De su creación a la fecha, la Educación Especial (EE) en Cuba —que hoy 4 de enero celebra su aniversario 56— ha «crecido» no solo en número de instituciones y docentes, sino también en su carácter científico y en los aportes pedagógicos de una enseñanza que, quizás como ninguna otra, sea especial en el sentido más estricto de la palabra.
Si más de medio siglo atrás se daban los primeros pasos, pues en aquel entonces el país no contaba con la calificación y preparación requeridas para atender las diversas NEE, en estos momentos la EE constituye un referente importante para muchos países de la región, y en lo cual resulta válido resaltar el apoyo y la sensibilidad que siempre tuvo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Los avances de la Educación Especial en nuestro país mucho tienen que ver con el impulso y el apoyo que siempre tuvo por parte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Diversidad, inclusión, atención personalizada, son algunos de los términos que la experiencia y la práctica han validado en aras de alcanzar una educación de calidad para todos. A propósito de ello y de la fecha, CubaSí conversó con la Doctora Marlén Mederos, directora nacional de la EE.
¿Por qué resulta esencial hablar de una escuela inclusiva?
«Los seres humanos somos diversos y, por lo tanto, cada individualidad requiere una educación determinada. Ello significa atender los intereses, las motivaciones y preocupaciones, de cada uno de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, cuyos ritmos de aprendizajes son también diversos.
«La diversidad es, por tanto, la expresión del reconocimiento de las diferencias de sexo, de culturas, de desarrollo y del aprendizaje de los alumnos que, necesariamente, deben ser tomados en cuenta para su educación, no para la exclusión.
«De ahí la importancia de hablar de una escuela inclusiva, que sea flexible, que responda a las necesidades y potencialidades de los educandos, al contexto donde viven, a las familias de procedencia».
¿Cuál es entonces el papel del docente para lograr este propósito?
«Lo primero es la motivación que debe poseer para atender la diversidad. De ahí que resulte vital que los maestros estén conscientes de la necesidad de elevar el nivel profesional, de la autosuperación, de trabajar sobre la base del diagnóstico y la caracterización de cada uno los educandos.
«Es importante que asuma que cada acto de aprendizaje requiere determinadas actividades y medios didácticos; debe saber cómo graduar los niveles de exigencia. Si un niño necesita más tiempo, permitirlo. ¿Quién niega que pueda ser de otra manera? En nuestra realidad todo ello es posible, pues nuestros maestros son muy creativos».
Cuando hablamos de inclusión, ¿eso implica que los niños con necesidades educativas especiales se puedan formar en escuelas de la enseñanza general?
«En la actualidad el país tiene más de 12 mil niños, adolescentes y jóvenes que reciben su educación en los contextos regulares, desde la Primera Infancia hasta la Educación de Adultos.
«En la Educación Especial estamos hablando de más de 35 mil en 365 instituciones en todo el país. No obstante, en cada curso escolar disminuyen las matrículas entre 900 y mil. Ello no significa que no entran aquí y van a la escuela regular, sino que es el resultado de los procesos de detección y atención cada vez más temprana que se tienen de las NEE y por lo cual se actúa en correspondencia».
¿Qué valor le atribuye a la intersectorialidad en esta labor?
«Es relevante lo que ahora estamos haciendo a partir del Tercer Proceso de Perfeccionamiento de la Educación Cubana, pues hoy fomentamos el trabajo en red. Nos referimos al pleno conocimiento que debemos tener en relación con el contexto donde está ubicada la escuela y los principales recursos humanos y materiales con que cuenta.
«Trabajar de conjunto con otros profesionales en la formación de los niños, adolescentes y jóvenes resulta fundamental. De ahí que podamos resaltar el vínculo estrecho que en este sentido ha tenido siempre Educación con otros ministerios, tales como Salud Pública, Trabajo y Seguridad Social, Cultura, y el INDER.
«Debemos tener presente cuánto puede aportar una Casa de Cultura, un combinado deportivo, un centro laboral cercano a la escuela; un padre o una madre que, con determinadas aptitudes, pueden contribuir con las actividades que ellos deben realizar en sus espacios. En fin, la labor intersectorial es indispensable para avanzar».
Como directora nacional de la enseñanza, y desde su experiencia personal, ¿qué limitantes existen para lograr la plena atención a la diversidad?
«Sumar en este empeño a los demás factores de la sociedad es un reto para la escuela, en aras de poder construir esa participación que tanto necesitamos y que, además, constituye un derecho humano.
«Hay que contar con todos, con la familia, con los vecinos, con la comunidad donde está situado el centro. Asimismo, resulta imprescindible elevar los niveles de preparación de los docentes para brindar una educación personalizada, reconociendo que lo individual en las NEE está estrechamente vinculado con posibilidades, intereses, niveles y ritmos de aprendizajes.
«Esta preparación tiene mucho que ver con la voluntad, los deseos y las motivaciones de los maestros para atender la diversidad que hoy está en las aulas, así como las diferencias en cuanto al color de la piel, procedencia social, condición de género y las discapacidades de cualquier tipo (físicas, motoras, sensoriales e intelectuales)».