta a la palabra virus para describir las patologías que se replican dentro del cuerpo y se esparcen a través del mismo. Desde tiempos antiguos hasta ahora, la definición primaria de virus, es la que nos habla de una condición patológica que se replica dentro del cuerpo de una persona y que podría tener la capacidad de saltar y seguirse replicando en otra.

Hasta aquí hablamos del significado literal y más sólido de la palabra, pero el concepto se complica cuando entra el sentido figurativo, la alegoría y la licencia política. El término virus saltó al mundo de la informática cuando Fred Cohen creó un software que se autoreplicaba y extendía a través de un sistema adhiriéndose a los programas dentro de este como forma de atacar los sistemas de seguridad de computadoras multi usuarios.

Esa fue la primera instancia de democratización de la palabra, cuando dejó de ser exclusiva del ethos médico y científico, y comenzó a colarse en el lenguaje que usamos todos los días.

La acepción que conocemos ahora es producto de la apropiación por parte de una semántica cimentada en la mercadotecnia y el manejo de la información. Richard Dawkins, renombrado biólogo evolucionista, se refiere a los memes (las primeras instancias de contenido viral), como el equivalente del DNA, y habla de su capacidad de replicarse como virus a través de la selección natural ejercida por la cultura que consume el meme. Este modelo de dispersión de la información es crucial para entender la forma en que recibimos los datos que forjan nuestra realidad. Especialmente en crisis de salud.

La información que describe nuestro entorno, no siempre es la más veraz, exacta o cierta, es la que ha sobrevivido la selección de curación de contenidos, algoritmo y replicación a través de la audiencia que comparte determinada pieza de información.

Virus de la desinformación

Los momentos, videos, publicaciones y contenidos virales, así como sus reacciones, ya sea de apoyo o indignación, han sido parte de la cultura desde mucho antes de que existiera el Internet pero el lenguaje que nos ha traído el constante uso de las redes, nos ha hecho incorporar la palabra a nuestro vocabulario diario para describir los contenidos que más impacto tienen, los que más compartimos y forman una imagen colectiva de los hechos alrededor de nosotros.

“Necesitamos pensar diferente sobre nuestro ecosistema de información. Las metáforas que usamos ayudan a formar lo que pensamos acerca de nuestra responsabilidad”.

Los mecanismos que empujan la información hacia nuestras historias, redes y buzones ya no se rigen por popularidad ni veracidad, sino por algoritmos e interés. Estos algoritmos incentivan el contenido con el que los usuarios ya han interactuado previamente. No proporcionan contenido nuevo diferente, solo el mismo que han estado consumiendo.

Esto es potencialmente peligroso cuando la información que se replica atañe a eventos reales, ya que crea cámaras de eco y refuerza el sesgo de confirmación de los usuarios. Al final, nadie es informado de lo que sucede, solo recibimos contenido que confirma lo que ya pensábamos previamente.

Esta información, que puede ser sesgada, incompleta o falsa, se replica dentro de los grupos en los que el algoritmo ya descifró un patrón de contenido de acuerdo al consumo de los usuarios. Así es como se surge y se expande un virus de desinformación.

Whitney Phillips, profesor asistente de comunicación y estudios de retórica en la Universidad de Syracuse, se ha especializado en investigar cómo la información y las ideas extremas son amplificadas para alcanzar públicos cada vez mayores, a través de la cobertura de medios y la publicación de contenidos en redes sociales.

Phillips explica que uno de los mayores peligros del virus de la desinformación es la tendencia que tendemos a pensar a que nosotros no estamos contagiados. Pero cada persona que escribe un contenido basado en información sesgada que ha recibido solo por los algoritmos o cámaras de eco se convierte en un portador del virus, y lo transmite a otro en el momento en que replica el contenido recibido.

Estos usuarios pueden ser asintomáticos en el sentido de que el contenido que comparten no tiene una consecuencia real para ellos, pero eventualmente la información sesgada o falsa tendrá efecto sobre alguien más.

Si se trata de información sobre el COVID-19, por ejemplo, puede pasar que si una persona publica que las reuniones familiares no representan riesgo alguno de contagio, es muy posible que un grupo de personas que hayan recibido la información y hayan decidido tener una reunión familiar, sí sufran de contagio. De la misma forma que una persona puede tener un cuadro asintomático de COVID-19 y otra puede caer gravemente enferma por el mismo virus.

“Necesitamos pensar diferente sobre nuestro ecosistema de información. Las metáforas que usamos ayudan a formar lo que pensamos acerca de nuestra responsabilidad”. Phillips da en el clavo acerca de porqué el uso continuo del término “viralidad” para referirse al manejo de la información presenta un alto riesgo para los mecanismos de desinformación que tenemos hoy en día. Un virus, como mencionamos al principio, es una patología, al usar la palabra lo que describimos es un conjunto de células que se replican sin conciencia ni intención, invadiendo un organismo.

Compartir y manejar información no es una patología, es una decisión por parte de quienes producen la información y la dirigen a las cámaras de eco, así como de quienes la replican. La diferencia entre las células y las personas, es que las personas tienen conciencia, capacidad de aprendizaje y capacidad de pensamiento crítico. El éxito de este “virus de la desinformación”, radica en lo mucho que parecemos olvidar esto.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/viralidad-desinformacion

Comparte este contenido:

Opinión: Tres problemas que se acentuarían con un “pin parental”

Por: Sofía García-Bullé

El costo social de restringir el acceso a la educación sexual sería enorme, principalmente para los niños, niñas, víctimas de abuso sexual y la comunidad LGBTQ.

La iniciativa conocida como “pin parental” y presentada en el Congreso del Estado de Nuevo León, México, por el diputado del Partido Encuentro Social, Juan Carlos Leal, se perfila como un propuesta controversial, con el potencial de restringir el derecho a la educación sexual dando poder de veto a las familias.

La iniciativa propone otorgar a las familias control total sobre cómo y cuándo los hijos comenzarían a recibir información de la materia; decidiendo padres y madres de familia, a título personal, lo que consideran temas éticamente y moralmente controvertidos.

En un artículo anterior hemos explicado cómo dicha propuesta puede alterar el delicado balance entre la educación escolar, que representa un derecho básico, y la formación en casa, una primera necesidad para la infancia neolonesa.

Sin embargo, más allá de este balance, si se llegara a aprobar  la iniciativa del pin parental, el impacto que esta tendría sobre minorías sociales como menores de edad, víctimas de abuso sexual, mujeres, niñas y la comunidad LGBTQ, sería enorme.

Tres problemas que se verían agravados con la aprobación del “pin parental” 

1. Detección oportuna del abuso sexual infantil

La educación sexual básica es una herramienta crítica para prevenir y detectar el abuso sexual infantil, como lo sostiene Vicenta Hernández Haddad, psicóloga especialista en educación sexual con 30 años de experiencia. Hernández explica que muchas de las problemáticas que tenemos en México, primer lugar de abuso sexual infantil de acuerdo con la OCDE, tiene que ver con la falta de salud sexual, la cual se deslinda en primera instancia de la escasez de programas de  educación sexual clara y oportuna.

“Muchas veces cuando un menor viene al consultorio por una experiencia de abuso, nos encontramos con que ese niño no sabía los límites que debe haber entre un adulto y un niño”, comenta Hernández Haddad para el periódico La Razón. Hernández reiteró la necesidad de ofrecer recursos educativos sobre el tema inclusive en niveles básicos y no demorar la difícil, pero necesaria, conversación sobre la sexualidad hasta la pubertad o adolescencia.

Parte del problema es que muchos padres y madres de familia deciden hablar de sexualidad con los hijos solo hasta que sus cuerpos se han desarrollado lo suficiente como para ser sexualmente activos. No es común que a los adultos se les ocurra introducir el tema antes, dado que esto los obliga a pensar en la posibilidad de que sus hijos pudieran ser víctimas de abuso a temprana edad. Ninguna madre o padre se sentirían cómodos considerando esta terrible probabilidad.

Pero en un país en el que el 30 % de los agresores de menores son familiares directos y un 13 % adicional son parientes indirectos, la necesidad de una “alfabetización” en materia de educación sexual es imprescindible.  La educación sexual es la primera línea de defensa para combatir estas realidades.  Un estudio del Ministerio Público Tutelar de Buenos Aires, Argentina, reveló que entre el 70 % y 80 % de niños y niñas entre 12 y 14 años solo pudieron comprender que habían sido víctimas de abuso sexual hasta después de recibir clases de Educación Sexual Integral en la escuela.

La Asesora General Tutelar de Buenos Aires, Yael Bendel, enfatizó que fueron los recursos educativos obtenidos en las clases de educación sexual lo que les ayudó a comprender que fueron víctimas, así como abrirles un espacio de confianza en la escuela que les permitió contar lo sucedido.

2. Concientización sobre la salud reproductiva de la mujer y el número de embarazos infantiles y juveniles

Una de las minorías sociales más vulnerables ante la falta de educación sexual son las mujeres. La educación sexual no sólo las protege de la posibilidad de violencia y abuso sexual, sino también de embarazos infantiles, juveniles o no deseados.

El estudio realizado por el Ministerio Público Tutelar de Argentina, también mostró que el 70 % de los menores víctimas de abuso entre 12 y 14 años que acudieron a denunciar eran niñas. En México ocurren 366,000 nacimientos en mujeres menores de 19 años anualmente. El embarazo precoz se califica como de alto riesgo. Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las mujeres jóvenes de 15 a 19 años a nivel mundial, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS también reveló que en los países de ingresos bajos y medianos, los bebés de madres menores de 20 años se enfrentan a un riesgo un 50 % superior de mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida, en comparación con los bebés de mujeres mayores de edad, entre los  20 y 29 años.

La educación sexual es clave para reducir estas cifras. Como lo sostiene Margarita Fuster, especialista en ginecología infantojuvenil y directora del Departamento de Ginecología Infantojuvenil de la Maternidad Nacional en Argentina.

“La educación sexual empieza por casa. Los padres deben hablar de sexualidad con sus hijos y deben admitir que el sexo existe en la adolescencia desde edades tempranas. Y también tienen que saber que mientras más informados estén los chicos, más tarde iniciarán las relaciones sexuales y más se cuidarán tanto de un embarazo no deseado como de adquirir una infección de transmisión sexual”, explicó la directora.

La especialista además puntualizó que uno de los principales factores que contribuyen a la alta incidencia de embarazos adolescentes es la negación del mundo adulto de la dimensión sexual en los jóvenes hasta que es imposible evadir el tema. En muchas de esas situaciones, para entonces ya sucedió un embarazo adolescente o una enfermedad de transmisión sexual. Por esto es imperativo una intención educativa que parta de la cooperación entre escuelas y las familias.

3. La invisibilidad de niñxs no heteronormadxs y el acoso escolar

Otro de los sectores más vulnerados por la falta de una educación sexual completa y oportuna, es la comunidad LGBTQ. El acoso escolar con base en la homofobia, es un serio problema a nivel mundial. En México, 61 % de los estudiantes LGBTQ reportan haber sido víctimas de acoso escolar homofóbico en sus escuelas. El 92 % de los estudiantes de la población general han sido agredidos verbalmente debido a su orientación sexual, apariencia física o atuendo.

Si se restringe el acceso a la información sobre la educación sexual más básica, que sería la heteronormada, y se supedita únicamente a las consideraciones de lo que acostumbran en casa las familias, se cerraría la puerta por completo a la enseñanza sobre las relaciones afectivas y manifestaciones de la sexualidad o del género que no entren dentro del espectro heteronormativo.

El golpe para los niñxs y adolescentes que no son heteronormados sería devastador, porque se les negarían los contenidos educativos y la formación tanto ética como emocional, que les ayudaría a comprender si pertenecen a un espectro afectivo, de manifestación de la sexualidad o de género distinto.

Se les negaría, además, el derecho de existir socialmente y definirse a sí mismxs fuera de las estructuras de heteronormatividad. De la misma forma se les negaría a otros niños y niñas el conocimiento necesario para desarrollar empatía, aceptación y la convivencia con sus compañeros de clase no heteronormados.

Si las cifras de acoso escolar con base en la homofobia son altas ahora, estos números perfilan un significativo aumento si la educación sexual básica, y la inclusiva es son una responsabilidad compartida entre familias e instituciones educativas, así como un derecho natural de los niños y adolescentes.

El dictamen para la reforma constitucional que abriría la puerta al pin parental en Nuevo León tenía programado votarse el martes 26 de mayo del presente año, pero se pospuso la votación para la primera semana de junio. Sin embargo, tras un llamado público de la SEGOB a no proceder con la iniciativa, la votación volvió a posponerse hasta nuevo aviso.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/pin-parental-problemas

Comparte este contenido:

¿Qué es el “pin parental” y por qué podría implicar un retroceso en la educación sexual neolonesa?

Por: Sofía García-Bullé

 

El “pin parental”, una polémica iniciativa de reforma a la Ley de Educación en Nuevo León, podría restringir el acceso a la educación sexual.

Este martes 26 de mayo de 2020 se votó en el Congreso estatal de Nuevo León, México, la iniciativa del pin parental, presentada desde enero del presente año por el diputado de Partido Encuentro Social, Juan Carlos Leal.

La iniciativa propone que las instituciones educativas informen previamente a las familias si sus hijos e hijas estarían recibiendo clases de educación sexual, reproductiva o de género, y que sean los padres quienes tomen la decisión de si sus hijos asistirán a estas clases.

La propuesta es controversial ya que estipula que los planteles educativos deben contar con aprobación previa de los padres de familia o tutores legales de los estudiantes para impartir clases que sean “ética y moralmente controvertidas”. El problema yace en la dificultad que implica  definir lo que es ética o moralmente controvertido. Más todavía cuando se propone la libertad de definir a título personal, sin consenso general, lo que significan estos términos.

Sin embargo, esta iniciativa no solo podría afectar a las clases o temas relacionados con educación sexual y reproductiva. “El texto del artículo 92.VI que se propone permite bloquear cualquier tipo de contenido de prácticamente cualquier actividad de las escuelas,” escribe Kalycho Escoffié para Animal Político. Escoffié, abogado y dirigente del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, plantea la seria preocupación de que una iniciativa como esta podría abrir la puerta para que se controlen más aspectos de la educación, al otorgarle un poder de veto a las familias.

Esto nos hace plantearnos la pregunta, ¿a quién debe pertenecer la responsabilidad de la educación y a quién debe beneficiar? Pero sobre todo, como lo plantea Escoffié, ¿a quién pertenece la niñez de Nuevo León? La educación de los niños empieza en casa, a través de  los padres de familia o tutores. La idea del pin parental, como la plantean sus promotores, es proteger a los menores de edad de información sensible para la cual quizás no estarían listos, de acuerdo al juicio de los padres. Sin embargo, negar el acceso a la información, en este  caso, a la educación sexual, o de cualquier otro rubro del conocimiento, ¿realmente servirá al propósito de proteger a los hijos?

Sin duda, este tipo de temas sensibles idealmente deberían aprenderse en casa, a través de la familia. Sin embargo, las estadísticas son difíciles de ignorar. En Nuevo León, alrededor de un tercio de los bebés nacidos en 2017 fueron de madres adolescentes, con madres primerizas tan jóvenes que no pasaban de los 10 años. Nuevo León también se posiciona como el cuarto estado con mayor número de embarazos en mujeres menores de 20 años, de acuerdo con datos del Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo Adolescente 2017. Además, México es el primer lugar en abuso infantil, con 4.5 millones de casos de abuso infantil al año.

La necesidad de una educación sexual integral que ayude a prevenir embarazos juveniles, abuso sexual infantil y otros severos problemas relacionados es apremiante. La educación sexual y reproductiva, sin duda,  debería incluir también la participación de madres y padres, pero también es crítico analizar si participación debería darse en la forma específica que esta iniciativa plantea.

Si problemáticas tan serias como embarazos juveniles e infantiles siguen sucediendo de una forma tan generalizada, quizás la respuesta no sea poner un pin para detener el acceso a la información, sino crear puentes de comunicación entre instituciones educativas y las familias para asegurar que las niñas y los niños reciban la información que necesitan oportunamente, no necesariamente cuando un currículum lo dicte, o cuando un padre o madre así lo desee.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/pin-parental

Comparte este contenido:

Pandemia académica: la cuarentena acentúa la desigualdad de género en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La cuarentena ha puesto en evidencia el “muro materno” que bloquea el avance de las mujeres en la academia.

Conforme el periodo de cuarentena avanza, un fenómeno social regresivo sucede en los hogares de profesionistas que son madres. El desbalance de género se ha vuelto patente en las dinámicas de parejas con hijos que ahora se encuentran trabajando desde casa, con las mujeres compensando por el tiempo y las tareas que implican el cuidado del hogar y los hijos. Como consecuencia, los trabajos académicos escritos por mujeres se han reducido considerablemente. La realidad epistémica durante la pandemia está siendo escrita en su mayoría por hombres. ¿Cómo se explica que esto suceda en pleno siglo XXI?

Esta dinámica desbalanceada puede deberse a un viejo hábito que aún forma parte la socialización con base en el género. De acuerdo a los principios relacionados con las labores, el trabajo pagado o profesional, por definición, vale más que las labores del hogar, el primero puede ser monetizado y tiene un valor económico claro, el otro carece de una tabulación que le asigne un valor económico medible, sin embargo, sus resultados pueden tener más alcance y significación que un trabajo de oficina.

Tradicionalmente, el trabajo para el sustento de una familia se ha asignado a los hombres, aunque hoy en día la fuerza de trabajo se comprende de una presencia femenina competitiva, es común ver a los hombres como el sostén económico del hogar. Esto afecta seriamente la capacidad de las profesionistas para trabajar las mismas horas, dado que, a diferencia de sus equivalentes masculinos, se espera que asuman el rol principal en las tareas del cuidado del hogar y de los hijos.

La merma de género en la academia

A mediados del mes de abril, la doctora Elizabeth Hannon, Directora Asistente en The British Journal for the Philosophy of Science, comentó públicamente en Twitter sobre una dramática disminución en la presencia de artículos enviados por académicas mujeres. “Insignificante el número de propuestas para el diario por parte de mujeres durante el mes pasado. Nunca había visto nada así”.

El breve comentario de Hannon fue seguido por una avalancha de reconocimiento y empatía de una gran cantidad de académicas para las que el aislamiento ha sido una experiencia muy distinta a las de sus parejas y colegas masculinos. Las breves crónicas fueron muy variadas pero todas coincidían en una sola cosa: No hay tiempo de escribir cuando los cuidados de la casa y de los niños no son una responsabilidad compartida y se espera más de ellas que de ellos.

Hannon no es la única editora de revistas académicas que ha notado este paradigma, David Samuels, co-editor del journal Comparative Political Studies, respondió al hilo de discusión que abrió su colega en Twitter con sus propios datos. Samuels declaró que las propuestas por parte de mujeres a su revista alcanzaron el mismo número que en abril del año pasado, mientras que las de los hombres aumentaron en un 50 por ciento.

“Publish or perish”: productividad en la academia

Alessandra Minello, estadística y demógrafa social de la Universidad de Florencia, Italia, escribió un artículo sobre lo que la cuarentena revelará sobre el «muro materno» que bloquea el avance de las mujeres en la academia, un sector que ya está mostrando señales de advertencia y serias fallas ante la constante presión que tienen académicos y académicas por publicar. Para mantenerse relevantes, los académicos deben presentar un ritmo constante de publicaciones, la presión de ser constantemente productivo no toma en cuenta las circunstancias especiales que genera una cuarentena, y menos la acentuación de brecha de género que provoca.

Sam Giles@GilesPalaeoLab

The next person who tweets about how productive Isaac Newton was while working from home gets my three year old posted to them.

Ver imagen en Twitter
953 personas están hablando de esto
Estando en casa, se asume que los académicos tendrán “más tiempo” para trabajar en sus artículos. Esta suposición no podría estar más errada, más aún para las académicas, que más que tiempo libre, tienen más trabajo. Sam Giles, paleobióloga de peces fósiles, advirtió en Twitter: “La siguiente persona que tuiteé acerca de cuán productivo era Isaac Newton mientras trabajaba desde su casa, recibirá a mi hijo de tres años».

Comentarios breves como estos pueden parecer instancias de catarsis graciosas por parte de académicas que solo están pasando un mal día, como sabemos, Twitter está lleno de este tipo de contenidos, pero de la misma forma, mensajes como este son la punta del iceberg de una problemática más compleja que afecta desde la salud mental de quienes producen el conocimiento hasta la cantidad y calidad del contenido producido.

Mary-Ann Stephenson, directora de Women’s Budget Group ejemplifica claramente el desbalance de género entre académicos durante el aislamiento. “En la mayoría de los casos, las mujeres realizan la vasta mayoría de las tareas de cuidados de niños pequeños y de la educación en casa… los hombres pueden encerrarse en un estudio, mientras que las mujeres trabajan en la mesa de la cocina o los comedores, al tiempo que tratan de educar en casa”.

Por su parte, Minello señala que desde que la universidad donde trabaja cerró por las medidas de contingencia ante el COVID-19, “ha visto más amaneceres que nunca antes en su vida. Ahora, debo trabajar antes del amanecer”. Esto se debe a que Minello tiene un hijo de dos años y para poder hacer su trabajo, ella necesita silencio y concentración. Las horas de madrugada, mientras su hijo duerme, son el único momento en que ella puede trabajar. Y esto es solo para la carga de clases que imparte en la universidad. Ahora, Minello señala que cuenta con menos tiempo para escribir artículos científicos. “En lugar de trabajar, mis colegas y yo tenemos un único objetivo que es superar el día a día”.

El trabajo dividido en cifras

La raíz de esta falta de artículos académicos escritos por mujeres en publicaciones académicas y la productividad en general de las mujeres en otros rubros laborales, se encuentra en una distribución desbalanceada de las horas de trabajo en casa y el cuidado de menores de edad cuando se trata de una familia con hijos.

¿Cuántas horas creen los hombres que pasan realizando tareas domésticas en comparación con las mujeres? Una encuesta realizada por Morning Consult para The New York Times sobre trabajo doméstico y educación en el hogar durante la cuarentena, reveló que la mitad de los padres varones con hijos menores de doce años encuestados dicen que hacen la mayor parte del trabajo de enseñanza en casa, solo 3 % de las mujeres estuvieron de acuerdo.

En promedio, las mujeres pasan de media hora a una hora completa al día más que los hombres en tareas del cuidado del hogar y de los hijos, de acuerdo al investigador Theun Pieter van Tienoven y una encuesta realizada por el grupo de investigación TOR. En una situación como la que vivimos hoy en día, en la que debemos permanecer en casa, en una familia, un hombre tendrá más tiempo libre, ya que se concentrará prioritariamente en el trabajo de oficina; mientras que la mujer verá su horario extendido al tratar de balancear su trabajo con las necesidades del hogar y los hijos. Sostiene van Tienoven.

Esta distribución es puramente social, no sirve a fines económicos ni de desarrollo global, es simplemente un recordatorio de la valorización, o más bien la desvalorización, que damos a las tareas de cuidado, crianza y mantenimiento del hogar, así como a las personas que tradicionalmente toman ese rol: las mujeres. Independientemente de si trabajan o no.

Claire Cain Miller, corresponsal en The New York Times, concluye en tan solo dos líneas la explicación de este patrón regresivo que bien podría ser un comportamiento social en estado latente que había esperado a una situación como la de la pandemia para manifestarse: “La razón por la que las mujeres hacen más trabajo no pagado durante el periodo de aislamiento es simple, siempre lo hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academicas-pandemia-covid19

Comparte este contenido:

Tres desafíos para estudiantes en aislamiento

Por: Sofía García Bullé

En tiempos de aislamiento, las actividades de apoyo, como juegos o retos, pueden ser de gran ayuda para la salud mental, el bienestar emocional y la presteza de aprendizaje. 

El cierre de miles de universidades alrededor del mundo ha puesto en jaque la continuación de los ciclos escolares en todos los niveles. Herramientas como Zoom, Google Docs y YouTube han permitido digitalizar los contenidos educativos, compartirlos en tiempo real e interactuar con los alumnos.

El periodo escolar ha continuado en esta capacidad virtual, pero ante los efectos de un aislamiento a largo plazo, han surgido convocatorias, retos y contenidos de todo tipo para mantener a las personas motivadas y entretenidas.

Desde hashtags que motivan a los alumnos de una escuela de arte a practicar, hasta lecciones de ingeniería diseñadas como juegos para niños, diversas instituciones y organizaciones se han esforzado por crear retos que mantengan a los estudiantes prestos para continuar el aprendizaje apenas termine el tiempo de aislamiento, presentamos algunos ejemplos.

Retos para motivar a tus estudiantes

1. Enséñanos cómo prácticas

En artículos anteriores hemos hablado sobre actividades colaborativas que han realizado instituciones educativas para la difusión del arte y el cuidado de la salud emocional de los estudiantes. El mes pasado, la Orquesta del Tec de Monterrey publicó un video que mostraba la participación de un grupo completo de estudiantes para ejecutar piezas musicales.

También en abril, La Escuela de Música Sarah McLachlan lanzó un desafío a estudiantes y el público en general bajo la hashtag #showushowyoupractice, en la que se convoca a todos los que practican disciplinas musicales que se graben explicando su proceso de práctica y lo compartan en las redes de la institución.

Figuras de la talla de Brandi Carlile, Jann Arden y la misma Sarah McLachlan han participado en el reto. Además de maestros, estudiantes y amantes de la música en general.

“Nuestra meta principal es inspirar a nuestros jóvenes en estos tiempos de soledad a escapar con sus instrumentos, ya sea un teclado, guitarra, bajo, ukelele, batería, libreta de partituras o su voz…”, dijo McLachlan, fundadora de la escuela, agregando que parte del objetivo también es hacerles saber que comprometiéndose a la práctica diaria pueden mejorar su salud mental y animar su espíritu.

Para participar en el reto solo es necesario etiquetar a @sarahschoolofmusic en un video donde expliques tu proceso de práctica y muestres la ejecución, ya sea en Instagram, Facebook o Twitter.

2. Un desafío de aprendizaje de 21 días

El aprendizaje y el desarrollo personal no deben parar en tiempos de aislamiento. Bajo este principio, Vendatu, plataforma de tutoría y aprendizaje en línea líder en la India, lanzó una campaña trabajando en forma cercana con influencers y expertos para establecer retos de 21 días en diversas disciplinas.

La idea es motivar estudiantes de todo tipo a aprender una habilidad nueva. Por lo mismo está ofreciendo clases gratuitas para educandos entre los estándares 1 a 12 JEET y NEET. En el canal de Youtube de Vendatu ya pueden verse playlists con retos para aprender nuevos idiomas, yoga, origami y otras habilidades.

“Nuestra meta principal es inspirar a nuestros jóvenes en estos tiempos de soledad a escapar con sus instrumentos, ya sea un teclado, guitarra, bajo, ukelele, batería, libreta de partituras o su voz…”

Para participar en el reto solo se necesita tomar una foto o hacer un video de algo nuevo que haya aprendido ese día en el camino al dominio de una disciplina, y etiquetar a @vedantulearns con los hashtags #21DayLearningchallenge #LearningWontStop.

3. Juegos de ciencia

Enseñar a los niños sobre ciencias puede ser complicado en tiempos de aislamiento, sobre todo bajo el esquema formal de una lección tradicional, pero, ¿y si se trata de un juego? Dyson, a través de la fundación James Dyson, se dio a la tarea de elaborar 44 retos didácticos para aprender principios de ciencia e ingeniería jugando.

Con un juego de cartas, diseñadores de Dyson ponen a niñas y niños de 7 años y mayores a prueba. El juego completo consta de 22 retos de ciencias y 22 de ingeniería, además de contar con actividades tan diversas como construir un auto impulsado por un globo o un puente de spaguetti.

Los desafíos y las instrucciones para realizarlos se encuentra en la página de la fundación.

¿Has invitado a tus alumnos a que realicen algunos de estos desafíos?, ¿o diseñado  juegos o retos para mantenerlos motivados? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/retos-para-estudiantes-en-confinamiento

Comparte este contenido:

Cómo prevenir y frenar el «zoombombing»

Por: Sofía García-Bullé

Sigue esta serie de precauciones para minimizar el riesgo de ser atacados por zoom bombers. 

Debido a la contingencia destinada a contener los brotes de COVID-19, las plataformas de comunicación en tiempo real se han vuelto un recurso de primera necesidad. Zoom, una de las más usadas, atiende a 300 millones de personas diariamente, habilitando actividades como juntas de trabajo, sesiones de clases, paneles y conferencias. Con este aumento de uso de las plataformas para reuniones virtuales, surgió una nueva forma de ataques cibernéticos, el “zoombombing”.

El zoombombing es un tipo de ataque cibernético en la que hackers entran sin invitación a chat rooms y transmiten contenido inapropiado, como insultos verbales de índole racista, sexista o contenido pornográfico.

La reincidencia de estas agresiones virtuales ha obligado al personal detrás de la plataforma Zoom a implementar actualizaciones para mejorar la privacidad y seguridad de sus video llamadas. Además de esto, hay medidas que los usuarios pueden tomar para prevenir la intromisión de participantes no invitados a los salas de chat.

Precauciones a tomar para evitar el “zoombombing”

Además de las nuevas funciones que Zoom agregó para incrementar la seguridad en su plataforma, hay precauciones que los usuarios pueden tomar para minimizar el riesgo de ser atacados por zoom bombers.

1. Usa los waiting rooms y las contraseñas

Para controlar el acceso a los chat rooms se recomienda usar la función que permite proteger las juntas virtuales vía contraseña de acceso, así como hacer uso de las salas de espera en las que los participantes pueden estar mientras le host aprueba su integración a la sesión virtual.

2. Mantén el control de la pantalla

El anfitrión debe mantener en todo momento el control de lo que se transmite en pantalla, si un participante quiere compartir contenido, es recomendable que lo envíe previamente al host para su transmisión en la junta.

3. Informa a tus invitados

Habla con los participantes de la sesión sobre zoombombing y practica con ellos tanto las medidas precautorias como las posibles estrategias para detener los ataques y/o mitigar sus efectos.

4. Asigna a una co-anfitrión

Usualmente el anfitrión está a cargo de la logística de una junta o sesión virtual, pero ante la amenaza de un ataque, la velocidad y calidad de la respuesta puede no ser idóneas, porque el anfitrión tendría que encargarse de la logística de la junta y la de la defensa de sala de chat al mismo tiempo, es recomendable tener una persona con la que se puedan dividir las tareas y organizar una defensa efectiva mientras se mantienen las propósitos básicos de la sesión.

5. Crea una atmósfera de seguridad y empoderamiento

Aun si preparas a tu equipo, sigues todas las medidas de seguridad de la plataforma y practicas estrategias con tus invitados, no eliminarás el totalmente el riesgo de zoombombing. Por lo que es importante hablar previamente sobre los efectos que podría tener un ataque como este y cómo lidiar con ellos para generar respuestas que frenen la incursión. En palabras más simples, no se trata de decirles a los participantes que el espacio en el que están es 100 % seguro, sino de inspirar en ellos la confianza como para no ser inhabilitados durante un zoombombing y responder adecuadamente para frenar el ataque lo antes posible.

¿Qué hacer en caso de un ataque?

Aunque con las nuevas funciones de seguridad  y las recomendaciones para los usuarios, el riesgo de estar en una videollamada atacada por un zoom bomber no se elimina por completo. Si llegas encontrarte con un ataque de este tipo, estas medidas pueden ayudar a frenarlo rápidamente.

1. Problematizarlo

Estar del otro lado de un agresor de cualquier tipo activa uno de nuestros reflejos más basicos, el de pelear o huir. Al conceptualizar una situación de zoombombing, como una agresión al momento en el que pasa, corremos el riesgo de responder agresivamente de acuerdo al instinto de pelear, de alejarnos de la computadora dejando el control a los atacantes, siguiendo el instinto de huir o de congelarnos ante una reacción de pánico si no pudimos escoger ninguna de las opciones anteriores.

Si nos aproximamos a un ataque de zoombombing como un problema, en vez de una agresión, es más fácil usar mecanismos que nos ayuden a mantenernos en calma e implementar soluciones inmediatamente.

2. Coordina la defensa

Muchos ataques de zoom bombers son incursiones coordinadas de equipos de hackers que entran a los chat rooms y montan ofensivas estratégicas, para contrarrestarlos efectivamente la defensa debería ser igual de coordinada y rápida. El anfitrión puede hacer uso de las medidas de seguridad, como remover a los zoom bombers de la junta, limitar el uso de pantallas compartidas y restringir el chat.

Otros participantes deberán tomar la tarea de recabar información que ayude a identificar a los atacantes, como screenshots  (pantallazos) y nombres de usuario, y otros manteniendo la comunicación dentro del grupo para monitorear el bienestar emocional de los invitados a la videollamada.

3. Discierne los impactos

La idea del zoombombing es irrumpir en espacios virtuales y exponer a otras personas a contenido inapropiado, agresivo, y ofensivo, pero no hay un solo criterio sobre lo que puede ser ofensivo para un grupo de personas. Habrá participantes que no se sientan tan violentados o afectados por los comentarios y contenidos que los zoom bombers impongan en sus espacios, y habrá otros especialmente sensibles a mismo contenido.

Es crucial tener en cuenta estas diferencias personales y tratar el problema del impacto causado por el ataque en una base de caso por caso. Establecer comunicación, diálogo, acompañamiento y un camino a buscar la ayuda adecuada, no de acuerdo a un criterio general sino a una percepción individual de cómo vivió cada uno de los participantes la experiencia de un ataque de zoom bombers.

¿Hablas con tus alumnos o compañeros de trabajo sobre la posibilidad del zoombombing? ¿Sabes cómo usar las funciones de seguridad de Zoom? ¿Tienes identificadas a las personas de tu grupo que podrían ser más sensibles a este tipo de ataque? ¿Qué estrategias has desarrollado para apoyarlos? Cuéntanos en los comentarios.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/como-prevenir-zoombombing

Comparte este contenido:
Page 14 of 22
1 12 13 14 15 16 22