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El plebiscito en Colombia: una oportunidad perdida

Por: Atilio Borón

El resultado del plebiscito colombiano reveló la profundidad de la polarización que, desde el fondo de su historia, caracteriza a la sociedad colombiana. También, la grave crisis de su arcaico sistema político incapaz de suscitar la participación ciudadana que ante un plebiscito fundacional -¡nada menos que para poner fin a una guerra de más de medio siglo!- que apenas si logró que una de cada tres personas habilitadas para votar acudiera a las urnas, una tasa de participación inferior a la ya de por si habitualmente baja que caracteriza a la política colombiana. La del día de ayer fue la mayor abstención en los últimos veintidós años y su resultado fue tan ajustado que hizo que la victoria del NO, como hubiera ocurrido ante un eventual triunfo del SI, sea más un dato estadístico que un rotundo hecho político. Los partidarios del SI habían dicho que lo que se necesitaba para consolidar la paz era una amplia victoria, que no bastaba simplemente con superar en votos a los partidarios del NO. Lo mismo cabe decir de sus oponentes. Pero nadie logró ese objetivo, porque la diferencia de un 0.5 % a favor del NO podría sociológicamente ser considerada como un error estadístico y que un nuevo recuento de votos podría eventualmente llegar a revertir.

Es prematuro brindar una explicación acabada de lo ocurrido. Habría que contar con información más pormenorizada que por el momento no está disponible. Pero no deja de ser sorprendente que el anhelo de la paz, que era algo que cualquiera que haya visitado Colombia podía percibir a flor de piel en la gran mayoría de su población, no se haya traducido en votos para ratificar esa voluntad pacifista y refundacional de un país sumido en un interminable baño de sangre. En lugar de ello la ciudadanía reaccionó con irresponsable indiferencia ante la convocatoria para respaldar los acuerdos trabajosamente conseguidos en La Habana. ¿Por qué? Algunas hipótesis deberían apuntar, en primer lugar, a la baja credibilidad que tienen en Colombia las instituciones políticas, corroídas desde largo tiempo por la tradición oligárquica, la penetración del narcotráfico y el papel del paramilitarismo. Este déficit de credibilidad se expresa en una retracción del electorado, tanto más importante cuanto más alejadas se encontraran de las zonas calientes del conflicto armado las regiones en las cuales el NO triunfó con holgura. En cambio, aquellos departamentos que fueron teatro de operaciones de los enfrentamientos se manifestaron mayoritariamente a favor del SI. Para decirlo en otros términos: allí donde los horrores de la guerra eran experimentados sin mediaciones y en carne propia –principalmente las regiones agrarias y campesinas- la opción por el SI triunfó de manera aplastante. Tal es el caso del Cauca, con el 68 % votando por el SI; el Chocó, con 80 % por el SI; Putumayo, 66 % por el SI; Vaupes, 78 % por el SI. En cambio, en los distritos urbanos en donde la guerra era apenas una noticia que divulgaban los medios, satanizando de manera implacable a la insurgencia, quienes acudieron a las urnas lo hicieron para manifestar su rechazo a los acuerdos de paz.

Lo anterior remite a una segunda consideración: la debilidad del esfuerzo educativo hecho por el gobierno colombiano para explicar los acuerdos y sus positivas consecuencias para el futuro del país. Esta falencia había sido señalada por diversos observadores y protagonistas de la vida política de ese país, pero su llamado de atención al presidente Juan M. Santos fue desoído. El confiado optimismo que primaba en los círculos gubernamentales (y también en algunos sectores cercanos a las FARC-EP) unido a la imprudebte confianza puesta en los pronósticos de las encuestas -que, una vez más, fracasaron escandalosamente- hizo que se subestimara la gravitación de los enemigos de la paz y la eficacia de la campaña basada en el visceral rechazo a los acuerdos promovida por el uribismo. El papel desempeñado por la derecha vinculada al paramilitarismo y los medios de comunicación, mismos que reprodujeron sin cesar las acusaciones de “traición” dirigidas al presidente Santos, galvanizaron un núcleo duro opuesto a la ratificación de los acuerdos que pese a ser minoritario en el conjunto de la población logró prevalecer porque sus adherentes acudieron masivamente a las urnas, mientras que sólo una parte de los que sí la querían se atrevieron a desafiar las inclemencias del tiempo y fueron a votar. Persuasiva resultó ser pues la “campaña de terror” orquestada por la derecha, que en sus ominosas caricaturas presentaba al comandante Timoshenko ya investido con la banda presidencial y presto a imponer la dictadura de los “terroristas” sobre una población indefensa y sumida en la ignorancia, misma que encontró en el voto por el NO el antídoto necesario para conjurar tan pavorosa amenaza.

En suma: es imposible abstraerse de la sensación de frustración que provoca este resultado. Como se dijo una y mil veces, la paz en Colombia es la paz en América Latina. Tremenda responsabilidad le cabe a las FARC-EP ante este deplorable resultado electoral. La sensatez demostrada por la guerrilla en las arduas negociaciones de La Habana deberá ahora pasar por una nueva prueba de fuego. Y es de esperar que la tentación de retomar la lucha armada ante el desaire electoral sea neutralizada por una actitud reflexiva y responsable que, desgraciadamente, no tuvo la ciudadanía colombiana. Las declaraciones del comandante Timoshenko ratificando que ahora las armas de la insurgencia son las palabras permiten albergar una semilla de esperanza. Lo mismo las manifestaciones de la dirigencia del ELN y la alocución del presidente Santos poco después de conocidos los resultados del plebiscito. Ojalá que así sea y que esta guerra de más de medio siglo, que a lo largo de estos años tuvo un costo equivalente a casi la mitad del PBI actual de Colombia; que despojó de sus tierras y desplazó de sus hogares a casi siete millones de campesinos; que produjo 265.000 muertes oficialmente registradas; que victimizó por la vía indirecta a dos millones y medio de menores de edad; que esa pesadilla, en suma, que ha enlutado a la entrañable Colombia pueda hundirse definitivamente en el pasado para abrir esas grandes alamedas evocadas por el heroico presidente Salvador Allende por donde habrán de pasar los hombres y las mujeres de Colombia para construir una sociedad mejor . Ayer se perdió una inmejorable oportunidad para avanzar por el camino de la paz. Habrá otras, sin duda alguna.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217461

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Colombia: Disturbios en la Universidad Pedagógica

Colombia / colombia.com / 8 de Octubre de 2016

Explosiones de papas bomba y enfrentamientos se reportan a esta hora en la calle 72 con carrera 11, cerca a la Universidad Pedagógica, entre miembros del Esmad de la Policía, estudiantes y encapuchados.

Los hechos son contradictorios, ya que fueron los estudiantes de esta universidad quienes lideraron la «Marcha del silencio» en apoyo del proceso de paz, el pasado 5 de octubre.

Al mismo tiempo, un grupo de estudiantes marcha por las calles 72, entre carreras 11 y 13, gritando «queremos la paz», para así reducir la protesta de los encapuchados que se defienden con piedras y palos a los gases lacrimógenos del Esmad.

Noticia en desarrollo….

Fuente: http://www.colombia.com/actualidad/nacionales/sdi/144728/disturbios-en-la-universidad-pedagogica

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Votaré Sí porque educación es vida, convivencia, democracia y paz

Por: Ángel Pérez Martínez

Votaré Sí, por lo mismo que vislumbró y lloró la señora Sandra Inés Henado, esposa del general Javier Alberto Flórez, quien declaró en entrevista para El Tiempo que una vez el médico del Hospital Militar le dijo que en todo el mes de enero del año 2015 no había llegado ningun soldado herido, “ese día se sentó a llorar y entendió que valía la pena, que una mano amputada menos, una viuda menos y un huérfano menos valían la pena”. La vida, dolores y traumas de soldados, guerrilleros y campesinos pobres que se evitaron durante el proceso de negociación en la Habana valen la pena y justifican mi voto por el Sí a los acuerdos. Acepto que los acuerdos no resuelven en el fondo ningún problema estructural de la sociedad, que por sí solos ellos no avalan la paz, pero les reconozco la intención de crear un camino para transitar hacia la paz.

Además, votaré sí porque existe evidencia en diversos países del mundo que una sociedad en guerra y violenta jamás podrá ser equitativa, democrática y de progreso para la mayoría de quienes la conforman.

Votaré Sí, porque necesitamos avanzar y no quedarnos en el pasado violento, dañino y cargado de odio, en el cual algunos quieren permanecer con diversas disculpas y engaños. La evidencia de nuestro desarrollo en los últimos 50 años muestra que la guerra y la violencia son un obstáculo para resolver los problemas de inequidad y de injusticia social entre los colombianos; al contrario, este país en la guerra profundizó y segmentó diferencias entre ricos y pobres, entre campo y ciudad, entre guerreros y pacifistas. Somos uno de los países más inequitativos del mundo, Gini de 56% y uno de los más divididos en América Latina.

Votaré Sí, porque aspiro a que tengamos cada vez menos disculpas para continuar con plebiscitos, elecciones presidenciales y de cuerpos colegiados donde el poder político y el voto lo define en esencia la guerra con frases tan certeras para atraer votantes como aquella pronunciada por la Congresista Cabal: “el Ejército no está para ser damas rosadas, el Ejército es una fuerza letal de combate que entra a matar”. No alcanzo a imaginar el lío que tendrá un docente para explicar a sus alumnos, en una aula de clase, el papel constitucional de las fuerzas armadas en Colombia.

Votaré Sí, porque de muchas maneras, algunas de ellas imperceptibles, la guerra termina imponiendo sus sin-razones y alrededor de ella se amamantan para subsistir y perdurar líderes, grupos y partidos políticos.

Votaré Sí, porque aspiro que se acaben los violentólogos; así como los analistas de la guerra, de las FARC, y de otros actores armados, quienes han gastado lo mejor de sus energías, de su capacidad investigativa y de su pensamiento crítico en interpretar y explicar la violencia política. Bienvenidos los educólogos, los estudiosos de la vida, los investigadores que ayuden a encontrar caminos para disminuir diferencias de todo tipo, los que se imaginen y ayuden a construir felicidad. Bienvenidos los plebiscitos para consultar decisiones educativas de interés nacional, bienvenidas campañas presidenciales donde votemos por propuestas de bienestar social y su financiación (quién paga impuestos y cómo se utilizan los recursos para mejorar equidad). Sin duda alguna, bienvenido el apoyo a los artistas con su inmenso poder para crear belleza, para reparar dolor humano y ayudar a una sociedad enferma con su sensibilidad y sentido crítico.

Votaré Sí, porque entiendo que la justicia transicional es un recurso que se establece de manera temporal para que los Estados puedan realizar acuerdos para recuperar la convivencia, la paz y la protección de derechos humanos, con dos objetivos a futuro: fortalecer el Estado de derecho y garantizar un sistema de justicia que funcione y cuente con el apoyo de la ciudadanía. No entiendo por qué se quiere vincular acuerdos con impunidad por el hecho de no garantizar que 8000 guerrilleros o sus jefes vayan a la cárcel, como si la cárcel en Colombia reparara o ayudara a crear mejores personas.

Votaré Sí, porque se respete la escuela como escenario de vida, de conocimiento y de formación humana. Porque 1084 maestros muertos por violencia política (cerca de 300 en el departamento del Caquetá) son la mayor prueba de la degradación del conflicto y los daños directos al sector educativo. En Colombia miles de maestros tienen miedo a hablar o a tener un sentido crítico de la sociedad, temen por su vida.

Votaré Sí a los acuerdos, porque el temor a las armas, a la violencia y a la denuncia son, en parte, el sustento de la corrupción y del mal uso de los recursos públicos en algunas regiones del país.

Votaré Sí, porque nada más alejado a los propósitos de la educación que el odio, la guerra, los heridos, los mutilados y la confrontación con intención de hacer daño a la vida humana.  La escuela existe para formar buenos seres humanos, capaces de proteger sus derechos y los de los otros, empezando por el más valioso de todos: la vida. Y la vida se protege con formación en convivencia, en democracia y en la consecución de una paz estable y duradera producto de una sociedad con mayores oportunidades y equidad: desarrollo de ciudadanía.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/votare-si-porque-educacion-es-vida-convivencia-democracia-y-paz-por-angel-perez-martinez/232480

Imagen: http://www.nydailynews.com/latino/marcha-por-la-paz-de-colombia-en-nueva-york-gallery-1.42798

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Colombia: La rectora que le está haciendo el quite a la guerra en Arauca

América del Sur/Colombia/07 de octubre de 2016/www.elespectador.com/Por: Tatiana Pardo

Esta Nominada al Premio Compartir 2016; Emperatriz Montes fue consciente de los estragos que deja la guerra al interior de una familia, luego de que su hermano fuera pasado como un falso positivo , entendió que la educación era la única manera de empoderar a los jóvenes.

En mayo del año pasado, el presidente Juan Manuel Santos y la ministra de Educación, Gina Parody, firmaron el decreto que obliga a todos los colegios del país a crear una materia dedicada a la paz. Una decisión que trajo consigo varios defensores y detractores del tema pues no se tenía muy claro cómo, después de medio siglo en guerra y un país resquebrajado, se podía empezar a enseñar paz en las aulas, si es que la paz se enseña de la manera tradicional, como se hace con la física o química.

La exviceministra de Educación, Isabel Segovia, le dijo a este medio en su momento que esa cátedra era tan solo una arandela más que usan los congresistas para no resolver los problemas de fondo del sistema educativo, como ya pasó con los temas de sexualidad y competencias ciudadanas. “La estrategia de quienes no son capaces de idear transformaciones profundas es llenar el currículo de cátedras que no generan ningún cambio”, comentó.

Sin embargo, desde algunos rincones del país, donde la violencia ha quebrado hogares, roto esperanzas y creado un ambiente de zozobra y abandono, ahí también se quiere enseñar paz; no con una materia más en el currículo sino construyendo un estilo de vida que va calando en la mente de niños y jóvenes desde la cotidianidad: el de la tolerancia, el respeto, la solidaridad y el diálogo como mecanismo para resolver conflictos.

 Uno de esos ejemplos es el de Emperatriz Montes, una mujer oriunda de Arauca, uno de los departamentos más violentados por los grupos guerrilleros de las Farc y el ELN. Después de perder a su hermano, quien en 1993 fue pasado como un guerrillero muerto en combate, entendió que las aulas eran el escenario ideal para empoderar con argumentos a los niños y, tal vez, arrebatárselos a la guerra, los billares y cantinas.

Yo soy Emperatriz Montes Ovalle, administradora de empresas agropecuarias de la Universidad Santo Tomás.  Tengo 44 años y soy la rectora de la Institución Educativa Andrés Bello, ubicada en el corregimiento La Paz, del municipio de Arauquita. Una zona históricamente abatida por la cruda guerra de nuestro país, controlada por grupos guerrilleros, abandonada por el Estado en múltiples formas y ahora, con todas las esperanzas puestas sobre el proceso de paz.

Hemos pasado momentos muy tensos en el departamento pero ya no queremos seguir contando eso porque detrás de cada historia triste, también hay una de valentía, superación, esperanza y motivo de orgullo.Eso es lo que queremos que el país conozca, que todas las adversidades nos fortalecieron, nos unieron, aprendimos que no hay que dejar de soñar y que hay que trabajar todos los días por alcanzar las metas. Nuestro lema: cada adversidad trae una oportunidad.

Ahora nuestra oportunidad está en la educación. Estamos hablando de niños con capacidades de aprendizaje diferentes, que llegaban maltratados a la escuela, a veces con hambre, víctimas de violencia intrafamiliar producto de ese medio tan hostil en el que vivían. Lastimados física y verbalmente. Desesperanzados. Con ganas de irse de aquí.

Es que si los jóvenes tuvieran otras oportunidades en la vida seguro que no se irían a combatir en un grupo armado, pero como no hay inversión en este territorio, no hay presencia del Estado, no hay un sistema de salud digno, no hay carreteras en buen estado, no hay quien les compre los productos a los cultivadores, no hay cómo sacar la cosecha a la ciudad y la tierra cada vez se pone menos productiva entonces el camino más rentable y accesible que siempre han visto es el de la guerra.

Nos dimos cuenta que era el momento de cambiar, de educar de acuerdo al contexto en el que hemos estado siempre. Empezamos a hacer paz cuando implementamos el diálogo como el primer paso a la resolución de conflictos, cuando socializamos con los estudiantes la necesidad de que se formen y se empoderen de sus vidas para que no crean cualquier cosa que les anden diciendo, cuando llamamos a los papás para hablar sobre los métodos de corrección que utilizan, cuando reemplazamos las cantinas y billares por aulas de clase, cuando escuchamos y respetamos la opinión del otro.

Muy seguramente el concepto de paz para un bogotano es muy diferente al de un muchacho de Arauquita, donde siempre ha merodeado la incertidumbre, donde pareciera ser que la violencia nos arrebató todo, incluso la inocencia. Es que es muy difícil hablar de paz cuando siempre se ha vivido en la ciudad, con muchas comodidades, sabiendo que la realidad es otra.

El colegio Andrés Bello no es grande pero sí es importante. Tenemos una planta docente de 26 profesores, una psicóloga, una coordinadora, una secretaria, 504 estudiantes en las nueve sedes que manejamos y una rectora, yo. Estamos esperanzados porque las familias de mis estudiantes también tienen algún familiar que está en la guerrilla y nos están preguntando qué tendrían que hacer para que, después de desmovilizarse, empiecen a estudiar nuevamente. Pero también estamos preocupados: falta firmar la paz con el ELN ¿qué estarán esperando? ¿Cuánto más nos toca seguir esperando? 

Tomado de: http://www.elespectador.com/noticias/educacion/rectora-le-esta-haciendo-el-quite-guerra-arauca-articulo-657796

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En la Universidad Pedagógica Nacional Colombia, Conversatorio “Aportes de la educación especial a la formación de las personas ciegas y con baja visión: una discusión desde el rol profesional”

La Licenciatura en Educación con énfasis en Educación Especial de la Universidad Pedagógica Nacional invita al conversatorio “Aportes de la educación especial a la formación de las personas ciegas y con baja visión: una discusión desde el rol profesional”.

 Especialmente se convoca a quienes aspiran ingresar al programa, ya que podrán ampliar su conocimiento sobre el campo profesional de los licenciados egresados y los educadores especiales.

 Agenda:

 4:00 a 4:30 p. m. Experiencia de vida: Viviana Barrera, egresada con discapacidad visual.

4:30 a 5:00 p. m. Presentación e información de admisiones de la Licenciatura en Educación con énfasis en Educación Especial.

5:00 a 5:45 p. m. Presentación práctica pedagógica Instituto Nacional para Ciegos (INCI) y Universidad Pedagógica Nacional.

  • La paz se escribe con braille
  • La participación de los Educadores Especiales en la construcción de la accesibilidad a la información de las personas con discapacidad visual.

5:45 a 6:00 p. m.: Conversatorio y reflexiones finales.

 Fecha: Viernes 7 de octubre de 2016

Hora: 4:00 a 6:00 p. m.

Lugar: Centro Cultural Gabriel Betancourt Mejía, sala Agustín Nieto Caballero (calle 73 n.º 14-53, Bogotá, D. C.)

Entrada libre.

Fuente:  http://agencia.pedagogica.edu.co/vernoticia.php?idnot=2381

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Miles de estudiantes marchan en Bogotá para pedir la paz

América del Sur/Colombia/6 de octubre de 2016/Fuente: publimetro

Un amplio número de jóvenes, niños y adultos marcha con dirección hacia la Plaza de Bolívar para realizar una protesta silenciosa a favor de los acuerdos de La Habana.

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Colombia: Gina Parody renuncia como ministra de Educación

Colombia/06 octubre 2016/Fuente: Semana

La funcionaria decidió dejar su cargo después de haber sido una de las abanderadas de la campaña por el Sí en el Plebiscito por la Paz. ¿Crisis ministerial?.

La renuncia de la ministra de Educación, Gina Parody, es el primer remezón en la Casa de Nariño de la victoria del No el pasado 2 de Octubre. Y se anticipa que podrán venir más. Se sabía que esa derrota significaría la salida de altos funcionarios. Sin embargo, había un ambiente de calma después de que el lunes, el presidente Santos no aceptó la dimisión del jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, y, por el contrario, lo designó el puente del necesario diálogo que vendrá con el uribismo. No es probable que a Parody, quizás la funcionaria más cercana al primer mandatario, tenga la misma suerte.

A las 7 de la mañana en el Ministerio de Educación, la ministra anunció su renuncia después de dos años de gestión. «En las últimas horas, he presentado al señor presidente de la República, Juan Manuel Santos, la renuncia al cargo de ministra de Educación por considerar que ha culminado un ciclo de servicio a los jóvenes y niños del país», dijo.

Parody había pedido una licencia de dos meses para entrar al equipo, liderado por el expresidente César Gaviria, que lideraba la campaña por el Sí. Un papel similar había desempeñado durante el proceso reeleccionista del presidente Santos, cuando se desprendió del Sena para unirse a la campaña, y regresó al Gobierno en calidad de ministra después de la victoria.

En esta ocasión la situación es muy diferente y su salida tiene muchos significados. Parody se apartó de la cartera de Educación, después de quizá las más multitudinarias marchas en las ciudades contra el gobierno de Juan Manuel Santos.

La razón era producto de una mezcla de malentendidos, argumentos de fondo y mal manejo de crisis. Las cartillas de educación sexual “ambientes escolares libres de discriminación’’ generaron un cisma entre el país creyente y el país progresista. El malestar entre padres de familia, profesores y miembros de comunidades religiosas se expresó en las marchas que llenaron las principales plazas de ciudades y pueblos de Colombia.

La ministra fue víctima de ese episodio. Por cuenta de su orientación sexual fue acusada de querer imponer la homosexualidad en los niños. Sin embargo, tampoco supo salir de esa crisis. En uno de los momentos de mayor polarización del país acusó a los padres de familia de haber salido a las calles con mensajes redactados desde las “guaridas de los políticos”, lo cual dejó la percepción de la arrogancia del Gobierno.

La verdad es que los políticos sí se montaron en ese bus. Tanto Álvaro Uribe como Alejandro Ordóñez se sumaron a las protestas. Acusaron al Gobierno de querer imponer una “ideología de género”, un concepto que se utiliza para describir a quienes consideran que la mujer y el hombre no necesariamente tienen que cumplir con los papeles tradicionales.

Uribe y Ordóñez aprovecharon ese momento díficil de Parody para asestarle un golpe emocional al Gobierno. El exprocurador la llamó «mentirosa» y se dedicó a criticarla en los medios. La ministra le respondió en el mismo tono y acusó a la Procuraduría de estar detrás de la conspiración de unas cartillas pornograficas falsas que habían circulado en la costa.

El expresidente también se regodeó. Parody había sido la congresista estrella del uribismo en el pasado. Pero por cuenta del escándalo de la parapolítica se había salido de esa colectividad. Cuando comenzaron las críticas del exmandatario al proceso de paz, ella fue quien salió con más ahínco a defender a Santos. Acusó a su exjefe de tener vínculos con grupos armados ilegales. «Uribe, famoso por su microgerencia, autoriza la entrada del asesino paramilitar Job a Palacio por la puerta de atrás, como los mafiosos», fue uno de sus trinos.

Uribe comenzó a motivar a los colombianos a asistir a las protestas contra el minsterio. Y envió a todos sus congresistas a acompañarlas en varias ciudades. Quienes lo conocen aseguran que su defensa de la familia tradicional es una convicción personal, pero que también se estaba «sacando un clavo».

Frente a la magnitud de las manifestaciones en la calle, el presidente tuvo que salir a ponerle la cara al escándalo. Después de una reunión con los altos jerarcas de la Iglesia católica hizo una alocución de prensa con Parody a su lado. Rechazó que el Gobierno estuviera implantando la ideología de género y desautorizó el uso de las cartillas.

Parody se retiró semanas después discretamente del ministerio para liderar la campaña del Sí. Hay quienes dicen, quizás injustamente, que su papel no ayudó al Gobierno en las votaciones del domingo. Para algunos analistas políticos el quiebre de la tendencia a favor del No se dio por cuenta de las iglesias cristianas y de familias de corte conservador que asociaron el acuerdo de Paz con la ideología de género.

Desde su cuenta de Twitter la funcionaria trinó: «Gracias a los 6,3 millones de colombianos que ondearon banderas blancas y vibraron con la esperanza. Seguiré defendiendo el sueño de la paz».

No se ve viable que a Parody le pase lo mismo que a De la Calle y no le acepten la renuncia. Ni siquiera porque el presidente no quiera mantenerla en el gabinete, pues se sabe que la funcionaria cuenta con su confianza y su apoyo. Sin embargo, ha dicho en privado que está pensando en hacer un doctorado en el exterior y alejarse del agitado mundo político.

La gran pregunta que se hace en este momento la clase política es si la renuncia de Gina es un caso aislado o es la primera de una crisis ministerial. En círculos políticos se dice que otro que podría apartarse del cargo es Juan Fernando Cristo. El ministro del Interior se la jugó a fondo por la paz y desde hace un par de meses decía que quizás había llegado el momento de retirarse. A pesar de su empeño, fue uno de los perderores del domingo, pues fue a hacer campaña a su región, Norte de Santander, en donde el No ganó por más del doble de los votos (282.000 contra 123.000).

Se decía también que una vez se refrendara la paz, la canciller María Ángela Holguín se iría del gabinete. Ella ha acompañado al presidente Santos desde el inicio de su período y creía que ya era hora de dar un paso al costado. Sin embargo, el lunes el presidente le asignó una nueva responsabilidad: estar en el equipo que negociará con el uribismo y los partidarios del No. En La Habana demostró que es una mujer práctica y que su papel es muy valioso en un escenario adverso. No se ve viable que la dejen ir. Otros altos funcionarios que podrían reacomodarse para tener un papel en la crisis son Rafael Pardo, ministro del Posconflicto, y Alfonso Prada, quien se había retirado del Sena a hacer campaña.

Todo el mundo del poder está a la expectativa de lo que pueda pasar en estos días. Después de la derrota del Sí, ya casi nadie se atreve a hacer cábalas.

Una ministra estrella 

Parody puede ser una de las funcionarias a las que mejor les ha ido en esa cartera. Llegó al cargo precisamente después de que se conocieron los resultados de las Pruebas PISA del 2012 y el 2014, que ubicaron en ambas oportunidades a Colombia en el último lugar entre los participantes de la evaluación organizada por la OCDE. Debido a esto, el presidente Santos le encomendó a Gina el reto de convertir a Colombia en “la más educada”, lo que se traduciría en la política de educación más ambiciosa del país en mucho tiempo, pues busca llevar a Colombia para el año 2025 al primer lugar en las pruebas entre los países de América Latina.

En su corta intervención, Parody resaltó su labor: la implementación de la jornada única, la entrega de infraestructura, «que permitirá cubrir el 60 % del déficit de infraestructura educativa del país», según aseguró. Además, sostuvo que durante su período, las oportunidades para acceder a la educación no dependían de la situación socioeconómica de los niños: «Demostramos que lo importante no es cuánto tienen los jóvenes en su bolsillo, sino lo que tienen en la cabeza, permitiendo el acceso de los estudiantes más pobres y talentosos  a educación de alta calidad con el programa Ser Pilo Paga”. Ese programa permitió a cientos de estudiantes de bajos recursos a acceder a las mejores universidades del país.

Según voceros del Ministerio de Educación, Francisco Cardona quedará en el cargo.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/renuncia-de-gina-parody/497734

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