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Estados Unidos: Las universidades públicas son buenas pero muy caras, opinan los californianos

América del Norte/EE.UU/18 Diciembre 2016/Fuente:hoylosangeles /Autor:Teresa Watanabe and Rosanna Xia

La mayoría de los californianos asignan altas calificaciones a sus universidades y colegios públicos, pero les preocupa que sean demasiado caros, según una encuesta estatal publicada hace unos días.

La mayoría de los californianos encuestados por el Instituto de Políticas Públicas de California apoyan otorgar más dinero para la educación superior pública, pero están en desacuerdo sobre cómo incrementar esos fondos. Tres cuartas partes rechazan los aumentos de matrícula, algo que la Universidad de California y Cal State están considerando para el próximo año, pero la mayoría aseguró que respaldaría la emisión de un bono estatal para proyectos de construcción.

Elevar los impuestos para generar más fondos para la educación superior cuenta con el apoyo del 68% de los demócratas, el 20% de los republicanos y el 42% de los independientes, de acuerdo con la encuesta.

Mark Baldassare, presidente del instituto no partidista, con sede en San Francisco, destacó que lo que más sorprendente para él fue que los californianos todavía consideran la asequibilidad universitaria como el principal problema al que se enfrenta el sistema de educación superior del estado.

Los costos de las matrículas han aumentado más del doble desde la recesión de 2008, pero los sistemas de UC y Cal State las congelaron durante los últimos seis años, a pesar de las crecientes presiones presupuestarias. Además, el costo de las universidades públicas de California sigue siendo inferior al de las instituciones comparables en todo el país, según los funcionarios de finanzas del estado.

“La prioridad en la mente de las personas es cómo vamos a asegurar que los californianos puedan pagar por su educación superior”, estimó Baldassare. “Existe el firme pensamiento de que el estado debe invertir más”.

Casi tres cuartas partes de los encuestados, de todos los partidos políticos, raza, etnias, ingresos y niveles de educación, creen que los costos universitarios impiden que los jóvenes calificados y motivados accedan a la educación superior, y respaldan promover que los colegios comunitarios sean gratuitos. Una proporción aún mayor -el 82%- apoyó la existencia de más becas y ayudas para los alumnos.

Del 13 al 22 de noviembre pasados, el Instituto de Política Pública de California encuestó en inglés y español a 1,711 adultos de todo el estado. El margen de error del sondeo fue de 3.5 puntos porcentuales.

Sólo un pequeño porcentaje apoyó los aumentos en los fondos estatales como única medida. Casi la mitad de los encuestados remarcaron que los nuevos fondos deberían combinarse con un uso más útil del financiamiento actual.

Los resultados de la encuesta alentaron a los líderes estudiantiles que luchan contra los aumentos propuestos en la matrícula. Ralph Washington Jr., presidente de la Asociación de Estudiantes de la UC, afirmó que espera que los dirigentes de  UC presten atención a la opinión pública y encuentren formas alternativas para recaudar el dinero adicional que necesitan para el próximo año.

Aunque la UC proporciona ayuda financiera sustancial no cubre todos los costos, lo cual obliga a muchos estudiantes a trabajar para tener una vivienda y alimentos, resaltó.

“Los estudiantes creen que el mayor obstáculo para la diversidad y el éxito en el campus es la asequibilidad”, afirmó Washington. “Si el público cree en otorgarnos más dinero, concédanos más fondos y podremos así evitar los aumentos de la matrícula”.

Ricardo Vázquez, portavoz de la UC, aseveró que, si bien la universidad comparte las preocupaciones públicas sobre los costos, un “sólido y progresivo” programa de ayuda financiera cubre todas las colegiaturas y las cuotas para casi el 60% de los estudiantes de California. Muchos de ellos, destacó, reciben dinero para los gastos de vivienda y alimentos. Cerca de un tercio de los ingresos por las matrículas es canalizado directamente hacia la ayuda financiera, dijo.

El rector de Cal State, Timothy P. White, afirmó sentirse alentado de que un estudio independiente confirmara el apoyo público generalizado para los objetivos de Cal State de lograr una financiación adecuada, diversidad estudiantil e índices más altos de graduación.

White reiteró que no desea imponer aumentos de matrícula, los cuales podrían ascender a $270 dólares al año, y espera que las autoridades cubran la brecha presupuestaria de más de $167 millones de dólares entre los fondos estatales previstos y las necesidades de la universidad. “Estoy feliz de ver que este informe hace hincapié en que el gobierno estatal debe hacer su parte para apoyar nuestra capacidad de enseñar a los alumnos, y que ellos consigan un título de licenciatura”, aseguró White. “Esto es acerca del bien común”.

Casi todas las personas encuestadas coincidieron en que la educación superior será importante para la calidad de vida y la vitalidad económica de California durante las próximas dos décadas, aunque los demócratas, los afroamericanos, los latinos y los asiáticos sostienen esas opiniones con más fuerza que los republicanos y los blancos.

Dos tercios de los californianos estimaron que los tres sistemas de educación superior pública hacen un trabajo ‘bueno’ o ‘excelente’. Le dieron a los sistemas de la UC y Cal State altos índices de aprobación, en comparación con una encuesta de 2011.

De todas formas, no está claro si ese apoyo público se traducirá en mayores fondos estatales para los dos sistemas, los cuales han sido excluidos de los incrementos de financiación que los votantes aprobaron por años para los colegios comunitarios y las escuelas primarias y secundarias.

La competencia por los fondos estatales también podría ser más intensa con el nuevo presidente, si Donald Trump hace realidad sus promesas de campaña para derogar Obamacare y deportar a los inmigrantes, entre ellos los estudiantes que entraron ilegalmente al país. En ese caso, los costos estatales de atención médica y servicios para inmigrantes podrían dispararse.

“Estamos en una nueva era”, remarcó Kevin de León (D-Los Ángeles), presidente del Senado, quien en los últimos años ha hecho de la educación superior una prioridad. “El gobierno de Trump podría intentar socavar nuestras ganancias progresivas en California”.

Como presidente del Comité de Educación Superior, el asambleísta José Medina (D-Riverside) se comprometió a luchar para obtener más dinero para la educación superior. “Una fuerza laboral bien educada es clave para la vitalidad de nuestro estado. Continuaré defendiendo políticas que mejoren la accesibilidad y la asequibilidad de la educación superior”, resaltó Medina en un comunicado.

H.D. Palmer, vocero del Departamento de Finanzas del Estado, destacó que es demasiado pronto para saber cuánto planea destinar el gobernador Jerry Brown para la educación superior en su anteproyecto de presupuesto para el próximo año. No obstante, afirmó que desde 2013 Brown ha “demostrado un compromiso” con la educación superior mediante la restauración de más de $2,000 millones de dólares para los sistemas de la UC y Cal State, los niveles de financiación previos a la recesión.

Tales esfuerzos fueron notados por los californianos. En la encuesta de 2011 del Instituto de Política Pública de California, sólo el 31% de los entrevistados aprobaba la manera en que Brown manejaba la educación superior, comparado con el 45% de la actualidad. La aprobación del desempeño de la Legislatura sobre la educación superior se duplicó durante el mismo período.

Traducción: Diana Cervantes

Fuente de la noticia: http://www.hoylosangeles.com/latimesespanol/hoyla-lat-las-universidades-publicas-son-buenas-pero-muy-caras-opinan-los-estudiantes-de-california-20161216-story.html

Fuente de la imagen:http://www.trbimg.com/img-58546c2a/turbine/hoyla-lat-las-universidades-publicas-son-buena-001/700/700×39

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Justin Trudeau le quiere cumplir a los indígenas canadienses

América del Norte/ RCI/Radio Canadá/CBC/Presse Canadienne

Un año después de la presentación del informe sobre el trágico episodio de las escuelas residenciales, tres jefes de organizaciones indígenas se reunieron este jueves con el Primer ministro de Canadá en Ottawa. Justin Trudeau quiere pasar de las palabras al acto y anunció la creación de un Consejo nacional destinado a implementar las 94 recomendaciones de laComisión de Verdad y Reconciliación.

Después de 6 años de trabajos, la Comisión de Verdad y Reconciliación presentó el año pasado un informe con copiosas investigaciones y conmovedoras declaraciones sobre la tragedia humana que dejaron los pensionados indígenas en Canadá.

Para poner en relieve este aniversario y hacer el balance, Justin Trudeau se reunió este jueves durante dos horas con Perry Bellegarde, Jefe nacional de la Asamblea de Primeras Naciones (APN); Natan Obed, presidente de la Asociación Inuit Tapirit Kanatami y David Chartand, presidente de la Reagrupación Nacional de Mestizos (RNM) y presidente de la Federación de Mestizos de Manitoba, MMF.

Las necesidades de las comunidades indígenas son apremiantes y fueron trágicamente ilustradas una vez mas, por el incendio de una residencia ocurrido este miércoles en una reserva de la Primera Nación Oneida of the Thames, en Ontario, que cobró la vida a un adulto y 4 niños.  Esto incitó al Primer ministro a declarar en conferencia de prensa lo que el gobierno ha hecho y lo que le queda por hacer en favor de estas comunidades.

“Hemos tomado medidas significativas. Concretamente para encontrar soluciones y asociaciones con las comunidades indígenas”, dijo el Primer ministro. Pero en vez de contentarse con soluciones a corto plazo, Justin Trudeau desea establecer una verdadera relación de trabajo con los indígenas.

© Archivos SRC

Adopción de tres medidas

Entre las tres medidas anunciadas este jueves, una de ellas apunta a crear un comité de enlace que reagrupe a líderes indígenas y ministros federales. Anualmente, el Primer ministro canadiense se reunirá formalmente con los jefes de la APN, de los Inuit y los Mestizos. Ministros de su gobierno se encontrarán también con ellos dos veces al año.

Ottawa crea también un Comité provisional que debe llevar a la creación de un Consejo Nacional para la Reconciliación con las Primeras Naciones.

Y finalmente, Ottawa otorga un subsidio de 10 millones de dólares al Centro Nacional por la Verdad y la Reconciliación. Inaugurado en 2015 en la Universidad de Manitoba, este centro tiene por misión de conservar los archivos orales y escritos de los 7.000 sobrevivientes de los pensionados indígenas, para conservarlos como herencia y continuar el proceso de sanación.

Los líderes indígenas que se reunieron con el Primer ministro afirman que la este nuevo Consejo Nacional para la Reconciliación con las Primeras Naciones contribuirá a que el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación no caiga en el olvido, como sucedió con otros  informes sobre la situación de los indígenas en el pasado.

Compromiso “sin precedentes” del gobierno Trudeau

El gobierno liberal de Justin Trudeau aprobó las 94 recomendaciones de la Comisión de Verdad y Reconciliación. Hasta el momento, entre las 45 recomendaciones que dependen directamente del gobierno federal o de las provincias y territorios, 41 ya se concretaron o se están concretando, declaró el Primer ministro.

El gobierno canadiense permitió la apertura de la Investigación nacional sobre las mujeres y las niñas desparecidas o asesinadas. Y otorgó 8.400 millones de dólares al ministerio de Asuntos indígenas en el último presupuesto. Este “compromiso sin precedentes”, como lo llama el jefe Perry Bellegarde, será escalonado en 5 años.

Justin Trudeau anunció también la presentación de un proyecto de ley destinado a salvaguardar y promover las lenguas indígenas en Canadá. Y finalmente, se construyeron escuelas nuevas para las comunidades indígenas y el agua potable se convirtió en una realidad en 14 reservas, que debían en el pasado hervir el agua antes de consumirla.

Fuente:

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The Authoritarian Politics of Resentment in Trump’s America

In the face of a putrid and poisonous election cycle that ended with Trump’s presidential victory, liberals and conservatives are quick to argue that Americans have fallen prey to a culture of incivility.

It’s true that in the run-up to the presidential election, Donald Trump strategically showcased incivility in his public appearances as a mark of solidarity with many of his white male followers. However, it is a mistake to lump the racism, bigotry, misogyny and ultra-nationalism that Trump has played upon under an obscuring and euphemistic notion of «incivility.» And it is simultaneously a mistake to delegitimize the anger that oppressed people feel about racism, sexism or class exploitation by categorizing protests over these injuries as merely «incivility.»

Understanding the ramifications of current discourses of incivility will be one key to understanding the results of the presidential election and Trump’s ascension. Clearly, Trump’s embrace of incivility (in addition to his embrace of racism and xenophobia) was a winning strategy, one that not only signaled the degree to which the politics of extremism has moved from the fringes to the center of American politics, but also one that turned politics into a spectacle that fed the rating machines of the mainstream media.

For more original Truthout election coverage, check out our election section, «Beyond the Sound Bites: Election 2016.»

The incivility machine Trump resurrected as tool of resistance against establishment politicians played a major role in gaining him the presidency. Moreover, it turned politics into what Guy Debord once called a «perpetual motion machine» built on fear, anxiety, the war on terror and a full-fledged attack on women, the welfare state and people of color.

Too often during this election season, a discourse of «bad manners» has paraded as insight while working to hide the effects of power, politics, racial injustice and other forms of oppression.

The rhetoric of «incivility» often functions as a conservative ideological tool, working to silence critics by describing them as ill-tempered, rude and uncivilized. Politics, in this sense, shifts from a focus on substance to style — reworking the notion of critical thinking and action through a rulebook of alleged collegiality — which becomes code for the elevated character and manners of the privileged classes. Within this rhetoric, the wealthy, noble and rich are usually deemed to possess admirable character and to engage in civil behavior. At the same time, those who are poor, unemployed, homeless or subject to police violence are not seen as victims of larger political, social and economic forces. On the contrary, their problems are reduced to the depoliticizing discourse of bad character, defined as an individual pathology, and whatever resistance they present is dismissed as rude and uncivil.

As a rich white man who has intentionally embraced an «uncivil» persona, Trump has related to this discourse in unpredictable ways. By claiming he loves the uneducated and appealing to the crudest instincts of the mob, Trump elevates incivility to a performance — a pedagogy of righteous indignation — while removing it as a platform for a substantial political critique. The uncivil persona becomes a threat, a signpost for misdirected anger and a symbol of a mass in need of a savior.

There is more at issue here than ideological obfuscation and a flight from social responsibility on the part of the dominant classes; there is also a language of violence that serves to reproduce existing modes of domination and concentrated relations of power. In this instance, argument, evidence and informed judgment — when they hold power accountable or display a strong response to injustice — are subordinated to the category of unchecked emotions, a politics that embraces rude behavior and a propensity for violence. When deployed in a way that obfuscates the injuries of class, racism, sexism, among other issues, the discourse of incivility reduces politics to the realm of the personal and affective while cancelling out broader political issues such as the underlying conditions that produce anger, the effects of misguided resentment and a passion that connects the body and mind.

As Benjamin DeMott has pointed out, the discourse of incivility does not raise the crucial question of why American society is tipping over into the dark politics of authoritarianism. On the contrary, the question now asked is «Why has civility declined?» Tied to the privatized orbits of neoliberalism, this is a discourse that trades chiefly in good manners, the virtues of moral uplift and praiseworthy character, all the while refusing to raise private troubles to the level of public issues. The call to civility confuses the relationship between anger and resentment, dismissing both as instances of faulty character and bad manners.

What happens to a democracy when incivility becomes a central organizing principle of politics? What happens to rational debate, culture and justice?

To read more articles by Henry A. Giroux and other authors in the Public Intellectual Project, click here.

The US has become a country motivated less by anger, which can be used to address the underlying social, political and economic causes of social discontent, than by a galloping culture of individualized resentment, which personalizes problems and tends to seek vengeance on those individuals and groups viewed as a threat to American society. One can argue that the call to civility and condemnation of incivility in public life by the ruling elite no longer registers favorably among individuals and groups who are less interested in mimicking the discourse and manners of the financial elite than in expressing their resentment as they struggle for power, however rude such expressions might appear to the mainstream media and rich and powerful. Rather than an expression of a historic if not dangerous politics of unchecked personal resentment (as seen among many Trump supporters), we are witnessing a legitimate and desperately needed politics of outrage and anger — one that privileges the struggle for justice over an empty call for civility and acceptable manners.

Difference Between Anger and Resentment

Anger is connected with injustice, while resentment is more about personalized pettiness.

We see elements of crucial anger among the many supporters of Bernie Sanders, as well as the Black Lives Matter movement and the Indigenous-led movement to stop the Dakota Access pipeline. Anger can be a disruption that offers the possibility for critical analysis, calling out the social forces of oppression and violence in which so many current injustices are rooted.

Meanwhile, resentment operates out of a friend/enemy distinction that produces convenient scapegoats. It is the stuff of loathing, racism and spontaneous violence that often gives rise to the spectacle of fear-mongering and implied threats of state repression. In this instance, ideas lose their grip on reality and critical thought falls by the wayside. Echoes of such scapegoat-driven animosity can be heard in Trump’s «rhetorical cluster bombs,» in which he stated publicly that he would like to punch protesters in the face, punish women who have abortions, bring back state-sanctioned torture and, of course, much more. Genuine civic attachments are now cancelled out in the bombast of vileness and shame, which has been made into a national pastime and central to a spectacularized politics.

Reflection no longer challenges a poisonous appeal to commonsense or the signposts of racism, hatred and bigotry. Manufactured ignorance opens the door to an unapologetic culture of bullying and violence aimed at Muslims, immigrants, Blacks and others who do not fit into Trump’s notion of «America.» This is not about the breakdown of civility in US politics or the bemoaned growth of incivility. Throughout its history, US society has been inundated by a toxic, racist ideology that oppresses and marginalizes Black people, Indigenous people and immigrants of color, and particularly since 9/11, has singled out Muslims as targets. It is a market-driven ideology that enshrines greed and self-interest, and a sustained attack on public values and the common good, fueled by the policies of a financial elite — much of it coded by both the Republican and Democratic political establishment.

Trump did not invent these forces; he simply brought them to the surface and made them the centerpiece of his campaign. As anti-democratic pressures mount, the commanding institutions of capital are divorced from matters of politics, ethics and responsibility. The goal of making the world a better place has been replaced by dystopian narratives about how to survive alone in a world whose destruction is just a matter of time. The lure of a better and more just future has given way under the influence of neoliberalism to questions of mere survival. As Zygmunt Bauman has argued in his books Wasted Lives and Consuming Life, entire populations once protected by the social contract are now considered disposable, dispatched to the garbage dump of a society that equates one’s humanity exclusively with their ability to consume.

The not-so-subtle signs of the culture of resentment and cruelty are everywhere, and not just in the proliferation of extremist talking heads, belligerent nihilists and right-wing conspiracy types blathering over the airways, on talk radio, and across various registers of screen culture. Young children, especially those whose parents are being targeted by Trump’s rhetoric, report being bullied more. Hate crimes are on the rise. And state-sanctioned violence is acceleratingagainst Native Americans, Black youth, and others now deemed unworthy and disposable in Trump’s America.

In the mainstream media, the endless and unapologetic proliferation of lies become fodder for higher ratings, informed by a suffocating pastiche of talking heads, all of whom surrender to «the incontestable demands of quiet acceptance,» as Brad Evans and Julien Reid haveargued in Truthout. Politics has been reduced to the cult of the spectacle and a performative register of shock, but not merely, as Neal Gabler observes, «in the name of entertainment.» The framing mechanism that drives the mainstream media is a sink-or-swim individualism and a shark-like notion of competition that accentuates and accelerates hostility, insults and the politics of humiliation.

Capitalism’s New Age of Bullying

Charles Derber and Yale Magrass are right in arguing in Bully Nation that «Capitalism breeds competition and teaches that losers deserve their fate.» But capitalism also does more. It creates an unbridled individualism that embodies a pathological disdain for community, produces a cruel indifference to the social contract, disdains the larger social good, and creates a predatory culture that replaces compassion, sharing and a concern for the other. As the discourse of the common good and compassion withers, the only vocabulary left is that of the bully — one that takes pride in the civic-enervating binary of winners and losers. What has been on full display in the presidential election of 2016 is the merging of the culture of cruelty, the logic of egregious self-interest, a deadly anti-intellectualism, a ravaging unbridled anger, a politics of disposability, and a toxic fear of others. Jessica Lustig captures this organized culture of violence, grudges and resentment in The New York Times Magazine with the following comments:

Grievance is the animating theme of this election and the natural state of at least one of the candidates; Trump is a public figure whose ideology, such as it is, essentially amounts to a politics of the personal grudge. It has drawn to him throngs of disaffected citizens all too glad to reclaim the epithet «deplorable.» But beyond these aggrieved hordes, it can seem at times as if nearly everyone in the country is nursing wounds, cringing over slights and embarrassments, inveighing against enemies and wishing for retribution. Everyone has someone, or something, to resent.

It gets worse. In the age of a bullying internet culture, the trolling community has elected one of its own as president of the United States. Criticizing the pernicious trolling produced by political extremists should not suggest a generalized indictment of the internet and social media, since the latter have also been key tools in pushing back against Trump’s egregiousness. As the apostle of publicity for publicity’s sake, Trump has adopted the practices of reality TV, building his reputation on insults, humiliations, and a discourse of provocation and hate.

According to The New York Times, since announcing his candidacy, Trump used Twitter to insult at least 282 people, places and things. Not only has he honed the technique of trolling, he has also made it a crucial resource in upping the ratings for the mainstream media who, it seems, are insatiable when it comes to covering Trump’s insults. Trump has done more than bring a vicious online harassment culture into the mainstream, he has also legitimated the worst dimensions of politics and brought out of the shadows white nationalists, racist militia types, social media trolls, overt misogynists and a variety of reactionaries who have turned their hate-filled discourse into a weaponized element of political culture. This was all the more obvious when Trump hired Stephen K. Bannon to run his campaign. The former executive chairman of Breitbart News is well known for his extremist views and for his unwavering support for the political alt-right. One of his more controversial headlines on Breitbart read, «Would you rather have feminism or cancer?» He is also considered one of the more prominent advocates of the right-wing trolling mill that is fiercely loyal to Trump. Jared Keller in The Village Voice captures perfectly the essence of Trump’s politics of trolling. He writes:

From the start, the Trump campaign has offered a tsunami of trolling, waves of provocative tweets and soundbites — from «build the wall» to «lock her up» — designed to provoke maximum outrage, followed, when the resulting heat felt a bit too hot, by the classic schoolyard bully’s excuse: that it was merely «sarcasm» or a «joke.» In a way, it is. It’s just a joke with victims and consequences…. Trump’s behavior has normalized trolling as an accepted staple of daily political discourse.

One example of such vitriol was noted by Andrew Marantz’s profile for The New Yorker on Mike Cernovich, a prominent internet troll. He writes:

His political analysis was nearly as crass as his dating advice («Misogyny Gets You Laid»). In March, he tweeted, «Hillary’s face looks like a melting candle wax. Imagine what her brain looks like.» Next he tweeted a picture of Clinton winking, which he interpreted as «a mild stroke.» By August, he was declaring that she had both a seizure disorder and Parkinson’s disease.

In the age of trolls and the heartless regime of neoliberalism, politics has dissolved into a pit of performative narcissism, testifying to the distinctive power of a corporate-driven culture of consumerism and celebrity marketing, which reconfigures not just political discourse but the nature of power itself. In spite of the large-scale protests against economic injustice that ranged from Madison to Occupy Wall Street, the teacher strikes that have emerged since the 2008 Wall Street collapse, the ensuing political corruption and the consolidation of wealth and power, millions of Americans turned to the politics of resentment.

This totalitarian logic has been reinforced by the strange intersection of celebrity culture, manufactured ignorance and the cult of unbridled emotion, to inhabit a new register of resentment, which as Mark Danner points out in The New York Review of Books, takes «the shape of reality television politics.» Within such an environment, a personalized notion of resentment drives politics while misdirecting rage towards issues that reinforce totalitarian logic. Under such circumstances, the long-standing forces of nativism and demagoguery drive American politics and the truth of events is no longer open to public discussion or informed judgment. All that is left is the empty but dangerous performance of misguided hopes wrapped up in the fog of ignorance, the haze of political and moral indifference, and the looming specter of violence.

The rise of Donald Trump as a corporate-fueled celebrity troll represents the broader contempt for a politics of empathy and compassion. This contempt is the bedrock of a neoliberal formative culture that, as my colleague David Clark once remarked to me, «breeds horrors: the failures of conscience, the wars against thought, and the flirtations with irrationality that lie at the heart of the triumph of every-day aggression, the withering of political life, and the withdrawal into private obsessions.»

The issue is no longer whether politicians, such as Donald Trump, are about to lead us into a new age of authoritarianism and bigotry. Rather, we should be seeking to locate and challenge the forces that have produced these politicians. When individualized resentment and scapegoat-centered violence are normalized, we move closer to a police state and toward an age that forgets the totalitarian impulses that gave us Iraq, state-authorized torture, a carceral state, war crimes, a plundering of the planet, and much more. Trump is only a symptom, not the cause of our troubles. Global capitalism is the monster and Trump is its most dangerous, confused and hateful messenger.

Anger is a double-edged sword and can be transformed into various forms of productive resistance or it can be appropriated and manipulated as a breeding ground for resentment, hate, bigotry and racism. What is clear is that Trump knew how to turn such an odious appeal into both a performance and a spectacle — one that mimicked the darkest anti-democratic impulses.

The Struggle Continues

Let’s hope the planet is around long enough to begin to rethink politics in light of this election of Donald Trump to the presidency, which ranks as one of the most sickening events in American political history. Democracy, however flawed, has now collapsed into Trump’s world, one led by a serial sexual groper, liar, nativist, racist and authoritarian. As my friend Bob Herbert mentioned to me recently, «Trump threatens everything we’re supposed to stand for. He’s the biggest crisis we’ve faced in this society in my lifetime. The Supreme Court is lost for decades to come. His insane tax cuts will only expand (and lock in) the extreme inequality we’re already facing. I don’t need to provide a laundry list for you. The irony of ironies, of course, is that the very idiots, racists, misogynists and outright fools who put him in the presidency will be among those hammered worst by his madness in office.»

The strategy of the left will be set back for years as a result of this election, given Trump’s propensity for vengeance, crushing dissent and sheer animosity toward anyone who disagrees with him. When he withdraws the US from the Paris Accords, goes after Black youth with his call for racial profiling, lowers taxes for the rich, deregulates business, sets back the Supreme Court for decades and expands the police state as he begins mass deportations, maybe we should rethink where the levers of power lie.

Amid this turmoil, we cannot let our anger simply become an expression of misdirected resentment. It is time to wake up and repudiate the notion that capitalism and democracy are the same thing. We must use our anger to fight collectively for a politics that refuses to forget the crimes of the past, so it can imagine a different future. Such a struggle is not an act of incivility, but a call to educated hope, civic courage and the need to start organizing.

Fuente: http://www.truth-out.org/opinion/item/38351-the-authoritarian-politics-of-resentment-in-trump-s-america

Imagen: A barbed-wire wrapped Trump/Pence campaign sign in Erie, Pennsylvania, two days after the election, November 10, 2016. (Photo: Hilary Swift / The New York Times)

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Los libros de texto desfasados ponen en peligro el desarrollo sostenible

17 Diciembre 2016/UNESCO

Un nuevo estudio del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) de la UNESCO revela cómo los libros de texto de enseñanza secundaria desde el decenio de 1950 hasta 2011 pasaron por alto o distorsionaron las prioridades clave que actualmente han demostrado ser fundamentales para alcanzar el desarrollo sostenible. Dado que los libros de texto únicamente se revisan cada 5-10 años, el análisis revela que los gobiernos deben reevaluarlos de manera urgente para asegurarse de que en ellos se reflejan los valores esenciales del desarrollo sostenible, como los derechos humanos, la igualdad de género, los problemas medioambientales, la ciudadanía mundial y la paz.

En el análisis, que se publicó con motivo del Día de los Derechos Humanos, se examinaron libros de texto de historia, educación cívica, estudios sociales y geografía de enseñanza secundaria. Estos manuales procedían del Instituto Georg Eckert (Alemania), que posee la colección más amplia de libros de texto de todo el mundo.

En el estudio se llegó a las siguientes conclusiones principales: Derechos humanos:

  • El porcentaje de libros de texto en que se mencionaban los derechos humanos pasó de un 28% a un 50% entre 1970-1979 y 2000-2011, y el incremento más grande se registró en el África Subsahariana.
  • No obstante, únicamente en el 9% de los libros de texto de 2000-2011 se abordaban los derechos de las personas con discapacidad, mientras que los derechos de las personas LGBTI se trataban en el 3% de los manuales.
  • Solo en el 14% de los libros de texto de 2000-2011 se mencionaban los derechos de los inmigrantes y los refugiados.

Género:

  • El porcentaje de libros de texto en que se mencionaban los derechos de la mujer aumentó del 15% en el periodo 1946-1969 al 37% en el periodo 2000-2011. Solo en una sexta parte de los libros de texto de África Septentrional y Asia Occidental había alguna mención a los derechos de la mujer.
  • Pese a los mensajes explícitos para luchar contra las desigualdades de género, los prejuicios sexistas siguen siendo un problema importante. En muchos libros de texto, por ejemplo de Argelia, Francia, Italia, España, Uganda, el Pakistán, el Irán, Turquía, Kenya y Zimbabwe, se muestra a las mujeres en actitudes sumisas o desempeñando funciones tradicionales, como limpiando o sirviendo a los hombres.
  • Algunos países, como Viet Nam, han revisado sus libros de texto para que ilustren mejor la igualdad de género.

Cuestiones medioambientales:

  • Durante 2000-2011, la protección del medio ambiente o los daños ambientales se trataron en la mitad de los libros de texto, porcentaje que duplicaba el registrado entre 1970-1979.
  • Únicamente en el 30% de los libros de texto de 2000-2011 se presentaban las cuestiones medioambientales como un problema mundial.

Paz:

  • Solo en el 10% de los libros de texto publicados en 2000-2011 se mencionaba de forma expresa la prevención o la solución de conflictos. Sri Lanka es uno de los países que ha introducido recientemente los mecanismos de reconciliación en los libros de texto a fin de promover la paz y la cohesión social.
  • Entre el 50% y el 72% de los 72 manuales de enseñanza secundaria analizados en 15 países  relacionaban  el  Islam  y  a  las  sociedades  árabes con  los  conflictos,  el nacionalismo, el extremismo o el terrorismo.

Ciudadanía mundial:

  • En el 25% de los libros de texto de 2000-2011 se mencionaba la ciudadanía mundial, en comparación con el 13% en el decenio de 1980.
  • Sin embargo, a finales de la década de 2000, en el 60% de los libros de texto de los países no se mencionaban en absoluto actividades fuera de sus fronteras.

Aaron Benavot, Director del Informe GEM de la UNESCO, afirmó lo siguiente: “Los libros de texto transmiten los valores fundamentales y las prioridades de cada sociedad, y se utilizan de manera generalizada en las escuelas de todo el mundo para orientar el aprendizaje de los educandos. Nuestro nuevo estudio revela en qué medida muchos estudiantes de secundaria que cursan ahora estudios universitarios han aprendido valores de libros de texto anclados en el pasado. La revisión de los libros de texto es poco frecuente y a menudo consiste únicamente en pequeñas modificaciones, más que en replantear los contenidos. Además, los gobiernos simplemente desconocen hasta qué punto sus libros de texto están desconectados de la realidad. Nuestra investigación muestra que deben prestar más atención a lo que aprenden los niños y adolescentes de su país”.

En el Informe GEM se hace un llamamiento a los gobiernos para que revisen de manera urgente el contenido de sus libros de texto con objeto de que los valores que transmiten se ajusten a los principios de la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (y sus ODS). En el Informe se aboga por incorporar los valores de los ODS en las directrices nacionales empleadas para revisar los libros de texto y por enseñar dichos valores en talleres de formación destinados a autores e ilustradores de manuales escolares.

En el estudio figura una lista de verificación de los contenidos pertinentes de los libros de texto a los que los gobiernos deberían estar atentos cuando revisen los libros de texto aprobados recientemente. Los docentes y educandos tienen a su disposición una  versión aparte de esa lista que pueden utilizar en el aula y que los ayudará a evaluar los manuales que emplean y a exigir que sus gobiernos rindan cuentas al respecto.

Fuente: http://es.unesco.org/news/libros-texto-desfasados-ponen-peligro-desarrollo-sostenible

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Entre las pruebas PISA y el horror sistemático

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Las lecturas de la escuela y las de la cotidianidad parecen condenadas a ir por lados contrarios, mejoró la escuela, pero el horror sigue igual. Las pruebas PISA, miden el conocimiento en ciencias, lectura y matemáticas de jóvenes de 15 años de 71 países. Colombia tuvo una leve mejoría que la deja en el puesto 61 en matemáticas, 57 en ciencias y 54 en lectura, pero en todo caso sigue mal. La mayoría de países de América Latina mejoró aunque la brecha con los países de primeros lugares se conserva. Singapur, Japón, Estonia, Taiwán, Finlandia, China, Canadá, Vietnam, Hong Kong y Shanghái, siempre van en punta. En Singapur uno de cada cuatro estudiantes logra una posición de alto nivel y en los países de la OCDE apenas uno de cada 10. Colombia no logra ningún puesto de alto nivel y otros como México tienen diferencias de hasta 70 puntos por debajo de España y Brasil cayó al vació.

Sin embargo es difícil pedirle mas a los jóvenes de Colombia, en especial a los de la escuela publica con educación desfinanciada, recursos escasos, profesores sin garantías laborales y amenazas a su estabilidad laboral, y en general sometida por el mercado de competencia salvaje. La ministra a la usanza militar, respecto a los informes de derechos humanos, no sale a promover explicaciones si no a justificar y agrandar cifras confusas en un país donde lo real y la ficción impiden comprender la verdad. Las lecturas de la realidad material y de la enseñanza formal parecen atadas a modos de vivir con alegría y horror. ¿Cómo leer la realidad por cuenta propia si sus interpretes que ideologizan los hechos definen lo que ocurre?. Cómo comprender por ejemplo la alegría de recibir un premio Nobel de Paz, si a pocas horas de diferencia un sádico de la elite Bogotana, rapta, viola y destruye con sevicia la vida de una niña pobre, indígena, desplazada, hija del país marginado; y días antes una lideresa Lgtbi haya sido asesinada en Barranquilla y sus vecinos con morbo le bajaran sus pantalones para mirar su órgano sexual; o que en Buga fuera violada, torturada y asesinada otra mujer.

Bastaría con presumir que las actividades sociales y mundanas del día a día están entrelazadas con una violencia genocida, que ha borrado los limites entre los frentes de batalla y el hogar. La guerra ha llevado los escenarios del crimen a lujosos edificios y fincas de recreo. Es promovida por los interpretes de lecturas intolerantes, que alimentan el odio y enseñan a un sector social a estar por encima de los otros, a sentirse superiores, inescrutables y a asesinar por placer, curiosidad u otros motivos. Esas lecturas salidas de centros de mando político formado por elites que gobiernan en medio de la corrupción y el menosprecio por la vida de los otros, incitan a esa violencia fratricida y patriarcal, aunque para expiar sus culpas, desde allí mismo pidan castración, cadena perpetua o pena de muerte en claro populismo punitivo orientado a desviar la razón del crimen y traducir a votos.

Como estos, ocurren cada semana decenas de crímenes sistemáticos, que al integrarlos evidencian si no una política por lo menos una cadena de exterminio de mujeres, lideres, jóvenes y niños, que tienen un mismo perfil de victimas: pobres, excluidos, opositores. Muchos caen asesinados por el hambre o por enfermedades prevenibles. Los medios siguen el libreto asignado: muestran selectivamente a alguno como caso individual, desconectado, que cumple la función de mantener la lectura fragmentada y hegemónica y encubrir con el morbo de un dolor ajeno la tragedia humanitaria. Contribuyen naturalizar la idea de que una vida humana vale menos que un iPad, ocultan la realidad de mafias y empresarios que asociados saquean los recursos del estado y pervierten la capacidad de sus instituciones y explotan laboral, sexual y delincuencialmente a mas de un millón de niños sobre quienes deciden su manera de vivir y su forma de morir y con total impunidad, desprecian la vida humana y en secuencia lógica llaman a continuar la guerra que harán a través de esos mismos niños.

Colombia es una buena síntesis de belleza y horror, un país que mejoró levemente la capacidad de lectura de los jóvenes según las pruebas pisa, que además produjo un solido acuerdo de paz, una impecable formula de justicia transicional y recibió la mas admirable generosidad de las victimas para ofrecer perdón a sus victimarios, -valga recordar de insurgencia, estado, paramilitares y los dos últimos en connivencia-. Los jóvenes mejoraron su lectura de colegio y los adultos en cambio a causa de una lectura manipulada que asaltó la inocencia no superaron la gran prueba del plebiscito por la paz, en que no se impuso la comprensión del respeto a la dignidad humana, si no venganza y resentimiento. La lectura manipulada impidió leer por cuenta propia. Fue hecha y difundida por interpretes de una ultraderecha delirante, que busca en las mayorías un antitodo que le garantice impunidad para los responsables de incontables sucesos de barbarie ocurridos durante el régimen de la seguridad democrática. El libro sagrado de la biblia, también fue interpretado para resaltar una moral y poner en retroceso conquistas alcanzadas. Los elegidos para transmitir la lectura sagrada movilizaron a sus fieles, -las ovejas de su rebaño-, sujetadas por las carencias y el olvido estatal. Las necesidades materiales de buena parte de la población son fácilmente convertidas por cínicos y sádicos en adhesión a programas políticos o de fe y orientar sus votos con la promesa de salvación y solidaridad que florecen en medio de la desesperanza calculada para provocar esos temores.

Mientras sus jóvenes mejoraban la lectura académica de las pruebas pisa, la lectura hecha por los interpretes del dogma y la pureza se asociaban para defender su interés oculto de seguir la guerra en nombre del progreso y por la salud de la nación. Unos interpretes dijeron que los hijos de la paz naciente serían homosexuales; otros dijeron que el país sería gobernado por comunistas, como en los comienzos de la aplicación de la higiene racial, homofóbica y totalitaria que terminó en holocausto, El fin de esta lectura de odio -que recuperó su plena vigencia- es obtener nuevamente el poder, elegir un presidente y proceder a eliminar malformaciones, defectos y rasgos con impurezas.

El proyecto de ultraderecha se dirige a la preservación de la guerra- y con ella del enemigo a derrotar- porque de ella emana su poder. La guerra es el valor supremo que revaloriza sus palabras y les permite afianzarse políticamente según sus ideales de belleza y crueldad y fijar comportamientos y conductas, que solo encuentran posibles eliminado las plagas de la humanidad, traducidas a marginados, guerrilleros, homosexuales, comunistas y opositores. Esta lectura se convierte en una orden de la que toman nota los fanáticos y sádicos que actúan aunque no se sientan criminales y aleguen estar educados correctamente o pertenecer a familias ejemplares que no matan pero saben borrar las huellas o negar y; los paramilitares que practican desde atracos callejeros, violaciones y hostigamientos, hasta descuartizamientos y decapitaciones publicas, para lograr el objetivo de perfeccionamiento social de su proyecto a base de exterminar a los estigmatizados contaminantes, empezando por los de sus propias filas cuando encuentran adentro a seguidores defectuosos.

A través de los jóvenes colombianos que presentaron las pruebas pisa se puede señalar que el país mejoró un par de puestos en la lectura y comprensión de la literatura universal, obtenida del conocimiento y la enseñanza académica, pero que en cambio varios millones de adultos empeoraron su capacidad de lectura critica y propia de la realidad y contra todo juicio sensato siguen dando muestras que prefieren la muerte a la vida. Los que leen en la paz la dignidad, leen mejor la realidad, y su deber es transformarla, saber defender la vida con convicciones éticas y saber poner al descubierto a quienes aun en medio del llanto, siempre dejan ver su cara al sol y sus camisas negras.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/entre-las-pruebas-pisa-y-el-horror-sistematico/

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Persiste rezago escolar entre alumnos mexicanos

América del Norte/México/17 Diciembre 2016/Fuente: Prensa Latina

Al menos 7,3 por ciento de los alumnos mexicanos de bachillerato enfrenta rezago escolar grave, según un reporte del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) divulgado hoy.
El mismo problema afecta a 4,1 por ciento de los estudiantes de secundaria, dijo el INEE.

Oaxaca, Guerrero y Chiapas, entre los estados más pobres del país, tienen el mayor porcentaje de alumnos en rezago grave, es decir, que no están inscritos en el grado que les corresponde por la edad.

A escala nacional de cada mil niños que ingresan a la primaria, 219 tardan más de seis ciclos en concluirla, y casi el 20 por ciento de quienes cursan la secundaria no egresan en tres años.

Fuente: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=50654&SEO=persiste-rezago-escolar-entre-alumnos-mexicanos
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Haciendo una diferencia a través de las artes

América del Norte/Estados Unidos/17  Diciembre 2016/Fuente: El Diarony.com

Las artes pueden influir increíblemente en las vidas de nuestros niños, y es por esto que al asumir el cargo de Canciller, uno de mis objetivos era garantizar que cada uno de los niños de nuestra ciudad, independiente de la zona donde resida o de su idioma natal, tuvieran la oportunidad de aprender y dedicarse a las artes de forma auténtica. De hecho, esta misma semana publicamos nuestro informe anual de artes, en el que se observa nuestro increíble avance con el aporte de maestros y programas de danza, música, teatro y artes visuales en las escuelas de la ciudad.

El acceso a la educación artística de primera y a maestros de artes comprometidos es vital para el éxito de nuestros estudiantes, por lo cual me complace anunciar que tenemos el más alto número de maestros de artes con certificación en 11 años, y hemos aumentado significativamente los programas de artes dirigidos a estudiantes que aprenden inglés y aquellos con discapacidades. En el desarrollo de esta iniciativa ha sido instrumental el programa Arts Matter, cuyos esfuerzos combinan la colaboración común entre varias escuelas vecinas – la mayoría de ellas localizadas en comunidades con profundas necesidades – para compartir uno o dos maestros de artes. Este programa ofrece desarrollo profesional permanente y mentoría individual específica por disciplina, impartidos por maestros experimentados, así como materiales de artes. Esta iniciativa es parte de la inversión adicional de $23 millones de la administración en educación artística.

A raíz de ello, la Ciudad de Nueva York tiene ahora un número sin precedentes de maestros de artes certificados a tiempo completo, con un total de 2,757 en todas las escuelas y clases desde kínder a 12.o grado.  En materia de artes, el gasto aumentó a $399 millones en el año escolar 2015-16, de $367 millones en el año anterior. La inversión en las artes mejorará los resultados académicos para decenas de miles de estudiantes. Al mismo tiempo, las artes juegan un papel primordial para profundizar en la comprensión y apreciación de otras culturas y costumbres.

La educación artística de alta calidad sirve para enseñar destrezas importantes a nuestros estudiantes y se articula a lo que ellos aprenden en otras clases: por ejemplo, la representación de un monólogo puede ser el ejercicio perfecto para ayudar a que un estudiante aprendiendo inglés entienda las complejidades del lenguaje y la comunicación, se desenvuelva y adquiera confianza en sí mismo.  Un buen programa de música sirve como estímulo para que el estudiante asista a la escuela, desarrolle nuevos intereses, o que simplemente haga nuevas amistades.     

Como también le dirán la mayoría de los directores escolares y maestros, cuando voy de visita a una escuela quiero ver las aulas llenas de estudiantes aprendiendo con alegría y curiosidad. Quiero ver la imaginación de cada uno volar. Quiero verlos ensayando un número de baile tradicional para una presentación próxima, o escuchar un debate animado sobre arte pop, surrealismo e impresionismo, y ver evidencias de pinturas, dibujos, fotografía y piezas literarias.  A medida que el mundo se conecta más y más, la educación de primera tiene que preparar a los estudiantes para salirse de lo convencional, y las artes son un ingrediente esencial.

Me llena de satisfacción ver a nuestra Ciudad adelantar a grandes pasos hacia la expansión del acceso a las artes, como parte de nuestro compromiso de brindar equidad y excelencia para todos los estudiantes. Esta inversión seguirá ofreciendo enseñanza práctica a nuestros niños que les servirá como lecciones de camaradería, de cómo revisar, editar, ensayar y aplicar la lógica—destrezas que los ayudarán prosperar en la escuela y la vida.

-Carmen Fariña es  la canciller de educación de la Ciudad de Nueva York

Disponible en la url: http://eldiariony.com/2016/12/15/haciendo-una-diferencia-a-traves-de-las-artes/

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