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Igualdad de datos para la igualdad de género

Por: Glória Pallarés

Una corriente global promueve más y mejores datos sobre mujeres para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

 Algunos datos no cuentan toda la verdad y otros cuentan, incluso, mentiras. La infravaloración de las mujeres —de sus actividades y prioridades— en cada aspecto de la vida se replica en registros estadísticos y conjuntos de datos de todo el mundo. La mayoría de los datos globales sobre mujeres y niñas son incompletos o responden a prejuicios sobre lo que se supone que les está permitido hacer en cada sociedad. De hecho, faltan datos de calidad sobre aspectos tan elementales como el acceso de las mujeres a un documento nacional de identidad y a los servicios de salud, y sólo un 13% de los países tienen un presupuesto para elaborar estadísticas sobre sus ciudadanas. Ante esta realidad, organizaciones internacionales como la ONU y el Banco Mundial y entidades como la Fundación ONU se han puesto al frente de un movimiento global para promover más y mejores datos sobre la vida de las mujeres. El objetivo: fundar políticas más eficaces para avanzar en la igualdad de género y en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la ONU hasta 2030.

“Sin igualdad de datos no hay igualdad de género. Sólo si mejoramos los datos sobre mujeres podremos promover realmente la igualdad, aliviar la pobreza y progresar en los ODS”, afirma la directora ejecutiva de Data2X, Emily Courey Pryor, al timón de la iniciativa sobre datos de género de la Fundación ONU. La entidad ha identificado 28 lagunas de datos en cinco aspectos clave del empoderamiento de las mujeres y de las políticas de desarrollo: salud, educación, oportunidades económicas, participación política y seguridad humana. La carencia abarca cuestiones como mortalidad materna y salud de las adolescentes, exclusión del sistema educativo y resultados de aprendizaje.

 También falta información esencial sobre propiedad de activos por parte de mujeres; acceso a teléfonos móviles e Internet; registro de votantes, y participación en procesos como negociaciones de acuerdos de paz. Y no se acaba aquí. Según el científico de Datos senior del Banco Mundial Tariq Khokar, menos de un tercio de los países tiene datos sobre trabajo informal y emprendimiento desglosados por sexo. En cuanto a violencia machista, sólo el 41% de los Estados produce datos al respecto, apunta la ONU. Estas informaciones raramente incluyen a mayores de 49 años y a menudo sirven de poco porque no son comparables en el espacio o en el tiempo —no permiten seguir ni la evolución del fenómeno ni confrontar las políticas de diferentes países para ver cuáles son más eficaces.

Malos datos, malas políticas

Estas lagunas están causadas tanto por los datos de mala calidad como por la ausencia de datos. Los malos datos resultan de sesgos en las mediciones que refuerzan los estereotipos de género y distorsionan la realidad, haciendo que las mujeres parezcan más dependientes y menos productivas de lo que son —en África, por ejemplo, las mujeres producen el 70% de los alimentos y representan más del 80% de la economía informal, estima la ONU. “Las políticas elaboradas en base a estos datos inexactos y que tergiversan la realidad no pueden mejorar el bienestar de las mujeres y niñas a las que se dirigen”, explica Pryor. La ausencia de datos se da cuando no se recoge ninguna información sobre facetas cruciales de la vida de las mujeres. A menudo, ello se debe a normas sociales dañinas sobre lo que se permite hacer a las mujeres y a las niñas.

Los datos de género incluyen tanto las estadísticas y nuevas fuentes de datos desglosadas por sexo como las que arrojan luz sobre cuestiones que afectan específicamente a las mujeres. Estos datos revelan diferencias injustas en el acceso a oportunidades; ilustran las necesidades, aspiraciones y logros de las mujeres, y ayudan a diseñar políticas y programas de desarrollo y ayuda humanitaria eficaces para que puedan prosperar. Para Pryor, su importancia trasciende la igualdad entre hombres y mujeres: “una visión transversal de género y de derechos humanos es imprescindible para el éxito de otros ODS, desde la educación de calidad hasta el trabajo decente, el crecimiento económico y los ideales de paz, justicia y fortaleza institucional”. El reto es grande, pero las oportunidades que ofrece la nueva Agenda de Desarrollo 2030, también.

Construcción de una presa en Sri Lanka. Los datos de género son clave para avanzar en la inclusión de las mujeres en todas las esferas de la vida económica y social. 
Construcción de una presa en Sri Lanka. Los datos de género son clave para avanzar en la inclusión de las mujeres en todas las esferas de la vida económica y social. Lakshman Nadaraja Banco Mundial

Proyectos pioneros

La buena noticia es que se puede empezar a cambiar esta situación desde hoy mismo, y con las herramientas y fuentes de datos existentes. Open Data Watch y Data2X han identificado 16 indicadores sobre mujeres relativos a ocho de los 17 ODS —cero pobreza y hambre, salud, educación, igualdad de género, trabajo decente, reducción de desigualdades, así como paz, justicia e instituciones fuertes. Todos se pueden empezar a medir ahora. “Los nuevos indicadores y aquellos para los que ya existen datos son complementarios para medir el progreso en los ODS, pero estos 16 ofrecen la oportunidad de poner en marcha la obtención de datos en la mayoría de países y con un bajo coste”, explica Data2X. Además de promover políticas inclusivas, una finalidad es ofrecer a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil los datos necesarios para supervisar a los gobernantes.

Para ir más allá de los recursos existentes, Data2X también se ha aliado con organizaciones públicas y privadas para explorar el potencial de las nuevas tecnologías y el big data —la avalancha de datos digitales generados por las personas en su vida cotidiana— con vistas a rellenar las lagunas de datos sobre mujeres a nivel global. Con este objetivo, ha puesto en marcha proyectos piloto pioneros basados en datos geoespaciales, informaciones de tarjetas de crédito y móviles, y redes sociales, respectivamente.

Uno de los proyectos, cuyos primeros resultados se publicarán este 2017, utiliza imágenes de satélite para aumentar la resolución espacial de datos existentes sobre alfabetización de las mujeres, atrofia del crecimiento y acceso a contraceptivos modernos en Kenia, Nigeria, Tanzania, Bangladesh y Haití. “Muchas cuestiones sociales y de salud están correlacionadas con fenómenos geoespaciales, por lo que este tipo de información permite estimar el bienestar en zonas donde no se han realizado sondeos”, avanza la organización. Dicha combinación de fuentes de datos nuevas y tradicionales se puede utilizar para cubrir poblaciones remotas que jamás ha pisado un agente del censo, indica la máxima autoridad de Estadística de la ONU, Stefen Schweinfest, cuya División actúa de secretariado del I Foro Mundial de Datos ONU celebrado entre este 15 y 18 de enero en Cape Town (Sudáfrica) y cuya segunda edición está prevista para la segunda mitad de 2018.

Si un proyecto captura el bienestar de las personas desde el aire, otro lo hace desde las redes sociales. Global Pulse ONU, iniciativa dedicada al aprovechamiento del big data para el desarrollo y la acción humanitaria, ha colaborado con Data2X y la Universidad de Leiden (Países Bajos) para desarrollar una herramienta que permita identificar, de forma automática, el sexo de los usuarios de Twitter. Según explica el científico jefe de Datos de Global Pulse ONU, Miguel Luengo-Oroz, la herramienta infiere el sexo comparando el nombre de usuario con una base de datos de nombres predefinidos. Si quedan dudas, analiza las fotos de perfil con un programa de reconocimiento de caras. Aunque el estudio aún no se ha publicado, Luengo-Oroz avanza que ya se observan unos primeros resultados prometedores, en el sentido de que es posible captar —en tiempo real— cuáles son las preocupaciones de las mujeres en cuestiones como salud y educación. Prioridades que difieren de las de los hombres y que a menudo no están recogidas en ningún otro conjunto de datos.

Retos y oportunidades

Como con todas las innovaciones, hay que utilizar el big data con sentido común.

Pryor de Data2X destaca el “tremendo potencial” de esta nueva fuente para rellenar lagunas de datos, pero remarca que debe combinarse con buenos sondeos y métodos clásicos de investigación en ciencias sociales para validar los resultados y corregir desviaciones. El Banco Mundial ha elaborado directrices para mejorar encuestas empresariales y de hogar, al tiempo que ayuda al sector privado a desglosar los datos por sexo y “está incorporando enfoques de big data a sus propias actividades e investigaciones cuando es necesario”, ilustra Khokhar.

Una visión transversal de género y de derechos humanos es imprescindible para el éxito de otros ODS

En el uso de big data, hay otro aspecto crucial a tener en cuenta: la brecha digital entre mujeres y hombres ­—ellas tienen un acceso menor a teléfonos móviles e Internet, sobre todo en zonas rurales. “Por ello abogamos con tanta fuerza por los conjuntos de datos complementarios”, insiste Pryor. Esto significa que, si en un territorio hay una parte de la población que no utiliza herramientas digitales, este grupo sólo se podrá identificar a través de sondeos clásicos sobre el terreno. “No podemos utilizar big data sin tomar en cuenta los potenciales sesgos basados en quien accede a las herramientas digitales”.

Por este y otros motivos, Data2X se dedica a aunar investigadores y agencias de la ONU para garantizar que las mujeres son incluidas en el ámbito emergente de los datos —y del big data— para el desarrollo. Con esta misma motivación ha participado en el Foro Mundial de Datos de la ONU, en el que 1.000 profesionales de diversos ámbitos —sectores público, privado, académico y de organizaciones sociales— se han dado cita por primera vez en torno al uso de datos para los ODS. Para Pryor, los Objetivos de Desarrollo Sostenible suponen una oportunidad sin precedentes para reformar sistemas de datos deficientes y sesgados y para priorizar los datos de género a nivel global. El Foro también ha supuesto una oportunidad para reivindicar la importancia de estos datos. “La cuestión de los datos de género se suele abordar entre los especialistas de género; esta ha sido una oportunidad para que también se debata entre los profesionales de la estadística y de datos”.

Desigualdad de datos y futuro

Los datos de género no lo tienen fácil. Deben abrirse paso en un mundo en el que sólo 34 países tienen datos accesibles y de alta calidad sobre algo tan importante —y tan elemental— como la causa de muerte de los ciudadanos. Un mundo en el que 120 millones de niñas menores de 20 años han sufrido violencia sexual, según la ONU —un indicador simple, pero contundente, de la valía que se otorga a las mujeres. Por si fuera poco, los datos de género tienen que hacerse hueco en un mundo con un nuevo desequilibrio: la desigualdad de datos.

“Se están abriendo grandes brechas entre los que tienen datos y los que no los tienen. Si no se actúa, se levantará una nueva frontera de desigualdad, dividiendo el mundo entre los que saben y los que no saben”, alerta en un informe el Grupo Asesor de la ONU sobre revolución de datos. Muchas personas están excluidas del nuevo mundo de los datos y la información por barreras lingüísticas, pobreza, falta de educación o de infraestructura tecnológica, aislamiento y discriminación —prosigue el Grupo, que se refiere a la división de las personas entre “ricas o pobres en información”. En todas estas categorías, y dentro de todos los países, los 3.500 millones de mujeres del mundo son uno de los grupos que salen peor parados.

Para avanzar en la inclusión de las mujeres en todos las esferas de la vida económica y social, Pryor de Data2X hace cuatro llamamientos a la acción. Pide que se apoye a los profesionales para que los desglosen por sexo y hagan encuestas sin sesgo. También pide apoyo para los gobernantes comprometidos con invertir en datos de calidad, y llama a explorar el potencial de los datos en manos del sector privado. Finalmente, insta a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil a reclamar datos de género, y a usarlos para garantizar la rendición de cuentas por parte de sus administraciones. “Medimos lo que valoramos y valoramos lo que medimos. Comprendiendo las necesidades de las mujeres, podemos trabajar juntos para asegurar que —en el espíritu de los ODS— no se las deja atrás”.

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Afganistán lucha en silencio por la libertad y la igualdad

Por: Mundiario

El empoderamiento de la mujer requiere, como etapa previa, lenta y compleja, el fortalecimiento del Gobierno, su auténtica democratización y una educación de calidad.

Afganistán, con una población de 28 millones de habitantes según datos de 20091, adolece de una compleja y delicada situación socio-económica y política que lo ha situado en el puesto 171, según el informe del Índice de Desarrollo Humano publicado por PNUD en 2015, encasillando su índice de desarrollo humano entre los más bajos.

El recrudecimiento de la guerra, iniciada desde hace más de 30 años, y cuyas víctimas mortales se calculan en 10.000 en 20142, la depresión que la misma ha producido en la sociedad afgana, la pobreza que afecta al 40% de la población3, la corrupción y la impunidad, el aumento desmesurado de los actos de violencia, que llegó en 2014 al 22%4, dibujan un oscuro horizonte y explican los muy altos casos de suicidio (860% desde 2012 hasta agosto de 2016) estimados en 11.571 solo en 2016 (casi 31 personas al día), y llevados a cabo por mujeres en su mayoría (como veremos más adelante), cifra que supera las bajas civiles provocadas por la guerra5.

Afganistán, pese a ser un país rico en petróleo y gas (que lamentablemente son explotados por intereses postcoloniales) está sufriendo una aguda crisis económica. La caída del régimen de Talibán en 2001 parece que no ha mejorado el país, como se sostiene en un documental realizado en el mismo por “National Geographic Abu Dabai”6.

El objetivo que se persigue en el presente trabajo, es abordar la situación del país desde un punto de vista analítico, a la luz de los índices de desarrollo humano publicados por PNUD en 2015.

El bajo Índice de Desarrollo Humano (en adelante, IDH) en Afganistán (0,465) es debido a varios factores socio-económicos, así como al grado de transparencia de las instituciones estatales. El reparto inequitativo y desigual de las riquezas y la corrupción hicieron que el IDH perdiera 31,4, retrocediendo a 0,319.

Para explicar mejor el IDH, nos centraremos en los tres criterios principales para medirlo: los ingresos per cápita, la salud y la educación. Hecho esto, pasaremos al tema de género.

Como lo hemos indicado anteriormente, los ciudadanos viven con 1,45 dólares al día, y uno de cada tres vive en pobreza absoluta. La violencia y la inestabilidad del país a causa de la guerra, como lo hemos indicado anteriormente con datos estadísticos, tuvieron como consecuencia la inflación y la extensión de la pobreza.

Los ciudadanos recurren a las dos principales fuentes de ingresos para salir de la pobreza: la droga, que constituye en torno al 60% de la economía afgana, dado que el país es productor del 93% del opio del mundo, y la agricultura, de la que dependen 9 de cada 10 afganos7. La industria de la droga produjo graves daños en la salud de los afganos, a la que recurren algunos para “aliviarse” de los efectos psicológicos que la guerra les causó, al ser asesinados algunos o todos los miembros de su familia8.

Solo el 24% de los afganos tiene acceso a agua potable9, y solo 4 de cada 10 cuentan con servicios básicos de salud. Asimismo, mueren 152 niños menores de un año por cada 1000 nacidos vivos, tasa que se estima la tercera peor del mundo, y casi uno de cada cinco niños muere antes de cumplir los cinco años de edad10. En cuanto a la tasa de mortalidad materna, el país ha registrado la más alta del mundo según datos del 30 de marzo de 201011. Todos estos alarmantes indicadores en términos de salud, que es uno de los criterios más importantes de bienestar social, explican el por qué la esperanza de vida en Afganistán alcanza tan solo 44 años según datos de 200912.

Otro indicador del bajo desarrollo humano en Afganistán, es el referido a la educación, altamente peor por un pensamiento extremista contrario a la educación de las mujeres (dicho pensamiento es a nivel ciudadano, no gubernamental, como veremos más adelante).

El 95% de las niñas no terminan la enseñanza secundaria, y el 85% de mujeres son analfabetas frente al 50% de tasa masculina13. Además, de las 13000 estudiantes matriculadas en los grados 8° y 9° del curso escolar 2015-2016, solo 650 consiguieron graduarse, según datos del Gobierno afgano14. Entre los argumentos esgrimidos acerca de estas preocupantes cifras, podemos señalar, en primer lugar, la situación misma del país, que sobrevive en medio de la guerra, y lo que ésta supone de destrucción y deterioro de la capacidad productiva del país, tanto en educación como en salud y agricultura; en segundo lugar, es de subrayar un pensamiento androcéntrico radical, heredado de prácticas ancestrales y/o que es propio de una forma de razonar inspirada en juicios personales sin ninguna solidez argumental, o en una visión masculinizada de la realidad que se remonta a tiempos remotos, al ver que la educación es exclusivamente para hombres, o que la participación femenina en la sociedad podría llevar al deterioro moral. En este caso, la única forma de mejorar la situación de la mujer, es educar a los niños y familiarizarlos con la igualdad, la solidaridad y el respeto mutuo, creando programas educativos que incluyan al elemento femenino como actor de participación sine qua non en la sociedad.

La violencia machista en el país asiático no se queda solamente en el plano familiar, sino que se extiende más allá del mismo. Hay un grupo de presión extremista que ha llevado a cabo sucesivos ataques con gas contra escuelas de niñas, en represalia contra el apoyo gubernamental a la educación femenina. Decenas de niñas fueron hospitalizadas, otras amenazadas con ácido en la cara, y los docentes recibieron amenazas de muerte15. Como consecuencia de todo ello, desde enero hasta septiembre de 2016, alrededor de 210 escuelas han sido cerradas y unas 20.500 niñas han abandonado la escuela, según datos de ONU16.

Subyacen otras razones detrás del fracaso escolar, siendo una de las principales el trabajo infantil, que afecta al 26% de los 14 millones de niños en edad escolar, al que se le agrega, evidentemente, la pobreza17.

Los datos estadísticos sobre el deficiente acceso a la electricidad (que cubre tan solo el 7% de la población)18, el agua (que cubre tan solo el 24% de la población)19, la educación (accesible solo al 50% de hombres y al 15% de mujeres)20, y los indicadores de pobreza (1 de cada 3 vive en pobreza absoluta)21 y la salud (solo 4 de cada 10 cuentan con servicios básicos de salud)22, nos demuestran hasta qué punto los 35000 dólares inyectados en el país por la comunidad internacional entre 2002 y 2009, no se ha visto reflejado en la vida de los afganos/as, debido a que dichos fondos fueron destinados fundamentalmente al mantenimiento de la seguridad en la zona23.

Pasemos ahora a tratar el tema de género en Afganistán. El país ocupa el puesto 152 de un total de 188 países que aparecen en el Informe de IDH de 2015, con un índice de desigualdad estimado en 0,693. Además, según datos de Naciones Unidas y de la Asociación Revolucionaria de Mujeres en Afganistán, el 60% de las mujeres son obligadas a contraer matrimonio antes de los 18 años24, y el 57% de las niñas son obligadas a hacerlo antes de cumplir 16 años25; asimismo, el 80% es víctima de violencia doméstica26. A esto se le suman otras lacras sociales, como los abusos sexuales que, junto con los matrimonios forzosos, son considerados la causa principal de los suicidios registrados en el país, según un informe de 2014 del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)27.El país cuenta con el 25% de las diputadas de un tal de 64 diputados28; no obstante, esta reducida representación femenina sufre restricciones y amenazas por sus discursos en pro de los derechos de la mujer. Por citar solo un ejemplo, Malalai Joya, una de las diputadas del Parlamento, fue expulsada por sus reivindicaciones feministas, aun cuando la ley no contempla la posibilidad de expulsar a nadie del Parlamento. Pese a las amenazas de muerte que ha recibido y los atentados fracasados que ha sufrido, se resolvió no abandonar el país, y cumplir con su trabajo en la clandestinidad.

Otro dato a destacar al respecto es el que han confirmado algunas ONGs, al dar a conocer que la participación femenina en las elecciones del 20 de agosto de 2016, ha llegado a cero en algunas regiones del sur29. Por su parte, la ONU arroja una cifra del solo 5% de los casos de violencia machista que acaban en un tribunal, pese a que el Gobierno afgano ratificó en 2003 la convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación de Género (CEDAW)30. La razón hay que buscarla, por tanto, en el miedo de la víctima a denunciar, a raíz principalmente del miedo a caer en la más absoluta pobreza, ya que muchas dependen económicamente de sus maridos. A continuación, presentamos una comparativa entre Sudáfrica (IDH medio), México (IDH alto) y el país que aquí nos ocupa (desarrollo humano bajo), según los indicadores de desarrollo humano aportados por PNUD en 2015.

Finalmente, me gustaría señalar que a pesar de estos preocupantes indicadores, la sociedad afgana se ha ido mejorando poco a poco en el ámbito de los derechos humanos y en materia de igualdad de género. Las mujeres afganas van ocupando poco a poco cargos en el Parlamento, desde donde pueden defender sus derechos y la igualdad de género, pese a las amenazas que reciben; también es de destacar la presencia femenina en sectores vitales de la economía afgana.

El análisis de los aspectos desarrollados en el presente trabajo, me ha llevado a una serie de conclusiones que puedo desglosar a continuación:

> El bajo IDH (medido a base de la calidad de educación, la salud, así como los ingresos per cápita), no es debido a una única razón, sino a la confluencia de varios factores, tales como la violencia, la guerra, la distribución desigual de los ingresos económicos, etc.

> Dicha violencia y la inseguridad hace difícil la prosperidad del país y la protección de los derechos humanos, sobre todo los de las mujeres.

> El empoderamiento de la mujer requiere, como etapa previa, lenta y compleja, el fortalecimiento del Gobierno, su auténtica democratización, y una educación de calidad.

Las potencias internacionales deben dejar de explotar los recursos naturales de los países no desarrollados. De la decadencia de éstos ha podido prosperar la economía de los más desarrollados.

1     “Sobreviviendo     en     Afganistán”,      BBC,      09       de     agosto      de      2009,      disponible en <http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)

  1. “La continua violencia en Afganistán condena a la población a la pobreza”, El Economista, 09 de febrero de 2015, disponible en <http://ecodiario.eleconomista.es/oriente-medio/noticias/6460347/02/15/El-CICR-denuncia-que-la-continua-violencia-en-Afganistan-condena-a-la-poblacion-a-la-pobreza.html> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  2. Un 40% de la población afgana vive con menos de 1,45 dólares al día. Véase al respecto: “Gani pide apoyo para que Afganistán supere los retos de pobreza y terrorismo”, El Día, 05 de octubre de 2016, disponible en <http://eldia.es/agencias/8892646-CONFERENCIA-AFGANIST-N-Gani-pide-apoyo-Afganistan-supere-retos-pobreza-terrorismo> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016). Además, 1 de cada 3 afganos vive en pobreza extrema. Véase al respecto: “Un informe de la ONU revela como la corrupción en Afganistán agrava la pobreza”, El Día, 30 de marzo de 2010

7 Op., cit.,<http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)

<https://www.youtube.com/watch?v=VgopSihB7fY>

  1. “Un informe de la ONU revela como la corrupción en Afganistán agrava la pobreza”, El Día, 30 de marzo de 2010, disponible en <http://web.eldia.es/sociedad/2010-03-30/14-informe-ONU-revela-como-corrupcion-Afganistan-agrava-pobreza.htm> (Fecha de consulta: 29 de diciembre de 2016)
  2. Op. Cit.,<http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  3. “Un informe de la ONU revela como la corrupción en Afganistán agrava la pobreza”, El Día, 30 de marzo de 2010, disponible en <http://web.eldia.es/sociedad/2010-03-30/14-informe-ONU-revela-como-corrupcion-Afganistan-agrava-pobreza.htm> (Fecha de consulta: 29 de diciembre de 2016)
  4. Op., cit.<http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  5. “Afganistán se olvida de las mujeres”, El País, 24 de agosto de 2009, disponible en<http://elpais.com/diario/2009/08/24/internacional/1251064801_850215.html> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)​
  1. “Las niñas de Afganistán que se visten como niños para poder estudiar”, El Mundo, 14 de junio de 2016, disponible en<http://www.elmundo.es/sociedad/2016/06/14/575eab9922601d0f768b4596.html> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  2. “Ataque talibán contra escolares afganas”, El País, 26 de abril de 2010, disponible en<http://elpais.com/diario/2010/04/26/sociedad/1272232806_850215.html> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016).
  3. “Mujeres y niñas afganas, las grandes olvidadas del conflicto”, El Mundo, 25 de noviembre de 2015, disponible en <http://www.elmundo.es/sociedad/2015/11/25/5655e2f922601d567b8b45f3.html> (Fecha de consulta: 29 de diciembre de 2016)
  1. “Afganistán anuncia medidas tras denuncia sobre la lacra del trabajo infantil”, El Confidencial, 14 de julio de 2016, disponible en <http://www.elconfidencial.com/ultima-hora-en-vivo/2016-07-14/afganistan-anuncia-medidas-tras-denuncia-sobre-la-lacra-del-trabajo-infantil_965589/>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  2. Op. Cit.,<http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  3. Op., cit., <http://web.eldia.es/sociedad/2010-03-30/14-informe-ONU-revela-como-corrupcion-Afganistan-agrava-pobreza.htm> (Fecha de consulta: 29 de diciembre de 2016)
  4. Op. Cit., <http://elpais.com/diario/2009/08/24/internacional/1251064801_850215.html> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  5. Op., Cit., <http://web.eldia.es/sociedad/2010-03-30/14-informe-ONU-revela-como-corrupcion-Afganistan-agrava-pobreza.htm> (Fecha de consulta: 29 de diciembre de 2016)
  6. Op. Cit.,<http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  7. Op. Cit., <http://web.eldia.es/sociedad/2010-03-30/14-informe-ONU-revela-como-corrupcion-Afganistan-agrava-pobreza.htm> (Fecha de consulta: 29 de diciembre de 2016)
  8. Op., Cit., <http://elpais.com/diario/2009/08/24/internacional/1251064801_850215.html> (Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  9. Op., Cit.,<http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>(Fecha de consulta: 28 de diciembre de 2016)
  10. Ibid., <http://www.bbc.com/mundo/internacional/2009/08/090723_vida_afganistan_jp.shtml>.

 

Fuente: http://www.mundiario.com/articulo/sociedad/afganistan-lucha-silencio-libertad-igualdad/20170114160049076173.html

 

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Trump Presidente: Las palabras y los hechos

Por: Atilio Borón

Este viernes Donald Trump se convertirá en el 45ª presidente de Estados Unidos. El consenso entre los analistas, salvo pocas excepciones, es que durante su gestión “veremos cosas terribles”, como asegura Immanuel Wallerstein refiriéndose al primer año de su gestión. También dice, y lo subraya con razón el especialista panameño en asuntos estadounidenses, Marco Gandásegui, que el magnate neoyorquino es un personaje “totalmente impredecible”. De ningún presidente estadounidense podemos esperar nada bueno. No porque sean malvados sino porque su condición de jefes del imperio les impone ciertas decisiones que en la soledad de su escritorio probablemente no tomarían. Jimmy Carter es un ejemplo de ello; un buen hombre, como tantas veces lo recordara Fidel. Y Raúl más de una vez se encargó de decir que el bloqueo contra Cuba y la invasión de Bahía Cochinos comenzaron cuando Obama ni había nacido, y apenas contaba un año cuando se produjo la crisis de los misiles en Octubre de 1962.
¿Adónde voy con esta reflexión? A señalar que no sería para nada extraño que bien pronto la inflamada retórica de DT deje de tener un correlato concreto en el plano más proteico de los hechos políticos, económicos y militares. Trump es lo que en la jerga popular norteamericana se llama “un bocón”. Por eso habrá que ver qué es lo que logra concretar de sus flamígeras amenazas una vez que deje de vociferar desde el llano y se inserte en los gigantescos y complicadísimos engranajes administrativos del imperio. No cabe la menor duda de que el personaje es un hábil demagogo, que agita con maestría un discurso reaccionario, racista, homófobo, belicista, transgresor y “políticamente incorrecto” por designio propio. Pero su irresistible ascenso no sólo es un efecto de su habilidad como publicista y la eficacia de su interpelación demagógica. Es síntoma de dos procesos de fondo que están socavando la primacía de Estados Unidos en el sistema internacional: uno, la ruptura en la unidad política-programática de la “burguesía imperial” norteamericana, dividida por primera vez en más de medio siglo en torno a cuál debería ser la estrategia más apropiada para salvaguardar la primacía norteamericana. Dos, los devastadores efectos de las políticas neoliberales con sus secuelas de exclusión social, explotación económica y analfabetismo político inducido por las elites dominantes y que arrojó a grandes sectores de la población en brazos de un outsider político como Trump que en épocas más felices para el imperio hubiera sido barrido de la escena pública en las primarias de New Hampshire.
Trump dijo, e hizo, antes de entrar a la Casa Blanca, cosas terribles: desde acusar a los mexicanos (y por extensión a todos los “latinos”) de ser violadores seriales, narcotraficantes y asesinos hasta declarar públicamente, para horror de los alemanes, que era “germanofóbico”. O de provocar al dragón chino llamando por teléfono a la presidenta de Taiwán, lo que motivó una inusualmente dura protesta de Beijing; decirles a los europeos que la OTAN es una organización obsoleta y que lo del Brexit fue una buena decisión. Pero como aseguran los más incisivos analistas de la vida política norteamericana, por debajo de la figura presidencial (o, según se lo mire, por encima de ella) está aquello que Peter Dale Scott denominó como “estado profundo”: el entramado de agencias federales, comisiones del Congreso, lobbies multimillonarios que por años y años han financiado a políticos, jueces y periodistas, el complejo militar-industrial-financiero, las dieciséis agencias que conforman la “comunidad de inteligencia” , tanques de pensamiento del establishment y las distintas ramas de las fuerzas armadas, todas las cuales son las que tendrán que llevar a la práctica –o “vender” política o diplomáticamente- las bravuconadas de Trump. Pero esos actores, a quienes nadie elige y que ante nadie deben rendir cuentas, tienen una agenda de largo plazo que sólo en parte coincide con la de los presidentes. Ocurrió con Kennedy, después con Carter y Obama, y seguramente volverá a pasar ahora. Dos ejemplos: el jefe del Pentágono James “Perro Rabioso” Mattis puede hacer honor a su apodo pero difícilmente sea un idiota y por buenas razones -desde el punto de vista de la seguridad del imperio- no quiere saber nada con debilitar a la OTAN. Y va a ser difícil que Stephen Mnuchin, el Secretario del Tesoro designado, un hombre surgido de las entrañas de Goldman Sachs, vaya a presidir una cruzada proteccionista y auspiciar el “populismo económico” contra el cual combatió sin resuello durante décadas desde Wall Street.
¿Significa esto que deben tenernos sin cuidado los exabruptos verbales de Trump? De ninguna manera. Será preciso, más que nunca, estar alertas ante cualquier tropelía que pretenda hacer en Nuestra América. Sin duda continuará con la agenda de Obama: desestabilizar a Venezuela, promover el “cambio de régimen” (vulgo: contrarrevolución) en Cuba, acabar con los gobiernos de Bolivia y Ecuador y encuadrar, una vez más, a los países del área como obedientes satélites de Washington. Para lograr este objetivo, ¿irá a escalar esta agresión, que Obama no quiso, o no pudo, detener? Es muy poco probable. Ronald Reagan, con quienes a veces torpemente se lo compara, intervino abiertamente en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Granada y en la Guerra de las Malvinas. Pero era otro contexto internacional: había un fenomenal tridente reaccionario formado por el propio Reagan con Margaret Thatcher y Juan Pablo II empeñado en demoler los restos del Estado de Bienestar y los proyectos socialistas; el Muro de Berlín estaba agrietado y la URSS venía cayendo en picada, sepultando a Rusia; y China no era ni remotamente lo que es hoy. Estados Unidos estaba llegando al apogeo de su poderío internacional. Hoy, en cambio, ya comenzó su irreversible declinación y el equilibrio geopolítico mundial es mucho menos favorable para Washington. Difícil, por no decir imposible, que el descarado intervencionismo reaganiano pueda ser replicado por DT en esta parte del mundo. Y si lo hiciera tropezaría con una generalizada repulsa popular que, como lo advirtiera Rafael Correa, movilizaría en contra de Washington a grandes masas en toda la región. Conclusión: el personaje es voluble, caprichoso e impredecible, pero el “estado profundo” que administra los negocios del imperio a largo plazo lo es mucho menos. Y en estos pasados quince años los pueblos de Nuestra América aprendieron varias lecciones.
Fuente: http://www.atilioboron.com.ar/
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Futuro de la educación técnica y tecnológica

Por: Pedro Flores Crespo

Con el propósito de reflexionar sobre cómo se va a ubicar la educación y formación técnica y profesional (EFTP) en la nueva agenda del desarrollo, la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Oreal) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), convocó a un grupo de expertos para discutir las experiencias de los distintos países de la región y, sobretodo, para elaborar un documento que presente una posición sobre esta modalidad educativa.

En México, los retos de la educación técnica y tecnológica —también llamada profesional—, son diversos. En primer lugar, mencionaría la ubicación histórica de la EFTP. Ante la necesidad de habilidades intelectuales y sociales que demandan los nuevos fenómenos globales, la educación técnica y tecnológica tiene que ser repensada de manera muy distinta al modelo planificador e industrial que corrió desde la posguerra hasta la década de los setenta. Hay que tener la “sabía virtud de conocer el tiempo”, diría el poeta mexicano Renato Leduc.

Muy relacionado con la relevancia histórica del modelo de la EFTP está, en segundo lugar, su función dentro de la sociedad. ¿Se quiere que la educación técnica o vocacional sirva solamente para que las personas más pobres encuentren empleo en un mundo en donde las tendencias marcan alteraciones notables del trabajo y las ocupaciones? Desde mi perspectiva, la educación técnica, vocacional o tecnológica tiene que repasar críticamente su enfoque adecuacionista, es decir, su añeja pretensión de responder, por medio de las carreras y planes de estudio, a las demandas específicas del sector empresarial y productivo. Asimismo, se tiene que mostrar por medio de estudios de tipo longitudinal, si la pretensión de ofrecer habilidades para el empleo a los más pobres no derivó en estratificación social. ¿O será verdad que al estudiar una opción técnica o profesional los jóvenes pueden cambiar de clase social y grupo de estatus?

Pienso que formar bajo rígidos planes de estudio a las niñas, niños y jóvenes más pobres puede ser regresivo debido a que esto puede complicar, primordialmente, su ampliación de posibilidades reales de vida (PNUD), el cual es un proceso mucho más amplio que entrar al mercado laboral. Reportes de organizaciones internacionales, diversos estudios de egresados e incluso, encuestas a empleadores coinciden en señalar que se requiere formar personas con “competencias blandas” —como se dijo en la reunión de Santiago— y no sólo con destrezas específicas para empleos que solo imagina y propone un ocurrente emprendedor “exitoso”.

Ahora, en pleno siglo veintiuno, saber desempeñar una tarea específica es algo menos importante que cultivar la habilidad de saber cómo “aprender a aprender”. De hecho, en la reunión de Santiago se habló recurrentemente de la manera en que la educación técnica y tecnológica se debía integrar a la perspectiva del aprendizaje a lo largo de la vida. A mi juicio, una manera de lograr esta transición va por al menos dos vertientes. La primera es de corte institucional, es decir, se requiere estudiar la manera en que operan los diversos subsistemas de la educación técnica o tecnológica para certificar con base en habilidades y no en créditos u otro esquema de control burocrático ineficaz. ¿En verdad queremos construir una sociedad basada en el conocimiento o solo es puro discurso de los funcionarios estatales?

Se requiere, a mi juicio, un marco institucional que reconozca lo que algunos han llamado “portabilidad de conocimientos” (Székely) para que el sujeto se mueva libremente en las distintos tramos, niveles o modalidades educativos. Varios estudios en México han mostrado lo tortuoso que es para un Técnico Superior Universitario (Isced 5B) revalidar sus estudios para continuar su aprendizaje a lo largo de la vida. Lo que enfrentan los TSU —y muchos otros jóvenes en el sistema universitario de México— es una “carrera de obstáculos”, como bien observó Salvador Ruiz de Chávez, ex vocal de los Comités Interinstitucionales de Evaluación para la Educación Superior (Ciees).

La segunda vía para tratar de integrar a la educación vocacional, técnica o tecnológica con el enfoque de educación a lo largo de la vida tiene que ver con la manera en que la educación en particular y el conocimiento en general, son valorados por la sociedad. En un estudio con una pequeña muestra de universidades tecnológicas (UT), institutos tecnológicos (IT) y universidades politécnicas (UP), Dulce Mendoza y el que escribe, encontramos una marcada tendencia a valorar modalidades de estudio extremadamente escolarizadas en donde los profesores, estudiantes y sus familias sentían cierto orgullo por tener largas jornadas académicas sin mostrar claramente su eficiencia. Según las evaluaciones encargadas a expertos internacionales y las de tipo independiente, el sistema de UT mexicanas falla en formar integralmente a los jóvenes pese a la extenuante carga académica que presenta. Entonces, ¿qué valoramos como sociedad? ¿Ir a la escuela a aprenderse el nombre de los héroes que “nos dieron patria” o aprender a ser mejor persona y ciudadano?

Para concluir, algunos de los retos de la educación técnica o profesional para estos años son: (1) tener una ubicación histórica, (2) aclarar su función social (¿reproductora de desigualdad o promotora de movilidad social?), (3) repensar su desempeño institucional para contribuir al desarrollo humano y sustentable, y (4) discutir su filosofía educativa. Esperemos que estos temas no sean menospreciados por la Unesco, la cual, ha tenido históricamente una visión educativa mucho más amplia que otras organizaciones internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4363:futuro-de-la-educacion-tecnica-y-tecnologica&Itemid=256

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Educación y desarrollo

Por: Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

Cuando se piensa en la educación para el desarrollo no puede uno evitar pensar en la propuesta inicial que se hacía en los años 50´s cuando se invitaba a considerar a la educación en sus diferentes vertientes:  formal, no formal e informal  y  pensar en cómo ha ido evolucionando y que entre sus objetivos se encuentra el que se logre a ciudadanos que estén informados, que creen conciencia y que participen en sus comunidades contribuyendo con sus fortalezas para que el proceso educativo siga evolucionando constantemente.

La propuesta intentó adaptarse en los diversos contextos y niveles educativos  pero ha faltado profundizar en algunos de sus factores importantes, como buscar explicar la realidad mediante la investigación  aplicada y que esta sea un fenómeno total, de mayoría;  que tenga el mismo impacto de repetitividad como lo tienen el rumor y el caos que se generan en las redes sociales, por gente sin escrúpulos que busca un beneficio directo.

Otra manera de saber que hace falta profundizar en los objetivos para actualizarlos y cumplirlos, es cuando descubrimos que todavía el pensamiento crítico permanece, en algunos contextos,  en su etapa arcaica de pensamiento criticón, y que falta dar un paso gigante para poder analizar, reflexionar y actuar ante cualquier situación que genera incertidumbre. Todavía existen millones de personas que repiten rumores sin cerciorarse de su veracidad porque es más fácil repetir que dedicar tiempo a la indagación mediante la lectura.  Por otro lado, a pesar de que esta educación busca también que exista la igualdad y que se eviten las diferencias sociales,  y que el proceso educativo busque reforzar los conocimientos, las actitudes y los valores que llevan al ciudadano a  convivir y a insertarse de mejor manera en el ámbito laboral,  reforzando las competencias cognitivas, procedimentales y actitudinales para lograr la movilidad social, aún predomina el discurso abierto, poco concreto o asertivo, que lleva a la discusión e incluso a veces hasta a la guerra. Prueba de esto es la publicación reciente de la UNESCO,  del 2015 en el que muestra que aún hace falta que se atiendan aspectos como una mayor inversión educativa que en armas, pues reporta que el gasto militar mundial es el mismo desde el año 2000, y son 1742,000 millones de dólares que se invierten en EEUU y que muchos países dedican gran parte de su PIB a gastos militares que a su educación.

Otro aspecto que no se ha logrado completar en esta educación para el desarrollo es la atención a grupos vulnerables, sugiriendo que se atiendan aspectos de género, pero retomando nuevamente el escrito de la UNESCO, este presenta que la mayoría de las personas viviendo en pobreza extrema son mujeres. Menciona también, que ocupan menos del 20% de los escaños parlamentarios del mundo entero y que tienen menores oportunidades de empleo, con empleos precarios y no cuentan con ninguna protección frente a conmociones de tipo económico. Todo esto se suma a la discriminación contra la mujer en materia de salarios y de desarrollo profesional, Con estos resultados, se pierde el saber ser que proponen seguir considerando,  para que se atiendan en todo el planeta los valores y actitudes relacionados con la solidaridad, la justicia social, la búsqueda de vías de acción para alcanzar el desarrollo humano  y lograr así la posibilidad de una ciudadanía global, donde exista Justicia, equidad y  ordenamiento en  los derechos humanos, pero seguimos inmersos en una brutalidad que asusta, al leer encabezados de periódicos sensacionalistas que prefieren vender que informar.

Si esto continua así, se seguirán repitiendo  patrones del que manda y obedece sin que haya propuesta, pues jamás se logrará profundizar en una educación que verdaderamente desarrolle en todos los aspectos propuestos, y será mucho más difícil lograr resultados positivos, que atiendan problemáticas que se han repetido tras varias generaciones;  por lo que se hace necesario revisar y trabajar en el curriculum desde educación básica y en todos los niveles,  que haga que se respeten sus propuestas iniciales y se les de atención, pero además que se incluyan aspectos urgentes del siglo XXI, como son desarrollar el liderazgo, la toma de decisiones, la inteligencia emocional, la inteligencia financiera, el emprendimiento o el aprendizaje de una lengua extranjera.  Mientras tanto, los que amamos la docencia, debemos de dar nuestro mayor esfuerzo, rebelándonos y trabajando mejor y el doble, mediante la motivación y la actualización constante, en un diálogo que mueva conciencias y que genere actitudes; para lograr mejores resultados en los que si confían en nosotros: los alumnos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-y-desarrollo/

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Símbolos patrios, memoria y tradición ética

Por: Pedro de la Hoz

En el carapacho de una tortuga, el triángulo rojo y la estrella solitaria. El quelonio, en su lento avance, deja un rastro de franjas azules y blancas. La imagen difundida en la blogosfera ilustró un comentario sobre alcances y retardos en cierta zona de la economía nacional. Se puede estar o no de acuerdo con el contenido de la polémica nota, pero la grotesca manipulación de uno de nuestros símbolos patrios no debe ser pasada por alto.

El uso y abuso de estos atributos ha sido un tema recurrente en los últimos tiempos. Existe un marco legal que define las características, la naturaleza y las normas para su utilización. En 1983 la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó la Ley no. 42 y luego en 1988 el Consejo de Ministros estableció el reglamento mediante el decreto no. 143. También sabemos que se dan pasos muy firmes para la actualización de la legislación vigente.

Vivimos, lamentablemente, momentos en que desde los centros hegemónicos del poder y con una irradiación a escala global se han trivializado los símbolos. Hay que ver una parada festiva en cualquier ciudad estadounidense y observar una lluvia de confetis con los colores de la bandera norteamericana y personas disfrazadas de Tío Sam montadas en zancos. Hay que ver caricaturas e imágenes distorsionadas de los padres fundadores de la nación.

En varios países de la región y en los propios Estados Unidos se han alzado voces contra el irrespeto a los símbolos patrios; dígase la proliferación indiscriminada en artículos de vestir y utensilios, y hasta su reproducción en prendas para animales domésticos.

Antes de fin de año, en una comparecencia televisada, Eusebio Leal alertó: «Existe una vulgarización de los símbolos nacionales a propósito con una idea absolutamente comercial por parte de personas que tergiversan un poco la necesidad y convierten en comercio lo que no es comerciable. (…) Imitando las malas costumbres de un comercio brutal que entra en el país no solo desde los Estados Unidos, sino desde cualquier otro lugar, traen de allí múltiples cosas que son de una vulgaridad extraordinaria y creo que no se puede responder a la vulgaridad con otra».

Por otra parte, el intelectual Fernando Martínez Heredia ha recordado cómo «gana cada vez más terreno a escala mundial la homogeneización de opiniones, valoraciones, creencias firmes, modas, representaciones y valores que son inducidos por el sistema imperialista mediante su colosal aparato cultural-ideológico. Una de sus líneas generales más importantes es lograr que disminuyan en la población de la mayoría del planeta —la que fue colonizada— la identidad, el nacionalismo, el patriotismo y sus relaciones con las resistencias y las revoluciones de liberación, avances formidables que se establecieron y fueron tan grandes durante el siglo XX. La neutralización y el desmontaje de los símbolos ligados a esos avances es, por tanto, una de sus tareas principales».

Nuestra relación con los símbolos patrios debe ser entendida, sin embargo, más allá de toda consideración formal. Cada uno de ellos representa un vínculo muy profundo con la memoria histórica y la tradición ética de la nación.

La manera en que los asumimos tiene mucho que ver con la conciencia cívica en que nos hemos educado. En tal sentido, vale tomar en cuenta el análisis formulado por Abel Prieto cuando llamó a discernir entre las «fuerzas, corrientes, tendencias que provienen de la cubanía, y se orientan en favor de la defensa de nuestro perfil nacional, de su completamiento y profundización» y otras «por fortuna minoritarias, que se nutren de una cubanidad castrada, parten de aceptar lo más superficial y externo de la cultura cubana para subordinarse en lo esencial y convertirse, de manera más o menos consciente, en cómplices de la desnacionalización de Cuba».

La bandera, por ejemplo, es mucho más que un objeto material. Lo que le confiere máximo valor transita por las vidas que se han entregado por ella, la épica que se ha consustanciado en su representación. Es un enunciado de la Patria; respetarla constituye un acto de confirmación ciudadana.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-01-17/simbolos-patrios-memoria-y-tradicion-etica-17-01-2017-22-01-04

Imagen de archivo

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Trump y el sistema

Pablo Gentili

Trump sorprende. Su capacidad para generar desconcierto suele verse amplificada por algunas peculiares interpretaciones sobre los motivos que explicarían su abrumador éxito político. Analistas y cronistas de los más diversos orígenes y orientaciones, sostienen estupefactos que el nuevo presidente norteamericano es una anomalía del sistema. La afirmación sirve para explicar las razones que justificarían la inconveniente evidencia de que un outsider ha asumido el principal cargo político del mundo. Algo ha fallado. La Casa Blanca ha sido invadida por un intruso que nunca debería haber llegado hasta allí. El mundo civilizado parece observar como los valores que siempre guiaron el progreso humano se desvanecen ante las grotescas bravuconadas de un energúmeno capaz de llenar sus bolsillos de dinero, pero no de gobernar los destinos del mayor imperio que ha existido sobre la faz de la tierra. Estamos en peligro.

La explicación parece tentadora, al menos en términos mediáticos. Anunciar que el mundo corre el riesgo de desintegrarse ante las fanfarronadas prepotentes de un psicópata nos hace sentir ciudadanos de Ciudad Gótica y nos obliga a añorar la presencia salvadora de Batman. Debemos, esa es nuestra meta, defender el sistema de sus enemigos.

Suena épico, aunque se trata de una interpretación limitada y simplista no sólo de la figura de Donald Trump, sino especialmente de las supuestas virtudes de un sistema que hoy parecería estar amenazado por un maligno demonio con peluca naranja.

Hace ocho años, aunque por razones diferentes, el asombro inundaba los medios de comunicación cuando la presidencia de los Estados Unidos era ocupada por primera vez por un político negro. Si hoy cunde el pánico, en aquel momento, las perspectivas eran de optimismo y confianza. El mundo estaba, finalmente, en buenas manos. De hecho, basándose quizás en esa esperanza, el Comité Noruego le concedió a Obama el Premio Nobel de la Paz. Aunque no había ningún motivo para hacerlo, se suponía que su presidencia sería un soplo de pacifismo en el mundo. El presidente norteamericano agradeció la generosidad nórdica aumentando el gasto militar y transformándose en el mandatario de su país que más tiempo ha permanecido en guerra. Superó así a Abraham Lincoln durante la Guerra de Secesión, a Franklin Roosevelt, en cuyo mandato se desarrolló la Segunda Guerra Mundial, a Lyndon Johnson y Richard Nixon, que comandaron la desastrosa incursión del país en la interminable Guerra de Vietnam, y al mismo George W. Bush, a quien Obama sustituyó prometiendo acabar con las guerras. ¿Devolverá ahora Obama el Nobel? No lo creo, aunque tampoco creo que ahora los noruegos se lo otorguen a Donald Trump. Al menos, eso espero.

Obama también fue una sorpresa, aunque no por los motivos que muchos esperaban. Prometió promover el crecimiento y disminuir la pobreza. Cumplió lo primero, pero no lo segundo. Tuvo tasas de crecimiento del 5%, aunque la deuda pública creció más del 85% en su mandato. En 2008, momento en que George W. Bush concluía la presidencia, 13,2% de la población vivía por debajo de la línea de la pobreza, Obama termina su mandato con una proporción ligeramente superior, 13,5%, lo que en números absolutos significa más de 43 millones de pobres, 14 millones de ellos menores de edad, 3,3 millones más que los que había antes del inicio de su gestión.

Estados Unidos sigue siendo una de las naciones desarrolladas más desiguales del planeta, aunque debe reconocérsele a Obama, importantes esfuerzos en la creación de empleos (11 millones de nuevos puestos creados en 8 años) y en la defensa y promoción de una política que incluyó más de 16 millones de personas a la atención médica básica. El llamado ObamaCare permitía confiar que, en materia del derecho a la salud de su población, la más poderosa nación del planeta dejaría finalmente de pertenecer a la Edad Media. Fue una buena política, aunque duró poco. El mismo día que asumió la presidencia, Trump ha firmado un decreto que comienza a desmontar su estructura de protección. Lo bueno dura poco, hasta en Estados Unidos.

Obama iba a acabar con el racismo, pero en Estados Unidos se intensificaron los conflictos raciales y la violencia, especialmente policial, contra la población pobre y negra que vive guetificada en los grandes centros urbanos. También iba a ser una esperanza para los latinos, pero consiguió la proeza de ser el presidente que más inmigrantes ha deportado en la historia norteamericana: 2,5 millones, muchos de ellos padres que dejaban a sus hijos o hijos que dejaban a sus padres en el país.

Obama también era caracterizado como un antisistema, un outsider, pero de los buenos. Trump es un antisistema, un outsider, pero de los malos.

Ocho años de gobierno Obama han mostrado una elástica generosidad en el uso de las palabras “antisistema” y “outsider”. Creo que también lo es en el caso de Donald Trump, aunque sus declaraciones nos aprieten el estómago y nos causen las más diversas formas de nausea política y ética.

Trump es una persona detestable. Un sujeto verdaderamente retrogrado, aunque debo discrepar que represente cualquier forma de ejercicio antisistémico de la política. Menos aún que se trate de un “hombre bebé”, como lo ha llamado el periodista inglés John Carlin. Comparar un monstruo político como Trump con un niño recién nacido es algo que me parece trivial, basado en la plena ignorancia de la psicología infantil, así como ofensivo con los niños y niñas del mundo. ¿Por qué cada vez que se quiere decir que alguien parece un verdadero imbécil se lo compara con un niño?

Del mismo modo, creo ofensiva y banal la comparación que algunos periodistas hacen entre Trump y los políticos o la política latinoamericana. Hemos tenido y aún tenemos en América Latina dictadores despreciables. Pero sorprende que un periódico conservador, aunque generalmente serio, como La Nación, y una periodista conservadora, aunque generalmente seria, como Inés Capdevila, editora de la sección Mundo en dicho medio, haya usado el calificativo “latinoamericano” de forma despectiva para referirse al nuevo presidente norteamericano y a su particular discurso de asunción del cargo: Un Donald Trump “latinoamericano” en su debut como presidente o Refundar EEUU, un plan a la manera latinoamericana. Capdevilla, también latinoamericana, no debe haberse inspirado en ningún periodista europeo para realizar semejante metáfora. Fue en Europa que se llevaron a cabo algunas de las mayores masacres de la humanidad. Fueron naciones europeas las que comandaron algunos de los peores genocidios. Hitler, Mussolini y Franco eran europeos. Y también lo son los brutales y reaccionarios líderes de la derecha fascista y neonazi que aspiran al trono de algunos de los países más desarrollados del continente europeo. Sin embargo, a ningún periodista de Europa se le ocurría, a pesar de semejantes antecedentes, sostener que Trump es un típico líder europeo.

Pero volvamos al supuestamente truculento y agitador antisistema que hoy ocupa la presidencia de los Estados Unidos.

Se supone que la naturaleza contestataria y agresiva de Donald Trump contradice las normas de un sistema mundial republicano y democrático. Se supone también que su estilo de hacer política, en rigor, su antipolítica, objeta, contradice y transborda las expectativas, referencias y márgenes en los que se han manejado, al menos hasta el momento, los líderes mundiales de las naciones más desarrolladas. Trump, dicen, nos pone ante la aterradora evidencia de que un exaltado fanfarrón tenga en sus manos la vida y los destinos de buena parte del mundo. El nuevo presidente norteamericano expresaría una nueva forma de antiestablishment, el de los hombres ricos que se hartaron de pagar impuestos y de ser gobernados por una burocracia corrupta, inepta y perezosa. El sistema tiembla y se sobrecoge ante la escalada de amenazas del nuevo presidente.

¿En qué consiste esa anomalía llamada Trump?

Según las crónicas, y como él mismo se encarga de demostrar en cada aparición pública que realiza, se trata de un hipermillonario egocéntrico y narcisista, de un personaje misógino y sexista, de un repugnante racista, de un xenófobo prejuicioso y discriminador, de un violento y agresivo personaje dispuesto a enfrentar militarmente a quien se interponga en su camino. Aunque es dudoso que exista algo que defina la normalidad en términos políticos, Trump es un subnormal que se entrenó en el arte de la política conduciendo un reality show en el que se divertía despidiendo gente.

Entre tanto, no creo que sea necesario leer demasiada literatura anticapitalista para descubrir que los atributos que definen la odiada personalidad del nuevo presidente norteamericano son, nada menos, que las principales características del sistema al que supuestamente él se opone: hiperconcentración de riquezas, egoísmo, cultura narcisista, sexismo, discriminación y violencia de género, racismo, guerras, opresión. No creo que haya cualquier disonancia entre la personalidad codiciosa y vehemente del millonario devenido en presidente y la enorme injusticia social, violencia y desigualdad que estructura y da sentido al desarrollo capitalista contemporáneo.

Más allá de las historias heroicas que se cuentan en Davos, el capitalismo mundial es un sistema cuyo desarrollo se ha subordinado cada vez más al poder de hipermillonarios egocéntricos y narcisistas. El dominio del 1% de la población por sobre el resto de la humanidad ha alcanzado niveles de concentración del poder y de la riqueza como nunca antes existieron en la historia humana. Una de las noticias que más ha circulado en los últimos días es el contundente informe de Oxfam que muestra el inaceptable grado de injusticia al que ha llegado el mundo: 8 personas tienen más riqueza que la mitad de la humanidad, o sea, que 3.600 millones de seres humanos. El sistema que ha llevado a Trump a la presidencia se ha beneficiado inmensamente de esta concentración que contradice los principios éticos y políticos sobre los que debe edificarse cualquier democracia estable. El nuevo presidente norteamericano no contradice lo que ha sido un persistente endiosamiento de los hombres de negocios, de los millonarios que se supone que contribuyen a conducir los destinos del progreso humano.

¿Qué Trump es antipolítico? No lo creo. Hace política a su manera, despreciando a los políticos profesionales y criminalizando la acción colectiva. En suma, hace política valorizando al extremo la sabiduría que otorga el mundo de los negocios. Odia la democracia y aspira a construir una CEOcracia, un gobierno de gerentes que han sido capaces de amasar una inmensa fortuna personal y, por eso, son los que están en mejores condiciones de gobernar los destinos de una nación. La política mundial avanza en esa dirección. No parece que sea el Sr. Trump quien va a contramano. No es el presidente norteamericano que desprecia la política, es que de tanto machacar con el desprestigio de los políticos, de tanto sostener la necesaria despolitización de los asuntos públicos, la derecha, buena parte de las principales y más poderosas corporaciones del mundo y algunos medios de comunicación, no han hecho otra que contribuir a que aparezca una figura como Trump. Fue de tanto entonar el réquiem desentonado de la muerte de la política, que finalmente apareció el funebrero con un cirio sobre la cabeza.

Trump es un narcisista. En su discurso de asunción del cargo sólo se citó a sí mismo. Nada sorprendente en un sujeto que tiene la particularidad de ejercer un culto a su propia inteligencia, sagacidad y picardía. Entre tanto, no ha sido Trump el creador de la cultura del narcisismo, del imperialismo ético que exalta el egoísmo y la auto referencia, cuestionando la solidaridad, el compromiso social, la lucha por el bien común y la igualdad entre los seres humanos. Trump no es un traspié del orden moral dominante, sino la expresión más perversa del éxito de un sistema que valoriza al individuo y desprecia a la comunidad, que exalta el supuesto mérito de seres humanos que son capaces de acumular riquezas, mientras humilla y desprecia a los más pobres, a los abandonados y excluidos.

¿Puede la misoginia y el sexismo ser considerados antisistémicos, en un mundo donde las desigualdades de género, donde la violencia sexista y el femicidio siguen imperturbables, discriminando, excluyendo y matando a miles de mujeres todos los días? El capitalismo siempre fue patriarcal, y, aunque la lucha del movimiento feminista y de las mujeres en el mundo ha conseguido revertir algunas de las más brutales formas de discriminación de género, las empresas siguen siendo machistas y le pagan más a los hombres que a las mujeres, como son machistas también casi todos los partidos políticos y los sindicatos, los parlamentos y los juzgados, la policía y el ejército, así como lo son casi todos los espacios en donde se ejerce el poder en nuestras sociedades. Antisistémico es el feminismo, antisistémica es la lucha por la igualdad de género, no un violento empresario machista que carga sobre sus espaldas denuncias de abuso sexual y que siempre ha considerado que las mujeres son un objeto de consumo.

Trump es un repugnante racista que gobernará un sistema que siempre se sostuvo gracias a la reproducción del racismo. Negros y negras pobres sufren cada día múltiples formas de discriminación y violencia en los Estados Unidos. También lo sufren en todo el planeta los que son discriminados por el color de la piel o por atributos que los vuelven inferiores, ante la perspectiva de los poderosos. El capitalismo y el racismo conviven, volviendo más profunda y más compleja la dominación de clase y las desigualdades que el sistema multiplica. En Brasil, por ejemplo, el país con mayor población negra del mundo, después de Nigeria, cada 30 minutos un joven negro con menos de 24 años muere asesinado. En los primeros 15 días de 2017, más de 150 presos murieron en las prisiones brasileñas, casi todos decapitados. Más del 90% de ellos era negro.

Lo que debería sorprendernos es que el mundo siga siendo tan racista, no que ahora haya un presidente norteamericano declaradamente racista.

El egoísmo, el racismo y el patriarcado son el cemento cultural del sistema. Trump no parece ser otra cosa que la combinación más siniestra de estas formas de opresión que el capitalismo no ha conseguido eliminar y que, en determinados contextos, no ha hecho otra cosa que volverlas más sofisticadas e inhumanas.

Trump es un xenófobo que promete ser muy poco hospitalario con sus vecinos mexicanos y con los extranjeros que provengan de los países pobres. Sería algo alarmante que el presidente norteamericano pensara de tal forma, si no fuera esta la norma que han seguido casi todos los líderes mundiales contemporáneos, con muy raras excepciones. Que Donald Trump consiga que hasta Angela Merkel parezca progresista no es otra cosa que un problema de percepción, de intensidad en el ejercicio de su aversión a los extranjeros y al peligro que ellos representan para las grandes potencias mundiales. Pero Angela Merkel, es bueno recordarlo, nunca ha sido progresista y ella también representa de forma cabal un formato de liderazgo político conservador que ha sido valorizado por los votantes de las naciones más ricas del planeta, aquellas que suelen ver al resto de mundo como una amenaza a sus intereses y privilegios.

Más de 5 mil personas han muerto ahogadas el año pasado en las orillas de una Europa que no ha querido atender con decisión la urgencia humanitaria de los refugiados. Mientras escribo esto, miles y miles de seres humanos, muchos de ellos niños y niñas, sufren por el frío y por el hambre en campos y asentamientos precarios, mugrientos y sin otra ayuda que la de las organizaciones humanitarias. Dicen que los refugiados mueren por la dureza del invierno, pero mueren por la indiferencia y la hipocresía de un mundo que mira hacia otro lado cuando se trata de comprender y de asumir cuál es la responsabilidad de cada uno en las guerras y en las atrocidades que obligan a millones de personas a huir de sus hogares.

Claro que Trump es un xenófobo nauseabundo. Pero su presencia en la política de la nación más poderosa del mundo no expresa el fracaso sino más bien el catastrófico triunfo del desprecio hacia los valores democráticos de protección, de acogida, de reconocimiento y de solidaridad con los extranjeros que viven en la pobreza o que sufren con las guerras y la opresión. Trump no es una anomalía monstruosa, es quizás quien mejor expresa el fracaso de una democracia que ha elegido sobrevivir construyendo muros. Podemos y debemos indignarnos cuando Trump dice que construirá una muralla para separar aún más a México de los Estados Unidos. Pero debemos recordar que parte de ese muro ya existe. Y que también existen otros que siguen siendo muy eficientes para preservar los beneficios de los que se arrogan a sí mismos el derecho a vivir con dignidad. Trump es el sucesor de Barack Obama, que fue llamado por la comunidad latina “Deportador en Jefe”. La anomalía, si existe, viene de antes y es mucho más profunda de lo que solemos estar dispuestos a aceptar.

Finalmente, que Trump parezca ser un sujeto violento, agresivo y, por transferencia directa, un peligroso belicista, debe ser motivo de extrema preocupación. Sin embargo, no ha sido el pacifismo ni la preservación de la paz mundial una característica del capitalismo contemporáneo. La violencia y las guerras crecen y se multiplican en el mundo. Ya mencionamos que Obama, un demócrata progresista, fue el presidente norteamericano que más tiempo permaneció en estado de guerra en toda la historia norteamericana. A pesar de su sensibilidad hacia la situación de los más pobres, el mandatario nunca dejó de aumentar los gastos militares, una industria que hoy domina la política mundial y que constituye la principal amenaza a los derechos humanos de todo el planeta.

Trump no es la causa, sino la consecuencia de un mundo cada más violento, donde las potencias militares siguen actuando como fuerzas coloniales de ocupación, invasión y multiplicadoras de guerras donde quiera que puedan.

Comienza, sin lugar a dudas, una nueva era. Una era en la que los discursos no buscarán el amparo de lo políticamente correcto. Donde el poder se ejercerá sin concesiones ni eufemismos balsámicos para las conciencias, aunque inútiles para disminuir el sufrimiento de los más pobres y excluidos. Comienza una nueva era, no la de un presidente norteamericano que se ha vuelto antisistema, sino la de un sistema que, finalmente, ha decidido tener un presidente a la altura de su mandato de exclusión, de opresión, de muerte y dolor.

Fuente del articulo: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2017/01/trump-y-el-sistema.html

Fuente de la imagen:http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef01b8d256b44d970c-p

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