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Lessons to be learned from Scottish exam fiasco: Protesting can change results… and the SNP are absolutely bulletproof

By: Damian Wilson

A plan to downgrade 124,000 school exam results has been reversed in Scotland in the face of a massive outcry. Is this a precedent for unpopular results in future? And how shambolic do the SNP have to be before they lose support?

Timing is everything in politics and no one is more aware of that today than Scotland’s under-fire education secretary John Swinney. After days of protests by school students and teachers, which led to a reversal of the decision to downgrade 124,000 exam results, Swinney faces the humiliation of a no-confidence motion in the devolved parliament.

But it’s not game over for him yet, thanks to the increasingly tight grip the Scottish National Party (SNP) has on politics north of the border.

Thanks to the coronavirus pandemic, which slammed school doors shut five months ago, exam grades needed some careful consideration to ensure the entire academic year was not wasted.

In Scotland, the idea was to use teacher estimations of final grades which the Scottish Qualifications Authority (SQA) would then run through a moderation algorithm for adjustment, using the previous performances of each particular school.

Even the class idiot could see what was about to happen here: schools that struggled in the past would be deemed to be still struggling, while those that enjoyed success would be considered as continuing on an upward trajectory. The disastrous outcome led to 124,000 exam results being downgraded, affecting 76,000 pupils.

What this looked like to those studying for their all-important Higher – the Scottish equivalent of the A-Levels – was that those pupils in deprived areas were marked down by 15.2 percent on the grades their teachers had calculated, while the wealthiest pupils suffered downgrading of only 6.9 percent.

The student protest signs said it all: “Judge my work, not my postcode.”

A full U-turn on the decision means that teacher estimates of grades will now be used. But for the SNP, a centre-left party that ostensibly promotes social democracy, this is an unnecessary shambles, reinforcing a divisive ‘us-and-them’ sentiment across Scottish society and setting a messy precedent.

No wonder Scottish Labour went for the jugular with its no-confidence motion. But even that is doomed to fail, for which the education secretary will be grateful.

YouGov’s latest opinion poll predicts the SNP is headed for a landslide election win next May, with 57 percent of those polled planning to support Nicola Sturgeon’s nationalists and a massive 53 percent supporting independence.

Both figures are the highest yet recorded by the polling organisation on these issues, and are indicative of the huge support that Sturgeon commands.

While these figures are impressive, it is the support of just six people that will save Swinney’s skin.

The half dozen Green members of the Scottish Parliament have said they will oppose tomorrow’s no-confidence motion proposed by Scottish Labour and supported by the Scottish Conservatives and Lib Dems, and along with Swinney’s SNP colleagues, that will be enough to ensure his survival for now.

And while a successful no-confidence motion can certainly end a political career, it’s the Scottish government’s hugely unpopular approach to deciding upon academic grades which caused the totally avoidable shambles in the first place.

Sturgeon announced on March 18 that schools in Scotland were to shut and were unlikely to open again before the end of summer, so surely there should have been a clear, fair approach to deciding how academic grades would be awarded from that point?

Instead, the horrifically unjust “computer says no” method that was used blew up in the government’s face.

While Downing Street faces its own issues with exam grades and looks set to follow Scotland’s lead in allocating grades, lucky Prime Minister Boris Johnson has managed to sidestep this particular steaming pile of mess that Sturgeon ploughed straight through.

How the SNP ever allowed the SQA to convince them it was acceptable is a mystery, and should form a question on any future politics exams. The claims that a skewed set of results this year would affect results in future years is typical nonsense.

It demonstrates the unhealthy political preoccupation with statistics, even when granting them primacy messes with people’s lives. A school pupil’s successful grades or an uptick on a statistician’s graph?

A second question could look at how despite the obvious unfairness of the botched plan, to which they have now held up their hands, the SNP still manages to thrive on seemingly bulletproof public support.

Class, discuss.

Source and Image: https://www.rt.com/op-ed/497823-exam-results-snp-protests-scotland/

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Una voz desde la Escuela

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

María Rodríguez es una maestra de educación primaria que trabaja en una comunidad de la sierra. Dice que, para llegar a su centro de trabajo, recorre los lunes y viernes cerca de 9 kilómetros desde el pie de carretera. Nueve de ida y otros nueve de regreso. “Desde ahí no hay ningún transporte público que nos lleve a la comunidad”, afirma.

En una plaza de la cabecera municipal, toma el camión que la lleva a su trabajo, y que tarda una hora en dejarla donde comienza el tramo de empedrado, el cual luego se convierte en un largo camino de terracería.

La escuela es pequeña. Es unitaria. Eso significa que un solo docente atiende a todos los estudiantes de la primaria. La profesora María da clases a 30 estudiantes de todos los grados escolares: 6 alumnos de primero; 5 alumnos de segundo grado; 5 de tercer grado; tiene a cuatro en cuarto; 7 de quinto y los demás son de 6º. grado. Desde hace un año se hace cargo también de la dirección de la escuela. El supervisor de la zona escolar le pidió, por favor, ese apoyo. “No nos pagan por eso; es como un encargo… Soy docente con funciones de directora, pero no tengo la clave de directora”, afirma María.

La organización de la escuela se divide, para hacerla más práctica, en dos grupos de estudiantes: “…esto para que las actividades escolares diarias se aprovechen al máximo… A los 16 alumnos y alumnas de primero a tercer grado, los atiendo por las mañanas, y a los demás por la tarde. Aunque soy una profesora contratada por jornada sencilla, cumplo con actividades escolares como si tuviera doble plaza”. Esto lo puede hacer así porque de lunes a viernes vive en una casa de la comunidad, en un cuartito que le facilita una familia.

Desde que se suspendieron las clases, en marzo pasado, la profesora María ha visto a sus estudiantes dos veces. Una para entregarles una lista de actividades a desarrollar después de que concluyó la semana de pascua. Varias tareas sencillas para realizar con sus libros de texto y dos proyectos de aprendizaje: Uno, sobre las enfermedades que se presentan en los seres humanos, y otro sobre la flora y la fauna de la región donde viven. También entregó y recogió exámenes, en fotocopias, a través de las familias. La otra vez que estuvo personalmente con sus estudiantes fue cuando organizó una pequeña ceremonia de terminación del ciclo escolar, a principios del mes de julio. Con la debida sana distancia, cubrebocas y la autorización del supervisor.

“Antes el gobierno, por medio de CONAFE, nos daba una compensación por el trabajo educativo que hacemos en la comunidad; a ese programa le llamaban de “actividades compensatorias”, y nos apoyaban con un incentivo económico, realmente simbólico pero valioso para nosotros, por atender a las niñas y los niños durante más tiempo que el marcado por la jornada laboral. Pero ese programa ya no existe, al menos en nuestro estado, desde 2014 aproximadamente”.

La maestra María dice que sus estudiantes no tienen equipos de cómputo y que tampoco cuentan con ningún tipo de conectividad para enlazarse vía internet. Los únicos lugares donde hay una o dos computadoras son los cibercafés que están en la cabecera municipal. Agrega que a ella se le descompuso hace dos meses su laptop, que alguna vez les obsequió, a sus compañeros y a ella, el presidente municipal, el día del maestro. “Pero aquí no hay señal ni servicios de wifi. Sólo podía utilizar mi computadora en las zonas urbanas”.

“Cuando se averió mi máquina, le pedí al supervisor si me podía apoyar en conseguir a alguien que me la arreglara o con algún recurso económico, pero me dijo que no hay recursos para eso. Que la próxima vez que vaya a la capital del estado, la lleve a arreglar con dinero de mi bolsillo”. Tampoco le quiso prestar una laptop que está guardada en la supervisión “…que porque está inventariada y no puede salir de la oficina…”

Pocas casas tienen un aparato de televisión en la comunidad, y no se alcanzan a ver todos los canales de la televisión abierta. “El delegado ejidal nos dijo que pronto vamos a tener señal de televisión abierta porque van a poner unas antenas repetidoras en un cerro que está cerca de la carretera.” Hasta el momento no se ha visto ninguna obra por la zona.

El mes pasado el supervisor pidió a las y los maestros, que a la vez son las y los encargados de las diferentes primarias unitarias y multigrado (donde hay de dos a tres docentes por escuela), que se conectaran por internet para llevar a cabo una reunión virtual, previa al inicio de clases. María comenta que no todos sus compañeras y compañeros pudieron conectarse en sus hogares o lugares donde se encontraban, ya sea desde la cabecera municipal o la capital del estado. “Con el problema del coronavirus y la crisis sanitaria, hemos valorado más a nuestras reuniones colegiadas presenciales”. El servicio de telefonía cada uno lo paga con sus propios recursos. No existe apoyo institucional para ello. Tampoco hay dinero para comprar o renovar los equipos de telefonía, ni para “comprar tiempo aire”.

A pesar de que en el municipio donde María trabaja se tienen reportes de pocos enfermos de Covid-19 (en el último reporte que consultó, se enteró que sólo hay 14 casos), las clases siguen suspendidas. Dice que apenas este lunes se enteró de que el ciclo escolar será a distancia, a través de programas de televisión y de radio. Y que la mayor parte de las actividades académicas, las y los estudiantes las deberán realizar con apoyo de sus libros de texto gratuitos.

Indicó que ella fue estudiante de telesecundaria antes de ingresar a la escuela Normal, y recordó que las carencias con las que se realizaban las actividades educativas y escolares eran enormes. “Tanto los equipos de televisión, como las antenas eran viejos o estaban descompuestos. Luego tardaban mucho tiempo en repararlos o reponerlos. Nuestras queridas maestras y maestros echaban mano de la creatividad y de la imaginación para llevar a adelante los programas académicos”.

María piensa que el papel del docente como organizador de las actividades escolares y extraescolares, le da un valor especial a su trabajo. “Nosotros somos líderes en las comunidades donde trabajamos, porque las abuelitas y las mamás toman en cuanta nuestras opiniones y experiencias (la mayoría de los hombres de las comunidades en la sierra no trabajan en su propia comunidad)… porque no solamente hablamos de lo que sucede en la escuela, sino de nuestras vidas cotidianas. Sobre los problemas en la familia; sobre cómo cuidar a nuestras niñas y niños; sobre la alimentación, sobre las plantas que hay en las macetas; o del porqué no contamos con un centro de salud cercano a la ranchería.

María dice que el trabajo educativo sí se puede realizar con el apoyo de los libros de texto gratuitos, pero eso sería más completo si existiera la supervisión de una o un docente. “Aunque también debemos de ser innovadores y prácticos… aprovechar al máximo el medio social y natural donde trabajamos para que nuestros estudiantes en verdad desarrollen aprendizajes relevantes y significativos tanto para su vida presente como para el futuro”.

Fuente: https://profelandia.com/una-voz-desde-la-escuela/

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Contemplar un hormiguero o aprender las fases lunares… propuestas de un maestro para este verano

Por: ABC

Manolo Gordillo, maestro de Primaria conocido como “el Profe Manolo» tras hacerse viral en 2018, lanza sus nuevos «deberes de vida» para el verano 2020.

Manolo Gordillo, maestro de Primaria conocido como «el Profe Manolo» tras hacerse viral en 2018 en redes sociales su lista de deberes de verano, ha enviado hoy nuevamente a su alumnado la ya tradicional lista de actividades para disfrutar de las vacaciones. En ella hay cabida para hasta cuarenta tareas tan especiales como escuchar la radio, visitar un jardín botánico, decir las cosas que parecen injustas o jugar delante de un espejo a poner caras extrañas. De esta forma, este docente cordobés que trabaja en un centro educativo de Bollullos de la Mitación, en Sevilla, busca que los niños y niñas desconecten de las tareas educativas tradicionales y realicen actividades con las que puedan valorar aspectos cotidianos de la vida, rodeados de amor en familia y en el entorno.

«Este verano quizás, más que nunca, recobra sentido que los niños y niñas disfruten de actividades sencillas y estimulantes, que les acerquen a la naturaleza, a su familia, que les hagan reír y conocerse mejor a sí mismos, aprendiendo al mismo tiempo», enfatiza el Profe Manolo, quien reconoce que hay tantas actividades que incluso es difícil seleccionar sólo algunas para confeccionar una lista estival.

Libro «Deberes de vida»

El «Profe Manolo» se dio a conocer en el verano de 2018 cuando entregó a su alumnado al final del curso escolar una lista de deberes poco convencional. Creer en ti, ver amanecer, cuidar una planta, mirar las estrellas…. Eran algunas de las actividades que proponía. Él fue el primer sorprendido del éxito que tuvo aquella hoja de deberes y que se viralizó tras compartirlo una madre en sus redes sociales. Al año siguiente, en 2019, esta circunstancia le llevó a escribir el libro, titulado «Deberes de Vida» (Editorial Montena, de Penguin Random House) en el que apunta, a modo de cuaderno, actividades que «todos tendríamos que hacer, una vez en la vida», señala. El docente busca con esta propuesta una serie de actividades lúdicas y motivadoras para estudiar los contenidos pues «aprendemos con lo que nos motiva y emociona», enfatiza.

En sus páginas se pueden encontrar diferentes ideas para aprender a través del juego y de la diversión porque, en su opinión, «estamos demasiado acostumbrados a trabajar de forma tradicional y hay muchos contenidos vistos a lo largo del curso que en verano se pueden afrontar de otra manera». Su libro está pensando para estudiantes de Primaria, pero también está abierto a otras personas, como niños más pequeños e incluso adultos.

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La universidad pública y presencial agoniza

Por: Marcos Roitman Rosenmann

Para un mejor y mayor control de la población, el capitalismo acelera su transición digital. En este proceso está obligado a introducir cambios estructurales en sus instituciones. Nuevos tiempos nuevos requerimientos, otras funciones. Algunas nacerán bajo palio, otras serán declaradas obsoletas, y las restantes sufrirán mutaciones. La universidad es una de ellas. Por razones utilitarias, mantendrá su nombre, pero su ADN habrá mutado. La universidad pública será una caricatura de sí misma, al introducir el ideario empresarial de las universidades privadas. Hasta hoy, los fines de la pública han sido la promoción de las ciencias, las artes, el pensamiento crítico, la investigación y los saberes poco convencionales. Sus valores y principios aquilatan sus enseñanzas. Siempre encuentra un espacio para incorporar avances científicos o modificar planes y programas de estudio. En sus 10 siglos de existencia pervive gracias a mantener el norte en sus reformas: defender la libertad de pensamiento, la crítica, y ser atalaya contra la inquisición y el dogmatismo. Además, tiene fama de incentivar itinerarios nada rentables, como la historia del arte, griego, latín o las humanidades.

Una sociedad democrática se proyecta en sus aulas universitarias. Autonomía, libertad de cátedra, representatividad estudiantil, respeto, valores republicanos, responsabilidad y compromiso ciudadano. En las ciudades universitarias está grabada la memoria colectiva de los pueblos. Murales, esculturas, pinturas, arquitectura, bibliotecas, centros de investigación. Las luchas universitarias sintetizan momentos democráticos, y represión. Cómo no recordar aquel ¡adelante, adelante, obreros y estudiantes!, sello de la revolución universitaria de Córdoba, Argentina, en 1918. En España, los recitales y las manifestaciones reivindicando el fin de la dictadura franquista. Las movilizaciones estudiantiles en México y la matanza de Tlatelolco en 1968. Los ejemplos son muchos. Resulta significativo que en cada golpe de Estado, la universidad es una las instituciones más castigadas. Se cierran facultades, expulsan docentes y estudiantes. Se criban bibliotecas y sus aulas se convierten en espacio yermo donde predomina la mediocridad, el miedo y el autoritarismo.

Hoy, en la transición digital, el camino de las reformas universitarias tiene las mismas consecuencias que un golpe de Estado. Entre sus tareas no estará promover el librepensamiento, la creación artística o fomentar la capacidad de juicio crítico. El estudiante será considerado un cliente. Desaparecerán itinerarios poco rentables. El éxito se medirá por los ingresos y las matrículas en grados, masters, doctorados y su capacidad para digitalizar la enseñanza. Será una universidad castrada. Dejará de enseñar valores éticos para apoyar la competitividad, el individualismo y un exacerbado egoísmo.

En esta nueva realidad, la universidad, forjada en el humanismo y el pensamiento crítico, constituye un estorbo. Los lemas que identifican las universidades quedan obsoletos. Por mi raza hablará el espíritu, de la UNAM; La virtud argentina es la fuerza y el estudio, de la Universidad de Buenos Aires; Busca la verdad en las aulas de la academia, de la Universidad de Bogotá; Hacia la libertad por la cultura, de la Universidad de El Salvador; La libertad ilumina todas las cosas, de la Complutense de Madrid; Id y enseñad a todos, de la Universidad de San Carlos de Guatemala; La casa que vence a la sombra, de la Universidad Central de Caracas, o En busca de la luz, de la Universidad de Costa Rica. Tal vez surja otro acorde con la digitalización y la economía de mercado: “Por el big data hablará mi algoritmo” o la inteligencia artificial nos hará libres.

Sustituir hábitos, modificar técnicas pedagógicas y modernizar la docencia es el objetivo. Las aulas se reconvierten para albergar la tecnología digital. Acoplados a la mesa del profesor, los ordenadores, cámaras para retransmitir las clases y los usuarios y clientes conectados en tiempo real desde cualquier lugar. Las clases magistrales son un estorbo. La docencia debe digitalizarse. No más pizarras, tiza ni borradores. Las clases, por videoconferencia. Aquella complicidad, chistes, risas, gestos de admiración o aburrimiento desaparecen. ¡Y todo comenzó con el Power Point!

Grabados, observados y objeto de manipulación a distancia, la docencia pierde su valor formativo. Educar en valores, guiar motivaciones, compartir y socializar conocimientos, conductas sólo posibles en el aula de clases, se desvanecen. Lo siguiente, profesores robots. Ya será posible dar clases desde el wáter. El único requisito: tener un dispositivo para engancharse a la red. Al otro lado, los usuarios viven la experiencia virtual. Es posible que el cliente-alumno nunca tenga un encuentro cara a cara con su profesor. Así, las ciudades universitarias irán desapareciendo y con ello el sentido humanista de la docencia y vida universitaria. La deshumanización seguirá su curso.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/08/04/opinion/018a2pol

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Aprende en Casa II: las segundas partes nunca fueron buenas

 Abelardo Carro Nava

Y es que si en la primera parte de la estrategia Aprende en Casa existieron serias complejidades: ¿qué nos hace pensar que la segunda será buena? Interesante pregunta surgió en mi mente una vez que el Presidente López Obrador, conjuntamente con el Secretario de Educación, Moctezuma Barragán, presentaron la segunda parte de una estrategia que, en su primera parte, poco abonó al logro de ese aprendizaje que se esperaba adquirieran los estudiantes que cursaban alguno de los niveles educativos que conforman el Sistema Educativo Mexicano (SEM) durante la contingencia sanitaria por el Covid-19.

Muchos, me incluyo, llegamos a pensar que, tras 5 largos meses en los que el trabajo docente no se desarrolló de manera presencial en cada una de las escuelas de nuestro país, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de su titular, presentaría una estrategia que priorizara lo que en distintos escenarios se desarrolló, por parte de los maestros y maestras, para que sus alumnos aprendieran en sus hogares; pero no fue así, por el contrario, la propuesta se centró en un acuerdo para que 4 televisoras (Televisa, Tv Azteca, Multimedios Televisión y Grupo Imagen), a partir del 24 de agosto, trasmitieran de las 8 de la mañana a las 7 de la tarde, los 7 días de la semana, los contenidos para que los estudiantes “aprendan” desde sus casas. Aunado a lo anterior, también se dijo que, para la trasmisión de los contenidos educativos en comunidades indígenas, se utilizaría el sistema radiofónico del Estado, a través de canal Once, Ingenio TV, el sistema público de radiodifusión y la red de 36 radiodifusoras y televisoras educativas y culturales de México. De ahí que también se aseguró que, se producirían y trasmitirían más de 4 mil 500 programas de televisión y 640 de radio en 20 lenguas indígenas, y que todas las transmisiones contarían con lengua de señas y que los libros de texto gratuitos se imprimirían en Braille y Macrotipo (Imer Noticias, 3/08/2020).

¿Dónde quedó aquella promesa de campaña en la que afirmó, aquel candidato presidencial por Morena, que nada se haría sin la consulta a los maestros y padres de familia?, ¿por qué, durante estos 5 meses, no se recogieron las experiencias de los maestros y maestras de México?, ¿por qué, durante estos 5 meses, no se recogieron las voces y experiencias de los padres de familia sobre lo que les significó la primera parte de la estrategia?, ¿por qué, durante estos 5 meses, no se les preguntó a los estudiantes sobre las posibles bondades y/o desaciertos de dicha estrategia?, ¿por qué se menosprecio este cúmulo de saberes que representan una riqueza para la evaluación de un programa?

Quienes nos encontramos en el medio educativo sabemos bien que, al término de la ejecución de un proyecto, se tiene que realizar una valoración de lo acontecido. Eso lo tenemos claro porque, en más de una ocasión, nuestros maestros nos lo repitieron, prácticamente, hasta el cansancio. ¿Los objetivos planteados se lograron?, ¿qué factores intervinieron para que éstos pudieran, o no, lograrse?, ¿qué circunstancias se presentaron para que las acciones pudieran, o no, desarrollarse como se habían planeado?, ¿de qué manera los recursos planeados abonaron para que pudiera, o no, lograrse el proyecto?, ¿qué reflexión se puede obtener de todo ello? Éstas, son algunas de las interrogantes que, en algún momento, algunos profesores plantean para que los estudiantes, de cualquier nivel educativo, realicen un ejercicio de valoración y reflexión sobre el desarrollo de una actividad y/o proyecto encomendada por éste. Es más, algunos profesores, siguiendo lo que establece la Investigación-Acción, propician que sus estudiantes realicen un replanteamiento para que, con ello, pongan en marcha el mismo proyecto, pero con acciones que, una vez analizadas y replanteadas, logren el resultado esperado.

Desafortunadamente, en la SEP, la ignorancia pedagógica, didáctica y académica, es un hecho evidente. Esto es así porque, como he dicho, el “relanzamiento” de una estrategia fallida por parte de esta Secretaría, priorizó el pragmatismo y no el conocimiento que produce la experiencia. Y bueno, lo que el profesor, alumnos o padre de familia hicieron, o no, durante la contingencia, fue lo de menos. Es más, no importó. Claro, es obvio, darle autonomía al maestro para que éste ponga en marcha un cúmulo de estrategias para que sus estudiantes se acerquen al aprendizaje requerido, representaría un… ¿acto de rebeldía? Claro, es obvio, los planes y programas educativos tienen que cumplirse porque, de lo contrario, las organizaciones internacionales estarían insatisfechas por las acciones que la misma autonomía otorga. Y, desde luego, todo ese cúmulo de saberes “adquiridos” tienen que evaluarse porque, de lo contrario, los maestros no estarían cumpliendo con su trabajo. Por qué no se entiende que hacer poco es mucho (Carro, 2020).

Creo pues que, desde la presentación de esta propuesta, se ha polarizado y politizado un tema que, desde mi perspectiva, es fundamental para la mejora y bienestar de un país. La división encuentra sentido en aquellas voces que aseguran que, dicha propuesta, es viable porque no había de otra; por su parte, otras voces, aseguran que ésta no abona puesto que, aunque se dijo que el maestro es insustituible, la verdad de las cosas es que la televisión, o la radio, será esa figura que “dictará” los aprendizajes a seguir en tanto la pandemia no ceda terreno. En cualesquiera de los casos, yo me quedo pensando en que los alumnos pasarán un buen rato sentados frente a un televisor o radio, si es que cuenta con éstos; después, tendrán que “conectarse” o “comunicarse” por diversos medios tales como computadora, móvil (si es que cuenta con éstos) o, a través de un plan de actividades escrito y dejado en algún espacio de sus comunidades por su maestro; luego, realizar sus múltiples tareas escolares porque tienen que “aprender” los contenidos de las distintas asignaturas que, de acuerdo a su nivel, corresponda;  después, disipar dudas con sus padres o, en algunos casos, con sus profesores, mientras realiza éstas; luego, realizar algunas tareas domésticas propias de su contexto y de su región, o bien, ayudar a sus padres en su comercio o trabajo; ¡ah! pero eso sí, si no tuvieron la oportunidad de ver o escuchar lo que se trasmitió, pueden hacerlo porque los programas ahí estarán, para todos… ¿y el recreo? (Carro, 2020).

Ahora por lo que respecta a los maestros, además de los pobres cursos y consejos técnicos sin sentido, con seguridad trabajarán siguiendo la misma dinámica que sus alumnos, simple y sencillamente, porque así lo mandata su autoridad educativa; trabajo acompañado, desde luego, de sus respectivas evidencias porque, indiscutiblemente, también las solicita su autoridad educativa… ¿Y la autonomía? (Carro, 2019).

Luego entonces, una pregunta que he podido leer cuando la crítica a tal estrategia se hace presente a través de distintos medios de comunicación, ¿y usted qué propone? Me lleva a pensar que tal cuestionamiento busca, por un lado, una respuesta a lo que la misma autoridad no pudo responder o bien, que le otorgue una posible solución a todos los males que han aquejado al Sistema Educativo, aún, antes de la contingencia. Por mi parte, considero que hay cientos de respuestas y que éstas se hallan en cada uno de los profesores que son parte de ese Sistema porque, si bien es cierto que la SEP mandata y/o regula “algo”, también es cierto que el profesor o profesora, además de considerar aquello que se mandata, busca alguna otra estrategia para que sus alumnos aprendan. ¿Esto es autonomía? En sentido estricto sí lo es, pero es una autonomía relativa, oculta, que no se sobrepone a lo establecido porque, al final de cuentas, se cumple con lo que la autoridad mandata y no lo que la generación de aprendizajes requiera.

¿Qué pasó con la radio comunitaria, el perifoneo, los cuadernillos, el periódico, la revista, las historietas, entre otros?, ¿podrían ser parte de otras propuestas?

En este sentido, hay quien afirma que Aprende en Casa II no es una estrategia “nueva”, porque ya se cuenta con un modelo llamado “Telesecundaria”, y en parte es cierto, no obstante, permítanme referir que tal especialidad está dirigida a subsanar el rezago educativo en comunidades rurales e indígenas del país, lo cual me lleva a pensar que el Presidente, y el propio Secretario de Educación, al plantear una segunda parte de una mala película, reconocen que México presenta un rezago educativo, pero también, que la televisión ha sido el medio a través del cual, más del 90 por ciento de la población, se ha “educado” a través de los años.

¡Qué contradicción!


Referencias:

Flores, A. (3/08/2020). El 24 de agosto reinician clases a distancia en alianza con canales de TV. Imer Noticias. Recuperado de: http://noticias.imer.mx/blog/24-de-agosto-reinician-clases-a-distancia/

Carro, A. (28/04/2020). Hacer poco es mucho; pero la SEP no entiende esto. Educación Futura. Recuperado de: http://www.educacionfutura.org/hacer-poco-es-mucho-pero-la-sep-no-entiende-esto/

Carro, A. (12/05/2020). ¿Y el recreo? Educación Futura. Recuperado de: http://www.educacionfutura.org/y-el-recreo/

Carro, A. (4/08/2019), “Zombies en la SEP. Educación Futura. Recuperado de: http://www.educacionfutura.org/zombies-en-la-sep/

Fuente e Imagen: https://profelandia.com/aprende-en-casa-ii-las-segundas-partes-nunca-fueron-buenas/

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American university students are coddled, thin-skinned snowflakes, and social media is to blame

By: Robert Bridge

The explosion of ‘cancel culture’ and the social justice mindset on college campuses across the US was inspired by social media, where the idea of creating digital ‘safe spaces’ without ‘trolls’ has invaded the real world.

For those born around 1995, this column will likely be filed away under the heading: ‘Aging Generation X-er with No Clue Rails against Evils of Social Media.’ And I suppose there may be some truth to that claim. After all, the greater part of my life – like that of many other people – was spent without access to handheld technologies and the endless apps, add-ons and what-nots. The reason is not because I lived on an island, or was born among the Amish, but because such technologies were not around in my time. In other words, the youth of Generation X was more defined by Alexander Graham Bell than Steve Jobs.

Today, the ‘reality’ for those born after 1995 – the so-called ‘Generation Z’ – is radically different from those born just a decade earlier, since they have had an intimate relationship with the Internet practically since birth. It would be naïve to think this age demographic – many of whom were nurtured on social media – would reach adulthood with the same set of attitudes, values, and worldview as their predecessors. What’s shocking is just how different they really are.

Starting in 2014, just as Generation Z was entering college, a strange new phenomenon began surfacing on campuses across the country. Students, who are traditionally the staunchest defenders of free thought and the least likely to be prudes, began tossing around vague concepts carried over from the internet, such as ‘safe spaces,’ ‘microaggressions,’ and ‘getting triggered.’

A 2014 article in The New Republic shed an early light on this encroaching mentality: “What began as a way of moderating internet forums for the vulnerable and mentally ill now threatens to define public discussion both online and off,”wrote Jenny Jarvie. “The trigger … signals not only the growing precautionary approach to words and ideas in the university, but a wider cultural hypersensitivity to harm and paranoia about giving offense.”

But instead of adjusting their sails for the approaching tsunami of tears, universities broke with a thousand-year-old academic tradition, allowing the feelings and emotions of misguided adolescents to supersede the wisdom and reasoning of the educators. In fact, the world of academia not only failed to stop the flood, but, due to its own extreme liberal bent, helped to aggravate the strife by blaming the perceived ills of the world on some select bogeymen. More often than not these were dead white guys, members of a clan known as ‘the patriarchy’ that thrives today on its so-called ‘white privilege.’ Thus, college campuses are now riddled with angst and activism to the point that even the rules of English grammar and mathematics have become suspect.

Perhaps the greatest casualty from this radical makeover, however, is the trust that had been cultivated over the centuries between student and teacher. Professors today are hypersensitive to the grim fact that they may lose their job for doing or saying something ‘offensive’ that violates the rules of politically correctness. At the same time, many colleges are now extremely hesitant about inviting controversial speakers to their campus for fear of ‘triggering’ their students and inciting protests.

The intellectual bubble that now encapsulates the college campus mirrors the reality on social media, where users have a strong tendency to mingle with only those individuals who share their worldview. Whenever some annoying outsider with a different opinion attempts to ‘troll’ them, canceling that person and their alternative views is as easy as ‘unfriending’ them. Meanwhile, there is a certain status and feeling of moral superiority that comes from ‘canceling’ some heretic that has fallen afoul of political correctness.

In the 2018 book ‘The Coddling of the American Mind’, Greg Lukianoff, the president of the Foundation for Individual Rights in Education, and Jonathan Haidt, a social psychologist, argue that the digital constructs of ‘safe spaces’ have done far more harm than good.

“Social media has channeled partisan passions into the creation of a “callout culture,” Lukianoff and Haidt argue. “New-media platforms and outlets allow citizens to retreat into self-confirmatory bubbles, where their worst fears about the evils of the other side can be … amplified by extremists and cyber trolls intent on sowing discord and division.”

According to Lukianoff and Haidt, Generation Z’s fierce aversion to controversial and even shocking information means that college campuses have become “more ideologically uniform,” thereby hindering the ability of “scholars to seek truth, and of students to learn from a broad range of thinkers” as historically has been the case at university.

The problem with allowing cancel culture to take root on social media and the university in the first place is that American society is now confronted with a mammoth weed on its front lawn. And while most people agree it is a problem, at the very least an eyesore, those who propose solutions risk being canceled themselves.

Last month, for example, 150 public figures, including Noam Chomsky, Salman Rushdie and JK Rowling attracted anger and ridicule after they signed a letter that called out ‘cancel culture.’ In part, the letter warned that the “restriction of debate, whether by a repressive government or an intolerant society, invariably hurts those who lack power and makes everyone less capable of democratic participation.”

Not only were these left-leaning signatories extremely late to the game, they themselves have been accused of attempting to silence voices, mostly conservative ones, they did not agree with. Others, like Jennifer Finney Boylan, actually apologized to the mob for endorsing the milquetoast proposals put forward in the letter.

The tragic irony is that Western civilization, which was constructed on the free flow of ideas, is no longer capable of even pointing out problems without attracting scorn and derision. Such a repressive atmosphere, endorsed by ideologues that listen only to the voices inside their own heads, is severely threatening future progress. If this dangerous new tendency is not confronted head on and brought under control, it will be Western civilization itself that eventually finds itself ‘canceled’ due to its inability to evolve.

Source and Image: https://www.rt.com/op-ed/496957-us-university-social-media/

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Nuevo informe diseña un ranking universitario basado en el impacto social

Por: Paola Estrada Villafuerte

El reporte desarrollado por el King’s College London, la Universidad de Chicago y la Universidad de Melbourne explica la necesidad de implementar clasificaciones mundiales para el estudio de la educación superior en las necesidades sociales.

Las universidades están creando un impacto positivo dentro de sus comunidades, sin embargo, a comparación del número de publicaciones científicas o la calidad educativa, el impacto social no se está midiendo. Advancing University Engagement: University engagement and global league tables, el nuevo informe desarrollado por el King’s College London, la Universidad de Chicago y la Universidad de Melbourne, discute la visibilidad que se le brinda al valor social de la educación superior en las métricas de rankings globales. Los vicepresidentes y actores principales de estas universidades, en conjunto con la consultora de gestión Nous Group, han desarrollado un nuevo marco de referencia para clasificar las instituciones, según su nivel de compromiso social, que podría incluirse en estas clasificaciones globales.

Si las universidades pudieran desarrollar algunas medidas objetivas para esta participación, tal vez podrían encontrar formas de integrar estas medidas en las diversas metodologías que se utilizan para definir el «rendimiento» o la «calidad» de una universidad, se argumenta en el reporte.

Además, se presume que la implementación de esta clasificación, alentaría a las universidades a destinar mayores fondos y esfuerzos para beneficiar a las necesidades sociales, ya que existirían reportes que potencialicen la visibilidad de esta área en el sector educativo. Advancing University Engagement, pretende brindar evidencia para eliminar el escepticismo creciente hacia la educación superior que ha incrementado entre precios elevados e inequidades en el aprendizaje. “Las universidades son a menudo las instituciones de anclaje en sus comunidades y, como tales, tienen la capacidad de tener un tremendo impacto positivo», señaló Derek R.B. Douglas, Vicepresidente de Participación Cívica y Asuntos Externos de la Universidad de Chicago. Reconocer el valor social que las universidades brindan a su comunidad “demostraría el retorno de la inversión de fondos públicos en términos accesibles”. Además agregó que el marco de este informe “proporcionaría una forma concreta de medir ese impacto y alentaría a las universidades a no solo invertir más en la participación en un momento en que las necesidades sociales son más apremiantes, sino que también lo convertirían en el centro de su identidad como institución».

En el tercer estudio piloto de este reporte, participaron más de 15 universidades del Reino Unido, Estados Unidos, Australia, América Latina, Asia y Canadá y recibieron retroalimentación del sector global de educación superior. A partir de aquí, se desarrollaron una serie de indicadores de compromiso cívico clave en el informe.

Ocho indicadores de compromiso cívico en las universidades

  1. Responsabilidad universitaria con el compromiso social: compromiso de participación social en el liderazgo superior y en la estrategia universitaria

  2. Opinión comunitaria de la universidad: Visión de la universidad de los socios universitarios (comunidad, sin fines de lucro, negocios y gobierno).

  3. Acceso estudiantil: La proporción de estudiantes preuniversitarios que participan en un programa de «preparación universitaria» o «acceso». Esto demuestra que la institución apoya a grupos subrepresentados y se compromete a preparar a estas personas para la educación superior.

  4. Voluntariado: La proporción de estudiantes y personal que participan en programas de voluntariado / servicio dirigidos por la universidad. Esto demuestra que la institución facilita que sus miembros retribuyan a la comunidad.

  5. Alcance de investigación fuera de revistas académicas: La proporción de menciones no académicas (citas en literatura gris, medios de comunicación, documentos de política y otros lugares fuera de las revistas tradicionales) con el total de los resultados totales producidos por la universidad que se siguen.

  6. Aprendizaje comprometido con la comunidad dentro del currículo: La proporción del plan de estudios dedicado a la participación / aprendizaje de servicio y la proporción de estudiantes que participan en estos cursos. Las unidades o asignaturas dedicadas a la participación se definen como: los estudiantes reciben un crédito por el curso y tiene un elemento práctico de participación comunitaria. Esto excluye actividades vinculadas a la acreditación profesional.

  7. Compras socialmente responsables: La proporción del presupuesto negociable de la universidad que se gasta en adquisiciones vinculadas al beneficio social.

  8. Huella de carbono: Total de toneladas métricas de emisiones de carbono producidas por una universidad cada año. Incluidas las emisiones directas producidas por las operaciones de la universidad.

Los rankings universitarios suelen crear un precepto de la calidad educativa que las universidades participantes brindan, y estas clasificaciones, al moverse entre grandes sitios publicitarios, tienden a influenciar las decisiones tomadas por las instituciones. Advancing University Engagement, menciona que desea hacer uso de esta misma influencia para reconocer mejor la participación social.

El director de la Fundación UPP explica: «Las clasificaciones son problemáticas por una variedad de razones, pero si bien queremos desear que se eliminen, la realidad es que están aquí para quedarse. Por lo tanto, sería mucho mejor si las clasificaciones existentes y nuevas incluyeran el valor que las universidades aportan a la sociedad para que brinden una imagen más completa de nuestro sector. El informe proporciona una contribución importante a este debate e incluye una gama sensata de indicadores”. La crisis actual tan sólo acentúa la necesidad de medir y dar a conocer el valor social que la educación superior brinda. Este informe es el inicio prometedor a una cultura más cívica y socialmente responsable dentro de los rankings globales. Los autores mencionan que dentro de los siguientes pasos para dar seguimiento a esta publicación, se encuentra la búsqueda de colaboraciones y socios que ayuden a llevar al siguiente nivel el compromiso social dentro de las universidades.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/rankings-universitarios-impacto-social

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