Page 1738 of 2493
1 1.736 1.737 1.738 1.739 1.740 2.493

Reformas educativa y fiscal, las dos caras de una moneda

Por Lev M. Velázquez Barriga

Desde que se creó el servicio profesional docente como la guillotina para cercenar al magisterio, se diseñó casi a la par, en 2014, la Ley de Coordinación Fiscal para secundar cualquier intento inconcluso de eliminarlo a través de la evaluación. Si bien la faceta evaluativa de la reforma educacional no se ha agotado, sí pasa por una etapa crítica. Por tal razón han activado de manera paralela mecanismos complementarios de despido, dispositivos administrativos que van reduciendo las plantillas escolares y que precarizan su salario. Tales medidas han ido avanzando de manera lenta, esparciéndose como un cáncer por el sistema educativo, pero hoy están provocando verdaderas situaciones de caos, a tal grado que suman descontentos en distintas partes del país.

La amenaza continua de una evaluación que atenta contra la estabilidad laboral de los profesores de mayor antigüedad ha sido suficiente para expulsarlos, por medio de la jubilación obligada; hablamos de por lo menos veinte por ciento del universo total de mentores mexicanos que desde 2013 han visto en el retiro la vía más segura para no perderlo todo. La situación es aún más preocupante después de la reforma fiscal, porque a partir de ella la aritmética tecnocrática para renovar, contratar y cubrir el salario a los maestros cambia radicalmente.

Para hacerlo gráfico, pongo de ejemplo a Michoacán: sólo en 2016 se tramitaron 3 mil 300 jubilaciones de claves docentes; por consecuencia, debieron darse de alta un número igual para llenar los vacíos, más otras tantas si consideramos el crecimiento natural de la población escolar; sin embargo, el gobierno sólo cuenta con 200 profesores idóneos disponibles con contratos de cuatro meses que terminarían en julio del presente año, resultado de las evaluaciones para el ingreso al servicio docente.

La situación dejaría en el abandono a más de 3 mil grupos, de no ser porque los profesores han decidido por propia voluntad no irse de las escuelas. En la otra cara de la moneda, las secretarías de Educación federal y de Michoacán se niegan a contratar a mil 200 egresados de las normales públicas de la generación 2016, cifra incluso menor a las necesidades reales. Esto no es nuevo, se han negado desde que entraron en vigor las reformas educativa y fiscal, tal pareciera que la finalidad es reducir al máximo la nómina educativa, pero a su vez cumplir el propósito de Aurelio Nuño de eliminar las escuelas rurales.

El problema crece exponencialmente con el control centralizado en la planificación de grupos escolares, porque los nuevos reglamentos administrativos tienen como requisito un mínimo de alumnos por encima del promedio de la OCDE; esto ha traído como consecuencia que en las escuelas de baja matrícula donde sus profesores piden cambio para salir ya no les sean reintegrados sus recursos humanos, pero también se advierte la tendencia a la fusión de grupos, incluso a la desaparición de los dobles turnos y por tanto de las dobles plazas.

La reforma fiscal y el régimen de negociación salarial única a escala nacional ha precarizado sistemáticamente el salario, la tendencia de los últimos años apunta al encasillamiento, como sucede en Chile, donde el aumento depende de los resultados de la evaluación, por lo que podrían pasar varios ciclos cuatrienales sin ninguna mejora. Sumemos a estos agravios que con el recorte del calendario escolar a 185 días (promedio de la OCDE) se pretende aumentar la jornada diaria, por si no fuera suficiente que los maestros mexicanos se encuentran entre los que más horas trabajan al año y los que menos ganan.

Los más afectados con la precarización son los docentes cuyas claves presupuestales fueron creadas con techos financieros estatales después de la descentralización escolar de los años noventa, pero que ahora penden de un hilo con el proceso de reconcentración de la nómina magisterial. A lo anterior le sumamos que entidades altamente endeudadas –tal es el caso de Michoacán–, han encontrado la justificación para sus desvíos financieros, de ese modo vemos un Silvano Aureoles que cobra oficialmente como gobernador, pero gasta y actúa como todo un candidato presidencial. Reforma fiscal y corrupción son la combinación perfecta que ha privado a los profesores estatales, por más de dos años, de las prestaciones que por ley les corresponden, una de ellas fue precisamente la del Día del Maestro. Los abusos contra el salario docente han llegado hasta niveles inconcebibles, en los que los descuentos vía nómina para pagos por concepto de créditos personales no llegan al destino de los acreedores, sino que se quedan como un vil robo en las arcas del gobierno.

Estas problemáticas derivan de una misma reforma con dos vertientes: una educativa y otra fiscal, ambas hacen de Michoacán y otros estados que hoy sostienen movilizaciones sociales decididas, un caldo de cultivo que comienza a agitar rebeliones magisteriales de dimensiones nacionales, acumulan la necesidad de transitar de los descontentos focalizados a las jornadas de lucha concentradas en la capital de la República o por lo menos coordinadas en las distintas regiones del país, de otro modo se pierde de vista que se enfrenta una política de Estado a escala federal.

Fuente artículo: http://www.jornada.unam.mx/2017/05/27/politica/014a1pol

Comparte este contenido:

Del pensar la política a lo político-formativo del pensar en los jóvenes

Por: Jorge Díaz Piña

Es reconocido que existen dispositivos “culturales” y mediáticos que definen para el consumo lo pensado y lo que se ha de pensar.  Lo que se sale de lo limitado por los dispositivos trata de ser excluido o marginado por estos circuitos de consumo “cultural” o informacional.  Casi que  el lema publicitario de quienes dirigen o controlan estos circuitos de consumo cultural reza: “no piense, deje que  pensemos por usted”.  De esta manera obturan el surgimiento o acontecimiento de lo impensado.  Sobremanera se obstaculiza que los individuos piensen o reflexionen sobre su propio pensamiento, esto es, sus ideas, creencias, valoraciones, etcétera.  Que pongan  en duda o sometan a juicio crítico lo que se ha instalado en ellos como pensamiento válido o legitimado, lo que se tiene como “la verdad”.  Ello es más valedero para  la sustentación de las ideologías dominantes o hegemónicas que defienden o reproducen el orden político-económico dominante, como es el caso de la ideología neoliberal antipopulista a propósito de las nociones de libertad y de Estado.

Esas dos nociones, particularmente, se han puesto de moda como un estribillo fácil en la justificación política de las acciones violentas (quemas, saqueos, agresiones, enfrentamientos armados, linchamientos de oficialistas, etcétera) de los jóvenes opositores de la derecha venezolana en sus manifestaciones  recientes.  Hay que puntualizar que la idea de libertad que expresan la asocian a la de libertad personal, individual o privada, no a la idea plural de libertades o derechos de los demás; asimismo, la idea de Estado la asocian a dictadura del gobierno porque les limita realizar plenamente su libertad individual, y no a la de Estado como requerimiento de instituciones que deben garantizar y regular la interacción de la libertad y derechos de todos con base en su reconocimiento.  Cuando la reivindicación privada de la libertad se exacerba arbitrariamente y antagoniza con las instituciones estatales, es decir, con el poder del Estado, que igualmente se exacerba en respuesta, se violentan las contradicciones y aparece lo que G.W.F. Hegel denominó en su Introducción a la filosofía del derecho,  la “furia destructora”, o, en otros términos más acordes al caso, se hacen presentes las tendencias fascistizantes en ambos bandos.

Para Paul Ricoeur, en su texto Política, sociedad  e historicidad, la libertad individual o privada es un estadio o condición salvaje, a la que denomina  “libertad vacía” ya que, siguiendo a Hegel, es indeterminada debido a su recurrencia circular solipsista del yo consigo mismo o “egocéntrica”.  Una libertad que se encierra en sí misma. Libertad vacía que por su propia dinámica compulsiva tiende a absolutizarse como odiante pasión  ciega, y que se expresa políticamente como rechazo contra toda institución que la quiera limitar, y contra todo individuo que quiera hacerle  aceptar  un orden convivencial igualitario junto a los otros, tendiendo, en consecuencia, a estallar como furia destructiva.

Siendo la libertad interior o subjetiva del individuo el poder  de decidir u optar por cuenta propia, se vuelve salvaje cuando se antepone narcisistamente la satisfacción del deseo y la pasión en su inmediatez a la consideración de la libertad o derechos de los otros, al nosotros conflictivo de la vida política en sociedad. En esta situación se opone la inmediatez a la reflexión  moral o ética de la política. Así, la libertad narcisista se vuelve indiferente ante las diferencias que encarna el prójimo. De este modo la indiferencia descarta de plano, lo esencial de la diferencia  y diversidad de los otros: la libertad de pensamiento y acción.  Asumiendo a los demás que piensan y actúan distinto, como enemigos a enfrentar por medio de la violencia destructora, y no buscando darle un trato no-violento a la hostilidad entre ambos por vías de su regularización acordada entre las partes enfrentadas.  Regularización de las hostilidades con base en el reconocimiento trascendente de que ambos polos confrontados, son partes de un trasfondo societal vinculante, sin que ello implique la cesación de las hostilidades.

De tal manera, que la libertad es salvaje, o  insensata,  porque su inmediatez se convierte en un retorno sobre sí mismo sin pasar por las normativas o leyes institucionales  que median la intersubjetividad o interacción ética o moral con los demás haciendo viable de este modo,  la libertad sensata.  De aquí que la libertad es correlativa con el derecho.  Por tanto, el “contrato social” o la Constitución, como forma y contenido de las libertades, derechos y responsabilidades, ha de ser perdurable y contextualizada según las contingencias histórico-sociales al mismo tiempo. Luchando por preservar siempre su condición de forma mediadora decisional libertaria y democrática de las comunidades o del pueblo, por más que los intereses de la clase o del grupo dominante, y la suma de las libertades   individualistas, que no pueden traducirse en una voluntad general porque esta las trasciende y anula, tiendan a imponerse en ella; así como contralora del ejercicio del poder arbitrario del Estado por medio de formas de contrapoder ciudadano o popular.

El capitalismo neoliberal  antipopulista auspicia la libertad individualista o salvaje con el propósito de socavar ideológicamente al poder de Estado sobre la actividad mercantil privada,  así sea un Estado-gobierno burgués-reformista, ya que  éste le establece necesariamente  en la lucha fraccional interburguesa,  regulaciones para su actuación respecto a la competitividad salvaje  a través del mercado libre de normatividades, aunque estas cobijen paradójicamente un cierto tipo de híbrido neoliberal-neopopulista, como es el caso.  Por esta razón, es que incita y refuerza manipuladoramente la libertad subjetiva o privada en los jóvenes para que se conviertan en “empresarios o explotadores capitalistas de sí mismos y de los demás” en contra de las “dictatoriales” regulaciones institucionales del Estado-gobierno  que  les impide  realizar su libertad.  Ficcionando la voluntad o pasión individualista destructora como palanca competitiva y realizadora de su éxito personal.

 Lo expresado hasta aquí, creemos, ayuda a comprender algunas de las razones que explican  la furia pasional destructora que manifiestan los jóvenes de la derecha opositora en la Venezuela actual, y esperamos que interpretándola, ayudemos a neutralizarla a favor de esos jóvenes opositores que son utilizados perversamente contra sí mismos principalmente al impedirles alcanzar la libertad sensata.  Neutralización y reversión posibles, si se promueve en ellos la formación de la autonomía moral e intelectual (pensar y actuar teniendo en cuenta el punto de vista diferente de los demás), contradiciendo reflexivamente el discurso moral heterónomo, o inmoral,  del capitalismo neoliberal que predica no tener en cuenta a los otros a la hora de hacer prevalecer la libertad privada o vacía.

Comparte este contenido:

Justicia argentina vuelve a rechazar pedido de docentes

Por: Agencia Informativa Prensa Latina. Maylin Vidal 
En medio del fuerte reclamo que ha llevado varias veces a las calles a los docentes por un salario digno, la justicia argentina revocó la cautelar que ordenaba al Gobierno convocar a las negociaciones salariales, conocidas aquí como paritaria nacional.

Una decisión que podrían alargar y profundizar aún más un conflicto latente, un reclamo que ha llevado a los sindicatos docentes a protagonizar jornadas de paros, protestas, movilizaciones y otras medidas para visibilizar la situación que atraviesan.

La Cámara Nacional del Trabajo revocó la víspera la medida cautelar que ordenaba al Gobierno convocar a la paritaria como está establecido mediante la Ley de Financiamiento Educativo y que los maestros piden para tratar de elevar un sueldo que no los deje por debajo de la pobreza en medio de los índices inflacionarios, que en 2016 se elevó al 40 por ciento y las constantes subidas de precios.

No sólo consideró que no era urgente el pedido de los educadores, sino que aprobó el pedido de recusación presentado por el Gobierno contra la jueza Dora Temis cuando en abril pasado pidió a los ministerios de Trabajo y de Educación convocar a la negociación.

La Unión de Docentes Argentinos (UDA) había cursado la demanda en la que pedían la apertura de esa negociación colectiva.

‘La revocatoria sólo dio marcha atrás con la medida cautelar, es decir que la Justicia ahora debe decidir el reclamo de fondo formulado por la UDA para que el Gobierno convoque a la paritaria. Sin embargo, el panorama no es alentador, ya que la causa estará a cargo de la jueza Alicia Pucciarelli, la misma que días atrás concedió en favor del Ejecutivo la apelación de la cautelar con carácter suspensivo’, destaca hoy el diario Página 12.

Como era de esperar muchas voces de los sindicatos expresaron su malestar por esta decisión. En opinión del secretario general de la UDA, Sergio Romero, con este fallo están ayudando que el gobierno se desentienda de la educación’.

Romero anunció que seguirán adelante con el reclamo. Vamos a seguir apelando y realizar las actividades sindicales que correspondan para que el Gobierno cumpla con la ley, dijo.

En una reciente entrevista con Prensa Latina, la secretaria general de la Ctera (Confederación de Trabajadores de la Educación), Sonia Alesso, declaró que luchan hoy por un presupuesto educativo, por financiamiento, por la ley nacional de Educación que construyeron los maestros y las que se concretaron entre 2005 y 2007.

Claramente, opinó, el Ejecutivo quiere dar vuelta atrás en cada una de estas conquistas y la primera tiene que ver con las reuniones paritarias (negociaciones), en las que se discute no solo el salario sino también la calidad educativa.

Argentina es una República Federal y la ley nacional de Educación dicen que el Estado y las provincias son co-garantes de la educación en el país, subrayó.

En medio de este panorama ayer la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) encabezó una nueva movilización desde el Cabildo, a un costado de la Plaza de Mayo, hasta la sede del ministerio de ese ramo en la ciudad en la cual los maestros porteños reclamaron la urgente necesidad de la continuidad de la mesa salarial y exhortaron a las autoridades ocuparse ‘de las verdaderas causas de la crisis por la falta de maestros’.

Por otro lado los docentes nucleados en los gremios de la provincia de Buenos Aires, que han protagonizado una dura pelea, se reunieron para coordinar nuevas formas de lucha y coincidieron en que si no hay convocatoria y una propuesta salarial digna, el plan de lucha continuará y se profundizarán las medidas.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=88043&SEO=justicia-argentina-vuelve-a-rechazar-pedido-de-docentes
Comparte este contenido:

Desnutrición cultural

Por: Fernando Buen Abad

Algunas de las restricciones que el capitalismo impone a los seres humanos incluyen el acceso al conocimiento territorial y conceptual del mundo todo con sus realidades. Incluyen una especie de inanición de saberes y de experiencias necesarias para el crecimiento normal de la conciencia social y de la conciencia de especie. Incluyen el desabastecimiento de nutrientes intelectuales que son soporte de las habilidades mentales básicas como la capacidad de abstracción, la capacidad de organización, la capacidad de movilización y las habilidades del pensamiento crítico. Y como toda des-nutrición produce estragos. Acéptese ésta metáfora imperfecta provisionalmente. He aquí un problema Ético crucial para nuestro tiempo.

Reponerse de semejante despojo implica (además de conciencia de él) tiempos y estrategias de atención especial y prioritaria que, hasta hoy, no han podido resolver, por supuesto, los “modelos educativos” funcionales al capitalismo. Sigue intocado el flagelo que aqueja a millones de personas sin saber leer y escribir y sólo unos cuantos países gozan del “privilegio” de ser “territorios libres de analfabetismo.” (Cuba, Venezuela, Bolivia…) Es pasmosa la ignorancia generalizada en materia de geografía económica, política y social. Historia y crítica de la Cultura, de las Artes y de las expresiones populares. A población abierta se desconoce África y sus diversidades; Latinoamérica con sus raíces más frondosas y sus calamidades imperiales. Se trata de una “ignorancia de clase” que sirve para hundir en la confusión todo aquello que no pertenezca a los triunfos materiales y espirituales de la burguesía. Semejante “desnutrición cultural” no se resuelve con reformitas ni reformistas neoliberales. Ni con represión a los profesores críticos.

Para colmo, como en toda “desnutrición”, también ocurre el sobre-consumo de alimentos ideológicos “chatarra” que mientras engordan con banalidades consumistas a los usuarios, le destruyen el sistema nutricional basal. Acéptese ésta metáfora imperfecta provisionalmente. Así tenemos obesidades ideológicas mórbidas, producto de un mercado de valores mercantiles cuyo efecto reduccionista es engrosar sin control al capitalismo y sus “mass media”. Así, pues la desnutrición cultural proviene de la escasez tanto como de la saturación. En el centro del problema está el vació prefabricado por la burguesía, para tener seres humanos embriagados con felicidad de consumo, ignorantes pero agradecidos de no tener que saber tanta cosa sobre un mundo que se les vende como ajeno, peligroso y aburrido. Nos ganó “patolandia”.

Algunas estratagemas para maquillar el escándalo de la “desnutrición cultural” se fabrican rentablemente en el seno de la “industria del turismo”. Como dicen que “los viajes ilustran”, dan por verdad que viajar es una forma de combatir la ignorancia abrumadora que pesa sobre el mundo y que al mundo le pesa. Pero nada asegura que los viajantes sean, realmente, conscientes de los territorios que pisan. La “industria del turismo” ha creado modelos de estandarización que comprimen la experiencia a una sola decoración para comer tanto como para dormir. No importa si estamos en el desierto del Sahara o, en Alaska o cruzando el Río de la Plata en un transporte más parecido a un “supermercado” que a un barco. La “cultura” del “viajante” suele reducirse a unas cuantas fotos, unos mensajes en “redes sociales” y a las habilidades espurias para ganarse puntos o “millas” extra del “viajero frecuente”. Con las debidas honrosas excepciones.

El cuadro de la “desnutrición cultural” se completa entre malabares de computadora para conseguir hospedajes “buenos, bonitos y baratos”. Renta de autos, reservaciones de restaurantes y uno que otro lujo al alcance del salario de las masas turísticas. En la perspectiva general la experiencia residual de un viajante común, suele no contener información alguna sobre cómo se vive lo que se vive en cada lugar ni qué nos une a las mejores luchas que se desarrollan en cada sitio del planeta. Viajar debería ser otra cosa. “Gana la ignorancia”.

¿Qué puede esperarse en las escuelas donde se enseña, hipotéticamente, algo que sirva para conocer y entender al mundo, sin moverse de las aulas? Sin moverse del televisor, sin abrir un libro. (En el caso de que existan -a la mano- libros capaces de combatir la “desnutrición cultural”) National Geographic, por ejemplo, emprendió -como muchos lo han hecho- el trabajo de “mostrar al mundo” pero bajo sus reglas de mostración y con el paquete ideológico que a ellos conviene inyectado en cada lugar, en cada hecho, en cada situación por ellos elegida. Así, vemos un mundo expuesto de tal forma que ni los “locales” se reconocen ante los eventos cotidianos más próximos o más cotidianos. Muestran al mundo como antropólogos ingleses (ajenos, distantes y pasajeros) de esos que a ellos les encanta convertir en locutores de sus series televisivas. Hay lugares que tienen la colección completa de sus videos y ni una sola comprensión del planeta. La Ideología de la clase dominante.

Toda persona tiene derecho a conocer su realidad como especie y como grupo social sometido a las tensiones de la lucha de clases. Tiene derecho a comprender su lugar en el modo de producción dominante y su lugar en las relaciones de producción. Tiene derecho a conocer la Historia de las condiciones que se le han impuesto y las posibilidades reales para salir de ellas. Conocer las luchas de sus pueblos y las luchas de otros pueblos que han luchado y luchan por salir de un mundo secuestrado por el capitalismo. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la salud, a la vivienda y a la educación y eso implica el derecho a conocer el mundo, libre y críticamente, en contacto con otras persona que, a su vez, también tienen derecho a conocernos y reconocernos como iguales, fraterna y solidariamente. No contar con eso es una pérdida histórica difícil de reparar. No contar con eso es un daño terrible a la especie humana y a su futuro. Impedirlo es un delito de lesa humanidad también agravado por cometerse con alevosía, ventaja y premeditación. Desnutrición cultural programada. ¿Qué hacemos?

Comparte este contenido:

Mitos sobre los niños superdotados

Por: Olga Carmona

Es imprescindible desmontar las falsas creencias a fin de transmitir un acercamiento más real sobre cómo son estos menores

Es muy frecuente comprobar en nuestro día a día cómo hay una serie de creencias falsas en torno a los niños superdotados o con Alta Capacidad y me parece imprescindible desmontarlos a fin de transmitir un acercamiento más real sobre cómo son estos niños.

Uno de los más generalizados es que Alta Capacidad es igual a Alto Rendimiento: ante la casi siempre acertada sospecha de algunos padres sobre la posible sobredotación de su hijo o hija, los profesores suelen contestar que ellos no han notado nada especial, que no sobresale en casi nada y que sus notas son mediocres cuando no directamente malas. Lo cual deja a los padres aún más confusos puesto que pareciera que ello es un indicador directo de que sus hijos no tienen altas capacidades. Nada más lejos de la realidad. Solo un porcentaje de niños superdotados tienen un alto rendimiento académico. La mayoría en cambio no destaca en las calificaciones, bien por aburrimiento, desmotivación o porque el sistema escolar suele estar orientado al aprendizaje secuencial y repetitivo lo que requiere un predominio del hemisferio cerebral izquierdo mientras que los niños superdotados funcionan con una alta dominancia del derecho, por lo que necesitan una forma diferente de aprendizaje.

Otro tópico generalizado es que tener Altas Capacidades es una garantía de éxito especialmente académico y que por tanto estos niños no necesitan ayuda. Esta es una creencia que deja sin recursos de apoyo tanto a padres como a niños. Es habitual comprobar como se ve con muy buenos ojos que si hay una cantidad de recursos limitados se destinen a aquellos que tienen problemas para alcanzar el aprobado o tienen trastornos de aprendizaje y se queden fuera los que en teoría “van sobrados”. Nada más lejos de la realidad y de la ley. Nuestro sistema educativo garantiza la atención a la diversidad y la propia ley española los define como Alumnos con Necesidades Educativas Específicas y su atención está recogida y contemplada por dicha ley. Estos alumnos, de no ser apoyados en su necesidad, es muy probable que acaben fracasando, abandonando un sistema educativo que no les tiene en cuenta, que no les brinda la oportunidad de desplegar su potencial, que les castra como personas y les hace sentir inferiores y fracasados. Y no hay que esperar a la Educación Secundaria para que eso ocurra: en nuestra práctica clínica cotidiana vemos casos de niños pequeños que ya han desarrollado una sintomatológica depresiva, rechazo escolar y trastornos psicosomáticos tales como asma, problemas de piel, trastornos digestivos, del sueño y de la alimentación, todo ello producto de la ansiedad que les produce encajar en un molde que les queda pequeño.

También es común la creencia de que los niños con Altas Capacidades lo son porque fueron extremadamente estimulados y que de no haber sido así, serían niños normotípicos. Esto tampoco es cierto: la sobredotación tiene un componente de herencia genética indiscutible. Obviamente, un ambiente estimular favorecerá la expresión de la altas capacidades pero encontramos niños superdotados en los ambientes menos favorecidos socioeconómica y culturalmente. Si, podemos aumentar la inteligencia de nuestros hijos con la estimulación adecuada (sin sobreestimular), pero categóricamente No podemos crear niños superdotados.

Un niño con Alta Capacidad no es un niño muy inteligente. Es un niño cuya inteligencia difiere en la cantidad, pero también en la cualidad: es una forma diferente de ser inteligente, de procesar y percibir el mundo, es un cerebro estructural y funcionalmente diferente.

También nos hemos encontrado con padres y lo que es más preocupante, con profesionales de la pedagogía y la psicología que abogan por “no hacer nada”, porque “así se normaliza y se le quita importancia”. Este planteamiento es tan contraproducente que nos cuesta trabajo entenderlo salvo que sea producto del miedo a no saber qué hacer o la necesidad de no enfrentar dicha realidad. Las sobredotación no puede normalizarse porque su esencia es precisamente su anormalidad, en tanto quienes lo son representan a tan solo un 2% de la población y es urgente, imprescindible, entender a un hijo sea como quiera que éste sea: conocer su realidad nos acerca y nos permite apoyarle.

Otro tópico es que los “niños con altas capacidades lo son siempre y en todo momento”: rotundamente no. Los niños son sobre todo niños con independencia de su especificidad y necesitan ser y comportarse como tales y sobre todo ser tratados como tales: permitir el error, la intolerancia a la frustración, las rabietas, el aburrimiento, el entusiasmo, el enfado, el juego… todo lo que implica la vivencia de una infancia sin prisa y manejando nuestras expectativas.

Realidades poco conocidas

Y de la misma manera que hay un montón de creencias distorsionadas muy generalizadas acerca de los niños con Altas Capacidades, hay otras realidades de estos niños muy poco conocidas:

Los niños con Altas Capacidades son extremadamente sensibles y por ello muy vulnerables. La mayoría de ellos tienen hiperexcitabilidades sensoriales o motrices: reacción excesiva ante ruidos, olores, luz intensa, muy movidos, les incomodan las etiquetas de la ropa, las telas rígidas como los vaqueros, determinadas texturas en los alimentos… Tienen un exacerbado sentido la justicia así como una empatía hiper desarrollada, lo que les lleva a percibir la realidad de forma muy ansiosa, acumulando grandes dosis de ansiedad al cabo del día que deriva muchas veces en comportamientos rígidos y obsesivos en un desatinado afán de canalizar toda su ansiedad.

Atender las necesidades emocionales de los niños con altas capacidades es la base para que puedan desplegar su potencial cognitivo: hoy sabemos que en el éxito hay un 30% de factores cognitivos y un 70% de factores emocionales.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/05/22/mamas_papas/1495462365_656352.html

Comparte este contenido:

“Mi escuela es formidable porque no hay reuniones”: ¿Dónde quedan los procesos participativos?

Por: Jaume Martínez Bonafé

Si cuando voy a la reunión del Claustro ya sé que nada va a cambiar, porque todo discurre en el interior de un campo de juego marcado por adelantado, es muy difícil ilusionarse por lo que aún se desconoce.

En una conversación con maestras y maestros de enseñanza primaria alguien dijo: “!Mi escuela es formidable porque casi no se hacen reuniones!”. ¿Qué le ha pasado a la democracia, al sentido original de la participación, al deseo en la construcción de lo público, para que nos aburran las reuniones?

No seré tan cínico como para dejar solo en la boca de aquel colega lo que a mí mismo me ha sucedido al vivir con resignación y hastío muchas de las convocatorias a reunión de Consejo de Departamento. La cuestión, por tanto, más allá de las actitudes de cada cual, es si los procedimientos de los que nos dotamos en los procesos participativos responden realmente a la construcción de un proyecto público o simplemente sostienen lo que es puramente formal: una democracia de consumo, algo ya construido para que no sea necesario soñarlo de nuevo.

Me parece imposible pensar, enriquecer, mejorar la escuela pública, hacer más pública la escuela pública, si no nos dotamos de procesos de discusión y toma de decisiones en los que la pluralidad real de la vida social se sienta reconocida, y los significados diversos con los que dotamos de sentido a nuestras prácticas no puedan ser conocidos y contrastados.

Somos sujetos políticos, sujetos sujetados, pero sujetos, con capacidad para la construcción del proyecto público de educación. Cuando se reduce, se niega, o se pervierte el sentido original de nuestra participación, se nos traslada a la condición de objeto, se nos impide sabernos, sentirnos sujetos. Me parece que el 15 M fue una clara manifestación de la indignación por el proceso progresivo de reduccionismo de nuestra capacidad de ser sujeto, de nuestra capacidad de poder y querer protagonizar la política, todos los sentidos cotidianos de la política.

Ustedes me disculparán este rollo, pero no puedo entender la escuela, la escuela que es de todos y todas, y que está hecha por todas y todos, no puedo entender ese espacio público común, dialógico y plural, sin la voluntad de participación activa y consciente de todos y todas. Por eso no sería mala idea que a quienes el asunto nos preocupa echáramos un vistazo, bueno, un vistazo en profundidad, a los mecanismos y dispositivos que poco a poco pervierten y dificultan la política viva, la política de la participación real en la escuela.

Apunto algunas cuestiones, que podrán estar presentes en ese análisis. La primera, la institucionalización burocratizante de la práctica. Recuerdo aquella escuela que hacía asambleas con los chavales los viernes por la tarde, y decía que practicaba la pedagogía freinet, mientras la vaciaba de significado. La segunda, la tecnologización de la experiencia educativa: un día le pedí a un colega de la Facultad sus horas de la tarde para hacer una salida a la ciudad con mis alumnos, y me dijo que me las cedería encantado pero tenía mucha dificultad porque le rompía su programación que desde el inicio de curso cumplía a rajatabla. La tercera, la profesionalización del expertismo. Nunca olvidaré la transformación de aquel despacho en el que originalmente se reunía un equipo de maestras en formato de dirección colegiada de la escuela, y acabó en desierto solitario de un barbudo que aportó sus titulaciones y diplomas para optar a la nueva dirección de la escuela. Cada cual puede proseguir su particular listado. Yo apuntaré una última cuestión: el sentido de la política y la participación: la política como eje de las transformaciones sociales o la política como negación de esas transformaciones, quedando en un plano puramente instrumental y técnico. Si cuando voy a la reunión del Claustro ya se que nada va a cambiar, porque todo discurre en el interior de un campo de juego marcado de antemano, es muy difícil ilusionarse por lo que todavía se desconoce, por lo que todavía puede ser posible.

Claro que el asunto problemático de la democracia real y la participación activa no está solo dentro de la escuela. También habrá que leerlo en otros planos o espacios institucionales. Si las leyes educativas se hacen al margen de la opinión, la experiencia, y el saber de los maestros y las maestras, de los padres y las madres, de los niños y las niñas, no me digan luego que esperan de estos sectores de la sociedad civil una ilusionada participación en la implementación y desarrollo de esas leyes. Algo de esto creo que se está recordando en la llamada Subcomisión para el Pacto Educativo. A ver si se hace posible.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/25/mi-escuela-es-formidable-porque-no-hay-reuniones-donde-quedan-los-procesos-participativos/

Comparte este contenido:

De los conflictos: una perspectiva institucional

Por: Xavier Besalú

Los conflictos son inevitables, sí. Una de las tareas de los centros es prevenirlos y evitarlos en lo posible. La institución tiene fuerza a la hora de determinar las condiciones de vida en su interior.

Un conflicto es un indicador, un síntoma: unas veces lo es de la diversidad de puntos de vista, de intereses o de logros que alcanzar y, otras, de rivalidades, incompatibilidades, odios u agravios… En cualquier caso, no siempre los conflictos pueden prevenirse -algunas veces incluso puede ser oportuno que aparezcan o estallen de manera controlada porque pueden convertirse en ocasiones impagables de aprendizaje-, ni son fácilmente identificables, ni siempre tienen una solución a corto o medio plazo, pero sí deben ser abordados y gestionados educativamente para resolverlos, si es posible, o para aprender a vivir con ellos.

Porque si la educación escolar es una preparación para la vida, sabemos a ciencia cierta que la vida en sociedades abiertas, heterogéneas, libres e individualistas como la española, estará plagada de situaciones conflictivas, tanto en el hogar como en el trabajo, como en los espacios y momentos de ocio. Inevitablemente. Por tanto, más vale que la escuela haya sido un buen campo de entrenamiento para lidiar con ellos con las herramientas adecuadas.

Son suficientemente conocidos los ramilletes de procedimientos y técnicas útiles para prevenir, gestionar y resolver conflictos en los centros educativos. Todos suelen tener por protagonista al alumnado. Sin embargo, en este texto pondremos el foco en las condiciones institucionales en las que se desarrolla la vida en los centros y en los docentes, tanto porque ostentan la autoridad y el poder por delegación de la sociedad en general y de las familias de estos alumnos en particular, como porque deben erigirse en “entrenadores” competentes para educar en y para los conflictos.

Probablemente el primer requisito sea el de generar y mantener un clima de confianza y comunicación a todos los niveles: entre el profesorado, con las familias, con el grupo-clase y con todos y cada uno de los individuos. La confianza evita malentendidos, favorece el diálogo, permite distinguir los problemas de las personas y no confundir el proceso con el problema mismo.

La educación en y para el conflicto no debería estar reñida ni con la cortesía, ni con la buena educación, ni con el reconocimiento y la acogida incondicional de las personas afectadas. Hoy día, en algunas ocasiones, se hace difícil conjugar la confianza con el respeto, pero no son términos antagónicos y en los centros educativos debemos esforzarnos por hacerlo posible corrigiendo determinadas conductas y actitudes del alumnado que de forma inconsciente confunden una cosa y otra, fruto a veces del desconcierto educativo de muchas familias. En este sentido, me parece importante reivindicar la autoridad del profesorado: la docencia tiene unas funciones asignadas y unas responsabilidades que ejercer o, dicho de otro modo, la docencia implica cierto grado ineludible de directividad. Pero hoy día la autoridad no la otorga la institución, ni se reconoce de oficio, ni puede ser impuesta sin más, sino que debe ser reconocida por el trabajo bien hecho, por el prestigio intelectual, por la solvencia moral, por algún tipo de “carisma” que contagie el placer de aprender y de crecer. El profesorado es el garante del clima relacional y de trabajo, es el primer responsable de las condiciones concretas de vida y aprendizaje en las aulas.

Mucho se ha escrito sobre la acción tutorial que -recordémoslo- es el conjunto de acciones que realiza el centro educativo y todos sus profesionales con el fin de favorecer la formación integral y la integración social del alumnado. Y que debe operar en dos planos distintos: el grupal, puesto que los grupos-clase tienen vida propia y son el marco más adecuado para abordar y trabajar determinadas competencias, habilidades y temas; y el individual, por desgracia tan olvidado, que significa que cada alumno debería contar con un profesor de referencia con el que mantener periódicamente una relación personalizada, asentada en la confianza mutua y en la confidencialidad necesaria, que permita ir más allá de la instrucción estricta para contemplar a la persona del alumno en su integralidad. Esta relación me parece especialmente importante en los institutos, justo cuando adolescentes y jóvenes viven momentos convulsos de tránsito y búsqueda, precisamente cuando necesitan poner distancia entre ellos y sus padres para convertirse en personas independientes y con identidad propia. La tutoría, esa atención personalizada, ese esfuerzo de comprensión y ayuda por parte del docente, es inherente a la docencia, forma parte del núcleo duro del oficio de enseñar y no debería ser visto como una carga añadida y molesta.

En lo que atañe a la tutoría grupal, las cosas están claras: el docente tutor de un grupo-clase es el responsable de cuidar de la educación emocional del alumnado, de gestionar los conflictos latentes o manifiestos que se den en el grupo y de estimular la participación de todos y cada uno. Caben aquí las dinámicas para la creación de vínculos reales dentro del grupo, las actividades para tomar conciencia de las propias percepciones, estereotipos y prejuicios, para entrenar las habilidades sociales, para conocerse a sí mismo, para tomar decisiones… Cabe también reivindicar de nuevo las asambleas de clase como espacios y tiempos para el aprendizaje de la deliberación y la democracia, como pilares contrastados de la tradición pedagógica progresista. Y el conocimiento, el análisis y la valoración de la actualidad, más allá de los titulares: porque la actualidad es siempre controvertida y puede ser leída desde lógicas y ópticas distintas; porque contiene componentes emocionales y morales de alto voltaje; porque obliga a la reflexión, a la escucha, a la argumentación; porque nos hace partícipes y responsables de la vida de los demás.

La evaluación -escribió hace ya algunos años Miguel Ángel Santos Guerra- es un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Si asumimos de verdad que en la escuela educamos a personas completas y en todas sus dimensiones, deberíamos romper ya con esa concepción de la evaluación que la constriñe a este artificio llamado materias o competencias y la asimila a las calificaciones o notas. Evaluar es el esfuerzo por conocer al otro, es decir, es el empeño por reunir información exhaustiva y fiable de una persona, para ayudarla, para orientarla, para que pueda superar las dificultades y problemas con que se encuentre, para que no se aburra en la escuela, para que tenga amigos, para que explore sus potencialidades y explote sus habilidades, para que sea consciente de sus lagunas y déficits y trate, en la medida de lo posible, de subsanarlos.

Y, ¿qué mejor que dialogar para conocer? Pongámonos a prueba: ¿seríamos capaces los docentes de escribir un par de páginas con información relevante y personalizada de cada uno de los alumnos a los que ponemos notas? Si el objetivo es ayudar, ponernos al servicio y a favor del alumnado, más que reunir información debemos comprender, es decir, entrar en las razones y en la lógica de los argumentos y las conductas del otro, saber de sus circunstancias y condicionamientos concretos, singularizar. Si evaluar fuera eso, sería prácticamente imposible que un docente no detectara el aislamiento de un alumno, que no se diera cuenta de su tristeza y su soledad, que no atisbara su sufrimiento, que no percibiera su silencio, su voluntad de pasar desapercibido, su distanciamiento, su desapego, su rabia, su autosuficiencia, su blindaje…

Los conflictos son inevitables, sí, pero entre las tareas de los centros educativos está el prevenirlos y evitarlos si es posible. La institución, lo estructural, sigue teniendo una gran fuerza para determinar las condiciones en que se desarrolla la vida en su interior. También la institución educativa.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/05/24/de-los-conflictos-una-perspectiva-institucional/

Comparte este contenido:
Page 1738 of 2493
1 1.736 1.737 1.738 1.739 1.740 2.493