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Un experimento escolar para eliminar el sexismo en el aula

Por: Sofía García-Bullé

La organización Lifting Limits y cinco escuelas en el Reino Unido llevaron a cabo un programa experimental para la igualdad de género. Estos son los resultados.

La escuela primaria es el lugar donde se aprenden muchas de las nociones que nos acompañan en la vida adulta; Estos incluyen temas como aprender a relacionarse con sus compañeros, cómo seguir la guía de un maestro, comprender la idea de autoridad y su diferencia con el liderazgo, e incluso aprender a aprender. También es un lugar donde, a menudo sin querer, fomentamos las diferencias entre niños y niñas y, con ello, el sexismo.

Todos hemos escuchado frases que se dicen a los niños en las escuelas como «Juegas como una niña» o «No llores, solo las niñas lloran». También es común someter a las niñas a comportamientos basados ​​en el ideal social del género femenino, como exigirles que se vistan o actúen de cierta manera para no «distraer» a sus compañeros varones. Así es como aprendemos los conceptos básicos del sexismo, que impregna la visión social de cómo vemos las diferencias entre los dos sexos.

Con este problema en mente, cinco escuelas en el Reino Unido contaron con la ayuda de la organización inglesa, Lifting Limits , que proporciona investigación sobre el tema y difunde al público en general las dinámicas que constituyen la desigualdad de género. Estas escuelas participaron en un experimento social diseñado por Lifting Limits para reflexionar sobre cómo se socializa y enseña el género en las escuelas, así como el papel que juegan estas dinámicas en la creación de prejuicios.

El programa se puso a prueba en un proyecto piloto de un año que involucró a 270 maestros y personal y 1900 estudiantes. Estos son los resultados.

Un año del programa piloto Lifting Limits

El sexismo que se ha infiltrado en la plataforma educativa no fue fácil de detectar. Es común confundirlo con valores, tradición, el orden de las cosas, o simplemente la forma en que vemos el mundo por defecto. Las escuelas comenzaron a darse cuenta de esto cuando vieron uno de los recursos educativos más fundamentales afectados por este desequilibrio, a saber, los libros de texto y los materiales de apoyo. “Tomamos todos los libros que incluían niñas, y de estos, quitamos los libros donde las niñas no hablaban líneas; al final, nos quedamos con solo tres libros ”, dijo un miembro del personal de una de las escuelas que participaron en el informe de resultados. Si las imágenes femeninas no están incluidas en el plan de estudios, o son escasas, el resultado inevitable es que solo los hombres se reflejarán adecuadamente en los materiales escolares y, por lo tanto, se los alentará a aspirar al futuro y considerar el potencial de lo que pueden llegar a ser; mientras que las niñas, por otro lado, tendrán que usar su imaginación mucho más para verse reflejadas en un plan de estudios que no las incluya en la misma proporción. Esto es invisibilidad curricular, y afecta seriamente las proyecciones de futuro para las niñas.

Del mismo modo, un niño varón cuyas características y habilidades difieren de lo que se espera socialmente de él también tendrá más problemas para encontrar su vocación, o terminará trabajando en una profesión que no desarrolla completamente su potencial o capacidad para ser feliz en su trabajo. .

“Tomamos todos los libros que incluían niñas, y de estos, quitamos los libros donde las niñas no hablaban líneas; al final, nos quedamos con solo tres libros «.

Al final del programa, un porcentaje significativo de niños había liberado sus aspiraciones futuras de las restricciones implicadas por el sesgo de género. A principios de año, el 35% de los estudiantes pensaba que la enfermería era una profesión solo para mujeres; al final, el 71% se dio cuenta de que es una profesión comercial para todos, independientemente de si eran hombres o mujeres. Y mientras el 71% de los estudiantes que aspiraban a buscar trabajos orientados al cuidado de otros eran niñas, la proporción de niñas que querían ingresar a un campo científico aumentó para ser equivalente a sus homólogos masculinos.

Las profesiones comúnmente asociadas con el género masculino, como la construcción, también experimentaron un cambio de percepción más inclinado a la igualdad de género. En una escuela, solo el 55% de los alumnos pensaba que el comercio de la construcción era para todos, mientras que al final del experimento, este número había aumentado al 82%. A nivel mundial, el porcentaje de estudiantes que creían que el fútbol era un deporte para todos (hombres y mujeres) creció del 22% al 70%. Del mismo modo, el número de niños varones que pensaban que podrían seguir enseñando aumentó del 24% al 42%. Este tipo de conciencia es crucial, no solo para abrir las futuras posibilidades profesionales de los estudiantes sino también para hacer visibles a las mujeres en los campos tradicionalmente masculinos y los hombres en los históricamente femeninos.

Cómo combatir el sexismo sutil en la enseñanza

Los maestros y el personal de apoyo académico fueron los más sorprendidos por las reflexiones que surgieron del programa piloto. En las primeras auditorías, comenzaron a detectar esas «banderas rojas» de sexismo que no habían notado que proyectaban para sus estudiantes. Comentarios que hasta entonces se habían considerado inocuos como «Tómalo como un hombre», «Necesito un joven fuerte que me ayude a mover esto» o «Tu atuendo es genial, ¿tu mamá lo eligió?» están cargados de estereotipos y percepciones de género sobre lo que tradicionalmente pertenece a los comportamientos o habilidades femeninas o masculinas.

El experimento también sirvió para que las personas se dieran cuenta de que los espacios también presentaban la generalización típica que considera lo neutral o lo predeterminado como masculino. Los edificios estaban llenos de exhibiciones sobre el trabajo y la historia del «Hombre» como un término para abarcar a toda la humanidad. Y se mostraron los logros de figuras históricas masculinas que habían influido en la historia como inventores, exploradores, artistas y más, sin ningún indicio de importantes contribuciones femeninas.

La idea de hacer el ejercicio y el análisis de esta práctica representativa no es desacreditar a los hombres cuyo trabajo se ha traducido en progreso y avance histórico. Es simplemente dejar de hacer invisible el trabajo de las mujeres que han cumplido el mismo propósito, permitiéndoles vivir en el mismo universo histórico que sus contrapartes masculinas. Es posible hablar sobre los avances científicos de Alfred Nobel en el mismo espacio que comentamos sobre la relevancia de los descubrimientos y contribuciones de Marie Curie; reconocer el genio de Bill Gates o Steve Jobs sin dejar a Ada Lovelace y Grace Hopper en segundo plano; además de admirar figuras históricas como el general estadounidense Douglas McArthur, al mismo tiempo que reconocemos el legado de Nancy Wake u Odette Sansom. Estos ejemplos son cruciales para formar en los niños la idea de que los logros y las oportunidades no están determinados por el género. Por lo tanto, las representaciones que utilizamos en el aula no deben estar sesgadas hasta el punto de hacer que una mayoría masculina sea visible y numéricamente superior a la femenina.

La clave para no caer en el sexismo casual mientras desempeña el papel del maestro es esta: Comprenda que sí, existen diferencias físicas y biológicas entre los sexos, pero no tienen que tomar la dimensión social que han ocupado durante tanto tiempo. Según el informe de Lifting Limits, la desigualdad no existe porque tenemos estas discrepancias entre los sexos, sino porque socialmente, nos enfocamos más en las diferencias que permiten las ventajas de un género sobre otro en lugar de mirar los puntos en común que conducirían a más Colaboración equitativa. Este sería el principio más importante para adoptar como maestro cuando se aborda el género como uno de los elementos más influyentes de la experiencia educativa: centrarse en lo que nos hace iguales y nos lleva a la cooperación.

Fuente: https://observatory.tec.mx/edu-news/gender-equity-in-the-classroom

Imagen: Welcome to all and thank you for your visit ! ツ en Pixabay

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Opinión: La explicación privilegiada y la academia

Por: Sofía García-Bullé

Este ejercicio de invisibilización sutil refuerza estereotipos y dificulta las condiciones sociales para minorías en la academia.

Aspen, 2012. Rebecca Solnit, escritora prolífica desde 1988, asiste a una fiesta en la que un hombre mayor le recomienda leer un libro recién publicado que él consideraba uno de los mejores temporada, Solnit era la autora del libro.

La astronauta Jessica Meir, una de las participantes de la primera caminata femenina fuera de una estación espacial en octubre de este año, relata en Twitter su entrada a la zona equivalente al espacio en 2016, donde menciona que ahí el agua hierve espontáneamente; un usuario masculino se apresura a corregir su argumento con los conocimientos que adquirió de una simulación en un campamento espacial.

En 2017, la doctora en física y la profesora Veronika Hubeny, participa en un panel. Es la única mujer entre otros colegas expertos en ciencias exactas; el moderador la interrumpe tantas veces para repetir lo que ella dice que, un miembro de la audiencia se desespera y grita “¡déjala hablar por favor!”, el público aplaude, ninguno de los otros académicos que la acompañaban en el panel reaccionó ante la incidencia de interrupciones hasta ese momento.

Estos eventos no representan instancias aisladas, son parte de un problema que denota una desigualdad sistémica en el acceso al conocimiento y la validación del mismo dentro de la comunidad académica, o lo que también se conoce como mansplaining.

¿En qué consiste el Mansplaining?

Mansplaining es un término inspirado por Rebecca Solnit, quien usó su ensayo “Los hombres me explican cosas”, para describir sus experiencias como escritora en espacios públicos, donde hombres intentaban alecccionarla sobre temas que ella dominaba, algunas veces sobre su propio trabajo, que no asociaban con ella hasta que se les aclaraba su identidad y autoría.

La obra de Solnit resonó con fuerza en los sectores femeninos de la comunidad académica y científica. Tan solo un año después de la publicación del ensayo, la palabra mansplaning ya aparecía en el diccionario urbano de lengua inglesa. Tras ver la tracción del término en internet, Solnit aclaró que no se trataba de una práctica totalmente inclinada a un género. Así como no todos los hombres presentaban conductas arrogantes, condescendientes e ignorantes, también hay mujeres que realizan esta práctica.

La definición ofrecida por Lili Rothman, colaboradora del Atlantic, presenta un concepto más neutro y amplio para abarcar el concepto de mansplaining. Rothman define el mansplaining como el acto de explicar sin tener en cuenta el hecho de que la persona que está recibiendo la explicación sabe igual o más sobre el tema que la persona que lo está explicando. A pesar de mantener neutra la base de su definición, Rothman puntualiza que este comportamiento es más común por parte de los hombres hacia las mujeres. Esta perspectiva es debatible, y ha sido discutida ampliamente.

“Hay muchos casos de personal educativo senior, gente que ha llegado a rector, gente que ha ganado premios de trayectoria después de años de carrera. Todos tienen estas historias, de llegar al final de su carrera y decir que están agotados por tratar de superar siempre la norma, para contrarrestar la narrativa dominante”.

El mismo diccionario urbano que publicó por primera vez la acepción del término, ha actualizado la definición por la más popular que define el mansplaining como un término inventado por feministas radicales para desarmar automáticamente cualquier argumento expuesto por un miembro el género masculino; también ha sido definida como la forma más eficiente de explicar algo basándose en hechos. Independientemente de la significancia reaccionaria que surgió de la incomodidad del sector masculino con poner en palabras la experiencia de muchas mujeres en la academia y la comunidad científica, es difícil discutir con la realidad de una comunidad académica en la que las mujeres carecen de representación en varios campos del conocimiento, especialmente los de ciencias exactas como matemáticas, física, química y computación,  entre otros.

En Estados Unidos, solo 6.6.% de los profesionales que trabajan tiempo completo en campos del conocimiento dominados por el género masculino son mujeres; en la India, las mujeres representan solo el 28 % de la fuerza de trabajo general, sin entrar siquiera en los trabajos que involucran conocimientos de educación superior, o del campo STEM.

Tomando en cuenta este serio desbalance se podría de decir que, por aproximación matemática, habría más hombres en la posición de hacer uso de una explicación privilegiada o mansplaining, así como de asumir que las mujeres con las que entablan conversación no conocen del campo de conocimiento en que han estudiado o trabajado, por la enorme disparidad numérica con respecto a sus colegas masculinos.

Simplemente no nos imaginamos que una mujer podría ser una astronauta de carrera como Meir o una escritora prolífica como Solnit. Sus campos son tan dominados por la percepción de una mayoría masculina que se refuerza un estereotipo que le da a esa profesión o rubro epistemológico una cara masculina. Las mujeres que rompen este estereotipo son casos aislados, anomalías fáciles de pasar por alto apenas olvidamos esa noticia que leímos sobre ellas o ese encuentro en el que las vimos y nos informaron en qué trabajaban. Este es el peligro de una disparidad de género normalizada y reforzada por la percepción.

Bajo este contexto, hay muchas instancias de mansplaining que no vienen de una intención consciente de minimizar ni agredir a mujeres que se desarrollan en determinado campo de conocimiento o trabajo, pero sí son producto de una realidad normalizada que favorece la perspectiva y la auto-confianza masculina por encima del conocimiento y trabajo de las mujeres, respaldado por la superioridad numérica masculina en estos campos, o la percepción de que esa superioridad numérica existe, sea real o no.

¿Cómo afecta el mansplaining a las mujeres en las comunidades académicas y científicas?

El mansplaining como fenómeno aislado no tendría porqué tener tanto peso en la experiencia de las mujeres que trabajan en la academia y en la comunidad científica, a fin de cuentas, son solo palabras desatinadas de personas, en su mayoría hombres, con exceso de confianza y un sentido de mérito que no se han ganado.

El problema no es que un anfitrión arrogante confunda a una autora prolífica con una escritora amateur y le recomiende el libro que acaba de publicar, o que un usuario de Twitter quiera corregir a una astronauta consumada porque cree que ir una vez a un campamento espacial  lo hace más experto, o que un moderador ignore completamente lo que dice una profesora de física en un panel y repita el mismo contenido que dijo ella como si fuera suyo. El problema es que no registramos el ejercicio de invisibilización que esto representa, y que es solo un síntoma de un serio desbalance en la forma en que recopilamos el conocimiento, lo publicamos y damos crédito a las personas involucradas.

Nuestra empatía, memoria y capacidad de valorización son cortos, como explica la Dra Janet Bultitude, catedrática senior de investigación del dolor en la Universidad de Bath. “Es más fácil catalogar mentalmente un trabajo de investigación en términos de personas famosas y no poner atención a las demás nombres involucrados en el proyecto, que usualmente aportan más o al menos una buena parte del trabajo, y esta es una forma en que la gente es invisibilizada”, explica la catedrática. Esta práctica refuerza la narrativa de que solo cierto perfil o sector de la comunidad académica es el que realmente participa y dicta un conjunto de criterios con los que visualizamos a toda la comunidad.

Esta predisposición socio-visual nos presenta a los líderes de campos de conocimiento académicos y científicos como hombres adultos y blancos, en la mayoría de los casos. El público no espera que un profesor sea una mujer chicana con rastras. La Dra. Nicole González Van Cleve, profesora asociada en la Universidad de Brown, sostiene que esta visión sesgada puede traer serias consecuencias en la carrera y salud mental de académicos que no compaginan con la imagen del académico o científico tradicional.

“Hay muchos casos de personal educativo senior, gente que ha llegado a rector, gente que ha ganado premios de trayectoria después de años de carrera. Todos tienen estas historias, de llegar al final de su carrera y decir que están agotados por tratar de superar siempre la norma, para contrarrestar la narrativa dominante”, comenta González. Es esta narrativa la que presenta a un tipo específico de personas como el experto modelo, y cualquier persona que no encaje en esta imagen prefabricada está expuesta a ser el receptor de una conducta condescendiente y anulación dentro de su propia comunidad. El mansplaining y otras formas de explicaciones privilegiadas como el whitesplaining o el straightsplaining son solo mecanismos de un aparato más grande diseñado para marcar una línea entre las minorías y el grupo dominante.

“Es más fácil catalogar mentalmente un trabajo de investigación en términos de personas famosas y no poner atención a las demás nombres involucrados en el proyecto, que usualmente aportan más o al menos una buena parte del trabajo, y esta es una forma en que la gente es invisibilizada”.

Las personas pertenecientes las minorías sociales, como mujeres, personas de color o de la comunidad LGBT, son especialmente propensas recibir este y  otros ejercicios de condescendencia y exclusión sutil. El impacto de estas prácticas puede ser significativo a largo plazo porque desalienta a estas personas a formar parte de la comunidad científica y académica.

“El daño real es que estamos creando estas situaciones donde frecuentemente esto le ocurre mucho más a gente joven, a mujeres, a personas de color… generamos situaciones en las que se van porque no se sienten cómodos, eso no es correcto”, comenta la Dra. Tasha Stanton, profesora asociada de la Universidad del Sur de Australia. La Dra. Stanton, se refiere a la creación de una narrativa en la que las minorías sociales no tienen acceso al crédito y al reconocimiento en la misma medida que el grupo dominante de la comunidad científica y académica.

En cualquier comunidad, este crédito que visibiliza a los individuos con base en sus logros, habilidades y talentos es crucial para construir un sentido pertenencia y auto-confianza, que a su vez es necesario para continuar una labor productiva en la comunidad a la que se pertenece. Esto es lo que estamos perdiendo cuando hacemos uso de una explicación o dinámica privilegiada que denomina a otros como personas inferiores en cuanto a conocimiento, habilidades y valor.

La búsqueda y divulgación del conocimiento se trata de comunicar nuevos descubrimientos y aprendizajes, de acuerdo a la Dra. Stanton, conectar con otras personas es clave para establecer diálogo y cimentar la colaboración necesaria para producir ese conocimiento por el que las comunidades académicas y científicas existen en primer lugar. “No pierdas esa oportunidad, no seas esa persona”, concluye Stanton.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/que-es-mansplaining

Imagen: OpenClipart-Vectors en Pixabay

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¿Puede la educación emocional erradicar el cambio de código social y el síndrome del impostor?

Por: Sofía García-Bullé

Las minorías navegan día a día en ambientes académicos y laborales cargados de violencia social sistémica.

La Dra. Kimberly Harden se considera a sí misma una impostora afortunada, pero su currículum real es impresionante. Se convirtió en la primera profesora afroamericana del departamento de comunicación en la Universidad de Seattle, incorporó justicia social al currículum escolar y estableció la beca Dream. Plan. Do.™ para estudiantes de color.

Sin embargo, hay algo que la sobresaliente profesora no ha podido lograr: un sentido de pertenencia en la comunidad académica. Este es un atributo que en ocasiones también les falta a miembros del grupo mayoritario, pero es necesario reconocer que su carencia afecta más frecuentemente a grupos socialmente vulnerables.

Además de las desventajas políticas y económicas que han sido ampliamente discutidas en otros artículos, existen otros elementos de carácter más singular que disminuye la capacidad de las personas de color y otras minorías de integrarse plenamente a una comunidad.

Las microagresiones y el síndrome del impostor afectan seriamente la experiencia educativa de los estudiantes, así como la vida laboral de los miembros de la academia.

¿Qué es el cambio de código social?

El cambio de código social es la dinámica en la que una persona perteneciente a una minoría social tiene que alternar entre códigos o lenguajes culturales; usar diferentes tonos de interacción, o realizar un cambio dialéctico para encajar con el grupo dominante de su círculo y facilitar su integración.

En la superficie parece una estrategia efectiva para conectar con la mayoría, pero Harden sostiene que en vez de facilitar la comunicación, provoca la invisibilización de los grupos diversos, forzando una conducta pública “unitalla” que perpetúa los rasgos culturales del grupo dominante.

Este patrón se vuelve más evidente con el uso de discursos como “Sé auténtico en el trabajo”.De acuerdo a Harden, esta instrucción social se les da con mucho más frecuencia a las personas cuyo conducta cultural se sale de la norma.

“La gente realmente no quiere que sea auténtica en el trabajo”.

Para la profesora de la Universidad de Seattle, el discurso que llama a las minorías a ser auténticas en los espacios académicos es solo una manera amable de hacer notar los aspectos personales que no encajan con la cultura dominante, y el racismo innato en las comunidades laborales que le da una lectura negativa a acciones que parecerían inocuas si vinieran de un miembro de la mayoría social.

“Cuando no me detenía a hablar con mis colegas porque solo tenía cinco minutos para correr a dar clase, me consideraban grosera o antisocial; cuando me veían interactuando con maestros y personal de color pensaban que era una radical del movimiento pro-negros, si me reía o expresaba alegría me catalogaban de ruidosa o ghetto”, señala Harden.

Esta interacción cargada hacia desmenuzar e interpretar negativamente la conducta de las minorías sociales conforma la base de la violencia sistémica que enfrentan diariamente en los espacios académicos y otros rubros laborales. Una forma sutil de lo que se conoce como gatekeeping, una práctica mal usada y reasignada en varias instancias para mantener los mecanismos de poder de la mayoría social y la exclusión de las minorías.

¿Cómo funciona la relación entre el gatekeeping y el síndrome del impostor?

Los Gatekeepers son miembros necesarios de cualquier comunidad basada en la obtención y validación del conocimiento; idealmente son personas que dominan determinado campo epistemológico, tienen gran aprecio de la comunidad y usan su experiencia para validar nuevos desarrollos, ideas e interacciones dentro de la comunidad que estudia ese rubro de conocimiento.

Pero, ¿qué pasa cuando confundimos la experiencia por autoconfianza y la seguridad que nos proyecta? Cuando estos validadores, ya sean falsos o auténticos, usan sus facultades para rechazar ideas, perspectivas o personas nuevas, en realidad, ¿no estarían ahogando voces que su campo de conocimiento necesita para diversificarse y crecer?

“A través de los años, he oído a colegas referirse a otros compañeros o candidatos que entrevistan como idiotas que no podrían programar su camino fuera de una bolsa de papel, he visto ojos en blanco de fastidio cuando los ingenieros novatos hacen preguntas, he escuchado comentarios negativos sobre graduados de bootcamps y programadores autodidactas”.

El aprendizaje y práctica de la programación es un rubro muy competitivo. Nick Scialli, ingeniero programador y colaborador frecuente de la revista Hackernoon, expone el núcleo de la toxicidad de la práctica del gatekeeping, cuando se usa no para salvaguardar los estándares de un campo de conocimiento o trabajo, sino para socavar a los que quieren desarrollarse en este.

Scialli sostiene que las prácticas que promueven la negatividad y la exclusión con base a qué tanto sabe la persona del tema, o el juicio sobre su habilidad de acuerdo a su edad, experiencia, género o algún otro atributo social, hacen imposible no comenzar a dudar de nosotros mismos y la pertenencia al espacio académico o profesional en el que nos desempeñamos. Esta es la raíz del síndrome del impostor.

¿Que es el síndrome del impostor y cómo afecta a las personas?

El síndrome del impostor se define como un patrón psicológico en el que el individuo duda de sus logros y sufre de un miedo internalizado constante de ser expuesto como fraude. Las causas por las que este cuadro se presenta son variadas y pueden ser internas, pero el problema se agrava con las prácticas sociales que facilitan la exclusión de personas que acaban de entrar a un campo de conocimiento o que pertenecen a una minoría social.

En el caso de aprendices y novatos, la combinación de ambos patrones puede provocar su salida del campo de trabajo o conocimiento que quieren dominar.

“No me sorprendería que al menos un ingeniero en potencia perdiera el entusiasmo por el rubro por una mala experiencia mientras solo trataba de buscar ayuda”.

Como explica Scialli, hay una diferencia entre aleccionar a los aspirantes y descorazonarlos. De la misma forma también la hay en implementar medidas para incluir a minorías y crear una falsa ilusión de integración al pensar que su conducta cultural debería ser similar a la nuestra.

La autenticidad así como la diversidad, son palabras populares de las cuales no todos entendemos completamente su concepto y no hemos podido incorporar a la tendencia social, como explica la Dra. Harden. Ser tú mismo en espacios académicos y laborales puede activar patrones de gatekeeping que provocarían una batalla social cuesta arriba, en el mejor de los casos, o el surgimiento o agravamiento del síndrome del impostor, en el peor.

“La batalla contra la fatiga racial es real, sé de primera mano que mostrar demasiada autenticidad puede dejar a la gente de color sin trabajo”.

La doctora Harder agrega que esta fatiga racial consecuente de la convocatoria de ser auténtica en el trabajo y el choque cultural posterior fue la razón por la que renunció a su trabajo. El cambio de código y la constante necesidad de defender sus conductas culturales para mantener a otros cómodos era un ejercicio de opresión que resultó extenuante para la profesora. Es aquí como la vigilancia y la validación de las ideas, conductas y personas en un campo de conocimiento deja de ser un recurso de control de calidad y se convierte en un mecanismo tanto de exclusión como de opresión social. ¿Cómo podemos comenzar a detectar y desmantelar el gatekeeping negativo, además de tratar la epidemia del síndrome del impostor? A través de la inteligencia emocional.

Una propuesta individual para un problema colectivo

A grandes rasgos, el gatekeeping es retroalimentación negativa externa y el síndrome del impostor es retroalimentación negativa interna. Para mitigar sus efectos y eventualmente eliminar estos patrones, necesitamos hacer uso de la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la habilidad de identificar y manejar las emociones propias y las de otros a través de la autoconciencia, autocontrol, motivación, empatía y comunicación social. ¿Cómo estas habilidades nos pueden ayudar a mantenernos constantes en nuestros objetivos académicos o laborales así como navegar el desbalance social sin perder el entusiasmo por nuestro campo de estudio o trabajo?

Ciertamente no ayudarían a desaparecer las actitudes de las personas que excluyen o demeritan arbitrariamente, ni elimina mágicamente las problemáticas individuales que alimentan un sentido de inseguridad y ansiedad; pero sí son una herramienta útil para interpretar, analizar y entender tanto el origen como las particularidades de las retroalimentaciones negativas que recibimos, en vez de solo lidiar con el impacto psicológico de las mismas.

La inteligencia emocional nos ayuda a descifrar una diferencia crucial con respecto a nuestro diálogo con nosotros mismos y la interacción con otros. La crítica constructiva y el autoanálisis no son lo mismo que la desacreditación y la autodepreciación; las dos primeras son recursos útiles para el crecimiento, las segundas son modos de exclusión e invisibilización.

Una persona emocionalmente inteligente es capaz de discernir cuando la retroalimentación que recibe de sí misma, o de otros, es útil y está enfocada a su crecimiento. Así es como es posible escuchar los mensajes que son útiles y mantener una distancia emocional saludable de los que no lo son.

Habiendo establecido su valor como recurso individual no podemos decir que la inteligencia emocional es la solución final para problemas sistémicos y engravados en los hilos de la tela social, como lo serían el sexismo, el racismo o el mal uso del gatekeeping.

Sin embargo, es un recurso invaluable para asimilar su origen y navegar ambientes en los que estas prácticas están presentes, de la misma forma, cuando las universidades y las empresas hacen un esfuerzo por hacerla parte de su cultura académica y de trabajo las incidencias de exclusión e invisibilización se reducen.

Conocerse a sí mismo, conocer a otros y saber comunicarse desde una perspectiva de apertura, flexibilidad y empatía, es el ejercicio más básico para integrar grupos diversos sin generar patrones nocivos como el cambio de código, el gatekeeping y el síndrome del impostor.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/codigo-social

Imagen: Vitabello en Pixabay

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Envejecimiento activo y universidades para mayores

Por: Sofía García-Bullé

La oferta de programas educativos requiere de una adaptación de los espacios didácticos para habilitar el envejecimiento activo.

El envejecimiento no es solo una realidad personal, también es social. La mitad de las generaciones vigentes están ya en la etapa de adultez madura. Los Baby boomers ya están entrados en los 60 años, miembros de la Generación X pasan los 50, inclusive las primeras generaciones de Millennials ya se encuentran en los albores de los 40 años.

La importancia de los datos anteriores, más que poner un énfasis en la edad, es reflexionar sobre la carga negativa que socialmente imponemos al transcurrir de la vida. El envejecimiento está intrínsecamente asociado con la falta de ímpetu, la aparición de dolencias físicas, la disminución de la capacidad mental y la habilidad de aprender. Este último aspecto no es necesariamente cierto, al menos no como ese trágico proceso de decrecimiento intelectual que comúnmente se presenta cuando se habla del tema.

La gente mayor es capaz de aprender. Estudios recientes de psicología y neurociencia muestran que el cerebro es capaz de adquirir habilidades nuevas a los 30, 50 o incluso hasta los 90 años.

Aunque el esfuerzo por obtener aprendizaje pudiera ser mayor en edades avanzadas, el beneficio es significativo, ya que los adultos mayores que siguen aprendiendo tienen más probabilidades de mantener una salud cognitiva estable. Estas investigaciones pueden tomarse en cuenta como base teórica para impulsar lo que conocemos como envejecimiento activo.

¿Qué es el envejecimiento activo? 

El envejecimiento activo se define como el proceso de optimización de oportunidades de salud, participación y seguridad para elevar la calidad de vida de las personas a medida que van avanzando en edad. El principio se aplica tanto a individuos como a grupos y se ha permeado en la forma en que vemos el aprendizaje y la capacidad de las personas para adquirirlo.

La mayor tesis para sostener la falta de capacidad de aprender del adulto mayor viene de la teoría de que su cerebro tiene menos plasticidad. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Brown comprobaron que las personas de edad más avanzada aún tenían una capacidad de aprender competente. Encontraron, además, que la plasticidad todavía sucedía en sus cerebros, solo que en una región diferente.

Bajo este contexto, el problema no es que las personas mayores no puedan aprender, sino que necesitan métodos y programas hechos a su medida; que tomen en cuenta una curva más amplia para su aprendizaje, pero que sepan aprovechar su experiencia, sus habilidades ya adquiridas y la estructura cognitiva que han desarrollado a lo largo de su vida.

La oferta educativa para el adulto mayor

Existen numerosos esfuerzos de educación continua a nivel global para mantener a un adulto mayor activo y con una mejor salud cognitiva y mental.

Dependiendo de la institución educativa y del país en cuestión, es posible que el candidato mayor de 45 años tenga que pasar por una prueba de acreditación que evalúe los conocimientos generales sobre las materias que se cursarán. Otras universidades permiten asistir de oyentes a los adultos mayores, no es necesario realizar ninguna prueba, pero no se acredita un grado académico.

Para los adultos mayores que busquen una certificación de su aprendizaje y habilidades adquiridas, ya hay opciones en varias universidades alrededor del mundo. Existe la Red Global de Universidades Inclusivas para el Adulto Mayor, en la que universidades de América, Europa y Asia son miembros.

España cuenta con opciones tanto presenciales como virtuales. Cataluña es la comunidad autónoma con el mayor número de universidades que ofrecen programas para el adulto mayor. Entre ellas se encuentran la Universitat a l’Abast, de la Universidad Autónoma de Barcelona, que cuenta con dos tipos de programas: en campus, donde la gente mayor puede tomar los mismos cursos que llevan los estudiantes “tradicionales”, y las aulas de extensión universitaria, donde aquellos interesados en continuar aprendiendo, pero que no pueden asistir al campus, puedan hacerlo desde sus localidades. La Universidad de Girona también cuenta con un programa de formación universitaria para mayores de 50 años, el cual también abre su oferta educativa en el campus y en aulas de extensión universitaria.

En España también destacan la Universitat per a Majors de la Universidad Jaume I, que este curso 2019/2020 coordinará el nuevo proyecto europeo Life-eLearn: blended experiential learning for adults, el cual pretende diseñar una acción educativa y metodológica para aprovechar al máximo la educación mixta (real-virtual), con el objetivo de maximizar la experiencia educativa de las personas mayores.

La Universidad Permanente de la Universidad de Alicante busca facilitar a las personas adultas su desarrollo personal y social a través de un “programa de desarrollo científico, cultural y social dirigido a promover la ciencia y la cultura, al mismo tiempo que las relaciones intergeneracionales, para mejorar la calidad de vida de las personas mayores y fomentar la participación de éstas en su contexto como dinamizadores sociales”.

La Universidad Complutense de Madrid también cuenta con una división enfocada en la educación de los adultos mayores. Su Universidad para mayores cuenta con una oferta educativa que se divide en dos ciclos: un Primer Ciclo, dirigido personas mayores de 55 años, desarrollado en cuatro cursos académicos, y un Segundo Ciclo o Ciclo de Especialización, dirigido a personas mayores de 50 años. Esta universidad cuenta en la actualidad cuenta con más de 2.100 alumnos matriculados.

En el ámbito virtual también se ofrecen programas especializados para los adultos mayores. La UNED Senior se especializa en temas de actualidad y desarrollo personal y busca proporcionar conocimientos, aprendizajes y estrategias para el desarrollo integral y la autonomía personal de las personas mayores de 55 años además de favorecer la comunicación a través de las relaciones interpersonales y del encuentro intergeneracional.

La Universidad en Internet (UNIR) también cuenta con titulaciones para adultos mayores en ciencias de la salud, ciencias sociales, jurídicas, humanidades, arquitectura e ingeniería.

Estados Unidos cuenta con universidades con programas educativos específicos para adultos mayores, algunos de ellos gratuitos para ciudadanos estadounidenses en universidades como Universidad de Alaska, Universidad Central Estatal de Connecticut, la Universidad de Kansas y la Universidad Estatal de Mississippi.

Este movimiento de inclusión para con generaciones mayores en la universidades va más allá de solo desarrollar programas educativos amigables, existe una iniciativa por habilitar y habitar hogares de retiro cerca de los dormitorios universitarios. Este proyecto sirve a varios propósitos, les permite a los adultos mayores estar cerca de las ofertas educativas, a los estudiantes jóvenes les permite encontrar mentores y a las universidades les ofrece una opción para obtener fondos en un panorama económico en el que un número creciente de instituciones  están perdiendo oportunidades para procurar fondos. 

“Tomando en cuenta la situación demográfica, la deuda de colegiaturas y cómo los estados han dejado de fondear la educación superior… el resultado es que la colegiatura sube y la necesidad de becas sube. Así que esto es un beneficio al engranaje, de alguna forma encaja”.

Dice Tom Schwarz, el recién retirado presidente la Universidad Purchase sobre la práctica de convocar a los adultos mayores a invertir tanto en educación superior como en vivienda cerca de las casas de estudio.

Singapur no escatima en recursos y retos para las instituciones educativas que buscan ofrecer programas para los adultos mayores. Todos los graduados de carrera y grados posteriores egresados de la Universidad Nacional de Singapur, permanecen inscritos hasta 20 años después de su fecha de primera admisión; haciéndolos elegibles para cualquiera de los 500 cursos que imparte la universidad.

China ha presentado un boom en la fundación de universidades para adultos mayores. Desde 1983, han abierto 70,000 programas para personas de edad avanzada. Ofrecen desde cursos tradicionales académicos hasta actividades extra-curriculares como baile, compras en línea e inglés para viajar. La edad promedio de los estudiantes admitidos en estos programas es de 65 a 70 años.

La educación continua para adultos mayores es una necesidad patente tomando en cuenta la extensión de los límites de edad para jubilarse. La edad de jubilación se está perfilando por encima de los 70 años. Es imperativo que las universidades participen en el esfuerzo por mantener activa y saludable a una creciente población de edad avanzada que merece el mismo acceso a la educación y calidad de vida que sus congéneres más jóvenes.

Por esto que podemos decir que la tendencia de crear productos educativos enfocados a personas mayores no solo continuará, sino irá en aumento, podríamos hablar de un futuro próximo en el que jóvenes y adultos convivan en un ambiente universitario debido a este cambio demográfico, borrando los límites socialmente impuestos de hasta cuando se puede aprender.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/envejecimiento-activo

Imagen: https://www.flickr.com/photos/ansesgob/7301757206

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Opinión: La importancia del conocimiento histórico para evitar tragedias humanas

Por: Sofía García-Bullé

29 de diciembre de 1845, Estados Unidos anexa a su territorio a la República de Texas. Este evento causa un conflicto de magnitud internacional con México, que ni siquiera había reconocido la independencia de Texas, considerándolo aún un estado mexicano renegado.

Esta cadena de sucesos provocó la erupción de la guerra entre México y Estados Unidos de 1846 a 1848; año en que, tras la derrota militar, México se vio obligado a ceder todo el territorio al norte del río Bravo. Estas tierras comprendían lo que hoy son los estados de Arizona, California (A través de la venta de La Mesilla), Nevada, Utah, Nuevo México, algunas partes de Colorado, Wyoming, Kansas, Oklahoma y, por supuesto, Texas.

Estos sucesos pertenecen a un pasado lejano, valioso tal vez para los historiadores y maestros de historia, o quizás relevante en otros niveles más conectados con nuestra realidad actual. Patrick Crusius salió de su casa el sábado 3 de agosto con la intención de matar a todos los mexicanos que le fuera posible antes de que las autoridades lo detuvieran. El saldo del ataque ascendió a 22 muertos y 24 heridos.

Su crimen, perseguido por los fiscales de estado como un acto de terrorismo doméstico, fue motivado por una creencia equivocada de que los inmigrantes hispanos invadían territorio estadounidense y que su deber como ciudadano era defender a su país de este ataque. Tal vez si su manifiesto publicado se hubiera basado más en conocimiento histórico y menos en la misma línea de pensamiento que motiva los tweets de su presidente, Crusius habría entendido que la presencia histórica de los mexicanos en Texas tenía que ver exactamente con lo opuesto de una invasión mexicana.

La lucha por una perspectiva histórica completa

De acuerdo con el Washington Post, las clases de historia son obligatorias en los niveles básicos de las escuelas tejanas. Desde cuarto de primaria hasta primero de secundaria los estudiantes aprenden la historia de su estado, desde su independencia con respecto a México, pasando por su anexión a Estados Unidos, hasta la cesión mexicana al terminar la Guerra de Intervención Estadounidense.

Si esto es algo que se asume que todos los niños tejanos saben, ¿qué se pierde en el camino a convertirse en adultos? ¿Las instancias educativas que comunican estos hechos históricos incluyen también un entrenamiento para ejercer el pensamiento crítico y comprender el complicado camino que hizo a Texas el estado bicultural que es hoy? ¿O hace falta la continuación de una intención histórico-educativa en niveles superiores como preparatoria o universidad?

Si este es el caso, el mensaje que han enviado varias universidades del sur de Estados Unidos ha sido desalentador. El estado de Arizona, ordenó a Tucson prohibir las clases de estudios mexicoamericanos en el 2012, decreto que fue anulado apenas en el 2017 en la Corte del Distrito, por considerar que favorecía una agenda educacional y política racista.

El caso de Texas es complicado. A pesar de contar con educación histórica en los niveles básicos, la de niveles superiores, que es donde se forma el pensamiento crítico para entender cómo la historia entra en juego para formar la sociedad en la que se vive, no contaba con un estatus oficial ni estándares generales para la materia de estudios mexicoamericanos.

Esto dejaba a los profesores que impartían estos programas electivos en una situación de abandono académico, en la que tenían que buscar contenidos por su cuenta, careciendo de una guía para programar contenidos y actividades para la clase.

Tan solo el año pasado, después de un arduo debate, la Junta Estatal de Educación en Texas votó para crear un currículum estandarizado para la clase de estudios mexicoamericanos, pero por orden de la Junta la asignatura debía cambiar su nombre de “Estudios México-Americanos” a “Estudios Étnicos: Una visión general de los americanos de ascendencia mexicana”.

La propuesta y posteriormente mandato del cambio de título pudiera parecer inocua, pero es en realidad un vehículo de sesgo educacional. Cuando hablamos de estudios mexicoamericanos está implícita la intención de comunicar el delicado balance y simbiosis de los momentos históricos que comparten México y Estados Unidos, además de cómo estos se reflejan en la actualidad que viven ambos países.

Si en cambio hablamos de una “visión general de los americanos de ascendencia mexicana”, colocamos el elemento mexicano como una cosa del pasado, lo borramos del presente, lo convertimos en un accesorio de la americanidad, que sería en este caso la perspectiva central. El aspecto mexicano en la dimensión bicultural de Texas se convierte en un miembro vestigial de la identidad texana, no el elemento presente y vivo que es.

Maestros y activistas de la comunidad latina y mexicoamericana en Texas pelearon la decisión, y en septiembre de 2018 lograron la instauración de una nomenclatura más certera para los objetivos educacionales de la materia que quedó como «Estudios étnicos: estudios mexicoamericanos”.

Esto representó solo un paso más de una intención constante de proveer a los tejanos de un acercamiento real sobre su herencia histórica e identidad bicultural, que no puede describirse como menos que una necesidad patente. Silenciar a la mitad de una cultura a través del control de cómo educamos su historia tiene consecuencias, más trágicas y reales de lo que anticipamos.

El peso de silenciar la biculturalidad en la educación histórica tejana

Sin una perspectiva sensible acerca de la dimensión bicultural de Texas es difícil procesar una realidad presente como la que tememos. Estamos viviendo la crisis mundial de migración más grande de la historia moderna. Tan sólo en El Paso, el número de familias migrantes que cruzaron el territorio aumento 2100 % el año fiscal pasado. La mayoría de estas familias vienen de Centroamérica, de las cuales 15,000 fueron arrestadas en este periodo.

Esto, aunado al discurso y políticas infamatorias del presidente Donald Trump y su equipo de comunicación, ha generado una narrativa en la que se claman víctimas de una invasión extranjera y dirigen relaciones internacionales hostiles con México para forzarlo a parar la ola de migración hacia Estados Unidos.

Texas no es ajeno a esta situación, es de hecho uno de los estados en los que más ha aumentado el cruce de migrantes en los últimos años. Pero tomar en cuenta solo este presente para juzgar toda la realidad social e identidad cultural tejana, ignorando que lo que hizo a Texas lo que es hoy fue la migración de norteamericanos hacia territorio mexicano, y además encuadrar las tendencias migratorias actuales como una invasión, que es básicamente un acto de guerra, no denota solamente falta de memoria histórica, sino de humanidad, cosas que idealmente se aprenden en una clase de historia.

El silencio educativo con respecto a la historia completa de un estado o país borra partes importantes de la identidad del mismo y habilita a personas como Crusius a racionalizar una crisis migratoria como una invasión.

Bajo este contexto, el conocimiento histórico no es solo una cuestión optativa, es un derecho inalienable del alumno y una obligación apremiante de las instituciones educativas norteamericanas; uno que debe aplicarse rápido, preferentemente antes de que el mandatario estadounidense escriba otro tuit sobre lo que piensa de la migración y de los mexicanos.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/el-paso-texas

Imagen: https://www.abc.es/historia/abci-como-mexico-perdio-texas-porque-ejercito-estaba-echando-siesta-deshonra-dificil-olvidar-201703230353_noticia.html

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Envejecimiento activo y universidades para mayores

La oferta de programas educativos requiere de una adaptación de los espacios didácticos para habilitar el envejecimiento activo.

El envejecimiento no es solo una realidad personal, también es social. La mitad de las generaciones vigentes están ya en la etapa de adultez madura. Los Baby boomers ya están entrados en los 60 años, miembros de la Generación X pasan los 50, inclusive las primeras generaciones de Millennials ya se encuentran en los albores de los 40 años.

La importancia de los datos anteriores, más que poner un énfasis en la edad, es reflexionar sobre la carga negativa que socialmente imponemos al transcurrir de la vida. El envejecimiento está intrínsecamente asociado con la falta de ímpetu, la aparición de dolencias físicas, la disminución de la capacidad mental y la habilidad de aprender. Este último aspecto no es necesariamente cierto, al menos no como ese trágico proceso de decrecimiento intelectual que comúnmente se presenta cuando se habla del tema.

La gente mayor es capaz de aprender. Estudios recientes de psicología y neurociencia muestran que el cerebro es capaz de adquirir habilidades nuevas a los 30, 50 o incluso hasta los 90 años.

Aunque el esfuerzo por obtener aprendizaje pudiera ser mayor en edades avanzadas, el beneficio es significativo, ya que los adultos mayores que siguen aprendiendo tienen más probabilidades de mantener una salud cognitiva estable. Estas investigaciones pueden tomarse en cuenta como base teórica para impulsar lo que conocemos como envejecimiento activo.

¿Qué es el envejecimiento activo? 

El envejecimiento activo se define como el proceso de optimización de oportunidades de salud, participación y seguridad para elevar la calidad de vida de las personas a medida que van avanzando en edad. El principio se aplica tanto a individuos como a grupos y se ha permeado en la forma en que vemos el aprendizaje y la capacidad de las personas para adquirirlo.

La mayor tesis para sostener la falta de capacidad de aprender del adulto mayor viene de la teoría de que su cerebro tiene menos plasticidad. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Brown comprobaron que las personas de edad más avanzada aún tenían una capacidad de aprender competente. Encontraron, además, que la plasticidad todavía sucedía en sus cerebros, solo que en una región diferente.

Bajo este contexto, el problema no es que las personas mayores no puedan aprender, sino que necesitan métodos y programas hechos a su medida; que tomen en cuenta una curva más amplia para su aprendizaje, pero que sepan aprovechar su experiencia, sus habilidades ya adquiridas y la estructura cognitiva que han desarrollado a lo largo de su vida.

La oferta educativa para el adulto mayor

Existen numerosos esfuerzos de educación continua a nivel global para mantener a un adulto mayor activo y con una mejor salud cognitiva y mental.

Dependiendo de la institución educativa y del país en cuestión, es posible que el candidato mayor de 45 años tenga que pasar por una prueba de acreditación que evalúe los conocimientos generales sobre las materias que se cursarán. Otras universidades permiten asistir de oyentes a los adultos mayores, no es necesario realizar ninguna prueba, pero no se acredita un grado académico.

Para los adultos mayores que busquen una certificación de su aprendizaje y habilidades adquiridas, ya hay opciones en varias universidades alrededor del mundo. Existe la Red Global de Universidades Inclusivas para el Adulto Mayor, en la que universidades de América, Europa y Asia son miembros.

España cuenta con opciones tanto presenciales como virtuales. Cataluña es la comunidad autónoma con el mayor número de universidades que ofrecen programas para el adulto mayor. Entre ellas se encuentran la Universitat a l’Abast, de la Universidad Autónoma de Barcelona, que cuenta con dos tipos de programas: en campus, donde la gente mayor puede tomar los mismos cursos que llevan los estudiantes “tradicionales”, y las aulas de extensión universitaria, donde aquellos interesados en continuar aprendiendo, pero que no pueden asistir al campus, puedan hacerlo desde sus localidades. La Universidad de Girona también cuenta con un programa de formación universitaria para mayores de 50 años, el cual también abre su oferta educativa en el campus y en aulas de extensión universitaria.

En España también destacan la Universitat per a Majors de la Universidad Jaume I, que este curso 2019/2020 coordinará el nuevo proyecto europeo Life-eLearn: blended experiential learning for adults, el cual pretende diseñar una acción educativa y metodológica para aprovechar al máximo la educación mixta (real-virtual), con el objetivo de maximizar la experiencia educativa de las personas mayores.

La Universidad Permanente de la Universidad de Alicante busca facilitar a las personas adultas su desarrollo personal y social a través de un “programa de desarrollo científico, cultural y social dirigido a promover la ciencia y la cultura, al mismo tiempo que las relaciones intergeneracionales, para mejorar la calidad de vida de las personas mayores y fomentar la participación de éstas en su contexto como dinamizadores sociales”.

La Universidad Complutense de Madrid también cuenta con una división enfocada en la educación de los adultos mayores. Su Universidad para mayores cuenta con una oferta educativa que se divide en dos ciclos: un Primer Ciclo, dirigido personas mayores de 55 años, desarrollado en cuatro cursos académicos, y un Segundo Ciclo o Ciclo de Especialización, dirigido a personas mayores de 50 años. Esta universidad cuenta en la actualidad cuenta con más de 2.100 alumnos matriculados.

En el ámbito virtual también se ofrecen programas especializados para los adultos mayores. La UNED Senior se especializa en temas de actualidad y desarrollo personal y busca proporcionar conocimientos, aprendizajes y estrategias para el desarrollo integral y la autonomía personal de las personas mayores de 55 años además de favorecer la comunicación a través de las relaciones interpersonales y del encuentro intergeneracional.

La Universidad en Internet (UNIR) también cuenta con titulaciones para adultos mayores en ciencias de la salud, ciencias sociales, jurídicas, humanidades, arquitectura e ingeniería.

Estados Unidos cuenta con universidades con programas educativos específicos para adultos mayores, algunos de ellos gratuitos para ciudadanos estadounidenses en universidades como Universidad de Alaska, Universidad Central Estatal de Connecticut, la Universidad de Kansas y la Universidad Estatal de Mississippi.

Este movimiento de inclusión para con generaciones mayores en la universidades va más allá de solo desarrollar programas educativos amigables, existe una iniciativa por habilitar y habitar hogares de retiro cerca de los dormitorios universitarios. Este proyecto sirve a varios propósitos, les permite a los adultos mayores estar cerca de las ofertas educativas, a los estudiantes jóvenes les permite encontrar mentores y a las universidades les ofrece una opción para obtener fondos en un panorama económico en el que un número creciente de instituciones  están perdiendo oportunidades para procurar fondos. 

“Tomando en cuenta la situación demográfica, la deuda de colegiaturas y cómo los estados han dejado de fondear la educación superior… el resultado es que la colegiatura sube y la necesidad de becas sube. Así que esto es un beneficio al engranaje, de alguna forma encaja”.

Dice Tom Schwarz, el recién retirado presidente la Universidad Purchase sobre la práctica de convocar a los adultos mayores a invertir tanto en educación superior como en vivienda cerca de las casas de estudio.

Singapur no escatima en recursos y retos para las instituciones educativas que buscan ofrecer programas para los adultos mayores. Todos los graduados de carrera y grados posteriores egresados de la Universidad Nacional de Singapur, permanecen inscritos hasta 20 años después de su fecha de primera admisión; haciéndolos elegibles para cualquiera de los 500 cursos que imparte la universidad.

China ha presentado un boom en la fundación de universidades para adultos mayores. Desde 1983, han abierto 70,000 programas para personas de edad avanzada. Ofrecen desde cursos tradicionales académicos hasta actividades extra-curriculares como baile, compras en línea e inglés para viajar. La edad promedio de los estudiantes admitidos en estos programas es de 65 a 70 años.

La educación continua para adultos mayores es una necesidad patente tomando en cuenta la extensión de los límites de edad para jubilarse. La edad de jubilación se está perfilando por encima de los 70 años. Es imperativo que las universidades participen en el esfuerzo por mantener activa y saludable a una creciente población de edad avanzada que merece el mismo acceso a la educación y calidad de vida que sus congéneres más jóvenes.

Por esto que podemos decir que la tendencia de crear productos educativos enfocados a personas mayores no solo continuará, sino irá en aumento, podríamos hablar de un futuro próximo en el que jóvenes y adultos convivan en un ambiente universitario debido a este cambio demográfico, borrando los límites socialmente impuestos de hasta cuando se puede aprender.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/envejecimiento-activo?utm_source=Observatorio+Facebook&utm_campaign=7ef76672ca-EMAIL_CAMPAIGN_2019_01_15_LDTEC_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_613c71fb67-7ef76672ca-236776455
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La economía colaborativa y su influencia en la academia

Por: Sofía García-Bullé

Es necesario generar soluciones que mantengan la calidad de la experiencia educativa ante un detrimento crónico de la profesión docente.

El rápido avance de la tecnología ha tenido un significativo impacto en la base de la economía global. Aplicaciones como Uber, Rappi o Glovo, cambiaron la forma en la que se estructura el mercado laboral y las compañías que generan empleos.

A esto se le conoce como gig economy o economía colaborativa. Consiste en la construcción de relaciones laborales a través del outsourcing administrado por aplicaciones.

Las personas que entablan relaciones laborales con estos negocios entran en una dinámica de contractores o “socios”, que realizan un trabajo independiente o por proyecto pero que generalmente no cuentan con un contrato de por medio. La ventaja de esta modalidad es que las personas pueden administrar sus horas de trabajo y ganancias como mejor les parezca. La desventaja es que no se trata de un trabajo formal, los que lo realizan no cuentan con ninguno de los derechos y protecciones que tendría un empleado.

En Estados Unidos, más de 57 millones de personas son trabajadores independientes o freelance y han tenido contacto con la economía colaborativa; en México superan los 14 millones.

La anatomía de la academia colaborativa

Adrianne Kezar es profesora en la Universidad del Sur de California y directora del Centro Pullias para Educación Superior, ella ha dedicado su carrera a la investigación y al activismo en favor de un mercado laboral justo para los maestros y personal académico.

Kezar ha registrado cambios en la dimensión laboral de la academia desde antes de la llegada de la economía colaborativa. Las instituciones educativas comenzaron a desarrollar una tendencia que a la fecha sigue creciendo dentro de las filas del personal educativo: la dependencia en profesionales educativos adjuntos o asociados.

Son cada vez más las universidades que se apoyan en el trabajo de empleados adjuntos que no tienen una posición permanente en las instituciones ni los beneficios que esta implica. Esta práctica ha creado condiciones de trabajo inseguras e insuficientes para millones de educadores, lo que termina lastimando, en mayor medida, la calidad de la experiencia educativa de los estudiantes. Si las instituciones no satisfacen las necesidades laborales del personal docente, estos no estarán aptos para asegurar una educación de alto estándar.

Esta tendencia está evolucionando a algo que Kezar considera una amenaza mayor: la “gigificación” académica. Adoptar un modelo de economía colaborativa para la academia tendría serias consecuencias para las condiciones laborales de los profesionales educativos. Si las instituciones educativas siguen el modelo de empresas como Uber, los maestros dejarían de serlo y se convertirían en trabajadores independientes sin una plataforma que los ayude a obtener el desarrollo necesario para ser capaces en su labor. Kezar describe detalladamente cómo sería un panorama académico de este tipo.

“Una fuerza de trabajo desprofesionalizada y barata, trabajadores incapaces reclutados a través de outsourcing, haciendo uso de la tecnología para reducir costos laborales, delegando los costos de reproducción a los empleados y basándose en una ética de microempresa, además de un control administrativo sobre la oferta de trabajo y la demanda”.

Todos nos hemos topado con un repartidor de alguna aplicación como Deliveroo o Glovo que no entrega el pedido, o que trae la orden incorrecta, también con un conductor que no maneja bien o que va con prisa porque tiene una cuota de entregas por día que está obligado a cumplir para que le paguen. Estos son algunos de los riesgos de las entregas al siguiente día o de contratar servicios vía aplicación, ese margen de error existe y es algo que asumimos sin mayor problema pero, ¿estaríamos dispuestos a ser así de flexibles con la calidad de la oferta educativa? ¿Cuáles serían los costos de esto a largo plazo?

Los ambientes de trabajo positivos son cruciales para el desarrollo humano, no pueden crearse las condiciones para una educación real sin estas condiciones. Rezak sostiene que hace dos décadas, antes de que comenzaran a darse todos estos cambios, las universidades y escuelas eran reconocidas por generar ambientes de trabajo e interacción saludables. Explicó que ahora la situación es opuesta, con las instituciones educativas generando calificaciones bajas en comparación con otras organizaciones y negocios en materia del ambiente de trabajo.

“Las estructuras y mecanismos que canalizan las relaciones humanas en la academia colaborativa aumentan el estrés de los trabajadores académicos, formando desconfianza entre colegas y convirtiendo relaciones originalmente cooperativas en antagonísticas”.

Argumenta Rezak, la también autora del libro “The Gig Academy”, explica que esta situación obliga a los trabajadores de la academia a usar mucho más de su tiempo y energía para generar estrategias que los ayuden a sobrevivir en un ambiente de trabajo inseguro, mal pagado y con alto potencial de explotación.

La primera baja de un mercado laboral educativo en estas condiciones es la capacidad de las instituciones educativas de crear una comunidad. Este es un cambio sustancial en la forma en la que vemos la transmisión de conocimiento a nivel institucional. La educación se nutre de la comunicación y cooperación entre maestros y alumnos en el aula así como la comunicación que ambos tienen con el resto del personal que conforman la institución. Esto es lo que forma una comunidad educativa, sin canales que aseguren el buen funcionamiento de esta dinámica estaríamos perdiendo elementos fundamentales de la experiencia educativa.

Existen estrategias que se pueden tomar para evitar una erosión de la oferta educativa debido la adopción del sistema de economía colaborativa en la academia. Rezak los detalla en su libro. Un enfoque sensible hacia los sindicatos, además un propósito constante de asegurar el diálogo y la diversidad son rutas viables mantener la calidad del ambiente laboral de la academia y el producto educativo que genera.

Sin embargo, el punto clave no se encuentra en un modelo de negocio apoyado por las bondades de la tecnología sino en la ética básica de ofrecer oportunidades y crecimiento a los profesionales que se requieren en el área educativa. Trato humano y un buen balance de justicia en la forma en que se administran las plazas educativas pueden hacer más por el futuro de la educación que cualquier aplicación o servicio tecnológico.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academia-colaborativa

Imagen: Shahid Abdullah en Pixabay 

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