América del sur/Chile/19 Abril 2018/Fuente: La Nación
Los estudiantes volvieron a las calles para reclamar el fin del lucro en la educación
El sonido de los tambores, las coreografías sobre el pavimento, los cuerpos pintados, las pancartas multicolores alusivas al fin del lucro en la educación y la violencia volvieron a asomarse por las calles de Chile, en la primera marcha estudiantil que enfrentó el gobierno del presidente, Sebastián Piñera, a treinta y nueve días de haber asumido su segundo mandato.
La manifestación -convocada por el Colegio de Profesores, la Confederación de Estudiantes Universitarios (Confech) y otras organizaciones sociales- comenzó con cierto retraso y se concentró en diversas ciudades del país como Valparaíso y Concepción, aunque la protesta más numerosa fue en Santiago, donde miles de jóvenes marcharon desde la Plaza Italia, el sitio emblemático de reuniones populares, hasta la calle Echaurren. En ese lugar se montó un escenario y se realizó el acto de cierre de la actividad, autorizada por la Intendencia Metropolitana, y que según los organizadores reunió a 120.000 personas, mientras que desde el gobierno estimaron que participaron 30.000.
«Hay un espaldarazo de la ciudadanía. El ministro debe retractarse de sus palabras cuando dijo que no era tiempo de marchar», aseguró Alfredo Mohor, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y vocero de la Confech, tras la manifestación.
Los estudiantes centraron sus principales cánticos y consignas hacia el fin del lucro efectivo, el término del endeudamiento (reflejado en la condonación de las deudas del Crédito con Aval del Estado, CAE) y la exigencia de una educación «no sexista». En ese contexto, hubo mensajes alusivos al ministro de Educación, Gerardo Varela, quien en una entrevista reciente dijo que sus hijos «son unos campeones» por usar varios preservativos en una noche. Su frase generó solicitudes de rectificación por parte de voceras estudiantiles y críticas de parlamentarios del mismísimo bloque oficialista.
Los primeros incidentes se produjeron cuando la caravana multicolor se aproximó al casco histórico de la ciudad, y hubo enfrentamientos entre grupos de descolgados de los propios manifestantes y la policía chilena. Las fuerzas especiales utilizaron carros hidrantes y lanzagases para dispersar a la multitud y obligarla a circular por la calzada sur de la Alameda, la principal arteria de Santiago, y que era la zona que estaba autorizada.
En ese momento, los focos de desmanes fueron controlados y la columna de estudiantes avanzó de forma pacífica frente al Palacio de La Moneda con sus organizadores a la cabeza y sosteniendo el principal lienzo de la marcha que rezaba «Chile ya decidió: No + Lucro, No + Deuda, No + Educación Sexista».
Sin embargo, las escaramuzas alcanzaron una mayor temperatura en el epílogo de la marcha, cuando encapuchados lanzaron bloques de cemento a la policía y montaron barricadas, que los propios estudiantes intentaron desarmar y apagar. La atmósfera se contaminó con los gases lacrimógenos que las fuerzas de orden utilizaron y los locales comerciales se vieron obligados a bajar sus cortinas de forma momentánea. El tren subterráneo santiaguino cerró las estaciones próximas a la manifestación y algunos equipos de prensa de televisión fueron atacados en medio de sus despachos en vivo. Los desmanes continuaron hasta pasadas las 14 horas.
Los organizadores celebraron la convocatoria y catalogaron como «hechos aislados» los incidentes. «La marcha de hoy ha sido completamente exitosa. Solo en Santiago somos 120 mil personas y en todo Chile más de 200 mil», expuso Rodrigo Rivera, otro de los voceros de la Confech. Karla Rubilar, intendenta de la Región Metropolitana, en tanto, declaró que la movilización había sido «muy disgregada, con grandes espacios entre los que se manifiestan. En general, (fue) una marcha bastante pacífica, con incidentes aislados».