España / 27 de mayo de 2018 / Autor: Ángel Fidalgo / Fuente: Innovación Educativa
La innovación educativa se suele asociar a palabras como emoción, vocación, creatividad, compromiso, emprendimiento, cambio y mejora. Todas ellas definen los ingredientes principales que debe tener la innovación educativa, pero muchas veces el profesorado echa en falta la receta.
Los ingredientes y su calidad son clave para que obtengamos un buen producto; sin embargo, la receta, es decir, la cantidad a utilizar para cada ingrediente, la forma de combinarlos, la secuencia y el tiempo a emplear son también fundamentales. Así pues, ingredientes y recetas son necesarios si deseamos cocinar con éxito. También son importantes las herramientas de cocina, aunque quizás no tanto como lo anterior. Una tortilla la podemos hacer con una sartén de última tecnología, pero tampoco queda mal si utilizamos la sartén que tenemos en casa desde hace 10 años.
A nadie que no sepa cómo cocinar un determinado plato se le ocurre ponerse en la cocina. Lo más probable es que le dedique mucho tiempo, utilice ingredientes de más, ensucie la cocina, rompa alguna herramienta y sobre todo, no será comestible el producto conseguido.
En innovación educativa solemos trabajar sin recetas, empleando mucho tiempo, esfuerzo, recursos y tecnologías para obtener un resultado incierto.
Así pues, mi recomendación es que antes de comenzar a realizar la innovación identifique tres cosas: los ingredientes (motivación personal y profesional en la realización de la innovación educativa), la receta (acciones concretas que va a realizar bien con su alumnado, bien con el contenido o bien con las metodologías) y las herramientas de cocina (TIC, productos, cuestionarios,…..) que le ayuden y faciliten la realización del proceso.
Lo bueno de las recetas es que nos sirven para tres cosas:
1.- Para planificar el proceso. Sabremos a lo que nos vamos a enfrentar, los conocimientos y habilidades requeridas, la funcionalidad de las tecnologías y el esfuerzo que nos va a llevar y el producto que vamos a obtener.
2.- Aplicar la innovación. El objetivo de la receta es guiarnos para obtener un buen producto. Por tanto, si la ejecutamos acabaremos obteniendo el producto deseado.
3.- Divulgar la innovación. Muchas veces es muy complicado intercambiar el producto deseado. A unas personas les gusta más la tortilla muy hecha, con cebolla, con menos patatas….Sin embargo, si se intercambia la receta podremos modificarla en base a nuestras necesidades específicas. Mejor intercambiar la receta que el producto.
Tenemos ingredientes, tenemos buenos cocineros y cocineras, tenemos la cocina (cloud-cocina), tenemos el comedor (las aulas) y tenemos los comensales (el alumnado). Lo tenemos todo, solo nos faltan las recetas.
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