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La Campaña Mundial por la Educación se moviliza para exigir a los gobiernos que rindan cuentas

Magisnet.com

Bajo el lema “Pido la palabra por la educación”, como reflejo de la importancia de la participación de la ciudadanía, la Campaña Mundial por la Educación (CME) exige a los representantes políticos el cumplimiento de la Agenda de Educación 2030.

En la actualidad sigue habiendo 263 millones de niños, jóvenes y adolescentes sin acceso a la Educación, debido a distintas causas como vivir en contextos de crisis o en zonas rurales remotas; la falta de recursos, infraestructuras adecuadas o de personal docente cualificado; o la discriminación por motivos de raza, género o discapacidad. A esta cifra hay que añadir a los 758 millones de adultos analfabetos, dos tercios de ellos mujeres. La Campaña Mundial por la Educación lleva desde el año 2000 –2003 en España– sirviendo de altavoz de las demandas y necesidades de todos ellos.

En 2015, 196 Estados firmaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que constituyen un plan de acción mundial formado por un conjunto de 17 objetivos de carácter integrado, indivisible y universal que deberán alcanzarse en 2030. En ese mismo año nace la Agenda de Educación 2030, marco de acción que incluye tanto la Declaración de Incheon como el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4): “Garantizar una Educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.

La Semana de Acción Mundial por la Educación se celebra este 2017 del 24 al 29 de abril en 124 países, a través de diferentes actividades de calle orientadas a crear conciencia sobre la importancia del derecho a la educación. En esta ocasión, la CME no solo se moviliza para exigir a los gobiernos que adopten las medidas, políticas y financiación necesarias para garantizar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, sino para que lo hagan de forma transparente, rindiendo cuentas de sus compromisos ante la ciudadanía y asegurando espacios de participación de la sociedad civil.

Bajo el lema “Pido la palabra por la educación”, la campaña llama la atención sobre la importancia de la participación activa de la ciudadanía, en especial de las comunidades educativas, niños y niñas, a la hora de garantizar el cumplimiento del derecho a una Educación de calidad para todos.

Fuente:  http://www.magisnet.com/noticia/25267/empresas-y-eventos/la-campana-mundial-por-la-educacion-se-moviliza-para-exigir-a-los-gobiernos-que-rindan-cuentas.html

Imagen tomada de: http://www.cme-espana.org/wp-content/uploads/2017/Banner%201235%20x%20435_Entreculturas.jpg

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En Uruguay: Un Plan Nacional de Educación será uno de los temas de discusión del Congreso Nacional de Educación

America del Sur/Uruguay/La diaria.com.uy

El presidente de la Comisión de Educación de la cámara alta, el senador Marcos Carámbula, recogió el guante que lanzó el Grupo de Reflexión sobre Educación (GRE) el año pasado, cuando planteó en un documento público la necesidad de elaborar, por primera vez en la historia del país, un Plan Nacional de Educación. Carámbula convocó anoche a una mesa redonda en la que representantes del GRE plantearon su idea y distintos actores reflexionaron sobre la necesidad de caminar hacia un Plan Nacional de Educación.

La propuesta del GRE se presentó en el Diálogo Social, pero luego el grupo tuvo reuniones con los representantes del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de la Educación Pública (ANEP) y con la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, y se logró que el Plan Nacional de Educación sea uno de los puntos a discutir en el Congreso Nacional de Educación al que se convocará este año.

Una de los que participaron ayer en la charla fue la subsecretaria de Educación y Cultura, Edith Moraes, que reafirmó la necesidad de tener un plan de educación. Consideró que el Congreso es “una potente herramienta de participación ciudadana”, que ya está en marcha (ayer fue la primera reunión ordinaria de la comisión organizadora), y detalló que en esa instancia se producirán insumos para el Plan Nacional de Educación. De todas formas, Moraes aseguró que la discusión para llegar a un plan no será fácil. “Vamos a tener que trabajar con las diferencias, con las discrepancias y las contradicciones”, dijo. La subsecretaria opinó que la educación se está volviendo “una madeja bastante enredada y deshilachada” y afirmó que en el seno de la comisión organizadora del congreso “hay conciencia de que hace falta este encuadre rector”.

El presidente del Codicen, Wilson Netto, también estuvo presente ayer y aseguró que desde su lugar “avala y acompaña estos espacios que permitan seguir profundizando” en la planificación, e hizo hincapié en la participación. “La participación es clave, porque la democracia así lo exige”, afirmó. El rector de la Universidad de la República (Udelar), Roberto Markarian, también manifestó su apoyo a que en el congreso se discuta sobre el Plan Nacional de Educación. “Es una manera de dar una visión global del sistema educativo, que estamos necesitando”, afirmó. Markarian aseguró que el Sistema Nacional de Educación Pública “no funciona como un sistema”, y consideró que la estructura misma del sistema “dificulta hacer un plan global; se va a chocar con quienes defienden su terreno, lo que se llama jurídicamente autonomía, y eso dificulta las cosas”.

En tanto, el presidente del PIT- CNT, Fernando Pereira, se preguntó por qué el tema educación “no está entre las principales preocupaciones de los trabajadores”. Consideró que la velocidad de los cambios en el mundo del trabajo lleva a preguntarse si no será que en el futuro “la mayor parte de los uruguayos no tendremos que tener formación universitaria” y, si ese es el camino, aseguró que “hay que avanzar, aunque al principio duela”. Sostuvo que el movimiento sindical debe exigirle calidad a la educación pública, y cuestionó que en el ámbito educativo “existen demasiados boliches abiertos, y falta interconexión”. Aseguró que también desde la central sindical se debe hacer una campaña de defensa de la educación pública, “incluso contra ideas que nos metieron en la cabeza, como que nosotros pongamos nuestros liceos o escuelas en convenios con las empresas”. Además, advirtió que “no conviene generar ninguna grieta con los docentes uruguayos”, quienes, según Pereira, “han sufrido fuertes ataques en los últimos años desde el Estado”.

Uruguay 2030

Walter Fernández Vaz y María Teresa Sales fueron quienes presentaron, en nombre del GRE, la propuesta para caminar hacia un Plan Nacional de Educación. El grupo se posiciona en “la defensa irrestricta” de la educación pública, “la participación democrática en la elaboración de las políticas educativas, el rechazo a todo tipo de privatización o mercantilización de la educación, así como también el rechazo de las pruebas de evaluación estandarizadas a nivel global” como las pruebas PISA. Fernández Val aseguró que el discurso que asegura que la educación está en crisis “no es original de nuestro país”, y afirmó que es un error considerar que los problemas de la educación “son intrínsecos al sistema educativo”. Para “deconstruir” esa idea comparó la proporción de estudiantes que terminan la educación media superior del quintil más alto respecto de los del quintil más bajo de la población, que da un ratio de 6,36, con la proporción entre los mismos quintiles sobre la apropiación de la riqueza, que da un ratio de 6,2. “Es decir que la desigualdad en la distribución de la riqueza se traslada casi linealmente a la probabilidad de completar la educación media”, concluyó.

Ambos cuestionaron las “recetas mágicas” que provienen de organismos internacionales, agencias multilaterales de crédito o fundaciones de expertos en el tema, y aseguraron que un Plan Nacional de Educación “no es un acuerdo interpartidario” o una “reforma educativa”. En cambio, sí implica un “gran acuerdo nacional, con consensos sociales básicos”. Fernández Val explicó que la idea es discutir en este congreso los insumos para la elaboración del plan, y una vez elaborado, que se convoque a otro Congreso para aprobarlo.

Por su parte, Sales dijo que hasta ahora la educación se ha organizado “por reformas y políticas focalizadas”, y que el plan, que es en sí mismo una forma de organizar la educación, puede definirse como “un encuadre para aplicar los cambios en el sistema”, y que desde el GRE manejan el año 2030 como horizonte de aplicación de este.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/3/un-plan-nacional-de-educacion-sera-uno-de-los-temas-de-discusion-del-congreso-nacional-de-educacion/

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Paraguay 2030: Titular del BID aspira a calidad educativa e infraestructura

América del Sur/Paraguay/UltimaHora.com

Como retos a superar, Luis Alberto Moreno mencionó la poca productividad y que se aproveche el bono demográfico, en el evento Gramo Paraguay 2030. Apuntó a potenciar el capital humano.
Los ejes para que Paraguay se consolide en su desarrollo de aquí a 2030 deberán basarse en la calidad educativa como camino para salir de la pobreza, mejorar en infraestructura, elevar la productividad y aprovechar el bono demográfico de su juventud, a criterio de Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien anoche intervino en Gramo Paraguay 2030.
Esta actividad, realizada en el Banco Central del Paraguay (BCP), se celebró anoche en el marco de la Asamblea del BID, y estuvo organizada Koga Impact Lab, en colaboración con la Secretaría Técnica de Planificación (STP), el Ministerio de Hacienda, el Equipo Nacional de Estrategia País (ENEP) y el apoyo del BID y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin).

«En Asia, el 90% del tiempo se está pensando en cómo será su sociedad en el futuro; en América Latina pasamos el 80% del tiempo pensando en el pasado, en los desencuentros, en las diferencias. Por eso, nuestras economías no crecen», describió en el sentido de buscar un camino hacia la innovación y la tecnología, que sirva al desarrollo de nuestras naciones.

teoría del fracaso. Ante un auditorio repleto, Moreno también se refirió a la teoría del fracaso, que se cumple cuando se habla mucho y no se hace lo suficiente. Según dijo, no se pueden tomar las decisiones a nivel de órganos dirigenciales solo mirando al día siguiente, sino pensando en las generaciones siguientes.

El titular del BID hizo hincapié en el capital humano, mencionando que hace 60 años el empleo agrícola reinaba en este espectro, mientras que la revolución tecnológica permite que la creatividad se posicione en mejores ubicaciones durante estos tiempos.

Con respecto a la situación del Cono Sur y su imagen a nivel mundial como granero del mundo, hizo alusión a una frase de Mauricio Macri (presidente de Argentina), quien aspira a que la región se convierta más bien en un supermercado del mundo, en referencia a que se debe brindar valor agregado a los productos primarios que actualmente envía a los mercados del exterior.

Minutos antes, en Mburuvicha Róga, Moreno había destacado la cantidad préstamos otorgados al país, señalando que no solo «somos el principal acreedor que tiene Paraguay, sino que hemos contribuido en muchos de los cambios que ha experimentado el país en muchos años», celebró. Aclaró que el trabajo del BID no es endeudar al país como muchos piensan, sino «contribuir a su desarrollo en calidad de vida para sus habitantes».

«Nuestra actividad pasa no solamente por las actividades del sector privado, sino también contribuimos en proyectos de infraestructura y a la banca de segundo piso para fomentar el desarrollo de la pequeña y mediana empresa y hasta para programas sociales como el del Bañado; en fin, son muchos los programas de infraestructura, sociales y general que tiene el BID en el país», detalló.

Fuente: http://www.ultimahora.com/paraguay-2030-titular-del-bid-aspira-calidad-educativa-e-infraestructura-n1074225.html

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Estandarización, una amenaza para la educación

Por: Ángel Pérez Martínez

Hoy la mayoría de colegios responden a las exigencias de la sociedad en términos de calidad de la educación con los puntajes que obtengan los estudiantes en dichas pruebas. Los maestros obligados por rectores o por la necesidad de resultados reproducen y estandarizan las evaluaciones en el aula. Esto se traduce en que niños, niñas y jóvenes son medidos en los salones de clase con el mismo rasero, igual metodología y sistema de puntaje. Entre más se parezca lo que se hace en el aula con los aplicativos como Saber, Pisa, Timss, Terce y otras, mejor; al final no importa la educación, tampoco cómo formar buenos seres humanos, aquí lo vital es el puntaje.

Este panorama empeora con toda clase de contratistas externos que se traen a los colegios con el propósito de mejorar los puntajes, mediante procesos de refuerzo o en cursos tipo Pre-icfes, o preuniversitarios, en los cuales se trabaja sobre la técnica para responder la prueba. Instrucción pura, poca educación y menos formación, pero se supone que eso es calidad.

Hace un tiempo publiqué un pequeño ensayo sobre por qué la educación básica era de buena calidad en Finlandia y no en Estados Unidos, a partir de la experiencia de la profesora Americana Janet English, quien fue distinguida en los Estados Unidos con el premio Fullbright a la enseñanza. Como estímulo ella pudo viajar a Finlandia para observar, estudiar y comparar durante 6 meses el sistema educativo de ese país en el año 2013. Ella de entrada se preguntó: ¿por qué los estudiantes americanos de la educación básica, con un gasto promedio por estudiante de los más altos del mundo, no obtienen los logros de los estudiantes finlandeses en resolver problemas científicos o de matemáticas en las pruebas internacionales donde ellos participan?

La profesora English, en su análisis “Finland from a Teacher‘s Perspective”, encontró que la calidad de los docentes es similar en los dos países: como ocurre en todas partes, ella observó buenos y malos profesores. La diferencia es que el sistema educativo finlandés apoya la enseñanza y la evaluación individual para medir los avances del proceso educativo, más que las pruebas estandarizadas anuales que se aplican en Estados Unidos. Los maestros comparten sus ideas educativas para mejorar y tienen entre sus objetivos hacer seguimiento y apoyo personalizado a cada estudiante. La profesora English observó en Finlandia que todos los días, en cada clase, los profesores y estudiantes trabajan en resolver problemas a fondo. Los maestros están en la búsqueda de temáticas que interesen a los muchachos, se enseña lo que ellos quieren aprender.

En Estados Unidos hay muy poco tiempo para ir a profundidad en un tema, mucho menos uno de interés para los estudiantes. Lo más grave es que los profesores americanos están más centrados en preparar las pruebas estandarizadas que en hacer lecciones interesantes y emocionantes para los muchachos, no existe como objetivo el apoyo y seguimiento individual del estudiante, ni existe el estudiante mismo como sujeto.

En Finlandia, las necesidades y el ritmo del aprendizaje del estudiante son los que determinan el ritmo de la enseñanza y la progresión del plan de estudios en el aula. El estudiante tiene libertad de trabajar sobre tópicos de su interés. Los alumnos participan con sus profesores en resolver problemas relacionados con su entorno, con calma y tranquilidad, no hay estrés en el aula. El aprendizaje y el juego van de la mano; por cada 45 minutos de trabajo en primaria, 15 minutos son de descanso. En Estados Unidos a los maestros se les obliga a desarrollar un exceso de contenidos que, dada la rapidez con la cual son asumidos y tratados en el aula, frecuentemente dejan una cantidad de trabajos o de temas sin finalizar y sin profundizar.

Ella concluye que el sistema público educativo Finlandés “es equitativo y respetuoso de sus estudiantes, a los niños finlandeses le son dados la libertad y el suficiente apoyo para empezar a desarrollar su propia personalidad”.

Con los niños hay que tener cuidado, los docentes y los colegios deben evitar la estandarización y evaluación en masa al interior del aula, mediante la cual se reproduce en los salones escolares evaluaciones despersonalizadas y sin ninguna contribución al proceso educativo, dejando de lado el hecho irrefutable de que todos los estudiantes son distintos y ellos no aprenden a la misma velocidad. Las pruebas estandarizadas son importantes para comparar y para tomar decisiones de política educativa, pero no son definitivas para determinar la calidad de la educación, y menos en el aula donde el maestro tiene la obligación de tratar, de hablar, de compartir, de expresar emociones y de formar a la persona, es una relación humana.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/la-estandarizacion-es-negativa-para-la-educacion-por-angel-perez/219556

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Perú: El 60% de Instituciones Educativas reiniciarán clases este 3 de abril

Perú/Marzo de 2017/Fuente: RPP Noticias

El gerente regional de Educación, Ulises Guevara Paico, informó que el próximo lunes 3 de abril se reiniciarían las clases tanto en las Instituciones Educativas públicas como privadas a excepción de las ubicadas en las zonas altoandinas de la región Lambayeque.

En cuanto a los colegios ubicados en Túcume, Íllimo, Jayanca, Pacora y Olmos, distritos con mayor afectación por las lluvias, desborde de ríos e inundaciones, la máxima autoridad del sector dijo que se está evaluando y acelerando los trabajos de condicionamiento para saber si los alumnos, maestros y toda la comunidad educativa, pueden o no volver a las aulas.

“Será casi imposible que se inicie el año escolar en estos colegios, debido a que aún existen instituciones educativas con aguas estancadas. Se están limpiando techos, desinfectando aulas y servicios higiénicos, así como erradicación de los residuos sólidos”, detalló a RPP Noticias.

Reprogramación de clases. Según lo establecido por el Ministerio de Educación, los alumnos en el nivel inicial deben recibir 900 horas de clases, en primaria 1,100 y en secundaria 1,200; es así que el funcionario hizo un llamado a los directores de cada colegio a presentar su cronograma de recalendarización del año escolar 2017.

“Se tendrá que dictar clases los días sábados, se dejaran sin efecto las vacaciones de agosto o se alargará el dictado de estas hasta el 27 de diciembre, todo depende del acuerdo al que lleguen los directores y su plana docente”, enfatizó.

Es importante señalar que del 24 al 31 de julio, del 1 al 4 de agosto y del 18 al 22 de diciembre, son las fechas para presentar la recalendarización académica para que sea aprobada por los titulares de cada Ugel.

Fuente: http://rpp.pe/peru/lambayeque/el-60-de-instituciones-educativas-reiniciaran-clases-este-3-de-abril-noticia-1040556

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Libro: La movilización social. Experiencias de participación territorial

La movilización social
Experiencias de participación territorial

Cesar Leal Soto. Pablo Canelo Bridshaw. [Compiladores]

Miguel Lawner Steiman. Felip Gascón i Martín. Patricia Muñoz Salazar. Tania de Armas Pedraza. Suana Medeiros Silva. Claudio Utiratan Gonçalves. Boris González López. Pablo Saravia Ramos. Tomás Koch Ewerts. Pablo Canelo Bridshaw. Gustavo De la Barra Riquelme. Claudia Aranda Andrades. Katherine Fernández Olivares. Birgit Hoinle. [Autores de Capítulo]

Secretaría Ejecutiva. Secretaría Ejecutiva.
ISBN 978-956-7074-17-4
ICAL. CLACSO.
Santiago de Chile.
Diciembre de 2016

Resulta más difícil manipular procesos de planificación y del uso del suelo si existe una participación ciudadana sólida, sea a nivel de la planificación territorial o hasta de un voto democrático directo decidiendo sobre un cierto proyecto. Sin embargo, la participación ciudadana constituye un reto importante en una sociedad. Esta tiene que debatir a profundidad para determinar sus reglas y limitaciones. Es una larga marcha hasta que lleguemos a sistemas realizables y equilibrados de planificación participativa. La presente obra nos puede servir como orientación en este importante camino.

del Prólogo de Rainer Rothfuss

Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1217&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1157
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Entrevista a Carol Arcos Herrera. Maternidades y feminismo

Entrevista a Carol Arcos Herrera
Maternidades y feminismo

 

El desconcierto

 

Conversamos con Carol Arcos Herrera, doctora en Estudios Latinoamericanos y académica del Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos (CECLA) de la Universidad de Chile, quien actualmente se encuentra en la última etapa de un proyecto FONDECYT titulado “Maternidad y nación en Chile: reversos liberales en la cultura impresa del siglo XIX”. A partir de este proyecto, la académica ha logrado concebir lo que será su próxima publicación, «Maternidades republicanas. Deseo, política y poder en el Chile de siglo XIX».

 

La maternidad es sin duda uno de los temas más conflictivos para el pensamiento y el activismo feminista, pues en él se entrelazan posturas que, en cierta medida, podrían resultar disímiles. La maternidad entendida por siglos como la obligación primaria de toda mujer ha sido puesta en cuestión por un importante número de feministas, quienes han defendido y pregonado por una maternidad sujeta a la elección consciente y libre de ser madres y no a una respuesta única, es decir, a la imposición generada por el orden patriarcal.

Carol Arcos ha realizado clases tanto de pre como de postgrado y los cursos de los que se ha hecho cargo han tenido que ver, en su mayoría, con autorías femeninas latinoamericanas y feminismos latinoamericanos. Desde su consideración, las sesiones con sus estudiantes de la Universidad de Chile han sido de total y absoluta relevancia para el desarrollo de sus proyectos e investigaciones, así como también su participación en el pasado como editora de la sección “Feminismos y sexualidades” del diario español Rebelion.org.


En tu proyecto FONDECYT “Maternidad y nación en Chile: reversos liberales en la cultura impresa del siglo XIX”, hay una perspectiva que resulta evidente, me estoy refiriendo al feminismo y es en cuanto a esto que me interesa saber cómo surge en ti el interés por abordar la concepción de “maternidad” desde el pensamiento y la teoría crítica feminista

– En primer lugar, me gustaría situar brevemente mi lugar de hablada y el enfoque general del proyecto para que se entienda la significancia que tienen los feminismos en él. Se trata de un proyecto que busca historiar el problema de la maternidad o maternidades, desde el punto de vista de la cultura, en el Chile republicano, más específicamente en un siglo XIX largo (1810-1910). Sin embargo, no es un proyecto que nazca del ámbito de la historiografía. Siempre me ha interesado mucho la historiografía y el trabajo de historiadoras e historiadores, pero no creo ser una ni me interesa. Este es más bien el trabajo de una «historizadora», como acostumbro a llamar a este lugar particularmente heterogéneo desde el que escribo. Un cronotopo entre la literatura, la historia y la filosofía que mediante variadas constelaciones de textos busca trazar un relato acerca de un problema central para las mujeres y el feminismo.

¿Y cómo figura el problema de la maternidad en esta posición tuya?

– En el marco del circuito que establece la reciente cultura impresa y la preeminencia del proyecto moderno del liberalismo en Chile, durante el siglo XIX, abordo la maternidad como una experiencia particular de género y sexualidad que se institucionaliza a lo largo del siglo y cristaliza el reverso de las escrituras fundacionales. Preguntarse por la maternidad en el siglo XIX, no solo en Chile sino también en el resto de América Latina, es interrogar el discurso neurálgico que redefinió la relación entre las mujeres y la soberanía del Estado-nación y, asimismo, renovó su lugar subalterno actualizando genealogías y modelos de feminidad coloniales, pero inaugurando formaciones modernas que proyectarán el camino para las políticas del siguiente siglo.

Uno de los grandes nudos gravitacionales de los discursos que ponen en circulación los feminismos regionales en América Latina dice relación con la maternidad, trama simbólica y material que funciona paradojalmente en una “política del cuerpo” (Federici, Calibán y la bruja) que, por una parte, orquesta un «disciplinamiento» y domesticación del trabajo y vida femenina y, por otra, permite un territorio de resistencia que disloca dicho ideal de dominio del cuerpo forjado por el liberalismo en alianza con la ciencia y la técnica como soporte de las sensibilidades modernas (Musachi, Mujeres en movimiento). Bien sabemos que las mujeres entran en los discursos nacionalistas decimonónicos, no todas claro está, sino principalmente aquellas pertenecientes a la elite criolla, como madres cívicas, como cuidadoras garantes de la nuda vida (en el sentido que propone Giorgio Agambem) de la patria-patriarcal.

La función materna se desarrolla en el contexto de emergencia y paulatina preeminencia de una ideología de la domesticidad y del sistema de valores burgueses, alentada por el liberalismo de cuño ilustrado, que relegará a las mujeres al ámbito de lo privado, terreno de lo afectivo, del cuidado y mantenimiento de la vida. Sin embargo, es también en los márgenes y disputas con esa ideología cuando las feministas construyen un sentido para pulsiones y conflictos que las mujeres en América Latina hasta ese entonces no habían simbolizado conscientemente. Desde las primeras manifestaciones feministas, justamente visibles en el siglo XIX mediante el reclamo de emancipación mental de las mujeres por parte de varias escritoras, hasta la emergencia de la primera ola, cuando a partir de 1890 el feminismo se articula desde miradas anarquistas y socialistas para decantar más tarde, alrededor de 1920-30, en un discurso de derechos que levantará la propuesta sufragista; la maternidad es un nudo político (en el sentido que entiende la palabra nudo Julieta Kirkwood) que instalará a las mujeres como objetos y sujetos de controversia.

En este sentido, la maternidad operaba en el marco simbólico que relegaba a las mujeres a sus funciones domésticas y reproductivas, pero a la vez ese mismo discurso se volvía condición de posibilidad del feminismo decimonónico. Entonces, cómo dejar de tratar la cuestión de la maternidad si, por un lado, es tan central en la erección de un discurso moderno hegemónico sobre las mujeres, la mujer doméstica, y, por otro, está tan presente en la reflexión y las prácticas que las mujeres feministas pondrán en juego en las dinámicas del marco liberal o en rebeldía frente a él. Se trata de una compleja y poderosa cesura simbólica susceptible de «historizar» mediante toda una red de economía política, cultural, material y vital, que deviene en variadas representaciones que circulan y se consumen en también variados ámbitos, de ellos a mí me interesa el de la cultura impresa en particular.

¿Entonces esta es la articulación que desarrollas entre maternidad y feminismo?

– La relación entre maternidades y feminismos no solo tiene que ver, para mí, con esta importante historia de las mujeres y el feminismo, sino que también con mi propio territorio político-teórico feminista al abordar este problema de lo que prefiero llamar trabajo materno. Cuando hablo de trabajo materno estoy pensando en el debate que se ha venido dando desde la teoría feminista marxista (principalmente, considero en este ámbito los trabajos de Silvia Federici) y la economía feminista a partir de los noventa (autoras tales como Amaia Pérez Orozco, Esther Velásquez, Valeria Esquivel, entre otras).

Estas perspectivas heterodoxas respecto de los análisis económicos tradicionales, centrados grosso modo en las lógicas del mercado y la reproducción del capital, han contribuido a actualizar el debate acerca del nudo producción/reproducción ya presente en el feminismo de los setenta del siglo XX, pues recogen las premisas acerca del trabajo doméstico y conceptos analíticos específicos de aquel feminismo, como por ejemplo la división sexual del trabajo, para además agregan otros nuevos como organización social del cuidado y trabajo del cuidado.

Algunos de los asuntos centrales de estos enfoques, entonces, se refieren al modo en que las sociedades resuelven la reproducción cotidiana de la vida con el fin de resaltar el trabajo afectivo-reproductivo, concomitante con ello también la necesidad de incorporar la variable de género a la reflexión económica para analizar la diferente posición que ocupan hombres y mujeres como agentes económicos y sujetos de políticas económicas; complejizando, asimismo, las relaciones al interior de los hogares y su nexo con la ganancia y la acumulación de capital.

Sé que también el psicoanálisis es una herramienta teórica importante para tu proyecto, ¿cómo abordas esta perspectiva?

– Sí, justamente, para mi perspectiva crítica son sumamente importantes los trabajos desde el terreno de entrecruce entre psicoanálisis y feminismo, principalmente los de Julia Kristeva, Silvia Tubert, Elisabeth Roudinesco, como también mi lectura feminista de Freud, Klein y Lacan. El psicoanálisis me interesa desde el punto de vista de una teoría de la cultura y técnica de lectura en su conexión con la crítica feminista, que me ha permitido indagar en el complejo parental o la pregunta edípica. Exploración tan necesaria para pensar en la maternidad y paternidad alrededor de la familia «heteronormativa» del siglo XIX, como receptáculo en donde se inscribe el deseo sexual en la doble ley de la alianza (matrimonio) y la filiación (los hijos), que tiene en su base el principio de prohibición del incesto. La valoración paulatina del matrimonio por amor nos habla de una revolución de la afectividad, que en Chile y América Latina es posible de observar sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo, la que se tradujo en la elaboración de una moral civilizada en cuyo marco era posible la expansión también civilizada de la sexualidad femenina y masculina.

En el título de tu trabajo mencionas un concepto que me parece sumamente relevante, estoy hablando de los reversos liberales. Me gustaría, en primera instancia, que nos hablaras de esa noción en el contexto del liberalismo del siglo XIX en Chile, a la vez que nos contaras, luego, cómo se relaciona esto con la maternidad.

– La hipótesis general que propongo en mi trabajo es que la instalación moderna del concepto de maternidad y su cristalización a fines del siglo XIX en Chile, se deviene a lo largo del mismo a través de una lógica «biopolítica». Dicha lógica en nombre de la vida: su afirmación, conservación y proliferación; estatiza y nacionaliza lo materno como una forma, por una parte, de regulación y racionalización de la procreación “en favor de la patria” y por otra de «ontologización» de lo femenino como cuerpo individual y cuerpo político.

En este sentido, hablo de reversos liberales para definir las biopolíticas de un discurso nacionalista que constituirá, paulatinamente y en el proceso de conformación del Estado republicano, una ciudadanía fronteriza o incompleta, la otra cara de la República, que verá en la maternidad una función productiva para la patria.

¿Podrías profundizar un poco en esa idea de una biopolítica en relación con la maternidad?

– Esta trama histórica que denomino biopolítica de lo materno, y que está por supuesto relacionada con la idea de trabajo materno a la que me refería antes, pues considero que en el centro del problema de la vida y el nacimiento está la tópica simbólica y material que «semantiza» el cuerpo de las mujeres. Las madres del Estado tienen la labor, el trabajo, de parir y cuidar el nacimiento de la nación, por su parte, el Estado tiene la atribución de proteger y administrar la vida de las mujeres mediante mecanismos globales que reubican sus cuerpos en procesos biológicos de conjunto, son las mujeres quienes favorecen la fecundidad y equilibrio de la población.

Cuando hablo de biopolítica de lo materno me estoy refiriendo a que el fenómeno del nacimiento, no solo concebido como el hecho de parir, sino también de pertenencia a una comunidad de sentido nacional, está íntimamente imbricado con la maternidad como experiencia moderna de las mujeres y su proceso de nacionalización y estatización a lo largo del siglo XIX y sobre todo en sus últimas décadas.

¿Pero lo femenino y lo maternal se construyen históricamente como un lazo indisociable?

– Lo femenino y lo maternal mantienen relaciones lógicas complejas y no son del todo indisociables; sin embargo, es, por una parte, el lazo de obligatoriedad patriarcal y la idea de subjetividad femenina biologizante que sostiene y, por otra, la naturalización que conlleva y no permite comprender la maternidad como un trabajo en la compleja red de relaciones sociales y económicas, lo que estoy discutiendo a partir de la noción de biopolítica de lo materno y su expresión más material en el trabajo materno. Pero también en este umbral biopolítico que es la maternidad como trabajo reproductivo es en donde yo veo, por ejemplo, que las escritoras chilenas, y por qué no también latinoamericanas, ensayarán las primeras mutaciones de lo decible e imaginable respecto de las mujeres y su sexualidad.

Más adelante me gustaría volver sobre el rol de las escritoras en el siglo XIX, pero ahora quisiera que siguieras ahondando en la idea de los reversos liberales.

–Un lugar central en esta dinámica histórica lo ocupa el proceso de hegemonía ideológica y estatal del liberalismo, racionalidad que institucionaliza y homogeniza la maternidad como la experiencia de género y sexualidad de las mujeres por antonomasia, otorgándoles una función productiva en el nuevo orden social y político republicano. El trabajo materno, desde este despliegue, preservaría, nutriría y educaría para la vida social en la nueva nación que se busca conformar. De ese modo, la posibilidad biológica de reproducción y de dar a luz de las mujeres se convierte en un precepto social que naturaliza las prácticas de género e implica ciertos discursos que dan garantía a ese ordenamiento, dentro de ellos aquel que cobrará mayor relevancia en la cultura impresa de la época tiene que ver con el eterno maternal, vale decir, el significado «biologizante» del cuerpo femenino a través del que se afirma que el amor o instinto maternal es universal y deseable para/por todas las mujeres.

Abunda la literatura prescriptiva para las mujeres en la época, sobre todo a partir de la década del 40 cuando la asunción del discurso liberal-ilustrado en el ámbito de la cultura es más clara y comienzan a circular ideas que se comprometen con la educación femenina, la “ilustración del bello sexo” como se acostumbraba a decir en la época, inaugurando el deseo republicano de la maternidad cívica. En este ámbito, las figuras prevalentes para la ideología nacional son la madre letrada o el ángel del hogar, las que valoran social y cívicamente a las mujeres por sus funciones reproductivas y el trabajo doméstico que ejercen en su rol de madres de ciudadanos. Estos «ideologemas» representativos dan cuenta de una racionalidad que promueve un nuevo orden político liberal, que en Chile no logra hegemonía estatal hasta la década del 60, y el anhelo de sancionar a través de la familia los valores burgueses que le sirven de base.

Gran parte de tu investigación se centra en figuras importantísimas del quehacer literario femenino de la época, algunos nombres como Mercedes Marín del Solar, Rosario Orrego, Celeste Lassabe, Martina Barros, Delfina Hidalgo y Carmen Arriagada, entre otras, parecen constituir otro eje central en tu trazado. En relación con ello, ¿cómo visualizas la conformación de la figura de la mujer letrada y escritora por esos años? ¿y cuál es la razón de tu especial atención en la prensa escrita?

– Este trabajo vuelve sobre algunos de los problemas que abordé en mi tesis doctoral “Autorías femeninas fundacionales: escritoras chilenas y brasileñas del siglo XIX (1840-1890)” (Universidad de Chile, 2014). En él me interesaba estudiar la problemática emergencia de la figura de la autora en los circuitos de cultura letrada en Chile y Brasil. En términos generales, este ciclo lo denominé autorías femeninas fundacionales, en un sentido genealógico, y daba cuenta de la inscripción paradojal de las escritoras respecto de los poderes enunciativos e interpretativos hegemónicos, los que las llevan a utilizar ciertas estrategias retóricas y discursivas para posicionarse como sujetos de discurso y por qué no también políticamente desde el domus –como espacio privilegiado de gestión femenina en la nueva lógica liberal que se institucionaliza a lo largo del siglo– hacia una participación en la sociedad civil como madres del Estado. Escritoras chilenas como: Mercedes Marín, Rosario Orrego, Quiteria Varas, Lucrecia Undurraga, Hortensia Bustamante, Victoria Cueto, Delfina Hidalgo, Martina Barros y Celeste Lassabe; y brasileñas como: Juana Manso, Narcisa Amalia, Presciliana Duarte de Almeida, Maria Benedita Câmara Bormann, Júlia Lopes de Almeida, Anália Franco, Josefina Álvares Azevedo e Inês Sabino, desde mi perspectiva, «presentificaban» la autoría como una forma particular de subjetividad moderna en las mujeres, la que se caracteriza por un modo de figuración que se establece desde un “entre lugar” respecto de la cultura escrita e impresa en el siglo XIX. Espacio contradictorio que ahora preferiría llamar, a partir de Silvia Rivera Cusicanqui, taypi (comunión problematizada) al pensar en el malestar de las escritoras brasileñas y chilenas hacia el cambio de siglo, por ejemplo, en lo que respecta a la maternidad, entendida esta como trabajo reproductivo en un nuevo ciclo del capitalismo mundial y neocolonial que pondrá en función en la región el proceso de modernización finisecular.

Bien, ¿y en qué ha cambiado tu posición al respecto hoy en día?

– Ese era el eje central de mi argumento en ese entonces, no obstante, su sentido menos evidente, y que es aquel que quiero seguir hoy en este nuevo proyecto con respecto a Chile, tenía que ver con la idea de rastrear los inicios del feminismo a través de la noción de autoría y sus efectos de sentido cuando comienza a madurar la demanda de emancipación por parte de las escritoras, fundamentalmente a fines de siglo. Las mujeres feministas en diferentes momentos han alterado la grafía de lo simbolizable, al provocar mutaciones efectivas de diverso carácter tanto en las políticas nacionales y regionales como en las relaciones materiales, sexuales y raciales. Campos de disputa por el poder/saber/desear/hacer que las mujeres escritoras del XIX perturbaron con su malestar e insolencia ante los interdictos patriarcales.

Respecto de la prensa, que era algo que estaba en tu pregunta de hace un rato, esta fase fundacional de la escritura de mujeres para un público y en lo público se caracteriza por su constante actividad literaria en la economía impresa de la época, sobre todo en periódicos y revistas que son los soportes más usuales y legitimados. Las escritoras no solo daban a la prensa sus escritos, sino que también aparecen como gestoras culturales, ellas tenían medios propios, por ejemplo, Rosario Orrego, Lucrecia Undurraga, Celeste Lassabe.

Finalmente me gustaría que comentaras el desarrollo del movimiento feminista hacia fines del siglo XIX en América Latina y especialmente en Chile. Además, no puedo dejar pasar la oportunidad de preguntarte por la actualidad. Haciendo mención principalmente a las discusiones recientes respecto a cuestiones tan trascendentales para las mujeres y el feminismo como es el aborto, ¿cuál es tu visión respecto a los movimientos feministas y a la maternidad en América Latina en pleno 2017?

– El ejercicio de la palabra por parte de un grupo significativo de escritoras chilenas y latinoamericanas, del que veníamos hablando, se presenta como un hito fundamental en la historia de las mujeres y del feminismo en América Latina. Yo parto por ahí con la historia del feminismo moderno, es decir, cuando estas escritoras comienzan a demandar educación para las mujeres, bajo el rotulo inaugural de la emancipación, nombres como Martina Barros y Lucrecia Undurraga en Chile, Juana Manso y Juana Manuela Gorriti en Argentina, Clorinda Matto y Carolina Freire en Perú, Presciliana Duarte de Almeida e Inés Sabino en Brasil, Adela Zamudio en Bolivia, entre muchas, muchas más. Estas autoras ajustan cuentas con el deseo de familia y maternidad hegemónico, ensayando nuevas arenas de simbolización.

¿Qué lugar social ocupaban estas mujeres escritoras?

– Si pensamos en la instancia de la letra y su circulación en el siglo XIX, son principalmente las mujeres de la élite criolla quienes son apeladas por este tipo de discurso público y también quienes se sienten más seducidas por la importante posición social que deben y pueden ocupar ahora. El deseo de la madre regulado por la ley del pater familias y el Estado impondrá a las mujeres ciertas costumbres arregladas como muestra de una maternidad civilizada, tales como ser castas antes del matrimonio, ser virtuosas y por ello rechazar el lujo, aprender a administrar la economía doméstica, ser solícitas y sumisas con sus maridos y además, en el ámbito más público, ejercer la caridad con los más vulnerables. No obstante, no todas las mujeres de la élite asumirán este mandato sin prerrogativas, muchas de ellas mediante la escritura de novelas, ensayos, poesía y la publicación de medios impresos inscribirán no solo un discurso emancipador, sobre todo a partir de la década del 70 en adelante, sino también disputarán su entrada en la cultura escrita como autoras.

¿Y cuándo el feminismo como movimiento?

– El feminismo como proyecto mancomunado de liberación deviene a fines del siglo XIX y comienzos del XX, como sabemos, desde la experiencia de proletarización de las mujeres trabajadoras. Las ideas anarquistas tendrán una amplia circulación, articulándose en torno a ellas los primeros colectivos feministas, cuya figura faro será la anarquista catalana Belén de Sárraga (1874-1951), quien viaja por toda América Latina propugnando el feminismo y el anticlericalismo. La experiencia ampliada de la familia patriarcal o «patricéntrica», figurada a lo largo del XIX a partir de las construcciones de género y sexualidad patricias, es interrogada desde este primer feminismo, codificando las variaciones del cronotropo del padre. Ahora bien, la idea de la familia romántica no era del todo una vivencia cotidiana para las mujeres del “bajo pueblo”, quienes muchas veces debían levantar una familia monoparental y vivir la experiencia del “huacherío” de sus hijos como marca de la infamia. No obstante, la carencia del concepto familiar hegemónico posibilitó que estas mujeres ensayaran vías de liberación y desarrollo social, cultural y económico mediante el trabajo productivo y la participación en agrupaciones sindicales, mutualistas y específicamente feministas, a la vez que cuestionaban la división sexual del trabajo afectivo y del cuidado al interior del matrimonio y el sacramentado hogar mariano de la oligarquía.

Este primer feminismo, desde mi perspectiva, da una vuelta importante a la noción que venía trabajando de biopolítica de lo materno en los márgenes de una comunidad falócrata. La nacionalización e institucionalización de la maternidad es puesta en cuestión para ensayar formas diferentes de femineidad y articulaciones alternativas de la familia moderna, a través de una nueva noción política que se sumaba a la agenda anarquista y socialista, la del feminismo. El ideario de este feminismo inicial abogaba por el reconocimiento de la capacidad intelectual y laboral de la mujer, y el derecho a participar de la vida cívica y política de los países de la región, todo lo cual se asumiría en la necesaria organización de las mujeres en contra de la desigualdad “entre los sexos” y a favor de la lucha de clases. Un caso ejemplar, en este sentido, es la obrera tipógrafa Carmela Jeria, quien publica el primer periódico anarco-feminista en Valparaíso, La Alborada (1905-1907).

Ya en el siglo XX, ¿cómo ves la situación de ciudadanía fronteriza de las mujeres?

– Para que la situación de ciudadanía fronteriza de las mujeres cambiara en algo debieron pasar varias décadas más. Alrededor de los años de 1920 y 30, el sufragismo será el núcleo aglutinador hacia donde se dirigirá la primera ola del feminismo latinoamericano, bajo el territorio del feminismo liberal agenciado desde las clases medias y altas. Esta segunda fase de los feminismos latinoamericanos a comienzos del siglo XX perderá la radicalidad que caracterizaba a los feminismos anarquistas y socialistas, para configurar lo que se ha llamado en Brasil, por ejemplo, “feminismo bien comportado”, es decir, un feminismo de damas respetables que negocian dentro de los límites del liberalismo. El discurso «maternalista» se volverá hegemónico luego de la Segunda Guerra Mundial en la lucha por alcanzar la ciudadanía, sobre todo en aquellos países en que el voto todavía estaba negado a las mujeres. Así, por ejemplo, en México el igualitarismo cede su lugar a la reivindicación de una ciudadanía específica de las mujeres, vale decir, una proyección en la sociedad de sus cualidades o capacidades maternas, ellas eran quienes podían lograr el efecto moralizador tan caro a la política. Hermila Galindo, una de las figuras más relevantes para la discusión sobre el sufragismo en México, publicó el semanario La Mujer Moderna (1915-1919), órgano de politización feminista, y colaboró en la organización de los Congresos Feministas de Yucatán, los que reunieron a profesoras de primaria en torno a la búsqueda de reformas en la legislación civil en el período posrevolucionario. Si bien el discurso de Galindo abogaba por el igualitarismo, también sustentaba el derecho al sufragio en la idea de la responsabilidad social de las mujeres como madres. Son muchas las mujeres o organizaciones de este feminismo liberal que ajustarán cuentas con el deseo de maternidad republicana: en Perú, María Jesús Alvarado; en Brasil, Bertha Lutz; en Uruguay, María Abella o Paulina Luisi; en Argentina, Julieta Lanteri o Alicia Moreau; en Chile, Elena Caffarena o Amanda Labarca, entre muchas más.

¿Cuáles serían estas dos fases?

– Como bien sabemos, el feminismo se reactiva a nivel continental a fines de la década de los setenta. Luego de un largo período que Julieta Kirkwood llamó “silencio feminista”, se articula una segunda ola feminista o neofeminismo, como prefiere llamarlo por ejemplo Nelly Richard; en cuyo territorio destacan los feminismos de la resistencia política en las dictaduras militares o cívico-militares del Cono Sur. El feminismo en este nuevo escenario adquiere la fuerza de un movimiento político regional, se celebran los primeros encuentros feministas de América Latina y El Caribe, también el decenio de las mujeres de Naciones Unidas será un nudo de discusión importante para la diversidad de feminismos; no obstante, una de las características que singulariza a este nuevo momento tiene que ver con la articulación de conocimiento teórico feminista y la inauguración de conceptos como patriarcado y género que vienen a desentrañar el anquilosado espectro del eterno maternal. En Chile, un colectivo clave fue el Círculo de Estudios de la Mujer del que la propia Kirkwood fue una de sus fundadoras. Quiero destacar y solo muy brevemente, que la función mortuoria de la «gubernamentalidad» moderna vuelta hipérbole en el terrorismo de Estado, es pensada por las feministas en este nuevo ciclo de lucha a través de una retórica política de los cuerpos que se pregunta por las vidas que importan o que merecen morir en los sistemas simbólicos y materiales de dominación. Creo fundamental que las feministas latinoamericanas abran esta pregunta en el pleno proceso de financiarización descarnada de la vida que el neoliberalismo comenzará a poner en juego, lo que no hace más que demostrar que lo personal es político.

En los noventa no solo asistimos a la institucionalización del feminismo en la academia o a su «oenegización» de nuevo cuño como demanda tan fuerte la feminista boliviana María Galindo a las que ella llama “tecnócratas de género”. El debate en torno a la autonomía feminista es un nudo que encontramos en el feminismo ochentero, pero que de los noventa en adelante –sobre todo a partir de la experiencia del colectivo feminista boliviano Mujeres Creando o el feminismo comunitario indígena de Julieta Paredes, como también el de Las Cómplices, orquestado por chilenas y mexicanas– se ha posicionado como el espacio necesario para poder idear y practicar el feminismo como fuerza «despatriarcalizadora», anticapitalista, antirracista y anticolonial, como también una agencia crítica contra la heterosexualidad obligatoria, todo lo cual nos habla de una nueva fase.

En la diversidad de estos feminismos, veo el deseo de un pachakuti feminista, retomando palabras de la gran socióloga y activista aymara Silvia Rivera Cusicanqui, como el horizonte de expectativas hacia donde debe dirigirse la lucha antipatriarcal y anticolonial. El tejido simbólico en torno a la biopolítica de lo materno se trama, sobre todo en Bolivia, desde las diferencias de género, clase, raza y espacio geopolítico, inaugurando un pensamiento feminista creativo y provocador que pone en jaque la posibilidad de Estados neoliberales o “posneoliberales” con perspectiva de género.

Y brevemente, ¿qué pasa en Chile?

– No puedo dejar de advertir que el peso que en Chile tiene la biopolítica de lo materno explica, entre otras razones claro está, la permanente saturación de los discursos pro-vida en la lucha que hoy damos por el derecho legítimo al aborto o contra los códigos misóginos que perpetúan el femicidio. Biopolítica cruzada por las dinámicas del capital transnacional, que requiere de nuevos ciclos de acumulación originaria o quema de brujas, como señala la feminista italiana Silvia Federici, en la región.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224309&titular=maternidades-y-feminismo-

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