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Argentina: Comenzó el paro en las Universidades Nacionales

Desde AGD UBA explicaron los motivos por los que se lleva adelante un paro de una semana: “Para ganar lo mismo que en noviembre 2023 necesitaríamos un 45% de aumento, pero desde septiembre de 2024 el gobierno de Milei-Pettovello (ministra de Capital Humano) y Torrendell (secretario de Educación) no convoca a paritarias. Desde junio hasta hoy no cobramos incremento alguno. A partir de agosto y hasta noviembre nos impusieron un incremento en minicuotas mensuales que no recuperan nuestro salario devaluado”.

 

En este último punto detallaron que en agosto cobrarán 1,3% de junio y julio; en septiembre 1,3%; en octubre 1,2%; en noviembre 1,1%; y en diciembre 1,1%.

 

Agregan que los salarios iniciales son de 240.000 pesos por lo que son permanentes las renuncias que desde el comienzo del gobierno Milei alcanzan 10.000, y la pérdida de equipos de enseñanza e investigación que tardaron años en conformarse.

 

El Frente de Asociaciones de Base (FAB), que integra la CONADU, realizó una Consulta Federal Universitaria para dar cuenta de las consecuencias del ajuste a las universidades.

 

Detectaron un empeoramiento generalizado en las condiciones de vida, ya que la política económica del actual Gobierno impacta de forma negativa en todos los órdenes de la vida de lxs docentes: “La reducción drástica en el poder adquisitivo del salario y el generalizado aumento de precios se combinan con el deterioro de los servicios públicos y la degradación o eliminación de las políticas estatales que garantizan derechos”.

 

Se registró aumento del pluriempleo, es decir, la búsqueda de mayores ingresos a partir de sumar horas de trabajo dentro o fuera de la docencia; un incremento extraordinario en el endeudamiento de los hogares; reducción drástica de las actividades sociales y de ocio; disminución significativa de los gastos en alimentación, salud y vestimenta; menor disponibilidad para el tiempo en familia.

 

Compartimos un breve resumen con las principales conclusiones del relevamiento efectuada por la FAB:

 

“El 70% de las personas que respondieron tienen como principal ingreso la universidad pública y una mayoría de 63% se identifica como de género femenino. En cuanto al nivel de su inserción en el sistema, el 90% de las respuestas corresponden al nivel universitario y un 10% al preuniverstario.

 

Como representación gremial nos interesaba relevar la cuestión de los cuidados en un momento de pleno aumento del pluriempleo que desarrolló en general la docencia, como modo de sobrellevar la brutal caída de ingresos a que nos somete el gobierno libertario en el que el ‘precio del trabajo’ es el único precio que no se ha liberado por la negativa a la discusión paritaria. La consulta da cuenta de que el 66% buscó nuevos empleos, en la docencia el 29%, fuera de ella 22% y el resto (16%) en ambas actividades.

 

Esta destrucción de las economías de los hogares llevó a que casi la mitad de los docentes se encuentre endeudado de manera extraordinaria por efecto de la motosierra sobre nuestros salarios. Los números son contundentes: 9 de cada 10 docentes cambió sus hábitos o redujo sus actividades conforme tomaba más trabajo, o veía reducir sus ingresos, o ambas situaciones.

 

Así, en actividades de carácter más social vemos que el 93% redujo sus gastos recreativos, el 79% la compra de vestimenta, el 70% restringió el equipamiento o reparación de sus viviendas y el 64% los gastos en actividades culturales

 

En aspectos más imprescindibles de la vida de las personas también el impacto se ha hecho sentir, un 40% redujo o limitó gastos en alimentación y un 22% en cuidados de salud.

 

En actividades que hacen a nuestra formación, pero también a la calidad que ofrece el sistema universitario (público y/o privado incluso), también se vio fuertemente afectada dado que un 58% limitó intervenciones o participación en congresos, un 42% en formación académica de posgrado o similares, un 28% en tareas de investigación, un 25% en compra de materiales didácticos y un 15% en tareas de extensión universitaria.

 

Este último punto refleja una debilidad estructural del sistema que transfiere a las y los trabajadores docentes las tareas de formación que debieran financiar las propias instituciones, tal como se acordó en el Convenio Colectivo de Docentes de las Universidades Nacionales, así como la entrega de materiales de trabajo.

 

Esto último resulta de especial relevancia puesto que en el ámbito de la educación universitaria el 37% manifiesta realizar tareas de manera virtual, algo que en el nivel preuniverstario alcanza solo el 10% de las respuestas.

 

Los cuidados, los tiempos de cuidado y las condiciones familiares al respecto fueron nuestra primera pregunta ofreciendo un panorama sobre la cantidad y calidad del tiempo destinado para la familia que afecta a más de la mitad de nosotrxs.

 

El 39% de las personas declararon ‘tengo menos tiempo disponibles para estar con mi familia’ y 15% creen que ‘la calidad de los cuidados se vio afectada’. Es decir el ajuste termina causando un daño a las familias de lxs docentes que además se ve sobrecargada de tareas de cuidado.

 

Quienes se identifican con el género femenino ascienden a casi el 60% en la elección de las dos primeras categorías, quedando en evidencia que el ajuste impacta en las tareas no remuneradas sobrecargando en términos físicos y psíquicos a quienes son el sector mayoritario de la docencia universitaria.

 

También pedimos que definan el estado emocional con una palabra, lo que refleja que la mayoría demuestra cansancio, preocupación y angustia .

 

Respecto a cómo perciben la Universidad, las palabras predominantes dan cuenta de la resistencia, la incertidumbre y el deterioro en el que estamos viviendo.

 

Esta primera aproximación no es conclusiva, aspiramos a una más detallada y completa información de nuestras condiciones de vida y de trabajo, pero si asoma como un primer avance que permite por lo menos poner sobre el tapete de la discusión gremial aspectos que pasan desapercibidos de la acción pero que forman parte de nuestra cotidianeidad como hacedores diarios de la universidad pública y de calidad que enorgullece a nuestro país”.

 

Frente a la caída salarial, la persistente renuncia de la docencia universitaria (más de 10 mil desde la asunción de Javier Milei) y el desfinanciamiento de las universidades, los gremios del sector resolvieron realizar un cese de actividades desde el lunes 11 de agosto, fecha de inicio del segundo cuatrimestre, hasta el sábado 16 de agosto. Además se votó la continuidad de las medidas de fuerza con paros de 48 horas rotativos para las semanas del 18, 25 de agosto y 1 de septiembre.; y una marcha nacional en la primera quincena del próximo mes.

 

Marcha de antorchas por la ciencia argentina

 

En el marco de un paro de 48 horas en el Conicet el jueves y viernes pasado, las y los trabajadores realizaron una protesta denunciando los salarios de miseria y el vaciamiento del organismo a manos del gobierno de ultraderecha de Javier Milei.

 

Como parte del paro de 48 horas, los manifestantes realizaron una marcha de antorchas en el Polo Científico de Palermo. “Que esta no sea la última generación científica de Argentina”, reclamaron desde la Red Federal Trabajadores CONICET. “Defendamos la Ciencia y a sus trabajadorxs, con salarios dignos y fondos para investigar”.

 

La protesta, realizada al caer la noche de este miércoles, fue convocada por ATE y otras organizaciones del ámbito académico, con el objetivo de exigir mejoras salariales, frenar los recortes presupuestarios y defender la continuidad de los programas de investigación.

 

La Policía de la Ciudad estuvo hostigando a las y los manifestantes, en el marco de la sobreactuación autoritaria y represiva que ejerce en estas últimas semanas Jorge Macri para congraciarse con el gobierno nacional, pero finalmente la marcha pudo desarrollarse con relativa normalidad.

 

En un momento en que el Conicet capta la atención pública por la calidad de su trabajo de investigación ejemplificado en el streaming realizado desde las profundidades del mar argentino, las y los trabajadores del organismo científico volvieron a denunciar el ataque que continúa sufriendo el sistema de Ciencia y Técnica bajo la actual gestión.

 

Desde el gremio estatal ATE subrayaron que el éxito mediático del streaming, si bien ayudó a visibilizar la labor científica, no debe tapar el drama cotidiano que atraviesa el sector.

 

“Es una experiencia que mostró el talento y la dedicación de nuestros investigadores, pero no cambia la situación real: hay becarios que no llegan a cubrir sus necesidades básicas, equipos sin recursos y líneas de investigación paralizadas”, aseguraron.

 

El combo que despliega la gestión ultraneoliberal y neofascista de Milei ejecuta el ajuste en todo el sector de la ciencia, la reducción salarial del personal, la falta de recursos para la producción académica, las 1.000 altas pendientes de investigadores y personal de apoyo con concurso aprobado, y la incertidumbre por el futuro del organismo, como consecuencia de la pérdida de puestos de trabajo.

 

En Chubut la docencia protagonizó un nuevo paro de 48 horas

 

Este jueves 31 de julio inició un nuevo paro provincial de 48 horas y la docencia chubutense volvió a dejar en claro que no se banca más la miseria salarial a la que los empujan tanto el gobierno provincial de Ignacio Torres y su ministro José Luis Punta, como el nacional de Milei.

 

Mientras el gobernador Torres sostiene su propuesta de aumento miserable (1,6%) a un salario docente ya hundido, pagó 31 millones de dólares en concepto de deuda provincial. Plata hay, pero las prioridades de Torres son complacer a los acreedores y multinacionales.

 

Las acciones se desarrollaron en varias localidades. En Puerto Madryn se impulsó durante la mañana una concentración y volanteada en la Plaza San Martín mientras que en Trelew, concentración y movilización en horas de la tarde.

 

En Comodoro Rivadavia, una concentración inició en la Plaza Kompuchewe para marchar hasta el Centro Cultural donde se inauguró la Feria del Libro.

 

El viernes 1° de agosto, toda la docencia se manifestó en Rawson frente al Ministerio de Educación a las 11:30, para continuar ganando las calles y rebelarse contra la miseria que busca imponer el gobierno.

 

La CTERA no puede mirar para otro lado. ¡Basta de tregua! Y como exige la oposición de sindicatos, seccionales y agrupaciones combativas la CTERA debe exigir la unificación de todas las luchas en un paro nacional.

 

La ministra Fiore de Salta amenazó con descuentos a las docentes que llevan adelante un paro de 48 horas

 

En el marco de la paritaria miserable del gobierno de Sáenz que deja en evidencia que no sólo es Milei el que ajusta a las y los trabajadores y la educación pública, en Salta se lleva adelante un paro docente de 48 horas. Medidas de fuerza similares se llevan adelante en la vecina Jujuy, en Misiones, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

 

En este marco, Cristina Fiore, ministra de Educación de la provincia, confirmó que descontará el día a quienes lleven adelante la medida de fuerza, convocada por sectores autoconvocados, atacando el derecho a huelga y a los trabajadores de la educación. En medios locales afirmó que “lo que se exige es excesivo (…) En Nación no se están aceptando paritarias de más del 1%, y la inflación está desacelerada. No hay ningún reclamo gremial que esté planteando un 50% de incremento, ni siquiera a nivel nacional». Mientras niegan estas demandas cada vez garantizan más derechos a las patronales agrarias que se la llevan en pala, ahora con un nuevo premio de Milei.

 

El martes se movilizaron al Grand Bourg al comenzar una nueva reunión paritaria. Al finalizar, se llevaron adelante asambleas: por un lado, del sector autoconvocado que impulsa la medida; por el otro, del sindicato Sitepsa.

 

Una asamblea unitaria que funcione con mandatos por escuela y delegados revocables, por departamento, sería importante para organizar la fuerza que lleve adelante un plan de lucha para torcerle el brazo a Sáenz. Que cuenta con la ayuda de la dirección de ADP, en manos de Fernando Mazzone, que también salió a atacar el paro.

 

Esta lucha no es solo por aumento salarial, que urge ante la carestía y precarización de la vida. En el «acuerdo» que intentan pasar, ni siquiera se plantea un aumento para infraestructura, el servicio alimentario de las y los estudiantes, el rechazo a las más de 120 cesantías docentes, la resolución del problema de la obra social del IPS, y muchas otras problemáticas.

 

Cinco provincias no inician las clases: ¿y la Ctera?

Por Federico Puy | Secretario de Prensa Ademys

 

Jujuy, Salta, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Misiones arrancaron pos receso con paros y movilizaciones. Un drama que recorre las escuelas de Argentina, salarios a la baja y condiciones precarias de trabajo. La conducción de CTERA deja pasar el ajuste de Milei y los gobernadores y mira para otro lado. Necesitamos organizar un paro nacional y plan de lucha.

 

En Jujuy el paro se siente muy fuerte. No es para menos, esta vez por presión de las bases y la política de unidad de los dos sindicatos recuperados como Cedems y Adep (aún en pelea por el reconocimiento de la lista ganadora Nº 5 el Hormiguero en las últimas elecciones del sindicato), todos los sindicatos docentes van al paro. El gobierno del radical Sadir, se la pasó toda la semana intentando desactivar el conflicto amedrentando a los docentes. Mas que miedo, eso generó bronca en la docencia. Una maestra que recién se inicia en Jujuy, de una jornada simple cobra apenas 715.000 pesos, muy por debajo de lo indicado en la canasta básica provincial.

 

En la provincia vecina, Salta, la cosa no está linda con las docentes. El gobierno de Salta de Gustavo Sáenz, ofreció el miserable 10,5 % con base en diciembre de 2024, en cuatro cuotas para el segundo semestre. Los gremios rechazaron. Un sector de autoconvocados votó en asamblea un paro de 48 horas para lunes y martes, y a una concentración el martes a las 15:00 en el Grand Bourg. Habrá nuevas asambleas ese mismo día. Mientras un legislador salteño cobra $4.192.269, una maestra que recién se inicia gana $562.800.

 

Por la zona sur del país la cosa viene parecida. En Santa Cruz, hoy arrancan con un paro de 72 horas convocado por la Asociación Docente de Santa Cruz (ADOSAC). La medida fue resuelta por Congreso Extraordinario y ratificada por unanimidad en el Plenario de Secretarios Generales. Desde Adosac, sindicato recientemente recuperado, expresaron que “Los bajísimos salarios obligan a los colegas a trabajar en dobles cargos a pesar de la discriminación salarial existente (en los segundos cargos no se paga el título y el salario se reduce a $700.000 por la misma tarea). El doble cargo se convierte de esta manera en una necesidad para subsistir no en una elección, e implica una sobrecarga laboral que afecta la salud y deteriora la calidad educativa. Muchos docentes eligen dedicarse a otra actividad en lugar de tomar segundos cargos y por primera vez en mucho tiempo han faltado maestros para cubrir las suplencias.»

 

La docencia fueguina tampoco comienza las clases. Por amplia mayoría, su sindicato SUTEF resolvió un paro de 48 horas tras el receso invernal, ante la falta de convocatoria a Mesa Paritaria Salarial y la ausencia total de propuestas de aumento salarial, el desfinanciamiento de la educación pública y la ausencia de respuestas por parte de la dirigencia política.

 

Misiones vuelve a las calles. Las y los trabajadores de la Educación del FTEL y del MPL se movilizan este lunes en la ciudad de Montecarlo, donde se mantiene un acampe por la reapertura de paritarias desde hace meses. Los sindicatos rechazan la recomposición del 5% que impuso el gobierno provincial hasta octubre, de manera unilateral. “También se planteó la necesidad de precisar mejor los términos del reclamo salarial, luego del fracaso de la mesa de negociación salarial con las autoridades y la decisión unilateral del gobierno de otorgar un aumento del 5% en dos tramos”, explicaron desde el FTEL, respecto del rechazo al incremento que representaría una suba de unos $15.000 en julio y otros $15.000 en septiembre”, expresaron sus dirigentes.

 

Como se muestra en tan solo un día, cinco provincias están peleando por el salario docente. Un poco más o un poco menos de oferta salarial, todos los gobiernos de diferentes colores políticos, sean radicales, peronistas o renovadores, trasladan la motosierra de Javier Milei (cuando no, le prestan votos en el Congreso o el Senado) y ajustan a la docencia y a la educación. En todas las provincias se siente el tener que trabajar dos o tres cargos para llegar a fin de mes, mayor sobrecarga laboral y problemas de salud y tener que conseguir otro empleo para llegar a fin de mes. La conducción celeste de CTERA, bien gracias. En vez de poner a la docencia de pie contra este gobierno nacional y respaldar a todas las luchas que surgen en las provincias, las deja aisladas y peleando por separado. Un rol cómplice y donde tienen gobernadores afines como en la Provincia de Buenos Aires de Kicillof, el salario es muy bajo y descuenta los días de paro.

 

Con la fuerza de toda la oposición nacional docente, desde cada escuela y de todos los rincones del país, junto a las luchas en curso como Georgalos, fábricas recuperadas, Secco, el Hospital Garrahan o Astilleros, jubilados y los colectivos de discapacidad, hay que imponer un paro y plan de lucha nacional.

 

Kicillof ajusta la educación especial

 

El viernes 8 de agosto, docentes, familias y estudiantes de las Escuelas de Educación Especial N.º 507, 512 y 513 se movilizaron a la Jefatura Regional en La Matanza contra el ajuste que impulsa el gobierno bonaerense.

 

Las delegaciones de maestras y familias se congregaron para movilizarse a la jefatura regional con carteles y pancartas artesanales. En uno de ellos, con la foto de Milei y Kicillof se leía «Él veta y él recorta” una denuncia gráfica de que el ataque a la discapacidad es una política del gobierno nacional pero también de los gobernadores. Muchas de las maestras de Educación especial vienen de movilizarse el martes 5 junto a acompañantes terapéuticas en la movilización contra el veto en discapacidad que ratificó Milei y fue reprimida en Congreso.

 

En la provincia, el gobierno de Kicillof, viene con una propuesta que, bajo el disfraz de la “multidiscapacidad” y la “inclusión”, apunta a cerrar y fusionar escuelas, recortar cargos docentes y reorganizar la modalidad. Esto no es otra cosa que un ajuste brutal que golpea directamente el derecho de estudiantes con discapacidad a tener una educación digna y de calidad. Familias que además están expuestas a recortes en salud, no pueden acceder a profesionales, terapias y prestaciones por los recortes en las obras sociales o la crisis de la salud pública, así lo denunciaron las madres y padres que acompañaban.

 

Durante la jornada, docentes y familias lograron ser recibidos por funcionarios del distrito, que lejos de dar marcha atrás, ratificaron la intención de seguir adelante con los recortes. Sin embargo, la decisión de las maestras de no aflojar y la movilización en las calles logró que se continúe sin afectar cargos ni escuelas hasta una nueva instancia de discusión: el próximo 25 de agosto habrá una mesa de trabajo en la Escuela Especial N.º 512, donde las docentes volverán a exigir que se dé marcha atrás con estas medidas de ajuste.

 

Al finalizar la reunión, las y los trabajadores se reunieron en asamblea y expresaron su descontento ante la insistencia de los representantes del gobierno de la Provincia en el ajuste pero valoraron la organización desde abajo y haberse movilizado para hacerse escuchar y enfrentar el ajuste de Kicillof. Además, denunciaron que la conducción de la lista Celeste del Suteba «les da la espalda» y que, durante la semana anterior, incluso intentó desmovilizarlos a través de amenazas y hostigamientos. Como ya sabemos la conducción Celeste está preocupada por hacerle campaña electoral a Kicillof.

 

Esta pelea tiene que fortalecerse para imponer a la conducción de Suteba que convoque a asambleas en las escuelas. Para que desde abajo se construya un verdadero plan de lucha que enfrente el ajuste y fortalezca la resistencia contra Milei. Pero también para enfrentar los ajustes y recortes del gobierno provincial de Axel Kicillof sobre la educación y la salud públicas.

 

Se viene una nueva jornada clave para salir a bancar la educación pública y los derechos de las personas con discapacidad. Cuando el Congreso trate el veto presidencial a la Ley de Discapacidad, tenemos que ser miles copando las calles para hacer sentir nuestra voz.

 

A 7 años del asesinato laboral de Sandra y Rubén

 

Se cumplieron siete años de la explosión en la Escuela Primaria N°49 de Moreno. La comunidad educativa sigue exigiendo justicia por Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, vicedirectora y auxiliar fallecidos tras una fuga de gas que había sido denunciada en al menos ocho oportunidades sin respuesta estatal. “Todos los años que se acerca un 2 de agosto, para nosotros siempre es muy movilizante. Siempre pidiendo justicia por Sandra y Rubén, y velando para que se sigan en el tema de las obras, para que no le vuelva a pasar a ningún compañero esto que le pasó a Sandra y Rubén” expresó Diego Rodríguez, hermano de Rubén.

 

Como como cada año la comunidad educativa realizó una movilización para exigir justicia. Aunque hubo condenas judiciales, los responsables no están detenidos, y las familias reclaman que también se juzgue a los responsables políticos de la tragedia: la exgobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal y el exministro de Educación Gabriel Sánchez Zinny.

 

«El entonces gobierno de María Eugenia Vidal no garantizó las condiciones necesarias para evitar este crimen social. Por eso decimos que el Estado es responsable de la muerte de Sandra y Rubén. La bronca que recorrió todas y cada una de nuestras escuelas impuso el paro nacional de los gremios docentes y también una medida de fuerza de gremios estatales. Les docentes sabemos que este crimen podría haber ocurrido en cualquiera de nuestras escuelas. Hoy seguimos peleando contra la impunidad y exigiendo castigo a los responsables políticos del crimen de Sandra y Rubén. Exigimos más presupuesto para educación y no para pagar una deuda fraudulenta e ilegítima» expresaron desde Ademys mediante un comunicado.

 

Hace siete meses que Jorge Macri se niega a cumplir la Ley de boleto estudiantil para universitarios

Por Martìn Suarez

 

Pese a un fallo judicial que ordena su implementación, el mandatario porteño impide que más de 134.000 estudiantes puedan inscribirse a este derecho. La oposición en la Legislatura exige su cumplimiento: “La vuelta a clases tiene que ser con boleto educativo”.

 

Debe ser uno de los pocos casos en el mundo que un espacio político autodeclarado como “republicano” ignora los proyectos de ley que fueron aprobados en el recinto y desoye los fallos judiciales que no son de su agrado. Pero tras varios años de gestión, muchos aseguran que el macrismo se caracteriza por tener esas particularidades que alteran (en el mejor de los casos) cualquier estado de derecho.

 

El pasado 12 de diciembre, la Legislatura aprobó por amplia mayoría la Ley de boleto educativo para terciarios y universitarios porteños pero, tras más de siete meses de su sanción, el jefe de Gobierno, Jorge Macri, no la reglamentó. Por esta razón, los centros de estudiantes de Exactas y Ciencias Naturales, Arquitectura, Diseño y Urbanismo, de Ciencias Sociales y Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) presentaron un amparo ante la Justicia porteña para exigirle que implemente el boleto universitario gratuito y en los últimos días la Justicia falló a favor.

 

Mediante un comunicado, los universitarios denuncian que no pueden seguir siendo víctimas del abandono de Jorge Macri, y que necesitan la implementación del boleto educativo para que ningún compañero se quede sin poder cursar en las universidades.

 

Aseguran que esto ocurre en un contexto de ajuste de los gobiernos de Jorge Macri y Javier Milei, donde cada vez cuesta más llegar a cursar, y que son necesarias políticas de inclusión reales para los y las estudiantes.

 

“Esperamos que el GCBA reaccione y que el segundo cuatrimestre empiece con el boleto educativo implementado. Estudiar no puede ser un privilegio: necesitamos que más pibes y pibas lleguen a la universidad para construir una Argentina justa, libre y soberana”, reclaman.

 

Legisladores y legisladoras de la oposición, iniciaron una campaña de visibilización para exigir la puesta en marcha del Boleto universitario bajo la consigna “La vuelta a clases tiene que ser con boleto educativo”.

 

El 20 de febrero pasado, las y los estudiantes universitarios presentaron una nota en la Jefatura de gobierno porteño para exigir la implementación. Pero a lo largo de casi tres meses el Ejecutivo local no dio ninguna respuesta. El 21 de marzo pasado, la propia Universidad de Buenos Aires se sumó al reclamo estudiantil para que CABA haga efectiva la Ley 6.770, pero Jorge Macri también desoyó esa exigencia institucional.

 

Una vez más, la jefatura de gobierno porteño se negó a responder preguntas.

 

Cientos de miles de estudiantes afectados

 

La Ley Nº 6.770, modificatoria de la Ley Nº 5656, introduce a los estudiantes universitarios como beneficiarios del boleto gratuito en la Ciudad de Buenos Aires. El beneficio permite una cantidad de 96 viajes gratuitos mensuales y un tope de cuatro por día. Cada uno de las y los estudiantes superiores que quieran acceder al mismo, debe residir en la Ciudad de Buenos Aires y pertenecer a hogares de clase media vulnerable de acuerdo a los indicadores del Instituto de Estadísticas y Censos de la Ciudad.

 

Son más de 134.000 estudiantes que tendrían que acceder al derecho aprobado en la legislatura, sumando la cantidad de personas adultos acompañantes de menores de 12 años pero, desde su aprobación hasta ahora, los Centros de estudiantes han presentado numerosos reclamos para lograr el ejercicio efectivo del derecho aprobado por la Legislatura.

 

El fallo judicial ordenó al Ministerio de Educación porteño registrar a los Estudiantes de Nivel Superior y poner a disposición las tarjetas. Sube Estudiantil para así instrumentar el derecho a los estudiantes de Nivel Superior y de Formación Técnica Superior que cumplan debidamente con los requisitos.

 

Escándalo en el Congreso de UTE

 

Las trifulcas en el último Congreso ordinario UTE, gremio de base de CTERA y sindicato mayoritario en CABA, dejaron una lamentable imagen que vale más que mil palabras. La inacción e inmovilismo de la actual conducción Celeste, en un evidente cogobierno con Jorge Macri, por un lado, y los alineamientos con el PJ porteño de Víctor Santamaría, con algunos miembros buscando irse del sindicato o armar otro, muestran a las claras la necesidad de pelear por un sindicato independiente, democrático y combativo.

 

El Congreso de UTE, lamentablemente, no debatió cómo frenar los despidos y la reforma Ba Aprende en las secundarias, no votó un plan de lucha para recuperar los salarios docentes ni tampoco una campaña para revertir las pésimas condiciones de trabajo en la que se encuentran los docentes en la Ciudad. Con una conducción Celeste cada vez más cuestionada desde las escuelas, dado que no existió -desde que Jorge Macri asumió en la Ciudad- un plan de lucha a la altura de los ataques y necesidades de la docencia. Todo el mundo habla de “tranzas”, “entregas” y otras conclusiones que van sacando los docentes en su experiencia con la actual conducción. Mientras, continúan los ataques a la salud laboral: tercerizada a la empresa Dienst y el sistema MIA que les obliga a ir a trabajar enfermes. La responsabilidad es de las burocracias y los gobiernos que vienen vaciando la obra social. Nuevos diseños curriculares mercantilizan la educación y avanzan con ataques a los programas socio educativos.

 

El video, difundido por la corriente llamada CTE -un desprendimiento de la celeste de UTE con quienes compartieron muchos años la conducción del sindicato y que en las últimas elecciones hicieron una lista junto a “La Granate”- muestra un hecho grave, que en el sindicato usan patotas relacionadas con una hinchada de fútbol y que nada tienen que ver con la docencia. Estas internas, que terminaron con empujones e insultos, muestran que no se discute sobre los avances en los derechos conquistados por la docencia, las reformas laborales regresivas o cómo enfrentar al gobierno de Macri y de Milei, uniendo y coordinando todas las luchas a nivel nacional. Pero lo que tampoco dice la CTE, que viene intentando mostrarse como una “alternativa”, es qué plan político propone -a sabiendas de que ya es “vox populi” entre el activismo- que son una corriente centralmente organizada desde arriba por quien dirige actualmente el peronismo porteño, el secretario general del SUTERH, Víctor Santamaría.

 

El espectáculo que ofrecen estos dos agrupamientos, que huele a negocios del sindicato, peleas por comisiones de servicio organizadas por el gobierno o el Ministerio de Trabajo, con miembros de la Directiva que renuncian, posteos en redes con acusaciones por el “dinero” del sindicato, despidos persecutorios, entre otras cuestiones, nada tiene que ver con lo que sucede en las escuelas y se muestran cada vez más alejados de la realidad. Mientras ellos se pelean, Javier Milei sigue atacando nuestras organizaciones de trabajadores y trabajadoras y busca avanzar con la declaración de la educación como servicio esencial para avanzar contra nuestro derecho a huelga.

 

Las internas del peronismo están al rojo vivo y se expresan en el sindicato. Mientras el peronismo busca cerrar listas en la Provincia de Buenos Aires, la ex presidente Cristina Kirchner continúa presa y proscripta por una política claramente orquestada desde la Justicia, la Embajada norteamericana y las Cámaras empresariales. Se profundiza el avance represivo y contra las libertades democráticas. La estrategia luego de la única marcha a Plaza de Mayo en defensa de CFK, es simplemente electoral. El mensaje que deja el peronismo, desnudando su estrategia es: “nos vemos en las urnas”.

 

Mientras se siguen sucediendo luchas muy importantes, como el Hospital Garrahan, la de jubiladas y jubilados todos los miércoles, los trabajadores de Secco, Georgalos (con enormes cortes en Panamericana) y Morvillo en la provincia de Axel Kicillof, las conducciones sindicales, deberían estar aportando todos sus recursos, económicos y físicos, para que estas luchas triunfen y aportar a que todo el movimiento obrero gane confianza en esta pelea contra las patronales que avanzan con la reforma laboral en los hechos. La conducción de UTE y CTERA firman declaraciones en apoyo o repudio a la represión, pero no ponen todas sus fuerzas para que éstas triunfen. Tampoco participan de las acciones.

 

Ante una pedagogía de la resignación, donde las conducciones sindicales y los diferentes sectores del peronismo se la pasan diciendo que no se puede luchar contra Milei o Jorge Macri, que la relación de fuerzas no da o que la culpa es de los docentes que no luchan, tenemos que anteponer una pedagogía de la resistencia.

 

Fuentes: Resumen Latinoamericano, Red Eco Alternativo, Anred, argentina.indymedia, La Izquierda Diario

 

Comenzó el paro en las Universidades Nacionales

 

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Docentes desbordados y quemados ¿Quién cuida al que enseña?

En nuestro mundo actual, marcado por el cambio constante, la figura del docente es fundamental para la sociedad. Este se enfrenta a una serie de dificultades que van más allá de la mera transmisión de contenidos en aulas que han evolucionado del autoritarismo a la ludificación educativa. Sin embargo, los ciudadanos no suelen pararse a pensar en las presiones que afrontan a diario quienes forman a las futuras generaciones. Es tal la situación, que la tasa de renuncia o abandono de los profesionales de la enseñanza no universitaria se ha duplicado en los últimos años, sobre todo en educación secundaria, disparándose la preocupación a nivel internacional.

Además, una de las metas principales en los sistemas educativos es la mejora de la enseñanza, para lo cual es muy significativo abordar y comprender a qué obstáculos se están enfrentando maestros y profesores. Estos profesionales de la educación no solo preparan sus clases y corrigen exámenes, sino que deben lidiar con una amalgama compleja de roles (colaboración con las familias, atención a la diversidad, manejo de conflictos, burocracia…), que les llegan a generar frustración y estrés cuando no se gestionan adecuadamente.

En este sentido, los medios de comunicación se han hecho eco de y algunos estudios han analizado las dificultades que percibe el profesorado en sus funciones docentes, sugiriendo también posibles soluciones para superarlas (Chan y Rodríguez, 2022Flores, 2021Fong et al., 2020Pelcastre y García, 2020Rodríguez et al., 2020Rubio y Olivo, 2020Sánchez et al., 2020Sanz et al., 2022Suriá y Villegas, 2023Travé et al., 2025Villegas y Lengeling, 2021).

El peaje psicológico de enseñar: cansancio, estrés y malestar

Una de las principales batallas libradas por el profesorado se produce en el ámbito psicológico, específicamente en el aspecto emocional, lo cual suele impactar en su capacidad para inspirar y estimular a los discentes. En este sentido, la sobrecarga laboral se presenta como un factor crítico emergente, pues estos profesionales dedican un incontable número de horas a tareas administrativas, planificación, coordinación y evaluación. Todo esto suele restar mucho tiempo a la docencia y a su preparación previa. Así pues, esta acumulación de responsabilidades puede derivar en cuadros de ansiedad y estrés. En casos más extremos, en el temido síndrome de trabajador quemado (también denominado agotamiento profesional o burnout).

A todo lo dicho se suma la necesidad de mantener la motivación y la disciplina del alumnado, la autoridad del docente y un ambiente proclive al aprendizaje. En la era de lo digital, donde los estímulos constantes y la inmediatez son la norma, otro gran desafío es captar y retener la atención de los estudiantes, lo cual se convierte en un arduo y complicado quehacer.

Por otro lado, algunos medios han alertado de las agresiones a los docentes por parte del alumnado, y casos de acoso de los progenitores a estos profesionales, lo cual ha conducido en el peor de los casos al suicidio.

El doble filo de la brecha digital y la diversidad del aula

Las aulas son actualmente más diversas que nunca. Este fenómeno ha traído consigo riqueza y a su vez un gran reto para el profesorado. Por ende, atender adecuadamente y de forma individualizada a alumnado provenientes de diferentes culturas, con ritmos de aprendizaje dispares o con necesidades educativas especiales requiere un esfuerzo titánico por parte de los docentes, más aún cuando se cuentan con recursos limitados y ratios elevadas de discentes por clase. En esta tesitura, estos profesionales suelen sentir que no disponen de tiempo suficiente o las herramientas necesarias para ofrecer el apoyo diferenciado que cada estudiante precisa.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (en adelante TIC) también deben tenerse en cuenta, puesto que exigen la adaptación constante de los docentes y, simultáneamente, ofrecen un inmenso potencial para enriquecer la enseñanza y el aprendizaje. Lidiar con la brecha digital entre generaciones (por ejemplo, progenitores versus hijos e hijas), mantenerse al día con los artefactos digitales conectados a Internet y con sus programas y aplicaciones derivadas, así como llevar a cabo una incorporación eficaz en la cotidianidad de la docencia, son realidades a las que deben enfrentarse maestros y profesores. Todo esto va a exigir soporte técnico y una formación continuada.

Formación y condiciones laborales: claves para el futuro

Puesto que no basta con dominar las materias que los docentes imparten, una formación inicial y continua robusta podría facilitar herramientas psicológicas, sociales y pedagógicas a los docentes para lidiar con las aulas contemporáneas. Entre los bloques de contenidos que podrían contener estos itinerarios formativos destacamos las estrategias para atender a la diversidad de alumnado, la gestión emocional o el uso educativo de las TIC y la prevención de los riesgos de una utilización extendida y continuada.

Entre las posibles soluciones a las dificultades en las funciones docentes, se señalan las siguientes:

  1. Reducir la sobrecarga burocrática. La simplificación de las tareas administrativas haría posible que los docentes pudiesen dedicar más tiempo a su labor pedagógica.
  2. El apoyo psicológico, para lo cual es vital la colaboración con los servicios de salud mental, que deben ser conscientes del alto nivel de estrés inherente a este grupo profesional.
  3. La formación práctica y especializada a través de programas de formación continua que aborden necesidades reales de las aulas.
  4. La inversión en recursos materiales y en personal de apoyo, sobre todo en lo que concierne a reducir las ratios de discentes por aula y a dotar a los centros educativos de más especialistas (pedagogía terapéutica, audición y lenguaje, orientación educativa, profesor técnico de servicios a la comunidad, coordinador de bienestar, etcétera).
  5. Una revalorización de la profesión docente, tanto a nivel social como profesional, mejorando las condiciones laborales (sueldos y conciliación, por ejemplo), las cuales deben ser atractivas para la atracción y retención del talento.
  6. Elevar el nivel de exigencia en todas las etapas (formación de grado y posgrado, contratación y oposiciones) para asegurar que solo los profesionales mejor cualificados lleguen a las aulas

Por lo tanto, el abordaje de estas dificultades en el día a día de los docentes, no es solo una cuestión de justicia para estos profesionales, sino que implica una inversión directa en la calidad de la enseñanza-aprendizaje y, en consecuencia, en el futuro de la sociedad. Apoyar a maestros y profesores es apoyar a la educación, y eso parece beneficiarnos a todos.

Fuente de la información e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com

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La censura educativa: cuando la extrema derecha decide qué aprender y qué callar

En tiempos de retrocesos y repliegues, es imprescindible que el profesorado, formadores, familias y movimientos sociales no permanezcan en silencio. La defensa del currículo como construcción colectiva, situada, ética y comprometida no es una consigna vacía: es una responsabilidad política. Porque, como bien sabemos quienes trabajamos en educación, cada omisión es también una forma de violencia, y cada contenido eliminado deja un vacío que alguien se encargará de llenar.

Últimamente estamos asistiendo en diversos países europeos y americanos a un fenómeno profundamente alarmante: el avance de discursos y políticas educativas impulsadas por la derecha y la extrema derecha que pretenden silenciar, censurar o directamente eliminar del currículo escolar cualquier contenido que cuestione el orden establecido, visibilice las desigualdades o promueva una mirada crítica y emancipadora de la realidad. Bajo la coartada de “neutralidad ideológica” o de “protección de la infancia”, se orquesta una ofensiva contra lo que consideran ideología de género, memoria histórica, derechos LGTBI, o crítica al patriarcado, etc. Pero no se trata de neutralidad: se trata de imponer un pensamiento único, de blindar los privilegios y de clausurar la escuela como espacio de formación crítica.

Desde la asociación Por Otra Política Educativa. Foro de Sevilla, hace tiempo que advertimos sobre esta peligrosa deriva, que no es un caso aislado ni fruto de un exceso puntual, sino el síntoma de una estrategia cultural reaccionaria que se abre paso desde las instituciones y que busca moldear subjetividades obedientes, conservadoras y despolitizadas. Lo estamos viendo en Argentina, con la negación de los crímenes de la dictadura y el desmantelamiento de políticas de memoria y derechos humanos; en Italia, donde se blanquea el pasado fascista y se restringen contenidos sobre diversidad; en Francia, donde se criminaliza a quienes denuncian el racismo estructural y se reprime la crítica social.

Pero también asistimos a formas aún más agresivas de control ideológico en Hungría, donde el gobierno de Orbán ha reformulado el currículo para borrar la perspectiva de género y limitar el estudio de ciertos autores y temas considerados “impropios” para la juventud; o en los Estados Unidos, donde en varios estados se han prohibido contenidos sobre racismo, esclavitud o derechos LGTBI, y se impulsa una cruzada contra lo que llaman “teoría crítica de la raza”, financiada, en gran medida, por los recurrentes defensores de la privatización escolar.

Casos similares se multiplican en Brasil, Polonia, Turquía o Rusia, donde la educación se instrumentaliza como herramienta de adoctrinamiento y nacionalismo excluyente. En Irán, el sistema educativo se utiliza para imponer un modelo moral y religioso rígido, castigando duramente a quienes se desvían de las normas impuestas, especialmente a mujeres, jóvenes y minorías. Y en Israel, se eliminan contenidos que reconocen la historia y los derechos del pueblo palestino, así como se fortalece un currículo xenófobo y racista que deshumaniza a la población palestina, justificando el genocidio y alimentando una visión supremacista que imposibilita una educación orientada a la convivencia y la justicia en equidad con la población palestina.

En varias comunidades autónomas donde han accedido al poder juntamente con el Partido Popular, han condicionado gobiernos, han impulsado acciones concretas: en Murcia, exigieron la retirada de libros de texto con contenido “nocivo”; en Castilla y León, han intentado frenar programas de igualdad; en Aragón, han sido denunciados por censurar talleres de educación afectiva; y en Jaén, representantes del partido han lanzado discursos abiertamente xenófobos, cuestionando la escolarización de menores migrantes y promoviendo una visión etnocéntrica del sistema educativo. A ello se suma su insistencia en recentralizar las competencias educativas, planteando la necesidad de un currículo único nacional que refleje una concepción “española” de la historia, la lengua y los valores cívicos, en detrimento de la diversidad cultural y lingüística de las distintas comunidades autónomas.

Y si nos referimos al Estado español, Vox ha convertido la educación en uno de sus principales frentes de la batalla cultural que han emprendido contra los derechos humanos. Desde su irrupción en las instituciones, ha promovido una agenda que denuncia lo que califica como “adoctrinamiento ideológico” en las aulas, centrándose especialmente en los contenidos relacionados con igualdad de género, diversidad sexual, memoria histórica, derechos y educación afectivo-sexual. Bajo el argumento de “proteger la inocencia de los menores”, insiste en eliminar cualquier contenido que, a su juicio, no se ajuste a una visión conservadora y tradicional de la sociedad. Una de sus propuestas más mediáticas ha sido el llamado desde hace tiempo pin parental, una medida que pretende otorgar a las familias la potestad de vetar la asistencia de sus hijos e hijas a determinadas actividades complementarias, especialmente aquellas que tratan temas de diversidad, género o afectividad.

En sus intervenciones parlamentarias y discursos públicos, Vox (y el Partido Popular) acusa a los docentes y al sistema educativo de ser cómplices de una supuesta “ingeniería social” impulsada por la izquierda, y exige la retirada de materiales escolares que considera ideológicos, como libros sobre feminismo, educación sexual o derechos humanos. También ha cuestionado la enseñanza de determinados enfoques históricos, rechazando las políticas de memoria histórica y democrática e igualando el relato del franquismo al de otras etapas de la historia española. Rechazan, por ejemplo, que se hable de violencia estructural de género o de racismo sistémico, y han denunciado que materias como Filosofía, Historia o incluso Matemáticas estén “contaminadas” por una supuesta perspectiva ideológica impuesta por la LOMLOE.

En la Comunidad de Madrid, las políticas educativas con una voluntad de recentralización ideológica, purga de contenidos críticos y debilitamiento de los marcos normativos que garantizan la igualdad, la diversidad y los derechos humanos en la escuela. Han construido un relato donde la “libertad educativa” no es sinónimo de pluralismo o pensamiento crítico, sino de blindaje frente a lo que consideran intromisiones ideológicas en la educación: el feminismo, la memoria democrática, la diversidad sexual o la crítica al sistema capitalista. Bajo un discurso de libertad individual, se esconde una clara estrategia de control cultural, desmantelamiento de políticas de equidad y blanqueamiento de la historia y las estructuras de poder. Un ejemplo revelador es la reciente modificación del temario de Historia para la PAU, donde desaparecen referencias al feminismo o a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y se recuperan conceptos como “Reconquista” con una clara intención de reforzar una narrativa nacionalista y tradicionalista.

Más allá del currículo, el gobierno madrileño ha liderado una contrarreforma legal que ha vaciado de contenido las leyes autonómicas de igualdad y de derechos LGBTIQ+. Se han eliminado protocolos de protección, se ha suprimido la inversión en programas de prevención y ha debilitado el apoyo institucional a colectivos históricamente discriminados. La Comunidad de Madrid es hoy la única autonomía sin una ley de igualdad activa y, de hecho, ni siquiera ha logrado poner en marcha el programa que se presentó contra la discriminación por género. Esta desprotección institucional no es accidental: forma parte de una política educativa que rehúye la diversidad, castiga lo diferente y pretende imponer una escuela basada en valores conservadores y jerárquicos.

Todas estas propuestas educativas se basan en la exclusión de las diferencias, el blindaje de una moral conservadora y la recuperación de un modelo autoritario y monocultural. Frente a una escuela pública que lucha por ser inclusiva, crítica y democrática, se defiende una escuela homogénea, jerárquica y controlada, que sirva de plataforma para un proyecto ideológico y educativo retrógrado y conservador de ‘educación del carácter’, basado en ‘aculturar a los estudiantes’ a las normas convencionales de ‘buen’ comportamiento, acorde con las preocupaciones neoconservadoras por la estabilidad social.

Lo que está en juego, más allá de los contenidos concretos, es el modelo de sociedad que se quiere construir desde las aulas. Hay una hostilidad simbólica hacia la educación transformadora no es solo retórica: tiene efectos concretos sobre la vida escolar, los proyectos de centro y el bienestar de los estudiantes más vulnerables. Es una educación para el silencio, para el miedo y para la obediencia. Y en ese sentido, forma parte del mismo mapa de censura y regresión democrática que se despliega en otros territorios, tanto dentro como fuera de España. La resistencia educativa debe nombrar esta deriva sin eufemismos: no se trata solo de una batalla de contenidos, sino de una disputa profunda por eliminar la escuela pública y su compromiso por avanzar en la configuración de una sociedad más justa e igualitaria.

Desde nuestra perspectiva crítica, y de años reflexionando sobre la educación, nos preocupa especialmente el impacto de estas políticas en la práctica educativa cotidiana. La censura curricular no es un debate técnico sobre contenidos escolares: es una disputa por el sentido de la educación. Y si aceptamos que enseñar es una forma de intervenir en la realidad, de ampliar la mirada y de construir una ciudadanía más consciente y justa, entonces debemos rechazar toda forma de autoritarismo pedagógico que niegue la pluralidad y la complejidad de nuestro mundo.

La escuela pública ha de ser un espacio de libertad, donde se aprenda a pensar, a cuestionar, a empatizar y a actuar. Y eso implica hablar de feminismo, de diversidad, de justicia social, de historia con memoria, de afectos, de ecología política. Implica también incomodar, porque educar no es adiestrar ni domesticar, sino abrir preguntas, generar conflictos productivos, cultivar el pensamiento crítico. Por eso, lo que está en juego con la censura curricular no es solo el currículo, sino el proyecto de sociedad que queremos construir.

Educar no es repetir lo establecido, sino cuestionarlo; no es silenciar los conflictos, sino nombrarlos con valentía; no es domesticar conciencias, sino despertar miradas críticas…

En tiempos de retrocesos y repliegues, es imprescindible que el profesorado, formadores, familias y movimientos sociales no permanezcan en silencio. La defensa del currículo como construcción colectiva, situada, ética y comprometida no es una consigna vacía: es una responsabilidad política. Porque, como bien sabemos quienes trabajamos en educación, cada omisión es también una forma de violencia, y cada contenido eliminado deja un vacío que alguien –casi siempre desde el poder– se encargará de llenar.

La tarea educativa no puede ni debe plegarse ante el miedo, ni mucho menos renunciar a su proceso educativo profundamente transformador. Porque educar no es repetir lo establecido, sino cuestionarlo; no es silenciar los conflictos, sino nombrarlos con valentía; no es domesticar conciencias, sino despertar miradas críticas. Ante la censura organizada, necesitamos más educación crítica, más pensamiento incómodo, más pedagogía que interpele y desestabilice las verdades impuestas.

Ante las ideas de odio que se difunden desde púlpitos políticos y mediáticos, la respuesta no puede ser la tibieza ni la neutralidad, sino de una pedagogía del cuidado radical, comprometida con la dignidad de todas las personas y con la defensa activa de los derechos humanos.

Y ante el silencio impuesto, cada vez más extendido y feroz, ese que pretende borrar memorias, identidades y luchas que se han realizado durante muchos esfuerzos y años, la respuesta no puede ser el repliegue, el acomodo o el silencio. Hay que levantar más voces y más relatos. Voces antirracistas, feministas, disidentes, indígenas, campesinas, migrantes, progresistas. Voces que incomoden, que interpelen, que rompan el guión único que algunos quieren escribir para todos. Voces que nos enseñen a vivir juntas sin jerarquías, sin exclusiones, sin privilegios. Porque callar ahora es ceder terreno. Y la educación no puede ser cómplice del olvido ni del miedo.

Porque el futuro de nuestras democracias no solo se juega en los parlamentos o en las urnas. Se juega, y quizá sobre todo, en nuestras escuelas, institutos y universidades y en cada aula donde se decide si reproducimos el mundo tal como es y cómo lo quieren vender, o si nos atrevemos a imaginarlo y construirlo de otra manera. Y esa decisión, pedagógica y política a la vez, es urgente. La educación, si no es emancipadora y transformadora de la realidad hacia la justicia social y el bien común, no es nada. Y si no la defendemos colectivamente, la perderemos sin darnos cuenta.

Fuente de la información:  https://eldiariodelaeducacion.com

Fotografía: El diario de la educación. Joseba G. Plazuelo

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Morir en la arena

Para toda una generación de cubanos, la promesa de un futuro mejor se ha traducido en un presente de miseria

LEONARDO PADURA

1. Conocí a T. cuando coincidimos en el aula del cuarto grado de primaria. Él era uno de los 40 muchachos del barrio que serían mis compañeros de curso durante aquel año remoto. De muchos de ellos hace tiempo perdí la pista. Como suele suceder con el correr de los ríos de la vida, sé que ya algunos están muertos. También que otros viven lejos (incluso muy lejos) y de otros no tengo ni idea de dónde habrán ido a parar. Pero T., no. Él sigue ahí, resistiendo, como yo, en el viejo barrio, en la misma casa cada vez más desvencijada donde nació, apenas a tres cuadras de la mía. 


Por haber estado siempre ahí, T. es mi mejor memoria auxiliar para recordar, evocar, precisar 
detalles de aquel pasado común que tiende a difuminarse. Pero, precisamente por seguir ahí y a ras de tierra, es también, desde su experiencia vital, mi mejor informante de un turbio presente nacional, el de hoy, este tiempo por donde transcurren los epílogos de aquella generación que, cargada de promesas sobre un futuro luminoso, coincidió hace seis largas décadas en una escuela primaria de un barrio periférico de La Habana. O de cualquier sitio del país.

Como tantos jubilados, con alrededor de 40 años laborados a cuestas, T. recibe una pensión de 2.000 pesos cubanos. La cantidad resulta tan insuficiente que el Estado ha anunciado que se duplicará en breve. En cuentas claras: con el incremento monetario que recibirá mi amigo, ahora podría comprar un paquete de 30 huevos al único precio al que se encuentran en el país, o sea, alrededor de 3.000 pesos, y le quedarían 1.000 pesos para comprar… tres cajetillas de cigarros. Y ya.

Si T. no es uno de esos cada vez más numerosos indigentes cubanos que hurgan en la basura (en un país donde la basura es solo eso) o pide limosnas en una esquina es porque, como otros afortunados, tiene alguien fuera de Cuba que le envía lo que él ha denominado “donaciones” (alguna remesa) que marcan la diferencia entre su pobreza y la más desesperante miseria. 

Cada vez que lo veo, T. siempre me dice la misma frase: “Qué destino nos ha tocado”. 

2. Durante una reunión de dos comisiones de trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), la ahora ex ministra de Finanzas y Precios sentenció que en Cuba no había mendigos, sino personas que se hacían pasar por tales. En ese evento se había citado un documento discutido por el Consejo de Ministros en el cual se identificaba la cualidad de los deambulantes, personas en determinado estado de vulnerabilidad, por lo que se podría colegir que su opinión sobre el problema no era solo de la ella, que sus comentarios, tan desconectados de la realidad, no representaban la expresión de un pensamiento individual, sino de una percepción manejada y tal vez consensuada. Y cuando sus compañeros diputados a la Asamblea asistentes a la reunión escucharon las palabras de la todavía ministra, las refrendaron con su silencio. Puedo aventurar, sin embargo, que quizás muchos de ellos pensaban de manera diferente y hasta creían que sí, que los niveles actuales de pobreza en el país han permitido la existencia de mendigos. Aunque, especulo, quizás otros diputados hayan sentido un enorme alivio al oír a la alta representante del Gobierno asegurarles que todo era un espejismo, más aún, una trampa, pues en el país no había mendigos, sino gente que se buscaba el dinero fácil limpiado parabrisas en los semáforos o hurgando en la basura para encontrar latas (y, además, sin pagar impuestos por su actividad), para lo cual, aseveró, se disfrazaban de mendigos. Y, al parecer, esos diputados se dispusieron a creerle, pues han aprendido a creer lo que desde las altas esferas del poder se les dice, a maquillar la realidad con eufemismos, incluso a sustituirla por consignas y luego repetirlas, por encima del mantra marxista de que “la práctica es el criterio de la verdad”.

Tal fue la repulsa popular desatada en las redes sociales provocada por el discurso ministerial, que dos días después la ministra “reconoció sus errores y presentó la renuncia al cargo”. El Buró Político del Partido y el Consejo de Estado acordaron su liberación “a partir de la falta de objetividad con que abordó temas que centran hoy la gestión política y gubernamental enfocada en atender fenómenos reales y nunca deseados por nuestra sociedad”. O sea, reconocieron la práctica de la mendicidad en el país.

3. En un podcast realizado por el sitio digital La Joven Cuba, la doctora en Ciencias Sociológicas Mayra Espina conversó sobre el tema de la pobreza en el país. Reconocida estudiosa del asunto de las desigualdades, Espina contextualizó el problema refiriéndose al proceso de estratificación social (la ruptura del tejido social más homogéneo) que ha sufrido el país desde el inicio de la crisis económica con que se abrió la década cubana de 1990. Con el debilitamiento de las políticas públicas (algunas de ellas han sido consideradas “gratuidades indebidas”) se inició un proceso de reestratificación que, en los años más recientes, se ha hecho mucho más visible. Se ha producido el empoderamiento de unos y el empobrecimiento de muchos. Hoy, si no clases, en Cuba existen castas.

Medir los niveles de pobreza de la sociedad, según la experta, permite entender la magnitud del problema. Pero, desde hace años, las cifras que facilitarían realizar ese ejercicio no existen o no son de dominio público. Se sabe, no obstante, que según el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, Cuba ha bajado desde los lugares 50 a los 80.

Una idea de lo que ocurre se podría tener, según Mayra Espina, a través de la medición de la pobreza por ingresos, teniendo en cuenta, además, el debilitamiento de las prestaciones sociales (alimentos subvencionados, medicamentos adquiridos en las farmacias, transporte público, etcétera), lo que, aun con una habitual falta de datos oficiales, permitiría hacer algunos cálculos.

Y entonces la doctora Espina clavó su apellido: si la población cubana ha descendido en los últimos años de más de 11 millones a una cifra que puede andar por los nueve millones de habitantes (la diáspora más brutal de la historia nacional), y si según los economistas una familia de dos personas requeriría de 24.000 pesos para alimentarse decentemente, con los ingresos actuales que reciben muchos trabajadores y todos los jubilados se puede estimar que entre el 40% o el 45% de la población vive bajo niveles de pobreza por ingresos, algunos incluso en condiciones extremas, por lo que no precisarían disfrazarse de mendigos.

4. La generación a la cual pertenezco es la que cuantitativamente ocupa la franja poblacional cubana que ya está por encima de los años marcados para su jubilación. Muchos de ellos escapan de la precariedad económica gracias a las mentadas “donaciones”, a “un salve”, como se suele decir. Otros siguen trabajando en lo que pueden. Otros hurgan en la basura o mendigan. 

Esta fue una generación que estudió, trabajó, se sacrificó con aquella promesa de un futuro mejor. Nadaron y nadaron y, cuando pusieron un pie en la orilla, se los tragó la arena: se volvieron dependientes o pobres. Y es que, como siempre dice mi amigo T., “mira qué destino más triste nos ha tocado”.

SOBRE LA FIRMA

Leonardo Padura

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Resistencias invisibles: desafíos para una escuela más inclusiva

En los últimos años, diversos colectivos han comenzado a debatir y reclamar la incorporación de prácticas más inclusivas en los sistemas educativos con el fin de garantizar el derecho a la educación de todos los estudiantes, especialmente aquellos que presentan discapacidades, neurodiversidades/neurodivergencias, condiciones de salud o situaciones de vulnerabilidad psico-social que requieren apoyos específicos, ajustes razonables y medidas de accesibilidad (1). Sin embargo, a pesar de los avances normativos y pedagógicos, todavía persiste una resistencia significativa por parte de algunos docentes y directivos escolares hacia la figura del Acompañante Terapéutico (AT) o Profesional de Apoyo (PA), y a la implementación de dispositivos que aseguren la inclusión y la accesibilidad.

En muchas escuelas, hablar de inclusión escolar todavía genera incomodidad. En otras las palabras “Inclusión”, “Diversidad”, “Convivencia” o “Diseño Universal” aparecen repetidas hasta el hartazgo en currículas, planes de trabajo y hasta en el nombre de la institución, pero a la hora de llevar adelante acciones reproducen prácticas de exclusión, discriminación y estigmatización. Aquí podemos utilizar el concepto de Skliar de Exclusión a través de la Inclusión, en donde la aproximación a la inclusión es sólo momentánea, cayendo en el asistencialismo e “inclusionismo” que no garantiza el derecho a una educación en igualdad de oportunidades (2).

Uno de los puntos más conflictivos es la presencia del AT o el PA en el aula. Estos profesionales no pertenecen al plantel docente, pero su rol es clave para sujetos pedagógicos que necesitan apoyo emocional, cognitivo y/o conductual. A pesar de eso, su participación muchas veces es vista con desconfianza o rechazo por parte de algunos docentes, como si supusiera una amenaza a su trabajo o pusieran en evidencia su desconocimiento en el tema. Esto también se da a nivel institucional, cuando directivos o miembros del gabinete los excluyen de actividades porque su presencia en vista como una confesión de que no cuentan con los conocimientos o las herramientas para llevar adelante una educación inclusiva, diversa y que fomente la convivencia, en lugar de verlos como una oportunidad de trabajo en equipo para mejorar a la institución y garantizar derechos de los estudiantes.

Tensiones y competitividad: cuando el AT se convierte en un “otro incómodo”

Quienes trabajamos en inclusión y acompañamiento educativo somos profesionales capacitados para asistir a estudiantes con necesidades específicas dentro del ámbito escolar, con el fin de favorecer su inclusión, autonomía, bienestar y acceso al conocimiento. Nuestro trabajo no consiste en controlar o evaluar la labor pedagógica de un docente, interferir en la diada que forma con el estudiante o invadir el trabajo que es exclusivamente su responsabilidad.

Esta resistencia, muchas veces inconsciente e incongruente, puede tener que ver con diversos factores: 1) la falta de formación específica en inclusión; 2) los prejuicios sobre la discapacidad, neurodiversidad/neurodivergencias, determinadas condiciones de salud o vulnerabilidad psico-social; 3) el desconocimiento sobre el rol específico de los profesionales de apoyo o los prejuicios a determinadas profesiones; 4) las propias inseguridades del docente respecto a su trabajo, que ve al profesional de inclusión como una amenaza en lugar de aprovechar esa oportunidad para ampliar sus conocimientos a través del trabajo inter-multi o transdisciplinar; y 5) por una bajada de línea institucional de evitar intromisiones de agentes externos que no forman parte de la planta laboral.

La escuela, por tradición, ha sido un territorio muy cerrado a la intervención de otros, incluso cuando su participación es necesaria para garantizar derechos. Lejos de comprender al acompañante como un recurso valioso que favorece el desarrollo integral del estudiante y alivia parte de la carga docente, se lo percibe como un «observador externo» o una amenaza a la autonomía del educador: “se entromete en el aula”, “me corrige constantemente”, “me reclama ver las planificaciones todo el tiempo”, “no me deja trabajar tranquilo” o “quiere decidir sobre el estudiante” son frases que suelen escucharse.

Este tipo de competitividad suele estar alimentada por una escuela muy centrada en el rol protagónico del docente, que históricamente ocupó un lugar jerárquico y unívoco en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En ese marco, los profesionales de inclusión aparecen como figuras difusas, sin autoridad formal o que pretenden ejercerla, pero con gran influencia sobre el estudiante, lo que puede generar inseguridades o celos profesionales.

Frente a esta situación, Norma Filidoro llama a cuestionar la obediencia y devolverle a la escuela algo de lo profano que supo tener en otros tiempos (3).

Muchos docentes e instituciones también desconocen el trabajo no visible que realizan los profesionales de apoyo a la inclusión: contener una crisis emocional, acompañar en la regulación de la conducta, anticipar una situación de frustración, mediar con otros actores sociales y escolares, interpretar señales de angustia, ansiedad, estrés o malestar emocional, proponer estrategias de acceso al contenido, realizar informes, mantener reuniones con las familias y equipos profesionales, estudiar minuciosamente los trabajos escolares o los Boletines de calificación para poder planificar mejor su trabajo, y también -como somos seres humanos emocionales y sintientes- trabajar nuestro propio malestar que se puede ver agravado cuando el ambiente de trabajo no es saludable. Esto es curioso ya que los mismos docentes también tienen mucho trabajo invisible que se hace fuera de su horario laboral pautado, lo que debería hacer que pudieran comprender y empatizar mejor con los profesionales con los que comparten el aula.

Esta invisibilidad se extiende también a las familias, que muchas veces subestiman o desconfían de nuestro trabajo, considerándonos simplemente un acompañante, cuidador o incluso un vigilante sin formación específica. Acá hay que aclarar sobre la formación que tenemos quienes desempeñamos este trabajo. Además de las formaciones específicas en Acompañamiento Terapéutico y en Inclusión Educativa, también hay otras carreras que cursamos quienes trabajamos en esta área: Ciencias de la Educación, Psicología, Psicomotricidad, Psicopedagogía, Estimulación Temprana o Formación Docente, para citar solo algunas. Por lo tanto contamos con los conocimientos y las certificaciones necesarias para ejercer de manera responsable este trabajo.

Otra cuestión que lleva a esta situación es que no siempre se logra un trabajo articulado entre los equipos de salud que tratan al niño o niña, la Supervisión del profesional (en caso que exista), la familia (que son quienes conocen mejor al niño o a la niña) y la escuela, lo que refuerza el aislamiento profesional que termina afectando el trabajo de inclusión.

En este contexto, resulta fundamental generar espacios de intercambio, reconocimiento y escucha entre docentes y profesionales de apoyo a la inclusión educativa. La mirada colaborativa no surge de la noche a la mañana: se construye con tiempo, confianza y formación mutua. Cuando se logran acuerdos y respeto recíproco, el trabajo conjunto puede potenciar las trayectorias escolares de estudiantes que, de otro modo, quedarían desamparados dentro del sistema. Además se beneficia a los demás estudiantes del aula o a los que vendrán con las obras de accesibilidad y ajustes razonables que surjan del trabajo en equipo, así como a la institución que se volverá cada vez más inclusiva para recibir a la diversidad.

Los Ajustes Razonables no son un favor: SON UN DERECHO HUMANO

Otro punto de fricción es la necesidad de implementar ajustes razonables, que son adaptaciones pedagógicas y metodológicas que permiten que todos los estudiantes puedan acceder a los contenidos y evaluaciones en igualdad de condiciones. No se trata de privilegios ni de bajar los estándares académicos, sino de garantizar el derecho a aprender desde la diversidad. No obstante, en muchas aulas se observa una resistencia a implementar estos ajustes.

Algunos docentes argumentan que “no es justo” hacer diferencias entre estudiantes o que «si se les facilita a unos, se perjudica a los otros«. Esto no es cierto, ya que los ajustes que realicemos para un estudiante también pueden ser de utilidad para otros, mostrando que existen formas diversas de acceder al conocimiento y al aprendizaje. Otros se sienten sobrepasados por la demanda que implica atender la diversidad sin contar con suficientes recursos, formación o acompañamiento institucional. Al decir de Skliar, la Diversidad se confunde con la Alteridad, viendo al otro como un “desconocido” (4). Esto se puede solucionar aceptando al profesional de apoyo como alguien especializado en estos temas que puede trabajar junto con el docente y la institución en el reconocimiento de esta diversidad.

Como señala un informe de 2017 de la UNESCO: «la educación inclusiva no es una estrategia para ayudar a unos pocos estudiantes a integrarse en el sistema educativo existente, sino un proceso que implica transformar el sistema para que responda a la diversidad de todos los estudiantes» (5).

Lo mismo sostienen Corredor y Romero Cruz cuando nos recuerdan que un ambiente educativo debería ser un medio físico y teórico estructurado y diseñado específicamente para adaptarse a las necesidades y características diversas de los estudiantes (6).

¿Qué se puede hacer ante esta resistencia?

Como sostenemos, la resistencia puede deberse a inseguridad, desconocimiento, prejuicios, sobrecarga laboral o presión institucional. Por eso, las estrategias para superarla deben ser colectivas y cuidadosas, realizadas desde un Modelo Social y de un Paradigma de la Inclusión, la Diversidad y la Convivencia. Algunas claves que podemos sugerir son:

  • Formación docente en inclusión continua y sensibilización. No se puede incluir lo que no se comprende. Es fundamental que los docentes reciban capacitación en educación inclusiva, neurodiversidad y derechos de las personas con discapacidad. La comprensión del marco legal y ético puede ayudar a cambiar representaciones erróneas. En ese sentido, quienes trabajamos en el área tenemos que impulsar Proyectos Legislativos que apunten a la formación permanente, continua y de base científica en discapacidad, neurodiversidad o condiciones de salud para todo el personal que trabaja en instituciones educativas (no solo los docentes), a fin de que puedan contar con las herramientas necesarias para trabajar la inclusión.
  • Trabajo Inter o Multidisciplinario real. No alcanza con aceptar a los profesionales de apoyo en el aula como un “visitante o asesor externo” sino como un actor necesario para construir una trayectoria educativa inclusiva. Es necesario construir canales de diálogo y articulación con equipos externos, docentes, equipos de orientación, familias y acompañantes para favorecer una mirada integral, compartida y que intercambien conocimientos.
  • Acompañar el trabajo de los docentes y profesionales de la inclusión. Incluir no es hacer más, sino hacerlo distinto, en equipo y con la intencionalidad de derribar las barreras físicas, mentales y actitudinales que excluyen y marginan. Muchas veces, la resistencia no surge por falta de voluntad, sino por agotamiento, miedo o inseguridad profesional. Brindar espacios de escucha, contención y formación puede marcar la diferencia. Pero para eso, los docentes y acompañantes necesitan tiempo, apoyo, reconocimiento y saber que no están solos.
  • Cambio cultural e institucionalLas instituciones educativas deben revisar sus propias lógicas de normalidad, promoviendo una cultura que valore la inclusión, la diversidad y la convivencia como una oportunidad de aprendizaje para toda la comunidad. Esto implica revisar prácticas, discursos y normas que perpetúan modelos excluyentes y avanzar hacia una cultura que abrace la diversidad y la convivencia. La inclusión con la que se pensó la escuela -como sostiene Aizencang- hoy es injusta, por lo que es necesario realizar el “giro contextualista” que proponen Terigi y Baquero (7). Esto no se puede llevar a cabo si no se escucha la voz de los profesionales formados en el tema.
  • Defender los derechos laborales de los trabajadores de la educación y de la salud. No puede haber verdadera inclusión si quienes se desempeñan en el área tienen que trabajar en jornadas extenuantes, debiendo hacer turnos dobles o triples para poder pagar el alquiler, los impuestos, el transporte y la canasta alimentaria. Sin salarios u honorarios dignos que se actualicen de acuerdo a la inflación, sin horarios de trabajo flexibles, sin reconocimiento de las horas extras o de los días de estudio (ya que señalamos la importancia de la formación continua) y sin vacaciones pagas no se pueden llevar adelante las reformas necesarias para asegurar la inclusión. Los derechos de los estudiantes a una educación inclusiva, diversa y en igualdad de oportunidades requiere previamente del reconocimiento de los derechos de los trabajadores del sector.
  • Luchar por una sociedad más inclusiva. No alcanza con que el estudiante cuente con ajustes razonables, obras de accesibilidad o diseño universal de aprendizaje dentro de la institución si puertas afuera la sociedad le sigue poniendo barreras. Si no hay rampas de acceso para personas que se movilizan en silla de rueda, bastones o tienen dificultades en la movilidad, señalizaciones en braille o semáforos sonoros para personas con discapacidad visual, traductores en Lengua de Señas, subtitulados o aros magnéticos para personas con discapacidades auditivas, carteles con lenguaje de pictogramas para personas neurodivergentes o con desafíos del lenguaje, o acceso a tratamientos, medicamentos e insumos necesarios, la exclusión seguirá existiendo, y los profesionales de la educación y de apoyo a la inclusión tendrán que contener dentro del aula las consecuencias que generan estas prácticas en la salud mental y emocional del estudiante y de sus familias. Como nos recuerda un informe de la Vicepresidencia y el Ministerio de Educación de la República del Ecuador, la inclusión educativa requiere de una cultura y de políticas inclusivas (8).

El camino a seguir…

Los ajustes razonables y la accesibilidad universal no son un acto de generosidad o de caridad que las escuelas pueden realizar de manera opcional, sino una obligación para asegurar derechos de acuerdo a legislaciones internacionales que en Argentina tienen rango constitucional, tales como la Convención Internacional de los Derechos del Niño (1989) o la Convención Internacional para la Protección de los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006). En este sentido los profesionales de apoyo a la inclusión cumplimos un rol fundamental que debe ser reconocido y acompañado en lugar de ser visto como una competencia profesional con el docente o como una intromisión al “proyecto institucional” de la escuela.

La inclusión es una obligación ética, pedagógica y legal, así como una oportunidad de repensar la escuela como un espacio de construcción, donde el saber docente no se pierde al ser compartido, sino que se enriquece con otras miradas y saberes. Docentes, familias, equipo de salud y profesionales de apoyo a la inclusión tenemos diferentes conocimientos que deben ser escuchados, difundidos y transformados mediante el intercambio respetuoso y abierto.

Como recuerda el pedagogo Philippe Meirieu: “educar es luchar contra la exclusión, es negarse a aceptar que algunos están condenados al fracaso desde el inicio” (9). Fracaso -que en realidad es expulsión- por el que luego se culpabiliza a las infancias, cuando en realidad los adultos que debían asegurar sus derechos no fueron capaces de coordinar un trabajo en conjunto.

Derribar estas barreras mentales y actitudinales es un acto de ética profesional y un compromiso político en defensa de la inclusión, la diversidad y la convivencia en una sociedad democrática que asegure la igualdad de oportunidades.

Bibliografía:

  1. Sobre este tema se pueden consultar los siguientes trabajos: Valencia, Luciano Andrés; “¿Qué son la Accesibilidad, el Diseño Universal y los Ajustes Razonables?”, en: Retazos de la diverso. Escritos sobre salud mental y discapacidad, Villa Constitución, Editorial Laia, 2025; y Gotusso, Noelia V. y Valencia, Luciano Andrés; “Educación Inclusiva: de las Adecuaciones Curriculares a los Ajustes Razonables y el Diseño Unviesal”, en: El Despertador de Lavalle, https://despertadorlavalle.com.ar/2024/08/educacion-inclusiva-de-las-adecuaciones-curriculares-a-los-ajustes-razonables-y-el-diseno-universal/, 14 de agosto de 2024.
  2. Skliar, Carlos; ¿Y si el otro no estuviera ahí? Notas para una pedagogía (improbable) de la diferencia, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2002, pp. 65-66.
  3. Filidoro, Norma; “Notas para un diálogo posible acerca de la educación inclusiva”, en: Rusler, Verónica y otras (comps); Miradas hacia la educación inclusiva: II Jornadas de Educación y Psicopedagogía, Buenos Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras (EFFIL), Universidad de Buenos Aires, 2024.
  4. Skliar, Carlos; “Acerca de la alteridad, la normalidad, la anormalidad, la diferencia, la diversidad, la discapacidad y la pronunciación de lo educativo. Gestos mínimos para una pedagogía de las diferencias”, en: Almeida, María Eugenia y Angelino, María Alfonsina (comps); Debates y perspectivas en torno a la discapacidad en América Latina, Paraná, Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos, 2012.
  5. UNESCOGuía para asegurar la inclusión y la equidad en la educación, 2017.
  6. Corredor, Olga Lucía León y Romero Cruz, Jaime Humberto; Ambientes de aprendizaje accesibles que fomentan la afectividad en contextos universitarios, Bogotá, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Serie Temas N° 3, 2020.
  7. Aizencang, Noemí; “Sobre las prácticas psicopedagógicas en el Nivel Inicial: ¿prácticas inclusivas?”, Rusler, Verónica y otras (comps); Miradas hacia la educación inclusiva…, op. cit.
  8. Vicepresidencia y Ministerio de Educación de la República del EcuadorMódulo I: Educación Inclusiva y Especial, Quito, 2011.
  9. Meirieu, Philippe; La opción de educar, Barcelona, Octaedro, 2008.

Fuente de la información e imagen:  https://rebelion.org/

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Entre la pasión y el agotamiento: El burnout docente

Por: Paulette Delgado

 

El «burnout», agotamiento físico y emocional crónico, afecta gravemente a docentes con cargas laborales excesivas y falta de apoyo. Reconocer señales, establecer límites y priorizar la salud mental es clave para enfrentar este desafío.

En el 2020 publiqué una nota sobre cómo el burnout afectó a los docentes durante la pandemia, pero este problema ha seguido a pesar de que la cuarentena terminó hace tiempo. Este padecimiento es también conocido como el síndrome de desgaste profesional o de fatiga crónica y no es nada inusual; de hecho, fue introducido por primera vez como un diagnóstico en 1974 por el psicólogo Herbert Freudenberger y representa síntomas físicos como agotamiento, fatiga, dolores de cabeza frecuentes y trastornos gastrointestinales, insomnio y dificultad para respirar.

Para la escritora, periodista y autora del libro Can’t Even: How Millennials Became the Burnout Generation, Anne Helen Petersen, esta es una condición dominante de los Millennials porque es algo que se ha ido reforzando desde la infancia: la idea de que se debe estar trabajando todo el tiempo, ser productivos 24/7.

El problema con el burnout es que, a diferencia del agotamiento, es que se llega a un punto donde no se puede seguir más, pero se tiene que seguir adelante, ya sea por muchos días, semanas o años. Es buscar una sensación de logro que sigue aún después de aprobar alguna meta (el examen final o el semestre), pero esa sensación nunca llega. El psicoanalista especializado en síndrome de burnout, Josh Cohen, describe esta sensación como cuando “has agotado todos tus recursos internos, pero no logras liberarte de la compulsión nerviosa de seguir adelante a pesar de todo”. La generación Millennial ha aprendido que ser adulto es como un verbo: estar adulting. Esta etapa no es más que una lista de cosas por hacer y que nunca termina: trabajar, cocinar, limpiar, ir al supermercado, atender a los hijos, hacer ejercicio, etcétera. Y muchas de estas cosas, que deberían ser agradables, se vuelven una carga agotadora porque pasan a ser algo más en la lista de pendientes.

La autora Anne Helen Petersen escribe que “esa es una de las expresiones más inefables y frustrantes del agotamiento: toma cosas que deberían ser agradables y las reduce a una lista de tareas, entremezcladas con otras obligaciones que deberían completarse con facilidad o diligencia. El resultado final es que todo, desde las celebraciones de bodas hasta el registro para votar, se tiñe de resentimiento, ansiedad y evasión. Tal vez mi incapacidad para afilar los cuchillos se debe menos a una cuestión de pereza y más a ser demasiado bueno, durante demasiado tiempo, en ser un Millennial”. Cada vez se está normalizando más que el planeta está muriendo por el cambio climático, la preocupación por una crisis financiera o si surgirá una nueva pandemia, si habrá una nueva guerra y de qué manera eso afectará el mercado global. Aunque se atraviesan situaciones sumamente difíciles, éstas se ven como normales porque es la única manera de sobrevivir. Es por eso que “el burnout no es un lugar para visitar, es nuestra residencia permanente”, menciona Petersen.

El burnout docente

Con esto en mente, no es sorpresa ver que las y los docentes también sufran de este síndrome. Muchas veces esta profesión cuenta con cargas de trabajo insostenibles que incluyen el diseño instruccional, preparar las clases y exámenes, calificar, impartir la clase, análisis de datos, contactos con padres, madres o tutuores, tareas estandarizadas, entre muchas otras. Cuentan con una lista de cosas por hacer interminable que termina ahogando incluso al educador más apasionado.

Como se mencionó anteriormente, el síndrome del trabajador quemado afecta a todas las profesiones; sin embargo, según una encuesta realizada por Rand, se demuestra que los docentes tienen el doble de probabilidades de estar más estresados que otras áreas laborales. La Asociación Estadounidense de Investigación Educativa (American Educational Research Association) apoya estos datos con su propio estudio, donde concluyeron que el 40 % de los educadores de Estados Unidos tienen posibilidades de tener ansiedad en comparación con los que trabajan en el sector salud (20 %) o los de oficina (30 %). Según otra encuesta realizada por Gallup en el 2022, los educadores de nivel K-12, es decir, desde preescolar hasta bachillerato, fueron la profesión con mayor síndrome de burnout en Estados Unidos en ese año. En esta encuesta, el 44 % de los maestros encuestados contestaron que se “sienten agotados a menudo o siempre”.

Este estrés y agotamiento no solo afectan la vida de los docentes y su trabajo, sino también la de sus estudiantes, ya que las y los maestros no pueden darles la atención adecuada. Devlin Peck, un entrenador de diseño instruccional y consultor de aprendizaje electrónico, escribió en su portal que, incluso, “los estudiantes bajo la tutela de profesores con alta ansiedad tienden a tener un peor desempeño académico, particularmente en materias como matemáticas, y pueden desarrollar sentimientos y conductas negativas”. Pero la carga laboral no es la única causa, también está la microgestión y falta de autonomía. Muchas veces, la creatividad y autoexpresión de la comunidad docente se ve sofocada por las políticas del aula o de la institución, lo que les desmotiva con el tiempo. Aunado a esto, en varias ocasiones cuentan con herramientas de enseñanza inadecuadas como un internet lento, materiales insuficientes, infraestructura inadecuada o ineficiente, etcétera.

No hay que olvidar que también está el factor del estudiantado, especialmente aquellos con conductas problemáticas. Ya que en estos casos, suelen ejercer el papel de cuidadores y docentes al mismo tiempo, sobre todo al lidiar con los estudiantes desafiantes, abusivos o con necesidades especiales. Todo esto acelera el agotamiento de los maestros. Aunado a estos factores, está la falta de apoyo y las presiones externas, como los gobernantes con sus pruebas estandarizadas, los sistemas de calificación, las familias y la propia sociedad.

Otra causa del aumento del estrés y el síndrome del trabajador quemado fue la pandemia de COVID-19. Debido a que muchas, si no es que todas las instituciones educativas, cambiaron de la noche a la mañana a un modelo virtual de emergencia, sin darle la preparación adecuada a los educadores, éstos tuvieron que adaptarse rápidamente a usar nuevas tecnologías para seguir haciendo su trabajo de manera efectiva. Según una encuesta realizada en el 2022 por la Asociación Nacional de Educación de Estados Unidos (NEA por sus siglas en inglés), el 55 % de los encuestados piensan abandonar la profesión antes de lo planeado, citando dificultades por la pandemia y el burnout como razones principales.

Además, en esta encuesta, el 67 % de las personas encuestadas mencionaron que consideran el agotamiento laboral como un problema muy grave y un  90 % afirmó que sentirse así es un problema grave, especialmente al haber tantas vacantes no cubiertas. Sobre esto, alrededor del 74 % de los docentes dijeron que tuvieron que asumir tareas adicionales para cubrir la escasez de personal. Mientras tanto, el 80 % de los docentes informaron que tuvieron que realizar más trabajo que el que les correspondía en sus funciones y responsabilidades debido a vacantes laborales no cubiertas. Por este motivo, muchos docentes no pudieron con el cambio y renunciaron, provocando una gran escasez y más carga laboral para los que sí se quedaron. En su investigación, NEA reportó que más de 500,000 educadores abandonaron su trabajo después de la pandemia.

Alexandra Robbins, autora del libro The Teachers: A Year Inside America’s Most Vulnerable, Important Profession, escribió para EdWeek que los docentes no sufren de burnout, sino que están destinados a fracasar. Robbins menciona que las tasas de “tensión laboral” (estrés por un trabajo de alta demanda y bajo control) son más altas para las y los docentes que para el promedio de los trabajadores. Robbins menciona en su artículo que leyó dos publicaciones que consideran el burnout como «contagioso» incluso, por la relación estrecha que tienen entre compañeros, sin abordar las causas fundamentales que llevan a los docentes a ese estado. Para la autora, más que ser contagioso, los educadores “se ven obstaculizados por sistemas escolares pésimos, funcionarios ignorantes o administradores desconectados de la realidad”. No es que solamente sufran de burnout, son parte de un sistema que los lleva al extremo.

Por otro lado, uno de los problemas del burnout es que no existe una manera exacta de medirlo. Si bien, los investigadores han buscado maneras de hacerlo y existen ciertas formas que han ido ganando popularidad, como la de Maslach, todas enfrentan problemas porque cada caso tiene diferentes causas.  Kevin Leichtman, autor de The Perfect Ten: Ten Students, Ten Mindsets, One New Definition of Perfection, escribió un artículo para EduTopia donde explica que inventó la escala de burnout de Leichtman con la que “busca proporcionar una comprensión clara del proceso de agotamiento específicamente para los educadores”, explica el autor. Leichtman menciona que, si bien, cada caso es diferente, existen ciertas tendencias entre síntomas y umbrales variables, los cuales pueden ayudar a descifrar en qué nivel de burnout se encuentra cada educador.

Son cuatro niveles; el primero es ser apasionado, pero abrumado. Es cuando el docente ama lo que hace. Se siente comprometido, por lo que asume más tareas, lo que comienza el burnout. El segundo es sentirse abrumado y cínico, que es cuando esa pasión del primer nivel no está dando resultados como un mejor salario, mejor evaluación, o algo, pero solo hay más carga laboral, lo que comienza a sentir cinismo hacia la profesión. El nivel tres es cuando es completamente cínico y empieza a sentirse agotado. Aquí puede empezar a sentir que es imposible ser un buen educador, que todo y todos son culpables del estado de la educación y no importa lo que haga las cosas no cambiarán y esos sentimientos no se quedan en el aula, los acompaña a casa, impactando otras áreas de su vida. Por último está el colapso por un agotamiento total. Ya el burnout forma parte de cada parte de su vida, afectando su bienestar y poniéndolo en modo de supervivencia. Leichtman menciona que en este punto hay dos opciones: “salir o volver a comprometerse”; es decir, o abandonar el aula o recuperar su pasión.

Otra cosa de la que pocos hablan sobre el síndrome del trabajador quemado es el sentimiento de culpa que esto trae. Es verdad que para muchos educadores esta emoción es parte de su día a día: culpa por tomarse vacaciones, faltar por enfermedad, por salir a tiempo del trabajo, no terminar de calificar, etcétera.  Este sentimiento surge de querer hacer todo lo posible por sus estudiantes, mientras que al mismo tiempo, se sienten abrumados y agotados por su carga laboral, la falta de apoyo y cualquier cosa que pase a su alrededor; se sienten mal por no poder completar todo lo que quisieran. Crystal Foxx de NEA menciona que “la responsabilidad no recae en los educadores, sino en los responsables políticos que perpetúan un sistema que crea este ciclo de culpa, ya que no es posible que una persona logre hacer todo sin sacrificar algo, como la familia o el tiempo personal”.

Apoyando a los docentes a sobrellevar el síndrome del trabajador quemado

Debido a que la tolerancia de estrés y manejo de emociones de cada persona es diferente, es imposible dar una respuesta que aplique a todas las personas a la hora de evitar el síndrome de burnout; sin embargo, un lugar para empezar es estar pendiente de los primeros signos de agotamiento.

Tomando en cuenta la escala de Leichtman, si una maestra o maestro desde el nivel uno busca ayuda y empieza a tomar medidas, es muy posible que evite llegar al último nivel. La organización Education Support escribe en su portal varios consejos para evitar el síndrome del burnout. Empezando por ser conscientes de sus emociones, nivel de estrés y salud. Usar estrategias como la atención plena, meditación, llevar un diario o hablar con otras personas para estar al pendiente de cómo está y cómo se siente, para poder pedir ayuda o dar un paso atrás si es necesario. Sobre esto, la organización advierte que “ser consciente y comprender el estrés, el agotamiento y la salud mental es invaluable para comprenderse a uno mismo”.

Tomar el control de su bienestar, aprender a equilibrar el trabajo y la vida personal, buscar momentos para descansar y relajarse. De acuerdo con Education Support es normal para los docentes poner primero a sus estudiantes, pero está bien ponerse primero y no sentir culpa por hacerlo. “Si quieres cuidar y ofrecer la mejor educación a tus alumnos, también tienes que dedicar tiempo a recargar energías y cuidar tu salud y bienestar”, señala la publicación. Cuestionarse si puede con más carga laboral. Tomar más trabajo con la meta de querer ser mejores en lo que hacen y por sus estudiantes no es algo malo, sin embargo, antes de hacerlo, la organización recomienda cuestionar el propósito de las tareas que tomará, si va más allá de las responsabilidades normales, si es algo que tiene tiempo de hacer sin que impacte las otras áreas de su vida y sin agotarlo. Detenerse y pensar si es algo realmente necesario. Con este último punto en mente, Education Support aconseja a los educadores recordar que a veces es necesario decir que «no», que está bien no poder hacerlo todo, ya sea por falta de tiempo, por exceso de trabajo, o porque no tendrá mucho impacto sobre los estudiantes.

Otro punto importante es tomarse días de salud mental si lo necesitan. Ya sea antes de sentirse agotados o si ya sufren del síndrome del trabajador quemado, es bueno tomarse tiempo para recuperarse. Ya sea un día laboral, un fin de semana o un día feriado, es necesario relajarse y darse el tiempo de recuperarse emocional y físicamente. Por último, la organización aconseja aprender a pedir ayuda y obtener apoyo cuando lo necesite. Ya sea hablar con colegas, amistades, familiares o expertos, hacerlo puede hacer posible salir de este síndrome. El Tec, por ejemplo, tiene programas como el TQueremos donde proporcionan apoyo emocional.

¿Has experimentado burnout? De se así, ¿qué medidas has tomado? ¿Qué consejos podrías dar a otros docentes?

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Educación contrasistémica

La secuenciación educativa del Estado a nivel básico sigue la trayectoria planeada, no hay cambios sustanciales para el próximo ciclo, sin correcciones, ni proyecciones hacia un desarrollo en profundidad. Hasta las alertas institucionales de recarga administrativa y académica en cierto modo ya son una norma de improvisación para el siguiente ciclo sin que agreguen resultados positivos en la enseñanza, pero eso es lo que hay.

Mas bien, entramos en una etapa de degradación de los principios de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) debido a las incongruencias entre la concepción y la realidad, entre la práctica de la política educativa frente a la praxis educativa magisterial, y también por efecto del sabotaje y ofensiva de los apologistas de la educación neoliberal.

La NEM pretendió establecer una fraseología antisistémica  como versión especial de la educación sistémica; la gran osadía no fue intentar cambios democráticos en este ámbito, sino en dejar intacto el poder y la dirección por una educación con tonos crítico-sociales en manos de los impulsores neoliberales de la educación acrítica.

Esa es la regla, la educación sistémica se adapta a las circunstancias del Estado, en tanto orden de prioridades de control social en una órbita siempre alineada al sistema imperante, tanto en el ideal con que se representa como en lo real que nos sujeta a las relaciones establecidas. Diferenciamos aquí los conceptos sistemático y sistémico: los procesos sistemáticos de cualquier índole que se refiere a procedimientos y procesos organizados fundamentales, respecto de lo sistémico como ideología apegada a las necesidades del sistema.

De aquí entonces la ideología de la educación sistémica consiste en una representación solidificada de un México armonioso que responderá a los retos oficiales, aunque el sistema social actual esté inmerso en una de las crisis de época más acuciantes de los últimos quinientos años, aún cuando se intente dotar de elementos críticos bajo control social. Por esta razón la educación liberadora se construye primeramente en resistencia, desde la praxis docente.

Para el Poder la pedagogía es una herramienta estrictamente fiscalizada, los docentes son empleados subyugados a los caprichos de la autoridad en turno y a la población sigue considerándose como el receptáculo para establecer la ideología dominante en el formato que convenga. Por supuesto, se apuesta a que cambiarían ciertos esquemas tradicionalistas para que todo siga igual, porque la burocracia podrá ser inepta en los procesos educativos, pero los de abajo no podemos equivocarnos en las órdenes recibidas, porque eso trae sus costos.

La SEP en general, de ahí para abajo todas las dependencias estatales educativas, nos mantienen en un tutelaje patriarcal de sujeción a todo el magisterio, lo que para unos son orientaciones para la mayoría son recargas de trabajo distractivas la mayoría de las veces de la labor verdadera de la enseñanza, pero que son requeridas por la parafernalia de arriba; hasta lo que para unos cuantos son súper vacaciones para el magisterio son periodos de “receso” sujetos a llamados de trabajo administrativo; lo que arriba se percibe como una labor continuadora del vasconcelismo, hacia abajo se adelanta que tendremos más trabajo que antes y que ya no más permitirán las autoridades nuestra pereza.

La disertación oficial es una cosa, la realidad educativa es otra distinta, se cierran ciclos con balances fuera del orden de los hechos y logros auténticos, para la SEP los logros son sus actos, para el magisterio los logros son sus triunfos y sus pendientes. Porque el Estado como se ha dicho, cubre sus prioridades, pero la sociedad en este campo tiene necesidades más urgentes.

Por su parte, la fobia a la conciencia magisterial no es un cuento, no es simplemente la fobia frente a los sectores que se movilizan por parte de las demandas y algunas de las necesidades; es un rechazo por toda la línea gubernamental y empresarial ante cualquier destello de educación consciente, contrasistémica, desde abajo del engranaje social. Desde arriba es repudiable que se desafíe la retórica oficial y comunicacional hegemónica, no importa cuanto la desmienta la realidad educativa o los procesos que viva el magisterio nacional como víctima de tantas situaciones del día a día como le ocurre al resto de la población.

La educación seguirá navegando en las turbulencias de los problemas estructurales de un capitalismo salvaje al que se quiere domesticar, las antinomias de la política educativa van en una secuencia surrealista entre la gran vida de la burocracia, el negocio en el ramo, la satisfacción del poder de dominar a la masa docente y hasta la institución pública como recompensa y trampolín político, frente a los desafíos más amplios de poner la educación a tono con la elevación de la conciencia y la cultura.

Efectivamente hubo bienintencionados en una línea general a este último fin, pero cual golondrina que no hace verano, jamás les dieron ni tuvieron los hilos para sostener sus posiciones, al final su esfuerzo es reconducido para dar color al tejido sistémico de educación, así fueron las cosas a falta de una presión más consistente desde abajo.

Ahora, la ultraderecha vociferante cobra valor y se ensaña con sus reductos, en tanto el magisterio a secas, el convidado de afuera, tendrá que seguir enfrentando el acoso, la ofensiva y el maltrato con la frente en alto y la dignidad de su trabajo perseverante por delante. Superar el estado de servidumbre general en que gravita la educación pública y privada respecto de las clases dominantes y sus ideologías afines es su reto más osado.

La educación debe ser liberadora, no una lápida que oprima en las entrañas del sistema, por ello es contrasistémica en tanto sus retos consistan en desactivar la visión de control social, solo en esta medida es que florecen los métodos e iniciativas de trabajo cultural en la enseñanza cotidiana enfocada en resurgir todo lo valioso del aprendizaje en una docencia y pueblo libres.

Por lo pronto la educación sistémica actual como política educativa está sometida a intensas presiones más desde la derecha envalentonada que desde la izquierda, desde el sabotaje interno hasta el rechazo declarado por la hoy oposición de ultraderecha, reclamando la vuelta a los procesos de la desgastada educación neoliberal y conservadora.

¿Por qué estas circunstancias trabajan a su modo y para mal de muchos? La respuesta es más general o global de lo que parece, no es nuestra desdicha nacional, nuestro desatino institucional o nuestro ejercicio docente.

El orden mundial y su debacle se proyectan sobre todos los pueblos y naciones, lo que, es más, sobre todas las clases sociales, nadie lo subraya, aunque todos respondemos a esta realidad, las presiones son muy intensas y los compromisos de las élites trascienden esferas como la educación, si bien es cierto que el gobierno actual y su predecesor hicieron resistencia, las cesiones se van sucediendo con entusiasmo o con desagrado según quien lo afronte.

El Estado mexicano se retroalimenta y engulle los nuevos procesos, el morenismo se hace pinto y colorado, las secretarías de Estado regresan a la vieja clase política, las gobernaciones siguen el fenómeno de la cuota de poder y así sucesivamente. Y lo que es más definitorio del fenómeno, el sistema da una vuelta de tuerca reajustando la dominación y el poder de sus relaciones sociales.

Sucede que la política imperialista que más se cierne sobre nuestro país está cargada de una feroz tendencia agresiva para plantarse los desafíos a su hegemonía, y por ello intenta arrastrar a cual más. Hasta el negocio del narcotráfico sigue ese patrón histórico de su organización de la periferia hacia el centro, una de cuyas ramas comenzó en Sudamérica, se estacionó por mucho en México y ahora concentra poder y capital en los Estados Unidos con sus cárteles intocables.

El injerencismo yanqui está en una nueva etapa política, con Trump tiene el ejercicio siniestro de presión-coacción para obtener paso a paso lo que quiere en el tema del control económico, político, migratorio, criminal, social y cultural del país, por eso la educación y el magisterio están en el proceso de ejercer un rol verdaderamente protagónico en defensa de la cultura, la enseñanza y la educación.

El injerencismo yanqui no va a parar mientras exista el imperialismo norteamericano como tal, su presencia es mayor y multilateral, aunque se quiera encubrir, sus agencias deambulan lo mismo que sus instituciones para ejercer el control no solo del Estado, de las élites y de los carteles; sino de la población en general y sus distintas clases sociales.

Por ello la educación contrasistémica con la sopa que nos da la SEP, ni remotamente podrá enfrentar los desafíos que se dicen del siglo XXI, sino de la existencia misma del México popular. La educación más amplia es emancipación y pedagogía que nace del pueblo para su proyección específica y su liberación.

La educación sistémica sigue alienada a la estructura el capitalismo y las políticas que lo intentan hacer un poco humano y convertir al pueblo en una comunidad anquilosada en estructuras cerradas imposibles en los marcos actuales, antes que exigirse eliminar las circunstancias históricas que se ciernen sobre nosotros.

Para responder a una perspectiva humanista amplia que se permita entrar en la esencia de los acontecimientos actuales de la enseñanza superando las prerrogativas empresariales y estatistas, la educación tiene que ser contrasistémica y contrahegemónica.

La educación contrasistémica discurre abajo en los procesos cotidianos, adaptando y desarrollando iniciativas de formación en el pueblo, sosteniendo la crítica constante en el desarrollo de las capacidades. No se esperan líneas verticales, prosigue su acción horizontal pedagógica, reúne fuerzas y medios de trabajar por la conciencia popular aún enfrentando retos más concretos en los problemas sociales cotidianos y lanzando la mirada a los más generales.

Una educación que inocule la perspectiva de derechos, deberes, amor al pueblo y su cultura, amor al trabajo, lucha popular y sentido crítico social. Hay una gran necesidad de cambiar el estatus de servidumbre educativa e invertir el sentido de la acción educativa para que proliferen los mil métodos de trabajo que la realidad reclama.

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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