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Pesadillas futuristas: ¿fin de la «forma-sindicato»?

Por: Néstor Kohan

(Una simple experiencia personal en la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires)

“El futuro ya llegó. Llegó como vos no lo esperabas”. Así de simple. Los Redondos se adelantaron.

En medio de la pandemia del coronavirus (COVID-19), estamos inmersos en una película futurista. Pero no en un sillón acolchonado frente a una pantalla 3D sino como protagonistas involuntarios de la vida real y cotidiana. La calle vacía. No le puedo dar la mano a mis amigos. ¡Cuidado con compartir un mate! Si me acerco para abrazar o besar a un ser querido, pega un saltito hacia atrás con rostro temeroso. “El 70 u 80 % de la población mundial se contagiará indefectiblemente”. ¿Me estarán vendiendo, una vez más, un viejo televisor blanco y negro? No, unas médicas amigas (especialistas) me aseguran que el contagio es… INEXORABLE.

Esta distopía, argentina pero también mundial (¿generada artificialmente como guerra biológica para dirimir conflictos comerciales y someter a enemigos díscolos como China e Irán?), se escapó de las manos. Frankenstein nunca fue obediente ante sus creadores. El panorama actual superó ampliamente la colección de relatos imaginarios sobre un futuro sombrío y apocalíptico que recopiló y comentó F. Jameson en su enciclopédico y abrumador libro (Fredric Jameson [2005] (2009): Arqueologías del futuro. El deseo llamado utopía y otras aproximaciones de ciencia ficción. Madrid, Akal).

En ese contexto tan inesperado, ¿tendrán por fin razón los preconizadores del «fin del trabajo» (Jeremy Rifkin), el «agotamiento de la política» (Daniel Bell), el ocaso de los «grandes relatos» (Jean-François Lyotard), el «fin de la historia» (Francis Fukuyama), la opacidad de la «forma-sindicato» (Toni Negri)? ¿Habremos llegado acaso al fin del capitalismo senil?

Estas breves líneas no tienen una finalidad teórica. No aspiran a refutar tesis ni a postular nuevas hipótesis. Son muchísimo más modestas. Pero sencillamente descreo de todos esos apocalipsis cuasi bíblicos. Las armas biológicas ya se habían utilizado anteriormente en los conflictos sociales. Ahora se subió la apuesta, sin duda. Estamos en otra escala. Pero ni desapareció el Mercado como regulador social ni falleció la lógica de la acumulación ni se esfumaron los intereses privados. Puede ser muy simplón, pero basta ir al supermercado o a la farmacia y la «inexistencia» del alcohol en gel o los sobreprecios de los remedios (como el jabón quirúrgico) nos traen abruptamente a la realidad.

Sin pretensiones teóricas entonces. Sin aparato crítico. Sin bibliografía exhaustiva. Estas breves líneas pretenden tan sólo agradecer. Y lo hacen desde un humilde lugar personal. Esos mismos que no gozan de buena prensa en las ciencias sociales. No pretendo aquí reflotar el oxidado, vetusto e inoperante «individualismo metodológico» (la versión «cool» de las «robinsonadas» de las que solía reírse el viejo Karl Marx).

Pido únicamente permiso para contar una simple experiencia y en consonancia, agradecer. Tan sólo eso. La palabra diabólica es: cáncer. Y por si no alcanzara, una cirujana me agregó una segunda: metástasis. Demoledor. Pero calma. Respirar hondo y preguntarse, como un muchacho llamado Lenin: ¿qué hacer? El endocrinólogo («es el mejor», «confiá en él», «es el que más sabe en Argentina», todo el mundo me repetía mientras hacía fila en el hospital) trató de apaciguar. «No te morís de forma inmediata. Tranquilo. Pero tampoco podés esperar más de cuatro meses», me recalcó, rodeado de su equipo.

Bueno. Y ahí comenzó una interminable seguidilla de análisis, filas, turnos, colas, números y horas y horas de espera. Por suerte podía llevarme conmigo una biblioteca en la mochila para no desesperarme. Pero el tiempo pasaba. Y las autorizaciones de los principales pedidos médicos para la intervención eran rechazadas. De nuevo la disyuntiva: ¿qué hacer? Varias médicas me decían: «lo importante es no estresarse». Pero el reloj corría y las agujas no se detienen. El calendario avanzaba. ¡Y eso que todavía no había comenzado el coronavirus!

Como la mayoría de la gente común, apelé a lo que mejor conozco. «El que no llora, no mama». Quien no reclama y no lucha, no consigue nada. A lo largo de toda mi vida aprendí que quien no da la pelea, está perdido desde el inicio. Por eso paré la pelota, di un paso al costado en la fila hospitalaria y me comuniqué con mi sindicato, la AGD-UBA (Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires), asociación a la que pertenezco –por decisión propia, no compulsivamente– hace unas décadas (tengo el Nro. 569 de afiliado). Le escribí a la compañera Fabiola Ferro, delegada de mi lugar de trabajo. Le explico brevemente la situación apremiante en la que me encuentro. Me contestó al instante. ¡Y eso que eran vacaciones! Cerrada la Facultad, cerrada la UBA, nadie en el sindicato, pero me contestó. Todo lo contrario de cómo se comportaría un sindicato burocrático (de esos que te afilian compulsivamente, con la complicidad gerencial de las máximas autoridades, y sólo les interesa tu aporte mensual).

La delegada inmediatamente me comunicó con la compañera Ileana Celotto, que tiene una responsabilidad mayor en el sindicato. Sin conocernos, ella también me devolvió los mensajes, incluso sin estar en Buenos Aires. Se ocupó, «se movió», no lo cajoneó como suele pasar en una institución burocrática. Todo esto parece que ocurrió hace tres siglos… antes del coronavirus. Pero fue hace apenas poquitos meses.

La representante de la AGD me consiguió entonces una reunión para destrabar las autorizaciones para operarme. No estaba en juego, lo sé perfectamente, el programa bolchevique de la revolución mundial. No se jugaba al todo o nada el socialismo a escala internacional. Nada de eso. No me confundo. Pero un cáncer no se hace esperar. Esta enfermedad tiene una crueldad que genera, como mínimo, respeto.  Porque es inflexible y taxativa.

Sólo se trataba de algo sin mayores implicancias políticas. La vida de un trabajador docente de la UBA, que para el sistema no vale nada. No nos engañemos. Aún habiendo intentado ayudar a leer, estudiar e investigar a varios miles de estudiantes, aún habiendo aportado varias décadas de mi salario, sin autorización…, no había operación. Y sin operación para extirpar el cáncer a tiempo… buena suerte y hasta luego. Que pase el que sigue. Pero no fue así. El sindicato AGD intervino. Me apoyó.

Creo humildemente que yo no estaba solicitando nada exótico. Sólo lo que me corresponde. Y la AGD me apoyó. (En el balance personal –pues en las situaciones límites suelen emerger meditaciones de este tipo– no me arrepiento de haber sido fiel y leal a todas las luchas sindicales durante décadas, apostando la mayoría de las veces por paros activos para no vaciar la UBA, desde carpas en la calle hasta clases públicas y cortes de avenida. En su momento en nuestra cátedra de teoría crítica latinoamericana compramos un megáfono propio para esas clases en el rectorado, en las avenidas o donde sea; megáfono que finalmente se dio por vencido y dejó de funcionar).

Lo concreto, terrenal y simple: pude operarme, en medio de la pandemia del coronavirus, gracias a la intervención de la AGD ( con la enorme ayuda de toda la clase trabajadora del Hospital de Clínicas, hospital universitario público que brinda salud pública… ¡gente sin igual!… a quienes agradezco en otra carta).

El futuro sigue abierto. Pero la pelea siempre hay que darla.

Por eso cuando escucho o leo análisis tan banales, superficiales, improvisados, que siguiendo la moda del momento dan por finiquitada «la forma-sindical» como si fuera un objeto vetusto de museo, sin pararse a pensar o reflexionar dos minutos, siento un poco de bronca y otro poco de pena.

Pero no todo está perdido. Por eso quiero terminar esta carta AGRADECIENDO LA SOLIDARIDAD DE LA AGD, sindicato de la clase trabajadora docente de la Universidad de Buenos Aires. Universidad pública, gratuita, laica, masiva y con pretensiones de calidad.

Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/pesadillas-futuristas-ifin-de-la

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Libro (PDF) Deslegitimar el capitalismo. Reconstruir la esperanza

Reseña: CLACSO

Los actuales responsables de la economía mundial legitiman al capitalismo como sistema económico, como fundamento de la organización política y como cultural del progreso. Sostienen que globalizar los intercambios en el marco del libre mercado permitirá trascender la pobreza y entrar en un equilibrio y emancipación humana. Sin embargo, luego de tres siglos, amén de una enorme producción de riqueza, y de espectaculares progresos científicos y técnicos, la cantidad de pobres y las distancias sociales alcanzan su cumbre. Puede hablarse de una progresiva destrucción de la naturaleza, de los pueblos y naciones, y del individuo.

El presente libro ilustra estos fenómenos y la riqueza de la convergencia de los movimientos alternativos contemporáneos, quienes movilizan fuerzas sociales ante la necesidad de una visión estratégica a largo plazo, deslegitiman el capitalismo y abren la perspectiva poscapitalista.

 

Autor/a:          Houtart, François

Editorial/Editor:  CLACSO

Año de publicación: 2009

País (es): Argentina

Idioma: Español.

ISBN :    978-9962-645-23-8

 

Descarga:   Deslegitimar el capitalismo. Reconstruir la esperanza

 

Fuente  e Imagen:   http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?a=q&r=1&hs=1&t=1&q=Sistema+educativo&j=dl&c=general&fqf=TX&Submit=buscar+en+CLACSO

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Coronavirus en Brasil: la embajada china repudió un tuit racista del ministro de Educación

América del Sur/ Brasil/ 07.04.2020/ Fuente: www.clarin.com.

La embajada de China en Brasil repudió este domingo un mensaje difundido por Abraham Weintraub, el ministro de Educación brasileño, en su cuenta de Twitter, en el que vinculaba a aquel país con el origen del coronavirus. «Instamos a que corrijan los errores que cometieron y dejen de acusar sin fundamentos a China», escribió la representación diplomática de Beijing.

La polémica es con el ministro Weintraub, que el sábado publicó un tuit en el que vinculaba a China con el origen del coronavirus.

«Geopolíticamente, quién podLá saliL foLtalecido, en téLminos Lelativos, de esta cLisis mundial? Podrá ser Cebolinha? Quiénes son los aliados en BLasil del plan infalible de Cebolinha para dominaL el mundo? SeLán Cascarón o hay más amiguitos?», fue el tuit publicado en la cuenta de Weintraub.

En ese mensaje, cambió las R por la L, como forma de estigmatizar a los ciudadanos chinos. El escrito fue acompañado por una imagen de Cebolinha -personaje de historieta muy famoso en Brasil- portando una bandera de China.

Horas más tarde, el funcionario borró el mensaje. Pero la embajada china en Brasil hizo su descargo un día después.

«El 5 de abril, el ministro de Educación, ignorando la posición china en diversas gestiones, hizo declaraciones difamatorias contra China en las redes sociales, estigmatizándola al vincularla con el origen de la COVID-19″, comienza el comunicado diplomático.

El tuit estigmatizante de Weintraub, ministro de Educación de Brasil, contra China por el coronavirus.

El tuit estigmatizante de Weintraub, ministro de Educación de Brasil, contra China por el coronavirus.

«Deliberadamente realizadas, estas declaraciones son completamente absurdas y despreciables, con un cuño fuertemente racista y objetivos indescriptibles, con consecuencias negativas en el desarrollo saludable de las relaciones bilaterales entre los países. La parte china manifiesta una fuerte indignación y su repudio a este tipo de actitudes», sigue la misiva.

Después de destacar que la pandemia solo será vencida con la cooperación global, recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la comunidad internacional se «oponen explícitamente a asociar al virus con cierto país o cierta región, combatiendo a la estigmatización por sobre todas las cosas».

Y culmina con un llamado a la retractación: «Instamos a que algunos individuos brasileños corrijan los errores que cometieron y detengan sus acusaciones infundadas contra China».

El comunicado de la Embajada de China en Brasil, después de las declaraciones estigmatizantes del ministro de Educación.

El comunicado de la Embajada de China en Brasil, después de las declaraciones estigmatizantes del ministro de Educación.

No es la primera vez que una autoridad brasileña tuvo problemas por un mensaje sobre el coronavirus publicado en Twitter.

A Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, la red social le eliminó tres mensajes por desautorizar el aislamiento social y, de esta manera, ir contra las recomendaciones del Ministerio de Salud.

Coronavirus en Brasil: se acerca a los 500 muertos y ya supera los 11.000 casos

Y tampoco es la primera desventura de Weintraub en la red social. Algunos errores ortográficos lo expusieron ante la siempre atenta, y solo a veces impiadosa, audiencia de Twitter.

Fuente de la noticia: https://www.clarin.com/mundo/coronavirus-brasil-embajada-china-repudio-tuit-racista-ministro-educacion_0_aGEUJ2Fju.html

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Guillermo Jaim Etcheverry. «Los buenos docentes, y no la tecnología, son los que van a cambiar la educación»

Por: Daniel Gigena.

a cuarentena preventiva y obligatoria se decretó horas después del encuentro con Guillermo Jaim Etcheverry, presidente de la Academia Nacional de Educación y miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias. No obstante, Jaim Etcheverry, rector de la Universidad de Buenos Aires entre 2002 y 2006, saluda a dos metros de distancia y cualquier contacto será evitado. «Vivimos una circunstancia de excepción que alterará de manera radical nuestras vidas -dice en el departamento donde vive desde hace veinte años, rodeado de obras de artistas como Alicia Penalba, Fortunato Lacámera y Alfredo Londaibere-. También lo hará con la educación. Ante la suspensión de las clases, recurriremos a experimentar con las nuevas tecnologías. Coincido con el filósofo italiano Nuccio Ordine, cuando señala el peligro de transformar una educación de emergencia en la normalidad, el peligro de una enseñanza sin el docente mirando a los ojos del estudiante, que es lo que transforma sus vidas».

Este mes, cuando se cumplen poco más de veinte años de la publicación de su best seller La tragedia educativa , acaba de lanzar Educación. La tragedia continúa (Sudamericana). Durante veinte años, fue colaborador de la revista de la nacion con artículos en los que ahora trabaja con el propósito de darles nueva circulación. «El panorama educativo no solo no mejoró sino que ha empeorado», diagnostica.

¿Qué relación guarda el nuevo libro con el anterior?

Aquel libro, que tuvo como veinticinco reediciones, nunca lo reescribí. Ahora pensé que era un buen momento para volverlo a ver con la idea de modificar algo. Pero escribí otra cosa, con nuevos elementos y más datos. En esencia el mensaje es el mismo: la tragedia continúa. Algunos amigos me sugerían que le pusiera «la tragedia empeora», pero me pareció demasiado dramático.

¿No hubo mejoras en la educación en estas décadas?

Está peor. Las cifras indican eso; estamos estancados o peor que antes. En ese momento no estaban las pruebas PISA , por ejemplo. El mensaje es el mismo: tratar de llamar la atención sobre los graves problemas que tenemos. Muy poca gente educada, mucha desigualdad en la distribución de la educación y una calidad cuestionada. Las pruebas nacionales e internacionales demuestran lo mismo año a año. La mitad de los chicos que termina la escuela media no entiende lo que lee; dos de cada tres tienen problemas con las operaciones matemáticas más simples. Es un fracaso grande.

Sin embargo, la inversión en educación aumenta.

Sí, claramente ha aumentado, pero no se manifiesta en los logros. Sin el dinero es imposible, pero con el dinero solo no basta. Lo que está en crisis en el país es el valor social de la educación. A nadie le interesa realmente. Más allá de lo que se dice en los discursos, el interés social por la educación es muy pobre. El 70% de los padres manifiesta que está satisfecho con la educación de sus hijos y a la vez sostiene que la educación en el país está muy mal. El 80% afirma que no cambiaría a sus hijos de escuela para mejorar la educación. O sea que la gente está conforme y esa conformidad atraviesa todos los sectores sociales y niveles educativos. Por alguna razón misteriosa la mayoría piensa que la educación de sus hijos es extraordinaria.

En una entrevista, el Presidente dijo que la vuelta a las clases no le preocupaba ante la emergencia sanitaria por la pandemia.

Hoy es imposible anticipar cuál será la evolución del año escolar. La respuesta de nuestras autoridades educativas ha sido rápida y adecuada al promover el uso intensivo de las herramientas tecnológicas, como se ha procedido en muchos otros países. Una de las ventajas de esta lamentable situación es que docentes y alumnos se entrenarán en el empleo de esos útiles recursos complementarios. Pero, al igual que en otros aspectos de las relaciones interpersonales, el riesgo es que esta experiencia contribuya a instalar la idea de que la tecnología puede reemplazar el vínculo directo y presencial entre maestros y alumnos, que sigue siendo esencial, al menos en las etapas iniciales del aprendizaje.

¿Con la cuarentena estamos en pleno experimento educativo?

Vamos a ver qué va a pasar. Es muy incierto, pero entiendo que el docente es un modelo, es un ejemplo y la educación es ejemplo. El buen docente es el que sabe mucho de una materia, que siente pasión por eso que sabe y que transmite esa pasión. Cualquiera que recuerde a un buen docente lo sabe. Y además era el que exigía. Las pantallas no pueden hacer eso, son medios fríos, que no traducen emociones ni el poder de reflexión por su propia estructura. Como recurso son importantísimas, pero la tecnología no va a modificar la educación; la van a modificar los buenos docentes. En el libro menciono una entrevista a Streve Jobs, que se arrepentía de haber introducido la tecnología en las escuelas, no porque le pareciera mal sino porque había contribuido a dar la impresión de que la tecnología revolucionaría la educación. La educación depende de los docentes.

¿Qué papel deben desempeñar los padres o los adultos a cargo de chicos en esta circunstancia?

La colaboración de los padres en la educación de sus hijos durante la cuarentena es, obviamente, esencial. Es imprescindible su contribución en la selección de los materiales, en la supervisión de los aprendizajes, y sobre todo, demostrando interés por el cumplimiento de esas tareas. La imposición de horarios, la creación de hábitos de estudio, y en especial de lectura, constituye una tarea impostergable para los padres en el contexto actual.

¿En lengua y en matemática es donde más se advierte la mala calidad educativa?

Sí, y son herramientas básicas para encarar cualquier estudio. El fracaso universitario se explica por eso, porque carecen de herramientas de comprensión. Si no se entiende lo que se lee, es complicado acceder a textos de mediana complejidad. No se enseña bien lengua; el repertorio de vocabulario de los estudiantes secundarios es muy limitado. La escuela debe proveer el manejo de las herramientas intelectuales fundamentales y eso se ha perdido. Eso se adquiere con esfuerzo y trabajo.

¿Esos valores pasaron de moda?

Aprender a leer es difícil. El esfuerzo ya no le interesa a nadie, cayó en desuso. No se ha insistido más en eso.

¿A los docentes tampoco les interesa?

Han abandonado ese camino porque la pedagogía contemporánea ha acompañado ese cambio de valores. Con la entronización del «niño rey», que aprende cuando quiere y como quiere, la enseñanza es vista como una intromisión. ¿Por qué se le va a enseñar al chico si el chico ya sabe? Y la tecnología ha contribuido a eso, porque pareciera que el manejo de herramientas tecnológicas confiere inteligencia, aunque lamentablemente no es así. Los teléfonos no son inteligentes; inteligentes son los científicos que los crearon.

Otro cliché es que la escuela debe ser divertida.

Un entretenimiento más, como si fuera parte del mundo del espectáculo. Se apunta a eso: que sea light , que moleste poco. El pacto educativo básico que era la alianza de padres con maestros para educar a los chicos está roto. Hoy los padres están aliados con sus hijos en contra de los maestros o la institución escolar. Los padres quieren que no los molesten. En realidad, ser exigido es un derecho de los estudiantes, eso demuestra el interés que se tiene en el otro.

¿Estamos ante una situación irremontable?

¡No! Si creyera eso, ya estaría encerrado en la cuarentena final. Hay que llamar la atención sobre esto y hacer un esfuerzo para retomar esas cuestiones básicas. El dictado, por ejemplo, ahora es considerado una imposición, pero es fundamental para aprender a escribir. En un momento hay que sentarse a aprender algo.

¿Desde el Ministerio de Educación qué se hace, de un gobierno a otro?

Se hacen cosas y aportes, pero este es un problema social, de la base. Eso es lo que hay que cambiar. Las autoridades tienen que mostrar los problemas y no ocultarlos. A la escuela se le piden muchas cosas, pero la tarea fundamental es mostrarles a los chicos las posibilidades intelectuales que encierra la educación: ayudar a cada uno a ver sus propias dimensiones como ser humano.

¿Ahí radica la importancia de la educación?

Claro. Amoblarse por dentro, para enriquecerse como persona. Habrá que volver a poner de moda ideas así.

Durante el menemismo el objetivo era preparar a los chicos para el mundo del trabajo.

Y eso tampoco se consigue. Es una misión importante, claro, hay que saber lo fundamental para entrar en ese mundo. En todo el mundo, los mejores resultados los tienen los chicos que pertenecen a las familias del 25% de mayor nivel socioeconómico, los hijos de profesionales y los que van a escuelas con mayores recursos humanos y económicos. El nivel socioeconómico es el mejor predictor del éxito educativo. En la Argentina pasa lo mismo, pero el promedio de los argentinos mejor educados es inferior al promedio de los peores educados en treinta países. Vale decir que hay treinta países donde los estudiantes del nivel socioeconómico más bajo, y que van a escuelas de escasos recursos, están mejor formados que los mejores estudiantes argentinos.

¿Qué responsabilidad tienen los institutos de formación docente?

Fundamental. Es el tema central: no hay buena educación sin buenos docentes. Son claves. La Argentina tiene más de mil quinientos. ¿Cómo se puede controlar la calidad de semejante número? Los países desarrollados tienen cincuenta, setenta, noventa. Ahí hay un problema grave, que hay que revisar. No entendí nunca el proyecto de la UniCABA, donde convivían institutos terciarios y universidades. La docencia es una actividad social muy sensible y no puede ser una salida laboral más. El salario es un índice de la valoración social de la educación, de lo poco que se valora, pero no debe ser el único. La calidad de la formación es otro. Todos los países que mejoraron su educación lo hicieron mejorando la calidad de la formación en los institutos de formación docente.

¿Antes la escuela era una institución más democrática que en la actualidad?

Sí, debajo del guardapolvo blanco estaban el hijo del carnicero, el del obrero, el del médico, el del empresario. Se tendía no te digo a una igualdad, sino a cierta equivalencia de posibilidades. La escuela hoy eso no lo está haciendo. Eso sirvió para la cohesión social y se ha perdido. Los chicos se educan en guetos: los ricos con los ricos y los pobres con los pobres, y ahí se va reproduciendo esa estructura. Recién en la universidad, y en ciertos casos, se da la mezcla por primera vez. Son educaciones de países separados. Y hay desigualdades asombrosas entre las provincias. Después de la reforma de los años noventa, cada gobernador hizo lo que quiso y eso se ve. Es muy grave. Hay diferencias no solo dentro de las jurisdicciones, sino también entre ellas. Hay que volver a recrear una épica educativa, volver a Sarmiento.

¿Usted conoció a los tres premios Nobel de ciencias del país?

A los tres. Se sabe muy poco de las vidas de estas personas tan importantes para el desarrollo de la ciencia. Estos años no han sido favorables para las ciencias, y eso se siente. Esperemos que repunte. Ya lo decía Sarmiento, el éxito económico solo no hace a un país, en todo caso eso es una factoría; un país es éxito económico puesto al servicio de la cultura, la educación y la ciencia. Un país que no domina la ciencia está condenado al fracaso. Nuestros antecedentes son muy importantes: el primero educado y formado en instituciones públicas [Bernardo Houssay]; el segundo, Luis Federico Leloir, ya trabajando en una institución privada, y el tercero, César Milstein, trabajando en el exterior. Eso marca el derrotero de nuestra ciencia. Ojalá el próximo Premio Nobel de ciencia que tengamos trabaje en la Argentina. Si tenemos ciencia de calidad, es gracias a la labor de esta gente, sobre todo gracias a Houssay, que fue el constructor del sistema científico argentino.

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Google classroom, la cuarentena. El silencio como ausencia pedagógica

Google classroom, la cuarentena

El silencio como ausencia pedagógica

Por

Miguel Andrés Brenner

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires

Abril de 2020

 

Por razones de público conocimiento, la escuela pública en Argentina también sufre de la cuarentena. A partir de aquí, los docentes “son instruidos normativamente” para que utilicen ciertas plataformas a fin de continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje. El problema acontece cuando “se instruye” para usar plataformas tales como, por ejemplo, Google classroom. Nadie de quienes tiene potestad de hacerlo alertan sobre el perfil pedagógico[1] de la misma, mientras cada docente hace lo que puede, bien o mal, con mayor o menor empeño. Pareciera que no existiera otro tipo de tecnología educativa, más humana, lo que no es cierto. Google classroom se impone ante la urgencia, lo cual también es comprensible, aunque ello, a un futuro cercano, debiera dar  pie para revisar todas las prácticas pedagógico-didácticas en el aula de la escuela pública. Sin embargo, al respecto, acontece el “silencio” de quienes son responsables en el establecimiento de condiciones laborales/pedagógicas más humanas.

Veamos, en tal sentido, algunos considerandos muy puntuales, sin pretender que este escrito se constituya formal académicamente, sino más que nada en una denuncia que apela a lo utópico en vez de a lo distópico, que apela a una escuela digna en vez de una escuela de la que el sabor frecuente sea el malestar en la docencia.

Desde la plataforma Google classroom:

  1. El docente no puede crear su propio diseño de clase, que viene ya pautado. El diseño de la clase viene pautado de manera tal que cada docente puede reiterar el modo como da clases de manera tradicional-presencial con todos sus vicios, empero lo que ocurre es que ahora lo hace digitalmente. “El problema es que el currículo rígido y con mandatos de aplicación en fechas y horarios preestablecidos conspira contra esta nueva forma dialógica e interactiva de aprender juntos. El sistema educativo construido sobre la lógica de la máquina newtoniana (partes ensamblables, con periodos fijos de ciclos) salta por los aires y no nos damos cuenta.”[2]Desde aquí, hacemos las siguientes consideraciones.
  2. No hay posibilidad de retroalimentación entre alumnos-alumnos, docentes-docentes, alumnos-docentes (en este último caso, salvo con el formato tradicional). En Google classroom hay un ítem para crear tareas y preguntas, sin embargo, se presta al “copiar y pegar”, ahora de manera digital.
  3. Desde el punto de vista pedagógico, para el docente, es un trabajo meramente individual, que no favorece la comunicación entre docentes, no permite la socialización o mirada de los contenidos por parte de otros docentes. O sea, cada materia no es una cuestión comunitaria, sino individual, y se reiteran los “vicios” frecuentes de una llamada escuela tradicional, donde las materias se dan compartimentadamente. No hay trabajo colaborativo, ni crítico, ni creativo. Es decir, posibilita que un trabajo sea visto por los alumnos (por cada alumno aisladamente), pero no por colegas docentes.
  4. Permite trabajar por módulos o unidades a través de temas, pero no a través de problemáticas, con la complejidad de un trabajo crítico-creativo-colaborativo desde una perspectiva ético-política. Importa la tarea individual para mostrársela al docente, aunque nada más. Se presta a reiterar los vicios que acaecen en una clase escolar tradicional. Por ej., el docente que tiene pocas ganas de trabajar, simula; el docente que pretende ser exigente sobrecarga[3] de trabajo a los alumnos. A veces, hay directivos que sugieren “no recargar a los alumnos de tareas”. Y he aquí el problema, pues pedagógicamente la cuestión no debiera reducirse a “recargar o no recargar”, con un perfil netamente bancario en ambos casos.
  5. Se pierde el trabajo personalizado en la relación alumno-docente y en la relación alumno-alumno.
  6. Cada tarea es para hacer en casa, enviarla digitalmente al docente, quien luego hace una devolución, pero no se da virtualmente la dinámica dialógica como dentro de un espacio áulico. O sea, se mantiene el formato de “tareas”, antiguamente llamadas “deberes”. Hay que tener en cuenta que existe en la actualidad otro tipo de tecnología superadora del formato criticado.
  7. Importa una constante revisión de los criterios pedagógico/didácticos referidos a la enunciación de explicaciones, textos y consignas. Por ejemplo, si en clase me doy cuenta, mediando la relación cara-a-cara, de que necesito realizar alguna modificación, estoy a tiempo para efectuarla. En términos digitales, lo “escrito, escrito está”. De ahí que se dé el requerimiento de una tecnología que favorezca dicha evaluación/valoración, y comunitariamente,del propio diseño y su ejecución conjuntamente otros docentes[4]. Quienes diseñaron la plataforma Google classroom no consideraron dicha necesidad, y esto no es algo ingenuo desde un posicionamiento político determinado.
  8. Por otro lado, en la medida en que se apliquen“pruebas” o “tests” a los alumnos por opciones múltiples, ello apunta a una especie de tecnicismo-positivista propio de un enciclopedismo o modalidad bancaria tan criticada por Paulo Freire.
  9. Otros problemas tienen que ver con la conectividad, con el tipo de instrumentos tecnológicos[5] que cada alumno tiene, con el tener o no en el hogar un espacio propio para poder estudiar, con el acompañamiento o no de los padres y la calidad efectiva de dicho acompañamiento,con la habituación o no al uso de los medios digitales más allá del entretenimiento, con la interpretación de las consignas de trabajo o de las lecturas propuestas dentro de una realidad en la que la mayor parte de los alumnos de los sectores populares en la actualidad egresan del sistema escuela aún como semianalfabetos.

TODA TECNOLOGÍA VALE DENTRO DE UN CONTEXTO DE RELACIÓN CARA-A-CARA Y QUE NO REITERE LOS VICIOS DE UNA CLASE TRADICIONAL. Al respecto, existen tecnologías adecuadas, válida, para ser usadasen calidad de instrumentos o mediosdentro de un marco valorativo ético/político pleno de humanidad.

Desafíos. Dada la inesperada pandemia y cuarentena social, aparece la importancia para, luego del presente lapso, revisar comunitaria, crítica y creativamente, las prácticas pedagógicas en el aula de la escuela pública, con el acompañamiento de supervisores que sepan en tal sentido más que los docentes, que los orienten, más allá de la asfixiante normatividad debido al tsunami normativo (valga la redundancia). Sin embargo, tengamos en cuenta que el presente malestar en la docencia no predispone para el desafío propuesto, aunque existen voluntades que batallan contra viento y marea para hacer realidad el derecho a la educación. Sin embargo, vale la expresión de Antonio Gramsci: “con el pesimismo de la inteligencia, pero el optimismo de la voluntad”. Es que en la historia no todo se encuentra dicho, y de ahí un fuerte hálito de esperanza es posible.

Al común de los docentes “se le tiró” una herramienta digital. ¿Será la misma, luego de transcurrido el actual momento, motivo para una superación?

Es necesario como desafío, para superar el silencio como ausencia pedagógica, apreciar y/o luchar contra un marco de valores propios del neoliberalismo/capitalista, dándole un sentido crítico/creativo/colaborativo-comunitario a la utilización de las plataformas digitales en educación.

Además, consideremosque el perfil último económico/político del home-learning o enseñanza on-line, entrelazado con el home-office[6], dentro del presente neoliberalismo,significa el trabajo por proyectos, la remuneración por proyectos, la no vigencia de un contrato laboral con la empresa y la pertinente dependencia, la no existencia de sindicatos que defiendan los derechos de los trabajadores, porque la única relación sería la del individuo con la empresa que, luego de ejecutado el proyecto, cesa en su relación con la misma, hasta el diseño y ejecución de un nuevo proyecto.

Como señala Paulo Freire: ¿enseñar para qué?, ¿a favor de qué?, ¿a favor de quiénes?, ¿en contra de qué y en contra de quiénes?

 

Apéndice

Valga comentar que Google actúa como medio de espionaje al servicio del poder hegemónico, pues espía a niños y adolescentes en el colegio y en sus casas[7] a través de las plataformas digitales que ofrece en el mercado. El servicio es supuestamente gratuito, sin embargo, la intimidad de niños y adolescentes es vendida como insumo mercantil para las necesidades políticas y económicas de quienes lo demanden.

¿Y por dónde pasa también la función mercantil de Google classroom? Tiene un límite de almacenamiento, por lo que quien requiera aumentar el mismo debe “pagar”[8].

 

[1]Perfil pedagógico que no es meramente pedagógico, sino ético/político/pedagógico.

[2]Bonilla-Molina, Luis (2020). “Coronavirus: Google y la NASSA en la reingeniería educativa.” http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/342434  (consulta: 4/4/2020)

[3]Si se visibilizan, al menos en algo, críticas o quejas, son las de algunos padres o madres.

[4]Dicho espíritu también debiera existir en el aula concreto de la escuela pública.

[5] La brecha social también existe en países del “primer mundo”, como por ejemplo, en España. https://www.xataka.com/otros/ninos-tecnologia-ninos-acceso-a-educacion-escuela-a-distancia-esta-acentuando-brecha-social  (consulta: 4/04/2020) Ver en el mismo sentido: https://www.elcorreo.com/sociedad/educacion/ensenanza-online-agranda-20200329213348-nt.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F  (consulta: 4/04/2020). O bien en el caso de Nueva York, aunque obviamente no con el dramatismo de nuestros países sojuzgados (empero, pensemos que maltratar a un solo alumno/persona, es un crimen). https://eldiariony.com/2020/03/21/300-mil-alumnos-pobres-no-tienen-tecnologia-o-ni-siquiera-una-casa-para-nuevas-clases-por-internet-en-nueva-york/  (consulta: 4/04/2020)

[6]Trabajo en casa.

[7]https://www.elmundo.es/tecnologia/2020/02/25/5e5459fcfc6c8366368b4577.html (consulta: 4/04/2020). Podemos acudir a muy diversas fuentes de información al respecto.

[8]https://one.google.com/storage?hl=es&i=u&utm_source=drive&utm_medium=web&utm_campaign=banner_ninety_five_percent#upgrade  (consulta: 3/04/2020)

 

Autor: Miguel Andrés Brenner

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Educación y aislamiento: una realidad que preocupa

Educación y aislamiento: una realidad que preocupa

Por Victoria Rotemberg

IMPULSO dialogó con docentes de distintos niveles y modalidades que ahondaron en el gran dilema protagonizado por la virtualidad y las oportunidades.

La educación en medio del aislamiento se convirtió en una de las grandes preocupaciones tanto de familias como de escuelas. Qué trabajos realizar, de qué modo y las garantías de que todos los alumnos puedan acceder a la tecnología, son algunos de los ejes que se profundizan en medio de días de incertidumbre y angustia. Impulso dialogó con docentes de distintos niveles y modalidades que comentaron sus experiencias.

Al analizar la situación que vivían algunos países y las medidas que comenzaban a tomarse, visualizar que Argentina también se vería afectada por el coronavirus no resultó una sorpresa. De hecho, los docentes entrevistados preveían esta situación al igual que las instituciones donde se desempeñan.

Es imposible en una escuela no estar cerca unos de otros, se vuelve difícil evitar saludos. La población es numerosa”, destacó Marcela Leone, docente de primaria. Érica Gallardo, también educadora de dicho nivel, agregó: “Veníamos hablando de la posibilidad de una suspensión y, por ello, se insistió en que los alumnos entreguen fichas con sus datos para tener un registro de cómo conectarnos con ellos.

En un comienzo y sin lineamientos claros por parte del Ministerio de Educación, los establecimientos y sus docentes decidieron actuar ante una situación totalmente fuera de lo común. “En nuestro caso, al principio la institución nos pidió que estemos cerca de las familias, que enviáramos actividades a los chicos, pero la forma de envío era libre. Cada uno optaba por la vía que creía conveniente y adecuada”, comentó Gallardo.

Gustavo Fenoy, docente de secundaria, recordó el antecedente en 2009 con la gripe A: “Ahí fuimos los docentes quienes nos plantamos en asambleas y fuimos los portavoces de que las escuelas se cerraran para que no se expanda más el virus“. El acuerdo por preservarse y preservar a la población es un hecho, sin embargo el trabajo artesanal puede vislumbrarse en cada equipo docente.

Además-destacó Fenoy-la situación nos encontró en un estado primario de organización porque eran los primeros días de clases, los cursos no estaban del todo completos y yo casi no tuve encuentros con algunos”.

“Entonces, esto de mandar trabajos prácticos de contenidos puso en debate otro elemento que es el proceso enseñanza-aprendizaje. Nos dimos cuenta que sin el encuentro en el aula, sin el vínculo, iba a ser muy difícil el despliegue de ese proceso. La virtualidad no lo iba a suplir”, agregó el educador.

Algunos docentes, ya entrenados en la utilización de herramientas tecnológicas, no tuvieron demasiados inconvenientes. Otros sí. Sobre todo en aquellas escuelas donde la población exhibe grandes dificultades socioeconómicas. Lo que sí aparece como común denominador es la autoorganización y la rapidez de resolución por parte de equipos de educadores.

Gallardo destacó que con sus cursos a cargo, sexto y séptimo grado, conformaron grupos de Whatsapp donde, con horarios acordados, envían los trabajos. Una vez realizadas las actividades, los chicos adjuntan sus archivos vía mail. Ante alguna duda, se consulta en el grupo en horario escolar. Por otra parte, se ensayaron otras vías de comunicación hasta, finalmente, dar con la que usan actualmente.

En la segunda semana, el Ministerio ordenó la creación de la plataforma a nivel provincial y, durante la tercera semana, se pidió un relevamiento de los alumnos indagando quiénes contaban con internet en sus casas a la vez que acceso a dispositivos, celulares o computadoras. “No todos los estudiantes cuentan con estos elementos para trabajar, hay mamás que nos cuentan que tienen un único celular para poder trabajar en las familias. A su vez, nos hemos convertido en contenedores, llevamos calma y llegamos a flexibilizar nuestro trabajo ya que nos realizan consultas como si no existiera un horario de trabajo, comentó Fenoy.

LA EDUCACIÓN ESPECIAL

Otra situación un tanto diferente es la de la Educación Especial. Allí donde los contenidos curriculares son un complemento de un trabajo aún más profundo, de alianza y contención entre familias e instituciones. Emilia Maenza sostuvo que, desde un inicio, el propósito fue “no perder el vínculo“.

En un comienzo, las familias se acercaban a la escuela a buscar actividades. Después, aparecieron los lineamientos del Ministerio que exigían devolución de actividades. Las propuestas generalmente no tienen en cuenta a la educación especial, pero ante tal exigencia destacamos estar en movimiento y trabajando, añadió.

De esta manera y con el vínculo como eje, desarrollaron actividades. “Las propuestas tienen que ver con acercar algún cuento, leído por nosotras ya que nos filmamos, y así trabajar con las familias. No nos focalizamos tanto en lo curricular y el contenido en sí, sino en poder propiciar un espacio de encuentro entre el niño y las familias, y la escuela con las familias, mencionó.

MATERIA PENDIENTE

La realidad actual refleja una seguidilla de malabares colectivos por parte de los cuerpos docentes que ofician de educadores y contenedores emocionales. A su vez, como comentó Fenoy, algunas escuelas continúan funcionando como lugares comunes para donar alimentos, otras, para otorgar la copa de leche. Todas aquellas actividades que, ajenas a la educación formal, se naturalizaron en dichas instituciones.

En cuanto a los contenidos curriculares, la virtualidad oficia como una gran alternativa para llevar la educación formal a los hogares. Atentos a que no todos pueden acceder a los dispositivos necesarios, las exigencias se ajustan al caso por caso, sujetos al criterio de los docentes que, una vez más, buscan todas las formas para que sus estudiantes accedan a las mismas oportunidades. Una materia pendiente más del Estado que se vislumbra en días de pandemias y cuarentenas.

Fuente de la Información: https://www.impulsonegocios.com/educacion-aislamiento-escuela-clases-cuarentena-coronavirus-pandemia-rosario/

 

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