Page 47 of 1003
1 45 46 47 48 49 1.003

México: Escuelas y estupefacientes

Escuelas y estupefacientes

 

El caos vial no fue todo en las grandes ciudades por la reapertura de las escuelas tras dos semanas de vacaciones. El retorno a los salones de estudiantes y maestros para continuar con las prácticas de enseñanza y aprendizaje no fue la nota principal. En la mañanera, Leticia Ramírez Amaya, la secretaria de Educación Pública, presentó un plan de prevención de adicciones. “Si te drogas te dañas”, es la rúbrica de la campaña que comenzó ayer.

Tanto en el boletín de la SEP como en notas y editoriales de periódicos se tocó el tema. En la página 9 de nuestro Excélsior, Isabel González resume los datos que presentó la secretaria. La campaña pretende alcanzar a 11 millones de estudiantes en 62 mil escuelas; los cursos de 15 minutos al menos tres días por semana estarán a cargo de 82 mil docentes de Formación Cívica y Etica, Biología, Vida Saludable y Ciencias. El propósito: “instrumentar acciones en el aula y una campaña de difusión que contribuyan a la prevención del consumo de drogas entre estudiantes de secundaria y de educación media superior a través de espacios de reflexión y mensajes de comunicación asertivos”.

La SEP preparó un cuadernillo de buena factura para apoyar a los maestros, Guía para docentes, además de preparar podcasts con información sobre los narcóticos más conocidos y dañinos, en especial el fentanilo y metanfetaminas. La campaña parece razonable, las condiciones del país lo demandan y las acciones preventivas, si se ejecutan con eficacia, ofrecen resultados provechosos. La estrategia de prevención se centra en las escuelas, pero los riesgos mayores están en el ambiente externo, enmarcados en una ola de violencia.

Nuestra columna editorial, “Frentes Políticos” hace preguntas pertinentes que invitan a una reflexión más allá de la escuela. “¿es suficiente la sensibilización? ¿Qué hay de la lucha contra el narcotráfico y la tolerancia en todos los territorios?… ¿De qué sirve la teoría si, en la práctica, la droga fluye en las calles con absoluta permisividad? La columna aboga por una estrategia integral contra el flagelo de las drogas. Mas persiste la consigna de abrazos no balazos que, en lugar de frenar la violencia, la vivificó como nunca desde la Revolución mexicana.

La SEP no anunció cómo ni con qué instrumentos evaluara las consecuencias de la campaña, al presidente quizá ni le interese, pero es crucial. No sabemos si fueron consultados los 82 mil maestros ni si aceptaron de buena gana una tarea que no estaba en la planeación detallada. Tampoco sabemos cómo reaccionará el crimen organizado en las zonas donde controla el territorio y buena parte de la vida de sus habitantes. Es probable que amenace a los maestros para que no apliquen el programa o muchos de ellos se abstengan por temor. Lo peor que pudiera pasar es que si la campaña no muestra resultados ni provoca cierto entusiasmo se culpe a los docentes por las fallas.

Aplaudo toda iniciativa que proponga educar a nuestros niños y jóvenes sobre los riesgos de las drogas, también todas las acciones que traten de reducir la influencia del crimen organizado para que los capture como consumidores de estupefacientes o halcones. Pero la faena principal está fuera de las escuelas.

Retazos

Guillermo Adame Calderón, secretario de Educación de Durango declaró que, de 33 mil trabajadores, mil 400 no fueron localizados en su lugar de trabajo, los directivos tampoco reconocen que laboren en esos centros. El funcionario asegura que no significa que sean aviadores, pero sí lo sospecha.

Mi protesta en Excélsior este domingo y la queja ante la Condusef dieron resultado. Zurich Seguros me hizo llegar las facturas y abonó un mes. Agradezco la solidaridad de lectores y la diligencia y amabilidad de funcionarios de la Condusef.

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/escuelas-y-estupefacientes/

Comparte este contenido:

¿El problema es la escuela?

Por: Manuel Alberto Navarro Weckmann

«El problema por supuesto no son las buenas intenciones, ni tampoco que todos los sectores “vean con buenos ojos” integrar en las escuelas más y más programas adicionales a los planes de estudio»

Existe en nuestra sociedad, una creencia muy acentuada, en donde se percibe que es la escuela el único lugar en donde se pueden resolver los problemas sociales que enfrentamos, así, aparte de los cientos de contenidos de las diferentes asignaturas, día a día se le asignan nuevos programas adicionales “innovadores” que regularmente vienen de personas con “buenas intenciones” pero que tiene poca o nula formación como profesionales de la Educación.

Así, en los últimos tiempos, hemos visto cargas “adicionales” al ya de por si sobrecargado y siempre inalcanzable plan de estudios, programas para el fomento de la paz, reducción de la violencia, finanzas personales, cuidado del medio ambiente, vida saludable, lectura, apoyo a la ciencia, inclusión, olimpiada del conocimiento, convivencia escolar, y súmele los que le gusten de los casi 100 que existen actualmente y que no son seleccionados por el centro escolar con base en su contexto, sino que vienen desde “arriba” con la indicación de llevarse a cabo y “hacer un espacio” porque la autoridad en turno dice que es “muy importante” y que hay que atacar tal o cual problema.

El problema por supuesto no son las buenas intenciones, ni tampoco que todos los sectores “vean con buenos ojos” integrar en las escuelas más y más programas adicionales a los planes de estudio, el problema es muy sencillo, que siempre llegan sin recursos adicionales, y quieren que sea el personal docente quien lo desarrolle “de preferencia” sin afectar las clases de los niños, porque eso si “el derecho a la educación de las niñas, niños y adolescentes es sagrado”.

Lo muy interesante es ver que las acciones de política pública por parte de las autoridades sean consistentes con el discurso que se hace sobre la educación, por ejemplo, hace al menos tres décadas, existía en las escuelas secundarias, personal formado en atención psicopedagógica por Profesionales de Orientación educativa y en atención socio económica por parte de Profesionales del Trabajo Social por cada grado, lo cual permitía contar con una atención más personalizada, sin embargo, por cuestiones “administrativas y de plantilla” se fueron reduciendo hasta dejar, en el mejor de los casos un profesional de cada tipo “por escuela” por lo que no nos debe de alarmar los resultados que ahora podemos apreciar tanto en la escuela como fuera de ella en el incremento de casos de acoso, bullying, violencias, etc. Ah, pero eso sí, nos preguntamos exaltados, pero ¿qué es lo que está pasando con la escuela?, ¿qué están haciendo los maestros?, que para eso se les paga, de ahí que a cada instante lleguen “novedosas” iniciativas para hacer más, pero “con lo mismo”, es decir, con las uñas.

No, es momento de hacer un alto en el camino y reflexionar seriamente que en la escuela se va a aprender, que hay un enorme plan de estudios que llevar a cabo, que todo ello es muy importante y que si se quiere llevar “innovaciones” de gente “bien intencionada” pero poco sabedora de los procesos educativos, se lleve también a la escuela a personal capacitado y calificado para ponerlos en práctica, con un presupuesto suficiente y que se permita al personal docente hacer lo que tiene que hacer académicamente hablando.

Fuente de la información:  https://profelandia.com

Comparte este contenido:

En México, estudiantes más pobres tienen un retraso de aprovechamiento educativo de dos años

El Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la OCDE reveló que en México, los alumnos de escasos recursos tienen un aprovechamiento inferior en comparación a los que acuden a escuelas privadas: la falta de dinero les impide el acceso a mejores sistemas educativos.

En México la desigualdad económica también se ve reflejada en el aprovechamiento educativo. Los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), dados a conocer este martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), revelaron que los estudiantes con menores recursos económicos obtuvieron una calificación inferior en ciencias con relación a los de mayores recursos.

Según las cifras de la evaluación PISA 2015, la más reciente disponible, el bajo aprovechamiento de los alumnos de nivel básico con escasos recursos equivale a un atraso académico de 2 años. Es decir, su aprendizaje no está acorde a su edad escolar, a diferencia de los alumnos con mayores recursos, quienes al acudir a mejores escuelas logran un mejor rendimiento.

Los resultados de PISA demuestran que el desempeño de las y los alumnos mexicanos de educación básica se encuentra por debajo del promedio OCDE en ciencias (416 puntos), lectura (423 puntos) y matemáticas (408 puntos). “En estas tres áreas, menos del 1% de los estudiantes en México logran alcanzar niveles de competencia de excelencia”, detalla el informe.

El puntaje promedio en ciencias de los estudiantes en desventaja socioeconómica fue de 386 puntos, mientras que en los estudiantes con ventaja socioeconómica fue de 446 puntos. Esta diferencia de 60 puntos, según el programa de la evaluación, es la que equivale a dos años menos de escolaridad.

Según la evaluación el rendimiento de los estudiantes en ciencias está relacionado con las diferencias en el nivel socioeconómico de los estudiantes. A pesar de la prevalencia, resaltan que entre 2006 y 2015 la equidad en el desempeño en ciencias mejoró en México.

Además mejoró la autoeficacia de los estudiantes.

La diferencia está en las escuelas

El informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes explica que la brecha de aprovechamiento deviene del nivel de las escuelas a los que los alumnos tienen acceso.

Se empeñan a pesar de las diferencias

El informe resalta que el 12% de los estudiantes en desventaja son “resilientes a nivel nacional», lo que significa que su puntaje se ubica en una buena posición del rendimiento en ciencias a pesar de sus condiciones económicas.

Pasa lo mismo con el 3% de los estudiantes en desventaja en cuanto a las habilidades básicas. Su puntuación se sitúa en el nivel de desempeño 3 o superior en ciencias, lectura y matemáticas.

En tanto que, alrededor del 22 % de los estudiantes en desventaja son “social y emocionalmente resilientes”, en otras palabras, están satisfechos con su vida, se sienten integrados socialmente en la escuela y no sufren de ansiedad ante los exámenes.

El estudio concluye que México es uno de los cuatro países con las mayores proporciones de estudiantes en desventaja (80% o más) y que reportan altos niveles de satisfacción con la vida. En contraparte, la proporción de estudiantes que reportaron sentido de pertenencia a la escuela disminuyó en más de 15 puntos porcentuales entre 2003 y 2015.

Políticas equitativas para combatir la desigualdad

Ante esto, la OCDE plantea que una forma de revertir los niveles de desigualdad sería la aplicación de políticas y prácticas enfocadas en proporcionar oportunidades de educación más equitativas para los y las menores de educación básica.

“Los países pueden promover un mayor acceso a la educación inicial, particularmente entre las familias más desfavorecidas, ya que estos programas proporcionan entornos de aprendizaje más equitativos y ayudan a los niños a adquirir habilidades sociales y emocionales esenciales”.

Otra medida sería el monitoreo del avance de los estudiantes en desventaja, para destinar recursos adicionales a sus escuelas y propiciar una mejora en su sistema educativo.

La OCDE menciona que también es importante el desarrollo de los docentes para que logren identificar las necesidades de los estudiantes y manejar grupos con diversidades, además de promover una mejor comunicación con los padres de familia y alentarlos a involucrarse más en la educación de sus hijos.

“Los docentes y las escuelas pueden fomentar el bienestar y generar un ambiente de aprendizaje positivo para todos los estudiantes al resaltar la importancia de la persistencia, invirtiendo esfuerzo y utilizando estrategias de aprendizaje apropiadas, e invitando a los estudiantes a apoyarse unos a otros”, finalizan.

Fuente: https://www.animalpolitico.com/sociedad/desigualdad-mexico-estudiantes-pobres-menor-aprovechamiento-educativo-ocde

Comparte este contenido:

La educación que queremos | ¿Amor o adicción al conocimiento?

Por: Andrés García Barrios

«Conocer es lo mismo que amar cuando nos permite vernos a nosotros mismos y a los demás como un fin y no como un medio para algo».

En mi primer artículo de esta serie dedicada a La educación que queremos, prometí hablar algún día sobre el amor en la educación. Lo cierto es que no pensé que llegaría tan pronto el desafío: sin embargo, hoy me veo en la obligación de hacer por lo menos un primer intento. Explicaré por qué. En textos anteriores he propuesto que el fundamento de toda experiencia humana es la identidad de la persona, pero ahora me doy cuenta de que al pensar en ella (en esa identidad), ésta se me escapa por completo de las manos, de la misma manera que a todos se nos escapa ―no seré el primero en decirlo así― nuestra propia imagen en el agua.

¿Cómo puede mi identidad ―eso que me define― escapárseme? Hay algo raro en decir “yo soy” y no poder decir a qué me refiero exactamente. Tal vez bastaría con entregarme a la vivencia sin intentar explicarla, y sin embargo llevo una piedra en el zapato que me impide hacerlo. Se trata de algo que he mencionado también en textos anteriores, a saber, la reciente aparición de teorías científicas que dicen que nuestra tan llevada y traída identidad no es más que un efecto secundario de los procesos cerebrales (un efecto secundario y prácticamente inútil; sin decisión propia, dice el neurocientífico Joaquín N. Fuster en su libro Neurociencia, los cimientos cerebrales de nuestra libertad). Entrar en contacto con estas teorías me ha estremecido profundamente. Y me ha llevado ―después de un gran tormento intelectual, lo confieso― a aferrarme al claro sentimiento de que soy más que una especie de excrecencia de la mente, mucho más que un yo que ingenuamente cree que puede incidir sobre la realidad cuando lo único que hace es testificar, como pasivo observador, el entorno que lo rodea y los actos que ejecuta el cerebro.

El claro sentimiento

El vocablo amor tiene varias peculiaridades: es de los pocos que se ha mantenido intacto desde su precursor latino, Amor, que proviene del indoeuropeo Amma, que significa mamá (palabra que, como se puede ver, tampoco ha sufrido tantos cambios). Neil deGrasse Tyson, el famoso astrofísico que sucedió a Carl Sagan en la serie Cosmos, explica que el proceso evolutivo generó el sentimiento amoroso cuando aparecieron los mamíferos; es decir, que las mamás surgieron cuando por primera vez una animala amamantó a sus crías (la verdad es que, aunque las palabras mismas así lo sugieren, no puedo dejar de pensar que los pollitos también sienten amor por mamá gallina, amor que corresponde al que ella les da al incubar el huevo, como en un vientre exterior).

La palabra Amor también es una de las más manoseadas del idioma, de las más traídas y llevadas. Y así debe ser. Está hecha para eso, para que la usemos hasta el descuido, pues después de todo ―como el lector sabe― jamás ha perdido ni perderá su esencia. Ella misma es una esencia: una esencia más concreta que cualquier materia.

Sin embargo, es también una palabra que a quienes intentamos reflexionar de manera más o menos racional ( y que a veces queremos ser “poéticos”), nos molesta usar: ¡resulta muy poco teórica, muy poco “académica”! Y en cuanto a su poesía, por lo general suena cursi.

Quizás el problema con la palabra Amor sea que, para no mencionarla en vano, uno debe aludir a aquello que le da su valor esencial, y para eso no queda otra que mencionar también la más profunda tragedia humana.

El dolor de ser

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo…

Rubén Darío

Cuando tenía veinte años me propuse escribir un libro de poemas que parodiaría el muy famoso Odas Elementales del poeta chileno Pablo Neruda. El mío se llamaría Jodas Elementales (perdón por vocablo de tan fina estirpe) y hablaría de todas las cosas que podían atribular de forma cotidiana a un joven como yo. Recuerdo que el primer poema se titulaba Joda por ser uno mismo y empezaba diciendo, en franco tono de lamento: “Llevarse todo el tiempo, ¡todo el tiempo! ¡No ser más que uno mismo! ¡Pensar lo que uno piensa, decir lo que uno dice, sentir lo que uno siente! ¡No ser los otros nunca!” (el poema seguía así, gimiendo versos, mientras que el libro nunca fraguó y quedó sólo en intento).

Aquel lamento no era sino una forma de decir que a veces “no me aguantaba ni a mí mismo”, cosa que todos conocemos. Sin embargo, si algún lector llegara a compadecer a aquel joven que era yo, escuche ahora esa misma idea corregida y aumentada en belleza y dolor en una frase del poeta portugués Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego. Dice así: “Envidio a todos no ser yo”.

Sabemos que el dolor insondable que estas seis palabras expresan no se refiere solo a la interminable hilera de problemas que puede acarrear un individuo sino también a algo más profundo: al dolor típicamente existencial de ser uno mismo, de ser un yo que vive como si le hubieran separado de algo “esencial”, como si se hubiera desprendido de un suelo primordial y ahora estuviera cayendo en un pozo sin fondo, sin poder asirse a algo que le dé certidumbre (o que por lo menos le brinde un descanso, como a la maravillosa Alicia de Walt Disney, que, durante su caída inicial, se sienta a reposar un instante en una mecedora que también cae).

Incluso en condiciones no tan extremas como las de Fernando Pessoa, los seres humanos buscamos resolver ese sentimiento de búsqueda infinitamente inútil que a veces nos embarga (“sentimiento de completud/incompletud”, le llama Erich Fromm; también podemos decir que somos “una totalidad a la que algo le falta”, con palabras de Ortega y Gasset).

Nacer una y otra vez

 No somos seres materiales aprendiendo a ser espirituales
sino seres espirituales aprendiendo a ser materiales.

Atribuido a Pierre Teilhard de Chardin

El amor maternal nos rescata del primer dolor. El amor de la madre, y por supuesto también del padre (el amor maternal del padre: llamémosle así para explicarlo aunque sea de forma estereotipada), el amor maternal, digo, nos rescata del primer dolor, permitiéndonos recuperar un poco del apacible abrazo anterior al nacimiento, Así nos pone también por primera vez en contacto con ese sentimiento que un día sabremos que se llama “confianza”. El amor maternal nos enseña que podemos confiar en nosotros mismos. Simultáneamente, el amor que llamamos “paternal” (otra vez de forma estereotipada, pues también está en manos de la madre) nos enseñará a confiar en el mundo.

Algo que interesa sobremanera en el hecho educativo es que mientras el nacimiento y la infancia son etapas en que uno empieza a conocer el dolor y lo va admitiendo, la adolescencia da paso a la primera exploración de las maneras de enfrentarlo y hallarle una solución. La adolescencia es la etapa del viaje en que uno toma plena conciencia de que va cayendo y puede aprender a crear grupos de amigos para despeñarse todos juntos… o puede entrar en pánico e intentar huir.

El escape tiene muchas formas; ya sabemos, drogas, dinero, fama, poder, sexo, comida… pero también obsesión por las buenas calificaciones, la información, el conocimiento. Sí, incluso el conocimiento, la información y todo tipo de proceso racional pueden ser formas de huida, no muy lejanas a lo que llamamos adicción, que en latín significaba adherirse a alguien o a algo con un claro trasfondo de esclavitud. Creo que el vicio que se apodera de nuestra razón puede resumirse como ansia de verdad, o más precisamente ansia de certidumbre. El arquetipo de esta falla humana es el doctor Fausto, quien vende su alma al diablo para que éste le revele los misterios del universo.

Sí, el conocimiento, la razón, la ciencia, pueden despertar en nosotros una voracidad semejante a la de cualquier buen pan dulce. Y en nuestras manos ansiosas, ese proceso por demás loable llamado Aprendizaje para toda la vida puede convertirse en un placebo lleno de certidumbres, las cuales tenemos que estar renovando interminablemente, vorazmente, a riesgo de dejarnos en un vacío peor que el que sentíamos en un inicio.

El paracaídas

Así pues, aprender puede ser amor a la sabiduría o adicción. Creo que la diferencia está en que con el primero aprendemos verdaderamente a caer; es decir a soltarnos y a abandonar la ilusión de que aparezca de pronto una rama del conocimiento de la que podamos asirnos. Igual que en el caso del amor materno, enseñar es despertar confianza.

Cuando alguien nos enseña amorosamente lo que es la física, la química, la biología o cualquier otra ciencia o conocimiento, nos abre a una experiencia en la que podemos sentir la simpatía del mundo. Quizás ese era el sentido que daba Madame Curie a sus palabras cuando decía que: “En la vida no hay que temer nada, sólo comprender”.

Hay muchas cosas buenas en este mundo, pero todas empiezan por aceptar nuestro misterio.  Una vez que uno se coloca en ese punto, deja de huir y se deja caer. Entonces puede descubrir el paracaídas que trae puesto. Hablar aquí de “el paracaídas del amor” puede dejar ver lo cursi que soy (siempre he dicho que más que un intelectual soy un sentimental), así que mejor traeré a colación un gran poema que habla de lo mismo. Se trata de Altazor o el viaje en paracaídas de Vicente Huidobro, cuyo personaje central ha perdido su “primera serenidad”, y sin embargo descubre que puede alentar el descenso cayendo “de sueño en sueño”, meciéndose al ritmo de campanas/golondrinas (Golón… golón… drina, golón… trina), ante la quieta luz de los amantes (La montaña y el montaño con su luna y con su luno) y reconociendo a la mujer amada (¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos? ¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?).

Abrir el paracaídas amoroso es requisito indispensable para que aparezca la realidad.

Un fin que no termina

Conocer es lo mismo que amar cuando nos permite vernos a nosotros mismos y a los demás como un fin y no como un medio para algo. Sí, nadie es una vía para llegar a nada (yo no soy nunca “un medio”, ni siquiera para llegar a mi propio futuro).

Pero ¿cómo es posible que seamos un fin en sí mismo si un fin es justamente una conclusión, algo que después de una larga carrera se ha quedado quieto, y nosotros ―según lo dicho― vamos cayendo (con o sin paracaídas)?

Si después de todas estas disertaciones aún quedan lectores que me sigan, seguramente abandonarán este texto al escuchar mi respuesta: porque los seres humanos somos un fin que no termina nunca (ésta es, según yo, la parte fundamental de nuestro ser inexplicable).

Nuestra identidad ―ese “alguien” y no “algo” que somos― es tan real como insondable. No pertenece a ese tipo de cosas asibles y demostrables (ni siquiera a esas que la ciencia apuesta “a demostrar algún día”). El ser un “yo” y al mismo tiempo no poder asirme a mí mismo, es uno de los grandes misterios que la espiritualidad trata de resolver. Para el judeo-cristiano que suelo ser, todo se remonta a la pérdida de un estado inicial paradisiaco, a una caída. Para quienes sentimos así (aunque pensemos diferente), la caída no comenzó en este mundo y no es con explicaciones de este mundo que podremos entenderla.

Ni modo, ya sé que me estoy metiendo en teología, pero a estas alturas del partido es imposible no hacerlo. Y con “alturas del partido” me refiero a la desolación en la que muchos hemos caído por haber desterrado al amor trascendente de nuestras teorías ―ya sea por cursi o poco serio― y tratar de explicar el misterio humano con disertaciones áridas, entre las cuales las más “humanas” reconocen que somos islas de certeza en océanos de incertidumbre, pero todavía intentan rescatarnos con complejas explicaciones (véanse la teoría de la complejidad de Edgar Morin); otras de esas disertaciones proponen que cada quien es dueño de su verdad y que eso nos da sentido (véase la filosofía posmoderna, en cuyo caso las explicaciones no son complejas sino múltiples e impermeables unas a otras). También hay ideas francamente inhumanas, como esas que he mencionado y que afirman que sólo somos efectos secundarios de los procesos cerebrales.

Amor y conocimiento

Es la posibilidad de reunir amor y conocimiento lo que hace que la caída se vuelva algo vital y trascendente. En otras palabras, es la posibilidad de “ir más allá de la razón sin perder la razón” (como dice el filósofo Karl Jaspers) lo que nos permite caer en paz en la plenitud del misterio, y sustituir el ansia de certidumbre por ese otro tipo de experiencia que Albert Einstein describe en su respuesta a cierto crítico literario que no podía creer que el descubridor de la relatividad fuera religioso: “Si, puedes decir que lo soy. Intenta penetrar con nuestros limitados medios en los secretos de la naturaleza y encontrarás que, detrás de todas las leyes y conexiones discernibles, permanece algo sutil, intangible e inexplicable. La veneración de esta fuerza que supera todo lo que podemos comprender es mi religión. En ese sentido soy religioso.”

Espero, con todo lo anterior, haber mostrado ―al menos un poco― cómo participa el amor en la educación que quiero. Seguiré haciéndolo en textos subsecuentes, no porque crea que con mis palabras puedo rozar siquiera las alas del amor (habíamos quedado, más bien, que era un paracaídas, ¿verdad?) sino porque si algo tengo claro es que hablar de educación sin hablar de amor es imposible.

Fuente de la información: https://observatorio.tec.mx

Comparte este contenido:

¿Todo iba a cambiar en la escuela?

Por:  

Se dijo que después de la pandemia sería distinta la educación. Que una vez terminado el prolongado confinamiento y como resultado de las estrategias, diversas en sus modalidades y eficacia, para intentar sostener vínculos con la escuela cerrada, no volveríamos a lo mismo. ¿Ha sido así?

Por lo que sabemos hasta hoy, el cambio y la permanencia se han combinado —como es normal que acontezca en los procesos sociales— y ha sucedido de maneras diferentes, aunque probablemente ha habido un elemento que no ha variado, o lo ha hecho muy poco.

Por supuesto, no ha ocurrido lo mismo en los distintos niveles escolares ni en todas las condiciones que la desigualdad socialy educativa produce en nuestro sistema escolar, pero se pueden expresar algunas tendencias que se advierten, sobre todo, en los niveles en que los y las estudiantes tienen mayores grados de libertad.

Desde el punto de vista de quienes van a estudiar, ocurren al menos cuatro actitudes: ir a los planteles o preferir modalidades a distancia, a las que se suman asistir sin entrar a clases o hacerlo por un rato y retirarse, o un retorno a los establecimientos y las aulas de manera “normal”.

Las experiencias derivadas de la temporada no presencial, a mi juicio, generan estas modalidades. Para una proporción de estudiantes, regresar ha sido muy valorado porque, afirman, no hay como las relaciones cara a cara, pero para otra cantidad —no menor— la vivencia de la escolarización remota, además de reducir los costos de todo tipo que implica el desplazamiento, les parece equivalente, e incluso mejor que la asistencia física.Quienes aprecian el retorno como algo positivo, lo hacen privilegiando la relación con sus amistades en un entorno distinto al de sus hogares e inmediaciones, por ser más ancho, agradable, libre y seguro, y el subgrupo que ha vuelto a la asistencia esperada: “tomar” clases como antes, a veces por un rato (encuentran imposible o muy incómodo estar una hora, o más, sentados escuchando una perorata y, a veces, trabajando aburridos en grupos) o de la forma tradicional: asiduos, puntuales y atentos durante los lapsos programados.

Por otro lado, no son pocos ni pocas las y los profesores que consideran más efectivo y cómodo continuar con las actividades a distancia, pues estiman que las posibilidades de aprendizaje son idénticas o mejores, y tampoco es un conjunto vacío quienes prefieren la relación remota pues les permite realizar otras actividades en lugar de perder el tiempo en ir a los planteles: preferirían trabajar desde “la comodidad de su hogar y hacer otras cosas que valoran más.

Hay aprendices y mentores que opinan que se pueden combinar las modalidades, dado que una asesoría personal, digamos, no requiere lo presencial, pero las actividades en un laboratorio de química o en el salón de artes plásticas sí.

Valgan, sin pretender abarcar todas las posibilidades, estos ejemplos para advertir la variabilidad de actitudes entre las personas involucradas, con distintos roles, en la escuela. Hay que atender y entender lo que significa.

Y, sobre todo, tomar en cuenta que, en general, lo que no ha variado es la modalidad escolar previa, heredera acrítica de muchas décadas: la escuela —de la primaria al posgrado— solicita que todo regrese a como era antes. ¿No es momento de hacernos cargo que, luego de lo sucedido, es menester pensar en modificar la experiencia educativa escolarizada y la actividad docente? No poco está en juego en este dilema. ¡Vaya reto imprescindible! Y urgente.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. mgil@colmex.mx @ManuelGilAnton

Fuente de la información: https://revistaaula.com

Comparte este contenido:

De La Sobrexplotación Magisterial A Los Microfascismos En La Escuela

Por: Marcelino Guerra Mendoza, Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro

El crimen de Norma Lizbeth[1] ocurrido hace unas semanas, ha desatado un sinnúmero de reflexiones y análisis sobre lo que está sucediendo al interior de las escuelas en la actualidad. No es solamente la secundaria del estado de México; también en planteles de Veracruz, Puebla, Michoacán, Guanajuato, Morelos, Zacatecas y demás entidades federativas, es común que ocurran actos de violencia similares, no solo en secundaria, también en primaria y educación media superior.

Desafortunadamente, los casos se invisibilizan, no trascienden y es imposible seguirlos, en gran parte porque la lógica para gestionar la violencia en el sistema educativo es precisamente ésta: ocultar, mirar hacia otro lado, banalizar lo ocurrido en el territorio escolar esperando que los hechos sean sepultados por el olvido.

Desde la tribuna de palacio nacional, el titular del ejecutivo federal alienta esta banalización moralizando el tema: “Es muy importante que no se desintegren las familias y que no abandonemos nuestras costumbres, nuestras tradiciones, que no aceptemos una malentendida modernidad de que ya nuestros padres son mayores y tienen ideas conservadoras o son anacrónicos y que ahora la buena onda es el destrampe y los excesos y los antros” [2]. Sin ningún asomo de preocupación o interés para actuar concreta y contundentemente por parte del Estado que representa, sin aludir a la responsabilidad de las autoridades educativas nacionales, estatales y municipales al respecto y cuando es él quien desde la tribuna, incita a la violencia contra los “conservadores”.

La reproducción de las múltiples violencias ocurre en todas las instancias del Sistema Educativo Nacional involucradas, comenzando por un modo de gestionarlas que las oculta e invisibiliza. Como lo hemos dicho en otros Cortos, las respuestas comunes son: “son casos aislados”, “es cuestión de adolescentes”, “las familias no están educando”, “los valores se pierden”; las acciones habituales, una vez ocurridos los hechos, son llamar a las partes involucradas -aunque estén involucrados muchos- y suspender a quienes participan de la violencia. Son remedios para aparentar que se hace algo; la violencia no cesa, continuamos siendo testigos de hechos irreparables en las escuelas, cada día más cercanos al crimen y la muerte.

Pensamos que las condiciones en que trabajan los docentes, cada día más deplorables, es una línea de análisis importante para explicar por qué para las maestras y maestros, es cada día más difícil contener las múltiples violencias que ocurren en las escuelas. ¿Cuáles son las características del contexto escolar que contribuyen a mantener esta situación? Trataremos de desmenuzarlas enseguida.

Comenzaremos por recordar la situación de sobre explotación de la magisteria durante el confinamiento debido a la pandemia, ejemplifica y muy bien, la intensa carga de trabajo a la que se encuentra expuesta y es cada vez mayor. La SEP nunca tomó en cuenta todo el trabajo que realizaron maestras y maestros a lo largo de un año y medio para salvar los ciclos escolares 20-21 y 21- 22; no solo desconoció este esfuerzo, tampoco emprendió acciones ni destinó recursos para mejorar sus condiciones laborales y económicas; con las escuelas cerradas, las jornadas de trabajo del magisterio se extendieron notablemente, mucho más en el caso de las maestras que son madres.

Pese a trabajar en circunstancias completamente adversas para mantener la cercanía, vínculos pedagógicos y el tejido social mediante la atención y cuidado hacia los estudiantes y sus familias, hoy continúan desvalorizados, con una carga de trabajo creciente, hacen cada vez más actividades a cambio del mismo salario. Pongamos por caso a las maestras de primaria; su salario es de aproximadamente nueve mil pesos mensuales por trabajar cinco horas y media diarias de lunes a viernes. Evidentemente, estamos hablando de la jornada formal, siempre insuficiente para terminar los pendientes, por lo que terminan llevándose el trabajo a casa, sin ningún ingreso económico adicional. De esta forma, la jornada se duplica o triplica, invadiendo los periodos de descanso obligatorio, cumpliendo otras funciones más allá del trabajo de enseñanza frente a grupo o atención a los estudiantes.

El sistema educativo exige a las maestras atender ocurrencias, imposiciones tales como desahogar agendas para las sesiones de los consejos técnicos programadas para todo el ciclo escolar, dedicar tiempo a evaluar a los estudiantes, subir calificaciones a una plataforma como parte de la supuesta descarga administrativa -recarga administrativa, como se le conoce en el argot magisterial-; elaborar planeaciones didácticas semanales, aplicar evaluaciones estandarizadas diseñadas ahora por MEJOREDU, organizar y conducir reuniones con las madres de familia o tutores del alumnado, administrar programas de infraestructura, asumir comisiones y formar parte de comités, resolver problemáticas de operación cotidiana, de infraestructura escolar etc. etc. etc.

En este ciclo escolar, como parte del proceso de cambio curricular que impulsa la SEP, se suman obligaciones adicionales, como es el co-diseño para la elaboración de programas analíticos. Y aunque todavía no ha comenzado la aplicación del nuevo Plan de Estudios 2022, existen autoridades que, sin ninguna claridad sobre su contenido y desconociendo el proceso de apropiación, han impuesto agendas de trabajo adicionales en días de descarga administrativa, e incluso han comenzado a solicitar a las maestras la entrega de dichos programas ya terminados.

Desde hace algunos años, las maestras tienen que revisar materiales y preparar “productos” a presentar en las reuniones de Consejo Técnico que se llevan a cabo el último viernes de cada mes. En el actual ciclo 22-23 y por determinación de la SEP, en los días destinados al Consejo Técnico, una parte de la jornada se dedica a actividades de formación continua sobre el nuevo Plan de Estudios, la otra a revisar los avances del Programa Escolar de Mejora Continua que elaboraron al inicio del ciclo escolar y a atender las problemáticas propias de cada escuela, entre las cuales estarían precisamente, las relativas a las múltiples violencias.

En resumen: en la magisteria se depositan cada vez más y más responsabilidades, por tanto, son exigidas a realizar un número creciente de actividades. No se trata únicamente de una intensificación de actividades dentro de la escuela, sino de la extensión de la jornada de trabajo formal reflejada en las múltiples tareas que realiza la magisteria fuera del lugar y horario de trabajo, que sin duda representan un cuantioso número de horas extras de trabajo que convendría contabilizar, y así saber a cuántas horas asciende la jornada real.

¿Qué tiene que ver todo esto con las múltiples violencias que ocurren en las escuelas? Veamos: si por la vía de los hechos se ha intensificado y extendido el trabajo de las maestras hacia una multiplicidad de responsabilidades y tareas, no es difícil imaginar sus consecuencias: sometidos a una sobre explotación que se ha vuelto estructural, no es de extrañar que estén en consecuencia agotadas, desgastadas, desmotivadas, desencantadas, enfermas, como cualquier otro trabajador en estas condiciones. ¿Cómo pueden reconocer y atender a tiempo las señales de las violencias que siempre emergen mucho antes de que se conviertan en tragedias?, ¿Cómo pueden ser sensibles a las señales de riesgo a la integridad física y psicológica de sus estudiantes cuando ellos mismos se sienten vigilados y sometidos todo el tiempo a presiones del propio sistema educativo que los violenta de múltiples maneras, comenzando por los bajos salarios por trabajar el doble o más de las horas pagadas?

Es aquí donde resulta necesario detenerse un poco; no se trata solamente, de una extrema carga de trabajo aislada para las maestras sin repercusión alguna en los alumnos; esta situación produce subjetividades que el neoliberalismo potencia en todo tipo de trabajadores frente al trabajo que realizan. El empresario de si, la competitividad e individualismo, subjetividades previas al momento actual, se encuentran instaladas en la práctica docente de las maestras; en eso contribuyó y mucho, la reforma educativa de Peña Nieto. Hoy en día, estas subjetividades detonan otras, con base en la exigencia para realizar un sin fin de acciones cotidianamente dentro de la jornada de trabajo más los encargos no concluidos que se llevan consigo, así sea en la mente, para que a la siguiente jornada lo tengan presente y se concentren en esas rutinas administrativas burocráticas de un trabajo que simula ser colectivo, pero está altamente controlado. Es así que poco a poco, se abandona el esfuerzo por pensar y sentir la realidad, y actuar en consecuencia. En síntesis: la sobre explotación impide, reduce o de plano cancela la posibilidad de pensar, reflexionar o analizar lo que ocurre con el proceso de formación de las nuevas generaciones, en el que la violencia está cada vez más normalizada, porque así está ocurriendo también en la sociedad. 

Ésta es la paradoja: para conservar el empleo hay que cumplir con eficacia y eficiencia la productividad de las actividades impuestas del codiseño, y obtener su respectivo producto, que son los programas analíticos, finalmente absurdos si soslayan o dejan fuera una realidad cada vez más lacerante. Lo mismo ocurre con los tan llevados y traídos ejes articuladores; deben estar presentes en los programas analíticos junto con los campos formativos, sin embargo, chocan de frente y se descarrilan con los brutales hechos de violencia y crimen que ocurren en las escuelas, a fin de cuentas, síntomas de la discriminación, homofobia, racismo, aporofobia que adoptan la forma de abusos y actos violentos cometidos en contra de los cuerpos de mujeres, niñas, niños y jóvenes por el solo hecho de ser diferentes.

Vinculando esta situación con los planteamientos de Lazzarato (2020)[3], al capitalismo imperante hoy día, compuesto por la triada productividad-producto-producción, le es inmanente el binomio producción-destrucción; ambas series constituyen los ejes de la sobreexplotación magisterial en la actualidad pero a diferencia de otras ocupaciones, las maestras realizan un trabajo inmaterial que tiene su anclaje en quienes son los destinatarios directos: los estudiantes, ésas niñas, niños y jóvenes a quienes se pretende formar integralmente mediante estrategias diseñadas y planeadas ex profeso, supuestamente de una manera distinta a la que se establecía en la reforma 2013, relacionada con el nuevo capital humano orientado a responder a los requerimientos del mercado laboral.

Trabajar con miras a lograr un perfil de egreso, unos ejes articuladores y unos campos formativos vinculados a problemas concretos de la comunidad, cuando por otro lado tenemos un magisterio sobre explotado, que trabaja incesantemente para cumplir con una sobrecarga de tareas que obturan la posibilidad de desarrollar su propio pensamiento crítico y reflexivo para participar, interactuar e intervenir en el contexto escolar, familiar y comunitario de manera relevante, parece una quimera. ¿Cómo pretende la SEP que el magisterio enseñe a pensar críticamente a otros, cuando ellos mismos no disponen de tiempo ni condiciones para hacerlo sobre sí mismos, sus propias prácticas y los efectos que producen en les alumnes?

Es duro decirlo, pero el racismo, discriminación, homofobia, aporofobia, xenofobia y demás formas de segregación, exclusión y exterminio de las poblaciones diferentes, distintas al modelo patriarcal de hombre fuerte, exitoso y proveedor y mujeres sometidas, nacidas para procrear y servir, toman la forma de micro fascismos que penetran y horadan los procesos educativos.

Los micro fascismos nuestros de cada día se ceban sobre poblaciones migrantes que tienen que desplazarse a otros territorios para sobrevivir, mas no para vivir. Se desplazan por mar, rio, desiertos, carreteras, selvas y demás senderos llenos de riesgos y peligros para ellos y sus familias. Al lugar que llegan, además de ser extorsionados, son expuestos como los diferentes, débiles, vulnerables, mugrosos, enfermos que ponen en riesgo al normal dictado desde el modelo patriarcal. Solo veamos lo sucedido el 27 de marzo pasado en la estación de migración de Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde fallecieron 41 migrantes de Centro y Sudamérica debido a un incendio en un sitio en el que estaban encerrados bajo candado, sin que nadie, absolutamente nadie se inmutara para abrir la celda y evitar la tragedia[4].

Encerrados por fuera para evitar su fuga, encontraron la muerte bajo el título 42, un acuerdo migratorio entre Estados Unidos y México para evitar la propagación del Covid-19 que autoriza a expulsar a personas migrantes hacia México o a sus países de origen, sin derecho alguno para los afectados. Es decir, una política migratoria creada bajo el argumento de garantizar la salud pública y bienestar de la sociedad norteamericana[5], es utilizada para justificar atrocidades contra personas cuyo único delito es huir de la violencia, pobreza y falta de trabajo en sus países de origen. Así circulan y se recrean los micro fascismos: frente a los diferentes, se activan y ejercen inmediatamente respuestas de acoso y violencia. En la escuela, estos comportamientos están camuflados y son más sutiles, por lo mismo, mucho más peligrosos, porque se van larvando cual fantasmas en el cotidiano escolar.

¿Acaso no tendrían que ser éstos los temas a discusión en las escuelas?, ¿no habría que ponerlos en el centro del proceso de formación como motor de análisis y reflexión con las y los estudiantes, para sensibilizar(nos) sobre la urgencia del cuidado y atención de los otros en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos, dentro y fuera del territorio escolar, respetando la diferencia de todas, todos y todes?

¿Acaso se desconocen intencionalmente las causas de la violencia en la escuela? ¿No se perciben e identifican actos de violencia sistemática y cotidiana al interior del territorio escolar? ¿Qué se produce con toda esta manera de gestionar? ¿las autoridades educativas y escolares tienen la consigna institucional de no intervenir oportuna y expeditamente ante hechos de bullying, agresión o violencia?


[1] La historia de Norma Lizbeth, la menor que murió tras ser agredida en su secundaria: detienen a su presunta agresora (telemundo.com).

[2] AMLO llama a fortalecer valores familiares para enfrentar el bullying tras muerte de Norma Lizbeth – Proceso

[3] Lazzarto, M (2020) El capital odia a todo el mundo. Fascismo o revolución. Buenos Aires, Eterna Cadencia editora.

[4] Atrapados en incendio, 41 migrantes mueren en estación del INM en Ciudad Juárez – La Verdad Juárez (laverdadjuarez.com)

[5] Título 42: Qué es y cómo funciona para migrantes que buscan llegar a Estados Unidos | Heraldo USA

 

Fuente de la información: https://insurgenciamagisterial.com

Comparte este contenido:

Mexico: Universidades privadas ganan terreno a la educación pública; ya son el 40% en Coahuila

Se está dando una proliferación de centros educativos universitarios privados en la ciudad y el problema radica en que a los centros privados no se les ponen casi requisitos para que inicien su operación, dijo el candidato de Movimiento Ciudadano a una diputación

La educación universitaria en Saltillo está privatizada y es una gran preocupación para los padres de familia pues no cuentan con los recursos para sostener la educación superior de sus hijos e hijas, manifestó Carlos Salazar, candidato a la diputación por el Distrito 15 de Movimiento Ciudadano.

Observó que se está dando una proliferación de centros educativos universitarios privados en la ciudad y el problema radica en que a los centros privados no se les ponen casi requisitos para que inicien su operación.

A nivel estatal, dijo, el 40 por ciento de las universidades son del ámbito privado y no cuentan con ninguna regulación o con reglamentaciones “laxas” donde los propios funcionarios de la educación son inversionistas.

“Las instituciones están cometiendo omisiones, corrupción y atentando contra los procedimientos que están establecidos en las leyes ya que la educación debe ser universal, de acceso gratuito y no exclusivo sólo para unos cuantos; hay que ponernos abusados porque no es que no haya inversión pública en educación, sino que se ha convertido en un negocio”, manifestó.

Apuntó que en Coahuila solamente existen 8 universidades públicas, entre las que se encuentran las Universidades Tecnológicas del Norte, Región Centro, Torreón y la que se encuentra en Ramos Arizpe, además de la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, los planteles del Instituto Tecnológico de México, de Universidades Politécnicas y Escuelas Normales de Educación, mientras que las privadas son casi incuantificables.

“Esto es un problema grave porque habla de una sociedad que no tiene acceso a la educación pública”, dijo.

Por otro lado manifestó que, en sus recorridos por el Distrito 15 ha recuperado quejas de padres de familia que se refieren a que la educación se ha encarecido en los últimos años, incluso la pública.

“Hay una queja entre los padres de familia que se refiere al encarecimiento permanente de la educación: además de pagar vestido, vivienda y alimentación se tiene que pagar un comprobante fiscal de la Universidad que es un tema burocrático y la única justificación es que las universidades hacen evasión fiscal”, expuso.

En ese sentido, señaló que a propuesta de Movimiento Ciudadano se quiere llevar hasta la tribuna una iniciativa que se enfoque en la regulación de las universidades particulares y el impulso de la educación de acceso gratuito.

“Un pueblo no puede superarse si no educa a su población, por eso el tema es tan lamentable”, insistió

https://vanguardia.com.mx/coahuila/universidades-privadas-ganan-terreno-a-la-educacion-publica-ya-son-el-40-en-coahuila-carlos-salazar-JB7254496

Comparte este contenido:
Page 47 of 1003
1 45 46 47 48 49 1.003