Revista Always Learning. PISA y Pearson. Evaluación de estudiantes PISA
2015 y 2018 de la OCDE.
“Creemos en el aprendizaje, en todo tipo de aprendizaje, para todo tipo de
gente, ofrecido de manera personal. Creemos en su poder para cambiar vidas, para abrir puestas, romper
barreras, construir sociedades, ofrecer esperanza y posibilidades. Porque donde el aprendizaje prospera, también lo hacen las personas” (Revista Always Learning. PISA y Pearson)
¿Quién no cree que el aprendizaje cambie a las personas, abra puertas,
rompa barreras, construya sociedades, ofrezca esperanza y posibilidades?
Así se presenta la introducción de un cuadernillo digital de Pearson en el
que se asocia a PISA para la evaluación estudiantil desde el 2015 hasta el
2018. Pearson ha sido durante años una importante multinacional británica
pionera con filiales en todo el mundo, dedicada al mercado editorial de los
libros textos a nivel mundial, dueña además de Financial Times y The
Economist, la cual facturó en el 2013 aproximadamente más de 6000 millones
de euros. Esta empresa junto a otras como McGraw-Hill, mantuvieron el
dominio del mercado de la comercialización de libros con contenidos
curriculares. Sin embargo, hace pocos años viene apostando grandes
capitales financieros a los exámenes y las pruebas
estandarizadas, los cuales se presentan como el nuevo producto de comercialización
en la educación. En este sentido, Pearson logró el pasado año 2015 un
contrato para llevar a cabo la conformación de una plataforma digital que
sustentará la evaluación de las pruebas estandarizadas generados por PISA 2015
en los diferentes países.
Este hecho que pareciera una simple gestión de información que se genera,
producto de datos que suministran estudiantes en el mundo, tiene un
trasfondo que genera grandes inquietudes a los profesionales de la educación,
cuando comenzamos a desmembrar las piezas de lo que significa llevar a cabo
la «gestión de esta información». Debido a que “Pearson no sólo redacta los
contenidos de los exámenes sino además, los corregirá y aportará las
herramientas informáticas a los Ministerios de Educación para analizar el
rendimiento de los jóvenes que participan, como si se tratase de una bolsa
de valores, donde los que cotizan no son empresas, sino colegios y, en
último término, nuestros hijos”
Las intenciones de observar los rating en cuanto a la búsqueda de una
“calidad educativa” en la educación mundial, pareciera un tema que sólo servirá
para adicionar elementos que pudieran trastocar y/o anular el concepto de
educación en el mundo; con la consecuente reducción de costos en el
ejercicio pedagógico ¿Con esto se encuentra en peligro eminente la
educación y el rol del docente dentro del aula, en otras palabras «un apagón
pedagógico»? La respuesta es un rotundo: SI, al entender que las escuelas
pasarían más tiempo examinando que enseñando y digo “las escuelas”, pues,
en los exámenes que presenta PISA las estrategias de enseñanza y
aprendizaje que dependen del docente no entran en juego, se evalúa muy poco
el conocimiento adquirido y la aplicación de estos y, las pruebas pueden
ser contestadas por el estudiante sin tener ningún conocimiento del
currículo escolar. Ante este panorama, nos preguntamos: ¿qué papel
desempeña el docente en el proceso de aprendizaje del estudiante? PISA
presenta una evaluación basada en parámetros muy parecidos a las pruebas
que miden coeficientes de inteligencia (IQ). Seguidamente, Pearson, propone
la confección de las preguntas para los exámenes de PISA, el diseño de las
plataformas digitales para realizar los exámenes y la redacción de textos
para que los niños estudien y saquen los mejores promedios en esos
exámenes, sin duda, un modelo que encapsula a la educación en un
sistema de mercantilización de proporciones jamás vistas, donde la
pedagogía y la didáctica en el aula se encuentran gravemente amenazadas.
Por su parte, a la OCDE le toca entablar las conversaciones con los
gobiernos de los países que participan en PISA para que compren lo diseñado
por los expertos de los “think tanks” (grupos de reflexión) que tiene
Pearson. Pudiéramos inferir que el catálogo de nuevos “productos” que se
generen podría llegar a ser inagotable:
– Colocar al alcance de las escuelas los test que han logrado los
países que encabezan las primeras posiciones en los rating.
– Vender las respuestas a los test para lograr mejores resultados.
– Inventar pruebas para que los adultos puedan compararse con sus
hijos.
Y es que bajo el parasol que cobija a las tecnologías desde el más
exacerbado ascenso todo puede ser posible, así lo justificó Andreas
Schleicher, Director de PISA, al afirmar el año pasado: “la prueba de 2015
tiene el potencial para comenzar una nueva era en los exámenes
internacionales. Tenemos que hacer un uso mucho más inteligente de la
tecnología”
Por su parte, el académico canadiense Donal Guststein ha dicho en un
informe de la Columbia Británica (Canadá): “Pearson percibe el grueso de su
capital a través de los textos digitales, las herramientas de enseñanza
virtual y los exámenes online; de tener éxito con PISA en esta alianza
estratégica los estudiantes serán convertidos en clientes potenciales de un
sistema que ya no se podría llamar educación”. Siendo el antecedente de
todo este debacle la creciente aspiración por una hegemónica visión de la
calidad educativa, vendida desde las pruebas PISA, TIMMS o PIRL.
«Esta estrategia de mercantilización de la educación la comenzó Pearson en los Estados Unidos, cuando en el 2011 logró un contrato de cinco años para los exámenes oficiales de las escuelas públicas de Nueva York por 32 millones de dólares. Muchos se preguntan por qué una empresa privada y con ánimo de lucro tiene tanta influencia en el sistema público»
Otro aspecto importante que casi nunca es analizado es la influencia de los
medios de comunicación, en la reseña de noticias que tienen que ver con
visibilizar los resultados obtenidos por las pruebas estandarizadas, donde
se sataniza o se premia a países por lo que arrojan los test, un ejemplo:
“España fracasa otra vez”, “Finlandia cae del podio”, “Los asiáticos
golean”. Estamos en presencia de un periodismo que condena lo educativo y
genera en el imaginario de los ciudadanos, la percepción que las pruebas
que se aplican son el indicativo real o el termómetro de lo que pasa en los
espacios educativos mundiales entre el docente, su praxis y los procesos
cognitivos. Como consecuencia volvemos la mirada hacia un docente que lleva
sobre sus hombros unos resultados que desechan su formación profesional,
podrían cuestionar las políticas educativas implementadas y sumergir a los
sistemas educativos en una cadena interminable de competiciones propia de
un mundo competitivo.
Palabras claves: Educación, Pruebas Estandarizadas, Sistemas Educativos
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