Tras conocer que había firmado una carta a favor de Palestina, la Universidad de Colonia ha decidido dar de baja la cátedra de Nancy Fraser. En su primera entrevista tras su exclusión, Fraser afirma que no permitirá que nada le impida defender a Palestina.
La célebre filósofa Nancy Fraser iba a impartir la cátedra Albertus Magnus de la Universidad de Colonia el próximo mes de mayo. Pero a finales de la semana pasada fue abruptamente «desinvitada» por el rector de la universidad, Joybrato Mukherjee, por haber firmado una carta de solidaridad propalestina el pasado otoño.
En esta entrevista con Hanno Hauenstein, Fraser habla por primera vez desde su exclusión.
HH
La Universidad de Colonia la excluyó de la cátedra Albertus Magnus. ¿En qué consistía?
NF
La cátedra implicaba una visita de varios días y conferencias públicas bajo los auspicios de un programa supuestamente dedicado al intercambio abierto. Decidí dar conferencias de mi actual proyecto sobre las tres caras del trabajo en la sociedad capitalista, un tema que no tenía nada que ver —al menos no directamente— con Israel o Palestina. Me había adelantado y había trabajado duro para escribir estas conferencias (y, por cierto, también compré un billete de avión muy caro).
HH
¿Puede explicarme cómo fue la «desinvitación»?
NF
Hace unos días recibí un correo electrónico de un profesor de Colonia, Andreas Speer, que organiza estos actos. Me dijo que acababa de recibir noticias del rector de la universidad, preocupado por el hecho de que yo hubiera firmado la declaración «Philosophy for Palestine» en noviembre, y que quería que aclarara mi postura. Pensé, ¡qué descaro! ¿Qué le importa a él mi opinión sobre Oriente Medio? Soy un agente libre, puedo firmar lo que quiera.
Pero tampoco quería ser demasiado conflictiva. Así que le contesté que había muchas opiniones diferentes sobre Palestina e Israel y que había mucho dolor en todos los bandos, incluido el dolor que yo misma había experimentado como judía. Pero hay algo en lo que no puede haber desacuerdo. Cité una frase de una declaración que el rector de la universidad había publicado en el sitio web de la universidad, sobre la importancia de un debate abierto y respetuoso. Así que le dije al Sr. Speer: por favor, asegúrele al rector que puede contar conmigo cuando se trate de un debate abierto y respetuoso.
Pensé que con eso bastaría para poner fin al asunto. Pero apenas uno o dos días después recibí un correo electrónico directo del rector diciéndome que no tenía más remedio que retirar la invitación. Escribió explícitamente, palabra sobre palabra, que quedo cancelada por haber firmado esta carta y no haberla desmentido en nuestra comunicación posterior.
HH
¿Cuál fue el principal punto de discordia? ¿El uso de las palabras apartheid y genocidio? ¿O el boicot a las instituciones israelíes, al que la carta invita a participar a los lectores?
NF
La verdad es que no lo sé, porque no he recibido más explicaciones. El rector me ofreció una charla por teléfono o vídeo en la que me explicaría mejor sus puntos de vista. No he respondido a eso. Se trata de un asunto público. Creo que todos tenemos que dejar constancia. Así que dependerá de él aclararlo. También hay una declaración en el sitio web de la universidad. A mí esto me parece una cortina de humo. Es una clara violación de la propia política declarada de la universidad, así como de los propios valores que invocan con el nombre de Albertus Magnus.
Esos valores son precisamente la libertad académica, la libertad de opinión, la libertad de expresión y el debate abierto. Cualquiera que sea la complicada racionalización que se esté dando sobre por qué este procedimiento supuestamente no viola esos valores, me suena a hueco. Esto también envía una señal muy fuerte a toda la gente de la universidad y a los académicos de todo el mundo: si te atreves a expresar ciertas opiniones sobre determinados temas políticos, no serás bienvenido aquí [en Alemania]. Tiene un efecto amedrentador sobre la libertad de expresión de la gente.
HH
Cuando dice que esto es una violación de las políticas de la universidad, ¿prevé emprender acciones legales?
NF
Lo he pensado. No es mi prioridad, aunque tampoco lo descarto. Pero, ante todo, quiero convencer a la gente de que este es un caso verdaderamente escandaloso de algo que, según muchos, es una tendencia mucho más amplia en la Alemania actual. Las personas que ocupan puestos de poder en las universidades e instituciones artísticas alemanas, así como los miembros del gobierno federal alemán que puedan estar instándoles en este sentido, deberían pensárselo dos veces. Están violando claramente normas académicas muy extendidas —y, francamente, constitucionales— sobre la libertad política y la libertad de expresión. Esto perjudicará considerablemente a la academia alemana.
HH
Teniendo en cuenta solo la historia más reciente de indignación pública y cancelaciones en Alemania, parece que estás en buena compañía. Fueron los casos de Masha Gessen, Ghassan Hage, Judith Butler y varios otros. Muchos de ellos, como usted, son judíos. ¿Le preocupa eso?
NF
No por mí misma. Estoy sentada en Nueva York y cuento con un enorme apoyo, incluida una carta extremadamente contundente de la presidenta de mi propia universidad en la New School, Donna Shalala, que comienza con la gran frase: «¡Albertus Magnus se habría horrorizado!».
Señala que es especialmente preocupante que una institución alemana cancele a un miembro del profesorado de la New School, que no solo rescató a académicos alemanes que huían del fascismo como individuos, sino que también creó un espacio para continuar el cuerpo de teoría crítica que había sido aniquilado en Alemania. La New School ha contribuido a ese cuerpo de pensamiento, y yo también. Así que esto es un insulto tanto a mí como a la New School. Pero, lo que es más importante, es una violación de las normas de libertad académica.
HH
¿Cree que se trata de una tendencia?
NF
Sí, y estoy muy preocupada. Creo que es una fiebre que se está apoderando de Alemania y, en menor medida, de Austria. Es algo muy perjudicial. También creo que es muy importante que los alemanes comprendan algo de la complejidad y amplitud del judaísmo, su historia, su perspectiva. En cierto modo están suscribiendo esta idea de una promesa incondicional de lealtad a Israel, de que esa es la responsabilidad alemana: el apoyo incondicional al Estado de Israel.
Teniendo en cuenta lo que Israel está haciendo actualmente, esto es una traición a lo que yo llamaría los aspectos más importantes y de mayor peso del judaísmo como historia, como perspectiva y como cuerpo de pensamiento. Me refiero al judaísmo de Maimónides y de [Baruch] Spinoza, de Sigmund Freud, Heinrich Heine y Ernst Bloch.
HH
¿Puede especificar a qué se refiere?
NF
Esta [otra] tradición del judaísmo está reduciendo el judaísmo no solo al nacionalismo, sino a un ultranacionalismo del tipo que está pisoteando y básicamente destruyendo la Franja de Gaza. Por cierto, ¡acabo de firmar otra carta! No me arrepiento. Una carta contra el «escolasticidio» israelí, es decir, la destrucción de escuelas y universidades en Gaza.
Más de cien profesores han sido asesinados allí. Nueve rectores de universidades han sido asesinados. Los nombres de las personas que les he mencionado antes son solo algunos, hay muchos más. Piensen en Albert Einstein, a quien se le ofreció la presidencia del Estado de Israel y la rechazó. Se trata de personas cuyo judaísmo les llevó a defender los derechos universales, no una estrecha identidad tribal.
HH
Algunos de sus críticos sostienen que en realidad no se le ha cancelado, sino que simplemente se le ha rechazado una especie de homenaje.
NF
Hay alemanes que tienen la tentación de decir que se trata de un premio honorífico. Muchos alemanes, incluso periodistas, han sido intimidados para que acepten una visión muy distorsionada de lo que realmente significa la libertad académica. El argumento de que se puede simplemente retirar algo porque es solo un premio y no genuinamente académico es una tontería.
La cuestión es que es una cátedra visitante, un nombramiento académico. Junto con todos los demás titulares anteriores de esta cátedra, fui seleccionada por mi trabajo. La idea de que lo que hago de otro modo es motivo de «desinvitación» ya dice que se está violando la autonomía académica. De eso no hay duda. Quiero decirles a estas personas que, en efecto, tienen la responsabilidad de pensar profundamente sobre los judíos. Es solo que están pensando de manera equivocada. Hay otra forma de pensar sobre esto.
HH
Críticos como Masha Gessen han argumentado que la interpretación específica de Alemania de la «Staatsräson» [razón de Estado] hacia Israel en los últimos años ha ayudado a extremistas de derecha como Alternative für Deutschland (AfD). ¿Está de acuerdo?
NF
No puedo hablar específicamente de la AfD. Pero puedo decirle que en Estados Unidos, la derecha cristiana evangélica tiene su propia versión de «macartismo filosemita», por utilizar la frase de Susan Neiman. Y tienen un razonamiento teológico que es en sí mismo profundamente antisemita. Pero lo más preocupante de Alemania para mí no es la AfD.
HH
¿Qué es?
NF
Esta especie de centrismo de derechas, que es donde reside el verdadero peso de la opinión pública. Se deja influir tan fácilmente por lo que para mí son argumentos transparentemente falsos. Como el argumento de que al excluirme supuestamente nadie está violando la libertad académica, sino que simplemente optan por no honrar a una persona que tiene las opiniones que creen que yo tengo.
HH
Usted ha dicho que no existe ninguna conexión entre «Philosophy for Palestine» y el ciclo de conferencias que iba a dar en Colonia. Pero, ¿diría que no hay conexión entre la postura que adoptó en la carta y sus escritos académicos?
NF
Llevo más de un sombrero. Hago trabajo teórico. De vez en cuando firmo cartas como ciudadana. No creo que deban estar directamente relacionados. Sin embargo, de vez en cuando escribo de un modo más agitativo o propagandístico. El mejor ejemplo sería «Feminismo para el 99%», del que fui coautora con Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya. Tomamos ideas que cada una había desarrollado en su propio trabajo y las fusionamos.
Es un manifiesto sobre cómo trazar un camino diferente para el activismo feminista que se entendiera en interés del 99%, de las mujeres y de los hombres y niños, en contraposición a cierto tipo de feminismo neoliberal corporativo. Así que he intentado popularizar mis ideas académicas, pero nunca he escrito sobre Oriente Medio. No tengo grandes conocimientos, pero soy una ciudadana pensante y lectora. Y como judía, me siento especialmente identificada con el sentimiento de «no en nuestro nombre».
HH
¿Porque lo que se hace en Gaza se hace, hasta cierto punto, en nombre del pueblo judío?
NF
Exacto. Tampoco hay duda de que hay una instrumentalización, o incluso una militarización, de la acusación de antisemitismo que se está aplicando tan erróneamente a personas que sienten que al condenar el actual rumbo del gobierno israelí, estamos abogando por una corrección del rumbo para mejorar la situación de los palestinos, así como del pueblo judío en todas partes.
HH
Eso parece algo honorable. En Alemania, sin embargo, el Bundestag (parlamento) aprobó una resolución que declara el boicot a las instituciones israelíes un caso de antisemitismo. Muchos en Alemania asocian estos boicots con imágenes de boicots históricos contra los judíos alemanes en la década de 1930.
NF
Es una asociación interesante. Al fin y al cabo, entonces no existía ningún Estado judío que se dedicara a una carnicería militarista ilegítima. Un paralelismo mucho mejor sería Sudáfrica, donde hubo un fuerte boicot académico, un boicot deportivo y un boicot cultural, que tuvieron cierto impacto junto con el boicot económico a la hora de poner fin al apartheid. Por cierto, los alemanes no solo boicotearon a los judíos. Los expulsaron, los acorralaron, los enviaron a campos y los mataron. Nada de eso ocurre aquí.
HH
¿Piensa repetir su ciclo de conferencias de Colonia en algún otro lugar?
NF
Lo haré en otros lugares. Se trata de una nueva versión ampliada y revisada de unas conferencias que di en Berlín hace dos años. Ahora tengo mucho material nuevo, que estaba deseando presentar. Mi universidad, la New School, está organizando un acto. También me han sugerido que dé conferencias en otros lugares de Alemania bajo el título «Esto es lo que no querían que oyeras en Colonia».
HH
Algunos profesores alemanes se han solidarizado con usted. ¿Cree que la gente en Alemania podría estar cambiando de opinión sobre estas cuestiones?
NF
No estoy lo suficientemente cerca del terreno como para tener una opinión informada al respecto. Pero tengo la sensación de que la fiebre se desatará. No estoy en condiciones de decir si mi caso es el desencadenante, o el siguiente, o el que le siga. Cada vez hay más inquietud al respecto. Al menos la gente de Nueva York lo ve así.
HH
Sus colegas miran a Alemania y se preguntan qué está pasando…
NF
Entre los académicos y la gente del mundo de las artes, seguro. También en el periodismo, desde que el caso Gessen tuvo tanta repercusión. O el intento tardío de despojar a Butler del Premio Adorno: todo esto se discute mucho. Al menos en las artes, en el mundo académico y en el periodismo, la gente está muy perturbada, consternada y también indignada. Ha habido muchos palestinos y árabes étnicos que han sido víctimas de esto, pero también judíos prominentes. Esto incita este sentimiento de, bueno, ¿quién eres tú para decirnos lo que significa apoyar al pueblo judío?
HH
¿Se considera usted víctima de lo que antes ha descrito como antisemitismo filosemita?
NF
Supongo que sí. Me cancelan en nombre de la especial responsabilidad alemana por el Holocausto. Supongo que esa responsabilidad debería conllevar responsabilidad hacia los judíos. Pero, por supuesto, se reduce a las políticas estatales de cualquier gobierno que esté gobernando en Israel. Para nosotros, en Estados Unidos, el macartismo es una palabra poderosa. Es una forma de hacer callar a la gente con el pretexto de que supuestamente estás a favor de los judíos.
HH
¿De dónde cree que viene esto?
NF
Simplemente se ha normalizado. La gente en Alemania ha llegado a aceptar una visión estrecha de lo que significa la libertad académica y la libertad de expresión y de lo que son las libertades políticas democráticas.
HH
Estados Unidos y Alemania han sido los dos principales proveedores de apoyo y armas a Israel en los últimos seis meses. ¿Cómo influye esto en su opinión sobre Alemania?
NF
El principal culpable es Estados Unidos. No estoy eximiendo de responsabilidad a Alemania, pero en realidad, si uno se preocupa por quién financia las políticas [de Israel], es Estados Unidos. Sin embargo, por primera vez en mi vida veo que hay un debate público equilibrado sobre la cuestión de Palestina. Las voces palestinas están en la esfera pública. Las organizaciones, incluidas las organizaciones judías de izquierda que critican la política israelí, están en la esfera pública.
Biden está sometido a mucha presión. Ha estado hablando con más dureza sobre el condicionamiento de la ayuda y pidiendo un alto el fuego. Queda por ver si esto se traducirá en recortes o condicionamientos reales de la ayuda, si los demócratas del Congreso intentarán forzar esa cuestión. Pero al menos el grifo abierto de ayuda militar de nuestro gobierno se ha politizado y cuestionado. Me gustaría que algo así ocurriera también en Alemania. Que al menos se convierta en una cuestión pública sobre la que se pueda discutir, sin ser acusado de antisemitismo.
Sobre el entrevistador:
[1]Hanno Hauenstein es un periodista independiente residente en Berlín. Ha escrito para The Guardian, TheIntercept y varios medios alemanes.
“Después de los dramáticos sucesos del Día de la Tierra se produjo una breve reconciliación y se interrumpió la campaña de confiscación de tierra a gran escala -aunque por poco tiempo- . La región de Galilea no estaba totalmente judaizada, y se mantenía la tensión en las relaciones entre judíos y palestinos. En noviembre de 1978, los jefes de los consejos locales judíos de Galilea se reunieron con algunos funcionarios y ministros del gobierno en la ciudad de Carmiel, que se acababa de ampliar ocupando territorios árabes. A pesar de las protestas y los sacrificios de la comunidad local, Carmiel se extendía ahora sobre tierras expropiadas.”
Párrafo del capítulo titulado “Desde el Día de la Tierra a la Primera Intifada, 1976-1987, pertenece al libro “Los palestinos olvidados”. Es autor el historiador Ilan Pappé.
El Día de la Tierra Palestina es de recuerdo y de lucha, desde aquel 30 de marzo de 1976 en que una huelga general del pueblo de Palestina contra el robo de tierras por los sionazis, la colonización no se ha detenido. Si aquel día el ejército ocupante asesinaron a 7 palestinos, ¿qué diríamos de cuántos han sumado hasta el día 30 de marzo de 2024? Los invasores, ejército creado sobre bandas terroristas y alimentado por los regímenes europeos y EEUU – Inglaterra, está encargado de llevar adelante el genocidio en el que todos sus padrinos basan sus esperanzas de ganancia y hacer así más y más profundas las diferencias con los pueblos a los que han tenido colonizados y esperan volver a tenerlos. La conquista de Palestina es la puerta desde la que hacen cuentas de una guerra general que desarrolle su entidad ocupante.
Revisando trabajos sobre éste día tan significativo he encontrado el que les invito a leer a continuación, https://info.nodo50.org/Dia-de-la-Tierra-Palestina-patria.html, ahí podrán ver de cómo el sionazismo se había dedicado, además de ejercer de genocida, a tratar de despoblar de vegetación autóctona a Palestina, una de las formas de imposibilitar a los habitantes que puedan sobrevivir. Y si esa deforestación se contaba hasta 2016, ¿qué sabemos de lo que hacen hoy en Gaza y en Cisjordania? Además de los muchos más de los 32.000 palestinos asesinados y los 75.000 heridos, de las 6.000 bombas que diariamente tiran sobre Gaza, además de provocar la muerte por hambre y sed e infecciones de la población, la franja que la misma ONU ya declaraba en 2020 como territorio en que no se podría vivir, ¿qué hacemos hoy mirando los teléfonos, las televisiones, … todos esos medios y cadenas sionazis? Pues, si desde 1948 ningún órgano internacional ha puesto remedio, ¿creemos, podemos esperar, que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que ha conminado a la entidad colonial a detener su genocidio, ustedes creen que se va a hacer cumplir el mandato? Por lo pronto los representantes del establecimiento que se sitúa fuera de toda ley han declarado que eso no les va a parar y han intensificado su matanza. ¿Seguimos mirando, seguimos dándonos golpes de pecho? ¿Seguimos dejando que los gobernantes prohíban defender a Palestina, perseguir a los que protestan por el genocidio, aguantamos a los regímenes y gobiernos que dicen que lamentan lo que “ocurre”, pero siguen poniendo armas en manos de los asesinos? ¿Seguimos viendo con indiferencia el que los traten con familiaridad, de asesinos porque tienen responsabilidad, familiaridad entre criminales, y nos hagamos los asombrados por la barbarie, eso si es que nos interesamos por saber y no creer sus mentiras?
No, la guerra ha dado un giro que apunta a enterrar la empatía, la solidaridad, la denuncia y la lucha que busca un mundo más justo, ¿no es hora de sumarse y hacer que caigan esos que quieren integrarnos en la mente su desprecio de los Derechos de los Pueblos? ¿No vemos cómo todos ellos desprecian las resoluciones de la ONU, hasta la última del Consejo de Seguridad? ¿Gentes de EEUU, de Inglaterra, de Europa -España, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, … creéis que es bueno que os dejéis conducir en medio del genocidio palestino? Pues preparaos, os quieren deshumanizados para emplearos en la guerra que buscan extender. Ni ellos, ni sus hijos van a caer bajo las bombas, vosotros sí. Apresuraros a defender a Palestina Gaza. El Día de la Tierra Palestina es un día ejemplar como punto de arranque para la Responsabilidad y Lucha por los Derechos de los Pueblos frente al neocolonialismo y el imperialismo.
Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a los Detenidos Palestinos. Miembro de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN. Colaborador del canal Antiimperialistas.com, de la Red en Defensa de la Humanidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Fuente de la Información: https://rebelion.org/que-dia-de-la-tierra-palestina-que-dia-anti-neocolonialista/
Cuando creíamos que la perversión humana ya había alcanzado cotas insuperables con el genocidio cometido por los nazis en la II Guerra Mundial contra judíos, gitanos, homosexuales o resistentes, cuando pensábamos que el horror tenía sus límites, comenzamos a darnos cuenta ahora que todavía queda margen y existe algo infinitamente peor que todos esos males.
¿Alguien podía imaginarse en la década de los cuarenta del siglo XX a la Fuerza Aérea norteamericana lanzando paquetes de comida a los escasos supervivientes de la espeluznante masacre del bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki? Pues bien, algo aún más macabro acaba de hacer en Gaza ese mismo país que se reclama adalid de la democracia planetaria.
El espanto acaba de superar todo lo concebible por una mente normal. Como si la maldad de algunos seres hubiera traspasado las fronteras de la perversión más absoluta y llegado a un territorio vacío de sentimientos donde la inhumanidad reinara de forma salvaje. Ahora, en estos tiempos de modernidad y supuestos avances, la barbarie se envuelve en papel de celofán, en regalo envenenado, en comida que te ofrece alguien que luego te va a asesinar a ti, a tu familia o a cualquier otro semejante en cómodos plazos, eso si no te ha exterminado ya antes. Se trata de matar a los que ya están muertos, a su memoria, a los moribundos, a los que no tienen nada para comer y que se sabe a ciencia cierta que van a morir por bombas o por hambre.
¿Solo hay que llevar a Netanyahu y a su Gobierno genocida ante la Corte Penal Internacional o ante otros tribunales? ¿Y sus cómplices?
Lo diré claramente. La actual administración de los Estados Unidos de Norteamérica, con su presidente al frente, son unos criminales a la altura, si no más, de la de Benjamin Netanyahu, a la que defiende y protege, a la que arma y sostiene con todas sus capacidades económicas, mediáticas y militares. Y, claro está, luego se encuentra todo su cohorte de aliados que también le vende armas a ese engendro de Estado genocida que es Israel: Emmanuel Macron (Francia); Rishi Sunak (Gran Bretaña); Olaf Scholz (Alemania); Giorgia Meloni (Italia); Pedro Sánchez (España); Ursula von der Leyen (Comisión Europea)… y, cómo no, sus otros pequeños adláteres como los que nos gobiernan por estos lares, tanto en Nafarroa como en Euskadi.
La colaboración entre todos estos poderes es mutua y clandestina las más de las veces. La máquina de matar en masa ya está engrasada. Y ahora solo nos queda esperar, si los ciudadanos no nos rebelamos y se lo impedimos antes, a que sigan consumando más y más atrocidades. Les bombardean y luego les echan unos pocos alimentos para aquellos “afortunados” que sobreviven a la masacre. Como si fueran animales en un corral esperando su sentencia de muerte. Y si alguno sobrevive, para eso está el Ejército israelí dispuesto a acabar con los que se atreven a encaramarse a un camión para conseguir los restos de un miserable saco de harina a repartir entre multitudes.
¿Solo hay que llevar a Netanyahu y a su Gobierno genocida ante la Corte Penal Internacional o ante otros tribunales? ¿En serio? ¿Y sus cómplices? Creo que el mundo está perdiendo toda capacidad racional de enfrentarse a estos asesinos en serie. Y no solo me refiero a los antes citados, sino a aquellos que se esconden detrás de los bastidores y que son, en realidad, los poderes reales: ese gran entramado militar industrial de carácter transnacional que se resiste a perder su hegemonía en este nuevo tablero de intereses. Y luego estamos los ciudadanos de Occidente acostumbrados a vivir narcotizados por la droga del individualismo y un consumo despilfarrador y desquiciante, destructivo de la naturaleza y de sus otros seres.
La secuencia histórica de sus crímenes es irrefutable. Ya no se puede ocultar por más tiempo ni lavar su sucia conciencia labrada masacre a masacre, la del exterminio de los pueblos indígenas de la Norteamericana precolombina; la de cambiar y poner gobiernos títeres en todo el mundo, especialmente en América Latina; la de bombardear y destruir países como Vietnam; la de invadir pueblos como Irak o destruir naciones como Libia; o la de azuzar a pueblos europeos a una política atlantista en lugar de establecer acuerdos de convivencia y cooperación en lugar del este belicismo imperante que ahora impulsa la señora Ursula Von der Leyen y toda su panda de secuaces.
Los Estados Unidos son como Israel, el pueblo elegido para cometer cualquier masacre y, además, pretenden quedar impunes
No estamos ya en los tiempos del Plan Marshall, aunque su intención siga siendo similar y se sustente en la misma concepción de supremacismo a la que han de rendirse todos los pueblos y naciones. Los Estados Unidos son como Israel, el pueblo elegido para cometer cualquier masacre y, además, pretenden quedar impunes. Lanzan al aire 38.000 miserables raciones de alimentos para que caigan al fondo del mar o para que más de dos millones de palestinos consumidos por el hambre se las disputen en la antesala de su propia muerte. Luego llegarán con sus bulldozers a sacar su correspondiente provecho de rapiña derivado de todas estas muertes: el negocio de la reconstrucción por parte de sus “fondos buitres” que ya, a buen seguro, se estarán disputando la carroña para reconstruir “asentamientos de colonos” dentro de unos pocos meses.
Occidente, con la Unión Europea y los EEUU al frente: habéis alcanzado las más altas cotas de degradación moral que imaginarse uno puede. Si no os juzga alguna Corte Penal Internacional, sabed que ya gran parte del mundo os ha colocado en la lista de los criminales más execrables.
*Escritor, periodista y miembro de la plataforma Guggenheim Urdaibai STOP.
La escasez de alimentos y agua en Gaza comienza a matar a los palestinos más vulnerables, los niños y niñas. Al menos seis menores han muerto en el norte de la Franja por deshidratación y desnutrición. Mientras, dos hospitales de la zona dejaron de funcionar este miércoles por falta de energía.
«Dos niños murieron a consecuencia de deshidratación y desnutrición» en el Complejo Médico Al Shifa, ubicado en la ciudad de Gaza, en el norte del enclave, informó el Ministerio de Sanidad de la Franja.
Poco antes, el hospital Kamal Adwana, también ubicado en el norte de la Franja, anunció que «cuatro niños murieron» en sus instalaciones en las últimas 24 horas debido a desnutrición y deshidratación.
Además, en ese hospital, otros siete niños «se encuentran en grave peligro» de muerte por las mismas razones, aseguró el Ministerio de Sanidad, que llamó a las instituciones internacionales «a tomar medidas inmediatas para prevenir una catástrofe humanitaria en el norte de la Franja».
El hospital Kamal Adwana, que fue asediado y atacado en diciembre pasado por el Ejército israelí, anunció este miércoles que estará «fuera de servicio a partir de hoy debido a la falta de combustible».
«Las operaciones quirúrgicas en el hospital se han detenido por completo», explicó, al solicitar «una intervención urgente que proporcione combustible» y permita la reanudación de los servicios.
De su lado, el hospital Al Awda, ubicado en la ciudad de Jabalia, también en el norte de la Franja, anunció la suspensión total de sus servicios debido a la grave escasez de combustible y suministros médicos, informó la agencia oficial de noticias palestina, Wafa.
Estos hospitales se unen a una larga lista de centros médicos de la Franja que ya no pueden hacer frente al colosal número de heridos y enfermos que han dejado los ataques de Israel, ya sea por la destrucción de sus instalaciones, por el corte de electricidad o agua potable, o la falta de suministros, personal y alimentos.
Argumentando que el grupo islamista Hamás utiliza infraestructuras civiles para realizar sus operaciones bélicas, el Ejército israelí ha atacado numerosos hospitales, incluido el Al Shifa, el más importante de toda la Franja y que ahora solo puede proveer servicios de emergencias.
Las fuerzas israelíes irrumpieron en Al Shifa poco después de iniciar su incursión terrestre en el enclave palestino, el año pasado, a pesar de que miles de heridos, enfermos, desplazados y personal médico se encontraban en su interior. En esa operación militar, las tropas dijeron que hallaron túneles de Hamás cerca y por debajo del centro médico.
Hambruna inminente
El cese de las operaciones del hospital Kamal Adwan «agrava la situación sanitaria y humanitaria de nuestro pueblo en el norte de la Franja de Gaza, que provocó el martirio de muchos pacientes por falta de atención médica y medicamentos», consideró Hamás, que gobierna de facto la Franja de Gaza, en un comunicado.
Además, «el martirio de los niños por desnutrición y deshidratación es un fracaso internacional para proteger a la humanidad de la criminalidad de la entidad sionista», añadió, al acusar a Israel de cometer un «crimen de genocidio y limpieza étnica» contra los palestinos.
Según el grupo islámico, unos 700.000 gazatíes —de una población total de más de dos millones de personas— se encuentran en el norte de la Franja, donde la crisis humanitaria es aún más grave que en el resto del enclave, por el difícil acceso para el transporte de suministros y los continuos combates.
Una fuente en Gaza dijo a EFE que este miércoles, por primera vez desde que estalló la guerra el 7 de octubre de 2023, un avión —aparentemente jordano— lanzó desde el aire paquetes con ayuda humanitaria cerca del hospital Indonesia, en Jabalia.
Representantes de varias agencias humanitarias de la ONU advirtieron ante el Consejo de Seguridad de que la hambruna es prácticamente inevitable en Gaza.
En 145 días de guerra, la ofensiva por aire, tierra y mar de Israel ha dejado en la Franja de Gaza 29.954 muertos, 70.325 heridos y cerca de 8.000 desaparecidos bajo los escombros y otros lugares inaccesibles.
Entre los muertos se cuentan más de 346 miembros del personal médico y un total de 155 instituciones de salud han sido destruidas parcial o completamente, lo que provocó el cierre de 32 hospitales y 53 centros de atención de salud de Gaza, mientras 126 ambulancias dejaron de funcionar.
En tanto, la tasa de ocupación de los pocos hospitales que siguen funcionando bajo mínimos es del 275%, mientras que la de las camas de cuidados intensivos es del 217%.
La guerra estalló tras un ataque de Hamás contra Israel que dejó unos 1.200 muertos y 250 secuestrados, de los cuales más de un centenar han sido liberados.
Hace tres meses escribí un artículo sobre “La escuela ante la barbarie”, escandalizada por lo que estaba sucediendo en Gaza y tratando de convencer que era necesario que el profesorado tratara el tema en el aula[1].
Después de estos tres meses, más escandalizada aún por la magnitud de la masacre, vuelvo a escribir, aunque ello implique repetirse. Porque es imprescindible no olvidar, no callar, continuar denunciando, en todos los ámbitos, y también en la escuela, en el instituto y en la Universidad. Y por ello, voy a insistir en esta idea: ”No podemos dejar que las futuras generaciones crezcan insensibles a lo que ocurre en nuestro país y en el resto del mundo. Que sean conscientes de que todas y cada una de nosotros formamos parte de esta humanidad y si queremos un futuro justo y en paz, será necesario trabajar para conseguirlo”.
Cada día que pasa hay más dolor, más niños y niñas masacrados, más persones inocentes asesinados, más edificios calcinados, más hambre, más sed, más injusticia y más crueldad. Y existe la tentación de terminar cansadas y angustiadas por tanta barbarie y que dejemos de mirar y de hablar de ello. Y no nos lo podemos permitir. Por ello voy a insistir en el mismo tema.
El filósofo alemán Theodor Adorno en 1966, en su libro ““La educación después de Auschwitz” afirmaba: “Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con este: que Auschwitz no se repita.[2] Y durante muchos años, generación tras generación, en la escuela, en el instituto y a veces también, en la Universidad, se cumplía esta máxima. Todos las profesoras y profesores, los maestros y maestras nos involucrábamos a fondo para hablar del horror del Holocausto, y nuestros alumnos sabían más de la segunda guerra mundial y de las barbaridades de Hitler, que de cualquier otro acontecimiento histórico.
Ahora, sin embargo, estamos ante otra barbarie histórica, un genocidio televisado en Gaza. Por supuesto, no es el primer holocausto que se repite. Por desgracia tenemos una larga lista de guerras y barbaridades desde que Hitler fue vencido.
Pero la guerra de Israel contra Palestina no es una guerra cualquiera, no hay dos ejércitos que batallan entre sí, con los “daños colaterales” que siempre aparecen. Ahora hay un ejército que bombardea a una población desarmada, que mata civiles, hombres, mujeres y niños, que destruye viviendas, Universidades, hospitales y escuelas, que deja a los dos millones de personas que vivían en Gaza sin casa, sin alimentos, sin agua y sin un lugar seguro donde cobijarse de las bombas. No es el Holocausto, pero es tan grave como él. Y, sin embargo, parece que ahora no es importante hablar de todo ello con nuestros niños/as y jóvenes.
Dicen, algunos, que esto es “adoctrinar”. ¿Entonces, llevamos años y años adoctrinando, por hablar del Holocausto y la necesidad de que no se repitiera?
Y ¿por qué es importante hablar de lo que está sucediendo en Palestina?
Porque el ataque de Israel abarca todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza y Cisjordania y, por supuesto, llega a la educación. Las cifras del genocidio educativo son aterradoras, como lo indican datos, porque el objetivo, además de matar seres humanos, es el de destruir cultura y valores, de destruir criaturas y jóvenes y privarles de la posibilidad de la educación. A pesar de los continuos bloqueos y ataques que llevan sufriendo desde hace años, Gaza tenía un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes) y uno de los niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, con un 95% de niños y niñas cursando la educación básica. Situación que va a ser imposible que continúe.
Los ataques israelís han dejado a 625 mil alumnos sin escuela en Gaza; 90 mil universitarios sin clase; el 60% de las escuelas y el 90% de las universidades han sido destruidas; 94 profesores universitarios han sido asesinados, así como más de 50 científicos y escritores. Sólo en los tres primeros meses del ataque murieron 4.300 estudiantes y 231 maestros/as de educación básica. Otros 7.259 estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. Todo ello implica que miles de niños y niñas sufren traumas psicológicos, depresión, ansiedad, miedo, soledad, impotencia y, desgraciadamente, todo hace pensar que ello puede derivar en un gran deseo de venganza, en un futuro. Para muchos jóvenes palestinos, estudiar era algo más que librarse un futuro, era la única ventana abierta al mundo. Ahora solo les queda huir, si pueden, o unirse a la resistencia que, probablemente, será el futuro de muchos de ellos.[3]
Las personas que nos dedicamos y amamos la educación no podemos permanecer impasibles ni callados ante lo que está sucediendo en Gaza. Debemos actualizar el mandato de Adorno e informar a nuestros niños y jóvenes que, después de la segunda guerra y del genocidio perpetrado por los Nazis, se han producido muchos más holocaustos y que ahora tenemos uno ante nosotros. El hecho de ver en vivo y en directo toda la barbarie que está cayendo sobre el pueblo palestino, añadido al hecho de que nadie ha sido capaz de parar la masacre, hace más necesaria que nunca una reflexión y una explicación. Los hechos nos interpelan como educadoras y educadores y nos recuerdan nuestra obligación de educar en el conocimiento de los problemas de la humanidad, en la reflexión crítica del porqué de los acontecimientos y en la obligación moral de transmitir valores humanos y solidarios. Por ello no podemos callar, nuestra práctica educativa debe abarcar las cuestiones fundamentales del pasado y del presente.
La educación por la paz, la educación por los derechos humanos, la educación para la convivencia… son todos ellos mandatos de nuestro sistema educativo y están presente en todos los currículums. Pero, ¿cómo educar para la paz y la defensa de los derechos humanos, si nuestros jóvenes ven cada día como se conculcan estos derechos en Palestina, con el beneplácito de los países “democráticos”, como Estados Unidos y la Unión Europea?
Nuestro deber es explicarles que los valores de inhumanidad de que hace gala Israel no deben ser normalizados ni olvidados. Nuestro deber es explicar la historia de los dos países y el conflicto que ha llevado a esta barbarie. Y, sobre todo, es imprescindible que sean solidarios y sensibles ante el dolor humano de niños/as y jóvenes como ellos y ellas.
Y sí, hay que explicarles que las guerras no son justas, que siempre son por intereses de una minoría, pero que siempre pagan la gran mayoría de los que tienen menos dinero y menos poder. Hay que explicarles que Europa está cayendo en el error de ser parcial porque sigue los mandatos de EEUU y que España continúa vendiendo y comprando armas a Israel, que servirán para continuar matando y masacrando a personas civiles.
Debemos reflexionar conjuntamente con nuestros alumnos y alumnas sobre el papel de la tecnología, muy positiva para algunos asuntos, pero totalmente letal cuando se usa para matar. ¿Por qué ese culto a la tecnología al servicio de la muerte y el dolor? ¿Por qué esta admiración ante la IA que ayuda a lanzar a diario centenares de bombas inteligentes en aviones supersónicos? ¿Es este el futuro que nos espera? ¿Deberíamos hacer algo para impedirlo? Y debemos debatir con ellos y ellas por qué un pequeño país en el Occidente de Asia, Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir, aplastar a los palestinos con total impunidad. Por qué Europa sanciona a Putin por la invasión de Ucrania, pero apoya a Israel en su invasión de Gaza y Cisjordania. Por qué Europa, que reaccionó y se escandalizó con la barbarie de los nazis, ahora está impasible ante esta nueva barbarie. Por qué el mundo occidental está tan preocupado por la emergencia climática y se olvida que las guerras y la destrucción que conllevan, además de las víctimas humanas, son lo más anti-ecológico que existe. Y también deberíamos reflexionar sobre el futuro que les espera a todos estos niños/as y jóvenes, que han visto morir a sus padres o hermanos, que han perdido piernas o brazos y que han visto sus casas convertidas en cenizas. Cómo será posible superar las secuelas físicas y psíquicas y cómo podrán vivir sin odiar con fuerza a sus verdugos.
Todas estas preguntas deberían formar parte de nuestras actividades pedagógicas en el aula, si nos creemos, de verdad, que la educación tiene que desempeñar un papel importante en la formación de los futuros ciudadanos y ciudadanas, despertando su conciencia crítica para que sean capaces de implicarse en la construcción de un futuro mejor.
Finalmente, y no menos importante, es señalar que a pesar de toda la censura son miles y miles las persones que en todo el mundo han salido a la calle para reclamar el fin de este genocidio que Israel está infringiendo a los palestinos. Que, en todas partes del mundo, se han organizado actos de protesta contra este genocidio y en solidaridad con el pueblo palestino. Y que ellos y ellas pueden también participar, yendo a las protestas, pintando murales, haciendo vídeos, visitando a las compañeras (en Barcelona) que están en huelga de hambre, escribiendo cartas a nuestros presidentes para que den apoyo a las denuncias Internacionales que se están haciendo en distintos países, para que deje de comprar y vender armes a Israel. Y pueden también hacer boicot a los productos de Israel (McDonald’s, por ejemplo).
Y termino con lo que ya dije hace tres meses: Es importante que los chicos y chicas salgan del Instituto y la Universidad con la convicción de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defender los derechos humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las masacres son normales, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno y que sean capaces de indignarse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan solidarios con las personas que sufren y tengan ganas de implicarse en detener todo tipo de agresiones, guerras y violencias.
Éste debería ser el mandato ético de todas las personas implicadas en la educación. Porque no se trata de educar para que el día de mañana nuestros alumnos y alumnas se “adapten” lo mejor posible a un mundo injusto, violento y lleno de injusticias y desigualdades, sino para que tengan información y conocimientos que les permitan entender cómo funciona el mundo y tengan elementos y voluntad de mejorarlo.
Notas
[1] Cañadell, Rosa: “La escuela ante la barbarie” Diario de la Educación . 8 noviembre 2023. https://eldiariodelaeducacion.com/2023/11/08/la-escuela-ante-la-barbarie/
[2] Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1973.
[3] Vega, Renán. “La educación después del genocidio de Gaza” . Rebelión. 05/02/2024. https://rebelion.org/la-educacion-despues-del-genocidio-de-gaza/
La Feria Internacional del Libro de Frankfurt cumplió 75 ediciones el pasado mes de octubre con polémica. La cita más importante del mundo editorial tenía previsto entregar el galardón LiBeraturpreis —que reconoce a autoras procedentes de África, Asia Latinoamérica o el mundo árabe— a la escritora palestina Adanía Shibli (Galilea, 1974) por su libro Un detalle menor.
Según el jurado, la novela, que narra la búsqueda de información sobre una violación grupal cometida por un destacamento militar israelí a una joven beduina, estaba “rigurosamente compuesta” y hablaba sobre “el poder de las fronteras y de lo que los conflictos violentos hacen a las personas”. Pero unos días antes de la entrega del galardón hubo un cambio de criterio y se canceló la concesión del premio. Juergen Boos, cuestionado presidente de la Feria desde 2005, escribió un comunicado en The New York Times explicando la decisión: “Condenamos enérgicamente el terrorismo terrible de Hamás contra Israel. El terror contra Israel contradice todos los valores de la Feria del Libro de Frankfurt”.
Resistencias desde los libros
En el pasado, Boos había justificado la presencia de libros y editoriales próximas a la extrema derecha señalando que, por encima de otras consideraciones, prevalecía la “libertad de expresión”. Por si fuera poco cinismo, la Feria además eliminó de su programación un encuentro abierto al público con la autora y Günther Orth, su traductor al alemán. Desde entonces, Adanía Shibli decidió no hacer declaraciones a los medios de comunicación y dejó que la defensa de su libro recayese en las muestras de apoyo que ha generado en numerosos comunicados, escritos y declaraciones públicas.
Más de mil personas, muchas de ellas también escritoras, expresaron en una carta conjunta su oposición a la cancelación del premio y apelaron a la responsabilidad de la Feria a la hora de “crear espacios para que los escritores palestinos compartan sus pensamientos, sentimientos y reflexiones sobre la literatura en estos tiempos terribles y crueles, no para cerrarlos”. Entre otras firmas estaban las de los premios Nobel de Literatura Abdulrazak Gurnah, Annie Ernaux y Olga Tokarczuk.
Ambientado el inicio de la obra en 1949, un año después del comienzo de la guerra de 1948 y el principio de la Nakba, la novela de Shibli es mucho más que una investigación de una periodista sobre unos hechos con los que se encuentra por casualidad años después. La búsqueda de información, producto de la curiosidad de la protagonista, es una carrera de obstáculos contra sus miedos más íntimos, en medio de la ocupación y el apartheid asfixiante. “Los disparos, las alarmas de las patrullas militares, y a veces los helicópteros, los aviones de combate y los bombardeos, a los que se unen las sirenas de las ambulancias, no es solo que precedan a los boletines urgentes de noticias, sino que, en concurrencia con los ladridos del perro, forman parte del sonido ambiente”. Lo cuenta Shibli en un momento de la trama para describir lo que supone vivir sometidos a una ocupación en la que la vida de las personas palestinas pende del hilo de un gatillo fácil, de una mala mirada, o de una identificación aleatoria. Los ladridos del perro que salpican el relato de principio a fin funcionan como metáfora de un grito sordo de distintas generaciones, de vidas palestinas que no generan reacciones, que no tiene eco, que nadie atiende más que para darle patadas. Un texto incómodo en tiempos de cierre de filas en torno al colonialismo israelí y la brutalidad cotidiana del apartheid. Incuestionables públicamente, por lo visto en Frankfurt, tras los terribles atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023.
La editorial Hoja de Lata, editora del libro en España, publicó un comunicado sobre la cancelación del premio a Adanía Shibli. En el escrito señalaban: “La novela por la que fue premiada está basada en hechos reales […] y como hay quien quiere hacernos creer que este conflicto comenzó hace dos semanas, ni Shibli ni su relato convienen”. Un mes y medio después de la polémica, Daniel Álvarez, cofundador de la editorial, apunta para El Salto su opinión sobre lo ocurrido: “Al tratar de acallar a Adanía lo que han logrado es el efecto contrario. Precisamente cuando el premio pretendía dar voz a autoras y autores del sur global no eurocentrista, la Feria ha demostrado su hipocresía suprema”. Un detalle menor, publicado por primera vez en 2016 y en nuestro país en 2019, es un ejemplo claro, señala Álvarez, de lo que se conoce como “efecto Streisand”, un caso de censura que termina ampliando el conocimiento y repercusión de una obra. La versión en castellano va por la tercera edición, con una traducción muy cuidada y fina de Salvador Peña Martín. La editorial asturiana ya había publicado antes Una trilogía palestina, un libro que recoge las tres primeras novelas del escritor y militante marxista Gasán Kanafani (Acre, 1936-Libano, 1972): Hombres en el sol, Lo que os queda y Um Saad. Daniel Álvarez se refiere a él como un “autor totémico”, que destacó tanto por su literatura y sus obras de teatro, como por su pertenencia activa al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Asesinado en Beirut junto a su sobrina Lamis de 17 años con una bomba colocada bajo su automóvil por los servicios secretos israelíes, Gasán Kanafani es un símbolo en la vida de los palestinos, especialmente en muchos campos de refugiados donde el FPLP y varias organizaciones civiles próximas mantienen presencia organizativa.
Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resumen desde la editorial Hoja de Lata
Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA en sus siglas inglesas), existen más de medio centenar de campos de refugiados repartidos entre Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza en los que viven más de cinco millones de personas. Lugares donde, en algunos casos, la gobernabilidad sigue dependiendo de comités populares porqu, al ser espacios transitorios, no se celebraron nunca procesos electorales. Si Kanafani es un símbolo presente de la resistencia histórica a través de la palabra y la acción, Adanía Shibli es la voz de una “nueva generación de mujeres” que desde la diáspora están generando una “atención global”, resume el editor de Hoja de Lata.
Un hilo de voz que tanto dentro como fuera de Palestina sigue manteniendo como referencia indiscutible al poeta Mahmud Darwish, auténtico faro literario de las ilusiones y frustraciones del pueblo palestino. Darwish (Al-Birwa 1941-Houston, 2008) expresó en una entrevista el significado último de su trabajo: “La metáfora Palestina es más fuerte y penetrante que la Palestina misma”. Y añadía sobre la relación de la tierra con su escritura: “La parte geográfica de la historia es más fuerte que la parte histórica de la geografía. Al no encontrar mi lugar en la tierra, intenté encontrarlo en la historia. Y la historia no puede reducirse a una compensación de la geografía perdida. Es igualmente un punto de observación de las sombras, de uno mismo y del otro, en un camino humano más completo”.
Esa particular mirada sobre geografía e historia sigue presente en la actualidad, en una atmósfera de metáforas poéticas profundas. En una senda similar se expresa también Basma Alsharif (Kuwait, 1983), artista multidisciplinar y cineasta de origen palestino. Ella desarrolla narrativas visuales compuestas de imágenes sobre la condición humana. En ese recorrido gráfico hay un componente de lectura política global, de trayectoria vital usurpada: el exilio de su familia la alejó de sus orígenes. Basma Alsharif no puede entrar a la tierra de sus padres, que nacieron en la Franja, ni visitar a sus abuelas y parientes. Pero las texturas del afecto y los paisajes perviven a través de su trabajo creativo. Alsharif participó en un encuentro de mujeres de Palestina y Catalunya llamado Tasharuk (Compartiendo, en árabe) que llevaba por subtítulo “género, cultura y resistencias en Palestina”. La finalidad era crear un espacio de convivencia para la “mejora de la capacidad de resiliencia de las comunidades de la gobernación de Nablus, mediante el empoderamiento de las mujeres y la transversalización de género”. Un proyecto de cooperación internacional que se desarrolló entre enero de 2021 y junio de 2022. En la web hay un apartado titulado solidaridad feminista: “El patriarcado es un sistema de opresión global con diferentes expresiones en cada región, y en Palestina se ve reforzado por la ocupación israelí. Las supervivientes de violencias machistas están entre los sectores más vulnerabilizados de la población”.
Desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”
Colonialismo, ocupación y patriarcado van de la mano. Para muestra un botón: durante la primera Intifada (1987-1993) el ejército israelí difundió fotos de mujeres palestinas en los probadores de las tiendas de ropa. Esas imágenes captadas de manera clandestina e ilegal se repartieron en las comunidades como si hubieran sido realizadas en la intimidad en compañía de soldados israelíes. La estrategia militar tenía como objetivo encerrarlas en casa, crear desconfianza y reproches, violentar su condición humana como mujeres palestinas, fomentar una sociedad temerosa de la libertad individual, empujando hacia el círculo cerrado de la familia y la religión la seguridad de sus cuerpos. De entonces a ahora, en ese campo de batalla, sí que han cambiado algunas cosas: según publica Tasharuk, desde 2010 más de la mitad de películas realizadas en Palestina han sido dirigidas por mujeres. Basma Al Sharif se muestra contundente sobre su trabajo como cineasta y artista palestina: “Yo no he decidido representar a nadie más que a mí misma, aunque este yo esté lleno de memoria colectiva”.
Resistencias desde Nablus
Nablus, como Yenin, es uno de los núcleos de población en Cisjordania donde la represión del ejército israelí y la criminalidad de los colonos está siendo más intensa tras el 7 de octubre de 2023. Se cuentan por centenares los asesinatos, detenciones, encarcelamientos y humillaciones. El miedo y la tensión invaden todo. Un estado de ánimo que comenzó con la Nakba, catástrofe en árabe, origen de la historia de Adanía Shibli en Un detalle menor. Diez días después de los ataques de Hamas, y cuando ya sobre Gaza caían toneladas de bombas, la Federación Anarquista de Estados Unidos Black Rose-Rosa Negra entrevistó a miembros del colectivo libertario palestino Fadua (redención en árabe). Una organización de “jóvenes activistas y académicos de dentro y fuera de Palestina” que en la primera pregunta sobre sus características políticas respondían: “Nuestro objetivo es reunir a todas las fuerzas con diversas ideas y tendencias políticas e intelectuales y centrarlas en la lucha contra la ocupación injusta y el pensamiento racista sionista en Palestina. Por eso tenemos buenas relaciones con algunos jóvenes de confesión judía, algunos conversos, algunos musulmanes, cristianos y otros. La idea es que muchos palestinos se oponen a los actos racistas e injustos de la ocupación sionista, pero no encuentran un eje único en torno al cual puedan unirse”.
Las respuestas de estos jóvenes que se definen también como “nueva generación” no atienden a motivos religiosos ni a proclamas revolucionarias basadas en certezas teóricas. Es más sencillo: “Sufrimos porque nos roban las necesidades mínimas de la vida”. Fadua, como la mayoría de movimientos sociales en Cisjordania, es muy crítico con el el gobierno de Mahmoud Abbas, al que acusan de colaboracionista: “La Autoridad Palestina firmó un acuerdo en virtud del cual serviría a la entidad ocupante en materia de seguridad. Es decir, todos los jóvenes activistas palestinos que luchan contra la ocupación sionista de una u otra manera y el ejército israelí no puede detenerlos, la Autoridad Palestina los persigue, los detiene y los entrega a la ocupación, y luego nadie sabe el destino de ese joven o esa joven”.
Resistencias cotidianas
En una entrevista realizada para El Salto por Luna Flores en junio de 2021, Adanía Shibli apuntaba la importancia del lenguaje para situar el contexto de lo que está ocurriendo: “Entre Israel y Palestina no hay un conflicto, hay colonización y ocupación”. Shibli señalaba sobre la relación entre su escritura y la referencialidad de su tierra natal: “Cuando vives en Palestina eres testigo de algo enorme. Asumirlo no es el trabajo de la literatura. Es tu deber como ser humano”. Una amiga palestina de Ramallah definía en una frase cómo vivía la dinámica cotidiana del apartheid: “Exterminio por desesperación”. Un detalle menor va de eso, de una búsqueda de significados que llegan a una misma conclusión: levantarse cada día y caminar en Palestina es un ejercicio de resistencia que afecta a cualquier actividad que en otro lugar del mundo podría ser normal. En ese escenario y con la complicidad de la comunidad internacional, nada ha cambiado, todo ha ido a peor.
En cierta ocasión, un amigo judío antisionista, activista del maltrecho “campo de la paz israelí”, me dijo en Jerusalén sobre los distintos gobiernos de Israel: “Aquí nadie pierde la oportunidad de perder la oportunidad de conseguir la paz”. Netanyahu ha decidido dar un paso más y pasar a la historia como el apóstol de la muerte, el adalid de la deshumanización de todo un pueblo ante los ojos del mundo. En esa letanía de décadas ahora acelerada, con miles de muertes injustas, expulsiones de territorio, encarcelamientos sin juicio, impunidad y racismo sistémico, Palestina se desangra ante la mirada impasible de los gobiernos del mundo, el cinismo de los grandes medios de comunicación, y los ladridos ahogados de unos pocos ciudadanos y organismos que defienden los derechos humanos.
Adanía Shibli continuaba en su novela el párrafo en el que describe el agobio por las patrullas militares, los bombardeos, los helicópteros y el aullar de sirenas de la siguiente manera: “La situación es esta desde hace mucho, mucho tiempo; tanto que quedan pocas personas con vida que puedan recordar los pequeños detalles relativos al modo de vivir anterior, y me refiero a detalles como la lechuga pasada en el mercado de verduras cerrado”. Una realidad a la que la feria internacional del libro más importante del mundo ha dado un portazo y ocultado, para no ser vista ni oída. Ya no les parece interesante “lo que los conflictos violentos hacen a las personas”.
En ese contexto de miserias, más allá del lenguaje de las armas, la resistencia palestina se construye a partir de detalles cotidianos, de seres humanos con miedos, pasiones y deseos. L.Z es jugadora de baloncesto, madre de un niño de siete años y una niña de cuatro. Vive con su familia en Beit Yala, una ciudad cercana a Belén, en Cisjordania. Para ella, jugar en una cancha es olvidar la opresión de la ocupación por unos minutos, en la pista de juego dice que “encuentra la libertad” con sus compañeras. Muchas veces llegan a los partidos después de cruzar check points con horas de espera y tensión para recorrer distancias cortas, donde con frecuencia son violentadas por el ejército y los colonos. Su resistencia consiste en jugar para divertirse, en reivindicar su existencia con un balón en las manos junto a un grupo de amigas.
Hace unos días, L.Z me explicaba cómo les está afectando el genocidio contra la población de Gaza y el asesinato indiscriminado de inocentes en Cisjordania: “Querido amigo, la situación es terrible, estamos tensos y estresados, toda la ciudad está encerrada en sus casas”. Cuenta que hay pánico a controles, cacheos, francotiradores y ataques de colonos armados. También hay pavor a escuchar la radio, mirar las noticias o consultar los mensajes en el móvil. Antes de despedirse con un sentido abrazo y recordar que “lo peor está pasando en la Franja”, termina la comunicación con una declaración de resistencia: “Seguimos adelante”.
A la memoria de los miles de profesores, estudiantes, poetas, artistas y científicos asesinados por el Estado genocida de Israel.
“Las historias que llegan de Gaza son dignas de pesadillas. Si no actuamos ahora, la historia nos juzgará a todos. […] Los niños son asesinados a un ritmo devastador, familias enteras son borradas del registro. Las cifras son desgarradoras y, con la violencia no solo continuando, sino expandiéndose, muchos más niños siguen en grave riesgo. Se trata de graves violaciones de proporciones épicas”. -Jason Lee, director de Save the Children para los territorios palestinos ocupados, diciembre 12 de 2023.
El Sindicato de Profesores y Empleados de la Universidad de Birzeit (Palestina ocupada), Todos y todas somos palestinos (octubre 11 de 2023) sostiene: “En estos momentos todos y todas somos Palestinos y es nuestro deber actuar sin demora contra los verdaderos criminales, gritando frente a este monstruo y su barbarie. […] Hablar de libertad, ya sea política, académica o social, caerá en oídos sordos mientras que los verdaderos criminales no sean calificados y tratados como tal. Nosotros, en Palestina ocupada y exiliados, no nos hacemos ilusiones con sueños poéticos sobre la victoria de la pluma sobre la espada. La espada, blandida por un enemigo apoyado por la comunidad internacional, ya ha penetrado muy profundamente nuestra carne en una historia imperialista en la que el enemigo, que sostiene la espada asesina, tiene también la pluma que narra su asesinato. Como intelectuales y académicos trabajando en Palestina ocupada usamos nuestra voz, sin importar cuan fútil sea en (este) momento crítico, confiando en la abnegación y resistencia de nuestro pueblo. Creemos plenamente en el triunfo de nuestra libertad y de nuestros derechos inalienables. Declaramos, en este momento histórico y urgente, que venceremos y que la justicia triunfará. No somos víctimas pasivas, aunque hayamos sido asesinados, desfigurados y expulsados por un Estado colonial animado por una ideología de odio frenético y de violencia sangrienta. Nadie nos callará. Nuestra resistencia abrirá una de las grandes alamedas de la historia por las que transitará el hombre libre. Permanecemos firmes y venceremos”.
El título de este texto parafrasea a La educación después de Auschwitz (el campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi), el ensayo que escribió el filósofo alemán Theodor Adorno en 1966, en cuyas primeras líneas se dice: “La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentarla. No acierto a entender que se haya dedicado tan poca atención hasta hoy. Fundamentarla tendría algo de monstruoso ante lo monstruosidad de lo sucedido. […]. Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con este: que Auschwitz no se repita. Fue la barbarie, contra la que se dirige toda educación”[1].
Desafortunadamente, hoy nos encontramos ante la repetición de la barbarie genocida contra el pueblo palestino por parte de Israel. Por supuesto, no es la primera vez que se repite Auschwitz. Incluso eso ya se había dado en el momento en que Adorno publicó el texto mencionado, el cual, hay que resaltarlo, tiene dos problemas de fondo: es tremendamente eurocéntrico y ahistórico. No nos referimos al conjunto de la obra del autor alemán en lo relativo a sus consideraciones sobre el nazismo y el genocidio en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, sino a lo que dice en el artículo reseñado, considerado acá como una unidad analítica. Adorno es eurocentrista porque en su texto no aparece ni una sola mención a la barbarie capitalista e imperialista fuera de Europa, que en los momentos en que escribe ya era evidente y sobre la cual ya existía información a la mano. Nos referimos a hechos como la guerra de Corea (1950-1953), la guerra de Vietnam, que escalaba por la incursión de los Estados Unidos durante la década de 1960, la masacre de Indonesia (1965-1966), el etnocidio en Guatemala (que comenzó en junio de 1954), de todos los cuales fue contemporáneo Adorno. Pero también su visión es eurocéntrica porque desconoce genocidios anteriores llevados a cabo por los poderes colonialistas en América, África, Asia y Oceanía, entre los cuales sobresale el de la población del Congo por parte de Bélgica y su rey Leopoldo II (entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX), el de los Armenios por parte de los Turcos, entre 1915 y 1918, para no hablar del genocidio de los indígenas en las Américas después de 1492. Adorno, al parecer, asumió como válido el supuesto que el genocidio de los judíos ‒porque tampoco menciona el de los gitanos, los comunistas, los homosexuales, los incapacitados‒ es un hecho especial, dotado de un significado único y excepcional.
Hay otra limitación en el texto de Adorno, su ahistoricismo, que supone no explicar las razones por las cuales entraron en juego intereses concretos e intervienen determinadas fuerzas sociales, económicas y políticas en el caso del genocidio en Alemania. Es ahistórico, además, no considerar ese mismo suceso en una perspectiva amplia, del antes y el después, que supone involucrar el colonialismo, un concepto que no es mencionado ni una sola vez en el escrito referenciado, como responsable directo de diversos genocidios en los últimos siglos. Por eso, ni siquiera se menciona el genocidio del pueblo herero en la actual Namibia, realizado por los colonialistas alemanes a comienzos del siglo XX.
En definitiva, para Adorno el llamado de alerta para que no se repita Auschwitz parece restringirse a Europa occidental, porque no se notan preocupaciones por el resto del mundo. Estas críticas no suponen desconocer los aportes que presenta el escrito aludido, algunos de los cuales nos sirven como soporte a este ensayo, entre otros su crítica a la racionalidad instrumental y mecánica que condujo al asesinato industrial de millones de seres humanos y el hecho de enfatizar que la barbarie es un derivado de la civilización moderna, de sus fuerzas productivas-destructivas, de sus productos tecnológicos y de su orden racional y burocrático. Claro, ahora ante la tragedia en curso podemos decir que nuestra lucha como seres humanos y educadores deber ser para detener el genocidio en Gaza y para que este no se repita nunca.
EL GENOCIDIO EDUCATIVO EN GAZA
Los crímenes de Israel abarcan todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza y Cisjordania y, por supuesto, la educación, la ciencia, la cultura, la poesía, la literatura y las artes no se libran de esa vocación genocida, la cual debería conmover a cualquier habitante de este planeta, empezando por nosotros, los educadores.
Al respecto, las cifras del genocidio educativo son aterradoras, como lo indican datos cuantitativos y cualitativos que, desde luego, no pueden dar cuenta del drama humano, físico y sicológico que afrontan profesores y estudiantes de la Palestina histórica. Como parte del genocidio de los palestinos que realiza Israel debe resaltarse que este es, al mismo tiempo, un memoricidio, un infanticidio, un juvenicidio y un feminicidio, siendo uno de sus objetivos principales, aparte de matar a seres humanos, destruir sus valores culturales y su sistema educativo, todo con la finalidad de hacer imposible la vida en Gaza.
Para empezar, debe recordarse que, pese a los bloqueos, asesinatos sistemáticos y bombardeos continuos que soporta Gaza desde hace varias décadas, el nivel educativo de su población es sorprendente, con un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes). Gaza tiene uno de los niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, que alcanza la cifra de un 95% de niños cursando la educación básica.
En medio de cierres periódicos, por el ciclo de bombardeos por parte de Israel, las escuelas, universidades y centros culturales volvían a funcionar rápidamente, con más ahincó y energía como forma de recuperar lo que pierden en cada nueva incursión del ejército de Israel, que suele ensañarse con los bienes culturales y educativos. Eso ahora va a ser más difícil y demorado, casi imposible, por la destrucción de la infraestructura educativa, sanitaria y residencial en Gaza.
Los resultados de esta nueva oleada criminal de Israel han supuesto dejar de la noche a la mañana a 625 mil estudiantes sin escuela en Gaza; 90 mil estudiantes universitarios ya no van a clase; el 60% de las escuelas han sido destruidas y el 90% de las universidades; las librerías y bibliotecas han sido arrasadas;entre el 7 de octubre y el 15 de enero de 2024, el ejército de Israel había matado a 94 profesores universitarios; también han sido asesinados en forma premeditada más de cincuenta científicos, poetas e investigadores.
Desde el inicio de la agresión directa, unas 95 escuelas e inmuebles universitarios de Gaza quedaron totalmente destruidos y en forma parcial otras 295. Han sido asesinados en los tres primeros meses del ataque criminal de Israel 4.300 estudiantes y 231 profesores y trabajadores de la educación básica. Otros 7.259 estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. En total, en los primeros 100 días de la brutal agresión de Israel han sido destruidas 390 instituciones educativas, incluyendo escuelas y universidades. La destrucción de las escuelas es un objetivo prioritario de Israel y eso explica que ese país se haya negado a firmar (junto con los Estados Unidos) el Acuerdo Internacional sobre Escuelas Seguras, ratificado por 185 países.
En tiempo de bombardeos, las escuelas se convierten en refugios y cesan las actividades educativas. Eso ha sucedido en Gaza, con el agravante de que las escuelas también son bombardeadas con la gente que allí se refugia, pensando que eran lugares seguros.
Si en junio de 2022, Save the Children informó que el 80 por ciento de los niños de Gaza vivían en estado permanente de tristeza, depresión y sufrimiento, por la violencia y la pobreza, ahora ese porcentaje es del 100%.
Ese millón de niños que sobreviven en Gaza han estado expuestos a bombardeos durante cinco guerras de agresión por parte de Israel: 2008, 2012, 2014, 2021 y 2023-2024. Imaginémonos por un momento el brutal impacto de los bombardeos en la vida de los niños. Un solo testimonio nos ayuda a entenderlo, el de la niña Dana Shamiya, de 11 años, quien en el momento de comenzar los bombardeos escribió una conmovedora carta a su madre: “Todo es aterrador y da miedo. Ha sido mi cumpleaños y no he soplado las velas. No recibí regalos ni nada. Echo de menos a mi padre y a mis hermanos. Me siento como si estuviera ardiendo. Casi me vuelvo loca”[2].
Este es solo un caso de los miles de niños que sufren traumas psicológicos, como producto directo de la guerra que llevan y viven en sus frágiles cuerpos y en sus tiernas mentes, tales como depresión, ansiedad, miedo, trastornos psicológicos, soledad, impotencia y, hacia el futuro, un ferviente deseo de venganza.
Y esto último no sorprende, porque el arrasamiento de la infraestructura educativa ha formado parte sustancial de los efectos de la campaña bélica, pero también la destrucción del tejido educativo, cultural y científico. Y eso se hace con el asesinato de poetas, artistas, investigadores, escritores, médicos, abogados, científicos connotados en diversos campos del saber… Todo ello tiene fines claros y no es resultado de “daños colaterales”: se busca eliminar lo que pueda significar un resquicio de pensamiento y de resistencia, hundiendo a la población de Gaza en la ignorancia absoluta y de esa forma negarles cualquier posibilidad de un futuro digno.
En una de las escenas más pavorosas en materia educativa, que debe quedar registrada en la historia universal del genocidio cultural, el 17 de enero de 2024 las fuerzas armadas de Israel destruyeron con explosivos el edificio principal de la Universidad Al-Israa de la ciudad de Gaza. Esa atroz destrucción quedó registrada en video y fotografía, como una instantánea del triunfo de la barbarie y de apoteosis del grito fascista de “muerte a la inteligencia”. Israel también hizo estallar el edificio donde se encontraba el único hospital universitario de Gaza.
Para salir de los datos estadísticos, muy fríos y poco vitales, digamos que entre los estudiantes asesinados se encuentra Al-Shaima Akram Saidam, la alumna con mejor puntaje en los exámenes de secundaria en Palestina en 2023, quien fue triturada, junto con su familia, por una “bomba inteligente” del ejército invasor de Israel lanzado sobre un campo de refugiados el 16 de octubre de 2023. En el mes de julio, cuando ella se había enterado de su alto puntaje hubo una fiesta, en que sus familiares celebraban con cantos y tambores su alegría por su logro académico. En esa ocasión ella misma había dicho que «incluso durante las agresiones [israelíes] nunca dejé de estudiar», mientras acariciaba las flores que le habían regalado. Entre sus planes estaba convertirse en traductora de inglés y estudiar en la universidad Islámica de Gaza, cuyo edificio fue destruido por las tropas de Israel[3].
El genocidio cultural de Israel lo expresa una joven graduada, Eman Alhaj de 22 años, quien nunca ha estado fuera de Gaza, siempre ha vivido en esta gran prisión. Cuenta su historia: “Terminé la carrera hace algunos meses, quería hacer un posgrado, pero mi universidad ha sido bombardeada. Israel ha convertido mis proyectos en cenizas. Todo se ha esfumado […] Mi universidad, mi campus, mis recuerdos. Yo creo que Israel hace todo esto conscientemente: quiere atacar nuestro derecho a ir a clase, que es en definitiva nuestro derecho a creer en el futuro. Me desespera estar viviendo todo esto. Estoy aterrada. Los tanques nos rodean, de norte a sur y ningún lugar es seguro. Puedo morir ahora mismo, mientras hablamos”[4].
Israel pretende destruir, de una vez por todas, dos cosas, vitales para cualquier sociedad y grupo humano: su historia y memoria [y aquí se realiza un memoricidio], con la destrucción de museos, bibliotecas, universidades, centros culturales, archivos históricos; y el futuro, porque al arrasar con todo el entramado material y espiritual que hace posible el funcionamiento de cualquier sistema educativo está intentando dejar sin presente y sin futuro a los palestinos.
Para muchos palestinos de Gaza estudiar era la única ventana abierta al mundo y esa ventana ha sido destruida. Lo que les queda es, si pueden, irse de su territorio, y es lo que pretende Israel, o unirse a la resistencia contra los ocupantes, que es lo que va a hacer la mayoría de ellos, tras la destrucción de lo poco que les quedaba en la cárcel en que viven de manera cotidiana. Y que otra cosa pueden hacer, si en las ofensivas anteriores de Israel, los estudiantes y profesores pudieron regresar a clases pocas semanas después, ahora eso es imposible por la destrucción de la infraestructura educativa y civil en general.
En esas condiciones, “es muy problemático plantear la posibilidad de construir paz en la región mediante la destrucción de escuelas y centros de cultura, y el asesinato de estudiantes, docentes y familias. Resulta muy difícil pensar que una sociedad en armonía puede ser forjada a raíz de la cotidianidad de la infancia palestina, víctima de un sinnúmero de injusticias como currículo oculto que experimenta a diario por fuera de las escuelas”[5].
EL IMPACTO EDUCATIVO DEL GENOCIDIO DEL PUEBLO PALESTINO
Los educadores del mundo tenemos que actualizar la preocupación de Theodor Adorno, diciendo que el genocidio de la segunda Guerra Mundial ‒que no es sinónimo de Holocausto, porque fue más amplio que la persecución de los judíos‒, simbolizado con Auschwitz o el Gueto de Varsovia se ha repetido en varios momentos después de 1945 y ahora está ante nosotros. Sí, estamos soportando en vivo y en directo un nuevo genocidio, trasmitido por los propios seres humanos que lo sufren y soportan. En este sentido, hay una diferencia con lo acontecido hace 80 años y es que los nazis alemanes nunca quisieron mostrar el genocidio ni hablaban de él, por el contrario, lo escondían y lo negaban. Solamente fue posible establecer la magnitud de los crímenes cometidos cuando estaba terminando la guerra y se encontraron los campos de concentración y miles de famélicos sobrevivientes. Esto podía convertirse en un pretexto o una justificación para que los habitantes de la época, de Estados Unidos y otros lugares del mundo, dijeran que ellos no sabían nada de lo que estaba sucediendo.
Ahora, las cosas son completamente distintas, puesto que hasta el último rincón del planeta se han visto imágenes del exterminio del pueblo palestino. Y los ideólogos criminales del estado nazi-sionista de Israel ya no lo ocultan; por el contrario, se regocijan de la muerte y sufrimiento de los palestinos. Alardean, con toda impunidad, de sus concepciones racistas y despreciativas de palestinos y árabes para tratar de justificar sus crímenes. Y el genocidio no ha terminado ni es reciente, sino que se viene realizando desde hace décadas, solamente que en los últimos tres meses se ha acentuado. Incluso, ni siquiera las hordas hitlerianas se atrevieron a bombardear el gueto de Varsovia, a diferencia de lo que hoy hacen las nazi-sionistas de Israel que bombardean sin miramientos a los habitantes del gueto de Gaza, la cárcel a cielo abierto más grande del planeta. Y, a diferencia de Auschwitz, estamos ante un hecho en marcha, que puede y debería ser detenido.
Los educadores del mundo no podemos mantenernos indiferentes ni permanecer en silencio con respecto al genocidio en marcha, puesto que lo que sucede en Palestina nos interpela directamente sobre nuestro papel en la sociedad, por supuesto si decimos que hablamos de maestros críticos, reflexivos, y sujetos políticos activos que encaran los grandes problemas de nuestro tiempo, y el principal en estos momentos, por su magnitud y carácter de urgencia, es el genocidio en Palestina. En esa perspectiva, hacemos nuestra esta sugerencia: “La pedagogía puede abordarse como un discurso político y moral que permite que los estudiantes relacionen el aprendizaje con el cambio social, la erudición y el compromiso con el saber adquirido en el aula con la vida pública. Esta tarea supone que los educadores no callen la verdad ante el poder, que den muestras de coraje cívico y que asuman los riesgos de su papel como intelectuales públicos”[6].
Por ello, debemos involucrar en nuestras actividades cotidianas y en nuestras prácticas educativas asuntos cruciales sobre el pasado, el presente y posibles futuros, como los que se desenvuelven en Palestina, y que son una clara expresión de las injusticias y desigualdades del capitalismo realmente existente. En esa dirección, algunas cuestiones adquieren una urgencia para la reflexión educativa y pedagógica.
¿Cómo y por qué razones nos negamos a afrontar y enfrentar el genocidio de los palestinos? ¿Por qué el asesinato sistemático de niños y jóvenes, por parte de Israel es legitimado a nombre de su supuesto derecho a la autodefensa? ¿Por qué la vida de los palestinos no vale nada y se les puede masacrar a diario? ¿Qué pensar y sentir al contemplar las imágenes de niños y mujeres de Palestina aplastados por “bombas inteligentes” Made in USA o Alemania? ¿Cómo permanecer indiferentes ante las muestras de deshumanización extrema a que ha llegado Israel, tales como desplazar a dos millones de personas de sus propios territorios y bombardearlos a medida que los expulsa, sin que estos tengan la más mínima posibilidad de defenderse? ¿A dónde ha ido a parar la pretendida sensibilidad europea con respecto al genocidio nazi, que ahora se replica por los nuevos nazis de Israel, al cual apoyan en el terreno militar, financiero, culturar y diplomático? ¿Cómo explicar que el Estado de Israel y gran parte de su sociedad, que se autoproclama heredera del Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, esté llevando a cabo el holocausto del pueblo palestino con una impresionante impunidad? ¿Qué intereses se encuentran detrás del apoyo incondicional del occidente imperialista a la masacre de miles de seres humanos en Gaza y Cisjordania? ¿Por qué un pequeño enclave imperialista en el occidente de Asia, el estado sionista de Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir, aplastar a los palestinos cuando se le venga en gana? ¿Cómo ha sido posible que a ese país artificial que es Israel se le haya permitido armarse con bombas atómicas y poner en peligro a toda la humanidad? ¿Qué nos dicen los actuales acontecimientos de Palestina sobre la historia del colonialismo y del imperialismo de Europa y de los Estados Unidos? ¿Por qué en varios países europeos (Inglaterra, Francia, Alemania entre ellos) han sido declarados delitos el apoyo a los palestinos y la denuncia del genocidio del Estado de Israel y se ha llegado hasta el extremo de penalizar el uso de banderas o símbolos que aluden a Palestina? ¿Qué le da derecho a Israel para llevar la barbarie a niveles que hacen retroceder a la humanidad a los peores momentos de la criminalidad nazi? ¿Por qué el doble rasero del occidente imperialista con respecto a Rusia e Israel, al primero de los cuales se bloquea y sanciona, mientras que al segundo se respalda incondicionalmente? ¿Qué sentido tiene seguir educando en derechos humanos si la impunidad criminal reina en Palestina, con la participación directa de países que a sí mismos se califican de “democráticos” y faros de la libertad en el mundo, como los Estados Unidos o los de la UE? ¿Cómo explicarle a los niños y jóvenes de hoy que los valores de inhumanidad de que hace gala Israel (terrorismo de Estado, limpieza étnica, masacre de población indefensa, destrucción de hospitales y escuelas, torturas, aplastamiento de niños, provocar hambruna, contaminar las aguas de uso cotidiano…) que son exaltados como grandes logros de la “única democracia de oriente próximo” no deberían ser normalizados ni olvidados? ¿Cómo dejar de considerar que lo que acontece en Palestina, con los niveles inusitados de muerte y destrucción, es un anticipo de lo que nos espera a gran parte de los habitantes del planeta, si no hacemos nada para impedirlo? ¿Por qué ese culto a la tecnología al servicio de la muerte y el dolor con las alabanzas a la inteligencia artificial, a los aviones supersónicos que lanzan a diario centenares de “bombas inteligentes” de una tonelada sobre zonas urbanas? ¿Por qué se niega el derecho a la resistencia del pueblo palestino y a sus combatientes que luchan por su liberación nacional se les califica de terroristas? ¿De qué sirve la existencia de la ONU o la Corte Internacional de Justicia [CIJ], aparte de ser vehículos del genocidio y la criminalidad de los Estados Unidos, Israel y la Unión Europea?
Estas y muchas otras preguntas deberían nutrir nuestras actividades pedagógicas si es que todavía creemos que la educación debe desempeñar algún papel para enfrentar los problemas de nuestro tiempo y de nuestro mundo y si pensamos que los maestros al ser sujetos políticos deberíamos convertirnos en la conciencia crítica de nuestro tiempo y máxime en momentos en que, como lo ha dicho Angela Davis, “la cuestión palestina se ha convertido en un test moral para el mundo”.
Solamente habría que decir que es claro que la existencia de dos pesos y dos medidas desnuda la hipocresía criminal de Israel y el Occidente imperialista, en que unos genocidios son importantes y otros no, y en que unos muertos valen más que otros. Hay una respuesta magistral, la del poeta de Martinica Aimé Césaire, cuando aludiendo al racismo propio del colonialismo afirmó: “En el fondo lo que no le perdona a Hitler no es el crimen en sí, el crimen contra el hombre, no es la humillación del hombre en sí, sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas que hasta ahora sólo concernían a los árabes en Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África”[7].
EL TRASFONDO EDUCATIVO DEL GENOCIDIO
Adorno al hablar de la educación después de Auschwitz incluye dos aspectos: “en primer lugar, educación en la infancia, sobre todo en la primera; luego, ilustración general que establezca un clima espiritual, cultural y social que no admita la repetición de Auschwitz; un clima, por tanto, en el que los motivos que condujeron al terror hayan llegado, en cierta medida, a hacerse conscientes”[8].
A partir de estos presupuestos podemos examinar el impacto educativo del genocidio de Palestina, que es una repetición casi al pie de la letra de Auschwitz, teniendo en cuenta desde luego los diferentes contextos históricos en que cada uno de ellos se produce.
En cuanto a la primera infancia debemos decir que la educación que se imparte a los niños de Israel está encaminada a prepararlos mental, ideológica, cultural, psicológica y políticamente para el genocidio de los palestinos. Y, sin entrar en mayor medida en materia sobre las características de esa educación, algunos hechos que se difunden desde Israel, con carácter aprobatorio cuando deberían producir vergüenza, son altamente reveladores. Hablemos solamente de dos.
De una parte, contemplar con desazón a niños de menos de diez años entonando un himno bélico en el que se glorifica a las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) y se pide el exterminio de los palestinos, la expulsión de sus tierras y la colonización y apropiación por parte de los invasores sionistas. Su letra, como prueba del terrible sentimiento de inhumanidad a que han llegado los asesinos del Estado de Israel, dice entre otras “gratificantes cosas”, lo siguiente:
Somos los hijos
de la generación de la victoria
Cae la noche de otoño
en la playa de Gaza
Destrucción de
aviones de bombardeo
Aquí, Tsahal
cruza la frontera […] Dentro de un año
Acabaremos con todos
Y luego volveremos
A arar nuestros campos
Y cuidaremos
de todos ellos. […]
El amor se santifica
en la sangre […] Hoy nuestra alma
También es guerrera
Un pueblo
Un pueblo eterno
para siempre […]
Mostraremos al
mundo
cómo destruimos
a nuestros enemigos hoy […]
El amor se santifica
en la sangre[9].
Suficientemente ilustrativa la letra de este himno guerrero y macabro, y más impactante aún si tenemos en cuenta que se difunde masivamente en el mismo momento en que las “heroicas” tropas de Israel bombardean en forma inmisericorde a los palestinos, entre ellos a niños de brazos recién nacidos. Una educación genocida de este tipo explica que los niños adiestrados en Israel, luego cuando sean adultos se conviertan en asesinos de los palestinos, empezando por niños de Gaza.
Y el segundo ejemplo es el de los niños de Israel firmando “con amor” las bombas que el ejército va a lanzar sobre gentes inermes. Esta imagen es de 2006, cuando se presentó la agresión de Israel al Líbano. Y recientemente en un programa de televisión en Israel, exclusivamente dirigido a los niños para adoctrinarlos sobre la guerra de agresión que libran contra Gaza, se exalta su apoyo y se exhibe un tanque con dibujos infantiles, con el fin de mostrar la manera en que los niños apoyan al ejército sionista. Es claro que, con esta lógica asesina difundida entre los niños, poco puede esperarse para suponer que los ciudadanos de Israel puedan ser pacíficos y bondadosos con los palestinos.
Y no estamos especulando sobre lo que podría suceder, sino que tenemos evidencias concretas, terribles por lo demás, de la violencia ejercida por niños de Israel contra palestinos, niños y adultos. En 2003, en Hebrón sucedió este hecho, como lo relato un soldado de Israel: “Un niño encantador que visitaba con regularidad nuestro puesto decidió que no le gustaba que los palestinos pasaran por debajo de sus ventanas, así que cogió un ladrillo y se lo tiró a la cabeza a la niña. Los niños allí hacen lo que se les viene en gana. Nadie hace nada por evitarlo. A nadie le importa. Más tarde, sus padres simplemente lo celebraron. Los padres alientan a sus hijos a portarse así. Hubo muchos casos como ese. Chicos judíos de once, doce años que les dan palizas a palestinos y sus padres acuden a ayudarlos, azuzan los perros para que los ataquen”[10].
Y, por otro lado, en el caso de los niños palestinos, que sufren directamente los rigores de los bombardeos de Israel, que soportan la destrucción de sus casas, que escuchan de día y de noche el trepidar de los aviones y las bombas atronadoras que rompen todo lo que encuentran y matan a sus padres, hermanos y amigos y, a menudo, mata infantes, y a muchos de los que sobreviven los deja inválidos porque esos artefactos les arrebata alguna parte de su cuerpo… Qué futuro espera a los niños que quedan vivos, a veces huérfanos y sin ningún familiar que los acompañe, porque Israel arrasa con familias completas de varias generaciones (frecuentemente en los bombardeos mueren 40 personas de la misma familia). Es obvio que una gran parte de ellos se integraran en la resistencia armada que enfrenta valientemente a los ocupantes. Qué futuro pueden tener los niños de Gaza, tras soportar la violencia física y mental, que deja secuelas de por vida, aparte de dirigir su dolor contra los colonialistas de Israel.
Y a los niños del resto del mundo, sobre todo a los de nuestro Sur Global, los educadores les deberían mostrar el impacto de la guerra genocida, con las duras imágenes de los niños masacrados, pero también sus imágenes de resistencia y esperanza, que plasman a veces en sus dibujos. Estos niños, nacidos en la antesala del infierno, aparecen registrados en la película-documental Nacidos en Gaza, del periodista Hernán Zin. Esta película se debería mostrar ahora mismo en todas las escuelas del mundo, incluyendo a las de Israel ‒aunque el régimen sionista no lo permita. Es el testimonio de los niños sufrientes y héroes de Gaza que soportan y sobreviven a los bombardeos, a partir de los ataques de Israel de 2014, cuando fueron asesinados 500 palestinos.
Como comenta el periodista mexicano de La Jornada Hermann Bellinghausen: “En Gaza, donde el mar, el desierto y los túneles no llevan a ningún lado, la población está atrapada en el centro concentracionario más grande del mundo, y quizá de la historia. Los niños que hablan para la cámara de Zin, heridos del cuerpo y la mente, abrasados por sentimientos demoledores, perdieron amigos, hermanos, tíos o son huérfanos, y cuentan sus historias peripatéticamente, pues en Gaza no parece haber dónde sentarse o yacer que no sean ruinas. […] Aquí jugábamos. Aquí dormíamos. Aquí comíamos. Aquí estudiábamos. Aquí nos curaban. Aquí hacíamos pan. El recorrido de Hernán Zin, director y fotógrafo, avanza sobre bloques de concreto, ladrillos rotos, columnas, techos caídos, grandes boquetes en los muros, cráteres en el suelo, eriales incesantes, varillas retorcidas, calles destrozadas, polvo. Ruinas que delatan el fin de un mundo”[11].
En cuanto al segundo aspecto mencionado por Adorno, el referido al clima general de conciencia para que no se repita Auschwitz, podemos decir que, en Israel, Estados Unidos y la Unión Europea sí que se crean las condiciones para esa repetición, y es lo que hoy estamos viendo con el genocidio de Gaza, explicable si se tiene en cuenta que se sustenta en aspectos que se reiteran hasta la saciedad. Entre esos asuntos vale mencionar algunos de los más importantes: Israel encarna la civilización, la luz, el progreso, mientras que los árabes y los palestinos son la barbarie, la oscuridad, el salvajismo y esto hace que los primeros sean superiores y eso les de la prerrogativa de eliminar a los otros; esos otros, en la lógica colonial que viene de Europa y Estados Unidos, son animales, bestias, que deben borrarse de la faz de la tierra para que no afeen el bello jardín de orden y prosperidad que representa Israel en tierras palestinas; en lugar de llevar educación, salud, cultura a los pueblos del Sur del mundo, Israel y las potencias imperialistas traen armas, guerra, muerte para sostener la injusticia y desigualdad planetaria; el orden mundial al estilo estadounidense exalta la guerra y la destrucción de los “países canallas” (paisitos de mierda los llaman ciertos politólogos en Estados Unidos) que se niegan a plegarse al orden imperialista, como se ha visto en las últimas décadas en Irak, Afganistán, Libia, Siria y en Palestina3.
Dos casos bastan para ilustrar por qué razones se reproduce a diario Auschwitz en Israel y esa es la base ideológica del genocidio de Gaza. El primer ejemplo es el de un ministro del gobierno de Israel, Bezalel Smotrich, que calificó a los palestinos de mosquitos, diciendo que eso significaba lo siguiente, en términos de la lógica genocida del Auschwitz de ayer y el de hoy en Gaza: “Ese es el problema de los mosquitos. Si aplastas mosquitos y golpeas quizás 99, será el número 100, que no aplastaste, el que te matará. La auténtica solución es secar el pantano” y “cuando se le preguntó si eso podría significar erradicar familias enteras con mujeres y niños, Smotrich respondió: ‘La guerra es la guerra’”[12].
Y el segundo es el del periodista israelí Simón Riklin, quien sin inmutarse afirmó que está “a favor de los crímenes de guerra” en la Franja de Gaza y en un programa televisivo sostuvo en forma cínica que “no puedo dormir si no veo casas destruidas en Gaza”. Añadió que quiere que el Ejército de Israel destruya todas las casas y edificios de Gaza para que los habitantes no puedan regresar[13].
Con este tipo de apología del genocidio y la limpieza étnica por parte de voceros e ideólogos del Estado de Israel lo que queda en evidencia es que el espíritu genocida de Auschwitz que tanto preocupaba a Theodor Adorno, ha germinado nuevamente en Israel, donde se justifica el exterminio industrial de seres humanos, los palestinos, tal y como se hizo en la Alemania hitleriana.
LA TECNOLOGÍA CONVERTIDA EN UN INSTRUMENTO DEL GENOCIDIO
Un aspecto central a la hora de analizar el genocidio pasa por considerar el papel que desempeña la tecnología, a partir de la razón instrumental y la frialdad burocrática, para la cual matar seres humanos termina siendo un trabajo rentable que debe desempeñarse con la máxima precisión y sin parpadear. Y este asunto es crucial, para pensar el impacto de las nuevas tecnologías en la educación, donde soportamos, acentuada tras la pandemia, la dictadura de lo digital y de la Inteligencia Artificial, para recordar la manera en que esas tecnologías son un instrumento de guerra y de muerte, algo que se suele olvidar.
Adorno contribuye a desnudar el papel de la tecnología en la instrumentalización del genocidio. Al respecto sostiene: “En la relación actual con la tecnología hay algo excesivo, irracional, patógeno. Ese algo está vinculado con el velo tecnológico. Los hombres tienden a tomar la técnica por la cosa misma, a considerarla un fin autónomo, una fuerza con ser propio, y, por eso, a olvidar que ella es la prolongación del brazo humano. Los medios ‒y la técnica es un conjunto de medios para la autoconservación de la especie humana‒ son fetichizados porque los fines ‒una vida humana digna‒ han sido velados y expulsados de la conciencia de los hombres. […] No sabemos con precisión como el fetichismo de la técnica se apodera de la psicología de los individuos, dónde está el umbral entre una relación racional con la técnica y aquella sobrevaloración que lleva, en definitiva, a que quien proyecta un sistema de trenes para conducir sin tropiezos y con la mayor rapidez posible las victimas a Auschwitz, olvide cuál es la suerte que aguarda a estas allí”[14].
El autor solamente menciona, a manera de ejemplo, el sistema de trenes que conducen rápido a los prisioneros al matadero, pero desde luego que allí intervinieron otros aspectos técnicos, tales como los alusivos a la misma organización administrativa de los campos de concentración, la división interna del trabajo, la experimentación biológica con los prisioneros, la utilización de instrumentos de tortura y muerte (como las cámaras de gas), la organización de equipos que dirigían los mejores científicos y técnicos en investigaciones encaminadas a destruir seres humanos… Pues bien, hoy tenemos todo eso mismo, multiplicado exponencialmente por los notables desarrollos tecnológicos que se han producido en los últimos sesenta años, cuando Adorno escribió el texto que comentamos.
Así, la Alemania nazi era lo más adelantado de su tiempo en términos tecnológicos ‒y por esa razón es que no pueden separarse el genocidio de la modernidad técnica‒ y hoy Israel presume de ser un baluarte de los desarrollos tecnológicos no solo en el mundo árabe sino en el planeta entero. Sus propagandistas se esfuerzan por convencernos de sus importantes contribuciones tecnológicas. Así, por ejemplo, en un curso de propaganda del Estado sionista dirigido a sus estudiantes que viajen al extranjero se dice:
“Si no fuera por Israel, tú nunca podrías levantarte por la mañana, porque el chip en tu teléfono celular que funciona como alarma se produce en Israel. No podrías encontrar la manera de llegar a tu trabajo, porque la aplicación WAZE es un producto israelí, y entonces te perderías en el camino. Y si lo hicieras (llegar al trabajo), no tendrías una computadora porque Intel produce sus partes en Israel, y luego tu cuenta sería pirateada porque la seguridad cibernética está hecha en Israel. Incluso, ni siquiera podrías comer pepinos, porque Israel inventó los sistemas de riego que hacen posible cultivarlos”[15].
Parafraseando esta verborrea propagandista que rinde un culto fetichista a la tecnología podemos mencionar otras cosas, que se cuida de nombrar la propaganda sionista, y que ponen de presente la utilización de las modernas tecnologías al servicio de la muerte y la destrucción: si no fuera por Israel y Estados Unidos los aviones F-15 y F-16 no volarían en el aire de Gaza para lanzar bombas de hasta dos mil kilos que destruyen todo lo que encuentran a su paso; si no fuera por Israel los habitantes de Gaza y Cisjordania no tuvieran en su territorio un infernal muro, dotado de sofisticados sistemas de control, vigilancia y represión; si no fuera por Israel, con sus bombas “inteligentes”, dotadas de sensores y chips, no hubieran sido asesinados hasta el momento, en esta última ofensiva genocida, 26 mil personas; si no fuera por Israel y el despliegue militar de la Inteligencia Artificial no se hubieran bombardeado y destruido el 90% de las viviendas de Gaza, que son atacadas a partir de los “objetivos militares” que dictan los logaritmos, los cuales “ordenan” bombardear todo lugar donde haya un habitante de Hamas; si no fuera por Israel y sus drones asesinos, teledirigidos desde pulcros laboratorios altamente tecnologizados, no se mataría a diario a los que Israel considera sus enemigos, y sobre los cuales lanza misiles que arrasan con viviendas y sus habitantes; si no fuera por Israel y sus aplicaciones tecnológicas no se le robaría el agua a los palestinos, para irrigar la agricultura de los colonos ocupantes; si no fuera por Israel y el uso de fosforo blanco en sus proyectiles, guiados “inteligentemente” no perecerían quemados niños, mujeres y hombres de Palestina, ni se destruirían sus tierras, aguas y cultivos; si no fuera por Israel, sus retroexcavadoras de último modelo no derribarían las casas de los palestinos para que esos terrenos sean robados por los colonos sionistas; si no fuera por Israel no se hubieran asesinado con precisión milimétrica a los cien periodistas en Gaza en estos últimos cuatro meses, muertos o por bombas o por la acción de francotiradores que accionan armas sofisticadas de última tecnología…
En cuanto a lo que dice Theodor Adorno de los conductores de los trenes de la muerte, eso mismo puede señalarse con respecto a los miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel [FDI] (llamadas Tsahal, un acrónimo en hebreo). Los gobernantes del estado de Israel y sus militares presumen del profesionalismo y preparación de los miembros de ese ejército, con estudios universitarios e incluso con maestrías y doctorados. Esos hombres y mujeres ‒ya que Israel alardea de tener el ejército más feminista del mundo‒ con títulos universitarios, con estudios en el exterior, que hablan varios idiomas, que no saben nada de los palestinos (a los que han aprendido a considerar animales, cucarachas, mosquitos, alimañas y otros calificativos de tan alto nivel humano) son los que pilotean los aviones desde los cuales se lanza en forma impune bombas de 1000 kilos que matan a los palestinos por miles. Esos mismos soldados-asesinos son los que conducen los tanques con los que se arrasan las casas y cultivos de Gaza y aplastan sin misericordia a los palestinos, incluyendo niños. Esos mismos soldados-asesinos son los que colocan los explosivos que vuelan escuelas, hospitales y universidades. En Israel la industria de la muerte y la racionalización burocrática se ha sofisticado a un nivel que nunca logró la Alemania Nazi.
Entre paréntesis, hay que decir que estos asesinos cuentan con respaldo en el mundo académico de Israel. Por ejemplo, un científico social y profesor universitario, geógrafo para más señas, de nombre Arnon Soffer, realizó una abierta apología del asesinato de los palestinos, en la que recalcaba la importancia de asegurarse una generación joven y de relevo de los asesinos sionistas: “[…] si queremos seguir vivos, tendremos que matar y matar y matar. Todos los días, cada día […] Si no matamos, dejaremos de existir. Lo único que me preocupa es asegurar que los chicos y hombres que tendrán que llevar a cabo todas esas muertes podrán volver a casa con sus familias como seres humanos normales”[16].
Pues, esos chicos y chicas que vuelven normalmente con sus familias, y viven una vida “normal y confortable” en sus hogares, son los mismos que asesinan y masacran a los palestinos e incluso muchos de ellos alardean con sus crímenes y muestran las mortíferas tecnologías que emplean, para confirmar que el anuncio del geógrafo genocida antes citado se ha confirmado. Por supuesto, estos asesinos ‒igual que los diseñadores del sistema de trenes que menciona Adorno‒ no tienen ningún nivel de conciencia, con unas cuantas y honrosas excepciones. Claro, hay que decir que estos son los asesinos “manuales”, los ejecutores, pero los verdaderos criminales y genocidas son los de tipo “intelectual” que programan los asesinatos desde sus confortables sillas y escritorios de burócratas civiles y militares del Estado sionista de Israel.
De otro lado, Adorno no menciona un elemento, que no puede pasar desapercibido por la actualidad que tiene en Israel, y es el relativo a los límites de la tecnología. A pesar de su sofisticado aparato tecnológico de guerra, Israel no pudo evitar los ataques de Hamas el 7 de octubre de 2023, cuando el movimiento palestino recurrió a tecnologías elementales para dejar en ridículo a la FDI. Durante meses los combatientes prepararon la operación, nunca usaron ningún celular ni computador o algún medio digital que pudieran dejar huella virtual, que pudiera se rastreada por el sistema de comunicación de Israel. Pacientemente, de boca en boca se daban los mensajes y las órdenes y hasta el día del asalto, un sábado, se usaron bicicletas, y parapentes para adentrarse en territorio de Israel (o mejor, robado por este) y atacar una fortín militar de Israel, en el que murieron centenares de militares y colonos (que son paramilitares) y otros fueron tomados como rehenes. Eso demuestra que la tecnología bélica, con su culto a la muerte y a la destrucción, no es ni mucho menos omnipotente ni puede detener el deseo de lucha, independencia y liberación nacional de los palestinos.
EL DERECHO A LA RESISTENCIA DE LOS PALESTINOS
El derecho a la resistencia existe para los palestinos y para todos los seres humanos que enfrentan al capitalismo y al imperialismo. Para los palestinos por una razón principal, son un pueblo sometido a la dominación colonial e incluso las normas básicas del derecho internacional establecen como legítimo el derecho a la resistencia contra los ocupantes coloniales, en este caso contra Israel. Esta es una premisa básica para entender el fondo del asunto de la lucha de los palestinos, porque ellos son los agredidos y no los agresores. Esa es la imagen que Israel ha vendido desde siempre, basándose en ficciones bíblicas, y ratifica después del 7 de octubre, cuando dice que fue atacada alevemente por terroristas y violada su soberanía territorial por parte de los comandos de Hamas. Es como si ese día hubiera empezado la historia y no existiera una continuada agresión sionista contra los palestinos que se prolonga durante más de un siglo.
No, las cosas son claras. Israel es un ocupante colonial, que oprime, persigue, masacra, discrimina, bestializa a los palestinos y estos tienen todo el derecho a resistir a los ocupantes sionistas, y resistir de todas las formas posibles, incluyendo la lucha armada. Ese es un derecho que no se lo puede quitar nadie y eso es lo que ha hecho Hamas en su extraordinaria acción del 7 de octubre. La importancia estratégica de lo acontecido ese día radica en que volvió a poner en la palestra mundial la existencia de Palestina y los palestinos, para recordarnos que lo que allí se presenta es un problema colonial, como el que soportaron pueblos de África, Asia y América y dieron pie a importantes luchas de liberación nacional.
Ante la complicidad de Estados Unidos y de la Unión Europea, como baluartes del colonialismo blanco de ocupación de los últimos siglos, Israel se ha erigido como el último bastión de la dominación colonialista occidental, con sus mismos métodos racistas de pretendida superioridad moral y civilizacional.
En ese orden de idas, son los colonialistas de Israel y sus patrocinadores de Europa y Estados Unidos los que califican de terroristas a los palestinos y a quienes los apoyan y, a nombre de la supuesta democracia, libertad y derechos humanos, respaldan el terrorismo de Estado de Israel y sus prácticas genocidas. En últimas, así lo que se pretende es legitimar a los ocupantes sionistas y desconocer la justeza histórica y política de los palestinos a la autodeterminación. Finalmente, la proclamada guerra contra el terrorismo es la justificación de la dominación imperialista, siendo Israel uno de sus soportes principales.
Esto indica para nosotros los educadores entender la importancia del lenguaje y de la historia para no caer en las trampas y sofismas de la propaganda de falsimedia occidental, vocera de Israel y de sus crímenes. No es terrorismo la lucha legitima de los palestinos por su liberación nacional, como si es terrorismo lo que hacen Israel, Estados Unidos, la Unión Europea al atacar, por ejemplo, a los hutíes de Yemen, los únicos que están realizando acciones prácticas para tocar a Israel y al mundo occidental donde más les duele, en su comercio y flujo de mercancías.
En ese contexto, no estamos ante una guerra entre Israel y Hamas, como se repite de manera poco crítica, sino de una brutal agresión genocida por parte de Israel y esto no es producto de ningún conflicto entre el Estado de Israel y el mundo árabe en general, sino una típica acción colonial en la que los ocupantes suelen masacrar a los pueblos colonizados, como lo han hecho los Europeos en todos los rincones del globo en los últimos cinco siglos.
En estas condiciones, es un sofisma aquello de que Israel tiene derecho a existir y a la autodefensa, que les sirve para presentarse como pobres victimas que soportan las agresiones de sus enemigos del mundo árabe en general y de los palestinos en particular. No, lo que hace Israel no es autodefensa, es una brutal agresión genocida, y quienes si tienen derecho a la defensa son los palestinos. Bien lo dice Norman Finkelstein: “Israel no puede pretender un derecho a una defensa propia si el ejercicio de este derecho se remonta a una ocupación injusta o ilegal o la negación de un derecho de autodeterminación”[17].
También se debe cuestionar la idea etérea de una paz nebulosa como la que busca Israel, Estados Unidos y la Unión Europea que supone la entrega incondicional de los palestinos, como lo que hoy representa vergonzosamente la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, puesto que tal paz no es sino la sumisión abyecta al poder colonial de Israel, muy al estilo de los lacayos que Europa siempre tuvo en los territorios colonizados. Y esto es importante resaltarlo en el ámbito educativo porque pone de presente la relación que existe entre paz y justicia, una relación fundamental en cualquier proyecto educativo emancipador. En ese sentido, adquieren gran valor las palabras de Paulo Freire:
“De la gente anónima, de la gente sufrida, de la gente explotada aprendí que la paz es fundamental, indispensable. Pero la paz requiere luchar por ella. La paz crece y se fortalece en y por la superación de realidades sociales perversas. La paz se construye en la incesante construcción de la justicia social. Por eso no creo en ningún esfuerzo, por mucho que se autodenomine ‘educación por la paz’, que en lugar de revelar las injusticias del mundo, las devuelva opacas e intente miopizar a sus víctimas”[18].
La resistencia de los palestinos es bienvenida y debe ser tomada por los educadores críticos y pensantes del mundo como un antídoto contra el conformismo, la pasividad y la resignación, que tanto imperan en nuestro tiempo. Si la población gazatíe se enfrenta heroica y solitariamente a Israel es “para proclamar, en primer lugar a ellos mismos y después al mundo entero, que, por muy alto que fuera el precio por pagar, por infinito que fuera el sacrificio, el pueblo de Palestina vivía aún. ¡Fuimos, somos y seremos!”[19].
Esto nos recuerda la importancia de la dignidad, un valor central de cualquier educación crítica y emancipadora. La dignidad de los palestinos debe ser exaltada, porque “en un mundo cruel, lleno de atrocidades y actos egoístas, es posible encontrar hombres y mujeres que piensen y actúen en forma honorable, personas que creen en la capacidad humana de construir un mundo mejor y más justo. Estos hombres y mujeres se disponen a desmantelar los conceptos establecidos, destruyendo los prejuicios criminales y elitistas de la supremacía blanca […]”[20].
LOS EDUCADORES DEBEMOS EXPRESAR NUESTRA INDIGNACIÓN MORAL
En el aula de clase y en todos los espacios donde nos encontremos, los profesores debemos expresar nuestra indignación moral ante el genocidio llevado a cabo por Israel, ante el cual no podemos permanecer callados, y frente a la desinformación y las mentiras propaladas por falsimedia mundial, al servicio de los sionistas. Debemos elevar nuestra voz, proporcionado elementos de reflexión filosófica, ética, histórica y política que permita a niños y jóvenes ayudar a entender la magnitud de los crímenes que se comente en Palestina, para que ellos se formen como sujetos libres y conscientes y no se muestren indiferentes ante el dolor y el sufrimiento de millones de seres humanos, que son aplastados por una poderosa máquina de guerra hecha en occidente y usada para mantener el dominio del imperialismo en una zona rica en hidrocarburos y estratégica para el comercio mundial.
En tal dirección, es necesario presentarle a nuestros estudiantes, familiares y amigos el panorama conceptual que permite entender lo que acontece en Gaza, como forma de acercarse a la comprensión de la criminalidad de Israel. Debemos, en consecuencia, precisar el sentido y alcance de los términos genocidio, limpieza étnica, sionismo, terrorismo de Estado, colonialismo, imperialismo, entre los más importantes. No se trata de desplegar un sofisticado análisis teórico, sino en suministrar herramientas básicas de comprensión del proceso histórico que pueda contribuir a discernir los intereses que están en juego en la masacre de los palestinos y las razones que explican el apoyo irrestricto del occidente imperial a Israel, representado por Estados Unidos y la Unión Europea.
Una pedagogía crítica debe comprometerse con desnudar los múltiples mecanismos que mantienen y reproducen la injusticia, la opresión, el racismo y la desigualdad en el mundo, de lo cual es un micro laboratorio Gaza. Una pedagogía crítica debe enfrentar la pedagogía del miedo y de la muerte que personifica el estado de Israel y gran parte de sus ciudadanos y que expresan a viva voz sus ideólogos, dentro y fuera de Israel. En efecto, si las fuerzas armadas de Israel y sus colonos disparan contra la población civil, asesinan y torturan a combatientes de Hamas o Hezbolá, destruyen las casas de la gente común y corriente, matan los animales domésticos de los gazatíes, contaminan los suelos y aguas de la zona…. es porque eso tiene una misión “educativa”: aterrorizar a la población para que se someta y acepte el dominio colonial de Israel. Así lo justifica el columnista del New York times, el pro sionista Tomas Friedman, quien dice que Israel actúa a partir de un criterio pedagógico sólido: “Intentar ‘educar’ a Hamas, provocando un elevado número de muertos entre sus militantes y gran dolor entre la población de Gaza”[21].
LO QUE PODEMOS Y DEBEMOS HACER LOS EDUCADORES CRÍTICOS
Ante el terrible panorama descrito puede suponerse que no podemos hacer nada y debemos dejar que los palestinos sigan siendo masacrados y expulsados de los pocos territorios que les quedan. Nada de eso, nosotros tenemos mucho qué hacer, en medio de todas las limitaciones que enfrentamos a diario.
En primer lugar, está la labor de denuncia y concienciación sobre el genocidio en Gaza y sobre sus responsables directos: Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, así como los cómplices del sufrimiento del pueblo palestino, encarnado en todas las monarquías y gobiernos corruptos del mundo árabe (entre ellos Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Catar…). Ante el genocidio no podemos permanecer callados, y nuestro grito de denuncia no debe apagarse, porque una pedagogía crítica no teme llamar a las cosas por su nombre, hablar de genocidio y señalar a los genocidas. Como parte de la denuncia se debe desenmascarar a los medios de desinformación que operan abiertamente al servicio de Israel, para lavarle la cara genocida y justificar sus crímenes. En Colombia, los medios tradicionales tienen esa característica, más acentuada y descarada en un medio que es propiedad de capital judío-sionista, que responde al nombre de la Revista Semana.
Un elemento importante en nuestra labor pedagógica radica en posicionar lo que sucede en Palestina como un crimen histórico, un concepto central para recalcar que lo que está haciendo Israel no es un crimen de guerra más, sino que es de otra naturaleza, es un crimen de lesa humanidad, que debe permanecer en la memoria de los seres humanos, de esta y de las próximas generaciones como un acontecimiento incomparable, inadmisible, y que se le de el mismo nivel que tiene el genocidio de los nazis o lo acontecido en Ruanda en 1994. Pensarlo como crimen histórico es indispensable para terminar, de una vez por todas, con la falsa imagen de Israel como víctima, que se arropa con el relato sionista del Holocausto. En este sentido, considerar al genocidio de Israel un crimen histórico supone visualizar al régimen sionista como una aberración social que alcanzó los peores niveles de la Alemania nazi y condenarlo y denunciarlo por siempre, para que su existencia quede registrada con el baldón del oprobio y emblema de la acción genocida del colonialismo europeo. Llegará un día en que el tenebroso historial del martirio de Gaza y de los crímenes de Gaza nos parecerá algo increíble y, como profesores, debemos contribuir que ese momento llegué lo más pronto posible.
En segundo lugar, debemos recordar el ejemplo histórico reciente de la forma cómo fue derrotado el apartheid en Sudáfrica, un régimen similar a Israel, y amparado entre otras cosas por los sionistas. Esa derrota fue posible por una campaña internacional de boicot y saboteo de todo lo relacionado con ese oprobioso sistema de apartheid. Esto mismo puede y debe hacerse contra Israel, un saboteo a sus productos y marcas, así como a las de Estados Unidos y la Unión Europea que apoyan el genocidio del pueblo palestino. Como parte del aislamiento de Israel, hay que presionar para que los gobiernos cesen los acuerdos militares, tecnológicos, educativos y culturales que tengan con Israel y rompan relaciones diplomáticas y de cualquier índole con el régimen sionista, tal y como ya lo ha hecho, en forma ejemplar y digna, Bolivia. En el caso de Colombia, debe exigirse al gobierno de Gustavo Petro rompa todos los acuerdos militares que han convertido a nuestro país en el Israel de Sudamérica. En cuanto a las universidades hay que suspender los acuerdos y contratos de índole académica que tengan con universidades de Israel y vetar la venida de académicos procedentes del estado sionista. Eso mismo debe hacerse con los artistas y deportistas de Israel, que son propagandistas del genocidio.
En tercer lugar, como educadores críticos debemos indagar sobre la historia del pueblo palestino, su lucha centenaria para preservar su existencia, e incentivar en el conocimiento de esa gesta, con el fin de promover y defender su justa lucha. Esta debería inscribirse en el contexto más amplio del colonialismo, uno de cuyos últimos representantes es Israel, para recordar las luchas de liberación anticolonial, que destruyeron a los grandes imperios europeos. Máxime que eso ocurre en un momento histórico en que está declinando irremediablemente el dominio europeo del mundo, que comenzó el 12 de octubre de 1492.
En tercer lugar, hay que enfatizar que la condena de Israel no es un asunto diplomático, jurídico y ni siquiera político, es una cuestión moral, que pone de presente la imperiosa urgencia de defender a la humanidad. Hoy, oponerse, denunciar y condenar al Estado de Israel es una cuestión de responsabilidad moral para no ser cómplices o coparticipes del genocidio de los palestinos. No puede ser que nosotros como profesores caigamos en la resignación sumisa ante Israel y nos carcoma aquello que denunció el recientemente fallecido periodista y cineasta australiano John Pilger: “La población de Gaza se hunde en el genocidio y los que se sientan a mirar se hunden en el silencio”[22].
Y, por último, debemos enarbolar, pese a todo, la esperanza que nos transmiten los palestinos que heroicamente resisten y luchan. Esa esperanza está afincada en la justeza histórica de su lucha, y dicha esperanza también alienta nuestra existencia como profesores críticos que sienten con dolor y angustia la masacre de miles de seres humanos, entre ellos los niños de Gaza, muchos de los cuales son asesinados el mismo día en que nacen por los genocidas de Israel. Contra esa lógica asesina, reivindicamos la pedagogía de la vida y de la lucha, como lo dice un poeta palestino Yasser Jamil Fayad, con breves pero elocuentes palabras: “Correr/ Bailar/ Llorar/ Abrazar/ Amar/ Sufrir/ Ayudar/ Gritar/ En la vida caben muchos y muchos verbos./ Yo Soy Simplemente palestino/ ¡Mi verbo es luchar!”
NOTAS:
[1]. Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1973, p. 80.
[5]. Mauro Jarquín Ramírez, “Gaza: con escuelas en ruinas, jamás habrá paz”, en La Jornada, enero 19 de 2024. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2024/01/19/opinion/015a2pol
[6]. Henry Giroux, La guerra del neoliberalismo contra la educación superior, Herder, Madrid, 2019, p. 93.
[7]. Aimé Césaire, Discurso sobre el colonialismo, Editorial Akal, 2006, p. 15. [Énfasis en el original].
[10]. Breaking the Sience, El libro negro de la ocupación. Testimonios de soldados israelíes en los territorios ocupados 2000-2010, El Viejo Topo, Barcelona, 2015, pp. 324-325. [Énfasis nuestro].
[11]. Hermann Bellinghausen, “Nacidos en la antesala del infierno”, La Jornada, octubre 20 de 2023. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2023/10/20/opinion/a04a1cul
[12]. Citado en Henry Giroux, “Guerra en Gaza: matar niños y la carga de conciencia”, en Znet, diciembre 10 de 2023. Disponible en: https://znetwork.org/es/znetarticle/war-on-gaza-killing-children-and-the-burdens-of-conscience
[16]. Citado en Virginia Tilley, Palestina/Israel: un país, un Estado. Una iniciativa audaz para la paz, Editorial Akal, Madrid, 2007, pp. 206-207. [Énfasis nuestro].
[17]. Norman Finkelstein, Gaza. Una investigación sobre su martirio, Siglo XXI Editores, Madrid, 2019, p. 304.
[18] Citado en Cécile Barbeito y Georgina Casas, “Abordar el conflicto Israel-Palestina en las aulas”, en El Diario de la Educación, enero 7 de 2024. Disponible en: https://eldiariodelaeducacion.com/2024/01/07/abordar-el-conflicto-israel-palestina-en-las-aulas/
[20]. Alipio Casali y Ana María Araujo Freyre, “Peter McLaren, el disenso creativo”, en Luis Huerta-Charles y Marc Pruyn, De la pedagogía crítica a la pedagogía de la Revolución. Ensayos para comprender a Peter McLaren, Siglo XXI Editores, México, 2007, p. 73.
[21]. Citado en Noam Chomsky e Ilan Pappe, Gaza en crisis, Editorial Taurus, Madrid, 2011, p. 116.
[22]. Citado en N. Chomsky e I. Pappe, op. cit., p. 262.
Fuente de la Información: https://rebelion.org/la-educacion-despues-del-genocidio-de-gaza/
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