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Does Zimbabwe have a higher literacy rate than SA?

Africa/ Zimbabwe / 15.01.2019/ Source:  bulawayo24.com.

South Africa is set to hold national elections in 2019, a year the ruling African National Congress marks its 107th anniversary.

Radio 702 talk show host Bruce Whitfield spoke to Bonang Mohale, head of Business Leadership South Africa, about what he expects from the party’s election manifesto at its launch on 12 January.

Mohale said he was looking at six issues. One was education, which he described as «the most tragic story of the last 25 years».

He said Zimbabwe’s former president, Robert Mugabe, «boasts of 94% literacy rate. South Africa’s is nowhere near that.»

Do statistics back up his claim?

Education experts previously told Africa Check that comparing literacy rates can be difficult, as countries often have different definitions of literacy.

Zimbabwe’s most recent labour force survey estimated that 97,6% of people older than 15 were literate in 2014. These were people who said they had completed Grade 3.

South Africa’s 2017 general household survey estimated that 94,3% of people older than 20 were literate. But these were people who said they could read and write with «no difficulty» or «some difficulty».

The United Nations Educational, Scientific and Cultural Organisation (Unesco) calculates its own estimates of literacy.

Its latest estimate for both countries is for 2014. That year South Africa’s literacy rate was 94,1% for people 15 years and older.

Unesco used data from Zimbabwe’s 2014 Multiple Indicators Cluster and Health Survey to estimate the country’s literacy rate as 88.7% of people 15 years and older.

The data for Zimbabwe was based on a reading assessment – not self-reporting. A reading test is likely to produce a lower rate, Unesco says.

Literacy rate comparisons should be made with caution, as there are differences in the definitions used and the way people are surveyed.

 

Source of the notice: https://bulawayo24.com/index-id-opinion-sc-national-byo-153568.html

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Egipto busca frenar la natalidad con anticonceptivos, pero no financiará programas de educación sexual

Redacción: El Diario. es

Los médicos advierten que limitar el número de hijos no es la solución en un país donde nace un bebé cada 15 segundos

Según la agencia de estadísticas oficiales del país, la Agencia Central de Movilización Pública y Estadísticas, el 27,8% de los egipcios vive bajo la línea de pobreza

En la abarrotada oficina de la clínica de planificación familiar del hospital de New Cairo, Safah Hosny coloca una caja repleta de anticonceptivos junto al registro de visitantes, sobre un pequeño escritorio.

Ofrecen ocho condones por una libra egipcia (menos de 5 céntimos de euro), o ampollas de anticonceptivos inyectables por menos de 10 céntimos de euro. Un implante anticonceptivo que funciona durante tres años cuesta 15 céntimos, mientras que un DIU de cobre –el anticonceptivo más popular en el mercado, según la Dra. Hosny– cuesta 19 céntimos.

Los bajos precios, mucho menores que en cualquier farmacia egipcia, se explican por los subsidios del Ministerio de Salud de Egipto, ya que las clínicas como la que dirige la Dra. Hosny están en primera línea de la batalla del gobierno contra el boom de natalidad. Se ha lanzado un programa gubernamental llamado «Dos es suficiente» para instar a la población a ponerle límite al crecimiento de las familias. Según ha anunciado el primer ministro Mostafa Madbouly, desde este mes el gobierno dejará de proveer ayudas a las familias de más de dos hijos.

El programa de cinco años cuenta con un presupuesto de casi 17 millones de euros, carteles de campaña y una red en crecimiento de clínicas de planificación familiar fijas y móviles a lo largo y ancho del país. Los carteles que cubren las paredes del metro muestran un billete de 50 libras egipcias (unos 2,50 euros) partido en cinco trozos, con la pregunta «¿Preferirías dividirlo entre cinco o entre dos?»

Sin embargo, el precio y la disponibilidad de los anticonceptivos en clínicas como ésta en el hospital de New Cairo ocultan una cuestión mayor: a Egipto le queda un largo trecho para poder cambiar la mentalidad de su población.

«A veces llegan pacientes que no saben absolutamente nada de anticoncepción, así que tengo que explicarles los diferentes métodos», afirma Hosny. «Entonces la mujer elige, con el permiso de su marido. El marido generalmente viene a la primera visita y la mira firmar la planilla de consentimiento que demuestra que ella entiende, pero luego la mujer viene sola a las citas siguientes».

Hosny dice que la clínica no tiene problemas en ayudar a mujeres solteras. «Para mujeres solteras, sugerimos la píldora o las inyecciones», dice mostrando las píldoras anticonceptivas.

El Gobierno considera que el tamaño de la población es un problema tan grave, que el presidente Abdel-Fatah al-Sisi declaró en una conferencia en 2017: «En nuestro país tenemos dos desafíos reales: el terrorismo y la sobrepoblación».

Egipto tiene en este momento más de 104 millones de habitantes, incluyendo 94,8 millones dentro del país. Nace un bebé cada 15 segundos, lo cual ubica al país en el puesto número 13 del ranking mundial de población. Esta situación representa un problema para el abastecimiento de los recursos que ya son escasos, como el agua, y podría empeorar los penurias de las familias que luchan por poner comida sobre la mesa, especialmente tras la crisis económica de 2016 que hizo devaluar la moneda egipcia y desató una creciente inflación. Según la agencia de estadísticas oficiales del país, la Agencia Central de Movilización Pública y Estadísticas, el 27,8% de los egipcios vive bajo la línea de pobreza.

«Dos es suficiente»

Sin embargo, el programa «Dos es suficiente» corre el riesgo de perder de vista las cuestiones que realmente podrían marcar una diferencia cuando las familias, especialmente aquellas de la clase trabajadora egipcia, están decidiendo tener niños. La campaña aumentará la educación sexual a algunos profesionales médicos pero no contará con un programa de educación sexual en las escuelas, algo que actualmente no existe. También ignora las opciones para las mujeres con embarazos no deseados, mientras que en Egipto el aborto está a nivel legal dentro de una zona gris.

«Creo que tiene que ser algo multidisciplinario», dice el Dr. Hussein S Gohar, ginecólogo y obstetra del hospital Yosri Gohar de El Cairo. «Hay que comenzar ofreciéndoles educación sexual a los niños, enseñándoles sobre anticonceptivos y los riesgos, así como sobre el futuro de la sobrepoblación. Luego hay que acercarse a los jóvenes que están por casarse y a las parejas ya casadas. Pero si vas a aprobar una ley que los castiga si tienen un tercer hijo, se les tiene que ofrecer una vía de salida, permitir la interrupción del embarazo e incluso proveer clínicas para abortos legales».

Según Gohar, el núcleo del problema se trata de pensar qué motiva a la gente a tener familias numerosas en Egipto. «Hay que cambiar la mentalidad de la gente y cómo ven las cosas, en lugar de simplemente decirles qué hacer», dijo. «No basta con decirles que la población es muy numerosa y que no hay suficiente agua, así que hay que tener menos hijos».

El Dr. Ahmed Fathy, ginecólogo y obstetra del hospital de New Cairo, está de acuerdo. «Para las familias más pobres, no se trata de si un hijo es un regalo de Dios, sino de que más niños representan mayor capacidad laboral», explica. «Si vives con tu familia en el campo, los trabajadores cuestan dinero. Pero si tienes más niños, uno puede cuidar los animales, otro manejar las máquinas y otro atender el huerto».

Además, los esfuerzos del Gobierno egipcio pueden fallar en lograr la participación de los médicos más conservadores de las zonas rurales, que son los que suelen transmitir el mensaje de que un niño es una bendición o limitan el acceso a la información sobre anticonceptivos. «La realidad es que el gobierno no puede llegar a cada rincón del país», dice la Dra. Natalia Kanem, directora del Fondo de Población de las Naciones Unidas, que se ha asociado con los ministerios egipcios para realizar la campaña «Dos es suficiente». «Los médicos privados pueden proveer información errónea o incluso realizar la llamada mutilación genital femenina. Nuestro trabajo es inundar el país con información real para luchar contra los mitos».

Una población muy joven y en rápido crecimiento representa una desventaja para las mujeres, dice Karem mientras cita el hecho de que el 62% de la población egipcia tiene menos de 30 años. «Si la población es muy joven, esos jóvenes tienden a tener hijos a una edad joven, ya que sus madres son jóvenes, y así se va acelerando el ritmo de la natalidad», afirma. «A menos que las mujeres puedan tomar la decisión consciente de tener hijos más tarde o casarse más tarde.

«Cuando se deja atrás a las niñas, se deja atrás a la mitad de la población».

Fuente: https://www.eldiario.es/theguardian/Egipto-natalidad-anticonceptivos-financiara-programas_0_853564886.html

 

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En 2018 el mundo le ha vuelto a fallar a los niños

Redacción: Lukor

Millones de niños alrededor del planeta siguen siendo víctimas de conflictos armados y los líderes mundiales permiten que esto siga ocurriendo con impunidad, aseguró el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en un comunicado.

“Los niños que viven en zonas de conflicto en todo el mundo han continuado sufriendo a través de niveles extremos de violencia en los últimos 12 meses, y el mundo ha seguido fallando. Durante demasiado tiempo, las partes en conflicto han estado cometiendo atrocidades con una impunidad casi total, y solo está empeorando. Se puede y se debe hacer mucho más para proteger y ayudar a los niños”, declaró Manuel Fontaine, director de programas de emergencia de UNICEF.

Los niños que viven en países en guerra han sido atacados directamente, utilizados como escudos humanos, asesinados, mutilados o reclutados para luchar. La violación, el matrimonio forzado y el secuestro se han convertido en tácticas estándar en los conflictos desde Siria hasta Yemen, y desde la República Democrática del Congo hasta Nigeria, Sudán del Sur y Myanmar.

Los conflictos donde más sufrieron los niños en 2018

En Afganistán, unos 5000 niños fueron asesinados o mutilados en los primeros 9 meses del año, la misma cantidad que en todo el año 2017. Además, los pequeños representaron el 89% de las víctimas civiles de restos de explosivos de la guerra.

En Camerún una escalada del conflicto en el noroeste y sudoeste del país ha convertido en objetivos a escuelas, estudiantes y maestros. En noviembre, más de 80 personas, entre ellas muchos niños, fueron secuestrados en Nkwen, y liberados unos días después. Hasta la fecha, 93 aldeas habrían sido quemadas parcial o totalmente debido al conflicto, donde los pequeños enfrentan niveles extremos de violencia.

En la República Centroafricana, un dramático resurgimiento en los combates afecta a gran parte del país, con dos de cada tres niños que necesitan asistencia humanitaria.

En la República Democrática del Congo, la violencia interétnica y los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los grupos armados en la región de Kasai y en las provincias orientales de Tanganica, Kivu del Sur, Kivu del Norte e Ituri han tenido un impacto devastador en los niños.La respuesta al brote de ébola en curso se ha visto seriamente obstaculizada por la violencia y la inestabilidad en el este del país. Además, se estima que 4,2 millones de niños están en riesgo de desnutrición aguda grave. La situación se agrava por violaciones de los derechos de los niños, incluido el reclutamiento forzado por grupos armados y el abuso sexual.

En Iraq, a pesar de que los combates han disminuido en gran medida, cuatro niños murieron en noviembre en el norte del país cuando el autobús en el que viajaban a la escuela fue atacado. Los niños y las familias que regresan a sus hogares en áreas previamente afectadas por la violencia continúan expuestos al gran peligro de municiones sin explotar. Miles de familias permanecen desplazadas y ahora enfrentan las amenazas adicionales de las temperaturas invernales y las crecidas repentinas.

En la cuenca del lago Chad, el conflicto en curso, el desplazamiento y los ataques a escuelas, maestros y otras instalaciones educativas han puesto en riesgo la educación de 3,5 millones de niños. Hoy en el noreste de Nigeria, en la región del lago Chad, en el extremo norte de Camerún y en la región Diffa de Níger, al menos 1041 escuelas están cerradas o no funcionan debido a la violencia, el miedo a los ataques o la inseguridad, lo que afecta a casi 445.000 niños. Además, un reciente aumento de la violencia en la región fronteriza entre Mali, Burkina Faso y Níger ha dejado 1478 escuelas cerradas.

En Myanmar, la ONU continúa recibiendo informes de violaciones continuas de los derechos de los rohingya que permanecen en el norte del estado de Rakhine, entre las que se reportan homicidios, desapariciones y detenciones arbitrarias. También existen restricciones generalizadas a los derechos a la libertad de movimiento y las barreras para acceder a la salud y la educación. Asegurar que los niños tengan acceso a una educación de calidad y otros servicios esenciales evitará a una “generación perdida” de niños Rohingya; de lo contrario, carecerán de las habilidades que necesitan para contribuir a la sociedad, asegura UNICEF.

© UNICEF/Anmar
Una niña camina hacia la escuela en medio de edificios destruidos por la guerra en Iraq.

En el noreste de Nigeria, los grupos armados, incluidas las facciones de Boko Haram, continúan atacando a las niñas, que son violadas, obligadas a convertirse en esposas de combatientes o utilizadas como “bombas humanas”. En febrero, el grupo secuestró a 110 niñas y un niño de una escuela técnica en Dapchi, estado de Yobe. Mientras que la mayoría de los niños han sido liberados desde entonces, cinco niñas murieron y una sigue cautiva como esclava

En Palestina, más de 50 niños murieron y cientos más resultaron heridos este año, muchos de ellos mientras protestaban contra el deterioro de las condiciones de vida en Gaza. Los niños en Palestina e Israel han estado expuestos a miedo, trauma y lesiones.

En Sudán del Sur, el implacable conflicto y la inseguridad durante la temporada anual de escasez empujaron a 6,1 millones de personas a un hambre extrema. Incluso con la llegada de la temporada de lluvias, más del 43% de la población sigue teniendo inseguridad alimentaria. Si bien la promesa revitalizar un acuerdo de paz ofrece un atisbo de esperanza para los niños, los informes de violencia extrema contra mujeres y niños continúan, más recientemente en Bentiu, donde más de 150 mujeres y niñas reportaron haber sufrido asaltos sexuales.

En Somalia, más de 1800 niños fueron reclutados por las partes en el conflicto en los primeros nueve meses del año, de ellos 1278 fueron secuestrados.

En Siria, entre enero y septiembre, la ONU verificó el asesinato de 870 niños, el número más alto en los primeros nueve meses de cualquier año desde el inicio del conflicto en 2011. Los ataques continuaron durante todo el año, incluido el asesinato de 30 niños en el pueblo oriental de Al Shafa en noviembre.

En el este de Ucrania, más de cuatro años de conflicto han tenido un costo devastador en el sistema educativo, destruyendo y dañando cientos de escuelas y obligando a 700.000 niños a aprender en entornos frágiles, en medio de combates y los peligros que representan las armas de guerra sin explotar. La situación es particularmente grave para 400.000 niños que viven a menos de 20 km de la “línea de contacto”, que divide las áreas controladas por el gobierno y los insurgentes, y donde el bombardeo y los niveles extremos de contaminación representan una amenaza letal.

En Yemen, las Naciones Unidas verificaron que 1427 niños fueron asesinados o mutilados en ataques, entre ellos el atentado a un autobús escolar en Sa’ada. Las escuelas y los hospitales han sido objeto de frecuentes ataques o han sido utilizados con fines militares, negando a los niños el acceso a su derecho a la educación y la atención médica. Esto está alimentando aún más la crisis en un país donde cada 10 minutos muere un niño debido a enfermedades prevenibles y 400.000 niños sufren de desnutrición aguda grave.

Fuente: https://www.lukor.com/actualidad/20181231/en-2018-el-mundo-le-ha-vuelto-a-fallar-a-los-ninos/
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Entrevista a Everjoice Win, activista feminista: «Las mujeres africanas hemos tenido un ‘Me too’ durante 50 años, era el mundo occidental el que necesitaba despertar»

Redacción: Icíar Gutiérrez/El Diario.es

Entrevista a Everjoice Win, activista feminista zimbabuesa y directora de programas internacionales de la ONG Action Aid

«El mundo occidental no estaba enfrentando la violencia contra las mujeres, no se estaba organizando, porque pensabais que ya habíais ganado la lucha»

«Frases como ‘las mujeres son el motor de África’ suenan bonitas y progresistas, pero no nos reconocen como ciudadanas con derechos, sino como máquinas», asegura

Everjoice Win (Shurugwi, 1965) lleva a sus espaldas décadas de lucha por los derechos de las mujeres dentro y fuera de su Zimbabue natal. La violencia machista, el sida o la desigualdad en el acceso a la tierra han sido algunos de sus frentes. Por eso siempre se ha declarado feminista, incluso cuando sus compañeras europeas, según asegura, le decían que era una palabra del pasado.

«En África, las mujeres hemos tenido nuestro ‘Me too’ durante 50 años, era el mundo occidental el que estaba dormido y necesitaba despertar», afirma con convicción en una entrevista con eldiario.es.

Licenciada en Historia económica, ahora está al frente de Action Aid como directora de programas internacionales de la ONG, desde donde trata de ser esa pieza que conecte los movimientos sociales locales con las organizaciones extranjeras que luchan contra la pobreza y los donantes. «Solo así podemos lograr un cambio», sostiene la activista feminista, que ha estado de visita en España para participar en los encuentros  ‘Mujeres y poder: liderazgo político, conectando luchas y territorios’, organizados por Alianza por la Solidaridad en varias ciudades del país.

La igualdad de género es una de las prioridades de la ayuda al desarrollo en el mundo. Pero, ¿cómo se logra una cooperación verdaderamente feminista en los países de actuación?

Lo primero y lo más importante cuando hablamos de cooperación feminista es preguntarnos, antes de nada, qué voces estamos escuchando, qué experiencias estamos priorizando y qué liderazgos estamos valorando. Para mí, la respuesta está en la gente a la que le afectan directamente los problemas, tanto cuando estamos en Gobiernos como en ONG.

Se trata de cómo nos solidarizamos con estas personas, no tratar de controlarlas o decirles qué tienen que hacer. Es lo más importante: escuchar a las mujeres que están viviendo una realidad determinada y que dicen: ‘Esto es lo que vemos y esto es lo que necesitamos’. Entonces, tenemos que apoyarlas para hacerlo posible. Y jugar, por ejemplo, el papel de conectarlas, porque hay mujeres que están trabajando en distintos países, pero no pueden reunirse unas con otras. Ese debe ser el rol de gente como yo, que las mujeres se conozcan, que hablen, porque las luchas son muy similares y así pueden lograr un cambio mayor. Porque los enemigos que estamos tratando de combatir están bastante conectados, a nivel global y local.

¿Cree que el sector de la cooperación internacional olvida a las organizaciones locales de mujeres? Por ejemplo, los recortes en los fondos pueden acaban afectando al trabajo de estas organizaciones.

No las olvidamos del todo, pero tampoco las escuchamos lo suficiente. Por otro lado, a menudo, no damos prioridad a las voces, al liderazgo o a los conocimientos de las mujeres que viven en las zonas rurales o que tienen un nivel educativo limitado porque no hablan nuestro lenguaje. Me refiero al lenguaje muy técnico, académico y basado en los datos. Ellas expresan sus problemas de una forma propia y muy frecuentemente no las escuchamos.

Cuando nos cuentan qué estrategias no funcionan o cuáles pueden funcionar, a menudo no escuchamos, tratamos de proporcionarles soluciones previamente diseñadas que nosotros creemos que pueden funcionar. Si algo funciona en Kenia, pensamos que va a funcionar en Guatemala, y muchas veces no es así.

Ha sido  especialmente crítica con el estereotipo empleado por las ONG que representa a la mujer africana como «pobre, indefensa y siempre con niños encima». ¿Cómo afectan estos prejuicios a las mujeres? ¿Ha cambiado en algo?

Creo que poco a poco está cambiando, y no es por la industria de la ayuda, sino por el trabajo de las feministas y de las propias mujeres que dicen: ‘Nosotras no somos así, no es nuestra imagen’.

Últimamente he estado trabajando mucho en desastres humanitarios. La industria de la ayuda humanitaria ha esperado hasta 2018 para empezar a hablar de las mujeres en los equipos de primera respuesta. Las mujeres que se encuentran en primera línea de los desastres son a menudo las primeras en llegar. Ha costado mucho tiempo reconocer su liderazgo, su capacidad y su conocimiento, que podríamos apoyar.

Sin embargo, lo que hacemos a menudo es traer gente de fuera, expertos humanitarios, normalmente hombres. Y dejamos a estas mujeres a un lado, a pesar de que fueron las primeras, cuando llegaron las inundaciones o tras el terremoto, en recoger los escombros, identificar a los afectados o proporcionar comida. Desde hace poco, esta imagen está empezando a cambiar. No lo suficiente, pero sí está cambiando.

Aquí se suele usar el mantra ‘Las mujeres de África son el motor del desarrollo de África’. ¿Qué opina de esta afirmación?

(Risas) Cuando la gente dice que las mujeres son el motor del desarrollo de África suena progresista y bonito, pero cuando ves lo que hay debajo, no es así. Lo primero, no viene desde una perspectiva que destaque los derechos humanos de las mujeres: no se les reconoce como ciudadanas, con derechos y necesidades. Con este tipo de expresiones parece que somos máquinas y herramientas para ser utilizadas.

Este es el problema y desafortunadamente no se trata solo de una imagen. Un ejemplo es la idea de que «las mujeres son la espina dorsal de la agricultura africana». Genial. Las mujeres reciben formación para ser mejores agricultoras, pero al final del día, esto no ha cambiado la posición que ocupan: no tienen voz en la toma de decisiones, no se les escucha, sus conocimientos no se toman en cuenta, no salen en los periódicos. Por supuesto, seguro que la agricultura irá mejor, pero, al final, ¿habrán mejorado sus derechos las mujeres ? Este es el gran desafío detrás de frases como esta.

Hay voces que apuntan a que el mundo está inmerso en una cuarta ola feminista con un corazón claro: el ‘Me too’ [yo también], contra la violencia sexual. ¿Es este un análisis occidental? ¿Cómo se está viviendo desde África?

Es muy interesante lo que ha pasado recientemente con el ‘Me too’. Creo que es fantástico y que ofrece enormes oportunidades para que la violencia contra las mujeres esté sobre la mesa. También, para que las mujeres más jóvenes se interesen en el feminismo, algo que no estaba ocurriendo y esto es maravilloso.

Pero, como feminista africana, realmente pienso que ha sido el mundo occidental el que no estaba enfrentando estos problemas, el que no se estaba organizando, porque pensabais que ya habíais ganado la lucha. Hace un par de años, tuve una conversación con compañeras europeas y me decían: «No entiendo por qué sigues refiriéndote a las mujeres como feministas, el feminismo es algo de los 70». Igualmente, algunas jóvenes de otro país europeo me dijeron: «Para nosotras, las leyes están ahí, nos protegen, tenemos los mismos derechos que los hombres, incluso en el hogar ellos realizan trabajos de cuidado no remunerados, así que no entendemos de qué va la lucha feminista”.

El movimiento ‘Me too’ que se ha desencadenado es el despertar de los países occidentales, lo que era necesario que pasara, porque nosotras, en el sur global, hemos estado luchando durante los últimos 50 años. ¿Y qué más hemos hecho además del ‘Me too’? En África, hemos centrado nuestro trabajo contra el VIH/sida, viendo cómo afecta a las mujeres, cómo es el estigma. Ha sido un gran problema para nosotras en las últimas dos décadas. También lo ha sido la violencia sexual que hemos estado sufriendo. Las mujeres hemos estado empoderándonos unas a otras, hablando y alzando la voz. En África, las mujeres hemos tenido un ‘Me too’ durante 50 años, era el mundo occidental el que estaba dormido y necesitaba despertar.

Es algo que las mujeres más jóvenes de Europa deberían aprender de las mujeres africanas y latinoamericanas que han estado organizadas y defendiendo la tierra en Guatemala, luchando contra la guerra en Colombia, contra la violencia en los campus universitarios en Kenia o las mujeres de Sudáfrica organizadas para defender los derechos LGTB. Nosotras hemos estado organizadas en los últimos 50 años. Son las mujeres occidentales las que necesitaban un ‘Me too’ porque no estaban hablando de ello.

Y en la actualidad, ¿cuáles son las principales luchas en las agendas de los movimientos feministas africanos?

Muchas (ríe). El trabajo decente, el mismo salario por el mismo trabajo. Pero claro, muchas mujeres trabajan en la economía informal, así que, ¿qué es lo que pasa con esas mujeres, cuáles son sus derechos? También luchamos por que las mujeres tengan un mayor acceso a las oportunidades laborales y a la educación superior, porque se ha hecho mucho énfasis en la educación primaria en los últimos años, lo que está bien, pero también tenemos que ir a los niveles superiores, que son más caros y no reciben la misma atención del mundo.

Por supuesto, la violencia contra las mujeres en todas sus formas sigue siendo una cuestión crucial. Hay muchas mujeres organizándose. También, la lucha de las minorías sexuales: la heterosexualidad sigue siendo la norma correcta y todavía es un gran desafío ser lesbiana o una persona trans. Cada vez más, la violencia contra las mujeres en Internet, porque en muchos países no hay libertad de prensa, así que muchas mujeres encuentran en estos espacios en las redes sociales, y reciben también unos niveles considerables de violencia en ellos.

A mí, personalmente me preocupa el papel cada vez mayor de la Iglesia pentecostal, que están lanzando un mensaje peligroso sobre el rol de las mujeres, antiaborto, antihomosexualidad… y tienen conexiones con el Estado, porque muchos líderes acuden a estas iglesias y estos mensajes que acaban impactando en las políticas públicas. Es aterrador. No se habla mucho de ello, pero está ahí.

¿Y cuáles han sido los logros?

El África de 1980, cuando empecé a trabajar en los derechos de las mujeres, no es el África de 2018. Ha habido un cambio profundo, absolutamente. Por ejemplo, en la participación política de las mujeres: tenemos un 50% de representación en Ruanda, una presidenta en Liberia. El derecho a la educación cada vez es mayor. En algunos países, las mujeres cuentan con mayores niveles educativos que los hombres. La violencia de género está en las agendas políticas, los 25 de noviembre vemos grandes manifestaciones. Todo esto es increíble y no ha venido de los gobiernos, sino de la lucha de las mujeres feministas, tanto de forma individual, como de las organizaciones y los movimientos por todo el continente. Si ellas no hubieran luchado por este cambio, nunca habría ocurrido.

Si tuviera delante a una mujer blanca feminista y occidental, ¿qué le diría?

Le diría que estamos juntas en esto. Que nos tenemos que mirar unas a otras. Hay mujeres con diferentes historias, que quizás tienen puntos de partida distintos, de clases diferentes. En efecto, nuestras razas son muy diferentes y los privilegios que conllevan también, pero estamos juntas en esto. Lo importante es cómo nos solidarizamos unas con otras, cómo conectamos nuestras luchas, porque las fuerzas contra las que luchamos están juntas: el patriarcado, la heteronormatividad, el racismo -aquí en Europa hay fascismo-… están conectados.

Si echas un vistazo a la Historia, las fuerzas contra las que luchamos son las mismas y están conectadas. Por eso es imprescindible, para ti, hermana, y para mí, que estemos juntas. No significa que olvidemos nuestras diferencias de un plumazo, pero sí hay que ver cómo maximizar nuestras similitudes y la solidaridad. Debemos reconocer no solo el poder que tenemos para cambiar las cosas, sino nuestros privilegios y nuestras desigualdades para ver cómo los juntamos en un poder colectivo que logre el cambio que deseamos.

Fuente: https://www.eldiario.es/desalambre/Africa-mujeres-occidental-necesitaba-despertar_0_841315895.html

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Angola legaliza 55 universidades

África/Angola/10 Enero 2019/Fuente: Prensa Latina

Angola tiene legalizadas 55 universidades y 624 cursos para el presente año académico, con comienzo marcado para marzo, expresó hoy el viceministro para Enseñanza Superior Eugenio da Silva.
En los recientes dos años, el país africano contó con 72 centros de educación superior, 48 de ellos privados y una matrícula promedio de 130 mil estudiantes.

Da Silva explicó que apenas 100 de las 144 instituciones ilegales consiguieron regularizar sus cursos y para ello dijo que el Ministerio de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación trabajará para encontrar una solución para los estudiantes formados en esos centros.

Entre las instituciones legales constan las universidades públicas Agostinho Neto, José Eduardo dos Santos, Mandume, Katiavala Buila y Lueji, y las privadas Ã’scar Ribas, Católica, Metodista, Metropolitano, Utanga y Gregorio Semedo, y otros.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=241898&SEO=angola-legaliza-55-universidades
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Quality of Education in Africa (Video)

By: Book in Africa/09-01-2019

Africa is the most youthful continent in the world with more than 200 million youth aged 15 to 24, and creating productive employment options for all these young people is essential for the future of the continent.

A well-educated and skilled workforce is essential to many investors and employers, and we’ve seen that several employers across the African continent have been highly critical of the fact that there’s an absolute lack of basic and technical education and the skills of graduates.

Just like in the rest of the world, a robust education system is key for economic development and growth in nations across the continent.

The basic quality of primary, secondary, technical, vocational, higher, and post-graduate education is generally measured by workers’ performance on the labor market, and this means that the education system across Africa need to be strengthened to be able to absorb the millions of young people in Africa into the regional, national, or global workforce.

The working age population in Africa (15 to 64 year old’s) is continuing to grow rapidly, and by the year 2040, the African workforce is estimated to be over one billion.

The education system in Africa has come to a crossroad, and throughout history, we’ve never seen more students enrolled in schools across Africa. As such, that’s good news, but the education infrastructure, available study materials, and the number of well-trained and qualified teachers have in no way kept pace with the rapidly growing demand.

Increased student numbers have outpaced education funding by far, resulting in a drastic overuse of available facilities, extreme shortage of instructional supplies, and poorly equipped libraries across Africa.

But while we see many more students in the classrooms, but there’s a major and much deeper learning crisis going on: though they’re attending school, many students do not receive basic training at school, and many students are actually are not better off in school the children who are not going to school at all. This means that the quality of the education system in Africa is dangerously poor, and we can see more and more private institutions stepping in to fill these gaps.

In 2015, the average student-teacher ratio in Africa’s primary schools was 40:1, and this statistic hasn’t changed in almost twenty years. We all know that the quality of the education system in a country strongly predicts its economic growth capacity, and African nations have a better chance to benefit not only economically, but also in a broader sense, if their workforce is better educated and have well-rounded skills and knowledge so they are able to compete in today’s knowledge-driven global economy.

In Africa, we see that the increase in the number and quality of private schools, though as such not a negative development and a viable alternative, has come from terribly failing public education systems across the continent. Investing in public education is crucial for building a well-trained and highly skilled workforce and to grow Africa’s progress and prosperity.

Because they recognized the correlation between socio-economic development and the quality of their educational systems, several sub-Saharan countries have finally decided to gradually increase their public spending for educational purposes by over 6 percent annually, and in general we can see that African countries are devoting larger and substantial portions of their government budgets to their education sectors, despite often relatively modest GDP’s and many other developmental issues.

Often we see, though, that the increase in government spending on education is by far not enough to reach essential education levels and to provide decent education opportunities for their young people. Despite all these problems we also are convinced a change for the better will arise as the African countries, on average, are allocating the largest portion of their governments’ expenditure to their education systems (some 18.5 percent)

Source of the review: http://www.bookinafrica.com/quality-education-africa/

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Informe Mundial de Educación: aprendizaje conjunto contra el miedo a la inmigración

Redacción: Dw/09-01-2019

La UNESCO presenta su informe por primera vez en Berlín. El lema: «construir puentes en vez de muros». El organismo de Naciones Unidas para la educación describe cómo esta integra mejor a refugiados e inmigrantes.

Berlín fue por primera vez escenario de la presentación del Informe Mundial sobre Educación, que este año se centra en el tema migración y formación. Es un honor para el país, que desde 2015 ha acogido a más de un millón de refugiados y se cuenta entre los cada vez menos numrosos defensores de una política migratoria y de asilo humanitaria. La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, presentó el informe.

El informe examina cómo migraciones y refugiados afectan a los sistemas educativos en todo el mundo. El documento, de 362 páginas, analiza el progreso que ya se ha hecho hacia la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para la Educación. Y, de hecho, hay algunos avances positivos con respecto al programa de acción mundial «Educación para todos».

Entre 2000 y 2015, el acceso de las mujeres a la educación secundaria ha mejorado significativamente. Aunque el 63 por ciento de todos los analfabetos siguen siendo mujeres, la mayoría de las personas que inician la educación terciaria en la actualidad, como los estudios universitarios o la formación profesional, son también mujeres. Un gran paso adelante en términos de justicia global de género.

El informe se centra conscientemente en las oportunidades y los éxitos fruto de la interacción de la educación y la migración. Pues demasiado a menudo, según se quejan los autores, discursos «oportunistas» acaparan el tema de la migración y el exilio para «construir muros en lugar de puentes».

Las cifras lo demuestran: en promedio, una de cada ocho personas en el mundo es un migrante interno, es decir, alguien que tuvo que mudarse a otra región en su propio país. Una migración que tiene un impacto en los que se van, pero también en los que se quedan, especialmente en los países de ingresos bajos y medios. Para los países anfitriones, ciertamente supone oportunidades económicas, sostiene el informe. La razón: la gente con educación superior es mucho más propensa a decidir mudarse a otra región, otro país u otro continente. Una tendencia que es reconocible a nivel mundial.

 Kenia Slum und Apartmentsiedlung grenzen aneinander, Nairobi (picture-alliance/imageBROKER/U. Doering)El acceso a la educación: en los barrios marginales de Nairobi es mucho más difícil que en el vecino barrio acomodado.

Especialmente el éxodo rural priva a muchas personas desplazadas internamente de sus oportunidades educativas. Al menos 800 millones de personas viven en barrios marginales donde no hay acceso a electricidad, agua y educación. Lo que esto significa está ilustrado por el ejemplo de Bangladesh. Allí, en 2016, la proporción de adultos jóvenes en la escuela secundaria que no asistían a clase era el doble en barrios marginales que en otras áreas urbanas. Por lo tanto, el informe llama a los gobiernos de todo el mundo a la planificación urbana. Las escuelas públicas tendrían que estar también en estos asentamientos informales y barrios marginales, de lo contrario el derecho universal a la educación sería papel mojado.

Garantizar el derecho a la educación, abordar el tema de los refugiados

La migración internacional  también afecta cada vez a más sistemas educativos. En 2017, según el informe, había 258 millones de migrantes internacionales. En la mayoría de los países miembros de la OCDE, al menos una quinta parte de los estudiantes de 15 años en 2015 eran migrantes o tenían un trasfondo migratorio. Este es un reto para los sistemas educativos.

Con una extensa lista de ejemplos de buenas prácticas y de recomendaciones, el informe muestra lo que puede ser correcto o incorrecto en la práctica concreta del sistema educativo. Por ejemplo, los refugiados deben tener derechos educativos exigibles, lo que significa eliminar las barreras discriminatorias. Un ejemplo es que el certificado de nacimiento ya no puede convertirse en una condición para el ingreso al sistema escolar nacional. «Las regulaciones existentes no deben incluir lagunas o áreas grises que permitan la interpretación de funcionarios individuales a nivel local o escolar», escriben los autores.

Kongo DRK Schulkind (DW/Flávio Forner )Todos los niños tienen derecho a ir a la escuela, sean migrantes o refugiados.

Y critican duramente la extendida práctica de tratar a los migrantes y refugiados como grupos de presencia temporal y, por tanto, relegados a una educación separada. Tanto la integración a largo plazo como el éxito educativo a corto plazo de los estudiantes inmigrantes son mayores cuanto menos se los separa de sus compañeros nativos. Esto queda claramente demostrado por los estudios científicos.

Para mejorar la coexistencia de sociedades heterogéneas, los autores del estudio también recomiendan una revisión del programa de estudios. En lugar de describir el asilo y la migración como un problema, también se debe enseñar a los estudiantes el otro lado de la historia de cada huida y cada exilio, por ejemplo la «contribución de la migración a la prosperidad y al bienestar» de la sociedad de acogida.

El gasto educativo de la ayuda al desarrollo se multiplicó por diez

Para que esto tenga éxito, los maestros deben poder presentar los temas con sensibilidad y con los conocimientos adecuados. Según el informe, recae sobre ellos una importante función de guía. «Si bien los maestros no son terapeutas, pueden ser capacitados para reconocer el estrés y el trauma y para remitir a los estudiantes que lo requieran al correspondiente especialista».

Sin embargo, la llegada de refugiados ha agravado la preexistente falta de maestros en muchos países. Por ejemplo, actualmente faltan 42.000 maestros en Alemania, 80.000 en Turquía y 7.000 en Uganda.

Además, los autores del Informe Mundial sobre la Educación recomiendan que se otorgue mayor importancia a las capacidades y las competencias de los refugiados y migrantes. «Aprovechar este potencial requiere mecanismos más simples, más baratos, más transparentes y más flexibles para reconocer las calificaciones académicas y las habilidades profesionales», reiteran. En el documento que la ONU prepara sobre migración para alcanzar un acuerdo global en 2019, el Pacto Global para una Migración Segura, Ordenada y Regular, se presta especial atención a este tema.

En particular, la cooperación global para el desarrollo demanda oportunidades educativas para los migrantes y refugiados. Los autores derivan esto del reconocimiento de que si bien dos tercios de los migrantes internacionales aspiran a irse a países de ingresos altos, nueve de cada diez refugiados terminan en países de ingresos bajos y medios. «Para cubrir estas necesidades, la proporción de ayuda humanitaria para la educación tendría que ser diez veces mayor». Una simple mirada a la situación en el África subsahariana muestra cuánta inversión se necesita en el sector escolar.

Fuente: https://www.dw.com/es/informe-mundial-de-educaci%C3%B3n-aprendizaje-conjunto-contra-el-miedo-a-la-inmigraci%C3%B3n/a-46368448

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