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Pedagogía de la navidad y renacimiento humano

Por: David Auris Villegas

Al leer el título de este artículo, probablemente podrán imaginarse que me refiero al aspecto puramente cognitivo, pero no, me refiero a que nosotros tenemos la oportunidad y el derecho de renacer en los brazos de la maravillosa Navidad, convirtiéndonos en mejores personas a partir de una reflexión consciente y; durante esta fecha, creo que es el momento para deponer nuestras absurdas peleas y odios en esta mágica fiesta, para dar comienzo a una vida que derrame solidaridad y amor que hace tanta falta en nuestro país enfrentado entre peruanos.

Independientemente de nuestras diferentes creencias religiosas, costumbres y más allá de ser la fecha más comercial de la mercadotecnia mundial, donde muestran los más variados adornos, la Navidad es más profunda, ella encierra un bello mensaje pedagógico de amor como la de compartir alegría y una convivencia armoniosa, haciéndonos más amables a partir del nacimiento de Cristo que puede ser nuestro propio nacimiento hacia una vida extraordinaria.

Esta Navidad celebrada a flor de labio, también es un acto pedagógico por la demostración de actitudes, derroche de generosidad rebosante de felicidad basada en el amor y es el punto de encuentro, donde las diferencias desaparecen para dar paso a la alegría que ella nos invita, para ver al mundo más alegre desde las mágicas miradas de las niñas y niños.

En esta narrativa, el espíritu navideño es la bella metáfora de la pedagogía del amor que se desarrolla en cada espacio social, teniendo a la familia como epicentro de encuentro del ecosistema natural del amor.  Esta fiesta es una montaña rusa de emociones, repleta de ilusiones para las niñas y niños de dimensiones indescriptibles en torno a la celebración del nacimiento simbólico del niño Jesús y, al mismo tiempo nos invita a renacer hacia una vida extraordinaria en busca de la felicidad.

Naturalmente la Navidad es una fecha ideal para fortalecer el amor de los niños y niñas hacia los demás, en función de su edad escolar, por ejemplo, las maestras y maestros junto a los niños pueden visitar, llevando regalos y alegría a los asilos de ancianos, orfelinatos de niños huérfanos y a los hospitales, con el objetivo de desarrollar en ellos, la empatía y la solidaridad como claves para la convivencia de hoy.

Asimismo, acaso es el momento de perdonar, pero antes, perdonémonos a nosotros mismos para ser más libres y empezar a transitar por los espacios de la reconciliación y gratitud para con los demás, ya que la Navidad encierra el increíble poder de sensibilizar nuestros más profundos sentimientos.

Sin embargo, ¿Navidad es sólo celebración, alegría, abundante comida, regalos y amor familiar? Creo que es algo más. Veamos la otra cara de la medalla: ¿Qué será de los huérfanos, los niños enfermos, los niños dementes, los niños abandonados, los niños pobres o aquellos solitarios que no tienen familia? Afrontar esta realidad, es nuestro gran desafío mundial, aunque honestamente creo que ya estamos haciendo un mundo mejor evitando causar daño a los demás.

En síntesis, la pedagogía de la Navidad es una bella oportunidad para reflexionar sólo o en familia a la luz del amor y la razón para renacer hacia una vida maravillosa, con una actitud amorosa del corazón y ser más solidarios que ayer, esforzándonos en dar alegría a los demás a partir de una canasta colmada de esperanza, abrazos y gratitud a la vida.

Fotografía: getty

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Entrevista a Ramón Grosfoguel: «La decolonialidad ha muerto: ¡que viva la decolonialidad!»

POR:  GONZALO ARMÚA, LAUTARO RIVARA

ALAI conversó en exclusiva con el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel sobre la muerte ¿y posible resurrección? de la perspectiva decolonial.

Fue en su último paso por Buenos Aires, invitado a la Feria Internacional del Libro, que nos encontramos con Ramón Grosfoguel. Conversamos allí sobre una serie de temas que le desvelan tanto como a nosotros: el antiimperialismo, la actualidad del pensamiento crítico, la caracterización del gigante asiático, el sombrío panorama social de los Estados Unidos y las complejas perspectivas de futuro para nuestra región, que aún no tiene garantizado un pedazo de sol bajo el cielo del nuevo orden mundial que comienza a emerger.

Varias cosas fueron singulares en ese encuentro: desde la duración inusitada de una entrevista que discurrió por diversos temas a lo largo de casi 3 horas de duración, hasta la beligerancia del polemista que encarna Grosfoguel, tan a contramano de los usos y costumbres que uno podría imaginar en un académico de la Universidad de California en Berkeley.

Grosfoguel fue uno de los fundadores y principales animadores del llamado Grupo Modernidad/Colonialidad, que pasó a mejor vida sacudido por los recurrentes cismas que la política latinoamericana y caribeña impone de forma recurrente a sus intelectuales, o al menos a los que aún se preocupan de participar, de vez en cuando, de lo que hacen los mortales afuera de la torre de cristal. Como él mismo se encargará de explicar, la fractura se produjo por una auténtica «guerra de solicitadas» en torno a la candente cuestión venezolana. 

Grosfoguel es autor de numerosos libros y artículos sobre descolonización, racismo, interculturalidad, economía política, migraciones y tantos otros tópicos. Su último libro, “De la sociología de la descolonización al nuevo antiimperialismo decolonial” (Akal, 2022), aborda muchos de los temas de la primera parte en que decidimos dividir la siguiente entrevista, exclusiva para ALAI.

Gonzalo Armúa y Lautaro Rivara: En varias ocasiones planteaste una crítica a una corriente de intelectuales y académicos que llamás los “decoloniales coloniales”. ¿Cuál crees que es o debería ser el vínculo entre decolonialidad y antiimperialsimo? ¿Por qué se produjo esa ruptura entre un sector de la academia crítica y diferentes procesos populares del continente como los de Venezuela o Cuba?

Ramón Grosfoguel: Siempre he asumido, quizás ingenuamente, que cuando uno dice decolonial presupone allí el antiimperialismo. Porque, ¿de qué te estás descolonizando si no eres antiimperialista? Yo fui en gran medida responsable de la organización de la Red Modernidad/Colonialidad. Pero esa red murió en Venezuela. Hubo allí una división insalvable, porque un sector de la red, encabezada por [Edgardo] Lander, tomó partido por una posición inadmisible, firmando un documento escrito en medio de una agresión imperialista contra Venezuela, durante las llamadas guarimbas. Las guarimbas eran grupos paramilitares que estaban por ese entonces matando gente en las calles, como lo pude ver en el verano de 2019 con mis propios ojos. Esto no solo lo han hecho en Venezuela: lo hicieron en Siria, en Ucrania en el 2014 durante el golpe de estado, en muchos otros lugares. Fue en ese marco que apareció un documento repitiendo las mismas tesis del imperio. Lo mismo volvió a suceder en enero de 2019, cuando el intento de golpe de [Juan] Guaidó. Incluso este grupo se reunió con él, afirmando a la prensa que Guaidó era democráticamente más legítimo que Nicolás Maduro.

Pero hubo mucha otra gente de la izquierda o seudo-izquierda latinoamericana que firmó los documentos también. Pude ver a Lander en Democracy Now, un programa de la izquierda estadounidense, afirmando que lo que Trump decía del gobierno de Venezuela, que era autoritario, que era una dictadura, pues era cierto. Estaba minando el apoyo de la izquierda, el único que queda a Venezuela. Esta gente se dedica a socavar estos apoyos, a desmovilizar a la izquierda.

“Yo fui en gran medida responsable de la organización de la Red Modernidad/Colonialidad. Pero esa red murió en Venezuela. Hubo allí una división insalvable”.

Once meses después, en noviembre de 2019, fue el golpe de Estado a Evo [Morales]. Otra vez aparecieron los mismos documentos contando la misma historia: aduciendo muchos de ellos que no era un golpe de Estado, que era una rebelión popular, blanqueando en suma el golpe de estado imperialista. Incluso hubo tesis risibles que decían que Evo era un machista y que el golpe de estado se produjo porque era un machista. En medio de un golpe, no estaban denunciándolo, no estaban saliendo a la calle a defender al presidente democráticamente electo. Estaban tirándole fuego a la víctima. Entonces, ¿de qué decolonialidad estamos hablando?

Todo esto me llevó a pensar que ya no puedo decir que soy decolonial a secas, habiendo una serie de intelectuales «decoloniales coloniales». Por eso afirmo que soy «decolonial antiimperialista». Para mí aquí hay un antes y un después. ¿Por qué? Aquí estuvimos un grupo de personas, entre ellos la Escuela Descolonial de Caracas, en aquel momento con Juan José Bautista, con Karina Ochoa, Enrique Dussel, que tomamos partido por Venezuela y su gente. Yo siento la responsabilidad de llamar la atención sobre este monstruo de siete cabezas que se llama Modernidad/Colonialidad. Por eso decidimos trazar una línea roja. Por eso digo que la red murió en Venezuela. Ya no podemos trabajar juntos.

G.A y L.R: ¿Por qué crees que esos intelectuales llegaron a esos posicionamientos? ¿Cuál es la razón de fondo?

R.G: Intenté dar respuesta a eso en una serie de videos que llevan por título «La bancarrota de la izquierda». Lo que intento allí es tratar de no caer en el reduccionismo de «esta gente se vendió», de complejizar el asunto y entender que les llevó a esas posiciones. ¿Cómo es que esas personas que en cierto momento de sus trayectorias estuvieron de este lado, cruzaron la avenida y ahora están disparando desde la otra trinchera? Esa gente ya no es parte de la decolonialidad. Hay que dejar de referirse a ellos de esa manera: Dussel me llamó la atención sobre eso. Entonces, ¿qué los llevó allí?

Pensando en el marco categorial, podemos señalar varias cosas. El primero es el abandono de la comprensión de lo que es el imperialismo. Ellos abandonaron esa categoría, o ven al imperialismo como una cosa puramente exterior, abstracta. Algo parecido a lo que hacían [Fernando Henrique] Cardoso y [Enzo] Faletto en su ensayo «Teoría de la dependencia». La teoría de la dependencia tenía dos vertientes: la de Cardoso daba mucho énfasis a las situaciones internas de cada país, debilitando el análisis internacional del imperialismo, priorizando las relaciones de fuerza dentro de los propios estados. Pero tú no puedes desvincular lo que sucede dentro del Estado de las estrategias globales del imperialismo. La otra vertiente provenía de la escuela brasilera: Theotônio dos Santos, Ruy Mauro Marini, Vânia Bambirra y el mismo André Gunder Frank: ellos nunca perdieron de vista la relación centro-periferia, la propia dialéctica de la dependencia, el hecho de que la acumulación de capital a escala global está mediada por el sistema imperialista de super-explotación de las periferias. Yo me identifico, por supuesto, con esta segunda corriente. Entonces, el primer problema de esta línea decolonial-colonial es que carece de una teoría del imperialismo. O a lo sumo ésta aparece de forma laxa.

“[Lo primero] es el abandono de la comprensión de lo que es el imperialismo. Ellos abandonaron esa categoría, o ven al imperialismo como una cosa puramente exterior, abstracta”.

El segundo problema es una tendencia de tipo culturalista, donde todo aparece reducido a la epistemología y se pierde de vista la economía política. Aclaro que soy de los que han llamado la atención sobre la necesidad de descolonizar los paradigmas de la economía política, de hacer una cartografía crítica del legado de diferentes corrientes marxistas. Pero no se trata de tirar a la basura la economía política. Este culturalismo, al estilo del de [Walter] Mignolo, termina en una concepción muy identitaria -en su sentido más colonial- en donde las relaciones de dominación de la economía política no aparecen, o lo hacen de modo muy tangencial.

En tercer lugar, hay un problema con el Estado: son fundamentalmente antiestatistas. El propio [Aníbal] Quijano, que tuvo una enorme influencia en esta red, era antiestatista, anarquizante. Entonces, cualquier cosa que tú hagas dentro del Estado o con el Estado invalida desde ya cualquier proyecto, y se supone que tú no lo puedas apoyar, porque se trataría de un “proyecto de poder”. Pero la cuestión es mucho más compleja, más cuando hablamos de procesos antiimperialistas en nuestra región. El propio Lander hablaba -hace ya casi 20 años- de un apoyo crítico a Hugo Chávez y la revolución bolivariana. Pero había mucha más crítica que apoyo.

Una vez invité a Lander a debatir con un opositor al chavismo, un alemán radicado en Venezuela, en la Universidad de Berkeley. No hubo ningún debate, porque Lander terminó diciendo casi lo mismo que el alemán. Fue realmente muy decepcionante. De hecho, la manera como hablaba Lander de Chávez era, como dicen los venezolanos, bien sifrina. Me refiero a la manera despectiva con la que hablaría un blanco rico de un sujeto popular que no tenía las formas sociales propias de las élites. El decía que prefería que a veces Chávez cerrara la boca, que le daba vergüenza su manera de hablar. Lo mismo que tiempo después le diría el mismo Rey de España, cuando le exigió que se callase. Yo me quedé sorprendido de escuchar a quien se asumía como un decolonial, diciendo cosas tan racistas, elitistas, clasistas y coloniales como aquella. Si algo ha sostenido al pueblo venezolano hasta el día de hoy es la educación antiimperialista que proporcionó a su pueblo la palabra de Hugo Chávez, en programas como Aló Presidente, del que tanta gente se burlaba. En síntesis, aquel antiestatismo anarquizante impregnó todas las concepciones de aquel grupo.

Otro tema es el liberalismo: tienen en el fondo una visión liberal, individualista. Parten de un concepto demoliberal que les impide comprender la política imperialista. No pueden ni quieren ver otras formas de democracia, de democracia popular: creen que el eje principal es autoritarismo-democracia (liberal), y desde allí se terminan posicionando con el imperialismo.

Hay también un anti-extractivisto extremo y ahistórico, como si los gobiernos progresistas y de izquierda de América Latina y el Caribe hubieran creado el extractivismo, cuando es una herencia de la división colonial e imperialista del trabajo. El extractivismo no fue un invento de Chávez, [Rafael] Correa ni Morales. Puede llevar 30, 40 o más años superar este fenómeno. Veamos sino a Corea del Sur: le tomó 40 años abandonar una economía agrícola y reemplazarla por una economía industrial altamente tecnologizada. ¡40 años! Y con el apoyo político y los subsidios de Occidente, que no hemos tenido en nuestros países. Imagínate el esfuerzo y el tiempo que llevaría abandonar una economía monoexportadora con la embestida del imperialismo, en un contexto de bloqueo y una guerra permanente de sanciones. Esto va a llevar tiempo. No puedes simplemente eliminar la materialidad de la economía política con un decreto presidencial o una ley en el parlamento. Si no lo haces, pasas a ser considerado cómplice de la destrucción planetaria y enemigo de la humanidad, y al mismo nivel que cualquier multinacional o gobierno imperialista.

“No pueden ni quieren ver otras formas de democracia, de democracia popular: creen que el eje principal es autoritarismo-democracia (liberal), y desde allí se terminan posicionando con el imperialismo”.

No es que estemos ciegos a los problemas de los gobiernos progresistas. Soy muy consciente de las críticas que es necesario hacer. De hecho pueden ver esas mismas críticas en las clases de la Escuela Descolonial de Caracas. Pero las críticas tienen que ser dentro de la revolución, no contra la revolución. Las críticas son para mejorar los procesos, no para destruirlos. Tenemos que trazar una línea roja con estas posturas destructivas.

G.A y L.R: Incluso se coloca mucho más énfasis en la crítica a los gobiernos populares que en aquellos alineados con la geopolítica de los Estados Unidos y comprometidos con las políticas económicas ultraneoliberales…

R.G: Exacto. Si te fijas, nunca dedicaron atención ni solicitadas contra el gobierno de [Sebastián] Piñera en Chile, ni contra el gobierno narco-paramilitar de [Álvaro] Uribe en Colombia. No: el foco está siempre puesto en la denuncia de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Veamos sino lo que pasó en Ecuador: no quisieron apoyar a Correa porque era extractivista, y terminaron apoyando la política pro-imperial y oenegeista de Yaku Pérez, un tipo apoyado por los Estados Unidos para dividir los votos de la izquierda. Cuando se produjo la segunda vuelta, esta vez entre el candidato de Correa y Guillermo Lasso, ni siquiera llamaron a votar en contra del banquero. Lo mismo sucedió con la instrumentalización de la crítica al patriarcado por parte de cierto feminismo imperialista, cuando se retiró el apoyo a Evo Morales por “machista” en medio de un golpe de Estado, como lo hizo Rita Segato. ¿Qué decolonialidad es esa? ¿Cuál es la descolonización posible si no tienes en claro la cartografía del poder en la región y el rol que juega en ella el imperialismo estadounidense?

Por eso hay que preguntarse por los intereses detrás de estos personajes que desmovilizan a las izquierdas en América Latina. Por eso siempre me pregunto quién es el que paga. Si buscamos y trazamos la ruta del dinero y los apoyos vamos a encontrar varias fundaciones alemanas. En Asia por ejemplo éstas tienen ya un historial de más de 50 años de actuación. Estas fundaciones socialdemócratas canalizan el dinero que el imperialismo norteamericano no puede entregar directamente. La Fundación Willy Brandt, por ejemplo, cumplió ese papel en los años 50, 60 y 70, dado que a la CIA le interesaba y le interesa producir una seudo-izquierda: su rol no es sólo el de apoyar a las derechas y los golpes de Estado.

Yo sabía por ejemplo que se venía un golpe de Estado en Bolivia dos meses antes. ¿Por qué? Porque empecé a constatar las movilizaciones que en toda Europa comenzaban a instalar que Evo Morales había quemado el Amazonas. No Bolsonaro, sino Evo Morales. Circuló toda una campaña internacional en Europa y los Estados Unidos asociada a estas mismas fundaciones alemanas. Esto es un hecho, más allá de que esta gente sea o consciente o no de quien pone ese dinero. Obviamente es gente que ha escrito cosas importantes, interesantes, que pueden ser útiles. Pero, ¿para qué me sirve un intelectual que a la hora de la verdad se posiciona en la otra trinchera? ¿Para qué sirven sus teorías?

G.A y L.R: ¿Y qué hay de las condiciones materiales que impone el propio ámbito académico, incluso más allá del sostén económico? ¿No hay una colonialidad específicamente universitaria? ¿Por qué se da este alejamiento de la praxis por parte de una intelectualidad latinoamericana y caribeña que en otras épocas formaba políticamente a los sindicatos, hacía parte orgánica de los movimientos populares y hasta ejercía roles de conducción y liderazgo?

R.G: Definitivamente. Todo el sistema académico está organizado para la cooptación de pensadores radicales. Es un sistema que ofrece buenos salarios, otorga privilegios y lleva compulsivamente a publicar en revistas indexadas del Norte Global. Para cuando el intelectual abrió los ojos, ya dejó de ser radical: de pronto escribe lo que hay que escribir para ser publicado, promocionado y premiado. Esta decolonialidad descafeinada es el precio a pagar para tener una carrera académica exitosa. La idea es preservar cierta distancia y pureza que otorga prestigio, permanecer en un limbo y no tomar posición de forma decidida ni por esto ni por aquello. Pero yo no lo veo solo como un solapamiento entre conveniencia y convicción. Yo lo veo como un problema profundamente ideológico, ligado al marco categorial equivocado que ya mencioné.

“Si buscamos y trazamos la ruta del dinero y los apoyos vamos a encontrar varias fundaciones alemanas […] Estas fundaciones socialdemócratas canalizan el dinero que el imperialismo norteamericano no puede entregar directamente”.

Yo me relaciono con la decolonialidad de una manera política. Siempre fui un activista antiimperialista en Puerto Rico, durante toda mi vida. Para mi la decolonialidad es un proyecto político de transformación del mundo, no una moda académica.

G.A y L.R: Hecho el diagnóstico, ¿cómo crees que esta corriente, esta agenda decolonial y antiimperialista se puede masificar? ¿Cómo puede arraigar en movimientos de masas, como lo hizo el marxismo, el nacionalismo popular, el indianismo y otras tradiciones revolucionarias? ¿Cómo llegar a una educación recíproca entre intelectuales y organizaciones populares?

R.G: Hay numerosos movimientos decoloniales que existen y operan actualmente en el mundo. Por ejemplo los movimientos indígenas en Bolivia, que no necesitan de intelectuales decoloniales para ser decoloniales. Los hay indígenas, los hay afrodescendientes, de todo tipo: por ejemplo el del pueblo nasa en Colombia, el de pobladores en Venezuela o Chile, etcétera. Independientemente de que hayamos incidido o no en su formación y debates, como lo hizo Juan José Bautista en Bolivia, lo decolonial nos precede, por supuesto. Debemos tomarnos muy en serio el pensamiento crítico que se produce desde esos movimientos para hacer jirones el pensamiento hegemónico colonial y eurocéntrico. Metodológicamente debemos pensar junto con los movimientos y no sobre ellos: no son algo objetivable.

En Sudáfrica, por ejemplo, construimos una Escuela Decolonial que tuvo un impacto enorme sobre el movimiento social sudafricano: allí lo decolonial ya es sentido común en diferentes sectores de la sociedad. Ha habido huelgas estudiantiles llamando a descolonizar las universidades sudafricanas. En Venezuela también hemos sido una influencia a partir de las Escuelas Decoloniales, contando ahora con un Instituto Nacional para la Descolonización dentro del Ministerio de Cultura, incidiendo en el sistema escolar, en las universidades. Incluso el Plan de la Patria incluyó como uno de sus ejes la descolonización.

Siempre estamos buscando cómo hacer ese vínculo entre la producción intelectual y la producción de luchas políticas y sociales. Yo lo considero un mandato de la huelga que creó mi departamento en la Universidad de Berkeley: nosotros estamos ahí como un caballo de Troya para potenciar los movimientos antiimperialistas en el mundo. Nosotros utilizamos esa brecha en la universidad blanca imperialista, una de las mejor posicionadas en el mundo, y la usamos como plataforma para tener un impacto. Quienes protagonizaron esa huelga en el año 69 eran del Frente de Liberación para el Tercer Mundo: eran estudiantes negros, latinos, asiáticos e indígenas estadounidenses. Nosotros nos consideramos como el Tercer Mundo dentro del Primero.

G.A y L.R: Si tuvieras que sintetizar la agenda decolonial antiimperialista, ¿cuáles serían sus puntos esenciales?

La agenda decolonial tiene diferentes registros. En primer lugar, tiene que ser necesariamente antiimperialista. Ese es el horizonte. Tenemos que ir contra la civilización de muerte que reproduce el mundo que vivimos. Esa civilización a combatir tiene nombre y apellido: es el sistema imperialista mundial. Cuando estos decoloniales de los que hablamos antes hablan de lo civilizatorio nunca lo vinculan a este sistema concreto: la civilización no es una cosa abstracta. El horizonte tiene que ser trans-moderno, debe superar la civilización moderna, capitalista y occidental. Este sistema tiene por supuesto varios ejes de dominación: patriarcales, racistas, pedagógicos, cartesianos, etcétera. Yo identifico 16 jerarquías de dominación distintas. Lo que intento es descolonizar paradigmas como los de la economía política: lo que antes se identificaba como superestructuras son en realidad jerarquías de dominación, principios organizadores de la acumulación de capital. El carácter genocida, racista, feminicida, ecologicida, epistemicida, anticomunitarista, es consustancial al proceso de acumulación y al proyecto civilizatorio occidental. En otras palabras: el capitalismo es el sistema económico de una civilización.

“Debemos tomarnos muy en serio el pensamiento crítico que se produce desde esos movimientos para hacer jirones el pensamiento hegemónico colonial y eurocéntrico”.

El problema con el paradigma del socialismo del siglo XX es que siempre concibió la relación entre el capitalismo y otras formas de dominación como infraestructura-superestructura. Por eso no sólo no se superaron diversas formas de dominación, sino que ni siquiera se pudo resolver lo que se planteaba: la transformación radical del sistema económico. Esto, de nuevo, porque no estamos haciendo frente sólo a un sistema económico, sino a una civilización. Por eso es que jamás vas a lograr destruir el capitalismo histórico reproduciendo sus mismas lógicas sexistas, egocéntricas, dualistas, etcétera. Es por esto que la decolonialidad no es una discusión académica, teórica, es una discusión política que nos plantea una nueva cartografía del poder. Es ahí en dónde Chávez estaba clarísimo. Él decía que había que aprender de los problemas y errores del socialismo del siglo XX para pensar el socialismo del siglo XXI. Eso es lo que Dussel llama la transmodernidad: aún no podemos darle nombre, porque estamos en un proceso de transición. ¿Cuál será finalmente la civilización emergente? Lo veremos en el proceso.

Fuente de la información e imagen:  https://www.alai.info

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FESTEJANDO LA ALEGRÍA. Argentina campeón mundial de Fútbol

Por: Miguel Andrés Brenner. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. 

Nota aclaratoria inicial. Si bien el texto, que a continuación se presenta, sobreabunda en categorías académicas, para una lectura más ágil y de divulgación, obvia las normas APA – Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association)- requeridas por la academia.

Argentina, mi país, el domingo 18 diciembre de 2022, obtuvo en Qatar, luego de un emocionante partido de fútbol contra Francia, el título de campeón mundial. Se produjo una algarabía generalizada impresionante, luego de las tensiones ocasionadas propias del evento deportivo.

Varios medios de comunicación tildaron a la enorme cantidad de gente, festejando el triunfo del campeonato mundial, como “marea humana”, que rayaba en más de 5 millones de personas concentradas en un predio céntrico de la Ciudad de Buenos Aires.

Según la Academia Real Española de la Lengua, el término “marea” tiene varias acepciones, a saber:

1. f. Movimiento periódico y alternativo de ascenso y descenso de las aguas del mar, producido por la atracción del Sol y de la Luna.

2. f. Parte de la costa que invaden las aguas en el flujo o pleamar.

3. f. Viento blando y suave que sopla del mar.

4. f. Cantidad de pesca capturada por una embarcación en una jornada.

5. f. Viento que sopla en las cuencas de los ríos, o en los barrancos.

6. f. Multitud, masa de gente que invade un lugar.

7. f. p. us. Rocío, llovizna.

8. f. desus. Conjunto de la inmundicia o bascosidad que se barre y limpia de las calles y se lleva por ellas, facilitando su arrastre con el agua.

Adoptamos la versión 6ª. “Multitud de gente, masa que invade un lugar.” De esta manera se designa metafóricamente en dichos medios a quienes festejan el triunfo del campeonato mundial de fútbol. La multitud de gente es una masa. Gustavo Le Bon en su texto Psicología de las Masas (1895) definió masa como una agrupación humana con rasgos de pérdida de control racional, mayor sugestibilidad, contagio emocional, imitación, sentimiento de omnipotencia y anonimato para el individuo. Sin entrar a discutir dicha acepción, valga como aproximación.

Empero, en este breve texto, valga el fenómeno de la masividad de la multitudinaria excesiva concentración humana, fines de diciembre de 2022, desde el sentimiento de la “unidad perdida”. Y aquí apuntamos a un sujeto colectivo, el de pueblo. Los medios recién aludidos asignaban a la concentración bajo el apelativo “multitud de gente”. Conste que “gente” significa los muchos, a modo de pluralidad de personas. En nuestro caso, algo referente a la cantidad más que a la identidad.

En virtud de que consideramos la cuestión a la inversa, más referida a la identidad que a la cantidad, aunque no ignoramos a ésta, trabajaremos a partir de la noción de sujeto colectivo, o comunidad, o pueblo.

Originalmente pueblo designaba no un estatus, sino un desafío. Así el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, la Biblia, la Torah. Nos referimos a los primeros cinco libros del A.T.  Era un desafío por la negativa a constituirse como pueblo, por la lucha, la tenacidad en ella a través del tiempo, y la palabra de Dios, que leída en comunidad marcaba un camino, en el que, si bien era incierto, implicaba una decisión libre de fe, de esperanza contra toda esperanza. En tal avatar, Moisés era una señal de luz, aunque con un riesgo total, “salvado de las aguas” quería decir su nombre.

Las comunidades originarias, sujetas a la dominación del hombre blanco, también eran pueblo o naciones (natio, en latín, origen).  De ahí, la lucha por su sobrevivencia hasta la actualidad.

En la antigua cultura griega, pueblo era lo más bajo en la escala social. Se lo designaba como plebe, cuya acción estaría guiada no por la razón, sino por las pasiones irracionales, por quienes realizaban los trabajos más oprobiosos, como era el trabajo manual. Obvio, dicha razón se asimilaba a la razón de quien ejercía el poder, razón que tenía prestigio. Era la plebe (plebs, en latín).

Carlos Marx menciona en los orígenes a las comunidades primitivas. También, la muerte y la creencia en la Resurrección de Cristo da pie al surgimiento del nuevo pueblo de Dios. De ahí, el término Iglesia o Asamblea, que en Hechos de los Apóstoles escrito por San Lucas, pretende ser una comunidad de personas y de bienes donde cada uno ponga sus bienes a disposición de los otros miembros de la comunidad “según sus necesidades” (Hechos Capítulo 4, 35-37). El sentido de la persona estaba dado por el pueblo o comunidad o asamblea, así nadie padeciera necesidades.

Anclándonos una vez más en Carlos Marx y en la modernidad, éste criticaba el derecho burgués, tanto en “La cuestión judía” (1844) como en la “Crítica al Programa de Gotha” (1875), donde rechazaba con fuerza inusitada la noción de igualdad, bajo la idea de que a cada uno le corresponde según sus necesidades y capacidades. Conste que en la actualidad la noción de igualdad es vigente en distintos sectores del arco ideológico. Noción tal que podemos ubicarla en el texto de Juan Jacobo Rousseau, “Discurso sobre el origen de las desigualdades entre los hombres” (1755), dentro de los orígenes del pensamiento político liberal (liberalismo político).

A partir del surgimiento de los Estados Nacionales, el sujeto pueblo aparece con una total relevancia. Así, la Constitución de los Estados Unidos de América. “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer la justicia, garantizar la tranquilidad nacional, tender a la defensa común, fomentar el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y para nuestra posterioridad, por la presente promulgamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América.” Aparece pueblo en su significado político.

Valga precisar que, en la modernidad, la noción de pueblo no señala algo homogéneo. Si nos centramos en la perspectiva de Mao Tse Tung, la contradicción principal se da entre pueblo y antipueblo, aunque el mismo pueblo (que implica sentido de unidad) implique contradicciones secundarias entre clases sociales, contradicciones tales que no anulan la unidad en tanto, como pueblo, se enfrentan al antipueblo o clases aliadas al imperialismo.

En las últimas décadas de capitalismo neoliberal ha tendido a desaparecer de    los discursos académicos y mediáticos la noción de pueblo. Es que dicha noción, cuando el mercado predomina, en tanto segmenta o fragmenta, no debe ser aglutinante identitario de las interpretaciones histórico-sociales.

Si apelamos a lo que Emilio Durkheim denominaba “sociedades primitivas”, en su libro Formas Elementales de la Vida Religiosa (1897), apreciamos el valor que le otorga al tótem en aquellas (totemismo). Dicho tótem podía ser cualquier objeto, aunque generalmente era uno de vida animal. Era venerado por cuanto representaba a la misma comunidad, en la que ésta se proyectaba. El sentido de comunidad era muy fuerte, es que la propia vida no tenía sentido sin ésta.

La historia de la humanidad nos muestra que la división social del trabajo, los procesos de explotación de cualquier índole inciden en la fragmentación social a la que se le otorga diferentes respuestas mediante instituciones que garanticen la cohesión social, sean religiosas, políticas, educativas, culturales de cualquier índole.

El capitalismo neoliberal vigente difícilmente garantice la cohesión social, lo que se manifiesta en múltiples grados de violencia social, la de unos contra otros, dentro de una plétora de hiperindividualismo-hedonismo. De ahí la seductora y promovida acrítica categoría-metáfora “tejido social”, que no hace más que manifestar la “fragilidad social”.

Y es aquí donde me ubico, llamando la atención en referencia al fenómeno de la gran concentración masiva en la Ciudad de Buenos Aires ante el triunfo de la selección de fútbol argentina, con una presencia de más de 5 millones de personas.

No eran partidos políticos los convocantes, no eran organizaciones, tampoco ideas políticas o religiosas con sus soportes institucionales. Sí podríamos referir a la nación idea fuerza aglutinante, a lo que Benedict Anderson denomina “comunidad imaginada” (1983), subrayemos el término de “imaginada” (o de manera más precisa, “meramente”) – “imaginada como comunidad, porque, obviando la actual desigualdad y explotación que puede prevalecer en cada una, la nación siempre se concibe como una camaradería profunda y horizontal-.

El fenómeno de nuestro tratamiento quería decir una “suma de individualidades”. El objeto de atracción y veneración era el brillante trofeo de campeón mundial. Aparecen multitudes inimaginables. Eran “soledades” aglutinadas no por un fervor comunitario, sino por un cúmulo de frustraciones que interpretadas bajo la metáfora “marea humana” señala el “desprecio” del espacio público ocupado inusitada, espontánea y momentáneamente por quienes debieran desaparecer lo antes posible de la escena política, porque la “invasión” sería una anomalía.

Se muestra un atisbo simbólico-corpóreo de la “unidad perdida” como pueblo o comunidad en la alegría desbordante, insólita, exacerbada y pasional, pero hiperfragmentada en una impresionante aglutinada de una suma inorgánica de individualidades.

Valga aquí la afirmación de Boaventura de Sousa Santos: “la tragedia de nuestro tiempo es que la dominación está unida y la resistencia está fragmentada”. Y a dicha fragmentación contribuyen todas las organizaciones que, pretendiendo una alternativa diferente a la predominancia del mercado en la colonización de la vida humana, no se hacen carne en las comunidades sufrientes, bajo la práctica de “bajarles línea”. Así en realidad predomina el imperio de las organizaciones, aunque la retórica sea de liberación, empero generalmente sea de resistencia.

A partir de aquí, dichas prácticas se resuelven en una eterna especie de paranoica resistencia desde organizaciones que se miran narcisistamente en el espejo. Y, entre tanto, las instituciones, que colonizan mercantilmente la vida humana, dan respuestas alternativas a sus problemáticas bajo el apotegma del emprendedurismo y la meritocracia.

Importa el significado de la potencia de lo colectivo, según una reciente explicación del diario Página12 (2022). Sin embargo, el problema radica en que lo colectivo es de imposible constitución a partir de una impresionante suma de fragmentos, salvo que en el imaginario social subyazca latentemente como pérdida que apele a su recreación, a su recomposición y, en tal sentido, vale el trabajo en la formación de las subjetividades a partir de sus necesidades y capacidades.

Concluyendo. ¿Existen instituciones u organizaciones abocadas a tal fin? Me refiero a instituciones implicadas en lo que Paulo Freire denomina “inédito viable”. Desde aquí nos preguntamos, ¿es la lucha existente educativa? Y si lo es, ¿por qué?, y si no lo es, ¿por qué?

Más allá de estas disquisiciones, sigamos festejando la alegría.

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Feminismos Plurinacionales. Defendiendo el buen vivir

Por: Claudia Korol (Coordinadora)

 

El siguiente libro es impulsado por Feministas del Abya Yala, en conjunto con la editorial América Libre, y con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo. Trae artículos de análisis, entrevistas y diálogos realizados en los últimos años, en el proceso de creación de feminismos antirracistas, antipatriarcales, anticoloniales, anticapitalistas, antiextractivistas.

Es un entramado de experiencias de encuentros, que tuvieron su momento fundacional en el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, No Binaries, Intersex, realizado en La Plata, en octubre de 2019. Recoge las experiencias múltiples y diversas de los Feminismos del Abya Yala.

Ficha técnica

  • Coordinadora: Claudia Korol
  • Autorxs y organizaciones que intervienen: Kumari Pacha, Lourdes Albornoz, Fidelia Ayllapan, Natalia Rodriguez, Rosalba Velasco, Lolita Chávez, Carmen Ulcué, Isabel Huala, Claudia Korol, Adriana Guzmán, Claudia Korol, Camila Baracat Vergara, Jessica Legua Valenzuela, Coordinadora Feminista 8M Chile, Roxana Longo, Verónica del Cid, Red Alforja, Natalia D´Amico, Paula Bonomi, Juliana Díaz Lozano, Celina Rodríguez Molina, Julia Varela, Integrantes de la Campaña Somos Plurinacional, La Plata- territorio Querandí, Camila Parodi, Nadia Fink, Ana Paula Marangoni, Colectivo Editorial Marcha, Encuentro de las Mujeres que Luchan en Territorio Zapatista
  • Fecha:diciembre 2019
  • Edición: Editorial Nuestra América / Fundación Rosa Luxemburgo
  • Páginas: 300

Fuente de la información e imagen:  Fundación Rosa Luxemburgo

 

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Un memorial por los adolescentes y jóvenes muertos en las protestas

Por: Rosa Chávez Yacila

En 15 días de movilizaciones contra el Congreso y por el adelanto de elecciones en Perú, se ha confirmado la muerte de 22 personas en los enfrentamientos de manifestantes con la Policía y las Fuerzas Armadas. Otras seis personas fallecieron en accidentes de tránsito y hechos vinculados al bloqueo de carreteras. Las regiones más afectadas por la represión son Ayacucho y Apurímac. En esta última, todos los fallecidos eran adolescentes de entre 15 y 19 años. Trabajaban en actividades agrícolas o en construcción para mantener a sus familias. Soñaban con ser futbolistas, farmacéuticos, médicos, policías y artistas. En Ayacucho, gran parte de ellos murieron por impactos de armas de fuego en el tórax, cuello y cabeza.

Con colaboración de Fiorella Montaño / Red Investigativa Regional de OjoPúblico

El 7 de diciembre, Pedro Castillo intentó llevar a cabo un golpe de Estado. Ese mismo día fue vacado por el Congreso, detenido en la Prefectura de Lima y Dina Boluarte ―entonces vicepresidenta― asumió el más alto mando del país. Tras poco más de una semana en detención, ahora el expresidente cumple 18 meses de prisión preventiva por los presuntos delitos de rebelión, conspiración, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública.

Esta serie de hechos inusitados, veloces y definitivos provocó que, poco a poco, la gente se volcara a las calles. Los manifestantes reclaman en su mayoría el adelanto de elecciones, la disolución del Congreso y la renuncia de la presidenta. Aunque el Congreso aprobó, en primera instancia, el adelanto de elecciones para abril de 2024, las movilizaciones persisten en algunas regiones del país.

Hasta las 12 m. del miércoles 21 de diciembre, según la Defensoría del Pueblo, la vorágine de rabia y violencia había dejado 22 fallecidos en los enfrentamientos de los manifestantes con los efectivos de la Policía y las Fuerzas Armadas. Otras seis víctimas, detalló la institución, murieron en accidentes de tránsito y hechos vinculados a los bloqueos de carreteras.

Todos los fallecidos son civiles. La mayoría pertenecen a regiones del sur andino, con altos niveles de pobreza monetaria. Allí, la represión policial y militar ha arremetido con mayor fuerza.

Durante las marchas se han reportado también daños y ataques a la propiedad privada, la infraestructura de entidades públicas y medios, por parte de algunos grupos. Hay, también, alrededor de 350 civiles y 290 policías heridos.

Ayacucho, uno de los departamentos más asolados en la época del conflicto armado interno, reúne el mayor número de muertes directas: diez. Hay seis fallecidos más en Apurímac, tierra del pueblo chanka y con una gran cantidad de comunidades quechuas. Tres muertes más en Junín, dos en Arequipa y otra en La Libertad.

La presidente Dina Boluarte ha visitado a algunos policías heridos. Pero en el caso de los fallecidos ha expresado sus condolencias a través de un tuit y mensajes públicos. El último viernes, estuvo en una ceremonia de graduación en la Escuela Militar de Chorrillos, en Lima, donde dijo que la Policía y las Fuerzas Armadas tenían instrucciones claras para “salvaguardar la integridad y los derechos humanos de los manifestantes”.

Sin embargo, tras los primeros fallecimientos en Ayacucho, la Defensoría del Pueblo instó al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas a que “cese de inmediato del uso de armas de fuego y del uso de bombas lacrimógenas lanzadas desde helicópteros”.

Las pruebas sobre el uso de armas de fuego contra civiles por parte de los militares en Ayacucho son distintas y numerosas. Las necropsias realizadas a ocho de los diez jóvenes que fallecieron allí señalan que recibieron impactos por proyectiles de arma de fuego. En seis casos, estos impactos fueron en el tórax. En uno, fue en el cráneo y, en otro, en el abdomen.

Por su parte, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos ha identificado distintas vulneraciones a los derechos humanos durante las movilizaciones registradas en el ámbito nacional. Por ejemplo, el uso de munición prohibida y armas de fuego contra civiles, disparo de bombas lacrimógenas al cuerpo de los manifestantes, detenciones arbitrarias, infiltración de policías encubiertos en las marchas, sembrado de pruebas incriminatorias, entre otras.

La Misión en Perú de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) también ha expresado su preocupación por el incremento de la violencia en el país. Además, esta semana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realiza una visita al Perú por invitación del Estado. También ha condenado el incremento de los hechos violentos y ha exigido al Estado peruano sancionar a los culpables.

El Consejo de Estado —integrado principalmente por el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial— ha dado su respaldo político a Boluarte y a su decisión de decretar el estado de emergencia y poner a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas a cargo del control de la seguridad del país durante 30 días.

OjoPúblico presenta un pequeño memorial de algunas de las víctimas mortales de las movilizaciones de los últimos días. Las semblanzas pertenecen a adolescentes de entre 15 y 19 años, y dos jóvenes de 23 y 26. Se trata de chicos de Apurímac, Ayacucho y La Libertad que, en algunos casos, salían a marchar por primera vez en sus vidas.

El niño y el hombre de la casa

D.A.Q. – 15 años

Tenía solo 15 años, pero D.A.Q. ya sabía vivir la vida de los hombres grandes. En su casa, un pequeño cuarto alquilado en Huayhuaca ―un centro poblado en la provincia de Andahuaylas, en la región de Apurímac―, el adolescente era quien mantenía a su madre y a sus dos hermanos menores. “Tenía planes para nosotros ―dice Esther, su hermana de 17 años―. Apoyarnos, ante todo”.

El estudiante de tercero de secundaria llevaba la doble vida de los niños trabajadores. Por un lado, iba a clases en el colegio Simón Bolívar y, por el otro, salía a trabajar a las chacras de la zona o en alguna obra de construcción.

El joven tenía, literalmente, proyectos inmensos para su futuro. Dice su hermana Esther que soñaba con trabajar con maquinaria pesada. “También quería tener una casa muy grande”, recuerda. A veces pensaba en volverse policía, por qué no.

A pesar de su precipitada e impuesta madurez, D.A.Q. era, todavía, un niño. Le gustaba que su madre, una ama de casa y ocasional vendedora de anticuchos, le engría y le cocine arroz chaufa con huevo frito. Uno de sus pasatiempos favoritos era el Free Fire, un videojuego de acción y aventura, que, por momentos, lo entretenía hasta olvidar sus obligadas tareas como precoz hombre de la casa.

Michelle, cuñado y amigo de D.A.Q., dice que fue con él a las manifestaciones en el Aeropuerto de Andahuaylas y que asistieron solo por curiosidad. Era la primera vez que se sumaban a alguna protesta. Había pasado poco más de media hora desde su llegada, cuando D.A.Q. recibió el impacto. Según Michelle, su cuñado le dijo “ayúdame, hermano” y, minutos después, falleció.

Un delantero visionario

Beckham Quispe Garfias – 18 años

Como buen amante del fútbol y admirador de sus grandes figuras, su padre le puso como nombre Beckhan Romario (en honor, por supuesto, al mediocampista inglés y superestrella David Beckham y al delantero carioca Romario de Souza Faria). Tal vez por eso, o quizá solo por coincidencia, Beckhan Romario Quispe Garfias heredó la pasión incontrolable por el balón.

Empezó su carrera deportiva a los seis años. A partir de entonces, el joven oriundo de la comunidad de Yanayacu, en la provincia de Andahuaylas, jugó en distintos clubes locales, hasta convertirse en una estrella del fútbol en Apurímac. Alianza de Lliupapuquio, La Victoria y Los Chankas son algunos de los equipos por los cuales desfiló el delantero Quispe Garfias.

Su familia era numerosa y de escasos recursos económicos: un padre agricultor de papas, ollucos, ocas; una madre vendedora de choclos; seis hermanos. “Quizá por los bajos recursos mi hermano no ha llegado más allá en el fútbol, porque tenía mucho futuro”, dice Raquel Quispe Garfias, su hermana mayor, de 23 años.

La joven recuerda que Beckhan, quien cursaba el cuarto año de secundaria, suplía la escasez a punta de talento: con tal de que juegue con ellos, eran los propios clubes los que le daban los chimpunes y la ropa deportiva.

Además, estaba formando un equipo de fútbol amateur, Red Lyon. “Él no era un ‘piraña’ o un delincuente, él era dueño de su equipo de fútbol”, dice Raquel. Como un buen visionario de las jugadas ganadoras, trató de imponer sus reglas en la cancha.

Beckhan Romario había ido a protestar al aeropuerto de Andahuaylas, el 11 de diciembre. Su hermana Raquel desea que su pedido de justicia llegue a la mayor cantidad de personas posibles. “Para Perú solo vale Lima, no las provincias”, dice y reclama que han matado a la gente de su pueblo “como si fueran animales”.

El médico de la familia

Wilfredo Lizarme Barboza – 18 años

Wilfredo Lizarme Barboza era la esperanza de sus padres, dos agricultores del centro poblado Ccacce, en Andahuaylas. Como era un buen alumno, al terminar la primaria lo enviaron hacia Abancay, la capital de la región Apurímac, donde ingresó a un colegio que también era un seminario de sacerdotes. Con mucho esfuerzo, la familia reunía los 200 soles de la mensualidad.

Tras culminar la secundaria, Wilfredo continuó firme en sus planes académicos. Volvió a Andahuaylas y se matriculó en una academia preuniversitaria. “Su sueño era ser médico”, dice Luis Lizarme Barboza, su hermano mayor.

Para cubrir los gastos de sus estudios, Wilfredo y Luis salían a la plaza de la ciudad a buscar trabajo. Allí, cuando tenían suerte, los recogían los dueños de sembríos o construcciones que necesitaban peones para la jornada. De cierto modo, Wilfredo estaba practicando la disciplina, la minuciosidad y el esfuerzo que necesitaría para la medicina en las labores físicas de la ciudad y el campo.

A pesar de sus obligaciones con los estudios y su familia, guardaba algo de dinero para sus vanidades juveniles. Le gustaba coleccionar zapatillas de distintos modelos y colores. Dice el hermano mayor que ha dejado unos tres o cuatro pares nuevos, que jamás podrá usar. Sin embargo, Luis quiere recordar a Wilfredo con la humildad que siempre conservó: calzando sus ojotas de caucho y trabajando hombro a hombro en las chacras.

Luis Lizarme Barbonza cuenta que su hermano murió el segundo día que salió a marchar. Era 12 de diciembre, en el aeropuerto de Andahuaylas. Llevaba una pancarta que decía “Cierren el Congreso”. “El segundo día, más bonito lo había dibujado”, recuerda. Pide ayuda para que su familia de escasos recursos económicos, conformada por sus dos padres y ocho hermanos, pueda salir adelante.

Un estudiante religioso

Cristian Rojas Vásquez – 19 años

Cristian Rojas Vásquez ansiaba ser policía. Se había preparado muy bien, pero no pasó la evaluación por su estatura. Noemí Rojas Vasquez recuerda que su hermano menor se puso muy triste, pero la familia lo animó para que estudie otra cosa. Por eso, se matriculó en un instituto de Andahuaylas, en Apurímac, para estudiar Farmacia. Apenas había terminado el primer ciclo.

Noemí cree que su hermano no se dejaba vencer tan fácil ante las adversidades por sus fieles creencias cristianas. “Él siempre nos animaba, a mí me decía ‘no hay que rendirse’”, cuenta su hermana. Recuerda al joven tocando canciones evangélicas en su teclado y entonando alabanzas. Para Noemí, su hermano era el más estudioso y cariñoso.

Para su amigo Filio Hurtado Omonte, Cristian era un chico hábil y, sobre todo, responsable. “Estaba en el camino de Dios”, dice. Trabajaba los fines de semana para traer dinero a la casa, pero su principal meta era terminar de estudiar.

En el centro poblado de Ancatira, su padre ―un agricultor de papas, ollucos y cebada―, su madre ―ama de casa―, sus cinco hermanos y sus amigos aún no creen en su irreversible partida.

Cristian Rojas Vásquez fue herido el 10 de diciembre. Su amigo, Filio Hurtado Omonte, dice que habían ido juntos a las protestas en el aeropuerto de Andahuaylas, pero en algún momento se separaron. En ese lapso a Cristian le cayó una bomba lacrimógena en la cabeza. Por la gravedad de su lesión, fue trasladado al Hospital Guillermo Díaz de la Vega, en Abancay, donde aguantó con vida cuatro días.

El cantante intrépido y sentimental

Carlos Huamán Cabrera – 26 años

Carlos Huamán Cabrera era una persona intrépida. A sus cortos 26 años, su espíritu aventurero ya lo había llevado a tomar decisiones importantes que cambiaron su vida. Cuando apenas era un adolescente de 16 ―en su natal distrito de Bagua Grande, en la región Amazonas― se acercó al director de una orquesta musical, mientras esta grababa un videoclip en medio de una plaza, y le ofreció ser uno de los vocalistas.

“Me dijo que siempre había practicado lo que es canto, pero no había una orquesta que le diera la oportunidad ―recuerda Jesusito Vásquez, director de Ilusión Sensual, el grupo de cumbia amazónica que le abrió las puertas desde entonces―. Tenía una voz fina”.

Con esa suave y sentida voz, Huamán Cabrera fue el célebre intérprete de los éxitos Solterito y Parrandero, Mi linda guambrita o Tu recuerdo de amor. De hecho, esta última canción fue la que conquistó a Leydi Campos: ella era una fan de Ilusión Sensual, él era el famoso vocalista. Cuando se conocieron se gustaron y, pronto, se quisieron. Hace siete años tuvieron un hijo.

Fue esa intrepidez suya, y también el amor por los demás, la que llevó a Carlos Huamán Cabrera a buscar un mejor futuro para su familia. Durante la pandemia viajó solo desde Amazonas hacia Lima: necesitaba otro empleo, ganar más dinero para los suyos. En la capital trabajó como repartidor de pollos en una avícola. Leydi Campos, recuerda a su “amor”, su “vida”, su “viejo”, su “bebé” como un esposo y un padre que lo entregaba todo.

Hace medio año, su arrojo habitual le marcó nuevos rumbos: La Libertad. En la provincia de Virú consiguió un puesto como empleado de una empresa agroexportadora. Gracias a ese esfuerzo había logrado construir una pequeña casa de madera en el centro poblado El Ron.

Huamán Cabrera había prometido volver allí para Navidad. Su mujer, en medio de su reciente e increíble duelo, por momentos siente como si nada hubiera pasado. Como si solo faltaran pocos días para reunirse con su amor de la voz sentimental.

Hasta ahora, Leydi Campos no entiende bien lo que pasó con su marido. Dice que el 11 de diciembre, ella y Carlos conversaron por chat todo el día. Alrededor de las 9:00 p.m. él le escribió contándole que estaba en las protestas. “¿Para qué, pues, te has ido?” le preguntó ella. Nunca obtuvo respuesta. Antes de las 5:00 a.m. recibió una llamada del celular de su esposo, pero habló un hombre diciéndole que Carlos había muerto.

Un danzante inagotable

Clemer Rojas García – 22 años

Clemer Rojas García comenzó a bailar desde muy niño, porque en su casa ―en la provincia de Huamanga, en la región andina de Ayacucho― a todos les gustaba hacerlo. Ya de adolescente, se unió a la comparsa Los Huaraqueros de Quinua. Con ellos, salía en cada carnaval ayacuchano a bailar danzas tradicionales por las calles y las plazas de su ciudad.

Era uno de los bailarines líderes, recuerda su padre, Reider Rojas Jaúregui. “Mi hijo era una persona alegre y muy activa”, dice. Clemer era quien animaba a más jóvenes a unirse a Los Huaraqueros de Quinua y organizaba al grupo. En los concursos de comparsas, muchas veces quedaron en primer lugar. “Siempre hemos salido campeones con nuestras costumbres”, recuerda Reider sobre los triunfos artísticos de su primogénito.

Clemer tenía planeada su rutina diaria como una coreografía armoniosa. Por las mañanas, estudiaba Mecánica Automotriz en el instituto Senati. Por las tarde, trabajaba con su padre en Rojas Rojitas, un carwash que era el negocio familiar. El joven solía gastarle bromas a su padre, a su madre y a su hermano menor. Reider Rojas Jáuregui admiraba cómo, en medio del trajín, el bailarín incansable siempre podía ser un “palomilla”.

Su padre dice que nadie en la familia sabía que Clemer había ido a protestar al Aeropuerto de Ayacucho. Recuerda que, cuando salió de la casa, el joven le dijo que iba a darle el encuentro a su mamá en el mercado donde ella trabaja. Cuando vio por las noticias los disturbios en el aeropuerto, se preocupó por su hijo y lo llamó a su celular. Contestó un hombre que le dijo “al joven le ha caído una bala, ya se lo llevaron, yo me he encontrado su celular”. Reiner indica que Clemer tenía un proyectil en el pecho que dañó mortalmente su riñón y su hígado.

*El retrato de D.A.Q. fue incluido en la composición fotográfica con autorización de sus familiares.

Fuente de la información e imagen:  https://ojo-publico.com

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Tiempo cumplido y universidad en su mejor altura

Tiempo cumplido y universidad en su mejor altura

Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Lo primero que se me ocurre a pocas horas de dejar la vicerrectoría académica, es agradecerle a la gente que creyó y sigue creyendo que la universidad publica es el mejor lugar del mundo para combinar libertades y derechos.

Sigue en mi vida después de este periodo como vicerrector académico el disfrute que da poder mantener la frente en alto, saber que ante nadie tendré que bajar nunca la mirada, y que podré seguir mi vida tranquila como un profesor más, en la base, preparando mis clases, retomando mi ejercicio de investigación y trabajando por la paz y los derechos humanos con conciencia de país, convencido de que la universidad pública esta llamada a cumplir un papel significativo en la erradicación de toda violencia y en la superación definitiva del poder de élites y clientelas por uno de poder popular.

Lo primero que se me ocurre a pocas horas de dejar la vicerrectoría académica, es agradecerle a la gente que creyó y sigue creyendo que la universidad publica es el mejor lugar del mundo para combinar libertades y derechos. El mejor escenario para hacer conciencia del mundo que vivimos y con apoyo de la ciencia, las artes y las humanidades fortalecer la capacidad para transformar el mundo que existe y crear otros posibles. Lo segundo, que la universidad solo puede entenderse como un asunto colectivo, no es una empresa, ni una ONG, es una institución, a secas, que tiene mecanismos de autopoiesis y regulaciones, autonomía, se recompone, es un cuerpo vivo que estará ahí por encima de nosotros, que vamos de paso por los cargos y los encargos que imponen las políticas académicas.

He completado cuatro años como vicerrector y una década como columnista, que acumula junto a una docena de libros, la riqueza moral de una pequeña obra con más de 500 columnas de ensayo de análisis social con perspectiva critica de derechos humanos, que vuelan solas por eldiario.comrebelión.orgalainet.org entre otros, creándose su lugar propio, que me retribuye con la alegría de que tienen un público ganado que las lee y usa para algún fin de rebeldía o resistencia. Retomaré las asignaturas de derechos humanos en mi facultad y seguiré trabajando en temas de paz y derechos humanos, tengo para ello mi formación, experiencia y convicciones éticas y creo en la necesidad de la paz total y en la Colombia posible sin exclusiones, en convivencia, capaz de poner el respeto por la dignidad humana y la defensa de la vida, por encima de cualquier otra cosa e interés.

Queda del paso por la vicerrectoría, junto a la compañía de un inigualable y pequeño equipo de trabajo con el que hicimos un gobierno de docentes y por políticas, una universidad en el mejor lugar de toda su historia, que, por supuesto es acumulativa, no nace cada día. Está en el más alto lugar, al que muy pocas han llegado en Colombia. Es la suma de factores y compromisos de una universidad del siglo XXI. Queda por primera vez acreditada por cinco años a nivel internacional por la más importante organización de universidades de América latina y el caribe (CEAI de UDUAL, en coordinación conjunta con relaciones internacionales). Queda acreditada de alta calidad Multicampus a nivel nacional por el MEN y CNA para seis años. La mitad de sus programas quedan con acreditación de alta calidad y 20 más tienen resoluciones listas sobre el escritorio del ministro. Siete ingenierías quedan acreditadas internacionalmente (con esfuerzos de decanaturas y relaciones internacionales). Se acreditaron también por primera vez los primeros cinco posgrados en nivel de maestría y el doctorado de educación queda ad-portas de obtener su resolución.

Las acreditaciones, junto a sus campus, bibliotecas, formación de sus docentes, saberes que circulan, ciencia que se hace, capacidad de sus estudiantes y formas organizativas, señalan la reputación y prestigio de una universidad. En el proceso de validación y análisis son sometidas por pares externos al más riguroso examen de todas sus variables, factores, actores y modos de acción. Sus finanzas, impactos en la sociedad, formación y calidad de sus docentes, formación que reciben sus estudiantes, estructuras de su organización, capacidad colectiva de sus estamentos, papel de su ciencia y su grado de humanización, son revisados al detalle. La acreditación indica el lugar que ocupa en la sociedad, el estado y el sistema y el resultado está hoy en su máximo punto, en el mejor momento. Son procesos que se edifican con disposición y esfuerzo colectivo, en ocho libros hechos con la pluma de docentes y más de 5000 folios de anexos soportaron la acreditación multicampus.

Queda una universidad con una enorme solidez, con políticas académicas aprobadas, mesas de trabajo que fijen lineamientos y conciencia de construcción siempre colectiva. Sus cifras de realidad evidencian crecimientos, más de 28.000 estudiantes de pregrado en 75 programas y 3000 en posgrado en 104 (se crearon 31 entre 2019 y 2022) . La deserción se redujo en dos puntos y no hubo deserción ni en pandemia, ni después, indicativo de que las decisiones tomadas fueron oportunas y adecuadas, como crear reglas para no computar asignaturas perdidas, reducir costo de matrículas, proveer matriculas con recursos propios, y no cobrarles a los estudiantes el fracaso de las elites con su modelo de sociedad excluyente, que descubrió en ellos el rostro de las desigualdades y las brechas sociales de carácter histórico. Mejoraron los resultados colectivos en las pruebas saber-pro; entraron a ocupar una silla universitaria un promedio permanente de 660 jóvenes en situación de desplazamiento forzado y cerca de 200 en situación de discapacidad, mas 50 bachilleres indígenas. Un 20% mas de docentes obtuvo sus títulos de doctor o doctora, el 30% ascendió en el escalafón docente que parecía una práctica olvidada, más del 90% de docentes ocasionales empezó a ser vinculado por once meses continuos y el 60% de cargos de dirección de programas fue ocupado por ellos. La productividad académica se multiplico por dos y en igual magnitud la movilidad de docentes al exterior.

Hubo programas destacados de alto contenido social como el año cero, que permitió vincular a sus aulas a más de 100 jóvenes excluidos del sistema de educación, uno por municipio, totalmente becados con recursos de la gobernación. Se creó la sala patrimonial que constituye la mayor riqueza bibliográfica del país en materia de archivos, fuentes y objetos de origen de la creación de la universidad pedagógica de Colombia, que antecede a la actual UPTC. Queda una universidad con un horizonte claro, una mirada enfocada hacia América latina y una institución lista para comprometer sus esfuerzos hacia la construcción de paz total y mejorar su influencia y acompañamiento territorial a los jóvenes de provincias olvidadas. Queda una universidad que quiere ser ejemplo de convivencia, de respeto y comprensión de temas de igualdad, géneros y derechos, para superar el patriarcado latente y cierto colonialismo imperante en las instituciones de educación superior. Queda una universidad que supo sobreponerse a la pandemia, poner en el momento justo la salud por encima del “deber” académico, aprendió en colectivo a leer el momento de incertidumbre y a sumar estrategias, esfuerzos y solidaridad para no sucumbir. Repartió computadores y planes de datos a la tercera parte de sus estudiantes, y siempre tuvo la enorme capacidad para superar con hechos y resultados, el acecho y asedio de tergiversaciones y ataques sistemáticos de un diestro sector, hábil y astuto para organizar hostigamientos y agresiones y extender información tendenciosa, entendible en un país acosado por el miedo y la política impuesta por patrones de múltiples violencias.

Queda una universidad que aceptó el dialogo como única fórmula de resolución de sus conflictos, fueron cientos de horas, días y más días de mesas de concertación, entre tonos altos y altibajos, pero con respuestas inmediatas y efectivas, y la conclusión es que se avanzó hacia una cultura de respeto por las diferencias, por la protesta, por el reclamo a una institución llamada a ser fuente de resistencia y cambio. El dialogo superó la opción del tradicional tropel del miércoles y el uso de la capucha para reclamar demandas universitarias y sociales. La expresión de rebeldía no fue esta vez el enfrentamiento entre policías y estudiantes, la institución no tuvo que sacar a un solo estudiante de prisión, ni a uno solo del hospital, tampoco hubo mutilados, ni muertos como antes había ocurrido.

Superado un momento de cuatro años de mi vida, exalto la incansable labor docente, el esfuerzo de sus estudiantes, el trabajo de egresados y el invaluable y afectivo apoyo de mis colegas directivos. Me alegro con la llegada a la rectoría de Enrique Vera, un profesor, investigador de altas calidades y capacidades con quien compartimos vicerrectorías, a quien ofrecemos nuestra disposición ilimitada para seguir construyendo la universidad que queremos, soñamos y vivimos. A Óscar Ramírez, que también después de la rectoría regresa a las aulas, mi gratitud toda, por la confianza que solo puede ofrecer un hombre humilde, sereno, franco, siempre mi amistad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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Colombia: El Ministerio de Educación Nacional le apuesta a una educación antirracista y acorde a las necesidades de los territorios

El ministro de Educación, Alejandro Gaviria, durante el Foro Educación para la Vida, que se realizó en la ciudad de Bogotá, anunció que dentro de las grandes apuestas en las que trabaja el Gobierno del Cambio están el consolidar una educación antirracista y que sea acorde con las necesidades de los territorios.

«La educación debe ser la base para la transformación cultural, una educación para la paz que haga de los colombianos personas con mejor capital humano y mejores ciudadanos», dijo el Ministro Gaviria.

El Ministro señaló que se necesita ampliar de manera sustancial la cobertura y las oportunidades en la Educación Superior.

«Nos hemos puesto la meta que en los cuatro años lleguen 500.000 personas jóvenes a la Educación Superior, no solamente universitaria, habría que decir técnica profesional y tecnológica, y esta cifra tendrá un referente geográfico y territorial para que las oportunidades se vean donde nunca han existido», replicó Gaviria.

Complementando lo dicho por el Ministro, la viceministra de Educación, Aurora Vergara Figueroa, indicó que el reto fundamental en una educación antirracista es el aseguramiento de la calidad, y que la oferta educativa sea coherente con los territorios y la población a la que sirven.

Viceministra de Educación Superior, Aurora Vergara Figueroa, durante el Foro Educación Para la Vida

«Estamos trabajando con mucha rigurosidad para garantizar que las Instituciones de Educación Superior tengan un Sistema de Aseguramiento de la Calidad que sea pertinente y para eso son necesarias unas adecuaciones estructurales», indicó Aurora Vergara, quien agregó que la oferta educativa debe responder a que las personas de los pueblos indígenas se vean representadas, incluso en su iconografía, idioma y en la manera en la habitan la región.

«La política etnoeducativa posibilita que se reconozca la dignidad de las personas. Nos enriquece como Nación. Las Instituciones deben hablarles a los ríos que tienen enfrente, a los mares, a las montañas, hablarles a ese entorno, y que formen a las generaciones que van a transformar y cuidar esos territorios.», concluyó.

Fuente de la Información: https://www.mineducacion.gov.co/portal/salaprensa/Comunicados/413478:El-Ministerio-de-Educacion-Nacional-le-apuesta-a-una-educacion-antirracista-y-acorde-a-las-necesidades-de-los-territorios

 

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