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La Universidad latinoamericana: ¿tiene falla de origen?

 

La Universidad es una conquista social de singular importancia para la democratización del saber y su relación con la transformación social.  Sin embargo, no es osado señalar que en el presente, presta un limitado aporte a los cambios sociales en su conjunto y mucho menos a los proyectos emancipatorios en América Latina y el Caribe.  Más allá de destacadas, honorables y admirables figuras que trabajan desde sus espacios, la universidad comienza a ser percibida socialmente como una institución de titulación para acceder al campo laboral, distante del imaginario que había construido décadas atrás de espacio para soñar y pensar lo social, lo humano y el contrapoder.

Este no es un fenómeno atribuible sólo a las instituciones universitarias. En muchos lugares de la región, los Estados nacionales y sus instituciones parecieran mirar en sentido opuesto al horizonte que están dibujando sus pueblos.  Este desencuentro es dramático y puede traer en el mediano plazo severos problemas de gobernabilidad en la región. Las dinámicas del pasado, los discursos de ayer, las respuestas que fueron efectivas cada día tienen mayores dificultades para empalmar con la agenda mínima ciudadana del presente. Es hora de pensar políticamente (con P mayúscula) sobre estos fenómenos, desde una perspectiva descolonial.

Y es que el proceso de colonización logró apropiarse del firmamento de espacios ciudadanos ocupando hasta las rutas de emancipación.  La colonización cultural –la peor de todas porque domina las ideas y con ellas el mundo-  pretendió y en muchos casos lo lograron,  enseñarnos cómo es que era permitido y posible ser libres; es decir, han pretendido enseñarnos los límites y fronteras de la propia libertad. Lo académico no fue ajeno a ello, por el contrario fue y es aún hoy en día, epicentro de ese sostenimiento del orden colonial en las estructuras de pensamiento.

Cuando el esclavo libre, ahora colonizado –neo esclavitud-  se atreve a pensar por sí mismo, atreviéndose a explorar, conocer, indagar, construir  nuevos caminos para concretar su libertad, suele encontrarse en el peor de los mundos. Por un lado la más feroz rabia del colonizador y por el otro la burla/temor/incredulidad de los iguales, quienes colonizados culturalmente, quieren que otro les muestre como cambiar los cosas, pero no creen posible ser protagonistas del cambio, es decir de la nueva historia.

La universidad latinoamericana debe construir una nueva historia, que le permita romper con el velo cultural del colonizado atreviéndose colectivamente a repensarse en todos los planos, desde la forma de crearse y actuar en ella misma, pero también atreviéndose a cuestionar sus orígenes y pensar una nueva forma de parir y nacer. Revisar sus prácticas y procesos desde ese ejerció descolonizador,  puede contribuir con el surgimiento de ese otro mundo no colonizado, alterno, donde pensar el mundo patas arriba sea sinónimo de cordura libertaria.

Al respeto Quijano, A. (2014) afirma que “al formular sus cuestiones en un espacio social abstracto, históricamente indeterminado, quienes así proceden no pueden evitar identificar a piori a esta cultura (o a esta sociedad y a este Estado) con la cultura (o la sociedad o el Estado). El contexto histórico social concreto se asume, pues, como dado, no cómo algo a cuestionar en el punto mismo de partida” (p.667).

Desde ese lugar de enunciación, me atrevo a plantear respecto a las universidades que los problemas que se evidencian y nos hacen siempre pedirle una y otra vez a ella: transformación … transformación … transformación universitaria tienen como punto de partida una falla de origen. Esta falla de origen, desde mi punto de vista, tiene que ver con el código genético con el cual se edifica la vida y el que hacer universitario. Falla de origen que se inicia en el propio momento de la fundación de las universidades.  Falla de origen que  se expresa en su concepción práctica, más allá de la definiciones teoréticas, al auto asumirse y ser aceptada por la mayoría de la gente, como una institución fundamentalmente para la docencia.  El gen problemático de la estructura de vida universitaria se desarrolla por una perspectiva colonial de su existencia.

De hecho, las universidades en América Latina y el Caribe tienen sus orígenes en procesos coloniales, asignándosele desde sus comienzos la tarea de formar a la burocracia y los funcionarios que demandaba el orden imperial de dominación. Para Tünnermann (1996) la universidad colonial en América Latina y el Caribe procura resolver:

  1. La necesidad de proveer localmente de instrucción a los novicios de las órdenes religiosas que acompañaron al conquistador español, a fin de satisfacer la creciente demanda de personal eclesiástico creada por la ampliación de las tareas de evangelización;
  2. La conveniencia de proporcionar oportunidades de educación, más o menos similares a las que se ofrecían en la metrópoli, a los hijos de los peninsulares y criollos, a fin de vincularlos culturalmente al imperio y, a la vez, preparar el personal necesario para llenar los puestos secundarios de la burocracia colonial, civil y eclesiástica. Por otro lado, las dificultades de las comunicaciones, arriesgadas y costosas, aconsejaban impartir esa instrucción en las mismas colonias;
  3. La presencia, en los primeros años del periodo colonial, en los colegios y seminarios del Nuevo Mundo, de religiosos formados en las aulas de las universidades españolas, principalmente Salamanca, deseosos de elevar el nivel de los estudios y de obtener autorización para conferir grados mayores. De ahí que las gestiones para conseguir los privilegios universitarios fueron con frecuencia iniciadas por estos religiosos de alta preparación académica (p.122)

Es decir, las Universidades en la región no fueron pensadas para el desarrollo de las naciones dominadas, ni para la formación de sus ciudadanos, mucho menos para el desarrollo de un conocimiento, ciencia y tecnología que les permitiera ser independientes.  Las universidades  en América Latina y el Caribe fueron arietes conceptuales de un conocimiento que reproducía el orden de dominación.  No fueron universidades desarrolladas a partir de las necesidades de la gente y los requerimientos de sus sociedades, sino implantadas desde las naciones que se asumían conquistadoras y por lo tanto dueñas de los nuevos territorios.

El propio Tünnermann (1996) distingue dos modelos en las universidades implantadas: la de Salamanca y la de Alcalá de Henares, ambas de origen español. El modelo de Salamanca respondió a “la idea de una universidad al servicio de un “estado-nación”, concepto que recién surgía en España (siglo XIV)… Todo el edificio de la transmisión del conocimiento descansaba sobre la cátedra” (pp-124-125).  Por su parte, la preocupación central de la universidad alcalaína fue la teología, material que sólo en épocas posteriores ocupó un lugar relevante  entre los estudios salamantinos. Su organización correspondió más bien a la de un convento-universidad” (pp-124-125).  Los modelos de Salamanca y Alcalá se desarrollaron sobre la base de la docencia, es decir como instituciones para impartir conocimiento.

Para Morles, Medina Rubio y Álvarez Bedoya (2002) en el proceso de construcción de la República, luego de alcanzar independencia nacional, la llamada universidad Republicana reemplazaría el modelo elitesco y eclesiástico imperante por uno más “dinámico, tolerante y científico (…) incorporando nuevas cátedras y laboratorios” (p.20), haciendo que las estructuras académicas[i] se asemejarán bastante al modelo Napoleónico. Continúan estos autores señalando que “con el modelo napoleónico de universidad se afirma en Venezuela, desde el último cuarto del siglo XIX, el pensamiento positivista y evolucionista. El modelo napoleónico se basa también en la docencia, con un carácter más científico contribuyendo a la ruptura con el dogmatismo religioso.

Autores Galo Gómez, citado por D’Andrea, R. E, Zubiría, A y Sastre Vázquez, (2012) precisan respecto a la concepción Napoleónica de la universidad:

La Universidad Imperial creada en 1808 y organizada dos años más tarde, es algo muy distinto de lo que tradicionalmente se había entendido como Universidad. Es un organismo estatal, al servicio del Estado que la financia y organiza y que fija no sólo sus planes de estudios, su administración y el nombramiento de profesores, sino hasta la moral pública que ha de inculcar a sus discípulos: «Mi fin principal – declara el mismo Napoleón- al establecer un cuerpo docente es tener un medio de dirigir las opiniones políticas y morales». Una Universidad centralizada, burocrática y jerárquica. Es difícil encontrar algo más opuesto a lo que había sido la Universidad desde su origen» (Galo Gómez O., 1976, p.7)

 

Esta implantación no pasa desapercibida por parte de quienes se resisten a la dominación.  Propuestas y modelos alternativos comienzan a surgir en todo el continente en el siglo XX, los cuales tienen una expresión clara y firme en El Manifiesto Liminar (1918) que fundamentó la reforma de Córdoba, en el cual se plantea

Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.

Agregando:

Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de Autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios, no solo puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no a una labor de Ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclama el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de Ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla.
Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de Autoridad que en estas Casas es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente la falsa-dignidad y la falsa-competencia.

 

El grito de Córdoba es el más importante cuestionamiento hecho a la universidad desde la perspectiva de sus estudiantes.  Los reclamos centrales se refieren a la forma y mecanismos de gobierno interno y de una u otra manera a la desconexión de la universidad con su entorno.  En buena medida, el Manifiesto Liminar impulsa un modelo de universidad para un nuevo ciclo de proyectos de independencia nacional.

En el siglo XX la idea de investigación universitaria se fue deslizando progresivamente hacia los posgrados. Para Lucas Luchilo (2010), “en América Latina, el fomento de la formación de posgrado fue y es una de las funciones básicas asignadas a los Consejos de Ciencia y Tecnología, que se crearon a partir de la década de 1950. Desde esta perspectiva, se trata de instrumentos de política con alta legitimidad y en los que los países de la región han acumulado experiencia, tanto en el nivel de promoción como en el de ejecución” (p.14).  Este auge se produce en medio del creciente influencia de las ideas de desarrollo nacional y regional, así como de la planificación auspiciadas, entre otras por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).  Sus resultados en términos de crecimiento sectorial (posgrados) y de impacto se mostraron limitados.  Posteriormente el neoliberalismo, en los ochenta y noventa del siglo XX,  se encargaría de generar un proceso de vaciamiento de la investigación y los investigadores universitarios promoviendo su migración hacia centros independientes de investigación con fuerte financiamiento privado y ubicados en los países del centro capitalista.

El Mayo francés con sus críticas iniciales al Libro Blanco del Ministro Francés de Juventud y deporte François Missoffe, abren un capítulo especial que lleva a la juventud mundial a repensar el compromiso de la universidad con los más altos ideales de la humanidad.  Pero la universidad siguió siendo una institución centrada en la docencia.  Los movimientos de profesores universitarios planteando la urgente necesidad de una reforma de la educación superior se multiplicaron en el mundo en las décadas de los setenta y los ochenta del siglo XX.

Es importante detenernos brevemente sobre los resultados alcanzados en materia de investigación en la región. Lemasson&Chiapee (1999) señalan respecto a la investigación universitaria que “los resultados obtenidos no permiten hoy, con los desafíos contemporáneos que conocemos, concluir que están listos para enfrentar el porvenir de manera constructiva. Si el camino pasado, aunque con muchas diferencias nacionales, fue positivo, la necesidad de continuar con el cambio es imperativa y va a exigir una visión y una voluntad resueltas” (p.315). Más adelante, estos mismos autores afirman:

Es fácil concluir que la única vía para asegurar la independencia a largo plazo, el desarrollo económico endógeno en nuevas esferas con un alto valor agregado y sistemas sociales más justos, es promover con urgencia las actividades de ciencia y tecnología como prioridades nacionales. Responder a esta urgencia significa que el momento de decisiones radicales ha llegado, particularmente respecto del papel de las universidades, las que constituyen en términos de recursos humanos actuales y futuros las instituciones claves del porvenir colectivo” (p.317).

 

Autores como Didriksson (2000) siguen apostando por el binomio clásico docencia-investigación. Seguramente Axel argumentará en defensa de esta direccionalidad –que no es una cuestión menor- que “la parte más dinámica del proceso [producción y transferencia de conocimientos[ii]] se ubica en la relación entre la docencia y la investigación, y el curriculum desde la perspectiva de la creación de un valor económico: el conocimiento, y de un valor social: los trabajadores del conocimiento“ (pp. 32-33). En consecuencia, la universidad latinoamericana sigue pensándose desde la docencia como epicentro sobre el cual gravita el grueso de su actividad general, pero también particular de cada profesor(a).  Es el círculo propio de una universidad pensada para aportar al papel asignado por el centro a la periferia, en el campo de la producción y transferencia de conocimientos.  En este sentido, la llamada producción del conocimiento universitaria, no es otra cosa que la adaptación de premisas generales al contexto de países dependientes y neocoloniales.

El emerger del neoliberalismo en el mundo, en el marco de la globalización económica y la mundialización cultural,  retan el pensamiento respecto a qué modelo de universidad demandan las nuevas formas de acumulación y producción capitalista puestas en marcha.  Desde los discursos de resistencia y alternativos se concentraron fuerzas contra la privatización de la educación y fue precario el debate a nivel del público en general.  Las polémicas respecto al presente y futuro de las universidades, sin neutralidad pero mucho más allá de la diatriba ideológica, fueron impulsadas en buena medida por instancias internacionales como la CRESALC, hoy convertido en IESALC UNESCO.

En los noventa del siglo XX la UNESCO plantea la necesidad de convocar a una Conferencia Mundial sobre la Educación Superior que repensara la universidad a escala planetaria, pero también como un espacio de reencuentro con la academia de la recién desmantelada URSS. Los documentos que circularon con carácter previo y las propias conclusiones de la I Conferencia señalaron preocupaciones muy especiales respecto a la eficacia de la universidad existente, la calidad de sus dinámicas y procesos de aprendizajes, el impacto de las NTIC y la cultura global en las dinámicas universitarias.  Esta conferencia, al igual que la segunda (2008) fueron precedidas por sendas Conferencias Regionales (CRES).  En cada uno de estos espacios se evidenció la urgencia de repensar a la propia universidad y los límites de los procesos de reforma interna.

El año 2018 se cumplen 20 años de la primera Conferencia Mundial de educación Superior y coincide con los cien años del grito de Córdoba. Pensamos que es un excelente momento para reanimar, retomar y reimpulsar el debate sobre la educación universitaria.  En esta dirección recibimos con alegría el anuncio hecho este 15 de Junio de 2016, en la propia ciudad y universidad de Córdoba, respecto al lanzamiento de la Tercera Conferencia regional de educación Superior (CRES) en la ruta –aún no anunciada por UNESCO- de la III Conferencia Mundial del sector. En hora buena celebramos este anuncio como oportunidad de oro para reabrir y relanzar los debates por esa otra universidad posible.

La Universidad para los proyectos de desarrollo nacional, de independencia y para la construcción de sociedades libres, democráticas, justas, igualitarias y, en permanente cambio tiene que ser una universidad pensada desde una perspectiva del Sur.  Boaventura de Sousa Santos (2008) nos habla de pensar lo nuevo con lo nuevo, porque

no puede enfrentarse lo nuevo contraponiendo lo que existía antes. En primer lugar, porque los cambios son irreversibles y en segundo lugar, porque lo que existió antes no fue una edad de oro, o si lo fue, lo fue solamente para la universidad y no para el resto de la sociedad, y en el seno de la propia universidad, lo fue solamente para algunos y no para otros. La resistencia debe involucrar la promoción de alternativas de investigación, de formación, de extensión y de organización que apunten hacia la democratización del bien público universitario, es decir, para la contribución específica de la universidad en la definición y solución colectiva de los problemas sociales, nacionales y globales” (p.30)

Para Aboites. H. (2011) “este cambio requiere una transformación de la mentalidad universitaria, las estructuras de gobierno, los mecanismos de acceso, la reglamentación y la organización académica, que deben ajustarse a las nuevas demandas y necesidades de acceso, formación y profesionalización que tiene la actual población joven y estructuralmente excluida, pero también a las necesidades de un momento de tránsito al posneoliberalismo como es el actual”. (p.273, en Bonilla, L y Segrera, F. [2011]. Educación universitaria para el siglo XXI. Ediciones CIM/OPSU, Caracas. Venezuela)

En la perspectiva que invitan Boaventura y Aboites, nos atrevemos a pensar la universidad del siglo XXI, el presente y el futuro inmediato, en tres momentos: el primero las universidades que se están creando o se van a crear, segundo las universidades que inician procesos de transformación y tercero, las universidades que permanecen inamovibles. En este artículo me referiré sólo a las primeras, esperando poder abordar los otros dos casos en próximos trabajos.

Estoy convencido que crear universidades sobre la lógica estructurante de la docencia con complementos de investigación y extensión –independientemente que se digan vinculadas- es un ejercicio colonial, que reproduce el modelo de conocimiento, formación, indagación y acción en lo social, propio, desde y para la dominación. Trataremos pedagógicamente de ir explicando paso por paso esta afirmación.

La universidad fundada en cátedras, escuelas, facultades está pensada en buena medida para reproducir el llamado “conocimiento de punta” en las distintas áreas. En esa orientación, por ejemplo, en la sociología, la medicina o la química surgen textos, contenidos curriculares, paradigmas, discursos, resultados que pasan a ser de uso común en los países de la periferia capitalista. A estos se les suele asociar al llamado “conocimiento de punta”; cuando lo cierto es que estas producciones son sólo  el “conocimiento liberado para consumo académico masivo” por parte del modo de producción[iii].  Desarrollos de ello, lo constituye el tan cotidiano internet de hoy, que pasó décadas siendo utilizado por el llamado complejo industrial-militar antes de que fuera conocido por todos nosotros; evidentemente la tecnología comunicacional “de punta” que debe estar usando ese mismo complejo hoy en día debe ser revolucionariamente distinta a la que usamos cotidianamente. Muchos otros ejemplos surgen en el campo de la genética, la medicina o la neurociencia. De hecho, la mayoría de las investigaciones más importantes realizadas en el 2015 –como en años anteriores-  se refieren al cerebro humano, sus usos y potencialidades las cuales aún no forman parte de  ese “conocimiento liberado para consumo académico masivo”. Entonces lo que se enseña en el modelo basado en la docencia es solo el cascarón del conocimiento de vanguardia.

Argumentaran los defensores de este modelo que la investigación autóctona esta llamada a reducir esta brecha. Esto tal vez sea cierto en términos teórico-conceptuales pero la realidad o la empírea nos dice a diario que la inmensa mayoría de la investigación que se realiza en las universidades está asociada a trabajos de ascenso en el escalafón universitario o de interés muy particular.  Con ello no pretende solapar o desconocer la meritoria labor que realizan algunos investigadores en casi todos los campos de las ciencias, pero a decir verdad esta es por lo general una labor muy particular y excepcional y no característica del sistema.

Los neoliberales usan esta verdad y realidad para asignarle la mayor cuota de responsabilidad al respecto, al personal docente universitario, eximiendo de culpas al sistema, los gobiernos nacionales, los mecanismos de conducción de la educación superior  y mucho más a la propia concepción universitaria.  El neoliberalismo educativo, interesado en la privatización educativa a inventado ranking, modelos de evaluación de eficiencia docente, sistemas de clasificación de la investigación, protocolos de reconocimiento de resultados de pesquisas, etc. que sólo terminan certificando los procesos de adaptación del conocimiento liberado por los centros de investigación que sustentan el modelo de producción del capitalismo del siglo XXI.

Pero lo que ya resulta inocultable, es que la universidad basada en la docencia con sus complementos de “investigación” y “extensión”, no le resultan útil ni al capitalismo, ni al socialismo en el siglo XXI  -desde una perspectiva “neutra” de carácter nacionalista-  pero si al modelo de globalización económica y mundialización cultural que impulsa a escala planetaria el neoliberalismo que implica una nueva ruina de las naciones de la periferia en beneficio de las del centro.  Es decir, el modelo de universidad, basada en la docencia se ha convertido en un mecanismo de perpetuación de la dominación.

No es la primera vez que este debate se abre y las propuestas de solución han sido variadas, desde cacarear una reforma universitaria que se elabore por todos democráticamente –lo cual no ha sido garantía alguna de romper el círculo de la dominación-  pasando por modelos organizacionales que terminan queriendo convertir a las universidades en Ministerios, altamente burocratizadas antes que en centros de generación de conocimiento. Pero nadie se atreve a cuestionar los paradigmas, conceptos y procesos sobre los cuales se crean nuevas universidades; por el contrario todos los dispositivos legales y de trámites están montados para repetir una y otra vez el modelo. Área de conocimiento de la nueva universidad a crear, facultades, carreras, programas de formación, cátedras y/o unidades curriculares con variados diseños funcionales terminan pareciéndose cada vez más las unas a las otras.

Esto se debe a que la genética epistémica de uno u otro intento tiene una misma raíz: la universidad basada en la docencia. Más allá de cualquier meta discurso innovador, en la mayoría de los casos cualquier iniciativa fenece cuando se concreta en carga de docencia en el aula, de actividades administrativas, de planeación de clases, de asesoría de tesis, etc.  del profesor universitario; allí mueren las ilusiones.

El desafío doble entonces reside en desarrollar investigaciones nacionales, regionales y locales que permitan ir rompiendo el círculo de la dependencia mediante conocimiento necesario para el desarrollo nacional a la par de ir disminuyendo la brecha de varias décadas existente entre conocimiento de vanguardia y conocimiento reproductor que se suele trasmitir en las universidades de los países de la periferia.  Todo ello a la par que se forman los ciudadanos calificados para los proyectos nacionales de independencia económica, tecnológica y cultural.

Las universidades son parte integral de un país de una región geopolítica, no son islas a la deriva en un mar abierto, ni un Estado dentro del Estado.  La necesaria autonomía universitaria en ningún momento puede significar una desconexión orgánica de las casas de estudios superiores con los proyectos nacionales de país. Por ello considero que el primer pensamiento proto universitario es el de identificar cuáles son los problemas centrales de un país; una vez identificado los 10 o 20 problemas prioritarios para el desarrollo nacional, verificar si alguna universidad de las existentes tiene el perfil para abordar su estudio, análisis y propuestas de solución.

De no existir, por ejemplo, en el área del petróleo, pensar primero en el diseño de un Centro Nacional de Investigaciones Petroleras –siguiendo con el ejemplo- que se dedique a estudiar los temas vinculados a esta campo,  desde una perspectiva transdiciplinaria, es decir desde los procesos técnicos de producción hasta los operativos de comercialización, pasando por la geopolítica del petróleo hasta la arquitectura financiera para la estabilización de los ingresos producto de las fluctuaciones de precios.  Y aquí el pragmatismo de gestión puede no siempre coincidir con las premisas ontológicas, epistemológicas o conceptuales del debate académico, porque se van a requerir estudios disciplinares, multidisciplinares y transdiciplinares en cada caso.

Centros de Investigaciones de este tipo, con una plantilla de investigadores con salarios equivalentes al promedio internacional mínimo estándar o más, pueden ser acusados por los conservadores o por los radicales del igualitarismo a ultranza, de elitescos.  Pero en ciertas etapas de la historia de las naciones libres y de avanzada se ha requerido y requiere conformar una élite generadora de conocimiento, cuya teleología de constitución es la democratización del mismo y el mejor uso con fines sociales.

Centros de investigación de este corte, produciendo resultados concretos luego de cinco, diez o quince años de investigación según sea el caso y la complejidad de los estudios que abordan debieran abrir estudios de postgrado, Doctorados, post doctorados, maestrías, especializaciones y cursos de alto nivel donde se socialice los procesos y resultados de investigación a la par de ir formando, mediante la lógica de equipos de investigación abiertos, el personal docente que trabajaría en el pregrado.  Se trataría de invertir la ruta de los procesos de docencia desde el posgrado hacia el pregrado, entendiendo los posgrados no como profesionalizantes, sino como dinámicas de investigación y construcción / validación de discurso científico alternativo. En consecuencia, las nuevas universidades deberían ser paridas por centros de investigación y desde ellos.

En consecuencia, serían investigadores con treinta horas mínimas de trabajo semanal investigativo quienes darían un máximo de 8 horas de docencia en la futura universidad.  Esta integración investigación-docencia asociada a la validación del impacto social del conocimiento emergente haría posible dar un salto en tecnología, ciencias, conocimientos, técnicas y procedimientos que posibilitarían avanzar en desarrollos nacionales que fundamenten económica, tecnológica y políticamente procesos de autentica independencia nacional.

Esto crearía otra serie de problemas, propios de lo nuevo que se crea a los cuales no hay que temerles, sino por el contrario abordarlos dado el impacto de lo nuevo que se construye.  Algunos de ellos, como el reconfigurar el concepto de la carrera docente universitaria, el tamaño de la universidad, su vinculación con contextos, el financiamiento, la cobertura, entre otros.  En los próximos artículos intentaremos abordar nuestra perspectiva sobre cada uno de ellos, además de plantearnos la reflexión y el debate respecto a cómo alinear las universidades existentes en un esfuerzo tan dialécticamente distinto a la génesis de las mismas, como el que estamos planteando.

A cualquier colega que diga que es posible hacer lo mismo con la universidad fundada sobre la docencia, tendríamos que pedirle que -no como excepción sino como generalidad- muestre donde se está dando esta haciendo lo mismo con el modo colonial viejo, basado en la docencia como epicentro. A los innovadores que han logrado muy buenas definiciones en reglamentos y estatutos universitarios sobre el papel de la investigación deberíamos pedirles que después de por lo menos una década, necesario seria tener resultados de gran impacto para mostrar.

La única forma de eliminar la falla de origen de la universidad es generando una nueva forma de creación del mundo universitario, ya no desde el conocimiento reproductor sino del creador, no desde la dominación sino de la liberación.  Se trata de atrevernos a romper con el molde colonial respecto a cómo se construye una universidad.  Eso implica dejar de pensar como los dominados que tienen temor de explorar una nueva ruta que no sea la que el amo les enseñó.  Creemos pues una universidad a partir de los procesos de investigación, sepultemos la vieja universidad atrapada en la camisa de fuerza de la docencia, construyamos una pedagogía desde el aprendizaje por descubrimiento.

 

Lista de referencias:

Bonilla-Molina, L (2001). Gerencia, investigación y Universidad. Ediciones Iesalc. Caracas Venezuela

Bonilla-Molina, L (2015). Calidad de la educación: ideas para seguir transformando el sistema educativo.  Ediciones Fonacit MPPE. Venezuela

Bonilla, L y Segrera, F. [2011]. Educación universitaria para el siglo XXI. Ediciones CIM/OPSU, Caracas. Venezuela

D’Andrea, R. E, Zubiría, A y Sastre Vázquez, (2012). Reseña histórica de la extensión universitaria.  Mimeografiado

Dridiksson, A. (2000). La universidad de la innovación: una estrategia de transformación para la construcción de universidades de futuro. Ediciones IESALC UNESCO. Caracas Venezuela

Lemasson, J.P y Chiapee, M. (1999). La investigación universitarias en América Latina. Colección respuestas. Ediciones IESALC UNESCO. Caracas. Venezuela.

Lucilo, L. (2019) Formación de posgrado en América Latina: políticas de apoyo, resultados e impactos.  Ediciones EUDEBA, Buenos Aires, Argentina.

Manifiesto Liminar: disponible en  http://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/historia/reforma/manifiesto

Morles, V., Medina R., E. y Alvarez B., N. (2002). La Educación Superior en Venezuela. Ediciones IESALC. Caracas, Venezuela.

Quijano, A. (2014). Cuestiones y Horizontes: Antología esencial de la dependencia histórico-estructural a la colonialidad/descolonialidad del poder. Colección Antologías. Clacso. Buenos Aires. Argentina

Sousa Santos, Boaventura (2008). La universidad del siglo XXI. Ediciones CIM. Caracas. Venezuela.

Tünnermann Bernheim, C. (1996) Breve historia del desarrollo de la universidad en América Latina, publicado en La Educación superior en el umbral del siglo XXI, Caracas: Ed. CRESALC, 1996, pp-11-38

 

[i] Especialmente en casas de estudios superiores como la Universidad Central de Venezuela a mediados del siglo XIX.

[ii] Contenido de los corchetes es mío para contextuar adecuadamente la cita

[iii] En este trabajo partimos del principio que todo conocimiento es primero usado, probado, implementado o desechado por las diferentes expresiones del modelo capitalista globalizado, previamente a su liberación en el mercado de consumo académico.

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Venezuela : África allende la oscuridad heredada del imaginario occidental Una toma de conciencia

América del Sur/ Venezuela /Julio 2016/María Gabriela Mata Carnevali/Artículo/Revista Humania del Sur. Año 5, Nº 8.

África allende la oscuridad heredada del imaginario occidental Una toma de conciencia

Autora:

María Gabriela Mata Carnevali

Cómo hacemos historia, refleja nuestra forma de pensar sobre la política, y cómo participamos en política afecta nuestra forma de ver lahistoria (Frederick Cooper, 2005). En consecuencia, como afirma Shotwell (1982), “la historia de la historia es el relato de aquel ahondar en la memoriay la curiosidad científica que da la medida de nuestra conciencia social y de nuestra vida intelectual”. “La historia de África, como la de la humanidad, es en efecto, una toma de conciencia” (Ki- Zerbo, 1981).
Más allá del “panafricanismo” y su vertiente académico cultural,el “afrocentrismo”, hace ya más de veinte años que se viene consolidando una brillante corriente historiográfica dedicada a los estudios de la “subal-ternidad”, que propone una conjunción interesante de las posturas antico-colonialistas con las teorías post modernas. Dentro de este marco la cultura se entiende como un “elemento esencial en la producción y reproducción cotidiana de la vida social”, incluyendo las relaciones de poder.
En otras pa-labras, es el proceso de resolución de la dominación y subordinación dentro de las relaciones sociales lo que define la cultura de los grupos dominantes y subordinados, colocando a la primera en posición hegemónica sobre la segunda, lo cual no siempre es aceptado pasivamente por parte de la población sometida.
Esto implica un dinamismo que niega la visión tradicional de la cultura como un inventario estático de costumbres y pensamientos particulares, y sitúa esta categoría como un elemento constitutivo integraldel proceso histórico; lo cual, a su vez, resalta la condición de agente de los seres humanos, es decir, su poder para cambiar el entorno en el que se desenvuelven (Dube, 1999). Para efectos de este trabajo, nos acogemos a este novedoso enfoqueque nos permite abordar las imaginaciones imperiales y las construcciones coloniales que perduran en la historia contemporánea de África, interrogar la añeja dialéctica de Imperio e Ilustración, y cuestionar la dinámica de raza y razón que sigue moldeando nuestras formas de conocimiento, pero, sobre todo, nos invita a profundizar en la comprensión de la dinámica de un continente que busca dejar atrás el rol “subalterno” que le ha sido asignado y que lo caracteriza como la parte “oscura” de nuestro mundo, reconociendo Humania del Sur 29 la “agencialidad”, o capacidad de acción, de los hombres y mujeres que luchan por hacer de su continente un lugar mejor para vivir.
Las ideas desarrolladas parten de dos observaciones planteadas en primera instancia por Achille Mbembe (2001: 6):
           1) Lo que se entiende por realidad social en África hoy es el producto de las prácticas sociales objetivadas, las cuales van mucho más allá del discurso y del lenguaje, aunque por supuesto, la experiencia existencial del mundo está, allí como en todas partes, estructurada simbólicamente a través del lenguaje.
           2) El sujeto africano no existe separado de los actos que determinan su realidad, o separados del proceso a través del cual esas prácticas son imbuidas de significado.
Adaptándolas a nuestro propósito tendríamos entonces que:
          A) Las prácticas de la dominación post colonial que configuran la realidad africana, y por tanto su ubicación en el orden internacional, obedecen , o son reflejo de, el imaginario occidental
     B) Los africanos, como sujetos de su propia historia, crean nuevos significados que pueden ser interpretadosde distintas maneras, y que nosotros escogemos leer como señales de un cambio en gestación.
 África en el orden internacional: Un producto del imaginario occidental
La discusión acerca de cómo es producido el conocimiento sobre África, por quién y con qué objetivos, resulta por demás relevante en relación a la posición que ocupa el continente en nuestra mente y en el orden internacional.
Para la gran mayoría de la gente, sobre todo en América Latina, a pesar de los innegables avances en el diálogo multilateral promovido por las cumbres ASA.
        1 .-África se encuentra al margen del acontecer internacional. Por lo tanto, no es de extrañar que a dicha región con excepción de Sudáfrica y los países de la OPEP– se la considere sumida en la pobreza, víctima de una cadena de guerras “tribales” o interétnicas, y fuera de la nueva dinámica mundial, o, en el mejor de los casos, integrada a ella sólo de manera superficial, lo que es atribuido a la incapacidad de los africanos para competir en el mercado libre ignorando, los que así piensan, los antecedentes históricos y los criterios políticos que explican las desigualdades en la economía mundial.
          2.- ¿Lecturas post coloniales?
Como el camino se hace al andar, otros nombres se han ido sumando
a la lista de africanistas críticos (algunos ya citados), cumpliendo un importante papel en la concienciación de las nuevas generaciones. Víctima de la trata de esclavos (siglo XVI al XIX), la Conferencia de Berlín y posterior repartición del continente (1884-1885), la tardía colonización (1900-1950),y ahora de la globalización, África necesita como nunca que sus pobladores se asuman como “sujetos” de su propia historia, para dejar de ser un “objeto” de la de los demás. Lamentablemente, pareciera que la historia del continente africano la escriben los medios de comunicación y ellos son responsables de que la imagen negativa heredada del imaginario europeo persista permeando incluso la producción académica reciente de la cual se retroalimenta en un
círculo vicioso. La información que nos llega de África rinde culto a la muerte, transmitiendo en vivo y en directo la agonía en los rostros de hombres, mujeres y niños africanos atrapados en guerras interétnicas, muriendo de hambre o víctimas de las inclemencias de la geografía y de enfermedades como el sida, la malaria y otras que hace tiempo dejaron de atormentar al resto del mundo. Parece que las cámaras y las plumas de los periodistas están para contar la historia de la muerte, no la intensidad de la vida y la fuerza de la esperanza. Cuando son generosos cambian la imagen de miseria por la de “exotismo»
Coda
Conviene, pues, mantener el esfuerzo por comprender una realidad tan compleja como la africana, para una mejor aproximación a la historia y los procesos contemporáneos que impactan a las regiones del mundo, con una conciencia clara de los conceptos y enfoques que vamos a utilizar. En lo que concierne a los estudios africanos, no podemos ubicarnos complacientemente en la época post colonial sin desmontar las formas y procesos asociados a la dominación colonial.

Pero, si podemos y debemos, siguiendo la línea de los estudios “subalternos”, intentar despojar al continente de sustatus de víctima reconociendo en sus hombres y mujeres, agentes capaces de cambiar las cosas; considerar en toda su valía el aporte de las sociedades africanas que luchan, rebosantes de vida y esperanza,  por abrirse camino ante las adversidades. África “emergente” merece al menos igual atención que la África “pobre”, “a punto de morir”, heredera del imaginario occidental. Concederle su espacio

contribuye a “desproblematizar” el continente, lo cual resulta deseable, nopara negar la oscuridad, sino para atraer la luz. Al fin y al cabo, “el búho de Minerva vuela de noche”, la sabiduría se despliega al anochecer luego de que los eventos ya han tenido lugar.

 

Referencias
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Comaroff, Jean and Comaroff Jhon (1992). Ethnography and the Historical Imagination
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Cooper, F. (2005). Colonialism in Question. California: University of California Press.
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Fayolleo C. y Goldberg S. (1978): “Prólogo”. Narrativa africana . La Habana.
Harootonian H. (2000). Overcome by modernity: History culture, and community
in interwar Japan.Princeton: Princeton Universdity Press.
Hegel,G.W.F. (1982).
Fuente:http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/31357/3/articulo2.pdf
Fuente imagen :http://api.ning.com/files/UNsexXQ7LVlZtVTqi*f-4UIJrgagv78Sl5xUl1oxLBuqyRTB-aTaHTuArpXUJOFqDFXEnyNr4CuGVCjau20ZmcWujl80HURY/PORLADIVERSIDAD.jpg
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Fundalossada entrega en julio 2.000 becas a estudiantes de universidades públicas de Zulia

Venezuela/09 Julio 2016/Fuente: AVN

Como parte de la celebración de los 224 años del natalicio del rector de la reapertura de la Universidad del Zulia, Jesús Enrique Lossada, el programa de becas estudiantiles en la entidad, Fundalossada, otorgará este mes de julio 2.000 beneficios a estudiantes de universidades públicas del estado, ubicado al occidente del país.

La información fue dada a conocer por Luis Pérez, presidente de Fundalossada, en el acto de entrega de 150 tarjetas afiliadas a estas becas, a estudiantes del Instituto Universitario Tecnológico de Maracaibo (Iutm), realizado en el auditorio de esa casa de estudios.

Las becas son por un monto de 2.000 bolívares mensuales y fueron entregadas con un saldo de 8.000 bolívares a cada estudiante.

«Seguimos creciendo y apoyando a los jóvenes zulianos para que estudien y sigan el proyecto que nosotros buscamos, que es el desarrollo, el crecimiento y buen desenvolvimiento de la región hacia un futuro mejor», manifestó Pérez, quien indicó que actualmente Fundalossada cuenta con 16.000 becarios, de los cuales 11.000 de ellos cursan carreras en universidades privadas.

El programa de becas estudiantiles de Zulia Fundalossada, cuenta con dos modalidades, una que es la cancelación de la carrera en universidades privadas del estado y otra dirigida a estudiantes de universidades públicas, en las que se les da un aporte mensual.

Pérez indicó que en las próximas semanas se dará inicio al censo para optar a becas, enfocando los esfuerzos en carreras que vislumbran el desarrollo productivo de la nación, dentro del Plan de la Patria y de los Motores Productivos.

Recordó que el Gobierno regional junto al nacional hacen esfuerzos para mantener el sistema de becas en las universidades privadas, donde hay carreras que superan los 90.000 bolívares por semestre, por lo que es importante que los estudiantes cumplan con el tiempo que duren las mismas y aprueben todas sus asignaturas cada semestre.

«Hay carreras que duran cuatro años y los estudiantes deben culminarla en ese tiempo. Hay un rango de flexibilidad que es de un año», explicó.

Una de las estudiantes que recibió su tarjeta fue Ana Fernández, cursante del Programa Nacional de Formación Ingeniería en Construcción Civil, quien sostuvo que la beca la utilizará para hacer fotocopias de textos para estudiar y pasajes.

Reconoció los esfuerzos del Gobierno nacional y regional por las facilidades que le brindan al joven venezolano de capacitarse para su futuro en instituciones públicas con un alto grado académico y por la atención con comedores, rutas estudiantiles y laboratorios equipados, entre otros.

«Mi compromiso como estudiante es alto, porque como juventud somos el futuro de Venezuela. Debemos esforzarnos al máximo para continuar llevando al país a lo más alto», acotó.

Fuente: http://www.avn.info.ve/contenido/fundalossada-entrega-julio-2000-becas-estudiantes-universidades-p%C3%BAblicas-zulia

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Venezuela: En julio Caracas será sede del Congreso Internacional sobre el pensamiento emancipador de Francisco de Miranda

América del Sur/Venezuela/ Julio de 2016/ Prensa Centro Nacional de Historia

Autora: Jeylú Paredes
La profesora Carmen Bohórquez, coordinadora de la Comisión Bicentenario Francisco de Miranda, anunció que los próximos días 11, 12 y 13 de julio se llevará a cabo, en Caracas, el congreso internacional titulado: El Pensamiento Emancipador de Francisco de Miranda y su Vigencia en la Actual Coyuntura de Nuestra América.
El encuentro forma parte de las actividades que se realizarán en el país para conmemorar los 200 años de la muerte del Precursor de la Independencia. Para esa jornada se instalarán mesas temáticas en las que se presentarán diversas ponencias. También se organizarán foros públicos y una gran plenaria de clausura.
El día 14 de julio —fecha exacta del Bicentenario— se celebrarán los actos protocolares correspondientes y se instalará el Congreso de la Patria Internacional. Bohórquez enfatizó que es importante que las venezolanas y los venezolanos estén al tanto de estas actividades; “no para recordar a Miranda muerto”, sino para reflexionar sobre “sus ideas por emancipar a América”.
EN TODAS LAS REGIONES
Los honores y las reflexiones sobre el pensamiento mirandino ocuparan todas las regiones del país. Los días 8, 9 y 10 de julio historiadores, cronistas e intelectuales se encontrarán con el pueblo en sus localidades para conversar sobre la gesta del Generalísimo.
El 9 de julio el Museo Boliviano abrirás sus puertas con una exposición en homenaje al Ciudadano Universal. Enrique Nóbrega, director del Museo Nacional de Historia, adelantó que —“entre otras sorpresas”— se exhibirán el sable, el escritorio de campaña y el cinturón de gala que pertenecieron a Miranda.
La Biblioteca Nacional y el Archivo General de la Nación (AGN) también se sumarán a la programación con la muestra de la Colombeia digital; así como de bibliografía y papeles que no son de conocimiento público.
El cronograma bicentenario además contempla actividades en las escuelas y la presentación de un cortometraje animado. Se convocará a artesanos y pintores a trabajar a “Miranda en el Imaginario Popular”.
Asimismo, se anunció el nuevo Premio Francisco de Miranda. La distinción será de edición anual y tendrá la misión de reconocer la obra y trayectoria de aquellas personas que se han dedicado a trabajar por la unidad de América.

NUEVAS PUBLICACIONES
La profesora Bohórquez informó que en el contexto del Bicentenario de Miranda se presentarán 15 nuevos libros. Destacó el apoyo de las editoriales Monte Ávila, El Perro y la Rana y la Biblioteca Ayacucho.
Pedro Calzadilla, director del Centro Nacional de Historia (CNH), confirmó que la revista Memorias de Venezuela dedicará una edición especial a Miranda. La Filven 2016 continuará recorriendo el país con seminarios, exposiciones y textos sobre el Generalísimo.
Bohórquez consideró que una vez más sobran los motivos para estudiar a Miranda y seguir aprendiendo del “precursor de muchas ideas que animaron la lucha por la independencia”.
Fuente: http://www.cnh.gob.ve/index.php/component/content/article/133-congreso-de-miranda/543-en-julio-caracas-sera-sede-del-congreso-internacional-sobre-el-pensamiento-emancipador-de-francisco-de-miranda

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Venezuela: Árboles Talados en Tucacas

Autor: Werther Sandoval

América del Sur/Venezuela/0/ Julio de 2016// Correo del Orinoco

A la progresiva invasión de cayos por lancheros sedientos de dinero rápido y la construcción de marinas de hasta mas de 10 pisos de altura en las aguas del Parque Nacional Morrocoy, bien acompañada por el vertido de una lápida de concreto sobre los cangrejos azules que habitaban en el patio frontal del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, se unió la tala de los pocos árboles de la especie manglar que brindaban sombra y frescor a quienes caminaban por la avenida principal de Tucacas.
Ninguno de los consultados en el pueblo supo quién cometió este nuevo delito ambiental y mucho menos explicar porqué talaron los pocos manglares que quedaban en la avenida. Lo único que expresaron es que nada extraño tiene tal desafuero en el uso mercantil del Parque, sometido sin desmedro a la invasión de sus cayos por parte de lancheros cargados de turistas intoxicados por una cultura consumista y aplastante de las arenas donde otrora desovaban la tortuga carey y el casi extinto caimán del Caribe.
El solo hecho de haber talado los manglares de la avenida sin informar a nadie, tal como es práctica común en estos actos de deforestación, indica que es el manejo turbio e irrespetuoso el encargado de guiar machetes y motosierras; vale decir, la misma conducta ética que faculta al Municipio Silva e Inparques para autorizar la edificación de marinas en las aguas protegidas del Parque.
Para muestra, basta pararse en El Palito y observar desde esa distancia marinas de hasta 15 pisos construidas en Tucacas, que dejan al pueblo cual Bahía de Cata cualquiera, con su mole de concreto enclavada en un pueblo que, por fisonomía arquitectónica, no debería poseer edificaciones mayores a tres pisos. Indagar en el registro del Municipio Silva cómo fueron otorgados los permisos sería un primer paso para seguir la ruta del dinero, tal como recomienda el periodismo de investigación para averiguar los casos de corrupción.
Y lo peor, no tanto por el daño ecológico directo sino por quiénes y dónde lo cometieron, fue el atropello ejecutado en contra del patio frontal de arenas arboladas y húmedas del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, espectáculo que era deleite observar desde la avenida principal de Tucacas.
La vanguardia intelectual, los llamados a formar el nuevo hombre bolivariano, a crear sentido de pertenencia y salvar la especie humana, descargaron una capa de concreto sobre un suelo donde habitaban diversas especies de cangrejos, entre ellas el ya extinto Azul.
Ni a la dirección del plantel, ni al cuerpo docente en ciencias generales, ni al Departamento de Biología se les ocurrió aprovechar esa fuente inagotable de conocimientos para incorporarlo a los programas de estudios y así crear un laboratorio productor de alimentos, en el que se puedan formar a los jóvenes de Tucacas en los valores de solidaridad, honestidad y amor por la Patria. Pero no. Era demasiado pedir. Nada de esto podría estar en la mente de quienes desde ya sientan las bases ideológicas de la corrupción y el atropello a la vida, sin las cuales son imposibles la voracidad pesetera y el lucro inmediato.
Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/opinion-libre/arboles-talados-tucacas-opinion/

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Mosonyi: Identidad patrimonial necesita mayor aporte de indígenas y afrosdecendientes

América del Sur/ Venezuela/Julio de 2016/Correo del Orinoco

Autor: Luis Ángel Yáñez
La Biblioteca Nacional, tomó la iniciativa de promover el libro, la lectura y la escritura como patrimonio material e inmaterial que nos identifica como venezolanos y nuestroamericanos; y que posiciona la archivología como ciencia que preserva y conserva el patrimonio y la memoria.
La interculturalidad es un factor determinante en la construcción de nuestra identidad patrimonial -como pueblo criollo mestizo- de allí la necesidad de incorporar en nuestro sistema educativo aspectos provenientes de nuestros pueblos originarios, sin embargo, a excepción del progreso que en este tema se ha experimentado en las escuelas fronterizas, escuelas bolivarianas, en la universidad indígena así como dentro de instancias del Poder Popular, se ha avanzado poco en el resto del país en esta materia.
Así lo sentenció Esteban Emilio Mosonyi, antropólogo y lingüista, Rector de la Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca durante su ponencia en el Segundo Encuentro “El libro, la lectura y la escritura como constructores de identidad patrimonial” que se desarrollo en la sede de la biblioteca Nacional.
“He visto muy poco esfuerzo por introducir elementos de las culturas indígenas y muy poca de los afrosdecendientes dentro de nuestra sociedad mestiza, lo cual perpetua el modelo de imponer una cultura, eurocentrista, sobre las otras con el objetivo de mantener las relaciones de colonialismo, dependencia y estructura de clases (…) faltan recursos, planificación y programas aunque existen esfuerzos como el de la Colección Bicentenaria donde podemos encontrar la adecuación del idioma castellano a lenguas originarias”.
Dentro de los mitos en contra de nuestras lenguas originarias, Mosonyi identificó que “todavía no se domina, ni se evalúa el valor de la lengua indígena, porque se cree que sólo sirven dentro de un estrecho margen cultural y que a medida que se amplía su uso comienzan las fallas de vocabulario o gramaticales que obligarían ha introducir tantos prestamos del español que se terminaría por transformar estos idiomas hasta el punto de dar paso a juajiroñol o wayuñol, los cuales ya no se reconocen como indígenas”.
Para Mosonyi el mito hay que derrumbarlo ya que los idiomas indígenas tienen vocabularios, sintaxis, instrumentos y patrones gramaticales suficiente para reproducir cualquier texto literario, administrativo o científico. Ciertamente, hay formas de resignificación de las palabras originales así como de introducción de elementos arcaicos de las propias lenguas, prefijos y otras muchas maneras de producir palabras nuevas que hacen innecesario ligar los lenguajes con el español.
LIBROS PROTAGONISTAS
El profesor Sady Loaiza, director de la Biblioteca Nacional, durante la inauguración aseveró que en el marco del 183° Aniversario de la creación de la Biblioteca Nacional, institución encargada de preservar el patrimonio histórico de la nación, se tomó la iniciativa de promover el libro, la lectura y la escritura, a objeto de que estos sean reconocidos como patrimonio material e inmaterial que nos identifique como venezolanos y nuestroamericanos; y posicionar la archivología como ciencia que preserva y conserva el patrimonio y la memoria.
“Este patrimonio nos permitirá, conjuntamente con otras ramas de las ciencias sociales y las humanidades, conservar el pensamiento y la palabra para las generaciones venideras; tal y como se desprende de la Declaración de México sobre las Políticas Culturales, 1982 donde se establece que el patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas.”
ECOSOCIALES
La Biblioteca Pública del Zulia “María Calcaño” participartá mediante la intervención de Venus Ledezma, jefa del Departamento de Extensión, que presentará la ponencia “El Portal de la Vida: nuevo camino para la promoción de lecturas”, tema que comparte autoría con Yolanda Delgado, mediante la cual se pretende hacer un aporte en aras de la formación de conciencias eco-sociales. “Queremos reivindicar la convivencia respetuosa en comunión con los otros seres vivos y retornar a la memoria sabia de nuestros pueblos originarios, que bien se sabían parte del mundo y no su centro”. Acotó Ledezma.
ENDO-CULTURA
José Ángel Fernández, escritor, sociólogo y coordinador del Departamento Socio-Antropológico de la Biblioteca Pública del Zulia, presentará su ponencia denominada “La Preservación del Shikiirujutu Wayuu (Pensamiento Wayuu) a través de los cuentos escritos y los Jayeechi (relatos cantados), con fragmentos de textos de Miguel Ángel Jusayú y de Ramón Paz Ipuana. Cada presentación de los relatos cortos y jayeechi serán intercalados por la ejecución de un instrumento musical wayuu, como la tootoroyooin (clarinete ideóglota), maasi (flauta de viento) y la sawawa (flauta de viento).
Esta iniciativa que dentro del marco del “II Encuentro El libro, la lectura y la escritura como constructores de identidad patrimonial”, intenta demostrar la circulación del shikiirujutu wayuu.- pensamiento wayuu que se da en forma expedita a través de extractos y vocalización de fragmentos de aküjalaa / relatos) y jayeechi (relatos cantados) cómo procesos endo-culturativos en la sociedad wayuu.
Foto: Esteban Emilio Mosonyi: los idiomas indígenas tienen instrumentos y patrones gramaticales para reproducir cualquier texto
Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/comunicacion-cultura/mosonyi-identidad-patrimonial-necesita-mayor-aporte-indigenas-y-afrosdecendientes/

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Consumir políticas. Dilemas latinoamericanos

Por: Alfredo Serrano Mancilla

 

El consumo es el territorio social de la diferenciación, la jerarquización y un indicador social del ascenso.

I.
Yo consumo. El pueblo es una operación política, una invención, un conjunto de actores y ciudadanos, pero también es un universo de consumidores e individualidades que presionan sobre la política. Que están ahí, exigiendo ampliar sus posibilidades. La subjetividad posmoderna, la individuación y su vinculación con el consumo se han transformado en un problema electoral, y también político. Es un dilema para todos los gobiernos. El mercado -no solo en su dimensión compra-venta- se ha metido en la cama de la política. En los últimos años, el consumo fue incorporado como política pública: ampliar el mercado interno, el empleo, el salario, etc. Pero poco fue pensado como condición de la subjetividad posmoderna y global. Como práctica donde se realiza lo privado y una identidad vinculada a éste. El consumo es el territorio social de la diferenciación, la jerarquización y un indicador social del ascenso. El momento de lo privado que acecha a lo público. El ciudadano-consumidor es un voto en sí mismo.

II
La mayoría de los proyectos de cambio (Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador) partieron de un pacto social y económico basado en la lógica ganar-ganar. La gobernabilidad fue viable –por un tiempo- para los intereses de todos los actores. El Estado asumió un papel protagónico reapropiándose de los sectores estratégicos, redistribuyendo la riqueza a través de políticas públicas activas. Logró incluir a las mayorías sociales en clave de consumo gracias a la mejora en el empleo y salario. Mayorías y consumidores se articularon y se expresaron al mismo tiempo. Una asociación que no siempre va de la mano, sobre todo, cuando los problemas económicos aparecen y el Estado ya no aparece como “garantizador” del consumo. Ante coyunturas críticas, la figura del consumidor demanda lo mismo (a veces más) sin preocupación por el interés colectivo. Lo general es su enemigo. Emerge un consumidor liberal que no desea discutir sobre lo estatal ni sobre políticas gubernamentales. Lo que busca es seguir consumiendo.

III
La demanda interna creció y se democratizó significativamente en estos años. El mercado interno no pudo de ninguna manera ser satisfecho por el sector público. Pero la oferta privada nacional tampoco logró ser la respuesta a este nuevo fenómeno económico inclusivo. Fue imposible producir internamente al mismo ritmo que lo hacía el consumo interno. El mercado, sus intereses y actores, se expandió más allá del Estado. Se multiplicó y tomó su propio rumbo sin posibilidad real de ser gestionado ni controlado por las políticas públicas. He aquí la nueva cuestión de época.

IV
Existe una vida social contemporánea que por momentos no es captada en su complejidad por los gobiernos. Un poder en ciernes y en transformación, cuya velocidad muchas veces no puede captarla. La gran avenida del consumo cobijó a todos aquellos que mejoraron su situación. Les tendió la mano. Con “lo social” satisfecho, el consumo se volvió la gran madre de la movilización ascendente.

V
Tras las bambalinas del consumo, se fragua el dilema de época para estos procesos de cambio. A medida que el Estado recuperaba -por distintas vías- las divisas, se forjaba una mayor dependencia del capital privado en el uso de las mismas para importar bienes y servicios. Cuando la divisa se hizo escasa la política se encontró con el mercado y con ese mundo privado dispuesto a todo. Mientras tanto, los consumidores fueron a elecciones y votaron.

  1. En este cambio de época se avanzó en materia de derechos sociales gracias a todo lo realizado en la esfera pública. Sin embargo, los gobiernos progresistas no pudieron limitar ni desgastar el consumismo y su lógica aspiracional. Paradójicamente, su estrategia de integración fue a través del mismo. Por tanto, se encontraron con el segundo dilema: aceptar la fuerza globalizadora de la cultura del consumo, mientras necesitaban limitar las exigencias venidas de los actores económicos-financieros globales. Este dilema se encuentra en el centro de la escena gubernamental. Es un proceso que no es considerado por los ciudadanos en su vida cotidiana. Solo es un dilema para el Gobierno; la persona consume y se encarga de su vida. Participa en la polis con su “bolsillo” pero no como un homo consumis sino con la resignificación política-social de su nueva condición de consumidor/ciudadano. Mas allá, de su inclusión a través del universo de políticas sociales, privilegia opciones políticas que busquen saciar su propia invidualidad y diferenciación. Esta defensa del “derecho individual de consumo” se enfrenta con los imaginarios de las políticas que le permitieron gozar de su condición actual. En momentos de turbulencias económicas, esta subjetividad puede ser expresada por opciones de derecha, cada vez más preocupada por la rebelión de “lo privado” y representada en una discursividad de lo cotidiano que evade e impugna los grandes relatos hiperideologizados. En el territorio de la subjetividad posmoderna ha encontrado su votante.

VII.
La izquierda debe lidiar con una subjetividad que también le pertenece y necesita. Deberá “descender” al mundo del individuo y de los actores para repensar sus prácticas en contextos de intensa globalización. Tendrá que pensar en el votante  y en sus capacidades -siempre mínimas- de erosionar o reconducir esta subjetividad que puede poner en riesgos proyectos democratizadores, inclusivos y bienestaristas. La opción de votar por órdenes decididamente desiguales es una posibilidad que brinda el mundo contemporáneo y la lógica cultural del consumo. La izquierda no puede darle la espalda. Le tocará afrontar esta contradicciónpropia del proceso de cambio. La clave está en hacerlo creativamente.

Tomado de: http://laventana.casa.cult.cu/noticias/columnas/orbita/2016/06/23/consumir-politicas-dilemas-latinoamericanos/

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