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Antidepresivos felinos: cómo los japoneses luchan contra el estrés en el trabajo

Por: Ecoportal/20-12-2017

Empresas niponas descubren que el ronroneo de los felinos contribuye a reducir el estrés y la ansiedad de sus empleados en el trabajo.

Ferray Corp, es un ejemplo de las empresas japonesas que permite que sus empleados se traigan el gato a la oficina. Según la gerencia de la compañía, la comunicación con los animales hace que el trabajo sea menos estresante. Mientras los empleados trabajan, sus gatos deambulan entre escritorios e incluso participan en las reuniones.

“El poder dar cariño físico o recibirlo es muy importante para el ser humano y tener un ­momento de estima con ese animal nos relaja, nos hace desconectar de los problemas y del estrés”.

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La terapia del ronroneo

El gato, señalan los terapeutas felinos, aporta paz, calma, energía, diversión… y su presencia en las oficinas resulta muy positiva si se consigue que el trabajador se sienta más relajado. Esto es fundamental en ambientes laborales tan exigentes como el nipón, con jornadas interminables y jerarquías muy marcadas.

Laura Trillo, comunicadora felina, tiene una crítica a esta iniciativa de los empresarios japoneses. “No acabo de ver claro que los trabajadores lleven a sus propios gatos”, afirma. “Estos animales son territoriales y muy sensibles y me cuesta creer que diferentes gatos poco acostumbrados a estar con gente extraña se lleven bien”, añade. Trillo sí está de acuerdo con los ­beneficios que esos felinos pueden tener en el comportamiento de los trabajadores “cuando los gatos viven en la ­oficina, si desde muy pequeños han sido acostumbrados a compartir ese espacio con otros animales de su misma especie y personas desconocidas”.

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¿Qué tiene el gato que le hace diferente de otros animales?

Responde Trillo: “Los gatos, con su calma, energía y presencia física hermosa nos aportan mucha paz. Además, si nos vamos a otro plano, los gatos son especialistas en limpiar y transmutar energía. Nosotros sentimos sin darnos cuenta que la presencia de los gatos nos sienta bien”. Pero hay más. “Los gatos son muy sensibles, detectan dónde hay algo que sienta mal a las personas, y suelen ir a transmutarlo –añade Trillo–; son terapéuticos a muchos niveles, porque sólo con su presencia, pueden ayudar a personas solitarias o que se recuperan de una enfermedad.

¿El secreto estaría en el ronroneo de los felinos?

“En una pequeña parte”, responde. “Es una vibración que entra en contacto con la nuestra, desequilibrada debido a la ajetreada vida que llevamos. Así que el ronroneo del gato nos conduce al equilibrio con la vibración”. Trillo recalca que ese sonido “es en realidad una herramienta de la que se benefician también los gatos, que segregan endorfinas y que con esa vibración superan situaciones de estrés”.

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Por mi experiencia he podido constatar que el contacto con gatos minimiza los riesgos cardiovasculares. También detectan alteraciones en nuestro organismo, como tumores, epilepsia, subidas de glucosa o infartos, y son capaces de avisar antes de que se produzcan, por su extraordinaria sensibilidad”, concluye Trillo.

Ecoportal.net

Con información de:

http://www.lavanguardia.com

https://actualidad.rt.com/

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Egypt signs ¥993m grant with JICA for education development

Egipto/Diciembre de 2017/Autor: Doaa Farid/Fuente: Egypt Today

Resumen:  El ministro egipcio de Inversiones Sahar Nasr firmó una subvención de 993 millones de yenes ($ 8.8 millones) con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) para suministrar dispositivos de educación e investigación para la Universidad de Ciencia y Tecnología Egipto-Japón (E-JUST). Durante su visita a Tokio, donde se reunió con el vicepresidente de JICA, Kazuhiko Koshikawa, Nasr dijo que el proyecto apunta a apoyar el contenido educativo y el rendimiento de los estudiantes de la Facultad de Ingeniería mediante el suministro de los dispositivos necesarios.

Egyptian Minister of Investment Sahar Nasr signed a 993 million yen ($8.8 million) grant with the Japan International Cooperation Agency (JICA) to supply education and research devices for the Egypt-Japan University of Science and Technology (E-JUST).

During her visit to Tokyo where she met with JICA Vice President Kazuhiko Koshikawa, Nasr said the project targets supporting the educational content and performance for the Faculty of Engineering students through supplying needed devices.

«It also aims to attract Japanese companies and authorities and use their capabilities in training and transferring technology,» Nasr added.

E-JUST is the first Japanese university to be constructed outside Japan, as it will invest in enhancing development in the fields of science and technology, Koshikawa noted.
In another meeting with the Japanese Minister of Foreign Affairs, Tarō Kōno, Nasr signed the letters to receive the grant payments.

During the visit, Nasr met with a delegation of 20 companies, including Sumitomo Corporation, Toyota and Hitachi to discuss increasing their investments in Egypt.

JICA is adopting the Egypt-Japan Education Partnership (EJEP), launched during the visit of President Abdel Fatah al-Sisi to Japan in 2016, to support Egyptian human resources, which can contribute to economic development. The Japanese agency is supporting all stages of the application.

Fuente: https://www.egypttoday.com/Article/3/37327/Egypt-signs-%C2%A5993m-grant-with-JICA-for-education-development

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Two Hong Kong students kicked out of graduation ceremony after not standing for national anthem

China/Diciembre de 2017/Fuente: South China Morning Post

Resumen:  Los estudiantes de trabajo social del Colegio de Tecnología de Hong Kong se sentaron en silencio mientras March of the Volunteers tocaba durante la ceremonia en el campus de Ma On Shan, desafiando una nueva regla escolar que define el irrespeto del himno nacional como mala conducta. El personal de la escuela cortó el himno corto no mucho después de que había comenzado, habiendo notado que no todos estaban de pie. Los dos graduados sentados recibieron la orden de irse. Más de 10 estudiantes en la ceremonia se retiraron para mostrar su apoyo a la pareja. Según los informes, a todos los estudiantes no se les otorgaron sus certificados. La ceremonia se reanudó después de algunas interrupciones, que duraron aproximadamente 20 minutos. El presidente y director de la institución, Chan Cheuk-hay, habló con los estudiantes después de la ceremonia.

 

The social work students from Hong Kong College of Technology sat silently while March of the Volunteers played during the ceremony at a Ma On Shan campus, defying a new school rule which defines disrespecting the national anthem as misconduct.

School staff cut the anthem short not long after it had begun, having noticed not everyone was standing. The two seated graduands were ordered to leave.

More than 10 students at the ceremony walked out to show support to the pair. All of the students were reportedly not awarded their certificates. The ceremony resumed after some disruption, which lasted about 20 minutes.

The president and principal of the institution, Chan Cheuk-hay, spoke to the students after the ceremony.

One student told him: “That we sat down [during the anthem] did not mean we don’t respect the national anthem. And if we sang the song, it would not mean we loved the country.

“We don’t understand why the school rejected the social work students it trained up during the graduation ceremony just because of a national song.”

The students said they understood the situation in the country well and held that the Chinese government was not serving the people and that they, as social work students, should speak out.

But Chan said the institution, established as Mongkok Workers’ Night School in 1957 and led by a board with Beijing-friendly members, had always loved the country and the city.

He said: “The [college] is an institution which loves the country and Hong Kong. It has been upholding the patriotic flag and this is uncompromising.

“And we never retreated even under colonial rule, during which we were suppressed … if you didn’t know about this during your admission, you have picked the wrong school.”

Pro-establishment lawmaker Priscilla Leung Mei-fun said she was glad to see a school setting rules to make it clear to students how to respect the national anthem. She said it was in keeping with a law against disrespecting the national anthem, which the government hopes to enact soon.

“School regulations are the best way to make students get used to respecting their own country. I appreciate the principal very much,” Leung said.

Pan-democratic legislator Shiu Ka-chun, who opposes the anthem legislation, said educators should not serve their political ends over educational goals.

“The biggest problem here is that the school is covering up the educational missions with their political missions,” Shiu said. “Should a Catholic school demand all students convert?”

In recent years different forms of protest during the anthem at graduation ceremonies have become common. But Saturday’s was the first case of students being kicked out for insufficient respect.

At the graduation ceremony on the same site in November last year, Chan scolded students for “insulting the anthem”after some social work graduands raised signs during the song, protesting 2016’s interpretation of the Basic Law, Hong Kong’s mini-constitution, by the National People’s Congress Standing Committee.

Fuente: http://www.scmp.com/news/hong-kong/education/article/2124697/two-hong-kong-students-kicked-out-graduation-ceremony-after

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Myanmar: Las limpiezas étnicas no son cuentos del pasado

Myanmar/Diciembre de 2017/Autor: Mateo Guerrero Guerrero/Fuente: El Espectador

La discriminación contra la minoría musulmana en Myanmar ya había producido varios desplazamientos y masacres desde 1948. Este año, la historia se repitió y nadie pudo hacer nada para evitarlo.

Esta es la historia de un genocidio anunciado. “El Ejército le prendió fuego a mi casa. Dentro estaban mi suegra, de edad avanzada, y mi cuñada, que tenía dificultades mentales. Las quemaron vivas. No pudimos salir con ellas cuando los militares llegaron al pueblo”, dice una de las mujeres rohinyás que prestaron su testimonio para el informe que en febrero de este año publicó el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas. En ese momento faltaban seis meses para que los crímenes contra los rohinyás, la minoría étnica y religiosa que habitaba la provincia de Rakhine, al norte de Myanmar, protagonizara los titulares de prensa.

“Mis dos hermanas, de ocho y diez años, estaban huyendo porque vieron venir al Ejército. Las mataron, pero no a tiros; las cortaron con cuchillos”, dijo para el mismo informe la sobreviviente de un caso de violación colectiva, una niña de 14 años proveniente del mismo pueblo que, según Human Rights Watch, junto con otros cinco asentamientos habitados por rohinyás, ya tenían 820 edificios destruidos por cuenta del Ejército en noviembre de 2016.

Lejos de Myanmar, el nombre que adoptó tras su independencia la antigua Birmania, es fácil imaginar que la crisis empezó el 25 de agosto de este año, cuando los insurgentes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (ERSA) desencajaron la reputación de las autoridades del país al asestarles un golpe sorpresa a 30 estaciones de policía.

Tras un vistazo apresurado, también es posible pensar que la ira desbordada fue la principal causa de la violencia en contra de la minoría musulmana que nutre las filas del ERSA. Las cifras de la crisis, que hablan de 6.700 muertos y 650.000 personas desplazadas en menos de cinco meses, piden explicaciones más allá de una venganza ciega.

Una historia que se repite

El informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas no fue la única alerta temprana. Durante meses, organizaciones como el Centro Simon-Skjodt para la Prevención del Genocidio o la comunidad de académicos de la International State Crime Initiative venían advirtiendo del riesgo de que la población rohinyá fuera víctima de crímenes atroces a gran escala. No sería la primera vez.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los rohinyás pelearon codo a codo con los británicos para repeler al Imperio japonés en el sudeste asiático. A cambio, la corona inglesa prometió el fin del dominio colonial y la creación de un Estado independiente.

Como tantas otras veces, la promesa se cumplió a medias y, en lugar de restablecer las fronteras del antiguo reino de Arakán, que durante siglos fue la última frontera de la expansión del islam por Asia, las comunidades musulmanas que pelearon para tener su propio país tuvieron que conformarse con convertirse en una minoría étnica y religiosa en el interior de Myanmar, la nación que surgió tras la guerra y que aún hoy sigue siendo gobernada por representantes de su abrumadora mayoría budista.

En el año 2000, Human Rights Wahtch publicó un informe que demuestra que los ingredientes de la crisis humanitaria de hoy estaban servidos desde 1948.

Desde que Myanmar empezó a dar sus primeros pasos, el gobierno insistió en que los rohinyás eran inmigrantes ilegales. Como consecuencia, a lo largo de los años se les ha negado la posibilidad de servir como funcionarios públicos, acceder al sistema de educación o incluso movilizarse libremente por el país.

También desde el comienzo, la discriminación provocó el surgimiento de grupos insurgentes e independentistas que, en una de sus primeras y anecdóticas encarnaciones, estaban dirigidos por un tal Cassim, quien, tras ser capturado en Bangladés en 1950, dejó a sus tropas libres para dedicarse al robo y el contrabando de arroz.

La historia de insurgencia y marginalización regresó con una cara más reconocible en la década de los 70, cuando las autoridades migratorias y el ejército birmano comenzaron una operación que se conoció como Nagamin. La palabra se traduce como “rey dragón” y el programa al que estaba asignada provocó que, para mayo del 78, cerca de 200.000 rohinyás huyeran del país. Como hoy, la excusa fue la lucha contra el terrorismo y el destino exactamente el mismo: Bangladés.

La Cruz Roja no tardó en quedarse corta para atender a tanta gente y Naciones Unidas tuvo que intervenir con trece campos de refugiados. Mientras tanto, los gobiernos de Birmania y Bangladés acordaron la repatriación de los rohinyás, que sólo empezaban a cruzar la frontera cuando los refugios dejaron de recibir fondos y las raciones de comida a escasear.

Entre 1991 y 1992, el desplazamiento masivo de los 70 se volvió a repetir, esta vez con cerca de 250.000 y con la particularidad de que, en esa ocasión, Human Rights Watch reportó que el gobierno de Bangladés fue menos tolerante y empezó a realizar deportaciones forzadas.

Nada habría permitido prever las proporciones de la reciente escalada de violencia hasta 2012. En junio de ese año, los medios de comunicación birmanos reportaron la captura de tres hombres rohinyás relacionados con la violación y el asesinato de Ma Thida Htwe, una costurera de 27 años.

Poco después, un bus que iba por el municipio costero de Taungup fue detenido por un grupo de 300 budistas enardecidos. Esa noche, diez miembros de la minoría musulmana fueron linchados tras ser arrancados de los asientos en los que viajaban. Tres días más tarde, en un hecho sin precedentes que habla de la gravedad de la situación, el gobierno militar anunció la creación de un comité para investigar “los actos ilegales y anarquistas” que habían tenido lugar en la provincia de Rakhine. El Grupo Internacional de Crisis de Naciones Unidas también intervino para recomendarle al gobierno birmano que la mejor forma para evitar un rebrote de violencia era ponerle fin a la discriminación de los rohinyás. Eso no pasó.

Lo que no aprendemos de la historia

El 9 de octubre de 2016, varias personas armadas con palos, cuchillos y explosivos caseros asaltaron tres estaciones de policía en el norte de Myanmar. Decían que eran miembros del Harakah al-Yaqin (Movimiento de la Fe, en árabe). La violencia contra los rohinyás se desató.

“Los soldados me daban puños y patadas mientras gritaban ‘dile a Alá que venga a salvarte’”, se lee en otro de los muchos testimonios que la ONU recogió en su informe de febrero, cuando las alertas sobre un posible genocidio apenas empezaban a sonar.

El 25 de agosto, rebautizados como Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (ERSA), los insurgentes que desafiaron con cuchillos a las autoridades de Myanmar regresaron con ametralladoras y multiplicaron por diez el número de estaciones atacadas en octubre. El ejército birmano no se quedó atrás y rompió su propio récord de desplazados y víctimas mortales. La ONU definió los hechos como un caso clásico de limpieza étnica.

“He estado en República Centroafricana en dos ocasiones, en Congo, en Níger, en Honduras, en México, pero nunca he trabajado en una crisis tan grande y tan dura como esta”, dice María Simón, coordinadora de la misión de Médicos Sin Fronteras en Chittagong, la región al sur de Bangladés que ha recibido el grueso de desplazados provenientes de Myanmar.

En los campos de refugiados habita el equivalente a la población de una ciudad del tamaño de Cúcuta y a Simón se le van los días gestionando al personal médico y la llegada de camiones llenos de agua y alimentos que buscan que la crisis no se agrave por motivos sanitarios.

Con el fantasma de una epidemia a cuestas, la médica se sorprende por el modo en que, entre los campamentos hechos con plástico y bambú a lado y lado de las carreteras, los rohinyás no dan su brazo a torcer.

“Hay escuelas que están funcionando, hay pequeños mercados con tiendas, incluso hay una peluquería. La gente se adapta al medio y continúa con su vida, pese a que las condiciones son muy complicadas”, dice. Además destaca la política de fronteras abiertas que el gobierno de Bangladés ha tenido durante la crisis.

Para Tasleem Shakur, profesor de geografía humana en la Universidad de Edge Hill (Reino Unido), la actitud del gobierno bangladesí es producto de sus aprendizajes históricos. En 1971, cuando Bangladés se desangraba en una guerra de independencia que dejó 10 millones de refugiados en el extranjero y el genocidio de 3 millones de personas, ellos mismos fueron receptores del tipo de ayuda que ahora necesitan los rohinyás.

A pesar de eso, y siguiendo el mismo derrotero de otras crisis protagonizadas por los rohinyás, los gobiernos de Myanmar y Bangladés ya firmaron un acuerdo de repatriación a finales de noviembre. La idea es, por un lado, librar a Bangladés de la inmensa carga que supone la llegada de un número tan grande de refugiados y, por otro lado, permitirle a Myanmar limpiar un poco su reputación internacional. El acuerdo llega sin un compromiso claro para ponerle fin a la discriminación que sufren los rohinyás en Myanmar. En pocas palabras, hicieron todo para que nada cambie. El problema es que esta vez el precio de que todo vuelva a la “normalidad” es mucho mayor.

Con el genocidio y el desplazamiento de este año, la causa rohinyá atrajo la atención de organizaciones yihadistas. El pasado 27 de octubre, Abu Syed al-Ansari, líder del brazo armado de Al Qaeda en India, publicó un video en el que llamaba a pelear la guerra santa contra Myanmar.

Otra fuente de preocupación es el debilitamiento del Estado Islámico en Oriente Medio, lo que desde ya se ha traducido en un incremento de sus operaciones en el sudeste asiático, como ocurrió en Filipinas a finales de mayo. Ante la amenaza inminente, vale la pena preguntarse si el gobierno y el ejército de Myanmar van a seguir utilizando la misma excusa que han transmitido en inglés y birmano a través de sus medios oficiales: que todo es un caso de noticias falsas y que las fuerzas armadas no tienen nada que ver en lo que está pasando.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/las-limpiezas-etnicas-no-son-cuentos-del-pasado-articulo-728742

 

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“Contramarea”, película documental en Lesbos

Reseña: La historia discurre a través de dos puntos de vista: la experiencia de una refugiada y los testimonios del equipo de la ONG andaluza Proem-Aid.

El realizador  Carlos Escaño, la periodista  María Iglesias y el operador  Jaime Rodríguez presentaron en Lesbos (Grecia) la «espantosa situación», como explican en la nota enviada, vivida por sirios, iraquíes, iraníes, afganos, paquistaníes, bangladesíes que llegan a una Grecia azotada por las crisis, tras su complicada travesía por el mar Egeo.

 

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=Xd6Akb270o8

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Situación de emergencia afectará a 70 millones de niños en el mundo

ONU/16 Diciembre 2017/Fuente: Prensa Latina
El enviado especial de Naciones Unidas para la Educación Global, Gordon Brown, afirmó hoy que unos 70 millones de niños estarán atrapados en situaciones de emergencia humanitaria para el próximo año.
De ellos, alrededor de 30 millones habrán experimentado algún tipo de violencia o abusos, sobre todo quienes viven en países afectados por conflictos, alertó en conferencia de prensa.

Mientras la brecha financiera crece, más menores edad serán sometidos a la opresión y la explotación -ya sean matrimonios forzados, trabajo infantil o tráfico sexual- y carecerán de oportunidades de educación, señaló el diplomático.

Pero los programas de educación global reciben menos de la mitad de los fondos necesarios para cubrir las necesidades, lo cual compromete el futuro de millones de niños, advirtió Brown y demandó más recursos para la ayuda humanitaria en ese sector.

En países como Siria y Palestina, los conflictos inciden de forma negativa en los niños y le impiden el acceso a la educación. La situación empeora para los desplazados y refugiados, añadió.

‘No hay manera de que podamos cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible si no hay un cambio importante en la financiación de la educación.’

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=138557&SEO=situacion-de-emergencia-afectara-a-70-millones-de-ninos-en-el-mundo
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Bicicletas para que las niñas de la India vayan a la escuela

Asia/India/16 Diciembre 2017/Fuente: Diario Sevilla

La Fundación Vicente Ferrer y Viding Fitness Center han hecho entrega de 136 bicicletas para las niñas más desfavorecidas en la ciudad de Anantapur, en la India. La ayuda forma parte de la iniciativa Bicis que cambian vidas y ha sido realizada gracias a las aportaciones de Viding Fitness Center y otras entidades.

En esta ocasión, dos representantes de Viding Fitness Center han sido testigos directos de la entrega de las 136 bicicletas. Clara Molina, técnico de Viding, y Juan Carlos Franco, socio del centro deportivo de La Rosaleda (Sevilla) y voluntario en el proyecto, han estado durante nueve días en Anantapur con las niñas beneficiadas por esta iniciativa.

Desde la Fundación Vicente Ferrer se ha puesto en marcha el proyecto Bicis que cambian vidas para defender la idea de que una bicicleta, de tan fácil alcance en Occidente, puede cambiar la vida de otras personas en riesgo de exclusión. Esta ayuda les otorga dignidad, independencia y una oportunidad de mejorar su futuro a través de la educación, al tiempo que repercute beneficiosamente en sus familias y en toda la comunidad.

En palabras de Jaime Gross, director general de Viding Fitness Center, «es un orgullo poder colaborar en la iniciativa de la Fundación Vicente Ferrer y poder ayudar desde los principios que inspiran a Viding Fitness Center». La aportación Viding Fitness Center a este proyecto proviene de los kilómetros solidarios recorridos en la iniciativa Comparte tu energía positiva, organizado por el centro deportivo Viding La Rosaleda, en Sevilla.

Actualmente, India es un país en el que 100 millones de niños y niñas en edad escolar no van al colegio y la tasa de alfabetización de las niñas de castas bajas en algunas zonas rurales no alcanza el 35%.

Fuente: http://www.diariodesevilla.es/vivirensevilla/Bicicletas-ninas-India-vayan-escuela_0_1199280752.html

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