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EEUU: Acabar con el secreto de la crisis de la deuda estudiantil

América del Norte/EEUU/Daniela Senderowicz

Los jugadores y las estrellas de televisión de realidad pueden reclamar protecciones de bancarrota cuando tienen problemas financieros, pero 44 millones de prestatarios de préstamos estudiantiles no pueden. Los prestatarios desempleados, mal pagados, indigentes, enfermos o con problemas de salud simplemente no pueden comenzar de nuevo.

Con una tasa de impago cercana al 40 por ciento , uno esperaría que ejércitos de deudores en apuros marcharan por las calles exigiendo alivio de un sistema que ha señalado su angustia kfinanciera. Sin embargo, los deud yoores que se sienten angustiados parecen estar aterrorizados ante la idea de presentarse ante una sociedad que, según dicen, los excluye por su incapacidad para mantenerse al día con sus finanzas.

Cuando hablamos con varios estudiantes prestatarios, casi ninguno estaba dispuesto a compartir sus nombres. «No puedo decirle a nadie cuánto estoy luchando», dice un médico de Oregon de 39 años que entró en suspensión de préstamos estudiantiles después de que la enfermedad de su esposa agotara sus finanzas. Le aterroriza perder sus pacientes y su reputación si habla de sus problemas financieros.

«Si compartiera esto con alguien, me considerarían una especie de tonto», explica un psicólogo de Carolina del Norte que ahora está más allá de la edad de jubilación. Él explica que el saldo de su deuda estudiantil se disparó después de perder una posición bien remunerada durante la crisis financiera, y que está luchando para devolverla.

La vergüenza financiera aleja a los prestatarios que luchan. Los deudores se culpan a sí mismos y se aborrecen a sí mismos cuando no pueden hacer sus pagos, explica Colette Simone, psicóloga de Michigan. «Existe tanto temor de compartir la realidad de su situación financiera y la devastación que está causando en cada faceta de sus vidas», dice ella. «Las consecuencias de avanzar pueden resultar en retrocesos sociales y posibles complicaciones relacionadas con el trabajo, que solo profundizan su sufrimiento».

Los deudores están aislados, ansiosos y, en el peor de los casos, se han quitado la vida . Simone confirma que ella «trabajó con deudores suicidas o con crisis psicológicas que requerían hospitalización psiquiátrica».

«La alienación afecta los problemas de salud mental», dice la consejera de salud mental de Nueva York, Harriet Fraad. «Mientras se culpen a sí mismos dentro del sistema, están perdidos».

Los deudores de los estudiantes pueden contrarrestar la desesperación luchando contra el activismo y el compromiso político, dice ella. «La conexión es el antídoto para la alienación, y participar en el activismo, junto con la terapia, es una forma de recuperación».

A pesar del temor de presentarse, algunos activistas están construyendo un movimiento social en el que las conexiones significativas entre los prestatarios pueden contrarrestar el tabú de admitir abiertamente la ruina financiera.

Student Loan Justice, un grupo de presión nacional de base, está tratando de construir este movimiento presionando para una legislación sólidapara devolver la protección de bancarrota a los prestatarios. El grupo tiene capítulos activos en casi todos los estados, con miembros presionando directamente a sus representantes locales para que firmen como copatrocinadores de HR 2366. Los activistas están construyendo una comunidad de apoyo para los prestatarios que luchan a través de la agitación política, la participación local, la narración de historias y la difusión de un valiente mensaje de esperanza que puede animar a los prestatarios traumatizados a presentarse y unirse.

Julie Margetaa Morgan , miembro del Instituto Roosevelt, señaló recientemente que los administradores de la deuda estudiantil como Navient tienen una poderosa influencia en los legisladores. «Los prestatarios de préstamos estudiantiles pueden no tener millones para gastar en cabildeo, pero tienen algo igual, si no más, poderoso: millones de voces», dice.

Un reciente manifiesto del activista y reciente graduado Eli Campbell exige una unidad radical entre los prestatarios. «Los jóvenes viven con el temor constante de que nunca podrán pagar su deuda. No estamos comprando casas ni podemos permitirnos el sello del sueño americano «, explica.

En su llamado a un boicot nacional unificado de los pagos de préstamos estudiantiles, lo que inevitablemente lleva a un incumplimiento masivo de esta deuda, Campbell espera exponer esta crisis e instigar un cambio radical. En una entrevista reciente explicó que las condiciones para los prestatarios ya son tan malas que los deudores no pueden unirse al boicot de buena gana. En cambio, la participación simplemente puede ocurrir por defecto dada la falta de oportunidades de trabajo adecuadas que conducen a la incapacidad de los prestatarios para pagar.

Si bien un incumplimiento a gran escala no puede ocurrir mediante una acción colectiva deliberada y solidaria, poner fin al secreto de la crisis a través de la atención nacional masiva puede desestigmatizar la vergüenza de la derrota financiera y finalmente sacar a los deudores del aislamiento que les causa tanta desesperación.

Los activistas están pidiendo una conversación significativa sobre la mercantilización de la educación de nuestros jóvenes, cambiando nuestro enfoque hacia la inversión en la promesa de los jóvenes y capaces, en lugar de la garantía de su servidumbre por deuda perpetua. Al exigir una acción colectiva, alivian el dolor de tantos deudores alienados, rompen los tabúes que les permiten decir «yo también» y admiten abiertamente que en este clima financiero todos nos necesitamos para seguir adelante.

Fuente: https://truthout.org/articles/ending-the-secrecy-of-the-student-debt-crisis/

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Tara Westover: «La educación debe generar preguntas, no certezas»

Estados Unidos / 23 de septiembre de 2018 / Autor: Andrés Seoane / Fuente: El Cultural

Nacida en una familia mormona radical, Tara Westover se crió en un entorno aislado y alienante, sin pisar durante su infancia ni una escuela ni un hospital. En Una educación (Lumen) narra cómo su paso por la universidad rehízo la esencia misma de su ser, lo que llevó al cisma con su familia.

Tara Westover (Idaho, 1986) creció en las montañas occidentales de Estados Unidos preparándose, junto a sus seis hermanos y sus padres, mormones supervivencialistas, para el Apocalipsis. De niña jamás pisó un médico, su padre no creía en ellos, obtuvo su certificado de nacimiento a los nueve años, y la primera vez que pisó una clase para hacer el examen preuniversitario tenía dieciséis. Para entonces, las creencias de su padre, un conspiracionista antigubernamental, se habían vuelto más extremas, uno de sus hermanos abusaba violentamente de ella y estaba harta de trabajar en la chatarrería familiar y de ayudar a su madre, partera y herborista natural. Así que decidió ir a la universidad para escapar.

Hoy, Westover vive en Londres, va al médico y tiene un doctorado de Cambridge y una beca en la Universidad de Harvard. Cómo se produjo ese cambio radical es el tema de su libro de memorias Una educación (Lumen). En él, Westover narra una infancia feliz pero dura, a veces brutal, y explica cómo la educación la convirtió en otra persona. Un cambio que le costó a buena parte de su familia, pero del que no se arrepiente.

Pregunta.- ¿Por qué escribió estas memorias?
Respuesta.- Es una parte más del proceso de adaptación a la pérdida de mi familia. Hay muchas historias sobre casos de alejamiento como el mío, pero normalmente la gente los narra al final de su vida, cuando muchos de los protagonistas ya están muertos. Pero una de las dificultades que tiene el distanciamiento, es precisamente no saber qué va a ocurrir en el futuro, no saber cómo va a terminar la historia. Así que también lo escribí para personas en una situación como la mía, jóvenes en una situación familiar difícil y que no saben muy bien cómo va a evolucionar.

P.- El libro es también una crónica de su lucha por la educación, por acceder a un mundo que se le había negado, ¿qué ha significado para usted? ¿Cómo le ha cambiado?
R.- La historia de mi educación y la historia de mi familia están ligadas. Nuestros padres nos criaron en el aislamiento y la educación es precisamente lo contrario. Conseguir esa educación, entendida en un sentido amplio de autocreación, te cambia como persona, te da acceso a distintas ideas, perspectivas, opiniones, que utilizas para decidir lo que piensas, para ir conformando un criterio. Para mi familia ese tipo de cambio, esa nueva yo con ideas propias fue imposible de aceptar.

Es importante que la educación no se convierta en arrogancia. La educación siempre debe ser una ampliación de tu perspectiva»

P.- ¿Hasta qué punto el deseo de autonomía, de hacer algo por sí misma, fue el motor de su deseo de educarse?
R.- No estoy segura de que tuviera ese deseo en mi interior al principio. Cuando decidí ir a la universidad sencillamente quería cantar, me encantaba la música y quería aprender música y ser profesora de canto. Pero una vez que ya estuve allí y comencé a aprender tantas cosas de las que jamás había oído hablar… Por ejemplo en una clase de Historia se me ocurrió preguntar qué era el Holocausto. No lo sabía, pero me tomaron por una especie de racista. Esa apertura al mundo me suscitó el deseo de querer ser autónoma, así que los dos deseos se retroalimentaron.

Pero además de los efectos benéficos de la educación, Westover también advierte sobre sus peligros, que una gran brecha cultural fomente el clasismo, o que la educación, en lugar de un mecanismo para cambiar y ampliar nuestra forma de ver el mundo se convierta en un elemento que reafirme nuestros prejuicios y convicciones. «Es importante que la educación no se convierta en arrogancia. La educación siempre debe ser una expansión de tu mente, una profundización de tu empatía, una ampliación de tu perspectiva. Nunca debería endurecer tus prejuicios», avisa. «En la medida en que la gente consuma su educación como si se tratase de una fábrica de montaje en cadena, puede reafirmar prejuicios. Sobre todo en entornos endogámicos. La educación debería servir más para plantear preguntas que para afianzar certidumbres».

Sin embargo, al echar la vista atrás, la historiadora opina que su extraño viaje, a pesar del alto precio, ha merecido la pena. «Evidentemente fue un proceso muy complejo en el que he perdido muchas cosas, pero la alternativa hubiese sido vivir una especie de vida a medias, y doy gracias de estar en condiciones de poder establecer determinados límites y tener determinadas exigencias con respecto al trato que me van a dar los demás en mi vida. Una posición de fuerza que durante años nunca tuve», recuerda. «Está la tristeza real de haber perdido a la mayor parte de mi familia, pero la autonomía y el confort que eso me aporta, también es real».

La tristeza de perder a mi familia es real, pero la autonomía y el confort que eso me aporta, también los son»

P.- Más que su marcha a la universidad, lo que definitivamente abrió la brecha familiar fue su denuncia de los abusos de su hermano, que incluían golpes, vejaciones y amenazas de muerte. ¿Cómo vivió esa realidad?
R.- En efecto, lo que rompió mi familia no fue ni el radicalismo, ni la ideología, ni la religión, sino la violencia de mi hermano y el cómo mis padres respondieron a ese problema. Él no podía soportar verme crecer para ser una mujer, regularmente me llamaba ramera. Cada vez que me lastimaba, siempre se disculpaba después. Trató de decir que era solo un juego que no pretendía dañarme, y me hice creer que era verdad. Tras mi proceso formativo conseguí una independencia de pensamiento tal que fui capaz de interpretar de forma diferente lo que ocurría en mi familia. Eso hizo que me resultase prácticamente imposible aceptar la interpretación que tenían mis padres y otros hermanos con respecto a su comportamiento. Ahí nació el conflicto.

P.- ¿Por qué sus padres decidieron mirar hacia otro lado durante tanto tiempo?
R.- Esa es la mayor pregunta de mi vida. Fui muy reacia a hablar con mis padres sobre esto durante mucho tiempo porque no quería reconocer lo impensable, que ya lo sabían pero que no habían hecho nada al respecto. Hasta que mi hermana me dijo que había sufrido lo mismo no me decidí. Aunque luego ella se asustó y cerró filas con la familia. No la culpo. Mis padres no podían lidiar con eso, no quisieron escucharlo, así que se volvieron hacia el otro lado y me hicieron quedar a mí como la mala. En familias como la mía el peor crimen es decir la verdad, sobre todo si es una verdad distinta a la oficial.

P.- Al final del libro indica que lleva varios años sin hablar con sus padre y con algunos de sus hermanos, ¿todo sigue igual? ¿Son conscientes del libro, ha tenido noticias tras su publicación?
R.- Sí, todo sigue igual, mis padres y hermanos consideran que tengo un demonio dentro, que soy la encarnación del mal. Tengo trato con tres de mis hermanos y con algunos tíos. Ellos leyeron el libro antes de su publicación y me ayudaron mucho a la hora de recordar. Pero la parte de mi familia de la que estoy distanciada no estoy segura de que lo haya leído.

En familias como la mía el peor crimen es decir la verdad, sobre todo si es una verdad distinta a la oficial»

P.- A pesar de todo, gran parte de su infancia en Idaho fue idílica, ¿en cierto sentido justifica el tipo de crianza irregular que tuvo?
R.- No sé si lo compensa o lo justifica, no pienso en ello en esos términos. Pero en este libro quería escribir sobre esa parte bonita de mi infancia y sobre los sacrificios que hicieron por mí otras personas. Mi hermano Shawn era violento, pero también amable y me salvó la vida en más de una ocasión. Para mí era importante reconocer lo complejos que son los lazos familiares, era necesario escribir sobre las cosas positivas para poder transmitir porqué esas relaciones son tan potentes y tan difíciles de abandonar.

P.- Vemos el cambio paulatino en su pensamiento que se traduce en su cada vez mayor incomodidad en el seno familiar, ¿cómo es ese proceso de renuncia a los valores que primero cree de su padre y después descubre que son propios?
R.- Es un proceso largo y complejo, para separar las cosas buenas, que hay muchas del resto. A veces uno tiene una idea que se le transmitió en la infancia y no la descarta, pero sí que la puede modificar, evolucionar. Mi padre siempre dijo que uno es quien mejor puede enseñarse a sí mismo. Él despreciaba a los profesores. Yo, sin embargo, que respeto a los profesores, también valoro esa idea que me transmitió de hacerse a uno mismo, de que uno tiene que responsabilizarse de su propia formación.

P.- ¿Tratar de entender las opiniones y actos de su familia es el primer paso para perdonar?
R.- Supongo que sí tengo algo que perdonar, pero nunca me he sentido especialmente enfadada con relación al modo en cómo mis padres me criaron, porque creo que ellos pensaban que estaban haciendo lo correcto. Tengo una teoría sobre la rabia. Tiene un papel importante que desempeñar, es un mecanismo de autodefensa que tenemos y que utilizamos para salir de una situación mala. Pero una vez que uno está en lugar seguro, esa rabia, esa ira, ya no sirve para nada, y creo que es posible y deseable desecharla y vivir mejor sin ella. Sí me enfadé con ellos por la forma en que respondieron a la violencia de mi hermano y a mi pedida de auxilio. Como resultado me repudiaron y eso me puso furiosa, claro, pero también tuve que perdonar eso. Esa rabia no ha desaparecido del todo, a veces vuelve, pero quiero perdonarlos, no solo por ellos, sino también por mí, por mi salud mental.

Fuente de la Entrevista:

https://elcultural.com/noticias/letras/Tara-Westover-La-educacion-debe-generar-preguntas-no-certezas/12550

ove/mahv

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La ONU presenta un nuevo mapa de la pobreza global más allá del dinero

Redacción: EL País

1.300 millones de personas son pobres en todos los sentidos de la palabra, porque no tienen apenas ingresos o carecen de acceso a agua potable, alimentos suficientes o electricidad

El 10% de la población mundial, 736 millones de personas, sobreviven cada día con menos de 1,90 dólares. Son extremadamente pobres… económicamente. Estar por encima de este nivel de ingresos no asegura automáticamente tener una vida digna, una en la que se defeca en un retrete, se come al menos tres veces al día y los hijos no mueren de una diarrea. Por eso, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se ha aliado con la Iniciativa para el Desarrollo Humano y contra la Pobreza de la Universidad de Oxford (OPHI, por sus siglas en inglés) para saber cuántos seres humanos sufren carencias múltiples y simultáneas más allá del dinero. Son 1.300 millones, una cuarta parte de la población de los 104 países que se han estudiado en el primer Índice de Pobreza Multidimensional global, publicado este jueves. La mitad son niños.

Con datos sobre desnutrición, años de escolarización, estado de las viviendas, el combustible con el que cocinan y así hasta 10 indicadores sobre salud, educación y nivel de vida, los autores han sido capaces de calcular no solo el número de pobres multidimensionales —que sufren carencias de al menos un tercio de estos indicadores—, sino también el grado, en función del tipo, la cantidad e intensidad de las privaciones, e incluso dónde viven y qué edad tienen. «Desagregamos tanto como nos lo permiten los datos», ha explicado Sabina Alkire, directora de la OPHI y creadora de este índice, en la presentación de la investigación en la sede de la ONU en Nueva York, retransmitida en directo a través de su canal de televisión.

«La mitad de ellos son niños», ha explicado Achim Steiner, administrador del PNUD. «Es toda una generación cuyas vidas están atrapadas en la pobreza», ha lamentado. Como la de Amudhra, una niña de 14 años de Tamil Nadu, al sur de India, a la que entrevistaron las estudiantes de la Lady Doak Colleague de esta misma ciudad para el estudio. Así supieron que en su hogar había varios miembros desnutridos, no tenían un combustible limpio para cocinar, ni agua potable ni saneamiento, aunque sí tenía electricidad tomada de unos vecinos, todos los niños en la casa iban a la escuela y ningún menor había muerto en la última década. «Con un cuestionario de 10 preguntas, tenemos una idea de cómo es la vida de Amudhra», ha explicado Alkire. Conclusión: es multidimensionalmente pobre.

El 83% de pobres multidimensionales se concentra en dos regiones: África subsahariana con 560 millones y Asia meridional con 546 millones

Hay dos maneras de interpretar estos resultados, ha considerado Steiner. Una pesimista, pues los datos revelan una cantidad mucho más abultada de personas en situación de pobreza de las que muestran las estadísticas realizadas hasta ahora. La optimista, en opinión del administrador del PNUD, es que esta herramienta es «una oportunidad» para luchar de manera certera contra todas las miserias para erradicarlas, como manda el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El ejemplo positivo de nuevo lo han encontrado en India, el primer país en el que se ha analizado el progreso alcanzado a lo largo del tiempo. Entre 2006 y 2016, 271 millones de personas salieron de la pobreza. Más que toda la población de Indonesia. Según los datos más recientes del índice, aún 364 millones de habitantes del país asiático, un 27,5%, eran pobres multidimensionalmente en 2016, principalmente por las malas condiciones de vida y, en menor proporción, por las carencias relacionadas con la salud y la educación, en ese orden. Una década antes, los números eran peores: un 55% de los indios sufría varias de las privaciones escrutadas.

«Esto no es producto de la casualidad», ha destacado Steiner, quien ha alabado la determinación del Gobierno indio en el uso de este índice para tomar las decisiones adecuadas para mejorar la vida de las personas. Para él, el avance de India es la prueba de que este problema se puede combatir si las prioridades y programas están bien definidos. Para ello, el trabajo de investigación y estadístico es fundamental.

India es el primer país en el que se ha analizado el progreso. Entre 2006 y 2016, 271 millones salieron de la pobreza

«El Banco Mundial y organizaciones como la Fundación Bill y Melinda Gates producen informes sobre pobreza e investigaciones sobre qué funciona y qué no. Y todos coincidimos en que millones de personas están siendo abandonadas y no se benefician del desarrollo», ha asegurado Steiner. Para sacar a la luz a esos pobres que permanecían en la oscuridad estadística, el PNUD se alió con el equipo de Alkire en la OPHI que venía trabajando con este índice en decenas de países, pero nunca se había aplicado en el ámbito global con datos armonizados y comparables entre territorios.

Una vez obtenidos los primeros resultados, la intención es recabar datos periódicamente para poder observar los progresos y disponer de una fotografía más nítida sobre quiénes necesitan ayuda, qué tipo y dónde. Con ella, los políticos comprometidos con poner fin a la pobreza podrán tomar decisiones más informadas y financiar adecuadamente los programas diseñados para este propósito. «La pregunta que habrá que responder es si los más pobres son los que más mejoran», ha indicado Alkire. El ejemplo de India demuestra que sí, pero aún es el país con más cantidad de pobres del mundo y los más vulnerables siguen encontrándose en los mismos grupos de la sociedad: las castas más bajas, los musulmanes y los niños.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/09/20/planeta_futuro/1537441680_635893.html

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La portada de la revista Time que refleja la cruda realidad de los profesores en Estados Unidos

Estados Unidos  / 16 de septiembre de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Tele13

«Trabajo en 3 empleos y dono sangre para pagar las cuentas», cuenta Hope Brown, profesora de historia de una escuela estadounidense.

«No soy necesariamente una persona religiosa, pero sí creo que me pusieron aquí para ser profesora. Solo quiero poder hacer eso financieramente«. Este es el testimonio de Hope Brown, profesora de historia que relata la adversa realidad que viven los docentes en Estados Unidos, a través de un reportaje de Katie Reilly, publicado en la revista Time.

La investigación da cuenta de la compleja situación que viven día a día más de 3,2 millones de profesoresen ese país tras el peor estancamiento salarial que se recuerde desde 1990, según datos del Departamento de Educación (DOE).

Brown asegura que puede ganar $60 dólares donando plasma de sus células sanguíneas dos veces por semana, además de obtener ganancias extra al vender parte de su ropa en locales de consignación. Esto, explica, funciona como apoyo para pagar las cuentas o gastos relacionados con su automóvil. Esto pese a contar con un grado de magíster. 

“Este malabarismo financiero ahora es parte de su vida cotidiana, algo que nunca esperó hace casi dos décadas cuando obtuvo una maestría en educación secundaria y se convirtió en maestra de historia de la escuela secundaria”, narra Reilly en uno de los párrafos.

La profesora imparte clases en la escuela Woodford County High School en VersallesKentucky, además de verse obligada a dedicarse a dos empleos más; dirige una compañía de viajes y se encarga de los detectores de metales en Lexington junto a su esposo.

«Realmente amo enseñar. Pero no nos pagan por el trabajo que hacemos«, expresa en uno de sus testimonios.

El reportaje, que fue publicado este jueves, revivió el debate en torno a la situación de las escuelas públicasen Estados Unidos, que ha provocado una serie de movilizaciones en las calles bajo la exigencia de aumentar salarios, fondos y beneficios para los docentes.  

TIME

@TIME

TIME’s new cover: This is what it’s like to be a teacher in America https://ti.me/2Of77Cz

 

Fuente de la Noticia:

http://www.t13.cl/noticia/mundo/revista-time-revela-cruel-realidad-profesores-estados-unidos

ove/mahv

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‘I Work 3 Jobs And Donate Blood Plasma to Pay the Bills.’ This Is What It’s Like to Be a Teacher in America

United States / September 16, 2018 / Author: Katie Reilly / Source: Time

Hope Brown can make $60 donating plasma from her blood cells twice in one week, and a little more if she sells some of her clothes at a consignment store. It’s usually just enough to cover an electric bill or a car payment. This financial juggling is now a part of her everyday life—something she never expected almost two decades ago when she earned a master’s degree in secondary education and became a high school history teacher. Brown often works from 5 a.m. to 4 p.m. at her school in Versailles, Ky., then goes to a second job manning the metal detectors and wrangling rowdy guests at Lexington’s Rupp Arena to supplement her $55,000 annual salary. With her husband, she also runs a historical tour company for extra money.

“I truly love teaching,” says the 52-year-old. “But we are not paid for the work that we do.”

That has become the rallying cry of many of America’s public-school teachers, who have staged walkouts and marches on six state capitols this year. From Arizona to Oklahoma, in states blue, red and purple, teachers have risen up to demand increases in salaries, benefits and funding for public education. Their outrage has struck a chord, reviving a national debate over the role and value of teachers and the future of public education.

Hope Brown works at Rupp Arena in Lexington, KY on Aug. 31.
Hope Brown works at Rupp Arena in Lexington, KY on Aug. 31.
Maddie McGarvey for TIME/Economic Hardship Reporting Project

For many teachers, this year’s uprising is decades in the making. The country’s roughly 3.2 million full-time public-school teachers (kindergarten through high school) are experiencing some of the worst wage stagnation of any profession, earning less on average, in inflation-­adjusted dollars, than they did in 1990, according to Department of Education (DOE) data.

Meanwhile, the pay gap between teachers and other comparably educated professionals is now the largest on record. In 1994, public-school teachers in the U.S. earned 1.8% less per week than comparable workers, according to the Economic Policy Institute (EPI), a left-leaning think tank. By last year, they made 18.7% less. The situation is particularly grim in states such as Oklahoma, where teachers’ inflation-adjusted salaries actually decreased by about $8,000 in the last decade, to an average of $45,245 in 2016, according to DOE data. In Arizona, teachers’ average inflation-adjusted annual wages are down $5,000.

The decline in education funding is not limited to salaries. Twenty-nine states were still spending less per student in 2015, adjusted for inflation, than they did before the Great Recession, according to the Center on Budget and Policy Priorities, leaving many public schools dilapidated, overcrowded and reliant on outdated textbooks and threadbare supplies.

To many teachers, these trends are a result of a decades-long and bipartisan war on public education, born of frustration with teachers’ unions, a desire to standardize curricula and a professed commitment to fiscal austerity. This has led to a widespread expansion of charter schools, which are publicly funded but privately operated, and actions such as a move in the Wisconsin legislature in 2011 to strip teachers’ pensions and roll back collective bargaining rights. This year, Colorado lawmakers voted to raise teachers’ retirement age and cut benefits.

Stacks of books are organized in Binh Thai's classroom at the University Neighborhood Middle School in New York City.
Stacks of books are organized in Binh Thai’s classroom at the University Neighborhood Middle School in New York City.
George Etheredge for TIME

As states tightened the reins on teacher benefits, many also enacted new benchmarks for student achievement, with corresponding standardized tests, curricula changes and evaluations of teacher performance. The loss of control over their classrooms combined with the direct hit to their pocketbooks was too much for many teachers to bear.

‘I love teaching. But we are not paid for the work that we do.’
– Hope Brown, Kentucky

The wave began in West Virginia, where in February and March some 20,000 teachers walked out across the state. Educators there—who made an average of $45,701 in 2016, according to the DOE­—refused to enter their classrooms until the state met their demands to fully fund insurance benefits and increase salaries. Instead, they marched on the capitol, passed out bag lunches for low-income students who normally rely on free school meals and watched as public support flooded their way. After nine school days, lawmakers caved and approved a 5% wage increase. Weeks later, the specter of a similar strike led Oklahoma lawmakers to pass the state’s first major tax increase in nearly 30 years to fund raises for teachers who still walked out for more funding. Teachers in Kentucky and Arizona—both GOP-leaning states—followed their lead.

But teachers faced opposition at times from state and federal leaders. In April, Secretary of Education Betsy DeVos criticized striking teachers, suggesting they were failing to serve their students and urging them to “keep adult disagreements” out of the classroom.

Humanities teacher Binh Thai in his classroom at University Neighborhood Middle School in New York City on Aug. 16.
Humanities teacher Binh Thai in his classroom at University Neighborhood Middle School in New York City on Aug. 16.
George Etheredge for TIME

And when school was out for the summer, the teachers’ momentum was blunted. In June, the Supreme Court ruled that public­-sector unions can’t mandate fees from nonmembers—a decision that experts estimate could cost influential teachers’ unions money and clout. And in August, the Arizona supreme court blocked a ballot initiative that would have added $690 million annually to state education funding.

Teachers are out to regain the upper hand. Some have already gone on strike in Washington State, and others are threatening to do so in Los Angeles and Virginia. And they promise to turn out in force for November’s midterm elections, where hundreds of teachers are running for office on platforms that promise more support for public schools. They have also sought to remind the public that they are on the front lines of America’s frayed social safety net, dealing with children affected by the opioid crisis, living in poverty and fearful of the next school shooting.

Recent polling suggests teachers have the public on their side. Nearly 60% of people in a Ipsos/USA Today survey released Sept. 12 think teachers are underpaid, while a majority of both Republicans and Democrats believe they have the right to strike.

“We have to organize even harder and even broader,” says Los Angeles teacher Rosa Jimenez. “People are fired up.”

Social studies teacher Rosa Jimenez atthe UCLA Community School in Los Angeles on Aug. 21.
Social studies teacher Rosa Jimenez atthe UCLA Community School in Los Angeles on Aug. 21.
Alex Welsh for TIME

When Elaine Hutchison’s mother started teaching in Oklahoma in 1970, she made about $7,000 a year. In 2018 dollars, that’s roughly $45,000—nearly the same salary Hutchison, Oklahoma’s 2013 Teacher of the Year, now makes after a quarter-century on the job. Hutchison, 48, is a fourth-generation educator whose daughter also plans to become a teacher. She says she never got into teaching for the money, but, “I do want to be paid what I’m worth.”

Since the first U.S. public-school system was established in Massachusetts in 1647, many localities have struggled to pay teachers and searched for people willing to do the job for less. In the mid-1800s, California superintendent of public instruction John Swett lamented that the work of teachers was not “as well-paid as the brain labor of the lawyer, the physician, the clergyman, the editor.”

“They ought not to be expected to break mental bread to the children of others and feed their own with stones,” Swett wrote in 1865, foreshadowing arguments still made by teachers today.

‘We have to organize even harder and even broader.’
– Rosa Jimenez, California

Teaching has long been dominated by women, and experts say the roots of its relatively low pay lie in sexism. “The ‘hidden subsidy of public education’ is the fact that teachers for many years were necessarily working at suppressed wage levels because they really had no options other than teaching,” says Susan Moore Johnson, a professor of education at Harvard and an expert in teacher policy.

In 1960, teaching was more lucrative than other comparable careers for women, according to the EPI, but that was because of limited opportunity, not high pay. As women were admitted to other professions in wider numbers, choosing teaching carried a cost. For example registered nurses—another career historically dominated by women—make far more than teachers today, earning an average annual wage of $73,550 in 2017, according to the Bureau of Labor Statistics. Nursing shortages in some parts of the U.S. have led to signing bonuses, free housing, tuition reimbursement and other perks, while teacher shortages have contributed to some states increasing class sizes, shortening school weeks and enacting emergency certification for people who aren’t trained as educators.

Scenes from the Carroll Leadership in Technology Magnet Middle School in Raleigh, NC.
Scenes from the Carroll Leadership in Technology Magnet Middle School in Raleigh, NC.
Jared Soares for TIME/Economic Hardship Reporting Project

Nationwide, the estimated average public-school teacher’s salary is now $58,950, according to the National Center for Education Statistics—a respectable income in many locales, but actual wages vary widely by state, and often do not track with costs of living. When compared to professions with similar education levels, teacher pay tends to pale. In 2016, for instance, the average teacher’s starting salary was $38,617—20% lower than that of other professions requiring a college degree.

The public response to the teachers’ protests shows signs of a shift in the perception of the profession. Even in conservative states, many voters backed tax increases to support public education, and called on lawmakers to stop cutting school budgets. State funding for public schools fell off a cliff 10 years ago, when recession-­wracked states slashed education budgets and cut taxes. The uprising in West Virginia seemed to mark a turning point in public support for refilling the coffers.

Read more about what it’s like to survive on a teacher’s salary

But like most stories, the fight over teacher pay has many shades of gray. Generous retirement and health-benefits packages negotiated by teachers’ unions in flusher times are a drain on many states. Those who believe most teachers are fairly paid point to those benefits, along with their summer break, to make their case.

Teachers, however, say those apparent perks often disappear upon inspection. Many regularly work over the summer, planning curricula, taking continuing education and professional development courses, and running summer programs at their schools, making it a year-round job. Indeed, teachers—about 40% of whom are not covered by Social Security because of states’ reliance on pension plans—must stay in the same state to collect their pensions. Studies have shown that the majority of new teachers don’t stay in the same district long enough to qualify for pensions. Even for those who do stand to gain, it can be hard to find reassurance in distant retirement benefits when salaries haven’t kept pace with the cost of living.

NaShonda Cooke at the Carroll Leadership in Technology Magnet Middle School, where she teaches in Raleigh, North Carolina.
NaShonda Cooke at the Carroll Leadership in Technology Magnet Middle School, where she teaches in Raleigh, North Carolina.
Jared Soares for TIME/Economic Hardship Reporting Project

“Utility companies do not care that you had a great day with one of your students. They don’t care that you’re coaching the soccer team. They want you to pay for the services that they provide you,” says NaShonda Cooke, a teacher and single mother of two in Raleigh, N.C. “I can’t tell you how many letters I got this summer that said final notice.” Cooke, who makes about $69,000, often skips doctor’s appointments to save the co-pay and worries about paying for her eldest daughter’s college education. “It’s not about wanting a pay raise or extra income,” she says. “It’s just about wanting a livable wage.”

Stagnant wages are one reason teachers believe school districts across the country are facing hiring crises. This year in Oklahoma, a record number of teachers were given emergency teaching certifications, despite no traditional training. In Arizona, school districts began recruiting overseas to fill their shortfall. Last year, U.S. public schools hired 2,800 foreign teachers on special visas, up from 1,500 in 2012, according to federal data.

‘I can’t tell you how many letters I got … that said “final notice.”’
-NaShonda Cooke, North Carolina

The pipeline, meanwhile, is drying up. Between 2008 and 2016, the number of new educators completing preparatory programs fell by 23%, according to the American Association of Colleges for Teacher Education. And once ­teachers make it to the classroom, attrition is high: at least 17% leave the profession within the first five years, a 2015 study found.

Hutchison says her daughter has plans to continue the family teaching tradition, but it’s becoming a harder path for a middle-­class kid. Hutchison’s sibling—an attorney, engineer and physical therapist—all earned graduate degrees, but now she makes half of what they do. “My younger brother who’s an engineer—his bonus is more than my salary,” she says.

NaShonda Cooke, center, at home in the morning with her daughters in Raleigh, NC.
NaShonda Cooke, center, at home in the morning with her daughters in Raleigh, NC.
Jared Soares for TIME/Economic Hardship Reporting Project

As the new school year gets under way, many are picking up where the spring protests left off. In L.A., teachers voted in August to authorize a strike if negotiations continue to stall over issues including teacher pay and class sizes. In Washington, teachers in several districts are already on strike, calling for pay raises to come out of newly allocated education funding. In Virginia, teachers are floating the possibility of a statewide walkout.

Brown, the Kentucky teacher, says the fight needs to happen now or never. If budget cuts and school privatization efforts continue, she warns, teaching will cease to be a viable career for educated, engaged and ambitious people. She talks about what she does not as a job but as a calling. “I’m not necessarily a religious person, but I do believe I was put here to be a teacher,” she says. “I just want to be able to financially do that.”

But to Brown, it’s not only about what she and her fellow teachers are worth, because they’re not in the classroom alone. If the public is on their side, they say, it’s ultimately because of the kids.

—With reporting by Haley Sweetland Edwards/New York

Source:

http://time.com/longform/teaching-in-america/?xid=time_socialflow_twitter&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=time

ove/mahv

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Estados Unidos: Se entregaron en Harvard Ciencia loca: las 10 investigaciones más divertidas que ganaron el “anti Nobel”

Redacción: Clarín

Los beneficios del vudú para vengarse del jefe, el poder limpiador de la saliva y una autocolonoscopía, algunos de los estudios que se llevaron el Ig Nobel.

Vudú para vengarse del jefe, subirse a una montaña rusa para expulsar cálculos renales, detectar moscas en el vino por el olor o una autocolonoscopía: diez estudios científicos fueron galardonados con los «Ig Nobel» de la Universidad de Harvard, una parodia de los galardones de la Academia Sueca también conocida como los «anti Nobel».

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Científicos estadounidenses recibieron el premio de Medicina por estudiar el efecto de la montaña rusa para acelerar la expulsión de piedras en el riñón. «El verdadero reconocimiento les corresponde a mis pacientes», dijo el investigador David Wartinger al recibir uno de estos premios «que primero hacen reír y luego pensar». Los galardones se entregan en una gala en Boston a la que, como cada año, acudieron premios Nobel reales.

Wartinger acudió a un parque de atracciones en varias ocasiones y expulsó una piedra en el riñón. A partir de ahí, él y su colega Marc Mitchell comenzaron una investigación científica, explicó al recibir el Ig Nobel (de «ignoble», que significa «indigno») que se entregó en esta 28° edición en forma de corazón de papel.

Akira Horiuchi, Ig Nobel de Educación Médica, muestra el premio: un corazón de papel (AP)

Akira Horiuchi, Ig Nobel de Educación Médica, muestra el premio: un corazón de papel (AP)

El Ig Nobel de Ciencia fue para otro grupo de investigadores que estudió la efectividad de apuñalar un muñeco de vudú para descargarse contra jefes explotadores. Y la respuesta fue positiva para el trabajador, señala la científica Lindie Hanyu LIang. «La gente se siente mucho mejor después, se sienten como si se hubiera hecho justicia». La científica aprovechó la entrega del premio para agradecer a su antiguo jefe haberle «enseñado todo sobre cómo gestionar tener a un jefe intrusivo».

Ganadores del Nobel de la Academia Sueca, en la ceremonia del "Anti Nobel" en Harvard (AP)

Ganadores del Nobel de la Academia Sueca, en la ceremonia del «Anti Nobel» en Harvard (AP)

Estos inusuales premios que pretenden «honrar a la fantasía y celebrar lo inusual» tuvieron también ganadores de España y Colombia por analizar la frecuencia, motivación y repercusiones de los gritos e insultos a la hora de conducir, recibiendo por ello el premio Ig Nobel de la Paz.

El español Francisco Alonso, Ig Nobel de la Paz (AP)

El español Francisco Alonso, Ig Nobel de la Paz (AP)

Investigadores de Alemania, Suecia, Colombia, Francia y Suiza recibieron por su parte el premio de Biología por probar que los sommeliers son capaces de detectar con su olfato y de forma fiable la presencia de una mosca en una copa de vino.

«Si una mosca de fruta entra en una copa de vino, es triste para la mosca, porque se ahogará», dijo el científico Paul Becher. «Pero también es triste para el dueño de la copa, porque el olor de la mosca estropeará el vino. No sabemos por qué la gente es capaz de reconocer ese olor, pero sabemos no se trata de que nos sintamos atraídos por las moscas».

Otro curioso premio, el de Antropología, reconoció la labor de un grupo de científicos por demostrar en un zoo que los chimpancés imitan a los hombres con la misma frecuencia que ocurre a la inversa.

Hanyu Liang, ganador de Economía (AP)

Hanyu Liang, ganador de Economía (AP)

Investigadores portugueses recibieron el premio de Química por analizar el poder limpiador de la saliva humana. «Sé que suena increíble, pero la saliva humana es realmente un buen limpiador, al menos para algunas superficies», explicó Paula Romao.

Un científico japonés fue galardonado con el premio a la Educación Médica por su informe «Colonoscopía sentado: lecciones de una autocolonoscopía».

Akira Horiuchi, de Japón, al presentar su estudio sobre la autocolonoscopía (AP)

Akira Horiuchi, de Japón, al presentar su estudio sobre la autocolonoscopía (AP)

En tanto, el Ig Nobel de Literatura fue para investigadores australianos, británicos y de El Salvador por demostrar que la mayoría de la gente que compra productos complicados no lee las instrucciones.

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Un investigador británico calculó que la ingesta calórica de una alimentación exclusivamente a base de carne humana es considerablemente menor que la de la mayoría de otras dietas carnívoras se llevó el premio en la categoría Alimentación.

El auditorio, durante la ceremonia en Harvard (AP)

El auditorio, durante la ceremonia en Harvard (AP)

El premio de Medicina Reproductiva fue para un grupo de científicos de Estados Unidos, Japón, Arabia Saudí, Egipto, India y Bangladesh que utilizaron sellos de correo para medir las erecciones masculinas.

El moderador Marc Abrahams, editor de una revista científica sobre investigaciones curiosas, puso fin a la gala con sus tradicionales palabras de despedida: «Si no han ganado este año un Ig Nobel y especialmente si lo han ganado: ¡que tengan más suerte el próximo!».

Fuente:https://www.clarin.com/sociedad/ciencia-loca-10-investigaciones-divertidas-ganaron-anti-nobel_0_H1ePtDF_Q.html

 

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¿Cuáles son los países que tienen la educación más cara del mundo?

Redacción: El Nacional

Dependiendo del lugar en el que se cursen estudios, la educación puede ser más o menos accesible. Y en muchas ocasiones esto depende del bolsillo de los padres que la financian

El comienzo de un nuevo año escolar puede ser muy diferente según donde se viva. No es lo mismo hacerlo en Estados Unidos que en Chile, China, Rusia o Islandia, por ejemplo. Y eso las familias lo notan directamente en su bolsillo.

¿En qué lugares del mundo los estudiantes tienen menos horas lectivas? ¿Quiénes gastan más en educación? ¿Y qué país mantiene a sus alumnos en el sistema educativo por hasta 23 años de media?

Estos son algunos de los datos más curiosos sobre cómo funciona la educación alrededor del mundo.

Gasto medio

En Estados Unidos, una familia gasta hoy en día alrededor de US$685 de promedio en el material escolar de su hijo en todos los años que asiste a clases. Desde que empieza en la guardería hasta que acude a la enseñanza secundaria.

Esto representa un aumento de casi US$250 desde 2005, y equivale a un total de US$27.5000 millones en el curso escolar 2018. Si además a esto se le agrega el gasto universitario, la cifra asciende a US$83.000 millones.

El material escolar representa el gasto más bajo que se desembolsa. Antes están las computadoras, las matrículas, la ropa y el alojamiento. Foto: Getty Images

Los artículos más caros son las computadoras, con un gasto promedio de US$299 por hogar. Le sigue la ropa, que supone un gasto de US$286, seguida de productos electrónicos como tabletas y calculadoras, con un gasto medio de US$271.

En lo que menos se gasta es en elementos básicos como carpetas, libretas, resaltadores y demás utensilios de papelería. Ellos representan una media de US$112 y se espera que esta cantidad siga aumentando después de 2018.(Fuentes: Statista / Deloitte).

¿Más horas de clase, mejor educación?

En 33 de los 34 países desarrollados que componen la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) los estudiantes de primaria en Rusia son los que menos horas son obligados a asistir a clase al año. Lo hacen por un total de 500 horas, cuando el promedio internacional es de 800 anuales.

Esto se traduce en aproximadamente cinco horas al día de clase cada día, si se tienen en cuenta los descansos entre clase y clase durante todo un año escolar de ocho meses de duración.

Algunos países optan por un calendario escolar más extenso y cargado y otros más reducido y con menos horas lectivas al día. Foto: Getty Images

Sin embargo, el bajo volumen de horas lectivas no parece afectar al índice de alfabetización del país. Rusia tiene, según la OCDE, una tasa del 100%.

Pero el polo opuesto a este modelo está en Dinamarca. El país exige que los alumnos de primaria pasen alrededor de 1.000 horas al año en clase. Eso es casi dos meses más que en Rusia.

Además, Dinamarca tiene jornadas escolares más largas y eso parece traerle su recompensa: el país aparece constantemente entre los cinco primeros puestos de países con el mejor sistema educativo. Tal vez Dinamarca demuestre que hay algunos beneficios en tener un año escolar tan largo.

¿Dónde es más caro?

Dependiendo de dónde vayan los chicos a la escuela, una familia puede notar una diferencia de más de US$100.000 en los costos totales que supone dar formación a los hijos.

Después de combinar el costo de matrículas escolares, libros, transporte y alojamiento desde la escuela primaria hasta la universidad, se descubrió que Hong Kong es el lugar más caro del mundo para estudiar. Con diferencia.

Algunos gobiernos afrontan como parte de sus gastos la educación de sus estudiantes mientras que en otros son los padres quienes tiene que realizar la mayor parte de las aportaciones. Foto: Getty Images

Las familias en Hong Kong ponen de sus propios bolsillos unos US$131.161 de media en la educación de cualquier hijo, incluso aunque tengan beca, préstamos o ayudas estatales.

Los Emiratos Árabes Unidos es el segundo país donde más caro resulta estudiar, con un gasto medio de alrededor de US$99.000.

Le siguen Singapur con US$71.000 y Estados Unidos, con un gasto medio de US$58.000. En este caso en particular, a pesar de lo caras que son las universidades estadounidenses, los padres pagan de media solo un 23% del costo anual de la matrícula.

Pero en otros países, como en Francia, el costo es mucho más bajo para la familia. Allí los padres solo contribuyen alrededor de US$16.000 a la totalidad de la educación de sus hijos, de acuerdo con datos de HSBC y Sallie Mae.

La educación y el medio ambiente

Pero los padres no son los únicos que pagan el precio de que sus hijos vayan a la escuela. Piensa en los árboles.

Incluso en la era digital en la que vivimos, con impresoras 3D y drones, un simple lápiz sigue siendo el utensilio más usado en instituciones de todo el mundo.

Los lápices, con 400 años de historia siguen produciéndose con un volumen anual de miles de millones pese a la disponibilidad de aparatos electrónicos. Foto: Getty Images

Más de 400 años después de su invención, se calcula que se producen entre 15 y 20.000 millones de lápices por año.

Los cedros que se encuentran en el noroeste del Pacífico son la fuente más común de madera para lápices en Estados Unidos, mientras que la mayoría del grafito se extrae en China y Sri Lanka.

Aproximadamente se cortan cada año de 60.000 a 80.000 árboles para mantener el suministro de lápices en todo el mundo. (Fuente: The Economist)

La «esperanza educativa»

¿Cuánto tiempo puede estar una persona recibiendo formación? En Australia, los estudiantes asisten a clase durante un cuarto de su vida.

El sistema educativo no está pensando para que los estudiantes permanezcan en él de por vida pero en países como Nueva Zelanda e Islandia, los alumnos abandonan la educación solo después de dos décadas.

La llamada «esperanza de vida escolar» de un alumno se calcula con el índice de matrículas de alumnos de diferentes edades, desde la escuela primaria hasta la universidad (inclusive).

Actualmente, Australia tiene la esperanza educativa más larga del mundo con 22,9 años desde que los alumnos comienzan la escuela primaria hasta la universidad, o desde los seis años hasta los 28.

En el final de la lista está Níger, donde los estudiantes generalmente comienzan la escuela primaria a los siete años. Aquí, el tiempo promedio que un estudiante pasa en la escuela es de solo 5,3 años, la diferencia es de 17 años. (Fuente: Índice Global de Innovación).

Fuente: http://www.el-nacional.com/noticias/bbc-mundo/cuales-son-los-paises-que-tienen-educacion-mas-cara-del-mundo_251673

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