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Colombia: Año nuevo, ¿Icetex nuevo?

América del sur/Colombia/16 Enero 2020/Semana.com

En diciembre pasado, el Gobierno anunció una gran reforma a esta entidad crediticia. ¿Qué tan factible es que el cambio se materialice en 2020?

En medio de las masivas protestas de los últimos meses del año pasado, volvió a salir a flote la inconformidad de los estudiantes universitarios con el Icetex, una entidad de crédito estatal que se ha vuelto un verdadero dolor de cabeza para ellos. Por distintas circunstancias, miles de jóvenes han pasado a engrosar la lista de deudores morosos o, simplemente, no cumplen los requisitos necesarios para obtener un crédito educativo.

Para atender ese reclamo de los estudiantes, el 23 de diciembre el presidente Iván Duque hizo los primeros anuncios de lo que él denominó un revolcón al Icetex. El plan propuesto por el Gobierno no ha estado exento de polémica. Algunos dicen que los avisos del presidente hicieron parte de una estrategia para desactivar a uno de los sectores más importantes del paro nacional. Sin embargo, el presidente del Icetex, Manuel Acevedo, sostiene que esta transformación comenzó hace 18 meses.

Varios sectores de la sociedad colombiana celebraron las ocho medidas propuestas por Duque, que buscan dar mayores incentivos a los estudiantes que piden un crédito, y condonaciones a cerca de 120.000 beneficiarios de préstamos. Pero aún persiste la preocupación de que estos cambios se queden en palabras o se demoren en favorecer a los 603.989 usuarios activos del Icetex.

Sobre estas dudas, Acevedo aseguró que en la última semana de enero se reunirá la junta directiva de la entidad para aprobar las cuatro primeras medidas que dependen exclusivamente de ella. Y que espera ponerlas en marcha antes de finalizar el primer semestre. Esos alivios incluyen la posibilidad de cambiar por una vez el tipo de crédito, aumentar dos giros adicionales para los estudiantes que se atrasen en los semestres o plan de estudios, condonar intereses corrientes vencidos y de mora entre 31 y 90 días, y ampliar los plazos.

 

En cuanto a las otras cuatro medidas, relacionadas con las condonaciones de capital y deuda así como las formas de pago, el panorama no es tan claro, dado que para hacerlas realidad es necesario presentar un proyecto de ley. “Estos casos son nuestra mayor preocupación, pues lo raro en el Congreso es que un proyecto de ley pase”, dice Daniel Torres, representante de los usuarios del Icetex. Por su parte, Acevedo señaló que en marzo lo radicarán. “Somos optimistas de este proceso, hemos encontrado disponibilidad en las diferentes bancadas para sacarlo adelante”.

Estas ocho medidas son solo el comienzo de esa transformación. En efecto, el plan de alivios es el primero de los cinco ejes temáticos contemplados en la comisión de reforma al Icetex, conformada por los actores del sector. Aún faltan los anuncios relacionados con la transformación tecnológica, los cambios en la gobernanza y estructura de la entidad, las mejoras en el acompañamiento al estudiante, y el tema que causará mayor polémica y en el que será más difícil llegar a un consenso: el portafolio de servicios y las características de la financiación.

Al respecto hay posiciones encontradas. Los estudiantes dicen que los intereses son exagerados y cubren a la mayoría de los deudores; Acevedo sostiene que el 67 por ciento de los beneficiarios tienen cero tasa de interés. En el caso del 33 por ciento restante, el funcionario precisó que la mayor tasa equivale a un 14 por ciento efectivo anual, la mitad de cualquier crédito educativo de un banco. Sin embargo, aseguró que en las negociaciones buscarán reducir esta tasa.

Sin duda, el revolcón del Icetex planteará un duro pulso entre el Gobierno y los estudiantes. Y será una de las cartas que jugará el presidente en 2020 para reducir el creciente inconformismo de la comunidad universitaria.

Fuente e imagen tomada de: https://www.semana.com/educacion/articulo/que-reformas-tendra-el-icetex-sera-nuevo/647713

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Colombia: Presupuesto para educación sigue siendo discreto

América del Sur/ Colombia/ 14.01.2020/ Fuente: www.elnuevosiglo.com.co.

Comienza el 2020, los retos y las expectativas para el sector educación son enormes. Inician su periodo 95 secretarios de educación. En Colombia, el Ministerio ha certificado 95 secretarías de educación, que son las de los 32 departamentos, las 32 capitales de departamento y los municipios con centros urbanos que superan los 70.000 habitantes. Sin embargo, en la mayoría de secretarías de educación se dedican a la tarea de la alimentación escolar y el giro de recursos para los docentes. Eso deja de lado los temas de calidad, de mejoramiento continuo, la implementación del currículo, los temas de bilingüismo, la mejora de los resultados en las pruebas Saber y el cierre de brechas entre la educación pública y privada.

Por eso, la responsabilidad central recae en el gobierno nacional y las acciones que implemente el Ministerio de Educación en el área de calidad. Para cumplir con varios objetivos es necesario cumplir con los compromisos sobre el presupuesto para educación y saber invertirlo. El gobierno ha afirmado que estamos frente a la mayor inversión de educación en la historia, sin embargo sigue siendo pequeña frente al PIB del país. ¿Eso qué quiere decir?

Naciones Unidas reconoce 196 estados soberanos en el mundo, pero la diversidad es enorme, desde uno del tamaño del campus de la Universidad Nacional como Mónaco, hasta uno más grande que Suramérica como Rusia. De uno de 1.200 millones de habitantes como China, hasta los 80.000 habitantes de San Marino. De uno con el producto internos más grande que toda Europa como Estados Unidos hasta el pequeño Tuvalu. Por eso, la forma real de saber cuándo se invierte es educación es ver qué porcentaje del PIB de cada país se invierte en el sector y ahí Colombia sigue rezagado.

En el caso americano, a pesar de las dificultades económicas, Cuba es el país que más invierte con el 12.8% del PIB. Le siguen en su orden Costa Rica 7.4%, Belice 7.4%, Bolivia 7.3%, Venezuela 6.9%, Guyana 6.3%, Brasil 6.2, Aruba 6.2, Puerto Rico 6.1%, Honduras 6.0%, San Vicente y las Granadinas 5.8%, Argentina 5.5%, Chile 5.4%, Jamaica 5.4%, Canadá 5.3%, Estados Unidos 5.0%, Ecuador 5.0%. México 5.0%, Curazao 4.9%, Uruguay 4.9% y Barbados 4,7%. Colombia invierte el 4.6% del PIB, es decir nuestro país ocupa la discreta posición 22 en el continente y la posición 97 en inversión en educación en el mundo.

Entonces, no hay que sacar mucho pecho sobre el incremento, cuando al comparar el presupuesto con los ingresos del país, los resultados son tan discretos. Colombia debe desarrollar una estrategia para incrementar el presupuesto, sin que vaya a engrosar el abultado presupuesto que se llevan el sistema pensional, nómina y comida, a dónde va la mayoría. Y que esos nuevos recursos se estipulen para inversión en ciencia, en investigación, en mejoramiento de la calidad, en políticas de seguimiento de los procesos de aprendizaje. Esa, es la estrategia que nos permitirá cerrar brechas, volver a creer en la educación pública, que la misma sea aspiracional y no la opción de quienes no pudieron pagar educación de calidad.

Entre los países que más invierten en el mundo están Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia, Finlandia, Bélgica, Nueva Zelanda, Francia, Estonia, Australia y Suiza, países que han demostrado en las pruebas internacionales que focalizar los recursos en estrategias de calidad tienen los resultados esperados.

Fuente de la noticia: https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/01-2020-presupuesto-para-educacion-sigue-siendo-discreto

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Mujeres organizan huelga de sexo hasta que les construyan una vía en sur de Colombia

América del Sur/Colombia/13-01-2020/Autor(a) y Fuente: www.publimetro.co

En tiempos de protestas, esta es una de las más llamativas que se haya visto. Un grupo de mujeres en Nariño anunciaron que no tendrán sexo con sus esposos hasta que se termine de construir la vía Junín-Barbacoas, en el departamento del sur. ¿Los hombres son quienes construyen la vía? No, pero ellas apelan a la huelga de sexo porque ya les funcionó.

«La verdad es que estamos en pie de lucha para volver a organizar una huelga de sexo, porque creo que no es justo que por una entidad se pare una obra de gran importancia», aseguró la líder de la Fundación Piernas Cruzadas.

A la vía de 56 kilómetros le faltan ocho kilómetros de construcción, lo que conectará el triángulo Telembí-Pasto. Por eso, como hace nueve años, las mujeres de la población volverán a tener una huelga de sexo. En su momento la protesta surgió efecto para empezar a construir la vía, ahora esperan que funcione para el tramo final.

Ante el tema, el alcalde de Barbacoas, Adams Rincón, afirmó que para la región es clave tener esa vía. «Tenemos el tema de conectividad que nos va a permitir la competitividad de la producción», manifestó.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/co/noticias/2020/01/12/mujeres-organizan-huelga-de-sexo-hasta-que-les-construyan-una-via.html

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Colombia: ¿Cómo quedó el calendario académico de las universidades públicas tras el paro?

América del Sur/Colombia/12-01-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

Por: Redacción Educación

El Sistema Universitario Estatal (SUE) informó que al menos 12 de las 32 instituciones públicas del país deberán culminar el segundo semestre de 2019 en los primeros meses de 2020. Entre ellas están la Universidad de La Guajira, la Universidad Pedagógica, la Universidad Nacional, entre otras.

Jairo Torres Oviedo, presidente del Sistema Universitario Estatal (SUE), informó que al menos 12 de las 32 universidades deberán reponer las clases que quedaron pendientes del segundo semestre de 2019 en los primeros meses de 2020. Oviedo aseguró que el calendario académico de las instituciones se modificó debido a factores como el paro nacional, que comenzó el 21 de noviembre de 2019; actos de corrupción; escasez de recursos; o actos violentos.

Según cifras del SUE, con el cese de actividades se han visto afectados cerca de 100 mil estudiantes. Además, añadió Torres, la cancelación del semestre generó efectos como “que muchos jóvenes no lograron graduarse en diciembre, las implicaciones en la economía familiar y el impacto en las economías locales. (…) Las instituciones también se ven impactadas porque tienen gastos fijos que se deben pagar, aunque no se trabaje».

La Universidad de La Guajira, Universidad del Atlántico, Universidad del Tolima, Universidad Surcolombiana, Universidad de la Amazonia, Universidad Industrial de Santander, Universidad Nacional, Universidad de Pamplona, Universidad Popular del Cesar, Universidad Pedagógica Nacional, Universidad de Caldas y Universidad Distrital, son las instituciones que deberán realizar tres semestres en un año. Estas son las situaciones en las que se encuentran algunas de ellas:

Universidad de La Guajira

Las directivas de esta institución se vieron obligadas a cancelar el semestre por la falta de recursos. «Fruto de la crisis que atraviesa esa parte del país, el departamento de La Guajira le adeuda más de $60.000 millones a la institución. Frente a eso, el plantel académico no tiene cómo funcionar y el rector se vio en la obligación de paralizar todas las actividades», aclaró Torres.

Para encontrar una solución, esta semana se reunieron Carlos Arturo Robles Julio, rector de la institución; Nemesio Roys Garzón, gobernador de La Guajira; estudiantes y sindicatos. Durante la conversación, Roys hizo un llamado al Gobierno para atender la crisis por la que atraviesa la institución, argumentó que si la situación no mejora 9.000 estudiantes se verían perjudicados.

Universidad del Atlántico

En la institución se canceló el semestre el 25 de octubre tras un paro convocado por los estudiantes, luego de que el entonces rector, Carlos Prasca, autorizara el ingreso del ESMAD a las instalaciones de la universidad.

Los estudiantes, además, presentaron un pliego de peticiones entre las que reclamaron la manera en la que se elige al rector y a los decanos. Su propuesta es que la elección sea con voto popular y que incluya la participación de los alumnos.

El retorno a las actividades académicas, que tiene en vilo a los más de 15.000 estudiantes de la institución, se definirá el 14 de enero luego de que se realice la “Gran Asamblea Estudiantil”.

Universidad del Tolima

El 25 y 26 de noviembre se realizó una reunión en la que participaron miembros del Consejo Académico de la universidad, con el objetivo de abordar algunos puntos solicitados por los estudiantes que se habían declarado en paro, desde el 23 de octubre.

En la reunión, además, se confirmó la modificación del calendario académico. La universidad en su página web explicó que “los estudiantes que no alcanzaron a culminar semestre como estaba previsto y que representan un 35% de la totalidad del estudiantado, retomarán sus actividades el 20 de enero de 2020; mientras que el 65% restante que alcanzó a terminar y que representan más de 13 mil estudiantes entre la modalidad Distancia y Posgrados, iniciarán semestre A 2020 el 2 de marzo de 2020”.

Universidad Surcolombiana

El 26 de noviembre de 2019 la universidad fue tomada por el Consejo Académico, hecho que indignó a estudiantes y algunos docentes que calificaron la medida como una decisión arbitraria. Ante los hechos, exigieron la renuncia del rector (e) Pablo Emilio Bahamón Cerquera, como también del vicerrector Administrativo, Camilo Núñez.

Posteriormente, fue declarada la Asamblea Permanente con cese de actividades, es decir, la universidad no cerró sus puertas, sino que en ese tiempo se desarrollaron actividades culturales, académicas y pedagógica. La reposición del segundo semestre de 2019 irá desde el 20 de enero hasta el 8 de febrero de 2020.

El 10 de diciembre de 2019, el Consejo Académico de la universidad anunció la suspensión de manera temporal de las actividades en la institución. Durante la asamblea estableció “que el número total de semanas que deberán recuperarse por parte de los programas de pregrado, para asegurar la adecuada terminación del periodo académico 2019-II, es de cinco, discriminadas de la siguiente manera: cuatro de actividades académicas, más una para la realización de habilitaciones en los casos en que proceda”.

Universidad Industrial de Santander (UIS)

El retraso en el calendario académico de la sede principal de la institución, ubicada en Bucaramanga, se debe a las asambleas estudiantiles que se desarrollaron para discutir el apoyo al paro nacional y desde el 21 de octubre los estudiantes entraron en paro.

Durante 2019, solo se pudo completar el 30% de dicho calendario y 15.000 estudiantes no alcanzaron a finalizar el semestre. Las actividades académicas retornarán el 13 de enero de 2020 y los estudiantes podrán finalizar semestre.

Universidad Nacional

La rectora Dolly Montoya anunció el cierre académico del segundo semestre de 2019, luego de la participación de alumnos de la institución en el paro nacional. Determinó que el 21 de diciembre se cerrará, de manera parcial, las notas.

Además, anunció, que las clases para finalizar el segundo semestre académico de 2019 será del 16 de enero hasta el 14 de febrero de 2020.

Universidad de Pamplona

Por medio de una resolución, la rectoría de la Universidad de Pamplona anunció que el 15 de enero de 2020 se retomarán las clases en la institución para que los alumnos puedan terminar el segundo semestre de 2019.

La universidad anunció la suspensión de las clases, el 4 de diciembre, luego de que el rector Leonardo Martínez sufriera abusos verbales, señalamientos directos, gritos y agresiones durante una mesa de negociación que se realizó en noviembre de 2019 con los estudiantes.

Hasta el momento, la universidad no ha definido la fecha en la que se retomarán las actividades, por lo que le recomendaron a los estudiantes “estar pendientes de las decisiones del Consejo Académico a través de la página de la Subdirección de Admisiones y Registro”.

Universidad de Caldas

La institución decidió un cese de actividades a raíz del paro nacional, sin embargo, algunas carreras consiguieron adelantar el programa académico hasta en un 63%. Por tal razón, la institución no entregó un balance general de la situación académica.

Informó, además, que para reponer las clases, el próximo 20 de enero se reiniciarán las actividades de recuperación, que irán hasta el 28 de febrero.

Universidad Distrital

El principal motivo de cierre de actividades en esta institución, que inició el 21 de octubre de 2019, se debe a hechos de corrupción, en los que está involucrado Wilman Muñoz Prieto, exdirector de Extensión (Idexud) de esa institución. Tras conocerse el caso, el cuerpo estudiantil convocó a una serie de protestas para exigirle al Consejo Superior la creación de la Asamblea Universitaria, y así poder tener participación en la toma de decisiones y generar control efectivo a los recursos.

A raíz del escándalo, se declaró el cese de actividades y solo se pudieron cumplir 11 de las 18 semanas que cumple el semestre académico. Sin embargo, hasta la fecha la institución no ha anunciado una fecha para reponer las clases del segundo semestre de 2019, situación que afecta a más de 10 mil estudiantes. Recientemente, los alumnos le pidieron a las directivas retomar las clases.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/como-quedo-el-calendario-academico-de-las-universidades-publicas-tras-el-paro-articulo-899073

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Colombia: Universidad pública a cambio de prestar el servicio, la propuesta de Uribe

América del Sur/Colombia/12-01-2020/Autor(a) y Fuente: www.publimetro.co

La propuesta educativa del expresidente que ya causa controversia se dio a conocer esta semana. Universidad pública a cambio de prestar el servicio es lo que propone Álvaro Uribe.

Sin embargo, la idea no ha tenido gran acogida debido a que muchos lo ven como una estrategia para forzar a los jóvenes a ser parte del las Fuerzas Militares.

Universidad pública a cambio de prestar el servicio

Por eso el expresidente dijo: «Hoy por hoy la Ley permite que tengan un descuento del 30 por ciento de la matrícula». Es decir, que entre los beneficios que ya tienen los estudiantes que presten el servicio es un 30% de descuento en la matrícula.

Ahora, él busca que hagan parte del programa Generación E, que reemplazó Ser pilo Paga.

«Ustedes saben que el Gobierno tiene un compromiso de 320 mil becas y ya han asignado 84 mil. Por lo pronto el proyecto dice que el colombiano que preste servicio militar, al concluir la prestación del mismo, tiene derecho al cupo de la universidad pública», dijo en Semana.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/co/noticias/2020/01/09/universidad-publica-por-prestar-servicio.html

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La tríada del embrutecimiento en Colombia

Por: Renán Vega Cantor

La función fundamental de un libro crítico radica en develar los mecanismos, abiertos o sutiles, de la dominación y la opresión, sin importar ni el tema, ni la dimensión temporal, ni la escala espacial del asunto que se estudie. Esto es lo que hace Efrén Mesa en el libro que ahora presentamos y cuyo tema central es el de las implicaciones de la enseñanza de la historia patria en la vida cotidiana de los habitantes de un lugar profundamente conservador y católico, como lo es el municipio de Aquitania (Boyacá), conocido antes como Puebloviejo, en la época de la Violencia (1946-1965).

Es necesario destacar tres coordenadas principales de esta obra. Primero, los vínculos estrechos entre historia patria, religión y educación cívica, como pivotes de una forma de enseñanza que reafirma el poder de la jerarquía católica y de los terratenientes en la sociedad colombiana. Segundo, los nexos entre la política nacional y lo local, a través de los discursos de los políticos conservadores y de los representantes de la iglesia católica, generadores de odios, sectarismos, exclusiones y violencia. Tercero, la consolidación de la intolerancia cultural, por medio de discursos incendiarios de políticos, afiliados principalmente al partido conservador, y de obispos y curas que generan y legitiman una práctica criminal (a nombre de la pretendida superioridad de los valores religiosos y morales que defienden las jerarquías católicas y los directivos y militantes del partido conservador) que se manifiesta en el asesinato, la persecución, el destierro, la estigmatización y el señalamiento de todos los que son considerados como enemigos de la “patria” y de los sacrosantos valores de la religión católica y de la propiedad privada. Esto viene acompañado de la construcción de un imaginario anti-comunista, con el cual se legitima la persecución de esos enemigos, todos los cuales, pese a las diferencias que puedan tener, son englobados bajo el mote de “comunistas”, que deben ser erradicados de la tierra colombiana, empezando por los liberales, presentados como la encarnación del “demonio rojo”.

 La triada que embrutece: historia patria, religión y educación cívica

Una de las grandes desgracias que hemos padecido los colombianos desde finales del siglo XIX, más exactamente después de 1886, fue la imposición de la religión católica como credo oficial, promovido por el Estado, lo cual le dio un poder inusitado a un estamento privado, la jerarquía católica, en los órdenes ideológico, simbólico, educativo, cultural… En el terreno educativo esa religión adquirió un poder desmesurado en cuanto el control y disciplinamiento de los cuerpos y de los espíritus y eso fue posible mediante la implementación de unos saberes dogmáticos y escolásticos, entre los cuales sobresalía la enseñanza de la doctrina religiosa, como materia obligatoria en todas las instituciones de educación del país, lo que vino acompañado de la condena de todo aquello que fuera considerado laico o no confesional, porque no correspondía al “orden divino” del credo católico.

La enseñanza de la religión se convirtió en el soporte de la dominación ideológica y cultural de la iglesia católica y también en uno de los filtros que determinaba quien debía ser considerado como un “buen cristiano”, lo que tenía consecuencias en materia de acceso a la educación, a los empleos públicos y a la participación en cualquier instancia de la sociedad. Esa enseñanza religiosa inculcaba la sumisión, la obediencia, la aceptación de las desigualdades sociales como algo natural, y el respeto irrestricto a curas y obispos y a lo que emanara del Vaticano. Se exaltaba la existencia de un orden sagrado e incuestionable, al que había que someterse sin chistar. Era una enseñanza dogmática sobre ese orden superior y pretendidamente divino que se plasmaba en el catecismo del padre Astete, donde a los estudiantes solamente se les pedía memorizar y repetir las formas canónicas establecidas, sin atreverse a cuestionar, preguntar y mucho menos dudar. Todo lo que decían los manuales de religión era cierto y valido por petición de principio y, en consecuencia, incuestionable.

Bajo esta misma lógica estaba construida la historia patria, cuyos manuales estaban escritos a imagen y semejanza de los catecismos religiosos. No por casualidad durante varias décadas en Colombia se enseñó una materia que se denominaba historia sagrada, la cual simplemente pretendía convertir en procesos reales los acontecimientos imaginarios y literarios, en el mejor de los casos, que se encuentran en la Biblia o en los Evangelios y buscaba establecer unas pautas de conducta ejemplarizante derivada del culto a los santos.

Por eso, cuando en 1936 se efectuó una temerosa reforma educativa, religiosa y constitucional durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo, que tocó someramente el poder de la iglesia católica, sus altas jerarquías y las principales dirigentes del partido conservador condenaron cualquier intento de alterar sus intereses como algo que iba contra los valores de la nacionalidad, y anunciaban la defensa de esos valores religiosos a sangre y fuego, si era el caso. Este es uno de los antecedentes tempranos de la violencia sectaria y partidista que se va a desencadenar en el país después de 1945. Y bajo este prisma se construyó la historia patria durante la República Conservadora (1886-1930), que no fue seriamente cuestionada durante la República Liberal (1930-1946) y siguió siendo dominante en la educación colombiana hasta la década de 1970. Esta historia patria se distinguía por rendirle culto a los grandes hombres (machos), militares, curas, conquistadores, los cuales eran presentados como seres divinos y sobrenaturales, siendo sus herederos quienes eran los dirigentes conservadores o fungían como altos jerarcas de la iglesia católica. La historia patria exaltaba el individualismo, las grandes hazañas y gestas guerreras, de los héroes que con su sacrificio engrandecían la patria. Aquí también, como en los catecismos, se le exigía al alumno que creyera dogmáticamente en esas hazañas y para ello lo único que debería hacer era memorizar fechas, datos, nombres y luego repetirlos como loro amaestrado.

En cuanto a la educación cívica no pretendía formar ciudadanos sino buenos cristianos, pasivos, obedientes e intolerantes, que nunca cuestionaran ni la riqueza, ni el poder terrenal de unos pocos, ni la desigualdad, sino que consideraran que todos esos asuntos eran normales y naturales, porque Dios lo había dispuesto así. La autoridad viene y emana de Dios y los buenos cristianos, a los que se les inculcan los valores de la sumisión, la obediencia y la creencia dogmática en lo que les dicen quienes se proclaman como portadores de la verdad, deben someterse con la cabeza baja, porque todos los que representan a Dios merecen respeto y obediencia, en el hogar, en la escuela, en la parroquia, en la vereda, en la cabecera municipal, en el Departamento o en el país.

Por supuesto, esta triada del embrutecimiento generaba unos individuos pasivos, obedientes, sumisos y, lo que es peor, dogmáticos, con un horizonte mental bastante limitado y conservador, dispuestos a obedecer las órdenes del cura o del gamonal local o del político incendiario de la dirección nacional del Partido Conservador, que llamaban a oponerse a cualquier intento de tocar su poder terrenal, mediante cualquier reforma, como la educativa, por limitada que fuera. Y la reacción fue brutal, como lo ejemplifica en Boyacá el caso de Fray Francisco Mora Díaz, quien sostenía que “la escuela sin religión será para Colombia lo que ha sido para otras naciones: semillero de criminales, fábrica de libertinos y suicidas; antros de donde saldrán los traidores a la patria, porque quien reniega de su religión, con más razón se avergonzará del pedazo de la tierra que lo vio nacer”.

Esa triada del embrutecimiento presentaba a la desigualdad, la intolerancia, el racismo, el fanatismo como fenómenos naturales, resultado de designios divinos. En las zonas agrarias, las más pobres, donde el poder espiritual del cura de parroquia era indiscutible –poder que era complementado en la escuela por el maestro de religión y de historia, a veces encarnado también en los propios sacerdotes–, esos discursos reforzaban la injusticia y la desigualdad.

Todos los aspectos mencionados son estudiados con detalle y rigor por Efrén Mesa, mediante un trabajo sistemático y exhaustivo de fuentes, entre las que sobresalen los textos escolares, los programas oficiales de estudio y las declaraciones de políticos y de curas sobre la enseñanza confesional.

Los vínculos entre el odio político nacional y la violencia local

Un segundo aspecto que debe destacarse de este libro radica en la manera cómo se analizan los nexos existentes entre lo nacional y lo local, en el período que va desde mediados de la década de 1930 hasta finales de la década de 1950. Más exactamente, se develan los mecanismos, tenues y, a primera vista, difíciles de percibir, entre la política nacional y local, entrelazada por el poder de la palabra, principalmente en su forma oral y en menor medida escrita, de los dirigentes políticos del partido conservador y de los representantes de las altas jerarquías católicas. Es en el centro del país, concretamente en Bogotá, donde se hacen las principales invocaciones contra el reformismo liberal de López Pumarejo, por la boca y la pluma de Laureano Gómez, los Leopardos y otros miembros del conservatismo en el lado “civil” y las altas jerarquías de la iglesia católica por el lado religioso. Entre los dos sectores existe un tácito acuerdo de oponerse a cualquier reforma que intente tocar los intereses de los grandes propietarios y los privilegios en materia de educación y de control de los cuerpos que ejercía la iglesia católica.

La oposición en Bogotá, plena de odio, de mentiras, de embustes, adquirió un carácter incendiario, que recurrió a todos los mecanismos para legitimar su cruzada salvadora, que era presentada como la defensa de la patria católica, que estaba en peligro por la emergencia de un proyecto comunista, representado supuestamente por la fracción lopista del partido liberal. Ese discurso del odio, cuya máxima expresión era el diario conservador El Siglo, no estaba circunscrito a Bogotá y sus alrededores sino que llegaba hasta los rincones más distantes de la geografía nacional, y era reproducido a escala departamental por políticos subalternos y por obispos, y luego a escala local por gamonales y curas de parroquia.

En el caso del Departamento de Boyacá, el personaje que más claramente encarnó ese odio banderizo y sectario a cualquier reforma liberal fue el sacerdote dominico Francisco Mora Díaz, quien a través de El Cruzado (nombre terriblemente exacto) difundía las mentiras y odios nacionales a escala regional y luego los curas lo repetían en sus misas y los profesores de religión, de historia y de educación cívica en las escuelas de pueblos y veredas. Este fue uno de los instrumentos prácticos y reales mediante el cual se encadenó lo dicho en Bogotá, que llamaba por ejemplo a matar liberales, masones y comunistas, y los crímenes que se empezaron a llevar a cabo después de 1946 en veredas y villorrios de provincia, con el regreso de los conservadores al control del Ejecutivo, tras la victoria de Mariano Ospina Pérez.

De ese cruzado que era Francisco Mora Díaz dijo Agustín Nieto Caballero, insigne pedagogo liberal, que era como Laureano Gómez pero vestido de sotana y partidario como este de la violencia. Y eso era evidente, porque a propósito de la Reforma Constitucional de 1936 ese cruzado señaló que era “un reto al pueblo católico”, porque a “la escuela cristiana han opuesto la escuela laica, al matrimonio católico el concubinato público, o lo que es lo mismo, el divorcio”. Ante eso, advertía que “primero correrían ríos de sangre antes de consumarse la inequidad” y el deber era oponerse porque “quien permaneciere en actitud pasiva, ya es un traidor al credo religioso”. Un macabro anuncio que por desgracia se haría realidad a los pocos años.

Palabras como estas dichas por un cura, con gran influencia en Boyacá, no se las llevaba el viento, sino que eran atendidas como ordenes marciales por militantes del partido conservador que se encargarían de perseguir y masacrar adversarios, ante el visto bueno de los curas y obispos que decían que matar liberales no era pecado.

Ese discurso del odio se vio reforzado por los acontecimientos del 9 de abril de 1948 que para los curas y los conservadores fue una conspiración comunista, con participación liberal, y frente a la cual se dio la consigna de acabar con los nueveabrileños, porque encarnaban los peores designios que se habían hecho desde 1936, cuando se anticipaban los efectos destructores de la reforma educativa liberal. Después del 9 de abril queda abierto el camino para que los odios sectarios y banderizos que se habían difundido desde años antes fueran plasmados en la persecución y el asesinato de los liberales, identificados en una forma maniquea como comunistas y enemigos de la nacionalidad colombiana y de sus valores cristianos. Por ello, no sorprende que en Aquitania y otros lugares de Boyacá, el mismo 9 de abril y en los días subsiguientes emergieran grupos organizados y armados de campesinos conservadores, conducidos por políticos conservadores o clérigos católicos, que recorrían los caminos persiguiendo liberales, gritando a viva voz “Viva Cristo Rey”, “Viva Laureano Gómez”, “Muera Echandia”, “Viva Juan Roa Sierra”.

Con gran cuidado y muchos detalles se reconstruyen en este libro los aspectos señalados, entretejiendo los acontecimientos nacionales con sus efectos regionales y locales, al considerar el carácter conservador de Puebloviejo.

La intolerancia cultural y los discursos del terror y la muerte

No debe creerse, nos asegura el autor de este libro, que lo acontecido en Puebloviejo fue fortuito u ocasional, sino que respondía la consolidación de un proyecto cultural esencialmente intolerante, sustentado en preceptos y concepciones profundamente retrogradas, anti-modernas, enemigas de la ilustración y de las luces. Para ese proyecto resultaba inaceptable combatir la desigualdad, la riqueza y la injusticia, puesto que eso iba contra el orden divino, puesto que Dios había erigido a la sociedad como desigual y le había dado poder a los ricos sobre los pobres. Esto era así por ley divina y nada se podía hacer para modificarla, y quienes intentaban hacerlo representaban un peligro, que era necesario erradicar a machetazo limpio si era el caso, y como efectivamente sucedió en diversos lugares del territorio colombiano, entre ellos importantes zonas del Departamento de Boyacá.

En la edificación de esa intolerancia cultural fue fundamental la triada que señalamos arriba, conformada por la enseñanza de la religión, la historia patria y la educación cívica. Como resultado se configuró en gran parte del país, especialmente en las zonas más directamente influidas por el clero católico y el partido conservador, un individuo intransigente, ignorante, sectario, violento, lleno de odio, dispuesto a defender lo que se consideraban los valores supremos de la nacionalidad y de la patria, contra los enemigos. Contra estos no habían medias tintas, no podía conciliarse con ellos y había que eliminarlos. A esa cruzada religiosa contribuyeron esos discursos del terror y de la muerte, y por los cuales se organizaron desde mediados de la década de 1940 grandes bandas de campesinos por parte de dirigentes conservadores y de los propios curas, para que persiguieran y mataran liberales, siendo el ejemplo más tristemente célebre, más no el único, el de los chulavitas. Luego del 9 de abril ese proyecto criminal se amplifica y se justifica con una contra-reforma educativa que apuntaba a convertir nuevamente y en forma masiva a la población colombiana al catolicismo más trasnochado, y para ello eran cruciales la historia patria y la educación cívica como materias obligatorios, y que la educación en general, como en los tiempos de la República Conservadora, fuera organizada y dirigida en concordancia con los presupuestos de la religión católica. Por eso, en los “concursos oficiales” para escoger profesores se exigía que el candidato fuera bautizado, si era casado que fuera por lo católico, que demostrara ser un buen cristiano y además debía ser recomendado por el cura de la localidad. El resultado fue la incorporación masiva al cargo de profesores de personas sin preparación ni idoneidad, sino simples fanáticos y seguidores incondicionales de los curas de parroquia. Y estos fueron quienes deformaron a varias generaciones de colombianos, y los sumieron en la ignorancia, el sectarismo y el fanatismo. Y, en esa dirección, no sorprende, como aconteció en Aquitania, que allí se formaran las llamadas “guerrillas de paz”, conformadas por campesinos conservadores, para combatir las guerrillas liberales, que eran presentadas como chusma comunista. Los dos procesos (el de la formación escolar y el de empuñar las armas en un proyecto contra-insurgente) no estaban separados, sino que eran la expresión de esa cultura intolerante, que devela con cuidado el autor de este libro, y detrás de la cual se encontraba la enseñanza de la historia patria, aunque eso no fuera evidente a primera vista.

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Hemos querido destacar en este prólogo tan solo tres de las principales contribuciones de este libro de Efrén Mesa, sin que eso signifique que allí se agotan sus aportes. Son mucho más, pero solamente hemos querido destacar las cuestiones que para nosotros son más relevantes. Como colofón, habría que agregar que esta obra es un interesante esfuerzo, independiente y crítico, de analizar la “historia patria”, y sus múltiples implicaciones, y para eso los manuales escolares se convierten en una fuente para el estudio de una forma particular de discurso historiográfico, que tanta fuerza tuvo en Colombia durante gran parte del siglo XX.

Muchos de los problemas enunciados en este libro, algunos de los cuales hemos descrito más arriba, no son, por desgracia, para nosotros los colombianos, cosa de un pasado ya ido. Por el contrario, tienen que ver con nuestro presente y nuestro futuro inmediato, en la medida en que proyectos intolerantes y criminales, como los representados por la bacrim de los uribeños y el Centro Demoniaco, se sustentan en instrumentos parecidos a los que se han develado a lo largo de la obra que prologamos. Desde luego, la intolerancia ya no circula en forma preferente a través de la historia patria, pues ésta ya prácticamente se extinguió porque la misma enseñanza de la historia fue abandonada en la educación pública, como resultado de un proyecto de Estado y de las clases dominantes, sino de las mal llamadas “redes sociales”, pero igual se difunde el odio, la intolerancia, se patrocina y apoya el crimen y el asesinato de los que son declarados como “terroristas”, a los cuales, como en las décadas de 1930 a 1950, se les sigue denominando como comunistas y enemigos de la patria. Y, como en la época estudiada en esta obra, ahora la intolerancia es impulsada por un político lleno de odio y rencores, ligado a los peores círculos criminales y mafiosos que han existido en Colombia, cuyas mentiras son amplificadas por el mundo religioso, aunque este lo configuren –y esta sería una novedad con respecto a lo acontecido en las décadas de 1940-1950– ya no solo la iglesia católica, sino principalmente iglesias cristianas y evangélicas, que tienden a consolidarse como mayoritarias. De todas formas, el sectarismo criminal se basa en el mismo patrón, con contadísimas excepciones, de intolerancia, fanatismo e ignorancia que ensangrentó a Colombia a mediados del siglo XX y que sigue suscitando el derramamiento de sangre a comienzos del siglo XXI para satisfacer su apetito de cruzados medievales y de fanáticos anticomunistas. El epicentro principal de ese fanatismo criminal se encuentra en Antioquia, la cuna de la cultura traqueta que se ha consolidado en la sociedad colombiana desde 2002, donde se combina catolicismo puro y duro, machismo, motosierra, racismo, camándulas, grandes terratenientes y ganaderos, anticomunismo, exaltación de los ricos y poderosos, mafia, narcotráfico y la supuesta superioridad del ingenio paisa, que se basa en la lógica perversa y criminal de justificar el aplastamiento de los que son diferentes y piensan distinto. Y eso demuestra que las enseñanzas de la historia patria, con su culto a los héroes y salvadores, perviven en nuestra sociedad, con trágicas consecuencias, similares a las que se develan en esta investigación.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=264093

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Colombia: Abren nueva convocatoria para matrículas en colegios públicos

América del sur/Colombia/09 Enero 2020/Semana

Pese a que la Secretaría de Educación de Bogotá abrió desde el año pasado una etapa de inscripción, en la que se matricularon cerca de 720 mil estudiantes, aún quedan muchos cupos libres. Se espera que en 2020, alrededor de 785 mil jóvenes estudien en las escuelas oficiales de la capital.

Al inicio de cada año, los padres de familia se quejan por la dificultad de obtener un cupo en el colegio público de su preferencia o por problemas con el proceso de matrícula. Pero, al parecer, este año la cuestión es distinta. Pese a que la Secretaría de Educación de Bogotá abrió entre el 9 de agosto y 20 de septiembre de 2019 las inscripciones para los cupos escolares, a la fecha aún faltan muchos estudiantes por matricular.

Según informó la secretaria de Educación, Edna Bonilla, en la actualidad hay alrededor de 723.000 estudiantes de todos los grados con la matrícula formalizada. Sin embargo, 46.000 no lo han hecho porque aún no han tenido o no han pedido la cita en los respectivos colegios.

Además, se estima que muchos más no han iniciado el proceso. De acuerdo con las cifras de estudiantes inscritos en 2019, que fue del orden de los 785.000, más de 62.000 no han buscado cupo.

«Desde el 7 de enero, los padres de familia tendrán una nueva oportunidad para solicitar cupo escolar para sus hijos o para solicitar traslado de colegio», señaló Bonilla.

Quienes no han oficializado o solicitado su cupo, pueden consultar la oferta disponible en www.educacionbogota.edu.co y pedir la cita para ser atendidos de manera personalizada.

Pese a que la página web ha presentado un servicio intermitente por el incremento de solicitudes, la Secretaría de Educación informó que las molestias se subsanaron y que el portal estará funcionando las 24 horas. También recordó que no se deben no entregar retribuciones económicas a cambio de cupos, ya que el proceso de matrícula es gratuito.

La apertura de la convocatoria no tiene un cierre definitivo porque se debe garantizar el derecho a la educación de los jóvenes. La invitación es a adelantar el proceso con rapidez para obtener cupo en el colegio de preferencia y no atrasarse con el calendario académico, que iniciará el 20 de enero.

Cabe recordar que si los estudiantes son asignados en una institución educativa ubicada lejos de su lugar de residencia, los padres podrán solicitar en el transporte escolar de la capital.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/abierta-nueva-convocatoria-para-matricularse-en-colegios-publicos/647346

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