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Portugal: Cooperação científica e tecnológica com o Brasil

Portugal / 07 de septiembre de 2016 / Fuente: http://www.portugal.gov.pt/

O Ministro da Ciência, Tecnologia e Ensino Superior, Manuel Heitor, desloca-se ao Brasil nos dias 5 e 6 de setembro para estimular a cooperação científica e tecnológica.

O Ministro reunir-se-á com o seu homólogo brasileiro, Gilberto Kassabe, e visitará a Agência Espacial Brasileira (AEB), em Brasília, e o Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE), em São José dos Campos. A deslocação incluirá ainda uma visita à Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (Fapesp), em São Paulo.

Estação Internacional de Investigação dos Açores

Ainda no âmbito da visita, Manuel Heitor participará num workshop em São José dos Campos com empresas e instituições científicas dedicado à discussão da eventual participação de instituições do Brasil na plataforma de cooperação internacional em preparação para o Atlântico e centrada na instalação de infraestruturas científicas nos Açores, a Estação Internacional de Investigação dos Açores (AIR Center), nas áreas do clima, alterações climáticas, terra, espaço e oceanos.

Ainda no âmbito da preparação dos termos de referência para a criação da Estação Internacional de Investigação dos Açores, o Ministro participará num novo workshop em Bruxelas a 19 de setembro.

O tema será ainda discutido em Itália no final de outubro e em dois outros workshops a realizar em novembro nos Estados Unidos na América.

Fuente noticia: http://www.portugal.gov.pt/pt/ministerios/mctes/noticias/20160903-mctes-brasil.aspx

Foto: http://galeota.files.wordpress.com/2007/05/500px-flags_of_brazil_and_portugal_svg-boaaaaaaa1.png

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Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad por Grimson, Alejandro.

América del Sur/ Brasil/ Septiembre 2016/Alejandro Grimson/http://www.biblioteca.unlpam.edu.ar/

Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad por Grimson, Alejandro.

En Los Límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad, Alejandro Grimson, doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia, investigador del CONICET y decano del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín, ayuda a llenar un vacío que caracteriza las ciencias sociales argentinas y la antropología en particular: la producción de teoría.

El autor no solo repasa y critica sino que, además, propone categorías que el tiempo dirá si son incorporadas en los debates futuros. Podríamos inscribir este libro en una producción académica presente los últimos 20 años en Latinoamérica, ubicada en la intersección de líneas de trabajo como los Cultural Studies, Antropología del Estado, Estudios subalternos y Estudios Latinoamericanos sobre Cultura y Poder.

El texto reúne una serie de análisis que Grimson viene desarrollando en dicho contexto y ha compartido en diversas instancias tales como capítulos de libros, publicaciones en revistas y conferencias, además de diversos medios de comunicación.

En esta ocasión plantea una revisión de posturas clásicas y posmodernas sobre las nociones de cultura, identidad, conocimiento y política. Su objetivo es promover una teoría con aplicabilidad al contexto intercultural actual, caracterizado por la intensa interconexión global, y capaz de aportar políticamente para la integración social, la tolerancia ante la diferencia y la disminución de la desigualdad

El libro está organizado en una introducción, seis capítulos y un epílogo. En la introducción repasa la disputa entre las posturas objetivistas clásicas (que en el análisis cultural se tradujo en el culturalismo esencializante que caracterizó a la antropología hasta las dé- cadas del 70-80) y las constructivistas posmodernas.

Aún reconociendo los aportes de éstas últimas al incorporar nociones de historicidad, poder, subjetividad, construcción y deconstrucción, Grimson sostiene que el constructivismo está agotado y es insuficiente para explicar procesos que, si bien fueron (inter)subjetivamente inventados, una vez cristalizados e incorporados a la práctica social, resultan (y operan como) naturalizados y objetivados.

La idea de que “todo es inventado” es fehaciente, pero invita al fin del análisis, descontextualiza la voluntad y sentimiento de los actores, y no explica las relaciones de poder entre las distintas invenciones sociales. Asimismo, argumenta que el paradigma posmoderno y su modelo multiculturalista fueron funcionales al neoliberalismo y contribuyeron a profundizar la desigualdad en el mundo. Su objetivo será entonces ir más allá de la crítica al posmodernismo y avanzar en el conocimiento de la relación entre cultura, identidades y política.

En el primer capítulo, “Dialéctica del Culturalismo”, el autor repasa la historia del concepto de cultura y sus efectos ético-políticos. Después de las concepciones evolucionistas (funcionales al colonialismo) y relativistas (críticas a la jerarquización entre culturas), la desacreditación del concepto de raza a causa del holocausto dio lugar a un mayor uso del concepto de cultura.

Éste fue naturalizándose como criterio esencializante de clasificación, y su politización lo llevó a cumplir el mismo rol justificante de desigualdades que antes cumplía la noción de raza. Según plantea el autor durante un tiempo primó la concepción del “archipiélago”, la cual sugería una mirada homogeneizante de culturas con límites fijos y un despliegue global territorialmente establecido.

Sin embargo, hechos como el colonialismo, las migraciones y el desarrollo en las comunicaciones contradijeron la “metáfora insular”, la cual traería consecuencias teóricas y políticas al desconocer la interconexión (desigual) entre los grupos humanos así como sus heterogeneidades, conflictos y desigualdades internas. Asimismo Grimson advierte que el “fundamentalismo cultural”, cuya simplificación más absurda sería equiparar cultura con identidad, facilitaría la reproducción de una xenofobia basada en las diferencias culturales. Pero además no sería una retórica exclusiva de los discursos conservadores de los países centrales, sino también de grupos históricamente discriminados. Por último, el autor sostiene que el culturalismo fue funcional al neoliberalismo.

Éste, abrazando un falso discurso de igualdad social, buscó hegemonizar el lenguaje en cuyo terreno se debatirían las demandas, y encontró en “la cultura” el elemento oportuno. Se reconoció la diversidad y el derecho a la diferencia pero esto no incluyó el reconocimiento de las desigualdades dadas a partir de esas diferencias. En el segundo capítulo, “Conocimiento, política, alteridad”, Grimson reflexiona sobre la relación entre conocimiento científico y aplicación política. Su propuesta es que, para ampliar los horizontes de la investigación, es necesario distinguir entre los resultados obtenidos y los objetivos políticos que los motivaron.

Las intenciones del investigador pueden llevar a idealizar (e identificarse con) los sujetos que trata de comprender. No obstante, los resultados pueden mostrar algo distinto a lo que se esperaba, y producir un desencanto ético y político. Sin embargo, esta misma situación, señala Grimson, tiene que ser considerada en el proceso de análisis.

El planteo es valioso, sin embargo no explicita una circunstancia cuya reflexión sería muy rica: ¿qué sucede cuando el investigador forma parte del mismo grupo que estudia y sus resultados involucren consecuencias políticas? En el tercer capítulo, “Las Culturas son más híbridas que las identificaciones”, el autor reflexiona en torno a la noción de frontera con el fin de introducir un problema que desarrollará en el apartado siguiente: la distinción entre los conceptos de cultura e identidad.

Reivindica la importancia de etnografías recientes realizadas en zonas fronterizas de América del Sur, ya que estos espacios serían referentes empíricos que dan cuenta de procesos sociales que ni el culturalismo ni el constructivismo han logrado explicar. Situaciones en las que, por ejemplo, sujetos que comparten una misma cultura (lengua, tradiciones, etc.) se sienten parte de Estados Nación distintos, como en el caso de la frontera de México y Estados Unidos, permiten sostener una primera distinción entre cultura e identidad.

Demuestran además, en oposición a las posturas clásicas, que la construcción de la nacionalidad no siempre es de arriba hacia abajo, sino todo lo contrario. En el cuarto capítulo, “Metáforas teóricas: más allá de esencialismo versus instrumentalismo”, propone una reconceptualización y diferenciación de los conceptos de cultura e identidad los cuales, en primera instancia, caracteriza como la trama de prácticas y significados sedimentados por un lado, y los sentimientos de pertenencia por el otro.

El problema, sostiene el autor, es que en la práctica las fronteras de una y otra no siempre coinciden. Los debates sobre la identidad se alimentaron históricamente de la “metáfora de la etnicidad” y la propuesta es que el concepto de cultura incorpore aportes de las teorías sobre la nación así como articulaciones entre las tradiciones esencialistas y constructivistas.

De este modo repasa planteos como el de “perspectiva distribucional de la cultura” y “perspectiva diaspórica”. Y, ante el desprestigio de la noción de “aculturación”, rescata conceptos como el de “articulación social” de Hermitte y Bartolomé, y “fricción interétnica” de Cardoso de Oliveira, pero critica un instrumentalismo implícito que, con su énfasis anticulturalista, daría excesiva importancia a los intereses políticos, no siempre suficientes para explicar la complejidad social.

Por otro lado, menciona perspectivas latinoamericanas que volvían a enfatizar la cultura, como la idea de “hibridación” de García Canclini. Finalmente, aborda la crítica a la perspectiva relacional mencionando la disputa teórica entre los antropólogos brasileños Pacheco de Oliveira y Viveiros de Castro. En el capítulo quinto se llega al punto nodal del libro, ya que el autor presenta su propuesta teórica, el concepto de configuraciones culturales.

Esta noción busca articular y superar ambas tradiciones, tanto culturalistas como posmodernas instrumentalistas, con el objetivo de construir respuestas adaptadas a la complejidad del mundo contemporáneo. El concepto “enfatiza la noción de un marco compartido por actores enfrentados o distintos, de articulaciones complejas de la heterogeneidad social” (172), y se caracteriza por cuatro elementos.

En primer lugar las configuraciones culturales son campos de posibilidad, es decir que en cualquier sociedad hay representaciones, prácticas e instituciones posibles, otras que son imposibles y otras que son hegemónicas. En segundo lugar, implican una lógica de interrelación entre las partes, lo cual alude a “la existencia de una totalidad conformada por partes diferentes que no solo tienen relaciones entre sí sino una especifica lógica de relación” (176).

En tercer lugar, una trama simbólica común, que más allá de la heterogeneidad de las interpretaciones, constituye lenguajes, principios de división del mundo y formas de enunciación compartidas. En cuarto lugar, presentan otros elementos culturales compartidos. A través del concepto de configuración cultural, Grimson se interesa por cuestiones como heterogeneidad, conflictividad, desigualdad, historicidad y poder. De este modo, el autor entiende las fronteras culturales ni de manera absoluta y cosificada ni como meras “ficciones”, sino como regímenes de significación diferenciados y percibidos por sus propios participantes.

El planteo es útil para abordar procesos complejos de orden político, económico, etc. que no dejan de estar atravesados por “lo cultural”, aunque no evidencien una Cultura discreta en particular. El sexto y último capítulo presenta los aspectos metodológicos de la propuesta.

Grimson menciona casos empíricos para dar cuenta de la complejidad conceptual que implica la distinción entre configuraciones culturales e identificaciones. Ambos elementos deben ser analizados por separado. En primer lugar, advierte que los términos cultura e identidad pueden tener un uso culturalista “de sentido común” pero no por eso deben ser descartados por el investigador, al contrario, es necesario explorar los significados que los sujetos les atribuyen.

Un segundo problema se relaciona con entender las identificaciones y las culturas de modo excluyente. Ante esta idea, Grimson destaca el carácter multidimensional de las identidades. En este sentido reivindica el concepto de interculturalidad para abordar un “mundo con intersecciones múltiples entre configuraciones culturales que, además, tienen fronteras y significados cambiantes” (198).

Por otro lado, ante la pregunta de cómo abordar la investigación cultural, Grimson sugiere la utilización de la estrategia “llave”, la cual trata de “encontrar las llaves que abren las cajas negras de las configuraciones culturales” (222), como pueden ser rituales, palabras y expresiones distintivas de una configuración y naturalizadas por sus integrantes.

Finalmente en el epílogo, el autor vuelve a destacar la complejidad que implica la interconexión del mundo actual y la necesidad de construir conceptos que se adapten a esta coyuntura y revaloriza, nuevamente, el de interculturalidad. Repasa la historia de la noción de identidad en Latinoamérica, mencionando desde los nacionalismos homogeneizantes hasta el multiculturalismo neoliberal. Concluye que ambos fracasaron en tanto fueron modelos planteados desde un poscolonialismo del saber, y no de manera autónoma por las sociedades latinoamericanas.

Lo importante, dice el autor, no es formular el problema como “cambio cultural contra conservación cultural, sino como imposición desde arriba o desde afuera, en oposición a agencia cultural y empoderamiento” (243).

El problema no es el cambio en sí, sino cuando el cambio es impuesto desde afuera. En definitiva, la lectura del libro es recomendable, ya sea para académicos como para público en general. Su propuesta es original, en tanto ensaya una teoría propia, y busca comunicarla en un lenguaje accesible. Es valioso el intento de superar categorías con notorios signos de desgaste, así como asumir que no existe un vínculo ingenuo entre el conocimiento y sus posibles aplicaciones, sino que los significados que se construyan sobre los sujetos y sus relaciones conllevan consecuencias políticas.

Ignacio Roca Instituto de Estudios Socio-Históricos Facy la propuesta es que el concepto de cultura incorpore aportes de las teorías sobre la nación así como articulaciones entre las tradiciones esencialistas y constructivistas. De este modo repasa planteos como el de “perspectiva distribucional de la cultura” y “perspectiva diaspórica”. Y, ante el desprestigio de la noción de “aculturación”, rescata conceptos como el de “articulación social” de Hermitte y Bartolomé, y “fricción interétnica” de Cardoso de Oliveira, pero critica un instrumentalismo implícito que, con su énfasis anticulturalista, daría excesiva importancia a los intereses políticos, no siempre suficientes para explicar la complejidad social.

Por otro lado, menciona perspectivas latinoamericanas que volvían a enfatizar la cultura, como la idea de “hibridación” de García Canclini. Finalmente, aborda la crítica a la perspectiva relacional mencionando la disputa teórica entre los antropólogos brasileños Pacheco de Oliveira y Viveiros de Castro. En el capítulo quinto se llega al punto nodal del libro, ya que el autor presenta su propuesta teórica, el concepto de configuraciones culturales.

Esta noción busca articular y superar ambas tradiciones, tanto culturalistas como posmodernas instrumentalistas, con el objetivo de construir respuestas adaptadas a la complejidad del mundo contemporáneo.

El concepto “enfatiza la noción de un marco compartido por actores enfrentados o distintos, de articulaciones complejas de la heterogeneidad social” (172), y se caracteriza por cuatro elementos. En primer lugar las configuraciones culturales son campos de posibilidad, es decir que en cualquier sociedad hay representaciones, prácticas e instituciones posibles, otras que son imposibles y otras que son hegemónicas.

En segundo lugar, implican una lógica de interrelación entre las partes, lo cual alude a “la existencia de una totalidad conformada por partes diferentes que no solo tienen relaciones entre sí sino una especifica lógica de relación” (176).

En tercer lugar, una trama simbólica común, que más allá de la heterogeneidad de las interpretaciones, constituye lenguajes, principios de división del mundo y formas de enunciación compartidas.

En cuarto lugar, presentan otros elementos culturales compartidos. A través del concepto de configuración cultural, Grimson se interesa por cuestiones como heterogeneidad, conflictividad, desigualdad, historicidad y poder. De este modo, el autor entiende las fronteras culturales ni de manera absoluta y cosificada ni como meras “ficciones”, sino como regímenes de significación diferenciados y percibidos por sus propios participantes.

El planteo es útil para abordar procesos complejos de orden político, económico, etc. que no dejan de estar atravesados por “lo cultural”, aunque no evidencien una Cultura discreta en particular. El sexto y último capítulo presenta los aspectos metodológicos de la propuesta. Grimson menciona casos empíricos para dar cuenta de la complejidad conceptual que implica la distinción entre configuraciones culturales e identificaciones.

Ambos elementos deben ser analizados por separado. En primer lugar, advierte que los términos cultura e identidad pueden tener un uso culturalista “de sentido común” pero no por eso deben ser descartados por el investigador, al contrario, es necesario explorar los significados que los sujetos les atribuyen.

Por Ignacio Roca

Instituto de Estudios Socio-Históricos

Facultad de Ciencias Humanas- UNLPam

Fuente:

http://www.biblioteca.unlpam.edu.ar/pubpdf/anuario_fch/v10n2a10roca.pdf

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/8QfrLv0wFXs9b3G4QLeZKE-S2KS9lFH-iaH6utwRdf8BMhcFg9aYy6Jxc03aWRDZwr5gy6M=s85

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Movimientos sociales de México condenan golpe de Estado en Brasil

América del Norte/México/Septiembre 2016/http://www.telesurtv.net/

El comunicado sostiene que no es momento de lamentaciones, sino que la lucha «es el único camino para derrotar lo antes posible al régimen espúreo».

Movimientos sociales de México expidieron un comunicado en rechazo del golpe de Estado parlamentario que se concretó en Brasil contra la mandataria constitucional Dilma Rousseff

En el texto, los organismos firmantes expresaron que la decisión tomada por el Senado Federal de Brasil en el impeachment que se desarrolló en contra de Rousseff desde el 12 mayo por supuesta violación a la Ley de Responsabilidad Fiscal, es ataque a la institucionalidad democrática precisamente porque no existen pruebas de que ella cometiera tales crímenes, pero en cambio muchos de los responsables de juzgarla tenían cargos de corrupción comprobables.

A continuación lea el comunicado completo:   

Los organismos de solidaridad y movimientos sociales establecidos en México, abajo firmantes, manifestamos nuestro profundo repudio al golpe de estado parlamentario en Brasil en contra de la legítima presidenta Dilma Rousseff.

Lo  sucedido en Brasil es un descarado ataque a la institucionalidad democrática, por lo tanto repudiamos la decisión de las Cámaras de la República Federativa del Brasil, considerando que la presidenta fue electa por más de 54 millones de personas; que el proceso de impeachment se implementó sin pruebas de delito alguno, impulsado por legisladores quienes en su mayoría están sujetos a procesos judiciales por corrupción, incluyendo al usurpador Michel Temer , señalado como agente informante de la CIA, quien además cuenta con 22 juicios abiertos en su contra por corrupción, contratos leoninos, negocios turbios, abuso de poder, violación constitucional de funciones y atribuciones, todo lo cual significa en los hechos, que una mafia se apodere de los órganos del estado brasileño.

Esa conspiración, con la decisión del Senado, quedó totalmente demostrada por connotados juristas nacionales e internacionales, incluyendo al presidente del Supremo Tribunal Federal de Brasil, Wilmar Méndez afirmando que el impeachment está plagado de violaciones a la Constitución Nacional.

Lo que no ganaron en las urnas, lo lograron mediante una serie de artimañas seudo legales impulsadas por personajes sin ninguna autoridad moral debido a sus oscuros antecedentes, quienes ahora buscan beneficiarse de una segura impunidad y de continuar acumulando fortunas malhabidas.

Lo que está en el fondo de este repudiable golpe, es una maniobra impulsada por la oligarquía local, el imperialismo y los grandes medios de comunicación con el fin estratégico de imponer las políticas neoliberales en beneficio de las grandes corporaciones, del capital financiero internacional y en detrimento del pueblo brasileño. Por supuesto, que la OEA y su empleado Luis Almagro, en este caso, no va a “convenir” en una reunión con el Comando Sur de EU, de aplicar la “carta democrática”, que con tanta disposición y esmero pretendió imponer contra el gobierno legítimo de Venezuela, acosado también por el imperialismo y la derecha internacional con la amenaza permanente de un golpe de estado, promovido por los mismos personajes que ya lo habían intentado en abril de 2002 y que fue frustrado por el pueblo en la calle y la fuerza armada bolivariana.

No cabe duda que este golpe parlamentario con características similares a los de Honduras en 2009 y en Paraguay en 2012, forma parte de la contraofensiva oligárquico-imperialista con el objetivo de acabar con los procesos autonómicos, progresistas y de izquierda de la región, lo que conlleva a terminar con la política exterior de Brasil emprendida por los gobiernos del PT, que impulsaron la creación de organismos regionales de integración, tales como la UNASUR y la CELAC, con el fin de ir ganando espacios de mayor independencia de los centros de poder de las grandes potencias.

Los gobiernos de Lula y Dilma llevaron a cabo una avanzada política económico- social logrando  un crecimiento productivo con inclusión social, la defensa de sus recursos naturales, la generación de empleo, el combate a la pobreza, la salida de la miseria de más de 35 millones de brasileños que vivían en condiciones inhumanas y la elevación del ingreso de otros 40 millones, la ampliación de las oportunidades a sectores marginados en la educación y la salud. De acuerdo a lo ya comprobado en estos meses de interinato, todas estas conquistas serán desmanteladas por el gobierno usurpador, en detrimento del las grandes mayorías del pueblo brasileño.

Ante este terrible golpe, creemos que no es momento de vanas lamentaciones y desilusiones; por el contrario, estamos convencidos que la lucha, en sus formas más variadas, es el único camino para derrotar lo antes posible al régimen espúreo.  En este sentido, confiamos plenamente que el hermano pueblo brasileño tendrá la capacidad de  organizarse en una amplia alianza formada por el PT, el MST, las fuerzas de izquierda y movimientos sociales, para emprender la defensa de las conquistas sociales alcanzadas y oponerse a las políticas de despojo de carácter neoliberal.

El pueblo brasileño no está solo, cuenta con la solidaridad y lucha internacionalista de los pueblos de Nuestra América.

Por nuestra parte, ratificamos nuestro profundo repudio al golpe de estado parlamentario en Brasil y manifestamos nuestra mayor solidaridad con su pueblo y en especial al Partido de los Trabajadores, a Dilma y Lula. La lucha sigue y no podrán detenerla. ¡Hasta la victoria siempre!

Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Venezuela
Grupo de Apoyo al Frente para la Victoria de Argentina en México
Asociación Salvador Allende de Chile en México
Grupo de Frenteamplistas de Uruguay en México por la Izquierda
Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa  de la Humanidad (Capítulo México)
Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
Comité Mexicano de Solidaridad con Bolivia
Movimiento de Solidaridad Nuestra América
Grupo Plural Feminista en Apoyo a Dilma Rousseff
Frente Popular Francisco Villa México Siglo XXI
Izquierda Democrática Nacional
Movimiento Nacional por la Esperanza
Izquierda Democrática en América Latina
Departamento de Relaciones Internacionales del PRD
Movimiento Comunista Mexicano
Movimiento Nacional por el Poder Popular
Cátedra Socialista Antonio Gramsci México
Sindicato Mexicano de Electricistas
Partido Popular Socialista-APN
Coordinadora Nacional Patria Nueva
Grupo Tacuba
Partido del Trabajo
Comité de Solidaridad con Palestina

Fuente:

http://www.telesurtv.net/news/Movimientos-sociales-de-Mexico-condenan-golpe-en-Brasil-20160904-0019.html

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/pPL-DrV-NJZVNs9YKd0SSjXBzC_T6v_fCG-OWAdgK7M5hXjRr59FBX1BKCBBnDT4Y1Qb=s150

 

 

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Entrevista a Luiz Ruffato: «Lo que yo hago es realismo capitalista»

04 Septiembre 2016/Fuente: laizquierdadiario/Autor: Laura Vilches

En el marco del pasado Festival Internacional de Literatura de Córdoba, visitó la provincia mediterránea el escritor brasilero contemporáneo Luiz Ruffato. Luego de una distendida charla que brindara junto a la escritora cordobesa Eugenia Almeida, La Izquierda Diario aprovechó la oportunidad para conversar con él.

Nacido en el seno de una familia obrera de inmigrantes italianos, Luiz fue el primero en obtener estudios universitarios. Trabajaba en ventas al tiempo que estudiaba periodismo por la noche en la Universidad de Juiz de Fora en Minas Gerais. Trabajó como periodista en San Pablo hasta que finalmente se inclinó por la literatura. Su origen inmigrante y de clase trabajadora se ve reflejado en sus obras. En su ciclo de cinco novelas titulado Inferno Provisório (Infierno provisorio) (2005-2011), retrata la historia de la industrialización de Brasil a partir de los años 50. En Eles eran muitos cavalos (Eran muchos caballos) (2001), una historia narrada en 69 fragmentos, toma las contradicciones de la vida cotidiana en San Pablo, la ciudad más poblada del vecino país. Con este trabajo obtuvo el Troféu APCA (entregado por la Asociación Paulista de Críticos de Arte) y el premio Machado de Assis como mejor novela del 2001, entre tantos otros obtenidos a lo largo de su carrera.

La charla estuvo plagada de humor…
(Risas) Sí, los escritores suelen mantener toda una postura de seriedad. Pero no es necesario ser serio para decir cosas serias.

Dijiste allí que te considerás un obrero de la palabra, contanos un poco.
Bueno, yo fui periodista hasta el 2003, ahí decidí abandonar el periodismo para dedicarme a la literatura, pero vivir de las letras es imposible en Brasil. Entonces yo tengo una especie de nido con huevos. Un huevo son los derechos autorales, otro los festivales literarios, las ferias, las charlas en universidades, trabajo mucho. Por eso digo que soy un obrero que hoy tiene otra actividad, que es intelectual, pero soy un trabajador.

También declaraste que no hacías realismo socialista, sino más bien un realismo capitalista. ¿Cómo sería ese realismo?
Es que, el universo del que tratan mis libros, que es un universo habitado por obreros y obreras humildes, trabajadores de clase media baja urbana, es un universo muy particular. En Brasil casi ningún autor trata esa temática. Entonces, para contrarrestar la idea de que para tratar ese material uno tiene que hacer realismo socialista -que a mí no me gusta nada, porque el realismo socialista tiene la intención de crear una novela colectiva en detrimento de los individuos, donde los personajes no tienen individualidad- yo trato de construir alrevés, una novela colectiva donde lo más importantes son las personas, los individuos que constituyen un colectivo. Por eso digo que hago un realismo capitalista.

¿Por qué nadie toma la clase obrera como temática? ¿A qué se debe esta separación tan grande entre la literatura y los trabajadores?
La literatura es un arte que exige una educación, allá los obreros están educados sólo para trabajar con máquinas, no para realizar un trabajo intelectual. En Brasil la educación formal de calidad es sólo para la clase media y clase media alta. Por eso, la representación o la auto-representación obrera en la literatura son casi imposibles. Porque uno tiene que salir de la clase media baja y conseguir una educación para poder representar eso, y es muy difícil. Muchos de los que lo logran, la primera cosa que quieren es apagar el pasado, para ser absorbidos, no se habla sobre ese pasado.

Señalaste que para vos en la literatura son más importantes el ritmo y el lenguaje que la historia. ¿Esto lo extendés a todos los géneros?
Sí, yo creo que la literatura no tiene que tener una bandera, la bandera la tienen los lectores y en todo caso los escritores. La literatura tiene que representar la realidad de la mejor manera posible, y la realidad es demasiado compleja, allí el autor no tiene que hacer nada. Por eso el escritor tiene su hacer en el lenguaje, que representa esa realidad. Y el ritmo, sin ritmo no hay nada, el corazón tiene un ritmo, sin eso no hay nada. La historia es relativamente importante, pero no fundamental. Lo mismo el escritor, un escrito que no es leído no existe, entonces el lector es aún más importante.

Hasta hace algunos años en la Facultad de Letras la materia Literatura Latinoamericana se llamaba Hispanoamericana. ¿Por qué crees que cuesta tanto la inserción de la Literatura Brasilera en Latinoamérica, es quizás por la barrera que implica la lengua?
La lengua es importante, pero más importante es que en Brasil no se tiene la idea de “latinoamericanos”, de “patria grande”, no existe esa idea geopolítica. No hay un pensamiento de que somos hermanos de Argentina, Ecuador o Colombia. No somos hermanos de nadie. Somos egoístas y desinteresados con el resto de América Latina, porque deseamos ser europeos, africanos, norteamericanos y no lo somos.
Además, la historia política de Brasil es muy distinta de la historia de Latinoamérica. Mientras aquí se conformaban repúblicas y nacían naciones modernas, nosotros éramos un imperio, mientras en casi todo el mundo la esclavitud ya pertenecía al pasado, en Brasil había esclavitud.
No es sólo la lengua, es importante, sí, pero hay miedo en la relación entre Latinoamérica y Brasil. Y es lógico, porque Brasil siempre fue imperialista.

Cuando te referiste a los distintos escenarios de la Literatura Brasilera, cuando nombraste a la denominada “Literatura Marginal” mencionaste que le faltaba calidad estética. ¿Podés ampliar esa visión?
Es una cuestión para mi muy importante. Al mercado editorial le interesa esta literatura marginal, pero como un fenómeno antropológico y sociológico. Esto es una trampa, porque los escritores creen que hacen literatura.
El mercado apoya, pero no hay un desarrollo de esa literatura más allá de lo comercial, porque se agota en sí misma. El paso siguiente sería cambiar este deseo y esta potencia, en verdadera literatura. Trabajar el ritmo y el lenguaje, sino se queda en la historia.
Entonces es un documento político, antropológico y sociológico, pero no es literatura. Desde mi punto de vista, por supuesto, puedo estar equivocado.

Fuente de la entrevista: http://laizquierdadiario.com/Luiz-Ruffato-Lo-que-yo-hago-es-realismo-capitalista

Fuente de la imagen:http://laizquierdadiario.com/IMG/arton52340.jpg

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Expresidente Pepe Mujica: «A Dilma la destituyeron por negarse a la corrupción»

04 Septiembre 2016/Fuente y Autor: TeleSur
El exmandatario uruguayo afirmó que lo que sucedió este miércoles en Brasil fue «la consumación de un golpe de Estado anunciado desde hace rato».

El expresidente y actual senador de Uruguay, José Mujica, expresó que la mandataria de Brasil electa en los comicios de 2014, Dilma Rousseff, fue destituida porque no cedió a las presiones para cubrir a políticos acusados de corrupción.

“A esta mujer la están condenando por no haber entrado en la corrupción”, afirmó Mujica mientras participaba del lanzamiento de una jornada de intercambio entre varios sindicatos de Suramérica.

El exmandatario uruguayo (2010-2015) recordó que el proceso de impeachment de Rousseff comenzó luego de que la mandataria se negara a ceder protección parlamentaria a quien era el presidente de la cámara de diputados Eduardo Cunha.

“Existe un señor, Eduardo Cunha, que era presidente del Parlamento y parece que alguien que pasó por Suiza le dejo 5.000.000 de dólares a su nombre pero él no sabe quién fue”, ironizó el senador perteneciente a la coalición oficialista Frente Amplio (izquierda).

Mujica agregó que tanto el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil (izquierda) como la presidenta no intervinieron para evitar que fuera investigado y eso llevó a Rousseff a la condena.

“Y cuál fue el error del PT, error entre comillas y el error de la presidenta, no agarrar viaje para tapar un hecho de corrupción”, concluyó.

«Lo que hubo en Brasil fue un golpe de Estado. Póngale el nombre que quieran pero es así», aseguró Mujica.

Durante el acto, declaró que lo que sucedió este miércoles en Brasil fue «la consumación de un golpe de Estado anunciado desde hace rato».

Al respecto, aludió a que la última vez que el actual embajador brasileño José Serra visitó Uruguay «dijo a boca de jarro que esto estaba decidido» por lo que «toda esta discusión del Senado fue una gigantesca pantomima».

Mujica añadió que la salida de Rousseff «estaba decidida en otra parte» y que «se montó un escenario a los efectos de embaucar a la opinión pública y dar una apariencia de juicio».

«Hubo una decisión política de la derecha de aventar este gobierno. Hubo una decisión política que buscó reacomodar el artilugio jurídico a los efectos de tener ciertas cosas para presentarse ante la opinión del pueblo y del mundo», continuó.

«Cuando los compañeros dicen golpe de Estado, es un golpe de Estado», manifestó.

Fuente de la entrevista: http://www.telesurtv.net/news/Mujica-A-Dilma-la-destituyeron-por-negarse-a-la-corrupcion-20160901-0003.html

Fuente de la imagen: http://www.telesurtv.net/__export/1472712958468/sites/telesur/img/multimedia/2016/09/01/mujica.jpg_1718483346.jpg

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¿El individualismo todavía tiene futuro?

Leonardo Boff

En Estados Unidos hay una crisis más profunda que la económico-financiera.  Es la crisis del estilo de sociedad que se formó desde que fuera constituida por los «padres fundadores». Es una sociedad profundamente individualista, consecuencia directa del tipo de capitalismo que fue implantado allí. La exaltación del individualismo adquirió forma de credo en un monumento delante  del majestuoso Rockfeller Center en Nueva York, en el cual se puede leer el acto de fe de John D. Rockfeller Jr: «Creo en el supremo valor del individuo y en su derecho a la vida, a la libertad y a perseguir su felicidad».  

En un fino análisis contenido en su clásico libro La democracia en América (1835), el magistrado francés Charles de Tocqueville (1805-1859) señaló al individualismo como la marca registrada de la nueva sociedad naciente. El individualismo se mantuvo triunfante, pero tuvo que aceptar límites debido a la conquista de los derechos sociales de los trabajadores y especialmente al surgimiento del socialismo, que contraponía otro credo, el de los valores sociales. Pero con el derrocamiento del socialismo estatal, el individualismo volvió a tener vía libre bajo el presidente Reagan hasta el punto de imponerse en todo el mundo en forma de neoliberalismo político.

Contra Barack Obama, que intenta un proyecto con claras connotaciones sociales, como salud para todos los estadounidenses y medidas colectivas para limitar la emisión de gases de efecto invernadero, el individualismo resurge con furor. Le acusan de socialista y de comunista y, en un facebook de internet, hasta no se excluye su eventual asesinato si llegara a suprimir los planes individuales de salud. Y eso que su plan de salud no es tan radical, pues, tributario todavía del individualismo tradicional, excluye de él a todos los millones de emigrantes.

La palabra «nosotros» es una de las más desprestigiadas de la sociedad estadounidense. Lo denuncia el respetado columnista del New York Times, Thomas L. Friedman en un excelente artículo: «Nuestros líderes, hasta el  presidente, no consiguen pronunciar la palabra ‘nosotros’ sin que les produzca risa. No hay más ‘nosotros’ en la política estadounidense, en una época en que ‘nosotros’ tenemos enormes problemas —la recesión, el sistema de salud, los cambios climáticos y las guerras en Irak y en Afganistán— con los que sólo vamos poder lidiar si la palabra ‘nosotros’ tiene una connotación colectiva» (JB 01/10/09).

Sucede que, por falta de un contrato social mundial, Estados Unidos se presenta como la potencia dominante, que prácticamente decide los destinos de la humanidad. Su arraigado individualismo proyectado al mundo se muestra absolutamente inadecuado para señalar un rumbo al ‘nosotros’ humano.  Ese individualismo no tiene ya futuro.

Se hace cada vez más urgente un gobierno global que sustituya el unilateralismo monocéntrico. O desplazamos el eje del ‘yo’ (mi economía, mi fuerza militar, mi futuro)  hacia ‘nosotros’ (nuestro sistema de producción nuestra política y nuestro futuro común) o difícilmente evitaremos una tragedia, no sólo individual sino colectiva. Independientemente de ser socialistas o no, lo social y lo planetario deben orientar el destino común de la humanidad.

Pero ¿por qué ese individualismo tan arraigado? Porque está fundado en un dato real del proceso evolutivo y antropogénico, pero asumido de forma reduccionista. Los cosmólogos nos aseguran que hay dos tendencias en todos los seres, especialmente en los seres vivos: la de auto-afirmación (yo) y la de integración en un todo mayor (nosotros). Por la autoafirmación cada ser defiende su existencia, si no, desaparece. Pero por otro lado, nunca está sólo, está siempre enredado en un tejido de relaciones que lo integra y le facilita la supervivencia. 

Las dos tendencias coexisten, juntas construyen cada ser y sustentan la biodiversidad. Excluyendo una de ellas surgen patologías. El ‘yo’ sin el ‘nosotros’ lleva al individualismo y al capitalismo como su expresión económica. El ‘nosotros’ sin el ‘yo’ desemboca en el socialismo estatal y en el colectivismo económico. El equilibrio entre el ‘yo’ y el ‘nosotros’ se encuentra en la democracia participativa que articula ambos polos. Ella acoge al individuo (yo) y lo ve siempre insertado en una sociedad mayor (nosotros) como ciudadano. 

Hoy necesitamos una hiperdemocracia que valore cada ser y a cada persona y garantice la sostenibilidad de lo colectivo que es la geosociedad naciente

Fuente del articulo: http://leonardoboff.com/site-esp/lboff.htm

Fuente de la imagen: http://3.bp.blogspot.com/_YR1LGw9ZFJQ/SZNWuM5lQLI/AAAAAAAAABY/iH2A1TpdHGg/s400/20061006105354-egoismo.j

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Entrevista con Leonardo Boff “No toleran que haya en el Atlántico Sur una potencia con autonomía, que no siga su dirección hegemónica”

América del Sur/Brasil/03 Septiembre 2016/Autor: Sergio Ferrari/Fuente: Rebelión

P: Brasil vive en los últimos meses profundos cambios institucionales. Un gobierno con sensibilidad social que ha sido revertido por mecanismos parlamentarios. ¿Cuál es su análisis?

Leonardo Boff (LB): La oligarquía brasilera, es decir esos 71 mil multimillonarios que controlan una gran parte de la riqueza nacional, nunca aceptó un obrero metalúrgico llegara a ser presidente. Toleraron a Lula porque no afectó su proceso de acumulación de riqueza y porque los proyectos sociales no interferían en su propia estrategia de acumulación. Pero cuando percibieron que después de 13 años de gobierno de Lula y de su seguidora, Dilma Rousseff, iba a consolidarse una política popular que benefició a 40 millones de personas, no lo aceptaron. Y decidieron interrumpir esa tendencia amenazadora para sus intereses de clase rica. Como no ganaron el gobierno mediante elecciones, optaron por el camino del golpe parlamentario. Atrás del mismo se alinean fuerzas conservadoras, partidos neoliberales, sectores de la justicia, la policía militar, una parte de la Corte Suprema y la prensa más conservadora de Rio de Janeiro y Sao Paulo.

Ofensiva reaccionaria, errores del campo progresista

P: Se aprovecharon de errores de altos funcionarios del Partido de los Trabajadores (PT)…

LB: Usaron como pretexto la participación de altos dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) en hechos graves de corrupción en la empresa nacional de petróleo PETROBRAS. Y aprovecharon del contexto de la nueva crisis económica, consecuencia de una profunda crisis política. Todo esto creó el marco para destituir a la presidenta Dilma, que es una persona honrada a quien no se le puede imputar ningún crimen. Crearon la figura de “irresponsabilidad fiscal”, a la que los mejores especialistas de derecho y de la economía niegan fundamentos. Desde la destitución provisoria de Dilma asumió el ejecutivo el vicepresidente Michel Temer quien lanzó el programa “Un puente para el futuro” nutrido de un virulento neoliberalismo. El mismo privilegia el mercado y suprime muchos de las conquistas sociales alcanzadas durante el gobierno del PT.

P: ¿Con consecuencias también en el rol de Brasil a nivel internacional?

LB: En efecto. En el terreno internacional las iniciativas del ministro de relaciones exteriores brasilero buscan romper el MERCOSUR y alinearse a las potencias hegemónicas: Estados Unidos y Europa. Es la ofensiva neoliberal que comenzó con los golpes en Honduras (2009) y Paraguay (2012), y se prolongó con Mauricio Macri elegido en Argentina a fines del 2015. No hay que subestimar un importante elemento geopolítico: Brasil pertenece a los BRICS (junto con Rusia, India, China y Sudáfrica). China está penetrando furiosamente en América Latina, incluso en Brasil. Diría que está comenzando una nueva “guerra fría” entre China y los Estados Unidos. La cuestión para los Estados Unidos es cómo controlar a Brasil en tanto séptima economía mundial. No toleran que haya en el Atlántico Sur una potencia con autonomía en sus visiones, que no siga su dirección hegemónica. Por su dimensión geográfica –más de 8 millones de kilómetros cuadrados- y una población de más de 200 millones de habitantes, la importancia de Brasil en el concierto latinoamericano es significativa. Y puede pensarse que los rumbos que tome Brasil podrían indicar el camino de los demás países del continente. Por eso es muy trascendente analizar de muy cerca lo que va a pasar ahora, después de la destitución de Dilma. Decisión tomada por un Senado que cuenta con 81 miembros, de los cuales 49 están investigados por corrupción. Es paradójico: los que deberían ser juzgados son los que han juzgado a una persona honesta e inocente.

P: ¿En este complejo proceso brasilero, cuánto se debe a la ofensiva de la oligarquía y cuánto a fallas políticas cometidas por los gobiernos del PT?

LB: Se dieron varios errores del Partido de los Trabajadores. Para garantizar la gobernabilidad estableció alianzas con partidos conservadores y claramente corruptos. Fue descuidando la articulación orgánica con los movimientos sociales, exactamente la fuerza principal que llevó a Lula a la presidencia en 2002. No se dio continuidad a la formación política de las bases partidarias. No han realizado una concientización activa de los beneficiados por los proyectos sociales para que no fueran solo consumidores sino, y fundamentalmente, ciudadanos críticos. Cuadros importantes del PT han participado en varios niveles de corrupción. Todo esto ha desmoralizado, desgastado, la autoridad política del PT. Los sectores conservadores, aliados a los grandes grupos mediáticos, han explotado esta situación y crearon la identificación del PT con la corrupción, cuando había tantos o más corruptos en los otros partidos, todos denunciados en el proceso de PETROBRAS. Lamentablemente el PT nunca hizo una autocrítica pública de sus errores. El pueblo, con toda seguridad, iba a comprender la situación. Y hubiera continuado a darle su apoyo porque representa las conquistas políticas de los pobres y de los que durante siglos fueron marginados.

 

Recrear la solidaridad internacional con los movimientos sociales

P: ¿Ante esta nueva ofensiva los movimientos sociales brasileros corren mayores riesgos?

LB: El Congreso elitista y conservador busca afectar a esos movimientos. Ha aprobado una ley que los criminaliza como si fueran terroristas. Ya la aplicaron a algunos miembros del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), el más crítico al sistema neoliberal y a la espantosa acumulación de tierras y riquezas que se da en Brasil. El MST constituye la oposición más sistemática y fuerte al rumbo neoliberal y antipopular del gobierno Temer.

P: ¿Cuál es el rol de la cooperación y de la solidaridad internacional en la actual coyuntura brasilera?

LB: Es muy importante implementar una articulación de los movimientos sociales brasileros con otros movimientos y ONG que en la escena internacional tienen una visión crítica hacia el actual modelo y apuestan a otro mundo posible y necesario. Conocemos el aporte significativo, por ejemplo, que E-CHANGER (INTERCAMBIAR)  y otras organizaciones suizas, europeas y de otras nacionalidades, han asegurado desde años en distintas regiones de Brasil. Pienso que es un momento esencial para promover una especie de diplomacia popular con intercambio de personas y de experiencias entre Suiza (Europa) y Brasil (Latinoamérica). Puede expresar una fuerza de resistencia. Y compartir la búsqueda de nuevos caminos alternativos a los actuales rumbos antisociales y privatizadores de los gobiernos neoliberales que vuelven a imponerse en nuestro continente.

P: No faltan en Europa  las voces que dicen que dado que Brasil es una potencia de primer nivel mundial la cooperación internacional debe retirarse.

LB: ¡Nada más falso! Insisto en lo que hemos dicho antes sobre la concentración brutal de la riqueza y de la existencia en Brasil de amplios sectores mayoritarios excluidos. Y mucho más si vemos la actual etapa que atraviesa mi país. Quiero insistir, por ejemplo, que E-CHANGER ha demostrado un fuerte sentido de solidaridad. Y sus cooperantes han demostrado siempre una gran capacidad de adaptación y encarnación en el mundo de los pobres. Se insertan sin problemas en los medios sociales más pobres y aportan mucho, con sus conocimientos y experiencias propias, a la búsqueda de soluciones a los problemas de los sectores más marginados. Siempre me ha impresionado el respeto profundo de esos cooper-actores suizos, en las comunidades más alejadas, a la escucha de la gente y evitando todo protagonismo. Son aliados importantes. Le aseguran a la gente con quienes trabajan la percepción que no está sola, sino que son actores reconocidos y respetados en el extranjero. Esa gente marginada siente que sus anhelos a mejoras son compartidos por muchos hermanos en el mundo. Sienten que sus vidas y experiencias llegan a otros pueblos y promueven oídos receptivos y más cooperación solidaria.

Conciencia ecológica creciente

P: ¿La coyuntura latinoamericana, con sus propias prioridades de política interna, así como la de Europa, con agendas propias -inmigración, terrorismo-, dejan en segundo plano otros temas trascendentes como el cambio climático?

LB: Constato una conciencia creciente de que la Tierra está enferma y que no podemos continuar en el rumbo actual porque puede llevarnos a un camino sin retorno. La gente siente en su propia piel los cambios climáticos. Los campesinos se dan cuenta que las aguas decrecen, que los agro tóxicos desbordan sus suelos, que el régimen de lluvias cambia radicalmente impactando negativamente en las cosechas. Esta conciencia extendida, sin embargo, no es compartida por los gobiernos, que son rehenes del sistema capitalista que necesita explotar al extremo los bienes y servicios de la naturaleza para permitir la acumulación de pocos. Más y más va quedando en evidencia que un planeta finito y limitado en sus “bondades” –al decir de los pueblos andinos- ya no soporta un proyecto infinito e ilimitado de enriquecimiento. La Tierra necesita un año y medio para reponer lo que extraemos en un año. Ya no es sostenible, y se manifiesta en el calentamiento global. Por primera vez en la COP21 de París, del año pasado, se llegó al consenso de hacer esfuerzos para limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius. Pero esa decisión consensual no es vinculante, de aplicación obligatoria. Y las naciones más grandes no asumen sus obligaciones…

P: Para terminar… ¿Cuál es el valor del paradigma del Hombre Nuevo, tan cercano a la reflexión y práctica política en los años setenta y que parece ahora diluirse conceptualmente?

LB: Estoy convencido, más que nunca, que debemos reinventar una forma nueva de habitar la Casa Común, tal como lo menciona el Papa Francisco en su Encíclica Laudato si. Esto exige reinventar una nueva forma de ser humano y de realizar la misión del hombre y de la mujer en tanto guardianes y cuidadores de la herencia sagrada que recibimos del universo o de Dios. “O cambiamos o vamos al encuentro de la oscuridad”, decía el gran historiador Eric Hobsbawm en su libro “La era de los extremos”. En otra parte de su libro dice: “O cambiamos o morimos”. Estoy convencido que al paradigma del poder como dominación – que es el eje del mundo moderno desde los últimos siglos- hay que oponerle el cuidado esencial y la responsabilidad colectiva por el futuro común de la Tierra y de la humanidad. Esto es lo que nos motivó a elaborar la Carta de la Tierra. Y que motiva al Papa a compartir su clara conciencia sobre “cómo cuidar la casa común”.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216211&titular=%93no-toleran-que-haya-en-el-atl%E1ntico-sur-una-potencia-con-autonom%EDa-que-no-siga-

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