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The Two Biggest Problems With College

By Davi Leonhardt 

American higher-education policy has two overarching problems. We don’t spend enough money on college education for middle-class and poor students. And we don’t demand enough accountability from colleges.

The two problems feed off each other, leading to miserably low graduation rates — often below 50 percent — at many colleges. The colleges that have figured out how to do better aren’t rewarded with more resources. The colleges with weak results face few consequences. All the while, lower-income students suffer.

Fortunately, the problem of college performance is starting to get more attention — from colleges themselves, state officials and others. But there is still a huge missing piece: the federal government. Washington has the potential to influence higher education, via both money and oversight, more powerfully than any state or college consortium.

I don’t see much reason to hope that the Trump administration will play this role. Betsy DeVos, the education secretary, seems more focused on using federal dollars to lift the profits of private education companies, regardless of how well or ill they serve students.

Outside the administration, though, some policy experts are starting to have intriguing conversations about the future of federal higher-education policy. The latest example comes from the Center for American Progress, the liberal research and advocacy group, which on Wednesday is set to release a new higher-education proposal. It focuses on those two big problems: lack of resources and lack of accountability.

The proposal calls for roughly doubling federal financial aid, an increase of $60 billion a year. (That’s less than one-fourth of the annual cost of the Trump tax cut, as Ben Miller, a former Education Department official who helped write the proposal, told me.) The bulk of that money would increase financial aid by up to $10,000 a year for a low- or middle-income student.

This money would effectively help cover student living costs, which often run close to $15,000 a year. Those costs — mostly room and board — are a major burden even for students who receive enough financial aid to cover much of their tuition bill. In fact some higher-education experts believe the recent attention on “free college” has been problematic, because it has obscured the fact that tuition isn’t the main issue for many lower-income families.

The second part of the new proposal would require colleges to meet performance benchmarks in exchange for the infusion of new federal spending. These benchmarks would include graduation rates and post-college employment and would vary based on “degree of difficulty.” A college that enrolled mostly low-income students wouldn’t be expected to have the same results as an elite college. Over the long term, colleges that failed to meet the benchmarks could lose funding, as is already the case in some states, including Florida and Indiana.

I don’t agree with every part of the proposal. I think it focuses too much on equity among demographic groups within colleges, for example — whether white and non-white students, or high- and low-income students at a given college fare similarly. These gaps exist, but they are usually modest. The much bigger problem is that students from different groups tend to attend different colleges. But I also think the plan is an excellent way to start the discussion.

A college degree remains the most reliable path to a good job and a healthy, satisfying life. That path should be open to a much larger segment of Americans than it is now.

On the news. President Trump’s use of the word “infest” yesterday continues his ugly pattern of describing illegal immigrants as subhuman. And “infest” is particularly stark, because it suggests that immigrants are akin to insects or rats — an analogy that Nazis frequently used to describe Jews, as Aviya Kushner notes in The Forward.

On the same subject, Slate’s Jamelle Bouie predicts that Trump’s

dehumanizing language “will only get worse as November approaches.” Bouie adds: “To energize its voters, the White House plans a campaign of vicious demagoguery.”

I’m not suggesting that Donald Trump is a Nazi. He is not. Yet it would be wishfully naïve to explain away his racism and his hate at this point. In both word and deed, he has shown himself to be quite comfortable with many of the ideas of white supremacy.

Source of the article: https://www.nytimes.com/2018/06/20/opinion/college-middle-class-poor-students.html?rref=collection%2Ftimestopic%2FEducation

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¿Laica o libre? ¿Iglesia o Estado?

Por Analia Mas

En pleno debate por el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, podemos observar que quienes se oponen confunden moral y derecho, y pretenden que los comportamientos que la religión católica considera inmorales o pecaminosos sean tratados como delitos por parte del Estado.

Ferrajoli le dio un nombre a esta posición: “fanatismo”. Así se puede definir a la utilización del derecho para imponer a toda la sociedad la moral de una determinada religión a pesar de su absoluta ineficacia. Mientras tanto, permanecen indiferentes frente al sufrimiento inútil que su imposición moral provoca a millones de mujeres, personas gestantes y sus familias.

El fin del Derecho no es ofrecer un brazo armado a la moral. Solo los Estados Laicos garantizan el respeto a la igualdad en la diversidad y la convivencia pacífica entre quienes tienen distintos planes de vida y distintas opiniones.

La Iglesia Católica argentina ha exigido históricamente la imposición de su concepción moral en las temáticas de sexualidad, educación y vida familiar.

Luego de décadas de lucha de los feminismos y del movimiento de mujeres por los derechos sexuales y (no) reproductivos, quienes hoy se oponen a la sanción de la ley descubrieron repentinamente la importancia de la Ley de Educación Sexual Integral y de la anticoncepción. Sin embargo, está documentada la oposición histórica al Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, a la Ley de Contracepción Quirúrgica, a la ESI y a la adhesión al Protocolo facultativo de la CEDAW, apelando a concepciones religiosas.

Son lxs mismxs que se opusieron a las leyes de voto femenino, divorcio, matrimonio igualitario, identidad de género, reproducción médicamente asistida y muerte digna. Todxs somos pro-vida; ellxs son “antiderechos”.

En este contexto, resulta preocupante que, al mismo tiempo que se abrió el debate por la IVE, comenzara a debatirse el proyecto del Poder Ejecutivo Nacional sobre (pseudo) “libertad religiosa”. Tal como dijo Claudia Piñeiro: “nos roban las palabras”, porque ese proyecto poco tiene que ver con la libertad. Refuerza la injerencia de las religiones sobre nuestros cuerpos y pone en riesgo el acceso a las todas las leyes que ampliaron derechos en los últimos años.

Ese proyecto prevé la objeción de conciencia tanto individual como institucional en base a convicciones religiosas y morales y dispone que lxs empleadorxs, tanto estatales como privadxs, deben adecuar las actividades a las prácticas religiosas de lxs trabajadorxs, modificando el paradigma de la neutralidad del Estado en materia religiosa.

Así, de sancionarse esta ley, un establecimiento educativo podría enseñar la teoría creacionista, negarse a enseñar los contenidos de la ESI, a recibir a niñxs trans o a hijxs de dos personas del mismo sexo.

En el ámbito de la salud, lxs médicxs, o un centro de salud entero, podrían ampararse en la objeción de conciencia para negarse a proveer anticonceptivos, a practicar técnicas de reproducción humana asistida, a  la interrupción legal del embarazo o a la ligadura tubaria. Así como podrían negarse a casar a dos personas del mismo sexo o a realizar el cambio registral a una persona trans.

Este proyecto revierte la excepcionalidad del instituto de la objeción de conciencia para convertirse en una regla. Y su práctica masiva podría poner en riesgo las políticas públicas sobre sectores tan sensibles como la salud y la educación.

Es hora de que la mitad de la humanidad goce de la autonomía a decidir sobre su propio cuerpo y su propio destino, a elegir su plan de vida sin coerciones de una concepción moral externa.

Es hora de separar la iglesia del Estado.

* Secretaria de Género y Laicismo de la Falgbt, miembro de la Coalición Argentina por un Estado Laico y de la Campaña por el Derecho al Aborto

Fuente del artículo: https://www.pagina12.com.ar/123815-laica-o-libre-iglesia-o-estado

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La educación no es mercancía


Por Enrique Del Val Blanco

Piden a los gobiernos no firmar tratados de libre comercio con otros países que impliquen concebir a la educación como un servicio lucrativo.

En este mes se han celebrado dos reuniones muy importantes para la educación superior, ambas en la emblemática ciudad de Córdoba, Argentina, en ocasión del festejo de la gesta estudiantil que en 1918 logró por primera vez la autonomía en América Latina.

La primera fue convocada por el Instituto de la Educación Superior para América Latina y el Caribe (IESALC), dependiente de la Unesco, titulada III Conferencia Regional de Educación Superior, con la asistencia de más de 5,000 personas, desde ministros, rectores, académicos hasta estudiantes y trabajadores.

Entre los puntos importantes a destacar reflejados en su Declaración se encuentran los siguientes: con lo convulsa que está la región, es necesario luchar por un cambio radical, por una sociedad más justa, democrática, igualitaria y sustentable, haciéndose eco de los estudiantes reformistas de hace 100 años, quienes proclamaron que “los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”. No pueden ser olvidados porque los dolores de la pobreza, la desigualdad, la marginación, la injusticia y la violencia social están a la orden del día en la mayoría de nuestra región.

Esta tercera Conferencia insiste y refrenda los acuerdos de años pasados celebrados en La Habana, París y Cartagena, en donde se reafirma el postulado de que “la educación superior es un bien público social, un derecho humano y universal, un deber de los Estados el financiarlo”. Este postulado es uno de los fundamentales que deben guiar el desarrollo de la educación en nuestros países.

Asimismo, se conminó a los Estados a ser más eficientes en la regulación de la oferta extranjera, ya que en muchas de nuestras naciones ha profundizado la transnacionalización y la visión mercantilizada de la educación superior, cercenando en muchos casos el efectivo derecho social a la educación. La declaración llama a revertir esta tendencia, para lo cual los Estados nacionales deben establecer rigurosos sistemas de regulación de la educación superior y de otros niveles del sistema educativo.

Piden a los gobiernos no firmar tratados de libre comercio con otros países que impliquen concebir a la educación como un servicio lucrativo. En resumen y con sus palabras, la Declaración de Córdoba dice: “La educación no es una mercancía”. No se podría estar más de acuerdo.

La otra reunión se celebró en los recintos de la Universidad de Córdoba, en donde uno de los actos centrales fue una mesa redonda en la que intervinieron los rectores de Buenos Aires, Sao Paulo, Salamanca, Complutense y de la UNAM.

El rector Graue hizo un recuento de cómo se encontraba nuestro país en 1918, mencionando que salíamos de un largo periodo de autocracia gubernamental en donde la injerencia del Estado y las fuerzas conservadoras en los asuntos universitarios tenían a la educación superior al servicio de intereses políticos y religiosos.

También reconoció que el impacto de la lucha de Córdoba se extendió por todo el continente, destacando la lucha de los estudiantes de San Marcos en Perú en 1919 y en la Habana en 1922, y señaló que en nuestro país, la UNAM alcanzó su autonomía en el año de 1929, aunque hubo otras universidades que la lograron antes.

Aprovechó para recordar el año de 1968, mencionando que fue de luto en la historia de la autonomía universitaria en nuestro país, pues éramos gobernados por un partido hegemónico y vivíamos un régimen autoritario, indicando que a ese año lo escogió la historia para que las
juventudes enfrentaran la falta de libertades en muchas partes del mundo.

Gracias a las luchas de miles de estudiantes se logró que en 1980 la autonomía de las universidades públicas se elevara a rango constitucional y ha permitido a la UNAM crecer como una universidad laica y popular, con un objetivo central, que es formar jóvenes que crezcan en un mundo tolerante, diverso y sustentable.

El rector finalizó su intervención señalando que “la historia de la autonomía latinoamericana es, pues, la historia de las universidades frente a los Estados, frente a sí mismas y frente a la sociedad en la que están arraigadas”.

Fuente del artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/enrique-del-val-blanco/la-educacion-no-es-mercancia/1247467

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La educación rural requiere poner a los estudiantes como el foco de atención

Por Santiago Cueto Caballero

Estudio tras estudio muestran que los estudiantes en zonas rurales alcanzan aprendizajes considerablemente menores que sus pares en zonas urbanas. Los motivos estarían en una combinación de factores socioeconómicos de los estudiantes y sus familias, y de otros vinculados al sistema educativo. Entre los primeros tenemos que los estudiantes rurales suelen ser más pobres, con padres menos educados y a menudo con una lengua materna indígena. Esto trae dificultades educativas pues las escuelas están pensadas principalmente para educar en castellano a estudiantes en grupos homogéneos. Adicionalmente, los estudiantes rurales generalmente no tienen los recursos educativos compensatorios de sus familias y comunidades que sus pares urbanos sí tienen.

Asimismo, informes como el de la Defensoría del Pueblo y varios estudios demuestran que los estudiantes rurales en general asisten a escuelas donde tienen menores recursos y oportunidades para aprender que sus pares urbanos. Por ejemplo, con frecuencia se agrupa a estudiantes rurales de varias edades y grados en un solo ambiente, a cargo de un docente, que por lo general no cuenta con preparación específica, ni materiales ni metodologías para escuelas multigrado. En las zonas rurales también suele haber menor infraestructura escolar (por ejemplo, provisión de baños, agua, telefonía, internet y laboratorios). Así, el sistema educativo, sin proponérselo, refuerza y perpetúa las condiciones de inequidad socioeconómica que se observa entre los estudiantes desde el inicio de su escolaridad.

Frente a este panorama se requiere un nuevo enfoque de políticas educativas, que junto a la calidad (aprendizajes) ponga la equidad de oportunidades como prioridad. Esto tendría que iniciarse con una concepción de las escuelas y del sistema educativo al servicio de los estudiantes. En términos generales, podríamos decir que el sistema educativo actual está organizado a la inversa, con la institución educativa como el centro, requiriendo que los estudiantes se adapten a esta o fracasen lenta y paulatinamente. Esta concepción implicaría seguramente aceptar que educar a estudiantes en zonas rurales resulta más costoso que hacerlo en zonas urbanas; la mayor provisión de recursos financieros tendría que estar atada a un sistema flexible que permita diagnosticar necesidades y potencialidades localmente, respondiendo con intervenciones múltiples y coordinadas (no solo educativas, sino también de salud, nutrición y lucha contra la pobreza) para favorecer el aprendizaje de todos los estudiantes. Eliminar las brechas de aprendizaje entre estudiantes urbanos y rurales: tal debería ser una de las metas urgentes de la política educativa.

 

Fuente del artículo: http://www.defensoria.gob.pe/educacion-rural/articulo-03.html

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‘High degree of motivation’: Augmented, virtual reality transforming classrooms

Por Pallavi Singhal

When their school got 3D printers a few years ago, Brenden Davidson’s year 10 technology class was finally able to rotate and fully explore their designs.

Then in 2016, the technology leader of learning at St Mary’s Cathedral College started bringing augmented and virtual reality into the classroom.

«It’s an easier way to do it, we’d finish the design work and put it in augmented reality so they could view their work,» Mr Davidson said.

Now, he’s going even further with the technology.

«When I first started, I was just using it as a tool to display their work. Now I’m trying to use it as a content creation tool,» Mr Davidson said.

«With virtual reality, you’ve got sensors in your hand and you’re using your whole body to design something and it’s in real scale in front of you. Traditionally you’d have a keyboard and a mouse, which is not an overly natural way to construct something.»

Mr Davidson won the Premier’s Teachers Mutual Bank New and Emerging Technologies Scholarship last year and recently completed a study tour of England, Sweden and America to look at how augmented and virtual reality are being used in education around the world.

«What I learnt on the tour was that AR and VR can be successful at many levels and it’s very easy to jump into it at the free level,» Mr Davidson said.

«If students are using their smartphone, they’re bringing the technology with them and they can just use augmented reality at no cost. With virtual reality, you can get headsets for a couple of dollars.»

Mr Davidson said the technology is useful across all subjects, with companies now beginning to augment textbooks.

«You can scan the page and a 3D solar system will appear and you can rotate and move that around,» he said.

«It can help students digest complex concepts at a higher rate, we look at things in a 3D perspective so it’s more natural and easier to understand than 2D things.

«And there’s a high degree of motivation, students are quite excited by it because some of them are having that experience with games but it’s something they’ve never done in the classroom.»

The dive into educational uses for technology by schools and businesses comes amid warnings that smartphones and other devices may be affecting students’ focus in the classroom, as well as their level of physical activity and quality of sleep.

Finnish education expert Pasi Sahlberg recently said smartphones should be banned, at least at the primary school level, which was supported by NSW Education Minister Rob Stokes.

However, Mr Davidson said industry developments and widespread phone ownership are making tools such as augmented and virtual reality far more accessible in schools.

Mr Davidson will speak to Australian teachers about the potential uses of the technology at conferences this year and will also write a report on the subject that will be published by the NSW Premier’s Department.

«There’s a level of awareness [about augmented and virtual reality], but when I demonstrate it at different places teachers can see the benefit of it,» he said.

«You can go on virtual excursions to anywhere in the world, students can get an immersive experience in Africa, the Great Barrier Reef.

«With the amount of money that’s being invested in this, it’s going to become a tool students can utilise in all their education.

«And teachers can see how they can quickly and easily put it into what they’re already doing.»
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India’s failing education system: It is our children’s future, not our ancestor’s pride, that deserves our outrage first

Por Anustup Nayak 

Here is a sample of what has outraged Indians over the last year: a violent mob attacked a bus full of schoolchildren to protect the honour of a mythical queen. Riots erupted between caste groups over a battle fought two hundred years ago. Young people were killed for falling in love outside their faith and for eating the meat of their choice.

We are willing to die and kill for dead queens, sacred animals, and caste history, all symbols of our past. But why is our response so muted when it comes to our children and youth, who symbolize our future?

Angry high-school students are out protesting on Delhi streets over the leaked Central Board of Secondary Education (CBSE) grade 10th and 12th question papers. Data analysis conducted by Geeta Kingdon shows that between 2004 and 2016, the median percentage score in CBSE’s school leaving examinations have been systematically inflated by 8%. Only 40% of our 14-18-year-olds can calculate the price of a shirt sold at a 10% discount and less than 60% could read the time from an analog clock, according to the findings of the Annual Status of Education (ASER) report. And, less than 17% of India’s graduates are employable.

None of these revelations are new. We have known for years that our education system is failing. Children are going to school but not learning much beyond “floor level tasks.” Yet, there has been no big bang policy shift, very little sustained media scrutiny and indeed no parent uprising.

Why does the bleak future of our young people not stoke our collective outrage?

Students, parents and employers all benefit from good education. But they lack the voice to press for change. Politicians, bureaucrats, and media can influence education from the outside, but they find it of no use to advance their agendas.

Till recently, the software outsourcing industry boomed. Companies flocked to hire at campuses of even second rate engineering colleges. Most of these graduates are ill equipped to do entry level jobs. Corporations spend months to reskill them rather than getting entangled in lobbying government to fix college teaching.

Politicians do not win elections, or bureaucrats get promotions on an education platform. It takes years for good education policies to show results and even for bad ones to fail. Few in public office have that kind of patience to sow and wait. Fewer have the gumption to take on the entrenched unions, cartels, and ideologues who block meaningful change in schools and colleges.

Children are the most important beneficiaries of a good education yet the ones with least power to shape it. When children are in school, they are either unaware of how little they are learning or afraid to speak up. College students sometimes raise their voices in protest, but mostly on issues tangential to their learning.

Parents choose to exit the school system rather than pressuring it to change. Millions of parents pull their children out of broken government schools and enroll them in low-fee private schools. Then they find out that even private schools do not deliver much better results. The better-off among them find refuge in tuition centres. The rest make do with what they get.

However, this pattern of exiting without a voice need not be fait accompli for Indian education. “The time for the richer Indian to secede has come to an end,” notes philanthropist Rohini Nilekani in her article for this column “The end of secession” (13 November 2017).  “The foul air in Delhi is a perfect example of a great leveller. Rich and poor alike must breathe in its health hazards,” Nilekani argues.

The leak of CBSE question papers may be the fateful “foul air moment” for Indian education. Fates of children living in Gurgaon skyscrapers hangs in uncertain balance alongside their mofussil peers.  Consider this. There will soon be 100 million under-skilled and under-employed young people on our streets. Many will be desperate, leading them to harass, loot, and molest, or to harm themselves if not others. A student commits suicide every hour in India, unable to fulfill aspirations, cope with failure, or find emotional support, according to IndiaSpend reports.

Would we keep quiet if these were your children or mine? Will they find a college of their choice? Will they qualify for a job when they graduate? How will we grow our businesses when there are so few skilled people to hire? What India story will we sell to attract foreign investors? What myth will politicians spin to get the disillusioned to vote this time?

Now is the time to cry out for an excellent education for every child.

Parents, students, and employers must demand that our institutions deliver real capability and not empty certificates. Let us stamp our vote to those leaders who can make this happen. Let us not keep quiet till we get what we deserve. But with the right to raise our voices comes the responsibility to stay invested. Media must capture this moment and ensure that those in power heed this call. It must hold them accountable for action.

It is our children’s future, not our ancestor’s pride, that deserves our outrage first. Only then can we begin to unleash the potential of our 100 million young minds.

Source of the article: https://blogs.timesofindia.indiatimes.com/toi-edit-page/indias-failing-education-system-it-is-our-childrens-future-not-our-ancestors-pride-that-deserves-our-outrage-first/

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Lo bueno, feo y malo de la educación cubana

Por Lola García-Ajofrín 

Recorremos La Habana en busca de los elementos de éxito de uno de los considerados mejores sistemas educativos del mundo. El déficit de profesores y la falta de expectativas pone en peligro su nivel educativo.

Nuestros profesores eran estrellas”. Yoanny, maestra desde hace 16 años y directora de una escuela rural, a media hora de La Habana (Cuba), pertenece a esa generación de cubanos que fue formada por una élite académica. Nos recibe sentada en una una silla de rejilla, en medio de un salón desangelado en el que solo hay un televisor, con el que los hijos juegan a un videojuego de fútbol (Madrid contra Barça) y un póster de cerveza Bucanero en una pared desconchada. Acaba de llegar de la escuela y se dispone a preparar algo para comer. A sus 45 años, como a las decenas de padres, profesores y estudiantes cubanos a los que preguntamos sobre las bondades del sistema educativo cubano, contesta con el mismo matiz: la educación “era” buena en Cuba.

La mayoría marca un punto de inflexión en 1992 y el comienzo de lo que se conoce como “período especial”, con la caída de la Unión Soviética y momento de grandes dificultades económicas para los cubanos. “Fue una época en la que no había nada para meterse a la boca, se comía lo que se encontraba: perro, gato, se llegó a vender el fieltro de las fregonas adobado como si fuese filete, se empanaba y aparentaba que era carne”, explica la maestra.

En esos momentos, médicos, arquitectos, etc., dejaron sus funciones para servir mesas en los hoteles de La Habana, una labor mejor remunerada gracias a las propinas de los turistas. Y, de igual modo, ocurrió con los buenos maestros, a los que, con salarios más bajos, ya no les compensaba enfrentarse a una clase de 40 alumnos, muchos de ellos llegados a la escuela sin probar bocado y con mucho estrés en casa “porque no había dinero”. Hoy, en Cuba, se habla de que en una escuela quedan profesores “de los viejos” para referirse a que es de calidad.

Lo malo

Días antes habíamos discutido sobre aquello con varios académicos y docentes de distintas etapas, en un almuerzo en la Habana, frente a un plato de espaguetis con una salsa de sobre de queso y bacon, que uno de los hijos de la casa había traído de España. “Un lujo”, explicaba Reinaldo, profesor de Arte, de 26 años, que ironizó, durante la comida, sobre las dificultades para conseguir en el mercado otros alimentos distintos del arroz, el picadillo de soja y de vez en cuando el pollo o el cerdo, que proporciona la libreta: “¿Sabes cómo mata un cubano a un ratón? Le pone picadillo de soja y un cuchillo y tras varios días comiendo lo mismo, el ratón acaba suicidándose”.

Frente a los espaguetis, unos y otros coincidieron en señalar entre 1999 y 2001 como el momento en el que la enseñanza cubana volvió a empeorar, con el comienzo de la llamada teleducación. El Gobierno de la Isla a fin de mejorar la calidad educativa, que ya no era la de antes, “inventó reducir la ratio profesor-alumno casi a la mitad”, asegura Cindy, profesora de Matemáticas, de 40 años, que explica que no se previó que aquello provocaría un gran déficit de profesores “y se tuvo que volver a inventar”. La carencia fue suplida de dos maneras, bien con la teleducación: en las aulas en las que no había profesores se colocaron televisiones con la explicación del docente grabada –en Cuba, de los cinco canales que hay, dos son educativos– y el acompañamiento de los llamados “profesores emergentes”, que eran estudiantes de Magisterio, en primero o segundo año de carrera. Cuenta Cristina, de 23 años, que ella odiaba la Química porque no entendía la explicación del televisor y no podía preguntarle dudas a nadie. El segundo invento –dice Cindy– fue la imposición: se obligó a gente del partido, sin vocación, a especializarse en aquella formación de la que más carencias había.

A aquellos dos episodios se podría añadir un tercero, que vive Cuba hoy y al que muchos se refieren como “crisis de valores”. La falta de expectativas está logrando que los jóvenes cubanos ya no quieran estudiar. “Los salarios ridículos que nos han impuesto han conseguido que poca gente quiera trabajar en lo que estudió y haga otros trabajitos que le reportan diez veces más que por los 500 o 550 pesos cubanos (unos 20 euros al mes), que de media, consigue un profesional cubano”, asegura Wilmer, arquitecto de 45 años y que actualmente vive ese problema con uno de sus tres hijos en casa. En ese particular surrealismo de Cuba al que se refiere el documental cubanobrasileño Bretón es un bebé, es común el caso de ganaderos que hablan ruso o estudiaron ingeniera nuclear y trabajan cuidando vacas o liando tabaco. “Los jóvenes ven esto y el que no se quiere ir de la Isla tampoco quiere estudiar”, añade el arquitecto.

Lo bueno

Pese a las dificultades del momento, solo una conversación en la calle refleja que el nivel educativo medio del cubano es superior al de otras partes del mundo y la mayoría conoce el caso del hijo de algún amigo que se fue a Miami y pese al cambio del país y del idioma, llegó con más nivel que la clase de acogida. Más allá de los datos –el Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativosituó a Cuba, con 648 puntos en Matemáticas de tercero, muy por encima del segundo en el ranking, Nueva León (563)–, varios elementos ponen de manifiesto este éxito educativo.

El informe Factores asociados al logro cognitivo de los estudiantes de América Latina y el Caribe, de 2010, de la UNESCO, identificó “diez lecciones de política educativa”: la atención focalizada en los estudiantes de menor rendimientosustituir la repetición de grado, desarrollar habilidades de liderazgo, disponer de una infraestructura adecuada, la disponibilidad demateriales educativos, la expansión de la educación preescolar en contextos vulnerables, el fomento de la paridad entre niños y niñas, las medidas para paliar la vulnerabilidad social, la atención a los niños indígenas y el financiamiento diferenciado para los estudiantes en situación de pobreza.

En Cuba, varios de estos ingredientes se observan gracias a una apuesta por la equidad desde el triunfo de la revolución, hace 53 años, cuando de inmediato la tasa de analfabetismo se redujo en un 20% en solo un año.

María de los Ángeles Flores, embajadora de la Delegación permanente de Cuba ante la UNESCO, se refiere al acceso gratuito a la educación de toda la población, como una de las claves del éxito, junto a ·la estrecha relación entre la escuela, la familia y la comunidad”, el trabajo diferenciado, “desde un diagnóstico de las potencialidades de cada educando” y la orientación metodológica.

Yoanny, la directora de la escuela rural, también nos había hablado de la atención a la diversidad como uno de los ingredientes “que nos han funcionado”. Es el caso de los Institutos preuniversitarios vocacionales de Cienciasuna serie de centros para alumnos sobresalientes. “Los institutos de excelencia por los que ha habido tanta polémica en Madrid, existen desde la época en la que yo estudiaba”, bromeó durante la conversación, un amigo de la profesora, que actualmente reside en España. La directora también hizo hincapié en la evaluación de los profesores, que son examinados una vez al año y que en función de la nota (Muy bien, bien, regular o mal), reciben un leve aumento salarial: entre 200 y 100 pesos cubanos (unos 8-4 euros); y en el plan de estudios, con un sistema que recuerda al de los países nórdicos con una fuerte incidencia en el Arte y la música, aunque algunos dicen en Cuba que esto es porque ser artista es una de las pocas formar que tiene un cubano para viajar.

Lo feo

Como en toda dictadura, en varias visitas a escuelas de La Habana nos percatemos de lo feo de la educación cubana: el afán propagandista, con murales en los que se salpican los dibujos hechos por los alumnos junto a las imágenes de Fidel y de Raúl; el hecho de que en el preuniversitario (Bachillerato) se cante el himno y por las tardes sea obligatorio ver el informativo; los libros de economía o las clases del canal educativo en las que es evidente lo bueno y lo malo y las manifestaciones que pierden su carácter voluntario, como ocurrió durante nuestra estancia, con la misa celebrada en la Plaza de la Revolución, por el Papa Benedicto XVI.

El día fue declarado festivo y en trabajos y colegios se exigió la asistencia. El pontífice abandonó la Isla con mensaje a la educación: “Es tiempo de que la fe también lleve al campo del saber”; también dijo que Cuba y el mundo “necesitan cambios”

Fuente del artículo: http://www.conexioncubana.net/educacion/1574-lo-bueno-feo-y-malo-de-la-educacion-cubana

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