Page 1106 of 2493
1 1.104 1.105 1.106 1.107 1.108 2.493

Why teacher strikes show no signs of slowing down

By: Alex Caputo-Pearl.

More American workers — 533,000 — were involved in strikes or work stoppages last year than at any point since 1986, according to Labor Department data released Friday. The driving force behind this remarkable development: educators who are finally fed up with years of cutbacks and government indifference to public education. The two largest labor actions of 2018 were statewide teacher strikes in Arizona (involving 81,000 teachers and staff) and Oklahoma. “Statewide major work stoppages in educational services also occurred in West Virginia, Kentucky, Colorado, and North Carolina,” the Labor Department noted.

In 2019, teachers will continue standing up for public education. Last month, 33,000 educators in Los Angeles picketed, and thousands of parents and students rallied in support. On Monday, Denver teachers went on strike for the first time in 25 years.

The Angeles teachers succeeded in winning a new contract that, in addition to a 6 percent pay increase, brings reductions in class size; more nurses, counselors and librarians; and less standardized testing. The contract also includes a mayoral and district endorsement of a state school funding measure called Schools and Communities First; a district call for a moratorium on charters; a reduction of searches that criminalize students; and an immigrant defense fund.

The Los Angeles teachers strike, the first in 30 years, was one of the most stirring events I’ve witnessed in my long experience with public education. I grew up attending Prince George’s County public schools in the 1970s and 1980s, then joined Teach for America in its first year, 1990, and moved to Los Angeles. I taught for 22 years in South Los Angeles and helped start an organization with parents and students called Coalition for Educational Justice. In 2014, I was elected president of United Teachers Los Angeles, or UTLA.

I was proud to lead the organization that is finally setting Los Angeles schools on a better pathway after years of battling forces arrayed against public education in California, as they are across much of the country.

California is the fifth-largest economy in the world, yet in measures of states’ per-pupil spending, Education Week ranked California 46th in the nation for 2017, and the California Budget and Policy Center pegged it at 41st in 2015-2016. California also permits the unregulated growth of privately run charter schools, undermining neighborhood public schools.

The over 98 percent participation in the strike by Los Angeles teachers, and strong support from parents, reinforced three basic premises: People will fight for reinvestment in public neighborhood schools and against privatization. Unions and parents will work together for the benefit of students. And strikes work.

Another teacher strike may come soon in Oakland, Calif., and mass teacher protests are planned in the state capitals of Maryland and Texas. These labor actions are essentially demands for reinvestment after decades of deliberate underfunding of public schools.

In the 1990s and 2000s, pushed by conservative think tanks and the corporatization of the Democratic Party, a bipartisan consensus seemed to emerge in Congress and many statehouses. The emphasis regarding public neighborhood schools shifted from providing adequate funding to de facto privatization through vouchers and the charter industry. Federal efforts stalled in fully funding Title I (a 1965 provision directing federal help for schools and school districts with a high percentage of students from low-income families) and the 1975 Individuals with Disabilities Education Act. Many states also cut education spending. Privately run schools with less accountability would now receive public money, further draining public schools of already scarce resources.

Because of ideology and economic philosophy, the current Republican Party leadership will not lead on reinvestment in neighborhood public schools. For the Democratic Party, it is time for leaders to choose a side. Several potential Democratic presidential candidates expressed support for the Los Angeles teachers strike, but few offered ways to adequately fund public schools. The preliminary budget of California’s new Democratic governor, Gavin Newsom, increased spending for K-12 and community college by $2.8 billion, for a total of $80.7 billion, but that is not enough after years of austerity in a state with more than 6 million public-school students.

Parents and students supported the teachers in the Los Angeles strike because they wanted to win on matters such as class size. But they also supported the strike because it articulated some basic truths: Students aren’t getting what they need. In the richest country in the world, the issue is not a lack of money but a lack of political will. If neither political party is capable of leading on reinvestment, teachers and parents and students will continue taking to the streets to defend the essential civic institution of public education.

Source of the article: https://www.washingtonpost.com/opinions/why-teacher-strikes-show-no-signs-of-slowing-down/2019/02/11/5b8a6d80-2e18-11e9-8ad3-9a5b113ecd3c_story.html?noredirect=on&utm_term=.5a3c8a468298

Comparte este contenido:

La educación delirante

Por: Higinio Marín Pedreño.

Enseñanza. «A los profesores de nuestros hijos les exigimos hoy las cualidades de una personalidad empática con destrezas motivacionales carismáticas que permitan arrumbar cualquier clase de autoritarismo adulto»

La educación es un ámbito singular de la vida social en el que todas las autoridades con alguna responsabilidad idolatran la innovación, sea de la naturaleza que sea. Cuando no se trata de metodologías innovadoras o tecnologías y aplicaciones de última generación, se trata de la eliminación de las asignaturas o de la supresión de los exámenes, de la superación de cursos sin exigencias curriculares (sin aprobar, vamos), de dinámicas inclusivas e igualitarias y de tantas e innumerables cosas por el estilo que se celebran en los medios de comunicación, y de las que se ufanan tanto los políticos como los responsables educativos que parecen pensar que de ese modo justifican su labor.

Muchos de los que nos dedicamos a la enseñanza pero somos profanos en las teorías y metodologías de la educación y en sus inescrutables complejidades psicopedagógicas, contemplamos todas esas innovaciones con el asombro incrédulo de los nativos que veían llegar occidentales con los equipamientos más sofisticados para subir las mismas cumbres que ellos visitaban a diario vestidos de sus harapos.

A los profesores de nuestros hijos les exigimos hoy no solo una escrupulosa e inmaculada corrección política y una constante actualización en herramientas y soportes tecnológicos, sino las cualidades de una personalidad empática con destrezas motivacionales carismáticas que permitan arrumbar cualquier clase de autoritarismo adulto. De hecho, no solo deben saber potenciar todas sus capacidades cognitivas, sino que han de contribuir a formar personalidades abiertas, tolerantes, solidarias y emprendedoras. Y para lograrlo están autorizados a hacer cualquier cosa por peregrina que sea siempre que no implique el más mínimo ejercicio de autoridad.

Además, a diario escuchamos a alguna clase de experto que alerta sobre la sobrecarga de deberes o de actividades extraescolares, o sobre el estrés causado por los exámenes, o sobre la excesiva duración de las clases o de los trimestres, o el efecto punitivo y segregador de las calificaciones y los suspensos, o del inmovilismo de horarios según materias diferenciadas o de las lecciones en aulas cuadradas y sillas dispuestas en filas enfrentadas a una pizarra. Y todo ello, por supuesto, entre nuestras exigencias de que los centros educativos estén todos dotados de las mejores instalaciones y de los últimos recursos tecnológicos.

Así que las incalificables huelgas de deberes amparadas por asociaciones de padres, o las reprobaciones de profesores se prodigan entre unos padres que parecen concebir la educación de sus hijos como un derecho que han de hacer valer frente a sus maestros y profesores. Maestros que ahora, por ejemplo, no solo nos tienen que enseñar los exámenes de nuestros hijos y explicar las causas de los resultados obtenidos, como ya venían haciendo, sino que estarán obligados a facilitarnos una copia de dichos exámenes para que dispongamos de ellos en casa.

Al mismo tiempo esperamos de la educación que, además de la formación en las materias y contenidos específicos, contribuya a mejorar las dietas y hábitos infantiles y juveniles para combatir la obesidad y los demás trastornos alimentarios, que conciencie a los alumnos en el cambio climático y el cuidado medioambiental, en la igualdad, las normas del tráfico vial, la salud y precocidad sexual, el rechazo del racismo, de la homofobia, del dispendio energético, de la violencia de género, del maltrato animal, de la marginalización económica o cultural, de los hábitos adictivos y de cualquier otra clase de conductas incívicas, insanas o reprochables.

Tal vez debiéramos preguntarnos si son razonables tan ilimitadas exigencias y expectativas y, sobre todo, si no las exigimos del modo que las hacen imposibles, es decir, con prevención y desconfianza respecto de aquellos que las tendrían que cumplir, los profesores. Seguramente, sería más sensato que nos pusiéramos a su servicio, a sabiendas de que es tanto como ponernos al servicio de nuestros hijos, reforzando su autoridad y ascendiente mediante nuestra confianza, en vez de exigirles envalentonados que se pongan al servicio de nuestros derechos.
En latín el surco para la siembra que abrían los agricultores y que más tarde señaló los límites de la ciudad y del espacio público se llamaba «lira», así que torcerlo, cruzarlo o, más en general, cometer el desatino de ignorar los límites de lo posible y de lo deseable se decía «delirare», y de ahí el castellano delirar. Pues bien, es posible que en lo que a la educación se refiere seamos víctimas de un delirio colectivo que nos oculte no ya los límites de lo esperable, sino lo sustancial de la educación de nuestros hijos y de las cualidades de sus maestros.

El historiador e intelectual socialdemócrata Tony Judt, casi al final de la cruel enfermedad que paralizó progresivamente su cuerpo, recopiló los recuerdos más apreciados que habían pervivido a lo largo de su vida. Entre ellos, menciona a un tal Joe, profesor de alemán de su adolescencia, del que dice que sus clases se iniciaban con «un silencio expectante», por no decir temeroso, pues nadie esperaba de él «nada de elogios, nada que se pareciera a una cálida familiaridad, nada que suavizara su crítica». Se trataba, dice Judt, de alguien «políticamente incorrecto hasta extremos infames», inconcebible hoy. Pero que apenas entraba en el aula «se lanzaba sobre la pizarra y se nos entregaba en cuerpo y alma: 50 minutos de intensa, incesante e íntegra enseñanza de un idioma». A Joe, concluye Jutd, «le teníamos terror y, sin embargo, le adorábamos».

Semejante energúmeno sería hoy inconcebible pues habría sido reprobado por la asociación de padres, reconvenido por los servicios psicopedagógicos, expedientado por los inspectores, arrinconado por los directivos y desahuciado profesional y socialmente. Ciertamente, Joe carecía de muchas cualidades deseables, pero poseía la única pasión genuina que autoriza a alguien a ejercer esta profesión: una entregada solicitud por la materia de la que se ocupa y por enseñarla, sin dispensarse ni dispensar a nadie de todos los esfuerzos necesarios para dominarla hasta donde alcance el propio talento. Ese obstinado afán, perfectamente compatible con el mal humor, es el surco profundo que hace buenos a los estudiantes, y que no hay derecho paterno alguno que lo pueda exigir, pues se entrega gratuita y libérrimamente, porque al profesor le da la gana de convertir en pasión su profesión, de manera que no se puede comprar ni vender ni administrar, sino solo admirar y agradecer. En cambio, nosotros, deliramos.

Fuente del artículo: https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2019/02/11/educacion-delirante/995806.html

Comparte este contenido:

Compás de espera en la educación dual

Por: Editorial La Nación. 

En principio, la educación dual, como mezcla armoniosa de lo teórico con lo práctico, es un sistema aceptado por todos, pero, conforme se entra en los detalles, comienzan a aflorar profundas diferencias de opinión. Esas diferencias se manifiestan en dos bandos bien definidos que no logran armonizar sus puntos de vista.

El asunto es decisivo porque, según se le enfoque, contribuye a que muchos jóvenes desempleados reciban una educación de valioso contenido teórico con un componente práctico necesario para aumentar las posibilidades de encontrar empleos bien remunerados. El modelo de educación dual pide que los conocimientos teóricos se adquieran en centros de enseñanza formales, como el Instituto Nacional de Aprendizaje, y la práctica se efectúe en empresas. Visto así, se trata de un esquema en el cual ambas partes, estudiantes y empresas, están llamadas a ganar.

La mezcla de teoría y práctica es bienvenida en todas las profesiones porque prepara para el mercado laboral y porque la práctica se constituye en un excelente mecanismo para fortalecer la teoría

Pero, de nuevo, es necesario profundizar en los detalles. La práctica (que podría consumir un tercio o más del tiempo del estudiante) debe llevarse a cabo en empresas autorizadas y de conformidad con un programa aprobado por las autoridades educativas. Por tanto, no toda empresa puede integrarse a la iniciativa. Además, por tratarse de un programa de formación en el cargo (aprender haciendo), el esquema debe reconocer que el estudiante no posee todavía las destrezas completas y, por tanto, no es posible obligar a las empresas a reconocer los salarios y las cargas sociales propios de sus trabajadores formados. Obligarlas a hacerlo constituiría un claro desincentivo para la participación empresarial en el programa. Es decir, el esquema de educación dual podría nacer muerto.

Por otro lado, la educación dual no debe ser vista como un medio para preparar mano de obra destinada a satisfacer las necesidades particulares de una compañía determinada. La que lo requiera, como es el caso de muchas, debe tener sus propios programas de entrenamiento. El propósito de la educación dual es dotar a los graduados de una formación razonablemente general, una capacitación para comprender la vida y, también, para ganársela, en la gama más amplia posible de opciones laborales.

La mezcla de teoría y práctica es bienvenida en todas las profesiones porque prepara para el mercado laboral y porque la práctica se constituye en un excelente mecanismo para fortalecer la teoría. Un graduado en Computación o en Administración de Negocios, para citar solo dos ejemplos de muchos posibles, tiene mejor dominio de su especialidad si refuerza sus estudios teóricos con un componente aplicado.

Una propuesta para normar la educación dual en Costa Rica, y conducirla a buen puerto, lleva ya varios años en la corriente legislativa y no ha habido forma de que el grupo que la favorece (en particular muchos jóvenes que hoy no encuentran empleo y, sobre todo, el sector patronal) y los que se oponen (los sindicatos del sector público) se pongan de acuerdo, en mucho porque no se ha dado una discusión eficaz y sincera que, comenzando por convenir los objetivos deseables de la educación dual, pase a definir los medios óptimos para alcanzarlos sin condenar el sistema a la inoperancia.

Como la materia tiene muchas aristas, es necesario someterlas todas a estudio objetivo, quizá con la ayuda de un facilitador profesional neutral. La decisión del gobierno de dar una pausa en la discusión del asunto podría ser prudente si el compás de espera es breve y tiene un propósito bien definido, no la intención de dejar abandonado un asunto de tanto impacto social. Eso no está tan claro.

Fuente del artículo: https://www.nacion.com/opinion/editorial/editorial-compas-de-espera-en-la-educacion-dual/466O2VXFHVD5HI5AAAMOF4VUXU/story/

Comparte este contenido:

Educación: 10 megatendencias que afectan a la enseñanza en todo el mundo

Por: Andreas Schleicher.

 

¿Cuáles son las nuevas tendencias internacionales en materia de educación y cómo van a afectar a los sistemas educativos en todo el mundo?

Andreas Schleicher, director de educación de la OCDE y coordinador de PISA (siglas en inglés del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), explica cuáles son las grandes interrogantes en temas sociales, económicos, políticos y tecnológicos que se plantean las escuelas de todo el mundo.

1. Brecha entre ricos y pobres versus movilidad social

La brecha entre ricos y pobres está aumentando, y se están intensificando los grupos con privilegios extremos, así como aquellos que sufren privaciones extremas.

Esta desigualdad se refleja en las escuelas. En los países de la OCDE, el 10% más rico tiene ingresos 10 veces mayores que el 10% más pobre.

Esta división es uno de los desafíos más grandes para los sistemas educativos.

¿Cómo se equilibra semejante desigualdad económica con los llamados a que las escuelas ofrezcan un acceso más justo a oportunidades?

2. Aumento del consumo en Asia

Puede que no esté distribuida de forma equitativa, pero la riqueza está aumentando, particularmente en Asia.

La clase media global está creciendo y el 90% de sus nuevos integrantes estarán en China e India.

Joven en ChinaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn el futuro, las nuevas clases medias provendrán de China e India, no de Europa o América del Norte.

¿Cómo cambiará la economía global cuando las poblaciones más educadas del mundo provengan de Asia y no América del Norte y Europa?

¿Qué querrán estos nuevos consumidores ricos de sus escuelas? ¿Estarán preparadas las universidades para expandirse y responder a esta mayor demanda?

3. Aumento de la inmigración

Hay mucha más gente migrando y Asia ha remplazado a Europa como el destino más popular para los migrantes.

Esta movilidad trae la diversidad cultural, la energía y la ambición de los recién llegados, pero también plantea muchos desafíos.

¿Cómo pueden las escuelas apoyar a los estudiantes que llegan de distintas partes del mundo?

¿Qué preguntas genera esto en torno a la identidad y la integración?

¿Tendrán ahora las escuelas un rol más importante en la enseñanza de los valores compartidos?

Inmigrantes llegando a EspañaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionCon el aumento de la migración, las escuelas tienen que acomodar a numerosos estudiantes extranjeros.

4. Financiación

La presión por encontrar financiación será un gran tema para los sistemas educativos.

Las escuelas deberán tomar decisiones a largo plazo sobre cómo gastar el presupuesto, sobre todo con el aumento de las exigencias y las expectativas.

¿Quién deberá pagar para que más estudiantes acudan a la universidad?

¿Y qué pasará cuando se tengan que hacer recortes?

Los individuos también deberán aprender los riesgos financieros de los repentinos sacudones económicos y las recesiones, sobre todo en momentos en que crecen la deudas personales.

5. Apertura vs. aislamiento

La tecnología digital puede conectar a la gente como nunca antes, construyendo vínculos entre países y culturas.

MaestraDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Qué pueden hacer las escuelas para que los estudiantes no escuchen solo opiniones parecidas a las que ya tienen?

O al menos esa es la teoría. La tecnología puede también hacer que el mundo sea más volátil e incierto.

Fomenta la democracia al permitir que se puedan escuchar una variedad de voces, pero también concentra cantidades sin precedentes de poder en un pequeño número de personas.

Cuando las noticias y la información está personalizada para nosotros por algoritmos, eso hace que la gente solo escuche las opiniones de gente que piensa de una manera similar y se aleje de quienes tienen opiniones opuestas.

¿Cómo harán las escuelas y universidades para crear una mayor apertura hacia diferentes ideas?

6. ¿Humanos de primera clase o robots de segunda?

Han habido numerosas advertencias sobre la amenaza de la inteligencia artificial para los trabajos. Pero los sistemas educativos necesitan equipar a los jóvenes con herramientas que puedan adaptarse y modernizarse en un mercado laboral cambiante.

Surgirán muchas preguntas en torno a cómo desarrollar habilidades humanas que no puedan ser replicadas por robots.

¿Cómo asegurarnos de que cualidades humanas como la imaginación, el sentido de la responsabilidad o la inteligencia emocional puedan aprovecharse junto con el poder de procesamiento de la inteligencia artificial?

7. Lecciones de vida

La expectativa de vida está aumentando y los mercados laborales menos predecibles hacen que cada vez más los adultos tengan que volver a entrenarse.

Deberá prestarse más atención a un aprendizaje a largo plazo, en el que los adultos estén preparados para cambiar de trabajo y jubilarse por más tiempo.

Desde 1970, el promedio de años de jubilación de la OCDE aumentó de 13 a 20 años.

ClaseDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEs importante que la educación en las escuelas se adapte a la realidad de un mercado laboral cambiante.

En décadas recientes se han producido grandes cambios en el ámbito laboral y ha desaparecido el «trabajo de por vida».

Pero en la actualidad, aquellos adultos que más necesitan educación y entrenamiento, es decir, las personas poco calificadas, son los que menos probabilidades tienen de recibirla.

Es un problema que a menudo se ignora, pero será cada vez más importante para que las habilidades de las personas coincidan con los requerimientos de los empleos disponibles.

8. ¿Conectados o desconectados?

Internet es una parte integral en la vida de los jóvenes. En algunos países, la cantidad de tiempo que los jóvenes de 15 años pasan en internet se ha duplicado en tres años. Muchos adolescentes dicen sentirse mal si están desconectados.

Pero la educación aún tiene que aceptar la presencia permanente de internet.

¿Que rol debe tener ésta en la educación? ¿Cómo reducir sus efectos negativos como el ciberacoso y la pérdida de privacidad?

9. Enseñanza de valores

Todo el mundo espera que la escuela enseñe valores. Pero en un mundo cada vez más polarizado, ¿quién decide qué valores deben enseñarse?

ClaseDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionSe espera que los jóvenes aprendan valores en la escuela. ¿Pero quién decide qué valores se deben enseñar?

El mundo digital ha hecho posible que más gente exprese sus opiniones, pero esto no garantiza que puedan acceder a información confiable y balanceada, o que estén dispuestos a escuchar a los demás.

¿Como puede la gente diferenciar entre hechos y ficción? ¿Cómo pueden las escuelas diferenciar entre opinión e información objetiva? ¿Es el trabajo de las escuelas ser políticamente neutrales o deben promover ideas específicas o formas de pensamiento?

¿Y qué clase de virtudes cívicas requieren las democracias modernas?

10. Temas irrelevantes para muchos

Para cientos de millones de niños pobres en el mundo, sobre todo en África Subsahariana, estos temas serán irrelevantes, porque ni siquiera tienen acceso o la escuela o están en escuelas de un nivel educativo tan bajo que salen sin tener los conocimientos más básicos de escritura o matemáticas.

A pesar de las promesas y advertencias globales sobre el desperdicio social y económico, la ONU dice que hay alrededor de 260 millones de niños que se pierden la oportunidad de ir a la escuela primaria y secundaria.

Fuente del artículo: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47184461

Comparte este contenido:

Educación emocional en las escuelas: ¿sí o no?

Por: Mariana Otero. 

Es la estrategia pedagógica del momento, que busca mejorar el desempeño a través del desarrollo de habilidades emocionales. Se utiliza cada vez más en el mundo, pero no todos están de acuerdo: algunos afirman que persigue el disciplinamiento del sujeto.

os promotores de la educación emocional aseguran que más del 70 por ciento del “éxito” en la vida adulta depende de las habilidades emocionales desarrolladas en la niñez. Es decir que el aprendizaje estaría ligado indefectiblemente a las emociones.

La fundación Educación Emocional, que dirige el psicólogo Lucas Malaisi, promueve en la Argentina una ley de educación emocional (Corrientes y Misiones ya tienen la suya) para que todas las escuelas públicas desarrollen el conocimiento personal, la automotivación y la empatía, entre otras cosas.

El proyecto plantea la creación de un espacio, transversal y curricular para los alumnos, pero también espacios para que aprendan los padres y los docentes (fundacioneducacionemocional.org).

La educación emocional, que comenzó a difundirse en ámbitos educativos en los últimos años en la Argentina y en el mundo, busca educar las emociones, a las que se considera habilidades que permiten mejorar el desenvolvimiento social y los aprendizajes. Se basa en el autoconocimiento y en la autorregulación.

Diversos países la aplican en las aulas y hasta la incluyen en los lineamientos de sus políticas públicas. Pero, además, organismos internacionales como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) promocionan esta práctica como eficaz.

Quienes adscriben a esta idea argumentan que en los tiempos que corren es preciso promover las “inteligencias emocionales” y dejar atrás los esquemas de la escuela tradicional que pone el foco en el raciocinio.

Sin embargo, y pesar de que cada vez hay más evidencia científica del papel que juegan las emociones en la vida de las personas, no todos están de acuerdo en que es beneficioso implementar políticas y prácticas de educación emocional en los colegios.

Consultamos a dos especialistas para debatir por qué sí o por que no introducir la educación emocional en las escuelas.

Sí: una vida más plena

Iliana Bustos, abogada y coach profesional, explica que el mundo de las emociones de los seres humanos ha sido soslayado en la educación tradicional, anclada en el paradigma cartesiano de que lo privativo y distintivo del ser humano es la razón.

“En la actualidad, y en especial a partir de la difusión del concepto de inteligencia emocional planteado por Daniel Goleman, la temática vinculada al emocionar humano ha cobrado particular relevancia. De manera especial, y enfocada a obtener mejores resultados, se la considera seriamente en los ámbitos educativos, laborales, y en general en cualquier organización en la cual las personas interactúen”, plantea.

El concepto de inteligencia emocional, explica Bustos, hace referencia a la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos.

“Para Goleman, la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales”, sostiene la especialista, quien asegura que estas teorías tienen jerarquía científica. “La clínica médica ha reconocido la directa incidencia del factor emocional, no sólo en la aparición y desarrollo de numerosas patologías, sino también en las posibilidades y alternativas de recuperación de enfermedades y mantenimiento de la buena salud. En cuanto a las capacidades y destrezas incluidas en el concepto de inteligencia emocional, estas revisten una influencia dirimente no sólo en el aprendizaje, sino también en todos los ámbitos del quehacer humano”, remarca. Y sostiene que las emociones predisponen a la acción.

En este sentido, puntualiza, el alumno que se asombra, se interesa y confía en sus capacidades aprende con rapidez y es capaz de retener nuevos conceptos y relacionarlos con otros ya conocidos. Es decir que puede gestionar de manera autónoma su propio aprendizaje.

“De igual manera, logrará relaciones sanas y productivas con sus congéneres y con sus maestros desarrollando un sentido de integración y participación no sólo en la escuela, sino en su vida en general”, plantea Bustos.

Y agrega: “Los beneficios de la inteligencia emocional en los niños y adolescentes son múltiples: la mejora de la conducta, la creación de una autoestima sana, hace a los niños y adolescentes más responsables, seguros y autónomos, ayuda en el bienestar personal y a desarrollar las habilidades sociales básicas para cualquier tipo de relación”.

Bustos remarca que, cuando las personas se conectan con sus propias emociones y aprenden a reconocerlas y gestionarlas de manera eficaz, “sus vidas adquieren una dimensión más plena, se potencian sus naturales aptitudes, obtienen logros más significativos en todas sus iniciativas y se convierten en personas más activas, felices y satisfechas con su vida”.

Para la especialista, el aprendizaje emocional debe iniciarse en los docentes. “Sólo quien puede reconocer y conectarse con su propio mundo emocional puede propiciar a que otro lo haga. El docente tiene que ser capaz de generar contextos emocionales propicios al aprendizaje, generar climas emocionales que despierten interés, atención y entusiasmo por aprender”, opina.

No: es disciplinamiento

Ana Abramowski, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, Argentina), explica que la “educación emocional” propicia que los individuos deban autoexaminarse con detenimiento para apaciguar y aplacar (regular) aquellas emociones que se encuentren confusas o se consideren negativas y, por lo tanto, dañinas.

Otro pilar de esta educación, dice, es el énfasis en lo positivo: tener actitudes y conductas positivas, construir relaciones positivas, crear climas positivos.

“Mi posición es contraria a las políticas y prácticas de educación emocional”, sostiene Abramowski, quien explica que discutir este tipo de educación no significa negar que la práctica educativa, el trabajo docente, la enseñanza y el aprendizaje estén atravesados por afectos y emociones.

“Discutir con la educación emocional implica poner sobre la mesa que no hay una única manera de concebir las emociones en su vínculo con la educación. Es imperioso considerar las emociones en su ambigüedad, atravesadas por relaciones de poder, contradicciones, ideologías, políticas y disensos”, remarca. Y agrega: “En lugar de aislar e intentar regular y acallar las emociones que circulan en las escuelas, en lugar de enfatizar el carácter adaptativo de la educación, considero preciso comprender por qué se producen unas emociones y no otras, cuánto pueden estar hablando de desigualdades e injusticias como así también de experiencias movilizantes y enriquecedoras”.

Estos son algunos de los argumentos de la investigadora de Flacso:

Esta clase de educación se centra en el disciplinamiento de los individuos. Lo emocional, lejos de explorarse, comprenderse y, por qué no, amplificarse, es sometido a la autorregulación. En este sentido, se trata de una educación con una fuerte impronta adaptativa.

El énfasis en las emociones positivas niega y obtura las emociones difíciles y poco clasificables (que se califican con el simple rótulo de “negativas”), emociones que forman parte de lo humano y cuyo destino no debería ser la simple regulación.

Para la educación emocional, las emociones son simples, transparentes, auténticas y están ubicadas en el yo. No tienen historia ni están atravesadas por relaciones de poder, condiciones materiales, ideologías ni políticas.

El énfasis de la educación emocional en el trabajo de autoexamen y autorregulación de los individuos deposita en cada persona la responsabilidad de su éxito o de su fracaso, de su alegría o de su sufrimiento. Por estos motivos, la educación emocional psicologiza, individualiza, descontextualiza y emocionaliza los problemas educativos.

Fuente del artículo: https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/educacion-emocional-en-escuelas-si-o-no

Comparte este contenido:

Democracia y educación

Por: Eugenio Severin.

 

El ICCS es el Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana que busca conocer cuan preparados están los jóvenes de octavo grado para asumir su papel como ciudadanos. Es el único estudio a gran escala de virtudes cívicas en los jóvenes, es desarrollado por IEA y se aplicó por primera vez el 2009 y permite comparar resultados entre países y en el tiempo.

Este estudio es especialmente importante en el contexto actual en que en muchos países del mundo, la democracia se encuentra bajo amenaza de las tendencias populistas, xenofóbicas, nacionalistas y autoritarias. Sólo en esta región, vemos el delicado estado de la democracia en países tan disímiles como
Brasil, Venezuela, Nicaragua, Haití y Estados Unidos, por mencionar solo aquellos en los cuales es más evidente.

El ICCS evalúa tres dominios: Contenidos: a) sociedad y sistemas cívicos b) participación cívica c) identidad cívica; Cognitivos: a) conocimiento b) razonamiento y aplicación; y Aspectos afectivos conductuales: a) actitudes b) compromiso cívico. Respecto del primero de estos dominios, Chile presenta niveles bastante bajos de conocimiento, similares a los de Colombia y superando solo a República Dominicana, Perú y México. La mitad de los estudiantes
chilenos se ubica en los niveles de menor conocimiento cívico.

Particularmente alarmante debiera ser el plano de las actitudes, donde queda en evidencia la muy baja confianza de los jóvenes chilenos en las instituciones políticas (Gobierno, Parlamento y tribunales de justicia). Esta se encuentra entre las más bajas entre los países estudiados y en niveles similares a Colombia
y Perú. Al igual que en ellos, la tendencia entre el estudio anterior y el recientemente publicado es de menor confianza que en 2009. La confianza general en las personas y en los medios de comunicación también se ubica dentro de los niveles más bajos.

En el nivel local, los jóvenes muestran un alto interés en participar en las elecciones (90%) y de hecho se reporta por sobre el promedio internacional el interés en participar en la toma de decisiones en la escuela (49%). La participación voluntaria en causas y organizaciones pone a Chile por sobre el promedio de los países estudiados en el mundo, lo que nos habla de una juventud que, a pesar de sus desconfianzas, tiene un fuerte sentido de compromiso con su comunidad.

Todos estos hallazgos son una fuente riquísima de información para la acción del sistema educativo y de las escuelas. Si queremos que los estudiantes se conviertan en ciudadanos competentes y comprometidos, la educación es el camino que debe modelar, con hechos y acciones, las formas concretas en que la democracia puede ser sostenida y fortalecida.

Para esto, se podría partir por ofrecer en las escuelas un clima abierto a la conversación, respetuoso de la diversidad, inclusivo, en donde la conversación sobre los temas de interés común sea normal y recurrente, incluyendo la actualidad.

Además de la enseñanza formal acerca de las instituciones democráticas, sus funciones e historia, es fundamental que los jóvenes vivan en espacios auténticamente democráticos, en donde su opinión es escuchada y respetada, incluso, y especialmente, cuando las decisiones de la autoridad no pueden hacerse cargo de sus visiones o reclamos.

Finalmente, es necesario valorar y estimular la participación de los jóvenes en la vida social. El alto porcentaje de jóvenes comprometidos con el voluntariado es un excelente punto de partida para seguir animándoles a actuar en favor de las causas que los estimulan: el medio ambiente, la justicia, la
solidaridad, la paz.

La historia de América Latina y la democracia es una historia accidentada, llena de momentos históricos dolorosos y traumáticos. Por lo mismo, con sus limitaciones, es tarea del sistema educativo asegurar que los  ciudadanos que preparamos para construir nuestras comunidades futuras, lo hagan desde la confianza y el compromiso con la democracia. Ya sabemos, que el camino contrario nos lleva a lugares a los que noqueremos volver.

Fuente del artículo: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2019/02/16/democracia-y-educacion/

Comparte este contenido:

Corazón y razón en la educación actual

España / 17 de febrero de 2019 / Autor: Salvador Rodríguez Ojaos / Fuente: El Blog de Salvaroj

«Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas.» David Caruso

En la sociedad actual y, por tanto, también en la educación, la razón parece haber perdido parte de la importancia que tenía. ¡Qué terrible error! ¿Cómo podemos vivir y aprender sin discurrir sobre todas las cosas?
Pero en el mundo actual tampoco parece que la emoción esté mucho mejor considerada. Todo se hace en función del interés, de los réditos materiales que se puedan conseguir con nuestras acciones. Y eso también sucede en la educación del siglo XXI, muy encaminada en formar personas que en el futuro sean buenos profesionales.
La razón y la emoción, el cerebro y el corazón, deben formar parte por igual de la educación. Es un error optar por lo uno o por lo otro. Los contenidos son importantes y el nivel de exigencia para su adquisición debe ser alto. Pero estos contenidos deben aprenderse de modo significativo, deben entenderse y saber utilizar en distintos contextos. Los contenidos no tienen sentido si se pretende que se memoricen de manera provisional y se olviden tras un examen. Además, parece probado que el aprendizaje es más significativo cuando emociona.
La gestión y el control de las emociones también dota a las personas de una mayor capacidad para adaptarse a situaciones cambiantes… y eso en el mundo actual es un gran valor para tener éxito. Reconocer nuestras emociones es tan importante como identificar las de los demás. La resiliencia es una capacidad que nos ayuda a ser más inteligentes en todos los sentidos.
La razón es básica para entender el mundo, la emoción es fundamental para gestionarlo. Por eso no podemos ofrecer a nuestros alumnos y alumnas una educación sin uno de estos elementos. No tiene ningún sentido perder ni un minuto de nuestro tiempo en discutir si la educación debe dejar de lado los contenidos o si la emoción no debe formar parte de la formación en nuestras escuelas. Cerebro y corazón deben formar parte de cualquier proceso de enseñanza/aprendizaje.
Dicen que la manera más rápida y efectiva de cambiar la mente de una persona es conectando con ella a través del corazón. Por eso, por mucho que a ciertas personas les cueste entenderlo, la mejor manera de que nuestros alumnos y alumnas aprendan es emocionándoles. Tú como docentes debes encontrar cuál es la mejor manera de hacerlo, porque hay múltiples formas de conseguirlo… conoces a tus estudiantes y sé capaz de encontrar aquello que les motiva.
Fuente del Artículo:
http://www.salvarojeducacion.com/2019/02/corazon-y-razon-en-la-educacion-actual.html
ove/mahv
Comparte este contenido:
Page 1106 of 2493
1 1.104 1.105 1.106 1.107 1.108 2.493