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La globalización y los trabajadores del mundo

Por: Prabhat Patnaik

La globalización fue anunciada como algo beneficioso para todos, como un vigoroso paso adelante hacia una mejora económica universal. Era claramente falso, y no fueron solo los economistas de izquierdas, sino también muchos economistas de la línea “dominante” como Paul Samuelson los que lo dijeron desde el primer momento.

El motivo que aducían era muy sencillo: si el régimen económico mundial permitía la libre importación en Estados Unidos de mercancías procedentes de China o de la India, ello afectaría negativamente a los salarios reales de los trabajadores norteamericanos, porque los trabajadores norteamericanos, con unos salarios mucho más altos, tendrían que competir, en detrimento suyo, con los salarios más bajos de los trabajadores chinos o indios. Por consiguiente, el hecho de que la globalización perjudicaría necesariamente a los trabajadores de Estados Unidos y de otros países avanzados, les parecía obvio a ellos, y de hecho a todos, de lo que se seguía que no era posible que beneficiase a todos los segmentos de la clase trabajadora mundial. Ahora bien, de acuerdo con esta argumentación, se consideraba que la globalización beneficiaría a los trabajadores de países como China o la India, es decir, de aquellos países del tercer mundo con los salarios bajos.

Formulando este argumento de otro modo, ya que la libre circulación de mercancías y de capitales por todo el mundo intensifica la competencia entre los trabajadores de los diferentes países, se produciría una tendencia hacia una disminución de las diferencias salariales entre estos países, y si bien esto representaría un cierto incremento en los salarios reales de los trabajadores del tercer mundo, también representaría una reducción en los salarios reales de los trabajadores metropolitanos.

Este mismo argumento puede formularse de un modo más preciso, de acuerdo con las categorías de la economía marxiana, del siguiente modo: la globalización, al transferir determinadas actividades económicas desde los países avanzados a los países del tercer mundo (debido a los salarios más bajos de estos últimos) agotaría las reservas de mano de obra en estos últimos al tiempo que produciría un aumento de las reservas de mano de obra en los primeros. Esto, si no cambian otras circunstancias, provocará una subida de los salarios en los últimos y un descenso de los mismos en los primeros. La globalización, por ejemplo, mientras que no beneficia a todos los trabajadores, reduce las diferencias relativas entre los trabajadores de los países avanzados y los trabajadores del mundo subdesarrollado. Pero, según este argumento, no es posible que empeoren las condiciones de los trabajadores en las dos partes del mundo.

 

EL EMPEORAMIENTO DE LAS CONDICIONES

Esto es, sin embargo, lo que ha sucedido. La globalización, por supuesto, ha empeorado las condiciones de los trabajadores en los países metropolitanos, un hecho recientemente puesto de relieve por el economista Joseph Stiglitz. Casi un 90 por ciento de norteamericanos, lo que significa la casi totalidad de la población trabajadora en aquel país, tiene actualmente unos ingresos reales apenas superiores a los que tenían hace treinta años. Actualmente, el salario mínimo de los trabajadores norteamericanos está en términos reales muy poco por encima de donde estaba hace 60 años. Dado que ha habido ciertas mejoras en estas magnitudes durante la primera parte de los años transcurridos, lo que esto significa es que se ha producido un deterioro en el período más reciente, que coincide con el apogeo de la globalización. Un dato estadístico aún más revelador es el relacionado con el fuerte descenso en la esperanza de vida entre los varones norteamericanos en los últimos tiempos, un descenso que recuerda la fuerte caída en la esperanza de vida que se produjo en Rusia después del colapso de la Unión Soviética. Un descenso en la esperanza de vida cuando no hay ninguna epidemia obvia a la vista es un asunto muy grave, y que este descenso se dé en el país capitalista más avanzado del mundo es una prueba fehaciente del ataque a los medios de vida de la clase trabajadora que ha traído consigo la globalización.

Una historia muy similar es la que puede contarse de otros países capitalistas avanzados. Estados Unidos es considerado normalmente como una de las economías más exitosas, el lugar donde se produjeron los booms de los años noventa del siglo XX y de la primera década del siglo actual, que originaron respectivamente las burbujas de las empresas punto.com y la del mercado inmobiliario, y también la economía que está experimentando aparentemente una recuperación después del colapso de la burbuja inmobiliaria. Dicho esto, el hecho de que la población trabajadora de este país esté pasando tantas dificultades es muy significativo. En los últimos años, en el Reino Unido se ha producido una fuerte caída de los índices salariales reales de los trabajadores No tiene nada de extraño, pues, que el descontento con la globalización esté cada vez más extendido entre los trabajadores de las economías metropolitanas, y dado que la izquierda no ha tenido hasta ahora un conocimiento adecuado de ello, el descontento está siendo explotado por la derecha. Fenómenos como el voto en el Brexit y la emergencia de Donald Trump se explican desde este punto de vista.

Lo que resulta inexplicable en el marco del debate que estamos teniendo hasta aquí, sin embargo, es el hecho de que la situación de los trabajadores ha empeorado incluso en una gran franja de los países del tercer mundo con los salarios bajos, entre los cuales la India es un buen ejemplo. Las pruebas más concluyentes en este sentido las proporcionan los datos sobre el consumo de alimentos básicos. Partiendo de los estudios realizados por el NSS en los períodos 1993-1994 y 2009-2010 , que corresponden en líneas generales al período de políticas neoliberales asociadas con la globalización, los porcentajes de la población rural total con una ingesta calórica de menos de 2200 calorías por persona y día (el “parámetro” que define la pobreza rural) de estos dos períodos anuales fue de un 58,6 y un 76 por ciento respectivamente. Los porcentajes de población urbana por debajo de las 2100 calorías por persona y día (el “parámetro” para definir la pobreza urbana) en estas dos fechas fueron de un 57 y un 73 por ciento respectivamente.

Tan sorprendente fue este incremento, especialmente durante un período en el que se suponía que la India estaba experimentando un crecimiento sin precedentes de su PIB, que el gobierno encargó un nuevo estudio al NSS para el período 2011-2012, durante el cual había habido una cosecha extraordinaria, con la idea de que las cifras de la ingesta calórica en el período 2009-2010, un año con una cosecha pobre, habían sido excepcionalmente bajas debido precisamente a esta escasez en la cosecha. Una vez completado el estudio, las cifras que arrojaba, aunque sin duda eran mejores que las del período 2009-2010, todavía mostraban un notable incremento en los porcentajes de población que estaban por debajo de este umbral de ingesta calórica durante el período de la globalización: en el caso de la población rural, el porcentaje era del 68 por ciento (comparado con el 58,5 por ciento de 1993-1994) y en el de la población urbana era de un 65 por ciento (comparado con el 57 por ciento de 1993-1994). Tanto la ingesta de calorías como la de proteínas per cápita en la población había sufrido un descenso durante el período estudiado.

Este incremento del déficit alimenticio se trató de explicar de diferentes formas, incluida la sugerencia de que tal vez era un indicio de que la gente estaba aprendiendo a diversificar su consumo, reduciendo el de comida en beneficio de otras cosas como la educación y la salud. Pero esta explicación era a todas luces falaz: en cualquier parte del mundo, a medida que los ingresos reales aumentan, la gente consume una mayor cantidad de cereales tanto directa como indirectamente (en forma de alimentos procesados y de productos animales en cuya elaboración entran los cereales como forraje). Así pues, el descubrimiento de que en la India se había producido un descenso real en el consumo de cereales en todos sus usos, y en consecuencia un descenso en la ingesta de calorías y proteínas durante el período de la globalización, indicaba claramente que los ingresos per cápita reales de los trabajadores, después de calcular la incidencia de la inflación, especialmente la subida de precios que acompaña a la privatización de servicios esenciales como la educación y la salud, estaban por término medio disminuyendo en vez de aumentar. Dicho de otro modo, un fenómeno similar al que se producía en los países capitalistas avanzados estaba teniendo también lugar en la India y en otros países del tercer mundo, lo que contradice el argumento presentado más arriba, hasta el punto de que son muy pocos ya los que creen que este sea un argumento correcto. ¿Cómo podemos explicar esta contradicción?

Globalización y trabajo

 

LA PRESIÓN SOBRE LA PEQUEÑA PRODUCCIÓN

El argumento presentado más arriba suponía básicamente que la esencia de la globalización consiste en la transferencia de actividades económicas desde los países avanzados a las economías del tercer mundo, y que esta transferencia reduciría drásticamente las reservas de mano de obra del tercer mundo y provocaría una subida de salarios. Lo que no se decía es que la globalización también tiene otros efectos, incluido sobre todo una restricción de la pequeña producción por parte del sector capitalista. El resultado es que varios pequeños productores dejan sus ocupaciones tradicionales para emigrar a las ciudades en busca de empleo, lo que incrementa el ejército total de mano de obra a disposición del capitalismo. Esta migración, junto con el incremento natural de la población activa, no puede ser totalmente absorbida por el ejército laboral activo debido a que las políticas neoliberales asociadas a la globalización también llevan a la eliminación de todas las restricciones relativas al ritmo del cambio estructural y tecnológico, lo que aumenta el ritmo de crecimiento de la productividad del trabajo a expensas del crecimiento del empleo.

Se produce de este modo un círculo vicioso. En la medida en que aumenta la reserva de mano de obra respecto a la población activa, esto lleva a un estancamiento o incluso a una disminución en la media de salarios reales (y ciertamente a una disminución de los ingresos reales de los trabajadores, que es igual al índice salarial diario multiplicado por el número de días de empleo). El estancamiento o la disminución del salario real en una situación de mayor productividad laboral tienen como consecuencia un incremento en la tasa de excedentes en la producción. Dado que el superávit, incluso si suponemos que se realiza completamente (es decir, que no hay problemas de insuficiencia de demanda agregada) se gasta normalmente en artículos de consumo que generan menos empleo a nivel nacional que en artículos que se compran con los ingresos salariales, esta transferencia de los salarios a los excedentes tiene también el efecto de producir una contracción en el empleo y en consecuencia contribuye todavía más al incremento del tamaño relativo en las reservas de mano de obra, a una nueva transferencia de salarios a excedentes, y así sucesivamente.

Este círculo vicioso, que se intensifica todavía más cuando se produce una crisis (debido a que las reservas de mano de obra respecto a la población activa crecen todavía más) implica que el efecto de la globalización de agudizar la pobreza absoluta afecta también a los trabajadores de los países del tercer mundo y no se limita solo a los trabajadores metropolitanos, como pretenden los economistas liberales como Samuelson.

Afirmar esto no equivale a sugerir que todos los segmentos de la población activa se ven igual de adversamente afectados por la globalización. Obviamente, el segmento que disfruta de mayores oportunidades de empleo debido a la transferencia de actividades experimenta un incremento en su nivel de vida, y en la India este segmento consiste habitualmente en trabajadores cualificados del sector servicios, como los relacionados con las tecnologías de la información. Este incremento en el nivel de vida de un sector tiene a su vez efectos multiplicadores en el nivel de empleo de otros sectores, y así sucesivamente. Así, un segmento normalmente clasificado como de clase media y cuyo tamaño absoluto es bastante grande (pese a ser pequeño respecto al conjunto de la población activa), se vuelve partidario incondicional de la globalización. Dado que este segmento suele estar bien articulado y tiene un peso desproporcionadamente grande en los medios de comunicación y de creación de opinión pública, resulta un instrumento útil en manos de la oligarquía empresarial y financiera integrada en el proceso de la globalización para propagar sus efectos beneficiosos.

La mejora en las condiciones de un segmento de la clase media de la población activa, y su consiguiente apoyo a la globalización, se utiliza para crear la falsa impresión de que la globalización ha sido positiva para el pueblo indio en su conjunto. Un uso similar es el que hacen segmentos de la clase media en otros lugares del mundo que se han beneficiado entre otras cosas de la enorme “financiarización” que ha acompañado a la globalización. Todo esto ha generado un ruido que nos impide reconocer que la globalización ha tenido realmente como consecuencia un empeoramiento general de las condiciones de los trabajadores, tanto en los países avanzados como en los países en vías de desarrollo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=221621

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El descaro de ser articulista desde Estados Unidos

Por: Ilka Oliva Corado

Por lo menos una vez al día recibo mensajes de lectores que me dicen cuestiones como ésta: “no puedo creer que escribiendo como lo hace, usted viva en Estados Unidos, debería vivir en América Latina,” otros que van con el machete desenvainado: “claro, escribe desde la comodidad de Estados Unidos.” Con esto, en ambos lados buscando desvirtuar mi expresión.
Antes me enojaba mucho, más cuando era gente “humanista” la que me escribía estas cosas. Debo decir que es gente de izquierda más que de derecha la que se dirige a mí con este tipo de pronunciamientos. Ven como traición que yo viva en Estados Unidos y escriba artículos sobre política latinoamericana.
Sin embargo, una cosa es la clase política y la oligarquía y otra la sociedad. La sociedad estadounidense es tan común como cualquier otra, no tiene nada de especial que la haga extraordinaria y nada que la haga más malvada que las demás. La clase trabajadora es la misma en todas partes del mundo. Los parias somos universales.
Comprendo el pensamiento porque de alguna manera lo tuve cuando vivía en Guatemala y todo mi mundo era mi pequeño y hermoso país, pero emigrar me dio una visión más realista de la diáspora. Convivir con personas de otras nacionalidades y culturas también me ha ayudado a formarme otro tipo de criterio, más cimentado, por supuesto, más humano y menos arrogante. Me ha ayudado a dejar la soberbia de ser guatemalteca sobre todas las cosas y aceptarme sin fronteras, con la humanidad como patria. Esto lleva tiempo, no se da de un día para otro. Y se necesita también un tipo de desprendimiento y humildad que solo la da la experiencia de vivir el día a día.
No hay escuela más dura que la de emigrar, porque esto significa salir de la zona de confort, uno se va con la piel en carne viva y como único recurso la memoria y la identidad. No hay más, por más dinero, por más desgracias, por más desolación o por más comodidades; en el alma ninguna de estas trivialidades terrenales tiene cabida. El exilio marca la vida de todo ser humano, no es para bien ni para mal es para un crecimiento espiritual. No cualquiera lo resiste, no cualquiera lo sobrevive, no cualquiera se arma de valor y enfrenta lo desconocido con dignidad. Lo cualquiera se lanza al vacío sin paracaídas.
Por supuesto, si yo viviera en cualquier otro país en cualquier lugar del mundo no sería tan atacada, pero como vivo en Estados Unidos, diríamos que es mi talón de Aquiles como articulista. Lo más fácil sería que dejara de escribir para no recibir estos ataques e insultos diariamente y acomodarme en el silencio y el limbo para estar a salvo. Pero lo fácil me huele a cobardía y llega ese momento en la vida en que el propio reflejo en el espejo nos pregunta si vamos nadar contra la corriente o a escondernos en el lugar más oscuro y desolado, donde nadie nos encuentre.
¿Por qué no tengo derecho a vivir en Estados Unidos? ¿Por qué tendría que sentirme traidora y avergonzada? ¿Acaso no es parte de la tierra? ¿Acaso yo como ser humano no tengo derecho a emigrar y decidir vivir donde yo quiera? ¿Para qué es la tierra entonces? ¿Por qué obligatoriamente tengo que vivir en cierto país o en cierto continente?
Por ejemplo me critican con ferocidad pero esos “humanistas” que me acusan de traidora por vivir en Estados Unidos, en ningún momento dicen: veníte a nuestro país y te conseguimos trabajo y una beca en la universidad para que estudiés y te preparés, aquí entre nosotros “humanistas de izquierda” te conseguimos un lugar dónde vivir, porque lo merece porque amás a Latinoamérica. No, qué esperanzas porque al final, a ninguno de ellos les interesa el bienestar de otro ser humano y mucho menos si se trata de aportar para el crecimiento intelectual de esta persona. Son más egoístas que la derecha más recalcitrante. Son la excelencia para criticar, eso sí.
Conozco la pobreza, la miseria, la exclusión, conozco el trabajo arduo desde mi infancia, sé lo que son las carencias emocionales y económicas. No le tengo miedo a eso porque lo he vivido toda mi vida, pero también tengo derecho a decidir dónde vivir y en dónde mi corazón sienta paz y mi espíritu serenidad. En este momento de mi vida es Estados Unidos, no sé si en el futuro será otro el país o el mío propio. Y si decido quedarme aquí para el resto de mi vida también es mi derecho.
Creo que como humanidad nos hace falta un poco de respeto hacia el otro, comprender que todos tenemos el derecho a decidir, que esa decisión debe ser respetada y que lo importante no es dónde vivamos sino qué aportemos al mundo como seres humanos para transformarlo. ¿Se imaginan todos viviendo en un mismo lugar, con la misma cultura, rituales, formas de pensamiento? La belleza de nuestra especie es la diversidad, es lo que nos engrandece.
¿Acaso no les da felicidad que una latinoamericana viviendo en Estados Unidos ame la Patria Grande, o esperan de mí artículos donde la menosprecie y también a nuestros Pueblos Originarios?
Quítense de la cabeza esa telaraña de dónde vivo, porque ustedes no me dan de comer y no me ayudan a pagar las cuentas, es mi trabajo, sino están de acuerdo con lo que escribo pues no es obligación que me lean, evítense escribirme e insultarme porque son ustedes mismos los que se hacen daño, a mí no me causan ninguno. Ya no.
Y todo esto sucede, ¿saben por qué? Porque soy mujer y me doy el derecho y el lujo de escribir artículos de opinión que tienen que ver con política e ideología. Esos señalamientos e insultos son patriarcales, porque aún hoy en día a las mujeres nos siguen catalogando como inferiores a los hombres.
Si mis artículos trataran trapeadores y pañales de bebé, pasaría inadvertida la tierra donde vivo. Si escribiera de mis carencias emocionales, sería una débil y loca más que lo que necesita (según el patriarcado y muchos humanistas de izquierda) es un marido que se la coja todos los días y tener hijos para encontrar la estabilidad emocional. Nuestro peor enemigo como humanidad es el patriarcado. Tal vez sí, soy una descarada total, como dicen muchos de ustedes, por atreverme a enfrentar al patriarcado (que no respeta ideologías) a mí manera, desde la “comodidad” de Estados Unidos.
En fin, nos creemos inmortales y apenas somos hojas secas que sopla el viento, solas no hacemos nada, en cambio juntas somos una hermosa hojarasca.
Como dijo Cristina, “La Patria es el otro,” cuando lo entendamos vamos a poder avanzar como humanidad. Sí, Cristina, la yegua esa con la que no pudo Obama ni la ultra izquierda latinoamericana.
Fuente: https://www.aporrea.org/ideologia/a239891.html
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6 claves sobre Trump y el futuro, según Noam Chomsky

Por: Rodrigo Riquelme

Chomsky encuentra varias similitudes entre Trump y otras figuras demagógicas de la historia, como Adolfo Hitler.

El fin de la República de Weimar, en 1933, es el escenario que se asemeja más a la situación que está viviendo Estados Unidos con el arribo de Donald Trump al poder, de acuerdo con Noam Chomsky, profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts y una de las figuras más contestatarias frente a las políticas neoliberales de diversas administraciones estadounidenses.

En una entrevista con Truthdig, en el 2010, Chomsky hizo una predicción que parece estarse cumpliendo: “Si llega alguien carismático y honesto, este país está en problemas, sobre todo debido a la frustración, la desilusión, el enojo justificado y la ausencia de una respuesta coherente (…) Se nos dirá que los hombres blancos son una minoría perseguida. Nos dirán que tenemos que defender el honor de la nación. La fuerza militar será exaltada. La gente será golpeada. Esto podría convertirse en una fuerza abrumadora”.

Chomsky se interesó desde muy pequeño por dos cosas: el lenguaje y la política. Sus estudios lingüísticos lo llevaron a convertirse en el fundador de toda una rama de esta ciencia, la gramática generativa, la cual cimbró los cimientos de la lingüística tradicional. Pero desde hace varias décadas, su intenso activismo político y social han hecho que sea uno de los intelectuales más contestatarios del siglo XX. En una conversación con Sam Fragoso, de la revista Pacific Standard, Chomsky detalló su opinión sobre lo que espera que ocurra con el ascenso al poder de un hombre cuya demagogia compara con la política de Adolfo Hitler.

1. Es un estafador

A la pregunta de Fragoso sobre si un personaje con una personalidad vacía y con una política confusa, como Chomsky ha definido a Trump en repetidas ocasiones, puede llegar a los votantes, el profesor en lingüística del Instituto Tecnológico de Massachusetts respondió que el presidente electo de Estados Unidos es “como un estafador. Fue capaz de decir cosas a un sector de la población que, de alguna manera, articuló sus propias preocupaciones y sentimientos, y lo hizo con bastante eficacia”.

Chomsky encuentra una contradicción crucial en el carácter de Trump al comparar la retórica de éste cuando le habla a la clase trabajadora con los nombramientos de su gabinete. Cuando habla con la clase trabajadora “él es anti-establishment, él va a enfrentar a Wall Street (…) Él dice que va a traer de vuelta trabajos (…) ¿Cómo va a hacer eso? Al elegir a un secretario de Trabajo (Andrew F. Puzder) que es sumamente anti-laboral”.

2. Para Trump, todo es culpa de los demás

Muchas de las personas que votaron por Donald Trump también votaron por Barack Obama en el 2008 y en el 2012. El periodista de Pacific Standard le preguntó a Chomsky el estado al que tendría que llegar Estados Unidos para que las personas se den cuenta de que Trump no está actuando con las mejores intenciones. Para el activista y escritor, el eslogan de Trump “Make America Great Again” le dio a los votantes la misma sensación que ofreció el discurso de Obama durante sus campañas electorales, una sensación de esperanza y cambio, la cual fue disminuyendo conforme avanzaba su administración.

Pero cuando las personas se den cuenta de que el gobierno de Trump tampoco puede ofrecer esa esperanza y ese cambio, hay varias alternativas que, de acuerdo con Chomsky, no son nada alentadoras. Una de estas alternativas es “una usual acción de las figuras y de las estructuras autoritarias cuando no pueden cumplir sus promesas, buscar un chivo expiatorio: ‘Vamos a culpar a las personas más vulnerables y que están sufriendo. Hagamos que sea culpa suya’”, explica Chomsky. El investigador recuerda que Trump ya ha comenzado con esta práctica, ya que ha culpado a los inmigrantes por los problemas que enfrenta la Unión Americana.

3. La educación está bajo ataque

En palabras de Chomsky, el sistema educativo estadounidense, del que ha formado parte desde hace más de 65 años, no motiva la curiosidad de los estudiantes. Por el contrario, las escuelas y universidades han convertido a este sistema en una estructura que fomenta el control del aprendizaje y la falta de curiosidad entre sus miembros, fortaleciendo un sentimiento de pasividad en ellos. Además, de acuerdo con el lingüista, con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos el sistema educativo estadounidense se encuentra bajo ataque, sobre todo si se considera que el presidente electo ha elegido a una persona que está en contra de la educación pública, la empresaria Betsy DeVos, como su próxima secretaria de Educación.

4. Hay sólo fragmentos de verdad en el panorama

Las palabras de Trump han conducido a Estados Unidos y a buena parte del mundo a vivir en una era post-factual, es decir, que los hechos y la realidad han dejado de tener importancia; son las palabras y su interpretación la moneda de cambio de una era en la que la opinión vertida en redes sociales es más relevante que los hechos reales. Para Trump, “si yo digo que es falso, entonces es falso”.

Chomsky compara esta actitud con la propaganda nazi que llegó 10 años después de que Alemania alcanzara la cumbre de la civilización occidental. “El pico de la civilización occidental, en muchos sentidos, fue Alemania en los años 20 en las artes, las ciencias e incluso como un modelo para la democracia. En 10 años, había descendido a las profundidades de la barbarie en una sociedad post-factual”. Para Chomsky, al igual que durante el régimen nazi, flotan en el aire fragmentos de una verdad que confunden más que esclarecen.

5. Estamos en una situación histórica específica

Chomsky encuentra varias similitudes entre Trump y otras figuras demagógicas de la historia, como Adolfo Hitler. La diferencia que existe entre la Alemania nazi de Hitler y Estados Unidos con Trump, es que en este caso existen formas efectivas de evitar los peligros que implica que un personaje como él llegue a la Oficina Oval y de aprovechar las oportunidades que se presenten para construir la base de un mejor futuro. El activista pone como ejemplo el plan de infraestructura que Trump ha anunciado que llevará a cabo durante su mandato. Según Chomsky, el plan de infraestructura de Trump implica que las empresas les quitarán dinero a los contribuyentes para construir la infraestructura que ellos creen es la necesaria. Sin embargo, para Chomsky esto no es más que un acto de corrupción.

“Una alternativa sería un programa de infraestructura que desarrolle cosas que realmente necesitamos, como un tren de alta velocidad, por ejemplo, o sistemas de escuelas públicas con salarios docentes dignos y con respeto por los maestros (…) Esto requeriría la inversión del gobierno, lo que significa el compromiso popular de utilizar los fondos para el beneficio del público en general”, refiere.

6. Debemos defender los derechos fundamentales

Las últimas preguntas de Fragoso a Chomsky tienen un matiz más personal, más cercano. La voz del escritor y activista social es una de las más escuchadas y reconocidas en el ámbito de las prácticas políticas estadounidenses. Pero para el investigador, perder su voz, es decir, ser censurado, no es un problema relevante. “Ha habido tiempos mucho peores, y hay muchas oportunidades y mucha protección para la libertad de expresión y asociación, si defendemos estos derechos enérgicamente, lo mismo que las oportunidades que tenemos”.

De acuerdo con Chomsky, sus opiniones no son complejas y en realidad no importa quién las diga, sino que sean dichas, para que sean escuchadas. Uno de los intelectuales más importantes del último siglo concluyó la entrevista apelando a la responsabilidad que tienen todos los estadounidenses para cumplir objetivos comunes. “ Todos tenemos cosas que podemos hacer. Tenemos oportunidades, debemos perseguirlas en la mayor medida posible”.

Fuente: http://eleconomista.com.mx/internacional/2017/01/13/6-claves-sobre-trump-futuro-segun-noam-chomsky

 

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Estados Unidos: Arizona pone en peligro a los estudios étnicos y colegiaturas de soñadores

América del Norte/Estados Unidos/15 Enero 2017/Fuente y Autor: hoylosangeles

Legislatura de Arizona vuelve a centrar el debate educativo con propuestas de ley que eliminarían los programas de estudios étnicos en centros universitarios, que además verían recortados los fondos públicos si otorgan colegiaturas reducidas a estudiantes amparados bajo DACA.

El legislador estatal Bob Thorpe presentó la iniciativa HB2119, que pretende penalizar con la pérdida de hasta el 10 por ciento de su presupuesto estatal a las universidades y colegios comunitarios que «violen» cualquier ley estatal.

El republicano dijo a Efe que esta iniciativa busca terminar con la lucha legal entre el estado y los colegios comunitarios quienes actualmente otorgan colegiaturas como residentes a los jóvenes indocumentados amparados por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).

El estado argumenta que estas instituciones educativas están violando la ley estatal 300, aprobada por los votantes de Arizona en el 2006, que niega este derecho a cualquier estudiante que no cuente con un estatus legal en el país sin importar cuantos años tenga viviendo en el estado.

El caso actualmente sigue en corte ya que el estado se encuentra apelando una decisión que favoreció a los «soñadores» indicando que califican para obtener colegiatura como residentes del estado de Arizona.

La propuesta HB2119 indica que las universidades y colegios comunitarios serían penalizados si el procurador de justicia del estado determina que han violando una ley estatal.

Thorpe es el patrocinador también de la iniciativa de ley HB2120, que establecería nuevos límites y regulaciones a clases que «promueven división, resentimiento o justicia social en contra de la raza, género, religión, afiliación política o clase social de las personas».

«El principal objetivo de esta propuesta es evitar que las clases que causan un ‘resentimiento social entre la gente’ sean pagadas por los contribuyentes del estado de Arizona», manifestó Thorpe.

Aclaró que las clases no serían eliminadas, pero si la legislación se convierta en ley, las universidades y colegios comunitarios que deseen continuar con sus programas correrían el riesgo de perder hasta el 10 por ciento de su presupuesto estatal.

«No queremos cursos que se enfocan y discriminan en contra de una persona por su forma de pensar, ciudadanía o afiliación política», determinó el legislador.

La propuesta, que también aplicaría a actividades organizadas por estas instituciones educativas, no aclara quien sería la persona u organismo que determinaría cuales cursos se encuentran en violación de esta legislación.

El político republicano puso como ejemplo un ejercicio conocido con el nombre de «la caminata del privilegio» practicado como parte de un curso de literatura en la Universidad de Arizona, en donde solo avanzan un paso los estudiantes que han tenido ciertos «privilegios» sociales, como haber sido educados en escuelas privadas, heredado dinero o bienes o tienen libros en sus casas.

Thorpe aseguró que su propuesta no es, de ninguna manera, un ataque en contra de los programas de estudios mexicoamericanos.

«Tampoco tiene que ver con el tema migratorio», agregó matizando que también está abierto a sugerencias para mejorar ambas de sus propuestas.

No obstante, para Roberto Rodríguez, profesor del Departamento de Estudios Mexicoamericanos de la Universidad de Arizona (UA), «estas propuestas no solo afectan a los estudios étnicos, sino a todos los cursos que incluyan justicia social, que puede ser el departamento de educación, de estudios de la mujer, el departamento de leyes».

«Creo que las personas que apoyan esta propuesta no tienen ni idea de lo que pasa en las universidades y lo que es la libertad de enseñanza», aseveró.

El estado de Arizona aprobó en el 2010 una ley estatal que elimina los programas de estudios étnicos y mexicoamericanos establecidos en las escuelas públicas del estado desde kínder hasta el grado 12 e instaló nuevos programas supervisados por el Departamento de Educación estatal.

«Arizona siempre ha sido un estado único, conocido por sus políticas antiinmigrantes, lo peligroso es que lo que empieza aquí, muchas veces se expande a otros estados», concluyó Rodríguez.

Fuente de la noticia: http://www.hoylosangeles.com/efe-3148348-12495842-20170113-story.html

Fuente de la imagen:http://www.trbimg.com/img-58794396/turbine/efe-3148348-12495857w-20170113/750/750×422

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Estados Unidos An American fault line: High school-only grads left behind

Estados Unidos/Enero de 2017/Fuente: Fox News

RESUMEN: Los estadounidenses que no tienen más que un diploma de escuela secundaria han caído tan lejos detrás de los graduados universitarios en su vida económica que la brecha de ganancias entre los graduados universitarios y todos los demás ha alcanzado su punto más amplio en el registro. La creciente disparidad se ha convertido en una fuente de frustración para millones de estadounidenses preocupados de que ellos -y sus hijos- estén perdiendo terreno económico. Los graduados universitarios, en promedio, ganaron un 56 por ciento más que los graduados de secundaria en 2015, según los datos compilados por el Instituto de Política Económica. Eso fue más del 51 por ciento en 1999 y es la brecha más grande en las cifras del EPI que data de 1973.

Americans with no more than a high school diploma have fallen so far behind college graduates in their economic lives that the earnings gap between college grads and everyone else has reached its widest point on record.

The growing disparity has become a source of frustration for millions of Americans worried that they — and their children — are losing economic ground.

College graduates, on average, earned 56 percent more than high school grads in 2015, according to data compiled by the Economic Policy Institute. That was up from 51 percent in 1999 and is the largest such gap in EPI’s figures dating to 1973.

Since the Great Recession ended in 2009, college-educated workers have captured most of the new jobs and enjoyed pay gains. Non-college grads, by contrast, have faced dwindling job opportunities and an overall 3 percent decline in income, EPI’s data shows.

«The post-Great Recession economy has divided the country along a fault line demarcated by college education,» Anthony Carnevale, director of Georgetown University’s Center on Education and the Workforce, said in a report last year.

College grads have long enjoyed economic advantages over Americans with less education. But as the disparity widens, it is doing so in ways that go beyond income, from homeownership to marriage to retirement. Education has become a dividing line that affects how Americans vote, the likelihood that they will own a home and their geographic mobility.

The dominance of college graduates in the economy is, if anything, accelerating. Last year, for the first time, a larger proportion of workers were college grads (36 percent) than high school-only grads (34 percent), Carnevale’s research found. The number of employed college grads has risen 21 percent since the recession began in December 2007, while the number of employed people with only a high school degree has dropped nearly 8 percent.

Behind the trend is a greater demand for educated workers, and the retirement of older Americans, who are more likely to be high school-only graduates.

The split is especially stark among white men. For middle-age white men with only high school degrees — the core of President-elect Donald Trump’s support — inflation-adjusted income fell 9 percent from 1996 through 2014, according to Sentier Research, an analytics firm. By contrast, income for white men in the same age bracket who are college graduates jumped 23 percent.

Long after the recession ended, many young college graduates struggled to find well-paying jobs in a slowly recovering economy, and stories about graduates working as coffee shop baristas abounded. But data collected by the New York Federal Reserve suggests that trend has faded as the economy has improved.

Yet few experts think the solution is simply to send more students to four-year colleges. Many young people either don’t want to spend more years in school or aren’t prepared to do so. Already, four in every 10 college students drop out before graduating — often with debt loads they will struggle to repay without a degree.

Rather, labor economists say, many high school grads would benefit from a more comprehensive approach to obtaining skills, especially involving technology, that are increasingly in demand.

«If the only path you offer them is a traditional college path, they’re not going to be successful,» says Harry Holzer, an economist at Georgetown University.

Helping lift high school graduates’ skill levels is critical, given the many ways they are lagging behind their college-educated peers:

— They’re less likely to have a job. Just two-thirds of high school-only grads ages 25 through 64 were employed in 2015, down sharply from 73 percent in 2007. For college graduates in the same age group, employment dipped only slightly from 84 percent to 83 percent.

— They’re less likely to be married. In 2008, marriage rates for college-educated 30-year olds surpassed those of high-school-only grads for the first time. And women with college diplomas enjoy an 8-in-10 chance of their first marriage lasting 20 years, according to the Center for Disease Control’s National Center for Health Statistics. That’s double the odds for women with just high school degrees.

— High school-only grads are less likely to own homes. Sixty-four percent are current homeowners, down from 70 percent in 2000. By contrast, three-quarters of bachelor’s degree holders are homeowners, down slightly from 77 percent in 2000, according to real estate data firm Zillow.

— A college-educated worker is now more likely to belong to a labor union than a high-school-only worker is, according to Pew Research Center. Unions have played a key role in raising pay for members. Yet just 6 percent of workers with only a high school degree now belong to one. Public employee unions, which often represent teachers and others with college educations, have generally maintained staying power while large industrial unions have deteriorated.

— College grads are more likely than high school-only graduates to contribute to a 401(k)-style retirement plan, according to research by Christopher Tamborini of the Social Security Administration and Changhwan Kim, a sociology professor at the University of Kansas. College grads contributed 26 percent more even when members of both groups had similar incomes and access to such plans, their research found.

Participation in 401(k)-style plans requires decisions — whether and how much to contribute and how to invest — that can become barriers for the less educated. That contrasts with traditional pensions, which automatically enrolled everyone eligible and provided defined benefits. But traditional pensions have been rapidly phased out.

— College graduates are more likely to move to find work than high-school-only workers are, says Enrico Moretti, an economist at the University of California, Berkeley. Companies tend to recruit more broadly for high-skilled jobs than for low-skilled work.

«College graduates are essentially in a nationwide labor market,» Moretti said.

All of this contributed to a sharp political split in the presidential election. College graduates favored Hillary Clinton by 9 percentage points. Non-college grads chose Donald Trump by 8 points, according to exit polls. That was the largest disparity between the two groups on record since 1980, according to the Pew Research Center.

«These are some of the largest (demographic) shifts in recent years,» said Jocelyn Kiley, an associate director at Pew.

The gap is most pronounced among whites: Nearly two-thirds of white non-college grads voted for Trump, compared with just 45 percent of whites with college degrees.

Some of these trends might eventually reverse themselves if more high school grads acquire the skills needed for higher-paying work. Though many middle-income jobs don’t require college, nearly all require some post-high school education or training.

What Holzer calls the «new middle» includes such health care jobs as X-ray technicians and phlebotomists, as well as computer-controlled manufacturing and some office occupations, like paralegals.

A typical X-ray technician, for example, earns nearly $60,000 a year and needs only a two-year degree, according to government data.

And these «new middle» positions are typically the same jobs for which employers have complained that they can’t find enough qualified people to fill. Labor experts say the U.S. educational system is failing to help young people acquire such skills.

If they know where to look, high school graduates can choose from among numerous options for vocational skills training — from two-year programs to online courses to for-profit schools. Yet many aren’t likely to get much help from high school guidance counselors.

Joseph Fuller, a professor at Harvard Business School, says counselors increasingly focus on things like substance abuse, discipline and standardized testing, rather than on career advice.

Nor do U.S. high schools funnel students into the kind of on-the-job apprenticeships that exist in some countries. Instead, Fuller says, U.S. apprentices are typically older workers upgrading their skills in areas like construction. The average age of an apprentice in Germany is 17, he notes; in the United States, it’s 27.

«We have a very limited vision of how to get people from their graduation in high school onto a path that’s going to lead them to have a successful, independent life,» Fuller said.

Asia Howard, 26, of Jacksonville, Florida, is navigating that path right now. She was stuck in mostly retail and fast-food jobs after graduating high school, unable to get a job in banking, a profession she prized for its steady hours. A friend told her about a nonprofit called Year Up, which teaches such career skills as resume writing, interview techniques and time management.

Year Up participants also typically receive internships, which Howard spent at Everbank. She also took classes to upgrade her computer skills. Early last year, she began a job in mortgage lending at PNC Financial that pays nearly twice what she earned in previous jobs. She saw many people lose homes during the financial crisis. Now, she helps people buy them.

«It gives me a chance to see what that side of life is like,» Howard said. And unlike in her previous jobs, «I can see a lot of room to grow.» She is also studying for an associate’s degree in business administration at Florida State College at Jacksonville.

The driving force for many of these changes was the recession, which reshaped the job market in ways that left far fewer opportunities for workers like Howard. Many routine jobs were replaced by computers or robots or were outsourced overseas.

There are nearly 1.5 million fewer office administrative and clerical jobs now than there were before the recession, according to an analysis by Georgetown’s Center on Education and the Workforce. That narrowed a long-time path to the middle class for high school graduates, particularly women.

Manufacturing employment is also 1.5 million lower than when the recession began in 2007. The construction industry had offered a lifeline to many high-school educated workers, particularly men, during the housing boom in the 2000s. Yet construction now employs 840,000 fewer people than it did nine years ago.

Since the recession, the fastest-growing industry for high school-only grads has been a mostly low-paying sector that includes restaurants, hotels, and amusement parks, according to Georgetown’s analysis.

Those are the types of jobs that Crystal Thompson, 35, of Seattle, has held since she finished high school. She has worked at Domino’s Pizza for seven years.

«The only jobs that are out there are pretty much minimum wage jobs — coffee shops, restaurants, things like that,» she said. «I’m pretty much stuck in fast food for now.»

Her raises have come from minimum wage increases. She went on strike twice during Seattle’s recent «Fight for $15» campaign, which led the City Council to approve a citywide $15 minimum wage.

Thompson, who has three children, wants to return to school to become a translator. She is mostly fluent in Spanish. Yet she has found it hard to do so in part because her work schedule can fluctuate and is typically distributed just a day in advance.

The closest community college lacks the classes in medical and legal translation she needs. Those classes are offered at another community college a half hour away, so she needs to buy a car to attend them.

«It’s definitely one of my goals, to get some kind of career going,» she says. «I want to be a productive member of society.»

Fuente: http://www.foxnews.com/us/2017/01/13/american-fault-line-high-school-only-grads-left-behind.html

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Estados Unidos: Temen una «era negra» para Derechos Humanos tras triunfos como el de Trump

Estados Unidos/Enero de 2017/Fuente: El Universal

La organización Human Rights Watch (HRW) advirtió este jueves de la posibilidad de que el mundo entre en una nueva «era negra» para los Derechos Humanos debido al resurgimiento de una peligrosa ola de populismo encarnada por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.

Hacía años que HRW no presentaba su informe anual en Washington, ciudad que ahora «representa» la amenaza del autoritarismo para los derechos humanos en el mundo y que ha tomado el relevo a Estambul, sede de la anterior presentación, detalló hoy en una rueda de prensa el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, mencionó Efe.

«Si prevalece la atracción del líder autoritario y las voces de la intolerancia, el mundo corre el riesgo de entrar en una era oscura», alertó Roth durante la presentación del informe.

La organización alerta de una «nueva generación de populistas», que pretende hablar por el «pueblo» y, en nombre de la «voluntad de la mayoría», amenaza los derechos de aquellos que ven como un obstáculo, es decir, los refugiados, las minorías, los inmigrantes y las comunidades indígenas.

«El nativismo, la xenofobia, el racismo y la islamofobia están en auge», alertó Roth, que comparó a los nuevos «demagogos» con los fascistas y comunistas del pasado siglo.

El director ejecutivo de Human Rights Watch consideró que la campaña presidencial de Trump ha sido un ejemplo de la «política de la intolerancia» basada en ataques a las mujeres, a las personas con discapacidad, a los musulmanes, a los refugiados y a los inmigrantes indocumentados.

«Nos preocupa profundamente que Trump mine muchos de los estándares que son vitales para la democracia», dijo Roth.

En ese sentido, habló de los ataques a los inmigrantes indocumentados formulados por Trump, quien en la campaña presidencial prometió deportar a los once millones de indocumentados que viven en el país y tras las elecciones dijo que expulsaría a los que tienen «antecedentes penales», cerca de tres millones.

Roth denunció que hay poca claridad sobre el criterio que usará el Gobierno de Trump para determinar quiénes entran dentro de la categoría de «criminal», puesto que en muchos casos los inmigrantes cuentan con antecedentes penales por haber tratado de reingresar de manera irregular en territorio estadounidenses.

«Hay que tener mucho cuidado para ver qué significa eso de ser criminal», subrayó Roth.

La ONG también avisó del «avance del autoritarismo» en Egipto bajo el Gobierno del presidente Abdelfatah al Sisi y en Turquía, donde el fallido golpe de Estado ha servido al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para «reprimir» a decenas de miles de personas consideradas simpatizantes de los golpistas.

Dentro de esa ola de populismo, la organización alerta de «una nueva fascinación por el autoritarismo» y de la pasión que despiertan los líderes que implementan la ley del más fuerte.

Ese perfil se hace patente, según la organización, en líderes como el presidente ruso, Vladímir Putin, el presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a quienes acusa de haber dañado económicamente a sus sociedades mientras reprimen el derecho de reunión y de expresión.

Venezuela «es una muy buena ilustración del fenómeno del hombre fuerte y autoritario, pero también del desastre que eso significa para la gente del país», afirmó Roth.

Human Rights Watch comparó la situación de autoritarismo en Venezuela con la de Cuba, donde el Gobierno de Raúl Castro «continúa reprimiendo el disenso y castigando la crítica pública».

Para el director ejecutivo de HRW, la solución para Venezuela y Cuba pasa por un enfoque multilateral y no solo por el acercamiento unilateral de Estados Unidos, cuya aproximación con La Habana no ha traído los progresos en derechos humanos a los que aspiraba la organización humanitaria.

En Europa, el informe asegura que la crisis de los refugiados y la oleada de ataques terroristas ha reforzado sentimientos de islamofobia y xenofobia, en algunos casos con ataques a musulmanes o migrantes y con un creciente apoyo a partidos populistas antiinmigración en varios países.

Como muestra de esa situación, Roth señaló la victoria de la «Brexit» (la salida de la Unión Europea) en Reino Unido y la creciente influencia de los líderes de la derecha radical europea, la francesa Marine Le Pen, el holandés Geert Wilders y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

El informe también recoge las violaciones de derechos humanos en diferentes países de África y de Medio Oriente, donde Roth destacó la guerra en Siria y denunció los continuos ataques a la población civil por parte del régimen de Bashar al Assad, así como sus sitios a ciudades como Aleppo.

«Los ataques a los civiles de Al Assad son la razón por la que tenemos más de cinco millones de refugiados», dijo Roth.

Human Rights Watch elabora informes anuales desde 1989 y, en esta ocasión, estudió la situación de los derechos humanos en 90 países.

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/internacional/temen-una-era-negra-para-derechos-humanos-tras-triunfos-como-trump_634943

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Foto: Ruth Fremson / The New York Times.

Estados Unidos: Lawsuit faults Bureau of Indian Education schools

Estados Unidos/Enero de 2017/Fuente: The Blade

RESUMEN: Un pequeño y remoto pueblo indígena en la base escénica de uno de los lugares más visitados de la tierra está en el centro de una demanda que busca reformar dramáticamente las condiciones de la Oficina de Escuelas de Educación de los Estados Unidos. La oficina no pudo proteger a los estudiantes en la Reservación India de Havasupai en el Gran Cañón ignorando quejas sobre una escuela con falta de personal, falta de educación especial y un plan de estudios deficiente, según una queja presentada hoy en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos en Phoenix. El presidente de Havasupai, Don E. Watahomigie, dijo que su aldea de Arizona sólo es accesible en helicóptero o una caminata de ocho millas en un caballo por el Gran Cañón. Pero los aproximadamente 70 niños que asisten a la Escuela Primaria Havasupai tienen derecho a la misma educación que otros estudiantes en todo el país, dijo.

A small, remote American Indian village in the scenic base of one of the most visited places on earth is at the center of a lawsuit that seeks to dramatically reform the conditions of U.S. Bureau of Indian Education schools.

The bureau failed to protect students on the Havasupai Indian Reservation in the Grand Canyon by ignoring complaints about an understaffed school, a lack of special education and a deficient curriculum, according to a complaint filed today  in U.S. District Court in Phoenix.

Havasupai Chairman Don E. Watahomigie said his Arizona village is accessible only by helicopter or an eight-mile hike on a horse through the Grand Canyon. But the 70 or so children who attend Havasupai Elementary School are entitled to the same education as other students across the country, he said.

“The Havasupai Tribal Council has approached the Bureau of Indian Education many times about its failures,” Watahomigie said. “Each time we raise these issues we are given promises that are never delivered upon.”

The lawsuit, submitted on behalf of nine students, said the school often sent students with special needs home early or called police to deal with bad behavior related to their conditions. In addition, the school taught only math and reading and failed to expose children to subjects like science, social studies and physical education, the lawsuit said.

“These circumstances are not unique to the Havasupai,” Kathryn Eidmann, an attorney at Los Angeles-based firm Public Counsel. “This is a crisis across BIE schools that the federal government has acknowledged again and again.”

Eidmann said the lawsuit seeks a “declaration” to force all Bureau of Indian Education schools to follow the law on providing special need services and a thorough curriculum.

The U.S. Department of Interior did not immediately respond to an email from The Associated Press.

Most of the Bureau of Indian Education schools are located on rural reservations that have been under the control of the U.S. Bureau of Indian Affairs for decades.

The bureau oversees 183 schools in 23 states. The BIE also oversees the Haskell Indian Nations University in Kansas and Southwestern Indian Polytechnic Institute in New Mexico.

The lawsuit is the latest in a series of problems for Bureau of Indian Education schools. For example, the bureau faced scrutiny after a government watchdog report said in March that officials had failed to ensure regular inspections were carried out at dozens of schools, where safety hazards ranged from exposed electrical wires and broken windows to a natural gas leak.

At one school, Government Accountability Office investigators found four aging dormitory boilers failed an inspection and were blamed for high carbon monoxide levels and a natural gas leak but weren’t repaired until about eight months later.

Havasupai parents have complained that students are entering the eighth grade not having basic knowledge of subjects like geography and history.

Alexis DeLaCruz, an attorney for the Native American Disability Law Center, said half of the students who attend Havasupai Elementary are classified as students with special needs.

Fuente: http://www.toledoblade.com/Nation/2017/01/12/Lawsuit-faults-Bureau-of-Indian-Education-schools.html

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