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África: Lo que dicen los genes de los parásitos de la malaria sobre las migraciones y la resistencia a los medicamentos

África/29 Agosto 2019/El país

Un equipo de científicos africanos ha descubierto las características genéticas de los parásitos de Plasmodium falciparum, causantes de la malaria, incluidas aquellas que les confieren resistencia a los medicamentos antipalúdicos. Se trata del primer estudio de esta índole en África y fue publicado el pasado 22 de agosto en la revista científicaScience.

El hallazgo arroja nueva luz sobre cómo la resistencia a los medicamentos está emergiendo en diferentes lugares y avanzando por varias rutas en África, poniendo en riesgo el éxito anterior en el control de la malaria, una enfermedad endémica en muchos países. El Plasmodium falciparum es la especie de parásito más mortal y en África subsahariana es prevalente. Se transmite al ser humano a través de la picadura del mosquito Anopheles y afectó a más de 200 millones de personas en 2017 y mató a 435.000 de ellas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En 2015, el 92% de las muertes en todo el mundo ocurrieron en África, y el 74% de ellas correspondieron a niños menores de cinco años.

Entre 2000 y 2015, los esfuerzos e inversiones continuadas para eliminar la enfermedad consiguieron que la mortalidad se redujera a la mitad: de 864.000 víctimas a 429.000 por año. Pero los hallazgos de este nuevo estudio sugieren que este progreso puede estar en riesgo si no existen nuevas formas de tratamiento.

La investigación proviene de la Plasmodium Diversity Network Africa (PDNA), la primera red de científicos africanos que trabaja con herramientas genómicas para estudiar la diversidad de parásitos de la malaria en todo el continente. En colaboración con el Wellcome Sanger Institute, los investigadores estudiaron la diversidad genética de las poblaciones endémicas de varios países subsaharianos, incluidos Etiopía y Ghana. Los datos ayudarán a rastrear la aparición y propagación de cepas resistentes a los medicamentos preventivos, con el fin de intensificar y enfocar los esfuerzos para eliminar la enfermedad.

Aunque la población de parásitos de Plasmodium falciparum en esta región del mundo es extremadamente diversa desde el punto de vista genético, algunas investigaciones anteriores sugirieron que esta diversidad era relativamente similar en todo el continente. También se pensó que el flujo de material genético tendía a ser de este a oeste, y se creía que la resistencia a las drogas antipalúdicas se originaba en el sudeste asiático. Sin embargo, los resultados de este nuevo estudio indican que los parásitos que causan la malaria son genéticamente distintos según la región de África en la que se encuentren.

Además, los investigadores han descubierto que estas poblaciones regionales comparten material genético en todas las direcciones, incluidos los genes que pueden conferir resistencia a los medicamentos antipalúdicos, con nuevos tipos de resistencia a estos que emergen en diferentes partes de África.

«Al contrario que en estudios previos, identificamos en distintos países occidentales, centrales y orientales, poblaciones de Plasmodium falciparum, así como una población etíope altamente divergente», explica el profesor Abdoulaye Djimdé, investigador en el Wellcome Sanger Institute y jefe de la Unidad de Epidemiología Molecular y Resistencia a los Medicamentos en el Centro de Investigación y Entrenamiento de la Malaria, de la Universidad de Bamako

«Todas ellas compartieron el material genético procedente de todas las direcciones, lo que indica que el flujo de genes es multidireccional, en oposición al unidireccional de este a oeste como se pensaba anteriormente», añade. «Esta es información crucial para comprender cómo se está desarrollando la resistencia a los medicamentos contra la malaria en África».

Se cree que la migración humana, incluida la resultante de la actividad colonial, ha desempeñado un papel en la evolución del parásito en el continente. En concreto, los investigadores han señalado que la población de parásitos etíopes es muy distinta de las del resto de África, y dado que la población humana en Etiopía también tiene una ascendencia distinta de la de otros, se cree que la falta de colonización del país podría explicar su estado atípico. Por el contrario, los parásitos de antiguas colonias francesas distantes comparten material genético.

PDNA recolectó muestras de Plasmodium falciparum de 15 países africanos y sus genomas se secuenciaron en el Wellcome Sanger Institute como parte de la red de intercambio de datos MalariaGEN. Los datos genéticos en estas muestras, junto con otros datos recogidos en el continente que MalariaGEN había generado y liberado previamente, se analizaron para rastrear la conectividad ancestral entre las diversas poblaciones de parásitos.

Los resultados confirmaron que las poblaciones de Plasmodium falciparum han compartido información genética a lo largo del tiempo, particularmente los genes asociados con la resistencia a los medicamentos antipalúdicos. Lo más preocupante es que se detectaron firmas genéticas fuertes en el cromosoma 12 en muestras del mosquito recogidas en Ghana y Malawi, lo que aumenta la posibilidad de que la evolución reciente del parásito pueda comprometer la efectividad de las terapias combinadas basadas en artemisinina (ACT). Los ACT combinan múltiples medicamentos antipalúdicos en un tratamiento para superar la resistencia a uno o más medicamentos individuales.

El doctor Alfred Amambua-Ngwa, autor principal del estudio, miembro del Instituto Wellcome Sanger y profesor asistente en la Unidad del Consejo de Investigación Médica de Gambia, y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, ha afirmado que cualesquiera que sean los factores históricos que afectan el flujo de genes entre las distintas poblaciones de Plasmodium falciparum, el flujo multidireccional «aumenta la posibilidad de propagación continental de la resistencia a las terapias combinadas basadas en artemisinina, que podrían surgir de cualquier parte de África».

El establecimiento del PDNA es un paso importante para continuar rastreando la propagación de la malaria resistente a los medicamentos en África en un momento crucial, cuando los esfuerzos para eliminar la enfermedad ahora se estancan y la perspectiva de cepas de Plasmodium falciparum resistentes a múltiples medicamentos en África en el horizonte.

Michael Chew, gerente del departamento de Infecciones e Inmunobiología de Wellcome, apunta que esta investigación «podría tener implicaciones para el futuro de la investigación y el control de la malaria en el África subsahariana. Al estudiar la diversidad genética en un área tan vasta y diversa, la investigación del equipo ha revelado la presencia de diferencias genéticas clave dentro de las cepas del parásito». «Esto podría proporcionar información vital sobre cómo se está desarrollando la resistencia a los medicamentos en toda la región y supone un claro recordatorio de que el progreso logrado para combatir la malaria en el África subsahariana está en riesgo de estancarse a menos que podamos desarrollar tratamientos nuevos y efectivos», concluye.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/08/26/planeta_futuro/1566816880_563312.html

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África arde más que la Amazonia

África/29 Agosto 2019/El país

Unos 10.000 incendios están activos solo en Angola y Congo frente a los 2.127 de Brasil. Los campesinos usan los fuegos como técnica agrícola, pero un 10% queda fuera de control

En plena agitación mundial por los incendios en la cuenca del Amazonas, una imagen de satélite difundida hace unos días por la NASA y analizada por Weather Source revelaba que en África central había más incendios que en Brasil. Solo en Angola y el sur de la República Democrática del Congo (RDC) había más de 10.000 fuegos activos, frente a los 2.127 del país sudamericano. Durante la cumbre del G7 en Biarritz, el presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a anunciar la posibilidad de desbloquear fondos para combatir el fuego también en el continente africano. Sin embargo, según los expertos, no son fenómenos comparables. La mayor parte de los incendios en África, y ocurre cada año, responde a técnicas agrícolas ancestrales usadas por el hombre en actividades agrícolas y pastorales, están controlados y no afectan a grandes masas boscosas sino a pastizales y tierras de cultivo.

Una imagen de satélite muestra el fuego que cruza por Angola, Zambia y el Congo, el pasado 25 de agosto.
Una imagen de satélite muestra el fuego que cruza por Angola, Zambia y el Congo, el pasado 25 de agosto. NASA REUTERS

“El uso del fuego para cazar, favorecer las mejores plantas para la alimentación o la fibra, la limpieza para la agricultura y el pastoreo, facilitar los viajes y controlar las plagas está bien documentado, es tradicional y continúa en la actualidad en muchas partes de África”, asegura Peter Moore, especialista en gestión de fuegos del departamento de Bosques de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Es el sistema preferido por la mayor parte de campesinos, especialmente en zonas donde tienen escasos ingresos y la agricultura no está mecanizada, ya que es más económico, puede acabar con ciertas plagas y enfermedades y las cenizas del matorral quemado aportan nutrientes a los futuros cultivos, aunque a medio plazo y sin una gestión adecuada de su alcance e intensidad aceleran la erosión del suelo.

La imagen del satélite muestra que además de Angola y la RDC, Zambia, Mozambique o Madagascar también sufren el mismo fenómeno. Sin embargo, se estima que nueve de cada diez fuegos en África no crean grandes daños, sino más bien beneficios a la comunidad. Tosi Mpanu Mpanu, negociador congolés en las conferencias sobre el clima de Naciones Unidas, incide en que “en la Amazonia, el bosque arde sobre todo a causa de la sequía y el cambio climático. Pero en África central se debe esencialmente a técnicas agrícolas”, informa AFP.

África arde más que la Amazonia

Ante la alarma incipiente, el Gobierno de Angola ha querido salir al paso para advertir de las comparaciones entre lo que sucede en este país africano y Brasil, que pueden conducir, asegura en un comunicado, “a una dramatización de la situación y a la desinformación de las mentes más imprudentes”. Según el Ministerio de Medio Ambiente angolés se trata de fuegos que los agricultores generan cada año al final de la estación seca. “En esta época del año y en numerosas regiones de nuestro país se producen incendios por parte de los campesinos en fase de preparación de las tierras debido a la proximidad de la estación de lluvias”, añade el comunicado.

Desde luego, también hay riesgos. Moore explica que, según los estudios más recientes, cada año arde entre el 3% y el 4% de la superficie terrestre del Planeta. Y aunque la tendencia es descendente en África (300 millones de hectáreas quemadas en 2016 frente a 340 millones en 2003), se trata de uno de los continentes más afectados. Se calcula que el 10% de los incendios se escapan de control y son los responsables del 90% de la superficie que arde. “Estos son los que causan la pérdida de vidas, daños materiales e impacto ambiental. Son incontenibles hasta que cambia el clima o las condiciones del combustible que los hace arder. En muchos países de África la capacidad de manejo de incendios no está bien desarrollada”, añade Moore. En el origen suelen estar los accidentes, falta de comprensión del riesgo, malas prácticas o descuidos. En 2016 la superficie quemada fue seis veces España.

Los colectivos defensores del Medio Ambiente alertan de que esta técnica de desbroce y quema provoca una grave deforestación y pérdida de la biodiversidad, así como la erosión de la tierra. La deforestación es real, aunque la causa principal no es la quema sino la tala. Según aseguró Mpanu Mpanu a AFP, “la cubierta forestal de la RDC ha pasado del 67% al 54% de su territorio entre 2003 y 2018”. El propio presidente Tshisekedi aludió a la pérdida de árboles en la cuenca del río Congo, la segunda masa forestal del Planeta, en su discurso de investidura. En un país donde solo el 9% de la población tiene acceso a electricidad, la madera es una importante fuente de energía y se permite la tala artesanal, que en ocasiones esconde los intereses de empresas madereras.

África arde más que la Amazonia

Emisiones a la atmósfera

Otro aspecto de los incendios tiene que ver con sus emisiones de gases nocivos a la atmósfera. «Cuando se usa el fuego para transformar áreas forestales en tierras abiertas hay una adición neta de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Combustibles que no se suelen quemar, como turberas y selvas tropicales, contribuyen de manera intensa a dichas emisiones», explica Moore. Sin embargo, cuando se quema un terreno y la vegetación se regenera con el tiempo, esas plantas eliminan el de la atmósfera a medida que crecen.

La FAO propone mejorar las habilidades de las comunidades en la gestión de incendios a partir de sus propias tradiciones y conocimientos, teniendo en cuenta el impacto positivo que tienen la mayoría de los fuegos controlados. Al mismo tiempo, recomienda mejorar sus capacidades para la extinción y la comprensión de los riesgos. “Los incendios forestales dañinos”, como los que atraviesa en la actualidad el Amazonas, “no son una emergencia sin precedentes. La combinación de políticas, planeamiento y gestión desfasadas han creado un contexto en el que los incendios generan daños y pérdidas”, concluye Moore.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/08/28/actualidad/1566978341_414043.html

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La violencia expulsa del colegio a casi dos millones de niños en África en dos años

Por: Patricia Peiró

Los conflictos han provocado el cierre de más de 9.000 escuelas en ocho países de la región en la que ya hay 40 millones de pequeños fuera del sistema educativo

Los colegios son muchas veces un caramelo para los soldados y las milicias. Suelen contar con buenas infraestructuras, estar bien conectados y normalmente cuentan con un patio útil para almacenar armamento, por ejemplo. Un caramelo que los militares arrebatan a los niños y adolescentes que ven que, cuando ellos entran por la puerta, sus posibilidades de seguir estudiando se esfuman. Unicef calcula que casi dos millones de alumnos han sido expulsados de sus pupitres desde 2017 hasta ahora en ocho países de África por culpa de la violencia, según un informe publicado este viernes.

Para hacerse una idea del volumen, hasta junio de 2019 se habían cerrado 9.272 escuelas, el triple que a finales de 2017. El estudio se ha centrado en Burkina Faso, Camerún, Chad, Malí, Níger, Nigeria, República Centroafricana y República Democrática del Congo. «Es un aumento significativo y estamos preocupados porque esto perpetúa el círculo de pobreza en estas zonas. La educación aquí es una cuestión de supervivencia, no solo una transmisión de conocimientos», recalca Lorena Cobas, responsable de emergencias de Unicef España. Estos 1,9 millones de estudiantes privados de su derecho a formarse, se suman a los 40 millones en aquellos países que no estaban escolarizados. Una cantidad significativa del total de menores de 15 años que hay en esas naciones: 157 millones. En resumen, hay pocas escuelas y las que hay son objeto de ataques y usurpaciones por parte de los combatientes.

Estas cifras tienen nombres y apellidos. Hussaini, de 14 años y de Burkina Faso, relata: «Me encantaba ir al colegio, leer, contar y jugar en el recreo». El joven recuerda cómo empezó a oír disparos mientras estaba en clase, hubo muertos y la milicia acabó quemando su colegio. Porque a veces la escuela es el propio objetivo. Algunas milicias armadas están en contra de lo que conocen como educación occidental y más en el caso de las niñas.

Los lugares en los que más se ha recrudecido la situación son Burkina Faso, Malí y Níger. En estos países había 512 colegios clausurados y ocupados en abril de 2017 y ahora hay 3.005. En Camerún, Chad y Nigeria no ha habido mucha variación porque eran zonas que ya en 2017 estaban muy afectadas. Han pasado de 981 a 1054 cierres en estos dos años. «En los últimos años los conflictos en esta zona del mundo han aumentado en duración y en intensidad. Cuando dañas un colegio, estás dañando a toda la comunidad, al futuro. Muchas veces vemos que las escuelas se cierran antes siquiera de ser atacadas, por miedo», explica Cobas.

La violencia que sacude a esta región procede de tantos frentes que es extremadamente complejo atajarla y, por tanto, establecer una estrategia clara para defender las escuelas. Entre Malí, Burkina Faso y Níger operan la coalición terrorista JNIM vinculada a Al Qaeda, el Estado Islámico del Gran Sahara ligado al ISIS, y un grupo local Ansarul Islam, creado en 2016 por el popular predicador Malam Dicko. Todo esto se suma a las operaciones de los Ejércitos regulares, que se ven desbordados ante la inestabilidad y la falta de recursos.

La situación también afecta a los docentes, que son reclutados, expulsados o asesinados. Más de 44.000 han sufrido las consecuencias de los ataques. En mayo, Palma de Mallorca acogió la Conferencia Internacional sobre Escuelas Seguras. El profesor nigeriano Maidugu Magaji relató ante una audiencia sobrecogida que, cuando comenzó la violencia de la milicia islámica Boko Haram, más de 2.900 profesores fueron asesinados y otros 1.900 tuvieron que irse a otras partes del país.

Para contrarrestar la falta de infraestructuras, Unicef enumera en su informe algunas soluciones que se están aplicando en los territorios. Una de ellas con las lecciones a través de la radio, el único medio al que la mayoría de las comunidades tienen acceso en muchos casos. También existen programas para que grupos de docentes se desplacen regularmente a las comunidades para ayudarles a hacer los deberes o solucionar dudas y, en ocasiones, es posible llegar a habilitar pequeños centros en las aldeas a los que los niños pueden acudir y recibir educación básica. «Estamos ante una emergencia de educación por eso tratamos de trabajar siempre con las autoridades locales. Son los Gobiernos los que tienen que garantizar este derecho y adquirir este compromiso político», remata Cobas.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/08/22/planeta_futuro/1566485798_290878.html

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Sudáfrica: Una clase para frenar la epidemia de agresiones sexuales a menores

África/Sudáfrica/29 Agosto 2019/El país

Sudáfrica asiste conmocionada al incremento de la violencia sexual, que afecta como mínimo al 35% de los estudiantes. Un programa escolar trata de atajar la estructura social sobre la que se sustenta

Los alumnos del último curso de secundaria de la escuela Rauwane Sepeng, ubicada en uno de los escasos descansos orográficos que concede el corredor del platino, en el noroeste de Sudáfrica, están calculando la fricción entre dos cubos de cuatro y ocho kilogramos dibujados en la pizarra. Al poco de tocar el timbre, Lydia Ganda deja sus cosas sobre la mesa del profesor. Ella no viene a hablar de física. Ni siquiera de algo que vaya a computar para la media académica. Va a hablar de sexo.

«Antes de iniciar cualquier relación sexual necesitamos consentimiento. Tenemos que preguntar. La respuesta solo puede ser  o No. No hay proceso más correcto que el de preguntar, esperar la respuesta y respetarla», escribe para empezar en la pizarra, donde antes estaban los cubos y las fórmulas matemáticas.

—¿Y si no dice nada, si se queda en silencio? Hay que darle tiempo, se responde Lydia a sí misma.

—A lo mejor quiere decir que sí, interviene un chico sentado en medio de la clase. Es el primero que se aviene a hablar. Su compañera de atrás le da una colleja al escuchar su respuesta. Los demás ríen.

Exacto. El silencio no es consentimiento. Ningún silencio es aceptable. Solo un sí es aceptable, repite Lydia.

Hay más alumnos que quieren participar.

—Muchos chicos piensan que si nos invitan a salir a cenar fuera quiere decir que les tenemos que dar algo a cambio.

¿Acaso no es así?, bromea, o quizá no tanto, otro de los chicos. Es alto y muy delgado. Parece mayor que los demás. Varias alumnas a su alrededor le increpan, tampoco demasiado en serio.

—¿Cómo va a ser así?

—Lo que dices, —vuelve a contestar la trabajadora comunitaria del programa de educación sexual puesto en marcha por Médicos sin Fronteras en Rustenburg—, no deja de ser una coerción, aunque sea psicológica. Porque la coerción no es solo física, la que deja moretones, si también moral, la que no se ve.

—¿Y si yo solo quiero hacer hasta un punto? ¿O si de pronto aparece alguien?

Un sí es solo sí hasta aquí y hoy. No es un permiso para hacer lo que queramos cuando queramos. Tenemos que preguntar a nuestra pareja lo que quiere hacer en cada momento, porque igual solo quiere ir de la mano; o al centro comercial por si aparecen sus padres; o puede que quiera cierta intimidad sexual. Lo importante es que preguntéis y respetéis lo que quiera la otra persona, insiste Lydia. Está hablando para chicos de entre 16 y 18 años.

¿Y si ella piensa que voy muy despacio?, pregunta un chico.

—Lo que tienes es que pedir permiso para pasar a la siguiente fase.

—¿Y si acordamos algo por WhatsApp, pero luego me arrepiento?

Las preguntas fluyen una detrás de otra. Les interesa más que la clase de física

—Siempre vas a tener la posibilidad de echarte para atrás. O de decir sí a la intimidad sexual, pero no a la penetración.

—Pero si decimos que no, después nos van a hacer sentir culpables. O, por ejemplo, si vamos a casa de un chico entiende que vamos a tener sexo.

—Pero no tenéis que hacerlo. Siempre, en cualquier circunstancia tenéis derecho a parar. Si una chica dice “para” —habla ahora para los chicos de la clase— tenéis que parar.

—Y de esto, de sexo, ¿habláis con vuestros padres?

La clase se vuelve a alterar. En el grupito de chicas que ocupa los pupitres junto a la puerta se atropellan unas a otras al hablar. «Con los míos no, cada vez que se menciona algo relacionado con el sexo se vuelven locos». «La mía —dice otra— si se entera empieza a tirar cosas. Amenaza con la zapatilla».

Mientras termina de reír, la primera de las jóvenes, la más menuda de todas, vuelve a tomar la palabra: «Lo importante es que no vamos a ser como nuestros padres. Ellos entienden el sexo de otra manera, pero nosotras cuando seamos adultas vamos a hacerlo de otra forma. Vamos a ser madres más abiertas».

Lydia, que lleva desde 2015 recorriendo una veintena de escuelas de esta región minera de Sudáfrica, no esconde una sonrisa de satisfacción. Una sonrisa que es una pequeña victoria.

«Pase lo que pase, chicas, no os debéis sentir jamás culpables. Acudid al médico o a nosotros para prevenir cualquier enfermedad. Porque sabéis las consecuencias de tener conductas sexuales de riesgo, ¿verdad? No solo que podéis contraer una enfermedad sexual o VIH, sino que también os podéis quedar embarazadas. ¿Sabéis lo que eso supone? Eso también va por vosotros, chicos».

Sus palabras las animan a no tener miedo a informarse en una sociedad en la que estos temas continúan siendo tabú, pero en la que los jóvenes quieren saber y hablar. En un informe realizado por Unicef en 2017, los investigadores concluyeron, por ejemplo, que el 84% de los jóvenes encuestados quería obtener información sobre obtener salud sexual mediante sus teléfonos móviles, si era gratis. No obstante, expresaron dudas sobre si preferirían comunicarse directamente con un profesional por mensaje de texto o llamada de voz. Algunos estaban a favor del anonimato de hablar con un extraño.

Violencia sexual contra menores

En octubre de 2017, la sociedad sudafricana asistía consternada al escándalo por los supuestos abusos sexuales cometidos por un guardia de seguridad en una escuela primaria de Soweto, el histórico barrio al oeste de Johannesburgo. Hasta 87 estudiantes denunciaron haber sido agredidas, incluidas varias violaciones. Un año después, el acusado fue absuelto después de que la Corte Suprema de South Gauteng calificase de burda la cadena de errores cometidos durante la investigación policial.

“Se está produciendo un ataque a gran escala contra la infancia en Sudáfrica. Hay un gran problema en el sistema educativo, familias rotas, niños que crecen huérfanos a consecuencia de la epidemia del VIH y que no reciben la educación que necesitan porque sus padres tampoco la tuvieron… Pero también existe un problema con una policía mal pagada, profesionales sanitarios sin la preparación adecuada y un sistema judicial colapsado. Al final, los niños, que son los más vulnerables, son los que sufren las consecuencias”, resume Christina Rollin, una de las mayores expertas de un país en plena emergencia contra la violencia sexual a menores.

Un estudio publicado por The Lancet alerta de que uno de cada tres estudiantes sudafricanos ha sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida y el propio Gobierno reconoció en el Parlamento que hasta el 9,1% de las violaciones denunciadas en el país —ya de por sí con una de las tasas más elevadas del mundo, 70,5 por cada 100.000 habitantes— correspondían a niños de nueve años o menos. Casi siempre, hasta en un 80% de los casos, los responsables son personas cercanas.

Lydia, que lleva desde 2015 recorriendo una veintena de escuelas de esta región minera de Sudáfrica, no esconde una sonrisa de satisfacción. Una sonrisa que es una pequeña victoria.

«Pase lo que pase, chicas, no os debéis sentir jamás culpables. Acudid al médico o a nosotros para prevenir cualquier enfermedad. Porque sabéis las consecuencias de tener conductas sexuales de riesgo, ¿verdad? No solo que podéis contraer una enfermedad sexual o VIH, sino que también os podéis quedar embarazadas. ¿Sabéis lo que eso supone? Eso también va por vosotros, chicos».

Sus palabras las animan a no tener miedo a informarse en una sociedad en la que estos temas continúan siendo tabú, pero en la que los jóvenes quieren saber y hablar. En un informe realizado por Unicef en 2017, los investigadores concluyeron, por ejemplo, que el 84% de los jóvenes encuestados quería obtener información sobre obtener salud sexual mediante sus teléfonos móviles, si era gratis. No obstante, expresaron dudas sobre si preferirían comunicarse directamente con un profesional por mensaje de texto o llamada de voz. Algunos estaban a favor del anonimato de hablar con un extraño.

Violencia sexual contra menores

En octubre de 2017, la sociedad sudafricana asistía consternada al escándalo por los supuestos abusos sexuales cometidos por un guardia de seguridad en una escuela primaria de Soweto, el histórico barrio al oeste de Johannesburgo. Hasta 87 estudiantes denunciaron haber sido agredidas, incluidas varias violaciones. Un año después, el acusado fue absuelto después de que la Corte Suprema de South Gauteng calificase de burda la cadena de errores cometidos durante la investigación policial.

“Se está produciendo un ataque a gran escala contra la infancia en Sudáfrica. Hay un gran problema en el sistema educativo, familias rotas, niños que crecen huérfanos a consecuencia de la epidemia del VIH y que no reciben la educación que necesitan porque sus padres tampoco la tuvieron… Pero también existe un problema con una policía mal pagada, profesionales sanitarios sin la preparación adecuada y un sistema judicial colapsado. Al final, los niños, que son los más vulnerables, son los que sufren las consecuencias”, resume Christina Rollin, una de las mayores expertas de un país en plena emergencia contra la violencia sexual a menores.

Un estudio publicado por The Lancet alerta de que uno de cada tres estudiantes sudafricanos ha sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida y el propio Gobierno reconoció en el Parlamento que hasta el 9,1% de las violaciones denunciadas en el país —ya de por sí con una de las tasas más elevadas del mundo, 70,5 por cada 100.000 habitantes— correspondían a niños de nueve años o menos. Casi siempre, hasta en un 80% de los casos, los responsables son personas cercanas.

“En nuestras charlas tenemos que explicarles lo que es normal y lo que no lo es porque muchos menores crecen en entornos sexualizados en los que algunas acciones están implícitas. Crecen viendo a sus tíos u otros familiares tocándolas y pasando sus manos por su cuerpo”, señala Lydia. “Esto”, añade Rollin, “hace que normalicen la situación y los casos de abusos prolongados se alarguen en el tiempo. ¿Quién va a ir a preguntar a otra casa cómo se lavan los dientes si en la tuya siempre se ha hecho así?”.

Esta normalización es lo que más preocupa a los expertos como Christina Rollin. “Cuando la sociedad asume que cada caso”, como la agresión a una joven en un restaurante la capital o la de un niña huérfana de 14 años en la escuela secundaria de Aha-Thuto el pasado junio, “es solo otro caso. Otra violación más”. Es ahí donde anidan las estructuras que sustentan la violencia sexual.

La primera, la de los propios menores, también chicos. “Hay una reacción física en el hombre que hace que, aunque sea agredido, su cuerpo reaccione, lo que provoca que muchos cuestionen su identidad sexual y se culpen a sí mismos por haber disfrutado”. Asumen los abusos como un marco aceptable de comportamiento y lo transmiten al formar su propia familia: “Padres que son padres sin haber aprendido a serlo, sin haber recibido ejemplos adecuados y que vuelcan en sus hijos sus propios problemas (…) Madres, continúa Rollin, que se niegan a creer que esa violencia esté ocurriendo en su casa”.

La segunda, la del propio Estado que esconde el problema para no tener que enfrentarse a su propio espejo. Teniendo en cuenta que apenas uno de cada nueve casos son denunciadosextrapolaciones de investigadores de la Universidad de Ciudad del Cabo elevan la cifra de abusos por encima del 35% del alumnado.

“Muchas mujeres prefieren no denunciar por temor a quedarse sin fuentes de ingresos para ellos y para sus hijos; y por miedo a ser discriminadas por otras mujeres de la comunidad. No debería ser así, las mujeres deberíamos ayudarnos unas a otras, pero la realidad es que todavía son señaladas si denuncian”, apunta Jennifer, la consultora psicológica del centro de salud de Rustenburg. “Que si no vestía de forma adecuada, que si en realidad fue ella la que tentó al hombre”, traduce Lydia.

La tercera estructura, la judicial, también alimenta impunidad. Entre un 40% y un 60% de los casos denunciados son retirados antes de llegar a la Corte y cuando lo hacen suele haber pasado tanto tiempo que se han perdido testigos, pruebas o la propia vida de las víctimas. “Muchas mujeres viven con miedo mientras se instruye el caso porque las amenazan o las agreden de nuevo”, confirma Jennifer.

La justicia va con retraso y al Gobierno no le molesta. Un estudio de Médicos Sin Fronteras (MSF) —que colaboró con la logística para este reportaje— reveló que el 20% de los centros de atención a víctimas de violencia sexual, incluidos los famosos Thuthuzela Care Centers, carecían de medios para realizar pruebas clínicas forenses. “Y un centro incapaz de realizar esos exámenes y de cumplimentar los formularios necesarios”, señalan los investigadores, “obstaculiza la capacidad de los supervivientes para denunciar su caso”.

Al tiempo, cada vez hay menos enfermeras especializadas, tentadas por sueldos más altos en el golfo Pérsico; y muchos médicos evitan involucrarse, en ocasiones por miedo a los perpetradores, en otras por simple hastío en casos de violencia sexual. “Emiten informes diciendo que no habido agresión para no tener que testificar”, asegura Rollin, quien ha participado en más de 300 juicios. Por su clínica Sexual Assault Clinic, a las afueras de Johannesburgo, pasan al mes una docena de casos de víctimas de violencia sexual. “El propio sistema judicial acaba por revictimizarlas al hacerles revivir el trauma hasta cuatro años después de haber ocurrido”.

Tesultado de esta estructura social de abusos normalizados e impunidad judicial es, en palabras de Rollin, una “generación de jóvenes enfadados” que reproducen los modelos de comportamiento en los que son criados. De ahí que en clase de decimosegundo grado haya chicos que entiendan que tienen derecho a tener sexo con una chica solo por invitarla a cenar.

Abusos, enfermedades y embarazos no deseados

Afuera del despacho de atención psicológica hay más sillas vacías que ocupadas. Un grupo de jóvenes trabajadoras del centro de salud aprovechan su descanso matutino para charlar. Ahora están debatiendo acaloradamente sobre el novio que le conviene a una de ellas: “Mi hermana me dice que no salga con un hombre que no tiene coche”.

La llegada de Helena (nombre ficticio para proteger su identidad) interrumpe la conversación. El examen médico no ha encontrado síntomas de agresión, pero sí una enfermedad de transmisión sexual. “Que no se haya detectado nada no quiere decir que no haya habido una agresión. Aquí las fronteras de la coerción son muy finas”, subraya Lydia una vez cerrada la puerta de la consulta. “Por eso vamos a hacer seguimiento de su caso. Va a tener reuniones periódicas con nuestro equipo de trabajadoras comunitarias y con la enfermera. Es con ella con quien suelen sincerarse. Empiezan a hablar y a contarles lo que ha sucedido. Es entonces cuando muchas veces se dan cuenta de que han sufrido una agresión sexual”.

Helena, alumna de la escuela Rauwane Sepeng, fue la única que, tras la charla en el colegio, se acercó a las trabajadoras comunitarias de MSF. Hay días que lo hacen pequeños grupos de jóvenes, casi siempre chicas, y otros en los que no acude nadie. Pero el programa sigue en marcha porque la violencia de género tiene un efecto social devastador: embarazos no deseados en menores, estrés postraumático, enfermedades de transmisión sexual. Hasta el 16% de las infecciones por VIH en mujeres podrían evitarse poniendo freno a la violencia de género. Incluso económicamente es un suicidio para el país, que pierde a causa de la misma entre el 0,9 y el 1,3% de su PIB.

En Rustenburg, uno de esos rincones de Sudáfrica donde impera la violencia como fórmula para la supervivencia, nadie espera que las agresiones sexuales vayan a ser cosa del pasado. No al menos hasta que los estudiantes de Rauwane Sepeng hayan educado a sus hijos en ese otro habitus de las relaciones que están aprendiendo. Mientras, Lydia Ganda tendrá que seguir yendo a sus clases a hablar de lo que es Sí y de lo que es No. Y a recordarle a Helena que tiene que tomar la pastilla que le recetó el médico todos los días. “Todos los días. Acuérdate de que es todos los días”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/08/12/planeta_futuro/1565622828_385287.html

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Argelia: Fuerte movilización estudiantil en la capital

Por: Iddir Nadir/Viento Sur

Este martes, en su manifestación semanal, fueron miles las y los estudiantes que marcharon por las calles de Argel acompañados de ciudadanos corrientes. Esta movilización, que coincide con la celebración del 63 aniversario del Congreso de Soumman [congreso clandestino del FLN que se celebró del 13 al 20 de agosto de 1956 en un pueblo de la región de Bugía] fue la ocasión para reapropiarse de los principios fundacionales inscritos en la Plataforma de esta reunión histórica.

Curiosamente, no hubo bandera «badissistas» [en referencia a Abdelhamid Ben Badis, creador del movimiento reformista musulmán argelino en la primera mitad del siglo XX y un elemento clave de la lucha por la independencia de Argelia

la Asociación de ulemas musulmanes argelinos]. Las y los estudiantes celebraron su habitual debate ciudadano en la plaza de los Mártires. Todo estaba organizado para facilitar la participación en el mismo: profusión de micros y bafles. El tema en discusión era el foro del diálogo nacional presidido por Karim Younés. Antes de iniciar el debate, Mohamed, un joven estudiante, con sus notas en la mano, improvisó una corta referencia histórica del Congreso de Soumman: «El congreso tuvo por objetivo reestructurar la Revolución. Abane Ramdane [conocido como el arquitecto de la revolución argelina] logró la hazaña de unificar todas las corrientes políticas bajo la misma sigla, el FLN. El Congreso adoptó dos principios fundamentales: la primacía de la organización en interior sobre la del exterior [el exilio] y de lo político sobre lo militar. Este último punto es el más importante y nos habla de la forma de Estado que deseaban los chouchada [muyahidines, mártires]. El poder tenía que estar en manos de civiles. No debemos olvidar esto. Así pues, con motivo de la conmemoración del 63 aniversario de este Congreso, decimos que queremos un Estado civil y no militar», concluyó el estudiante, siendo aplaudido por las y los manifestantes.

Las distintas intervenciones realizaron la misma constatación: en el foro de diálogo nacional se encuentran antiguos miembros del régimen de Bouteflika con el objetivo de regenerar el régimen. «El sábado pasado (17 de agosto) vivimos un gran momento: los estudiantes logramos que se oyera nuestra en la sede del foro. La comisión carece de credibilidad. Sus miembros formaron parte del clan de Bouteflika y ahora se declaran fieles a los que detentan el poder, es decir, al ejército», dijo ofendido un estudiante. Su camarada, más locuaz, afirmó sobre los promotores del diálogo versión Karim Younés: «¿De qué diálogo nos hablan cuando los media nos marginan totalmente; de qué diálogo nos hablan cuando nos rodean y empujan [en las manifestaciones]; de que diálogo nos hablan cuando nos denigran?»

Sábado 17 de agosto, sentada en el centro cultural de la calle Larbi Ben M’hidi (centro de Argel) donde está prevista la ceremonia para poner en pie el comité de sabios del foro coordinado por Karim Younés. Uno de los manifestantes, Samy Ibkaoui, estudiante de biología en la facultad de Benyoucef Benkhedda, interviene de forma remarcable en la sala. Manifestantes que le reconocieron al inicio de la marcha vienen a felicitarle y expresarle su apoyo frente a los ataques que ha sufrido en los medios, en la TV y en las redes sociales. «Samy ha expresado lo que piensan las y los argelinos de este simulacro de diálogo» manifiesta un camarada.

Los estudiantes denuncian a las desacreditadas organizaciones estudiantiles que se han sumado al foro. «Hace seis meses, estas mismas organizaciones se reunieron con el antiguo primer ministro, Abdelmalek Sellal, para defender el 5º mandato [la reelección de Bouteflika]. Ahora se reúnen en el foro de Younés. Digámoslo de forma clara: es el régimen que se recicla», constata un estudiante en medio de aplausos. Otra intervención considera que las negociaciones tienen que darse con representantes del poder real: el ejército y su Jefe, Ahmed Gaid Salah. «La única negociación útil es la que se haga con la institución militar», concluye.

Ikheani la tansaw chouchada! ¡Liberad a Bouregaa!

11 h. La manifestación, más numerosa que las últimas, guarda un minuto de silencio en homenaje a un niño de cuatro años que murió el domingo en un bloqueo impuesto a la entrada de la capital para impedir una manifestación de jubilados del ejército. La manifestación se pone en marcha hacia el centro de la ciudad. Se lanzan eslóganes hostiles contra el poder mientras se llega a la calle Bab Azzoun: «Estado civil y no militar» «Estamos hartos de los generales» «El pueblo no quiere un nuevo poder militar».

Las resoluciones del Congreso de Soumman se hacen visibles en las pancartas: «Primacía de lo civil frente a lo militar», «Desde el 20 de agosto de 1956 exigimos una transición civil que la habéis escamoteado», «El pueblo no tiene nada que perder y mucho que ganar. Un Estado civil o nada», «Conmemoración del Congreso de Soumman. Resultado: primacía de lo civil sobre lo militar», «No a la militarización del Estado, no al reciclaje del régimen. Diálogo trucado» «Soumman ya os ha condenado, traidores».

Llegados a la plaza del Teatro nacional de Argelia, rodeada por un impresionante dispositivo policial, la manifestación retoma las consignas contra el jefe del ejército Ahmed Gaid Salah: Ya men âche, ya men âche, Gaïd Salah fel Harrach ! (Genial ver a Gaid Salah en El Harrach), Echaâb yourid el istiqlal (El pueblo quiere la independencia). En la calle Bpoumendjel, la manifestación pasa en silencio debido a los funerales. Ante la sede del foro de diálogo, calle Larbi Ben M’hidi, la manifestación se detiene y grita consignas hostiles contra su coordinador, Karim Younés. «Karim Younés a la basura», Karim Younés lame rangers (alusión a su supeditación al ejército), «La hiwar ma3a el issabat ! (No al diálogo con la banda). La prensa progubernamental que estaba presente en la entrada del ex.Historiel, también es objeto del enfado de los manifestantes:Periodistas aduladores, se repetía a la cabeza de la manifestación en la que algunas personas imitaban a quienes pasan elcepillo

En la Plaza Emir Abdelkader la manifestación grita unánimemente «Istiqlal, istiqlal» (Independencia). Llegando a la calle Pasteur, se aparta a un individuo al que se le reconoce como miembro del foro de diálogo; «Lárgate» le lanza la masa bajo la mirada indulgente de la policía antidisturbios, cuyo dispositivo es tan importante como los últimos martes. Se retoma con fuerza la exigencia de la liberación del comandante de la histórica Wilaya IV, Lakhdar Bouregaa; un pancarta exige Ikhwani la tansaw chouhada. Libérez Bouregaâ (Hermanos, no olvidéis a los mártires. Liberad a Bouregaa).

Emocionante. Tras haber recorrido el bulevar Amirouche y la calle Ferroukhi, la manifestación se detiene en la Grande-Poste. Ahí, un manifestante que agita una bandera amazigh (Cabilia) es detenido por la policía. Será liberado bajo la presión de la gente y acto seguido… intervención de policías de civil. Más tarde, también será detenido el periodista Aghiles Mokrane y conducido en un furgón policial. «Detenido hacia las 13:00h por la policía en la Grande-Poste, introducido en un furgón, se le ha chequeado minuciosamente y acusado de haber generado un Facebook life. Parece que ahora está prohibido filmar en vivo», informa Khaled Drareni en su Facebook. Un rumor, replicado en las redes sociales, habla de la detención de Samy Ibkaoui, el joven que intervino en el foro de Younés, pero se confirma que es falso. Finalmente, la manifestación termina su larga marcha con un homenaje a las y los estudiantes: Yatikoum saha ya talaba! (¡Muchas gracias a los estudiantes!)

21/08/2019

http://alencontre.org/afrique/algerie/alger-acte-26-du-hirak-estudiantin.html

Artículo original publicado en ElWatan el 21/08/2017

*Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article15071

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Arde otro ‘pulmón verde’ del planeta: hay más incendios en el África subsahariana que en la Amazonia

Por: actualidad.rt.com

La Amazonia no es el lugar donde más incendios se concentran actualmente en el planeta. Unas recientes imágenes difundidas por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio estadounidense (NASA) revelan que en la franja central del continente africano, conocida como ‘el segundo pulmón verde’ de la Tierra, el territorio está afectado por una mayor densidad de incendios.

Un incendio en Zambia, 25 de agosto de 2019 / Christian Heinrich / www.globallookpress.com

El mapa muestra en rojo incandescente los focos activos en el corazón del continente africano, desde Gabón hasta Angola, desde la costa del Atlántico hasta el Océano Índico, incluyendo la isla de Madagascar, que aparece afectada en la práctica totalidad de superficie.

NASA

Por su parte, el portal Global Forest Watch Fires arroja cifras que confirman la superioridad numérica de los incendios registrados en el continente africano. Entre el 20 y el 27 de agosto, el número de alertas de incendios registrado solamente en Angola –más de 130.000–  supera a la suma de los contabilizados en Brasil, Bolivia yParaguay, que no llegan a 126.000.

Además, otros países africanos como Zambia o la República Democrática del Congo presentan también cifras altas en esas mismas fechas, por encima de las 60.000 alertas por fuego.

Incendios estacionales vinculados a la agricultura

El Gobierno de Angola emitió por su parte un comunicado en el que pedía prudencia a la hora de comparar los incendios registrados en las diferentes latitudes continentales, porque es probable que sus causas sean diferentes.

Los incendios provocados en la zona señalada de África suelen tener carácter estacional, y se considera que en su mayoría están relacionados con una técnica agrícola denominada ‘desbroce y quema’, consistente en cortar parte de la vegetación y prender fuego al resto para limpiar la tierra y plantar nuevas semillas.

Los ecologistas cuestionan en cualquier caso la idoneidad de esta técnica, y advierten que puede favorecer la deforestación, la erosión de la tierra y la pérdida de la biodiversidad.

Mientras tanto, los agricultores y granjeros locales que recurren a ella defienden su práctica argumentando que es el método más barato para limpiar la tierra y eliminar a los parásitos, y destacan que las cenizas actúan posteriormente como nutrientes en las siguientes plantaciones. Además, se estima que, como cada año, estos incendios desaparezcan con la llegada de las lluvias.

Preocupación en el G7

El presidente francés, Emmanuel Macron, se refirió a los incendios en el Amazonas como una «crisis internacional» y anunció que el G7 destinaría 20 millones de euros a combatirlos.

Poco después, cuando varios usuarios de la red social le reprocharon que ignorase el fuego en el África subsahariana, anunció a través de su perfil oficial de Twitter que existía «la posibilidad de lanzar una iniciativa similar» para los incendios generados en este área.

*Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/325356-segundo-pulmon-planeta-arde-africa-subsahariana

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Zambia’s education curriculum is rigid- Education PS

Africa/ Zambia/ 26.08.2019/ Source: www.lusakatimes.com.

 

General Education Permanent Secretary Jobbicks Kalumba says the country’s current education curriculum is rigid and not favorable to the career needs of Zambians.

Dr. Kalumba said most subjects offered are not compatible with what the pupils want to do in future.He said there is urgent need to transform the curriculum to ensure it becomes relevant to career paths of children.

Dr. Kalumba said the educational reforms being implemented are meant to improve education standards and that the PF government has pro poor policies. He stated that reduction in school fees will ensure all Zambians have access to education.

Source of the notice: https://www.lusakatimes.com/2019/08/18/zambias-education-curriculum-is-rigid-education-ps/

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