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Georges Bataille: una poética del erotismo

He querido hablar, y como si las palabras llevasen el peso de mil sueños, suavemente, como fingiendo no ver, mis ojos se han cerrado. Georges Bataille

I

Como se sabe, durante un tiempo nada despreciable, la vida del filósofo y escritor francés Georges Bataille oscila entre el horror a la lenta muerte de su invidente padre y la esporádica demencia de su madre. Un pendular entre la muerte y la locura cuyos rasgos creen vislumbrar algunos de sus críticos, tanto en sus textos literarios como en sus escritos filosóficos y científicos.

Al margen de interpretaciones psicoanalíticas silvestres, la poética deviene de la imposibilidad del lenguaje de decir el ser, el decir imposible, y lo erótico desde su libro más sistemático, una violación del yo puro, pues se encuentra irremediablemente amenazado de muerte (Bataille, El erotismo, Barcelona, Tusquets, 1982). Una finitud expulsada por la ciencia ilustrada moderna, cuya luz enceguece o incendia las alas de Ícaro, por un exceso de luz, que impide ver la oscuridad, donde están las preocupaciones más claves y acuciantes: el grito, las lágrimas, la angustia y la risa. Y el horror, lo asocia al origen del arte, a partir de sus reflexiones en torno a la pintura rupestre de la cueva de Lascaux, que se encuentra en Francia, donde la caza y la agonía de un bisonte provocan la erección del sexo de su cazador. (Bataille,Las Lágrimas de Eros, Barcelona, Tusquets, 1981).

Frente a la búsqueda hegeliana de la luz vertical, trascendental y homogénea, cual delirio de la razón, Bataille elige la horizontalidad, que oculta la bajeza material y heterogénea: la obscenidad para la ficción y las costumbres para la teoría, que se manifiestan en al sacrificio, la pérdida, el azar y el erotismo. Un goce concebido como la culminación de la sexualidad humana, que transgrede el tabú, permitiendo que la infracción y el interdicto vayan de la mano.

En el principio —para Bataille— todo era continuidad en ser. Pero al individuarnos surge la pulsión erótica de continuarnos en el ser, hasta en la muerte. El erotismo, que viola la discontinuidad de cada persona, es el germen principal de la angustia, la zozobra ante la violación del interdicto, que al desgarrar los límites para fusionar a los seres, obliga a perder la integridad. El fundamento erótico de lo sagrado y lo sacro de la experiencia erótica es horizontal, frente a un sistema vertical de prohibiciones que es a su vez condición de posibilidad del erotismo.

Ya Michel Foucault, en su agudo homenaje a Bataille (Foucault, “Prefacio a la transgresión”,Dits et écrits I, París, Gallimard, 1994:233-250), la eleva a una de las categorías fundamentales: el “interdicto”, cual experiencia del límite que el sujeto extrae de sí mismo, como la muerte de Dios en Nietzsche. Transgredir —advierte Bataille— no es oponerse al límite o negarlo, sino afirmarlo. La transgresión no es del orden de lo subversivo, la dialéctica o la revolución. La transgresión afirma el límite como ilimitado. Una desmesura que solo se comprende a partir de la muerte de Dios, donde la transgresión se lleva a cabo como un gesto poético de profanación, en un mundo en el que lo sagrado ya no tiene sentido. Porque solo la muerte de Dios suprime el límite de lo ilimitado.

Pero la supresión de lo ilimitado no es la supresión del límite, es experiencia del límite, la finitud, “el reino ilimitado del límite”. En las experiencias poéticas del límite la existencia finita, que ya no está limitada por el límite de lo ilimitado, es conducida hacia su propio límite: su desaparición. Porque el erotismo es la experiencia poética de la disolución del sujeto. La experiencia erótica del límite en el pensamiento de Bataille es —para Foucault— el principal motivo por que hay que alejarse de la fenomenología, la filosofía dialéctica, el hegelianismo y el marxismo, que pretenden recuperar la función fundadora del sujeto, por la que encontró la posibilidad de otro pensamiento: una poética del erotismo del lenguaje, un lenguaje sin sujeto.

II

Georges Bataille es un incendio de poéticos excesos en cuya escritura se puede desbordar lo que la modernidad ilustrada calificó de locura, en franca dicotomía con la luz de la razón moderna. Su exuberancia incandescente que aspira a mantener y superar un deseo insatisfecho, una tensión que llega al colmo de la risa, cuando decide prenderse fuego junto con su obra, acompañado de todos los santos.

La obra de Bataille es una lúcida y poética reflexión sobre la cascada de pesadillas que tortura a las inteligencias más penetrantes, que termina por develar al hombre, asomado al abismo, imponiéndose las más grandes empresas sin que ninguna arda a la temperatura de su fiebre. Sus textos desnudan una inquietud ética, una Ética de la Inquietud, que se impone un objeto ilimitado, restando cualquier fin moral que destiña al ser: “Si hago un último esfuerzo, y voy hasta el límite de la posibilidad humana, arrojo a la noche los que, por una cobardía inconfesable, se han detenido a medio camino” (Bataille, La experiencia interior,Madrid, Taurus, 1984:207-208).

El pensamiento de Bataille es una exigencia vital en la que ni todo lo sagrado excede a lo que se busca, pues el resultado nunca se encuentra en el mismo nivel, pues el querer jamás coincide con el ser: esta es la ética del héroe, una voluntad poética que, como diría Nietzsche, “a más bebe más sed le da”. No es necesario llagar hasta el corazón del universo para darse cuenta que en todo exceso hay una falla, que lejos de mostrar que la búsqueda es nimia muestra el sentido del juego, en el que se tiran los dados solo por el placer y el dolor de jugar, sin que Dios esconda los dados cargados que cuiden nuestro andar por la tierra, pues eso significaría abandonar el oscuro objeto del deseo, o esperar soluciones del cielo para no actuar en consecuencia.

Ni la condena a muerte —dice Bataille­— consigue que renuncie al deseo de arder, porque se encuentra comprometido con la violencia, la autonomía y la libertad, experiencias por las que todavía se puede arriesgar la vida, soportar la soledad, después de haber abandonado a Dios y al bien (¿o la conveniencia?), hasta descubrir la verdad más grande: evitar la servidumbre, el estatismo y el familiarismo.

Con Bataille estamos ante una filosofía que se excede y que coloca su objeto más allá de la razón, sin temor a extraviarse por el sendero poético del lenguaje y sabiendo que es necesario perderse para encontrarse, dado que el poder de la voluntad está en seguir escalando la cima, aunque la cumbre sea infinita; una exigencia que es la consumación de quien se atreve a subir, a condición de no subordinar el ascenso a ninguna causa moral, política o religiosa.

Bataille es como Nietzsche, un filósofo del mal, que atrae porque le da al infierno su auténtico valor: “La exuberancia es belleza”, como para William Blake. Bataille, consecuente con su apuesta por la libertad, odia al bien, para entregarse a la refinada búsqueda del mal, a una (po)ética (mal)dita, (mal)dicta, (mal)dicha, que (mal)dice los enunciados del imperativo categórico kantiano, pues quiere alcanzar lo prohibido, tocar lo sagrado, para lograr la santidad. Porque si el sometimiento se ejerce en nombre del bien, solo el mal puede transgredir el tabú.

Para acceder a semejante negación es necesario el exceso, un golpe de suerte, la oposición del bien y el mal, con una audacia que puede violentar el juego, y que la lógica no puede resolver, porque necesita ser lo suficientemente (mal)dita y temeraria para no dar ni un paso atrás, o ser sustituida por la vida misma. La auténtica vía para tratar el problema de la virtud, que gira alrededor de la suerte, está en el juego, que además de responder mejor que el poder, logra llegar al alma de lo imposible, sin prejuzgar ni prevenir algún resultado. Porque la suerte solo se alcanza jugando, aceptando que el porvenir solo se cumple en la libertad.

Para Bataille, no podemos definirnos más que como indefinidos y excesivos jugadores, que lanzados como dados a la mesa de la inmanencia, logramos reímos de sabernos risibles; cualquier otra posibilidad sería vacía. Lo señala Bataille: “La definición traiciona el deseo. Apunta a una cumbre inaccesible. La cumbre se hurta a la concepción. Es lo que es, nunca lo que debe ser. Cuando se la asigna, la cumbre se degrada a la comodidad de un ser, se refiere a su interés. Esto es, en la religión, la salvación —de uno mismo o de los otros (Bataille, Sobre Nietzsche. Voluntad de suerte, Madrid, Taurus, 1984:121).

Pero la filosofía del exceso solo es para el hombre total, que se realiza gracias a una poética total, como la de El nacimiento de la tragedia, en la que Nietzsche integra las artes del tiempo (la música, la literatura y la danza) y el espacio (la arquitectura, la escultura y la pintura) en la escena trágica, donde el hombre mismo es una estética de la existencia. La puesta en escena del hombre total rompe con el ser fragmentado, que procede de la necesidad de actuar, especializarse, subordinado a cada instante a un resultado práctico, útil, anulando el carácter total del ser. Porque quien actúa sustituye su deseo por un fin particular, fragmentando la realidad y fragmentándose, pues todo actuar es limitado, especializado. La existencia total —­­para Bataille— solo deviene superando el “estado de acción”, que hace del hombre un militante, un amante o un poeta, un ser inconcluso que limita sus deseos, y que aprovecha útilmente el tiempo para ir hacia un fin prefijado, al que a falta de un nombre más adecuado, llama vida.

Para poder mantenerse en el deseo de totalidad es preciso negar el obrar, con el fin de conseguir esto o aquello, pues a la vida total solo se llega si se desplaza e incluso si se anula el objetivo. La totalidad solo se desborda a través de negaciones infinitas de lo particular (lo fragmentario). La libertad no es la lucha contra una opresión particular, sino el ejercicio positivo de la libertad, siempre del lado del mal, de una poética del erotismo del lenguaje, el decir imposible, la risa, el arte y la fiesta. Pues “Nadie vio nunca a nuestra existencia en el tiempo otra solución que la fiesta. ¿Una apacible felicidad que no acaba jamás? Solo una alegría que estalla tiene fuerza para liberar” (Bataille, Sobre Nietzsche. Voluntad de suerte,Madrid, Taurus, 1984:173-174).

La totalidad es una exuberancia, un deseo vacío que se consume por consumirse, sin una tarea precisa que cumplir, en bien de la ciudad, una iglesia, un partido, cuyas metas nos mantienen muy atareados en un solo trozo del mundo. Solo después de excedernos hasta la muerte, podremos decir con Bataille: “Me gusta esta frase de un explorador —escrita en los hielos—, cuando moría: ‘No lamento el viaje’ ” (Bataille, Sobre Nietzsche. Voluntad de suerte,Madrid, Taurus, 1984:161).

La búsqueda de la totalidad nos coloca más allá de un solo sentido, que plantea la apertura del sinsentido que somos, insuperable, pero que se enmascara con la acción, el objetivo, el fin último. Porque no hay un sentido definitivo, un significante que defina nuestro ser con un significado, pues somos pluralidad imposible de suprimir. Más allá una lógica enana que rechaza lo falto de sentido, es posible concebir que nuestro sinsentido está en que somos libres de sentido, polisémicos, tan locos como Dios: poéticos. Con Bataille se trata de olvidarse del sentido y entregarse al sinsentido, para desatar todos los nudos del juicio —que es meta y actividad— hasta llegar a ese ser total que se angustia, desespera, que es rebelión desnuda, cuestionamiento de la certeza, imperio de la razonable sinrazón. Porque la pregunta de Descartes “¿Estoy dormido o estoy despierto?”, acompañada de Bataille, la tengo que responder así: Estoy despierta y sigo soñando. Y a la ética kantiana, que no deja ningún lugar para el deseo y la pasión, es preciso recordarle, como lo hace Bataille, que: “Nadie imagina un mundo en el que la ardiente pasión dejara de turbarnos definitivamente… Por otra parte, nadie considera la posibilidad de una vida desligada por siempre de la razón” (Bataille, Las lágrimas de Eros, Barcelona, Tusquets, 1981:35).

Bataille es una experiencia desamparada, a cuyo cráter se asoma solo quien sabe que ya ha agotado todas las posibles vivencias, y que no hay más vigor ni más virtud (vir, fuerza), que para desordenar el aparente orden, donde las únicas reglas del juego se resumen en el desacuerdo, el disenso, la polémica y la crítica. Ya no hay más voluntad de poder, solo queda la voluntad de suerte, tirar los dados a la mesa del azar, porque la vida es una fiesta inmotivada, como en Ecce Homo, una orgía perpetua que trasciende cualquier fin moral, político o religioso.

Hay que dar un paso hacia una desrealización del mundo, rumbo a la poesía, que con sus desquiciadas palabras nos hace entrar en trance y perder el hilo de Ariadna, para saber que la vida es un juego laberíntico, que no puede ser puesto en función de… pues tendríamos que suspender el vuelo y obligar al alma a arrastrase cual reptil. Estar a merced de la suerte significa la alegre aceptación de la locura que a cada cual nos toca, para aceptar nuestro clamor en el desierto, en cuyo silencio se pierde el grito, y donde cada instante no está motivado. Pues Bataille no busca una salida porque no la hay; su único recurso es la suerte: que se juega en el límite entre la conciencia luminosa moderna y el poético inconsciente romántico.

Solo nuestra parte poética y maldita puede conducirnos hacia la libertad, el abandono, la negación de la servidumbre, pues no hay más consuelo en el reposo que anula la pasión, solo el encuentro detonante y desgarrado entre (nos)otros, que al comunicarnos mata, porque somos abismales, inacabados, como el lenguaje: “La comunicación exige un defecto, una ‘falla’; entra, como la muerte, por un defecto de la coraza. Pide una coincidencia de dos desgarraduras, en mí mismo y en otro” (Bataille, El culpable, Madrid, Taurus, 1981:39).

Bataille es una invitación al caos, como la incitación de la Gaya Ciencia, que rompe las órbitas de los astros, por el goce desbordante de descentrar al yo a través del otro, haciéndonos cósmicamente responsables, sin necesidad de descargar las penas en Dios, pues el solo suponer su muerte, desde Nietzsche, es una victoria sobre nosotros mismos. Ya que sin Dios no se puede esquivar la suerte, la búsqueda de lo indecible, la experiencia imposible, el límite de lo inalcanzable, el deseo incalmable del amor, pues no somos más que dos agujeros que nos derramamos sin colmarnos: “[…] ardía de amor. Me sentía limitado por las palabras. Me agotaba de amor en el vacío, como frente a una mujer desnuda y deseable, pero inaccesible. Sin siquiera poder expresar un deseo” (Bataille, Lo imposible, México, Premia, 1979:152).

El pensamiento de Bataille puede ser una de las más peligrosas filosofías, porque sugiere —como la voluntad de poder— un peligro para la vida, un reto a vivirla. Pero, ¿qué otra forma habría de hacer filosofía para Bataille? Ninguna otra, pues se trata de una experiencia interior amenazante, donde el mar se funde con la tierra en una impensable hecatombe. Estamos ante una filosofía que no tiene sentido discutir, porque se extralimita, nos enriquece y nos arruina, pues propone la renuncia al estar del Estado, a la existencia, segura, el familiarismo y la comodidad.

Ponerse a jugar y en juego es entregarse a un discurso que se excede, que va más allá del saber absoluto, el sistema y el mismo lenguaje, y que llega a maldecir hasta la poesía, por impotente, en su ilimitada búsqueda de lo indecible: lo imposible, la continuidad en ser, la comunicación… No es juego solipsista; somos eslabones interminables que nos continuamos unos en otros la experiencia del éxtasis, el límite de lo sagrado, lo erótico. Porque lo que está en juego es la comunidad, que es una comunicación maldita, transmitida por contagio a través de una epidemia maliciosa, para la que no hay cura, ni refugio para el miedo, a menos que se acepte renunciar a la azarosa cumbre del deseo. Probar la suerte es experimentar el límite del absurdo, donde se puede ser ángel o demonio, según la intensidad de la transgresión del universo.

III

El erotismo —advierte Bataille— que es transgresión y violencia, irracionalidad y disolución, se opone al mundo del trabajo, el orden, el interdicto y la razón, que pesar de que parecen ser dos polos irreconciliables, van de la mano. El hombre va y viene de uno a otro polo con su vida desgarrada, puesto que el trabajo es parte de su sustento, y la violencia un exceso propio de su ser: “De forma general, sucede que humanamente la suma de energía producida es superior a la suma necesaria para la producción. De ahí esa continua excesiva plenitud de energía” (Bataille, Lo imposible, México, Premia, 1979:67), que debe ser derrochada en la transgresión.

Los seres humanos no pueden obedecer eternamente, porque su energía no consigue liberarse en su totalidad en la razón, en el orden y el trabajo. Por ello, son exceso imposible de reducir; una violencia tan irracional como la naturaleza. El exceso emerge cuando la violencia se impone sobre la razón; en el momento en que la transgresión rebasa al interdicto, aunque nunca lo desapareceré, porque no habiendo noción de lo prohibido ya no tiene ningún papel el erotismo, conservándolo, según el momento hegeliano dado por el verbo aufheben (superar conservando). Como lo plantea Bataille: “La necesidad de quebrantar por lo menos una vez la prohibición, aunque sea santa, no por eso reduce a la nada su principio. Aquel que mentía torpemente, que, al mentir, pretendía que ‘la única cosa atroz’ era ‘la mentira’, tuvo hasta la muerte la pasión por la verdad (Bataille, La literatura y el mal, Madrid, Taurus, 1981:105).

La fascinación del erotismo, que es búsqueda de la continuidad, está en el atentado contra la interdicción, contra el orden y a favor de la violencia, que es un suplicio, el éxtasis, o la misma escritura caótica de Bataille, que comprometida con el erotismo —la poesía— llega a una experiencia límite, que va contra los cánones políticos del orden del lenguaje —comprometido con la razón institucionalizada.

Tomando el potlach como principio de la economía general que, como el psicoanálisis es antieconómico, podemos pensar, más allá de una economía del trabajo —sin excluir ésta— que una parte de la energía excedente se derrocha en el lenguaje, que no tiene ninguna utilidad, porque sobrepasa nuestros límites, pues es un desgaste, pérdida, desecho, destrucción, y que nos permite el poder de volvernos a extralimitar. El potlach es como la obra de arte, que no sirviéndole para nada al artista, ya no le pertenece más y la entrega a la colectividad, como un reto, como una invitación a que responda con un derroche mayor.

Gaston Bachelard nos comparte, en alguna de sus obras de poética, que hay una especie de complejo en el lector, que siempre se plantea: “¡Ojalá yo hubiera escrito esto! ¡Yo podría decir esto con mayor fuerza!” Un deseo —dice Bachelard— por la que se puede sostener que todos somos escritores, poetas, pintores, pues participamos del exceso del artista, el sacrificio y el asesinato de lo real. Aquí está también el deseo de plenitud, de continuidad en ser, como un fantasma, incitándonos a perseguir lo imposible. En cuya persecución nos encontramos por añadidura con la cultura. Lo aprecia Bataille: “Porque generalmente, en el sacrificio o elpotlatch, en la acción (en la historia) o la contemplación (el pensamiento), lo que buscamos es siempre aquella sombra —que por definición no sabríamos alcanzar— que llamamos vanamente la poesía, la profundidad o la intimidad de la pasión. Forzosamente nos engañamos, puesto que queremos, a toda costa, alcanzar esta sombra” (Bataille, La parte maldita, Barcelona, Edhasa, 1974:117).

Para Bataille, lo aclaraba en Madame Edwarda: “[…] el exceso no puede fundamentarse filosóficamente en función de que el exceso excede al fundamento” (Bataille, Madame Edwarda, México, Premia, 1979:36). Porque estamos ante el ser que desborda los límites. De aquí que no podemos acceder al lenguaje excesivo más que a través de la poesía, el imposible decir, que se encuentra más allá, donde asistimos a la disolución de las palabras, o su consumación por la vía de la experiencia silenciosa: una poética delo erotismo del lenguaje.

Pero decir lenguaje para referirse a la poesía es un error de principio, porque el lenguaje (ese que se dice articulado) no puede alcanzar los límites de lo imposible, más que renunciando a designar el mundo, aceptando ser pura evocación, interioridad del lenguaje, alma de la lengua. Porque: “[…] la comunicación íntima no utiliza las formas exteriores al lenguaje, sino fulgores solapados análogos a la risa (los trances eróticos, la angustia sacrificial, la evocación poética…” (Bataille, El culpable, Madrid, Taurus, 1981:159). De aquí que, la comunicación que se quiere transparente, certera, verdadera y total, padece de un residuo imposible de asimilar, una falla insuperable, tan imposible como la continuidad de los amantes, pues solo consiguen una parte del ser del amado y por instantes.

Bataille sabe, como lo sospechan Sócrates y Cratilo, que las palabras no permiten una mejor comprensión del mundo, ya que no salvan el abismo que se abre entre las palabras y las cosas, entre los interlocutores, que aunque aspiren no pueden alcanzar una objetividad ideal para el conocimiento, pues no son más que una fascinación exasperada hasta el colmo, el único recurso ilusorio de comunicarnos, de rescatar nuestro ser hecho jirones por el vendaval de la discontinuidad.

Porque el lenguaje es un juego a muerte, equilibradamente loco, una boda del cielo y el infierno, donde la presencia y la ausencia se unen en un orgasmo sin fin. Por ello se puede recurrir a Dios para acentuar su vacío, o apelar a una economía anti-económica que es un puro derroche improductivo, el vital erotismo que culmina en la muerte, o a una literatura que se suicida para poderse realizar hasta sus últimas consecuencias, en una escritura que es contraescritura y una filosofía que puede llegar a ser antifilosófica y maldita. Lo declara Bataille: “[…] Si fuese preciso concederme un lugar en la historia del pensamiento sería, según creo, por haber vislumbrado los efectos, en nuestra vida humana, del ‘desvanecimiento de lo real discursivo’, y por haber sacado de la descripción de esos efectos una luz evanescente: esta luz deslumbra, pero anuncia la opacidad de la noche; no anuncia más que la noche” (Bataille, La experiencia interior, Madrid, Taurus, 1984:205).e Morelia.

Fuente: http://revistalevadura.mx/2016/06/20/georges-bataille-una-poetica-del-erotismo/

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México: Combinar modalidades de estudio permite desarrollar habilidades para el empleo

Guadalajara / 27 de junio de 2016 / Por: El Informador / Fuente: http://www.entornointeligente.com/

Si la tecnología está presente en la mayoría de nuestras actividades relacionadas al entretenimiento, familia, comunidad y hogar… ¿por qué no incluirlas en la modalidad de estudio?

Hoy en día con la facilidad de acceso al Internet, muchas universidades han logrado integrar a sus sistemas de educación programas que permiten llevar a cabo una carrera universitaria en línea, sin que sus estudiantes pierdan los beneficios y experiencia que brindan las clases presenciales tradicionales.

Así, sumando el desarrollo de habilidades y conocimientos que brinda cada una de estas modalidades, como: trabajo en equipo, intercambio de casos prácticos de lo que se vive en el ejercicio de la profesión, trabajo en equipo y negociación se integran, a través de la tecnología, el uso de foros online, chats, videoconferencias y correos para que el alumno tenga la posibilidad de decidir cómo organizar sus actividades laborales con sus compromisos familiares en el lugar y horarios que mejor le convenga.

De hecho, desde un punto de vista pedagógico, expertos en el tema opinan que gracias al modelo mixto de estudios, los estudiantes tienen la oportunidad de diseñar su modelo de trabajo y, al mismo tiempo, adaptarse a las sesiones presenciales y desarrollar una mejor coordinación en sus tiempos. Un ejemplo de aplicación de esta tendencia educativa es la Universidad Tecnológica de México (UNITEC) que trabaja bajo esta modalidad, en donde sus alumnos se benefician de las ventajas competitivas para alcanzar estándares altamente reconocibles.

Algunas de las ventajas reconocidas, en las también llamadas clases semipresenciales o «b-learning» que en los últimos años han tenido un alza mayor, principalmente por los profesionales que no desean descuidar sus jornadas laborales ni sus obligaciones personales, son:

1. Flexibilidad : lo que le permite al estudiante avanzar a su propio ritmo respetando la planeación del aula; ya que al trabajar desde casa, oficina o cualquier otro lugar puede leer y releer los contenidos que estén en su plataforma, gracias a la disponibilidad del material digital las 24 horas del día.

2. Movilidad : al no tener barreras territoriales ni de tiempo, el alumno se apropia de manera autónoma a sus horarios.

3. Cobertura : debido a las clases presenciales el estudiante no pierde la atención especializada. Asimismo, con esta modalidad, se atiende a un mayor número de alumnos.

4. Eficacia : cuando el estudiante es quien dirige su aprendizaje decide qué tan significativo quiere que sea en un futuro.

5. Ahorro en costos : dado que no es tan recurrente asistir a las aulas como en la modalidad presencial, los costos de los desplazamientos son menores, principalmente cuando el interesado se encuentra a gran distancia del recinto educativo.

6. Diversidad en contenidos : ya sea que se trate de documentos, presentaciones, contenidos audiovisuales o simulaciones, el alumno selecciona el que más se adecue a su forma de estudio. Otra ventaja es que, al contar con una plataforma en línea, la información y las actividades son fácilmente actualizables.

7. Interacción : el programa mixto es ideal para estar a la vanguardia digital a través de foros, investigaciones internacionales en línea y chats. Y, en caso de necesitar resolver alguna duda de forma personal, este modelo te da la posibilidad de interactuar directamente con los tutores de la escuela.

Fuente noticia: http://www.entornointeligente.com/articulo/8620430/MEXICO-Combinar-modalidades-de-estudio-permite-desarrollar-habilidades-para-el-empleo-27062016

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Diálogo, ¿para qué?

Po Hugo Aboites

Cuando un movimiento social consigue finalmente el diálogo con el Estado, en demanda de un cambio en un marco legal, usualmente la primera respuesta que recibe es que un gobierno no puede modificar una ley, pero esa es sólo una primera respuesta. De hecho, un gobierno sí puede tomar iniciativas concretas en ese campo. Hace apenas unos días, el Senado aprobó el llamado Sistema Nacional Anticorrupción con artículos que provocaron la molestia del empresariado. Se les obligaba a algo remotamente similar a una evaluación: informar sobre el uso de los recursos públicos que reciben. Los empresarios se manifestaron un día en el Ángel de la Independencia, dos o tres días después en los medios; además, solicitaron cita y fueron recibidos por el Presidente de la República y éste escuchó sus reclamos (El Despertar de Oaxaca, 24/6/16 en Internet). Un día antes de que dicha ley fuera promulgada, se anunció la suspensión de la ceremonia que encabezaría el propio Ejecutivo. Y ayer, finalmente, se dio a conocer que la ley volvía a la Cámara para ser modificada.

Por supuesto, nada impide que, con igual premura y eficiencia un gobierno verdaderamente preocupado envíe también al Congreso una iniciativa para eliminar o modificar un marco legal que está causando un gravísimo conflicto en el país. Y para eso valoraría que ya no son algunos días que estas otras personas han solicitado algo similar, sino que cumplen ya más de tres años de exigencia en calles y ciudades, que han organizado decenas de foros, interpuesto cientos de miles de amparos, ofrecido argumentos, y que además han recibido represión, encarcelamiento de sus dirigentes, y ahora hasta el ataque directo de las fuerzas armadas federales con saldo de más de una decena de muertos y un centenar de heridos. Todo lo que otros sectores que se inconforman no tienen que sufrir.

Si se niega a hacer esto, entonces un gobierno que ha firmado cuanto compromiso y tratado de derechos humanos existe, tendría que explicar a profundidad cuáles son las razones para sostener que ante la ley se dé este trato evidentemente desigual. (Además, según el artículo 21 de la Ley General de Educación, para los docentes de escuelas privadas no se prevé nada cercano al despido). El argumento de la SEP suele ser que este marco legal es indispensable porque está en juego el interés superior y el derecho de niños y jóvenes de recibir una educación de calidad, pero lo que nunca existió (pero sí en el caso de los empresarios) fue una discusión previa con los potenciales afectados que encontrara caminos para avanzar sin afectar sus derechos igualmente válidos y establecidos en la Constitución. Suspender por decreto presidencial la aplicación del aparato legal de la reforma educativa o de algunos de sus artículos mientras se lleva a cabo dicha discusión, es una opción que podría ser incluso aceptable para el titular de la SEP, quien por fin respalda el diálogo en Gobernación para dar una salida al conflicto (La Jornada, 24/6/16, pág.3).

Aun en el caso de que la respuesta fuera negativa –con o sin explicaciones válidas– para avanzar por esa ruta hay otras posibilidades. Para explorarlas es necesario tener en cuenta que un gobierno puede moverse según considere conveniente en el laberinto de los intersticios que tiene el marco legal, y de ahí puede resultar una aplicación sesgada, parcial, de la ley. En concreto, en el caso de los docentes de educación pública, en el talante antidiálogo, la SEP había optado por mantener la interpretación más estricta de la ley, porque la Ley General del Servicio Profesional Docente aprobada en 2013, establece dos tipos de evaluación del desempeño de los maestros. Una, punitiva, que evalúa para decidir si se darán por terminados los efectos del Nombramiento del docente (artículo 53). La otra es la evaluación interna, como la llama la ley, tendiente al mejoramiento de la práctica profesional de los docentes y el avance continuo de la escuela (art. 15). Esta última no será punitiva, pues “los resultados de la evaluación interna…… en ningún momento podrán ser causal de procedimientos de sanción, ni tener consecuencias administrativas o laborales” (art. 20). Esto significa que no toda evaluación debe tener como horizonte el posible despido del docente, sino que hay otra evaluación, perfectamente legal, que además expresamente tiene el propósito de mejorar la formación de los profesores y, más todavía, el avance de las escuelas. Si la SEP realmente ha modificado su actitud ante el diálogo, puede ahora hacer una contribución significativa: dejar de insistir en la evaluación punitiva y retomar la interna con la misma determinación.

La estrategia de la mano dura ya ha fracasado rotundamente. Con ella, el movimiento no ha hecho más que fortalecerse. La mano blanda, que busca entrampar y desgastar la resistencia en la mesa de negociación, sería igualmente contraproducente, porque sería vista como engaño, y no como una verdadera disposición a resolver el conflicto. Y para eso, el marco legal no es un obstáculo. Es parte de una ruta que es obligatorio explorar para no sólo resolver un conflicto, sino para dar también pasos para transformar la educación.

*Rector de la UACM

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/06/25/opinion/016a1pol

Imagen tomada de: http://1.bp.blogspot.com/-OJcZYfJvHhw/TkF_6wx-YII/AAAAAAAAACQ/r9jONHUdyRM/s1600/dialogo.jpg

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México: Cambian periódico o plástico por… ¡plantas!

Cancún / 29 de junio de 2016 / Por: Yajahira Valtierra / Fuente: http://sipse.com/

En lo que va del año, la Dirección de Divulgación Ecológica y Educación Ambiental del municipio de Benito Juárez ha realizado distintos eventos en los que se intercambian plantas por basura.

Hasta la fecha han canjeado más de 300 plantas de diferentes especies, sobre todo regionales, informó Norma Pérez García,directora de la dependencia municipal.

El objetivo de esta actividad es reciclar y donar estos materiales de desecho a las asociaciones civiles, principalmente periódico o plástico (PET), los cuales son utilizados para que elaboren las manualidades que luego comercializan, comentó.

Generalmente esta función se realiza en fechas especiales como el Día de la Tierra o del Medio Ambiente.

Esta incitativa, dijo, surgió por el exceso de basura en la ciudad y el daño que se hace al ambiente.
Pérez García comentó que afortunadamente la población ha respondido positivamente a la labor.

Las plantas son de dos viveros donde siembran diversas especies regionales.

Otra alternativa para que los habitantes se interesen más por la siembra y cuidado de las plantas es regalarlas en eventos como el Co’ox Cancún, donde a 50 participantes se les obsequió una.

La funcionaria agregó que a diario buscan alternativas para fomentar en los ciudadanos el amor por la ecología.

Algunas de las acciones que realizan es visitar escuelas o empresas para brindar pláticas sobre el reciclaje, con el fin de minimizar la contaminación.

Fuente noticia: http://sipse.com/novedades/cancun-plantas-intercambio-tecnologia-periodico-plastico-desechos-basura-asociaciones-211236.html

 

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Tiempo de dialogar.

 Manuel Gomez Granados

América del Norte/México/Fuente:http://www.cronica.com.mx/

Hace justo una semana, Nochixtlán, Oaxaca, se unió a la indigna lista de las localidades mexicanas que han sido testigos de la violencia desmedida de las autoridades. El saldo de los enfrentamientos en esa localidad todavía está en disputa pero, más allá del número de personas heridas o muertas, en Nochixtlán murieron lo poco de confianza que quedaba en el gobierno federal, así como las posibilidades reales, prácticas, de aplicar tal y como fue aprobada en el congreso la reforma educativa. Días después, por razones muy parecidas, la presidencia de la República debió anunciar el veto parcial de las leyes que teóricamente darían vida al Sistema Nacional Anticorrupción, SNA.

El común denominador que explica ambos fracasos es que aunque el Congreso de la Unión cuida algunas de las formas cuando vota y aprueba reformas, en general son procesos autoritarios en los que los acuerdos cupulares entre partidos políticos  sustituyen al trabajo político serio. Por ello,  los legisladores no deberían sorprenderse de que tanto la reforma educativa como la reforma del SNA y otras, lejos de motivar reconocimiento o admiración (como ellos quisieran) enfrenten la férrea oposición de distintos grupos. Que los empresarios, que con tanto desprecio hablan de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, se opongan al SNA y amenacen con reducir las inversiones, deja ver que a pesar de las diferencias entre maestros y empresarios, hay denominadores comunes que hablan del descontento con la democracia.

Ese malestar no tiene que ver ya con las formas. Ya no hay un gran elector al estilo de Porfirio Díaz o Carlos Salinas de Gortari que decida quienes serán diputados. Hay elecciones, sí; pero seguimos muy lejos de contar con una democracia que vaya más allá de los formalismos y sea capaz de escuchar a las personas. No es que no se cumplan requisitos formales como convocar a foros y actividades similares. Es que a veces muchos de los invitados a esos foros son personas tan cercanas a los partidos o a los legisladores que es casi imposible distinguir sus opiniones de los partidos. Muchos de los foros se convocan para legitimar decisiones tomadas de antemano. Lo mismo se puede decir de mucho del trabajo en comisiones legislativas.

Y algo muy grave que deberían considerar el gobierno federal y  los de las entidades es que ya no son sólo uno o dos movimientos aislados. Vivimos en muchos estados de la República, Chiapas y Oaxaca son los mejores ejemplos de ello, crisis sistémicas, muy profundas, que han contaminado a la reforma educativa y que, si se insiste en la lógica de la represión, corren el riesgo de extenderse a otras entidades, incluida la capital de la República. Ya hay signos de contagio en Michoacán, Guerrero, Morelos,  Tabasco y la capital del país. Otras entidades como Quintana Roo podrían contagiarse de manera muy grave por caprichos como la aprobación en el Congreso en Chetumal de un “paquete de impunidad” para proteger al gobierno saliente y algo similar podría ocurrir en Campeche donde la quiebra de Pemex ha disparado el desempleo y el descontento.

Hay que dialogar. Hay que hacerlo de buena fe, admitiendo que nada en las leyes está escrito en otra cosa que no sea papel. Qué bueno que el presidente haya admitido que hubo errores y haya usado el veto para evitarnos más conflictos. Ojalá se haga algo similar en los campos de la educación y la salud y se evite que, por ejemplo, el conflicto se extienda a las instituciones de educación de la Ciudad de México (como ya empieza a ocurrir con la UAM-Azcapotzalco).

Fuente: http://www.cronica.com.mx/notas/2016/969018.html

Imagen: http://www.expedientenoticias.com/siteimg/big/CNTE-2-31718-36488.JPG

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¿Educando?

Rafael Licéaga

Norte América/México/Fuente:http://www.frontera.info/

Siempre que se les ha preguntado a los grandes sabios y a los jefes de Estado sobresalientes qué es lo más importante de un gobierno, dicen que la educación. Y estoy de acuerdo porque con ella se educa en justicia, en valores, en trabajo, en integridad, etcétera.

Un sistema educativo que se precie de ser relevante debe de contar con varios saberes, mismos que primero deben de tener los gobiernos, los maestros y padres de familia, para luego poder enseñarlos bien a los alumnos.

La primera lucha que hay que tener es contra los egos de quienes creen saberlo todo, principalmente funcionarios públicos que dictan normas y maestros que creen que sus conocimientos son más que suficientes. No es cierto. El conocimiento humano está expuesto a errores de percepción y de juicio. El primer objetivo de la nueva estrategia de educación debería de ser detectar errores en la educación y cómo resolverlos.

En nuestra última reforma educativa, hecha sin consultar a nadie, hubo errores, y entre los errores de lo escrito y los errores de quienes lo interpretan, el atole ya se hizo engrudo. Al parecer, en México, alguien está interesado en que muy pocos puedan salir de su grado de ignorancia. Por lo tanto, se debe garantizar el conocimiento adecuado.

Algo que más o menos arreglaría las cosas es saber quiénes somos y en dónde estamos parados. Conocernos como seres humanos, como lo que somos realmente como mexicanos. Situarnos en el mundo amplio. Todo desarrollo humano significa comprender al hombre y a la humanidad. La cultura en general existe a través de las civilizaciones. La educación debería mostrar el destino individual, social, global de todos los mexicanos. ¿Usted cree que lo logremos con maestros disidentes y verdaderos barbajanes que les infiltran en sus organizaciones? ¿Cree que lo lograremos con las autoridades educativas que tenemos y sus estrategias?

La historia humana comenzó con una diáspora de todos los humanos hacia regiones que permanecieron durante milenios aisladas, produciendo las diferentes lenguas, religiones y culturas. En los tiempos modernos se ha producido lo contrario, la revolución tecnológica que permite volver a relacionar estas culturas, y a volver a unir lo disperso. Hay que adecuarnos en ello.

La educación debe de abarcar la comprensión. Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir al ser humano a una o varias de sus cualidades que son múltiples y complejas. Por ejemplo, es nuestra costumbre, etiquetar a la gente como nos los quieren mostrar. Por eso en ciertos movimientos sociales, aparecen los perversos que nos muestran, quién sabe con cuánta verdad o cuánta mentira, a determinado tipo de personas como buenos o malos. Hay que mejorar la apertura empática hacia los demás, tolerar ideas y formas diferentes, mientras no atenten a la dignidad humana. La verdadera comprensión exige establecer sociedades democráticas y educadas, fuera de las cuales no cabe ni tolerancia ni libertad.

Eduquémonos pues, bien, para luego poder educar bien. A trancazos, de una y otra parte, no se llega a nada.

Fuente: http://www.frontera.info/Columnas/DetalleColumnas/941749-Aguilas-y-serpientes-Rafael-Liceaga.html

Imagen: http://www.americaeconomia.com/sites/default/files/imagecache/foto_nota/educacion_ninos.jpeg

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¿Apoyar a los maestros?

Jose Luis Palacios Blanco.

El sistema educativo es una camioneta vieja y destartalada. Tiene ponchadas las llantas; el motor no arranca y a pesar de ello los dueños lo queremos echar a andar. El chofer (profesor)  consume más del 90% de los gastos del móvil y solo queda menos del 10% para hacerle reparaciones y hoy a él precisamente se le echa la culpa de que no se mueva el vehículo. Esta analogía sirve para reconocer que el dueño del coche, es decir, el contribuyente, le exige al administrador (SEP) que lo ponga a producir, pero no se encuentra la manera de hacerlo.

El sur del País ha explotado por sus problemas económicos y sociales ancestrales. El norte ha rebasado sus limitaciones y su creciente productividad por habitante se refleja en que genera excedentes que deben ser transferidos a los estados del sur. Los indicadores de competitividad del IMCO lo reflejan y por el contrario, los del CONEVAL muestran que el sur se sigue hundiendo y su brecha entre ricos y pobres aumenta. Precisamente allí donde están los mayores rezagos en educación.

El gobierno en todos sus niveles por décadas alimentó a mafias magisteriales que controlaban el presupuesto y que mantenían ese esquema perverso de heredar y vender plazas; de comisionar a profesores a tareas sindicales, de proteger a los profesores faltistas y a evitar a como diera lugar, la evaluación del desempeño docente. Con la Reforma Educativa se buscaba cambiar el escalafón de antigüedad a otro por resultados. Era algo tan sencillo: rendir cuentas de los impuestos que pagamos todos.

Mi familia es de profesores. Mi madre es profesora y me duele la realidad educativa, pero no tenemos otra que hacer productivo el aparato educativo y eso pasa necesariamente por la evaluación y estímulos al desempeño docente. Todos los funcionarios públicos deben pasar por evaluaciones. No hay otra manera de sacar adelante al País. Viví mi infancia en Oaxaca. En el sur del País donde se piensa que el gobierno como un dios, debe darlo todo. Son ideas fijas, ancestrales. Pero no se puede repartir lo que no se genera; la riqueza hay que crearla primero para repartirla después. No será posible elevar el nivel educativo en Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca, cuando solo se imparten clases el 30-40% del tiempo efectivo del ciclo escolar. No será posible hacerlo si se consume el 90% del presupuesto en sueldos y salarios y no se tienen recursos para infraestructura y mejora de la tecnología.

No es un asunto de inyectarle más recursos al sistema educativo cuando éste es ineficiente. Los países que más gastan en educación no son los mismos que tienen un mejor nivel educativo de acuerdo a los resultados de la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos). En el primer grupo de naciones que más invierten como proporción de su Producto Interno Bruto (PIB) en educación pero no cuentan con  los mejores resultados están Cuba con 13 por ciento, Dinamarca con 8.6 por ciento, Bolivia con  7.5 por ciento, mientras que ocupando siempre los primeros lugares en la prueba PISA que aplica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a los estudiantes de 15 años, están  países con sistemas educativos eficientes, como Finlandia que invierte 6.8 por ciento,  Hong Kong 4.4 por ciento, Singapur 3.3 por ciento,  Japón 3.8 por ciento, Corea del Sur 5 por ciento, Canadá 5 por ciento, Suiza 5.4 por ciento y Australia 5.1 por ciento.

En el caso de México, si bien hace una inversión total del 6.2 por ciento de su PIB en educación, cercana a la media de la OCDE de 6.3 por ciento,  ésta tampoco se traduce en una mejora del aprendizaje entre los estudiantes mexicanos. Por ejemplo, a pesar de que el gasto de Finlandia es ligeramente superior al mexicano, los  finlandeses han conseguido estar en el primer lugar de la evaluación PISA en varias ocasiones, mientras que los mexicanos nos hemos ubicado siempre en los últimos lugares. Esto, tiene que ver con que, a pesar de que la inversión es similar, en el  caso mexicano se aplica en sueldos de los maestros y burocracia magisterial y no se utiliza en los estudiantes. Tan es así que el 83.1 por ciento del presupuesto nacional para educación se usa en  sueldos de profesores y 93.3 por ciento a la remuneración de todo el personal de la comunidad académica en su conjunto.

Viendo este diálogo de sordos entre el gobierno que impone la Reforma Educativa (que es realmente laboral y administrativa, es cierto) y los maestros que quieren evitar la evaluación, los contribuyentes sabemos que es indispensable hacer eficiente el presupuesto dedicado a la creciente y enorme nómina magisterial. Falta desde luego a la Reforma Educativa, el asunto de fondo e importante: cambiar estrategias para planes y programas y esquemas de enseñanza-aprendizaje.

El problema magisterial mal manejado por el gobierno federal ya escaló, pues ahora al abrirse al diálogo y a la negociación el gobierno federal, otros sectores en la debilidad gubernamental, verán la oportunidad también de exigir más al gobierno. López Obrador aprovechará la coyuntura y también exigirá al dios gobierno que provea de más recursos al sur de este País que no genera más riqueza. ¿Apoyar a los maestros? Sí, pero para que tengan más capacitación y ganen más, pero en función de la necesaria evaluación al desempeño.

Fuente: http://www.am.com.mx/2016/06/25/opinion/apoyar-a-los-maestros-294027

Imagen: 

https://videos.files.wordpress.com/ROhMCcWt/vid-20160307-wa0002_dvd.original.jpg

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