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Jaripeo en el SNTE

Por: Luis Hernández Navarro
Simulación y engaño; usurpación y trampas; antidemocracia e imposición. En estas seis palabras se resume el comportamiento de los líderes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en las elecciones para nombrar dirigentes sindicales de los profesores de primaria de la Ciudad de México, agrupados en la sección 9, celebradas el pasado 14 de junio.

La historia viene de atrás y tiene el sello de felonía. Comenzó cuando, en julio de 2008, a escondidas de la mayoría, Elba Esther Gordillo impuso como secretaria general de la 9 a María Teresa Pérez, en una cochera acondicionada como salón de fiestas. La disidencia, que contaba con 80 por ciento de los delegados, nombró un nuevo comité encabezado por el maestro Francisco Bravo y recuperó la sede sindical de Belisario Domínguez 32.

Hace 10 años, los maestros capitalinos debieron efectuar su congreso seccional para elegir a sus representantes. Como los charros de la dirección nacional eran minoritarios, impusieron a dedo una comisión ejecutiva.

Julio Peralta, maestro chiapaneco que participó en la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y traicionó el movimiento pasándose a las filas de Gordillo, y luego le fue desleal y se sumó a Juan Díaz de la Torre, para apoyar más tarde a Alfonso Cepeda, quedó al frente. No importó que no supiera nada del magisterio de la Ciudad de México y sus problemas. Lo único relevante era su incondicionalidad a las autoridades educativas y al mandamás en turno en el sindicato.

Los maestros democráticos de la sección 9 nombraron por su cuenta a sus representantes. Sin contar con plazas liberadas, dieron vida al sindicato. En tres ocasiones, cambiaron, en elecciones libres y justas, a su comité seccional.

El pasado 20 de mayo, Julio Peralta Esteva y su comisión ejecutiva, a quienes ningún profesor capitalino eligió, dieron, en el salón de fiestas Gran Forum, su informe de 10 años de usurpación. En lugar de citar a un pleno de secretarios generales delegacionales, llevaron a los integrantes del comité nacional del SNTE y a acarreados. El 23 emitieron la convocatoria para elegir nuevos dirigentes seccionales y dieron sólo tres días para el registro.

Los comicios estuvieron llenos de irregularidades. Antes, durante y después de las elecciones, los charros fueron juez y parte. De manera unilateral y arbitraria determinaron mecanismos, tiempos y sedes para votar. Decidieron el padrón utilizado para sufragar, excluyendo a muchos trabajadores de la educación que no se les someten. Y se negaron a revisarlo públicamente. De hecho, no hubo padrón, sólo una liga electrónica para ubicar las casillas. Rechazaron que en los centros de votación participaran integrantes del movimiento magisterial democrático. Directores de la escuelas e inspectores coaccionaron a los docentes.

Pero, como nada de eso evitó que se levantara una enorme ola de inconformidad, negaron, echando mano de las peores chicanadas, el registro de la planilla Roja Democrática 9, en la que se agruparon los profesores de esa tendencia. Por su parte, los charros registraron, en nombre de una supuesta pluralidad, dos planillas: Valor Magisterial Naranja y Magisterio Progresista Morado.

El 14 de junio hubo una verdadera batalla campal alrededor de los centros de votación. Al más viejo estilo de Vanguardia Revolucionaria, los charros sindicales movilizaron brigadas de porros. Directores de escuelas e inspectores golpearon y lastimaron a maestros democráticos. Convocaron a padres de familia para que, con base en mentiras, arremetieran contra los profes. Los testimonios abundan. El supervisor de la zona 65, Francisco Ramón Morgan, agredió a la maestra Diana Guerrero. En la escuela México-Japón, el director, Gaspar Francisco Barbosa, confrontó a los docentes. El supervisor de la zona 77, Juan Antonio González, atacó a los trabajadores de la educación y rompió sus carteles y mantas. Luis Alberto Barragán, director del centro escolar Luis Pasteur, asaltó a los mentores en resistencia. En la sede 78 en la escuela Suecia, llegaron golpeadores profesionales con camisa a cuadros y pantalón de mezclilla.

El magisterio democrático ocupó 10 centros de votación, que no pudieron abrir a pesar de las arremetidas en su contra. Donde sí se instalaron casillas, miles de maestros escribieron planilla Roja Democrática 9, pero sus votos no fueron contados. Muchos más anularon las papeletas.

Por su parte, sin control ni supervisión alguna, los charros se dieron vuelo echando mano a la mapachería menos sofisticada: carruseles, ratón loco, urnas embarazadas, compra y coacción del voto, padrón rasurado. Y, ya encarrerados, sin pudor alguno, el 18 de junio declararon ganadora a la planilla Valor Magisterial Naranja, con cifras de votación paridas por la alquimia electoral, que rayan en lo inverosímil.

El nuevo secretario general seccional charro, Ulises Chávez Tenorio, es un viejo funcionario sindical que no ha estado frente a grupo durante los últimos 25 años. Es, también, Oficial Mayor del comité nacional del SNTE. Para que no quede duda de los intereses a los que sirve, baste apuntar que, con frecuencia, representó a Alfonso Cepeda en eventos gremiales en otros estados.

El magisterio democrático de la Ciudad de México impugnará legalmente el jaripeo del 14 de junio, avalado por las autoridades laborales y políticas. Lejos de servir para establecer canales institucionales para resolver los conflictos y diferencias dentro de la sección 9, la pantomima de democracia del SNTE los exacerbará. Como sucedió en julio de 2008, el charrazo no pasará.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Filosofía de la Liberación en la Nueva Escuela Mexicana: contra la pedagogía de la opresión (didactismo neoliberal)

Por: Luis Oscar Gaeta Durán*

En verdad, lo que pretenden los opresores es transformar la

mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime.

[…] Para esto, utilizan la concepción bancaria de la educación

a la que vinculan todo el desarrollo de una acción social

de carácter paternalista, en que los oprimidos reciben el

simpático nombre de asistidos.

-P. Freire
(Tomado del “Avance del contenido para el libro del docente. Primer grado”)

La Nueva Escuela Mexicana (NEM) se justifica en la Filosofía de la Liberación. Tal como lo enuncia el “Avance del contenido para el libro del docente. Primer grado”, la NEM pretende superar la visión colonialista de la educación -que se ha impuesto en nuestro país- y cambiar el discurso pedagógico en favor de la emancipación de los oprimidos.

La Filosofía de la Liberación encuentra su origen en las propuestas de pensadores de América Latina, principalmente de Argentina, e intenta reflexionar desde la periferia, desde los países colonizados y explotados, desde la condición de los oprimidos, de los condenados de la tierra y los rebeldes del mundo, por ello, pretende un discurso contrahegemónico y contribuir en alternativas de liberación, con aportes de la política, ética, pedagogía y filosofía.

Para ello, el proyecto educativo actual se posiciona contra el pedagogismo del sistema neoliberal, que concebía la escuela como empresa y la educación como negocio, e impuso prácticas didácticas en favor de la sociedad capitalista y contra la instrucción pública; basta recordar los efecto negativos y punitivos de la mal llamada Reforma Educativa anterior: despidos, amenazas y represión de docentes, cambios en la relación laboral del magisterio y perdida de sus derechos labores, intervención de grupos políticos, de la “sociedad civil” y del sector empresarial en las decisiones del sistema educativo mexicano –se recomienda leer el texto de Mauro Jarquín “La pedagogía del capital, nueva derecha y reforma educativa en México”-.

En el ámbito pedagógico, el didactismo neoliberal se justificó en los mandatos de la política educativa global, decretada por organismos internacionales (FMI, BM, OCDE) y tomó como bandera de ataque la lucha contra la escuela tradicional y los malos resultados que, según ellos, se habían generado durante un largo periodo. Además, la escuela neoliberal se presentó como alternativa ante la anacrónica, vetusta y opresiva forma de enseñar que se venía trabajando –todas ellas falacias-; por ello, se propuso renovar la educación y formar a chicas y chicos de otra manera: por medio del diseño de proyectos escolares, ludificación la enseñanza, evaluación constante y permanente, formar en competencias, mantener un enfoque de evaluación basado en el rendimiento escolar y en busca de calidad, dar continuidad a la cultura de la felicidad (promovida por el neoliberalismo), psicología positiva, gestión de las emociones y demás ideologías metódicas.

Bajo ese panorama, la NEM toma a la Filosofía de la Liberación para comprender, explicar y proponer una visión disruptiva y en oposición a la impuesta por los grupos hegemónicos del capital internacional y nacional. Así, se intenta que, tomando como punto central el pensamiento crítico, se tome como punto de partida las relaciones de alteridad, se reconozcan y respeten los saberes y prácticas de los grupos excluidos, se considere la comunidad (sus mujeres y hombres de todas las edades) como referencia para la acción pedagógica, se preste atención a las problemáticas sociales para su discusión y, así, generar propuestas de solución desde el ámbito escolar; que la relación dominado-dominador se borré del hecho educativo y que los enfoques positivistas, psicologistas y cientificistas no sirvan más como fundamentos para la alienación de las y los educandos; finalmente, tal como lo expresa Enrique Dussel, la Filosofía de la Liberación debe funcionar como método crítico (no práctico ni operativo) para la teoría y especulación del fenómeno educativo y contribuya en la liberación de los oprimidos.

*Docente de educación primaria en el Estado de Querétaro

Fuente de la información e imagen:  https://revistaaula.com

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El pueblo que lee», una editorial y librería que reivindica la literatura binnizá

Juchitán, Oaxaca. Juan Carlos Vásquez Aquino es fundador de la editorial y librería independiente “El pueblo que lee”, cuyo proyecto comunitario busca reivindicar la literatura y a los escritores binnizá.

“El Pueblo que lee” nació en plena pandemia y desde entonces ha vendido cerca de 6 mil ejemplares, y aunque su principal objetivo es vender literatura indígena, también incluye ejemplares de literatura universal.

Con su bicicleta –su fiel compañera, a la que nombró “Rocinante”–, Juan Carlos distribuye sus libros por todo Juchitán y también hace entregas por toda la región del Istmo. El libro más vendido por este joven de 32 años de edad es el de la escritora Binnizá, Irma Pineda, llamado “Xilase qui rié di’ sicasi rié nisa guiigu’ /La nostalgia no se marcha como el agua de los ríos”.

De 32 años de edad, Juan Carlos también aprendió a encuadernar libros, comenzó con cuadernos y hoy en día su editorial ha impreso su primer ejemplar: La Mar Morena, del escritor binnizá Dalthón Pineda.

También acerca los libros por medio de la biblioteca callejera, donde de manera libre y gratuita los niños y jóvenes pueden leer, llevarse un libro y devolverlo al terminarlo.

Al preguntarle por qué decidió emprender este proyecto de manera independiente, Juan Carlos explica que es para seguir preservando la literatura de su comunidad, y apoyar a escritores, quienes por la falta de recursos se quedan sin publicar textos escritos desde la profundidad de ser y para conservar la memoria que ya no se quiere contar y ver.

“Estoy muy contento con este proyecto, y lo mejor es que lo hago de forma independiente. Por ejemplo, todos los libros de mi editorial los hacemos a mano, cuidamos los detalles, básicamente es un trabajo valioso y estamos para servirles”, dijo.

Por ser originario de la novena sección de Juchitán, Juan Carlos habla el zapoteco desde el vientre de su madre y es una de las razones principales por las que que desea retomarlo a través de libros.

Para el joven creativo y de tez morena, vender libros no es el mero acto de revalorizar su lengua, sino la acción de llevar literatura indígena, textos escritos en diidxazá, a donde los deseen y en cualquier fecha.

“Los escritores que tengan libros publicados pueden acercarse a la librería para que desde aquí se difundan sus textos. Hay escritores que por trabajo o edad ya no pueden vender o dar a conocer sus libros, y a través de la librería hacemos la promoción y difusión su literatura”, agregó.

Juan Carlos recorre todos los días la ciudad de Juchitán, y en sus ratos libres toma la aguja, el hilo y comienza a confeccionar libros, después de plasmar las letras en papel.

Asimismo, invita a toda persona que desee publicar un texto, un poemario o historias en lengua indígena y castellano a la editorial, porque “El pueblo que lee” está abierto y con muchas ganas de publicar textos de escritores indígenas, como una forma resistencia ante las grandes editoriales y librerías que existen en el país.

“Yo sólo ocupo la noche para hacer libros e invito a quien tenga un texto que desee publicar, me diga, porque de eso se trata, de que haya más libros escritos por zapotecas, por gente que se preocupe por recuperar nuestra lengua, porque eso es lo que hacemos, recuperar historias de nuestra comunidad”, recalcó.

Otro de sus proyectos es el rescate de los libros de zapoteco que están en peligro de extinción. Él los replica por ser literatura comunitaria, para que estén disponibles al público y en las bibliotecas, y así el texto y los autores no queden en el olvido.

El Pueblo que Lee, cuyo lema es “Yo sueño con un pueblo que lee, porque un pueblo que lee, es un pueblo libre“, llegó para quedarse, recalca Juan Carlos, quien asegura que mientras viva su proyecto seguirá acompañado, como lo ha hecho siempre, de su fiel bicicleta “Rocinante”, en alusión a Don Quijote de la Mancha.

Fuente: https://desinformemonos.org/el-pueblo-que-lee-una-editorial-y-libreria-que-reivindica-la-literatura-binniza/

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El ‘Chernóbil de México’, el mayor incidente nuclear de América

El ‘Chernóbil de México’, el mayor incidente nuclear de América

Las relaciones México-Estados Unidos dieron un giro inesperado en enero de 1984, cuando ocurrió un incidente nuclear y ambos países tuvieron que trabajar juntos para manejar y contener la crisis. Esto marcó una transformación significativa en su relación.

Vicente Sotelo Alardín trabajaba en un hospital privado de Ciudad Juárez y se encargó de sacar de su depósito una máquina de radioterapia en desuso. Lo hizo sin permiso ni autorización. Hace siete años, el Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez lo había comprado e importado sin capacitar a ninguno de sus empleados para usarlo.

A pesar de la obligación de notificar a la Comisión Nacional de Seguridad y Salvaguardias Nucleares (CNSNS) sobre cualquier compra de artefactos radiactivos, nunca se les informó que la máquina de teleterapia había ingresado a territorio nacional mexicano. Este fue el comienzo de una serie de errores cometidos por la organización, que dieron lugar a un incidente desafortunado.

A pesar de los diferentes relatos sobre lo dicho exactamente, Sotelo Alardín decidió sacar la máquina del centro de salud y subirla a su camioneta. Parece que tomó esta decisión de forma independiente, con o sin permiso de su superior.

Desafortunadamente, el artefacto no podía mantenerse unido porque no encajaba, por lo que intentó desmontarlo. Desafortunadamente, esta acción perforó el núcleo radiactivo y dispersó partículas de cobalto-60 por todas partes.

Este radioisótopo todavía se usa hoy en día para tratar pacientes con cáncer, pero en este caso especial, se mezcló con varillas y acero de 12 ciudades de México.

Chatarra nuclear

Al ser sacada de la clínica, Sotelo Alardín llevó la máquina a una chatarrera en Ciudad Juárez llamada El Yonke Fénix.

Afortunadamente, se utilizó un imán industrial para evitar que los trabajadores tocaran el centro contaminado radiactivamente. Sin embargo, terminó dispersando partículas radiactivas por todo el material de desecho.

El propósito de Yonke Fénix era fundir varias piezas de metal y venderlas como acero a empresas constructoras. Como resultado, el material de cobalto-60 terminó en Aceros de Chihuahua SA, quienes luego lo vendieron como material de construcción.

Alarma nuclear detectada por los Estados Unidos

El 16 de enero de 1984, Xataka denunció un incidente en el Laboratorio de Los Álamos. Las alarmas de los dosímetros se activaron indicando niveles inusuales de radiación más allá del rango normal. Esto causó gran preocupación y puso énfasis en la necesidad de tomar medidas correctivas.

Mientras buscaban la fuente de radiación, finalmente se dieron cuenta de que provenía de un camión fuera del laboratorio en una calle cercana. Este camión transportaba tubos de acero y circulaba por la carretera.

En consecuencia, las autoridades de Texas optaron por avisar al gobierno mexicano ya que el logo del camión indicaba que se trataba de una carga de Aceros de Chihuahua.

La CNSNS recibió notificaciones que luego les permitieron iniciar sus pesquisas en la ciudad mexicana. Los niveles de cobalto-60 eran extremadamente altos, sin embargo, lo que seguía siendo un misterio era cómo se había incluido en el acero utilizado para la construcción en Chihuahua.

Después de realizar varias entrevistas con los trabajadores de Aceros de Chihuahua, pudieron rastrear el origen de su problema hasta el depósito de chatarra El Yonke Fénix en Ciudad Juárez.

Agentes de la CNSNS visitaron recientemente otra ciudad y descubrieron que el depósito de chatarra estaba lleno de cobalto-60.

Una camioneta radiactiva

Además de los niveles detectables de radiactividad en el depósito de chatarra, los investigadores también descubrieron rastros de radiación en otra sección, donde sus medidores registraron un pico. Vicente Sotelo Alardín fue encontrado en una camioneta, ubicada en medio de un barrio residencial, perteneciente al ingeniero de mantenimiento del Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez.

El trabajador necesitaba ayuda para retirar la máquina del hospital, por lo que buscó la ayuda de Ricardo Hernández, quien valientemente manipuló el núcleo de cobalto-60 con sus propias manos.

Luego de que el Servicio Central de Supervisión y Seguridad Nuclear (CNSNS) descubriera que el camión de Sotelo Alardín emitía altos niveles de radiación, tuvo que trasladarlo de la zona residencial. Sin embargo, alejarlo demasiado no era una opción, ya que eso haría que los oficiales de la CNSNS Nuclear estuvieran en contacto con la radiación por un período prolongado.

Optaron por llevarla al parque El Chamizal ya que estaba a poca distancia del pueblo. Esto proporcionó el equilibrio perfecto entre comodidad y tranquilidad.

Según la ‘BBC’, la furgoneta que transportaba materiales radiactivos se movió sin dejar señales de advertencia. Peor aún, se vio a personas muy cerca de esta camioneta sin darse cuenta del peligro potencial al que se exponían.

Las personas expuestas a la radiación y desaciertos

Tras una intensa investigación de la CNSNS, se descubrió que 4.000 personas estaban expuestas al cobalto-60. Afortunadamente, los radioisótopos se descomponen naturalmente con el tiempo; esto reduce la intensidad de los efectos del material radiactivo.

Seis años después de que se compró la máquina de radioterapia, la BBC informó que solo unos 450 de los aproximadamente 1,000 gránulos de cobalto-60 todavía estaban allí. Si bien este sigue siendo un número significativo, es mucho más seguro que antes.

La CNSNS se acercó a los afectados por la situación y les realizó pruebas de sangre, médula ósea, conteo de espermatozoides y cromosomas. A pesar de que se realizaron algunas pruebas iniciales con la exposición al cobalto-60 en 1984, no se ha realizado una evaluación de seguimiento de los pacientes para determinar si alguno de ellos quedó con secuelas a largo plazo. En consecuencia, no es posible saber si tales circunstancias se dieron o no.

Después de un exhaustivo esfuerzo de limpieza en El Yonke Fénix, se descubrió que quince territorios mexicanos habían recibido las peligrosas varillas. En consecuencia, cientos de construcciones realizadas con estas vigas necesitaron ser demolidas.

Se descubrió que Vicente Sotelo Alardín no presentaba signos de angustia, sin embargo Ricardo Hernández, quien era su compañero, sufrió una quemadura en la mano luego de manipular el núcleo de cobalto-60.

La CNSNS concluyó su investigación sin éxito, por lo que Sotelo Alardín permaneció fuera del ojo público hasta el día de hoy. Además, no se ha revelado más información sobre ellos desde entonces.

Con información de eltiempo.com

 

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/el-chernobil-de-mexico/

 

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Violencia escolar

Por: Manuel Alberto Navarro Weckmann

Es fundamental reconocer que la responsabilidad no recae únicamente en el personal educativo, sino en un sistema que debe trabajar de manera conjunta …

Un tema que suele ser recurrente tiene que ver con la violencia y acoso en las escuelas, la cual muestra elementos cuya expresión superficial se da en la escuela, sin embargo, cuenta con profundas raíces en la familia y en el tejido social. Es un argumento que desnuda la realidad que viven día a día en su hogar y colonia, en una normalidad aprendida que simplemente trasladan a la escuela, por lo que un planteamiento erróneo, es buscar criminalizar al personal educativo, promoviendo castigos en los códigos penales, sin ver las razones de fondo y sobre todo evadiendo la responsabilidad con la aplicación integral de soluciones para enfrenar el problema.

Corresponde al centro escolar por supuesto ser el vínculo y el canal para la detección oportuna que permitan favorecer el conocimiento y orientación al promover programas de sensibilización y prevención en todos los niveles educativos, brindando información y herramientas a estudiantes, docentes, padres y comunidad educativa en general. Estos programas deben abordar temas como el respeto, la empatía, la resolución pacífica de conflictos y la promoción de una cultura de convivencia sana.

Para lograr esto, el Estado debe brindar capacitación y formación continua a docentes y personal educativo en la identificación, prevención y manejo de situaciones de violencia y acoso. Esto incluye desarrollar habilidades de comunicación efectiva, gestión de conflictos y promoción de un entorno escolar seguro y respetuoso.

Por otra parte, los diferentes niveles de gobierno deben establecer mecanismos de coordinación entre las instituciones educativas, los servicios sociales, la policía y otros actores relevantes para abordar de manera integral los casos de violencia y acoso, garantizando una respuesta rápida y eficaz, así como la derivación a los servicios de apoyo necesarios.

Así, es esencial que se establezcan políticas y marcos legales sólidos para prevenir y combatir la violencia y el acoso en los centros educativos. Estas políticas deben enfocarse en la protección de los derechos de los estudiantes, establecer protocolos claros de actuación y sanciones adecuadas para los casos de violencia y acoso.

Es claro que la participación de la comunidad educativa, incluyendo a padres, madres, tutores y otros actores sociales, es fundamental para abordar eficazmente el problema. Se deben promover espacios de diálogo, colaboración y participación para buscar soluciones conjuntas y crear un entorno de apoyo y protección para los estudiantes.

Entonces, la solución a la violencia y al acoso requiere de una respuesta integral y coordinada que involucre a diferentes niveles de gobierno, instituciones educativas, docentes, comunidad educativa y sociedad en general. Es fundamental reconocer que la responsabilidad no recae únicamente en el personal educativo, sino en un sistema que debe trabajar de manera conjunta para reconstruir el tejido social y promover entornos educativos seguros y respetuosos. La educación es el camino.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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¿Y el calendario escolar 2023-2024?

Por: Abelardo Carro Nava

El magisterio, como ha sido una costumbre, esperará pacientemente la llegada del calendario escolar 2023-2024.

¿Y el calendario escolar 2023-2024? Ha sido una de las preguntas que recurrentemente se han formulado en los últimos días en las escuelas de, prácticamente, todos los niveles educativos. Pregunta que para alguien ajeno al medio escolar probablemente no tenga mucho sentido o relevancia, sin embargo, para quienes se encuentran dentro del Sistema Educativo Nacional (SEN) su valor es enorme, en virtud que dicho calendario permite, por un lado, la organización pedagógica, didáctica y administrativa en cada uno de los planteles escolares, así como el conocimiento de la política educativa del gobierno en turno para el 2023-2024. No obstante, lo anterior, hasta el momento en que cierro estas líneas el calendario escolar para el siguiente ciclo sigue siendo un misterio.

Se entiende que, quien se encuentra detrás de un escritorio, y que muy probablemente no haya pisado un salón de clases, no tenga ni la más remota idea de lo que en el párrafo anterior he expuesto, pero también, de lo que significa organizar los tiempos y las diversas actividades de fin de ciclo y del que está por iniciar. Imagino, que por su mente se ha de construir una fotografía donde se observa a un director sentado con sus maestros y éstos con los padres de familia de sus alumnos, dándoles a conocer las fechas y acciones que se van a realizar en un momento dado, y listo, con eso ya puede operarse un calendario en las escuelas. Esto sería un absurdo por donde quiera que se mire porque, como se sabe, independientemente de ese diálogo que sí se realiza en los planteles escolares, movilizar todos y cada uno de los actores en los diferentes procesos, así como los materiales, recursos, infraestructura, etcétera, implica un reto mayúsculo.

Entonces, si tal es la importancia de este documento ¿por qué la Secretaría de Educación Pública (SEP) no lo ha dado conocer si, en años anteriores, a finales del mes de mayo o en los primeros días del mes de junio ya lo había hecho? Las ideas derivadas de los diversos acontecimientos que en los últimos meses se han observado en el medio educativo se vienen a la mente a raudales, sin embargo, la más fuerte que ha retumbado en diversos espacios o redes sociales en estos días, tiene que ver con las dificultades y/o problemáticas que se están haciendo visibles para la implementación del Plan de Estudios 2022 en las escuelas de educación básica (preescolar, primaria y secundaria) en el siguiente ciclo escolar.

Hay que decirlo, se observan problemáticas externas, dado los amparos que ciertas organizaciones conservadoras y poco interesadas en la educación de los niños, niñas y adolescentes (NNA), como la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), interpusieron con la finalidad de detener un proceso formativo trascendental en la vida de los seres humanos como lo es el educativo/formativo que ocurre en cada una de las escuelas, pero también, problemáticas internas, es decir, lo que tras bambalinas sucede dada la lucha férrea de poderes que se vive al interior de una SEP que, tal y como lo he dicho en otros textos, pareciera ser un archipiélago donde cada isla tiene su propio virrey, motivo por el cual se hace evidente una desarticulación entre esas diversas fuerzas que la componen.

No hay duda, hoy por hoy se vive una lucha desmedida y podría decir que hasta despiadada por el control de la educación en nuestro país. Aquí lo preocupante es lo que está en medio de esas fuerzas: los NNA y los diferentes actores que integran las escuelas.

Para nadie es desconocido que en estos días las temperaturas en nuestro país han alcanzado niveles nunca antes vistos, por ejemplo, el gobernador de Nayarit hace unos días declaró que estaba considerando adelantar el cierre de ciclo escolar; Sinaloa y Tamaulipas han hecho lo propio, es decir, el próximo 30 de junio estarían cerrando el ciclo escolar por la ola de calor referida; San Luis Potosí y otras entidades de la República Mexicana, como Durango, han hecho ajustes en sus horarios de entrada y de salida, pero también, en la realización de actividades escolares, tanto al aire libre como en los salones de clase. Y si esto no fuera suficiente, el consumo de alimentos en esta temporada, así como el beber una buena cantidad de líquidos, se ha vuelto un tema en las escuelas que no es menor, por el contrario, reviste de una singular importancia.

Pero, ¿y qué tiene que ver la ola de calor con el calendario escolar? Todo, porque con las decisiones tomadas por las autoridades gubernamentales y educativas, los colectivos docentes y directivos realizan todos los ajustes necesarios para abordar los contenidos, materiales, recursos, etcétera.

Ahora bien, se sabe que al término del presente ciclo escolar en las escuelas, los colectivos docentes estarían trabajando en eso que la SEP denominó formación continua para la implementación del Plan de Estudios 2022; estas acciones, derivadas del actual calendario (con los ajustes de la SEP recién hechos y conocidos) son de conocimiento del magisterio y, muy probablemente de los padres de familia, pero ¿antes de iniciar el siguiente ciclo escolar también se tendrá contemplado otra “formación” para las maestras y maestros sobre el mismo Plan de Estudios 2022 que fue analizado, dialogado y discutido en las diferentes sesiones de los Consejos Técnicos Escolares en el ciclo que aún no termina? Si se hará efectiva esa “formación” ¿será para todo el profesorado puesto que, hasta donde se sabe, el Plan de Estudios 2022 solo entraría vigor en el primer grado y no en todos porque aún estaría operando el Plan 2017? O caso contrario, ¿esa formación sí será para todos los maestros y grados porque sí se implementará en todos esos grados, pero, para ello, se haría necesario la modificación del acuerdo 14/08/2022 por el que se establece dicho plan en preescolar, primaria y secundaria dado a conocer hace unos meses?

Muchas preguntas, pocas respuestas y muchas suposiciones. En fin.

Independientemente de lo expuesto hasta aquí, yo estaría pensando en la imperiosa necesidad de contar con calendarios escolares regionalizados; curiosamente, estamos ante la implementación de un Plan de Estudios que habla de las comunidades y de los territorios desde la diversidad, pero… ¿con un calendario unificado? Insisto, hoy por hoy, el cambio climático evidencia las afectaciones al medio ambiente producto de la emisión de gases contaminantes (solo por citar un ejemplo), ¿no habría la imperiosa necesidad de que cada región o estado formule sus propias propuestas a partir de un marco general común?

No imagino a un funcionario de la SEP, de esos cuyo salario es superior a los 90 o 100 mil pesos mensuales, en un salón de clases, con techado de lámina, con una temperatura superior a los 22 grados a las 8 de la mañana llegando a los 35 al medio día, y con una sensación térmica de 40 o superior, atendiendo a un grupo de 35 a 40 niños; no, no lo imagino.

El magisterio, como ha sido una costumbre, esperará pacientemente la llegada del calendario escolar 2023-2024; el misterio quedará resuelto, y a marchas forzadas las maestras y maestros organizarán lo que tengan que organizar, aunque la SEP no los conciba como unos profesionales de la educación, éstos, una vez más, demostrarán que pueden con cualquier reto.

Al tiempo.

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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Violencia y trabajo infantil en la Montaña

Por: Tlachinollan

 

El trabajo de niñas y niños en México se ha extendido entre las familias pobres, cuyos padres y madres no cuentan con un ingreso seguro y con lo poco que ganan sería imposible atender las necesidades más apremiantes de sus hijos. Además de que la canasta básica se ha tornado inalcanzable para millones de familias pobres, los niños y niñas no asisten a la escuela por onerosa que se ha vuelto la educación pública y porque tienen que dedicar parte del día a realizar algún trabajo que les dé la oportunidad de obtener un ingreso.

De acuerdo con el último reporte del INEGI hay alrededor de 3.3 millones de niñas y niños involucrados en algún trabajo, lo cual representa el 11.5 por ciento de la población de entre 5 y 17 años. Un gran número de niñas y niños no sólo enfrentan el flagelo de la pobreza que por varias generaciones se ha reproducido ante la imposibilidad de romper con este círculo de la exclusión social, sino que muchas de ellas son víctimas de la violencia familiar y delincuencial.

Hemos documentado casos graves de niñas que se encuentran en total indefensión y que luchan a brazo partido para no sucumbir ante la tragedia familiar. Cinco niñas del municipio de Alpoyeca quedaron huérfanas de madre a causa de la violencia del padrastro que fue el autor del feminicidio. Ninguna autoridad las auxilió y el Ministerio Público las revictimizó. Las obligaron a declarar cuando ellas no estaban en condiciones de hacerlo. Las cuatro niñas menores se refugiaron con la hermana mayor que estudiaba el bachillerato. El mundo se les vino encima porque no encontraron redes de apoyo familiar que las cobijara y les brindara la ayuda necesaria para enfrentar esta trágica muerte de su madre. Las cinco niñas que antes habían acompañado a su mamá para trabajar como jornaleras agrícolas en el estado de Sinaloa, y que los sueldos de tres menores y la mamá les permitieron levantar su casa, se vieron obligadas vender memelas y atole. De manera esporádica las hermanas mayores han trabajado en las casas como empleadas del hogar. Han pasado cinco años del feminicidio de su madre y las cinco niñas se han sobrepuesto para sostenerse con las diferentes actividades que realizan. Las hermanas mayores ya no pudieron continuar sus estudios y decidieron trabajar para asegurar que sus dos hermanitas puedan asistirá la escuela.

Dos niñas me’phaa de Juanacatlán, municipio de Metlatónoc, no sólo vivieron la agresión sexual de su propio padre, sino que tuvieron que desplazarse del domicilio donde vivían porque los abuelos paternos las echaron de la casa. No les permitieron sacar sus cosas, ni la carcacha que habían logrado comprar de los ahorros de la mamá que vende tostadas. Tuvieron que refugiarse en una comunidad de la Montaña para evitar que algún familiar del padre las amenazara o las agrediera. Su mamá desde que tuvo conocimiento de que su esposo abusaba sexualmente de sus dos menores hijas se armó de valor para denunciarlo, asumiendo las consecuencias de lo que implicaría esta denuncia.

Fue muy difícil para la mamá de las niñas encontrar un lugar para vivir, sobre todo, rentar una casa donde pudieran rehacer su vida. Actualmente las niñas tienen que ayudar a su mamá para sobrevivir. Le ayudan a elaborar las tortillas, las ponen en el comal, después las secan al sol para que queden doradas y puedan venderlas como tostadas. Su mamá las guisa en aceite y las deja escurrir varias horas para que sus pequeñas hijas se encarguen de empaquetarlas y salir a las calles a venderlas. En un principio intentó venderlas en el mercado, sin embargo, no le convino porque la competencia era desleal y una docena la tenía que vender a 15 pesos para que los clientes se animaran a comprarla. Salía perdiendo porque no le alcanzaba para costear el aceite que utiliza. No tuvo otra opción que empezar a vender casa por casa. Desde hace dos años ha encontrado personas que le compran semanalmente 300 tostadas, sin embargo, sus ganancias son de 300 pesos al día, por eso sus hijas le ayudan con otros trabajos para completar los gastos de comida de la casa que ascienden a 600 pesos por semana. La hija mayor aprendió a elaborar pulseras de hilo y chaquira y las logra vender en la escuela Sor Juana Inés de la Cruz. Hay días que vende tres o cuatro pulseras por 35 pesos. Este dinero le alcanza para comprar un cono de huevo o dos bolsas de frijol para comer. La segunda hija le ayuda a vender bolis en la escuela Felipe Ángeles Ramírez, donde ha logrado tener varias amigas. Diariamente carga con su cubeta para llevar los bolis que ahora con el calor vende todos. Por su parte, su mamá les ha enseñado a elaborar canastitas y bolsas de palma, que logró aprender en las comunidades nahuas de Tixtla. Estas artesanías son baratas y accesibles para incrementar un poco su ingreso. El gran logro de su mamá es que animó a sus hijas a que continuaran sus estudios que a pesar de las precariedades han sabido organizarse para trabajar y estudiar. Su mayor sueño es que sus hijas no vuelvan a ser víctimas de la violencia y que encuentren en la escuela el modo más seguro para enfrentar este trauma y encontrar en la educación un camino más seguro para fortalecer su espíritu y seguir el ejemplo de su mamá para no permitir que nadie más atente contra su dignidad.

Lucino, un niño me’phaa de 12 años, que vive con su mamá y su abuela, junto con su hermano Braulio de 10 años y otro hermano menor han tenido que soportar el desprecio de su padre. Es muy común en la Montaña que los papás abandonan a sus parejas, sobre todo cuando saben que están embarazadas. La historia se repite, el papá no los quiso reconocerlos como sus hijos y dejó abandonada a su madre. La mayor desilusión de los tres hijos es ver a su padre alcoholizado negándoles cualquier apoyo con el argumento de que no tiene dinero.

Ante la irresponsabilidad del papá, Lucino empezó a trabajar como peón desde que tenía 9 años para ganar 50 pesos al día y compartir con su abuela y su mamá ese precario ingreso. Fue un ejemplo para la familia porque continuó estudiando la secundaria y con el poco dinero que gana le ayuda a su hermano Braulio para que pueda terminar la primaria.

Desde pequeños salieron a trabajar en el campo con su mamá. Iban a comunidades de la misma región de la Montaña. Se han alquilado para chaponear y pizcar. Salen en temporada de lluvia que es cuando logran conseguir trabajo. Poco dinero logra juntar, y sólo les alcanza para comer y comprar algunos útiles de la escuela. A veces se dan el lujo de comprarse algunos huaraches. Regularmente la gente les regala ropa porque ven que por más que trabajen los niños no mejora su situación económica. En ocasiones se levantan a las 6 de la mañana para cortar leña. Les alcanza para comer una tortilla que remojan con una taza de té. Así se van al cerro con un burro prestado y cuando no consiguen trabajo, la leña que cortan la venden en las casas para tener algún recurso extra. También van a cuidar sus cinco chivos que con mucho trabajo han criado para que cuando ocurra una enfermedad puedan venderlos. Todo el tiempo están pendientes de los trabajos que salen, por eso siempre cargan un garabato cada quien porque en cualquier momento los pueden llamar para trabajar.

Su situación empeoró porque hace unos meses a su mamá le detectaron un cáncer cérvico uterino. Hace más de un mes Braulio acompañó a su mamá al hospital de Acapulco para que le den el tratamiento que requiere. El viaje y la atención médica tienen un alto costo. Para las familias pobres de Guerrero no existen los servicios médicos gratuitos, por eso Braulio tuvo que conseguir 20 mil pesos con un familiar. Se echó a cuestas una deuda que no saben en cuánto tiempo va a cubrir, pero el amor por su madre puede más que cualquier sacrificio para luchar por su salud. En la casa materna se quedaron Lucino y su hermano el más pequeño. Ahora ellos hacen el trabajo de Braulio. En la mañana y en la tarde muelen con un molino de mano el nixtamal para hacer tortillas. En algunas ocasiones su tía visita a su abuelita que desde hace años no camina. Los nietos ya aprendieron a darle de comer y atender sus necesidades fisiológicas. Además de trabajar también son los que cuidan a su abuela.

El niño Lucino, como centenares de niños y niñas de la Montaña no sólo tiene que trabajar en el campo y en las calles para recibir un ingreso que mitigue el hambre de su familia, sino que es víctima de la violencia que se expande en las comunidades y que se reproduce en el ámbito familiar. Las autoridades de los tres niveles de gobierno se han desentendido de esta violencia y son cómplices de la tragedia que padece la niñez indígena. Los han dejado en el olvido como si se tratara de personas sin derechos. La niñez indígena es víctima del racismo institucionalizado. En este gobierno que supuestamente les da prioridad a las familias pobres, las autoridades educativas del Estado son un ejemplo claro de la demagogia en que han caído al negarles a las madres y padres de familia el derecho a tener un maestro o maestra en sus comunidades. Es inconcebible que se escuden en la falta de presupuesto y que condenen como han hecho los demás gobiernos corruptos y mestizos a la niñez indígena ser parte de la población analfabeta que padece los estragos del desempleo y del desprecio de los políticos y patrones.

El actual gobierno de Evelyn Salgado no ha emprendido acciones de gran calado para proteger a la niñez indígena, para garantizar la educación básica, para crear un entorno seguro en las comunidades donde viven.

La niñez indígena no sólo crece en la orfandad institucional, sino que padece la violencia de un gobierno racista que les niega a los niños y niñas el derecho a soñar un mundo donde reine la magia, el encanto, el juego y la felicidad tan ausente en la Montaña de Guerrero.

Fuente de la información e imagen:  Tlachinollan

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