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Teorías en debate «Teorías sin disciplina «

América del Sur/Uruguay/Octubre 2016/Mabel Moraña/http://www.ensayistas.org/

«EL BOOM DEL SUBALTERNO»

Mabel Moraña

La invitación a reflexionar sobre la cultura latinoamericana «más allá de la hibridez» propone la tarea de desafiar los límites de un concepto que hasta hace poco tiempo se presentaba como incuestionablemente operativo para la captación de una cualidad distintiva y definitoria de la historia latinoamericana, marcada desde sus orígenes occidentales por la violencia de la apropiación colonial. En estas páginas quiero referirme a las relaciones entre hibridez y subalternidad, y particularmente a las implicancias de la apropiación de ambos conceptos en el espacio teórico del Latinoamericanismo internacional, es decir, a las elaboraciones desde y sobre América Latina, en relación con la creación de ese Tercer Espacio de que habla Homi Bhabha para referirse al lugar contradictorio y ambivalente desde el que se enuncia, se discrimina y se interpreta un campo cultural.

Desde la década de los años sesenta, los latinoamericanos asumimos que el concepto de hibridez captaba el rasgo más saliente de la experiencia cotidiana y de la producción cultural en formaciones sociales que desde la colonia a nuestros días han debido negociar su existencia a partir del entrecruzamiento de proyectos y agendas que definíamos en términos de lo propio y lo foráneo, aunque los intercambios entre uno y otro nivel implicaran la comprensión de complejos procesos de representación simbólica y la implementación de estrategias interpretativas que nos permitían, como hace mucho advirtiera Althusser, complementar nuestra ignorancia con el trasiego interdisciplinario. La noción de hibridez era utilizada de manera «plana», como sinónimo de sincretismo, cruce o intercambio cultural, y como forma de contrarrestar la ideología colonialista que desde el Descubrimiento aplicara, con pocas variaciones, el principio de «un dios, un rey, una lengua», como fórmula de sojuzgamiento político y homogeneización cultural. En la década de los años sesenta, los trabajos de Cornejo Polar formalizan en torno al concepto de heterogeneidad un campo semántico que incluía y superaba el nivel descriptivo que estaba implícito en la noción de hibridez. Sus estudios sobre el área andina rescatan la existencia de sistemas culturales diferenciados que revela a la nación como totalidad contradictoria y fragmentada, atravesada por formas comunicacionales, modos de producción económica y cultural y agendas políticas que contradicen la utopía liberal de la unficación nacionalista. En la misma década, el concepto de transculturación extendido por Rama desde el campo de la antropología al de la crítica literaria vuelve a explorar el tema de la transitividad cultural como intento por comprender, en el contexto de las políticas desarrollistas, el lugar y función del intelectual y las posibilidades y riesgos de cooptación de éste por parte de los proyectos e instituciones del Estado, en el contexto de la modernidad.

Con la microsociología de García Canclini la hibridez vuelve por sus fueros, como cualidad central de un proceso de transnacionalización cultural e intercambios sistémicos que reemplaza el esencialismo identitario con la mitificación del mercado como espacio de conciliación civil, donde el valor de cambio de los bienes culturales incorpora una nueva dinámica social e ideológica sobre la base de la reconversión cultural y la democratización por el consumo. En el contexto de la globalización, la hibridez es entonces el dispositivo que incorpora el particularismo a la nueva universalidad del capitalismo transnacionalizado. Más que como concepto reivindicativo de la diferencia, la hibridez aparece en Canclini como fórmula de conciliación y negociación ideológica entre los grandes centros del capitalismo mundial, los Estados nacionales y los distintos sectores que componen la sociedad civil en América Latina, cada uno desde su determinada adscripción económica y cultural.

Hasta aquí, la crítica latinoamericana utiliza la noción de hibridez para una crítica «desde adentro» de la modernidad y del nacionalismo liberal, como superación de los esquemas dependentistas y las dicotomías que oponían cultura popular/alta cultura, elementos vernáculos y foráneos, centro/periferia. Sin haber efectuado un cambio epistemológico radical, la noción de hibridez incorporó cierta fluidez culturalista en los análisis de clases. Permitió, por ejemplo, inscribir en el mapa político latinoamericano la topografía de la diversidad étnica, linguística, genérica, desafiando sólo relativamente los límites de una cartografía impuesta desde afuera, con los instrumentos que el imperialismo ha usado siempre para marcar el territorio, establecer sus fronteras y definir las rutas de acceso al corazón de las colonias. En este sentido, más que como ideologema que se sitúa en el intersticio de los discursos y proyectos hegemónicos, la noción de hibridez pareció abrir para Latinoamerica un espacio alternativo descentrando los parámetros del gusto, el valor, y la pragmática burguesa, y anunciando en la narrativa cultural del continente el protagonismo de un personaje colectivo largamente elaborado, desde todos los frentes culturales y políticos: la masa, el pueblo, la ciudadanía, el subalterno, antes representado vicaria y parcialmente en la épica de los movimientos de resistencia antiimperialista y de liberación nacional, pero ahora incorporado por derecho propio a la performance de la posmodernidad.

Con el fin de la Guerra Fría, la crisis del socialismo de estado y el consecuente debilitamiento del pensamiento marxista como parámetro para contrarrestar la implementación del neoliberalismo y los efectos de la globalización capitalista, se producen dos fenómenos fundamentales para la teorización latinoamericanista a nivel internacional: primero, la necesidad de refundamentar la centralidad de los espacios y discursos que definen el lugar y función de América Latina a nivel internacional. Segundo: la urgencia por redefinir las formas de agencia política en el sub-continente, y el correlativo problema de la representación de una alteridad capaz de subvertir el nuevo orden (la nueva hegemonía) de la posmodernidad. No es de extrañar que, por este camino, la noción de hibridez se haya visto potenciada por lecturas «centrales» que le adjudican una cualidad interpelativa creciente, una especie de «valor agregado» que permite reconstruir la imagen de América Latina dentro del campo de influencia teórica del occidentalismo finisecular. No es tampoco casual que esta apropiación del concepto coincida con el tema de la agencia política, los debates en torno a la función del intelectual en el contexto de la globalidad, la redefinición de las fronteras disciplinarias y las reflexiones acerca de la ética de la representación cultural.

Particularmente en los Estados Unidos, la noción de hibridez se articula tanto al pensamiento poscolonial como a la ideología de las minorías y a la que Bhabha llama con razón la «anodina noción liberal de multiculturalismo», inscribiéndose en un debate transdisciplinario que costruye a América Latina, otra vez, como objeto de representación, como imagen que verifica la existencia y función del ojo que la mira. En este contexto, la hibridez ha pasado a convertirse en uno de los ideologemas del pensamiento poscolonial, marcando el espacio de la periferia con la perspectiva de un neoexotismo crítico que mantiene a América Latina en el lugar del otro, un lugar preteórico, calibanesco y marginal, con respecto a los discursos metropolitanos. La hibridez facilita, de esta manera, una seudointegración de lo latinoamericano a un aparato teórico creado para otras realidades histórico-culturales, proveyendo la ilusión de un rescate de la especificidad tercermundista que no supera, en muchos casos, los lugares comunes de la crítica sesentista.

Para dar un ejemplo, en The Post-Colonial Studies Reader editado por Bill Ashcroft, Gareth Griffiths y Helen Tiffin (Routledge, 1995), uno de los textos más usados para la difusión académica de la teorización potcolonial, América Latina aparece representada justamente a partir de la puerta que abre la noción de hibridez, la cual titula uno de los apartados de esta antología crítica. Pero incluso en esa mínima inclusión, se rescata solamente la fórmula de lo real maravilloso, como intento por demostrar cómo el pensamiento postcolonial integra en sus nuevos productos culturales (en los procesos de creolización, por ejemplo) las formas del pasado, sin renunciar a las bases epistemológicas desde las que se construía la alteridad desde el horizonte desarrollista de la modernidad. Spivak y Said también se han referido a la hibridez latinoamericana ligándola a la obra de Carpentier, García Márquez y otros representantes del «boom», instrumentando así la inscripción de la cuestión latinoamericana en el contexto teórico del poscolonialismo. Nueva demostración de que América Latina no se repuso nunca del realismo mágico, que proporcionara en medio de las luchas por la liberación y la resistencia antiimperialista de los ’60 la imagen exportable de una hibridez neocolonial gozosa y sólo moderadamente desafiante, capaz de captar brillantemente la imaginación occidental y cotizarse en los mercados internacionales, incluyendo la academia sueca.

A todo esto, en el contexto de este proceso de negociaciones y apropiaciones teóricas, y ante el quiebre ideológico que registra la modernidad, ¿dónde reside la agencia cultural, y cómo devolver a un panorama marcado por el descaecimiento de las grandes narrativas, los pequeños relatos sectoriales, las reivindicaciones, levantamientos y agendas de grupos que resisten el control de un poder transnacionalizado desde posiciones que rebasan, sin superarlo, el verticalismo de clases? ¿Cómo entender la heterogeneidad desde el fragmentarismo de los centros que se enfrentan al desafío de proponer las bases ideológicas para una nueva hegemonía postcolonial, postoccidental, posthistórica? ¿Desde qué posiciones reinstaurar el nivel de lo político, en análisis marcados por un culturalismo sin precedentes? ¿Cómo redefinir las relaciones Norte/Sur y el lugar ideológico desde donde se piensa y se contruye América Latina como el espacio irrenunciable de una otredad sin la cual el «yo» que habla (que puede hablar, como indicaba Spivak) se des-centra, se des-estabiliza epistemológica y políticamente? ¿Cómo arbitrar la entrada a la postmodernidad de formaciones sociales que viven aún una (pre)modernidad híbrida, donde se enquistan enclaves neofeudales, dependientes, patriarcales, autoritarios, donde sobrevive la tortura y el colonialismo interno, la impunidad política, la explotación, la marginalidad? ¿Cómo re-establecer el papel del intelectual, su mesianismo irrenunciable, su mediación privilegiada, desde una crítica de la nación, del centralismo estatal y metropolitano, de la escritura, como violencia de las élites? Finalmente, ¿desde qué autoridad (autoría, autorización) reivindicar el programa de una nueva izquierda letrada, entronizada en la academia, en las fundaciones de apoyo a la cultura, en la tecnocracia de un humanismo postmoderno, sin dar la espalda a los derechos humanos, las clases sumergidas, y a la esperanza de una integración real, de igual a igual, entre las regiones globalizadas?

Creo que queda claro que estas preguntas intentan sugerir al menos dos problemas vinculados con la centralidad de los discursos. El primero, relacionado a la necesidad de repensar el papel que jugarán en la etapa actual los espacios que se identifican, por su mismo grado de desarrollo interno y de influencia internacional, con el programa de la postmodernidad. Segundo, qué papel corresponderá en este proceso de rearticulaciones político-ideológicas a la intelligentsia central y periférica en su función de interpretar los nuevos movimientos sociales. A pesar de que la teorización de la globalidad incorpora sin duda nuevos parámetros al problema de la representación latinoamericana, muchos aspectos de la problemática actual crean un dejá vu que vale la pena analizar. Para la etapa que se abre a comienzos del siglo XX, Angel Rama caracterizaba el surgimiento de un «pensamiento crítico opositor», con conceptos que podrían sostenerse, casi intactos, para explicar la coyuntura actual. Para aquel contexto, Rama indicaba que la fuerza del intelectual opositor residía en su capacidad de definir la siguiente agenda: «constituir una doctrina de regeneración social que habrá de ser idealista, emocionalista y espiritualista; desarrollar un discurso crítico altamente denigrativo de la modernización, ignorando las contribuciones de ésta a su propia emergencia; encarar el asalto a la ciudad letrada para reemplazar a sus miembros y parcialmente su orientación, aunque no su funcionamiento jerárquico» (Rama 1984: 128).

La construcción de la nueva versión postmoderna de América Latina elaborada desde los centros responde en gran medida a esos mismos propósitos: hacer de América Latina un constructo que confirme la centralidad y el vanguardismo teórico globalizante de quienes la interpretan y aspiran a representarla discursivamente. La noción de subalternidad toma vuelo en la última década principalmente como consecuencia de este movimiento de recentralización epistemológica que se origina en los cambios sociales que incluyen el debilitamiento del modelo marxista a nivel histórico y teórico. Mientras los sectores marginados y explotados pierden voz y representatividad política, afluye el rostro multifacético del indio, la mujer, el campesino, el «lumpen», el vagabundo, el cual entrega en música, videos, testimonios, novelas, etc. una imagen que penetra rápidamente el mercado internacional, dando lugar no sólo a la comercialización de este producto cultural desde los centros internacionales, sino también a su trasiego teórico que intenta totalizar la empiria híbrida latinoamericana con conceptos y principios niveladores y universalizantes.

Cuando hago referencia al «boom del subalterno» me refiero al fenómeno de diseminación ideológica de una categoría englobante, esencializante y homogenizadora por la cual se intenta abarcar a todos aquellos sectores subordinados a los discursos y praxis del poder. Entiendo que se trata de una categoría relacional y «migrante», que se define en términos situacionales y que trata de escapar a todo riesgo de sustancialismo ahistórico y a todo marco de estricto verticalismo teórico. Sin embargo, ¿qué nos entrega de nuevo este concepto? ¿Dónde coloca al «otro» y desde qué sistemas de control ideológico se legitima esa reubicación? El concepto de subalternidad no es nuevo en el imaginario latinoamericano. En el discurso de los libertadores -discurso «autorizado» por la legitimidad de la praxis política- el término aparece incluido para hacer referencia a los desposeídos y marginalizados por el régimen colonial, pero la connotación denigratoria del término impide utilizarlo como interpelación de los vastos sectores a los cuales debe abarcar el utopismo de la emancipación. En las teorizaciones actuales el concepto de subalternidad se vuelve a potenciar a partir de la elaboración gramsciana, en la cual el marxista italiano hace referencia a los estratos populares que ante la unidad histórica de las clases dirigentes, se hacen presentes a través de una activación episódica, presentándose como un nivel disgregado y discontinuo con grados variables y negociados de adhesión a los discursos y praxis hegemónicos. La elaboración actual del concepto violenta, de algún modo, esa disgregación, convirtiendo la subalternidad en una narrativa globalizante, sustituyendo el activismo político que fundamentaba los textos incluidos en los Cuadernos de la cárcel por un ejercicio intelectual desde el que puede leerse, más que el relato de las estrategias de resistencia de los dominados del Sur, la historia de la hegemonía representacional del Norte, en su nueva etapa de rearticulación postcolonial.

Con la expresión el «boom del subalterno» intento poner en articulación tres niveles: Primero, lo de «boom» hace alusión al montaje ideológico-conceptual que promueve la subalternidad como parte de una agenda exterior, vinculada a un mercado donde aquella noción se afirma como un valor de uso e intercambio ideológico y como marca de un producto que se incorpora, a través de diversas estrategias de promoción y reproducción ideológica, al consumo cultural globalizado. En un segundo nivel, la expresión se refiere al modo en que las relaciones de subordinación (explotación, sujeción, marginación, dependencia) político-social se transforman en campo de conocimiento, o sea se re-producen como objeto de interpretación y espacio de poder representacional. En un tercer nivel, la expresión se refiere al modo en que ese objeto de conocimiento es elaborado (tematizado) desde una determinada posición de discurso o lugar de enunciación: la academia, los centros culturales y fundaciones a nivel internacional, la «vanguardia» ideológica, donde la misma ubicación jerárquica del emisor parece eximirlo de la necesidad de legitimar el lugar desde donde se habla.

Me atrevería a decir que para el sujeto latinoamericano, que a lo largo de su historia fuera sucesivamente conquistado, colonizado, emancipado, civilizado, modernizado, europeizado, desarrollado, concientizado, desdemocratizado (y, con toda impunidad, redemocratizado), y ahora globalizado y subalternizado por discursos que prometieron, cada uno en su contexto, la liberación de su alma, la etapa presente podría ser interpretada como el modo en que la izquierda que perdió la revolución intenta recomponer su agenda, su misión histórica y su centralidad letrado-escrituraria buscando definir una nueva «otredad» para pasar, «desde fuera y desde arriba», de la representación a la representatividad. Y que ese mismo sujeto que fuera súbdito, ciudadano, «hombre nuevo», entra ahora a la épica neocolonial por la puerta falsa de una condición denigrante elevada al status de categoría teórica que, justamente ahora, en medio del vacío dejado por los proyectos de izquierda que están también ellos recomponiendo su programa, promete reivindicarlo discursivamente. Pero siempre podrá decirse que son las trampas de la alienación las que impiden a ese sujeto reconocer su imagen en las elaboraciones que lo objetivizan. Desde que la hibridez se convirtiera en materia rentable en discursos que intentan superar y reemplazar la ideología del «melting-pot» y el mestizaje con la del multiculturalismo y la diferencia, la cuestión latinoamericana pasó a integrar el pastiche de la postmodernidad. En las nuevas reelaboraciones sobre hibridez y subalternidad de alguna manera la historia se disuelve (en la medida en que aumenta la desconfianza en la historiografía burguesa) o aparece subsumida en la hermenéutica y el montaje culturalista, y la heterogeneidad se convierte, paradójicamente, en una categoría niveladora que sacrifica el particularismo empírico a la necesidad de coherencia y homogeneización teórica.

Sobrevive, entonces, en este panorama de influjos transdisciplinarios y transnacionalizados, lo que hace bastante tiempo señalaba Jean Franco, entre otros, con respecto a la posición de América Latina en el mapa gnoseológico de la crítica cultural. Franco indicaba los efectos y peligros de la dominación teórica ejercida desde centros de poder económico y cultural situados en las grandes metrópolis del capitalismo neoliberal, desde las cuales se asumía la necesidad de teorizar no sólosobre y para América Latina sino por la totalidad de un continente al que se asumía como incapaz aún de producir sus propios parámetros de conocimiento. La supuesta virginidad de América, que la presentara desde la conquista como la página en blanco donde debía inscribirse la historia de Occidente, hizo del mundo americano un mundo «otro», un lugar del deseo situado en la alteridad que le asignaran los sucesivos imperios que lo apropiaron económica, política y culturalmente, con distintas estrategias y grados, a lo largo de un devenir enajenado de su propia memoria y noción del origen, a no ser aquel que le asignaran las agendas imperiales de la hora. Localizada teóricamente como «sub-continente», mundo Tercero, «patio de atrás» de los Estados Unidos, conjunto de naciones «jóvenes» que habían llegado tarde al banquete de la modernidad, países suspendidos en el proceso siempre incierto de satisfacer un modelo exterior, sociedad no realizada (siempre en vías de), Latinoamérica sigue siendo aún, para muchos, un espacio preteórico, virginal, sin Historia (en el sentido hegeliano), lugar de la sub-alteridad que se abre a la voracidad teórica tanto como a la apropiación económica. Sigue siendo vista, en este sentido, como exportadora de materias primas para el conocimiento e importadora de paradigmas manufacturados a sus expensas en los centros que se enriquecen con los productos que colocan en los mismos mercados que los abastecen.

En resumen, hibridez y subalternidad son, en este momento, más que conceptos productivos para una comprensión más profunda y descolonizada de América Latina, nociones claves para la comprensión de las relaciones Norte/Sur y para la refundamentación del «privilegio epistemológico» que ciertos lugares de enunciación siguen manteniendo en el contexto de la globalidad. Plantean, entre otras cosas, la pregunta acerca de la posición que se asigna a América Latina como constructo de la postmodernidad que, al definirla como espacio de observación y representación cultural, como laboratorio para las nuevas hermenéuticas neoliberales y como parte de la agenda de una nueva izquierda en busca de su voz y su misión histórica, refuerza la centralidad y predominio de una intelectualidad tecnocratizada que se propone como vanguardia de/en la globalidad. El binomio hibridez/subalternidad hace pensar en otras dos nociones: sub-identidad/sub-alteridad, y en los nuevos fundamentalismos a los que esas ideas pueden conducirnos. Finalmente, ambas nociones entregan a la reflexión teórica, nuevamente la problemática de la nación en tanto «aldea global» (conjunto conflictivo de regiones, espacios culturales y proyectos político-ideológicos) desde donde puede ejercerse la resistencia a nuevas formas de colonización cultural y de hegemonía -y, no hay por qué dudarlo, de marginación, autoritarismo y explotación colonialista- que se sumarán en esta nueva etapa a las nunca superadas estrategias excluyentes de la modernidad.

BIBLIOGRAFÍA

  • Ashcroft, Bill / Griffiths, Gareth / Tiffin, Hellen The Post-Colonial Studies Reader. London: Routledge 1995.
  • Rama, Angel. La ciudad letrada. Hanover: Ediciones del Norte 1984.

[Fuente: Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta, editores. Teorías sin disciplina (latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate).México: Miguel Ángel Porrúa, 1998.]

Fuente:

http://www.ensayistas.org/critica/teoria/castro/Mabel.htm

Fuente imagen

https://lh3.googleusercontent.com/WOXMsyxVczAlBit-H9_ccFNzVm4fs2Hh588w1E5jDDImQ2ATk5mXHQc6_WA2rvmPMGk52g=s85

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Oportunidad de rescate educativo

Por: Fernando Filgueira

El lanzamiento de Eduy21 por connotados técnicos en educación y otras áreas es una valiosa iniciativa para sacar a la enseñanza pública del letargo en que la ha sumido la inacción oficial. La encabezan Fernando Filgueira y Juan Pedro Mir, a quienes el presidente Tabaré Vázquez había puesto en el ministerio de Educación y Cultura (MEF) para impulsar reformas indispensables. Pero ambos desaparecieron rápidamente el año pasado de la esfera estatal bajo presión del presidente del Codicen, Wilson Netto, tolerada por la titular de la cartera, María Julia Muñoz, y por el propio mandatario. El grupo que promoverá el aplazado movimiento reformista incluye también a otras personalidades de la educación como el magister Renato Opertti y Pablo da Silveira, los economistas Javier de Haedo y Fernando Lorenzo, prominentes dirigentes empresariales y el líder sindical Richard Read.

Filgueira, exsubsecretario del MEF, explicó a El Observador TV que el grupo creará «una propuesta de reforma estructural de la educación» que convoque a todo el sistema político a acordar y poner en práctica los postergados cambios a un sistema que mantiene a Uruguay en un profundo atraso mundial. Destacó que Eduy21 «no es ni partidaria, ni vinculada al gobierno, ni enfrentada al gobierno» Por su parte Opertti destacó que el desarrollo del país exige transformar el alicaído sistema educativo actual, una verdad que desde hace años rompe los ojos pero que obstruyen las actuales autoridades del área, si no con el acuerdo al menos con la aceptación de un gobierno que no termina de reaccionar.

Filgueira recalcó que los planes de Eduy21 incluyen ir hacia una educación integrada hasta los 15 o 16 años, meta que contempla el plan anunciado por Vázquez al comienzo de su período de unificar Primaria y Secundaria pero que naufragó cuando Netto le puso la proa. Agregó que es necesario ir hacia un Codicen multipartidario para que una representación política amplia lo saque de la ineficacia en que lo mantiene su actual conformación restrictiva, dominada por un sector del oficialismo. Dijo que Eduy21 organizará mesas de diálogo técnico-político e implementará talleres y seminarios para educadores.

El Codicen y la pasividad oficial han frustrado hasta ahora todos los intentos reformistas, que han claudicado desde el comienzo del gobierno anterior, cuando el entonces presidente José Mujica bajó los brazos en sus anuncios de cambios, cediendo a las presiones de sindicatos docentes y de las propias autoridades de la educación. Es incierto hasta donde Eduy21 podrá imponer sus razonables objetivos, encaminados a poner en marcha reformas estructuradas desde hace casi seis años pero abandonados por los dos últimos gobiernos del Frente Amplio. Todos los esfuerzos han fracasado hasta ahora bajo el lastre de la incompetencia oficial. Pero el surgimiento de este grupo de figuras de peso, guiadas exclusivamente por las verdaderas necesidades del país, exige el respaldo no solo del gobierno sino de todo el sistema político. Claro que lograrlo requerirá que la actual administración abandone su inoperante tolerancia, apoye a Eduy21 y ponga al frente de la educación a personas capaces, en reemplazo de las mezquindades personales y corporativas que la mantienen en una mediocridad sin futuro. Puede ser la última oportunidad de rescatar a la enseñanza pública.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/oportunidad-rescate-educativo-n985644

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Uruguay: Comisión de Reparación instala placas conmemorativas en “Chalet Susy” y Hospital Militar

América del Sur/Uruguay/Octubre 2016/http://www.mec.gub.uy/

URUGUAY: HOY SE REALIZA LA CEREMONIA Comisión de Reparación instala placas conmemorativas en"Chalet Susy? y Hospital Militar

La Comisión Especial de Reconocimiento y Reparación a las víctimas de la actuación ilegítima del Estado realiza la ceremonia de instalación de dos placas donde funcionaron centros de detención y tortura en los que se violaron derechos humanos en la última dictadura cívico militar.

La primera tiene lugar el domingo 23 de octubre, a la hora 11, en Avenida de las Américas esquina Santa Bernardita (Ciudad de la Costa, Canelones). Este lugar conocido como “Chalet Susy” ofició, el 26 de octubre de 1976, como puesta en escena de un operativo del Plan Cóndor para legalizar ante la opinión pública detenciones de uruguayos secuestrados en Argentina por motivos políticos e ideológicos y trasladados clandestinamente al país.

En tanto, el viernes 28 de octubre, a la hora 18, se instala en el Hospital Militar (Avda. 8 de octubre 3060) una placa en el lugar donde funcionó la sala 8 como centro de detención, tortura y omisión de asistencia de militantes políticos y sociales entre 1968 y 1985.

Estas acciones se realizan en el marco de lo dispuesto por los artículos 7 y 8 de la Ley Nº 18.596 de reconocimiento y reparación a las víctimas de la actuación ilegítima del Estado.

Hasta el momento se han instalado placas conmemorativas en lugares representativos de Sauce, Durazno, Tacuarembó, Fray Bentos, Mercedes y Montevideo.

Fuente:
http://www.mec.gub.uy/innovaportal/v/95165/2/mecweb/comision-de-reparacion-instala-placas-conmemorativas-en-%E2%80%9Cchalet-susy%E2%80%9D-y-hospital-militar
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2. https://lh3.googleusercontent.com/v7PuUzEh0HFBbKA7zLJPsz3XHLm3NxaERyae0Iul0eRLA-10uAuumvzJ0x5Uj9O__xc7=s137
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Uruguay: Seminario de investigación en educación rural suma más temas a los clásicos de pedagogía rural

Uruguay/21 octubre 2016/Fuente: ladiaria

Desde ayer y hasta hoy se desarrolla el séptimo Seminario Internacional de Investigación sobre Educación Rural, organizado por el Departamento de Educación para el Medio Rural del Consejo de Educación Inicial y Primaria. Como cada año desde 2010, se realiza en el Centro Agustín Ferreiro, en La Cruz de los Caminos (Canelones). Participan 150 personas, mayoritariamente de nuestro país, pero también los hay de Argentina, Chile, Brasil y Colombia; hay maestros rurales, estudiantes de formación docente, investigadores universitarios, docentes de educación media y educación no formal.

Limber Santos, director de Educación Rural, explicó a la diaria que el seminario “gira en torno a la producción de conocimiento, que en algunos casos se deriva de la investigación académica y en otros casos de instancias que no llegan a ser de investigación propiamente pero sí son de reflexión y de conocimiento derivado de la reflexión”. Santos habló de “una tríada, donde la formación continua de los docentes se pueda retroalimentar con los procesos de reflexión y de investigación”.

Estos siete años de continuidad del seminario han permitido que cada vez haya más ponencias pero, además, que aparezcan nuevos temas. Por ejemplo, una de las ponencias, a cargo de las coordinadoras de escuelas rurales de Paysandú, Maldonado y San José, trata sobre la inclusión en las aulas rurales de niños sirios, rusos y alemanes hijos de familias migrantes. Santos aclaró que la investigación está en fase exploratoria, pero que los primeros resultados “refuerzan una hipótesis planteada antes y que la manejamos todo el tiempo: el potencial que tienen las interacciones entre los pares cuando estos son asimétricos entre sí”. “Para aprender se necesita de las asimetrías”, puntualizó Santos, refiriéndose al beneficio para el aprendizaje que se da en un aula multigrado, donde un niño de 12 años interactúa con uno de cinco. Informó que “un proceso similar también se da en este otro tipo de asimetría, donde ya no tiene que ver la edad sino manejar lenguas distintas, y cómo los niños interactúan de un modo tal que entre ellos se hacen entender y hay un aprendizaje mutuo que se da por la relación de asimetría”.

De la misma manera, dijo que será necesario estudiar fenómenos como los procesos de migración de un sitio rural a otro, que se están dando en nuestro país, donde cada vez hay menos niños en el campo. Hoy hay 1.100 escuelas rurales y 860 de ellas son unidocentes.

Fuente noticia: http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/10/seminario-de-investigacion-en-educacion-rural-suma-mas-temas-a-los-clasicos-de-pedagogia-rural/

Fuente imagen:http://www.isef.edu.uy/wp-content/blogs.dir/8/files/2016/09/SEMINARIO-EDUCACION-RURAL.jpg

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Argentina: Mesa Federal Interministerial de Coordinación de Políticas Públicas

América del Sur/Argentina- Uruguay/Octubre 2016/https://www.argentina.gob.ar

El primer encuentro interministerial, desarrollado el 4 de octubre en la Ciudad de Buenos Aires, tuvo como eje central la prevención de las adicciones. Participaron funcionarios y equipos técnicos de los ministerios nacionales de Educación y Deporte, de Salud y de Desarrollo Social; de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR), y funcionarios de las provincias que trabajan esta temática. Como expositora invitada estuvo presente la viceministra de Salud de Uruguay.

Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de Gabriela Agosto, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de la Coordinación de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social, quien explicó la finalidad del área que dirige e invitó a pensar acciones de gobierno de manera conjunta y federal. De esta forma, se inauguró la mesa de apertura, integrada por el secretario de Gestión Educativa del Ministerio de Educación y Deportes, Max Gulmanelli; el secretario de SEDRONAR, Roberto Moro; y el secretario de Coordinación y Monitoreo Institucional del Ministerio de Desarrollo Social, Gabriel Castelli; y la subsecretaria de Promoción, Programas Sanitarios y Salud Comunitaria del Ministerio de Salud, Dora Vilar de Saráchaga.

Max Gulmanelli destacó la relevancia de esta actividad federal interministerial y explicó que “en la escuela permanentemente necesitamos de la comunidad educativa, de los otros actores, para que la empoderen, para que le ayuden a dar respuestas. Por eso, creemos en la importancia de trabajar juntos la Nación, las provincias, los municipios y la sociedad civil.” Y agregó: “Hoy es un día auspicioso para soñar en grande con una Argentina que se construya entre todos y para todos. No podemos seguir haciéndonos los distraídos cuando la mitad de los jóvenes no terminan la secundaria y, en parte, las adicciones están entre una de las causas de esta realidad. Los chicos necesitan de los adultos y de un Estado inteligente y organizado con la mirada puesta en los más vulnerables”.
El titular de la SEDRONAR, Roberto Moro valorizó la tarea emprendida y sostuvo: “Tenemos que seguir con este ejercicio de articular y trabajar en conjunto en el día a día porque los esfuerzos y los recursos se optimizan y así los ciudadanos reciben mejor respuesta”.

La experiencia de Uruguay

Se destacó la disertación de la viceministra de Salud de la República Oriental del Uruguay, Cristina Lustemberg, quien destacó logros, dificultades y desafíos del sistema de salud en su país y desarrolló, como ejemplo de su trabajo, las acciones tomadas -de modo articulado entre distintas dependencias del Estado- en torno a la problemática del embarazo adolescente.

Distintos abordajes de problemáticas complejas

La directora de Educación Inclusiva del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación, Cristina Lovari, y la coordinadora de Prevención de Ámbitos Educativos de SEDRONAR, Silvia Pisano, presentaron el trabajo conjunto que vienen realizando sobre estrategias de prevención de adicciones desde un abordaje socioeducativo.

La directora del Observatorio Argentino de Drogas, Verónica Brasesco, fue la encargada de dar a conocer un diagnóstico sobre consumo de sustancias en Argentina y los asistentes pudieron preguntar e intercambiar inquietudes y preocupaciones con la investigadora.

Por la tarde, se organizaron mesas de trabajo por cada región del país para propiciar la planificación de acciones territoriales conjuntas. La actividad cerró con una puesta en común de las conclusiones de cada grupo.

Este encuentro se realizó en el marco del Plan Nacional de Drogas que fue diseñado en un proceso de consenso con las provincias, otros organismos del Estado nacional y organizaciones de la sociedad civil, respetando los lineamientos de la ONU.

Fuente:

https://www.argentina.gob.ar/noticias/mesa-federal-interministerial-de-coordinacion-de-politicas-publicas

 

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/F7BikTdvYL9rl46sEhH9-SKOWF6E2m6WRxlOinpWQrbowzyQoj6xg_e3t-2JIS6x6MJE_jU=s85

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Mujica y la otra cultura

Por: Pedro Echeverría
1. He escuchado en estos días a un par de jóvenes marxistas: Diana Fuente y Gerardo de la Fuente, en un programa de conferencias del Buzón Ciudadano en la CDMX, y me he topado el día de hoy con declaraciones de José Mujica, hoy ex/presidente de Uruguay, que con mucho interés he venido escuchando en los años recientes. Como seguidor del anarcomarxismo mantengo enormes coincidencias con los libertarios y con miles que piensan así, pero mi bronca ha sido siempre: ¿Cómo carajos organizarnos, salir a la calle, realizar acciones que paralicen a la clase dominante y la obliguen a renunciar y, de ser posible, llevarla a la cárcel u obligarla al exilio?

2. Los conferencistas Diana y Gerardo han sido muy claros en sus exposiciones acerca del primer tomo de El Capital de Marx en lo relativo al “fetichismo de la mercancía”. Siguiendo con precisión al pensador del siglo XIX y a algunos de sus seguidores, analizan a fondo el papel de la mercancía en la sociedad capitalista y cómo todo “valor de uso” se ha convertido en “valor de cambio” que ha enfermado a todos los seres humanos que no pueden vivir sin comprar, sin consumir, como una forma de matar su soledad y su falta de perspectivas vitales. Por ello ha dicho el expresidente de Uruguay que “El cambio real es el cambio cultural, ese es el verdadero cambio, y el más difícil, no el cambio material”.

3. Tiene toda la razón Mujica, así como la misma Diana y Gerardo: de muy poco serviría que el pueblo sacara a patadas del poder a sus explotadores y los pusiera en la cárcel si aún sigue pensando como lo hacen los capitalistas: en el poder de dominación, en el individualismo y la competencia; en tener dinero para comprar, para multiplicar o para acumular; en crear otra Estado para aplastar a quienes piensen diferente. Si no piensa en el trabajo colectivo, en la organización comunitaria, en aprender a resolver sus problemas tomando en cuenta a los demás, entonces nada cambiaría; sólo esperaríamos que se repita la sociedad que combatimos.

4. Señala el viejo tupamaro Mújica: “Si no cuidan los partidos y echan pa’ fuera a la nomenclatura, a la gente que le gusta mucho la plata, estamos fritos”. Los argentinos y uruguayos llaman plata al dinero, al capital. Mujica piensa en partidos porque no sabe que en México están absolutamente al servicio del poder y, con excepción de uno o dos, todos los partidos sólo piensan en “la plata”, en gigantescos salarios y negocios para los políticos. Mujica dona el 90 por ciento de su salario porque como dice: ““Gano más de lo que necesito, para mí esto no es un deber”. Vive con su esposa en la misma pequeña casa y aún se transporta en su viejo Volkswagen.

5. El México ningún maldito funcionario (del presidente para abajo) o empresario dona nada. Hay que obligarlos por decreto a entregar un 50 por ciento o de plano arrebatárselos. Cobran 500 mil pesos o más cada mes (300 o 400 salarios mínimos). ¿Se imagina el pueblo cuantos millones de millones habría mensualmente en México si se obligara a los malditos políticos y empresarios a entregar la mitad de sus ingresos a la tesorería de la federación? ¿Se imagina que a los ladrones presidentes, secretarios de Estado, gobernadores, y muchos más se les obligara a devolver lo robado, incluso sin que pisen la cárcel? Por ello el ejemplo de Mujica de donar 90 por ciento, es universal.

6. José Mujica (hoy con 81 años) es así porque perteneció en su juventud a la organización guerrillera Montoneros de Uruguay; tuvo o tiene seis balas en el cuerpo y nunca se arrepintió para entregarse a la burguesía en cuyas cárceles pasó 13 años. Hoy reconoce: “el error de mi generación fue no entender a tiempo que si uno no cambia la cultura y la mentalidad de un pueblo, no cambia nada”. Pero cultura no es de escuela, de licenciaturas o doctorados, sino comprender el significado de vivir fuera del control de “la plata”, el dinero, el valor de cambio y comenzar a entendernos como seres humanos sin esa enajenación que significa el poder y dinero capitalista.

7. “Nadie es más que nadie”, señala Mujica. Sabe que en el capitalismo cualquier persona con dinero, producto de la explotación y el robo, se considera superior a los demás. Por ello piensa que si no somos capaces de cambiar nuestra cultura individualista de subordinación jamás alcanzaremos nuestra justa liberación. Y concluye Mujica: “Nos está pasando en pleno siglo XXI que nunca fuimos tan ricos, nunca la humanidad tuvo tantos bienes materiales y nunca, sin embargo, fue tan egoísta”. Se negó a hablar de México para evitar que lo expulsen por el gobierno; pero lo que dijo nos vino como anillo al dedo.

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218098&titular=mujica-y-la-otra-cultura

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Un país en el que los expertos no tienen voz

Por: Adolfo Garcé

En Uruguay la voz del experto no suele escucharse ni fuerte ni clara. Esto no es Chile, México, Francia o Alemania. En nuestra democracia, una de las pocas de la región realmente digna de este nombre, el poder político de los especialistas está restringido en esencia al espacio que, si y solamente si estiman que les conviene, les conceden los líderes de los partidos. Sin embargo, de tanto en tanto, los expertos irrumpen en el debate público y generan hechos políticos de relevancia. Menos frecuente aun es que los expertos, sin que esto suponga necesariamente abandonar sus lealtades partidarias, se atrevan a traspasar los límites de sus partidos para elaborar e impulsar una agenda compartida. Menos habitual es, todavía, que esta convergencia se concrete en una construcción institucional. Por eso los invito a la sorpresa. Los tres fenómenos están ocurriendo a la vez. Expertos en educación de distintos partidos están convergiendo con el objetivo de marcar la agenda de cambios futuros construyendo, desde ahora, una institución específica. Vale la pena señalar la excepción y observarla más de cerca. No pasa todos los días.

Pero está pasando hoy. Hoy mismo, bajo la consigna «Cambio educativo y educación para el cambio», se presenta en sociedad Eduy21, una fundación que procura aportar al debate público y proponer una hoja de ruta para la tan postergada transformación del sistema educativo uruguayo. Según informó OTV, «los impulsores de la iniciativa son el exsubsecretario de Educación Fernando Filgueira, el exdirector de Educación Juan Pedro Mir, el magíster en Educación Renato Opertti y el socio de CPA Ferrere, Bruno Gili. La iniciativa cuenta también con la participación de Diego Balestra, Fernando Lorenzo, Javier de Haedo y Richard Read, entre otros». Como puede verse al repasar los nombres implicados, quienes lideran la iniciativa tuvieron el tino de no limitar la convocatoria a especialistas en el campo educativo. Por el contrario, han logrado el apoyo de figuras de prestigio en otras actividades, desde el mundo empresarial al sindical. Dada la cultura política nacional (los expertos son culpables hasta que demuestren lo contrario) esta decisión es muy importante: es más probable que tenga más impacto público una iniciativa convocada en clave «ciudadana» que una reducida al mundo de los especialistas en la temática.

Es cierto que no todo está mal en la educación pública uruguaya. Pero no se puede negar que hay problemas de enorme gravedad. En particular, la tasa de graduación en enseñanza secundaria (menos del 40%) es una hipoteca tremenda que conspira contra la democracia, la integración social y el desarrollo económico. No hay democracia sin ciudadanos ilustrados. No habrá paz social entre nosotros, ni una convivencia disfrutable, que valga la pena, sin más y mejor educación. No lograremos progresar de modo sostenible en la senda del desarrollo económico sin trabajadores calificados. En este contexto, la nueva institución tiene una tarea difícil y muy importante. Es posible que no sea tan necesario hacer sonar la alarma. De hecho, los problemas están bien diagnosticados y la urgencia de atenderlos es pública y notoria (aunque las autoridades del Ministerio de Educación todavía se esfuercen en argumentar lo contrario). En verdad, la mayoría de los uruguayos hace muchos años que repetimos, con José Mujica, «educación, educación y más educación».

El principal desafío de Eduy21 es formular del modo más concreto posible lo que ellos llaman «la hoja de ruta» de los cambios. En este sentido, el aporte de los expertos es realmente decisivo. Ninguna política pública puede cambiar si no se formula con tiempo suficiente y con mucha claridad una alternativa. El ejemplo de la llamada «reforma de Rama», hace veinte años, ofrece desde este punto de vista, una lección elocuente. Germán Rama pudo liderar la última reforma ambiciosa de la educación pública uruguaya porque, antes, durante el primer quinquenio de la década de 1990, desde la oficina de Cepal en Montevideo, generó información, construyó diagnósticos y elaboró propuestas de cambio concretas. Desde luego, no hubiera podido impulsar la agenda de innovaciones, más tarde, sin una poderosa coalición política. El papel del presidente Julio María Sanguinetti (del Partido Colorado) y de Alberto Volonté (al frente del Directorio del Partido Nacional) fue decisivo en este sentido.

Esta referencia nos conduce directamente al otro aspecto fundamental de la iniciativa que se está poniendo en marcha. Para que no conduzca a una nueva frustración tendrá que dialogar con todos los partidos. No hay forma de saber de antemano a qué elenco político le tocará gobernar después de la elección nacional de 2019. No puede descartarse que el Frente Amplio retenga el poder. Pero es perfectamente posible, bajo ciertas condiciones, que la oposición fuerza la alternancia. Por tanto, para maximizar su impacto, Eduy21 tendrá que poder dialogar con ambos bloques. Volviendo al antecedente de 1996: aunque el Frente Amplio se opuso, las propuestas lideradas por Germán Rama, gracias a su solidez en el plano técnico, lograron el apoyo de actores importantes de la izquierda tanto en la cúpula política como en los gremios docentes. Para que, de una buena vez, se puedan concretar cambios será necesario, otra vez, asegurar apoyos en los dos bloques que polarizan el sistema de partidos uruguayo. Fernando Filgueira lo sabe muy bien.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/un-pais-el-que-los-expertos-no-tienen-voz-n985592

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